Daybreak:Volumen 1 Capítulo 12

From Baka-Tsuki
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Capítulo 12 – Mejor tarde que nunca[edit]

Kaede se despertó de una sacudida en su blando y frio asiento, todavía sufriendo los temblorosos efectos de una electrocución. Sus ojos se abrieron de golpe, topándose con una docena de brillantes luces flotando sobre su cabeza. Mientras tanto, dos figuras borrosas ante ella se solidificaron en personas conocidas y de confianza.

Había caído la noche, iluminada por las estrellas y el planeta índigo cruzando el horizonte.

“Así es como se siente un hechizo Rejuvenecer,” Parzifal le dirigió una sonrisa amable, todavía con los ojos cerrados mientras el relajante calor de su guantelete se extendía por el hombro derecho de Kaede. “Sanación y electroshock; algo contradictorio, pero efectivo.”

Pascal, por otra parte, no estaba sonriendo en absoluto. El ceño fruncido bajo sus rizos dorados estaba a medio camino entre preocupado y severo:

“Cuanto tiempo estuvo esa flecha en tu cuerpo?”

“No lo sé, unos cinco minutos?” Casi se encoge de hombros, pero se contuvo a tiempo. “Contar el tiempo no es la mejor forma de mantenerse consciente mientras intentas fingir lo contrario.”

Examinando su situación, Kaede se encontró tumbada en el tofu gigante de Parzifal, su cima ahora tenía forma de sillón. El hombro ya no le dolía. En vez de eso, se sentía como sumergida en aguas termales, con los músculos relajados y la tensión desapareciendo.

“Bueno, supongo que fingir estar muerta era tu mejor opción en ese momento. Pero intenta no volver a saltar de los edificios” Pascal sacudió la cabeza.

“Dame un respiro! Era mi segunda vez usando...!”

“--Y gracias,” interrumpió Pascal mientras le dirigía una mirada de gratitud. “De no haber sido por ti, tarde o temprano, uno de sus planes me hubiera pillado desprevenido, y en vez de eso han caído en una trampa.”

Kaede podía notar algo extraño en Pascal. En su expresión, en su tono firme. Seguía siendo él, pero diferente...o tal vez raro sería un adjetivo mejor. Pero su confusa mente no podía identificar o explicar lo que decía su instinto.

Así que se centró en el otro tema preocupante: Pensaba que eran de Rhin-Lotharingie, pensó antes de darse cuenta de que Marina no tenía motivos para contarle la verdad.

Debería dejar de subestimar las lágrimas de esa insólita criada-espía.

“Vale, ya estás arreglada,” Parzifal dio unos golpecitos en su hombro antes de ponerse en pie, dejando un ligero calor en la suave piel donde antes estaba la herida. “Te he dejado activo un hechizo Vigorizar, debería atar cualquier cabo suelto durante la noche.”

“Muchísimas gracias,” Kaede hizo una reverencia desde su asiento y después sonrió. “Por esto y por salvarme la vida antes,” acarició al tofu gigante antes de bajarse de él.

“Ni lo menciones,” Parzifal le quitó importancia con una sonrisa. “Me alegra que Putty llegara a tiempo.”

Mira tú, que nombre más apropiado...

Kaede le sonrió también al pudin familiar, y juraría haberle visto botar de alegría. Sus ojos pasaron más allá del tofu gigante e hizo una reverencia hacia los agotados pero curados Ariadne y Reynald.

La rojiza armadura de cuero y placas de acero -- coraza, espaldares, guanteletes y grebas -- que llevaban durante la pelea se habían desvanecido, sustituidos por el uniforme de los Caballeros Fantasma. Ambos inclinaron la cabeza, mientras sus guanteletes brillaban con luz sanadora. Entre ellos estaba Eldeweiss, con un ala todavía vendada, pero aparentemente sano.

“Yo también debo agradecéroslo.” –también Pascal inclinó la cabeza hacia ellos.

El cambio de actitud de Parzifal y Reynald fue instantáneo al invertirse sus sonrisas, pero Pascal siguió presionando:

“Sé que ninguno de los tres desea oírlo viniendo de mí, ni lo habéis hecho por mi bien. Por eso es tan importante que deba expresaros mi más profunda gratitud. Habéis estado dispuestos a pasar por alto nuestras pasadas...diferencias, por el bien del país, poniendo en peligro vuestras idas contra los mejores asesinos de Hyperion. Habéis escogido salvar mi vida por la más noble de las razones, y juro que la Casa von Moltewitz no olvidará esta deuda, ni fallará en honrarla y pagarla.

