Zero no Tsukaima Español:Volumen2 Capítulo1

From Baka-Tsuki
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El Bote Secreto[edit]

Louise estaba recostada sobre su cama. Soñaba que había regresado a su hogar, el lugar donde había nacido, a tres días de carruaje desde la Academia Tristain.

En su sueño, la pequeña Louise estaba corriendo libremente cerca de la casa, eventualmente ocultándose en los arbustos que eran como un laberinto para escapar de sus perseguidores..

-¡Louise! ¿Dónde estás? Sal ahora mismo- gritó su mamá. En su sueño, Louise estaba siendo regañada por sus resultados tan bajos en sus estudios de magia. Constantemente era comparada con sus hermanas, porque tenían mejores resultados que ella.

Louise vio un par de zapatos junto a los arbustos.

-¡La Srta. Louise es muy mala con la magia!

-Estoy de acuerdo. ¿Por qué no puede ser como sus hermanas mayores, que tan bien se les da la magia?

Louise, al oír esto, se sintió triste y abatida, y se mordió los labios. Los sirvientes habían empezado a buscarla entre la vegetación. Louise hizo su mejor esfuerzo por escapar. Retrocedió hasta el lugar que ella llamaba ‘El Jardín Secreto’, el lago central.

El Jardín Secreto era el único lugar en el que Louise se sentía a gusto. Era tranquilo, si nadie más alrededor. Las flores brotaban por todos lados y los pájaros se juntaban en las bancas junto al lago. Y en el centro del lago, había una pequeña isla, donde una pequeña casita de mármol blanco descansaba.

Junto a la isla, había un pequeño bote, inicialmente usado para los ratos libres y ahora sólo abandonado y olvidado. Sus hermanas mayores habían crecido, y estaban ocupadas estudiando magia. Su padre, quien se habia retirado de las labores militares, ahora pasaba el su tiempo reuniéndose con los nobles que vivían cerca. Su único pasatiempo era la caza. Su madre sólo se interesaba en enseñarles a sus hijas, no le importaba nada más.

Por estas razones, ya nadie iba más al olvidado lago, a excepción de Louise, y mucho menos recordaba el pequeño bote. Por eso cada vez que Louise era regañada, acudía a ese lugar.

En el sueño de Louise, su versión más joven saltaba dentro del bote y se acurrucaba en una sábana que había estado ahí.

Mientras se escondía bajo la sábana, un noble vestido con una capa apareció de la neblinosa isla.

El noble tenía como dieciséis años. En el sueño de Louise, ella sólo tenía seis. Había una diferencia de diez años entre ellos.

-¿Has estado llorando, Louise?- no se le podía ver el rostro porque estaba cubierto con un inmenso sombrero.

Pero Louise sabía exactamente quién era él: él era el Vizconde, el noble que acababa de heredar las tierras alrededor de su hogar. Louise se sintió avergonzada y confusa; el Vizconde era el hombre de sus sueños. Habían estado juntos en banquetes y, además, sus padres ya habían arreglado su compromiso.

-¿Eres tú, Vizconde?

Louise se cubrió la cara inconscientemente. No quería que el hombre de sus sueños la vea llorar. Sería embarazoso.

-Fui invitado por tu padre hoy para ver lo del compromiso.

Oyendo esto, Louise estaba incluso más avergonzada hasta el punto de que no quería ni alzar la cabeza.

-¿En serio? Pero eso no será posible, Vizconde.

-Louise, mi pequeña y delicada Louise, ¿acaso te disgusto?- preguntó el Vizconde en broma.

Louise negó con la cabeza y dijo avergonzada:

-No, no es eso. Eso sólo que soy muy joven y no estoy preparada…

El rostro que se ocultaba bajo el sombrero reveló una sonrisa y le tendió una mano a Louise.

-Vizconde…

-Señorita, por favor, tome mi mano. Rápido, el banquete está a punto de empezar.

-Pero…

-¿Has sido regañada de nuevo? No te preocupes. Hablaré con tu padre- dijo el Vizconde.

Louise asintió. Se incorporó y se dispuso a coger la mano del Vizconde, unas manos grandes. ¿No eran esas las manos que siempre había soñado tomar?

