Spice & Wolf ~Versión Española~: V03 Cap 04

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Esta traducción ha sido realizada a partir de la versión inglesa de esta misma página (enlace) realizada por Judgment26.

Estado[edit]

Traducido por Sergio Campos Jurado 23:27 26/09/08

Corregido por FNX 14:14 13/10/08

Traducción y corrección iniciales terminadas.

Listo para leer y disfrutar.

Capítulo 4[edit]

Tras poner los pies en la calle, Lawrence descubrió que no tenía ningún lugar al que ir.

El desarrollo del festival tras la puesta de sol estaba completamente opuesto a las actividades del día, estando totalmente falto del feliz ambiente anterior.

Sin mencionar que los participantes maquillados, e incluso los muñecos de trigo o madera estaban cada uno armados con armas y peleando sin parar. Y como los muñecos gigantes no podían ser armados con armas, se introducían a la lucha como armas en sí mismos.

Según sonaban los gritos de guerra, los muñecos gigantes chocaban entre ellos. Cada vez que saltaban pedazos, los sonidos de júbilo seguían. Los instrumentos que rodeaban el lugar tocaban turbulentamente, sin perder totalmente la atmósfera salvaje de la pelea, y las personas vestidas de negro tenían la responsabilidad de cantar y gritar los himnos de guerra.

Lawrence evitó las multitudes y se dirigió al norte. El clamor retumbaba una y otra vez en su cabeza, lo que apenas podía soportar.

Sin importar que continuara andando por la larga calle, el ambiente clamoroso seguía presente, dándole a Lawrence la impresión de que el constante ruido nunca pararía. Lawrence continuó soportando el tortuoso ruido, sus fuerzas eran absorbidas lentamente como si estuviera influenciado por la maldición de una bruja, y poco tiempo antes, la serie de acontecimientos con Horo que habían ocurrido hacía unos minutos apareció en su cabeza. Lawrence se vio a sí mismo de pie ante Horo, y verse desesperadamente inútil le hizo querer gritar ahogado en la agonía, pero se lo tragó forzosamente.

Porque Lawrence aún guardaba algo de razón al menos, se dijo a sí mismo que si tenía la fuerza para gritar, ¿por qué no poner esa fuerza y energía en mejorar la situación?

Pero, tras un análisis racional, Lawrence descubrió que la situación actual no tenía posibilidad de mejorar hiciera lo que hiciese.

Dado el estado actual de Horo, quizás fuera capaz de aceptar la proposición de matrimonio de Amati.

Ya que en esta batalla donde se podían obtener beneficios sin esfuerzo gracias a la subida del precio de la pirita, Amati pudo ser el primer comerciante en aprovecharse de esto, por lo que seguramente ya habría obtenido una considerable cantidad de ganancias.

Si Lawrence no pensaba en algo rápido, quizás Amati ni siquiera esperara hasta la puesta de sol del día siguiente para sacar todo su dinero y declarar el contrato completo.

Cuando Lawrence pensó semejante cosa, sabía que no estaba siendo demasiado pesimista tampoco.

"........"

Lawrence notó como si su estomago se hubiera ensanchado por la sensación de ansiedad, y no pudo evitar un sonido similar a un gruñido.

Miró hacia el cielo oscuro, y cubrió sus ojos.

Si Lawrence no podía detener a Amati de continuar obteniendo grandísimos beneficios, sólo podía volver a la posada e intentar arreglas las cosas con Horo.

Pero, era fácil de ver que arreglar las cosas con Horo ahora mismo era incluso más difícil que detener a Amati de conseguir ganancias.

¿Qué soy yo para vos? La pregunta de Horo había causado inevitablemente que Lawrence cayera en reflexión en el acto.

Incluso ahora, tras pasado algún tiempo, Lawrence seguía sin poder responder a la pregunta.

Lawrence de hecho deseaba muchísimo ser capaz de continuar viajando con Horo, y la idea de que Horo se casara realmente con Amati llenó su corazón de ansiedad.

Pero, tras regurgitar todo lo que había pasado, como si fuera una vaca, lo que surgió de su corazón fue un amargo sentimiento incluso más intenso que la acidez de estómago, causando que su cara se contrajera involuntariamente.

En su corazón, Lawrence seriamente veía a Horo como una existencia importante, pero el que le preguntara que tipo de existencia era, no podía dar una respuesta clara.

Lawrence masajeó sus mejillas, intentando forzar que su tensa cara se calmara.

¿Cómo podía haber pasado algo como esto?

Rememorándolo ahora, el agradable y encantador ambiente del festival parecía sólo un sueño. Seguramente ni el mismísimo todopoderoso Dios podría haber anticipado semejante revés en el curso de los acontecimientos en apenas unas horas.

Frente a él en su línea de visión, Lawrence pudo ver una procesión de participantes del festival bailando con espadas según avanzaban por la calle. La procesión totalmente cambiada daba un aire salvaje y sospechoso, completamente falto de la revelante atmósfera durante el día. Lawrence sintió que se parecía a su actual relación con Horo, y no pudo evitar girar su cara y acelerar el paso.

Lawrence lamentaba haber dejado atrás la carta en el escritorio. Sintió que nada de esto hubiera pasado nunca si no hubiera dejado la carta atrás. Si hubiera encontrado una buena oportunidad para explicarle todo a Horo, seguramente con su velocidad de pensamiento tan rápida no habría perdido la razón como hizo.

Además, las palabras de Horo habían remarcado la falta de decisión y egoísmo de Lawrence. Incluso si fuera a volver con Horo de una manera despreocupada, Lawrence no creyó que fuera capaz de poder tener una buena charla con ella.

Por lo que al final, Lawrence seguía incapaz de encontrar una buena solución. Inconscientemente, se había dirigido al solitario distrito norte de Kumerson.

Ya que había estado andando muy lentamente, le tomó un tiempo considerable llegar allí, pero aún no se había dado cuenta siquiera.

Aunque la atmósfera del pueblo diera la impresión de que cada esquina estaba repleta con gente, este era, después de todo, el distrito norte. Incluso en las calles principales, los transeúntes eran pocos en número. La procesión ambulante no parecía pasar por esta zona.

Dentro de tanta tranquilidad, Lawrence fue finalmente capaz de calmarse y tomar unas buenas bocanadas de aire. Se giró, y nuevamente se puso a pensar según avanzaba lentamente.

Lo primero.

Llegados a este punto, era imposible hacer que Horo se calmara y le escuchara usando simple sinceridad. Por otro lado, ni siquiera se creía capaz de mirar a Horo a los ojos.

Por lo tanto, dejando de lado si sería o no capaz de arreglar las cosas con Horo, al menos no podía permitirle tener una buena razón para dejarle y lanzarse a los brazos de Amati.

Siempre y cuando Amati no pudiera conseguir las 1000 monedas de plata, Horo seguiría atada por los grilletes de la deuda. Dejando de lado que pudiera o no asegurar que Horo estuviera dispuesta a escucharle y quedarse a su lado, al menos podía usar la deuda como un motivo para justificar su razonamiento.