Pascal hizo una reverencia -- imitando a la perfección la cortesía de un emisario -- antes de dar media vuelta sin ninguna expectativa.

“Vamos, Kaede,” dijo mientras sus piernas daban los primeros pasos para marcharse.

Sus palabras eran solitarias y melancólicas. Su tono tenía un aire arrepentido que le recordó a Kaede una conversación de su primer día en este mundo, durante la primera comida, cuando Pascal admitió a regañadientes sus pasados errores con Ariadne. Estaba claro que ahora tenía un gran respeto por ellos tres, aunque no fuera así antes. Era incluso más evidente su deseo de que las cosas hubieran salido de otra manera, antes de que fuera demasiado tarde.

Mirando alrededor, Kaede vio al trio igual de sorprendidos. Tal vez no hasta el punto de estar boquiabiertos, pero estaba claro que ninguno de los tres esperaba oír esas palabras del prodigioso y orgulloso Runelord.

Era una oportunidad única.

Kaede se giró hacia Pascal – a solo un paso de la puerta a las escaleras – y le gritó:

“Cuánto tiempo piensas seguir lamentando el pasado en vez de enfrentarte al presente!?”

Pascal giró en redondo para fulminarla con la mirada, pero Kaede no tenía intención de mantener privada esa conversación...todavía no:

“Mantengo lo que te dije hace dos semanas: a veces no es suficiente, pero nunca es demasiado tarde!”

El cuerpo de Pascal se puso rígido. Pero sus ojos vacilaban, atrapados entre la duda y el resentimiento, indeciso entre la oportunidad de buscar la incómoda luz, o volver a las familiares pero frías sombras.

Pero Kaede sabía que Pascal no sería Pascal sin su voluntad de seguir el juicio racional a su manera. Tras un silencioso minuto y un profundo suspiro, deshizo sus pasos, volviendo hacia Kaede quien inconscientemente le envió una cálida sonrisa.

Dijiste que no fallarías en honrar y pagar la deuda. Entonces, por qué no empezar ahora con todo lo que tienes? Mejor que tus medias disculpas que sólo sirven para manchar tu palabra.

Las disculpas podrían tener más eficiencia y menos flagelaciones...” se quejó amargamente.

Kaede apretó las manos contra su cintura mientras le soltaba a Pascal una frase que no podría ignorar:

Sí, 'eficiente' en el sentido que no te esfuerzas y nada consigues; el resto de nosotros tenemos una palabra para eso: 'cobardía'. En serio, cuantos años piensas seguir acumulando intereses? Hay cosas que no puedes arreglar con magia o con genio, Pascal...tienes que hacerlo a la antigua.

...Está bien.” Finalmente accedió justo antes de alcanzar al trío, sus irritados pensamientos aceptaron silenciosamente el reto de Kaede: “ Y ya que voy a hacerlo, te enseñaré cómo de apropiada puedo lograr que sea una disculpa.” Ahora hablando con el trío cara a cara, Pascal tomó aliento antes de comenzar a hablar con un tono profundo y sincero:

“Kaede tiene razón. Sé que no tenéis motivos para concederme ningún favor, pero os pediré un minuto de vuestro tiempo. Me he dado cuenta demasiado tarde de que en mi estúpida inmadurez de los pasados años he cometido inexcusables actos groseros contra vosotros dos, Parzifal y Ariadne, y de que os debo una sincera disculpa a cada uno de vosotros.”

Incluso Kaede estaba aturdida por el profundo remordimiento de Pascal, sonando incluso más sincero de lo que esperaba. Pero lo que siguió a continuación eclipsó por completo su impresión del tiempo y el esfuerzo empleados por Pascal para meditar sobre sus errores pasados:

“Parzifal,” dijo Pascal volviéndose hacia el sanador y mirándole fijamente. “Desearía poder retirar las palabras infantiles que dije ese día para apuñalarte en tu mayor debilidad. Incluso entonces, sabía que odiabas tu afinidad mágica y sufrías una crisis de autoestima. Fue sucio y despreciable por mi parte, y probablemente lo hice porque tu generosidad hacia una chica que acababas de conocer hacía mi grosería intolerable en comparación. Me alegra que obtuvieras la gratitud y a la chica que te mereces, y también que Ariadne te ayudara a forjar la confianza hasta convertirte en el hombre capaz que eres hoy...”

Ya fuera por la falta de preparación o por el comportamiento totalmente atípico de Pascal, Parzifal y sus dos amigos estaban totalmente aturdidos por la admisión de culpabilidad del Runelord. Sus caras de póquer -- y la antes serena sonrisa de Ariadne -- se habían desmontado, sus ojos parpadeando de incredulidad entre unas ya apagadas llamas de ira.