Justo en el momento que iba a tocar las manos del Vizconde, un repentino tornado de viento hizo volar el sombrero de la cabeza del Vizconde.

-¿Eh?- Louise lo miró, perpleja. Porque era un sueño, Louise había regresado a sus dieciséis años actuales-. ¿Qué… Qué estás haciendo?

La persona que se ocultaba bajo el sombrero no era el Vizconde, sino Saito, su familiar.

-Louise, ven rápido.

-No es el caso que vaya o no. ¿Por qué estás aquí?

-No seas tan cerrada. ¿Aún no te mueres por mí?- replicó Saito, vestido insolentemente con las ropas del Vizconde.

Uno tendría que imaginar de dónde había obtenido tanta auto confianza.

-¡No seas estúpido! ¡Sólo estaba un poco confusa esa vez! ¡Mejor deja de estar soñando!

-Deja de inventar excusas, mi Louise.

-¿A quién llamas ‘tu Louise’?

Saito pretendía no escucharla en lo más mínimo y, al contrario, se acercó más a Louise.

-¿Qué estás tratando de hacer, idiota?

Ignorando sus quejidos, Saito procedió a tomar a Louise, que estaba en el bote, entre sus brazos.

-¿Por qué eres tú?- preguntó Louise, frustrada, pegándole a Saito.

Pero Saito no se molestó para nada. Al contrario, so sonrisa se ensanchó. Esto hizo que Louise se pusiera roja de la vergüenza. No sabía exactamente cuál era la razón, pero se sentía bien entre los brazos de Saito.

Y Louise se puso más ansiosa.


+++


Saito abrió los ojos lentamente, recostado en su cama. Las lunas gemelas estaban llenas y brillaban sobre la habitación, iluminándola. Louise, dormida en su cama, gimió como si tuviese una pesadilla.

Saito rezó para que ella continuara durmiendo. Silenciosamente, se levantó y se acercó sigilosamente a la dormida Louise.

-¡Sh!- Saito se volvió y puso su dedo índice en sus labios.

-¿No quieres que hable? ¿Por qué?

-¡Sh!- Saito sacudió la cabeza y nuevamente se llevó el dedo a cruzar la boca. Miró a su compañero, Derflinger, con molestia.

-No te perdonaré por darme un rincón frío. Mi compañero se levanta en el medio de la noche sin darme ninguna razón. ¡Eso me molesta y me deprime!

Después de decir esto, Derflinger se movió y sacudió su cuerpo, muy molesto. ¡Qué espada tan difícil!

Despertada por el sonido de la espada, Louise se desperezó y abrió los ojos. El corazón de Saito dejó de latir. Sentándose, Louise comenzó a regañar a Saito.

-¡No seas tan inútil! Mejor has algo de limpieza. ¿No ves el polvo por todos sitios? No me digas que ya lo has hecho, torpe. ¡Eres un tonto!

El cuerpo de Saito estaba congelado, como si le hubiesen lanzado un ‘Hechizo de Endurecimiento’. Pero luego de que Louise terminó de regañarlo, se volvió a acostar. Aparentemente, estaba hablando en sueños. Incluso en sueños, Louise le ordenaba a Saito.

Saito se sintió aliviado y entristecido a la vez.

Derflinger, que había estado mirando a Saito todo el tiempo, dio un suspiro de resignación.

-¿Habla en sueños, eh? Pero no parece que eso sea música para tus oídos, Saito.

Saito miró molesto a Derflinger, que casi había arruinado su plan. Rápidamente caminó hacia él y le dijo:

-Mejor te callas, idiota.

-¡Esto es el colmo! ¡No te lo perdonaré! ¡Si mi compañero quiere que me quede en silencio, entonces me quedaré en silencio! Pero por despertarme a medianoche y ser tan grosero por eso, definitivamente sufrirás retribuciones, incluso si me explicas tus razones ahora.

La curiosidad de Derflinger tiene la misma medida que la de su compañero. Pareciera que quiere saber a toda costa por qué Saito se despertó en mitad de la noche.

Saito suspiró y señaló a la durmiente Louise con un dedo.

-¿Qué pasa con la hija del Noble?

