Strike Witches ~Spanish~:Afrika6 Capitulo4

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

Continué siguiéndola todo lo rápido que podía mientras la estática en su tráfico de radio incrementaba. Después de un rato, una transmisión de Marseille entró.

“Gelbe 14, volviendo a la base… ¡Ah!”

“¡¿Qué pasa, Marseille?!”

La única respuesta que recibí fue ruido de estática. Oh, no…

“¡TINA!” grité.

“... la unidad derecha… ha explotado… La unidad izquierda se está sobrecalentando…” fue la respuesta que apenas pude descifrar a través de la densa estática.

“¡Corta la energía”·

“Negativo, el motor no responde.”

“¡Ahora llego!”

“Rápido… intentaré mantener el rumbo hacia nuestra base.”

Aceleré al máximo. Para tener aún más velocidad, aumenté la potencia del GM-1. Había óxido nitroso inyectado en el motor, creando una fuerte vibración que podía sentir en mis piernas. Aceleré como si algo me hubiera golpeado con un mazo gigante por detrás. El velocímetro en mi brazo me decía que había pasado los 600 km/h y continuaban ganando aún más velocidad poco a poco.

Me alegré de haber cambiado los motores del Tipo 61 por los que se usaban en los Tipo 109F-4/Z. No eran tan potentes como los de Marseille, pero servían.

Intenté llamar a Marseille, para que pudiese oírme.

“¡Usa el paracaídas si puedes, Marseille!”

“Negativo… estamos en territorio Neuroi. Hay muchos Neuroi terrestres…”

“Argh.”

Mierda, las cosas iban mal. Muy mal.

¿Debía enviar una señal y que las unidades cercanas vinieran a rescatarnos?

Una llamada para rescatar a Marseille seguramente hubiera hecho venir a cualquier fuerza aliada en África. De hecho, Matilda seguramente sería la primera en venir. Con Matilda en camino, un rescate podría ser posible.

Pero todas las unidades disponibles estaban ocupadas haciendo frente a los Neuroi en El Alamein. Si los Neuroi conseguían pasar, Tobruk estaría en peligro, poniendo a todo el frente de África en un caos.

“Me han informado de la situación,” dijo una voz por radio.

“¿General Rommel? Pensé que estaba recuperándose de una enfermedad,” pregunté sorprendida.

“¡No es momento para descansar! La División de Paracaidistas de Folgore vendrá en vuestra ayuda. Incluso si aterrizáis en un lugar peligroso, estaremos allí.”

“Pero señor, ¿y la línea de defensa?”

“Britannia y Liberion se pueden encargar de eso, Karlsland volverá al frente también. Cada unidad en nuestro lado está sintonizada a esta frecuencia, escuchando. ¡Haz lo posible para ayudar a Marseille!”

“¡Sí, señor!”

¡Tenía que alcanzar a Marseille más rápido!

“Marseille,” dije por radio. “¡Marseille, responde!

”Se ha acabado… Sale mucho humo… de la unidad izquierda…” fue su respuesta, mezclado con toses intermitentes.

¡Nunca hubiera pensado ver a Marseille tan desesperanzada y diciendo esas cosas!

“¡Tírate Marseille, tírate YA!”

“No puedo… el humo es muy denso…”

La voz rota que se oía a través de la radio sonaba muy débil y desesperanzada, inimaginable por el carácter de Marseille.

No podría soportar vivir si algo le pasara. La culpa de no haber llevado a cabo mi cometido como compañera me sobrepasaba.

Mi Striker Unit empezaba a vibrar de una manera preocupante. Seguramente se debía a la sobrecarga de ir al máximo durante tanto tiempo. Llegados a ese punto, no tardarían en romperse. Pero no era momento de aminorar.

“Por favor, portaos bien y aguantad un poco más,” les rogué.

Fue coincidencia, pero las vibraciones cesaron.

“Así se hace. Os daré un buen mantenimiento cuando volvamos, así que llevadme hasta donde se encuentra Marseille.”

La distancia entre Marseille y yo se reducía poco a poco mientras seguía avanzando a una velocidad muy alta.

Finalmente, a lo lejos, divisé algo que parecía emanar una niebla negra. ¿Me estaban jugando los ojos una mala pasada?

¡No! ¡Era el humo negro!

¡Había encontrado a Marseille!

“Os voy a dar todo el poder mágico que tengo. No me importa si no puedo volar de nuevo. ¡Sólo quiero salvar a Marseille!” Poco a poco, mis ojos empezaron a reconocer la figura de Marseille delante del humo que se extendía por detrás de ella. Aún volaba, pero tambaleándose.

¡Mierda, si pudiera activar la nitro una vez más!

El curso del humo negro empezó a perder velocidad y a caer, como una roca atraída por el suelo.

Marseille nunca volaba cerca del suelo.

Marseille debía volar siempre rápido, en los cielos, mientras dejaba a todo el mundo atrás.

Así volaba ella.

¡Cómo se atrevía a caer en un sitio así!

¡Idiota!

Caí hacia ella en picado.

“¡Por favor, por favor, sólo una vez más!” Le rogué a mi Striker Unit, pero ya no daba más de sí. Marseille estaba cayendo muy rápido y no llegaría a alcanzarla a tiempo.

