Zero no Tsukaima Español:Volumen2 Capítulo5

From Baka-Tsuki
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Un Día de Descanso Antes de Partir[edit]

Habían decidido descansar en el hotel más lujoso de la ciudad conocida como La Rochelle. Estaban cansados de ir a caballo todo el día. Era un lugar agradable, incluso para un noble. Las mesas y el piso estaban hechos del mismo marfil. El suelo estaba tan lustrado que uno podía ver su propio rostro en él.

Wardes y Louise regresaban del malecón. Cuando Wardes se sentó, habló, inseguro:

-La nave para Albión partirá pasado mañana.

-Pero… la misión es muy urgente- apuntó Louise.

Saito y los demás se sintieron aliviados sabiendo que podrían descansar un día más.

-Nunca he estado en Albión, así que no sé por qué no habrá ninguna nave mañana- dijo Wardes, mirando a Kirche.

-¿Las lunas estarán juntas mañana?- preguntó Saito-. Si es así, Albión debe estar más cerca de La Rochelle.

Wardes puso las llaves sobre la mesa.

-Por ahora, hay que descansar- dijo-. Tomen sus llaves. Tabitha y Kirche en una habitación; Guiche y Saito en otra.

Guiche y Saito se miraron.

-Louise y yo compartiremos un cuarto- dijo Wardes.

Saito sintió que su corazón se volcaba y se volvió hacia Wardes.

-Es la manera más justa porque Louise y yo estamos comprometidos- dijo Wardes.

Louise miró a Wardes sorprendida.

-¡Pe-pero no podemos! ¡Ni siquiera estamos casados!- dijo.

Saito asintió enérgicamente. Es cierto, ella no debería dormir con él. Pero Wardes negó con la cabeza.

-Hay algo importante que tengo que decirte- le dijo a Louise.



Wardes y Louise se quedaron en la mejor habitación del hotel. Se preguntaban quién la habría diseñado. Había una enorme cama de cuatro postes con una delicada puntilla en la cima. Wardes se sentó a la mesa. Abrió una botella de vino, se sirvió una copa y apuró el contenido.

-¿Por qué no te sientas y te tomas una copa también, Louise?- preguntó.

Louise se sentó. Wardes le sirvió una copa a Louise y volvió a llenar la suya.

-¡Salud!- dijo, alzándola.

Louise, sin embargo, mantuvo su copa en la mesa e inclinó la cabeza.

-¿Tienes la carta de la princesa segura?- preguntó Wardes.

Louise se llevó una mano al bolsillo para asegurarse de que aún seguía ahí. Me pregunto por qué es tan importante. ¿Qué hay en esa carta? ¿El Príncipe ya tiene una respuesta? Creo que ya ví una pequeña parte de la carta. Siendo la amiga de la Princesa sé cómo escribe sus cartas.

Wardes miró a Louise con curiosidad.

-La carta está a salvo- dijo Louise asintiendo-. ¿Está preocupado de que no podamos obtener la carta del Príncipe de Albión?

-Sí, estoy muy preocupado- respondió Wardes.

-No se preocupe- dijo Louise y sus preciosas cejas se arquearon-. Todo estará bien porque siempre estaré a su lado.

-Es cierto- dijo Wardes, sonando muy distante-, si estás aquí no habrá ningún problema. Siempre fue así.

-¿Aún recuerda la promesa del día que estábamos en el lago?- preguntó Louise.

-En el botecito que flotaba en medio del lago- asintió Wardes-. Siempre ibas ahí cuando eras reprendida por tus padres. Parecías un gatito abandonado.

-¿En serio?- dijo Louise-. Se acuerda de las cosas más raras…

-Por supuesto que recuerdo eso- respondió Wardes alegremente-. Siempre eras comparada con tus hermanas por su poder de magia.

Louise bajó su cabeza, avergonzada.

-Pero pienso que estuvo mal- continuó Wardes-. Eres pésima e inútil, pero…

-Qué malo es usted…- dijo Louise amargamente.

-… posees un increíble poder que nadie más tiene- finalizó Wardes, ignorando lo que dijo Louise-. Lo sé porque soy un tipo diferente de mago.

-¡Eso es imposible!- dijo Louise.

-Es muy posible- dijo Wardes-. Por ejemplo, cada vez que usas magia…

-¿Se refiere al incidente de Saito?- dijo Louise, sonrojándose.

-Sí, cuando cogió esa arma la runas en su mano izquierda comenzaron a brillar- dijo Wardes-. Esas runas son legendarias.

-¿Legendarias?