No era una reacción exactamente alentadora para la persona tratando de disculparse.

Puedes hacerlo, Pascal.

Kaede notó que sus ojos se habían deslizado hacia abajo para clavarse en una almena lejana. Sus hombros se desplomaban cada vez más, preparándose para sufrir otra herida en su orgullo.

Sé que no debe ser fácil para ti, pero...

Kaede decidió que era el momento de volver a inyectarle algo de motivación:

Me dijiste que no querías deberle nada más a Ariadne, pero qué pasa con tus deudas actuales...? Sabes que esto es lo correcto.

Pascal volvió a fulminarla con los ojos, y la tranquilizada –- y algo divertida -– Kaede le devolvió una sonrisa alentadora.

“Ariadne,” Pascal tomó aliento antes de centrarse en los ojos abiertos de la noble. “Cuando descubrí nuestras diferencias en cómo enfocábamos la vida, traté de cortar contigo echándote toda la culpa. Fue algo vil, inmoral y cobarde por mi parte, peor incluso por haberte humillado en público en vez de tener un sentido básico de la decencia. No puedo disculparme lo suficiente por mis acciones pasadas, y por si no volviera a tener la oportunidad de decir esto, espero que seas feliz con Parzifal, pues ha demostrado ser un hombre mucho mejor de lo que yo era.”

Decir eso costó cada ápice de voluntad y cada hebra de disciplina que Pascal tenía.

Su mirada permaneció fija un momento antes de que se diera media vuelta y marchara hacia la puerta del tejado. Acababa de destrozar su orgullo y desnudado su inmundicia ante los ojos críticos de sus compañeros, y no podía soportarle ni un minuto más.

Voy a matarte por esto.” -arremetió el prodigio del genio en un intento por recuperarse, por reconstruir su caparazón protector.

De nada.” Kaede simplemente le devolvió una sonrisa, sintiendo por primera vez auténtico orgullo por el hombre que la había invocado a este mundo.

Entonces se giró hacia los tres atónitos amigos, hizo una reverencia tan graciosamente como pudo y se apresuró tras Pascal.

Al único que escuchó antes de marcharse fue a Reynald, aunque su tono seguía lleno de incredulidad:

EL Runelord pidiendo disculpas? Tiene que ser una jodida broma...”


----- * * * -----


Pascal le explicó a Kaede que mientras estuvo inconsciente, el profesor Sir von Kirchner voló hacia el tejado e interrogó a los cuatro antes de irse para evaluar la situación alrededor del castillo.

No vieron ninguna razón para despertarla a una sesión tan desagradable.

Kaede estaba agradecida por ello, pero por otra parte le dejaba poco tiempo para atar los cabos sueltos.

Por qué te importa tanto? Deja que los guardias y los alguaciles se ocupen de esa criada.” -preguntó Pascal mientras seguía a Kaede por el pasillo del comedor, donde los sirvientes y el resto del personal estaban arreglando los desperfectos dejados por el daño colateral de la batalla.

Porque a su manera, me ofreció la oportunidad de una nueva vida. Pretendo devolverle el favor,” respondió Kaede.

A ver si me ha quedado claro: intentas ayudar a una criada que trabajaba para unos asesinos, los cuales han intentado matarte.

Sí claro, porque por lo visto los mejores asesinos de tu mundo son tan incompetentes que su flecha golpeó por encima de mi pulmón en un disparo de trayectoria plana.

Vale, intentaron matarme a mí,” Pascal cedió, pero solo en parte. “Esto es una mala idea.

Sé que es una mala idea...” Kaede hizo girar sus tacones en redondo, sus ojos desprendían una dolorosa necesidad mientras miraba a Pascal: “mira, yo de verdad quería ser su amiga. Pensé que era mi primera amiga en este mundo. Vale? Así que déjame ofrecerle ayuda ahora para poder sacármelo de la conciencia...por favor?” suplicó.

Pascal le devolvió la mirada, clavando en ella sus ojos turquesa antes de suspirar profundamente.

Vale, te haré un favor por esta vez. Según Reynald, los siete miembros que matamos eran un escuadrón completo de Cuchillas Mantis imperiales. Cualquier cómplice reclutado por el camino no nos proporcionaría ninguna información útil. Esta criada ya lleva aquí dos años; definitivamente no se ha limitado a esta misión. Si me preguntaras, diría que es los ojos y oídos de algún Gobernador Imperial del cual se aprovecharon las Cuchillas Mantis, probablemente cerca de la frontera norte del imperio. Cualquier organización de inteligencia ejecutiva sin duda tiene la jurisdicción.

