Fate/Apocrypha:Volumen3 Capitulo2

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Capitulo 2

Los Jardines Colgantes ya habían comenzado su avance. Habiendo tomado el Grial Mayor dentro de su vientre, la fortaleza zarpo hacia amanecer.

Con sus habilidades sensoriales como Ruler, Shirou fue capaz de determinar que Avicebron había perecido; al parecer había sido incapaz de cumplir su sueño. En cualquier caso quería decir que el campamento opuesto tenía algo de espacio para reorganizarse.

“Considerando el tiempo requerido para revisar toda su información, buscar nuestra localización, sin mencionar el perseguirnos… diría que tomara tres días.”

“¿Te refieres al momento en que vuelvan a atacarnos?”

“Sí. Asumiendo, por supuesto, que Ruler sea capaz de convencer a los magos de Yggdmillennia y pueda unir a los Servants supervivientes.”

Era posible que Yggdmillennia perdiera su deseo de pelea y buscara ayuda en las puertas de la Asociación. Esta era una emergencia incluso para la Asociación; después de todo, ellos también deseaban el Grial Mayor.

“Ahora… ¿Qué te parece si escuchamos tu lado de la historia? Entonces decidiré si vale la pena tomar tu cabeza.”

Dijo Aquiles con un rostro sombrío, clavando la punta de su lanza en el suelo. No se trataba de una exageración; si Shirou fuese a brindar una respuesta insatisfactoria, Aquiles trataría de asesinar al chico sin importar sus probabilidades de éxito. Aún más problemático era la distancia entre ellos, ya que no habría tiempo para utilizar un Hechizo de Comando.

A decir verdad, la ‘distancia’ nunca fue un problema – para Aquiles, cualquier cosa bajo su mirada ya se encontraba a distancia de muerte. Su lanza sería capaz de acercarse y decapitarle en un instante. Y eso sin mencionar al otro Servant quien ya tenía una flecha preparada en Tauropolos. Atalanta, de manera similar, ya se preparaba para disparar a su cabeza sin contenerse. Ella solo esperaba por la respuesta de Shirou.

Karna aún no se movía del lugar que había tomado en el muro, aunque aún no estaba claro si obedecería algún comando. Sin embargo, Shirou no tenía más elección que hablar sobre la verdad en su corazón. No creía que fuse posible engañar a ninguno de ellos, mucho menos a Karna.

“Contestare todas sus preguntas con la verdad.”

“Bien. Así que ¿qué es lo que estas planeando?”

“La salvación de toda la humanidad, como ya le había dicho a Ruler. Ese es el propósito por el cual requiero el Grial Mayor. Lo requiero y por ello lo he adquirido… justo como requerí de Servants para sobrevivir a esta Gran Guerra, así que adquirí a todos ustedes.”

Aquiles y Atalanta miraron brevemente hacia Karna, ante él cual cualquier intento de falsedad o engaño era inútil. El ‘Héroe de la Caridad’ asintió ligeramente hacia ellos.

Hubo algo de sorpresa y confusión. Shirou evidentemente hablaba en serio. Ellos no podían burlarse de sus palabras como si estuviese loco. Así que exigieron que continuase.

“¿Dónde están nuestros Masters? ¿Qué es lo que hicieron con ellos?”

“¿Acaso no pueden sentirlos? Los cinco se encuentran en un cuarto en este mismo jardín. De hecho, todos ellos deberían de estar bastante vivos y en forma humana. El veneno utilizado fue hecho con esto en mente. ”

“Así que entonces fuiste tú…”

Todos los Servants miraron a Semiramis, quien llevaba su usual sonrisa elegante mientras ella se daba la vuelta para encararlos y responderles.

“Por supuesto, nosotros difícilmente podríamos haber permitido que hicieran lo que quisieran. Sin importar que tan excelentes sean, no son más que Magos… aquellos que no consideran otra cosa que superar a sus compañeros. Solo habrían sido un estorbo.”

“Es verdad, con esto ustedes solo han demostrado que tan diferentes son a ellos y a su modo de vida egoísta.”

Semiramis miro con enojo a Karna por este comentario, y Shirou comenzó a reírse de modo extraño.

