Zero no Tsukaima Español:Volumen1 Capítulo8

From Baka-Tsuki
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El Báculo de la Destrucción[edit]

A la mañana siguiente…

En la Academia de Magia de Tristain había mucha conmoción por los eventos de la noche pasada, como si hubieran agitado un avispero. ¿Por qué? Porque el Báculo de la destrucción había sido robado.

Y había sido robado usando un Golem de Tierra para destrozar la pared de la cámara.

Los profesores de la Academia de Magia que se reunieron dentro de la cámara estaban sin palabras al ver el inmenso agujero de la pared.

La inscripción en la pared hecha por Fouquet la Tierra Desmoronadora lo decía todo:

“Tengo su Báculo de la Destrucción. Fouquet la Tierra Desmoronadora”.

Llegados a este punto, los profesores de la academia sólo podían murmurar y susurrar:

-¡Es ese ladrón que ha dejado limpios a los nobles, Fouquet la Tierra Desmoronadora! ¡Qué atrevimiento robar a la academia!

-¿Qué hacían los guardias?

-Incluso si los guardias hubiesen estado cerca, son inútiles. ¡Son sólo campesinos! Y hablando de eso, ¿qué noble se suponía que hacía la ronda por la noche?

La señorita Chevreuse estaba ansiosa. Se suponía que era ella la que estaba de guardia anoche.

-¿Pero quién podría robar a la academia?- pensó mientras dormía ruidosamente en su habitación en vez de estar junto a la puerta de la cámara como todos los nobles debían hacer cuando les tocaba la guardia.

Uno de los profesores la señaló inmediatamente y dijo:

-¡Señorita Chevreuse! ¡Se suponía que sería usted quien haría guardia anoche! ¿Tengo razón?

La señorita Chevreuse rompió a llorar.

-Lo siento mucho… muchísimo…

-Incluso si inundara la academia de lágrimas, ¿volvería el báculo? ¿O va a pagar por él?

-Pero… pero acabo de terminar de pagar mi casa- la señorita se arrodilló y sollozó.

Justo en ese momento, el Viejo Osman llegó.

-Oh… este no es el mejor momento para ser rudo con las damas, ¿verdad?

El profesor que había reprochado a la Señorita Chevreuse contestó:

-Pero, Osman, ¡la señorita Chevreuse falló en su cometido! ¡Estaba durmiendo tranquilamente en su cama cuando debería haber estado de guardia!

El Viejo Osman cogió afablemente su larga barba mientras miraba al estirado y tembloroso profesor.

-Hmmm… ¿cuál era tu nombre?

-¡Es Gimli! ¿Ya se le ha olvidado?

-¡Oh, cierto! ¡Gimli! Bueno, señor Gimli, no te enfades. Siendo sinceros, ¿cuántos de vosotros pueden decir que siempre están en sus puestos cuando tienen una misión o un cometido?

Los profesores se miraron unos a otros y bajaron sus cabezas avergonzados. Reinó el silencio.

-Bueno, esta es la situación en la que nos encontramos. Hablando de responsabilidad, creo que todos los presentes, incluyéndome a mí, tienen que ser culpables de este incidente. ¿Por qué pensamos que un ladrón no podría nunca atacar la academia? ¿Es acaso porque el número de magos que tenemos nos da la seguridad de que no seremos atacados? Este pensamiento es totalmente equivocado- el Viejo Osman miró el agujero en la pared y continuó-. Fue nuestra complacencia lo que le dio a Fouquet el coraje para atacar, y robar el Báculo de la Destrucción. Todos somos responsables.

La señorita Chevreuse miró al Viejo Osman con gratitud y dijo:

-¡Oh! ¡Osman, señor Osman! Gracias por su benevolencia. De ahora en adelante, lo trataré como si fuese mi padre.

-Bueno, eso… hmmm… señorita…- el Viejo Osman comenzó a tocarle el trasero a la señorita Chevreuse.

-Si estamos de acuerdo… le corresponde decidir al Director.

El Viejo Osman, no queriendo cargar la culpa sobre nadie, decidió que aquella era la mejor manera de relajar el tenso ambiente. Después de aclararse la garganta, con todo el mundo esperando solemnemente a que hablase, preguntó:

-Bueno, ¿quiénes fueron los testigos del robo?

-Fueron estos tres- dijo el señor Colbert mientras señalaba a la gente a su espalda.

Eran Louise, Kirche y Tabitha.

Saito estaba también presente, pero dado que era un familiar, no tenía consideración de persona.

-Oh… sois vosotros, chicos…- dijo Osman mientras miraba a Saito con gran interés.

Saito no sabía por qué estaba siendo examinado, pero se mantuvo cortés.

-Por favor- pidió el Viejo Osman-, contadnos con detalles lo sucedido.

Louise dio un paso adelante y describió lo que vio:

-Bueno… un gran golem de arcilla apareció y rompió la pared. El mago encapuchado que estaba sobre su hombro entró y cogió algo… creo que probablemente era el Báculo de la Destrucción… Después de eso, el mago encapuchado volvió a subir encima del golem y escapó más allá de las murallas… Y luego, el golem se convirtió en una gran montaña de tierra.

-¿Después de eso, qué pasó?

-Después todo lo que vimos fue la montaña de arena; no había señales del mago.

-Así que… si eso fue lo que sucedió…- dijo Osman mientras se mesaba la barba.

-Incluso aunque quisiésemos perseguirle, no podríamos al no tener pistas. Entonces…

En ese momento, el Viejo Osman de repente recordó preguntarle al señor Colbert:

-Eh, ¿dónde está la señorita Longueville?

-No estoy seguro, no recuerdo haberla visto desde esta mañana.

-¿Dónde puede estar en este preciso momento?

-Es cierto, ¿dónde podría estar?

En mitad de estos murmullos, la señorita Longueville apareció finalmente.

-¡Señorita Longueville! ¿Dónde te habías metido? ¡Algo terrible ha sucedido!- dijo el señor Colbert, ansioso.

La señorita Longueville le habló al Viejo Osman con toda la tranquilidad del mundo.

-¡Lamento mucho llegar tarde! Estaba investigando algo. Así que...

-¿Investigando?

-Sí. Cuando desperté esta mañana había ya mucha conmoción, así que fui a la cámara y vi la inscripción dejada por Fouquet en la pared. Supe que el conocido ladrón había dado un nuevo golpe. Así pues, inmediatamente comencé mis investigaciones.