Habiendo pensado esto, Lawrence sintió que era necesario pensar algo que previniera a Amati de completar el contrato.

Podía decirse que el precio de la pirita estaba alcanzando un incremento anormal debido a la atmósfera del festival. De acuerdo a la predicción de Mark, el precio seguiría subiendo. Aunque Lawrence no supiera cuanta pirita tenía Amati en sus manos o cuanto dinero había conseguido, había oído que la proporción de ganancia de la pirita era varias decenas de veces superior que su precio de importación, por lo que si Amati hubiera invertido suficiente dinero en el cambio, ya habría alcanzado las 1000 monedas de plata en este momento.

Aunque, en este aspecto, lo afortunado de la situación era que la pirita no era un mineral que se extrajera en grandes cantidades.

nuevamente se puso a pensar según avanzaba lentamente

Incluso si la ganancia fuera de varias decenas de veces mayor que el precio de importación, no se podía conseguir mucho dinero si lo invertido era demasiado poco.

Por supuesto, Amati no necesitaba necesariamente depender de la pirita para obtener las 1000 monedas de plata, pero semejante idea era simplemente algo estúpida con el valor actual de la pirita.

Cualquiera fuera el caso, era absolutamente necesario prevenir que Amati continuara obteniendo inmensas ganancias. Quizás fuera hasta más apropiado decir que era necesario hacerle sufrir perdidas, porque si Amati fuera a sacar toda su fortuna junto a la resolución de completar el contrato sin importar si éste afectaba o no a sus futuros negocios, entonces era bastante posible que él reuniera las 1000 monedas de plata.

Aunque, si era difícil prevenir que Amati siguiera haciendo beneficios, era incluso más importante que sufriera perdidas.

Encargarse de Amati con un ataque frontal era absolutamente imposible. Como resultado del creciente precio de la pirita, Amati era claramente capaz de obtener muchos beneficios, por lo que no había necesidad para que arriesgara nada.

Si no tenía razón para arriesgarse, entonces no caería en ninguna estúpida trampa.

¿Qué había que hacer entonces...?

Tras analizar estos pensamientos una y otra vez en su cabeza, Lawrence seguía cruzándose con el mismo problema. Repentinamente se giró a un lado y dijo:

"Aye, Ho-"

Incluso aunque Lawrence fue capaz de detenerse antes de decir "ro", aliviando de alguna forma la situación, al final no había sido posible evitar una mirada extrañada de un hombre vestido como un artesano que justo pasaba.

Una vez más Lawrence pudo sentir que tan grande había llegado a ser la pequeña figura que siempre le acompañaba llevando una sonrisa arrogante.

No podía evitar preguntarse como había sido siquiera capaz de pasar tantos años solo en el pasado.

Si estuviera Horo, quizás le ayudaría a encontrar una buena solución. Incluso si no fuera capaz de conseguir un buen plan, seguramente sería capaz de darle algún tipo de pista al menos.

Lawrence se dio cuenta de que, desde algún tiempo atrás, había desarrollado una gran dependencia de Horo.

¿Qué soy para vos?

Viendo su situación actual, Lawrence no podía dar una respuesta segura a la pregunta después de todo.

En ese caso, Lawrence debería estar preguntándose:

"Si Horo estuviera aquí, ¿qué pensaría de todo esto?"

Por supuesto, Lawrence no se creía capaz de copiar perfectamente el increíble pensamiento lógico de Horo.

Aún así, Lawrence era un comerciante después de todo.

Tan pronto como un comerciante se cruzaba con una fórmula desconocida, era su trabajo entender la fórmula a la perfección para el día siguiente, para así continuar superando a sus competidores.

La base de la forma de pensar de Horo era ver cada pequeño detalle de toda la situación.

Además, si se encontrara en una situación como la actual, Horo no haría distinciones, sino que analizaría la situación desde cualquier posible ángulo sin omitir ningún detalle.

Este tipo de forma de pensar parecía simple, pero era realmente muy difícil de aplicar. A veces una idea que parecía salir de ninguna parte poseía alguna cualidad natural e importante para el problema.

Amati era capaz de obtener muchos beneficios gracias a la subida del precio de la pirita. ¿Qué forma había de hacer que sufriera una gran perdida?

De todos los métodos posibles, ¿cuál era el más simple y a la vez más difícil de realizar?

Lawrence comenzó a pensar.

Lo analizó con una mente sin las restricciones del sentido común de un comerciante.

Haciendo eso, sólo había una respuesta que pudiera encontrar.

"Todo lo que necesitaba es que el precio de la pirita decreciera."

Tras decir esto en alto, Lawrence se rió con una cara verdaderamente estúpida.

Se estaba mofando de sí mismo por sólo ser capaz de llegar tan lejos intentando imitar a Horo.

Si fuera realmente posible que el precio de la pirita decreciera, esa sería por supuesto una buena razón para que él gritara de alegría.

Pero, el precio de mercado de la pirita estaba subiendo establemente, sin mostrar signos de caída. En todo caso, la subida del precio de la pirita ya estaba más allá del alcance de 10 o 20 veces. El valor de la pirita seguiría subiendo, y-

"¿Y?"

Lawrence paró sus pasos, habiéndose dado cuenta de algo importante.

"¿10 veces? ¿20 veces? En ese caso... ¿luego vendrían 30 veces? ¿y que vendría tras eso?"

Lawrence notó como si pudiera ver a Horo riéndose de él.

El precio de la pirita seguramente no podía crecer indefinidamente. Había una regla en este tipo de negocios populares, y la regla era que el momento de la caída llegaría antes o después.

A Lawrence casi se le escapa un grito parecido a un lamento, tapándose rápidamente su boca y tragándose el sonido de vuelta.

Si eso era cierto, entonces había 2 puntos que necesitaba considerar.

El primero era cuando llegaría el momento de la caída, y el segundo, si era posible conseguir que Amati cayera con él.

Lawrence, que todavía tenía una mano sobre su boca, analizó esto según seguía andando.

Incluso si el precio de la pirita fuera a caer, ¿Amati realmente caería en picada en la tormenta originada permitiéndose a sí mismo sufrir grandes pérdidas tan despreocupadamente como para no tomar ninguna medida? Lawrence no lo creía así, de haberlo hecho estaría subestimando gravemente a Amati.

Lo que quería decir que, Lawrence necesitaba trabajar un poco en esa área. Siempre y cuando fuera capaz de subsanar el problema inicial, Lawrence creía que su intelecto no perdía contra el de Horo.

La situación ideal comenzó a aparecer en la mente de Lawrence, y una fría y pesada sensación se fue situando al fondo de su corazón, una sensación familiar que Lawrence había sentido muchas veces antes. Esta sensación no estaba basada en la razón, sino más bien en el instinto por la futura llegada de la batalla final.

Lawrence respiró hondo, y comenzó a pensar sobre el punto más importante, que era en qué punto ocurriría la caída.

No hacía falta decir que el precio de mercado de la pirita no crecería a este ritmo para siempre, pero la pregunta era, ¿cuándo comenzaría a caer? Además, Lawrence no tenía idea de si era siquiera posible que la caída ocurriera antes de la fecha límite del contrato acordado entre él y Amati, en otras palabras, antes de la puesta de sol del día siguiente.

