A Simple Survey:Volume2 Segador 02

From Baka-Tsuki
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Juego del segador 2: Preparativos[edit]

Parte 1[edit]

Parece que el nombre de la rubia de ojos azules era Rachel.

Ella asistía a una universidad de la ciudad y se enteró del monitoreo a través de una sección de empleo en el periódico.

Pero la estudiante de preparatoria llamada Matsumi no tenía la fuerza para concentrarse en cada una de sus situaciones individuales.

-…Oye, aquí se ha derrumbado el muro. -Dijo el hombre con uniforme de trabajo llamado Kazakami.

Estaba observando una de las cinco habitaciones donde habían detonado las bombas de tiempo.

O bien el impacto había sido demasiado fuerte o estaba previsto así desde el principio, porque un muro entero se había derrumbado y daba a otro espacio más allá.

Hiyama, con su traje llamativo, y Rachel, con su piel demasiado blanca para ser japonesa, se inclinaron para observar la habitación.

(El lo planteó bastante bien.)

Matsumi se centraba en un solo participante de los otros cuatro.

Había dicho que se llamaba Higashikawa.

Parecía tener edad universitaria. Quizás se debió a la situación extrema o quizás siempre había sido así, pero su expresión no pareció cambiar mucho.

Había dicho que todos y cada uno de ellos debían sobrevivir para vengarse de los organizadores.

Era un objetivo excelente.

Y como participante, Matsumi no tenía ninguna razón real para rechazarlo.

Y además…

(Los lazos de un grupo a menudo se fortalecen al encontrar a un extraño y atacarlo.)

Como estudiante de preparatoria, Matsumi conocía ese proceso muy bien. Ese problema agobiaba a cualquiera en el reducido ámbito conocido como la vida escolar.

(Normalmente, primero hay que expulsar a esa persona extraña del grupo. Una vez que ya no forme parte del grupo, la situación no se volverá violenta tan fácilmente.)

Por ejemplo, supongamos que una escuela cercana es vista como rival en un próximo examen simulado o competición de clubes. Una competición entre los alumnos habituales de una escuela inevitablemente se convertirá en un caos, tanto en la superficie como entre bastidores. Sin embargo, cuando el alcance se extiende más allá de la escuela, la competición puede, sorprendentemente, llevarse a cabo de forma pura.

Resolver esa delicada situación había requerido mucha habilidad.

Aunque Matsumi no estaba segura de si Higashikawa era consciente de la situación que había creado o no.

(En fin…)

Matsumi cambió de tema.

No podía negar que quería tomar la iniciativa en la conversación, pero forzarse a sí misma en una situación ya resuelta solo causaría problemas innecesarios.

Se aseguró de nuevo de su posición.

Si iba a renunciar a su neutralidad, debía concentrarse en no ser expulsada del grupo.

No compartía del todo la opinión de Higashikawa y no estaba dispuesta a permanecer con los otros cuatro hasta el borde de la muerte. Pero su intuición para permanecer dentro de un grupo tan delicado le decía que no debía dejar que se dieran cuenta.

Ya se habían unido en un grupo opuesto a los organizadores. Si decía que prefería actuar a su propio criterio, fácilmente podrían considerarla una perturbadora de la armonía del grupo. En el peor de los casos, incluso podrían considerarla aliada de los organizadores.

Miró a Hiyama y Rachel, las otras mujeres.

Aparentemente, parecían estar de acuerdo, pero ¿de verdad no se habían dado cuenta de los riesgos? ¿O sí y simplemente se aseguraban de que nadie se diera cuenta, al igual que Matsumi?

No podía adivinar qué pensaban en realidad.

Se habían unido oficialmente como un solo grupo, así que las demás podrían empezar a sospechar de ella si creían que intentaba sondear a las demás.

-¿Qué hacen? -Preguntó Higashikawa, quien había preparado la situación.

Mientras usaba sus músculos faciales para esbozar una sonrisa inofensiva, Matsumi respondió:

-Esperen. Ya voy.

Entonces atravesó la puerta de acero que se había deformado por la explosión y entró en la habitación.

La habitación estaba vacía al principio, pero la explosión había creado grietas en las paredes y el techo. Debieron de caer pequeños fragmentos porque el suelo daba la impresión general de estar desordenado.

Por otra parte…

Un factor importante detrás de esa impresión pudo haber sido el cadáver que había volado en pedazos y estaba esparcido por el suelo y las paredes.

Matsumi hizo lo posible por no mirarlo.

El problema principal era la pared del fondo.

A diferencia del resto de la habitación, toda la pared se había derrumbado. Otra zona continuaba más allá. Era un largo pasillo. El suelo de linóleo estaba cubierto en su mayor parte por una fría oscuridad y estaba inquietantemente iluminado por una salida de emergencia.

Esto no era lo mismo que una escuela.

Parecía más estéril, pero emitía una fuerte sensación de muerte.

Sí.

-Esto parece un hospital. -Murmuró Matsumi.

Como nadie opinaba diferente, parecía que todos sentían lo mismo.

Los cinco se adentraron más.

Este pasadizo tenía una ventana. La oscuridad exterior dejaba claro que era de noche. Pero sería difícil salir por ella. Parecían estar a más de diez pisos de altura.

Y…

-¿Qué demonios? ¿Barras de metal? -Dijo el hombre de barba rala y uniforme de trabajo.

Sí.

Varias barras de acero gruesas estaban soldadas al interior de la ventana. No dejaban suficiente espacio para pasar y parecían demasiado resistentes para quitarlas. Además, podían ser una trampa explosiva con una bomba o corriente de alto voltaje.