-Eres realmente eficiente, señorita Longueville- el señor Colbert preguntó de nuevo con un tono apremiante-. ¿Pero conseguiste descubrir algo al final?

-Sí, creo que he descubierto el escondite de Fouquet.

-¿Qué?- habló el señor Colbert sorprendido-. ¿De dónde has conseguido esa información, señorita Longueville?

-De acuerdo con los plebeyos de alrededor, varios han visto lo que parecía ser una persona vistiendo una capa con capucha negra entrando en una casa abandonada en el bosque de aquí cerca. Creo que esa persona es probablemente Fouquet y que esa casa abandonada es probablemente su guarida.

Louise tras oír eso exclamó:

-¿Una capa con capucha negra? No hay error posible, debe de ser Fouquet.

El Viejo Osman también se emocionó y preguntó:

-¿A cuánto está de aquí?

-A pie llevaría medio día llegar, pero a caballo aproximadamente cuatro horas.

-¡Debemos informar a la Corte Imperial ahora mismo! ¡Debemos pedir refuerzos del ejército imperial!- el señor Colbert volvió a alzar la voz.

El Viejo Osman sacudió la cabeza y miró a Colbert con un vigor que no era de esperar en un anciano y gritó:

-¡Loco! ¡Para cuando llevemos el informe a la corte imperial, Fouquet ya estará en la otra punta del mundo! ¡Además, si no podemos solucionar este pequeño problema nosotros mismos, no nos merecemos el título de nobles! Puesto que el Báculo ha sido robado de la academia, es la responsabilidad de la academia recuperar el Báculo. Nosotros solos.

La señorita Longueville sonrió, como si hubiese estado esperando esa respuesta. El Viejo Osman tosió un momento, y comenzó a reclutar voluntarios.

-Bueno, vamos a organizar un equipo de búsqueda para encontrar a Fouquet. Aquellos que quieran unirse, que levanten las varitas.

Todos los nobles se miraron unos a otros, pero ninguno levantó la varita.

-¿Nadie? Qué raro. ¿Nadie quiere ser conocido como el héroe que capturó a Fouquet la Tierra Desmoronadora?

Louise estaba entre los que agacharon la cabeza, pero decidió levantar la varita.

-¡Señorita Françoise!- exclamó la señorita Chevreuse sorprendida-. ¡No deberías hacerlo! ¡Aún eres estudiante! Por favor, deja este asunto a los profesores.

-Pero ninguno de vosotros quiere ayudar...- murmuró Louise.

Saito miró a Louise con su boca abierta de par en par. El aspecto serio de Louise, sumado a cómo se mordía tiernamente los labios, golpeó a Saito de tal forma que quedó cautivado.

Viendo que Louise levantaba la varita, Kirche levantó la suya también, con algo de desgana.

-¡Señorita Zerbst!- exclamó el Señor Colbert, aún más sorprendido-. ¿Acaso no eres una estudiante también?

-Bueno- replicó Kirche con franqueza-, simplemente no puedo perder contra la familia Vallière.

Viendo que Kirche levantaba su varita, Tabitha hizo lo mismo.

-¡Tabitha! ¡No necesitas hacer esto! ¡Es un asunto que no te atañe!- dijo Kirche.

Tabitha se limitó a contestar:

-Estoy preocupada.

Sintiéndose conmovida, Kirche miró a Tabitha con gratitud. Louise al mismo tiempo también musitó:

-Gracias… Tabitha.

Viendo a las tres, el Viejo Osman rió y dijo:

-Bueno entonces, todo depende de ustedes ahora.

-¡Señor! ¡Director Osman! ¡Me opongo rotundamente! ¡No debemos poner en peligro la vida de ninguna estudiante!

-Bueno, ¿quieres ir usted en su lugar, señorita Chevreuse?

-Ah… eh… bueno… No me siento bien últimamente, así que…

-Ellas ya han visto a Fouquet antes y, además, aunque la señorita Tabitha es muy joven, he oído que ya se le ha otorgado el título de Chevalier , ¿me equivoco?

Tabitha no respondió y se mantuvo callada.

Todos los profesores miraron a Tabitha con asombro.

-¿Es eso cierto, Tabitha?- preguntó Kirche con un asombro similar.

Aunque el título de Chevalier era el más bajo que la familia imperial podía dar a una persona, Kirche estaba impresionada por que Tabitha lo hubiese podido obtener siendo tan joven. Si fuese un título como Baronesa o Marquesa, se podría obtener fácilmente adquiriendo grandes parcelas de tierra. Pero para obtener el título de Chevalier, la persona tenía que rendir un gran servicio al país. Es un título que se daba únicamente basándose en el mérito.

De nuevo, había mucha conmoción en el interior de la cámara.

-La señorita Zerbst de Germania- continuó el Viejo Osman mirando a Kirche-, viene de una familia que se ha distinguido por sus héroes de guerra, y ella misma posee mucho dominio de la magia de fuego.

Kirche se atusó el pelo con confianza. Louise, pensando que le tocaba a ella ser halagada, prestó atención. El Viejo Osman estaba en un aprieto. No había casi nada que destacar de Louise…

-¡Ejem!- dijo Osman carraspeando y fijó su vista en Louise-. Esto… la señorita Vallière procede de la prestigiosa familia Vallière, una familia conocida por sus magos. Y… será una maga prometedora en el futuro… y en lo referente a su familiar…- posando su vista en Saito, Osman continuó diciendo-. Incluso siendo un plebeyo, ha vencido al hijo del General Gramont, Guiche de Gramont en combate.

El Viejo Osman pensó para sí mismo. ¿Y si es de veras el legendario Gandalf…? Fouquet la Tierra Desmoronadora no será un adversario digno para él.

El señor Colbert añadió entusiasmado:

-¡Sí! ¡Sí! Porque él es el legendario familiar Gand…

El Viejo Osman cubrió con rapidez la boca de Colbert antes de que pudiese acabar la frase.

-Ah… Jaja… ¡no sabe lo que dice!

Reinó de nuevo el silencio.

-Si alguien cree que es más capaz- habló entonces el Director con tono solemne- que las tres personas mencionadas, que dé un paso adelante.

Nadie se adelantó.