-Sí, esas runas pertenecieron al legendario familiar Gundolf- los ojos de Wardes brillaron con admiración-. El Familiar que alguna vez perteneció al Fundador Brimir.

-¿Gundolf?- preguntó Louise.

-No cualquiera puede controlar a Gundolf- respondió Wardes-. Tú posees la magia para controlarlo.

-Es difícil creerlo…

Louise meneó la cabeza y pensó que Wardes le estaba gastando una broma. Era verdad que la velocidad de Saito se incrementaba drásticamente cuando sujetaba un arma, y se volvía extremadamente fuerte, pero decir que él era un familiar legendario era increíble. Pero si eso era cierto, algo no encajaba. Después de todo, soy Louise la Zero.

Yo siempre soy inútil. No hay manera en que pueda tener el poder que mencionó Wardes..

-Podrías convertirte en una gran maga. Sí, como el Fundador Brimir, y dejar tu nombre en la historia muy en alto. Así lo creo- Wardes miró a Louise dulcemente-. Después de esta misión, casémonos, Louise.

-¿Ah?

La repentina propuesta de matrimonio dejó a Louise sin habla.

-No me conformo con ser sólo un mago capitán de los Caballeros Mágicos… Quiero convertirme en un noble que mueva todo Halkeginia algún día.

-P-pero…

-¿Pero qué?

-A-Aún… aún soy…

-Ya no eres una niña. Tienes dieciséis años. Ya has alcanzado la edad cuando puedes elegir. Tu padre estuvo de acuerdo. Así que…- Wardes paró abruptamente. Luego la miró y acercó su rostro al de Louise-. Es verdad, yo nunca vine a buscarte, y tengo que disculparme. El matrimonio no es un tema fácil de hablar, lo sé. Pero Louise, tú eres lo más importante para mí.

-Wardes…

Louise se puso a pensar en eso. ¿Por qué la cara de Saito seguía apareciendo en su mente? Después de casarse con Wardes, ¿Saito tendría que dejar de ser su familiar?

No entiendo por qué, pero constantemente siento que esto está mal. Si tuviera un cuervo o un búho como Familiar no sería tan problemático. Si nadie se ocupa de ese idiota de otro mundo, ¿qué pasará con él?

Kirche o… no sé cómo se llama la chica de la cocina que a menudo lo alimenta… ¿Ellas cuidarán bien de él?

No sé por qué, pero esto es extremadamente molesto, pensó Louise. Igual que una niña pequeña, ella quería a Saito sólo para ella. A pesar de que Saito es un idiota y siempre me pone furiosa, no quiero que se vuelva propiedad de alguien más. Él es mío.

-Aún… aún…

-¿Sí?

-Que aún no soy un mago de su calibre. Aún necesito estudiar…- Louise bajó la cabeza y, manteniéndola así, murmuró-. Wardes, cuando era pequeña, era lo que siempre pensaba, que algún día haría que todos me reconozcan, ser una gran mago y que mi madre y mi padre estén orgullosos de mí- Louise alzó la cabeza y miró fijamente al hombre-. Yo, yo aún no lo alcanzo.

-¿Es porque alguien ya robó tu corazón?

-¡No es nada de eso!- negó Louise presa del pánico-. ¡No hay manera de que eso suceda!

-No importa. Entiendo, entiendo. Por ahora, no buscaré una respuesta. Pero después de que termine este viaje, estoy seguro de que conquistaré tu corazón.

Louise respondió asintiendo.

-En ese caso, vamos a dormir. ¿Estás cansada no?

De repente, Wardes se acercó más a Louise, queriendo besarla. Instantáneamente, el cuerpo de Louise se paralizó, y entonces empujó a Wardes.

-¿Louise?

-Lo siento… Pero, las cosas… de esta forma…

Louise miró orgullosamente a Wardes. Wardes sonrió amargamente y sacudió la cabeza.

-Yo no tengo prisa.

Louise volvió a agachar la cabeza.

¿Por qué, aunque Wardes es tan gentil, guapo y fuerte, aunque lo haya anhelando por tanto tiempo… aún así, incluso yo no me siento feliz porque se me está proponiendo?

Alguien más ya había capturado su corazón. Pero la mente de Louise se negaba a pensar sobre el que lo había capturado.



Fuera, Saito tenía las manos alrededor de las barras de la ventana, mirando desesperadamente el cuarto de Louise y Wardes.

Sostener a Derflinger en su mano izquierda hacía sentir a su cuerpo ligero como una pluma, permitiéndole observar todo dentro de la habitación. Observando a través de las cortinas, Saito vio a dos figuras sentarse a la mesa.

¿Sobre qué hablan?