Ni un adivino posiblemente sería capaz de adivinar el momento de la caída. Dejando de lado al todopoderoso Dios, nadie podría predecir eso.

Aunque, una imagen se formó ante los ojos de Lawrence, la imagen de aldeanos de una vasta zona productora de trigo intentando usar el poder de los humanos para completar una tarea que hacía tiempo había estado controlada por los dioses.

Mejor que esperar ansiosamente a los dioses para que determinaran el momento de la caída, ¿por qué no decidir en su lugar?

En el momento que esta salvajemente arrogante idea apareció en la mente de Lawrence, el sonido de vítores llegó de la distancia, y éste levantó su mirada.

Inconscientemente, Lawrence había andado ya una gran distancia, llegando una vez más al cruce central de la ciudad.

Los muñecos de trigo en el cruce se chocaban los unos contra los otros junto al sonido de rugidos furiosos. Con cada colisión, trozos de trigo desprendidos durante los golpes saltaban y caían al suelo, levantando una ola de vítores. La visión era casi como un campo de batalla real.

Sobrecogido por semejante fuerza, Lawrence no pudo evitar dejar de lado el plan que tenía dando vueltas en su cabeza para observar el festival un rato. Repentinamente se dio cuenta de algo, y volvió en sí.

En ese momento, Lawrence pudo incluso sentir el pelo de su nuca erizarse.

Amati.

La figura de Amati apareció ante sus ojos.

Cruzarse con Amati tan accidentalmente entre semejante multitud, ¿podía posiblemente ser algún chiste de Dios? Lawrence inmediatamente dejó de lado tal idea, dándose cuenta que esto debía tener algún tipo de explicación, incluso si fuera en verdad una coincidencia.

Lawrence estaba de pie justo en el centro de Kumerson.

Exactamente en el cruce de las calles principales que señalaban al norte, sur, este y oeste.

Amati estaba andando dando su espalda a la posada donde Horo estaba.

Entonces, Amati se paró en seco, y gradualmente giró su cabeza.

Por un momento, Lawrence pensó que Amati le estaba mirando, pero Amati no se percató en absoluto de él.

Lawrence inmediatamente siguió la dirección de la mirada de Amati con sus propios ojos.

Él estaba seguro de a donde se dirigía la mirada de Amati.

Aunque, simplemente tenía que saber lo que Amati veía.

El lugar al que le daba la espalda y después de alejarse lentamente observó.

Lo que vio fue a Horo con la bufanda atada en su cuello en la ventana de la segunda planta de la posada que daba a la calle principal.

Lawrence notó una ola de ansiedad parecida a un dolor abdominal, una molestia cercana a la ira rodeó su estómago, dándole una sensación de extraña amargura.

Como si le diera mucho calor, Horo acercó su boca a la bufanda, y asintió con su cabeza ligeramente.

Por otro lado, Amati presionó su mano contra su pecho, como un cruzado llevando una absoluta confianza en su diosa.

Lawrence no sabía si Horo había invitado a Amati a la habitación, o si Amati desvergonzadamente se auto invitó.

Aunque, basándose en la forma en la que se veían las cosas ahora mismo, Lawrence no tenía ninguna evidencia en lo más remotamente optimista para borrar las sospechas que albergaba.

Tras eso, Amati inmediatamente se giró y alejó de la posada. Viendo como Amati se apresuraba en irse con su cuerpo echado un poco hacia delante como si huyendo de algo, las sospechas de Lawrence se acrecentaron.

En apenas un suspiro, la silueta de Amati había desaparecido entre la multitud, y Lawrence volvió a mirar a la habitación de la posada.

Y entonces, respiró fuertemente.

Porque estaba seguro de que Horo estaba mirando en su dirección.

Porque desde que Lawrence fue capaz de ver a Amati entre la multitud, no había razón alguna para pensar que la buena visión de Horo no sería capaz de descubrir a Lawrence dentro de la misma multitud.

Pero, Horo no dejó de mirarle inmediatamente. Por supuesto, no sonreía tampoco, sino que simplemente le miraba.

Tras un desconocido periodo de tiempo ya pasado, justo cuando Lawrence iba a dejar escapar el aliento que había respirado, Horo repentinamente se alejó de la ventana.

Si Horo hubiera simplemente cerrado la ventana entonces, quizás Lawrence hubiera perdido su motivación.

Pero, incluso si Horo se hubiera alejado de la ventana, no la cerró, sino que la dejó completamente abierta.

La ventana de madera parecía poseer una fuerza de atracción que atrajo los pies de Lawrence, causándole andar en dirección a la posada.

Lawrence no era por supuesto tan confiado como para pensar que Horo y Amati hubieran simplemente hablado a través de la ventana.

Debido a que Horo no era una simple aldeana, y porque los sentimientos de Amati por Horo en ese instante parecían bastante amplios, Lawrence por supuesto tenía buenas razones para pensar que ambos debían haber discutido algo en la habitación.

Aún así, Horo no había parecido frustrada o sorprendida, sino que había mirado en silencio a Lawrence solamente. Esto era porque Horo no había hecho nada que Lawrence no debiera saber.

Lo que quería decir era, entonces, que Horo estaba intencionadamente provocando a Lawrence.

¿Y que hombre existía en este mundo que pudiera permanecer impasible cuando le provocan?

Lawrence recordó la conversación que había tenido con Horo en Rubinhagen. Sintió que Horo definitivamente le entendería si simplemente le revelara sus más honestos pensamientos.

Lawrence reafirmó su resolución en lo más hondo de su corazón según avanzaba hacia la posada.




Tan pronto como Lawrence abrió la puerta delante de la posada, se encontró con la agradable escena de un festín.

Cada mesa estaba repleta con todo tipo de distintos platos. Las personas allí reunidas conversaban o cantaban según comían o bebían.

Pensar que él y Horo deberían haber estado sentados alegremente en una de esas mesas le causó un suspiro involuntario sin importar que fuera un comerciante orgulloso de no conocer la palabra "arrepentimiento".

Aunque, debía haber alguna oportunidad de solucionar la situación. Si Horo guardara una completa actitud de rechazo, debería haber cerrado la ventana.

Lawrence sostenía tal confianza según se acercaba a las escaleras que dirigían al segundo piso, estando cerca de la barra del bar.

Al momento en que Lawrence puso un pie en las escaleras, alguien le llamó.

"Sr. Lawrence."

Lawrence, que para empezar no había estado especialmente calmado, se giró sorprendido, y la persona que le había llamado pareció sorprenderse también.

El posadero que había llamado a Lawrence, estaba apoyándose un poco hacia afuera de la barra del bar y parpadeando constantemente.

"...Lo siento. ¿Qué ocurre?" preguntó Lawrence.

"Ah, es sólo esto, me han pedido que te pasara esta carta, Sr. Lawrence."

Escuchando la palabra "carta", Lawrence no pudo evitar sentir una ola de recelo en su pecho. Tosió una vez para calmarse un poco.

Lawrence bajó los escalones, se acercó a la barra y recogió la carta de la mano del posadero.