Las barras de metal sobre la ventana servían en parte para impedir que alguien saliera, pero también transmitían una sensación de humillación, como si estuvieran atrapados en una jaula de zoológico.

Hiyama señaló hacia el pasadizo.

-Oye, veo más barras más adelante.

-…¿Qué?

-¿Es este un hospital psiquiátrico?

Hospitales equipados con rejas de metal aparecían ocasionalmente en películas o series. Sin embargo, una estudiante de preparatoria como Matsumi no tenía ni idea de si los verdaderos hospitales psiquiátricos estaban equipados con rejas tan inhumanas.

Sin embargo, le trajo cierta imagen a la mente.

Recordó un término que recientemente había estado en los titulares de la prensa sensacionalista y en los anuncios colgados en los trenes.

-¿…Es este ese Hospital del Infierno?

-¡Uf! Espero que no… -Gruñó Kazakami con una mirada visiblemente disgustada.

Sin embargo, debía de estar pensando en otra cosa:

Esa era una opción que a los organizadores de estas atracciones mortales les parecería absolutamente perfecta.

Higashikawa se secó el sudor de la frente y dijo:

-¿Qué era eso? ¿Algún tipo de centro que acogía a niños que se negaban a ir a la escuela y decía ayudarlos a reintegrarse a la sociedad? Pero en realidad los metían en un hospital lleno de barras de metal y los sometían a una rehabilitación tortuosa, ¿verdad? Ignoraban las situaciones personales de los niños y asumían que habían abandonado la escuela por inmadurez.

-Una institución médica experta los respaldó, así que los padres de los niños no sospecharon nada. Oí que para cuando las autoridades se dieron cuenta de lo que estaba pasando, el grupo se había vuelto tan retorcido que insistían en que los niños simplemente dormían, aunque habían sido momificados en sus camas. Me pregunto cuánto de eso era cierto. -Matsumi solo tenía información de la prensa sensacionalista, pero una teoría decía que los niños que cometían errores recibían un castigo especial: los arrastraban al quirófano, les abrían el cráneo y les practicaban una lobotomía.

No tenía ni idea de cuánto de cierto había, pero había sido a una escala lo suficientemente grande como para dejar huella en la historia del crimen japonés.

Y como parecía una secta vinculada a la medicina, también se decía que el auge de la comida sana y las dietas saludables había contribuido a instigarla.

Sin embargo…

-No tenemos forma de saber si este es el verdadero Hospital del Infierno. -Dijo Higashikawa. -Vimos muchos escenarios diferentes en los videos de esas atracciones. Podría ser un edificio que los organizadores crearon para parecerse al Hospital del Infierno con fines perversos.

-Así es. -Kazakami volvió a mirar por la ventana enrejada. -No veo las luces de la ciudad. ¿Y es el mar a lo lejos?

Solo podían ver en una dirección, así que no podían estar seguros de si estaban en la costa o en una isla. Esa diferencia cambiaría enormemente lo que tenían que hacer después de escapar del edificio.

En cualquier caso, tenían que seguir adelante, así que continuaron.

Sin embargo, encontraron más barras de metal a menos de 20 metros del pasillo. Había una pequeña puerta por la que cualquiera podía pasar, pero, por supuesto, estaba cerrada.

Higashikawa se quedó mirando la pequeña puerta.

-Supongo que no será tan fácil.

-Pero solo había un camino aquí. ¿Hay una llave escondida en algún lugar del pasadizo, como en las habitaciones, o se suponía que se abrirían cinco pasadizos diferentes en las explosiones?

-Oye, mira. -Dijo Kazakami señalando los barrotes.

O más precisamente, más allá de los barrotes. La zona estaba demasiado oscura para verla de inmediato, pero había un pequeño letrero en medio del pasadizo. Se parecía a los que se usan para advertir de un suelo mojado.

Pero había un trozo de papel de cuaderno pegado con cinta adhesiva.

Había una escritura extremadamente redonda escrita con un rotulador permanente grueso.

Decía: Cuidado con el traidor.

-…

-…

-…

-…

Un silencio incómodo los invadió a todos.

Era una frase simple. No tenía fundamento y no tenían garantía de que fuera exacta.

Pero…

(Esto es malo)

No importaba si era verdad o no. Ver eso les haría empezar a preguntarse si habría un traidor entre ellos. Dicho sin rodeos, era información que no debían introducir en sus mentes. Una vez que se les metiera en la cabeza, permanecería como una punzada en un rincón de sus corazones, por mucho que la negaran superficialmente. Sembraría la sospecha.

-Solo intentan manipularnos. Es obvio lo que quieren los organizadores. -Espetó Higashikawa mientras apartaba la mirada del cartel.

Rachel y Kazakami hicieron lo mismo.

-…

Hiyama se quedó mirando el cartel un rato, pero finalmente suspiró e hizo lo mismo que Higashikawa y los demás.

Matsumi no siguió a nadie en particular, sino que siguió el curso general de la situación y también apartó la mirada.


Parte 2[edit]

En realidad, Matsumi no tenía recuerdos.

Se sintió similar a cuando el monitoreo terminó a mitad de camino y se encontró en una habitación oscura. Todo lo que recordaba era un dolor sordo y palpitante en la cabeza y los recuerdos circundantes se volvían vagos.

Sin embargo…

A diferencia de esta vez, el vacío en sus recuerdos había sido bastante grande.

Desde el momento en que despertó, el vacío se había extendido casi 15 años.

Aquella primera vez, despertó en un tren vacío.

