Daybreak:Volumen 1 Capítulo 11

From Baka-Tsuki
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Capítulo 11 – Por Weichsel, no por ti.[edit]

El prefecto Gelasius bajó su arco compuesto mientras se alzaba desde las sombras en la parte más alejada de las almenas. Los magos imperiales desdeñaban las armas de proyectiles, pero tenían la ventaja de no tener un aura que las delatara. Eso, combinado con el hechizo Fusión con la Tierra que fundía su cuerpo con la propia torre, le permitía ocultar completamente su presencia hasta el último momento.

La estúpida y desprotegida chica familiar nunca tuvo oportunidad.

Dos minutos después, seis nubes vagamente humanoides flotaron hacia el tejado. En unos segundos se solidificaron hasta convertirse en personas. Sus trajes eran gris oscuro, sus rostros ocultos bajo una capucha.

No habías prometido a esa criada, Marina, que nuestra informante estaría a salvo?

Eso hice?” replicó casualmente Gelasius a través de su vínculo telepático mientras guardaba el arco en un bolsillo dimensional, “Creo que mis palabras exactas fueron 'Intentaré sacarla con vida si la operación tiene éxito'. Acaso no sigue con vida? No necesito tener de por medio una niña idiota hasta que estemos listos para irnos.

Y si muere por esa herida?

Entonces lamentablemente, la familiar no sobrevivió a la muerte de su amo” el tono seco del prefecto puso fin a la discusión: “Se acabó. Sebastian, lleva a tu grupo abajo y eliminad al objetivo. Gallien, ve con ellos por si necesitan ayuda, pero mantén la distancia y cubre sus espaldas. Placidia, Cassio y yo nos quedaremos aquí para controlar la situación y esperar vuestro regreso.

Sí señor.

Sebastian guío a los otros dos asesinos hacia el torreón, sus pasos eran silenciosos y sus figuras se mezclaban con las sombras. Poco después les siguió la figura de Gallien, el rompebarreras que les había permitido infiltrarse en los terrenos de la academia, y también su forma desapareció en las sombras de la escalera en espiral. Mientras tanto, la francotiradora Placidia y el conjurador Cassio se camuflaron, manteniendo vigiladas los extremos opuestos del torreón.

Gelasius echaba de menos los días en los que dirigía la cacería en persona como líder del grupo de asalto. Ser el prefecto de toda la operación no sólo implicaba tener que permanecer en la reserva, sino también esperar ansiosamente mientras Sebastian tomaba la emoción de la matanza.

Ignoró la débil y silbante respiración que provenía de la inmóvil familiar. Después de todo, su papel en esta operación ya había llegado a su fin.


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Preparados?

Dos capuchas asintieron, y sus dueños sacaron sendas cuchillas gemelas kukri de las profundidades de sus capas.

Sebastian desencantó el pomo de la puerta antes de abrirla, y los tres accedieron al interior. Casi cegado por el brillo de cientos de auras mágicas saturando la habitación, deshizo su hechizo Visión de Aura antes de avanzar.

El objetivo estaba sentado en una silla al otro lado de la habitación, inconsciente debido al veneno antimágico; su cabeza reposaba inmóvil sobre un libro encima del escritorio.

Los otros dos asesinos tomaron posiciones defensivas a ambos lados mientras Sebastian avanzaba para tomar la muerte. Por tradición en su orden, se esforzaban por realizar el método de eliminación más fiable siempre que fuera posible -- muerte por decapitación.

Entonces, justo cuando cruzaba el centro de la habitación, un trueno ensordecedor restalló desde atrás, y los muebles del pasillo estallaron en llamas bajo la potencia abrumadora de un relámpago.

Compañía! No, intervención!” gritó Gallien a través del canal de comunicación telepática.

Distraído durante una fracción de segundo, Sebastian apenas notó el leve movimiento de la figura 'inconsciente' que puso a plena vista un anillo de enfoque turquesa.

Ráfaga Ciclón,” murmuró Pascal mientras abría los ojos. Dos de los asesinos lanzaron sendos maleficios cortantes con un movimiento instintivo de sus hojas, sólo para ver su magia colisionar contra unos brillantes escudos turquesa, mientras ocho piedras rúnicas se consumían entre los dedos de Pascal, activando todo su set de hechizos defensivos.

