Spice & Wolf ~Versión Española~: V03 Cap 02

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Esta traducción ha sido realizada a partir de la versión inglesa de esta misma página (enlace) realizada por Judgment26.

Estado[edit]

Traducido por Sergio Campos Jurado 12:21 11/09/08

Corregido por FNX 17:05 21/09/08

Traducción y corrección iniciales terminadas.

Listo para leer y disfrutar.

Capítulo 02[edit]

Es sabido, que incluso sumido en las peores circunstancias, un comerciante será capaz de dormir por la noche.

Y aunque Lawrence había estado recapacitando en todo momento si Horo se iría o no, cuando quiso darse cuenta, el sonido de los pájaros cantando que apenas entraba por la ventana le despertó.

Lawrence no era de los que se dejaban llevar y saltaban de la cama impulsivamente, pero cuando se atrevió a mirar la cama de al lado y comprobó que Horo seguía ahí, no pudo sino dejar escapar un suspiro de tranquilidad.

Lawrence se levantó de la cama, abrió la ventana, y se asomó fuera. Aunque de por sí hacia frío dentro, el aire matinal lo era incluso más. El aliento que expulsaba de su boca era más blanco que la propia niebla.

Pero en realidad, el cielo estaba despejado y brillante, era una mañana bastante buena.

La gente había empezado a aparecer en la gran calle que había frente a la posada. Mientras Lawrence observaba los mercaderes locales, que se levantaban incluso antes que los madrugadores vendedores ambulantes, realizó un recordatorio mental de la agenda de ese día antes de soltar un "Perfecto" para automotivarse.

No pensó que fuera totalmente para arreglar el fallo de la noche anterior, sino para disfrutar por completo del festival que empezaría al día siguiente con Horo, lo mejor era que se encargara de los asuntos menos importantes hoy mismo.

"Lo primero que debo hacer es vender los clavos que traje de Rubinhagen," pensó Lawrence mientras se alejaba de la ventana.

Aunque había sido capaz de dormir con ello, Lawrence aún se sentía un poco incómodo, aun con eso intentó despertar a su compañera que todavía estaba durmiendo profundamente, y con esa idea fue hacia su cama. Conforme empezó a hacerlo, se extrañó.

Acostumbrado a que Horo durmiera hasta el mediodía como un aristócrata, Lawrence no se preocupó mucho por el hecho de que todavía siguiera durmiendo, pero se dio cuenta de algo.

Horo no estaba roncando despreocupadamente como solía hacer.

"No puede ser..." pensó Lawrence mientras alargaba su mano. Horo pareció darse cuenta. Y sus mantas que la cubrían la delataron.

Lawrence levantó las mantas suavemente.

Y dejo escapar un suspiro.

La cara de Horo apareció de entre las mantas, con una expresión aún más tierna que la de un gatito abandonado.

"¿Cogiste otra resaca?"

Lawrence imaginaba que era demasiado doloroso para Horo mover su cabeza al ver que sólo respondió moviendo lentamente sus orejas.

Lawrence estaba deseando decir cualquier cosa para regañar a Horo, pero recordando lo ocurrido en la noche anterior, se tragó sus palabras. De todas formas, no creía que le prestara demasiada atención.

"Prepararé una jarra de agua para más tarde, y un cubo por si acaso. Sé buena y duerme."

Lawrence intencionalmente remarcó las palabras "sé buena," aunque Horo sólo era capaz de responder moviendo sus orejas lentamente.

Incluso si lo dijera miles de veces, sería imposible para Horo ser buena y hacer lo que él dijera. Pero, viendo como estaba sufriendo, parecía improbable que se atreviera a salir sola. Además, tampoco sería capaz de coger sus cosas e irse mientras Lawrence no estuviera. Pensando esto, Lawrence se tranquilizó un poco.

Por supuesto, Lawrence había considerado que todo esto fuera un simple montaje de Horo, pero sin importar lo bien que le saliera, era imposible que tras todo lo que bebió ayer no tuviera una verdadera resaca.

Y tras sopesar atentamente todo esto. Sin decirle nada más, y sin hacer mucho ruido preparó sus cosas para salir. Cuando estaba todo preparado de nuevo se acercó a Horo, que no podía ni girarse, y le dijo:

"El festival no empieza realmente hasta mañana. No te preocupes."

La cara apenas viva y sin fuerzas de Horo, que parecía sufrir más allá de lo imaginable, oyendo esto se mostró algo más tranquila. Viendo esto, Lawrence no pudo evitar reírse.

Para Horo parecía que el festival fuera mucho más importante que el sufrimiento de una resaca.

"Volveré por el medio día."

Horo no reaccionó ante esto; parecía que no le importaba en lo más mínimo.

Lawrence sólo podía sonreír forzadamente a semejante reacción. Justo ahora, Horo abrió sus ojos poco a poco, y una sonrisa apareció de la comisura de sus labios.

Horo parecía haber deseado hacerlo intencionalmente.

Lawrence se encogió de hombros antes de volver a tapar a Horo con las mantas. Estaba seguro de que ella se estaría riendo debajo de ellas.

Incluso si se estuviera riendo de él, parecía como si la discusión del día anterior se hubiera olvidado, con lo que Lawrence pudo sentir cierta relajación. Antes de irse, Lawrence volvió a mirar hacia ella una vez más. La parte de la cola que salía de las mantas se balanceó dos veces, como despidiéndose.

"Supongo que le compraré un buen desayuno cuando vuelva,"

Pensó mientras cerraba la puerta.




Por norma, el gobernador de cualquier pueblo no aceptaba que la gente realizara ventas antes de que la campana sonara marcando la apertura del mercado; esto era también especialmente cierto para los negocios que se hicieran en el propio mercado.

Aunque claro, dependiendo de si era alguna situación especial, esta regla no se seguía tan estrictamente.

En Kumerson, mientras se celebrará la feria, para balancear los accesos en masa seguidos de la apertura, algunos eran hasta casi animados a no seguir este horario.

Como resultado, incluso siendo tan temprano, que apenas estaba a empezando a asomar el sol desde detrás de los edificios, un gran número de mercaderes ya estaban trabajando en la plaza del mercado, la cual se extendía a casi toda la plaza sur de Kumerson.

En el interior del mercado se podían ver cajas de madera y montones de sacos en todas las esquinas, al igual que cerdos, gallinas y cualquier otro tipo de animal para comerciar atados en pequeñas zonas situadas entre las mercancías y el puesto de venta. Además, debido al hecho que de esta región era tan lejana al mar, Kumerson era el pueblo con mayor exportación de pescado, y se notaba en que se encontraba hasta pescado vivo nadando en grandes barriles parecidos a los que había visto en los carros de Amati el día anterior.

De la misma manera en que Horo sería incapaz de calmarse al ver tantos puestos de comida, Lawrence se había animado al ver tal variedad de mercancías.

¿Cuánto podría ganar llevando tal objeto a tal ciudad? Si hay tanto stock de algo, quiere decir que en algún lugar ha habido sobreproducción, ¿por lo que el precio debe ser menor allí? Pensamientos como estos llenaban la mente de Lawrence.

Cuando Lawrence se convirtió en un vendedor ambulante, debido a que no conocía nada de los precios de varios objetos, casi lo único que podía hacer era ir de un lado a otro en el mercado. Ahora, sin embargo, era capaz de entender el sistema de precios en muchos productos casi sin pensarlo.

Una vez que el comerciante ha entendido completamente la red de relaciones de los productos, se convierte en un alquimista, capaz de sacar ganancias de cualquier cosa aprovechándose de esta red de relaciones.

Lawrence no pudo evitar sentir cierta vanidad tras una descripción que sonaba tan bien, pero pronto se acordó de su fallo en Rubinhagen, envolviéndole una sonrisa forzada.

Intentar abarcar todo avariciosamente a menudo llevaba a grandes equivocaciones.

Respirando hondo para serenarse, Lawrence volvió a dirigir su carro hacia el mercado. El puesto de venta al que llegó finalmente se encontraba haciendo negocios como cualquier otro aunque no hubieran dado la señal. El dueño del puesto solía ser un vendedor ambulante como Lawrence, y tan sólo era un año mayor que Lawrence. Como fuera, ahora poseía un puesto en el mercado que hasta tenía techo. Y aunque no fuera un puesto demasiado grande, era, y Lawrence estaba totalmente seguro, un verdadero y bien asentado vendedor de trigo. En lo referente a este punto, tanto el dueño como el resto de personas lo consideraban sólo posible gracias a la bendición de la diosa suerte. Pero, sin importar como fuere, cumplía con la característica que definía a los comerciantes de los pueblos de esta región, tener la barba cuidada de forma que sus caras tuvieran forma cuadrada, y el dueño de este puesto cumplía totalmente con esta norma.

En el momento que vio a Lawrence, el vendedor de trigo llamado Mark Cole parpadeo unas cuantas veces mostrando su asombro, mostrando tras eso una sonrisa y saludándole con un gesto de su mano no excesivo.

El mercader que había estado negociando con Mark también se giro hacia Lawrence y le saludó con la cabeza. Ya que los encuentros fortuitos a menudo llevaban a hacer buenas ganancias, Lawrence le respondió con su sonrisa de cortesía, y le hizo señas para que no se preocupara y continuara con la negociación.

"Ri, si bon dia mito. Vant errje."

"Jaja. Pireje, bao."

Parecía como si la negociación casi hubiera terminado. Las palabras con las que se comunicaban Mark y el comerciante pertenecían a un lenguaje que Lawrence no entendía. Finalmente, el comerciante extranjero se fue no sin antes mostrarle a Lawrence una sonrisa de cortesía según se preparaba para irse.

Lawrence memorizó la cara del comerciante de manera que le pudiera reconocer si se volviera a encontrar con él en otro pueblo.

Acciones tan tontas, repetidas durante varios años, significaban potencialmente el acceso a beneficios inesperados.

Lawrence esperó hasta que el comerciante, que en principio parecía que vino desde alguna zona del norte a hacer negocios, se perdiera entre la multitud para bajarse de su carro.

"Parece que interrumpí vuestros negocios."

"No te creas. Ese hombre tan sólo vino a contarme fanáticamente sobre lo maravillosa que era la diosa de la Montaña Pitora. Menos mal que viniste a salvarme,"

Y según lo dijo se sentó en una tabla de manera mientras enrollaba una hoja de papel hecha de piel de cabra, sonriendo con cara de que había tenido suficiente charla con el comerciante anterior.

Al igual que Lawrence, Mark pertenecía a la Hermandad Comercial de Rowen. Se conocieron debido a que coincidieron en un mercado en la misma época del año para ambos hacer negocio. Ya que se conocían desde apenas ser aprendices de comerciantes, se hablaban de una manera resuelta y sin tanta formalidad entre ellos.

"Si lo hubiera sabido antes, no habría aprendido su lengua. Porque aunque no sean desagradables, tan pronto saben que entiendes su idioma, comienzan a proclamar enérgicamente sobre la gracia de su dios local."

"Comparado con un Dios que no es capaz siquiera de salir de su templo lleno de monedas de oro, tal vez un dios local en verdad preste su gracia divina,"

Dijo Lawrence. Habiendo escuchado esto, Mark se dio unos golpecitos en la cabeza con el papel enrollado, y le respondió con una sonrisa rápida:

"Jaja, debe ser verdad. Por si fuera poco, tengo entendido que la mayoría de las diosas de la cosecha son bellas mujeres."

En la mente de Lawrence se apareció la cara de Horo, haciéndole sonreír y asentir con la cabeza.

Aunque, se guardó el pensamiento de: "Pero difíciles de tratar" para sí mismo.

"Pero, no hablemos más sobre esto, no me gustaría que me regañara mi mujer. Hablemos de negocios. Seguro que viniste a hablar de ello, ¿me equivoco?"

La expresión de Mark pasó de casual hasta alcanzar una expresión que posiblemente usara al hacer tratos. Y es que aunque no hiciera falta que anduvieran con formalidades, su relación estaba, después de todo, basada desde el punto de vista de comerciantes calculadores. Lawrence cambió hacia una expresión seria también antes de decir:

"He traído clavos de Rubinhagen. ¿Te interesaría comprarlos?"

"¿Clavos? Aunque no lo creas, llevo una tienda de trigo. ¿Acaso has escuchado en alguna parte que la gente empezara a cerrar con clavos los sacos de trigo?" respondió Mark.

"Sólo estaba pensando que muchas personas del norte vendrían aquí para prepararse en todo lo necesario para el largo invierno que se avecina. Pensé que quizás podrías vender clavos junto a tu trigo. Ya que contra la nieve, necesitaran clavos para reparar sus casas ¿verdad?"

Mark dibujó con sus ojos un círculo en el aire antes de continuar con Lawrence.

"Existe la demanda de hecho, pero clavos eh... ¿Cuántos traes?"

"120 clavos de 3d, 200 de 4d, y otros 200 de 5d. Si me preguntas por la calidad, traen consigo una carta de garantía por la Hermandad de Herreros de Rubinhagen."

Mark se rascó las mejillas con el rollo de papel de cabra y suspiró suavemente. Era un hábito de los comerciantes que vivían en las ciudades provocar a la gente de esta manera.

"10 Rumiones y medio y te los compraré," dijo.

"¿Qué valor de cambio tienen los Rumiones en monedas de plata de Trenni?"

"Era 34 justo cuando ayer cerraron el mercado. Por lo que te estoy ofreciendo... 357"

"Muy poco."

Esta cantidad era menor que la que tuvo que pagar Lawrence en la compra. Oyendo la inmediata respuesta de Lawrence, Mark dijo encogiéndose de hombros:

"¿Acaso no has oído las noticias acerca de la caída de precios en armaduras y armas? Y es que debido a que la expedición de este año de las tropas nórdicas, se están vendiendo éstas a precios exageradamente bajos. En otras palabras, ha crecido la cantidad de metal fundido, llevando esto a una posible caída de precios en los clavos. Si me preguntas, si comprara tus clavos a 10 Rumiones me parecerían caros."

Lawrence había previsto de antemano que Mark usaría tal argumento, por lo que respondió secamente:

"Eso sólo es plausible en las regiones del sur, ¿no? Incluso si la cantidad de metal para fundir ha crecido, eso no implica que los precios de los materiales necesarios para fundir metal dejen de crecer. Si eres capaz de encontrar un lugar donde fundir metal en Puroanie durante el invierno, me encantaría verlo con mis propios ojos. Si alguien se atreviera a hacer algo semejante, estoy totalmente seguro que alguien se abriría la cabeza con un hacha de madera."

Y es que, cuando llegue el invierno, se detendrán las ventas de leños. Implicando que, fundir metal para forjar hierro, lo cual necesita grandes cantidades de leña en los hornos, no era una labor que se hiciera durante el invierno. Si alguien en verdad fundiera hierro en invierno, el precio de la leña, utilizada esta como combustible, subiría de forma desorbitada, y llevaría a que los aldeanos le maldijeran furiosamente. Siendo totalmente cierto esto, incluso el aumento de espadas y armaduras para materiales usados en la producción de clavos, no influencia el precio de los clavos en esta región.

Cualquier comerciante con cierta experiencia debería tener el sentido común para entender esto.

Y estando seguro que lo comprendía, Mark le dijo con una sonrisa maliciosa:

"En serio. Por favor, deja de intentar venderle clavos a un comerciante de trigo ¿no? Si fuera trigo, sería capaz de salir con gran variedad de argumentos; pero los clavos están más allá de mi campo."

"Entonces, ¿qué tal 16 Rumiones?" ofreció Lawrence.