Los largos bancos a ambos lados del tren no tenían a nadie más sentado. Matsumi parecía haber estado durmiendo sentada en el extremo de uno de los bancos cerca de la puerta. Cuando frunció el ceño ante el extraño dolor de cabeza e intentó mirar a su alrededor, oyó un ligero ruido.

Provenía de su mochila, que se le había caído del regazo al suelo.

Matsumi agarró la mochila frenéticamente, pero nadie la había visto. Los anuncios colgados, que se sacudían con el movimiento del tren, mostraban los rostros de los responsables del centro apodado el Hospital del Infierno.

No recordaba en qué línea de metro estaba ni a qué estación se dirigía.

Y esa simple pregunta rápidamente la hizo consciente de más y más cosas que no recordaba. Al darse cuenta de que eso incluía su propia dirección e incluso su nombre, Matsumi sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. El dolor de cabeza sordo se hacía notar.

En un intento por controlar su corazón inestable, Matsumi abrió frenéticamente el cierre de su mochila y rebuscó en ella.

Por los libros de texto y cuadernos que encontró, supo que era una estudiante de segundo de preparatoria.

Empezó a preocuparse al revisar cada bolsillo y no encontrar ni la cartera ni el pase de metro. Lo revisó dos o tres veces, pero seguía sin encontrarlos. Se dio cuenta de que el monstruo conocido como pánico estaba abriendo sus fauces gigantes, pero entonces sintió algo en el muslo. Metió la mano en su falda y revisó el bolsillo.

Encontró una cartera rosa brillante de lamé y un móvil que reflejaba la luz de la misma forma.

Pero al encender el móvil, le apareció una solicitud de contraseña. Por supuesto, no sabía cuál era, así que no pudo avanzar más.

Revisó la cartera.

También parecía funcionar como tarjetero, ya que contenía un pase de metro tipo tarjeta de circuito integrado. En la superficie estaban impresas las estaciones entre las que solía viajar: de Shirasagi a Kusanomine. La primera impresa normalmente sería la de su casa, así que supuso que estaba en Shirasagi.

También encontró algunas tarjetas de puntos de tiendas con direcciones en Shirasagi. El nombre de usuario que aparecía en las tarjetas era Matsumi Shirauo.

(¿Ese es mi nombre?)

Matsumi ladeó la cabeza, pero no le pareció real.

También encontró una fotografía doblada dentro de la cartera. La desdobló y vio a alguien con su misma cara sonriendo entre un hombre y una mujer de mediana edad.

Era una foto familiar. Y usar una foto de papel en la era de las cámaras digitales parecía algo en lo que un anciano insistiría. Por eso, supuso que se llevaba bien con su familia y hacía lo que sus padres querían.

La cartera también contenía algunos billetes de 1000 yenes y bastante cambio. En el bolsillo del cambio también había una llave. Podría haber pertenecido a su casa. No era una de esas llaves de forma única que pertenecían a una bicicleta o un patinete. No encontró recibos. Debió de ser de las que los tiraban en la basura.

En la cartera no aparecía su dirección exacta ni su número de teléfono.

Probablemente toda esa información personal estaba en su teléfono móvil. No tenía ninguna razón para escribirla cuando lo tenía guardado allí.

-Shirasagi. Pararemos en Shirasagi. Todos los que usen la Línea Bungaku o la Línea Costera Especial deben cambiar de tren. Repito: pararemos en...

Matsumi se levantó frenéticamente del banco al oír la voz monótona del anuncio.

El metro se detuvo en una estación del túnel.

Bajó al andén, pero estaba tan extrañamente desierto como el tren.

Sabía que su casa estaba en algún lugar de Shirasagi, pero no sabía nada más. Mientras se preguntaba qué hacer, de repente recordó el pase de metro que llevaba en la cartera.

Lo sacó de nuevo para comprobarlo y, efectivamente, era de tipo tarjeta IC. Estaba diseñada para poder pasar por la puerta de entrada con solo tocarla.

Y eso significaba que tenía registrada su información personal.

Siguió la flecha del letrero para cruzar el andén y llegar a la taquilla. Usó su pase de metro para salir de la estación y se acercó a la máquina expendedora. Insertó el pase y abrió el menú para cambiar la información registrada.

Su nombre, dirección e información de contacto aparecieron al instante.

Parecía vivir en un apartamento en lugar de una casa.

Pero antes de que pudiera sentirse aliviada, la expresión de Matsumi se congeló.

Algo inesperado apareció junto con la demás información personal.

Su ocupación.

Por su vestimenta, supuso que ese campo solo tendría "estudiante", pero no era así. Había escrito algo más:

Empleo Temporal

Departamento de Venta de Atraction Land


Parte 3[edit]

Debido a las barras de metal que cubrían el pasillo, no pudieron continuar. ¿Sería casualidad que Matsumi y los demás hubieran venido allí? ¿Se suponía que las cinco habitaciones debían tener una pared derrumbada para revelar cinco pasillos diferentes?

En el peor de los casos, tendrían que regresar a las cinco habitaciones originales e intentar destruir las paredes, el suelo y los techos de las otras cuatro. Los cinco se dieron la vuelta y examinaron cuidadosamente el pasillo. La única iluminación provenía de la luz de la salida de emergencia, que estaba al otro lado de las rejas metálicas.

Por eso tardaron tanto en darse cuenta.

No estaba claro si los organizadores siquiera pretendían ocultarlo.

-Aquí… -Dijo Rachel con voz débil mientras palpaba la pared con excesiva lentitud por miedo a una aguja envenenada o alguna otra trampa. -¿Es una puerta?

Los demás la rodearon.

También palparon la pared y, en efecto, se sentía extraña. Estaba fría como una lámina de metal. Probablemente era una puerta, tal como había dicho Rachel.