"¿Quién envió esta carta?"

"Fue tu compañera, acaba de entregármela."

La expresión de Lawrence no cambió en absoluto, lo que le hizo querer auto alabarse.

Sin decirlo siquiera debía saberse que el hombre, como posadero, debía conocer a todos los huéspedes alojados en la posada al igual que saber cuando cualquiera entraba o salía.

Después de que Lawrence hubiera salido solo dejando a Horo en la posada, Amati le había dado una visita en su ausencia, y Horo que había recibido la visita decidió no hablar directamente con Lawrence, sino pasarle el mensaje a Lawrence por carta en su lugar.

Si el posadero, viendo semejantes acciones entre los dos, no sospechara de nada sospechoso, sería verdaderamente memorable.

Pero, el posadero le estaba observando con una expresión que parecía decir que no sabía nada de nada.

Los comerciantes de los pueblos poseían profundas conexiones entre compañeros.

Lawrence sintió que seguramente se extenderían rumores inmediatamente si no actuara de alguna forma digna.

"¿Podría prestarme una luz?"

Lawrence hizo todo lo que pudo por hablar de forma calmada. Escuchándole decir esto,, el posadero asintió ligeramente y cogió un candil de plata de su espalda.

Al no ser grasa de animal, Lawrence temía que el recelo escondido tras su máscara externa se vería revelado bajo la intensa luz del candil.

En su interior, Lawrence se reía fríamente de sí mismo por pensar semejante cosa. Sacando el cuchillo envainado de su cintura, con precaución despegó la cera de la carta.

Sin importar que el posadero se alejó bastante distancia para indicarle que no miraría el contenido de la carta sin permiso, Lawrence seguía notando la mirada del posadero en su dirección de vez en cuando.

Lawrence soltó una ligera tos antes de abrir la carta y sacar su contenido.

El sobre contenía una pieza de papel de piel de cordero, junto a una hoja de papel normal.

Lawrence podía sentir los fuertes latidos de su corazón, pero si dudaba ahora, significaría que no confiaba en Horo.

Teniendo en cuenta las posibilidades, no sería sorprendente que el contenido de la carta fuera si quiera pidiendo una reconciliación.

Lentamente, Lawrence abrió el papel doblado, y un par de granos de arena cayeron del papel según lo hacía.

Lawrence supuso que los granos de arena fueron usados para secar rápidamente la tinta, lo que también le hizo llegar a la conclusión de que Horo acababa de terminar de escribir la carta no hacía mucho.

¿Era una carta de ruptura, o de reconciliación?

Las palabras de la carta se lanzaron a los ojos de Lawrence.

200 monedas de plata en efectivo, aproximadamente pirita en mano por valor de 300 monedas de plata. Propiedades que pueden venderse por...

Viendo una descripción tan objetiva sin palabras de introducción o lo que fuera, Lawrence meneó su cabeza sorprendido.

¿Efectivo? ¿Pirita?

Lawrence en principio esperaba palabras que le permitirían escuchar la voz de Horo escrita en la carta, pero lo que encontró fue una simple, fría y desigual secuencia de palabras.

Aún así, Lawrence dirigió su mirada al papel nuevamente. Su contenido le causó que sus dientes se apretaran involuntariamente.

...300 monedas de plata. Propiedades que pueden venderse por aproximadamente 200 monedas de plata.

No hacía falta que Lawrence se devanara sus sesos para saber que ésta era una lista de las posesiones de Amati.

Igual que una pieza sólida de pan duro que hubiera sido bañada en agua caliente, Lawrence sintió como si toda la fuerza de su cuerpo fuera absorbida lentamente.

Horo había invitado a Amati a la habitación para así obtener esta información de su propia boca.

Si esto fuera realmente cierto, Horo debía haber hecho esto por el bien de Lawrence.

Esto era algo cercano a una carta de reconciliación de Horo.

Hasta una sonrisa apareció involuntariamente en su cara, y Lawrence no tenía la menor intención de ocultarla.

Además, la línea Lo de arriba fue escrito por alguien en mi lugar estaba escrita al final de la descripción verbal.

Habían muchas personas que podían leer pero no escribir. Tras conseguir esta información, Horo debía haber usado la excusa de ir al baño para dejar la habitación, y entonces pidió la ayuda de un comerciante que pasaba cerca para escribir estos detalles. Ya que Lawrence había visto la caligrafía de Amati en el contrato, estaba seguro de que esta letra no pertenecía a Amati.

Lawrence con cuidado volvió a doblar la carta que escondía un valor bastante superior al de 1000 monedas de oro y la volvió a guardar en el sobre. Entones cogió la hoja de piel de cordero.

Quizás Horo había usado alguna clase de truco para convencer a Amati de firmar algún contrato de contenido sorprendente, pensaba Lawrence.

En su cabeza, la imagen del confiado y satisfecho Amati que justo acababa de encontrarse en privado con Horo apareció.

-Horo quiere viajar conmigo-

Lawrence estaba intoxicado con tal seguridad y superioridad según abría el papel de piel de cordero sin ningún tipo de duda.

En el nombre de Dios...

La escritura en el papel de piel de cordero tenía una poderosa y digna apariencia. No había duda, era la letra de Amati.

Lawrence hizo todo lo posible por mantener en calma su ansiedad, y continuó leyendo.

Sus ojos leyeron la primera línea, la segunda, la tercera...

Y entonces-

Por lo arriba declarado, los 2 se convertirán formalmente en marido y mujer.

Al momento que Lawrence terminó de leer la frase completa, sintió como si el mundo comenzara a girar.

".....¿Cómo?"

Lawrence murmuró. Las palabras pronunciadas parecía como si vinieran desde muy lejos.

Aún habiendo cerrado sus ojos, todavía podía ver claramente el contenido del documento que acababa de leer.

Un certificado de matrimonio.

En el certificado de matrimonio declarado con Dios por testigo estaban escritos los nombres del comerciante de pescado Fermi Amati y Horo.

El hueco para la firma del guardián de Horo permanecía en blanco.

Aunque, tan pronto como el nombre del guardián fuera escrito en el hueco vacío y el documento fuera sellado y mandado a cualquier iglesia, Amati y Horo serían formalmente un matrimonio.

El nombre de Horo estaba escrito con una caligrafía pobre.

Cualquiera podría decir tras un simple vistazo que las palabras fueron escritas por alguien que no sabía escribir sino que estaba imitando.

Ante los ojos de Lawrence apareció la imagen de Horo observando como Amati preparaba el documento tras lo cual ella firmó con su propio nombre en el certificado.

Lawrence sacó la carta con un valor oculto superior a 1000 monedas de oro que había guardado en el sobre, desdobló el papel y volvió a leer los contenidos.

Lo que estaba escrito en la carta era seguramente una lista de los bienes de Amati, ya que los números indicados no eran cantidades irreales, sino sumas que Amati posiblemente poseyera.

Aunque, Horo preguntando por la cantidad de dinero que sus propiedades valieran quizás no fuera para ayudar a Lawrence, sino para informarle de como de mala era la situación actual.