Así pues, el Viejo Osman se giró hacia el grupo de cuatro y dijo:

-¡La academia espera la captura de Fouquet!

Louise, Kirche y Tabitha se pusieron firmes y dijeron:

-¡Juramos ante nuestras varitas que capturaremos a Fouquet!

Tras eso, cogieron los bordes de sus faldas e hicieron una reverencia. Saito hizo lo mismo con rapidez. Como no llevaba falda, se cogió la parte inferior de su chaqueta.

-Bueno, entonces, preparad el carruaje y partid inmediatamente- sugirió Colbert-. Debéis conservar las energías antes de llegar a vuestro destino.

-Señorita Longueville- dijo el Viejo Osman-, ¿podrías ir con ellos, por favor?

-Sí, Director Osman. Quería ir con ellos también- dijo la señorita Longueville.

Así pues, bajo el liderazgo de la señorita Longueville, los cuatro partieron con celeridad.



Aunque era considerado un carruaje, no era más que un carro corriente con planchas de madera puestas como asiento. La ventaja era que si resultaban atacados, podrían saltar del carruaje sin problemas.

La señorita Longueville se encargaba de conducir.

-Señorita Longueville- preguntó Kirche a la silenciosa Longueville que se concentraba en las riendas-, este trabajo lo podría hacer un plebeyo. ¿Por qué lo hace usted misma?

-No pasa nada- respondió la señorita Longueville con una sonrisa-. No soy noble de todas maneras.

Kirche se calló un momento, y preguntó de nuevo:

-¿Pero acaso no eres la secretaria del Director Osman?

-Sí, lo soy. Pero el Viejo Osman no es una persona a la que le importan los rangos de una persona cuando requiere ayuda, sea noble o plebeyo.

-Si es posible, cuénteme cómo perdió su posición, por favor.

Pero la señorita Longueville se limitó a sonreírle a Kirche. Parecía que la conversación había terminado.

-Por favor, dígamelo, aunque sea un poquito- insistió Kirche mientras se inclinaba cada vez más hacia la señorita Longueville. Entonces alguien la cogió del hombro. Era Louise.

-¿Qué es lo que quieres, Vallière?- preguntó Kirche, dándose la vuelta.

-Para ya. Deja de hurgar en el pasado de la gente.

-Ay, me aburro. Por eso necesito alguien con quien hablar- contestó Kirche, mientras ponía sus manos detrás de su cabeza y se recostaba contra un lado del carruaje.

-No sé si se aplica a tu país, pero en Tristein, es un acto vergonzoso forzar a alguien a revelar algo que no quiere decir.

Kirche no le respondió. Se levantó, se sentó con las piernas cruzadas y comenzó a hablar:

-La culpa es de tu ímpetu, que me ha metido en este lío. Capturar a Fouquet…

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó enfadada Louise-. ¿Acaso no fuiste voluntaria?

-Si hubieras venido sola, ¿acaso no estaría Saito en peligro también? ¿Tengo razón, Louise la Zero?

-¿Por qué dices eso?

-De todas maneras, si un gran golem apareciese de nuevo, seguro huirías a la retaguardia y dejarías que Saito hiciese todo el trabajo, ¿me equivoco?

-¿Por qué huiría? ¡Usaría mi magia, qué te crees!

-¿Tú, usando magia? ¡Ésa sí que es buena!

Las dos comenzaron a encararse de nuevo. Tabitha seguía leyendo su libro.

-¡Ya basta! ¿Por qué no paran las dos?- interrumpió Saito.

-Está bien, pararé- dijo Kirche haciendo un gesto-. No soy yo la defectuosa de todas maneras.

Louise se mordió los labios.

-Bueno, entonces, cariño, esto es para ti.

Kirche miró a Saito de forma seductora, y puso en sus manos la espada que ella le había comprado.

-¡Guau! ¡Gracias!- dijo Saito mientras cogía la espada.

-Gané ese duelo, ¿o tienes algo que objetar, Louise la Zero?

Louise miró a ambos, pero se mantuvo en silencio.

De repente, todo se oscureció. El carruaje había entrado al bosque. La oscuridad, y un olor raro que invadía el bosque, los hizo estremecer.

-Tendremos que caminar a partir de aquí- dijo la señorita Longueville.

El grupo bajó del carruaje y procedió a caminar por el estrecho sendero que conducía al corazón del bosque.

-Tengo miedo a la oscuridad, y no me gustan los sitios como este...- dijo Kirche mientras pasaba sus brazos alrededor de Saito.

-¿Podrías alejarte un poquito de mí?

-¡Pero tengo miedo!- dijo Kirche con una reacción bastante exagerada. Se olía su mentira a kilómetros…

Saito, preocupado por Louise, la miró. Louise giró su cabeza.

-¡Juhm!

El grupo llegó a un claro en el bosque. Era parecido al tamaño del Jardín Vestri y en el medio había una casa abandonada. La casa estaba construida con madera, con una cocina corroída. Junto a ella había un pequeño almacén.

El grupo se escondió detrás de unos arbustos y observó la casa. La señorita Longueville señaló a la cabaña y dijo:

-Por la información que he obtenido, éste debe de ser el lugar.

-Parece que no hay nadie dentro. ¿De verdad que Fouquet se esconde ahí?

El grupo empezó a discutir, usando palos para dibujar su plan de batalla en el suelo. Todos estaban de acuerdo en que lo mejor era una emboscada. Mejor incluso si estaba durmiendo.

Primero, necesitarían echar un vistazo alrededor de la casa para saber qué estaba pasando dentro de ella. Después, si Fouquet estuviera dentro, el explorador lo sacaría fuera porque dentro de la casa no había suficiente tierra para crear un golem de tierra. Una vez fuera, el resto invocarían su magia contra él, dejándole sin posibilidad de invocar su golem.

-¿Entonces quién lo atraerá fuera?- preguntó Saito.

-El que tenga mejores reflejos- respondió Tabitha.

Todas miraron a Saito.

-¿Yo?- suspiró Saito. Desenvainó la espada que Kirche le había dado.

Las runas en su mano izquierda comenzaron a brillar. Al mismo tiempo, Saito sintió su cuerpo ligero como una pluma.

Saito se movió más cerca de la casa y echó un vistazo a través de una ventana. Sólo había una habitación en toda la casa, con una mesa y una silla reclinable que estaban cubiertas de polvo. También había una botella de vino en la mesa y, en una esquina de la habitación, una pequeña chimenea encendida.