Entonces...cuantos favores me debes por haberte salvado la vida?

Ninguno. Eres mi familiar.

Kaede suspiró. Empezaba a reconocer el tono que señalaba las desagradables y poco oportunas bromas de Pascal.

Pronto llegaron a la puerta de la habitación donde vivía Marina, flanqueada por dos guardias armados.

“Soy Sir Pascal Kay Lennart von Moltewitz,” se presentó. “Deseamos hablar con la prisionera.”

“Sir von Moltewitz, el caso está siendo investigado por el profesor Sir...” logró responder el soldado antes de ser interrumpido por una mirada gélida de Pascal, tan fría como para congelar el aire:

“Debo recordarte que soy un Capitán al servicio de Su Majestad y un señor feudal por derecho de sucesión, quien además es el objetivo de este ataque. Además seguro que mi padre, el Mariscal de Campo von Moltewitz, se enfurecerá por este acto de traición. Ahora, de verdad intentas evitar que obtenga las respuestas que legítimamente merezco, soldado?”

“No, señor!” el guardia alzó la cabeza con los ojos calvados en el muro frente a él y se apartó.

Tener tantos privilegios es injusto, Kaede contuvo una mueca mientras Pascal abría la puerta y la guiaba al interior.

La habitación estaba exactamente como la recordaba -- dos literas y una mesa, con ropa colgando por todas partes. La única diferencia era una pantalla de reluciente magia púrpura sellando por completo la ventana. Kaede apostaría a que más guardias vigilaban el otro lado.

La criada bajita y castaña estaba tumbada en su cama, con las manos detrás de la espalda y mirando con indiferencia a los recién llegados.

“F-felicidades, Kaede,” sollozó Marina. “Parece que después de todo, te mereces una medalla por ser un familiar leal.”

Pascal terminó de hacer girar su mano haciendo casi los mismos gestos que el hechizo Velo Santuario de Ariadne el día anterior. Entonces hizo un gesto de 'tu turno' y se apoyó contra la otra litera.

“No he venido aquí para mortificarte o interrogarte, Marina,” dijo secamente Kaede mientras su mirada se encontraba con los vidriosos ojos verde-mar de la criada. “No quiero que las cosas acaben así entre nosotras, pero hasta ahora no había muchas opciones.”

“Por supuesto...tú tienes a t-tu amo, y yo tengo al mío.”

“Tienes una deuda con él por salar tu vida y por criarte. Respeto esa lealtad, de verdad lo hago. Pero no ves que te está utilizando? Y ordenarte que sacrifiques tu vida por él en estas misiones...acaso una vez no es suficiente para compensarle? Cuántas...”

“S-si.. si crees que voy a hablar sólo porque mi destino ya está decidido, mejor márchate.” -replicó la criada, sus palabras desafiantes en contradicción con su mirada llorosa.

Pascal resopló entre dientes antes de intervenir con una mueca desdeñosa:

“No te hagas ilusiones. Si de verdad pensáramos que todavía puedes ser útil, siempre hay formas de arrancártelo de la mente. Es impropio de la nobleza utilizar una magia de encantamiento tan repulsiva, pero hay asuntos de importancia nacional que superan el honor de los nobles...en mi opinión, al menos. Y estoy seguro de que las Águilas Negras del Rey estarán de acuerdo. Aunque como puedes imaginar, cuando terminemos no quedará nada de tu psique para hablar de lo ocurrido.”

Marina comenzó a sollozar de nuevo, y Kaede le lanzó a Pascal una expresión exasperada.

Así no me ayudas.

“He dicho que no venimos a interrogarte, y lo digo en serio,” continuó Kaede. “Obviamente no puedo hablar por el resto de partes involucradas, pero por eso estoy aquí. Si puedo encontrar una forma de que salgas de esta -- y no te lo prometo porque honestamente, no lo sé -- la aceptarás?

La criada lloriqueó otra vez:

“P-por qué estás haciendo esto?

“Porque si no le hubieras pedido a los asesinos que me mantuvieran con vida, yo estaría ahora muerta, sin importar cuanto éxito tuvieran Pascal y los demás.”

“E-excepto porque te pedí ayuda para matarle...” Marina señaló a Pascal con la cabeza. “C-Cuál es el trato ?”

En realidad Kaede no había pensado mucho sobre esa parte. Miró a Pascal, buscando una inspiración en el aspecto legal.

Hasta que punto crees poder confiar en ella?” preguntó en silencio.