¿Por qué haría Horo semejante cosa? Lawrence pensó lo estúpido de la pregunta.

Estando junto al certificado de matrimonio, la respuesta era bastante aparente.

Amati estaba sólo a un paso de completar su contrato con Lawrence, y Horo estaba planeando en dejar a Lawrence.

Lawrence y Horo se habían encontrado y juntado por casualidad.

Sin importar que fuera joven, estúpido, directo pero capaz y totalmente enamorado de sí mismo, quizás Horo considerara a semejante Amati como un nuevo compañero aceptable.

Lawrence no pudo encontrar ninguna evidencia que pudiera negar tal argumento.

Incluso si Lawrence fuera a aplastar el certificado agarrándolo fuertemente, correr al segundo piso y pedirle a Horo que no se casara, seguramente sería fácilmente repelido por Horo, cuya habilidad era insuperable.

En ese caso, Lawrence no tenía otra opción sino continuar con su resolución.

Que Horo revelara la lista de propiedades de Amati era sin duda para indicarle a Lawrence que si era capaz de derrotar a Amati, ella estaría dispuesta a escuchar su explicación. Por otro lado, también quería decir que si no era capaz de hacerlo, no habría lugar para discutirlo.

Existe en verdad una forma de derrotar a Amati. Relájate, todavía queda esperanza.

Diciéndose esto, Lawrence guardó la carta y el certificado de matrimonio, y dirigiéndose al posadero dijo:

"Por favor, saque todo el dinero que he almacenado aquí."

Desde el punto de vista de Lawrence, viajar con Horo era más importante que 1000 monedas de oro.




Era posible dejar a Amati sin un penique sin romper la ley.

Aunque, el problema era si Amati estaría dispuesto a aceptar un trato que poseyera semejante posibilidad.

Según la predicción de Lawrence, era posible que Amati no fuera familiar con este tipo de trato que estaba planeando proponerle. Esto no era porque Lawrence subestimara a Amati, sino porque Amati no encontraría un trato parecido en su línea de negocio.

Cruzándose con un negocio desconocido, era natural que nadie aceptara.

Sumado a que la persona que proponía el negocio era Lawrence, que se podía llamar el némesis de Amati.

Por lo tanto, las apuestas de que Amati aceptara el trato eran 1 contra 9 siendo optimista. Incluso si usara métodos tales como incitarle o provocarle, Lawrence necesitaba conseguir que Amati aceptara el trato de cualquier forma.

Además, incluso si pareciera un trato normal superficialmente, Amati seguramente se daría cuenta de que el contenido del acuerdo propuesto era totalmente contrario.

Si se diera el caso, sería apropiado que Lawrence empleara una actitud provocante con Amati. Esto no era una charla de negocios, porque Lawrence no tenía intención de obtener dinero alguno.

Cuando un comerciante comenzaba a considerar otras cosas distintas a las ganancias y perdidas de un negocio, ya podía contarse como una perdida. De todas formas, Lawrence hacía tiempo que había dejado atrás semejante idea racional.

Tras interrogar al posadero sobre los posibles bares en los que Amati podría estar pasando el rato, Lawrence comenzó a recorrerlos 1 por 1, finalmente encontrándole en el cuarto. En contraste con la animada atmósfera del festival que llenaba las calles, Amati bebía solo en un bar tranquilo.

De alguna forma, la cara de Amati parecía fatigada, quizás porque la tensión acumulada se había disipado tras conseguir la afortunada e importante misión de firmar el certificado de matrimonio con Horo, permitiéndose relajarse completamente, o quizás porque aún no había reunido las 1000 monedas de plata al completo.

Aunque a Lawrence no le importaba lo más mínimo las preocupaciones de Amati.

Un trato no siempre podía realizarse bajo circunstancias con una preparación perfecta. Durante tales momentos, para conseguir que el trato se realizara sin muchos problemas, el comerciante dependía de su propia habilidad.

Por otro lado, Lawrence no tenía intención de esperar a otro momento, temiendo que las negociaciones fueran incluso más difíciles.

Porque el trato que Lawrence planeaba proponerle era del tipo que no permitía ni un minuto de retraso.

Tras respirar profundamente, Lawrence avanzó hacia el rango de visión de Amati antes de que éste se percatara de su presencia.

"Ah...."

"Buenas noches," dijo Lawrence.

Amati no parecía creer estúpidamente que encontrarse con el molesto Lawrence aquí fuera cuestión de pura coincidencia.

Aunque Amati se paralizó quedándose sin palabras, tras unos segundos había recobrado su expresión de comerciante de pescado.

"No necesitas estar tan alerta. Estoy aquí para hablar de negocios."

Que Lawrence fuera capaz de mostrar una ligera sonrisa le sorprendió hasta a él mismo. Pero Amati, escuchando esto, respondió con una cara poco sorprendida:

"Si estás aquí para hablar de negocios, entonces tengo más razones para estar alerta."

"Jaja, cierto. Entonces, ¿te importaría concederme un minuto?"

Amati asintió con su cabeza, y Lawrence se sentó en la misma mesa que él. Al de alguna forma molesto dueño del bar que había venido a atenderle, Lawrence sólo pronuncio un simple, "Vino".

En contraste con un cuerpo delicado como el de una jovencita, el oponente con el que estaba sentado cara a cara era un comerciante de pescado que había dejado la casa de sus padres para venir a este lugar solo, y cuyo éxito estaba a simple vista. Lawrence se recordó de no ser engañado por su apariencia de jovenzuelo, para no bajar la guardia.

Al mismo tiempo, era incluso más importante no permitir al oponente mantenerse alerta.

Lawrence se aclaró la garganta una vez, de manera natural, y observó sus alrededores un poco antes de abrir su boca para hablar:

"Es un sitio tranquilo. Es un buen lugar."

"No puedes beber tranquilo en ninguno de los otros bares. Este lugar es difícil de encontrar."

Oyendo esto, Lawrence no pudo evitar preguntarse si lo que implicaban las palabras de Amati era "Ahora mi paz se ha perdido por este molesto tipo".

Pero, incluso Lawrence quería terminar la discusión lo antes posible.

"Así que, debes estar muy sorprendido de que sacara el tema repentinamente de hacer negocios contigo. Pero, tú me has sorprendido a tu modo, por lo que estamos empatados."

Lawrence no sabía que tipo de palabras cariñosas le había dicho Amati a Horo para ganársela y conseguir que firmara el certificado matrimonial. Sin importar lo impulsiva que era Horo, Lawrence no creía que deseara firmar el certificado.

Si ese fuera el caso, quería decir que Horo lo había hecho bajo la insistencia de Amati.

Aunque, Lawrence no tenía derecho a enfadarse con Horo.

La persona que había permitido que Amati entrara en la habitación era Horo, y la persona que había causado tal situación en primer lugar fue Lawrence.

Dejando de lado que Lawrence no sabía como Amati había conseguido persuadir a Horo, levantó su mano derecha y detuvo a Amati, que estaba a punto de abrir su boca para explicar este preciso incidente.