No había nadie dentro y parecía que no había sitio posible para esconderse dentro de la casa.

¿Acaso se había ido ya de ese escondite?

Pero su oponente era Fouquet, un mago de tipo triángulo. Así que podía esconderse dentro incluso si parecía no haber sitio para ello.

Así que Saito decidió llamar a los demás.

Saito usó su mano para hacer una “X” encima de su cabeza, un signo para decir que la casa estaba vacía.

El resto del grupo que se escondía se aproximó con cuidado a la casa.

-No hay nadie dentro- dijo Saito mientras señalaba a la ventana.

-No hay trampas- murmuró Tabitha, moviendo su varita cerca de la puerta. Luego abrió la puerta y entró en la casa.

Kirche y Saito la siguieron y entraron a su vez. Louise dijo que ella haría guardia y se quedó detrás. La señorita Longueville dijo que investigaría el área alrededor y desapareció.

El grupo de Saito comenzó a buscar pistas que les indicaran dónde había ido Fouquet. Entonces, Tabitha encontró una caja… el Báculo de la Destrucción.

-El Báculo de la Destrucción.- dijo Tabitha mientras lo cogía.

-¿No ha sido demasiado fácil?- exclamó Kirche.

-Kirche- dijo Saito con sorpresa, mirando el Báculo de la Destrucción-, ¿de verdad es esto el Báculo de la Destrucción?

-Sin duda- asintió Kirche-, lo vi una vez cuando daba una vuelta por la cámara del tesoro.

Saito cogió el Báculo y lo examinó de cerca.

-Si no me equivoco esto es un…

Justo entonces, Louise, que estaba haciendo guardia fuera de la casa, dio un grito aterrador.

-¡¡¡Ah!!!

-¿Qué pasa, Louise?

Justo cuando todo el mundo miraba fuera de la casa, se oyó un ruido chirriante.

¡Crack!

De repente, la casa se quedó sin tejado y todo el mundo miró hacia arriba. En vez de techo había un golem gigante.

-¡Es un golem de tierra!- gritó Kirche.

Tabitha fue la primera en reaccionar. Moviendo su bastón, comenzó a entonar sus encantamientos.

Un remolino apareció de su bastón y golpeó al golem. Después de que el remolino desapareciese, el golem no sufrió daño alguno.

Siguiendo a Tabitha, Kirche sacó su varita oculta en su capa y comenzó a su vez a entonar. Una bola de fuego salió de su varita y envolvió al golem. Aunque toda la criatura estaba en llamas, no parecía ser afectado por el fuego.

-¡Es demasiado para nosotros!- gritó Kirche.

-Retirada- dijo Tabitha con voz suave.

Kirche y Tabitha salieron corriendo por diferentes lados de la casa. Mientras tanto, Saito buscaba a Louise.

-¡Allí!

Louise se quedó detrás del golem, entonó algo y apuntó con su varita al golem. Algo explotó en su superficie. ¡Era la magia de Louise! El golem se dio cuenta, miró hacia atrás y se enfrentó a Louise.

Saito, de pie cerca de la puerta, a unos veinte metros de donde estaba Louise, gritó:

-¡Corre, Louise!

Louise se negó.

-¡No! Si consigo hacerlo, nadie me volverá a llamar Louise la Zero nunca más.

Louise parecía muy seria. El golem sacudió su cabeza, decidiendo si enfrentarse a Louise o ir a por Tabitha y Kirche que estaban escapando.

-¡Mira la diferencia de tamaño entre tú y el golem! ¡Es imposible que ganes!

-Nunca se sabe si no lo intentas.

-¡Es demasiado! ¡Es imposible!

Louise miró a Saito.

-¿Eso no lo has dicho tú antes?- dijo.

-¿Qué?

-Cuando las Valkirias de Guiche te estaban dando una paliza, te volvías a levantar y decías que no querías bajar la cabeza, o si no, nunca ganarías.

-Sí… lo dije… Pero…

-Yo siento lo mismo. Aunque no me sale nada bien, es una cuestión de orgullo. Si salgo huyendo ahora, la gente dirá ‘es porque es Louise la Zero, por eso huyó’.

-¿Acaso importa? ¡Deja que la gente diga lo que quiera!

-Pero soy una noble. Los nobles pueden usar magia- Louise apretó su varita con fuerza-. Y los nobles nunca le dan la espalda a un enemigo.

El golem decidió que se encargaría de Louise primero, y levantó la pierna, listo para aplastarla.

Louise levantó su varita hacia el golem y volvió a entonar…

Pero falló, a pesar de que Louise había usado ‘bola de fuego’.

Entonces una pequeña explosión apareció en el pecho del golem y pequeños fragmentos de tierra saltaron de su pecho. El golem no estaba nada afectado por el ataque.

Saito cogió su espada y corrió hacia Louise.

Louise vio el pie del golem aproximándose cada vez más. Cerró los ojos y se preparó para lo peor. En ese instante, Saito llegó con la velocidad del viento, la cogió, y ambos rodaron lejos del pisotón del golem.

Saito abofeteó la cara de Louise.

-¿Es que quieres morir?

Louise miró a Saito, aturdida.

-¡Al infierno tu orgullo de noble!- gritó Saito-. ¡Si mueres, nada importará nunca más! ¡Idiota!

Las lágrimas comenzaron a aflorar de los ojos de Louise como una catarata.

-¡Por favor, no llores!-

-Pero… pero no puedo fallar... siempre me tratan como una inútil los demás…

Mirando la cara cubierta de lágrimas de Louise, Saito sintió lástima. Llamada constantemente ‘la Zero’, siendo tratada como una idiota, nadie podía permitirse el fallar de esa manera. Recordó su batalla con Guiche. Louise lloró aquella vez también. Incluso aunque Louise es obstinada y arrogante, en realidad odiaba las peleas, y tampoco era buena en ellas.

Sólo es una chica…

La hermosa cara de Louise ahora estaba cubierta de lágrimas, como una chiquilla. Pero este no era momento de consuelos.

Saito giró la cabeza y vio al golem levantando el puño, preparado para aplastarlos.

-¿No puedes ni siquiera consolarme un poco?- protestó Louise mientras Saito la cargaba y escapaban.

