Maru-MA Volumen 08 Capítulo 2

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Capítulo 2

—¡Esperen un minuto!

Stefan Fanberlain, el elegante caballero de cabello corto castaño con hebras de plata, que también se le apoda Fanfan, da un grito de sorpresa poco característico en él.

—Sr. Sizemore, es usted al que todos llaman “El Monstruo Marino”, ¿el terror de los mares al que temen todos los marineros?

—Oh, me avergüenza. De hecho, en la marina de Shin Makoku solo hay dos hombres que llevan el nombre Sizemore. Mi hermano menor y yo.

Se le llama “monstruo marino” más que nada por su cabello, o la falta de él, pero por supuesto que no puede mencionar eso. Aunque Sizemore es un hombre grande como un oso, es tímido y se avergüenza fácilmente. Pasa la mano fugazmente por su cabeza. Tristemente, lo único que puede sentir es la piel desnuda.

La amistad entre hombres a veces se da en circunstancias inesperadas.

Aunque uno es un comerciante internacional a través de todos los océanos, el otro pertenece a una raza que ha sido un viejo enemigo de los humanos. Es natural ponerse en guardia uno ante el otro. Sin embargo, esa sensación ya ha desaparecido.

—Entonces mi familia le debe mucho —dice Fanfan—. Durante la ultima guerra, un transporte de pasajeros fue hundido accidentalmente por una nave de guerra de Shimaron mientras cruzaba por aguas internacionales. Fue un accidente, pero hubieron muchas bajas civiles. El barco de guerra de Shimaron no cumplió con sus obligaciones de rescatar a los civiles... Fue de no creer. Incluso mi abuela hubiera estado entre las victimas, pero fue rescatada por su barco. Más tarde el apodo “Fanfan imposible de hundir” se hizo conocido por todos lados. Nuestra familia Fanberlain se ha vuelto invencible sin dudas en la dura competencia entre transportes marítimos. Mi abuela se llamaba Vancil Fanberlain. Es la esposa de Jefferson Fanberlain.

Sizemore hurga entre viejos recuerdos.

—Ah, si, recuerdo a la señora. Que coincidencia, es un mundo pequeño despues de todo.

—Luego de que complete su misión debería visitarnos. Mi abuela estaría encantada.

—¿Ella se encuentra bien? Me alegra oír eso.

—Todos los días se queja de que tiene que sobrellevar su vida como anciana. Pero siendo que he escuchado su historia muchísimas veces, Sr. Sizemore, parece que usted no ha cambiado ni un poco. Incluso su cabello es el mismo. ¿Es es eso común entre marineros?

—Umm--

La amistad entre hombres también puede destruirse cuando comienzan a prestar atención a las apariencias.

Mientras la competencia alcanza su clímax, Sizemore, Fanfan, Dacascos y el silencioso Chevallier van camino a robar la caja prohibida El Fin del Viento del templo adyacente a la arena. Es un plan realmente arriesgado.

Lady von Spitzberg Cäcilie, la ex Reina de Shin Makoku, y Flynn Gilbit, la esposa del anterior Señor de Caloria, Norman Gilbit, se quedan atrás y esperan en la sala VIP, dejando a los hombres solos para discutir los problemas con sus esposas e hijos hasta estar satisfechos. Eso es lo que uno esperaría.

—Oh, mi Cäcilie. Es tan maravillosa, es como una diosa del amor —ronronea Fanfan.

Aunque por alguna razón, Fanfan está alabando a Lady Cherie. Y además, ella no es una diosa, sino una mazoku.

Con diferencias de edad y también sin tener ningún parecido físico, Chevallier y Dacascos cargan la caja de madera cubierta por una tela verde para disfrazarla como un contenedor de bebidas heladas. Se supone que es la substituta de la caja prohibida. Una es el arma definitiva de suma brutalidad, El Fin del Viento, y la otra es una simple caja de madera hecha por un amateur durante un viaje en barco.

Cuanto más lo piensas, más peligroso parece el plan.

El cuero cabelludo del cobarde Dacascos se ha puesto seco de los nervios, pero todos los demás lucen calmados, especialmente Fanfan. Él no es un soldado acostumbrado a situaciones peligrosas, sino que es un comerciante acostumbrado a una vida libre de preocupaciones, y aun así no muestra ni un atisbo de nervios y continua hablando sin parar sobre su “hermosa amada”. Entonces Lady Cherie, la cazadora del amor, de verdad merece todos los halagos por haber logrado capturar a este valiente y útil hombre.

