Hikaru ga Chikyuu ni Itakoro:Volumen1 Capítulo 5

From Baka-Tsuki
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Capítulo 5: Sus mentiras y verdades.[edit]

—Escucha, todavía tenemos tres días hasta el cumpleaños de Aoi. Mañana es sábado, así que hoy será un día clave. Vamos a arriesgarnos.

De acuerdo, Koremitsu.

A la mañana siguiente, el viernes, Koremitsu salió de casa con entusiasmo. Bajó en su parada de autobús y siguió el camino que llevaba a la escuela.

Asa-chan podría estar planeando algo en nuestra contra.

Hikaru habló con preocupación.

—Le rodea un aura que le hace parecer sin corazón, y su mirada le atribuye aún más peso a ello. Supongo que, fácilmente, podría ser la jefa de una banda de delincuentes, ordenándoles hacer cosas peligrosas y demás.

N-No puedo negarlo del todo, pero...

—¿¡En serio!? ¿Así que ella es la mente maestra?

Probablemente no a ese extremo... pero sí...

Hikaru titubeó con sus palabras.

Pero Asa-chan es una persona fuerte y sabia. Es una chica un tanto solitaria, por lo que cuida de Aoi como si fuese su hermana pequeña. Solía acusarme de no ser sincero con Aoi. Le gusta ayudar a los demás, y es muy comprensiva.

—Oye, ¿por qué defiendes tanto a las chicas? Espera, ¿no me digas que también saliste con esa estúpida mujer arrogante?

Hikaru se limitó a responder con compostura al alterado Koremitsu.

No. Incluso si fuese el único hombre sobre la faz de la tierra, Asa-chan no saldría conmigo. Incluso si el mundo estuviese a punto de acabarse, no estaríamos juntos.

Su voz era delicada, pero inflexible.


—¡¡AKAGI…!!


Koremitsu miró hacia la fuente de aquella voz y divisó a Honoka corriendo en dirección a él, completamente despreocupada por su falda desaliñada y su cabello despeinado.

Tenía los ojos abiertos de par en par y el ceño fruncido, mostrando su leve enfado y su fragilidad. Abruptamente, tomó la mano de Koremitsu.

—¿Qué... qué estás haciendo, Shikibu?

—Gracias a Dios. ¡Estás bien!

—¿Eh? ¿Qué estás diciendo?

—Te llamé muchas veces, pero no atendiste el teléfono, así que estaba preocupada por ti...

—¿Teléfono?

Koremitsu hurgó en su bolso, en busca de su teléfono, y descubrió que había más de 10 llamadas perdidas de Honoka.

Semejante lista de llamadas entrantes era nueva para él.

—Oh, lo apagué.

—¿Qué clase de explicación es esa?

Las cejas de Honoka se levantaron levemente.

—Bueno, a decir verdad, raramente recibo llamadas.

—¿Entonces para qué tienes teléfono? ¿Acaso sabes cómo me sentí cuando te llamé, eh?

—¿Que ocurrió?

Koremitsu preguntó, aturdido; Honoka lo miró y respondió haciendo una mueca.

—Ayer, La Matriarca Asa me preguntó por ti.

—¿Matriarca Asa?

—La Presidenta Saiga.

—¿Saiga? Ahh, Asa-chan, así que ella es la presidenta, ¿eh?

-¡A-Asa-chan! ¡¿Acabas de llamar “Asa-chan” a la Presidenta!?

Honoka estaba estupefacta.

—¿Por qué está tan alterada?

Koremitsu, incapaz de comprender la situación, miró a un lado a Hikaru. Sus sentimientos de empatía hacia Honoka eran evidentes, y se encogió de hombros. Esto no hizo más que intensificar el desconcierto de Koremitsu.

Honoka sujetó el cuello de la camisa de Koremitsu y lo acercó hacia ella.

Hizo un puchero, hinchó sus mejillas, y miró a Koremitsu.

—Cielos, ¿acaso no te das cuenta de la situación en la que te has metido? Estamos hablando de Asai Saiga, La Matriarca Asa de segundo año, la presidenta del consejo estudiantil del área de Preparatoria. Además, fue presidenta del consejo estudiantil tanto en la escuela primaria como en la secundaria. De entre todos los “nobles” de este lugar, ella pertenece a la élite, alguien de gran poder... Se dice que incluso los profesores no se atreven a desafiarla.

Honoka, furiosa, contó un rumor que decía que un empleado del departamento de administración una vez desafió a Asai y fue transferido, y otro acerca de un maestro en particular, que insatisfecho con el comportamiento de Asai, “renunció” a menos de la mitad del semestre.

—Más que amigas, se podría decir que la presidenta Saiga es como la guardiana de Su Alteza Aoi, y, al parecer, todos los chicos que quieren acercarse a Su Alteza Aoi son monitoreados por ella. La presidenta tenía una expresión calmada cuando me preguntó sobre tí, pero su mirada era fría, y realmente me asustó... sin duda, te ha puesto el ojo encima, al ver que no dejas en paz a Su Alteza Aoi. No contestaste el teléfono cuando te llamé, así que pensé que...

Koremitsu miró las pestañas de Honoka, lágrimas de incertidumbre se aferraban a ellas, a pesar de su apariencia agresiva.

... ¿Por qué se ve tan alterada y desesperada?

Koremitsu nunca antes había sido tan cercano a una chica, y una sensación anormal se apoderó de él.

La señorita Shikibu está preocupada por ti. Qué chica tan amable.

Hikaru vocalizó sus pensamientos con delicadeza.

—Ya veo, ¿así que estás preocupada por mí? Gracias.

Tan pronto aquellas palabras salieron de sus labios, el rostro de Honoka se ruborizó. Ella aflojó el agarre del cuello de su camisa con una rapidez impresionante.

—¿Qué... qué estás diciendo? ¿Quién está preocupada por tí?... Eres alguien que puede levantarse incluso tras recibir cientos de patadas. Simplemente no quería que fueses provocado por la presidenta Saiga, y por eso quería advertirte; no, no estoy preocupada por ti. Es sólo que me da miedo involucrarme, porque cree que soy tu cómplice...

Se apartó de él y habló con dureza.

Qué linda es la señorita Shikibu.

Koremitsu, que miraba a Hikaru mientras reía, estaba perplejo.

—En fin, será mejor que obedezcas.

—Eso es imposible. Ayer discutimos.

—¡¿EH!?

Honoka se volvió hacia Koremitsu; sus ojos estaban abiertos de par en par, y su expresión exagerada era digna de un comediante.

—Nos encontramos camino a casa, y ella comenzó a darme órdenes, como si fuese la gran cosa. Perdí los estribos y grité: “¿Quién te escucharía a tí, maldita?”.

—¡¿Por qué dijiste eso…!?

Su mirada se desorientó mientras gritaba.

—No tenía elección. Ya no había vuelta atrás.

La respuesta de Koremitsu llegó a través de sus labios enojados.

—Eres un completo idi-…

—Si Saiga intenta hacer algo, te protegeré.

“Idiota”… antes de que Honoka pudiese terminar su frase, ella, por alguna razón, se quedó de piedra.

La sangre corrió a su rostro; sus orejas y su cuello adoptaron un color carmesí. Desvió su mirada de Koremitsu.

¿Que está pasando? ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué está ruborizada?

Koremitsu, no tienes derecho a llamarme mujeriego. Tú mismo tienes talento .—balbuceó Hikaru.

¿Qué tonterías estás diciendo? Pensó Koremitsu, a modo de protesta, pero reprimió estas palabras para escuchar la respuesta de Honoka.

—¡Tú, idiota! No tienes que preocuparte por mí. Puedo protegerme sola. Humph, no me menosprecies. N-N-N-N-No necesito tu ayuda, humph —exclamó, mientras sus ojos se movían rápidamente.

—Cielos, ahora no es momento de preocuparse por los demás. No entiendes tu propia situación. ¿Por qué te haces el genial, diciendo que me vas a proteger o algo así...? No, mi rostro está sonrojado. ¡Todos nos están mirando!

Koremitsu, tras haberse recuperado, descubrió que había algo de verdad en las palabras de Honoka; los estudiantes les miraban sorprendidos cuando pasaban.

—Mantén tu distancia cuando me estés hablando. No quiero que me malinterpreten por ir a la escuela con un delincuente.

Honoka huyó tímidamenta, escondiendo su rostro pequeño y sonrojado, corriendo a toda velocidad frente a Koremitsu.

—¡NO SOY UN DELINCUENTE!

—¡NO ME HABLES! Honoka aumentó aún más la distancia entre ellos.

—Uf, realmente no entiendo a las mujeres...