Antes moriría entre terribles sufrimientos protegiendo al hombre que la crió que revelar cualquier información para conseguir una ejecución rápida. Qué te dice eso sobre su sentido de la lealtad?

Pascal suspiró y sacudió la cabeza antes de responder:

Si consigo que accedan a ello, podrían liberarte bajo mi custodia, pues como parte agraviada tengo derecho a una compensación. Puedes trabajar en mi finca como sirviente obligada por contrato, con la condición de que aceptes un contrato mágico vinculante según el cual nunca puedas dar información o contribuir voluntariamente a una acción que pueda dañar las alianzas juradas de mi familia.”

Servidumbre por deudas...

Le estas pidiendo convertirse en una esclava!?” Kaede le miró furiosamente. “Eso no debería ser ilegal o algo así?

Por qué? Es una forma de castigo muy práctica. No es como si los vendiéramos como mercancía, cosa que si hacen en el Sacro Imperio,” respondió Pascal con rigidez. “Y ella les ayudó a tratar de asesinarme. Es justo.

Pero...!

Los de arriba no accederán a entregarla si no le aplico como mínimo ese nivel de castigo. Dieciséis personas han muerto en este ataque Kaede, incluido un profesor, y no estoy dispuesto a satisfacer tu sentido de la ética hasta el punto de perder el mío, entiendes?

Kaede no respondió. La acusación de que estaba forzándole a aceptar su cultura moral había dolido. Sabía que era uno de los grandes tabús en las relaciones interculturales.

“Cuál es tu respuesta?” –entonó Pascal, muy serio.

“No me queda otra opción,” Marina miró a Kaede, quien se encogió con expresión de 'lo siento, esto es cuanto puedo hacer'.

Entretanto Pascal parecía pensativo, como si tratara de decidir algo.

Pasaron dos minutos, y Kaede empezó a preguntarse si estaba accediendo silenciosamente a algún dispositivo de almacenamiento de memoria para comprobar la legalidad. Entonces:

“Está decidido. Recoge tus cosas. Saldrás esta noche, antes de que alguna circunstancia desagradable cambie las condiciones. Haré que alguien te lleve hasta Nordkreuz. Cuando llegues a la finca de mi familia, el mayordomo preparará el contrato mágico vinculante.”

“Pero ni siquiera...” balbuceó Kaede.

En ese momento la puerta se abrió, dejando paso al tutor de Pascal, el profesor Albert.

“Creo que su familiar me toma por un idiota del cual pueden escabullirse cuando quieran,” fustigó el calvo profesor, lanzándole a Kaede una mirada de desprecio antes de clavar la vista en Pascal.

“En absoluto profesor, señor,” respondió Pascal mientras adoptaba una postura militar, las manos a la espalda y el pecho erguido.

“Ya veremos. Quiero a la criada fuera de aquí antes de mañana.”

El profesor Albert se marchó mientras se atusaba el bigote, sus pasos haciendo eco en el pasillo.

Kaede tardó unos instantes en recuperarse y entender lo que acababa de pasar. Siendo una puerta de estilo antiguo y con un cierre barato, podía verse a través del ojo de la cerradura, y estaba perfectamente alineada para lanzar un hechizo de Telepatía hacia la posición de Pascal.

Cuánto tiempo llevaba ahí?

Kaede sentía que acababa de quedar como una idiota.

Desde que he hablado por primera vez,” Pascal se encogió de hombros, todavía examinando a Marina. “Usar hechizos tipo Detectar desde tu anillo sería muy obvio, así que no me molesté en añadirlo -- en retrospectiva, un error de criterio que pretendo arreglar en cuanto pueda. Además, siendo un familiar, deberíamos trabajar en mejorar tu sensibilidad mágica. El pasillo tenía como mínimo tres niveles de la barrera Alarma del profesor Albert. La tercera era extremadamente sutil, pero las dos primeras eran muy obvias.

Sin esperar respuesta, Pascal agarró la muñeca de Kaede y la arrastró hacia el pasillo.

“Espera un momento...” dijo ella mientras trataba de mantener su ritmo.

Podréis hablar cuando primero, no estés en la escena de su crimen, y segundo, haya tenido tiempo de calmarse y recapacitar sobre lo que ha pasado. Dudo que cualquier conversación ahora mismo vaya a terminar bien. Y durante el resto de la noche, te quiero de vuelta en la cama y descansando. Dos roces con la muerte son suficientes para un solo día cuando claramente estás agotando tu suerte del principiante."


...