—En toda mi vida, nunca conocí a una dama tan pura y hermosa, rebosante de sabiduría y del mas tierno amor. Ella me ha enseñado lo que es el verdadero amor, ¡algo que nunca antes había sentido! Me arrepiento de no haberla conocido antes, ¡peor aun así soy la persona mas afortunada del mundo!

Pero el sería la cuarta persona mas afortunada en la vida de Lady Cherie.

—Había escuchado que las mujeres mazoku eran todas muy hermosas, pero estoy convencido de que ella es la mas hermosa de todas. Aunque continuo diciéndoselo, siempre cree que hay mujeres mas hermosas que ella. Al escuchar palabras tan humildes salir de sus labios rojos como capullos de rosa, no puedo evitar tocarlos. ¿Como puede existir un corazón tan puro en el mundo? Verdaderamente es una dama dotada de eterna juventud y modestia sin limites que no conoce la arrogancia.

Los halagos de Fanfan están fuera de control. Sizemore siente como si la urticaria se le extendiera por el lado derecho. ¿Modestia? ¿Madame Cherie?

—También escuché sobre otra lady de su país que es tan famosa como Cäcilie. Al parecer la gente tiene varios apodos para ella porque es tanto temida como respetada. La Demonio Roja, La Pesadilla de Shin Makoku, Lady Veneno Anissina. Debe haber un gran numero de hombres que han sucumbido a sus encantos.

Los ojos de Dacascos se llenan de lágrimas instintivamente.

Ella de verdad es un demonio, literalmente igual a su apodo.

—Escuché que tiene un conocimiento excepcional para la literatura y unas fuertes ansias de independencia. Que hombre afortunado, quien sea que pueda conseguir su mano en matrimonio.

¿Casado con Lady von Karbelnikoff Anissina? Tal vez es solo a causa de su propio miedo, pero Dacascos piensa que Su Excelencia Gwendal, que ha estado atado a Lady Anissina desde la infancia, es muy desafortunado. Mientras que Sizemore, que no ha tenido una probada del terror de la Demonio Roja, solo dice: —¿De verdad?

—La tercera lady... desafortunadamente falleció muy joven hace mucho tiempo. Se dice que en vez de ella, las tres mazokus más hermosas del reino ahora incluyen a cierta lady llamada Günter. ¿Saben algo sobre ella? Bueno, no importa lo hermosa que pueda ser, seguramente no puede compararse a mi brisa de primavera, mi hada dorada. Además, parece que esta lady, Günter, es bastante excéntrica. Se dice que se afeitó la cabeza y se unió a un templo, y tiene hábitos extraños como usar una máscara en público.

¡Cielos, la leyenda de Su Excelencia Günter se han esparcido hasta países extranjeros! Dacascos ya no puede detener las lágrimas. Puede que sea el polvo dentro del templo, pero ahora incluso su nariz gotea.

—Se dice que la fallecida lady era cercana a uno de los hijos de Cäcilie —dice Fanfan.

Una fuerte admiración surge en el interior de los dos soldados mazoku. Es increíble que Lady Cherie le haya dicho a su amante sobre su pasado. Aun puede ganar el corazón de uno de los pocos comerciantes ricos en Shimaron, a pesar del hecho de que es la madre de tres hijos. Merece totalmente su apodo, la Cazadora del Amor.

Dacascos no sabe sobre la relación entre el hijo de la ex reina y una de las tres bellezas principales de Shin Makoku, así que decide mantener la boca cerrada. Sin embargo el hombre más grande y con mayor rango, Sizemore, está mas familiarizado con los ex príncipes. Incluso interactuó con el tercer hijo, el ex príncipe rubio, hace unos días. Pero no tiene idea de cual de los tres tuvo una relación cercana con Lady von Wincott Susanna Julia.

—Si recuerdo bien, Lady Susanna Julia estaba comprometida con Su Excelencia von Grantz Adalbert. ¿Cómo pueden haberse esparcido rumores sobre ella y uno de los ex príncipes?

—¿Oh, de verdad? Pero puede que haya algo verdadero en los rumores. Mi adorable hada, su propia madre, me dijo que su segundo hijo, Lord Conrart, iba a casarse con Lady Susanna Julia luego de que terminara la guerra.

—¿Cómo? ¿Lord Weller y Lady Susanna Julia estaban en una relación?

Lord Weller siempre ha sido popular con las mujeres, sea como un valiente y confiado soldado durante la guerra, o como el hombre sereno luego de ella. Es verdad que su popularidad con las mujeres es envidiable, pero Sizemore nunca hubiera pensado que él fuera alguien capaz de robar la enamorada de otro hombre.