Sin embargo, no tenía pomo.

No era más que un panel metálico plano.

-¿Qué clase de puerta es esta? ¿Cómo se abre?

Kazakami fue quien formuló la pregunta que todos estaban pensando.

Matsumi empujó con ambas manos, pero no se movió.

-¿Podría ser esto…? -Murmuró Higashikawa antes de agacharse.

Parecía estar buscando algo a tientas en la oscuridad.

Se concentró principalmente en el suelo.

-Tenía razón. Aquí hay un interruptor. Se pisa para abrir la puerta.

-¿Esto es para un quirófano? Creo que lo abren con un interruptor en el suelo para que el médico no se ensucie las manos. -Comentó Hiyama con indiferencia, pero entonces pareció comprender el peso de sus palabras.

Una gran tensión invadió la oscuridad.

El Hospital del Infierno debía su nombre, en parte, a lo que ocurría en los quirófanos.

Niños en perfecto estado de salud eran arrastrados a la fuerza, les abrían el cráneo y les operaban el cerebro para hacerles una lobotomía. Era un campo de experimentación sangriento.

El entorno no ofrecía una impresión agradable.

Fuera o no el verdadero Hospital del Infierno, los organizadores de las atracciones sentirían un gran apego e interés en este escenario. A menos que fueran lo suficientemente crueles como para traicionar incluso esa suposición básica, tendrían algo preparado aquí.

-¿Qué hacemos?

-No quiero entrar ahí más que tú, pero no hay otro lugar adonde ir.

-...

Rachel tenía demasiado miedo de hablar.

Matsumi abrió la boca lentamente para no provocar demasiado estímulo.

-Lo más probable es que sea una trampa o la siguiente atracción. Tenemos que tener cuidado.

Matsumi escuchó el sonido de metal raspando.

Higashikawa debió de haber presionado el botón cerca de la puerta.

Las puertas dobles se abrieron hacia adentro. Al instante siguiente, se encendieron las brillantes luces fluorescentes de un quirófano. Quedaron cegados momentáneamente.

Matsumi instintivamente se llevó una mano a los ojos y entrecerró los ojos para conservar la visión.

El espacio interior era sorprendentemente amplio.

La falta de equipo especial podría haber reforzado esa impresión. Era casi tan grande como un aula. La paleta de colores era completamente azul claro y las paredes estaban alicatadas. El techo tenía aproximadamente dos pisos de altura. Las paredes del piso superior estaban cubiertas de vidrio. Los nuevos médicos y otros podían observar la operación desde allí.

La mesa de operaciones y una lámpara quirúrgica característica estaban instaladas en el centro de la sala. La lámpara quirúrgica era un dispositivo creado a partir de muchas luces individuales.

Los dos equipos daban la impresión de estar aislados, ya que el quirófano estaba completamente vacío.

-¿Qué…? -Preguntó Higashikawa al entrar en el quirófano.

Matsumi y Rachel lo siguieron y entraron tras él, una al lado de la otra.

Y de repente, se oyeron una serie de fuertes tonos musicales.

-…Oh, ¿estaba demasiado alto? ¡Mi culpa, mi culpa! -Dijo una voz igual de fuerte.

El estruendo los hizo detenerse a todos.

La puerta del quirófano se cerró de golpe tras Matsumi. Hiyama y Kazakami seguían en el pasillo. Rachel corrió frenéticamente hacia la puerta, pero no se movía por mucho que empujara y tirara.

Había un botón de pie en el suelo, cerca de la puerta, pero no pasó nada cuando Rachel lo intentó.

-¡N-No abre!

Se oyó que alguien golpeaba la puerta desde fuera.

La voz de Kazakami gritó:

-¡Oigan! ¿¡Qué ha pasado!? ¿¡La están manteniendo cerrada!? ¡Este botón acaba de abrir la puerta, ¿verdad!?

-…

Matsumi miró en silencio alrededor del quirófano y vio un altavoz cerca del techo.

Una voz femenina dijo:

-Pensé que todos se rendirían, pero parece que son un grupo sorprendentemente codicioso. Eso significa que es hora de comenzar la segunda atracción. Si la superan, recibirán la llave de esas barras de metal. Si fallan, la puerta del quirófano no se abrirá jamás.

Se escuchó un ruido agudo.

Provenía del piso superior.

El cristal que protegía la sala de observación se había roto. No llovió mucho vidrio, pero Matsumi y Higashikawa saltaron hacia atrás lo más lejos que pudieron, independientemente de si esa lluvia caía hacia ellos o no. Rachel tardó más en reaccionar, así que Matsumi chocó contra ella y cayeron al suelo.

Una mujer estaba de pie en el espacio superior.

Al parecer, había roto el cristal con una silla. Lanzó cuatro objetos del tamaño de auriculares de teléfono fijo por el agujero, demasiado grande para llamarlo un hueco.

Algunos aterrizaron en la mesa de operaciones y otros fallaron y cayeron al suelo.

El cuerpo de Higashikawa se tensó de la impresión al verlos.

Matsumi no quería mirarlos.

Pero antes de que pudiera hacerlo, la mujer que había roto el cristal habló:

-Dos pistolas tienen balas reales y dos de simple fogueo. Dos de ustedes participarán. Cada participante debe elegir las dos pistolas que desee, apuntarse mutuamente y apretar uno de los dos gatillos cuando yo haga la señal. Es una atracción bastante simple.

-¡¡¡¡Están locos!!! -Gritó Higashikawa sin pensar.