A pesar de verse obligada a descansar temprano, Kaede no durmió bien durante la noche. Con la habitación de Pascal destrozada y las reparaciones retrasadas en un intento de conseguir pruebas, tuvieron que trasladarse a una diferente. Un ambiente ligeramente alterado y la ansiedad de enfrentarse a la respuesta del trío mañana la mantuvieron en vela.

También sentía molestias en el estómago...


----- * * * -----


Una vez terminada su rutina de entrenamiento matinal, Parzifal se refrescó un poco antes de dirigirse al torreón central para desayunar. Sus paso por los jardines era tranquilo, con Ariadne cogiendo su mano y Reynald bostezando unos pasos más adelante.

Su pelirrojo mejor amigo había estado despierto hasta tarde la noche anterior, haciendo alarde de sus proezas marciales, impresionando a chicos y chicas por igual mientras sus compañeros pedían detalles de lo ocurrido.

A Parzifal no le importaba. Su amigo merecía la atención, y además Reynald ya le estaba dando más protagonismo del que a él le gustaría. Todavía le costaba aceptar no sólo el hecho de haber matado a alguien, sino también la espantosa manera de matar que originó su propia creatividad. Lo peor fue el sentimiento de satisfacción que experimentó cuando el asesino desapareció bajo las zarzas.

Había rezado piadosamente rogando al Santo Padre que limpiara la mancha del pecado de su alma.

Pero eso no era lo único en su mente.

Si antes de ayer alguien le hubiera dicho que el arrogante, condescendiente, crítico, obstinado, intolerante -- podía seguir un rato así -- Runelord Pascal iba a disculparse con él por el origen de su enemistad hace dos años, Parzifal hubiera respondido que la Iluminación Celestial tenía más probabilidades de cruzar el Abismo antes que eso.

Tal vez lo había hecho. Una parte de él se preguntaba qué otros milagros había orquestado el Santo Padre durante esa noche. Pero eso le dejaba el dilema de cómo responder.

Los viejos rencores no desaparecían tras una sola disculpa, sin importar como de sincera y profunda fuera. Pascal no había olvidado lo doloroso que fue en el momento, cuando de joven estaba convencido, totalmente convencido, de que su incompetencia con la mayoría de campos de la magia significaba que sus sueños nunca llegarían a nada, que seguiría siendo un inútil insignificante durante el resto de su vida.

Nunca podría agradecer a sus amigos lo suficiente por darle la autoestima necesaria para mantener la cabeza alta durante esos dos años. Especialmente a Ariadne, la chica más guapa y popular de la academia, quien se sentaba a su lado escuchando sus quejas pesimistas y animándole con santa paciencia.

Parzifal le rezaba al Santo padre cada noche por haber mandado ese ángel que cambió su vida.

Pero si el cálido y acogedor abrazo de la amistad podía bendecir su vida, por qué no debería extenderse a lo demás esta gracia divina?

A diferencia de Ariadne, quien lo convirtió en una fuente de motivación, Parzifal había hecho todo lo posible por aislar su desagrado hacia Pascal y mantenerlo enterrado. El odio era un pecado. Tal vez no tuviera compasión suficiente para perdonar, pero no permitiría que las emociones oscuras dirigieran su vida.

...Pero anoche esas mismas emociones habían nublado su juicio, hasta que Reynald le hizo ver la imagen global.

Para Parzifal, aferrarse a ese rencor tras haber visto el profundo remordimiento de Pascal...sería inmaduro, infantil incluso. Iría no solo en contra de las enseñanzas del Padre Fundador, sino que también representaba la intolerancia que tanto odiaba en Pascal.

Parzifal sabía que ese hombre estaba condenado a la hipocresía, pero se esforzaría por escapar de ella.

Perdido en sus pensamientos, Parzifal había entrado sin darse cuenta en el comedor. Divisando las solitarias figuras de Pascal y Kaede cerca de una esquina, sabía que solo tenía una opción real – el único acto que el Santo Padre aprobaría.

El trabajo de un sanador no se limitaba a las heridas físicas, también incluía los problemas de la mente, el corazón y el alma.

“Vamos,” Parzifal llamó a Reynald. Sus pies giraron abruptamente y guio a Ariadne a lo largo de la mesa.

“Oh, venga ya. Por favor, dime que es broma,” se quejó Reynald, pero les siguió de todas formas.

Era hora de extenderle una rama de olivo al hombre admirado y despreciado como Runelord, y apelar al alma del chico que vivía en su interior.

Mientras retiraba el asiento a su lado y se sentaba, Parzifal se preguntó si la expresión boquiabierta de Pascal reflejaba la suya propia la noche anterior.