—Lord Weller y Lady Susanna Julia... Ah, de verdad que no se puede juzgar a un libro por su tapa...

—¿No es eso bien sabido en su país? Un matrimonio entre ellos dos hubiera hecho historia. No sucede todos los días que dos nombres de tal importancia se unan en matrimonio.

—Oh... ah...

Cielos, que gran interés que tiene Fanfan sobre los chismes de un país extranjero. Sizemore no puede entenderlo. Por supuesto que los detalles íntimos de la vida romántica de las personas son intrigantes, pero discutir sus vidas privadas es muy indecente y desconsiderado.

—Cuando oí su nombre lo entendí de inmediato. De seguro conocen a su padre, ¿Dunheely Weller? —pregunta Fanfan.

—El primer Lord de Ruttenberg —dice Sizemore.

—Su posición en su país puede que no fuera la de un rey, pero para la gente de este lugar él se ha convertido en una leyenda.

—Cierto, era verdaderamente popular con las mujeres.

Fanfan hecha un vistazo hacia el mazoku adulto, con una expresión como si quisiera aclararle todo.

—No, esto no es sobre su vida amorosa. Dunheely Weller, hijo de Glenn Gordon Weller, fue un descendiente de los tres famosos reyes del continente. Ha sido grabado en la historia. Las dos marcas también estaban tatuadas en su brazo. Luego de su expulsión de Shimaron, los oficiales anunciaron que su linaje real estaba extinto. Aunque por supuesto hubieron rumores de que tuvo un hijo al otro lado del mar y volvió al reino sin ser detectado. Nadie pudo verificar la credibilidad de esos rumores, pero como resultaba una amenaza para la familia real de Dai Shimaron, siempre han buscado su paradero.

—¿El padre de Lord Weller poseía el linaje de los reyes de Shimaron? ¿Sabía Madame Cherie sobre esto?

—Bueno, es posible que Cäcilie no lo supiera. Dunheely Weller no revelaría su verdadera identidad sin cuidado. Sus antepasados se vieron forzados a cambiarse el nombre y solo lograron sobrevivir como prisioneros. Weller es solo parte del nombre original de la familia. Pero el hecho de que este hombre legendario tuvo un hijo con una mazoku, y si ese hijo se hubiera casado con Lady Susanna Julia, una descendiente de los Wincott, entonces...

—¿Entonces qué?

Sizemore traga, imaginando que suceden cosas terribles. Tal vez los mares se tornarían rojos, tal vez el agua marina herviría de repente. En toda situación, su primer idea siempre será sobre el mar.

—Países enteros se sacudirían.

—¿Te refieres al océano?

Fanfan, poniendo su “irresistible” sonrisa que ha comprobado ser invencible durante las negociaciones, responde casualmente:

—¿El océano? ¿Acaso no se mueven siempre...?

En ese mismo instante, los ensordecedores clamores que provienen desde abajo en la arena interrumpen la conversación. No tienen idea de que la mismísima persona de la cual hablan, Lord Weller Conrart, ha entrado a la arena como el tercer participante del lado enemigo, mucho menos que va a pelear contra su propio Lord, al cual una vez juró servir, o que el encuentro ha sido detenido.

—En tiempos antiguos, la familia Wincott reinó sobre la parte Sur de este continente. Hasta la batalla contra los soushus, los gobernantes Wincott fueron conocidos por ser amados y respetados por el pueblo. Si un descendiente de los Wincott y una persona que lleva la sangre de los tres reyes se unieran en matrimonio, y si un niño naciera de esta unión, entonces se convertiría en la esperanza definitiva para todas las fuerzas clandestinas anti Shimaron, el líder ideal por el que estaban esperando. Solo de imaginar todo eso ya me siento emocionado. ¿No seria genial?

Si Lord Weller Conrart y Lady Susanna Julia se hubiera casado, ¿su hijo se hubiera convertido en el líder de las fuerzas anti Shimaron?

Para alguien que solo puede pensar en los diferentes estados del mar, ya sea sereno o ventoso, Sizemore hace rato perdió el hilo de la historia. Puede que Fanfan haya tomado su silencio como muestra de estar de acuerdo, siendo que continua alegremente:

—Y por sobre todo, además de ser extraordinario en todos los otros aspectos, ese niño seria una belleza inigualable sin duda alguna, siendo que sus padres serian el nieto del hombre más apuesto del continente, Glenn Gordon Weller, y una de las tres bellezas de Shin Makoku.

—Espera...

Dacascos, cargando la caja detrás de ellos, pregunta con dudas:

—¿Puede ser que esté confundiendo a las tres ladies mazoku mas fuertes con las tres bellezas?