A primera vista, parecía una reacción decente, pero Matsumi intuyó que los organizadores solo se alegrarían del arrebato de ira impotente. La mujer podría haberlos provocado a propósito, pero eso también podría ser demasiado improbable.

-Por cierto, las armas tienen punteros láser, así que sabremos donde intentas apuntar. Asegúrate de apuntar al centro de la cara de la otra persona antes de apretar el gatillo.

Por un instante, la mirada de Rachel se movió entre la pistola y la mujer del piso superior.

Quizás estaba considerando tomar el arma y dispararle.

Pero Matsumi dudaba que funcionara. Fueron los organizadores quienes prepararon las armas. Tendrían contramedidas preparadas para evitar que las usaran contra ellos.

Matsumi miró hacia el piso superior.

Esta mujer decía ser empleada de tiempo completo de Attraction Land.

Pero Matsumi nunca había tenido una conversación formal con esos empleados de tiempo completo. No se sabía qué propósito tenía la mujer al ponerla en esa situación. No estaba claro si siquiera consideraba a Matsumi de su mismo bando.

La mujer entonces sostuvo la mirada de Matsumi.

Y sonrió.

Luego anunció:

-Las dos que participarán en esta atracción son: ¡Matsuuuumiii Shiraaaauoooooo! ¡Y Raacheeeeellll Skyyyyyydaaaaaaance!

-¡Ee!

Rachel dejó escapar un sonido como un hipo mientras todo su cuerpo se ponía rígido.

Matsumi apretó los dientes en silencio. Si las explosiones hubieran abierto un camino diferente, ¿les habría aguardado un destino menos cruel? Sin embargo, pensar en posibilidades que quizá nunca existieron no ayudaba.

-¡Una pelea de gatas como esta solo se puede ver esta noche! La fingida inocencia de estas chicas probablemente se desmoronará, ¡así que espero que estés preparado para desilusionarte, chico! ¡Ahora, comencemos! ¡Ambas deben elegir dos de estas pistolas!

-¡No! -Gritó frenéticamente Higashikawa para detener a las chicas designadas.

Puede que hubiera olvidado que, en una situación extrema, una voz alzada irritaba los nervios de cualquiera, sin importar la intención. O quizás no lo había olvidado y lo hacía a propósito.

-Harían lo que fuera para disfrutar esto. Nunca cumplirían su promesa. ¡Probablemente todas tengan una bala de verdad dentro para reírse de los idiotas que aceptan el desafío de verdad!

-No, no.

Un cambio extraño se apoderó repentinamente de la voz de la mujer del piso superior.

Se volvió más silenciosa.

Se volvió inquietantemente sincera.

-Nos adherimos estrictamente a las reglas y resultados de las atracciones. No importa si eso lleva a un final feliz y repugnante donde todos sobrevivan.

Antes de que Matsumi y los demás pudieran pensarlo o analizarlo, la voz de la mujer volvió a la misma de antes.

-Pero, me crean o no, ¡la atracción está comenzando! ¡Si agotan su tiempo, todos morirán!

-Mierda… -Maldijo Higashikawa a pesar de haber escapado de la atracción.

¿Maldecía su incapacidad para evitar que sus aliados se mataran entre sí o maldecía su propio alivio por haber escapado?

-Si no se preparan en 10 minutos, los mataremos. ¡Tachán! Tengo una caja de cerveza llena de cócteles molotov preparados… ¿Mmm? ¿No los ven desde abajo? Bueno, voy a tirar un montón ahí abajo, así que dudo que puedan escapar. La puerta tampoco se abrirá.

-¡Mierda!

Higashikawa fue el primero en actuar.

Matsumi lo imitó y se acercó a las cuatro pistolas esparcidas cerca de la mesa de operaciones en el centro. Rachel estaba sentada en el suelo, pálida como una roca, y permaneció inmóvil.

-Tenemos que comprobarlo. -Murmuró Matsumi, más para sí misma que para los demás. Y luego gritó porque sus palabras de aliento habían fracasado al instante. ¡Tenemos que encontrar la manera de distinguir cuáles tienen balas de verdad y cuáles de fogueo! Si sabemos distinguirlas, sabremos automáticamente si las reglas son justas y cómo despejar esta atracción de forma segura.

Todas las pistolas eran revólveres.

Si logramos determinar qué pistolas tienen balas de fogueo, podremos despejar esta atracción sin que nadie muera.

Matsumi cogió una de las pistolas e intentó sacar los cartuchos, pero el tambor no se abría como había visto en las películas.

Al principio asumió que simplemente no sabía cómo hacerlo, pero Higashikawa negó con la cabeza después de intentarlo con otra pistola.

-No sirve. Han sido alterados para que el tambor no se abra.

-¡No podemos revisar los cartuchos, así que no podemos distinguir cuáles son balas reales y cuáles son de fogueo!

Eran revólveres, así que el tambor estaba diseñado para albergar seis disparos en un patrón circular. Si la bala alineada con el cañón se veía como las 12 en punto, las balas a las 2 y a las 10 en punto se podían vislumbrar mirando fijamente los agujeros del tambor.

Sin embargo...

-Maldita sea, todas parecen iguales.

Si no podían revisar, no podían elegir entre las cuatro pistolas.

Si simplemente elegían al azar, las probabilidades de que nadie muriera eran casi nulas. Si alguno de ellos elegía la pistola con una bala real, se acababa. Y era posible que uno de ellos terminara con ambas opciones cargando una bala real.

Dados los diferentes patrones, la probabilidad de que alguien muriera era de 3/4.

Eso era tres veces más alto que en la ruleta rusa.

-¡Quedan menos de siete minutos!

-...