Pensó que estaba preocupada por él por la forma en que se le acercó, pero luego se enfureció sin explicación; a continuación, se sonrojó, y su expresión se volvió, por un momento, vulnerable. Al siguiente instante, ella estaba amargada una vez más; sus cambios de humor eran demasiado rápidos.

Koremitsu siguió a Honoka, a una distancia de varios metros entre los dos, mientras escuchaba la entusiasta charla de Hikaru.

Vaya que la señorita Shikibu es linda. Su personalidad agresiva e inocente es la mejor combinación. Es tan adorable. Deberías avanzar, tomar su mano y decir “Quiero ir a la escuela a tu lado”. Se sonrojará aun más. Ahh, realmente quiero verlo.

Vaya con este sujeto... ¿y qué hay de Aoi?

Koremitsu observó a Hikaru condescendientemente.


Cielos, ¿por qué estoy tan nerviosa?

Honoka apresuró su marcha, mientras su corazón se hallaba en completo desorden.

Mi cara está completamente roja, sin duda.

El día anterior, cuando Asai Saiga había llamado a Honoka a la sala del consejo estudiantil, la había interrogado sobre Koremitsu.

Porque pareces cercana a él, Shikibu-san”... dijo ella.

Sus hermosos ojos emanaron tal presión que hicieron estremecer a Honoka.

—Akagi puede parecer un delincuente, pero en realidad es un chico serio y trabajador, ¡y realmente se entrega a la chica que le gusta! No es violento con las chicas, ¡y, en definitiva, es un caballero! Le gustan los gatos... bueno, no sé si eso es cierto o no, pero es una persona elocuente, y se toma en serio sus tareas.

Si Honoka defendiese a Koremitsu, seguramente sería considerada como su cómplice. Convertir a Asai en su enemiga sería una tontería.

Ella lo sabía, pero no pudo contenerse.

—¡Koremitsu Akagi es un buen hombre, mucho mejor de lo que aparenta!

¿Por qué rayos dije algo así? La presidenta no articuló palabra después de escucharme. Fue aterrador.

Pero aun así...

—Si eso es todo, me marcho.

Habló con valentía y se dirigió a la salida.

No puedo creer que realmente haya hecho eso.

Sus acciones fueron ridículas; se había burlado de la Matriarca Asa.

Ella misma no tenía derecho de llamar idiota a Koremitsu.

La presidenta no se detendrá, pase lo que pase. Si algo me sucede...

“Yo te protegeré”.

Ella recordó las palabras de Koremitsu, la expresión seria en el rostro de él, y lo ruborizado del suyo. Nunca había esperado que una frase propia de un héroe sacado de una historia de amor, pudiese ocurrir en la realidad.

“Te protegeré”.

UWWAAAAHHH. ¡NO! ¡NO!

Llegó al pasillo, perturbada.

¿Eh?

Honoka notó algo inusual.

Había una multitud en el pasillo.

Las chicas, con los ojos llenos de lágrimas, decían cosas como: “Ésto es demasiado” y “¿Quién lo hizo?”

¿Qué ocurrió?

De prisa, se cambió los zapatos y caminó hacia la multitud.

—Hono.

Su amiga de cabello trenzado, entre otros, la saludaron.

—¿Qué ocurrió, Michiru?

Michiru frunció el ceño, mientras murmuraba.

—Es demasiado, alguien cortó los papeles que estaban pegados a la cartelera de Hikaru-sama.

Honoka dirigió su atención a la cartelera.

Los papeles de colores, llenos de notas conmemorativas y mensajes dirigidos a Hikaru Mikado, tenían grandes cortes en forma de cruz.


¿Qué es esto?

Koremitsu estaba de pie al final de la multitud, y su comportamiento era especialmente serio. Miró la cartelera y los papeles de colores.

La cartelera y los papeles estaban cortados en forma de cruz.

“Gracias”.

“Adiós”.

“Fuiste mi más grande amor”.

Las palabras, grabadas con tinta negra en papeles triturados, colgaban junto a la fotografía de Hikaru.

Koremitsu, sin aliento, miró a Hikaru, quien observaba las notas dedicadas a él, ahora cubiertas de grandes cruces.

¿Qué está ocurriendo? ¿Quién lo hizo?

Koremitsu se abrió paso entre la multitud.

Aquellos que se percataron del semblante rígido y cruel de Koremitsu, se apartaron.

Un camino se abrió ante él, y su entorno se calmó. Con la muchedumbre mirándolo, se acercó a la cartelera y se quedó inmóvil.


Miró las notas y los papeles de colores con los labios fruncidos.

Probablemente, habían sido cortados con una navaja. La superficie no era irregular, sino extremadamente limpia.

La semejanza entre estas cruces y la cruz dibujada en aquel lienzo, le oprimía el corazón.

Dos líneas negras que se proyectaban a través de las escaleras rodeadas por los rayos del sol.

Dos líneas negras...

Palpó la superficie cortada de las notas con sus fríos dedos, y un pequeño objeto cayó desde el interior del sobre y aterrizó sobre su pie derecho.

—¿?

Se arrodilló para recuperarlo. Era una pequeña estrella de plata, de la mitad del tamaño de un grano de arroz.

Hikaru se inclinó para examinarla.

Ésto es...

Justo cuando comenzó a hablar...

—Akagi.


Koremitsu se volvió hacia la voz y vio a un profesor de aspecto rígido, y a una joven profesora a su lado.

La profesora se mostraba vacilante, pero el venerable profesor habló con firmeza:

—Por favor, acompáñanos.

Por la actitud preocupada de la profesora y por la voz severa del profesor, podría deducirse que no eran buenas noticias.

Es el jefe del personal docente, el señor Nishidera.

Hikaru habló con voz tensa, seguido por Koremitsu:

-Oh.

Tras dedicarle eso como respuesta, siguieron al jefe del departamento.

Las miradas curiosas de los espectadores les pinchaban como si de agujas se tratasen.

Koremitsu, por el rabillo del ojo, vio a Honoka, preocupada, viéndolo partir.

—¿Él es el culpable? Ha sido convocado a la oficina por el Jefe del Departamento.

A su espalda, se podían escuchar tales cuchicheos.


—Un estudiante se ofreció como testigo, diciendo que fuiste tú quien cortó los papeles con un cuchillo.

Lo condujeron a la abarrotada sala de consejería, y el jefe del personal docente habló con tono de reproche desde el otro lado de la mesa de conferencias.

-¿Ahh? ¿Quién?

Las palabras lo agotaron y lo aturdieron.

La profesora habló con severidad,

—No puedo revelar sus nombres, pero hubo tres estudiantes, no uno, que te delataron, diciendo que te vieron, personalmente, cortando los papeles de colores con un cuchillo.

¡¿Qué?! De pronto, se percató.

Ésto es cosa de Saiga, ¿no?

Si ella no estuviese involucrada, ¿por qué tres personas habrían testificado que lo habían visto a él cortar los papeles, cuando en realidad era inocente?

Honoka había mencionado que la presidenta Saiga no perdonaba a sus enemigos, y que todos los estudiantes que se oponían a ella, desaparecían sin motivo aparente.

Maldita sea, qué jugada más despreciable, Asai Saiga. ¿Su modus operandi es incriminar a las personas?

Su rostro se puso rígido, y su pecho ardía.

Hikaru, tras percatarse de las cejas crispadas y los ojos llenos de furia de Koremitsu, le ofreció algunos consejos.

Tú no lo hiciste, Koremitsu. Puedo dar fe de ello, ya que estoy contigo las veinticuatro horas del día, así que, por favor, cálmate. Por ahora, limítate a esperar y escucha lo que el jefe tiene que decir.

Koremitsu respiró hondo, intentando calmarse.

De no ser por la intervención de Hikaru, la situación habría empeorado.

Probablemente, le hubiese pedido a gritos al Jefe del Personal Docente que convocase a los estudiantes que lo habían incriminado, al igual que a la presidenta del consejo estudiantil, Saiga.

—Yo no lo hice —concluyó, mientras miraba al Jefe del Personal Docente.

Ambos profesores, el Jefe del personal docente y la profesora, se sorprendieron un poco ante su tranquila negación.

—Pero escuché que, días atrás, le gritaste a los estudiantes que dejaban notas en la cartelera, ¿no fue así?

—Pues... no les gritaba a ellas, y no tengo nada que ver con esto.

—En ese caso, ¿quieres decir que los testigos están equivocados?

—No lo sé, ya que no soy ellos, pero sé muy bien lo que hice ayer. Me marché de la escuela antes de la hora de salida. Por lo tanto, si realmente vieron al culpable, no fui yo. Además, en cualquier caso, no haría ese tipo de cosas.

—En ese caso, ¿hay alguien que pueda comprobar que abandonaste las inmediaciones a dicha hora?

—Me encontré con la presidenta Saiga cuando fui al departamento de Hikaru. La presidenta debería poder demostrarlo.

