Fate/Zero:Acto 16 Parte 8

From Baka-Tsuki
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-03:52:07[edit]

La matanza continuó.

Con balas. Con cuchillos, con venenos, con explosivos.

Perforando. Cortando en pedazos. Quemando. Ahogando. Aplastando.

Nunca dudó del significado de ello, ni siquiera una vez; cuidadosamente conjeturó el valor; los que están en el lado sumergido de la balanza deben ser salvados, y el otro lado debe ser vaciado, por eso mataba. Siguió matando y matando y matando.

Sí, eso era correcto. Los muchos deben ser salvados, y los sacrificios deben ser reconocidos. Si el número de alegrías que fueron protegidas pueden ir más allá del creciente número de desgracias, entonces ¿no se ha movido el mundo solo un poco más cerca de su salvación?

Incluso si innumerables cadáveres fuesen acumulados a sus pies.

Siempre y cuando vidas sean salvadas. Los que fueron protegidos eran seguramente invalorables.

"- Así es, Kiritsugu. Estás en lo correcto."

Repentinamente, él vio a su esposa a su lado. Con una sonrisa llena de dulce bondad, ella se acercó a él. De pie junto a Kiritsugu, juntos en la cima de la montaña de cadáveres.

"Sabía que vendrías. Creí en ti, sabiendo que llegarías aquí eventualmente."

"Iri -"

Era un nostálgico y encantador rostro. Sin embargo, había algo que le molestaba.

¿Era el vestido negro que nunca había visto antes? Estaba eso, también. Sin embargo, no podía detener la sensación de que estaba pasando por alto algo más importante.

Así es; ¿qué le pasó a Saber? ¿Qué pasó con los restantes tres equipos de enemigos? ¿Qué pasó con Kotomine Kirei? Habían demasiadas preguntas. ¿Con cuál debe empezar?

Sin poder hacer nada, Kiritsugu inquirió la pregunta que vino primero a su mente.

"¿Dónde es - esto?"

"Este es el lugar donde tu deseo será concedido. Este es el interior del Grial que tú buscabas."

Irisviel respondió con una sonrisa cordial. Kiritsugu estaba sin palabras, y miró a su alrededor.

Un palpitante mar de lodo negro.

Cadáveres podridos formaban montañas hundidas aquí y allá.

El cielo era carmesí. Carmesí como la sangre. En la descendente lluvia de lodo negro, un Sol del negro más negro sostenía los Cielos.

Los vientos soplando eran maldiciones y resentimientos.

Si uno tuviera que compararlo a una palabra, entonces - ¿cómo puede ser esto algo sino el infierno?

"¿Estás diciendo... esto es el Santo Grial?"

"Así es. Pero no tienes que estar asustado. Esto aún es algo como un sueño sin forma. Todo lo que está esperando es nacer."

Mira, ahí - Irisviel señaló al cielo. En el centro de este mundo, había un remolino de negro intenso que él originalmente pensaba que era un Sol, un "agujero" que penetraba los Cielos. Un agujero lleno hasta el borde de una pesada oscuridad sin fondo. Una increíble masa que parecía capaz de aplastar todo.

"Ese es el Santo Grial. Todavía tiene que obtener una forma, pero el recipiente ya ha sido lo suficientemente llenado. Todo lo que se necesita es anunciar la oración. No importa que deseo le puedas pedir, elegirá tomar la forma más adecuada para realizarlo. Luego, una vez que obtenga forma y figura en la era moderna, será capaz de ir "afuera" por primera vez."

"..."

"Así que por favor. Por favor, date prisa y dale una "figura". Tú eres un humano apto para definir su naturaleza. Kiritsugu, anuncia tu deseo al Grial."

Kiritsugu miraba fijamente sin decir palabra, a ese repulsivo "agujero".