Cada vez que el rostro de Wardes se acercaba al de Louise, Saito se mordía los labios. Cada vez que parecía que se iban a besar, casi dejaba de respirar. Pero porque Louise siempre negaba el beso, la respiración de Saito volvía a la normalidad.

-¡Ah, acercándose de nuevo, ese bastardo!- susurró Saito-. Con que así es…

-¡Qué vergonzoso!- murmuró Derflinger por lo bajo.

-Cállate.

-Mi compañero se pega a la ventana como un gusano verde, espiando a la chica que le gusta y a su amante teniendo una conversación alegre. Es tan vergonzoso que duele y casi me hace llorar.

-¡No me gusta! ¿Qué hay de bueno en ese tipo de chica?- gruñó Saito sonando los dientes-. Temperamento explosivo, me trata como a un perro, personalidad malévola.

-¿Entonces por qué estamos espiando?

-Sólo estoy preocupado, sólo es eso, nada más.

Al decir esto, algo iba hacia él desde arriba. Pam. Tam. Algo cayó sobre los hombros de Saito y cubrió su cara, haciendo que todo se volviera negro.

-¿Pero qué…?

-¿Qué estás haciendo acá? ¿Te gusta dar paseos por la pared? En serio, me tomó mucho encontrarte.

Era Kirche quien aterrizó en sus hombros, y los ojos de nuestro héroe no veían porque su cara estaba cubierta por la minifalda de la Germaniana.

-Hey, bájate de mí- replicó Saito mientras sacaba la cara de la falda de Kirche.

-¿Por qué? ¿No te gustó? Oye, ¿qué estabas mirando?- Kirche dio una mirada por la ventana, se volvió de nuevo hacia Saito y lo rodeó con sus brazos-. No, no espíes a los recién casados. No debemos preocuparnos por ellos.

»Esto es lo que creo: una cita silenciosa en la pared es tan romántica. Mira qué hermosas son las luces de la ciudad. ¿No crees que se estén alegrando por nosotros?

-Primero que nada, bájate.

Los dos trataban de zafarse a la vez cuando, repentinamente, la ventana se abrió de golpe. Saito se quedó paralizado como estaba, aferrándose a la pared como una cucaracha.

Podían ver a Louise con las manos puestas en su cintura. Pero su adorable rostro era una máscara demoniaca mirando a Kirche y Saito.

-¿QUÉ ESTÁN HACIENDO EN MI VENTANA?

Por un lado, Saito, con sus espada en una mano y con la otra cogiéndose de los marcos de la venta; y por el otro, Kirche, con sus piernas alrededor de los hombros de Saito, pegada a él como si fuera a dar un extraño paseo a caballo.

Sin preguntar nada, esto parecía sospechoso, pero muy asombroso también.

-¿No puedes entenderlo incluso después de verlo? Esto es una cita.

Saito trató de decir algo, pero las manos de Kirche le taparon la boca, haciéndolo parecer confundido. Los hombros de Louise comenzaron a temblar de furia.

-¡Va-va-vayan a tener su romance en o-o-otra parte, u-u-ustedes perros pervertidos!

-Pero mi querido quiere tener una cita aquí- respondió Kirche triunfante.

Instantáneamente el pie de Louise voló en su dirección. Kirche lo esquivó y trepó a la pared, por lo que el pie de la chica pequeña fue a parar directamente en la cara de Saito, mandándolo a volar.

Afortunadamente Saito tenía la espada en la mano y la clavó en la pared para no caer. Luego aulló furioso:

-¿ES QUE QUIERES MATARME?

-Alguien como tú que no entiende la generosidad merece MORIR! Wardes se sentó en su cuarto y miraba todo lo que pasaba muy divertido.



Segundo día. Saito despertó porque alguien tocaba a su puerta. Como Guiche aún estaba durmiendo sonoramente en la cama de al lado, sin ninguna otra opción el japonés sólo podía levantarse de la cama a abrir.

No hay ningún barco hoy. Quería tener un buen día para dormir, ¡demonios!, pensó Saito molesto mientras abría la puerta.

Wardes, con su usual sombrero, miraba hacia abajo, a Saito, quien era como una cabeza y media más bajo que el Caballero.

-Buenos días, Familiar.

Que el prometido de Louise lo llamara así molestaba a Saito.

-Buenas, pero la partida es mañana, ¿cierto? ¿Tiene algo importante que decir esta mañana? He estado montando a caballo todo el día de ayer y aún quiero dormir.

Wardes solamente sonrió ligeramente.

-¿Eres el Gundolf de la leyenda?

-¿Ah?