Pronunciar aquel nombre no hizo más que avivar su ira.

Hizo su mejor esfuerzo en reprimir la ira que se elevaba en su pecho mientras hablaba, pero el Jefe del Personal le dirigió una mirada arrogante, y dijo, sin vacilar:

—Ya le pregunté a Saiga.

¿Qué?

—Te haces llamar “amigo” de Hikaru Mikado, pero te indignaste cuando Saiga señaló que tal cosa era imposible.

En realidad, así fue como sucedió.

Parecía que Koremitsu mentía sobre ser amigo de Hikaru, y era un lunático incapaz de diferenciar entre fantasía y realidad. Sin duda, Saiga había insinuado algo semejante cuando habló con el Jefe del Personal Docente.

—Estabas tan alterado, que le preocupó que pudieses cometer una locura. Dijo que podrías haber regresado a la escuela después de eso, y que tuviste suficiente tiempo para ejecutar dicho plan.

—¿Qué…?

¿QUÉ CLASE DE BROMA ES ESTA? Casi explotó.

—¡Espera, Koremitsu!

Hikaru lo contuvo.

Está bien, está bien, ¿de acuerdo?

Logró calmarse, pero su corazón estaba acelerado, y su cabeza hirviendo.

Su respiración era errática.

Probablemente, tanto el Jefe del Personal Docente, como la profesora, se sorprendieron al ver la furia que se reflejaba en sus ojos, aunada a su dificultad para respirar. Ambos se paralizaron.

—Yo... no lo hice. Hikaru es mi amigo; Nunca rompería mensajes destinados a un amigo.

Su voz gruñó con furia, y su garganta estaba ardiendo.

—¿Realmente no lo hiciste?

El Jefe del Personal, con marcada irritación, volvió a preguntar, y Koremitsu casi pierde los estribos, pero Hikaru volvió a detenerlo.

—Nunca.

El Jefe del Personal Docente suspiró, y dijo:

—Volveré a hablar contigo en cuanto lo haga con Asai.

Finalmente, Koremitsu fue liberado, y sonó la campana que indicaba el final del primer período.


—Escuché que Akagi fue convocado a la sala de profesores por el Jefe del Personal Docente, ya que fue él quien cortó los papeles y arruinó la cartelera.

—Así que, después de todo, el delincuente fue el culpable.

—Ya lo había pensado. Su expresión, cuando gritó a las chicas en el pasillo, fue excesiva. Esta mañana también tenía esa expresión aterradora en su rostro.

—¿Cómo podría ser amigo de Hikaru-sama? Son completamente diferentes, como un Príncipe y un esclavo.

—Sí, nadie le creerá...

—Por cierto, ¿será verdad que asistió al funeral?

—Sí. ¿Pero y qué? ¿Y si es alguna clase de acosador? Sin duda, cortó los mensajes porque estaba molesto debido a que todos lo ignoraron cuando dijo que era amigo de Hikaru-sama.

—Es el peor.

Tales divagaciones, y otras similares, llegaban hasta él.

—¡Tch! Esa maldita mujer... Nunca te perdonaré, Asai Saiga.

Apretó los dientes y caminó por el pasillo hacia su aula de clases.

Me incriminó, así que estoy siendo marginado. Pero fue demasiado ingenua. Siempre lo había sido. Ya estoy acostumbrado a tales calumnias.

... ¿De verdad Asa-chan planeó todo ésto?

A su lado, Hikaru cerró los ojos con suavidad y murmuró pensativamente.

No es su estilo.

—¿Qué estás diciendo?

Koremitsu habló en voz baja.

Parecía algo propio de una mujer de sangre fría, pero el rostro normalmente claro de Hikaru lucía ensombrecido.

Koremitsu, incriminar a alguien es, sin duda, el estilo de Asa-chan, pero... el que cortó los papeles y los mensajes podría ser otra persona. Asa-chan simplemente lo utilizó a su favor.

—Otra persona...

Porque si Asa-chan supiese quien lo hizo, jamás te calumniaría, jamás. Asa-chan no haría algo tan peligroso.

El fervor en los ojos de Hikaru se desvanecía rápidamente.

Parecía estar completamente ensimismado, buscando una respuesta; su fría expresión, a los ojos de Koremitsu, parecía la de un completo extraño.

Que el rostro de Hikaru mostrase algo más que una sonrisa era desconcertante para Koremitsu, y cuando recordó la cruz dibujada en aquel lienzo, le dolía el pecho como si lo rasgasen.

Honoka corrió en su dirección.

—Akagi, ¿estás bien?

Parecía nerviosa y preocupada a la vez, mientras miraba a Koremitsu.

—Sí —respondió él.

—¿Te buscó el jefe del personal?

—Me preguntó si yo era el culpable, pero no fui yo.

Todavía estaba furioso con Asai y el Jefe del Personal, pero fingió desinterés para no preocupar a Honoka; sin embargo, seguía con cara de pocos amigos.

Honoka torció sus labios de una manera visiblemente avergonzada.

—Ya... ya veo. Así que no pasó nada —murmuró con frialdad.

—¿Por qué estás hablando con el delincuente de Akagi, Shikibu?

—Que decepcionante. Pensar que te has vuelto una delincuente también, Shikibu.

Koremitsu escuchó las murmuraciones de ciertas personas.

Y en el momento siguiente, bramó:

—¡MUY BIEN, AQUEL QUE ACABA DE LLAMARME DELINCUENTE! ¡PUEDEN HACERLO CONMIGO, PERO SHIKIBU NO LO ES!

—¿Qué estás haciendo, Akagi-…?

Los ojos de Honoka se abrieron de par en par e intentó detener a Koremitsu.

Hikaru, que estaba absorto en sus propios pensamientos, se apresuró a aconsejar a Koremitsu:

Koremitsu, es propio de tí que te sientas molesto por Honoka. ¡Pero ten en cuenta que le causarás problemas si exacerbas las cosas aún más!

—...

Koremitsu se detuvo de inmediato.

—¿Que está haciendo? ¿Ahora está molesto con nosotros?

—Él fue quien cortó los papeles de la cartelera de Hikaru-sama.

Otras voces resonaron, y Koremitsu apretó su tembloroso puño cuando las venas de sus sienes estaban a punto de explotar.

En ese momento:


—Eso no es cierto. ¡Él no cortó los mensajes!


Koremitsu no podía creer lo que estaba presenciando.

Hikaru también se mantenía allí, inmóvil.

La persona que exclamó aquellas palabras, con rostro pálido, era Aoi.

¿Por qué Aoi...?

Koremitsu contuvo la respiración, y la voz de Aoi siguió resonando.

—¡No! ¡Él no lo hizo...! No fue él. ¡No fue él!

Su frágil y tembloroso cuerpo parecía estar a punto de romperse, y sus ojos se llenaron de angustia mientras repetía aquellas palabras.

Su rostro lucía pálido, y su cabello negro y liso estaba hecho un desastre.

Su voz se hacía cada vez más débil. Se rodeó con sus propios brazos, como si sintiese frío, y bajó la cabeza.

La campana del segundo período sonó con frialdad a través de aquel pasillo silencioso.

Los brazos de Koremitsu se desplomaron con debilidad, mientras permanecía inmóvil. Inmediatamente, la imagen de Aoi dibujando aquella enorme cruz en el lienzo, invadió su mente.


♢ ♢ ♢


Durante la hora de almuerzo, mientras Koremitsu se dirigía a la azotea con su bento, escuchó rumores sobre el incidente.

—Escuché que fue la prometida de Hikaru-sama quien lo hizo.

—Su Alteza Aoi insultó a Hikaru-sama hace mucho tiempo, e incluso ese día...

Hikaru, que estaba junto a Koremitsu, permanecía en silencio con expresión rígida.

Llegaron a la azotea, y Koremitsu se sentó con las piernas extendidas.

—¿Qué piensas? ¿Crees que Aoi lo hizo? —susurró, con vacilación.

No lo sé. Pero sí que tiene un motivo.

Frunció el ceño mientras respondía, con dolor evidente.

Aoi no había dicho que fuese la culpable, pero la frase “no es él” sonaba como si estuviese tratando de proteger a Koremitsu, o mejor dicho, evitando que pagase por el crimen que ella había cometido.

Si realmente fue Aoi quien cortó todos los mensajes, ¿qué tan doloroso sería para Hikaru...?

¿Qué haría con los regalos de cumpleaños que había prometido entregarle a Aoi el próximo domingo? La expresión de Hikaru era sombría, y Koremitsu estaba sin palabras.

Maldición. ¡Preferiría ser yo el culpable!

Frustrado, mordió el enorme Inarizushi[1].

De repente, algo brilló junto a Koremitsu.