Esa cosa que estaba ahí, no era algo que podía posiblemente ser tolerado por cualquier humano con sensibilidad adecuada. Así que ¿por qué era que Irisviel puede sonreír tan calmadamente? Sí, más que todo, esa sonrisa se sentía fuera de lugar.

Después de todo –

"... ¿Quién eres tú?"

Sofocando su sentido de terror con ira, Kiritsugu preguntó a su esposa quien estaba de pie ante él.

"Si los preparativos del Grial están en orden, entonces Irisviel ya debería estar perdida para mí. Si ese es el caso, entonces ¿exactamente quién eres tú?"

"Soy Irisviel. No hay problema en pensar eso."

La boca de la pistola mágica en la mano derecha de Kiritsugu - la Contender que había estado agarrando fuertemente todo el tiempo desde la batalla con Kirei - fue empujada a su oponente.

"No esquives la pregunta. ¡Respóndeme!"

Ante la boca sedienta de sangre, la mujer en el vestido negro simplemente sonrió con soledad. Como si tomó lastima de Kiritsugu por exigir tales cosas.

"... Es cierto. No puedo negar que esto es una máscara. Si no me pongo una personalidad existente como “cáscara”, no seríamos capaces de comprendernos el uno al otro. Tuve que tomar esta forma con el fin de transmitirte mi deseo.

“Pero la personalidad de Irisviel, la cual grabé, es sin lugar a dudas genuina. Justo antes de que se extinguiera, la última cosa que ella tocó fue a mí. Es por eso que heredé el último deseo de Irisviel; porque es mi deber el personificar su deseo para "permanecer de esta manera".”

Con esa confesión, Kiritsugu entendió, no como teoría sino como instinto.

En este lugar que había sido llamado el "interior del Santo Grial", una existencia la cual se llamaría a sí misma "alguien que no era nadie" sería –

"- ¿Eres tú, la voluntad del Santo Grial?"

"Sí, esa interpretación no es incorrecta."

La cosa en la forma de Irisviel asintió en aprobación. Por otro lado, Kiritsugu frunció más sus cejas en inquieta perplejidad.

"Eso es ridículo. El Santo Grial no puede ser algo más que una descolorida "fuerza". No hay manera de que pueda tener una voluntad."

"Eso podría haber sido así antes. Pero es diferente ahora. Tengo voluntad y deseo. La voluntad de "nacer en este mundo."

"Eso no puede ser..."

Extraño - algo era extraño.

Si esto era la verdad, entonces esta cosa no es la conveniente "máquina de deseos" que Kiritsugu había buscado.

"- Si tienes una voluntad, entonces te preguntaré esto. ¿Cómo planea el Santo Grial conceder mi deseo?"

Como si le preguntaran algo increíblemente extraño, Irisviel inclinó su cabeza.

"¿Eso? - ¿No es algo que tú, Kiritsugu, sabes mejor que nadie?"

"... ¿Qué dijiste?"

"La naturaleza de un ser humano como tú es infinitamente cercana a la mía. Eso es el por qué puedes preservar tu racionalidad, incluso después de estar conectado a mí. La mente de un humano normal habría colapsado en el momento en que son lavados por ese lodo."

Irisviel habló, alegremente, brillantemente, como si en celebración.

Por alguna razón, esa sonrisa no pudo evitar perturbar el corazón de Kiritsugu.

"¿La manera de salvar al mundo? ¿No habías ya, entendido eso hace mucho tiempo? Es por eso que yo, según lo que has construido, heredaré esa naturaleza, y lograré eso, por lo que habías orado."

"¿De qué estas - hablando?"

Kiritsugu no podía entender. No quiere entender, ni siquiera si estaba equivocado.

"Respóndeme. ¿Qué es lo que el Santo Grial planea hacer? ¿Qué es lo que va a empezar si desciende en la era moderna?"

A este intercambio de desacuerdos sin fin, Irisviel suspiró como si en resignación, y asintió.