No podían distinguir cuáles eran balas reales y cuáles de fogueo con solo mirar desde afuera.

Las probabilidades eran demasiado bajas para elegir al azar.

Tenía que haber una manera.

Tenía que haber otra forma de distinguir las cuatro pistolas.

-...Espera.

-¿Qué?

-¿Tienes algo como una goma de borrar? ¡Y algo como una regla!

-¿De qué va a servir eso? Todas las armas son del mismo modelo, así que medir su longitud no...

-¡Sólo hazlo! ¡No voy a medir su longitud! -Gritó Matsumi mientras miraba la mesa de operaciones en el centro de la habitación. O mejor dicho, miró las cuatro patas que la sostenían. Agarró una de esas varillas cuadradas y tiró con fuerza.

Estaba fijada a la mesa con un tornillo, para que no se moviera.

Matsumi miró a Higashikawa y dijo:

-¡Ayúdame a arrancar esta pata!

-¿Por qué? ¿Para qué la vas a usar?

-¡Tenemos una oportunidad si la usamos! ¡Date prisa!

Higashikawa no se contuvo más.

Rodeó a Matsumi y sujetó la mesa de operaciones para que no se moviera. Cuando trabajaron juntos, la varilla cuadrada pareció doblarse lentamente. Pero en realidad era el tornillo que la sujetaba el que empezaba a romperse.

Se oyó un chasquido agudo.

Se había doblado un poco, pero la pata se había desprendido. La mesa de operaciones se cayó en diagonal, pero a Matsumi no le importó.

Se quitó el zapato de cuero de su uniforme escolar y lo colocó en el suelo.

Luego, con cuidado, colocó el centro de la pata de la mesa de operaciones encima.

Era un balancín.

O…

-¿Una balanza?

-Las balas de verdad y las de fogueo no pesan lo mismo, ¿verdad? El arma más pesada debería ser la que tiene una bala de verdad. ¡Podemos distinguirlas pesándolas!

-¿Cuánto tiempo nos queda? -Gritó Higashikawa hacia el piso superior.

La organizadora respondió:

-Poco menos de tres minutos.

-Podemos lograrlo -Murmuró Higashikawa en voz baja. Su voz se alzó. -Podemos lograrlo. ¡Podemos completar esta atracción sin que nadie muera!


Parte 4[edit]

Mientras tanto, Rachel no observaba el trabajo de Matsumi y Higashikawa, sentada en el suelo del quirófano.

Miraba hacia sus pies.

Miraba el hueco entre sus muslos.

Rachel no estaba simplemente paralizada por el miedo. Había notado algo. Habían escrito algo en el suelo del quirófano con un bolígrafo. Se había sentado para poder leerlo sin que los demás lo notaran.

Debido a su posición, era difícil de leer. Pero su vida podía depender incluso del más mínimo dato.

La inscripción circular decía lo siguiente:

Comparar pesos es una trampa elemental, así que ten cuidado.

El truco reside en el principio del apalancamiento.

-...Ah.

Sin querer, soltó una voz y entró en pánico por un instante, preguntándose si Matsumi o Higashikawa la habían oído.

Sí.

El principio del apalancamiento.

La báscula solo funcionaba cuando la barra se extendía la misma distancia en ambas direcciones desde el punto de apoyo en el centro. ¿Y qué si esas distancias no eran iguales?

Mover el punto de apoyo, que en este caso era un zapato de cuero, sería difícil. Con dos personas trabajando en él, alguien notaría el cambio.

¿Pero qué pasaba con las pistolas colocadas en cada extremo de la barra?

Mover su posición unos centímetros bastaría para perder toda igualdad. Las pistolas de fogueo, más ligeras, podrían parecer más pesadas. A diferencia de las básculas normales, no había placas. No sería difícil alterar ligeramente la posición de las pistolas.

En otras palabras…

Si quien las medía quería, podía cambiar el resultado a su antojo.

Podrían crear resultados fraudulentos.

Podrían hacer trampa.

(Pero no tienen ninguna razón para hacerlo)

Rachel negó por reflejo esa terrible idea que le había venido a la mente. Los cinco estaban trabajando juntos para sobrevivir y arruinar los planes de los organizadores. Quería confiar en esa maravillosa idea.

Pero…

Cuidado con el traidor.

Allí estaba el letrero más allá de las rejas de metal en el pasillo del Hospital del Infierno. Su poderoso mensaje brilló en su mente. No podía negar por completo la posibilidad. Quería hacerlo, pero no podía.

Había una razón.

Había una razón por la que alguien haría eso.

(Matsumi-san puede darme las dos pistolas de fogueo y quedarse con las dos reales. Así sobrevivirá, sin importar el arma que elija en el último segundo. Pero en ese caso, el arma con la que me dispararen tiene un 100% de probabilidades de estar cargada con una bala real)

Los organizadores tendrían la culpa.

Se les consideraría culpables de haber engañado tanto a Matsumi como a Rachel.

Y así, la ira de todos hacia los organizadores aumentaría, pero Matsumi no sería expulsada del grupo. Incluso si se protegía creando una situación que asegurara la muerte de Rachel, podría desviar fácilmente el odio.

-¡Entendido! ¡Las dos de la derecha tienen balas de fogueo y las dos de la izquierda tienen balas de verdad!

-¡Date prisa, Rachel-san! ¡Terminemos con esto antes de que esa mujer diga que se acabó el tiempo y tire esas bombas molotov aquí abajo!

Sintió como si oyera voces demoníacas.

¿Qué debía hacer?

Rachel pensó un momento y finalmente se levantó lentamente. Se acercó a la mesa de operaciones para asegurarse de que los demás no vieran la pequeña escritura en el suelo.