“¿Y qué es lo que será de nosotros? Una vez que hayamos servido a nuestro propósito, ¿simplemente se desharán de nosotros? ¿Es por ello que deseabas convertirte en el único Master?”

“Oh, de ninguna manera. Mientras que sus deseos no entren en conflicto directo con el mío, daré todo de mí para ver que sus deseos individuales también se cumplan. Como su Master, también me gustaría preguntarles; ¿Qué es lo que hace que ustedes busquen el milagro que representa el Santo Grial?”

Los tres Servants se quedaron en silencio ante sus palabras. Después de intercambiar sutiles miradas el uno con el otro, Aquiles suspiro y comenzó a hablar.

“Mi deseo no es diferente a cuando estaba con vida… ‘vivir como un héroe’, nada más.”

“¿Estás diciendo que ya no te queda nada por hacer y que no tienes ningún deseo de una segunda vida?”

“No exactamente… el asentarse en este mundo ciertamente tiene su propio atractivo. Pero antes que nada mi prioridad es conducirme con un verdadero héroe.”

Ese había sido el juramento realizado a su madre, vivir y morir como un héroe. Eso nunca cambiaria, en esta vida o la siguiente; Aquiles no aceptaría nada más. No lamentaba ninguna de las cosas que había hecho en su vida pasada – lo logros realizados, los males cometidos, incluso su rebelión contra los Dioses. Sin embargo, no pretendía ser un santo y actuar como si no tuviese otros deseos. A decir verdad estaba lleno de impulsos y urgencias.

“Ya veo, ya veo… pero debo decir, es un deseo bastante simple para el gran Aquiles.”

“Silencio, Emperatriz. Como dices, mi deseo es simple… pero no pienses que lo dejare ir por cualquier causa noble que piensas que posees. Estoy en esto solo por mí y por lo mío. ”

Aquiles y Semiramis se miraron agresivamente. Shirou habló como si deseara interceder.

“Todos los deseos son iguales. No son juzgados por algún tipo de criterio. En cualquier caso, lo que deseas es algo por lo que estás dispuesto a pelear… y no es algo que esté en contra de mis intereses. Simplemente tienes que actuar como un héroe por mi bien y destruir a mis enemigos. Yo te apoyare con prana y Hechizos de Comando.”

“¿Y estas seguro de que tus enemigos son los mismos que los míos?”

Shirou se encogió de hombros.

“Si en algún momento juzgas que no coincidimos, siéntete libre de ignorarnos o asistirnos como te plazca. Sin embargo… Creo que hay un solitario Archer en el campamento Negro que se nos opone.”

Aquiles chasqueo su lengua, pero su ánimo asesino comenzó a desaparecer. Después de todo, el finalizar su duelo con Chiron era su única meta en esta guerra.

“¿Hay algo más?”

“Si… pero esperare a que los otros concluyan.”

Dijo Aquiles mientras ponía su lanza en sus pies. No era una señal de rendición; aun mostraba una postura de desafío, sin aceptar a su nuevo Master. Pero si hizo saber que no se opondría a ellos por el momento.

“Sobre mi… aunque es verdaderamente preocupante el escuchar que mi Master fue envenenado, supongo que no hay mucho caso en que me preocupe de más. Te aceptare como mi nuevo Master.”

“¿Hablas en serio? ¿Entonces eso es todo?”

A pesar del tono de exasperación en la voz de Aquiles, Atalanta le contesto con una voz sin mostrar alguna emoción.

“Eso es todo, al menos para esta Guerra del Santo Grial. Se trata de una competencia para superar a mis rivales… y no es culpa de nadie más que la de uno cuando se cae en las trampas de los demás. Mi antiguo Master debió de haber sido precavido antes de llamarme a mí como su Servant. No siento un vínculo con esa clase de Master, lleno de autocomplacencia en vez de cautela. El que aun sigan con vida ya es una bendición en sí misma.”

Sus palabras eran duras y carentes de piedad, pero no carentes de lógica. Para la chica que había sido abandonada poco después de nacer y había sido criada en el seno de un oso hasta que fue encontrada por cazadores, el mundo era un lugar simple donde la supervivencia era algo que debía de ser arrebatado de otros. Sin embargo, había una cosa aun a la que si le mostraba piedad.