—! Luego sonó un pequeño chasquido, y una chica le apuntó directamente con su cámara.

Tenía el pelo corto, de estilo poco femenino, y aunque era de corta estatura, sus suaves muslos y sus pechos, que resaltaban por debajo de su camisa, la hacían encantadora.

—¡Lo siento, Akagi-kun! ¿Puedo tomar una foto, por favor? Desde este ángulo.

Inmediatamente, se lanzó frente a él sin su permiso, y la pantalla de su teléfono celular volvió a parpadear. Un sonido, que parecía ser un graznido, sonó, indicando que la sesión de fotos había terminado.

—¿¡Qué estás haciendo!?

—Hola, soy Hiina Oumi del club de noticias, la segunda chica de la clase 1-4. Mi tipo de sangre es AB, mi cumpleaños es el 3 de febrero, y soy Acuario. En cuanto a mi chico ideal, me gustan del tipo intelectual, con anteojos. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para obtener una primicia, ya sea usar un traje de baño escolar, orejas de gato o limpiar el baño. Mi comida favorita es la pasta, y prefiero añadirle un montón de queso en lugar de salsa napolitana. Creo que es mejor comer pasta napolitana con queso ¿no crees? Hay un café llamado “April Fools” frente a la estación, que vende café, té rojo, té de hierbas o helado casero de menta, todo por el precio de 850 yenes. En mi opinión, es el mejor local. ¿Alguna otra pregunta?

De por sí, estaba hablando increíblemente rápido, pero las últimas palabras fueron especialmente rápidas, provocando que Koremitsu fuese incapaz de procesar la información.

Usar un traje de baño escolar, limpiar el baño, o lo que sea, ¿qué rayos estaba pasando? No, incluso antes de eso.

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—¿Por qué me tomaste una foto sin mi consentimiento?

¿Y en semejante situación? Él le devolvió una mirada propia de una bestia, pero a la chica no pareció importarle.

—Pregunté si podía tomártela.

—Pero no te lo permití.

—Bueno, no nos preocupemos por cosas tan triviales. Vayamos al grano. Akagi-kun, eres amigo de Hikaru-sama, ¿no es así?

—¿Y eso qué?

Probablemente, diría que no podía creerlo.

—Estoy investigando algo sobre Hikaru-sama. Por lo tanto, estoy recopilando todo tipo de información.

—¿Todavía piensas escribir un homenaje a Hikaru en medio de toda esta conmoción?

—Ahh, Akagi-kun, hoy no ha sido tu día ¿verdad? Pero no tengo la más mínima intención de centrarme en ese asunto trivial de venganza personal. Bueno, a decir verdad, una confesión de Su Alteza Aoi sería emocionante, pero no deja de ser más que un acto de poca monta. Lo que realmente estoy investigando es “La verdad detrás de la muerte de Hikaru-sama”.

—¿La verdad detrás de la muerte de Hikaru?

Ante la perplejidad de Koremitsu, Hiina dijo, sonriente:

—Es sólo... un pequeño rumor, pero se dice que Hikaru-sama no murió en un accidente, sino que en realidad fue asesinado.

—!

Koremitsu se quedó sin aliento.

¿Es posible que Hikaru fuese asesinado?

¿Qué está pasando, Hikaru?

Se volvió hacia el chico y vio a Hikaru dedicándole una sombría y fría mirada al cielo, que bien podría haber congelado la atmósfera a su alrededor. Hikaru se mordió los labios, que normalmente sonreían suavemente, su rostro era lúgubre y su mirada aguzada.

Koremitsu sintió un escalofrío.

¿Estaba diciendo la verdad?

—¿Hola, Akagi-kun? ¿Por qué estás mirando hacia atrás?

En cuanto Hiina le habló a Koremitsu:


—¡Conque estabas aquí, Akagi!


Honoka abrió la puerta de la azotea, y exclamó con tono de desesperación.

—¿Qué ocurre, Shikibu?

—¡Su Alteza Aoi está en problemas! ¡Las admiradoras de Hikaru-sama se la han llevado! ¡La situación no pinta nada bien.

¡Aoi-san! —exclamó Hikaru.

—Ahh, Su Alteza Aoi ha estado hablando muy mal de Hikaru-sama, provocando la ira de sus admiradoras. Este incidente debió ser la gota que derramó el vaso —dijo Hiina, con tono expectante.

Koremitsu dejó su bento a un lado y corrió hacia Honoka.

—¿A dónde fueron, Shikibu?

—¡Al bosque!

Koremitsu se apresuró a bajar las escaleras.

-¡Ah! ¡Espera un momento! Akagi-kun! ¡Todavía no he conseguido nada de material!

Hiina lo persiguió, mientras su pecho rebotaba.


♢ ♢ ♢


¡Será mejor que no te pase nada, Aoi!

No esperaba presenciar actos de venganza personal en esta prestigiosa escuela de princesas y jóvenes adinerados. Si las mujeres se volviesen histéricas, ¿quién sabe de lo que serían capaces?

Mientras Koremitsu corría escaleras abajo, Hikaru exclamó:

Escúchame, Koremitsu. Presiento que no fue Aoi-san quien cortó los papeles. Puede que realmente tuviese un “motivo”, pero no es el tipo de persona que realmente “lleva a cabo la acción”. Por supuesto, tampoco fue Asa-chan. Incluso si Asa-chan estuviese enterada de que Aoi-san dibujó una cruz en su lienzo, nunca sospecharía de Aoi-san.

Koremitsu corrió a través del pasillo y salió a toda prisa del edificio escolar sin cambiarse los zapatos. Durante ese tiempo, Hikaru continuó hablando con expresión seria:

Así es, Asa no sabía que Aoi había dibujado una cruz en el lienzo. Por eso, cuando ocurrió el incidente con los mensajes, sintió que podría utilizarlo a su beneficio, y que podría incriminarte a tí.

Koremitsu jadeó, miró a su alrededor y corrió directo hacia el bosque.

La voz de Hikaru se tornó más tensa:

El punto crucial del caso, es por qué el culpable hizo una cruz deliberadamente en la cartelera. Si no es mera coincidencia, debe existir una razón concreta, y eso nos llevará al culpable. Aoi-san no es la culpable, tampoco Asa-chan. Eso significa...

Se escuchó una voz que parecía desgarrar el aire con brusquedad.


—¡Estabas comprometida porque tus padres decidieron el matrimonio!


Volvió la cabeza hacia la dirección de la que provenía la voz, y vio a Aoi de pie, con la espalda apoyada en un gran tronco. Se mordía los labios con fuerza y fruncía el ceño, exhibiendo un rostro pálido.

Aproximadamente, estaba rodeada por diez chicas.

Y evidentemente, se turnaban para ostigarla.

—¡Aunque Hikaru-sama nunca te haya amado, es vergonzoso que le odies incluso tras su muerte, y que destroces los mensajes!

—Pobre Hikaru-sama, teniendo como prometida a una mujer cruel como tú. No me extraña que coquetease con otras.

Sin importar cuánto la sermoneasen, Aoi guardaba silencio, manteniendo una expresión rígida. Sus ojos mostraban un brillo firme, y sus labios, fuertemente cerrados, no emitían palabra alguna.

—¿Por qué te quedas mirando? ¿Acaso no piensas decir nada? ¿Nos estás menospreciando porque crees ser una “noble” que ha estado en la Academia desde el jardín de niños?

La chica, furiosa ante la actitud de Aoi, levantó su mano.

—Nunca me has agradado.

Koremitsu corrió, mientras gritaba:

—¡ALTO AHÍ!

Aoi abrió los ojos.

Y las otras chicas miraron a Koremitsu.

Koremitsu se abrió paso entre ellas y se detuvo frente a Aoi, protegiéndola.

—¡No le pongan una mano encima! ¡Ella es una persona muy importante! Si quieren desahogar su ira, ¡vengan a mí! Recibiré una paliza por su bien.

¡Así es! Aoi es una persona muy importante para Hikaru. ¡Por eso tengo que protegerla! Tras escuchar los gritos del salvaje Koremitsu, con su cabello rojo y despeinado, las chicas se quedaron de piedra a causa del miedo.

—¡ADELANTE!

Koremitsu gritó a la chica que había levantado su mano.

—¿Qué estás haciendo? ¿Acaso no te ignoró por completo, te bañó con agua sucia y cortó los papeles que todos escribieron a Hikaru-sama? ¿Y todavía quieres protegerla después de todo? ¿Eres idiota?

La chica miró con temor a Koremitsu.

En ese momento,

Hikaru, que estaba a su lado, habló con tono severo:

No, Aoi-san no lo hizo.

Koremitsu se volvió de inmediato hacia Hikaru.

La expresión de Hikaru era tan firme como su voluntad, incontenible, y miró a las chicas que rodeaban a Aoi.