El golem los persiguió, y aunque no era nada ágil, su velocidad estaba a la par con la de Saito.

El Dragón de Viento de Tabitha aterrizó justo delante de Saito para ayudarles a escapar.

-Suban- dijo Tabitha.

Saito puso a Louise en la espalda del dragón.

-¡Tú también, rapido!- le dijo Tabitha con urgencia a Saito, algo raro en ella. Pero Saito no subió. En vez de eso, corrió hacia el golem.

-¡Saito!- gritó Louise.

-¡Vuelen ya!- gritó Saito.

Tabitha miró a Saito sin ninguna expresión por un momento, y después obligó a Sylphid a levantar el vuelo al aproximarse el golem.

¡Bang!

El puño del golem se estampó contra el lugar donde estaba Saito. Justo a tiempo, Saito saltó y esquivó el golpe. El golem levantó el puño del suelo y un cráter de un metro apareció.

-No llores si no puedes aguantar la derrota- murmuró Saito para sí mismo-. ¡Estúpida! ¡Esto me hace sentir que de verdad estoy haciendo algo por ti!- Saito se encaró al golem y dijo-. ¡No me mires con desden! ¡Sólo eres un montón de tierra! cogió su espada y gritó-. ¡Soy el familiar de Louise!

-¡Saito!

Louise intentó saltar desde Sylphid, que seguía volando, pero Tabitha la detuvo.

-¡Por favor ayuda a Saito!- suplicó Louise.

Tabitha ladeó la cabeza.

-Es imposible acercarse.

Si Sylphid intentara acercarse, el golem lo atacaría. Así que Tabitha no pudo aproximarse a Saito ni un poco.

-¡Saito!- gritó Louise nuevamente.

Louise vio a Saito sosteniendo su espada para enfrentarse al golem. El golem se movió y dio un puñetazo. Y en el proceso, el puño se convirtió en uno de metal. Saito esquivó el ataque con su espada.

¡Pang!

La espada se rompió desde la empuñadura gracias al impacto.

Saito se quedó de piedra. ¿Realmente esta era la espada hecha por el famosa alquimista germaniano Lord Shupei? ¡Es inservible!

Sin un arma, todo lo que Saito podía hacer era evadir el ataque del golem. Viendo que Saito estaba en problemas, Louise desesperó.

-¿No hay forma de ayudarlo?

En ese momento, Louise se percató de que Tabitha sostenía el Báculo de la Destrucción.

-¡Tabitha! ¡Pásamelo!

Tabitha asintió y le pasó el Báculo de la Destrucción a Louise. Tenía una forma inusual, una que Louise nunca había visto antes.

Pero como la magia de Louise no funcionaba, ahora sólo dependía del báculo. Louise cerró sus ojos y respiró profundo. Abriendo sus ojos de nuevo, dijo:

-¡Tabitha! Usa un hechizo de levitación en mí- y saltó de la espalda de Sylphid. Tabitha lanzó ‘Levitación’ en Louise.

Bajo el efecto del hechizo, Louise descendió lentamente y, mirando a Saito y al golem, agitó el Báculo de la Destrucción.

No pasó nada. El Báculo no respondió.

-¿Esto realmente es un báculo mágico?- gritó Louise desesperada-. ¿Hay que hacer algo en especial para activarlo?

Saito observó a Louise mientras descendía, y estaba sorprendido.

¿Por qué volvió? ¡Habría sido mejor que se quedara en el dragón!

Al mismo tiempo, Saito vio el Báculo de la Destrucción que Louise tenía en sus manos. Parecía que Louise no sabía cómo usarlo y sólo lo estaba moviendo de aquí para allá…

Saito corrió hacia donde estaba Louise.

Si pudiéramos usar esto, ¡tal vez derrotaríamos al golem!

-¡Saito!- gritó Louise a Saito, que venía corriendo hacia ella.

Saito le quitó el Báculo de la Destrucción a Louise.

-¡No sé cómo usar esto!- gritó Louise.

-¡Así es como se debe usar!- Saito tomó el Báculo de la Destrucción, le quitó el asa, abrió la cubierta trasera y sacó y extendió el tubo interno.

¿Cómo sé hacer esto? Pero ahora no es el momento para pensar.

La vista telescópica del tubo salió y Saito apuntó.

Viendo su habilidad a la hora de manejar el Báculo de la Destrucción, Louise estaba demasiado sorprendida como para decir algo.

Saito colocó el Báculo de la Destrucción en su hombro y apuntó el frente del báculo hacia el golem. Debido a la poca distancia entre él y el golem, Saito decidió apuntarle directamente.

Saito colocó el Báculo de la Destrucción en su hombro y apuntó el frente del báculo hacia el golem.

Al estar tan cerca, el rango de armado puede no alcanzarse, y por lo tanto, si disparo, es posible que no explote.

¡Olvídate de eso y sólo inténtalo! , pensó Saito. mientras le gritó a Louise.

-¡No te quedes detrás del báculo!¡Habrá una explosión!

Louise se quitó del medio rápidamente.

El golem se acercaba cada vez más a Saito. Saito quitó el seguro y disparó el arma. Inmediatamente, un fuerte trueno salió del báculo y el proyectil alado voló hacía el golem.

El proyectil se encontró con el golem en una increíble explosión. Saito cerró sus ojos instintivamente.

Se escuchó un ruido ensordecedor y la parte superior del golem se pulverizó y salió volando en todas direcciones, provocando una lluvia de tierra.

Saito abrió los ojos lentamente.

Mientras el humo de la explosión se disipaba, sólo quedaba de pie la parte inferior del golem. Lo que quedaba, dio un paso más antes de finalmente dejarse de mover, y cayó de rodillas.

Entonces empezó a desmoronarse lentamente desde la cintura… y volvió a su estado original: tierra. Justo como la última vez, el golem se redujo a una montaña de tierra.

Louise, que presenció todo, sintió cómo sus piernas se debilitaban y se sentó en el suelo.

Kirche, que se escondía tras los arbustos, salió corriendo.

Saito finalmente dejó salir un suspiro de alivio.

-¡Saito, mi amor!- dijo Kirche, abrazando a Saito-. ¡Lo lograste! Sylphid, que llevaba a Tabitha, descendió. Tabitha observaba la montaña de tierra cuando preguntó:

-¿Dónde está la Srta. Longueville?