“Mi deseo es por un mundo donde todos los niños sean amados. Un ciclo de vida donde los jóvenes puedan crecer en medio del amor de sus padres y madres, para que ellos también puedan criar a sus propios hijos algún día. Cualquiera que se atreva a interferir con este deseo mío no recibirá piedad de mi parte.”

“No tomes esto como una ofensa, Archer, pero… ¿acaso ese mundo no es imposible?”

Había algo de enojo en las palabras de Atalanta mientras respondía la pregunta de Semiramis.

“¿Entonces para que entramos en conflicto por el Santo Grial? ¿Cómo es que puede ser posible que conceda deseos si no puede cumplir una petición tan simple?”

Shirou asintió con una leve sonrisa en su rostro.

“Si… tal deseo es perfectamente posible para el Santo Grial. De alguna u otra forma debe ser capaz de conceder su deseo. Después de todo, aquello que deseas es solo una porción de mi propio deseo.”

“La salvación de la humanidad, ¿no es así?”

“Así es. Por supuesto, puedes negar y rechazar mi deseo. Yo simplemente removeré el contrato entre nosotros, así podrás ser libre de trabajar con alguien más. Incluso puedes ir a unirte al campamento Negro.”

No era una mentira, hasta donde Atalanta podía verificar. Y aunque ella aún tenía una pregunta sin responder, probablemente era la misma que la que se encontraba en la mente de Aquiles y Karna – la pregunta que debería de dar un cierre a esta discusión.

“¿Qué hay de ti Lancer?”

Atalanta transfirió el foco de la conversación a Karna, de pie con su espalda contra el muro mientras observaba en silencio con sus ojos de divinidad. Todo este tiempo, Shirou había sentido una inmensa presión proveniente del héroe, casi como si fuese a ser abierto desde dentro ante él. En voz baja, Karna comenzó a hablar.

“La verdad es que tú no eres el Master que me invocó… aquel que me llamo de manera desesperada para obtener mi ayuda en conseguir el Santo Grial a pesar de tener un cuerpo tan débil. Esa fue la razón por la que tome mi arma y respondí su llamado. Ese es mi deseo y mi compensación.”

“¿Quieres decir que el único Master que reconocerás fue quien te invoco? ¿Acaso eres un tonto, Hero de la Caridad? Esa decisión no es nada sabia.”

Tomando su declaración como un signo de hostilidad, Semiramis se movió de inmediato para neutralizarlo. Sin embargo, tuvo que comportarse gracias a la mirada de Shirou. Karna no mostro ninguna señal de miedo mientras continuó sin cambiar de tono.

“Llámame como desees, Reina de Asiria. Tus etiquetas no me conciernen. Yo no soy nada más que una lanza.”

Dejando fuera a Shirou, todos los Servants presentes se quedaron sin palabras. Después de todo, al haber obtenido conocimiento por medio del Santo Grial, todos comprendían la clase de existencia que este extraordinario héroe representaba. Si alguien más hubiese dicho tal cosa, esta excesiva muestra de humildad – al punto de convertirse en repulsivo servilismo – habría sido recibida con irritación o sarcasmo. Sin embargo, las palabras de Karna provenían desde el fondo de su corazón; él creía en ellas con todo su ser.

“En ese caso… ¿Acaso yo también podría pedir tu ayuda?”

“Ciertamente, las posiciones se han revertido, pero el enemigo vendrá por el Grial de igual modo. Por ello solo necesito destruirlos.”

Aparentemente él no se les opondría. Con algo de duda, Semiramis bajó el brazo que había levantado para realizar un hechizo.

“Bien… también es mi propio deseo el luchar por este bando, así que así es mejor. Por medio de todo mi poder, que las flamas engullan a cualquiera que intente tomar el Grial.”

Las palabras del lancero alarmaron a los otros. Parecía que incluso Karna, quien no poseía ningún concepto de interés propio, tenía un deseo para el Santo Grial.

“¿Te refieres a la continuación de tu duelo con Siegfried?”

“Sí. Después de todo, eso fue lo que se pidió de mi cuando peleamos por primera vez.”