Ellas no podían ver a Hikaru.

Y no podían escuchar su voz.

Pero Koremitsu sí.

Por eso…


Aoi-san no fue quien cortó los mensajes.


Por eso, él tenía que transmitir las palabras de Hikaru.

Tenía que proteger a la Aoi que Hikaru tanto amaba.

Las chicas abrieron los ojos de par en par, en estado de shock, y Aoi, de pie a sus espaldas, se sorprendió.

Hikaru parecía un Arcángel enviado por Dios mientras señalaba con el dedo a una de las chicas.

Tú... eres la culpable.


—Tú lo hiciste.


Koremitsu sujetó la mano de la chica que Hikaru había señalado, y la levantó.

—¡No!

La chica que había estado atacando a Koremitsu dejó escapar un tenue grito.

Honoka se quedó sin aliento, y Hiina sacó su teléfono, mientras se preparaba.

Cuando Koremitsu la sujetó, la uña postiza en un dedo de su mano derecha se desprendió, y los fragmentos de cristal con forma de estrellas y flores brillaban visiblemente.

Eran las mismas estrellas que habían caído a los pies de Koremitsu.

Hikaru habló en voz baja.

¿Por qué grabaron cruces enormes en la cartelera y los papeles? En cuanto a su significado, significa que el culpable estaba en la sala de arte, y observó cómo Aoi-san dibujaba la cruz en el lienzo. No le agradaba Aoi-san, e hizo ésto para incriminarla.

Koremitsu, mientras refunfuñaba, digirió el significado de las palabras de Hikaru.

—Eres del club de arte, ¿no? Presenciaste mi discusión con Aoi, y también la observaste dibujar aquella enorme cruz en su lienzo. Por eso cortaste las noticias y los papeles en forma de cruz, para que las sospechas recayesen en ella.

La chica, con su mano sujeta, se congeló de inmediato, y entonces se retorció como un pez ensartado en un anzuelo, intentando liberarse del agarre de Koremitsu. Pero en cuanto se percató de que no tenía escapatoria, su expresión se contorsionó, y parecía desear que Koremitsu no dijese nada más.

—P-Porque... no podía perdonarla.

El rostro de la chica exhibía miedo y aprehensión mientras movía sus secos labios.

—Ella no dejaba de llamar “inútil” a Hikaru-sama, una escoria entre los hombres, e incluso llegó tan lejos como para decir que se merecía lo que le había ocurrido.

Su vacilante mirada reflejaba ira y tristeza en cuanto pronunció la palabra “ella", y refunfuñó aquellas palabras.

—C-Cuando Hikaru-sama estaba vivo, no podía acercarme a él a causa de mis nervios... pero ella, a pesar de haberse convertido tan fácilmente en la prometida de Hikaru-sama, dijo cosas tan... tan pasadas de la raya... Si yo fuese ella, me hubiese cosido los labios y hubiese guardado silencio... Si yo fuese la prometida de Hikaru-sama, lo valoraría más que ella, sin duda. Le daría las gracias a Dios todos los días... pero ella sigue insultándolo, a pesar de ser su prometida.

Cuando finalmente terminó, rompió en llanto.

Koremitsu vaciló, sin saber qué hacer.

Cuando Aoi dibujó aquella enorme cruz en el lienzo, Koremitsu tampoco pudo reprimir su ira contra Aoi.

Comprendió a la perfección por qué la chica se sentía lastimada por Aoi.

Koremitsu soltó su mano, y la chica inmediatamente se arrodilló, su falda yacía sobre la hierba irregular mientras sollozaba débilmente.

—Hikaru-sama... siempre había sido mi ídolo. Estaba satisfecha con el simple hecho de mirarlo a la distancia, pero ahora está muerto... Ya no... no podré volver a verle...

Hikaru también mostró un semblante deprimido, y se arrodilló para tomar las manos de la chica, aparentemente disculpándose por no poder aceptar sus sentimientos.

—Lo-lo siento.

A pesar de que la persona que tanto anhelaba ver estaba de pie frente a ella, no podía sentir cómo estrechaba su mano, y prosiguió su discurso, mientras lloraba:

—Ya lo sabía... esto no es más que envidia de mi parte... pero...es tan doloroso... no pude controlarme... Lo siento... Lo siento.

Las otras chicas también se disculparon mientras bajaban la cabeza.

—Lo siento.

P-por favor, perdóname.

Koremitsu, que tenía sus reservas con respecto a que le pidiesen disculpas, exhibía gotas de sudor mientras su cabeza comenzaba a calentarse, y gritó:

—¡Idiotas! ¡No me pidan disculpas! ¡Si iban a disculparse, no debieron hacer nada desde un principio!

De pronto, se escuchó una voz que provenía de su espalda.

—...Ya veo.

Aoi, de pie a espaldas Koremitsu, continuó murmurando.

—... Por favor... no lo hagan. Por favor… no se disculpen.

Se giró y observó el rostro de Aoi, mucho más pálido que antes. Tenía los ojos cerrados y parecía tener dificultad para respirar.

—Yo... no fui yo quien cortó los papeles, pero... ya lo había pensando.

Atónito, Koremitsu se quedó sin habla. Hiina observaba con expresión tranquila, mientras Honoka y las otras chicas exhibieron su sorpresa.

Y entonces, un matiz del color de la agonía se extendía a través de la mirada de Hikaru. Cada vez que Aoi hablaba, sus pequeños hombros temblaban y su agonía se acrecentaba.

—Tal como dijiste, Hikaru nunca me amó. Siempre iba detrás de otras chicas... y lo despreciaba por ello. Engañaba a las personas de esa forma, y, encima, murió de esa manera... ni siquiera al final de su vida, consideró los sentimientos de los demás.

De pronto, Aoi no pudo seguir. Su expresión contorsionada demostraba que estaba a punto de llorar, ya habiendo revelado la tristeza y amargura en su interior.

—Siempre pensé en destruir esos papeles de colores para no tener que recordarlos... cada mañana, cuando veía esas cosas relacionadas con Hikaru, no podía evitar el deseo de arrancarlas... por eso, cuando vi que las noticias y los papeles habían sido cortados... pensé erróneamente que había sido yo...

El delicado cuerpo de Aoi lucía más frágil que antes, y su rostro se volvió más pálido. Sus grandes ojos estaban llenos de agonía.

—¡PENSÉ QUE SERÍA ESTUPENDO SI TODOS MIS RECUERDOS SOBRE HIKARU DESAPARECIESEN!

En el momento en el que gritó, Koremitsu creyó escuchar cómo se rompía el corazón de Hikaru.

Hikaru, quien, momentos antes, había tomado el rol de fiscal, permaneció allí como un convicto juzgado por crímenes graves.

No se defendió, mientras cerraba los labios, y sus tristes ojos mostraban impotencia.

Aoi bajó la cabeza y escapó a toda prisa.

—¡Espera!

Koremitsu la siguió.

—¡No me sigas! Los sentimientos de Hikaru hacia mí son como estrellas cayendo del cielo; ¡no existen! —exclamó Aoi, mientras corría.

Aquellas palabras se grabaron en el corazón de Koremitsu.

¿Por qué sigue diciendo semejantes cosas?

Hikaru seguía al lado de Aoi.

Había permanecido en este mundo para cumplir su promesa.

Y entonces, ella dijo que le gustaría que él desapareciese, que no puede hacer más que destruir su recuerdo. Pero entonces... ¿por qué muestra una voz tan desconsolada, por qué muestra una expresión tan triste, por qué...? Su pecho se sentía oprimido, y, aparte de dolor en su cuerpo, sentía dificultad para respirar.

¡Hikaru dijo que eras su esperanza! Aún así...

—¡Por favor! ¡Espera! ¡Aoi Saotome! ¡Escúchame!

Aoi corrió desde el patio hasta el pasillo, y Koremitsu hizo todo lo posible para alcanzarla. Sentía la presencia de Hikaru a sus espaldas, su dolor, y continuó persiguiéndola.

No había suficiente tiempo.

El cumpleaños de Aoi era el domingo, dentro de dos días. ¡Si Koremitsu no podía abrir su corazón antes de esa fecha, no podría entregarle los seis regalos de cumpleaños restantes, y no podría transmitirle a Aoi los sentimientos de Hikaru!

¡A pesar de que esta era la última oportunidad de Hikaru!

¡Hikaru ya no podría celebrar el cumpleaños de Aoi junto a ella!

—¡Alto ahí! ¡Aoi Saotome! ¡Tengo algo que entregarte!

Aoi corrió escaleras arriba.

La luz del mediodía se disparaba a través de las ventanas en las escaleras.

—¡Oye! ¡Aoi Saotome! ¡Saotome! ¡Aoi! …¡Aoi-san!


Aoi-san.