Saito observó a Wardes con una expresión atónita. Wardes estaba tratando de aclarar algo. Inclino su cabeza y dijo:

-Desde el caso con Fouquet tengo gran interés en ti. Le pregunté a Louise antes. Oí que eres de otro mundo y también que eres el legendario Gundolf.

-Ja…

¿Quién habló sobre Gundolf? El Viejo Osman no debe haber hablado de esto…

-Encuentro a la historia y al arte de la guerra muy intersantes. Cuando Fouquet fue capturada, me interesé en ti. Luego hice algunas investigaciones en la Librería Imperial. El resultado de eso me llevó a ti, el legendario Familiar Gundolf.

-Oh, entonces es eso. Usted es muy erudito.

-Quiero saber qué tan fuerte es la persona que capturó a Fouquet. ¿Me lo puedes demostrar?

-¿Demostrárselo?

Wardes sacó su varita del cinturón.

-Vamos a ponerlo de esta forma.

-¿Un duelo?- inquirió Saito con una sonrisa fría.

-Exacto.

Wardes y Saito sonrieron juntos. Dando una mirada al durmiente Guiche, el chico japonés pensó: No estoy seguro de qué tan fuerte sea Wardes, pero ya he vencido a Guiche, y capturado a Fouquet. Aunque él es el Capitán de los Caballeros Grifo, y parece ser muy habilidoso también. Pero no debo hacerme para atrás. Vamos a enseñarle al prometido de Louise lo que Gundolf es capaz de hacer.

-¿Dónde quiere que sea el duelo?

-Este hotel solía ser un castillo diseñado para repeler las invasiones de Albión. Hay una plaza de armas en el centro.

Los dos dejaron el cuarto juntos hacia la plaza de armas. La antigua plaza de práctica era ahora un lugar en ruinas y escombros con barriles vacíos de cerveza y cajas esparcidas por todos sitios. Era difícil creer que hace mucho tiempo las banderas reales con astas esculpidas en roca hayan estado decorando este baldío lugar.

-Antes que nada, quizá no sepas que, bajo el reino de Philip III, este lugar era a menudo usado para los duelos entre la Nobleza.

-Ja, ja.

Saito saco a Derflinger de atrás de su hombro y las runas en su mano izquierda estallaron en un brillo.

-Hace mucho tiempo, el Rey todavía tenía el poder de batirse en duelo. Los Nobles del tiempo del Rey… sí eran Nobles de verdad. Quienes arriesgaban la vida por fama y honor, nosotros los Nobles peleábamos con magia. Pero generalmente se peleaba por cosas aburridas, la verdad, como por ejemplo si los dos luchaban por un mismo amor.

La cara de Saito se puso furiosa bruscamente. Puso la espada en guardia, pero Wardes lo detuvo alzando su mano izquierda.

-¿Qué?

-Hay ciertas reglas que conciernen a los duelos. No tenemos un testigo aquí.

-¿Testigo?

-Cálmate. Uno ya está en camino- respondió Wardes.

Louise apareció tras él. Cuando vio a los dos ahí, se quedó abrumada.

-Wardes, usted me llamó y vine. ¿Qué se dispone a hacer?

-Quiero probar un poco sus habilidades.

-Pare este sin sentido. Ahora no es el momento para este tipo de tonterías.

-Es verdad, pero este Noble quiere un duelo y averiguar si soy fuerte o débil.

Louise miró a su Familiar.

-Para ahora. Es un orden.

Saito no respondió, sólo miraba a Wardes.

-¿Qué? ¿En serio?

-Como el testigo está aquí, comencemos.

Wardes sacó su varita del cinturón otra vez y entró en una posición de combato, apuntando con la varita a Saito.

-No soy tan confiado- respondió Saito-, así que no sé si ir duro o suave.

-No hay problema- respondió Wardes con una risa ligera-, atácame con todo.

Saito asió a Derflinger y dio un salto hacia adelante con un corte. El Caballero mago rechazó el ataque con su varita, y las dos armas sonaron con el chocar de acero contra acero, enviando chispas por todas direcciones. Mientras que el arma de Wardes era una simple varita, era capaz de bloquear la espada larga de Saito sin una gota de sudor.

Uno hubiera esperado que Wardes retrocediera, pero no un viento huracanado que apareció cuando los dos chocaron, mientras Wardes aumentaba la velocidad al atacar a Saito. El japonés respondió con un sablazo que rompió con un espadazo que interrumpió el avance de Wardes, mientras la capa negra del Caballero Mágico ondeaba al viento. En respuesta, el capitán saltó unos pasos atrás, y volvió a su posición.

¿Por qué no está usando magia?, pensó Saito.

-No puedes vencerlo- murmuró Derflinger-. Te está mirando como una sabandija.