Sin embargo, el prisionero del amor no escucha estas palabras, ya que pasa a discutir sobre la siguiente belleza.

—Hablando de belleza, escuché que el sentido de la estética de los mazoku ha sido completamente cambiado desde las bases gracias a su nuevo líder. Realmente me gustaría ver a esa persona por mi mismo alguna vez.

—Probablemente nuestra Majestad está peleando en la arena justo bajo nosotros.

—¿De verdad? Debe ser una reina verdaderamente valiente. Pero estoy seguro de que no se puede comparar a mi Cäcilie de voz suave y dulce como una pequeña avecilla dorada.

Sizemore se siente con ganas de rascarse el lado derecho hasta que sangre. Mientras tanto, Dacascos memoriza todas esas hermosas palabras para luego poder usarlas al halagar a su esposa. “Tu dulce voz suena como cientos de grillos y escarabajos...”.

Tras ascender por dos escaleras estrechas, el grupo alcanza el ultimo piso prohibido para la mayoría. Durante el camino sobornaron a tres guardias con una botella de vino y a cuatro soldados con dinero.

—Parece que esto no es mas que un depósito. ¿De verdad está aquí la caja? —se pregunta Dacascos.

—No puede ser. La habitación ni siquiera está bien resguardada. Tenemos que continuar y estar preparados para pelear —dice Fanfan.

Sizemore arruga la nariz mientras olfatea el aire húmedo.

—Pero ya llegamos arriba de todo. No parece que haya una escalera para seguir subiendo.

—No, no. Hacia arriba no. ¡Mira, aquí!

Fanfan está en una esquina apuntando hacia una pequeña puerta al final del pasillo. Luce como una simple puerta de una casa común, pero hay cinco guardias parados frente a ella. Eso es obviamente una pista, hay que recalcar.

—Desde aquí la escalera baja de nuevo porque la sala del tesoro se encuentra en el sótano —dice Fanfan—. En esa habitación se guardan toda clase de raros tesoros, una colección de objetos preciosos de todo el mundo.

Sizemore gruñe audiblemente. ¿Subir hasta arriba de todo solo para bajar hasta el sótano? Eso no le pasaría en el mar.



De repente un sonido metálico resuena con fuerza, como si una enorme cubeta de metal hubiera caído al suelo.

—¡Su Majestad!

—¡Yuuri!

—¡Shibuya!

Gracias por llamarme de todas las maneras posibles.

Volteo a ver hacia nuestra sala de descanso. Una reja de metal ha caído justo frente a nuestras bancas y mis compañeros de equipo se encuentran de repente tras las rejas completamente separados de la arena. Sosteniendo los gruesos barrotes de metal, los tres gritan:

—¿Por qué somos el único equipo encerrado?

Uno de los réferis coloca las manos en sus caderas para parecer mas imponente.

—Para prevenir que irrumpan a la fuerza en la arena.

—¡Pero eso no es justo! De ser así, el otro equipo también tendría que...

Nadie se está moviendo en el otro equipo. Despues de todo solo queda un soldado en el área de descanso del equipo de Dai Shimaron que parece deprimido por haber perdido antes. En nuestro lado, contrastando con eso, mis compañeros sacuden los barrotes de metal con todas sus fuerzas y hacen escándalo.

—¡Su Majestad! ¡No intente nada tonto, por favor regrese!

—¡Así es, Yuuri! ¡No seas estúpido!

—¡Shibuya, no hagas ninguna tontería!

—¡Ahora están siendo rudos! Están hablando como si de verdad fuera estúpido... ¡Woa! ¡Woa!

De repente el piso bajo mis pies tiembla. Una plataforma circular del tamaño de un ring de sumo comienza a elevarse del piso. Parados conmigo en esa plataforma están Adalbert y el réferi de la barba tupida que se encuentran a pocos pasos de mi. Mientras tanto, Conrad erra por un solo paso aunque estaba parado justo al lado mio. Intenta agarrarse del borde de la plataforma para saltar y casi lo logra, pero el otro réferi toma su uniforme y lo jala hacia atrás.

—¡Suéltame! —grita Conrad.

—De ninguna manera. La apelación del segundo participante era justificada. En este encuentro, el segundo competidor de Dai Shimaron enfrentará al tercer competidor de Caloria. Para proteger nuestro prestigio debemos seguir las reglas.

—Pero si Su Majestad tiene que pelear contra ese tipo, no saldrá simplemente herido...