En cuanto la llamó de esa forma, Aoi se detuvo en seco.

Sin embargo, ella no miró hacia atrás, y se arrodilló con debilidad.

No se encontraba bien, en lo absoluto.

Koremitsu corrió en su dirección.

Hikaru también.

¡Aoi-san! ¡Aoi-san!

Aoi estaba débil, cerraba los ojos, agotada por todo lo ocurrido, respirando dolorosamente. Incluso cuando Koremitsu la cargó en sus brazos, ella no mostró reacción alguna. Koremitsu se sorprendió al darse cuenta de lo ligera que era Aoi.

—Hikaru, ¿dónde está la enfermería?

¡En el primer piso!

—Guíame.

Corrió hacia la enfermería mientras llevaba a Aoi en sus brazos.

En el camino, Koremitsu se encontró con Honoka y Hiina, quienes le siguieron.

—¡Espera! ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué le sucedió a Su Alteza Aoi?!


—¡Vaya, una princesa en brazos! ¡¿Puedo tomar una foto?!

—¡Idiota! ¡Te mataré si te atreves!

Gritó aquellas palabras mientras corría a toda velocidad.


♢ ♢ ♢


Koremitsu posó a Aoi sobre la cama de la enfermería, y finalmente dejó escapar un suspiro de alivio.

Su cabello y su ropa estaban empapados en sudor, hasta el punto de poder exprimirlos.

—Sobreesfuerzo, falta de sueño y desnutrición.

La profesora de enfermería frunció el ceño.

Koremitsu se enteró de que Aoi se había sentido incómoda durante una clase hace unos días, y había venido a descansar a la enfermería.

—En ese momento, le recalqué que debía cumplir con la cantidad mínima de horas de sueño y nutrición. Parece que no ha dejado de pensar en Hikaru, ¿quién puede culparla...? —dijo la profesora, con angustia.

Hikaru bajó sus pestañas, aceptando, aparentemente, sus observaciones.

En cuanto terminó la hora de almuerzo, la profesora le recomendó a Koremitsu que regresara al aula y él insistió:

—¡Quiero quedarme con ella!

Su actitud era inesperadamente inflexible, y se clavó a la cama.

—Profesora, por favor, permita que Akagi se quede.

La profesora finalmente cedió, ya fuese por la solicitud de Honoka, o porque estaba aterrorizada ante la intensidad de Koremitsu.

—Gracias, Shikibu.

—No hay de qué. Su Alteza Aoi... sería estupendo si se recuperase pronto —susurró, y salió de la enfermería.

Koremitsu observó a Aoi, que yacía sobre la cama.

¿Falta de sueño? Sobreesfuerzo? ¿Desnutrición? ¿Qué demonios...?

—Ella... siempre intenta hacerse la fuerte... es tan imprudente...

Continuó insistiendo en venir a la escuela, y siguió quedándose a pintar en la sala de arte después de la escuela; parecía vivir su vida con normalidad, como cuando Hikaru seguía con vida, pero, en realidad, no era así.

Ella había estado agonizando todo este tiempo.

Aoi había estado tratando de obligarse a sí misma a actuar con rudeza, tal vez porque no quería que los demás notasen el dolor en su interior.

Una lágrima se deslizó a través de la comisura del párpado cerrado de Aoi.

Hikaru se arrodilló junto a la cama, sus ojos se llenaron de pesar al mirar el rostro dormido de Aoi.

... Aoi-san, se percató de que la persona que había arruinado la cartelera era del club de arte ... sentía que ella misma tenía un motivo para haberlo hecho, y por eso se culpaba a sí misma... ella es esa clase de chica.


“¡No! ¡él no lo hizo...! ¡No fue él!. ¡No fue él!”


Aoi parecía estar al borde de las lágrimas mientras repetía aquellas palabras en el pasillo.

En ese momento, Aoi estaba defendiendo a Koremitsu.

Aunque eso se debía a la culpa que ella misma sentía.


“Siempre pensé en destruir esos papeles de colores para no tener que recordarlos”.


Aquellas palabras eran los verdaderos sentimientos de Aoi.


“Por eso, cuando vi que las noticias y los papeles habían sido cortados... pensé erróneamente que había sido yo...”


“¡PENSÉ QUE SERÍA ESTUPENDO SI TODOS MIS RECUERDOS SOBRE HIKARU DESAPARECIESEN!”


En aquel entonces, Aoi estaba temblando.

Ella nunca había sentido nada por Hikaru.

Koremitsu pensó en el estado de ánimo de Aoi cuando había pronunciado aquellas palabras, y los sentimientos de Hikaru cuando las había escuchado, y sintió que se quemaba por dentro.

... Aoi-san siempre ha sido así. Cada vez que está triste, cada vez que siente ganas de llorar, se obliga a decir “no pasa nada”, e hincha sus mejillas al desviar la mirada... —dijo Hikaru, con melancolía.

Parecía enojada sólo en la superficie, porque en el interior, su corazón estaba sumido en tristeza.

Se veía a sí misma como una persona a quien Hikaru nunca amó, lo que la entristecía y la llenaba de pena.

Koremitsu recordó cómo, en su juventud, había dibujado muchas cruces en el papel cuando su madre lo abandonó.

Aoi era como él.

Al igual que Koremitsu, ella protegía su corazón al negarlo todo.

En el álbum de fotos, Aoi miraba a Hikaru cuando estaba a suficiente distancia de él.

Pero cuando los dos estaban juntos, miraba hacia otro lado.

Hikaru sabía más que nadie lo torpe que era Aoi, el dolor que sentía. Por lo tanto, cuando Aoi expresó sus sentimientos, Hikaru sintió que su corazón se rompía en mil pedazos.

Bajó la mirada, mientras observaba a Aoi con tristeza.

Quería usar sus dedos para limpiar las lágrimas del rostro de Aoi, pero sus dedos la atravesaron.

El rostro de Hikaru estaba llena de angustia.

Koremitsu le observó, y sintió cómo su corazón se hacía añicos.

Sentía un gran deseo de decirle a Aoi que Hikaru estaba aquí, a su lado.

Quería decirle que Hikaru estaba preocupado por ella.

Pero sin importar cuántas veces intentó Hikaru tocar a Aoi, falló, y no pudo hacer más que retirar su mano con tristeza.

Se mordió los labios, mostró una mirada deprimida mientras observaba a Aoi con nostalgia. Sonrió, aparentemente tratando de soportar el dolor, y dijo con amabilidad:

Koremitsu... hay una máquina expendedora frente a la enfermería. ¿Puedes traer una lata de malteada para que la señorita Aoi la beba al despertar?

—Ah, claro.

Sonó la campana que indicaba el final del quinto período.

Koremitsu se levantó de la silla y salió silenciosamente de la enfermería.

Su corazón seguía sintiendo dolor por la sonrisa que vio en el rostro de Hikaru.

Vaciló por un momento, insertó una moneda en la máquina expendedora y se volvió hacia Hikaru, con ansiedad.

—Bueno... sé que no es el momento para preguntar esto.

Trató de mantener la calma mientras presionaba el botón que indicaba la opción “malteada”, pero su garganta temblaba, y sus dedos estaban cubiertos de sudor.

—¿Tú... realmente... fuiste asesinado?

GATAN. Sonó la lata al caer.

Hikaru mostró una expresión extrañamente calmada mientras miraba a Koremitsu en silencio.

—Eso dijo la chica del Club de Noticias.

...

—Puedo ignorarlo si es mentira.

No estoy muy seguro.

Habló con un tono adulto.

Soy un mujeriego que solía ir de un lado a otro coqueteando con chicas... así que supongo que más de una querría matarme.

Evadió el tema de forma vaga.

¿Por qué querría evadirlo?

Koremitsu reflexionó al respecto y un escalofrío recorrió su espalda.

Exactamente, ¿de qué se trataba ese “rumor” que Hiina Oumi había escuchado?

Hikaru guardó silencio.

Y justo cuando sintió algo helado atorado en su garganta...

—Akagi.

Asai Saiga estaba allí de pie, mirándole con una expresión de reprimenda.

—Escuché que Aoi se desmayó.

—Ya está en cama, descansando.

Respondió, mientras recogía la malteada.

La lata seguía caliente, y sus dedos se quemaron.

—¿Malteada...?

Asai frunció el entrecejo.

—Es para que Aoi lo tome al despertar.

En cuanto pronunció aquellas palabras, la expresión de Asai se volvió más aguda.

—... ¿Lo oíste de Hikaru? A Aoi le gusta más la malteada que el café.

—Sí.

Koremitsu estaba a punto de regresar a la enfermería, pero fue detenido por el tono severo de Asai.

—Akagi, por favor, regresa a tu aula de clases. Yo me ocuparé de Aoi.