El corazón de Saito explotó en furia. Ese bastardo de Wardes… ¿puede tener la misma velocidad que yo cuando brillan las runas de Gandalfr? Sólo atacando una vez, Saito podía ver la diferencia entre Guiche y Wardes.

-Un Caballero Mágico no sólo recita encantamientos- respondió Wardes, con una inclinación de sombrero-. Cómo recitamos un hechizo, cómo sostenemos la varita, el movimiento que hacemos al cargar, todo es algo especializado para la batalla… la manera en que usamos nuestras varitas como espadas, llenas de magia. Esto es lo más básico para los soldados.

Saito agachó su cuerpo ágilmente y empezó a girar su espada como un molino de vientos. Aparentemente, Wardes ya había adivinado el ataque que Saito iba a dar, y asestó el siguiente ataque sin siquiera tomar un respiro.

-En verdad eres muy rápido; nadie puede confundir con un plebeyo al verdadero Familiar de las leyendas- bloqueando el ataque de Saito, Wardes agitó su varita y la colocó en la parte de atrás de la cabeza de Saito. Con su cerebro y su nariz hirviendo, el muchacho japonés cayó al suelo con un ruido sordo.

-Pero el asunto es que eres rápido; sin embargo, tus movimientos son los de un aficionado. No puedes vencer a un mago de verdad así.

Saito dio un salto hacia adelante como una bala y descargó un nuevo tipo de asalto. Pero, con un paso fuera y un salto, Wardes fácilmente esquivó a Saito con la velocidad del viento.

-En otras palabras, eres incapaz de proteger a Louise.

Por primera vez, Wardes entró en una posición de combate. Con una velocidad imposible de localizar para una persona normal, lazó un ataque sobre Saito. Tan pronto el muchacho se dio cuenta de lo que pasaba, se enfrentó a la arremetida.

-Deru yil soru la windy- recitó Wardes en voz baja, agitando con una mano la chispeante varita.

Saito se dio cuenta de que todos los movimientos y ataques de Wardes tenían un patrón.

-¡Compañero, malas noticias!- gritó Derflinger cuando dedujo que el susurro era en encantamiento-. ¡Magia en camino!

¡Bam! De repente, todos los vientos corrieron juntos, creando una fuerza invisible que golpeó a Saito con la fuerza de un martillo y lo mandaron despedido unos diez metros sobre una pila de barriles de cerveza que se hicieron añicos cuando se estrelló.

En el momento en que Saito aterrizó sobre los barriles, la espada se le cayó. Mientras Saito trataba de recuperar su arma, Wardes puso un pie sobre ella y luego presiono su varita contra Saito.

-¡Saca tus pies de mi!- gritó Derflinger, pero Wardes no le prestó atención.

-¿Ya sabes quién es el perdedor y quién el ganador?- dijo.

Aún así, Saito trató de levantarse, pero el dolor le impidió moverse. El muchacho se dio cuenta de que la sangre manaba de su cabeza.

Louise se acercó asustada.

-¿Lo entiendes, Louise?- dijo Wardes calmadamente-. Él no puede protegerte.

-Eso es porque… porque, ¿no es usted el comandante de los Caballeros Mágicos, el grupo secreto que fue asignado para proteger a la Reina? ¿No es natural que sea fuerte?

-Cierto. Pero, ¿no estás yendo a Albión, y tal tengas que pelear? ¿Cuándo estés rodeada de enemigos fuertes piensas decir ‘por favor, somos débiles, guarden su varitas’?

Louise se quedó en silencio. Luego miró a Saito con preocupación. De su cabeza salía más sangre fresca. La chica sacó temblorosa su pañuelo, pero Wardes la detuvo.

-Déjalo, Louise.

Wardes cogió las manos de Louise.

-Pero…

-Dejémoslo ahí por un rato.

Louise se mordió dudosa los labios por un momento y, con otro jalón de Wardes, se marchó.

Siendo dejado de lado, el muchacho estaba sobre sus rodillas, incapaz de moverse un poco.

-Derrota total- bromeó Derflinger.

Saito no respondió. Perder delante de Louise lo entristecía mucho.

-Pero ese noble es muy fuerte. ¡No te preocupes por eso, compañero! Ese sujeto tiene muchas habilidades. Tal vez incluso sea un Mago Cuadrado. Aunque hayas perdido, no es nada vergonzoso.

Aún siendo eso verdad, Saito no dijo nada.

-Perder frente a la chica que te gusta es en verdad un evento desagradable. Pero no te deprimas, o también lloraré yo… Oye, recuerdo algo. ¿Qué era? Pasó hace muchísimo tiempo… ¡Oye, no! ¡Espera!

