Editing A Simple Survey:Volume2 Segador 05 (section)

===Parte 1===

Agitó los brazos con todas sus fuerzas.

Rompió el grueso plástico con las manos y salió de la bolsa cayendo hacia el bar.

La conejita estaba sentada en una mesa cualquiera.

Tenía las piernas cruzadas y sonreía mientras miraba a Higashikawa, que respiraba con dificultad en el suelo.

-Probablemente estaba demasiado oscuro para ver, pero había un charco de ácido potente abajo. Una vez que se soltó el cable y cayeron dentro, no hubo forma de salvarlos.

-¡Waaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Intentó maldecirla, pero ni siquiera pudo articular palabras tan sencillas.

Ignoró el temblor de su lengua y labios, y simplemente gritó. Como los gritos de las bestias contenían ciertas señales, el de Higashikawa demostraba menos inteligencia que la de una fiera.

Estiró los brazos con la esperanza de arrastrar a la conejita de la mesa redonda y subirse encima de ella. Pero entonces algo sucedió.

La conejita no hizo nada.

-¿...?

En cuanto Higashikawa reunió fuerza en sus piernas para saltar hacia ella, sus pies resbalaron de forma antinatural. Cayó torpemente de bruces al suelo mientras la conejita sonreía.

-Es inútil. Esa atracción fue absurda. En cuanto terminó, los preparativos estaban completos.

-¡¡¡Cállate!!! Finalmente logró articular las palabras adecuadas. Higashikawa siguió sus emociones y las escupió desde el suelo. -Los salvaré… ¡Salvaré a esos nueve pase lo que pase! ¡Se arriesgaron a elegir el negro para salvarme después de que diera por vencido! ¡Todos lo hicieron! ¡Todos y cada uno! Definitivamente está mal que los usen y luego los maten. ¿Por qué tuvieron que morir mientras yo sobreviví? ¡Por eso…!

-¿Pero qué vas a hacer? Ya se soltaron los agarres de los cables. Deberían estar todos disueltos hasta los huesos en ese charco de ácido. Y los huesos se derretirán pronto.

-¡¡¡¡¡¡……!!!!!!

Higashikawa se mordió el labio y el sabor a hierro rezumaba.

La esperanza en su interior no era más que negarse a imaginar lo que no había visto directamente. Era como encerrar a un gato en un recipiente metálico y golpearlo con fuerza desde fuera. Decir que el gato podría seguir vivo porque no habías mirado dentro era demasiado malvado como para ser considerado una ilusión.

Él lo sabía.

Él sabía la verdad.

Sin embargo, Higashikawa Mamoru no se rendiría con esos nueve.

¡Se negaba a renunciar a ellos!

Los pensamientos de Higashikawa daban vueltas y vueltas en su cabeza como si los hubieran arrojado a un laberinto sin salida. El sudor le corría por el cuerpo. Rodó torpemente por el suelo, hecho un ovillo en posición fetal, sin poder mover ni un dedo.

Estaba apartando su mente de cualquier información del mundo exterior.

¿Estaba concentrando sus pensamientos o era simplemente una forma de escapismo?

Mientras tanto, la expresión de la conejita era la de alguien que recoge la basura después de divertirse con unos ruidosos fuegos artificiales.

-Mmm, mmm. Así que esto es lo que me atormentaba. Bueno, tiene sentido dado el formato. Este es el tipo de historia que llevaría a que esta absurdidad se me impusiera.

Decía algo.

Pero no importaba.

Mientras miraba a Higashikawa, que seguía respirando erráticamente en el suelo, la conejita desarmó una de las computadoras portátiles que estaban en la misma mesa redonda que ella. Sacó de dentro un producto industrial hecho de cables de colores.

Usaba un panel delgado en lugar de un cilindro, pero se parecía a la bomba de relojería usada en la primera atracción de Higashikawa.

-Esto se preparó como penalización por si intentabas acceder a algo que no queríamos. Pero el diseño detallado se subcontrató, así que no sé muy bien cómo funciona.

Mientras decía eso, los finos dedos de la conejita arrancaron las cuerdas de colores una a una.

Más de la mitad de las 20 o más cuerdas probablemente eran trampas.

Si cortaba una sin cuidado, explotaría.

Y aun así…

-Cuando no debe explotar, nada puede hacerlo explotar. Esto no es solo un fallo o una avería. Cuando no debo perder, no puedo perder. Esas son las reglas que me rigen ahora mismo.