—Aún tengo cosas qué decirle.

—Tu presencia no hará más que empeorar la condición de Aoi. Por cierto, ¿acaso Aoi no se desmayó por tu culpa?

La expresión de Hikaru se congeló.

Koremitsu también se detuvo en seco.

Era cierto que fue Koremitsu quien había perseguido a Aoi, causando que terminara en la enfermería.

Además, la razón por la cual la chica del club de arte culpó a Aoi del incidente de la cartelera, fue porque Koremitsu iba todos los días a la sala de arte, y Aoi insultaba a Hikaru en cada ocasión.

Koremitsu seguía adelante con el propósito de expresar los sentimientos de Hikaru, pero nunca consideró las consecuencias, y no se percató de que Aoi no estaba comiendo como era debido, no dormía bien, y vivía sumida en una agonía constante.

Estaba furioso a causa de las palabras de Aoi, y arremetió en su contra con comentarios fuera de lugar.

Debió sentirse aterrorizada al ver a un perro de aspecto salvaje que la perseguía, ladrándole. Las acciones de Koremitsu pudieron haber abierto aún más las cicatrices de Aoi.

Justo al lado de Koremitsu, estaba Hikaru, quien bajó la cabeza con tristeza.

Koremitsu sujetó la lata de merengada, con su piel casi quemada, e incapaz de responder.

¿Yo conduje a Aoi a este estado?

El rostro de Asai mostró descontento.

—Fue mi culpa, por no cuidar de Aoi y haberla dejado sola hoy. Tengo que reflexionar sobre ésto. A partir de este momento, no permitiré que ninguna de las fanáticas de Hikaru lastime a Aoi.

—Esas chicas ya tienen suficientes problemas. No las castigues por ello. Si Aoi se entera, se sentirá culpable, sin duda.

Koremitsu miró a Asai.

—No quiero que me aconsejes acerca de Aoi.

Asai replicó con un tono de reprimenda.

Luego le dedicó a Koremitsu una mirada helada.

—Sí, incluso si eres amigo de Hikaru, no puedes usarlo como excusa para herir a Aoi. Jamás reconoceré a alguien como tú como representante de Hikaru.

Todas sus palabras atravesaban el pecho de Koremitsu.

Su mano, que sostenía la malteada, se sentía cada vez más entumecida.

—Una cosa más, Koremitsu Akagi... es imposible que puedas expresar los sentimientos de Hikaru. Nadie puede.

Tenía que decir algo.

Era el verdadero representante de Hikaru, y tenía que defenderse.

Así es, tengo que decir algo...

Se sumió en sus pensamientos, soportando el dolor que le embargaba en su interior, buscando las palabras qué decir.

En ese momento, lo alcanzó una voz tranquila:

Koremitsu... ya fue suficiente.


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No podía creer que esas palabras saliesen de los labios de Hikaru.

Hikaru estaba de pie entre Koremitsu y Asai, mostró una débil sonrisa en su rostro serio, y sacudió su cabeza.

Ya olvídalo.

¿Que lo olvide?

¿Pero qué estás diciendo, Hikaru?

Mientras Koremitsu estaba a punto de colapsar de rodillas, Asai dijo:

—Yo celebraré el cumpleaños de Aoi junto a ella, para hacerla olvidar por completo a Hikaru. Que por cierto, ser la prometida de Hikaru ya era una carga bastante pesada para ella.

Mientras Hikaru escuchaba aquellas palabras, su rostro se retorció de dolor.


¡PENSÉ QUE SERÍA ESTUPENDO SI TODOS MIS RECUERDOS SOBRE HIKARU DESAPARECIESEN!


Koremitsu observó la expresión de sufrimiento de que mostraba Hikaru mientras intentaba hacerle desistir, y no pudo contrarrestar el argumento de Asai.

¡Maldición!

Le entregó la cálida lata de malteada a Asai.

—Entrégasela a Aoi —refunfuñó, mientras salía de la enfermería.

Su cuerpo se sintió hecho añicos al pensar en que no había completado con el pedido.

Hikaru permaneció en silencio mientras seguía furtivamente a Koremitsu. Era una existencia débil, casi a punto de extinguirse.

Estaban a punto de llegar al aula.

Koremitsu susurró a Hikaru, mientras caminaba:

—¿Realmente crees que ésto es lo mejor?

Hikaru guardó silencio por un momento, y luego habló:

Asa-chan podría tener razón...

Su expresión vacía estaba llena de desesperación, y dejó escapar palabras de arrepentimiento.

Hasta ahora, no he dejado de lastimar a Aoi-san. Es muy tarde para tratar de salvar lo nuestro. Tal vez sólo estoy tratando de satisfacerme a mí mismo, cumpliendo esta promesa... y volví a hacer llorar a mi amada Aoi-san.

Sus pestañas temblaron, y su voz se llenó de un dolor incontrolable.

Levantó la cabeza y sonrió, con expresión angustiada.

Y Koremitsu, siendo un fantasma, ya no puedo hacer feliz a Aoi-san. Tal vez sea hora de permitirle empezar de cero.

—...

En la sala de arte, cuando le dije a Aoi-san que moviese los labios si lograba oír mi voz ... Aún conservaba esa pequeña esperanza, aunque sé que es imposible... aunque Aoi-san estaba molesta, aunque desviaba la vista en medio de la rabia... ella no me notó, en lo más mínimo.

En aquel momento, Hikaru y Aoi estaban uno junto al otro.

Los ojos débiles de Hikaru suplicaban a Aoi que lo mirasen.

Pero Aoi nunca miró a sus espaldas, mientras continuaba dibujando la enorme cruz en el lienzo.

Ella dijo que Hikaru era el peor de los mentirosos.

La mano de Koremitsu que había sostenido la malteada aún se sentía caliente.

Estaba insatisfecho, lleno de angustia, y tenía dificultad para respirar.

No soportaba volver a ver la sonrisa de Hikaru, mientras éste bajaba la cabeza.

Lo que Asai había dicho era verdad.

Para Aoi, de naturaleza seria, soportar la carga de ser la prometida de Hikaru era demasiado. Ella debió sentirse lastimada al ver a Hikaru coqueteando con tantas chicas, hasta el punto en que llegó a ser conocido como un mujeriego.

Pero era demasiado pretencioso por parte de Hikaru decir que quería expresar su amor ahora que estaba muerto.

Koremitsu también era culpable, al actuar como el representante de Hikaru, defendiéndole a pesar de que sabía todos los detalles.

No dejó de acercarse a ella en contra de su voluntad, causó el incidente y condujo a Aoi al borde de la desesperación.

Sentía un gran deseo de caer postrado de rodillas, a causa del arrepentimiento.

Pero aun así, ¿es lo correcto renunciar así como así?

¿Es lo correcto quedarse de brazos cruzados durante el cumpleaños de Aoi?

¿Voy a... quedarme de brazos cruzados mientras observo a Hikaru rendirse?

Llegó frente al aula de clases.

Honoka se encontraba visiblemente preocupada por Koremitsu, esperándole dentro del aula.

Abandonó su asiento, asomó la cabeza a través de la puerta, miró hacia ambos lados del pasillo, y preguntó:

—¿Cómo está Su Alteza, Akagi?

—Está bien.

Honoka dejó escapar un suspiro de alivio, y al siguiente instante, abrió los ojos de par en par.

—Espera... ¿a dónde vas?

—Por ahí.

Koremitsu refunfuñó con voz ronca y pasó frente a la puerta del aula.

La campana escolar sonó por encima de él.

—¡ESPERA! ¡AKAGI! ¡REGRESA A CLASES! ¡EL SEXTO PERÍODO NO HA TERMINADO AÚN! ¡AKAGI!

Honoka gritó a sus espaldas.

Pero a Koremitsu no le importó, mientras seguía corriendo a pasos largos.

Koremitsu? ¿Qué sucede? Acabas de pasar frente a tu aula, ¿sabías? —dijo Hikaru con desconcierto.

Koremitsu subió las escaleras sin mediar palabra.

Apretó los dientes y subió dando pasos fuertes.

¿Koremitsu, hola, Koremitsu? ¿Me escuchas?

Subió al último piso y abrió la puerta que conducía a la azotea.

El viento sopló en dirección a Koremitsu, y su cabello carmesí se agitó.

Avanzó hacia la azotea, cerró la puerta y gritó:

—¡TE ESTOY ESCUCHANDO!

Los ojos de Hikaru se abrieron de par en par.

Koremitsu levantó la mirada y descargó todas las emociones que se arremolinaban en su interior.