"Demasiado caro. 13 Rumiones."

"15"

"14 y 2/3."

Mark, que era un poco más bajo que Lawrence y ni gordo ni flaco, se había puesto rígido como un pilar inamovible.

Era la forma en que Mark le mostraba que no daría nada más.

Forzarle demasiado arruinaría su relación, por lo que Lawrence asintió con la cabeza y, extendiendo su mano derecha dijo:

"El precio está acordado pues."

"Jaja, ese es mi compadre."

Para Mark, posiblemente este precio ya era dar demasiado.

En teoría, siendo un comerciante de trigo a cargo de una tienda ésto, a Mark no se le permitía comprar o vender clavos. Cada Asociación tenía fijadas una serie de reglas que indicaban que tipo de mercancía podía venderse en cada tipo de tienda. Para intentar vender un producto nuevo, era necesario o conseguir permiso de los comerciantes que ya trataran con ese producto o dividir las ganancias con ellos.

Aunque a primera vista esto pareciera de alguna manera una regla injusta que obstaculizaría conseguir buenos tratos, si no existiera, las compañías más grandes y adineradas pronto se tragarían todos los tipos de mercado. Esta regla se estableció justamente para prevenir tal situación.

"Entonces, ¿prefieres crédito o en efectivo?" preguntó Mark.

"Ah, crédito."

"Perfecto entonces. Muchos lugares están solicitando efectivo ahora que se acerca el invierno. Es una verdadera molestia."

Y es que aunque fuera posible para los comerciantes realizar tratos usando créditos o certificados escritos, si el vendedor viviera en otro pueblo o poblado donde le exigieran efectivo para poder realizar la compra de bienes importados, utilizar créditos no le sería rentable.

Aún así, la falta de fondos monetarios era un problema extendido por todas las ciudades. Sin suficiente efectivo, el comprador sería incapaz de realizar las transacciones incluso si por otro lado poseyera apoyo financiero suficiente para comprar el producto. El mismo problema tendría un granjero que no supiera leer, al que un certificado escrito tan sólo le servía para sonarse la nariz.

Si fuera de las ciudades, en zonas salvajes, un caballero como era de esperarse era la persona con más poder; en la ciudad, sin embargo, la persona con más poder era alguien que poseyera efectivo. Quizás por esta razón la Iglesia había sido capaz de obtener tal poder. Siendo capaz de recolectar efectivo por caridad todas las semanas, sería natural que hubiera alcanzado tal posición.

"Se me olvidaba, aunque estoy contento con el crédito, hay algo más con lo que me gustaría que me ayudaras," dijo Lawrence.

Mark se había levantado de la tabla y se preparaba para ir a coger los clavos del interior del carro. Oyendo lo que dijo Lawrence, inmediatamente se giró hacia éste, intentando no mostrar su expresión de precaución.

"Realmente no es nada importante. Tengo intención de hacer negocios allá por el norte. ¿Podrías ayudarme a preguntar a algunos nórdicos acerca de las regiones y carreteras de allí? Gente como el cliente de antes, era nórdico, ¿verdad?"

Escuchando algo para nada relacionado con las ganancias o pérdidas del negocio firmado, Mark se relajó visiblemente.

Viendo la expresión tan obviamente intencional de Mark, Lawrence sólo pudo sonreír forzosamente. Mark debía estar usando esta oportunidad para vengarse un poco de haber comprado los tratos a un precio poco favorable, pensó Lawrence para sí mismo.

"Ah, si es algo como eso no creo que tenga problema. Pero en ese caso, te hubiera sido más fácil haber venido en verano como hiciste en años anteriores. Viendo como al final decidiste dirigirte al norte en invierno, imagino que debe tratarse de algo realmente importante, ¿eh?" dijo Mark.

"Aye, hay algo de lo que debo encargarme, pero no tiene nada que ver con hacer dinero."

"Jajaja, se ve que incluso un mercader ambulante que no para viajar es incapaz de separarse totalmente de cumplir con la sociedad. Entonces, ¿dónde planeas ir?".

"Me dirijo hacia un lugar llamado Yoitsu. ¿Te suena?"

Mark inclinó su cabeza, y levantando una de sus pobladas cejas, dejó caer una mano en el borde del carro diciendo:

"Nunca he oído nada sobre ese sitio, aunque la cantidad de pueblos y poblados de las que no hemos oído hablar son tan numerosos como pelos tiene una vaca. ¿Lo único que necesitas es a alguien que haya oído acerca del lugar?"

"Oh, no, no, planeo dirigirme antes a Nooshira, mientras tanto intentaré saber algo durante el camino sobre donde se encuentra Yoitsu," respondió Lawrence.

"Ah, lo entiendo. Si te estas dirigiendo a Nooshira, tendrás que atravesar la Llanura Dora."

"Que fácil es hablar contigo."

Mark asintió con la cabeza al tiempo que se golpeaba el pecho, como diciendo, "No te preocupes y déjamelo a mí." Si se lo dejaba a Mark, estaba seguro que sería capaz de conseguir la información necesaria para el viaje.

Era precisamente por esto por lo que Lawrence vino a vender clavos a su amigo Mark, sabiendo que vendía trigo. Pero, estando tan ocupado con la feria, si sólo hubiera venido a pedirle que le ayudara a conseguir información, no sólo haría que su conciencia se enfadara, sino que también posiblemente Mark tampoco hubiera estado muy contento con ello.

Habiendo pensado en esto, Lawrence trajo los clavos para hacer negocios con Mark. Lawrence sabía de ante mano que Mark tenía amigos herreros. En otras palabras, Mark podía volver a vender los clavos de Lawrence sin problemas para ganar lo que posiblemente sería una interesante ganancia.

Por si fuera poco, Mark podía hasta solicitar al nuevo comprador que pagara una parte en efectivo al vender los clavos. Para un comerciante de trigo, en estas fechas eran las últimas oportunidades de conseguir dinero, y comparado a conseguir pequeñas sumas, ser capaz de obtener una buena cantidad de efectivo era algo que le haría muy feliz.

Como Lawrence tenía previsto, se veía que Mark no tenía inconveniente en ayudar. Y así, Lawrence había terminado de hacer las preparaciones necesarias para conseguir información para el futuro viaje.

"Ah, casi se me olvida, hay una cosa más que querría preguntarte. No te preocupes, será rápido."

"¿Tan quisquilloso parezco?"

Dijo forzando una sonrisa. Lawrence se la devolvió antes de seguir hablando:

"¿En Kumerson hay algún cronista?"

Escuchando esto, Mark respondió con cara de estupefacto:

"¿Cron...ista? Te refieres a esos tipos que escriben durante todo el día diarios de la ciudad?"

Los cronistas eran conocidos como historiadores que recibían recompensas de la Iglesia o los nobles por guardar registros de las historias de comunidades o la ciudad.

Pero oyendo a Mark nombrarlos tan malamente como "tipos que escriben diarios de la ciudad", Lawrence no pudo evitar reírse.

Por otro lado, Lawrence estaba encantado con la descripción de Mark no del todo correcta pero aún así no lejos de la realidad.

"Seguramente se enfadarían si te oyeran decir eso," dijo Lawrence.

"Todo lo que tienen que hacer es sentarse en una silla y escribir palabras durante todo el día para ganar dinero. Me molesta la idea de que exista tal trabajo."

"Estoy seguro que no les haría felices ser criticados por alguien que consiguió ser el poseedor de una tienda en el pueblo de manera tan fortuita."

La experiencia fortuita de Mark era algo famoso en el pueblo.

Dándose cuenta que Mark se había quedado sin argumentos, Lawrence cambió su expresión en una sonrisa y dijo:

"Entonces, ¿Hay alguno?"

"Hmm... Creo que sí, pero es mejor que no te juntes con ellos."

Mark alargó su mano para coger las bolsas de clavos del carro de Lawrence mientras continuaba:

"Oí que habían sido tachados de infieles por el monasterio de alguna región, y vinieron aquí buscando refugio. Imagino que estás al corriente que este pueblo esta lleno de gente como esa."

La ciudad de Kumerson estaba más preocupada con el desarrollo de la economía en comparación con el conflicto de Cristianos y paganos, esto es así tal que la autoridad de la Iglesia era naturalmente dejada fuera de sus puertas.

Por esta razón, un gran número de estudiosos de la naturaleza, pensadores e infieles buscaban refugio en Kumerson.

"Sólo quería preguntar un par de cosas. Los cronistas también coleccionaban cosas como leyendas y mitos locales ¿no? Quería saber algo relacionado con eso," dijo Lawrence.

"¿Para qué querrías estar interesado en cosas como esa? ¿Para tener cosas de las que hablar durante tu viaje al norte?"

"Te acercas bastante. Así que estaba pensando que, probablemente, no es buena idea presentarme sin aviso ante ellos. ¿Acaso conoces a alguien que pudiera presentarme a alguno?"

Mark inclinó un poco su cabeza apenas por un instante. Y entonces, sujetando las bolsas de clavos con una mano, se giró y llamo a alguien.

Un joven salió de detrás de un gran montón de sacos de trigo del interior de la tienda. Sin que Lawrence lo supiera, parecía que Mark hacía algún tiempo se convirtió en un comerciante capacitado para aceptar aprendices.

"Existe una persona. Porque prefieres que pertenezca también a la Asociación Rowen ¿me equivoco?"

Mark dijo mientras le pasaba una bolsa de clavos a su aprendiz. Al ver a Mark hacer esto, los deseos de Lawrence por encontrar Yoitsu tan pronto como fuera posible para volver a hacer su rutina de trabajo se volvieron más intensos que nunca.

Aunque si este pensamiento lo notara Horo, la situación se volvería más bien problemática. Ya que, él tampoco quería separarse de Horo tan pronto.

Ni Lawrence era capaz de hacer que estas dos conflictivas ideas consiguieran una conclusión. Mientras pudiera compartir una temporada con Horo, estar 1 o 2 años sin hacer negocios no le importaba demasiado.

Pero, la vida de Lawrence era demasiado corta.

"¿Qué te pasa?"

"¿Cómo? Ah, no es nada. Aye, alguien de la Asociación me vendría mejor. ¿Puedes pedirles que me presenten a un cronista por mí?" respondió Lawrence.

"Por supuesto, algo así no es ningún problema para mí. Incluso te ayudaré gratis."

Mark le dio adicional énfasis a la palabra, "gratis," contra lo que Lawrence fue incapaz de tragarse una risa.

"¿Necesitas ocuparte de ello rápido?" preguntó Mark.

"Si te fuera posible, sí."

"En ese caso, haré que el pequeño haga un viaje. Tengo en mente un tipo que lleva tiempo en la ciudad, es un vendedor ambulante llamado Joey Bartose que debería estar en la filial de la compañía. Es un tipo atrevido, siempre haciendo negocios con gente con la que menos te quieres juntar. Recuerdo que solía hacer negocios con un clérigo de clausura que trabajaba como cronista. Cada año desde 1 semana antes hasta la semana de después del festival, el tipo siempre parece estar tomándose un gran descanso. Así que si vas a la filial por el medio día, supongo que le encontrarás allí, pasando la borrachera."

Incluso siendo de la misma Asociación, había gente como Lawrence que eran vendedores ambulantes, y también personas como Amati que sólo trabajaban en un ámbito. Debido a esto, a menudo Lawrence no conocía las caras y nombres de los otros miembros de la Asociación.

Lawrence repitió el nombre, "Joey Bartose" una vez como para memorizarlo en su cabeza.

"Lo tengo, mil gracias," dijo a Mark.

"Jaja, ¿Cómo podría aceptar las gracias de ti por algo tan simple? Dejemos el tema. Te quedarás en la ciudad hasta que termine el festival, ¿no? ¿Por qué no paras por mi casa y echamos un trago antes de que vayas?"

"Aye, buscaré tiempo para ir y escucharte hablar de tus historias en tu casa. Tómalo como un regalo para demostrarte mi gratitud."

Mark rió silenciosamente, le pasó la última bolsa de clavos a su aprendiz y dijo con un suspiro:

"Pero, hasta siendo un comerciante del pueblo, han habido innumerables problemas y preocupaciones. A menudo he pensado de dar media vuelta y volver a ser un vendedor ambulante."

Lawrence, que por ahora era aún un vendedor ambulante que trabajaba incansablemente cada día para ganar suficiente dinero para cumplir su sueño de ser dueño de su propia tienda, sólo pudo responder con una vaga afirmación. Mark se dio cuenta de la situación de Lawrence, y dijo con una sonrisa vergonzosa:

"Olvida lo que dije."

"Simplemente deseémonos lo mejor el uno al otro. Los comerciantes siempre tendremos problemas y preocupaciones infinitas con las que tratar, ¿no es cierto?"

"Tienes toda la razón, deseémonos lo mejor entonces."

Se dieron la mano y, viendo la llegada de otro cliente, Lawrence se alejó del puesto.

Su carro avanzaba lentamente. Antes de perderse en la multitud, Lawrence volvió a mirar el puesto de Mark.

Viendo a Mark, que ya se había olvidado de la existencia de Lawrence y ya se encontraba haciendo negocios con un nuevo cliente, Lawrence no pudo evitar sentirse un poco envidioso.

Y aún así, incluso habiéndose convertido en un vendedor establecido en el pueblo, Mark parecía querer volver a ser un vendedor ambulante.

Hace mucho tiempo, cuando cierto rey estaba planeando entrar en guerra con un rico y fértil país vecino para mejorar las condiciones de su propia ciudad en decadencia, un poeta de la corte le habó a su señoría:

"Uno siempre ve lo peor de su propia tierra, mientras que sólo ve lo mejor de la tierra del país vecino."

Lawrence rememoró este dicho, y se pasó algún tiempo analizando su situación.

Siempre se había estado centrando en encontrar la ciudad natal de Horo, o el hecho de que el fallo de Rubinhagen le había alejado aún más de su sueño. Pero analizándolo atentamente extrajo la conclusión de que ya tenía una compañera de viaje muy preciada, Horo.

Si no la hubiera conocido, posiblemente estaría todavía yendo y viniendo en su repetitiva ruta de trabajo, soportando sólo la angustia de la soledad.

Ya que, antes de encontrar a Horo, algunas veces se había preguntado medio en serio si su caballo algún día se convertiría en una persona y le hablaría. Teniendo esto en cuenta, Lawrence sintió que quizás ya había hecho un sueño realidad.

Era muy probable que algún día volviera a hacer negocios solo. Cuando estuviera en esa situación, seguramente miraría atrás a todo lo que hoy tenía con un sentimiento de nostalgia.

Llegado a este punto, Lawrence agarró fuertemente las riendas de nuevo.

Tras aprovechar la mañana para saludar a todos los de la filial de la compañía, compraría un estupendo y sabroso almuerzo para dárselo a Horo, pensó Lawrence.




A falta de una iglesia, cada día al mediodía en Kumerson, la casa aristocrática, identificada por el techo más alto, repicaba generosamente la campana que colgaba dentro de su propio campanario. Naturalmente, la campana estaba decorada con patrones extravagantes, y el campanario, que atraía la atención fácilmente desde cualquier punto del pueblo, estaba al cargo de los mejores artesanos.

Se decía que la vanidad de los aristócratas les había llevado a construir este campanario, cuya construcción estaba valorada en cerca de 300 Rumiones. Y era precisamente porque hicieron esto por lo que nadie albergaba celos hacia ellos aunque se les empezara a conocer como "aristócratas" y cosas parecidas.