El líder de asalto Sebastian danzó hacia un lado para esquivar el torrente de aires huracanados, pero impactar nunca había sido el objetivo de Pascal. El estallido de aire actuó como mecanismo de contingencia, arrastrando por los aires docenas de piedras rúnicas que Kaede había esparcido por la habitación. Los glifos volaron por la habitación cerrada como un torbellino de destrucción. Las piedras rúnicas rebotaban inofensivamente contra los muros y los muebles, pero cada vez que una de ellas topaba con una entidad viva cuyo éter no correspondía al de su creador, explotaban. Las runas más potentes incluso llevaban hechizos de desintegración, capaces de reducir a cualquier criatura desprotegida en polvo.

Las detonaciones sacudieron la habitación y el aire se llenó instantáneamente de metralla -- fragmentos cortantes de roca y astillas dentadas de madera arrancadas de mobiliario y paredes. Pero mientras Pascal permanecía a salvo tras su Armadura Barrera y su Fortaleza Antimagia, no se podía decir lo mismo de sus desprevenidos asesinos. Las barreras de magia defensiva proporcionadas por sus capas habrían repelido con facilidad proyectiles tan convencionales de no haber sido agujereadas al absorber tantas explosiones poderosas y hechizos mortales.

El grupo de asalto compuesto por tres asesinos había caído en una trampa.

Ensangrentados por la emboscada, Marcellius, el miembro más joven y el más cercano a la entrada, danzó hacia atrás de vuelta al pasillo. Llegó justo a tiempo para ver pasar otro relámpago, sin tiempo a reaccionar antes de que dos cuchillas materializadas le cortaran la cabeza y convirtieran su torso decapitado en una fuente de sangre.

Los hechizos volaban a través del pasillo mientras el rompebarreras Gallien proporcionaba fuego de cobertura parapetado tras unas almenas conjuradas. Pero la otra asesina, Valeria, prefirió no correr riesgos y lanzó al exterior un kukri especialmente encantado. La curvada hoja rebotó en los muros siguiendo ángulos perfectos y multiplicándose por tres cada vez. En unos pocos segundos, una auténtica nube de acero giratorio barrió el pasillo, cortando con impunidad cualquier cosa más blanda que la piedra.

Mientras tanto, Sebastian cargo hacia Pascal sin vacilar. Incluso con un brazo destrozado por el asalto rúnico, el otro todavía estaba armado y listo para desgarrar la carne de su enemigo. Con una orden mental, activó la piedra angular del combate mágico -- el hechizo Pulso de Negación imbuido en su kukri, el cual reducía la eficacia de las barreras mágicas. Su primer golpe atravesó uno de los escudos de Pascal como si fuera simple cuero, pero ese medio segundo de resistencia permitió a su objetivo rodar hacia el borde del escritorio.

Renovando el hechizo de penetración con un floreo del arma, el segundo corte de Sebastian golpeó horizontalmente y atravesó otros dos escudos. Después, el afilado acero perforó la translúcida armadura turquesa antes de introducirse en el antebrazo izquierdo de Pascal, pero había perdido mucho impulso y no pudo cortar a través del hueso.

Apretando los dientes por el dolor, Pascal torció el brazo contra la cuchilla, usando su Armadura Barrera y la carne reforzada para retener el arma antes de que pudiera ser retirada. Siguió con un gancho de derecha, y su anillo turquesa chocó contra un pómulo bajo la capucha con un sonoro crack. La creciente ira se vertió a través de su foco de hechizos en forma de volátil éter, y el repentino estallido de mágica pura hizo estallar la cabeza de Sebastian en una lluvia de sangre y sesos.

El resto de su cuerpo se convirtió en polvo -- un hechizo de contingencia activado al morir, común entre los asesinos.

Pero a Pascal sólo le quedaban un brazo y dos escudos para enfrentarse al último asesino, quien había sellado la entrada con un muro de metal. Debería renovar sus defensas externas, o debería desenvainar la espada guardada en el guante de su inutilizado brazo izquierdo?


Su habitación era ahora un campo de batalla. Aquí no había reglas ni se ganaban puntos por la extravagancia. Aquí, Pascal podía perder la vida en un abrir y cerrar de ojos.


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Reynald casi resopló al atravesar las almenas de piedra y poner fin a la vida de su enemigo. Para un mago que cargaba transformándose en relámpago, la cobertura hecha de materiales no conductores era irrelevante.