-¿Qué crees, compañero?- Saito usó sus manos para hacer la forma de un corazón.

-¿Qué significa eso?

-Quiere decir ‘amor’.

-¿Le gustas a esa chica?

-Sí.

-¿Cómo lo sabes?

Saito se levantó y bailó solo sin hacer ruido.

-Ah… ¿te refieres al baile?

-Tú viste a la cara de Louise cuando bailábamos, ¿no?

-Sí, la vi.

-Estaba tan roja…- dijo Saito, en las nubes.

-Sí, estaba muy roja.

-Parecía que quería tomarme las manos y no soltarlas.

-¿Estás seguro?

-Derf, sólo eres un pedazo de metal. Jamás entenderás el corazón de una chica. Si una chica mira a un chico de esa manera, indirectamente le está diciendo que le gusta- dijo Saito, pegándole a la espada.

-Cierto, sólo soy una espada, y no entiendo las relaciones interpersonales para nada. Pero ahora que lo mencionas, compañero, puede ser cierto.

Saito asintió alegremente.

-¡En verdad eres sensible, Derflinger!- dijo.

-Entonces, mi buen compañero, como estás tan seguro de que le gustas, ¿la irás a hacer tu enamorada?

-¡Sí! Estoy seguro que le gusto. ¡Y sí me gustaría hacerla mi enamorada!

-Eso es imposible. He estado por ahí durante mucho tiempo y ésta es la primera vez que oigo de un familiar manteniendo una relación con su amo. ¡Eres increíble!

-Oh… eso se siente bien. Vamos, dime más.

-¡Mi amigo, eres fantástico!

Saito se paró y preguntó alardeante:

-Derf, ¿quién es el hombre más apuesto en todo el mundo?

-Por supuesto que eres tú, compañero.

-¿Quién es la persona sin magia más grande de este mundo?

-Por supuesto que eres tú, compañero.

Los elogios iban directamente a la cabeza de Saito. Se sentía como si todo el mundo le sonriese. Uno tendría que preguntarse si no tenía problema con su IQ.

-Louise es verdaderamente afortunada de que me guste. El grande y apuesto yo.

-Si esa chica altanera está enamorada de ti, ¿por qué tiene que regañarte incluso cuando está dormida?

Derflinger quería continuar dando su opinión, pero Saito lo calló:

-Louise es realmente muy terca. Ella no va a descubrir su corazón así de fácil.

-¿Es así?

-Si me acerco a ella y se lo digo, ella me respondería ‘¿Qué estás diciendo, familiar estúpido?’.

-Como lo dices, ¿estás seguro de conocerla bien, compañero?

-¡Por supuesto! Aunque ella siempre lo esté negando, en realidad quiere desesperadamente que la conquiste. Ya está profundamente enamorada de mí, pero Louise es muy cabezadura. No me dirá que le gusto por su orgullo.

-Compañero, debes ser un genio para haber deducido eso.

-Entonces, ahora, yo representaré al planeta Tierra y haré mío éste bishōjo de Halkeginia. ¿Entiendes, no, Derf? ¿Por eso, podrías hacerme un favor y quedarte callado?

Derflinger agitó su cuerpo en señal de acuerdo.

-Si ése es el caso, me quedaré en silencio entonces.

Saito le agradeció a Derflinger y una vez más se acercó a Louise.

Louise aún dormía profundamente. No importaba de qué ángulo se le mirase a la dormida Louise, siempre se veía tan hermosa como siempre. Saito tomó un respiro profundo; la habitación estaba lleno con una fragancia agradable.

Temblando ligeramente, Saito levantó la sábana de Louise.

La luz de la luna iluminó a Louise, quien llevaba puesto un camisón. A pesar de que Louise llevaba eso puesto, uno podrías sentir su piel suave y fina a través de él. Aunque poco, se notaba que sus senos habían crecido. A Louise no le gustaba usar ropa interior cuando dormía. Saito sabía esto muy bien, ya que era él quien preparaba su ropa interior todas las mañanas.

"La luz de la luna iluminó a Louise."