Su duelo había sido un interminable despliegue de técnicas y habilidades. La lanza divina que atravesaba las escamas inmortales del dragón una y otra vez, incluso la espada larga había logrado dejar su marca en su irrompible armadura dorada. Lo suyo no había sido un duelo despiadado a muerte ni un inútil ejercicio donde ambos hubieran contenido su fuerza. Por el contrario, había sido un balance milagroso entre dos fuerzas completamente desatadas rivalizando una con la otra. Aquellas pocas horas hasta el amanecer que habían concluido su duelo habían durado solo un instante.

Shirou arqueo sus cejas, pero decidió no comentar el hecho de que el deseo de Karna ya no podía cumplirse. Después de todo, Siegfried ya no existía. Todo lo que existía del Saber Negro ahora estaba contenido dentro de un simple homúnculo. Sin embargo, parecía que precisamente a eso se refería Karna; tal vez él ya lo sabía.

“Si el Saber Negro alguna vez viene a los Jardines Colgantes, te aseguro que encontrara su camino hasta ti.”

Dijo Shirou, y Karna asintió brevemente a modo de gratitud. No era una mentira, después de todo, ese Siegfried aún existía aun si fuse solo en apariencia. Aunque algo de culpa permaneció en su corazón, solo traería problemas si Shirou hablara claramente sobre lo que pensaba y causaría que Karna se retractara de su palabra – aunque tal cosa era inimaginable cuando uno pensaba en este héroe tan caritativo.

“Ahora, permítanme representar a los tres para realizar una pregunta final. Shirou Kotomine… ¿Cómo es que planeas utilizar el Santo Grial para traer la salvación a toda la humanidad?”

Esa era la única pregunta que los tres Servants deseaban que fuese contestada. Después de todo, su oposición incluía a Ruler, cuya posición era neutral en esta guerra – y era bastante claro que su bando había sido quien la había atacado primero. El Servant Ruler fue invocado para proteger la conducta llevada en la Guerra del Santo Grial y para prevenir que dicho conflicto trajera la destrucción al mundo en gran escala; en su situación actual, parecía bastante claro que este último era el caso. En otras palabras, el Grial mismo había determinado que el deseo de Shirou era una amenaza.

“Si… si no hablo de esto ahora ello invitara algunas desafortunadas conclusiones. Por ejemplo, alguno podría pensar que no estoy pensando en salvar al mundo en lo absoluto, sino que simplemente estoy actuando de marioneta para esa sonriente Servant de ahí…”

Escuchando esto, Semiramis pareció algo incomoda y aparto la mirada.

“Así que, sobre como utilizare el Grial Mayor para salvar a la humanidad… permítanme ser un poco más específico sobre los términos de lo que planeo hacer.”

Amakusa Shirou Tokisada comenzó a hablar – del resultado de innumerables pensamientos entrelazados casi hasta la locura llegando a una sola conclusión. Sin importar como los otros lo malinterpretaran – sin importar de lo que le acusaran – nunca cambiaría su respuesta.



“…Eso fue con lo que Archer y yo nos encontramos.”

La historia de Jeanne dejo sin palabras a todos los presentes. La impresión era clara en los rostros de todos excluyendo a Chiron, quien había sido testigo de ello directamente. Tomaría algo de tiempo antes de que el silencio fuese roto finalmente.

La Fortaleza Millennia estaba en su mayoría en ruinas, pero aun había una cantidad abundante de cuartos disponibles. Ellos se reunieron en un salón de reuniones para los miembros del clan. Sillas caídas y un candelabro destrozado hablaban del impacto reciente, pero Fiore los arregló en un momento. Por supuesto, ni siquiera Fiore y Gordes juntos serían capaces de reparar el castillo entero. Solo podían tomarse el tiempo de arreglar una pequeña parte a la vez.

Un pensamiento repentino llego hasta Caules mientras observaba a todos aquellos en esta habitación. Era extraño que Darnic, Celenike y Roche – los Masters que estaba seguro que sobrevivirían la guerra – estuviesen muertos, mientras que él seguía con vida. Después de todo, era obvio que él sería el primer Master en caer, o al menos eso había creído. Simplemente le faltaban calificaciones como mago.

La situación parecía casi surreal. Tal vez era a causa del abrumador despliegue de fuerza que había presenciado. Tal vez era a causa de que aún no podía olvidar la muerte de su propio Servant. O tal vez simplemente aun no podía aceptar por completo las cosas que había escuchado hace poco.