Sin embargo, el vórtice de cuchillas avanzando hacia él era otra historia.

Una ráfaga de viento, una avalancha de rocas, un estallido de antimagia... un solo hechizo no era suficiente para detener todas las cuchillas. La nube de acero giratorio prosiguió su inevitable avance, lento e imparable como un glaciar.

Era fácil de evadir, pero Reynald no podía retirarse. Él era la caballería prometida; debía entrar en esa habitación.

Pantalla de Anulación!” gritó Parzifal desde el otro extremo del pasillo. Pero nada ocurrió; sencillamente no tenía afinidad para las combinaciones de hechizos avanzados.

Sin embargo, su inspiración fue suficiente.

Campo Catalizador de Anulación,” anunció Reynald mientras alzaba la mano derecha, los dedos extendidos. Oleadas de antimagia surgieron desde su brillante guantelete mientras avanzaba hacia la tormenta de acero. Un aura rojiza le rodeaba protectoramente, y cada cuchilla entrando en contacto con ella se desvanecía.

Excepto una: la original. Forjada con acero real que ignoraba la antimagia anuladora, se deslizó por la parte desprotegida de su muñeca.

“GAHHH” gritó Reynald mientras dejaba caer su arma para agarrarse el muñón ensangrentado. Debería haber añadido un puñetero efecto Repulsión.

“Lo siento,” Parzifal hizo una mueca mientras se apresuraba a recoger la amputada mano derecha de su amigo. “Necesitamos reconectarla, inmediatamente.”

“N-no hay tiempo,” masculló Reynald apretando los dientes mientras arrastraba los pies hacia adelante. “Tendrás que ocuparte del frente.”

“Sabes que no puedo usar ningún hechizo ofensivo decente!” replicó el sanador mientras levantaba el muñón derecho de Reynald y lanzaba un hechizo de Apagón Sensorial localizado para suprimir el dolor.

“Y aun así acabas de lanzar algo que sería una poderosa maldición ofensiva si la utilizaras sin contenerte. Sé que tras lo que les ocurrió a tus padres no sientes deseos de matar, pero a veces debes hacerlo para salvar a alguien!”

“Reynald enseguida llegó a la entrada de la habitación de Pascal, ahora sellada por una cortina de hierro. Apoyándose contra la pared mientras resoplaba de dolor, el pelirrojo miró a su compañero con la expresión de un caballero experimentado:

“Desintegraré esto a la de tres. Recuerda lo que te he dicho: tu especialidad es la bio-alquimia. Si en la pelea no hay follaje, conjura algunas plantas carnívoras o algo que puedas usar. A menos que odies a Pascal lo suficiente como para ver a un padre llorando sobre el cadáver mutilado de su hijo y ver a su linda familiar muerta también.”

A falta de claridad, la motivación le llegó al instante. Las cejas de Parzifal delataban su incertidumbre, pero asintió con determinación mientras la mano de su amigo alcanzaba el muro de hierro.

Desintegración!

Tras concentrar su magia, el puño restante de Reynald golpeó la barrera, abriendo un agujero del tamaño de un hombre a través de las capas de metal. Los hechizos alquímicos no solían ser efectivos contra otros magos, pues sus redes innatas de éter resistían influencias externas. Pero contra objetos y criaturas no mágicas, los resultados eran decisivos.

Brote de Zarzas. Asalto Animado!

Parzifal conjuró una única semilla y después la bañó en magia de transmutación para hacerla florecer de inmediato en una masa de vides espinosas. Esparciéndose por la habitación, los zarcillos reptaron hacía el último asesino como un torrente imparable. Pillada por sorpresa, la asesina acuchilló y cortó con su hoja instintivamente. Pero había demasiadas. La auténtica horda de vides rápidamente se enroscó en su cuerpo y apretó, exprimiendo su vida en un implacable y aplastante abrazo. Cuando abrió la boca para gritar, los espinosos zarcillos entraron a la fuerza y bajaron por su garganta.

Los tres hombres en la habitación observaron horrorizados mientras la figura se retorcía hasta desaparecer bajo la biomasa verde antes de que el capullo se desplomara, probablemente al activarse su hechizo de desintegración.

“Santo Padre ten piedad...” balbuceó Pascal con expresión aturdida.