"No, no estoy aquí para discutir sobre ese incidente. Aunque, ese incidente en cierta forma es la razón por la que vengo a aquí a sacar el tema de los negocios contigo. No planeo darle más vueltas al asunto. Después de todo, quien decide que hacer al respecto con todo esto es la libre voluntad de Horo."

Amati observó pasmado a Lawrence, una pizca de furia se mostró en su cara, entonces asintió con su cabeza ligeramente.

Por mucho que los ojos de Amati mostraban que aún tenía sospechas por las palabras de Lawrence, éste no tenía más intención de continuar explicándose para eliminar sus dudas.

Eso era porque lo que Lawrence necesitaba decir a continuación era incluso más sospechoso.

"Aunque, fue ese incidente después de todo el que causó que pensará en este negocio, por lo que no me atreveré a decir que constituye un trato normal," dijo.

"¿Qué estás planeando exactamente?"

Amati fue directo al grano.

Pero, Lawrence no se encogió en absoluto, sino que continuó:

"Iré directo al grano. Deseo venderte pirita."

En ese momento, los ojos azules de Amati, que habían estado centrados en Lawrence, se perdieron en algún desconocido punto en la distancia.

"¿Cómo?"

"Deseo venderte pirita. Según el precio actual del mercado, aproximadamente se vende pirita por un valor de 500 monedas de plata de Trenni."

Amati, cuya boca estaba casi abierta totalmente, volvió a centrar sus ojos, y se rió ligeramente y dijo con un suspiro:

"Por favor no bromees."

"No estoy bromeando."

Amati instantáneamente retrajo su sonrisa, mirando a Lawrence con ojos casi llenos de ira.

"Deberías estar al corriente de que he hecho considerables cantidades de dinero revendiendo pirita. Sabiendo esto, ¿dices que deseas venderme pirita? Cuanto mayor es la cantidad en mano, mayor el dinero que puedes sacar, simplemente no creo que harías semejante cosa. O es que-"

Amati se paró momentáneamente, entonces hablo, con sus ojos verdaderamente mostrando una total ira:

"Corre el rumor de que siempre y cuando recibas el dinero que se te debe, no te importa lo más mínimo como acabe la señorita Horo, ¿podría ser esto cierto?"

Las palabras pronunciadas por Amati instantáneamente aclararon lo que Horo había dicho, al igual que lo que Amati estaba pensando.

De Amati surgió la atrevida naturaleza de un caballero, de alguna forma molesto a Lawrence para que lo soportara.

"No. Para mí, Horo es una persona muy importante," dijo Lawrence.

"En ese caso, ¿Cómo podrías-"

"Por supuesto, no te la venderé de manera tan simple."

Si esto fuera una competición donde las palabras hostiles fueran lanzadas entre los oponentes, quizás Amati sería más eficaz al manejar la situación, pero en charla de negocios 1 a 1, Lawrence estaba más que seguro de que no perdería contra Amati.

Lawrence había entendido el ritmo de Amati, y estaba controlando la conversación para así cambiar la situación a su favor.

Lawrence pronunció sus premeditadas líneas con una voz extremadamente serena:

"Deseo venderte a crédito."

Posiblemente debido a haber escuchado un término desconocido, Amati preguntó por respuesta:

"¿Venderme.... a crédito?"

"Precisamente."

"Lo que significa que....."

"Lo que quiero decir es, deseo venderte pirita por valor de 500 monedas de plata de Trenni mañana por la tarde según su actual valor del mercado."

Cada vez que Horo chuleaba sobre su fino sentido del oído, siempre decía que era incluso capaz de escuchar el sonido producido por una mueca, y ahora Lawrence sintió como si él fuera capaz de escuchar eso mismo.

Era aparente, entonces, que la cara de Amati expresaba cuan confuso estaba por todo esto.

"En ese caso, simplemente háblame sobre esto mañana en la tarde..." dijo.

"No, deseo recibir el pago ahora mismo".

La cara de Amati se volvió hasta más confusa.

A menos que Amati poseyera capacidades de actuación a la par que Horo, estaba claro que no sabía nada en lo referente a vender en crédito.

Si a un comerciante le faltaba información, era como ir a un campo de batalla con los ojos vendados.

Lawrence estiró la cuerda del arco fuertemente y se preparó para lanzar la flecha.

"En otras palabras, aceptaré 500 monedas de plata tuyas, Sr. Amati, aquí y ahora, y te daré mañana en la tarde la cantidad de pirita equivalente a 500 monedas de plata en este preciso momento."

Amati pensó mucho en esto. Superficialmente, vender en crédito no era un concepto difícil de entender.

No había pasado mucho antes de que Amati pareciera haber entendido un poco sobre el modo en que funcionaba la venta en crédito.

"Lo que quiere decir es que, mañana en la tarde, incluso si el precio de mercado de la pirita es mayor que su actual valor, aún tendré que recibir la cantidad de pirita calculada de acuerdo al valor actual que tenemos ahora, ¿correcto?" dijo.

"Precisamente. Por ejemplo, si yo te fuera a vender un bloque de pirita por valor de 1200 Iredo en crédito, recibiría 1200 Iredo tuyos ahora mismo. Mañana en la tarde, incluso si el valor hubiera subido a 2000 Iredo, todavía tendría que darte el bloque de pirita."

".....Por otro lado, incluso si el valor cayera a sólo 200 Iredo mañana en la tarde, sólo recibiría el bloque de pirita, ¿correcto?"

"Exactamente."

La velocidad de reacción de Amati era ciertamente rápida.

Pero, Lawrence seguía preocupado de si Amati sería capaz de descubrir el significado de este trato.

Analizándolo de manera sencilla, vender en crédito no era distinto de vender el producto en el acto.

Una vez que el producto en mano hubiera sido vendido, si el valor del producto fuera a crecer, te lamentarías de haberlo vendido demasiado temprano, y si su valor fuera a decrecer, te alegrarías por haberlo vendido ya.

Pero, la diferencia en tiempo entre la transacción del dinero y la del producto era un punto decisivo.

Esta diferencia era exactamente lo que Lawrence deseaba que Amati viera.

Si Amati no fuera capaz de darse cuenta de esto, las posibilidades de que rechazara el acuerdo serían extremadamente altas.

Amati abrió su boca:

"En realidad no es distinto de un trato normal, ¿no?"

Amati no lo había visto.

Lawrence controló sus emociones cruzadas. Para conseguir que Amati comprendiera, había preparado una explicación.

En ese momento, Amati le detuvo.

"No, debería haber una diferencia."

Amati sonrió satisfecho. Su cara de jovenzuelo se transformó en la de un comerciante, que sólo respondía a ganancias y beneficios.

"Estas esperando conseguir algún beneficio de este negocio en el que te has introducido un poco tarde, ¿me equivoco?"

Parecía que Lawrence no necesitaba hacer ninguna explicación más.

Un comerciante no haría un trato sin sentido. Si, tras un vistazo, un trato parecía ser inútil, quería decir que el observador falló en una completa comprensión.