Pero eso era obvio, pensó Caules. Las cosas que Ruler había mencionado eran simplemente demasiado ridículas, demasiado bizarras – y aterradoras.

“Así que… hay un Ruler mas, ¿Amakusa Shirou Tokisada?”

Finalmente, Fiore logro forzar una respuesta de sí. Para comenzar ella siempre había sido una persona que hablaba en voz baja – e incluso más en este momento – pero con el silencio del cuarto, sus palabras alcanzaron claramente sus oídos.

“Y este… otro Ruler, ¿Dijiste que incluso posee tres Hechizos de Comando por cada uno de los Servants en su bando?”

Pregunto Caules. Jeanne asintió con un rostro sombrío.

“Si, es verdad. Aquellas marcas brillantes en sus brazos ciertamente eran Hechizos de Comando. Rider, Lancer y Archer… los tres podrían no estar dispuestos, pero no tendrán más elección que obedecerle.”

Con los Hechizos de Comando, incluso poseía la autoridad de los Masters. Sin el prana que les proveía, ellos no serían capaces de tomar forma en este mundo. Aquellos Servants con la habilidad de Acción Independiente podrían encontrar esto un poco menos difícil, pero había un límite incluso para ello.

“Pero además de esos tres, él mismo es un Servant ¿correcto? ¡Y si lo que dijiste hace un momento es verdad, entonces él ya tenía uno a su lado desde el comienzo! ¿Cómo es eso siquiera posible?”

Caules se puso de pie y gritó. El Master y el Servant era una existencia dual, existía uno por el otro; el romper esta relación y formar un contrato con cinco Servants a la vez era ridículo. Aun si lo intentases, todo tu prana seria drenado antes de que llegases a ese número, y te marchitarías rumbo a la nada.

“Me parece que él dijo que estaba recibiendo energía del Grial Mayor. Mientras que siga conectado a este, el prana que ha ido almacenando por sí mismo sería capaz de mantener a todos ellos.”

“En otras palabras, una división de prana similar a la de nuestros homúnculos.”

Jeanne asintió ante las palabras de Gordes. Sin embargo, en su caso el Grial Mayor no controlaba todo. Había pocas dudas de que Shirou poseía la autoridad como Master para decidir quién debía recibir prana.

“Amakusa Shirou… él fue un santo del Lejano Este, ¿cierto? ¿Podrías decirme algo más de él, Archer? Me temo que realmente no se demasiado.”

Chiron respondió.

“Si, Master… Amakusa Shirou Tokisada fue un joven que vivió cerca de cinco siglos atrás. Él fue el líder de una rebelión en un lugar llamado Shimabara en Japón.”

“¿Joven?”

“Sí. Solo tenía cerca de diecisiete años de edad cuando su vida concluyó.”

Caules se sorprendió de que existiese un Espíritu Heroico de la misma edad que él.

Chiron continúo contando la simple historia del joven santo. Amakusa Shirou no tenía sorprendentes victorias bajo su nombre. Aunque había liderado una gran rebelión, solo estaba precedida por una era donde el país mismo había sido devorado por la guerra entre miríadas de lords y estados atacándose los unos a los otros. Fue poco después del fin de este periodo de la unificación final de la nación de Japón cuando Amakusa Shirou nació.

Incrementos masivos en los impuestos; una cosecha pobre a causa del clima inestable; la llegada de seguidores de una región extraña no aceptada por el país – todas estas cosas se unieron y encendieron la mecha en el peor momento posible, encendiendo el barril de dinamita que representaba Shimabara y comenzado la más grande revuelta en la historia de Japón. Los rebeldes eran cerca de 37,000 con supuestamente cerca de 20,000 de ellos siendo civiles sin habilidades de combate.

Ellos fueron liderados por su ‘salvador’ Amakusa Shirou Tokisada. Aparentemente un chico normal había, cerca de los dieciséis años, logrado varios milagros – curar los ojos de una chica ciega, caminar en la superficie del mar – y comenzó a esparcir su fe. Cuando las pequeñas revueltas, que tomaban lugar en todos lados, convergieron en un solo movimiento, fue natural que Amakusa Shirou fuera mencionado como candidato por el liderazgo. Así de fuerte era la fe que sus seguidores tenían en él y en su Dios.