“Recuérdame que nunca te haga enfadar,” remarcó Reynald manteniendo una expresión similar.

Los ojos temblorosos de Parzifal parecían los más horrorizados del grupo. Pero tras trabajar con forenses y cirujanos, pocas cosas podían impresionar realmente al aprendiz de sanador. Rápidamente volvió a la tarea de reconectar y sanar la mano seccionada de Reynald.

Entretanto, la masa de vides aplastando la cama de Pascal comenzó a marchitarse, convirtiéndose en un montón de tallos secos antes de desaparecer completamente. Por norma general, la magia de conjuración rara vez duraba más de unos minutos antes de que los materiales creados mágicamente se descompusieran; la excepción era cuando se invocaba algo real desde otra localización.

“Gracias. No he--“comenzó Pascal mientras guardaba su espada y trataba de darle a su mutilado brazo izquierdo un aspecto presentable.

“Ahórratelo, Runelord,” interrumpió Reynald con una mirada de desinterés. “Esto es por Weichsel, no por ti. Recuperémonos y vayamos a ver si las chicas necesitan ayuda...aunque con Ariadne eso sea puñeteramente imposible.

Mientras tanto, incluso concentrado en curar las heridas, Parzifal murmuraba:

“Acabo de matar a alguien...”


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Comp...No, int...!

El grito telepático de Gallien llegó entrecortado. La Academia Königsfeld estaba demasiado saturada de magia como para permitir a un vínculo telepático convencional funcionar sin línea de visión.

Pero el ensordecedor ruido y los temblores provenientes de abajo hacían evidente la situación, incluso sin la siguiente frase de Placidia:

Jinete en el aire!

La francotiradora del escuadrón de asalto ya se encontraba apuntando con un brazo extendido. Tres anillos negros translúcidos de energía mágica formaron el cañón de disparo mientras Placidia cargaba una palpitante andanada de Rayo Desintegrador. Pero sus disparos fallaron cuando el pegaso zigzagueó por el cielo, mostrando una impresionante habilidad de equitación. El prefecto Gelasius maldijo al reconocer la barda negra envolviendo al pegaso y el uniforme negro-sobre-rojo de su jinete, galopando por los cielos como una nube de humo ardiente. Era el signo inconfundible de un Caballero Fantasma –la orden de élite de jinetes merodeadores que sembró el miedo entre el enemigo en la última guerra.

Cassio!

El conjurador del escuadrón apenas necesitaba órdenes. Docenas de virotes azulados le rodearon como una nube de dagas, cada una girando dentro de un anillo de energía mágica. Con un gesto de su mano, toda la salva se abalanzó hacia el jinete en un único bombardeo coordinado.


Al mismo tiempo, once proyectiles buscadores defensivos – hechizo de intercepción Buscador de Éter – salieron disparados desde la amazona con gesto de su espada. Surcando el cielo, las dos salvas colisionaron con una fuerza explosiva. Pero los proyectiles de Cassio salieron victoriosos gracias a la superioridad numérica y se dirigieron hacia el caballero aéreo.

Su objetivo zigzagueó y esquivó, realizando maniobras evasivas por el aire mientras los proyectiles de Cassio iban tras ella. Una segunda oleada de Buscadores de Éter redujo el número de proyectiles, pero el conjurador ya estaba preparando un segundo bombardeo mientras seguía controlando el primero.

De repente el caballero pegaso se dividió en siete copias, cada una surcando el cielo en una dirección diferente. El breve instante de confusión fue suficiente para hacer a Cassio perder el control de su primera andanada, que pasó de largo mientras trataba de diferenciar al jinete original de entre las ilusiones.

Tercero por el este,” ordenó Gelasius mientras seguía a los objetivos con la mirada. El control absoluto del hechizo Visión de Aura era una de sus especialidades. Eso le permitía aplicar ciertas utilidades a su rango de visión, incluso en un campo de batalla donde el brillo cegaría rápidamente a la mayoría de usuarios.

Sí señor.

Con la guía del prefecto, Cassio liberó su segunda oleada. Pero el pegaso descendió hacia el suelo, y el tejado de piedra bloqueó la visión del conjurador. Una detonación sacudió la torre cuando el bombardeo explosivo golpeó el muro lateral.

Ve a la esquina para tener vista despejada! Noroeste!” ordenó el prefecto Gelasius mientras él y Placidia contenían a los defensores de las torres circundantes.