Quizás exactamente era porque otros adinerados comerciantes, que almacenaban grandes sumas de monedas de oro guardadas en sus cofres, no mostraran tal despreocupada extravagancia lo que llevaba a la gente a sentir celos. Incluso esos caballeros bien conocidos por sus carnicerías podían ser idolatrados si supieran ser extravagantes en sus gastos.

Tales pensamientos ocupaban la mente de Lawrence mientras abría la puerta de la habitación de la posada. El fuerte olor a licor que le golpeó nada más entrar en la habitación le hizo poner mala cara.

"Así que olía tan mal..."

Lawrence en silencio se lamentaba por no haber aprovechado el tiempo para enjuagarse la boca antes de irse, pero se recordó que el terrible olor era posiblemente causado por el lobo que todavía continuaba durmiendo.

Incluso entrar en la habitación no hizo que Horo mostrara intención de levantarse de la cama. Pero oyendo los típicos ronquidos despreocupados, Lawrence intuyó que se le había pasado parte de la resaca.

Ya que el olor del licor que impregnaba la habitación era demasiado cargado para soportarlo, Lawrence abrió la ventana antes de acercarse a la cama. Comprobó que la jarra de agua que había junto a la cama ya estaba vacía, y la cubeta... gracias a dios estaba todavía limpia. La cabeza que asomaba por las mantas había recuperado el color. Había hecho bien comprando pan de trigo, que pocas veces compraba, en vez de las dulces galletas bañadas en miel, pensó para sí mismo Lawrence.

Si Horo se levantaba, la primera cosa que diría sin duda sería que estaba hambrienta.

Lawrence colocó la bolsa donde guardaba el pan de trigo cerca de la nariz de Horo, y la pequeña nariz se agitó un poco como respuesta. Al contrario que el pan con trigo negro o avena, que era duro y con fuerte sabor, la fragancia que emanaba del dulce y suave pan de trigo olía francamente bien.

Horo seguía aspirando el olor, la manera en que lo hacía causaba que uno sospechara de si estaba realmente durmiendo. Poco después, Horo hizo un sonoro "Uuuaahhhhh", antes de enterrar su cara bajo las sábanas.

Lawrence dirigió su mirada hacia los pies de Horo, y vio como la parte de la cola que quedaba expuesta fuera de las sábanas estaba temblando.

Horo estaba, posiblemente, dando un bostezo realmente grande.

Lawrence aguardó un momento, más que suficiente, para que una Horo de ojos llorosos asomara su cabeza de debajo de las mantas.

"Mmmm.... Creo que acabo de oler algo realmente bueno..." dijo.

"¿Te sientes mejor?"

Horo se limpió las lágrimas de sus ojos, volvió a bostezar, y hablo como para sí misma:

"......Hambre."

Lawrence no pudo contener su risa.

Sin tenerlo en cuenta, Horo se sentó sin prestarle interés a Lawrence, y volvió a bostezar una vez más. Entonces, olisqueó un par de veces, y miró sin reparos a la bolsa que Lawrence tenía en su mano.

"Sabía que dirías eso, así que me dejé llevar y compré un poco de pan de trigo."

Al momento que Lawrence le dio la bolsa entera, la noble loba se convirtió en una gatita jugando con un ovillo.

No parecía en absoluto alguien suficientemente generosa como para compartir los contenidos de la bolsa

"¿No quieres ninguno para ti?"

La forma en que Horo se veía agarrada a la bolsa y engullendo el blanquísimo pan de trigo, no parecía en absoluto alguien suficientemente generosa como para compartir los contenidos de la bolsa con nadie más.

Es más, dijera lo que dijera, su mirada era la de un perro de presa protegiendo su presa de ser robada.

Que Horo preguntara esto antes de terminarse todo el pan era quizás toda la consideración que era capaz de mostrar".

"Mm, no, ya probé un poco antes de despertarte," respondió Lawrence.

Aunque se estaba preguntando si en verdad estaba mintiendo, Horo, que podía distinguir las mentiras, pareció entender inmediatamente que decía la verdad.

Horo se relajó visiblemente, y volvió a lanzar fieros bocados al pan.

"No te vayas a atragantar."

Lawrence recordó la vez que habían tomado refugio en una iglesia días después de encontrar a Horo, en esa ocasión Horo se había atragantado con una patata. Horo clavó su mirada con resentimiento en Lawrence, a lo que Lawrence simplemente sonrió tranquilamente antes de dirigirse hacia el escritorio y usar la silla para sentarse.

Sobre la mesa se encontraban gran cantidad de sobres sellados con cera. Y es que, tras saludar a la gente en la filial de la compañía, le habían entregado bastantes cartas que le habían sido enviadas desde varias ciudades.

Por raro que parezca, aunque los mercaderes ambulantes viajaran durante todo el año, debido a que solían visitar las mismas ciudades en fechas concretas, era sorprendente la cantidad de oportunidades que tenían de recibir correo.

Algunas cartas ofrecían pagos de grandes sumas de dinero si algún mercader ambulante le ayudara a comprar un objeto concreto que necesitaba para el año siguiente, entregándoselo cuando pasara por una determinada ciudad; otras cartas hablaban acerca de los altos precios de un objeto en particular, y señalaba el precio del mismo producto en otra región. Como era de esperar, los contenidos de las cartas eran muy diversos.

"Ahora que lo pienso," comentó en silencio Lawrence a la vez que reflexionaba sobre esto. Ya que por norma general sólo venía a Kumerson en verano, era muy extraño que ya hubieran llegado las cartas aquí, ahora que se aproxima el invierno. Normalmente, estas cartas hubieran acabado amontonadas en el correo de la sucursal por al menos medio año. Lo extraño era que en las cartas venía indicado que deberían ser reenviadas inmediatamente a las regiones del sur si Lawrence no las recogía en el plazo de 2 semanas desde su llegada. Y eso que, para enviar una carta, se requería por supuesto de un pago.

Lawrence comprendió claramente que se trataban de cartas extremadamente urgentes.

Los remitentes de las cartas eran todos comerciantes asentados que vivían aún más al norte de Puroanie.

Lawrence despegó el sello de cera sin romperlo con su pequeño cuchillo. En este preciso momento, súbitamente notó como la mirada de alguien se clavaba en él desde arriba, al elevar la vista encontró a Horo echando un vistazo a lo que hacía con cierto interés.

"Son cartas," explicó.

"Mm,"

Horo respondió inmediatamente y, con un trozo de pan en la mano, se sentó sobre el escritorio.

Ya que no se trataba de cartas cuyo contenido no pudiera ser mostrado a cualquiera, Lawrence abrió el sobre, sacando la carta que contenía.

Querido Sr. Lawrence....

Que la carta no empezara con "En el nombre de Dios" era algo típico del estilo nórdico. Lawrence se saltó la parte de las formalidades y se centró en el tema principal de la carta.

Lawrence leyó la carta, siguiendo con la mirada la escritura torpe que había sido resultado de escribir con prisa, y al momento comprendió el contenido de la carta.

La carta contenía de hecho información de vital importancia para un comerciante.

Y tal y como terminó de leer la segunda carta, confirmando que su contenido era idéntico al de la primera, dejó salir un suspiro, y esbozó una superflua sonrisa.

"¿Qué ponen?" preguntó Horo.

"Imagina." Quizás por recibir una pregunta de su propia pregunta, Horo se mostró un poco enfadada, y dio un rodeo con sus ojos antes de responder:

"Al menos no parecen cartas de amor."

Recibir cartas de amor con semejante caligrafía sería, probablemente, suficiente causa para que un amor de cientos de años se apagase, pensó Lawrence.

Lawrence le pasó la carta a Horo, y sonrió de nuevo mientras decía:

"La información que más necesitas siempre llega cuando ya no la necesitas."

"Mm."

"Mandaron estas cartas llenos de buena voluntad, así que al menos debo demostrarles mi gratitud. Pero, ¿qué debo hacer tras ver esto? ¿Llorar o reír?"

Ya fuera porque estaba llena, o porque había terminado el pan, Horo se relamía sus dedos mientras sujetaba las cartas con la otra mano y echaba una mirada rápida a las palabras.

Tras eso, le devolvió las cartas a Lawrence con una cara de descontento.

"No sé leer las palabras," dijo.

"¿Eh? ¿En serio?"

Lawrence estaba un poco sorprendo al tiempo que cogía las cartas. Horo entrecerró sus ojos y dijo:

"Si dices eso queriendo, sólo puedo decir que tu destreza está mejorando mucho."

"No. Lo siento, en verdad no lo sabía."

Para comprobar la veracidad de su respuesta, Horo miró fijamente a Lawrence. Y después alejó su cara y dijo junto a un suspiro:

"Básicamente, debes recordar demasiados símbolos. Además, hay demasiadas combinaciones inexplicables. Y eso que dicen a menudo que todo lo que tienes que hacer es escribir tal como hablas, es claramente mentira."

Por como lo decía, parecía como si Horo hubiera intentado alguna vez aprender a leer.

"¿Te refieres a las diferentes consonantes y demás?" dijo Lawrence.

"No sé como se llaman. En resumen, un sistema de reglas demasiado complejo. Si las personas como tú fueran superiores en algún aspecto a nosotros los lobos, sería en vuestra habilidad para utilizar tan inexplicable escritura."

"¿Ningún otro lobo sabe escribir entonces?" Lawrence casi dejo escapar eso, pero se calló antes de decirlo y prefirió expresar su aceptación.

"Aún así, nadie debería ser capaz de memorizar las palabras fácilmente. Me llevó mucho esfuerzo hacerlo, y cada vez que me equivocaba, mi maestro me daba un golpe en la cabeza. Llegué a preocuparme por que mi cabeza llegara a deformarse."

Horo observó a Lawrence con ciertas sospechas. Su expresión parecía decir que si estaba mintiéndole por quedar bien, automáticamente entraría en cólera.

"Deberías ser capaz de saber que no estoy mintiendo."

Oyendo a Lawrence decir esto, Horo por fin perdió sus sospechas.

"Entonces ¿qué hay escrito en ellas?" preguntó de nuevo.

"Ah, cierto. Dicen que debido a la que la expedición de este año al norte ha sido cancelada, debería tener cuidado al comprar equipo de guerra,"

Lawrence dijo dejando la carta en el escritorio. Horo pareció sorprendida en principio, y después mostró una sonrisa algo forzada.

"Si hubieras recibido antes esta carta, estoy segura de que no hubieras acabado como acabaste," dijo.

"Totalmente de acuerdo... pero, de todas maneras, a estas personas no les ha importado gastar dinero para pasarme esta información. Simplemente eso es un bien en sí mismo. De ahora en adelante consideraré a estos dos como merecedores de mi confianza."

"Lo que digas. Como sea, ver la carta y no ver la carta puede ser suficiente diferencia para acabar en el cielo o en el infierno."

"Aunque no tenga ninguna gracia, has dicho una gran verdad. La información que transporta una carta puede marcar un punto de inflexión en el destino. Si a un comerciante le faltara información, sería como ir a un campo de batalla con los ojos vendados."

"Si lo dices por esconder tu vergüenza, se te da bastante bien."

Al oír esto, la mano de Lawrence se detuvo mientras volvía a colocar la carta en el su sobre. "Mierda," pensó Lawrence en silencio.

"Uuahhh. Ni meterme contigo me quita el sueño que tengo."

Bostezó Horo mientras se bajaba del escritorio y se acercaba a su cama. Lawrence observó a Horo con expresión de molestia. En ese momento, sin avisar Horo se dio media vuelta de cara a él y dijo:

"Ah sí, vos. Podemos ir al festival ahora, ¿verdad?"

Horo alargó su mano y cogió la túnica que se había quitado anoche poniéndola sobre la cama, sus animados ojos parecían apunto de dejar escapar rayos de luz. Viéndola de esta forma, Lawrence dudó de si llevarla a dar un paseo, pero desafortunadamente, aún le quedaban asuntos por terminar.

"Lo siento mucho, todaví-"

La razón por la que Lawrence fue incapaz de terminar la frase fue porque en ese momento, vio como la cara de Horo había cambiado, Viéndose como si estuviera a punto de llorar y agarrándose fuerte a su túnica.

"Por favor, incluso si estás bromeando, ¿podrías no hacer eso?" dijo Lawrence.

"Después de todo, es algo a lo que no puedes resistirte. Es algo que debo recordar bien."

Aún sabiendo que Horo estaba actuando, Lawrence no encontró palabras que contradijeran lo que había dicho.

Lawrence pensaba preocupado que Horo había descubierto otra de sus debilidades según se giraba de nuevo hacia el escritorio.

"Mm... pero vos, ¿no puedo salir sola a la calle?" preguntó Horo.

"Incluso si te dijera que no, al final harías lo que quisieses, ¿me equivoco?"

"Mm, eso es cierto. Pero..."

Lawrence volvió a guardar las cartas en sus sobres, y se giró hacia Horo. Vio que Horo estaba sujetando su túnica algo avergonzada.

"Tras todo lo que hemos dicho, ¿ya está usando ese truco de nuevo?" Lawrence pensó incrédulo, pero de repente comprendió.

Ir a ver el festival sin dinero significaba que sólo podía quedarse mirando los montones de puestos de venta, lo que, para Horo, sería tan tortuoso como toda una vida sin satisfacciones.

La cuestión era, que Horo quería algunos "fondos para la batalla," exceptuando que era incapaz de caer tan bajo como para abrir la boca para decir algo así.

"Ahora mismo no tengo ninguna moneda pequeña... así que mejor no exageres gastando."

Lawrence se levantó, y tomouna moneda de plata de Iredo de un saco de cuero que llevaba en la cintura, y se acercó a Horo para dársela.

En la medalla de plata de Iredo estaba grabado un retrato del séptimo gobernador aristócrata de Kumerson.

"Esta moneda de plata no vale tanto como una moneda de plata de Trenni, así que no te miraran con malos ojos si la usas para comprar una barra de pan en un puesto. El dueño no tendrá inconveniente en darte el cambio," le explicó Lawrence.

"Mm..."

Incluso tras recibir la moneda de plata, Horo seguía respondiendo desanimada. Lo siguiente que pensó Lawrence era si Horo pudiera querer todavía más fondos.

Pero como se equivocara, y Horo notara que pensaba así de ella, no dudaría en atacarle sin contemplaciones.

Sabiendo esto, Lawrence hizo lo mejor para fingir tranquilidad, y preguntó:

"¿Qué quieres decirme?"

"¿Mm? Mm...."

Uno tenía que actuar con cuidado cada vez que Horo no se atrevía a decir algo.

Lawrence dejó que su mente entrara en modo comerciante.

"Creo, que si fuera sola, no sería nada divertido," dijo Horo.

En ese instante, la mente de Lawrence entró en estado de inactividad.

"¿De qué asuntos necesitas encargarte aún? Si me llevas contigo, te devolveré tu moneda de plata," continuó diciendo Horo.

"¿Cómo? Ah, no, sobre eso, he quedado en encontrarme con alguien..."

"Lo único que quiero es ir a dar un paseo. Si te causara problemas que estuviera cerca de ti, puedo alejarme lo suficiente. ¿Haciendo esto me llevarías contigo?"

No estaba coqueteando exactamente ni actuando lamentablemente, parecía que lo único que estaba haciendo Horo era pedirme que la llevara a pasear sin más.

Si hubiera inclinado su cabeza ligeramente y preguntado, "Llévame contigo, ¿no?" uno podría sospechar que estuviera actuando.

Pero, y aunque la manera en que Horo lo pedía parecía muy normal esta vez, daba la sensación de que, si fuera una escenificación, le daba un poco de vergüenza.

Si esto fuera realmente parte de su actuación, merecía la pena creerle.