Justo en ese momento, todos se dieron cuenta de que la Srta. Longueville no estaba. Y en ese instante la Srta. Longueville salió del bosque.

-¡Srta. Longueville! ¿Descubrió desde dónde Fouquet controlaba el golem?- preguntó Kirche.

La Srta. Longueville ladeó la cabeza.

Los cuatro empezaron a investigar la montaña de tierra buscando pistas. Saito las miró, y luego miró el Báculo de la Destrucción.

¿Por qué esta cosa apareció en este mundo?

Cuando estaba pensando, la Srta. Longueville le quitó el Báculo de la Destrucción a Saito.

-¿Srta. Longueville?- preguntó Saito confundido.

La señorita se alejó, aumentando la distancia entre ella y el grupo.

-¡Gran trabajo, gente!- dijo.

-¡Srta. Longueville!- gritó Kirche-. ¿Qué está haciendo?

Louise miró fijamente a la Srta. Longueville, demasiado sorprendida para decir algo.

-Todo este tiempo era yo la que controlaba el golem- confesó.

-¿Qué? Eso quiere decir… que usted es…

La Srta. Longueville se quitó las gafas, la que alguna vez fue una expresión de ternura ahora era una de sed de sangre.

-Sí- dijo-, yo soy Fouquet la Tierra Desmoronadora. El Báculo de la Destrucción es realmente poderoso, ¡pudo derrotar a mi golem de un golpe!

Fouquet sostuvo el Báculo de la Destrucción en su hombro como Saito había hecho. Tabitha agitó su bastón y empezó a recitar.

-¡Que nadie se mueva! Los estoy apuntando con el Báculo de la Destrucción. Bajen sus varitas ahora.

No tuvieron más opción que obedecer. Sin sus varitas, no podían lanzar hechizos.

-Sr. Familiar Ágil, por favor, baja tu espada rota también. Eres una amenaza para mí si sostienes un arma.

Saito obedeció sus órdenes y bajó la espada.

-¿Por qué?- preguntó Louise enojada.

-Hmmm… es mejor que se los explique, así podréis descansar en paz- dijo Fouquet con una sonrisa coqueta en su cara-. “Me había apoderado del Báculo de la Destrucción, pero no tenía idea de cómo utilizarlo.

-¿Cómo usarlo?

-Sí. No importa cuánto lo agitara o le aplicara magia, no respondía. Me frustré. Después de todo, si no sabía cómo utilizarlo, sería tan útil como un adorno, ¿no crees?

Louise quería correr hacía Fouquet, pero Saito la detuvo.

-¡Saito!

-Déjala terminar.

-Qué considerado, Sr. Familiar- se burló Fouquet-. Entonces continuaré. Ya que no sabía cómo usarlo, la única opción era dejar que otras personas me mostraran cómo utilizarlo.

-Y por eso nos trajiste aquí.

-Si eran estudiantes de la academia, podía haber una posibilidad de que alguien supiera cómo utilizar el Báculo.

-Si ninguno de nosotros hubiera sabido cómo usar el Báculo de la Destrucción, ¿qué habrías hecho?

-Si ese hubiera sido el caso, todos habríais sido aplastados por mi golem. Después habría traído a otro grupo de estudiantes. Pero gracias a vosotros, finalmente sé cómo utilizar el Báculo de la Destrucción- sonrió y luego añadió-. Aunque haya pasado poco tiempo con vosotros, estoy muy contenta. Adiós.

Kirche sintiéndose condenada, cerró los ojos. Tabitha y Louise cerraron sus ojos también.

Pero Saito no lo hizo.

-Eres muy valiente.

-Bueno, de hecho no es valentía- contestó Saito.

Fouquet presionó el gatillo tal como Saito había hecho. Pero la magia que había ocurrido antes no lo hizo nuevamente.

-¿Eh? ¿Por qué?- Fouquet presionó el gatillo otra vez.

-Sólo tenía un disparo-explicó Saito-, no funcionará más.

-¿Qué quieres decir con ‘un disparo’?- gritó Fouquet enojada.

-Aunque lo explicara, no lo entenderías. Esto no es un báculo mágico de tu mundo.

-¿Qué has dicho?- Fouquet dejó caer el Báculo de la Destrucción y cogió su varita.

Saito se movió tan rápido como un rayo, y golpeó el estómago de Fouquet con la empuñadura de la espada.

-Ésta es un arma de mi mundo. Hmmm… para ser precisos, es un lanzamisiles M72.

Fouquet cayó al suelo. Y Saito tomó el Báculo de la Destrucción.

-¿Saito?- Louise y las otras dos miraron a Saito.

-Hemos atrapado a Fouquet- respondió Saito-, y recuperamos el Báculo de la Destrucción.

Louise, Kirche y Tabitha se miraron las unas a las otras, y entonces corrieron hacia Saito.

Saito, un poco confuso, abrazó a las tres juntas.



Dentro de la oficina del director, el Viejo Osman escuchó al grupo contar lo que había sucedido.

-Hmmm… Así que la Srta. Longueville es Fouquet la Tierra Desmoronadora… Como es tan bonita no lo pensé dos veces al momento de contratarla como mi secretaria.

-¿Cómo fue que la contrató?- preguntó el Sr. Colbert, que también estaba presente.

-En una taberna. Yo era un cliente y ella una mesera. La acaricié lentamente desde sus manos hasta su trasero…

-¿Y entonces qué pasó?- preguntó nuevamente el Sr. Colbert.

-Como no se enfadó conmigo después de lo que hice- confesó apenado el Viejo Osman-, le pregunté si quería ser mi secretaria.

-¿Por qué?- siguió preguntando desconcertado Colbert.

-¡Como sea!- gritó el Viejo Osman, con un vigor inapropiado para un anciano. Empezó a toser. Y después dijo-. Y también podía usar magia.

-Sí, magia que mata- marmulló el Sr. Colbert para él mismo.

El Viejo Osman tosió nuevamente y le dijo de una forma educada al Sr. Colbert:

-Ahora que lo pienso, la razón por la que Fouquet me permitió tocarla por todas partes, por la que me servía vino felizmente y por la que me decía que era un hombre apuesto mientras estuve en la taberna; fue sólo para infiltrarse en la academia. Todos esos halagos fueron probablemente mentiras…

Después de escuchar esto, el Sr. Colbert recordó inmediatamente que Fouquet también lo había convencido una vez, y había revelado la debilidad de las paredes de la cámara. El Sr. Colbert decidió que se llevaría ese secreto con él a la tumba.