El tiroteo aéreo había llamado la atención del personal y los guardias de la academia, quienes se habían unido al combate lanzando conjuros y virotes de ballesta. Por el momento no eran tanto una amenaza como una molestia, pero eso no duraría mucho si Gelasius les permitía coordinarse y organizarse. Un profesor disparando desde el torreón de residencia se convirtió en polvo cuando el Rayo Desintegrador de Placidia atravesó su ventana y destrozó sus barreras con puro poder mágico...


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Monitorizar la situación era difícil para Kaede estando tumbada de espaldas y fingiendo estar inconsciente. El hecho de que sus enemigos no necesitaran hablar para comunicarse hacía más difícil descifrar las circunstancias.

Lo único que podía ver eran virotes azulados siendo disparados tras ella y persiguiendo a un zigzagueante pegaso en el cielo.


Kaede se había dejado caer en cuanto vio la flecha atravesando su hombro. En ese momento, no estaba segura de sí su tapadera había volado, sólo sabía que si no fingía estar inconsciente o muerta, otra punta de acero con su nombre escrito en ella se pondría pronto en camino.

Casi no pudo contener la voz con el duro aterrizaje, especialmente cuando el impacto sacudió la flecha alojada en su interior. La única ventaja era que el intenso dolor había atravesado su neblina mental, despejando por completo su mente.

Los siguientes minutos fueron los más desquiciantes de su vida, insegura de si estaba condenada a un final prematuro.

Pero cuando la puerta del torreón dormitorio se abrió y aun así nadie se acercaba a su cuerpo, Kaede supuso que habían mordido el cebo – anzuelo, línea y plomo incluidos. En retrospectiva, debería haber sido obvio desde el principio. Ninguna flecha disparada por un asesino fallaría sus puntos vitales desde tan cerca; el tiro era deliberado.

Así que Kaede mantuvo el ardid recurriendo a su única protección – mantener la apariencia de una inútil chica desmayada. Después de todo, no se necesitaba magia para hacer creer una mentira y provocar que alguien subestimara la situación y a sus oponentes.

El “están aquí...fuego!” telepático de Pascal confirmó la situación inmediata. Su mitad intelectual seguía preocupada, pues ellos eran asesinos profesionales. Pero igual que él tuvo fe en ella, ella mantendría su fe en él.

Mientras Eldeweiss, el pegaso de Ariadne se elevaba por el cielo y el empezaba el combate aéreo, Kaede tuvo que concentrarse en seguir el curso de la batalla sólo con su oído y su limitada visión. Resultó ser una bendición, pues le daba algo en lo que pensar aparte del ardiente dolor en su hombro.

Su primer pensamiento fue que Ariadne estaba ganando demasiada altitud, probablemente para mantener la distancia y tener tiempo de reaccionar mientras se acercaba a la torre para realizar un picado desde arriba. El problema era que debería estar haciendo justo lo contrario. Kaede dudaba que los caballeros pegaso fueran buenos bombarderos de altura, y durante la Segunda Guerra Mundial el apoyo aéreo de corto alcance se mantenía pegado al suelo para evitar el fuego antiaéreo, no al revés.

Kaede deslizó lentamente su mano derecha hacia la izquierda, buscando su última runa de Telepatía, rezando para no ser descubierta. Además tenía intención de activar el segundo set de hechizos defensivos de Pascal, los cuales eran potenciadores internos sin ningún signo exterior visible y que le ayudarían en caso de ser necesario. Antes era muy arriesgado hacer el movimiento, pero ahora no estaba su vida en riesgo.

Por lo menos, compartir una situación a vida o muerte convertía esos hechizos en sus nuevos amigos.

Seré introvertida, pero NO soy una marginada...le espetó a nadie en particular.


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Desciende! Fuera de su vista! Usa los edificios para cubrirte!

Ariadne escuchó la voz de Kaede resonando en su mente. Instintivamente obedeció, girando y esquivando entre las construcciones de piedra mientras se preguntaba por la suerte de la chica familiar. La última vez que la vio, la chica familiar yacía en una esquina con una flecha atravesándole la espalda, presuntamente inconsciente o muerta.

...O tal vez no. Sonrió al darse cuenta de que la chica estaba esperando su momento.