Dando la espalda al réferi que tiene cara de poker, Conrad me mira desesperadamente. Mientras tanto, la plataforma ya se ha elevado más arriba de su cabeza.

—Te matará... Yuuri, dame tu mano.

—El encuentro dura hasta que uno de los participantes esté incapacitado. Incluso si uno de ellos pierde la vida durante la batalla, eso no va en contra de las reglas.

¡Pero que reconfortante!

Es verdad que el Jugador de Fútbol Americano es un poderoso enemigo. Pero al menos hay una ventaja en pelear contra él comparado a pelear contra Conrad: No voy a dudar en usar toda mi fuerza para golpearlo entre las piernas.

—¡Bueno, aquí vamos! —grito—. ¡Mi pie izquierdo está listo para patear!

—Que valiente, aunque igual resulta un tanto forzado.

—No importa si gano o no. Al menos seré capaz de lastimarte. Despues de todo, incluso tu tienes la misma debilidad que todos los hombres tenemos.

—Si, excepto que...

Adalbert coloca su mano en su entrepierna y golpea con firmeza con su puño. Suena como si golpeara madera.

—Es uno de mis principios, mi niño. Nunca comiences una pelea sin usar protector.

—¿Queeé?

¡Ahí se va por el caño mi hermoso plan!

Desde atrás de las barras, Murata me grita a todo pulmón. Esta actitud es muy diferente a su calma usual, de repente me siento intranquilo.

—¡Shibuya! ¡Ya es suficiente, ríndete! Es demasiado peligroso.

Para alguien que solo ha peleado en video juegos y que solo ha tenido unas horas de practica de kendo durante las clases de gimnasia, mi fuerza de seguro es mucho menor que la de este luchador musculoso. Luce como el luchador Big Show, mientras que yo parezco un palo de madera. Si me pega, seria un knock-out instantáneo. Además, si tan solo doy un paso en falso más allá del borde, caeré de la plataforma y también será un Game Over para mi. Miro de lado para confirmar. Ciertamente la plataforma ahora tiene una altura de un edificio de tres pisos.

¿Cual será mi fin? ¿Moriré bajo el arma de Adalbert? ¿O caeré hacia la muerte?

—Sr. Réferi, debo hablar con usted urgentemente, —digo.

—¿Si?

—Eee...

Dada la situación actual, me gustaría retirarme. Esas palabras llegan a la punta de mi lengua pero no pueden salir mientras observo la cara de desconfianza de Adalbert.

—¿Qué pasa, representante de Caloria? ¿Quieres terminar este juego de forma tan aburrida? Pensé que eras un hombre, por eso es que propuse un enfrentamiento justo y equitativo. Pero si prefieres actuar como una tímida niñita y acobardarte, oh, eso seria muy decepcionante.

Sus palabras me enojan y casi retruco con un lenguaje igual de insultante. ¡No, no, no! No debo seguirle el juego. Solo quiere que pierda el temperamento para poder arruinar mi plan.

Es verdad que soy el representante de Caloria, pero he cumplido con todas mis obligaciones hacia el pueblo como Norman Gilbit. Ellos entenderían y estarían felices de recibirme a la vuelta. Seré capaz de ver a los niños que me despidieron con alegría y decirles que dimos lo mejor de nosotros. Perder en la batalla final sería muy lamentable, pero aun podría mantener la frente en alto y decir que pusimos todo nuestro esfuerzo. Sin embargo, ¿de verdad podría retirarme ahora?

—Yuuri, no te preocupes —me llama Wolfram—. ¡No te llamaré novato si te retiras!

—¡Shibuya, escucha a tu prometido! —grita Murata—. ¡Nadie te echará la culpa, lo prometo! ¡Cuando volvamos a Japón te invitare a comer costillas de cerdo asadas! ¡Así que retírate! ¡Ya has peleado lo suficiente!

¿De verdad lo he hecho? ¿Hice lo mejor que pude en esta pelea?

Hecha esta pregunta, solo yo puedo responderla. Hasta ahora no he peleado para nada, menos aun dado lo mejor de mi. Estoy permitiéndome dejar vencer antes de siquiera levantar un dedo. ¿Podría hacer eso? ¿Quiero terminar con esto de este modo?

—Sr. Réferi, me gustaría preguntar...

El Sr. Barba Tupida espera pacientemente a que termine. De hecho es bastante simple, solo tengo que decir una frase. Dada la situación actual, me gustaría retirarme. Y sí digo algo, pero mientras me escucho a mi mismo suena como una conversación durante una inspección matutina.

—¿Qué usa para afeitarse?

—¿Eh? Uso la navaja que viene con los insumos militares normales.