-Sí. Las mujeres hermosas son magos letales.

Saito, Louise, Kirche y Tabitha los miraban indiferentemente.

Percatándose de cómo lo miraban sus estudiantes, un apenado Osman aclaró su garganta y recobró su compostura solemne.

-Buen trabajo el de ustedes, han recuperado el Báculo de la Destrucción y han capturado a Fouquet.

Las tres, excepto Saito, agradecieron orgullosamente.

-Fouquet será entregada a los guardias de la ciudad, y el Báculo de la Destrucción regresará a la cámara del tesoro. Finalmente se cierra el caso- acariciando amablemente la cabeza de las tres, Osman añadió-. Le he pedido a la Corte Imperial que les otorgue el título de Chevaliers. Pronto tendremos la respuesta. Y ya que Tabitha ya tiene ese título, pedí que se le diera el Medallón del Elfo.

La cara del trío se iluminó tras escuchar las noticias.

-¿En serio?- dijo Kirche sorprendida.

-Sí. Ya han hecho más que suficiente para merecer el título. ¿No es así? Louise miró a Saito que parecía indiferente desde que entró a la oficina.

-Viejo Osman- titubeó-, Saito… ¿no recibirá nada?

-Sí, eso temo. Porque no es un noble…

-No necesito nada- contestó Saito.

-¡Casi lo olvido!- dijo el Viejo Osman juntando sus manos-. Hoy se hará el Baile de Frigg, como estaba planeado, ya que hemos recuperado el Báculo de la Destrucción.

La cara de Kirche se iluminó.

-Es cierto, ¡olvidemos a Fouquet y bailemos toda la noche!

-La atracción principal del baile seréis las tres. ¡Así que apresúrense y arréglense!

Las tres hicieron una reverencia y salieron de la habitación. Louise se detuvo y miró a Saito.

-Tú ve primero- le dijo Saito a Louise.

Aunque Louise estaba un poco preocupada, asintió y salió de la habitación. Osman miró a Saito y dijo:

-¿Tienes algo que preguntarme?

Saito asintió.

-Por favor, pregunta. Trataré de responder a tu pregunta con todos mis conocimientos. Ya que no pude otorgarte un título, esto es lo mejor que puedo hacer para agradecerte.

A continuación, le pidió al Sr. Colbert que saliera. El Sr. Colbert, que estaba esperando que Saito hablara, no se mostró complacido por tener que salir de la habitación.

Después de que el Sr. Colbert salió, Saito dijo:

-Eso, el Báculo de la Destrucción, era originalmente de mi mundo.

-¿Originalmente de tu mundo?- los ojos de Osman brillaron.

-No soy de este mundo.

-¿Es eso cierto?

-Lo es. Fui transportado a este mundo gracias a la invocación de Louise.

-Ya veo. Si ese es el caso…- Osman entrecerró sus ojos.

-El Báculo de la Destrucción era un arma de mi mundo. ¿Quién fue el que lo trajo a este?

-El que me dio el Báculo de la Destrucción- suspiró Osman- fue mi salvador.

-¿Dónde esta esa persona ahora? Sin duda es del mismo mundo que yo.

-Murió. Eso fue hace más de treinta años…

-¿Qué?

-Hace treinta años, mientras daba un paseo por el bosque, fui atacado por un dragón de dos cabezas. El que me salvó era el dueño del Báculo de la Destrucción. Usó otro Báculo de la Destrucción para matar al dragón y luego se desmayó. Ya estaba herido. Lo traje a la academia y traté sus heridas. Pero no sirvió de nada…

-¿Y murió?

El Viejo Osman asintió.

-Enterré el báculo que él había usado junto a él, al otro lo nombré Báculo de la Destrucción y lo guardé en la cámara en conmemoración de quien me salvó…- Osman miró a la lejanía y dijo-. Todo el tiempo que estuvo en cama, hasta el día en que murió, seguía repitiendo ‘¿Dónde estoy? Quiero regresar a mi mundo.’. Supongo que era del mismo mundo que el tuyo.

-¿Entonces, quién lo trajo a este mundo?

-No lo sé. Hasta el último momento, nunca supe cómo había llegado aquí.

-¡Maldición! Justo cuando pensaba que tenía una pista- se lamentó Saito.

La pista lo había guiado a un callejón sin salida. El salvador de Osman era probablemente un soldado de su país. ¿Pero cómo terminó en este mundo? Aunque Saito realmente quería saberlo, no había forma de enterarse de más.

Osman sostuvo la mano izquierda de Saito.

-Las runas en tu mano…

-Oh, sí. También le quería preguntar sobre eso. Cuando las runas se iluminan, puedo usar perfectamente cualquier arma. No sólo espadas, sino hasta armas de mi mundo…

-Eso ya lo sabía- reflexionó Osman-. Esas son las runas de Gandalfr, el familiar legendario.

-¿Las runas del familiar legendario?

-Sí. Gandalfr era un familiar legendario que podía usar cualquier arma. Esa es probablemente la razón por la que pudiste usar el Báculo de la Destrucción.

-Entonces- Saito estaba confundido-, ¿por qué soy yo el familiar legendario?

-No lo sé- respondió Osman rápidamente-. Lo siento. Pero hay una posibilidad de que las runas de Gandalfr estén relacionadas con que hayas sido transportado a este mundo.

-Oh…- suspiró Saito. Pensaba que podía obtener las respuestas que quería del director, pero aparentemente él tampoco sabía mucho.

-Siento que no pueda ser de más ayuda. ¡Siempre estaré de tu lado, Gandalfr!- Osman abrazó a Saito-. Debo agradecerte una vez más por devolver la posesión de mi salvador.

-No hay problema…- dijo Saito un poco cansado.

-Intenté averiguar cómo llegaste a este mundo, pero…

-¿Pero qué?

-Pero no pude encontrar nada.

-Por favor, no te preocupes. Te acostumbrarás a este mundo a medida que pase el tiempo. Quizá hasta encuentres una esposa aquí…

Saito suspiró nuevamente. La pista para regresar a su mundo se escapó de sus manos así de simple.



Encima del Comedor Alvíss, hay un gran salón. Ahí es donde el baile se llevaba a cabo. Saito se apoyó en la baranda del balcón y observó la gran recepción.