Saito estaba tan emocionado que las lágrimas casi se escapan de sus ojos. De ahora en adelante, la pequeña y linda chica finalmente será mía, pensó para sí mismo. Había estado esperando este momento por una semana, desde el baile. Sobándose las manos, Saito se aproximó más.

-Itadakimasu - dijo.

Y se metió bajo la sábana de Louise.

-Ah, Louise, Louise, tú piel es tan fina y suave… Jaja, Saito, torpe…

Saito no sabía porqué él mismo se llamaba torpe, pero, no obstante, se emocionaba más y más.

Abrazó a Louise sin pensarlo dos veces y la besó en la mejilla. Louise no parecía que iba a despertarse pronto; no se despertaba por cualquier sonido.

-Louise, mi querida Louise, tu cara; tienes la cara más linda del mundo…

Entonces, justo cuando Saito estaba a punto de levantar el camisón de Louise, ella se despertó.

Saito se quedó en shock inicialmente, pero se recuperó en un segundo y abrazó a Louise fuertemente.

-¿Q-Qué estás haciendo?

Louise se dio cuenta inmediatamente de lo que estaba pasando y se esforzó para liberarse de los brazos de Saito.

-¿No puedes quedarte quieta?

-¿Por… Por qué me estás abrazando?

-¿Qué estás diciendo? Pensé que te gustaba- Saito miró fijamente a Louise, frustrado.

Louise se sintió furiosa y dejó de forcejear.

-¿Qué?

Saito puso sus manos sobre los hombros de Louise.

-¿No estás enamorada de mí?- preguntó.

-¿Q-Qué estupideces estás diciendo?

-Está bien, Louise. Sé cómo te sientes. Yo so el que mejor te entiende. No te pongas nerviosa; sólo relájate.

Lentamente, Saito acercó sus labios hacia Louise. El rostro de Louise se volvió más y más pálido.

¿Yo? ¿Enamorada de ti?

Louise recordó entonces su sueño. Saito se estaba comportando igual que en su sueño, hablándole en esa forma tan atrevida. Gracias a eso, entre más miraba a Saito, más furiosa se ponía. Ambos, el Saito de su sueño y el Saito de verdad, la pusieron furiosa, muy furiosa. Podría decirse que era pura ira.

Louise temblaba de rabia, pero Saito pensó que se trataba de timidez, por la inexperiencia de Louise.

-¿Aún estás nerviosa? Ésta también es mi primera vez. Relájate mientras me quito los pantalones…

Louise sintió las manos de Saito en su cintura…

Tan rápido como las salamandras de fuego cogen sus presas, Louise movió su pierna derecha hacia arriba y le dio a Saito entre las piernas.

-¡Argh!

Saito sintió inmediatamente su espina dorsal llevar el espantoso dolor desde su ingle hasta su cerebro. Incapaz de soportar el dolor, empezó a echar espuma por la boca y rodó fuera de la cama de Louise. Louise se levantó y cogió el látigo para caballos que estaba puesto cerca de su cama.

Viendo el látigo, Saito trató de escapar, pero Louise ya había puesto un pie sobre su cabeza, con el látigo en la mano.

-¿Qué quisiste hacerme hace rato?

Saito, aún sin recuperarse del dolor, trató de hablar:

-¿Acaso no éramos amantes susurrándose cosas dulces al oído hace rato?

-Eso solo fue una vana ilusión de tu parte.- replicó Louise, aplicando más presión a la cabeza de Saito.

-¿Quiere decir que estoy equivocado? ¿No te gusto?

-¿A quién le gusta quién?

-Bueno, ¿no le gusto, Srta. Louise?

-Por favor, dame la razón que te hizo creer eso. Pero será mejor que lo hagas en una manera fácil de comprender, de lo contrario no soy capaz de decir qué te va a pasar…

-Bien, durante el Baile, tú me mirabas, a tu familiar, con esos ojos de desamor.

-¿Así que es por eso que pensaste que me gustabas y te colaste en mi cama?- replicó Louise, su cara poniéndose roja.

-Así es, Srta. Louise. ¿Está su humilde familiar realmente equivocado?

-¡Definitivamente estás equivocado! Jamás he oído de un familiar que se cola en la cama de su amo.

-Me acordaré de eso para la próxima vez.