Me levanto lentamente de mi posición arrodillado. El viento con nieve que golpea mi rostro se ha vuelto considerablemente más frío.

Adalbert tuerce sus labios desdeñosamente.

—¿Bueno, y ahora? ¿Cambiaste de parecer?

—No cambie de idea. Solo me preparé mentalmente.

Si no pusiera todo mi esfuerzo en esta pelea, no seria capaz de mirar a los niños a los ojos.

—Un hombre, más allá del resultado, debe enfrentar sus desafíos sin rodeos. Ah, por supuesto que eso aplica a mujeres también.

Los frutos del lavado de cerebro de Lady von Karbelnikoff se manifiestan incluso ahora.

—¡Y aun no es seguro que vaya a perder contra ti! Todo puede pasar durante las peleas en el ring. Nada es imposible. ¿No hay un dicho que dice “La fuerza se esconde en la debilidad...”?

—¡Shibuya, eso no es lucha libre, es judo!

Que mal, ya hay incongruencias en mis argumentos.

El publico comienza a clamar. No les importan las preocupaciones de Conrad o las del equipo de Caloria. La atmósfera se vuelve tan acalorada que la nieve se derrite en el aire antes de tocar el suelo.

Von Grantz Adalbert baja su poderosa espada del hombro. A la luz de las antorchas alrededor de nosotros, la larga y gruesa hoja brilla amenazadoramente. Para compenetrarme, agito mi bat de metal hacia atrás y adelante. Me siento un poquito mas confiado en mi arma. Mientras, Conrad intenta desesperadamente hablarme desde abajo.

—Su Majestad, por favor no sea insensato. ¡Su bat no tiene oportunidad contra su espada!

—¡Eres el ultimo que debería darme consejos! ¡Sería mejor que arreglaras tus propios problemas primero!

Todos a la vez en el público contiene el aliento de repente. Durante un instante, un completo silencio se apodera del estadio completo. Adalbert carga hacia el frente a la velocidad de un rayo y blande su poderosa espada hacia mi. Instintivamente, mi cuerpo se echa hacia la izquierda. Una fuerte ráfaga de viento pasa golpeando mi mejilla derecha. Se que he escapado de la hoja por un pelo.

Pierdo el equilibrio y tengo que apoyar una rodilla en el suelo. Aferro el bat con ambas manos y lo levanto sobre mi cabeza justo a tiempo para bloquear un golpe descendente de Adalbert. Es un milagro que haya sobrevivido al ataque, todos mis dedos se entumecen inmediatamente. La fuerza del impacto que se esparce hasta mis muñecas, mis codos y mis hombros es tan fuerte que siento como si mis articulaciones se dislocaran. Siguiendo el sonido ensordecedor del metal chocando contra metal, mis fosas nasales se llenan de un leve olor a quemado.

—Tan suertudo como siempre —dice Adalbert sonriendo.

—Si tu lo dices —respondo.

Adalbert se acerca a mirarme. A diferencia de los ojos sin emociones de Nigel Weisz Maxine, sus ojos azules están llenos de placer. ¿Está contento de tener la oportunidad para eliminarme con su propia espada?

—Si nunca pudieras regresar a tu país... ¿cómo se sentirían los mazoku? ¿No seria una terrible deshonra para ellos si su joven rey es asesinado en tierras humanas?

Sudor frío cae por mi columna. Ahora puedo ver cuales son sus verdaderas intenciones. No desea nada más que yo muera, porque quiere ver a Shin Makoku entrar en caos luego de mi muerte. Esa es la razón por la cual se unió al ejercito de Dai Shimaron y sirve al rey humano.

—¡No dejaré que consigas lo que quieres!

Empujo hacia su espada a un lado con todas mis fuerzas. Doy un gran paso hacia atrás y de repente siento que no hay nada bajo mis pies. ¡Que peligro! Casi me olvido que el estadio está elevado.

—¡Cuidado, chico! Ningunos de los dos queremos que la pelea tenga un final tan espectacular.

—Dices eso, pero se que no quieres nada más que caiga hacia mi muerte. Despues de todo, nadie quiere ensuciarse las manos.

Uno de mis amigos me grita que no me deje provocar por él. ¿Qué más puedo hacer? Despues de todo es la única estrategia que tengo. Quiero pensar en algo de que hablar para distraerlo de que me ataque. ¿Tal vez pueda discutir sobre menús de comida para arruinar su concentración? No se si funcionará con alguien que no es un jugador de béisbol, ¡pero no lo sabes hasta que lo intentas!

—Como sea, ¿qué comiste ayer para la cena?