Si sólo pudiera ir más rápido, sólo un poco más.

Tiré mi arma, mi combustible de reserva, la munición extra. Pero aún no era suficiente. Sólo un poco más. ¡Sólo necesitaba un poco más… lo sabía!

Tiré la bolsa que tenía en la cintura donde estaba mi Leica. ¡Podía no ser mucho, pero necesitaba lo máximo posible!

Después de arrojar mi bolsa, sentí que iba más rápido. ¿Podría ser por la aerodinámica? ¡No lo estaba imaginando! ¡Estaba yendo más rápido!

Estaba cogiéndole terreno a Marseille. Extendí mis brazos hacia ella.

¡Sólo un poco más! ¡Ya casi alcanzaba a cogerla!

Mis manos desesperadas tocaron a Marseille. Sus ojos estaban cerrados.

“¡Sí!”

Pero después de un momento de alegría, se me escapó una vez más.

“¡No! ¡Venga!”

¡Llegué a ella una vez más, y la agarré desesperadamente!

Apreté mis dedos contra sus manos y la cogí con firmemente, entonces, con toda la fuerza que me quedaba, la arrastré hacia mi y la envolví con los brazos.

Descansé la cabeza de Marseille sobre mi pecho y la cubrí con los brazos, la acurruqué encima de mí, con mi espalda hacia el desierto. Enderecé mi espalda y flexioné las rodillas tanto como pude.

Eso fue suficiente para evitarnos la caída libre, ahora mi Striker Unit estaba dirigida hacia el suelo.

“¡Volad pequeñas, VOLAD!

Mis articulaciones hicieron un ruido extraño por culpa de la fuerza G.

Podía oír los motores haciendo más ruido, compensando la velocidad, pero entonces, todo el aceite de los motores se derramó y se quedaron en silencio.

Las dos unidades de mis piernas cayeron.

“¡No!”

Se habían roto.

Y aún había 100 metros más hasta el suelo.

¡Si conseguía proyectar mi escudo a máxima potencia y usaba mi cuerpo de cojín, aún podría salvar a Marseille!

Ya lo había hecho antes en el Mar de Fuso.

Sí, estaba abajo, pero no morí.

Ese choque me enseñó lo que necesitaba hacer. Sólo tenía que proyectar toda mi energía hacia los escudos…

¡No importaba si no eran del todo funcionales!

¡Sólo tenían que salvar a Marseille! Eso era todo lo que pedía.

“¡Por favor, salvad a Tina!”

Justo cuando mi grito hizo un eco a través del desierto, las plumas de la cabeza de Marseille desaparecieron.

De repente, sentí el tiempo detenerse, como si pudiera verlo todo a cámara lenta. Las plumas brillaban mientras se desperdigaban.

Rodeada por las plumas de luz, el cuerpo de Marseille de repente se suspendió en el aire, y como yo estaba sosteniéndola, yo también.

¿Se había parado el tiempo? No, no era el caso. Podía ver mis unidades caerse y estrellarse contra la arena.

“Qué está pasando…”

De repente, una llamada de ave resonó por toda la estéril tierra.

Pero antes de que pudiera identificar al ave, mis pies tocaron el suelo y las plumas que nos rodeaban desaparecieron.

“¡Oh!”

La gravedad me reclamó y caí sobre mi espalda encima de la arena del desierto.

“¿Lo… conseguimos?”

“¿Qué… ha pasado?” una voz murmuraba de entre mis pechos.

¡Era la voz de Tina!

“¡Gracias a los cielos! ¡Estás viva!” respondí y le abracé muy fuerte.

“¡No… no puedo respirar!”

“Oh, perdona,” dije, y la solté.

“¿Así que has podido salvarme?” preguntó Marseille.

“No, no fui yo. Escuché el grito de un pájaro…”

Y entonces lo entendí. Conocía el sonido de ese pájaro.

Justo allí, a nuestros pies, había una gran águila, tumbada.

Poco a poco la señalé. Los ojos de Tina estaban traspasados por el ave.

“Así que has sido… tú,” murmuró, mientras luchaba contra el dolor que sentía.

“¿Es ese… tu familiar?” pregunté.

“Sí, estoy segura… El águila debe haber gastado las fuerzas que le quedaban para salvarme…”

Tina cogió al águila en sus brazos, pero su cabeza, que había estado mirando hacia los cielos, se relajó.

Estiré el brazo para sentirla, pero noté que su cuerpo se enfriaba rápidamente.

“Gracias…”

Los hombros de Tina temblaban. Cuando puse mi mano sobre ella, descansó su cabeza sobre mi hombro e hizo un esfuerzo para contener los sollozos.

No le dije nada.

Después de un rato, una gran pluma flotaba por encima de nosotros.

“¿Te importa… que me la quede?” le pregunté.

“...No, tranquila. Cuídala bien.” Contestó.

“Construyamos una tumba bonita para el ave. Hagámosle una tumba, en forma de pirámide, como una de las que no pudimos alcanzar.”

“Sí, deberíamos hacerlo,” dijo mientras dejaba al águila descansar sobre la arena del desierto.

Recogimos arena y en apenas unos minutos el águila estaba engullida por el desierto. Tina la miró y dijo, calmada, “... Gracias.”