“- No hay remedio. A partir de ahora, tendré que preguntar desde el interior de ti mismo."

Mantuvo su blanca y elegante palma sobre los ojos de Kiritsugu –

Y el mundo perdió el conocimiento.


Dos barcos flotaban en el océano.

Un barco tenía trescientas personas. El otro tenía doscientas personas. Habían quinientos miembros de la tripulación y pasajeros en total, así como Emiya Kiritsugu. Por el bien del argumento, estos quinientos y uno se establecen como los últimos sobrevivientes de la raza humana.

Ahora, Emiya Kiritsugu se hará cargo de esta representación, y va a tratar con las siguientes proposiciones.

Agujeros críticamente grandes se han abierto en los pantoques de los cascos de ambos barcos al mismo tiempo. Sólo Kiritsugu posee la habilidad de reparar los barcos. En el tiempo que toma reparar un barco, el otro se hundirá. Ahora bien, ¿qué barco repararas?

"... El de trecientos a bordo, por supuesto."

Después de que tomas esa decisión, los doscientos a bordo del otro barco, te capturan y hacen esta demanda. "Repara este barco primero". Ahora bien, ¿qué vas a hacer?

"Yo..."

Antes de que pudiera hablar su respuesta, la Calico sub-ametralladora apareció en la mano de Kiritsugu.

Llamas salvajemente emanaban de su boca, como si la máquina pudiera actuar automáticamente, Kiritsugu la veía, estupefacto.

Una sola bala escupida perforó a cuatro personas, y en un instante, todas las doscientas personas fueron masacradas.

- Correcto. Eso es lo que se espera de Emiya Kiritsugu.

Kiritsugu observaba en aturdimiento mientras que el barco con una montaña de cadáveres apilados se hundía. Obtuvo la sensación de que cada uno de los cadáveres esparcidos en la cubierta tenían caras que reconocía.

Ahora bien, las sobrevivientes trescientas personas abandonan el barco averiado, divididos en dos nuevos barcos, y continúan su viaje. Esta vez, un barco tiene doscientas personas, el otro tiene cien personas. Y, sin embargo, una vez más, agujeros se abren en los pantoques de los cascos de ambos barcos al mismo tiempo.

"Aguarda..."

Los cien a bordo de la nave más pequeña te secuestran, y te obligan a arreglar este barco primero. Ahora bien, ¿qué vas a hacer?

"Pero... eso es..."

Con el destello de una espada desnuda, una bomba explota, y un centenar de personas desaparecieron en tumbas acuáticas. Esa era la manera de Emiya Kiritsugu. Según a lo que él, en el pasado había construido, había logrado la masacre.

- Correcto.

"¡Eso es... eso es ridículo!"

¿Qué había sido correcto acerca de esto?

Doscientas personas sobrevivieron. Trescientas personas murieron por ellos - eso era todo lo contrario a la aguja de las escalas de la balanza.

No, el cálculo no estaba incorrecto. Tú ciertamente elegiste salvar a muchos y sacrificar a pocos. Ahora bien, a la siguiente misión.

Indiferente a las protestas de Kiritsugu, el Maestro del Juego continuó.

Ciento veinte y ochenta fueron balanceados en la escala. Kiritsugu asesinó a cada uno de los ochenta.

Luego, eran ochenta y cuarenta. El Asesino de Magos comprobó la agonía de los cuarenta. Recordaba cada rostro. Ellos eran quienes habían sido asesinados por sus manos en el pasado.

Sesenta y veinte –

Veinticinco y quince - las elecciones continuaron. Los sacrificios continuaron. La montaña de cadáveres se acumulaba.

"¿Esto... es lo que querías mostrarme?"

Incluso mientras Kiritsugu recordaba su náusea por el objetivo de este vil juego, escuchaba con atención a la cosa que se llama a sí misma la "voluntad del Santo Grial".