—Probablemente carne.

Mientras pregunto, avanzo rápidamente tomando la iniciativa de atacar primero. Pero como era de esperarse, él desbarata mi golpe, convirtiendo la ofensiva en un concurso de fuerza.

—¡Rayos! ¡Incluso tienes mejor comida que nosotros!

—¡Tan solo eres un joven rey, ¿quien te dijo que fueras de expedición a estas tierras?! ¡Si te hubieras quedado en tu linda y cálida habitación en tu castillo, podrías haber llenado tu estomago con cualquier sofisticada comida o fino vino que quisieras!

Murata me grita inquieto, alzando la voz un poco al final.

—¡Cuidado, Shibuya! ¡A la derecha, la derecha! ¡No, la otra derecha!

No hay manera de que pueda seguir tus instrucciones, de otro modo hubiera sido mejor que controlaras la situación tu mismo.

En ese momento, la figura del réferi entra en mi campo de visión. Aunque él está a la misma peligrosa altura, aun así puede saltar habilidosamente por el lugar y evitar los ataques entre los competidores. De verdad se merece su rango como réferi internacional. Es genial, así como su barba. Aunque, mientras estaba distraído, pierdo visión de la espada de mi oponente por un segundo. Al momento siguiente solo puedo ver la hoja plateada brillante yendo directo hacia mi pecho. Casi puedo escuchar cuatro voces quedarse sin aliento aunque estén muy lejos de mi.

—¡Oh, no!

Por suerte, en ese mismo momento el estadio comienza a temblar y cuando pierdo el balance caigo sobre una rodilla. La hoja plateada completa su arco justo frente a mi nariz. Fuerzo mis pantorrillas y me pongo de pie inmediatamente, pero esta vez es paisaje no deja de temblar. Somos completamente rodeados por las cabezas marrones de los espectadores animando y agitando sus puños. Cuando miro alrededor, descubro que todo el estadio se mueve lentamente.

—¿Por qué gira el estadio?

Sin embargo, no es el estadio lo que se mueve, sino la arena sobre la que estamos. Nuestra plataforma rota a la velocidad de la segunda manecilla de un reloj. ¡¿Qué pasa?! ¿La plataforma ya era alta y peligrosa, ahora la hacen girar también?

Es la batalla final, aun asi no es mas que un show barato. El publico ciertamente se divierte, ya que ahora pueden ver la batalla desde todos los ángulos. Pero la plataforma elevada y giratoria me está haciendo marear. Afortunadamente, incluso Adalbert frunce el ceño y se arrodilla sin decir una palabra. Cuando nuestros ojos se encuentran, él chasquea la lengua y usando su arma como apoyo se levanta de nuevo gateando tranquilamente. Aparentemente, sus piernas también se sienten temblorosas.

—Vaya , vaya , no te ves muy bien —me burlo de él.

—¿No te pasa lo mismo?

¡Bueno, mala suerte! Estoy acostumbrado a los mareos causados por rotaciones. Hace dos años cuando me uní al equipo de béisbol, teníamos que hacer un extraño ejercicio casi todos los días: sostener el bat verticalmente en el piso, apoyar la frente contra el mango, girar diez veces, e inmediatamente caminar hacia adelante. Uno estaba tan mareado que era difícil caminar derecho. Hasta ahora nunca entendí en que nos beneficiaria ese ejercicio. ¿Puede que solo fuera una broma de los senior?

—Apoyar la frente en el bat, girar diez veces y aun así ser capaz de golpear el objetivo, ¡eso es algo que solo yo podía hacer!

Estoy alardeando sobre algo que nadie de los presentes puede entender.

Meto el bat de metal entre las piernas de mi oponente haciéndolo caer. Mi primer acierto del día. Apoyado sobre sus manos intenta recuperarse. Ahora solo necesito golpear hacia abajo con mi arma sobre él, y la batalla estará decidida. Solo dos pasos y medio hacia adelante y un golpe fuerte sobre su cabeza, entonces todo habrá terminado, ¡y yo habré ganado! Tal vez algo de su cerebro salpique un poco, pero sería tan fácil como cambiarme la ropa, así que debería estar bien. Ese es el problema de usar un bat como arma, no existe termino medio para negociar. Debería haber escuchado el consejo de Wolfram y haber elegido una espada. Si solo pudiera apuntar mi espada hacia él, sería capaz de hacerle rendir.

Aunque todos esos pensamientos se arremolinan en mi mete durante un segundo, simplemente me quedo parado frente a Adalbert preparado para agitar mi bat. Solo un golpe y debería terminar todo. No, no necesito aplastar su cráneo, solo tengo que parar en el momento justo para noquearlo y el réferi aun así debería declararme ganador. Solo tengo que parar en el momento correcto...