-…

Era una molestia.

Era un estorbo.

¿Qué importaba? ¿Qué importaba esa bomba con las cuerdas arrancadas?

-Puedes pensar que esto es una especie de truco si quieres. Pero una respuesta así no será suficiente para derrotarme. -Dijo la conejita con indiferencia.

Luego arrojó la bomba silenciosa por la puerta del bar con la despreocupación de quien tira una revista a la basura después de leerla.

Un gran rugido y una vibración provenían del centro comercial, pero a Higashikawa seguía sin importarle.

¿Qué importaba?

¿Eso lo ayudaría a salvar a esos nueve?

Si no, solo necesitaba guardar silencio.

Higashikawa Mamoru no podía pensar en nada más. Ya no podía pensar en nada.

-Esto puede deberse a que los juegos de rol utilizan la trama de apuestas que juegan con vidas humanas. Esto va mucho más allá de la suerte o la fortuna. Con solo estar aquí, puedo invocar un suministro infinito de éxito. Quizás sea algo así como ser Niké, la diosa de la victoria en la mitología griega. En fin, interpreté al crupier, así que mi versión es para el papel del gobernante. He adquirido el personaje del Emperador Invencible de las historias de apuestas. Es un buen comienzo, y demuestra que nuestro proyecto avanza sin problemas.

Ya no esperaba ninguna respuesta de Higashikawa. Parecía satisfecha con que alguien estuviera allí para escucharla.

No había ninguna razón para ello. Esta explicación y conversación carecían de sentido. La conejita simplemente lo hacía por capricho, por autosatisfacción.

O…

Quizás esa irresponsabilidad estaba relacionada con el misterioso concepto de lo absurdo que ella había mencionado.

-Matar a esos nueve ha creado una gran corriente. Ahora, los organizadores, solo tenemos que esperar a que nuestro objetivo se complete. ¿Sabes qué es lo importante aquí, Higashikawa-san?

Siguiendo tendido en el suelo, Higashikawa finalmente movió solo los ojos en respuesta a su nombre.

-Así es: cómo tratar contigo.

La sonrisa de la conejita se profundizó.

Se extendió de forma antinatural como mantequilla derritiéndose en una sartén.

-Ahora que esas nueve muertes han cumplido los requisitos de lo absurdo, ya no tenemos ninguna razón lógica para preocuparnos por ti. ¿Sabes lo que eso significa? ¿Qué crees que está a punto de pasarte?

¿Se salvaría?

¿Estaba diciendo que lo dejarían ir?

Después de todo lo que hicieron, ¿no lucharían contra él ni le darían más desafíos?

-Así es.

La conejita sonrió. Ella sonrió y sonrió y sonrió.

Sacó un cuchillo de su escote y lo hizo girar en su mano.

-Si usáramos la lógica para decidir qué hacer, la absurdidad que tanto nos costó traer aquí podría disiparse.

Lo mataría porque no tenían ninguna razón para matarlo.

Todo iba bien, así que lo destruiría todo.

Si quedaba alguna lógica, la revocaría.

Era como si el mundo se hubiera llenado de una regla que convertía todo en lo contrario de lo que se suponía que debía ser.

-Llegará pronto.

La conejita se levantó de la mesa redonda.

Se acercó con una sonrisa y una hoja brillante.

-Es una acumulación de lo absurdo que ha tomado la forma de una chica blanca pura. Esa existencia absurda está en una dimensión completamente diferente a la mía. ¿Higashikawa-san? La situación en la que te has metido es definitivamente absurda. Si la chica y lo absurdo pueden afectarse mutuamente, entonces esa chica puede aparecer preparando lo absurdo. Tiene sentido, ¿no?

En ese momento, Higashikawa seguía inmóvil en el suelo.

No era que no supiera lo que estaba a punto de sucederle.

No creía poder esquivar la cuchilla con una habilidad física milagrosa. Tampoco creía que la conejita fuera tan inexperta como para no poder apuñalarlo con éxito.

Permaneció en silencio.

Incluso su respiración se detuvo.

Realmente no emitió un solo sonido.

-Ahora, Higashikawa-san. No sé si simplemente no estás escuchando o si has perdido la capacidad de comprender lo que oyes como palabras, pero… esto es jaque mate. Adiós.

No lo dudó.

Ningún héroe conveniente corrió a salvarlo y ninguna habilidad oculta surgió de él en el último segundo.

El brazo derecho de la conejita bajó y trajo consigo el cuchillo.