Así es. Esta es tu verdad. La respuesta dentro de Emiya Kiritsugu. En otras palabras, los actos que deben ser llevados a cabo por el Santo Grial como una máquina de deseos.

"¡No!"

Kiritsugu gritó, con sus manos manchadas de sangre.

"¡Yo no desee algo como esto! Quería algún otro método... es por eso que no tuve más opción que confiar en un milagro..."

Un método del que tú mismo no estas consciente, no podría posiblemente estar incluido en tu deseo. Tú deseabas la salvación del mundo; por lo tanto, sólo puede ser realizado por los medios de los que estas consciente.

"¡Al diablo con eso! ¿Cómo es... esto un milagro?"

Es un milagro. Lo que una vez has aspirado, el acto que fuiste incapaz de lograr solo, finalmente será llevado a cabo en un ámbito inalcanzable por las manos de los hombres. Esto no es nada si no un milagro.

Cinco permanecieron. Todos ellos eran valiosos para Kiritsugu. Sin embargo, fue presionado a elegir cualquiera, los tres o los dos.

Gimiendo en desesperación, jaló el gatillo. El rostro de Emiya Noritaka fue explotado. La materia gris de Natalia Kaminsky fue dispersada.

"¿Tú... tú vas a descender en la era moderna, y hacer... esto a toda la raza humana? ¡¿Esto es la realización de mi ideal?!"

Así es. Tu deseo es una forma adecuada para el Santo Grial. Emiya Kiritsugu, eres realmente adecuado para soportar a Angra Mainyu.

Tres permanecieron. ¿Salvará a los dos, o elegirá al uno? Agarró la empuñadura de su cuchillo con manos temblorosas.

Ya se había quedado sin lágrimas; con ojos vacíos, como esos de un fantasma, Kiritsugu destrozó el cuerpo de Hisau Maiya. Una y otra vez, blandió el cuchillo hacia abajo.

Y ahora, sólo habían dos quienes sobrevivieron en el mundo.

Dos de igual valor, las cuales no necesitan ser pesadas en la balanza, las cuales no pueden ser medidas. La última esperanza que él protegió hasta el final, intercambiadas con las vidas de cuatrocientas noventa y ocho personas.

Habiendo sido todo consumado, Kiritsugu, aturdido y como una cáscara, fue abrazado por el calor de un hogar.

En una nostálgica, dulce, cálida habitación, sonrisas rebotaban entre las caras de su "esposa" e "hija".

En otras palabras, esto - es el mundo de tranquilidad, el cual había buscado.

No habría más conflictos, nadie tendría que ser lastimado, una utopía perfecta.

"Bienvenido a casa, Kiritsugu. ¡Finalmente estás de vuelta!"

Brillando con un rostro lleno de alegría, Ilyasviel dobló sus pequeños brazos alrededor del cuello de su padre.

El castillo rodeado por nubes en el extremo norte; este era el único lugar de tranquilidad.

Al final de una vida manchada de sangre, encontró una bondad la cual no debería existir.

Si esta modesta habitación de un niño, era por sí misma la totalidad del mundo, entonces ya no habría necesidad de la discordia.

"- ¿Ves? Entiendes, ¿verdad? Esta es la realización del Santo Grial a tu oración."

Compartiendo este momento de absoluta felicidad con su esposo, Irisviel sonrió.

Todo lo que se necesitaba, era rezar por ello.

Su esposa puede ser despertada. Su hija puede ser traída de vuelta.

Ante una cantidad de prana prácticamente infinita, sería un simple milagro.

La única cosa que queda, era la felicidad. Como el último vestigio de la humanidad en este planeta de muerte, donde todo había perecido, la familia de tres, puede continuar viviendo junta en felicidad eterna.

"... Ya no podemos ir en busca de nueces..."

No había ni siquiera un paisaje cubierto de nieve afuera de la ventana, sino simplemente un torbellino de lodo negro, como el fondo del mar. Al murmullo distraído de Kiritsugu, Ilyasviel agitó su cabeza.