Sin embargo, sus éxitos llegaron rápidamente a su fin. A pesar de una victorias iniciales durante su resistencia al asedio en el castillo Hara en contra de las impetuosas fuerzas del Shogunato, el asedio los dejo si provisiones y los llevo a su caída. Con la excepción de un colaborador, los treinta y siete mil fueron asesinados ahí. El chico había muerto, ni como un héroe ni como un santo, lamentando que pese a todos sus poderes milagrosos no hubiese sido capaz de salvar a ninguno de ellos.

“Por lo que nos has dicho… él no parece tan aterrador como un Espíritu Heroico.”

“Es verdad. En términos de poder, es demasiado inferior a héroes como nosotros… sin embargo, eso es aún más razón para temerle.”

Chiron recordó el momento en que Shirou había aparecido ante ellos en la capilla y declaro su verdadero nombre sin dudarlo. Para él resaltaba que incluso mientras Shirou se hacía enemigo de casi todos los Servants presentes, nunca perdió su sonrisa, mucho menos la compostura. En ese momento, su único colaborador era su propio Servant, Semiramis. A parte de ella, él pudo sentir la presión de seis héroes – no era una tormenta fácil de soportar. Por ello concordaba ante las palabras de Jeanne.

“Si… yo también creo que ese Ruler es aterrador. No es su fuerza o habilidad lo que me aterra, sino simplemente la forma de su fe.”

No solamente se trataba de su voluntad inquebrantable, si no la inmensidad de su fe que era capaz de dejar de rodillas a cualquier ser humano o Espíritu Heroico – un monstruoso agujero negro con forma humana. Aun así lo suyo no era locura, ya que aquellos que están locos no pueden tener una convicción tan fuerte.

¿Qué era lo que Amakusa Shirou vio, y sintió, y juro hacer en ese día – en ese campo de batalla donde las treinta y siete mil vidas que lo adoraban como su Mesías fueron masacradas?

Jeanne y Astolfo habían vivido sus vidas a través de periodos de conflicto. Chiron provenía de una era de mitos donde los héroes vagaban por el mundo. Sin embargo, ellos no podían responder esta pregunta.



“Dejemos esto de lado por ahora… el problema es lo que intenta hacer.”

Chiron asintió hacia Jeanne.

“Intentara hacer algo con el Grial Mayor… pero no será para vengarse. Eso es seguro. Su meta no es cambiar su historia o resucitar a los muertos.”

“¿Cómo lo sabes?”

Jeanne le respondió a Fiore.

“Es como él mismo lo dijo… su meta es la salvación de toda la humanidad.”

“Absurdo, eso es lo que es…”

Gordes rompió en risas. Mordred suspiro.

“¿Acaso eres estúpido, gordo? ¿Cuál es el propósito del Santo Grial si no conceder fácilmente tan absurdos deseos?”

“¡¿Qué…?!”

Aplacando la ira de Gordes, Fiore argumento.

“En verdad creo que mi tío esta en lo correcto… finalmente, el Santo Grial solo es una fuente masiva de energía. Ciertamente será suficiente para conceder la mayoría de los deseos. Es posible que sea capaz de pasar por encima de toda teoría y proceso y llegue directamente solo al resultado. Sin embargo, de manera opuesta, cualquier deseo que sea capaz de conceder requiere de un proceso a omitir.”

Llegando a tal conclusión, Sieg le pregunto a Jeanne.

“Pero entonces… ¿acaso no sería inútil desear la salvación de la humanidad?”

“En tal caso, así es. Por ejemplo, si simplemente le pidieses al Santo Grial que ‘salvara a la humanidad’, cesaría de funcionar mientras que quien realice el deseo no posea una idea concreta de que procedimientos llevarían a cabo tal tarea. Un deseo es un deseo, requiere un curso fijo para llegar a su conclusión.”

“¿Y qué sucedería si ese tal Shirou tuviese una idea concreta? ¿Sin importar si ello en verdad llevase a la salvación?”

Jeanne contuvo el aliento en el momento en que Sieg dio en el punto débil de esa lógica.

“Si fuese así… entonces creo que el Santo Grial lo llevaría a cabo.”