Ahora usando el terreno en su favor, Ariadne serpenteó entre los huecos de los edificios con precisión. Se acercó al torreón antes de volver a nivelarse con el tejado. Mientras su montura sobrevolaba las almenas, se topó a diez pasos con la figura encapuchada rodeada por otra oleada de proyectiles mágicos.

Maldición.

El tiempo se detuvo mientras Ariadne fijaba la mirada en esos ojos topacios decididos a matarla. Decenas de palabrotas acudieron en frenesí a su mente, pero sabía que era demasiado tarde para esquivar...

Justo entonces, el borde de su visión captó un movimiento en el tejado. El cuerpo de Kaede yacía justo al lado del hombre encapuchado. Con un grito de dolor, la chica familiar se arrancó la flecha alojada en su hombro y apuñaló con ella la pierna izquierda del mago con un solo movimiento.

El conjurador perdió el equilibrio y muchos de sus disparos pasaron de largo. Sin embargo, tres de ellos rozaron las alas de Eldeweiss, explotando al hacer contacto. La barda fantasmal del pegaso adelgazó mientras absorbía el daño en los puntos de impacto. Eldeweiss no había sufrido más que unos arañazos, pero Ariadne dudaba que la sombría 'armadura' pudiera aguantar otro golpe como ese.

Maldiciendo sonoramente, el mago encapuchado hizo un gesto con la mano mientras su pierna herida pateaba a Kaede, golpeándole en la cara y provocándole una hemorragia nasal. Mientras tanto, los virotes arcanos que había logrado controlar -- un enjambre de dos docenas -- viró persiguiendo la montura de Ariadne.

Pero la subestimada chica familiar no había terminado.

La mano derecha de Kaede agarró su izquierda. Con un solo giro, sacó una espada corta de su guante y segó las corvas del mago, cortándole una pierna justo por encima de las botas atravesando piel, carne y hueso. Retirando la espada, Kaede se levantó del suelo y placó la cintura del hombre. Su puñalada fallida no logró perforar la capa encantada, pero el impacto mandó al tambaleante por una brecha entre las almenas y cayó.

Por desgracia, la inercia también hizo tropezar a la chica, y Ariadne observó horrorizada como la mano izquierda de Kaede luchaba por aferrarse a las fortificaciones. Antes de poder lanzar un Planeo Aéreo para proteger a Kaede, la mano resbaló en la roca y desapareció de la vista.

Ariadne tiró de las riendas de Eldeweiss en un ángulo agudo. Tal vez podía localizar a Kaede a tiempo para salvarla. Tal vez...

Esa distracción permitió a otro asesino golpear al pegaso con un rayo de energía solar. Con el ala derecha destrozada por el calor abrasador y los ojos cegados por la intensa luz, Eldeweiss se estrelló contra el torreón desde una altura de veinte metros.

Cojín de Aire!” conjuró Ariadne sobre su montura antes de volver su mirada furibunda contra el enemigo. Cogiendo una granada de madera de su faltriquera, la lanzó hacia el torreón y gritó “Anulación, Ignición!

El hechizo golpeó la 'granada' en el aire, desgarrando el hechizo reductor para revelar un inmenso barril que prendió al instante. El asesino danzó hacia un lado para esquivar el enorme objeto, solo para ver el barril chocar contra el suelo y explotar, llenando los alrededores con una conflagración de ardiente brea y alquitrán.

Mientras el asesino en llamas trataba de quitarse el grasiento fuego con una ráfaga de frio, Ariadne usó otro truco que daba fama a los Caballeros: “Carga Fantasma!”

Justo antes de que su montura se estrellara, los últimos restos de la barda fantasmal se desgarraron, formando un corcel espectral que prendió en llamas y cargó sobre el tejado. Entonces golpeó frontalmente al otro mago antes de detonar en un infierno de llamas.


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Las almenas estaban resbaladizas por la nieve derretida durante el día, y Kaede apenas podía aguantase con tres dedos. Ya había activado las cuatro runas defensivas que no revelaban visualmente su conciencia, incluyendo el hechizo Cuerpo Elemental Terrestre, que potenciaba su fuerza y el Impulso Veloz, que había mejorado su placaje más de lo esperado. Pero incluso con Claridad Mental reduciendo la debilitante neblina de dolor, a duras penas lograba mantenerse consciente.