-No habrá una próxima vez- dijo Louise en un tono que parecía de pena, dando un suspiro.

-¡Ama, mire! ¡Mire! ¡Las lunas gemelas están brillando tan bellamente hoy!- dijo Saito, desesperado.

-De todas formas, ya es tarde…- dijo Louise en una voz llena de rabia.

Bajo la luz de las lunas gemelas, los gritos de Saito podían ser oídos a muchas millas de distancia.


+++


Al mismo tiempo que Saito era terriblemente castigado, Fouquet miraba ociosamente el techo en un lugar muy lejano a la Academia, la Prisión Genoa en la Ciudad de Tristain. Ella era la maga de tierra tipo triángulo que había sido aprehendida por Saito y compañía dos días atrás por el hurto del Báculo de la Destrucción. Ya que era infame por haber robado tesoros muy valiosos de los nobles, fue puesta en la Prisión Genoa, la prisión de máxima seguridad localizada en la Ciudad de Tristain.

Sería llevada ante la corte la siguiente semana. Como había causado un gran daño entre los nobles de la ciudad, probablemente sería o puesta en exilio o sentenciada a muerte. De cualquier forma, no estaría nunca más en Tristain. Al principio, pensó en escapar, pero pronto abandonó esa idea.

Dentro de su celda, no había nada excepto una cama de mal aspecto y una mesa hecha de madera. Incluso los palitos que usaba eran de madera. Las cosas serían muy diferentes sin hubiese algo de metal… Como una cuchara.

A pesar de que quería convertir las paredes de la prisión y las barras de hierro en tierra usando la alquimia, no sería posible, porque le habían confiscado la varita. Los magos no pueden hacer nada si no tienen su varita. Además, las paredes y los barrotes de las prisiones estaban especialmente encantadas para resistir la magia, así que ni usando la alquimia iba a poder escapar.

-En verdad no tienen ninguna consideración encerrando así a una frágil dama como yo- se quejó Fouquet. Luego se acordó del joven que la había capturado-. Ese chico es muy fuerte. No puedo creer que sea un humano ordinario. ¿Quién es ese chico?

Pero eso ya no me concierne, pensó.

-Hora de dormir…- Fouquet cerró los ojos y se recostó. Pero tan pronto como había cerrado los ojos, los volvió a abrir.

Fouquet oyó a alguien caminando por la mazmorra donde reencontraba prisionera. Era un sonido peculiar, como de espuelas. Dedujo que no se trataba de un guardia, porque ellos no usaban espuelas en sus botas. Rápidamente, Fouquet se paró.

Apareció una persona vestida con una capa junto a la celda. No se le podía ver el rostro porque estaba cubierto por una máscara blanca. Pero se notaba una varita larga entre los pliegues de la capa. Era un mago.

-¡Estoy sorprendida de tener un visitante en mitad de la noche!- dijo Fouquet en tono desdeñoso.

El hombre de la máscara blanca no dijo nada. Simplemente miró a Fouquet fríamente.

Fouquet sabía que ese hombre había sido contratado para matarla. Algunos de los nobles a los que había robado debieron de haber pensado que sentenciarla en corte era muy problemático y habían decidido contratar un asesino para matarla. Probablemente muchos de los objetos que robó a la familia imperial eran también bienes robados, y para que no se supiese la verdad, los imperiales habían decidido silenciarla.

-Bien, como puedes ver, éste no parece ser el lugar apropiado para recibir a alguien, y creo que no has venido por una taza de té, ¿me equivoco?- dijo Fouquet.

Aún sin mi varita, no me rendiré tan fácilmente sin una pelea, pensó. No soy únicamente versada en magia; también soy muy buena en combate cuerpo a cuerpo. Pero si decide usar magia, no podré detenerlo. Tendré que hacer que entre de alguna manera a mi celda…

-¿Eres tú Fouquet la Tierra Desmoronadora?- preguntó entonces el hombre con la capa. Su voz sonaba fuerte y jovial.

-No sé quién me ha dado ese apodo, pero sí, yo soy Fouquet la Tierra Desmoronadora.

El hombre de la capa alzó ambas manos, diciéndole que no tenía ninguna intención hostil contra ella.