"Si comprar a crédito es una forma de conseguir un producto sin tener los fondos en mano, entonces esta venta a crédito es una forma de vender un producto y conseguir el dinero sin tener realmente el producto en mano. Si comprar a crédito trae beneficios cuando algunos productos en mano suben de precio, entonces cuando alguien esta vendiendo a crédito, si el valor de la moneda subiera, una ganancia sería conseguida. En otras palabras, una caída en el precio del objeto vendido traería ganancias," continuó Amati.

Por si fuera poco, al hacer el trato, no tener el producto en cuestión no constituía problema alguno.

Porque este era un trato realizado bajo la promesa de entregar el producto en un punto futuro del tiempo.

"Jaja, esto es algo nuevo. Estar sólo involucrado en tratos sobre pescado me ha dejado ignorante de cuan grande el mundo es. Me has elegido como blanco de este negocio porque... no, la razón parece obvia sin decir nada en lo que refiere al tema. Si te comprase una cantidad adicional de pirita por valor de 500 monedas de plata, según suba el precio, mis ganancias por supuesto incrementaran con la subida, pero cuando el precio caiga, mis perdidas incrementaran también. Cuando llegue el momento en el que consigas un beneficio, será también el momento en el que sufriré perdidas."

Amati sacó pecho, con una expresión total de seguridad.

Lawrence, por otro lado, podía sentir su propia cara quedarse falta de expresión alguna.

La mano que sujetaba la cuerda del arco tembló tensamente.

Amati continuó hablando:

"Lo que quiere decir esto es...."

Lawrence estaba un paso adelantado, liberando la flecha:

"Sr. Amati, te reto a un duelo."

Los bordes de la boca de comerciante de pescado se elevaron.

Esa sonrisa era ciertamente una perteneciente a un comerciante.

"Esto no puede ser llamado un duelo, ¿no?"

Aún así, las palabras que salieron de la boca del comerciante fueron las siguientes.

"Un tan llamado 'duelo' se supone que ocurre bajo la condición de que ambas partes poseen las mismas posibilidades, y este trato no es igualitario en absoluto. No creo que tú, Sr. Lawrence, estés diciendo que esta venta a crédito sólo tiene sentido entre tú y yo."

"¿Qué quieres decir?"

"No planeas realizar el trato sin firmar un certificado, ¿verdad? Lo que quiero decir es, ¿puede este certificado ser pasado a otra persona?"

Exceptuando áreas muy remotas, los tratos referentes a deudas y derecho a crédito eran comúnmente realizados.

Por supuesto, los certificados de venta a crédito no eran la excepción.

"Si fuera a proponer un trato con tan limitada libertad, estoy seguro de que no estarías dispuesto a aceptarlo. ¿No sería el riesgo demasiado grande en ese caso?" dijo Lawrence.

"Exacto. Incluso si el precio de la pirita fuera realmente a caer mañana tarde como tú, Sr. Lawrence has previsto, siempre y cuando su valor alcance la cantidad que necesito durante el día, venderé la pirita. Si tuviera alguna restricción para vender en ese momento, tendría dudas de si debería o no aceptar el trato. Aunque, si estás dispuesto a aceptar este punto, entonces esto no contaría como un trato en el que las posibilidades son igualmente favorables para ambos."

Lawrence escuchó en silencio. Amati continuó hablando:

"Eso sería demasiado injusto para ti, Sr. Lawrence, ya que sólo necesito una pequeña subida en el precio de la pirita para alcanzar mi meta. Aunque, teniendo en cuenta mis propios intereses, tampoco estaría dispuesto a aceptar un trato que esté a tu favor."

En otras palabras, sin importar las condiciones, Amati no estaba dispuesto a aceptar el trato.

Pero, un comerciante no se daría simplemente por vencido en un trato tras una simple negación.

Lawrence dijo tranquilamente:

"Si sólo fueras a observar sólo el trato directamente, lo que has dicho sería correcto. Aunque, si llegaras a ampliar tu perspectiva un poco, semejante nivel de injusticia está justificada."

"¿....Quieres decir que...?"

"Lo que quiero decir es que, es posible que Horo destroce el certificado de matrimonio. Estás guardándote una copia, ¿cierto?

Amati observó a Lawrence estupefacto.

"Incluso si llegaras a pagarme las 1000 monedas de plata de su deuda, todavía no podrías evitar el riesgo de que Horo agitara su cabeza negándose para finalmente conseguir sacar nada de esto. Comparado con el riesgo que corres, la pequeña injusticia con la que me encuentro es insignificante," Lawrence continuó.

Aún así, una sonrisa inmediatamente apareció la cara de Amati, y contraatacó con un resoplido de su nariz:

"¡Ja! Dudo que tengas que preocuparte por eso. Oí que tuvieron una gran discusión."

Lawrence podía sentir el calor extendiéndose por su cuerpo, como si su espalda hubiera sido pinchada por una lanza de hierro incandescente. Aún así, recurrió a toda su fuerza y experiencia como comerciante, contraatacando antes de que la agitación se mostrara en su cara:

"Durante nuestros viajes, Horo ha llorado 3 veces en mis brazos."

Habiendo dicho esto Lawrence, Amati fue el primero en mostrar sus emociones a través de su cara.

La cara de Amati, que llevaba una falsa sonrisa, se paralizó en el acto. Lentamente, comenzó a hacer el sonido de bocanadas largas y suaves.

"Dejando de lado que Horo es muy mona cuando llora, es una lástima que su personalidad sea tan cabezota e intratable. A menudo realiza acciones contrarias a sus verdaderos sentimientos. En otras palabras-"

"¡Acepto el trato!"

Amati forzadamente corto en seco el discurso de Lawrence, su expresión era la de un caballero que había aceptado un duelo.

"¡Acepto el trato que me propones!"

"¿Crees que haces verdaderamente lo correcto?"

"No digas más, ¡lo acepto! Estaba... estaba preocupándome de que si te dejara sin nada, sería demasiado rastrero, por eso dije lo que dije. Aunque, ya que te has esforzado tanto, lo acepto. De hecho, también me llevaré tu fortuna y todo lo que te quede."

La cara de Amati estaba roja de furia.

¿Por qué no podía Lawrence sonreír en semejante momento?

Lawrence mostró una sonrisa como la de un cazador llegando a su trampa para recoger su presa capturada, entonces estiró su mano derecha y dijo:

"¿Deseas aceptar el trato?"

"¡Ni siquiera lo dudes!"

Las manos que chocaron entre ellas fuertemente, cada una era una mano que intentaba robarle el tesoro al otro.

"Entonces vayamos a firmar el contrato ahora mismo."

Lawrence prefería analizar todo con una cabeza fría y concluir esto.

En lo referente al lugar y momento actual para el trato, podría decirse que ambas partes estaban igualadas. Quizás sería hasta más apropiado decir que Amati poseía una pequeña desventaja.

¿Se había dado cuenta Amati de esto? No, era lo más probable ya que no se había dado cuenta de que estaba dispuesto a aceptar el trato.

Sin importar eso, incluso si Amati se diera cuenta de ello ahora, sería demasiado tarde.

Ambos pidieron lápiz y pluma al encargado del bar, y firmaron el contrato allí en ese instante.