Por otro lado, si en verdad no estuviera actuando, sospechar así de Horo seguramente le hiciera daño.

"Lo siento mucho. Sólo por hoy, ¿puedes buscar alguna forma de pasar el tiempo sola? luego tengo que encontrarme con alguien, y como me tiene que presentar a alguien, lo más seguro es que tenga que ir directamente a otro sitio. Si vinieras conmigo, tendrías que quedarte fuera esperándome la mayor parte del tiempo," dijo Lawrence.

"Mm..."

"Me encargaré de todos los asuntos pequeños hoy, y a partir de mañana podremos disfrutar de la feria juntos. Así que, sólo por hoy, ¿puedes soportarlo un poco?"

Viendo a Horo quedarse de pie junto a la cama con una apariencia tan frágil, Lawrence sin darse cuenta le respondió eso con el mismo tono que emplearía para persuadir a una niña pequeña de menos de 10 años.

Lawrence creía entender lo que pasaba por la cabeza de Horo.

Era precisamente por lo que él mismo no quería asistir solo al festival que se celebraba junto a la feria de invierno, la razón por la que sólo venía a Kumerson durante la feria de verano.

Cuanto más se fuera de arriba para abajo entre la multitudes tan grandes que tuviera que ir pegado a las personas de su alrededor, más profundamente sentiría la soledad de no tener a nadie junto a él.

Esa sensación de soledad era la misma que ser la única persona que vuelve a una posada mientras se está dando un festín en la compañía.

Aunque estaba deseando llevarse a Horo consigo, los asuntos que tenía que atender en breve requerían su ausencia.

Porque conocería a un cronista de la ciudad gracias a la introducción por parte de Joey Bartose. El gerente de la filial de la compañía parecía conocer también al cronista, por lo que Lawrence aprovechó algo de tiempo mientras recogía su correo para conseguir algo de información. Tal y como había imaginado, corría el rumor de que el cronista no sólo poseía documentos históricos sobre la región de Puroanie, sino también había reunido cuentos paganos de regiones del norte de Puroanie y los había unificado en libros.

No le interesaba que Horo estuviera allí y descubriera la antigua leyenda que existía de Yoitsu. De acuerdo a la leyenda que ya había escuchado antes, Yoitsu había sido destruida por un demonio oso. Por lo que, Lawrence no creía que fuera posible acabar encontrando que Yoitsu era todavía una próspera ciudad.

Aunque tenía claro que no podía esconderle a Horo este hecho para siempre, al menos necesitaba encontrar el momento oportuno para contarle acerca de Yoitsu. Después de todo, era un tema demasiado delicado.

El silencio entre Lawrence y Horo duró un buen rato.

"Claro, claro, ¿cómo decirlo?, no está bien que siempre me entrometa en tu trabajo. Además, no deseo que mi mano sea apartada bruscamente de nuevo." (NdT: Véase Vol.2)

El tono especialmente triste de Horo era casi seguro parte de su actuación.

Aún así, el recuerdo de haber apartado bruscamente la mano de Horo en un arrebato cuando estuvieron en Rubinhagen todavía venía junto a un profundo dolor en su pecho. Seguramente la sabia y observadora loba había mencionado esto a propósito, conociendo su sentimiento de culpa. Y ya que Lawrence no había aceptado la petición que con tanto entusiasmo le hizo, estaba aprovechando la oportunidad para colar un poco de venganza por lo ocurrido en Rubinhagen.

"Te compraré algo de cuando vuelva, sólo espérame un poco más," dijo Lawrence.

"....Otra vez intentas comprarme con regalos."

Y es que aunque los ojos de Horo tuvieran una mirada acusadora, su cola se balanceaba animada esperando lo que Lawrence le traería.

"Entonces, ¿preferirías mejor que te adulara?"

"Hmph. Las pocas cosas que dices son ásperas, amargas, y para nada agradables al oído. Así que no digas nada, por favor."

Dejando de lado sus venenosas palabras, Horo mostraba una sonrisa dejando de verse deprimida, así que Lawrence juntó sus manos en arrepentimiento.

"Al final, tendré que pasear totalmente sola."

"Lo siento," dijo Lawrence.

Tras oír esto, Horo pareció recordar algo y dijo:

"Ah, se me olvidaba, cuando vuelvas, si ves que hay dos personas en el cuarto, si no es mucha molestia para ti, ¿podrías dar un paseo?"

Por un momento, Lawrence no podía entender que intentaba decir Horo, pero al momento se dio cuenta que Horo estaba remarcando la posibilidad de ligar con algún muchacho mientras paseaba.

Con lo vengativa que Horo podía llegar a ser, no era difícil imaginarla haciendo algo así.

Pero, habiendo escuchado esto, Lawrence no sabía como reaccionar.

¿Debería enfadarse? ¿Debería reírse? No, ignorarla era lo mejor. Cuando por fin llegó a esa conclusión, vio a Horo riendo felizmente desde lo más profundo de su corazón a la par que decía:

"No debería tener problemas en pasar el resto del día sola, habiéndote visto poner semejante expresión tan adorable".

Viendo lo feliz que estaba, Lawrence sólo pudo dar un suspiro.

Esta loba era capaz de enfadar a uno.

"Como sea, por el momento, me es más cómodo permanecer a tu lado. Así que estate tranquilo."

Lawrence todavía era incapaz de decir nada.

Esta loba era verdaderamente capaz de enfurecer muchísimo a uno.




Puesto que ya eran más de las 12, al entrar en la filial de la compañía, Lawrence descubrió que el número de personas dentro había aumentado considerablemente desde que se fue esta mañana.

Entre los comerciantes asentados en la ciudad de Kumerson y los vendedores ambulantes cuyo trabajo se centraba en los alrededores de la ciudad, parecía que gran cantidad de ellos habían detenido temporalmente sus negocios para así participar en el festival. Durante el día, estas personas bebían y hacían que el ambiente en la filial fuera festivo, por lo que todo el lugar estaba repleto de risas.

La persona que le presentaría al cronista, Joey Bartose, no parecía estar durmiendo tras la borrachera en la filial tal y como Mark lo había previsto. Lawrence había oído al venir esta mañana que Bartose había salido de la ciudad por negocios.

Preguntando al propietario de la filial, Lawrence se enteró de que aún no había vuelto. Aún así, habiendo quedado en encontrarse con alguien un tiempo después, no era el momento de ponerse a beber. Así que, ¿que podía hacer para matar el rato?

Aunque hubiera un gran número de comerciantes en su misma situación dentro de la filial, todos habían sucumbido a la tentación que presentaba el ambiente casi de bar en el que se hallaba la filial y se encontraban totalmente centrados en la partida de póker con apuestas que se estaba realizando ante ellos, así que intentar acercarse a ellos de manera casual para charlar era algo que no parecía posible.

Al final, no hubo más opción que charlar con el propietario de la filial, que también estaba bebiendo pero no se podía permitir acabar borracho. Según continuaron con la conversación, la puerta de la compañía se abrió y alguien que no había visto hasta ahora entró al interior.

Ya que el asiento del propietario de la filial se encontraba directamente enfrente de la entrada, éste vio inmediatamente a quién había llegado. Más que decir que la persona que había entrado era un comerciante, quizás sería más apropiado describirle como un joven aristócrata. El recién llegado era Amati.

"Sr. Lawrence."

Amati en seguida se había dado cuenta de la presencia de Lawrence. Se refirió a Lawrence justo después de saludar a los mercaderes que se encontraban bebiendo cerca de la entrada.

"Hola. Gracias por ayudarnos a conseguir una posada," dijo Lawrence.

"No es nada. Yo debería ser el que os agradeciera a los dos por pedir tantos platos de pescado."

"Mi compañera, que es especialmente selectiva en lo que se refiere a comida, estuvo alabándolo sin parar. Dijo que tenías muy buen ojo para escoger buen pescado."

Lawrence imaginó que, más que decir que él mismo había disfrutado de los platos de pescado, sería más efectivo mencionar a Horo.

La expresión de Amati no era la de un comerciante, sino más bien la de un jovenzuelo.

"Jaja, me alegra mucho recibir tales elogios. Si desearais más pescado, no dudéis en pedirlo. Mañana iré a conseguir más pescado de la mejor calidad."

"Mi compañera había dicho que la carpa estaba especialmente deliciosa," respondió Lawrence.

"¿Eso dijo...? Entiendo, entonces iré a por más y escogeré algo más de pescado que pueda disfrutar enormemente."

El hecho de que Amati no hubiera preguntado ni una vez que tipo de pescado era el que a él le había gustado causó que Lawrence tuviera que retener una sonrisa. Amati posiblemente no se hubiera dado si quiera cuenta de esto, pensó.

"Ah, cierto, Sr. Lawrence, ¿tiene algún plan para más tarde?" preguntó Amati.

"Estoy pasando el rato, esperando que el Sr. Bartose regrese."

"Así que es eso..."

"¿Qué le ocurre?"

La cara de Amati pareció oscurecerse de repente, y su conversación se había vuelto un poco torpe. No obstante, inmediatamente empezó a comportarse de una manera propia de un comerciante que peleaba por el mercado del pescado día tras día, y tuvo la decisión de hablar:

"Sí. En realidad, estuve pensando que quizás podría guiaros alrededor de la ciudad para enseñárosla. Creo que los caminos del Señor han sido los responsables de que nos encontráramos, cuando volvía de comprar pescado. Por otro lado, tener la posibilidad de conversar con un mercader ambulante sería sin duda una buena oportunidad para que expanda los límites de mi conocimiento."

Incluso con el comportamiento tan humilde de Amati, Lawrence estaba seguro de que su meta era Horo. Si Amati tuviera una cola tal y como la de Horo, no sería difícil imaginarle moviéndola fuertemente sin detenerse.

De repente, a Lawrence se le ocurrió un buen plan.

"Es una lastima en verdad, después de que vinieras con tan buena propuesta. Mi compañera ha estado intentando convencerme desde la mañana sobre salir a pasear por la ciudad, por lo que esta sería una gran oportunidad. Aunque..."

Amati contestó con un cambio en la expresión de su cara:

"Si no tiene ningún problema en que lo haga, podría salir a pasear sólo con la Srta. Horo. Para ser honestos, no me queda más trabajo que atender hasta mañana, y no tengo en verdad mucho más que hacer."

"¿No le sería demasiada molestia?"

Aunque Lawrence no estaba seguro de si había sido capaz de fingir su sorpresa, imaginó que Amati probablemente no se había dado cuenta de los ligeros cambios en su expresión de todas maneras.

Los ojos de Amati parecían ser sólo capaces de ver a Horo.

"Para nada. Si acabara saliendo por la ciudad solo, me temo que todo el dinero que he conseguido lo gastaría en beber. Por decirlo más claramente, de esta manera podría disfrutar de compañía. Por favor, permítame acompañar a la Srta. Horo a dar un paseo, " respondió.

"¿Le parece bien entonces? Aún así, esa chica no es del tipo que se quedaría en la posada cuando se lo piden. Por lo que, no puedo estar seguro de que todavía este allí."

"Jaja. Ocurre que necesito discutir unos negocios con esa posada. Me pasaré por allí y preguntaré por ella mientras termino ese asunto. Si la Srta. Horo está aún allí, la invitaré a que me acompañe."

"Te agradezco que te tomes la molestia."

"No, no. De todas maneras, permítame enseñarle también la ciudad en otra ocasión."

En lo que se refiere a la forma de hablar para este tipo de relación social, el comportamiento de Amati era en verdad el de un comerciante.

Incluso aunque Amati, que era más joven que Lawrence por 5 o 6 años, poseyera una constitución bastante debilucha, era totalmente cierto que era un verdadero comerciante de corazón.

Incluso con toda su atención en Horo, no había olvidado mantener un comportamiento adecuado.

Justo cuando Lawrence se estaba auto convenciendo de que debía estar atento de no bajar la guardia con él, la puerta de la filial se abrió nuevamente.

Gracias a Amati, que había dirigido su mirada hacia la puerta a la vez que Lawrence tras lo cual susurrar un "Justo a tiempo," Lawrence inmediatamente comprendió quien era la persona que acababa de entrar.

"Si me disculpa, Sr. Lawrence, ahora debo marcharme," dijo Amati.

"Ah, por supuesto, cuento contigo."

Lawrence no estaba seguro de si Amati no tenía otros asuntos de los que encargarse aquí en la firma, o si se había olvidado de su intención original habiendo llenado su cabeza totalmente con Horo durante la conversación. Amati salió de la filial tan pronto como se despidió.

Aunque Lawrence le había dejado a Horo una moneda de plata, lo más probable es que estuviera en la cama y no hubiera salido aún por la puerta.

Dada la cara de obsesionado que había mostrado Amati, Horo necesitaría sólo abrir su boca para que él le comprara todo cuanto deseara. Para Horo, Amati seguramente sería un completo bobo.

Aunque ese pensamiento le inspiró inevitablemente algo de simpatía por Amati, por como se le veía, él estaría casi seguro más que feliz de gastar sus fondos de todas maneras.

Si el buen humor de Horo podía ser comprado con el dinero de otro, nada podía hacer más feliz a Lawrence.

Pero, desafortunadamente, tan pronto Lawrence estuviera frente a Horo, su mente no podría funcionar tan rápido.

No sólo él siempre estaba un paso por detrás de Horo en lo referente a reacción, sino que sólo hacia falta una pequeña treta de Horo para que él cayera total y absolutamente derrotado.

Justo cuando Lawrence pensó lo difícil que sería exceder a Horo con todos los años que ella había vivido, la persona que entró en la filial tras Amati miro de reojo la sala antes de dirigirse hacia Lawrence.

Lawrence había escuchado decir que el aprendiz de Mark había recorrido todo Kumerson por ayudarle a encontrar a Bartose, y éste era posiblemente quien se estaba acercando a él porque ya había recibido la noticia de que Lawrence le estaba buscando.

Tras un ligero saludo inclinando la cabeza, Lawrence mostró una sonrisa de cortesía.

"Discúlpeme, ¿Es usted el Sr. Craft Lawrence? Yo soy Joey Bartose,"

Dijo Bartose, y alargó su mano derecha. Su mano era tan áspera y grande como la de un soldado que había estado en innumerables batallas.




Según la explicación de Mark, Bartose parecía ser un vendedor ambulante que era más devoto a conseguir dinero para poder beber que hacer negocios con la finalidad de ganar dinero. Pero después de verle en realidad, Lawrence sintió que Bartose daba una impresión totalmente opuesta.

Caminando por las calles, el robusto cuerpo de Bartose tenía la uniforme forma de un ataúd un poco más pequeño de lo normal. La descuidada barba de su cara era similar a las púas de los erizos de mar, y la piel de su cara como de cuero, insusceptible a las ráfagas de viento y a los arañazos de la arena. Durante el apretón de manos, la palma de su mano derecha no parecía en absoluto la de un vendedor ambulante que tiraba de las riendas de un caballo y llevara una vida ociosa, sino que dejaban ver instantáneamente que cargaba objetos pesados durante todo el año.

Aún teniendo tal apariencia, Bartose no era ni difícil de tratar ni excéntrico, y hablaba de manera que le recordaba la gentileza de un clérigo.

"He oído que últimamente han habido muchos como usted Sr. Lawrence, que viajan entre las regiones haciendo negocios. Yo, personalmente, siempre he viajado entre los mismos lugares y vendido las mismas mercancías, lo cual empieza a ser bastante tedioso.”

"Los pequeños vendedores y artesanos de la ciudad seguramente le criticarían por decir algo así," respondió Lawrence.