“Pensé que apreciarías algo de compañía tras lo de ayer.”

...

Por supuesto, Parzifal nunca escuchó el intercambio telepatico entre Reynald y Ariadne mientras tomaban asiento:

Te parece bien esto, Ariadne?” preguntó su mejor amigo, preocupado.

Por supuesto que no me parece bien!

Lo siento, Parzifal se está dejando llevar otra vez. Seguro que no pretendía...

Oh, no te preocupes por eso,” tranquilizó la chica. “Su testarudo sentido de la ética es una de las cosas por las que le quiero.

Eso le recordó a Reynald por qué todo el mundo, y especialmente Parzifal, pensaba que Ariadne era 'la chica perfecta'.

Quien debería prepararse es ese niñato!

...Aunque en realidad no era tan perfecta.


----- * * * -----


Kaede sabía que nada terminaba tan fácilmente.

Parzifal mantuvo la conversación activa durante el desayuno, discutiendo sobre todo los eventos de la noche pasada y la agitación posterior en la academia. Reynald enseguida intervino con un análisis táctico, hecho mediante sus conocimientos del modus operandi de las Cuchillas Mantis, intercalando frases insinuantes hacia Kaede, a quien seguía llamando 'bollito'.

Esta vez no le golpeó, en parte porque los hombres no necesitaban ninguna hostilidad añadida al ambiente, y en parte porque sus calambres y dolores de estómago le drenaban toda la energía.

Según Pascal, él nunca había ofendido personalmente a Reynald durante estos años. Además, el bajito pelirrojo aprovechaba cada oportunidad para burlarse de él, por no mencionar haberle proporcionado una derrota humillante tras otra durante sus clases de Combate Mágico Avanzado.

Por lo tanto, no fue sorprendente que una vez cumplida la cuota de miradas malignas, siguiera el ejemplo de su mejor amigo.

Ariadne, sin embargo, era un caso totalmente diferente. Durante el desayuno siguió mostrando su sonrisa angelical, siguió ofreciéndole comida a Parzifal amorosamente con su propio tenedor. Pero no le dirigió a Pascal ni una sola palabra. Hasta que se levantaron para irse.

“Creo que todavía te debo algo, niñato.” –dijo Ariadne mientras reducía la distancia entre ellos.

Justo cuando Parzifal daba el primer paso hacia Pascal, una ola de silencio se extendió por todo el comedor. En pocos segundos, todo el salón permanecía inmóvil, sus ojos clavados en la noble enfrentándose al Runelord.

Mientras tanto, la expresión perpleja de Pascal no tenía ni idea de sobre qué estaba hablando Ariadne... Hasta que su mano derecha dibujó un arco, como si desenvainara una espada e impactó contra su mejilla derecha, una bofetada que resonó por todo el comedor.

Varias de las 'fans' de Pascal chillaron, pero ninguna se atrevió a enfrentarse a ella.

Kaede juraría haber visto brillar el guante de Ariadne. Era sencillamente imposible abofetear tan fuerte a alguien sin usar magia, no importa cuán grande fuera la espada que blandiera cada día.

La fuerza del impacto levantó los pies de Pascal del suelo y le lanzó hacia atrás como una muñeca de trapo antes de estrellarse contra el suelo de espaldas, a varios metros de distancia. La rojiza huella de una mano adornaba ahora el lado derecho de su cara, su piel amoratándose rápidamente por el sangrado interno, cubierto en parte por sus rizos dorados.

“Owww,” gimió Pascal mientras volvía a sentarse, frotándose la mejilla hinchada con una mano. “No decueddo deddamad zangde con miz padabdaz.”

Ciertamente, un pequeño reguero de sangre cayó por un lado de su boca antes de que lograra limpiarlo con su mano.

“Considéralo el pago de los intereses, Pascal, y me reservo el derecho a abofetearte otra vez cada vez que tu parte de niñato aparezca.”

Una o dos docenas de personas en el salón incluso aplaudieron y animaron.

Pero para Kaede, era la primera vez que escuchaba a Ariadne decir su nombre.

Sacudiendo la cabeza mientras soltaba una risita, Parzifal le ofreció una mano a Pascal para ayudarlo a levantarse. Una mano que Pascal aceptó con un agarrón firme, y un avergonzado “gracias”.

Todavía sentada al otro lado de la mesa, Kaede trató de sonreír mientras observaba el desarrollo de la tregua con la esperanza de que, con el tiempo, se convirtiera en algo más. Pero lo máximo que consiguió fue una sonrisa torcida, más parecida a una mueca.

Sus dolores de estómago estaban empeorando.