-Tengo algo que me gustaría contarte.

-¿Qué es?- preguntó Fouquet en un tono más bien de sorpresa-. No me digas que vas a salir a hablar en mi defensa. Qué locura.

-Estaría encantado de hablar en su defensa, mi querida Matilda de Saxe-Gotha.

El rostro de Fouquet se tornó pálido.

-Había olvidado ese nombre. O mejor dicho, me obligaron a olvidar. No debería haber nadie en este mundo que sepa ese nombre… ¿Quién eres, exactamente?

El hombre no respondió, sino que preguntó:

-Matilda, ¿quiere volver a servir a Albión?

-¡Eso es imposible!- dijo Fouquet, helada-. ¡Nunca serviré a los que asesinaron a mi padre y anexaron mi hogar!

-No te equivoques. Nadie te está pidiendo que sirvas a la Familia Real de Albión. Ellos van a ser derrocados pronto.

-¿A qué te refieres?

-Hay una revolución. Nosotros vamos a derrocar a la débil e impotente Familia Imperial. Y los que los derroquen deben ser nobles capaces como nosotros.

-¿Pero no eres parte de la nobleza de Tristain? ¿Qué tiene que ver la revolución en Albión contigo?

-Somos un consorcio de nobles sin frontera preocupados por el futuro de Halkeginia. Queremos unificar a Halkeginia y recuperar la Tierra Sagrada en la que el Fundador Brimir nos puso.

-Por favor, deja de hablar tonterías- dijo Fouquet con una sonrisita-. Si ése es el caso, ¿porqué es que ese consorcio tuyo de nobles sin frontera me necesita? Sólo soy una prisionera…

-Necesitamos más que nunca magos habilidosos. ¿Nos brindarás tu ayuda, Fouquet la Tierra Desmoronadora?

-Para ya de soñar…- dijo Fouquet moviendo las manos.

-¿Quieres unificar Halkeginia? El Reino de Tristain, Germania, Albión y Gallia, más un número pequeño de reinos que constantemente luchan entre ellos. ¡Unirlos sería un sueño hecho realidad!

-Hmmm… Recuperar Tierra Santa… ¿Cómo van a pelear contra los poderosos elfos?

La Tierra Santa había estado en posesión de los elfos que vivía al norte de Halkeginia por más de cien años. Desde esa época, los humanos comenzaron numerosas cruzadas para recuperar la Tierra Santa, pero fallaron miserablemente siempre.

Los elfos, fácilmente reconocibles por sus orejas puntiagudas y una cultura única, vivían largamente y eran magos muy competentes. Y eso los hacía guerreros muy efectivos. Derrotar a los elfos sería para los humanos una batalla gloriosa.

-No me interesan los nobles y tampoco me interesa Halkeginia. ¡Recuperar la Tierra Sagrada! ¡Que se queden los elfos ahí!

El hombre sacó su varita de debajo de su capa negra.

-Te daré dos opciones, Fouquet la Tierra Desmoronadora.

-Escuchémoslas.

-O te vuelves nuestra compañera o…

-¿O pereceré inmediatamente aquí?- terminó la frase Fouquet-. ¿Es así?

-¡Correcto! Como ya sabes nuestro plan secreto, no puedo dejarte viva.

-¡Ustedes los nobles son realmente unos engreídos presuntuoso! Nunca tendrá en cuenta los sentimientos de otras personas- se rió Fouquet-. Diciéndolo amablemente, me estás invitando a unírmeles, pero no tengo otra opción, ¿verdad?

-Eso es correcto- rió a su vez el hombre de negro.

-Entonces me uniré a su consorcio. Odio a la gente que no sabe cómo dar órdenes.

-Vámonos, entonces.

-¿Cuál es el nombre de su organización?- preguntó Fouquet poniendo sus manos sobre su pecho.

-¿En verdad quieres unirte a nosotros, o sólo estás jugando conmigo?

-Simplemente quiero saber el nombre de la organización por la que trabajaré de ahora en adelante.

El hombre sacó una llave de su bolsillo y abrió la celda de Fouquet.

-Los Reconquistadores- respondió.


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