Arrancar una flecha entera, incluyendo las puñeteras flechas de la cola, a través de una herida ya cerrada por el facto regenerativo de los Samaranos había sido de lejos la experiencia más dolorosa de su vida.

Agotadas sus últimas reservas de fuerza y con las heridas drenando su poca energía restante, apenas aguantó unos segundos antes de caer seis pisos hacia el suelo más abajo.

Parece que no pertenezco aquí, después de todo...pensó.

Por lo menos había podido escuchar el horrorizado grito del asesino al caer primero –- hasta que su grito se interrumpió de repente, como cubierto por una gruesa manta.

Kaede miró hacia abajo justo antes de que una gigantesca masa de suave blancura amortiguara su caída. Su mera visión fue suficiente para convertirse en el recuerdo más increíble de su vida.

Era el tofu gigante de Parzifal, moviéndose arriba y abajo como si 'masticara' algo...no, a alguien: el mago anteriormente caído.

Estás bien Kaede? Me ha parecido sentir que algo iba mal.” – sonó la voz preocupada de Pascal.

Kaede dejó escapar el aire en sus pulmones:

Casi. Salvada por el tofu gigante de Parzifal.

Qué es eso?” fue la incrédula respuesta.

Me refiero a su familiar.

Tras terminar lo que fuera que estaba haciendo, el tofu gigante botó hacia el muro y, de alguna forma, comenzó a trepar usando su suave piel blanca. La mayoría de su cuerpo amorfo se pegó a la pared tanto como fue posible, pero mantuvo una 'plataforma' para sostenerla, mientras dos apéndices se enroscaban firmemente alrededor de sus piernas dobladas para evitar que se cayera.

Hemos eliminado la amenaza abajo y nos dirigimos hacia el tejado para ayudar,” anunció Pascal.

Entonces Parzifal debe estar controlándolo, concluyó Kaede.

Aunque el tofu estaba frío al tacto y se balanceaba al moverse, era blando como una almohada. Además, a pesar de no tener piernas, trepaba a una velocidad impresionante. En apenas un minuto pasó por encima de las almenas y se 'derramó' sobre el tejado.

Todavía montando al tofu gigante, Kaede se tomó un momento para analizar la situación: un pegaso con una sola ala yacía mutilado y ensangrentado sobre el tejado, mientras Ariadne blandía su espada de doble hoja diez metros más allá. La caballero pegaso danzaba por el tejado con un velocísimo juego de pies, intercambiando relampagueantes golpes contra las dobles kukris del asesino. Chocaron uno contra otro como dos vendavales de acero, mientras otro mago permanecía en el extremo alejado, disparando hacía objetivos fuera de la vista al otro lado del torreón.

El tofu gigante comenzó a saltar de nuevo, botando hacia el mago arrinconado en el equivalente pudin a cargar.

La francotiradora se dio cuenta y se dio la vuelta, lista para cargar otro hechizo. Pero antes de poder hacerlo, una tormenta de rayos verdes apareció a su espalda como un bombardeo de misiles. Muchos de los proyectiles fallaron o rebotaron en sus barreras, golpeando inofensivamente contra las fortificaciones de piedra; pero tres disparos alcanzaron a la maga.

El cuerpo humano tiene una tolerancia muy limitada sobre su composición, lo cual convierte en mortales muchos hechizos alquímicos. Hechizos útiles inventados para propósitos inofensivos como Extraer agua, Solidificar Líquido, o Transmutar X en Y podían fácilmente matar a un hombre, aunque los magos normalmente lo resistían con su éter innato. Pero con sus reservas casi agotadas por el uso continuado de hechizos poderosos, la francotiradora había quedado expuesta a alquimia hostil con el propósito específico de matar. Su cabeza y hombros se petrificaron en granito durante una fracción de segundo antes de desintegrarse con el viento.

Sólo quedaba un enemigo.


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Aunque Kaede no hubiera sabido decirlo a causa de la velocidad en la pelea de espadas, Ariadne sabía perfectamente que estaba siendo presionada. Incluso entorpecido por las quemaduras, la experiencia y la habilidad superiores de su oponente eran evidentes por la precisión de sus ataques. Había perdido la iniciativa nada más empezar el combate, forzada a bloquear y parar a la defensiva. Su armadura, tanto la mágica como la real era el único motivo por el cual no estaba sangrando por los tres golpes recibidos.