—¡Ay!

Adalbert ha notado mis dudas y me patea con todas sus fuerzas con su pie libre sobre los dedos. Jadeo un grito y me tambaleo hacia adelante. Adalbert me toma por el cuello rápidamente y siento el frío metal presionando contra mi garganta.



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—Gracias, chico. Me ahorraste tener que perseguirte en esta cosa giratoria.

—Ah... ¡ay!

—Eso duele, ¿eh? Incluso estás sangrando, ¡pobrecito! —dice Adalbert sarcásticamente.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensan. La hoja está justo bajo mi barbilla. ¿Cómo se sentirá que me corten la garganta? ¿Qué muerte sería mejor? ¿Una arteria carótida cortada o una garganta cortada?

Suelto mi arma e intento liberarme usando las manos. Pero no tengo chances contra su fuerza. Su agarre alrededor de mi cuello es tan apretado que incluso la fuerza de cincuenta autos combinados no serian capaces de liberarme.

En este momento puedo sentir la temperatura corporal del hombre detrás de mi, mientras que frente a mi solo golpean el viento congelado y la nieve contra mi rostro. Aunque me encuentro en tal estado de emergencia, el único pensamiento en mi mente es que la diferencia de temperatura me hará pescar un resfriado. De repente no siento nada bajo los pies. Adalbert me arrastra hasta el borde de la plataforma y me deja colgando.

—Podría simplemente soltarte —amenaza.

Antes aun continuaba intentando patear con mis piernas libres. Pero al escuchar su amenaza, inmediatamente dejo de resistirme. Mi garganta está tan seca y arde tanto que no puedo hacer ni un sonido. La plataforma continua girando. Lentamente sale a la vista nuestra área de descanso. Wolf, Murata y Josak continúan apretando las barras y gritando. Sin embargo, gracias a un sonido susurrante en mis oídos no puedo entender que es lo que mis camaradas intentan decirme.

Ahí está de nuevo, el molesto silbido en los oídos. No es nuevo para mi. Mi experiencia me dice que mi consciencia continuará menguando y comenzaré a oír la reconfortante voz de una mujer. Y entonces seré invencible. Solo un poco mas, un poco más...

—¡Su Majestad!

Ese es Conrad. Su voz suena inusualmente desesperada.

—¡Se lo ruego, por favor ríndase ahora! ¡Él realmente podría hacerlo! ¡Adalbert podría tomar su vida!

Si pudiera hablar o detener mis poderes mágicos, entonces lo hubiera hecho. Pero la situación va más allá de mi control y pronto esa persona comenzará a hablarme al oído despertando fuerzas desconocidas en mi cuerpo. Tal vez entonces algo pasará y revertirá nuestra situación.

Pero durante largo rato, nada sucede.

—Es casi incapaz de pelear —murmura suavemente Adalbert. Probablemente pensando que ya no puedo oírlo.

Si en este momento caigo a mi muerte, ¿que pasará con los esfuerzos de todos hasta ahora? ¿Será todo para nada? No seré capaz de hacer un pedido a favor de Caloria, ni reclamar la caja maligna. Es el final. Este es el final.

Miro hacia el cielo e intento sacar un sonido de mi garganta. Mi voz es tan ronca que ni siquiera es una palabra decente. Aun así, grito hacia las incontables luces blancas que caen, aunque no puedo decir si son copos de nieve o estrellas.

¡Vamos, necesito mi poder! ¡Ahora, ahora, ahora es el momento! ¡Aquí! ¡Debo ganar esta pelea! Aun no llega la voz de la mujer que susurra. Desesperado, miro hacia abajo y veo un par de ojos que son tan negros como los míos: Murata. Consciente de mi contacto visual, Murata escuetamente dice “no” y se tapa la cara rápidamente.

—No, Shibuya —murmura—. No lo hagas. Es demasiado peligroso.

¡¿Peligroso para quien?! ¿Para mi? ¿O para le gente del estadio?

De repente soy succionado en un vórtice de oscuridad. La oscuridad se esparce rápidamente, rodeando todo alrededor, como si fuera a tragarse el mundo entero. Un viento helado continua golpeándome en la cara, el pecho y las piernas. Y entonces mi cuerpo se siente como si se sumergiera, cayendo dentro de un túnel completamente negro a una velocidad increíble.

Es diferente a la usual y apacible bruma blanca que he experimentado anteriormente. Y no hay música.



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