"Jajajajaja, eso es seguro. Después de todo, incluso los comerciantes que han vendido cuerdas de cuero durante 50 años están por todas partes. Decir que uno se está cansando tan fácilmente seguro que haría que le criticasen,"

Dijo Bartose riéndose. Era un comerciante que compraba y vendía metales preciosos, viajando entre las áreas mineras de Hairam. Lawrence escuchó que había estado yendo y viniendo entre las escarpadas montañas y Kumerson por casi 30 años.

Cargando pesadas cargas en los viajes durante tantas décadas y atravesando las abruptas montañas de Hairam, las cuales recibían fortísimos vientos y ningún árbol era capaz de crecer, no era algo que una persona normal pudiera realizar.

La razón por la que Bartose siempre pasaría siempre el tiempo en Kumerson durante la semana de antes y después de la feria era seguramente para obtener un periodo de muy necesitado descanso.

"Pero Sr. Lawrence, en verdad posees un interés peculiar."

"¿Cómo?"

"Escuche que estabas buscando un cronista para oír sobre algunas antiguas leyendas nórdicas. ¿O acaso le son de utilidad para algún tipo de negocio?"

"No, no es nada de eso. Debería decir que es debido a una fuerte curiosidad."

"Jajajaja. Incluso aun siendo tan joven, has desarrollado un bonito interés. En mi caso, me he ido interesando en leyendas antiguas desde hace no mucho. Al principio pensé en convertirlo en algún tipo de negocio, pero acabé siendo totalmente cautivado por las historias."

Convertir leyendas antiguas en algún tipo de negocio era algo que Lawrence nunca hubiera sido capaz de imaginar, pero, sintiéndose interesado en lo que Bartose contaba, Lawrence escuchó en silencio mientras continuaba.

"Por muchas décadas, he estado yendo y viniendo entre algunos lugares. Un día, de repente me di cuenta de que el mundo que conocía era extremadamente pequeño. Ya que, desde hace siglos, ya habían estado viajando arriba y abajo por el mismo camino en el que yo viajaba, y por supuesto yo no sabía nada de la situación en aquel entonces."

Lawrence creyó comprender las palabras de Bartose.

Cuantas más regiones había viajado uno, mayor era la sensación de que el mundo se estaba revelando ante sus propios ojos.

Si la idea que Lawrence tenía del mundo pudiera ser comparada al ancho de una charca, a lo que Bartose se refería sería su profundidad.

"Me estoy volviendo viejo, ya no poseo la fuerza para viajar a lugares remotos, y el tiempo no puede dar marcha atrás. Por eso, incluso si son sólo leyendas, quiero aprender más acerca del mundo que no he sido capaz de contemplar, así como también de los tiempos remotos a los que los cielos me han impedido maliciosamente regresar. Cuando era joven, sólo me preocupaba buscar los beneficios ante mí, y nunca siquiera pensé acerca de tales cosas. Si hubiera tenido la energía libre para interesarme por tales cosas, quizás mi vida hubiera acabado de manera diferente... por lo que, verte interesado por tales cosas a tan temprana edad me da cierta envidia. Jaja, la manera en la que estoy hablando en verdad me hace parecer como a un débil anciano."

Aunque Bartose estuviera riendo un poco como auto ridiculizándose, su conversación fue más o menos comprendida profundamente por Lawrence.

Hasta que Bartose señaló ese detalle, Lawrence no se había dado cuenta de que a través de leyendas y mitos, uno podía aprender acerca de lo que definitivamente no era capaz de experimentar en persona, lo cual sin duda contenía un atractivo encanto.

Lawrence pareció finalmente comprender el peso de las palabras que Horo dijo tan casualmente al poco tiempo de conocerle:

"Vos y yo vivimos en mundos totalmente diferentes."

En ese preciso instante, las personas que habían vivido dentro de la misma era que ella, se habían ido de este mundo hacia mucho; y gran parte del tiempo en el que Horo había vivido se había vuelto desconocido para las personas que ahora habitaban ese lugar.

Además, Horo era un lobo, no una persona.

Pensando esto, fue apareciendo la sensación de que, desde otro punto de vista, la existencia de Horo parecía particularmente especial.

A través de todos los viajes en los que Horo se ha embarcado hasta ahora, ¿qué había visto? ¿qué había oído?

Lawrence decidió que cuando volviera a la posada más tarde, le preguntaría acerca de sus experiencias en viajes anteriores.

"De todas maneras, la opinión de la Iglesia es, que tales leyendas y mitos no son sino supersticiones y cuentos paganos. En el momento que una región está bajo la supervisión de la Iglesia, se hace difícil reunir todas sus historias. Ya que Hairam es una región montañosa, tiene muchos cuentos interesantes. Pero, aquellos parajes también se encuentran bajo la supervisión de la Iglesia. En lo que a esto se refiere, Kumerson está libre de tales problemas," continuó Bartose.

Debido a que Puroanie era una región en la que paganos y Cristianos convivían el uno con el otro, haría que la Iglesia procediera a crear regulaciones estrictas en aquellas zonas y ciudades donde tuviera cierta influencia.

Pero por otro lado, los pueblos paganos que estuvieran preparados para expulsar la influencia de la Iglesia estarían siempre atentos a símbolos de batalla. Dentro de Puroanie, Kumerson, que era un pueblo que podía aislarse de manera pacífica de estos problemas, era quizás una existencia muy especial.

Aún así, decir que este pueblo estuviera totalmente exento del problema de la rivalidad no sería completamente cierto.

Para encontrarse con el cronista, Lawrence y Bartose habían ido hacia un distrito situado en el extremo norte de Kumerson.

Kumerson fue construido bajo la idea de permitir expandirse, por lo que sus murallas fueron construidas con láminas de madera fácilmente desmontables. Por esto, las calles y edificios podían ser construidos bastante espaciosos.

Aunque dentro de Kumerson, que se estructuraba en tal planificación, existía una pared de piedra cuya altura se alzaba sobre las cabezas de la gente.

Este muro de piedra se usaba para delimitar la zona residencial de las personas que estuvieran siendo perseguidas por la Iglesia y hubieran escapado a esta región desde el sur o desde otras ciudades en Puroanie.

Que un muro de piedra se usara para marcar esta separación era una prueba irrefutable de que los aldeanos consideraban a la gente que vivía tras este muro una existencia problemática. Aunque estas personas no fueran consideradas criminales en Kumerson, en un lugar como Rubinhagen, por ejemplo, simplemente era normal verles como criminales que pudieran ser inmediatamente decapitados. Por lo que, era sencillamente natural que fueran visto como problemáticos.

Aunque, Lawrence inmediatamente cambió su punto de vista.

La existencia de tal muro quizás no fuera sólo para aislarles, posiblemente fuera necesario que estuviera ahí, pensó Lawrence para sí mismo.

"Este olor... ¿es azufre?"

"Jaja, ¿también vendes rocas medicinales?" respondió Bartose.

La región de Harima poseía una gran cantidad de minas con alta productividad, las cuales eran también el origen de una variedad de distintos minerales. Bartose, quien viajaba a través de esta región regularmente, estaba quizás acostumbrado al olor del azufre, pero Lawrence involuntariamente realizó una mueca por la peculiar peste.

Tan pronto como atravesaron la puerta del muro de piedra, el olor que había atacado su sentido del olfato hizo que Lawrence se diera cuenta del tipo de gente que vivía dentro de este distrito.

Alquimistas, el mayor enemigo de la Iglesia.

"No... Sólo conozco unos pocos detalles," respondió Lawrence.

"Los conocimientos son el arma de un mercader. Por eso, eres buen mercader."

"....Me siento halagado."

Tan pronto como atravesaron la puerta, Lawrence se dio cuenta de que la superficie del suelo en este distrito era destacablemente más baja que en otras zonas de la ciudad.

Los huecos entre edificios también parecían estrechos. Y aunque esto de alguna forma se pareciera a callejuelas de cualquier pueblo, habían algunas ligeras diferencias.

Primera de todas, según iban avanzando por estos estrechos pasillos, Lawrence de vez en cuando veía plumas de aves.

"Después de todo, cuando el viento venenoso sopla, no siempre arrastra una fragancia, así que guardan pequeños pájaros. Si los pájaros empiezan a morir repentinamente, hay que estar alerta," Bartose explicaba.

Aunque Lawrence ya había oído de lugares como regiones mineras que usaban tales medidas de seguridad, estar realmente en un lugar que usara esta clase de medidas de seguridad le ponía los pelos de punta.

Porque incluso si "viento venenoso" era una buena forma de describirlo, Lawrence seguía pensando que el término que prefería la Iglesia, "roce de la Muerte" era una descripción más certera, ya que según dicen tan pronto como notas que el viento que sopla es especialmente frío, te das cuenta de que tu cuerpo está totalmente paralizado, como si estuviera congelado, y de ahí ese nombre, "roce de la Muerte".

Los gatitos que también podían verse por cualquier lugar de entre las calles, ¿podrían haber sido utilizados para el mismo propósito que el de los pájaros? ¿O se juntaban los gatos con la finalidad de cazar pájaros?

Ya fuera lo primero o lo segundo, ambas opciones sólo hicieron que Lawrence se sintiera incómodo.

"Sr. Bartose."

Había pasado mucho tiempo desde que Lawrence viera como doloroso el pasear tranquilamente por un camino pavimentado.

En el interior de las oscuras calles de vez en cuando podía ser oídos los gritos de los gatos y el batir de las alas de un pájaro, unido al inesperado ruido del metal, más el aire cargado de la chocante peste a azufre. Lawrence no podía soportar esta clase de ambiente, y por eso intentó conversar con Bartose quien andaba delante suyo.

"¿Podrías decirme cuantos alquimistas viven dentro de este distrito?" preguntó.

"Pues... contando a los aprendices, probablemente cerca de 20. Aunque, después de todo ocurren frecuentemente accidentes aquí, así que no sé el número exacto."

Lo que Bartose quiso decir era que la gente moría aquí con frecuencia.

Lawrence se arrepintió de preguntar tal cosa, y rápidamente cambió a una pregunta más de comerciantes:

"¿Hacer negocios con los alquimistas recompensa con buenos beneficios? Parece como si fuera acompañado por muchos riesgos."

"Mm......"

Bartose esquivó un barril de contenido desconocido y cuyos bordes estaban manchados con una sustancia verde también desconocida que haría que cualquiera que la viera perdiera el sueño, y respondió de manera rápida:

"Si es un alquimista al cargo de miembros de la aristocracia, los beneficios son muy buenos. Porque además de oro, plata, y bronce, también compran grandes cantidades de hierro, plomo, estaño, mercurio, azufre, fósforo, etc."

Los objetos mencionados por Bartose eran inesperadamente normales, lo cual fue una sorpresa para Lawrence.

Lawrence había esperado oír cosas más extras, como ranas de 5 piernas por ejemplo.

"Jajaja, ¿sorprendido? Incluso aquellos que hacen negocios en el Norte, la mayoría piensan que los alquimistas son brujos. De hecho, no son demasiado distintos a los herreros. Su trabajo siempre ha consistido tan solo en cosas como calentar metal, o usar ácidos corrosivos para derretir metal," explicó Bartose.

Ambos hicieron un giro a la derecha en un cruce estrecho.

"Aunque verdaderamente existen algunos que estudian magia,"

Dijo Bartose, mirando a Lawrence detrás de él y dejándole ver una sonrisa macabra.

Lawrence, un poco molesto con todo esto, se paró en seco. Notando esto, Bartose, como disculpándose por su molesto comentario, inmediatamente dijo sonriendo:

"Pero, eso es sólo un rumor que oí hace tiempo. Además, he oído que incluso los alquimistas que viven en esta zona nunca han visto a ningún entendido en el uso de la magia. Debería decir también que las personas que viven aquí son todos buena gente."

Era la primera vez que Lawrence había escuchado siquiera a alguien usar las palabras "buena gente" para describir a los alquimistas, que utilizaban su fuerza día y noche para realizar ritos satánicos.

Cada vez que el tema de los alquimistas salía, la gente siempre se sentía llena de un sentimiento mezclado de curiosidad y miedo, una sensación de inmoralidad difícil de describir.

"¿Cómo lo diría?, ellos son los "padres de mis fondos" después de todo, así que seguramente no podría decir que son mala gente, ¿verdad?"

Oyendo de Bartose una expresión tan de mercaderes, Lawrence sólo pudo calmarse un poco y sonreír.

Un segundo más tarde, Bartose se había parado frente a una casa.

La superficie del camino, a la cual no llegaba luz y estaba llena de baches y agujeros, contenía gran cantidad de oscuros charcos de agua.

La pared frente a la estrecha callejuela contenía una ventana de madera que estaba entreabierta. Quizás fuera su cabeza jugándole malas pasadas, pero este edificio tan mal avenido parecía estar inclinado con cierto ángulo.

La apariencia del edificio no era diferente de la que pudiera tener cualquier otro encontrado en la esquina de cualquier suburbio. Como fuera, había una diferencia clave.

Era el hecho de que este lugar estuviera sumido en un silencio propio de un cementerio, totalmente falto del sonido de niños jugando.

"No te pongas tan tenso. La persona a la que vamos a encontrarnos es de trato muy fácil."

Y es que aunque Bartose hubiera asegurado esto muchas veces ya, Lawrence, tras escucharlo, sólo podía ser capaz de hacer una sonrisa poco firme.

Pedirle a Lawrence que no estuviera tenso era una petición demasiado grande.

Porque dentro de este distrito vivían personas conocidas como serios criminales por la mayor organización a la que no debía oponerse en el mundo.

"¿Hay alguien?"

Incluso así, Bartose llamó a la puerta sin miedo y preguntó en un tono normal.

Pero, la reseca puerta tenía la apariencia de no haber sido abierta en años.

De alguna parte desconocida llegó el débil grito de un gato.

Un clérigo de cláusula al que se refieren como pagano que es perseguido por un monasterio.

La imagen de un viejo vestido con una túnica rasgada y con el aspecto de una rana arrugada por la edad se formó en la mente de Lawrence, para segundos después desaparecer.

Ese era un mundo en el que ningún mercader ambulante daría un sólo paso para adentrarse. En ese momento, la puerta comenzó a abrirse gradualmente.

"¿Hmm? Pero si es el Sr. Bartose."

Al momento que oyó esta frase, Lawrence se sintió decepcionado de sus expectaciones, e incluso sus rodillas parecieron perder su fuerza.

"Cuanto tiempo sin vernos. Pareces estar de muy buen humor. Eso es fantástico."

"Me has quitado las palabras de la boca. Estas sano y salvo incluso habiendo estado atravesando por entre las montañas de Hairam. Está claro que el Todopoderoso te beneficia en gran medida."

Cuando la fina puerta de madera se ha abierto, una alta mujer, de ojos azules apareció desde el interior de la casa. Vestida con una larga túnica, y que parecía ser un poco mayor que Lawrence. El corte de la túnica que le daba cierta libertad se veía especialmente seductivo en una mujer.

La mujer habló con un tono amistoso, y no había ningún detalle que negara que fuera una completa belleza.

Pero, Lawrence repentinamente recordó la leyenda de que los alquimistas buscaban magia que creara inmortalidad.

Bruja.

Tan pronto la palabra apareció en la mente de Lawrence, la mujer dirigió su mirada hacia él.

"Ohh, es un chico guapo. Pero parece, por la cara que ha puesto, que me ha tomado por una bruja."

"En ese caso, deberé introducirte también como tal."

"No digas eso. Este lugar es suficientemente deprimente tal y como está. Además, ¿cómo podría una bruja ser siquiera tan guapa como yo?"