Saito puso a Derflinger de regreso en su vaina, callándolo en el proceso. Sacudiéndose los pantalones, el muchacho dio un pesado paso hacia adelante.



Esa noche, Saito observaba a las lunas desde la ventana del balcón. Guiche y compañía estaban tomando en el bar en el primer piso. Al día siguiente partirían hacia Albión, por eso todos estaban festejando abajo. Kirche había llegado invitándolo, pero él se negó. Nuestro héroe no estaba de humor para beber ahora.

Aparentemente, el grupo podía partir cuando las lunas coincidían en la misma posición; era el día en que Albión estaba más cerca al continente.

Saito alzó la mirada hacia el estrellado cielo nocturno. En el mar de estrellas, la luna rosada se escondía detrás de la luna blanca, y así se parecía a una luna brillando con un color durazno. Esa luna hacía que Saito recordara la luna de su hogar. La luna de la Tierra.

El deprimido Saito nunca dejó de murmurar, queriendo ir a casa, su desea de regresar. Además, perder contra Wardes, en frente de Louise, hacía que Saito extrañara su hogar más que nunca.

Sin darse cuenta, las lágrimas caían de los ojos de Saito. Resbalaban por su cara hasta su mentón y luego caían al suelo. El muchacho siguió llorando mientras miraba las lunas. Entonces, oyó algo detrás de él.

-Saito…

Volviéndose, vio a Louise parada tras él, con los brazos cruzados.

-Sólo porque hayas perdido no significa que debas llorar. Es tan infantil…

El muchacho se secó la cara en respuesta, no queriendo que Louise vea sus lágrimas.

-No es cierto…

-¿Qué no es cierto?

-Sólo estoy así porque me siento nostálgico… de volver a la Tierra. Volver a Japón.

Louise bajó su cabeza.

-Lo sé, es mi culpa…

-Tú sólo me tratas como a un perro.

-No hay nada que pueda hacer al respecto. Soy un miembro de la Nobleza y, si no lo hago, habría rumores.

-¿Cuál es la manera de regresar a mi mundo, entonces? En verdad no quiero permanecer aquí más tiempo- murmuró Saito en un tono disgustado, pero que vino desde el fondo de su corazón.

-Pero qué… sabes que eres muy problemático para mí también.

-Si lo dices, ayúdame a encontrar una manera de regresar. Prométeme que encontrarás una manera de enviarme a mi mundo.

-Cuando esta misión termine, me esforzaré por encontrar tu camino de regreso.

-¿En serio?

Louise puso sus manos sobre su cintura, asintiendo con una expresión linda.

-Soy un miembro de la Nobleza. No mentiría.

-¿Y qué pasaría si no hay una manera de regresar?

Sonrojándose un poco, Louise enduró su corazón y respondió:

-Si eso pasase… te pediría que continúes sirviéndome.

-¿Incluso si estás casada?

-No tiene nada que ver con casarse.

Louise miró a Saito.

-Bien, bien, una persona como tú, con tan horrible personalidad… Y hay alguien dispuesto a casarse contigo. Ese noble es realmente un milagro. Eres muy afortunada.

-¿Qué?- Louise alzó sus brazos con un tinte de enfado-. ¿Acaso Kirche no se enamoró de ti? Esa idiota se puede enamorar de ti. Olvídalo, no importa lo que te diga, ambos son unos idiotas y harían una pareja adorable.

Los dos apartaron la mirada. Louise cerró los ojos y se calmó.

-En resumen- dijo Louise-, durante el tiempo que estés en Halkeginia, eres mi Familiar. Así que a pesar de que esté casada o no, tu deber es protegerme y hacer el lavado, así como otras cosas.

Saito se volvió para encarar a Louise.

Bajo ese cabello rosado, los ojos verdes de Louise brillaban con furia. Su cara normalmente pálida estaba teñida con el color de la ira, lo que hacía que sus labios fruncidos se vieran más lindos.

El corazón de Saito comenzó a acelerase mientras la miraba. Había sido gritado por Louise, pero ella aun seguía siendo hermosa.

Pero, ¿solamente es eso? ¿Sólo porque es preciosa, mi corazón se acelera? Siento que no es sólo eso. No importa qué tan hermosa sea, qué tan linda, cuando uno escucha palabras tan dolientes no debería acelerársele el corazón.

Louise se cogió las manos.

La sonrojada Louise. La Louise que me cuidó. A pesar de ser Zero, la Louise que se enfrentó al golem de Fouquet. La avergonzada Louise que llora en secreto cuando la llaman Zero…

Ocasionalmente Louise se muestra como una chica real que combina valor, simpatía y belleza en ella.