“¿Pero cómo podría existir tal método?”

Caules negó con la cabeza ante las palabras de Fiore.

“No pienso que ese sea el problema aquí. El punto es, ¿Qué pasaría si ese tal Shirou creyera lo suficientemente fuerte que este método era suficiente para salvar a la humanidad?”

“Pero…”

Fiore inclino su cabeza confundida.

“¿No lo ve Master? El Santo Grial no es capaz de cumplir deseos los cuales ni la persona que los realiza conoce alguna forma de llevar a cabo. Por el contrario, el Grial puede actuar cuando quien desea posee tal concepto. La preocupación es que el ‘método’ elegido por él sea lo que traiga el desastre a la humanidad.”

Sin alguna forma sólida de implementación, no habría más preocupaciones. Sin embargo, pensando en que Shirou Kotomine estuviese en posesión de tal cosa – incluso aun cuando la mayoría de la humanidad creyese que es el método equivocado – el Santo Grial muy probablemente se activaría.

“¿Así que entonces ese es el problema? Digamos que un hombre desea ser el mejor mago en todo el mundo. En su mente, eso quiere decir que cualquier mago mejor que él debería de morir. ¿Estás diciendo que el Santo Grial actuaria y lo haría por él?”

Las palabras de Shishigou sumieron la habitación en silencio. Un poco impresionada, Mordred pregunto.

“¿No me diga que ese es su deseo, Master…?”

“No lo es… en serio, no pongas esa cara. ¿Qué respondes a eso, Ruler?”

“Tu lógica es correcta, pensando en que dicho hombre en verdad no conociese otro método.”

Sieg recordó algo.

“El que fueses invocada como Ruler…”

“…implicaría que el que Shirou se apropiara del Grial Mayor, y su deseo de salvación, representan una amenaza para el mundo, así es. Cual fuese el caso, el mismo acto de que un Servant del tipo Ruler utilice a otros Servants para poder realizar un deseo ante el Santo Grial ya es una conducta aberrante más allá de cualquier debate. Es por ello que los Masters y Servants reunidos aquí vamos a detenerlo. Espero que no haya objeciones.”

Los magos de Yggdmillennia asintieron, aunque a decir verdad solo Fiore seguía siendo un Master. Tanto Caules como Gordes ya habían perdido a sus Servants y podían hacer poco para ayudar. En cuanto a Shishigou…

“…Estoy de acuerdo en que Shirou Kotomine, o Amakusa Shirou, tiene que ser detenido. Bien, no es como si realmente tuviese opción. No vas a estar en desacuerdo conmigo ¿verdad, Saber?”

Mordred asintió en acuerdo, aunque un poco disgustada.

“No… en verdad deseo zanjar las cosas con ese Saber de ahí, pero en este punto realmente tenemos poco que decir en este asunto. Y para ser justos, ese otro bando es bastante molesto… especialmente esa Assassin.”

“¿Eso quiere decir que…?”

Shishigou señalo su acuerdo hacia Fiore.

“Por lo menos, a nosotros no nos molesta trabajar junto a ustedes hasta que acabemos con ellos. Nosotros podríamos utilizar un Pergamino de Juramento, si lo prefieres… ambos, por supuesto.”

El Pergamino de Juramento era un documento de enlace y el contrato encantado más poderoso en la sociedad de Magos. Enlazaba la misma alma de los participantes y, dependiendo de sus contenidos, podría continuar afectando a ambos tanto en vida como en la muerte, o incluso a sus descendientes, e incluso a los descendientes de sus descendientes. Fiore considero la sugerencia de Shishigou por un momento y negó con la cabeza.

“No hay necesidad de llegar tan lejos. Confiare en tu palabra.”

Astolfo tiro de la ropa de Sieg. Cuando este se dio la vuelta, el Servant le dijo silenciosamente.

“Hey… ¿en verdad vas a luchar?”

“Así es.”

Declaro Sieg clara y firmemente. A decir verdad, a él no le importaba mucho cual fuese el plan de Shirou, aunque ya había cobrado demasiadas vidas. Los muertos incluían homúnculos, Servants y Masters – los cuales algunos habían aceptado sus destinos, otros habían muerto en medio de la amargura. Sin embargo, él no pelearía por venganza; no tenía derecho a tal cosa y Shirou no sería su blanco en cualquier caso. Aun así Sieg había obtenido algunos derechos – su autoridad como Master, y su habilidad de participar como un Servant. Como tal, consideraba que era su deber llegar hasta el final de esta Gran Guerra, aun si le costaba la vida.