"Oí que sobre muchas damas corrían rumores de que fueran brujas debido a su belleza."

"Sigues siendo el mismo de siempre, Sr. Bartose. ¿Seguramente posees un buen número de casas de oro en la región de Hairam?"

Incluso aunque Lawrence no tuviera ni idea de lo que estaba pasando, no dudaba en intentar entender la situación, pero primero se centró en calmarse un poco.

Lawrence respiró profundamente bocanada y media de aire.

Entonces volvió a enderezar su columna y recuperó su expresión de Lawrence comerciante.

"One-chan, la persona que andaba buscándote hoy por algo no soy yo, sino el Sr. Lawrence aquí presente."

Bartose quizás se había dado cuenta de que Lawrence ya había recuperado su compostura. Mientras le introducían brevemente, Lawrence dio un paso al frente, mostrando su sonrisa de cortesía como saludo y diciendo:

"Por favor, disculpe mi actitud hace un momento. Me llamo Craft Lawrence y soy un mercader ambulante. He venido hoy para hacerle una visita al Sr. Dean Rubens. ¿Se encuentra él en casa en estos momentos?"

Lawrence hablo de la manera más formal que sabía y apenas usaba.

Aún así, cuando la mujer que estaba sujetando la puerta de madera con una mano escuchó esto, lo primero que hizo fue mostrar una cara de sorpresa e inmediatamente hablando de manera alegre:

"¿Cómo?, ¿Bartose no te lo dijo?"

"¡Ah!"

Bartose se golpeó ligeramente la barbilla, aparentando como si se maldijera a sí mismo por no haberse acordado, y diciéndole a Lawrence con una profunda expresión de disculpa:

"Sr. Lawrence, esta es la Señorita Dean Rubens." (note from Judgment26: se pronuncia “Dee-an” or “Dee-ahn”)

"Yo soy Dean Rubens. Un nombre muy masculino, ¿verdad? Por favor, llámame Deanna," dijo la mujer sonrientemente habiendo cambiado la manera de hablar que usó antes por una elegante. La forma en que actuaba daba la impresión de que había residido alguna vez en un convento de cierta grandeza.

"Bueno, mejor no nos quedemos en la entrada, y hablemos dentro. No te voy a comer," dijo Deanna divertida mientras habría la entrada a la casa completamente y les hizo un gesto para que entraran.




El interior de la casa de Deanna no era muy diferente de la apariencia que tenía el exterior del edificio. Estaba todo bastante viejo y poco cuidado. Quizás se podría describir como algo parecido al camarote del capitán de un barco tras el encuentro con una tormenta.

En las esquinas de la habitación estaban apilados cofres de madera que recordaban a uno a aquellos cofres de tesoros piratas. Los bordes de los cofres estaban reforzados con tiras de metal, y sus tapas estaban abiertas de manera casual. También habían algunas firmes, y aparentemente caras, sillas que se habían convertido en soportes de prendas y libros.

Además, desperdigados por la habitación habían un gran número de plumas para escribir tan blancas como la nieve, y cuyo origen era difícil de imaginar. Era como si un enorme pájaro hubiera ido amontonando sus plumas en el interior de la habitación hasta no poder más.

Dentro de esta habitación, que podía describirse con total propiedad como caóticamente desorganizada, los únicos lugares que mostraban algunos signos de orden eran las estanterías y la zona que rodeaba un gran escritorio en el que Deanna trabajaba.

"Entonces, ¿por qué motivos viniste a verme?"

Dijo Deanna tan pronto extrajo una silla de debajo del escritorio y se sentó. La luz del sol brillaba, casi milagrosamente, sobre el escritorio. Deanna ni invitó a ninguno de los dos a sentarse, ni les trajo vasos con té caliente.

Dejando de lado sus pensamientos sobre el té, tan pronto Lawrence empezó a preguntarse que hacer siendo incapaz de encontrar una silla, Bartose, como si estuviera acostumbrado a esto desde hacía mucho, despejó una silla para Lawrence quitando con total confianza los objetos apilados sobre ella.

Incluso un arrogante y orgulloso noble sabría invitar a sus invitados a sentarse, pensó Lawrence.

Aún así, no era capaz de ver el anormal modo de hacer las cosas de Deanna para nada molesto. De hecho, podría incluso considerarse algo encantador en ella.

"Por favor, permítame primero expresar mis disculpas por realizar una visita tan presuntuosa," dijo Lawrence.

Incluso tras oír tales formalidades, Deanna simplemente sonrió e hizo una suave reverencia con su cabeza.

Lawrence se aclaró su garganta un poco y continuó:

"El punto es, que he oído que la señorita Rubens-"

“Deanna,”

Deanna le corrigió en el acto, mirándole seriamente.

Después que Lawrence consiguiera difícilmente ocultar las dudas que le rondaban y pronunciara un "Lo siento," una cálida sonrisa floreció de la cara de Deanna nuevamente.

"Erm - el punto es, que oí que usted, señorita Deanna, tiene bastantes conocimientos sobre leyendas del norte. Por lo que, me estaba preguntando, si no fuera demasiada molestia, si pudiera pedirle que me aclarara en ciertas dudas."

"¿Del norte?"

"Sí."

Deanna pareció estar considerando esto, y dirigió su mirada hacia Bartose para decir:

"Pensé que venía aquí a hablar de negocios."

"¿Bromeas?. Si fuera para hacer negocios, seguramente le echarías a la calle, ¿no?"

Aunque Deanna respondiera a las palabras de Lawrence con una risa, Lawrence pensó que realmente lo haría.

"Pero, no estoy segura de que sepa la historia que andas buscando," dijo Deanna a Lawrence.

"Eso querría decir que quizás haya oído una historia que era simplemente inventada."

"Jo jo, Si ese fuera el caso, podríamos tratarla como una nueva historia, y yo te escucharía a ti en ese caso."

Viendo la gentil sonrisa de Deanna, Lawrence involuntariamente miró en otra dirección y tosió apagadamente.

Menos mal que Horo no estaba cerca, Lawrence pensó para sí.

"Entonces, me gustaría preguntarte acerca de leyendas antiguas sobre el pueblo de Yoitsu," continuó Lawrence.

"Oh~ ¿te refieres al pueblo que fue destruido por el Oso Cazador de Luna?"

Deanna pareció haber instantáneamente abierto su cajón de recuerdos.

Habiendo salido el tema de la destrucción de Yoitsu tan de repente... no traer a Horo con él había sido de hecho la elección correcta, Lawrence pensó para sí. Era probablemente verdad que Yoitsu estuviera realmente destruido. Sólo pensar sobre cómo contárselo a Horo le dio a Lawrence dolor de cabeza.

Justo mientras Lawrence estaba pensando esto, Deanna se levantó tranquilamente, se dirigió hacia la estantería tan bien cuidada de la habitación y, cogiendo un libro de entre la gran cantidad de bien organizados volúmenes dijo:

"Recuerdo que estaba por aquí... lo encontré, lo encontré. El Oso Cazador de Luna, su pronunciación debería ser 'Irawa Werr Muheidehunde'. La ciudad de Yoitsu que fue destruida por el Oso Cazador de Luna. Si es sobre este Oso, existen una gran cantidad de leyendas. Aunque, todas son muy antiguas." Deanna hablaba sin pausa mientras analizaba las páginas. Los cayos de su dedo índice que seguramente eran el resultado de escribir largas temporadas tenían un aspecto rojo e hinchado, causando que Lawrence sintiera simpatía por ella.

Quizás todos los libros agrupados en la estantería fueron escritos por ella.

¿Cuántos cuentos y supersticiones paganas habían almacenados entre los libros?

Justo tras pensar sobre esto, Lawrence se dio cuenta de algo. Cuando Bartose había mencionado que intentó obtener beneficios de leyendas y mitos antiguos, posiblemente se refería a vender los libros de Deanna a la Iglesia.

Si ésta poseyera los libros que se encontraban aquí, inmediatamente sería capaz de encontrar las zonas en las que las misiones religiosas hubieran fallado a la vez que entender los fallos cometidos en ellas. Por esto, no dudaría que los miembros afiliados a la Iglesia tuvieran gran interés en poseer estos libros.

"Lo que deseo saber no es sobre el Oso, sino por cuentos relacionados con la ciudad de Yoitsu," dijo Lawrence.

"¿Pueblo?"

"Sí. Debido a una cierta razón, ando buscando la localización de Yoitsu. ¿Sería posible situarla usando la información que proveen las leyendas y los mitos?"

La mayoría de las personas posiblemente estarían confusas al ser preguntados por la localización de los hechos en una leyenda antigua, antes que el lugar donde se produce algún producto.

Deanna no era por supuesto una excepción. Su primera reacción fue de sorpresa. Después, colocó el libro en el escritorio y se sumió en reflexiones.

"Localización, eh... localización, localización..."

"¿Es posible?"

Lawrence repitió una vez más. Oyendo esto, Deanna colocó una mano en su frente como si estuviera sufriendo un pasajero dolor de cabeza, y le indicó con su otra mano a Lawrence para que esperara.

Mientras permanecía en silencio, nadie dudaría que alguna vez Deanna hubiera sido la directora de un gran convento, viendo como estaba actuando, Lawrence no pudo evitar pensar que ella tenía un aire anticuado.

Tras pasar algún tiempo en el que tenía los ojos muy cerrados y murmurando, Deanna levantó su cabeza, con una sonrisa alegre en su cara como la de una señorita que hubiera conseguido hilachar una aguja por primera vez.

"Ahora recuerdo. Lejos en el norte de Puroanie hay un río llamado Romu, y en la fuente de este río hay un pueblo llamado Renose. En esa zona, es donde existe tal leyenda."

Oyendo a Deanna hablarle sin aviso en el mismo tono con el que había usado con Bartose, Lawrence no pudo evitar sentirse un poco sorprendido.

Parecía como si Deanna se perdiera totalmente tan pronto como alguien mencionara el tema de las leyendas antiguas, pensó Lawrence para sí.

La Deanna que poseía tal naturaleza se aclaró la garganta, cerró los ojos, y comenzó a recitar un texto antiguo:

"En tiempos remotos, un lobo gigante apareció en el poblado. El lobo se llamó a sí mismo Horou de Yoitsu, y poseía tal tamaño que requería elevar la vista para captarlo completamente. Aterrorizados, los aldeanos lo vieron como un castigo divino. Horou habló, diciendo que había venido del profundo y sereno bosque del este, deseando dirigirse al sur. Horou era adicto a la bebida, y tomaría a veces la forma de una damisela para bailar entre las mujeres del poblado. Su apariencia era bella, joven, pero poseyendo una cola inhumana. Seguido de una larga temporada de ambiente festivo, aseguraba la cosecha del poblado, y continuó hacia el sur. El poblado ha visto gran cantidad de años de buenas cosechas desde entonces. La gente se refería al lobo como Horou de la cola trigal."

Lawrence estaba sorprendido, no sólo por la fluidez con la que Deanna había recitado el texto antiguo, sino también por la repentina aparición del nombre de Horo.

Incluso si la pronunciación era de alguna forma distinta, estaba seguro de que se estaba refiriendo a Horo. El hecho de que garantizara las buenas cosechas demostró que se trataba de las hazañas de Horo, y la transformación en jovencita con una cola coincidía con la apariencia de Horo.

Aún así, su sorpresa era nada comparada con la satisfacción por el recital de Deanna.

El pueblo de Renose, situado en el origen del Río Romu, era un pueblo que aún existía hoy en día. Siempre y cuando supiera que Horo había venido de un bosque al este de Renose, podía dibujar una línea dirigida al suroeste de Nooshira, y otra dirigida al este de Renose, y en el punto que se cruzaran estaría el pueblo de Yoitsu.

"¿Le proporciona suficiente ayuda esta leyenda?" preguntó Deanna.

"Sí, porque el bosque al este de Renose forma una limitada área donde buscar, con esto ya tengo suficiente evidencia."

"Me alegro mucho."

"Le aseguro que le demostraré mi gratitud en un futuro cerc-"

Deanna detuvo a Lawrence con un gesto de su mano.

"Deberías comprender suficientemente tras verme, que incluso con la Iglesia persiguiendo mi cabeza, aún adoro fervientemente las leyendas antiguas de regiones paganas. Además, sólo disfruto escuchando leyendas antiguas en su forma original, más que los cuentos cuyos contenidos han sido modificados tras tener en cuenta la existencia de la Iglesia. Por lo que veo, eres un vendedor ambulante, Sr. Lawrence, así que seguramente hayas oído algunos cuentos interesantes. Mientras puedas compartir una historia conmigo, sería para mí suficiente muestra de gratitud."

Aquellos dentro de la Iglesia que eran responsables de transcribir la historia lo hacían para mantener el prestigio de la Iglesia, y aquellos contratados por aristócratas lo hacían para elogiar a sus empleadores. O lo que es lo mismo, transcribían historia para los aristócratas. No sería inapropiado decir que esto era sólo de alguna forma razonable.

La ciudad Eclesiástica de Rubinhagen fue renombrada en honor al Santo Rubinhagen, y las leyendas que circulaban referente a este santo por la ciudad también mostraban ciertas diferencias con las descripciones de Horo. Lo más seguro era que estas leyendas fueran alteraciones intencionales de la verdadera historia para así preservar el prestigio de la Iglesia y reforzar su autoridad.

Seguramente Deanna, que vivía dentro de lo que pueda llamarse suburbios de la tolerante tanto económica como religiosa ciudad de Kumerson, no pudiera perdonar tales actos por su profunda adoración hacia estos relatos antiguos. Habiendo escuchado que Deanna era tratada como infiel y bajo búsqueda por algún convento en concreto, Lawrence la había imaginado como alguien que tuviera ideas extremadamente peligrosas, sólo para encontrarse con una simple fanática que daría su vida voluntariamente por mantener su pasión.

Tras pronunciar un "Comprendo", Lawrence comenzó a contar una historia desconocida.

Se trataba de un cuento que ilustraba una cierta región con grandes producciones de trigo.

Un cuento sobre un lobo que controlaba las cosechas de trigo.




Tras eso, y debido a que tuvieron uno que otro trago, los 3, Lawrence, Deanna, y Bartose tuvieron una animada discusión sobre un amplio rango de leyendas y mitos que circulaban por varias regiones.

Según descendía el sol por el oeste, Lawrence fue consiguiendo volver en sí. Educadamente rechazó la invitación de Deanna de quedarse un rato más, y se despidió junto a Bartose.

Atravesando las estrechas callejuelas, Lawrence y Bartose no eran capaces de suprimir sus risotadas cada vez que recordaban lo que habían estado hablando durante la calida discusión en la casa de Deanna anteriormente.

Con la edad de Lawrence, escuchar cuentos de dragones o ciudades de oro siempre generaría un sentimiento de escepticismo. Hacía mucho tiempo desde que se había divertido tanto discutiendo tales cuentos.

Incluso tiempo después de que Lawrence se convirtiera en aprendiz de un vendedor ambulante, había seguido soñando durante bastante tiempo en hacerse un caballero errante que viajaba por varias ciudades con una espada larga en la espalda. Los cuentos que había escuchado sobre dragones escupe fuego, pájaros gigantes cuyo batir de alas podría destruir el cielo, y magos que podían mover altas montañas sin esfuerzo, también habían calado profundamente a Lawrence.

Aún así, desde no sabe cuando, Lawrence había llegado a entender que estas historias eran totalmente inventadas.

La razón por la que fue capaz de encontrarlas entretenidas hoy particularmente era posiblemente debido a haber conocido a Horo, pensó Lawrence.