Los estudiantes y los profesores, que estaban vestidos elegantemente, se reunían alrededor de mesas llenas de exquisita comida y charlaban entre ellos. Saito llegó a ese lugar por unas escaleras que guiaban al balcón. Al verlos, Saito sintió que no encajaba y por eso decidió no entrar.

Junto a él había un poco de comida y una botella de vino que Siesta le había traído antes. Saito se sirvió un poco de vino en una copa y lo bebió.

-Eh, ¿no has tomado mucho?- dijo Derflinger, que se apoyaba en el balcón un poco preocupado. Como la espada que Kirche le dio a Saito se rompió durante la pelea, Saito trajo a Derflinger por protección. Como siempre, era un malhablado pero tenía una personalidad despreocupada, así que tenerlo como compañía tenía sus beneficios.

-Eres escandaloso. Y pensar que había encontrado la manera de volver a casa… Al final sólo es un sueño… ¿no puedo beber para ahogar mis penas?

Justo antes de que empezara el baile, Kirche, que usaba un hermoso vestido de noche, acompañaba a Saito. Pero cuando el baile empezó, desapareció. Saito no tuvo más opción que usar a Derflinger como compañero para evitar aburrirse.

En el medio de la pista de baile, Kirche estaba rodeada por un grupo de jóvenes, hablando y riendo. Aunque Kirche prometió bailar con él, pasaría un tiempo antes de que pudiera hacerlo.

Tabitha, con un vestido negro, se daba un banquete con la exquisita comida que estaba en la mesa.

Parece que todos disfrutaban al máximo del baile…

Las puertas del gran salón se abrieron y Louise apareció. Los guardias en la puerta le informaron a todos de la llegada de Louise.

-¡La hija del Duque Vallière, Louise Françoise Le Blanc de La Vallière, ha llegado!

Saito contuvo la respiración.

Louise llevaba un vestido de noche blanco con su largo cabello color fresa atado en una cola de caballo. Sus manos estaban cubiertas con unos guantes de un blanco puro que enfatizaban su esplendor. Su pequeña cara, con su vestido escotado, la hacía brillar como una gema.

Después de confirmar que la invitada había llegado, los músicos empezaron a tocar la música que era increíblemente tranquilizadora.

Alrededor de Louise sólo había hombres cautivados por su belleza, pidiéndole que bailara con ellos. Antes de esto, nadie había notado la belleza de Louise y sólo pensaban en ella como ‘Louise la Zero’. Ahora, el mismo grupo de hombres intentaba ganar su corazón.

Los nobles empezaron a bailar elegantemente en la pista de baile. Louise rechazó la invitación de bailar. Vio a Saito en el balcón y se dirigió hacia allá. Louise estaba de pie, frente al ligeramente borracho Saito y puso los brazos en su cintura.

-Parece que te diviertes- dijo.

-Realmente no…- Saito apartó su mirada de la deslumbrante Louise, pensando que tuvo suerte de que había tomado un poco de vino, así Louise no se daría cuenta de que estaba sonrojado.

Derflinger miró a Louise y dijo:

-Jaja. ¡La ropa sí que hace a la persona!

-No es de tu incumbencia- Louise miró a la espada y cruzó los brazos.

-¿No vas a bailar?- preguntó Saito, evitando la mirada de Louise.

-No tengo compañero de baile- contestó Louise.

-¿No te acabó de invitar ese montón de gente?- preguntó Saito.

Louise no respondió y extendió la mano.

-¿Eh?- dijo Saito, confundido.

-Aunque eres sólo un familiar, haré una excepción- dijo una sonrojada Louise, mientras evitaba la mirada de Saito.

-No querrás decir ‘¿Me permite esta pieza?’, ¿no?- dijo Saito, también evitando la mirada de Louise.

Después de un momento de silencio, Louise suspiró.

-¡Sólo por hoy!- dijo.

Louise sostuvo los bordes de su vestido e hizo una reverencia.

-¿Me concede esta pieza, señor?

Esto hizo parecer a la tímida Louise aún más linda y cautivadora que antes. Saito, sostuvo la mano de Louise temblando, y juntos caminaron hasta la pista de baile.

-Nunca he bailado antes- dijo Saito.

-Sólo sigue el ritmo- dijo Louise, y tomo la mano de Saito amablemente.

Saito imitó a Louise y siguió su ritmo. A Louise no parecía importarle que Saito bailara tan tieso como un palo de escoba y se concentró en bailar.

-Saito, ahora te creo- dijo.

"Saito, ahora te creo."

-¿Qué?

-Dijiste que eras de otro mundo- respondió Louise mientras bailaba elegantemente.

-¿Eh? ¿Antes no me creías?

-En un principio tenía mis dudas de lo que decías…- respondió-, pero el Báculo de la Destrucción… es un arma de tu mundo, ¿cierto? Cuando vi lo que hiciste, sólo me restaba creer en ti- Louise bajó la cabeza y preguntó-. ¿Quieres regresar?

-Sí. Quiero regresar, pero como no hay forma de hacerlo, me tendré que acostumbrar a la vida aquí.

-Tienes razón…- marmulló Louise, y continúo bailando. Después de eso, Louise, seguía sonrojada y no se atrevía a mirar a Saito-. Gracias- dijo abruptamente.

Tras escuchar eso, Saito estaba confundido.

¿Por qué actúa tan rara hoy?

-Bueno… ¿no me salvaste cuando casi me aplasta el golem de Fouquet?- contestó Louise.

Los músicos tocaron una melodía más alegre. Poco a poco, Saito se estaba animando.

Algún día… podré regresar a casa… pero estar aquí no está del todo mal. Louise está muy amable hoy, debería bastarme.

-De nada. Eso es lo que se supone que debo hacer.

-¿Por qué?

-Porque soy tu familiar.

Louise sonrió.

Derflinger que seguía en el balcón, los miró a ambos.

-¡Increíble!- se dijo a sí mismo.

Las lunas gemelas en el cielo iluminaban la pista de baile, y junto a la luz de las velas, creaban una atmósfera romántica en la pista de baile.

-¡Compañero! ¡Me asombras!- exclamó la espada, viendo a su compañero bailar con su ama-. ¿Un familiar bailando con su amo? ¡Ésta es la primera vez que veo algo así!



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