—¡HE VENIDO HASTA AQUÍ PORQUE QUIERO HABLAR CONTIGO! ¡NO ME MUESTRES ESA EXPRESIÓN INSERVIBLE! ¡¿ACASO NO COMENZASTE A ACECHARME PORQUE QUERÍAS TRANSMITIRLE TUS SENTIMIENTOS A AOI?! ¡ESTÁS MUERTO, PERO PUEDO OÍR TU VOZ CLARAMENTE! ¡SIN DUDA, PUEDO OÍR TUS PALABRAS!

Golpeó su pecho con violencia.

Hikaru estaba asombrado ante aquella declaración.

Con solo ver su expresión, podía percibirse el espíritu inquebrantable de Koremitsu.

Era una expresión que decía: ¿Realmente piensas rendirte así como así?

¿Acaso los sentimientos que mostraste al ver aquel album de fotos son tan poca cosa?

A pesar de que miraste a Aoi con tanta pasión en la sala de arte. ¿Puedes tratar los sentimientos que mostraste en aquel entonces como si no valiesen nada?

—¡¿ACASO AOI NO ES LA MUJER QUE AMAS?! ¡¿NO ME LO DIJISTE TÚ MISMO?! ¡NO ME DIGAS QUE FUE MENTIRA! ¡¿ACASO NO JURASTE DEJAR DE ENGAÑARLA Y ESTAR CON ELLA PARA SIEMPRE?! ¡¿NO ERAN MÁS QUE MENTIRAS!?

El rostro de Hikaru palideció, las comisuras de sus labios se curvaron.

Sonrió. Ya no era una sonrisa cálida, sino una sonrisa tensa que mostraba el dolor abrasador que le invadía en su interior.

No mentí. Siempre he amado a Aoi-san.

—En ese caso... tenemos que decírselo a Aoi, pase lo que pase. Aoi siempre ha pensado que nunca la amaste.


“Los sentimientos de Hikaru hacia mí son como estrellas cayendo del cielo; ¡no existen!”


La voz de Aoi hizo eco en su mente.

¿Cuáles eran las posibilidades de que cayese un meteorito? ¿Por qué pensaba de esa forma?

—¿ACASO NO DIJISTE QUE NO PODRÍAS ABANDONAR A UNA CHICA TRISTE? ¿QUE TENÍAS QUE REGAR TODA FLOR QUE SE ESTUVIESE MARCHITANDO? ¡ENTONCES DÍSELO, DILE A AOI CUÁNTO VALORAS LA PROMESA QUE HICISTE CON ELLA! ¡LE HARÉ LLEGAR TUS PALABRAS, TUS SENTIMIENTOS! TAN SOLO DÍ “POR FAVOR”, PORQUE SOMOS AMIGOS, ¡NO DESCANSARÉ HASTA HACERLE LLEGAR TUS SENTIMIENTOS! ¡SI AOI NO PUEDE LIMPIAR SUS LÁGRIMAS, USARÉ UN PAÑUELO PARA LIMPIARLAS EN TU LUGAR! ¡¿SIGUES PENSANDO DECIRME QUE “LO OLVIDE”?!

Gritó con todas sus fuerzas, su garganta se sentía como si estuviese a punto de estallar, y siguió hablando en su mente.

Dilo.

Tan solo di “por favor”.

Si te rindes así como así, Aoi jamás conocerá tus sentimientos.

Al no saber lo que sientes, se limitará a pensar que no la amas, y pensará que estaban comprometidos sólo porque así fue decidido.

La madre de Koremitsu había abandonado a su familia sin decir una sola palabra a su hijo.

Koremitsu nunca pudo entregarle un obsequio a su madre.

Pero Hikaru tenía algo que quería entregarle a Aoi.

Aoi tendría el privilegio de aceptar el obsequio de Hikaru.

Por eso, dímelo...

Hikaru cerró los labios con suavidad y frunció el ceño, mientras miraba a Koremitsu.

Sus ojos claros estaban llenos de amargura y angustia.

Aquellos labios temblorosos, profirieron unas palabras.


Por favor... Koremitsu.


Aquella línea fue suficiente para él.

Aquella noche, cuando Koremitsu se había marchado del apartamento, Hikaru le gritó al cielo pintado de negro que eran amigos, y a Koremitsu le invadió una sensación de alegría y vergüenza.

Esas simples palabras me permiten superar cualquier dificultad que pueda presentarse al momento de cumplir sus deseos.

Por favor.

Puedo aceptar esas palabras sin esperar nada a cambio.

Por el bien de un “amigo”, lo haré sin dudar.


—De acuerdo, ¡déjalo en mis manos!


Su pecho se llenó de alegría.

La felicidad se expandió desde el fondo de su estómago, y gritó mientras corría.


Honoka se encontraba recostada contra la pared del pasillo que llevaba a la azotea, sintiéndose extremadamente nerviosa.

Se saltó la clase y siguió a Koremitsu porque estaba preocupada por él.

Escuchó gritos al otro lado de la puerta.

¿Está discutiendo? ¿Con quién?

Justo cuando colocó su mano en la manilla de la puerta, una voz enérgica alcanzó sus oídos.


—De acuerdo, ¡déjalo en mis manos!


Los pasos se acercaron, y ella se escondió detrás de la puerta. La puerta se abrió, y un alegre Koremitsu salió a toda velocidad mientras su cabello rojo ondeaba con el viento.

¿Eh? Un momento, ¿qué está pasando?

Su rígido rostro lucía extremadamente triste cuando regresó de la enfermería, pero ahora, se veía radiante, como si una luz brillase directamente sobre él mientras corría como una bala.

El inolvidable cabello rojo, la confiable, pero imprudente actitud de un rey caprichoso, y aquella expresión de invencibilidad, causaron que su corazón latiese con fuerza.

Se sintió como aquel momento, la noche anterior, cuando se enamoró de una novela a primera vista.


Koremitsu bajó las escaleras a toda prisa, como un perro salvaje recién liberado.

Y atravesó el pasillo sin vacilación.

Parecía que le hubiesen crecido alas a sus pies, pues no se sentía cansado en lo absoluto.

Se llevó la mano al bolsillo.

Contenía el segundo regalo, que había comprado dos días atrás en el puesto de tickets.

Era primera vez que compraba algo así, y el encargado se sorprendió cuando, tragándose su vergüenza, dijo con voz ronca: “Por favor, deme dos”.

Lo que había tocado dentro de su bolsillo produjo un sonido similar al de una ola pequeña.

Aoi salía de la enfermería con ayuda de Asai.

Su pequeño rostro seguía pálido.

Quería contener las lágrimas mientras mordía sus labios y bajaba la cabeza.

Koremitsu la llamó.


—¡Aoi!


De inmediato, Aoi levantó la vista, sorprendida.

Asai se colocó frente a Aoi, evidentemente tratando de ocultarla, pero a Koremitsu no pareció importarle. Sacó el objetivo de su bolsillo y se lo entregó a Aoi.

—¡Este es el segundo obsequio!

Aoi lucía aún más sorprendida.

El sobre estaba arrugado, debido a que había permanecido en su bolsillo todo este tiempo. Lo posó en las manos de Aoi.

—¡Es un ticket para el parque temático! ¡Vayamos juntos el domingo!

Observó a Aoi, quien estaba paralizada, y habló con rapidez para hacer hincapié.

—¡Nos vemos a la 1 pm, en la estación cerca de la escuela! Es una promesa.

—Yo celebraré el cumpleaños de Aoi.

Asai habló con frialdad e intentó arrebatar el ticket de la mano de Aoi.

Pero Aoi lo sujetó con firmeza.

Ese hecho causó que la expresión de Asai se congelase.

Aoi se mordió los labios con evidente dolor, sin aclarar si iría o no.

Mientras miraba a los ojos de Aoi, Koremitsu le dedicó un asentimiento lleno de confianza.

—¡Te estaré esperando! ¡No lo dudes! ¡Tienes que venir, no importa qué! ¡Te entregaré los cinco regalos restantes!

Sujetando el ticket, las puntas de los dedos de Aoi se estremecieron ligeramente.

—No tienes por qué escucharlo, Aoi.

Asai sujetó la mano de Aoi y pasó al lado de Koremitsu.

Pero Aoi le lanzó una rígida mirada a Koremitsu.

—¡Si quieres saber lo que Hikaru sentía, tienes que venir! ¡Aoi!

Impactada, Aoi se estremecía mientras alternaba la mirada hacia adelante y hacia atrás.

Koremitsu observó cómo Aoi avanzaba cabizbaja, y le rogó en el fondo de su corazón.

Pase lo que pase, tienes que venir, Aoi. Tienes el privilegio de aceptar lo que Hikaru quiere entregarte.

Y a su vez, Hikaru...

Junto a Koremitsu, atrapado por la intensidad del momento, habló para sus adentros.


Estaré esperando, Aoi-san.


Notas[edit]

  1. Plato tradicional que consiste en tofu frito relleno de arroz avinagrado


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