De hecho, todavía existían gran cantidad de leyendas y mitos que no eran cuentos inventados totalmente, y los vendedores ambulantes, que viajaban a través del vasto mundo, como caballeros errantes, también tenían posibilidades de encontrar grandes aventuras.

Sólo entender este hecho era suficiente para hacer que el feliz, y largo olvidado sentimiento se expandiera por el corazón de Lawrence.

Como fuera, tan pronto Lawrence recordó el incidente ocurrido colando oro ilegalmente en Rubinhagen, la excitación también se transformó en una sonrisa forzada.

Aunque Lawrence no lo hubiera visto con sus propios ojos, no tenía dudas de que en el interior del oscuro y aterrador bosque cercano a Rubinhagen, que fue la fuente de continuos rumores, habitaba un lobo parecido a Horo. Aún así, en aquel entonces Lawrence no había jugado el papel del protagonista de una novela heroica como a las que a todos les gustara leer, sino el papel de un apoyo totalmente a merced de las vueltas que daba la historia.

Un comerciante estaba más de acuerdo a un tipo de vida de mercante después de todo.

Tan pronto Lawrence pensaba sobre estas cosas en su cabeza, ambos llegaron a la calle que se dirigía hacia la posada, así que Lawrence se despidió de Bartose en el cruce.

Lawrence agradeció a Bartose haberle presentado a Deanna, tras lo que recibió esta respuesta: "Ir a casa de One-chan sólo despertaría criticas por toda la ciudad, así que llevarte conmigo me consiguió una bonita excusa."

De hecho, Deanna era tan fácil de tratar, bella, y sumado al hecho de que vivía en la zona de encuentro de los alquimistas. Ir a visitarla solo llevaría a Dios sabe cuantas miradas curiosas.

Después de todo, tales temas eran los favoritos de las discusiones entre las personas de la filial.

"Por favor invítame a ir contigo nuevamente."

Las palabras de Bartose no daban la impresión de formalismos, sino de algo que había salido de las profundidades de su alma. Por supuesto, Lawrence también se lo había pasado muy bien, y por eso asintió sinceramente con su cabeza en respuesta.

El sol tan sólo empezó a desaparecer tras los techos de las casas. Por la calle ancha del pueblo se podían ver a los artesanos terminando el trabajo del día, mercaderes anotando los negocios del día, al igual que granjeros preparándose para volver a casa tras vender todo lo que sobró de la cosecha junto con animales para la venta traídos de sus poblados yendo y viniendo de unos a otros.

Habiendo llegado a la parte del pueblo cercana a las zonas ruidosas tras seguir la calle hacia el sur, la visión de borrachos y niños se añadió a la oleada de gente.

Las mujeres, que normalmente aparecían en menores números con la llegada del anochecer, también estaban por todas partes. La calle parecía estar ya repleta con el ambiente del festival aún siendo la tarde de antes. En muchos lugares de la calle se agrupaban personas, y en el centro de las agrupaciones se encontraba un adivino que había atraído a la gente y hacía negocios abiertamente.

Lawrence atajó a través de las montañas de personas y no entró en la posada situada al final de la calle, sino que continuó hacía la zona del mercado de Kumerson.

Ya que lo que Deanna le había contado a Lawrence le permitió centrar la situación de Yoitsu hasta cierto grado, había decidido no dirigirse hacia Nooshira, sino a Renose en su lugar.

Dejando de lado que estuviera más cerca, otra razón por la que Lawrence había escogido Renose era el detalle de que el camino que dirigía allí estaba más asentado. Además, también anticipaba la posibilidad de encontrar más leyendas detalladas sobre Horo de camino a Renose.

Por el cambio de destino, para conseguir la información necesaria para el viaje, Lawrence volvió nuevamente al puesto de venta de Mark.

"Yo, chico guapo."

Cuando llegó al puesto, encontró a Mark con una cara de felicidad y despreocupado agarrando una jarra en una mano. Mientras que el chico que se había dedicado a hacer recados y contactar con gente, se encontraba durmiendo a pierna suelta dentro del puesto con su cara enrojecida y su cabeza hacia atrás.

La persona que reemplazaba a estos dos machos borrachos era la mujer de Mark - Adela, que estaba preparando el cierre de la tienda entre las grandes pilas de mercancías con una tela impermeable sobre su cabeza.

Tan pronto como Adela vio la llegada de Lawrence, le saludó con la cabeza y le señaló con un dedo a Mark con una sonrisa forzada.

"¿Qué tal? Ahh, echa un trago primero," dijo Mark.

"Aye, sobre la información que te pedí que me consiguieras esta mañana... ¡Whuah! Estás echando demasiado."

El licor que había dentro de la jarra de arcilla hizo el sonido "gururu" mientras Mark lo echaba en la jarra de madera. Aunque Lawrence le había dicho que parara, Mark pareció no darle importancia.

La cara de Mark parecía decir que no le respondería a menos que Lawrence cogiera la jarra casi llena de licor.

"En serio..."

Tras coger la jarra mirando a Mark con cara de molestia y tomado un sorbo, descubrió que el licor de la jarra era vino de muy buena calidad. Esto le hizo tener la necesidad repentina de comer un poco de carne seca y salada para combinar con el vino.

"Entonces, ¿qué estabas diciendo antes? ¿Podría ser que quieres cambiar el destino?" preguntó Mark.

"Aye, exactamente. ¿No hay un pueblo con el nombre de Renose en el inicio del Río Romu? Recuerdo que ese lugar era famoso por su leña y pieles, y quiero dirigirme hacia allí."

"Buah, anda que no has cambiado nada el destino. E hice todo ese esfuerzo en conseguir información sobre como ir a Nooshira."

Incluso cuando se estaba borracho, parte de su mente debía permanecer sobria, o si no, no podría llamársele comerciante.

"Disculpa, la situación ha cambiado ligeramente."

“¿Oh?”

Mark respondió con una sonrisa, y se tragó el vino como si fuera agua.

Tras eso, Mark miró fijamente a Lawrence con una extremadamente animada mirada y dijo:

"¿Entonces es realmente cierto que tú y tu compañera os habéis separado?"

Tras una pausa de varios segundos, Lawrence preguntó en respuesta:

“¡¿Qué dijiste?!”

"Jajajajaja. He realizado investigaciones en profundidad, chico guapo. Todo el mundo sabe que te estas hospedando en una posada de clase alta con una preciosa monja. En serio, tu comportamiento es exactamente lo que llaman un acto de rebeldía hacia Dios."

Y aunque Kumerson fuera un pueblo de tamaño bastante grande, era, después de todo, no del nivel de Rubinhagen. Si uno preguntara a un solo amigo, probablemente pudiera obtener información sobre cualquier comerciante asentado en el área. Esa era el grado de conexiones de un comerciante asentado. Lo más probable es que alguien hubiera visto a Lawrence junto a Horo y el rumor se hubiera extendido desde ahí de boca en boca.

Si incluso Mark, que trabajaba en un puesto de venta dentro del recinto del mercado, sabía de la existencia de Horo, la gente de la filial de la compañía era seguro que sabían también. Tras pensar lo afortunado que había sido de no volver a la filial con Bartose, Lawrence se calmó un poco.

Pero, Lawrence no comprendía por qué Mark había dicho que se habían separado.

"La relación entre mi compañera y yo no es algo que debiera ser el centro de atención de una fiesta. Pero, ¿a qué te refieres con separarnos?" preguntó Lawrence.

"Jejeje, parece que el chico guapo es muy bueno en hacerse el tonto también. Pero aún así, habiendo sido mencionada por alguien vuestra separación, hace que las dudas de tu corazón estén escritas por toda tu cara."

"Después de todo, mi compañera es en efecto una belleza. Si nos separamos, ¿no sería una gran perdida para mí?"

Gracias a su relación de todos los días con Horo, Lawrence fue capaz de responder tranquilamente, lo que le sorprendió hasta a él.

Aunque, Lawrence pensó que, si fuera posible, preferiría mejorar su habilidad en conversaciones de negocios más que mejorar su habilidad a reaccionar en este tipo de situación.

"Brruahh, no es nada, sólo un rumor que oí hace un rato. Hay un jovenzuelo de tu compañía paseando por las calles acompañado por tu compañera, y parece ser que los dos se lo están pasando bastante bien," dijo Mark.

"Ah. Te refieres a Am... Sr. ...Amati."

Aunque Amati fuera más joven que él, Lawrence sintió que dirigirse a él sólo por el nombre sería descortés, por esto añadió la palabra "Sr." aunque, tan pronto como la palabra salió de su boca, sintió como si de alguna forma bajara su propia posición.

"¿Cómo? ¿Ya te diste por vencido?" exclamó Mark.

"Me temo que la situación no es lo que piensas. No he podido pasar nada de tiempo hoy con mi compañera, y ya que el Sr. Amati tenía algo de tiempo libre le pedí que la llevara a pasear por el pueblo. Ambos sucesos tan sólo se juntaron por pura coincidencia."

“Oh......”

"¿Tienes algo que decir?"

Lawrence había esperado que Mark mostrara una cara de decepción, pero en su lugar puso una expresión de preocupación, lo cual dejo a Lawrence un poco confuso.

"Porque solía ser un vendedor ambulante como tú, te daré esta advertencia: ese tipo Amati puede parecer débil, pero en verdad es alguien difícil de tratar," dijo Mark.

"......¿qué quieres decir con eso?"

"Lo que quiero decir es que, si continuas siendo tan indiferente como hasta ahora, podrías acabar con tu compañera en otras manos. Cualquier tipo de la edad de Amati, tan pronto como se obsesiona con algo, hará cualquier cosa por conseguirlo. Por si fuera poco, has visto lo joven que es Amati, ¿Pero has visto los negocios tan grandes que realiza con pescado? Además, ese tipo nació en una zona del sur en una muy distinguida familia. Ya que era el hijo más joven, era obvio que no podría ser capaz de explotar toda su habilidad bajo el yugo de sus hermanos mayores. Así que, hace unos 3 años, se escapó de casa, solo, y finalmente llegó aquí para hacer negocios. Muy impresionante, ¿no?"

Dejando de lado la pequeña y débil apariencia de Amati, esto era verdaderamente increíble, Lawrence había visto con sus propios ojos como Amati había contratado gente para transportar pescado fresco en suficiente cantidad para llenar 3 carros.

Además, incluso aunque Lawrence fuera alguien a quien venderle el pescado, Amati había casi sin esfuerzo conseguido una habitación para éste en la posada que se encontraba frente a la calle principal. En medio de un periodo en el que la ciudad estaba literalmente llena de viajeros, esto no era tarea fácil.

Una sensación de peligro comenzó a emerger poco a poco de lo más profundo de su corazón, pero al mismo tiempo, Lawrence también sentía que Horo posiblemente no pudiera pasar el afecto que tenía por él hacia Amati tan fácilmente.

Mientras Lawrence recordaba todas las cosas que les habían pasado desde que se conocieron, se fue asegurando más y más su firme opinión de que Horo no le cambiaría por Amati.

"No hay nada de que preocuparse, mi compañera no es una persona tan variable," le aseguró a Mark.

"Jajaja, te veo muy seguro. Si escuchara que Adela estuvo paseando con Amati, posiblemente me daría por vencido y me rendiría."

"¿Qué dijiste sobre mí y Amati?"

Dijo Adela, que había estado cerrando la tienda en lugar de su borracho marido y estaba, desde hace algún rato ya, de pie tras de Mark con una sonrisa maléfica en su cara.

Hace 4 años, Adela conoció a Mark, que había venido a Kumerson para hacer negocios, y ambos se enamoraron. Su historia de amor era bastante famosa en el propio Kumerson. Tras este affaire d'amour, que incluso los trovadores más malos encontrarían increíble, ambos pasaron por la iglesia. Hoy, Adela parecía poseer más y más la presencia de la esposa de un mercader de trigo.

Cuando Lawrence había visto a Adela por primera vez, era bastante delgada y frágil de constitución, pero ahora era hasta más robusta que Mark.

Adela había dado a luz 2 años atrás. Quizás esta fuera una fuerza compartida por todas las madres.

"Estaba diciendo que, si supiera que tú y Amati estuvisteis paseando juntos, yo, que te quiero enormemente, sería consumido por las llamas de la envidia hasta que tuviera el cuerpo cubierto de heridas," le respondió Mark.

"Por mi adelante, puedes arder hasta que estés contento. Una vez que ardas hasta ser carbón, te usaré para encender un fuego y hacerle un delicioso panecillo de regalo para el Sr. Amati."

Las ácidas palabras de Adela dejaron a Mark incapaz de decir palabra, y sólo pudo escapar utilizando la bebida.

Quizás las mujeres fueran las más desafiantes en la mayoría de las familias, pensó Lawrence para sí mismo.

"Le digo, Sr. Lawrence, beber en la compañía de este borracho haría que hasta el mejor vino supiera mal, ¿verdad? Ya estamos listos para dar por finalizado el día de hoy, así que, ¿qué tal si te vienes a nuestra casa para que pueda invitarte a un par de platos deliciosos? Aunque, el niño puede ser un poco ruidoso," le ofreció Adela.

Escuchando sobre el niño de Mark, a Lawrence le costaba imaginar que tan malo podría ser el niño.

Aunque sólo esto fuera suficiente para disuadir a Lawrence, que no sabía nada de como tratar con niños, Lawrence rechazó la invitación por otra razón.

"Todavía tengo algo de lo que encargarme, así que no puedo, gracias de todas formas."

Esto se trataba por supuesto de una mentira. Aunque, Adela no mostró ninguna sospecha, parecía que simplemente se sintió decepcionada.

Aún así, Mark, que parecía como sí hubiera visto a través de Lawrence, dijo con una suave sonrisa:

"Después de todo, este algo de lo que encargarte es demasiado importante. Buena suerte."

Mark definitivamente había visto sus pensamientos, y Lawrence sólo pudo devolver una sonrisa forzada.

"Ah, cierto. Sobre el cambio de destino, lo recordaré. Tendré la tienda abierta durante todo el tiempo del festival, así que debería ser capaz de recolectar información muy precisa," añadió Mark.

"Gracias."

Lawrence se terminó el resto del vino de su jarra, agradeció a la pareja una vez más, y se despidió de ellos.

Paseando solo en una noche con tan buen ambiente en el mercado, Lawrence notó como sin querer aumentaba el ritmo de sus pasos, y sólo pudo sonreír forzadamente.

Había sido capaz de decir "todavía tengo algo de lo que encargarme" como una excusa siendo una tremenda mentira, se dijo Lawrence ridiculizándose a sí mismo.

Lo que sí era cierto es que, viendo como charlaban Mark y Adela, se había despertado un deseo en Lawrence de regresar a la posada.

La razón por la que quería volver a la posada, aun si Lawrence supiera completamente de que se trataba, era incapaz de decírselo a su propio corazón, mucho menos decírselo a otras personas.

La imagen de Horo y Amati paseando juntos felizmente pasó momentáneamente por la mente de Lawrence y desapareció.

Lawrence notó varias veces como aceleraba en mucho su ritmo, por muy indignante que le pareciera.




Junto con el anochecer del cielo, los clamores que venían desde fuera de las ventanas de madera continuaban creciendo. Lawrence escuchaba el ruido mientras utilizaba pluma y tinta prestadas de la posada para escribir su plan de ventas futuro. En ese preciso instante, Horo volvió.