¿Entonces por qué me siento así?, pensó Saito profundamente.

Finalmente entendió por qué había estado contemplando las lunas cada noche hasta ahora, aunque nunca haya pensado sobre regresar.

Pero odiaba querer admitir la razón.

¡Esto apesta!

¿Por qué yo…? Saito no pudo completar sus pensamientos.

-¿Por qué no dejas que Wardes te proteja?- preguntó espontáneamente.

-¡Increíble! ¿Aún no superas haber perdido contra él?

Saito permaneció en silencio.

-Tú eres mi Familiar, ¿cierto? Porque has perdido, debes ser más fuerte. Esa actitud perdedora deshonrará el nombre de La Vallière.

No era tan simple como ser derrotado. Era perder en frente de Louise, y perder contra su prometido. ¿Cómo podía ser más fuerte? Saito apretó los labios y golpeó el marco de la ventana.

-Bien, entiendo- respondió Louise molesta-. Haz lo que quieras. Dejaré que Wardes me proteja.

-Sí, has eso- respondió Saito maliciosamente, y esto volvió a Louise incluso más molesta.

-Esa persona es confiable. No haría que me preocupe. No tendría por qué decirle a un Familiar como tú, pero lo haré ahora. Ya lo he decidido. Me casaré con Wardes.

Louise miró a Saito, pero él se mantuvo en silencio, sin importarle. ¿Qué?, pensó Louise.

-Me casaré con Wardes- repitió ella. Pero Saito siguió en silencio y no dijo nada, con la cabeza agachada en rabia.

Al principio, esperaba que Saito dijera algo para detenerla, pero Saito no dijo ni una sola palabra.

¿Qué? ¿Acaso no te escabulliste en mi cama?, pensó Louise. Se puso más molesta porque su orgullo había sido herido.

-¡Alguien como tú debería pasar el resto de su vida mirando la luna!- gritó Louise mientras salía corriendo.

Justo en ese momento…

-¡AGH!- gritó Saito.

Louise volteó su cabeza y, para su sorpresa, apareció algo que tapó las lunas, y no se podía ver por ninguna parte.

Bajo la sombra de las lunas, apareció un gigante. Si uno daba una mirada más cercana, la sombra gigante resultaba ser un golem hecho de piedra. La persona que controlaba el golem sólo podía ser…

-¡Fouquet!- gritaron Louise y Saito al unísono.

La figura sobre ellos se sentó encima del hombro del golem.

-¡Oh, es un gran honor que me recuerden!- respondió alegremente.

-¿No deberías estar pudriéndote en la cárcel?- preguntó Saito, cogiendo la espada de su hombro.

-Alguien tuvo un corazón bondadoso- gritó Fouquet en respuesta-. Una belleza como yo debería estar contribuyendo con el bien del mundo, así que me dejaron escapar.

Estaba tan oscuro que mucha gente no podía ver, pero había una figura con una capa negra de nobleza parada junto a la mujer. ¿Es quien la ayudó a escapar? El noble apoyaba las acciones de Fouquet, pero se mantenía callado. Porque la figura llevaba una máscara, no se podía decir claramente, pero parecía ser un hombre.

-Entonces eres una persona que no puede hacer sus propios planes- Saito blandió su espada con su mano izquierda-. ¿Qué estás haciendo aquí?

-Vengo a agradecerles las largas vacaciones que me dieron- rió Fouquet, mientras el enorme golem pulverizaba la baranda del balcón con un golpe-. ¡Vengo a demostrarles mi aprecio!

La baranda había sido esculpida en roca sólida, así que parecía que el poder del golem se había incrementado significativamente.

-¡Es piedra, no tierra, así que cálmate!

-¡Nadie está tratando de calmarse aquí!

Saito cogió la mano de Louise y corrió. Escapando de la habitación, los dos bajaron a saltos la escalera.



Mientras tanto, el piso de abajo era un caos.

Repentinamente, un grupo de soldados llegó a atacar a Wardes y compañía, que estaban bebiendo. Guiche, Kirche, Tabitha y Wardes estaban usando magia para defenderse. Sin embargo, había demasiada gente. Era como si cada soldado de La Rochelle veniera a atacarlos. Parecía que estaban perdiendo.

"Kirche rompió las patas de una de las mesas y decidió usar las mesas como un escudo contra lo enemigos."