Como era de esperar, Matsumi agarró dos pistolas y se las ofreció a Rachel.

Estaba impidiéndole tomar una decisión.

-Ten cuidado. La que tienes en la mano derecha tiene una bala de fogueo y la de la izquierda, una bala real. …Rachel-san, por favor, no las confundas. Piensa que disparas con tu mano dominante.

-Eh… -Rachel habló lentamente e hizo una sugerencia. -Las dos tenemos una con una bala real y otra con una de fogueo, ¿verdad? Tenemos la misma configuración, ¿verdad?

-S-sí. ¿Por qué lo preguntas?

-Perdona, pero ¿podríamos intercambiar las armas? Estas… eh… están un poco sucias.

-Bien, da igual. -Respondió Matsumi mientras le ofrecía a Rachel las dos pistolas que le pertenecían. -La derecha es de fogueo y la izquierda es la real. Es la misma de antes, así que no te equivoques. Dispara con la mano derecha en la señal. ¿Entendido?

-…S-sí.

Después de que Rachel cogiera los dos revólveres, Matsumi cogió los dos que le había dado antes.

Higashikawa gritó hacia el piso superior.

-¡Hemos elegido! ¿Cómo empezamos la atracción?

-Matsumi-san y Rachel-san, por favor, colóquense en paredes opuestas. Apóyense en las paredes y apúntense con sus pistolas. Si presionan el pequeño botón de la empuñadura, se activará el puntero láser. Úsenlo y apúntense a la cara. Si no lo hacen, morirán todos, así que tengan cuidado.

-…

-…

Matsumi y Rachel siguieron las instrucciones y se dirigieron a ambos extremos del aula.

Rachel, con la mente llena de confusión, se apoyó contra la pared.

Matsumi había intercambiado las armas enseguida.

Si un grupo tuviera armas de fogueo y el otro las armas reales, habría sido un movimiento fatal.

¿Acaso la idea de un traidor no era más que una semilla de sospecha sembrada por los organizadores? ¿Habían distribuido Matsumi y Higashikawa las armas correctamente? Si ella hacía lo que le indicaban y disparaba el arma que llevaba en la mano derecha, ¿saldrían de la atracción sin que muriera nadie?

(Pero…)

Un mal presentimiento se apoderó de Rachel.

Había encontrado ese mensaje escrito con bolígrafo en el suelo del quirófano. Advertía de alguien haciendo trampas usando el principio de apalancamiento.

¿Pero podía estar segura de que lo habían escrito los organizadores?

En otras palabras…

Rachel miró fijamente a la chica del uniforme escolar.

¿Habría podido Matsumi escribir ese mensaje en el suelo sin que nadie la viera?

¿Había despertado sospechas en Rachel a propósito?

¿La había inducido a pedirle que cambiara las armas?

Podría haber dividido las cuatro armas en dos de fogueo y dos reales, y luego haberse dado primero las de fogueo.

Sus preparativos estarían completos una vez que Rachel pidiera cambiar las armas, por el miedo que le inspiraba el mensaje en el suelo.

Matsumi podía falsear los resultados de las mediciones con un truco usando el principio de apalancamiento. Pero eso aún conllevaba el riesgo de que las sospechas se desviaran hacia Matsumi una vez que Rachel fuera asesinada. Después de todo, Matsumi había sugerido usar una balanza, Matsumi había tomado las medidas y Matsumi le había entregado las pistolas a Rachel.

¿Pero qué pasaría si Rachel hiciera una petición inusual?

Si a esa coincidencia se le sumaba…

Nadie sospecharía mala voluntad de Matsumi. Si Rachel no hubiera sugerido cambiar las armas, Matsumi habría sido la que habría muerto. Pasó de la posición de agresora a la de víctima.

Matsumi había atraído a Rachel.

Y Rachel había caído en la trampa.

-¡Espera-…! -Gritó Rachel frenéticamente, pero la organizadora intervino para interrumpirla.

-¡La segunda atracción comenzará ahora! Empezaré la cuenta regresiva. ¡Cuando llegue a cero, cada una de ustedes debe apretar el gatillo que elija!

Una sonrisa serena se dibujó en los labios de Matsumi.

¿Estaba segura de su victoria?

¿Sabía que era imposible que muriera?

-Tres. Dos. ¡Uno!

La cuenta continuó.

Las armas en la mano derecha e izquierda de Rachel estaban posiblemente vacías.

No podía ganar.

Disparara a cuál disparara, solo estaría disparando una bala de fogueo. Matsumi tenía ambas armas de verdad. La bala que saliera volando por la trayectoria del puntero láser sin duda atravesaría la frente de Rachel. Incluso si ladeara la cabeza en el último segundo y esquivara la bala con éxito, los organizadores la matarían. Lloverían cócteles molotov desde arriba y las llamas quemarían a Rachel hasta la muerte.

No podría salvarse.

No podría sobrevivir.

Que los cinco sobrevivieran era la única forma de derrotar a los maliciosos organizadores. Cuando Rachel escuchó eso por primera vez, se conmovió, pero no pudo lograrlo. La malicia que emanaba de cada uno de ellos había desmoronado ese ideal.

(¡En ese caso!)

Rachel apretó los dientes.

Tenía pistolas en la mano derecha y en la izquierda.

Concentró toda su atención en una de ellas.

(¡Al menos, no quiero terminar esto como una simple marioneta!)

-¡Cero!

El sonido de dos disparos pareció clavarse en su corazón.


Parte 5[edit]

Mientras Higashikawa observaba desde un lado, pensó seriamente que la impresión le destrozaría el corazón.