Mientras la charla habitual regresaba al comedor, Ariadne fue la primera en darse cuenta del problema.

“Kaede, te ocurre algo?”

“Mi estómago...”

“Ha estado teniendo dolores en la zona inferior del abdomen toda la mañana, y aparentemente también durante la noche,” completó Pascal por ella, frotándose la mejilla hinchada con la mano derecha mientras su anillo turquesa brillaba.

Parzifal se inclinó por encima de la mesa para echar un ojo antes de volver a enderezarse a toda velocidad. Entonces miró a Ariadne mientras chasqueaba los dedos en dirección a Kaede.

“Oh cielos,” murmuró su amada mientras se apresuraba a rodear la mesa.

La confusión de Pascal regresó mientras miraba alternativamente a Parzifal y a Reynald. El sanador se mantuvo en silencio, mientras que el caballero se limitó a encogerse de hombros, perplejo.

“Menudo prodigio estás hecho, Pascal; ha pasado medio día y ni siquiera te das cuenta de la biología básica,” se quejó Ariadne mientras se arrodillaba junto a Kaede.

Me estás tomando el pelo!?

Con la mirada clavada en su estómago, Kaede golpeó la cabeza contra la mesa al entender exactamente lo que la noble estaba insinuando.

“Kaede, debes estar en tu ciclo...o como sea que tu gente llame al periodo menstrual.”

Gracias al hechizo de traducción integrado en su vínculo familiar, Kaede no tuvo problemas para entender la terminología de Ariadne. En cuanto al contenido, era demasiado atroz como para pensar en ello.”

“Pero...p-pero no estoy sangrando,” murmuró. Incluso ella sabría reconocer el signo más obvio del cuerpo femenino entrando en 'esos días del mes'.

“Si tu ropa interior está apropiadamente encantada,” explicó Ariadne mientras masajeaba la zona lumbar de Kaede, “se limpiará antes de dejar mancha.”

Dos pensamientos llenaron la mente de Kaede y enseguida se multiplicaron explosivamente, saturándola con miles de variaciones:

Debería haberlo sabido...

Esto no me puede estar pasando a mí...


----- * * * -----


Kaede pasó el resto del sábado por la tarde en la cama, sintiéndose tan miserable como durante su primer día en este mundo. Estaba segura de que la culpa era de sus hormonas, pero saberlo no ayudaba a mejorar su ánimo.

Tendría que pasar por esto cada mes durante el futuro próximo...

Sus calambres y dolores de estómago no se habían aliviado desde la mañana, y su única esperanza de alivio se fue tan pronto como vino. Ariadne se había apresurado a señalar que existía un hechizo para aliviar casi por completo los dolores del periodo. Pero Parzifal tuvo que recordarle que el hechizo implicaba manipulación directa de los conductos nerviosos, lo cual limitaba su uso a la propia maga. Por eso ningún sanador varón había aprendido el hechizo para ayudar a una persona durante ciclos particularmente dolorosos.

Es decir, no puedo usar esa bendición reservada a las damas 'nobles' pensó Kaede con irritación. Tengo que sufrir como lo hacen las 'plebeyas'.

Que le jodan a esta sociedad.

Eso no evitó que Sir 'soy-un-prodigio' Pascal lo intentara...y fracasara estrepitosamente. De alguna forma se las arregló para aflojar sus propios controles inferiores, con lo que acabó ensuciándose él mismo.

Parzifal dijo que había tenido suerte. El último varón que trató de hallar una solución para su esposa plebeya terminó con una dolorosa erección que duró una semana. Después de eso, nadie volvió a intentarlo.

Así que se limitaron al método conocido: aplicar calor directo para relaja los músculos y calmar las molestias.

Resultó ser simple. Su ropa interior tenía esa función implementada. Además Parzifal consiguió apósitos de goma rellenos de agua caliente encantados con el hechizo Calor, sobre los cuales se tumbaba para aplicar presión caliente desde abajo.

Así pasó Kaede sus últimas horas: sin moverse, sin ocupar su mente con libros, simplemente tumbada allí boca abajo, gimiendo y lamentándose.

Incluso Pascal parecía sentirse mal por ella.

“Nunca me he disculpado por arrastrarte hasta mi mundo, verdad?” dijo desde el escritorio, examinando un informe mientras Kaede se quejaba por su último calambre.

“No. Y por eso sigo odiándote,” replicó ella de mal humor.

En retrospectiva, no había tenido ni una palabra amable en todo el día.

“Bueno, pues lo siento.”

“Mejor tarde que nunca. La próxima vez, intenta ser tú quien menstrúe!”


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