Kirche rompió las patas de una de las mesas y decidió usar las mesas como un escudo contra lo enemigos. Los soldados que atacaban estaban acostumbrado a pelear con enemigos que usen magia. Mientras peleaban, observaban el rango y estilo de Kirche y sus amigos. Luego, se apartaron del rango de magia para atacarlos con sus arcos. Los soldados que se ocultaban en la oscuridad tenían más ventaja en el campo, dejándoles a los que se encontraban en la habitación una amarga batalla.

Si alguno se parara para conjurar magia, sería respondido por una lluvia torrencial de flechas.

Saito se agachó y corrió hacia la mesa que servía de escudo a Kirche para hacerle saber que Fouquet estaba arriba atacándolos. Pero los gigantescos pies del golem ya eran visibles, así que no era necesario decirles.

Los otros nobles y comensales se estaban escondiendo detrás del mostrador, temblando de miedo. El obeso posadero se paró.

-¿Qué le están haciendo a mi estblecimiento?- les gritó a los soldados.

Una de las flechas se incrustó en su hombro, dejándolo desplomado en el piso.

-Esto es un verdadero problema.

Escuchando las palabras de Wardes, Kirche asintió.

-Parece que esta banda no está interesada simplemente en un pequeño robo.

-¿Fouquet y los Nobles de Albión estarán detrás de esto?

-Esos tipo esperan que usemos nuestra magia- murmuró Kirche, alzando la varita-, y que nos quedemos exhaustos, para que vengan a atacarnos. ¿Qué podemos hacer?

-Mis Valkirias nos protegerán.

-Guiche, tus Valkirias son sólo un grupo pequeño; éstos son mercenarios profesionales.

-Si no lo intentamos, nunca lo sabremos.

-Pero Guiche, si se trata de habilidad, yo soy de lejos más experta que tú.

-Pero yo soy el hijo del General de Gramont. ¿Cómo podría perder contra esta banda de soldados idiotas?

-Esto es intolerable. Los Nobles de Tristain son muy bravos a la hora de hablar, pero sus habilidades de combate son muy débiles.

Guiche se paró, preparándose para conjurar un hechizo, pero Wardes lo detuvo cogiéndolo de la camisa.

-Todos escuchen atentamente- susurró Wardes. Saito y los demás se quedaron en silencio-. Bastará para que esta misión se considere completa que una mitad del grupo llegue a salvo a su destino.

En ese momento, Tabitha cerró su libro y miró en dirección a Wardes.

-Cebo- pronunció una sola palabra, usando su vara para señalar a Kirche, Guiche y a ella misma. Luego continuó con otra palabra, señalando a Saito, Wardes y Louise:-. Puerto.

-¿El tiempo?- le preguntó Wardes a la niña.

-Nos encargaremos de eso ahora- dijo Kirche.

-Tal como lo planeamos hace ratito, salgan por la puerta de atrás.

-¿Ah? ¿Qué?- gritaron Saito y Louise en sorpresa.

-Ellos son capaces de ocuparse de la situación; debemos confundir su vista. Usando ese tiempo, tenemos que escapar hacia el muelle, sólo eso.

-Pero...

Saito miró a Kirche y la muchacha se pasó una mano por su cabello rojo.

-Bah, no podemos evitarlo- dijo, apretando los labios-. De todos modos, realmente no queríamos ir a Albión con ustedes.

-Bueno, tal vez muera aquí- dijo Guiche, oliendo su rosa-. ¿Qué pasará entonces? Si muero, no podré encontrare con la Princesa Henrietta de nuevo…

-Deprisa- dijo Tabitha a Saito, asintiendo.

-Pero…

-Está bien. Hora de irse- Kirche comenzó a empujar a Saito-. Cuando regreses… te dejaré besarme…-. Luego se volvió para encarar a Louise-. Ay, Louise, no malinterpretes nada. No estoy aquí para hacer de cebo para tí.

-Lo sé, lo sé- dijo Louise. Pero, a pesar de haberlo dicho, agachó la cabeza y saludó a Kirche y los otros.

Saito y los otros dos agacharon su cuerpo hasta el piso y comenzaron a correr. Las flechas volaron en su dirección, pero con un movimiento de la varita de Tabitha, un viento rugiente los protegió del ataque.



El grupo pasó del bar a la cocina y se dirigió hacia la salida posterior. Hubo una explosión detrás de ellos.

-Parece que ya ha empezado…- musitó Louise.

Wardes pegó una oreja a la puerta, escuchando la situación del exterior.

-Parece que está despejado.

Abriendo la puerta, los tres saltaron hacia las calles nocturnas de La Rochelle.

-Los muelles están por acá.

Wardes iba primero; Louise lo seguía detrás. Saito caminaba al último. Bajo la luz de las lunas, las sombras del trío se extendían y los seguían de cerca.


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