“Aun pienso que sería mejor que no lo hiciera…”

Murmuro Astolfo, al parecer extrañamente insatisfecho. Con algo de irritación en su voz, Mordred respondió.

“¿Qué es lo que él debería de hacer si no pelear? Él es un Saber.”

“Él no es Saber. Mi Master no es Siegfried. No deseo verlo en peligro… ya ha tenido suficiente.”

El cuarto entero nuevamente quedo en silencio. Sin embargo, era un poco diferente al de hace unos momentos. Después de un instante, Mordred de un modo extrañamente tímido, señalo lo obvio.

“¿Acaso acabas de decirme su nombre verdadero?”

“¿Eh? ¿Acaso no lo sabias?”

“¡No! ¡Por Dios, en verdad eres estúpido! ¿Por qué razón lo dijiste?”

“Yo… no puedo defenderte en esta ocasión.”

Suspiro Chiron. ‘Tal vez estaba en lo correcto después de todo’ murmuro Gordes. Caules llevó una mano a su cabeza y los ojos de Fiore perdieron su expresión.

“Oh, por amor a Dios, Rider…”

Las miradas acusadoras de los otros hicieron que Astolfo se encogiera. Poniendo sus manos juntas, él se dio la vuelta hacia su Master con un rostro triste.

“Um… lo s-siento…”

“¿Huh? Oh, bien, en realidad no me molesta. Además, Saber, ¿acaso no escuchaste el nombre de mi Noble Phantasm?”

Mordred puso una mano sobre su boca, sorprendida. Parecía que lo había olvidado.

“¿Eh? Um… nos encontrábamos en medio de la batalla, así que no le preste atención. Ahora que lo recuerdo, se trata de la espada sagrada Balmung. Maldición, ahora yo me siento como una tonta.”

“No te preocupes, Saber. Yo estaba poniendo atención.”

“Oh, cállate, Master.”

Mordred le lanzo una mirada asesina a Shishigou quien se veía satisfecho.

“Y Rider… lo siento, pero en verdad planeo pelear. Peleare a tu lado como tu Master. Esa es mi manera de devolverte el favor, a ti y a Ruler.”

Jeanne mostro una expresión de preocupación mientras que Astolfo parecía indignado.

“Hmph…”

Sieg simplemente miro su mano izquierda hacia los negros Hechizos de Comando de apariencia extraña en su dorso. Podía ver que partes de su piel comenzaban a oscurecerse. Después de verificarlo hace poco, se dio cuenta de que las mismas marcas se esparcían por su pecho y espalda. La pregunta ahora era lo que sucedería si fuese a utilizar un Hechizo de Comando más.

Pudo recordar la terrible sensación que había sentido en el instante antes de envolverse a sí mismo en su ‘coraza’ vía los Hechizos de Comando. No había duda de que era algo crítico a su estado actual. Después de todo, su existencia era demasiado milagrosa, incluso para los Hechizos de Comando que la generaban.

Una vez que Sieg hubiese utilizado todos los Hechizos de Comando probablemente moriría. Sin embargo, podía comprender que de cualquier forma los utilizaría en el futuro. Utilizaría todos y cada uno si eso significase ayudar a los demás de algún modo. Sieg se daba cuenta de la ironía de que un homúnculo que había escapado en busca de vida ahora considerara y aceptara su propia muerte.

“Sieg… No estás pensando en algo extraño de nuevo, ¿o sí?”

Las palabras de Jeanne lo alcanzaron repentinamente, Sieg rápidamente negó con la cabeza. ‘Eso espero’, dijo ella mientras sus ojos se entrecerraban a modo de sospecha. Dejando de lado a su propio Servant, encontraba extraño el como Ruler también había tratado de distanciarlo de la pelea. Sin embargo, era su propia decisión el quedarse – no a causa de la irresistible fuerza del destino, si no por su propia voluntad.



Con la aprobación de los otros, Fiore prosiguió hacia la siguiente preocupación.