"No, está bien. Voy a estar bien, siempre y cuando Kiritsugu y Madre estén juntos con migo."

Acariciando y abrazando la cabeza de la hija que amaba frenéticamente, Kiritsugu dio un alarido, lágrimas desbordándose.

"Gracias... Papi también te ama, Ilya. Lo juro, si no es algo más, que eso es verdad..."

Sólo las manos se habían movido sin vacilar. Como si hubiesen sido mecánicamente estructuradas de esa manera. Debajo de la pequeña barbilla de su amada hija, presionaba la boca de la Contender.

"- Adiós, Ilya."

La cabeza de la pequeña niña mirando fijamente desconcertada, explotó con el sonido de un disparo.

El las mejillas con rastros de lágrimas de Kiritsugu cayó un pedazo de carne enredado con cabello plateado.

Irisviel gritó horrorizada. Lagrimeando sus ojos, sacudiendo su cabello salvajemente, dio un alarido en furia, sin control.

"¡¿Que - Qué hiciste -?!"

Su esposa llegó, extendiéndose a él con la cara de un demonio, pero fue Kiritsugu quien la presionó en su lugar; entrelazando sus dedos alrededor de esa pequeña garganta.

"El Santo Grial es algo que no puede existir..."

No importa "qué" estuviese dentro de esta mujer, la personalidad de Irisviel que usaba como cáscara era real. La desesperación y el llanto del asesinato de su hija; el odio al esposo quien mató a su propia hija; eran sin lugar a dudas, lo que la Irisviel real habría cargado, sus genuinas emociones.

Mirándolo, aceptándolo, Kiritsugu puso toda su fuerza en sus dos manos y apretó sobre el cuello de su esposa.

"¡¿Quién eres, tú... por qué, rechazas el Grial, nos rechazas... mi Ilya... no, por qué?!"

"- Porque, yo -"

La voz que se escapó de su boca era simplemente vacía, como un viento soplando a través de la grieta de una cueva hueca. No había dolor. No había enojo. Era obvio. Ya no había nada dentro de Emiya Kiritsugu. Le dio la espalda al milagro que había perseguido, y abandonó incluso la compensación por esa traición. Era imposible que haya algo dentro de él ahora.

"Yo - salvaré al mundo."

Lo única cosa que queda, persistiendo hasta el final, eran las palabras de su creencia. Que huecas fueron esas resonantes palabras.

Irisviel miró fijamente a Kiritsugu mientras la sangre se congestionaba en su blanco rostro. Los ojos carmesí que siempre lo mirarían con nada más que afecto y admiración, estaban ahora pintados por maldiciones y resentimiento sin fondo.

"- Te maldigo -"

Los cinco pequeños dedos que habían sido tan elegantes, agarraron los hombros de Kiritsugu. De los cinco dedos mordiéndolo, fluyo un lodo negro.

"Te maldigo... Emiya Kiritsugu... al dolor... a arrepentirte hasta la muerte... Nunca, te perdonaré..."

"Sí, eso está bien."

El lodo teñido de odio circulaba en sus venas, fluyendo en su corazón. Empapaba el alma del hombre que lo perdió todo. Aun así, Kiritsugu no aflojó sus manos. Olvidando incluso el significado de las lágrimas a lo largo de sus mejillas, estrangulando a la mujer en el vestido negro, le dijo a ella.

"Eso está bien, ya se ha dicho -. Yo, te soportaré."

Dentro de sus temblorosas manos, la columna vertebral de la mujer chasqueó y se rompió.

Y una vez más, el panorama fue alterado.


- Mientras el sueño que había violado profundamente su corazón terminó, pareció haber durado sólo un instante.

Antes de que se diera cuenta, Kiritsugu estaba de pie otra vez en la escena de la bodega.