El había vuelto a la posada hace poco, un poco acelerado, sólo para darse cuenta de que Horo aún no había vuelto. Aunque esto le dio una sensación de decepción de lo que esperaba, también era algo fortuito que Horo no le hubiera podido ver tan agitado, permitiéndole serenarse un poco.

Horo dijo que Amati la había acompañado a la entrada de la posada, por lo que había subido sola. Aunque, a juzgar por la bufanda de piel de zorro que tenía en el cuello, no era difícil imaginar como se había aprovechado de Amati. Viendo la situación, Amati posiblemente le había comprado aún más cosas a Horo.

El dolor de cabeza que sufrió Lawrence tan pronto comenzó a pensar sobre como devolverle el favor a Amati por todo lo que le había comprado era mayor, que la tranquilidad de ver a Horo volver sana y salva.

"Mm....Me encuentro fatal. Mm.... Vos...ayúdeme un poco," dijo Horo

Lawrence se preguntaba cuanto había comido y bebido Horo. Parecía incapaz de incluso de deshacer su propio cinto de seda.

Aunque Lawrence lo encontró increíble, aún así se levantó de la silla con una cara de "que remedio" y ayudó a Horo, que estaba intentando librarse fieramente en la cama, a deshacer el nudo del cinto y también la ayudó a quitarse la túnica que había tenido atada en su cintura a modo de falda.

"Ey, al menos quítate la bufanda y el chal antes de tumbarte, o se arrugarán."

La frase de Lawrence sólo consiguió una respuesta vaga de indiferencia de parte de Horo.

Lawrence consiguió con gran dificultad impedir que la sentada Horo acabase tumbada allí mismo antes, y la ayudó a quitarse la bufanda, el chal de piel de conejo, y el pañuelo triangular atado sobre su cabeza.

Horo hacía rato que se había quedado dormida tras dejar que Lawrence sin impedimentos le quitara la ropa. La razón por la que se había despedido de Amati tan pronto como llegaron a la entrada de la posada era posiblemente porque, habiendo alcanzado el límite mientras volvían, se estaba esforzando por mantener la compostura.

Tras conseguir finalmente ayudarla, con Horo en tal estado, a quitarse la bufanda, el chal, y el pañuelo triangular, la dejó tumbarse directamente sobre la cama.

Viendo a tal despreocupada Horo, Lawrence sonrió forzadamente sin querer. Pero, viendo la preciosidad del pelo de la bufanda de piel de zorro que tenía ahora en su mano, sólo pudo dejar escapar un leve suspiro. Sería bastante normal que un objeto de tal calidad fuera usado para reventa, pero dárselo a otra persona era algo casi inimaginable.

"Ey, no te duermas aún. ¿Hiciste que te comprara algo más?"

Analizando la situación, quizás Horo le había pedido en verdad más cosas a Amati, e incluso más caras aún.

Sin embargo, Horo no tenía fuerzas siquiera para subir los pies a la cama, manteniendo tan extraña postura mientras roncaba y dormía. A Lawrence le parecía que ni las orejas de las que Horo estaba tan orgullosa daban ninguna respuesta, por lo que posiblemente estaba sumida en un profundo sueño.

Lawrence mostró una cara que parecía decir, "No consigo entenderte del todo," y subió los pies de Horo a la cama. Ni haciendo esto Horo se despertó.

¿Acaso Horo confía en mí lo suficiente para quedarse totalmente indefensa conmigo? ¿O simplemente me cree incapaz de aprovecharme de ella?

Fue algo que Lawrence no pudo evitar preguntarse. Aún así, decidió que pensar sobre ello sólo le traería problemas, y escogió echar estos pensamientos hacia las profundidades de su mente.

Tras dejar la bufanda y el chal sobre el escritorio, Lawrence comenzó a doblar la túnica.

En ese momento, un objeto cayó desde un bolsillo de la túnica, y golpeó el suelo haciendo un "klon".

Recogiéndolo para examinarlo, Lawrence descubrió que era una pieza de metal preciosa con forma de cubo.

"¿Hierro...? No, eso no es."

El cubo sólido poseía bordes perpendiculares que eran el resultado de afilarlo atentamente con un cuchillo, al igual que una suave superficie que merecía admiración, era hasta claramente visible bajo la suave luz de la luna. A juzgar por la buena artesanía, incluso sólo fuera un bloque de metal, era de considerable valor. Aunque, Lawrence sólo podía imaginar cuanto se enfadaría Horo si le despertara sólo para preguntar que tipo de metal era. Por lo que Lawrence decidió preguntar sobre ello cuando se despertara al día siguiente, y dejó el cubo de metal sobre el escritorio.

Dejo colgada la túnica sobre el respaldo de la silla, dobló el pañuelo triangular y, tras estirar las arrugas, dejó donde estaba el cinto.

Lawrence en silencio se quejaba por tener que hacer el trabajo de un sirviente. Pero, tan pronto como observó la visión de Horo, que hacía rato estaba durmiendo con su habitual ronquido despreocupado, su indignación desapareció en un instante.

Viendo que Horo no tenía ninguna intención de hacerlo ella misma, Lawrence se acercó a la cama y la cubrió con las sábanas, una vez más revelando una forzada sonrisa.

Entonces, Lawrence se volvió al escritorio, e intentó redirigir sus pensamientos hacia su planificación de los negocios.

Ya que la ruta original de comercio no le permitía buscar Yoitsu, ya que necesitaba permanecer en el norte por una larga temporada, lo que tenía que hacer era simplemente reorganizar el camino bajo la idea de hacer negocios en las regiones nórdicas. Dejando de lado si debía o no realmente alterar su ruta de comercio, al menos no le haría ningún mal averiguar primero algún plan inicial teniendo en cuenta los negocios.

Además, hacía tiempo que no escribía en papel los pueblos de varias zonas y las rutas de comercio y nombrado 1 por 1 todos los productos famosos por los altos beneficios de las distintas regiones, haciéndole pensar sobre la ruta de comercio desde varios ángulos.

Recordando los viejos tiempos en los que voluntariamente sacrificaría horas de sueño para fijar un plan, Lawrence sintió algo de nostalgia.

Aunque, había una diferencia clave entre el pasado y el presente.

¿Estaba haciendo este plan para sí mismo, o por alguien más?

Lawrence escuchó el ronquido despreocupado mientras continuaba trabajando enérgica y rápidamente hasta que la vela de grasa de animal se acabó finalmente.




“Comida, Vino, la bufanda, y este dado.”

“¿Alguna otra cosa?” preguntó Lawrence.

“Eso debería ser todo. Bueno, también recibí una impresionante cantidad de palabras cariñosas,”

Horo dijo conforme cogía suavemente el peine para cuidarse la cola. Escuchando esto, Lawrence la miró con una expresión de cansancio.

Lawrence, tranquilizado por ver que Horo se había despertado sin una Resaca, comenzó el interrogatorio sobre los acontecimientos de la pasada noche. Bajo la abundante iluminación, Lawrence estaba más que seguro que nunca que los regalos que Horo había recibido eran de un valor considerable.

"Veo que ayer comiste y bebiste hasta que no pudiste más. ¿Y qué te pasa con esta bufanda? En verdad aceptaste semejante regalo...," dijo Lawrence.

"La piel es de muy buena calidad, ¿no? Aunque, no supera la de mi cola."

¿También le pediste esto?"

"No soy tan desvergonzada como crees. Insistió en comprármela. Aunque, dar una bufanda como regalo es bastante original."

Tan pronto notó la mirada de Lawrence cambiar entre ella y la bufanda de piel de zorro, Horo dijo con cara de plena satisfacción:

"¿Tanto deseas mantenerme fuertemente bajo tu control?"

"No tengo tiempo para tus bromas. No puedes esperar aceptar un regalo tan costoso sin dar ningún tipo de compensación. En serio, en principio tenía planeado usar a alguien para contentarte, pero mira las deudas que me han llegado de eso."

"Jejeje, así que estabas planeando semejante idea después de todo. Aie, lo supe todo el tiempo."

"Reduciré las compensaciones por la bufanda de tus fondos para el festival."

Horo, al escuchar esto, inmediatamente lanzó a Lawrence una mirada enfadada, pero tras descubrir que Lawrence le devolvió la mirada, se giró, haciendo como que no le veía.

".....Sólo espero que no le revelaras sin querer tus orejas y tu cola, ¿o lo hiciste?" preguntó Lawrence.

"Vos no debéis preocuparos por eso. No soy tan estúpida."

Aunque recordando el estado en el que Horo volvió anoche, Lawrence no pudo evitar tener ciertas dudas, pero también creía que Horo probablemente se habría dado cuenta de las dudas de Lawrence.

"¿Amati te preguntó por nuestra relación?"

"Primero me gustaría saber por qué lo preguntas," Horo demandó en respuesta.

"Si no tenemos una explicación prefijada de ante mano, la gente comenzará con los rumores."

"Claro, tienes razón. Me ha estado interrogando en muchos aspectos. Le dije que era una monja en peregrinación, que fue rescatada por algunos malhechores que estaban planeando venderme."

Dejando de lado la mención de que Horo fuera una monja, el resto más o menos concordaba con los hechos, pensó Lawrence para sí mismo.

"Y entonces, aunque fui rescatada por ti, acabé debiéndote una larga suma de dinero como resultado. Ya que en verdad no tengo forma de pagarte tal cantidad, he estado rezando por la seguridad en tus viajes para pagar mi deuda, soy una pobre desdichada... .Jumm jumm, incluso hice el esfuerzo especial de emplear un tono triste mientras se lo contaba. ¿Qué piensas? Hice una buena historia, ¿no?" Horo continuó.

Aunque Lawrence notó como la historia parecía retratarle a él como malhechor, tenía que admitirlo, era convincente.

"Tan pronto como me escuchó decirle esto, el jovenzuelo inmediatamente me compró la bufanda," dijo la falsa monja peregrina con una sonrisa demoníaca.

"Esa historia es suficientemente convincente. Así que, ¿y el dado? ¿Por qué compraste algo como esto?"

Lawrence fue incapaz de ver claramente el color la pasada noche bajo la tenue luz de luna, pero viéndolo ahora, descubrió que el dado cúbico de metal que parecía ser el trabajo de un experto herrero era un mineral de color amarillento.

Sin examinarlo excesivamente, el dado metálico se parecía muchísimo a una pieza de oro sin refinar.

Aunque, Lawrence había visto esta clase de mineral parecido al oro con anterioridad.

Era un mineral natural que no había pasado por ningún procesamiento artificial.

"Ah eso. Es algo usado por los adivinos. Se dice que es un dado que permite ver el futuro. La forma es preciosa, ¿verdad? Es impresionante que algo tan bello pudiera ser fabricado. Seguramente se pueda vender a buen precio," respondió Horo

"Zoquete, ¿crees que serás capaz de vender algo como esto?"

Lawrence regañó a propósito a Horo usando el tono característico de ella misma. Escuchando esto, las orejas de Horo se embelesaron manteniéndose muy fijas, como sacando las garras.

"Esto no es un dado, sino un mineral conocido como pirita. Además, es totalmente natural."

Quizás porque no había anticipado semejante frase de Lawrence, Horo mostró una cara de sorpresa. Aunque, Lawrence ignoró su reacción y, recogiendo el cristal de pirita del escritorio, se lo pasó y dijo:

"Entonces, la sabia loba controladora de cosechas no parecer estar muy familiarizada con las piedras. Ese dado tenía ya esa forma en el momento que lo excavaron."

Horo estuvo jugando con la pirita en sus manos con una sonrisa en su cara que parecía decir, "Imposible".

"Deberías saber que no estoy mintiendo."

Horo dejó escapar un sonido de sorpresa, y sostuvo la pirita con sus dedos.

"No hay ningún uso especial para esta clase de mineral, y con frecuencia se vende como una especialidad local. Encima, como se parece mucho al oro, se usa también para engañar a la gente. ¿Viste a más personas comprando esto?" preguntó Lawrence.

"Un montón de gente lo compró. El adivino que estaba usando este dado para contar futuros era muy preciso en sus predicciones, incluso yo estaba muy sorprendida. Incluso dijo sin pestañear que cualquiera que tuviera este dado podría usarlo para predecir su propio destino, por lo que mucha gente estuvo peleando por ver quien compraba el dado. El adivino también usó una variedad de otras razones para promover su venta.

"¿Un montón de gente quería comprar algo como esto?"

"Pues sí. Incluso los dados que tenían formas menos bonitas y suaves que este, el adivino clamó que tenían el poder de curación o la habilidad de alejar espíritus malignos."

Lawrence no pudo evitar sentirse impresionado con el adivino por ser capaz de inventar semejante buen negocio. Durante las temporadas de festivales o ferias, los objetos inusuales ocasionalmente creaban nuevas modas populares.

Esto era exactamente a lo que se referían de aprovecharse del ambiente festivo para conseguir dinero, pensó Lawrence. Era verdaderamente algo grande para el adivino ser capaz de inventar la idea de usar pirita para venderla.

"En verdad ese dado fue realmente ganado gracias a la puja de Amati," Horo continuó.

Aunque, esta vez Lawrence se sorprendió de verdad.

"¿Lo subastaron?"

"Todos reaccionaron con muchísimo entusiasmo entonces. Era la primera vez que veía a la gente competir en una subasta, y estaba muy sorprendida. Además, debería tener un buen precio de venta."

Las palabras de Horo le recordaron a Bartose que viajaba entre las ciudades mineras de Hairam.

¿Bartose sabía sobre esto? Si Bartose tuviera almacenada algo de pirita, o si tuviera conexiones gracias a las cuales pudiera obtener pirita, quizás esto pudiera convertirse en un buen negocio.

Lawrence acababa de llegar a este punto en sus pensamientos cuando escuchó como llamaban a la puerta.

“¿?”

El primer pensamiento de Lawrence es que quizás Amati ya había descubierto las orejas y cola de Horo hacia tiempo, pero por otro lado, también creía que Horo con su agudo instinto lo hubiera notado si este fuera el caso.

Lawrence fue con su mirada de la puerta a Horo, y encontró que ésta estaba lentamente cogiendo las mantas de la cama para esconder sus atributos animalescos. Parecía que quien fuera el que llamó a la puerta no era ninguna visita peligrosa como los que encontraron en la ciudad portuaria de Pattio.

Lawrence se acercó y abrió la puerta sin más dilación.

De pie frente a la puerta estaba el jovenzuelo que trabajaba en la tienda de Mark.

“Siento muchísimo molestarlos tan temprano en la mañana. Mi maestro me pidió que les pasara un mensaje,” dijo el chico.

Ese momento del día no podía ser considerado exactamente como “tan temprano en la mañana”, pero Lawrence no podía pensar en nada que necesitara un mensajero especial a esta hora en la que el mercado estaba apunto de abrir.

La primera idea que le vino a la cabeza era que quizás Mark había caído muy enfermo, pero claro, si fuera ese el caso, el chico probablemente no habría dicho que su maestro le pidió que pasara un mensaje.

Horo además de taparse se movió hacia la puerta, pero solo asomó su cara un poco.

Debido a esto, el chico se dio cuenta de su presencia, y dirigió su mirada hacia ella. Viendo a una joven cuyo cuerpo estaba cubierto de la cabeza a los pies con una manta, pareció hacerse una idea equivocada, e instantáneamente se giró completamente colorado.

“Entonces, ¿cuál es el contenido del mensaje?”

“Ah, s…sí. Mi maestro me pidió que le informara inmediatamente, por lo que vine corriendo por todo el camino. La situación es-“

Habiendo escuchado un mensaje con contenido tan inimaginable, Lawrence comenzó a correr por las calles de Kumerson al igual que había hecho el chico.




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