Desgraciadamente, sabía que la recién llegada Kaede no estaba en posición de ayudar. Esto era un combate a muerte entre dos espadachines expertos, y cualquier interferencia amateur sería peligrosa para ambas.

Entonces, durante una milésima de segundo, el líder de los asesinos -- Ariadne estaba segura de ello -- realentizó su asalto cuando su francotiradora desapareció de este mundo.

El Santo Padre le había concedido una oportunidad, y la aprovechó sin vacilar con un ataque sin cuartel. Girando su espada Manteuffel de doble hoja, Ariadne desvió el kukri más cercano hacia arriba mientras alzaba su espada y pasaba a una postura agresiva para llamar la atención del asesino. Presionando el mecanismo que fijaba las dos formas de su arma, lanzó la hoja trasera corta en un ángulo bajo. Su oponente ya había perdido las barreras exteriores y la capa protectora con sus ataques de fuego, permitiendo al filo de acero atado con cable atravesar su bota derecha y clavarse en el tejado.

El otro kukri se adelantó, cortando la coraza física y mágica de Ariadne hasta alojarse en sus costillas. Pero difícilmente podía afectar al resultado cuando ella hizo descender su espada bastarda con un poderoso golpe a dos manos. Clavado al suelo por el pie, el último asesino fue seccionado desde el hombro hasta la cintura antes de convertirse en cenizas.

Jadeando de cansancio y dolor, Ariadne se mantuvo en pie usando la espada mientras su mano izquierda desabrochaba la coraza para apretar la herida debajo. Entonces, como si fuera una señal la puerta de madera en el torreón se abrió de par en par y de ella emergieron tres hombres armados. Ariadne los examinó a los tres antes de soltar una risita -- que acabó convirtiéndose en una tos húmeda y sanguinolenta, haciendo que Parzifal echara a correr hacia ella.

“Parzifal...deberías examinar primero a Kaede,” Ariadne señaló a la chica más pequeña, ahora yaciendo inconsciente sobre el pudin familiar. “Apuesto a que sus heridas se están sanando de forma incorrecta después de tener una flecha clavada tanto tiempo.”

Parzifal dudó por un segundo, dividido entre cuidar de las heridas de su chica y escuchar sus deseos. Pero cuando Ariadne se limpió la sangre de los labios y le mandó una sonrisa tranquilizadora, asintió y se dirigió hacia Kaede.

“V-vaya...míranos,” dijo Ariadne irónicamente mientras miraba a Eldeweiss, inconsciente, pero aun así vivo. “Exceptuando a Parzifal, nos han dado una sangrienta lección”

“Dudo que fueran asesinos corrientes,” respondió Reynald, todavía calentando su muñeca reconectada haciéndola girar en círculos. “Supongo que no tenemos ninguna pista? Lo digo porque todos se han desintegrado.”

“En realidad...” Ariadne dudó antes de continuar: “...su líder luchaba como tú; estilo doble kukri veloz.

“Estoy de acuerdo,” Pascal asintió. “Los tres asesinos liderando el ataque contra mí también luchaban con dos kukris cada uno; su estilo hacía énfasis en la velocidad de ataque.”

Reynald alzó las cejas. Entonces le dirigió a Pascal una mirada de desdén:

“Estupendo. Ahora tienes Cuchillas Mantis imperiales yendo tras tu culo.” Entonces, cuando los otros dos le miraron boquiabiertos: “Qué? Habéis olvidado que mi madre era una de ellos? De donde pensáis que vienen mis técnicas marciales? De mi padre, el General de Artillería retirado? Ha! Él es mas de aferrarse a su abrigo mientras ella hace sangrar a los matones con dos broches de pelo.”

Reynald sacó pecho:

“Sentíos orgullosos, damas y caballeros! Pocos pueden alardear de haber sobrevivido a un intento de asesinato por parte de un escuadrón completo de Cuchillas Mantis!

Se hizo el silencio mientras todos trataban de asumir ese incómodo hecho.

“Bueno...” Pascal se aclaró la garganta con timidez. “Estoy profundamente agradecido--“

“Oh, cállate de una vez, niñato egocéntrico,” Ariadne escupió sangre junto con sus palabras. “Hemos hecho esto por Weichsel, y tal vez en parte por tu familiar, pero desde luego no por ti!”



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