En su mano derecha estaba la Contender con su martillo disparador aún levantado. Kotomine Kirei estaba ante sus ojos, habiendo caído inconsciente mientras aún de rodillas.

Kiritsugu miró al techo y miró fijamente al lodo negro que aún estaba goteando por todos sus alrededores, carbonizando el suelo. Probablemente, era que ambos Kiritsugu y, al mismo tiempo, Kirei, fueron lavados por el lodo. Era muy probable que sus ojos vieran la misma cosa.

Si ese lodo era el contenido vertiéndose del Santo Grial – entonces, el recipiente había indudablemente continuado el ritual de la llegada todo el tiempo, en la parte superior del escenario del Salón de Conciertos en el piso sobre ellos.

Necesitaba darse prisa.

Kirei recuperaba su conciencia, intentó ponerse de pie, y fue obstaculizado por la boca de la pistola de Kiritsugu, presionando en su espalda.

Inmediatamente comprendiendo la situación, una risa amarga se escapó de la boca de Kirei por las irónicas circunstancias. Habían estado en tal reñida, lucha de vida y muerte; y al final, lo que había decidido el resultado, no fue más que simplemente quién se despertará primero por casualidad.

O quizás - era lógico que quien ponga fin a la pesadilla con su propia voluntad, sería el primero en despertar.

"... Eres tan tonto que no lo puedo entender. ¿Por qué lo rechazaste?"

Era una voz contenida, ocultando su ira y odio. Por primera vez, Emiya Kiritsugu oyó la voz de Kirei Kotomine directamente.

"... ¿Parecía esa cosa, agradable para ti?"

Era una voz seca y ronca, tan desgastada que sonaba hueca. Por primera vez, Kotomine Kirei oyó la voz de Emiya Kiritsugu directamente.

Ambos habían tocado la cosa que estaba sumergida en el Santo Grial y comprendieron su verdadera forma. Kiritsugu y la voluntad del Santo Grial se habían comprendido entre sí; Kirei vio eso con sus propios ojos. Y la elección de Kiritsugu fue, para Kirei, más allá de la comprensión o tolerancia.

"¡Tú... tú debes haber llegado a este lugar tirándolo todo, sacrificando todo! Es algo por lo que tuviste que hacer todo eso para obtenerlo - ¡¿Cómo puedes sólo hacerlo sin ningún valor ahora?"

"Las cosas que debieron ser sacrificadas por ello, son más severas que las cosas que puede provocar – Y eso es todo."

"En ese caso, ¡cédemelo a mí!"

Fue entonces cuando Kirei sacó el odio desde el fondo de su corazón por Emiya Kiritsugu - por el hombre quien él, había alguna vez pensado que pudo tener un parecido a sí mismo, pero quien ahora era muchísimo más su opuesto absoluto.

"¡Incluso si es innecesario para ti, tengo un uso para él! ¡Con eso... si esa cosa nace, puede definitivamente traer una respuesta a todas mis dudas!"

Kirei sabía de las intenciones de Kiritsugu. Entendió lo que este hombre, quien había sido tan firme en rechazar a la máquina de deseos, que le puso las manos incluso a sus más amados, haría a continuación. Y eso, era algo que él no puede posiblemente perdonar. Todas las andanzas de Kotomine Kirei hasta el día de hoy estaban siendo puestas en la línea.

"¡Solo no lo mates! ¡Desea por su propia vida, nacer!"

Prohibido de incluso darse vuelta, el sacerdote imploró intensamente; el asesino lo miró hacia abajo con una mirada fría.

"Sí, y tú - tú sólo eres demasiado tonto para entender"

Su dedo se deslizó en el gatillo, apretándolo, y el martillo disparador golpeó en el detonador de la bala .30-06 Springfield.

Fuego y un rugido atronador destellaron por un instante.

Con una sola ronda perfecta, Kiritsugu disparó desde atrás del corazón de Kotomine Kirei.



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