El ruido era tan fuerte que pensó que algo andaba mal en sus tímpanos.

Finalmente, se hizo el silencio.

La organizadora del piso superior dijo:

-Y con esto, la segunda atracción llega a su fin. Espero que los supervivientes disfruten de las próximas atracciones.

La figura del piso superior arrojó algo pequeño por el gran hueco del cristal roto. Brilló con una luz plateada y sonó como una moneda al caer, así que probablemente era una llave. Sería la llave de la puerta que estaba entre los barrotes de metal.

Cuando volvieron a levantar la vista, la mujer ya no estaba. Se había ido.

Y entonces la puerta sólida e inmóvil se abrió sola.

Hiyama y Kazakami se asomaron con cautela.

-¿Qu-qué ha pasado? ¡Oímos un ruido tremendo!

-Ja… ja, ja.

Oyeron una risa relajada e impotente.

Provenía de Matsumi, de pie contra la pared. Sostenía una pistola de la que aún salía un poco de humo. La tensión que la mantenía en su sitio había desaparecido, así que se deslizó por la pared hasta quedar sentada.

Matsumi había sobrevivido.

La segunda atracción había terminado y la puerta del quirófano se había abierto.

Tenían la llave de las barras metálicas que bloqueaban el pasillo, así que podían continuar.

Y…

En cuanto a Rachel, en la pared opuesta…

-¿Ah… ah?

Tenía toda la cara empapada de sudor y una expresión de confusión. Era como si no entendiera cómo había sobrevivido.

Higashikawa respiró hondo y dijo:

Todos logramos sobrevivir de nuevo. Sigamos así.

Luego se acercó a la estudiante de preparatoria llamada Matsumi.

Solo al acercarse notó algo.

Su rostro aún conservaba una expresión sombría y algo irritada.

-Toma estas. -Dijo mientras ponía sus dos pistolas en las manos de Higashikawa.

-Oye.

-Una de ellas todavía tiene una bala de verdad dentro. Dispárala a algún lugar inofensivo... Ah, ya sé. Dispárala a los asientos de observación de arriba.

Luego, con la barbilla, señaló a Rachel, que se había desplomado en el suelo.

-Haz lo mismo con la suya. Date prisa.

-¿?


Parte 6[edit]

Se oyeron dos disparos.

Higashikawa había disparado las dos pistolas con una bala real dentro, directamente hacia arriba.

La situación parecía resuelta.

Matsumi le arrebató un arma a Higashikawa y apretó el gatillo mientras apuntaba a una pared vacía. Sin embargo, parecía que todos los disparos, menos el primero, estaban cargados con balas falsas. El tambor giró una y otra vez, pero no se disparó ninguna bala. Claramente, no serviría como arma, así que la arrojó al suelo del quirófano.

Una vez más, los cinco habían sobrevivido.

No tenían ni idea de cuándo ni dónde comenzaría la tercera atracción, pero parecía que lo estaban haciendo bastante bien.

Sin embargo, la situación no era tan favorable.

Después de ese juego de apuntarse y apretar el gatillo, solo Matsumi supo la verdad.

En el último instante, Rachel disparó la pistola que llevaba en la mano izquierda.

Le habían dicho que la derecha tenía la bala de fogueo y la izquierda la bala real.

Y aun así, disparó la izquierda.

Decir que entró en pánico y se confundió no era una excusa aceptable. Rachel claramente había elegido la izquierda, pues sabía que dispararía una bala real.

Y Matsumi había predicho que sucedería.

Le había entregado a Rachel un par de pistolas seguras, pero Rachel le pidió que las intercambiaran. Matsumi no tenía ni idea de qué motivo tenía Rachel, pero claramente había empezado a sospechar. Así que Matsumi intercambió en secreto las pistolas de su mano derecha e izquierda antes de entregárselas a Rachel.

Eso le salvó la vida.

Si hubiera entregado las pistolas fielmente, como de costumbre, Matsumi habría muerto.

-Hoo…

Entregarle las armas a Higashikawa después también tuvo un significado.

Una pistola con una bala real cargada era un arma poderosa, pero demasiado peligrosa para que Rachel la sostuviera. Sin embargo, Matsumi dudaba que Rachel hubiera accedido si le hubiera exigido que le entregara el arma. Cualquiera querría un arma en esta situación.

Si Matsumi hubiera intentado obligar a Rachel, habría corrido el riesgo de que le dispararan.

Así que primero le dejó sus armas a Higashikawa. Había creado una ilusión de justicia superficial. Y si Rachel se volvía violenta, el peligro recaería sobre Higashikawa y no sobre Matsumi.

Por suerte, Rachel había accedido a entregarle su arma a Higashikawa.

(Pero…)

Matsumi aún desconocía qué había llevado a Rachel a intentar dispararle.

Las reglas de la atracción no justificaban la eliminación de la otra participante.

Sin embargo…

Cuidado con el traidor.

Las palabras escritas en el cartel le desgarraron el pecho a Matsumi.

Dudó que se refirieran a Rachel. Lo contrario era más probable. Rachel podría haberse dado cuenta de algo.

Podría haberse dado cuenta de que Matsumi Shirauo estaba del lado de Atraction Land.

(De cualquier manera…)

Pensó en silencio, invadida por el alivio de haber superado ese gran obstáculo y la tensión del peligro del que aún no había escapado.

(Parece que simplemente aceptar que todos colaboramos para nuestra supervivencia mutua no será suficiente para sobrevivir)

A simple vista, todo parecía ir bien.

Pero, sin duda, habían empezado a aparecer grietas invisibles.