Aunque, ya que Amati tuvo problemas para conseguir las 500 monedas de plata en efectivo, Lawrence acepto dejarle sustituir las 200 monedas de plata faltantes por los 3 caballos que tenía en posesión. Los dos acordaron realizar el pago en metálico cuando tañera la campana k señalaba la apertura del mercado a la mañana siguiente, y el pago de los caballos por la tarde.

Si la información que Horo le había entregado era fiable, Amati debería tener 200 monedas de plata en efectivo, una cantidad de pirita por valor de 300 monedas de plata, junto a 200 monedas de plata por valor de propiedades revendibles.

Dejando de lado que, comparándolo con lo actual, la cantidad de efectivo de Amati en mano era de 100 monedas mayor, que usara a los 3 caballos para reemplazar las 200 monedas de plata que le faltaban probablemente indicara que estos 3 caballos fueran las propiedades revendibles que poseía.

Si este fuera el caso, Amati poseía en pirita el equivalente a 800 monedas de plata. Esto significaba que si el valor de la pirita subiera un 25%, sería capaz de conseguir 1000 monedas de plata. Si la verdadera fortuna de Amati fuera mayor que lo indicado en la información de Horo, entonces incluso con un incremento menor sería suficiente.

Aún así, Lawrence no sentía que estuviera en desventaja.

"Entonces zanjemos esto mañana por la tarde,"

Amati elevó su cabeza y dijo estas palabras excitadamente según estampaba el sello. Lawrence le hizo un gesto firme con la cabeza en respuesta.

La mención de Lawrence de Horo llorándole en sus brazos pareció haber un gran efecto.

Parecía que un comerciante sería inútil en el momento que se involucrara con cosas sin relación alguna con los negocios.

"Entonces deberé marcharme, y no molestar más este agradable momento con el vino,"

Dijo Lawrence tras completar el contrato, y se fue del bar.

La flecha que Lawrence lanzó marcó un golpe directo en el corazón de Amati. Dejando de lado que Lawrence sentía que el propio Amati debía haberse dado cuenta de que había sido cazado, había otra cosa que Lawrence había olvidado mencionar a propósito.

Y esto era el hecho de que la punta de flecha había sido bañada con un veneno de acción lenta, conocido sólo por la gente que conocía los detalles involucrados en la venta a crédito.

Los comerciantes oscilaban entre las líneas de honestidad y engaño.

No había razón alguna para explicar todo.

Ya que todos los comerciantes eran de manera natural liantes.




Tras firmar el contrato de venta a crédito de la pirita con Amati, Lawrence se dirigió directamente al mercado.

Aunque ya eran bastante pasadas de las horas de trabajo, el ambiente del mercado era tan intenso como había sido durante el día. Los comerciantes estaban realizando festines bajo la iluminación de la luna, e incluso los guardianes se habían añadido a la inacabable fiesta.

Tras llegar al puesto de Mark, Lawrence descubrió que Mark aún seguía allí y no se había ido a casa.

Mark no estaba bebiendo con nadie, sino simplemente bebiendo solo, acompañado por el intenso ambiente. Esta visión reveló que alguna vez fue un vendedor ambulante.

"¿Hmm? ¿Qué ocurre? ¿No tienes que hacerle compañía a la princesa?"

Mark dijo esto tras descubrir el acercamiento de Lawrence. Lawrence encogió sus hombros, revelando una forzada sonrisa.

Sonriendo, Mark dijo, "Primero tomate un trago", y le sirvió algo de cerveza de una jarra de arcilla en una jarra para Lawrence.

"¿Te molesto?" preguntó Lawrence.

"Jaja. Lo harías si te fueras a quedar sobrio. No lo harás si te emborrachas."

Tras sentarse en la silla hecha con un tronco cortado bastante corto, Lawrence dejó la bolsa que contenía monedas de oro y plata, y comenzó a beber la cerveza que Mark le había servido. Según daba un buen trago de cerveza burbujeante en su boca, el dulce sabor se extendió instantáneamente, y el refrescante y fuerte sabor fluyó por su garganta.

Esto era porque el lúpulo de la cerveza había tomado todo su efecto.

Como se esperaba de un comerciante de trigo, distinguir entre buena y mala cerveza no parecía problema para él tampoco.

"Esta cerveza es de la buena," dijo Lawrence.

"Eso es porque las cosechas este año han sido buenas para todos los tipos de cereales. En los tiempos en los que la cosecha es mala, incluso la cebada usada para hacer cerveza podría ser usada para hacer pan en su lugar, por lo que debemos estar agradecidos al dios de la cosecha."

"Jaja, cierto. Aunque..."

Lawrence dijo esto según dejaba la jarra de cerveza en la mesa que compartían.

"Hay algo que quiero decirte, Aunque no creo que sea el tema ideal para animar un festejo."

"Aye...geh. ¿Tiene algo que ver con conseguir dinero?"

"No, es difícil de decir. Dependiendo como avancen las cosas, quizás pueda hacerse algún beneficio, pero no estoy interesado en eso."

Mark cogió un poco de pescado en salazón y lo metió en su boca, abriendo su boca para hablar según continuaba masticando, haciendo sonar crujidos según masticaba la sal:

"¿No estás siendo demasiado honesto? Deberías haber dicho que es beneficioso, entonces estaría más que feliz de ayudarte a hacerlo."

"Por supuesto te pagaré una tasa por servicios. Además, dependiendo de como se desarrolle el asunto, quizás traiga consigo algún dinero."

"¿Y eso?"

Lawrence se limpió la malta que había quedado en la comisura de sus labios, y abrió su boca para hablar:

"Cuando acabe el festival, todo el trigo se recogerá para comprarlo y venderlo, ¿no?"

"Claro."

"Cuando llegue ese momento, quiero que extiendas un rumor."

Mark reveló el tipo de expresión que alguien pondría al determinar la calidad de la harina.

"No voy a hacer nada peligroso," dijo.

"Si fueras a decirlo tú mismo, eso podría ser peligroso, pero si fuera a decirlo el chico, no debería haber problema entonces ¿cierto?"

De hecho, Lawrence sólo deseaba extender un pequeño rumor.

Aunque, los rumores poseían un poder temible.

Había oído que hacía mucho tiempo, había un gran país que paseó por el camino a la destrucción simplemente porque un joven de algún pueblo había dicho que el rey parecía haber caído enfermo. Las palabras del joven se fueron pasando de boca en boca, y en algún momento se extendió a varios países vecinos, finalmente resultando en la desintegración de alianzas, y la invasión y segregación de las tierras del gran país.

El número de temas de conversación que la gente tenía era en verdad bastante limitado.

Y sus oídos existían por el único propósito de escuchar a rumores tan pequeños para así extenderlos casi inhumanamente.

Mark hizo gestos con su barbilla, pidiéndole a Lawrence que continuara.

"Cuando dé la señal, deseo que alguien me ayude a decir en un lugar concreto-que casi es la hora para que el precio del trigo comience a subir."

En el instante que Mark escuchó esto, se detuvo totalmente, como si el tiempo se hubiera congelado, y su mirada se dirigió a algún lugar lejano. Mark estaba analizando las implicaciones de las palabras de Lawrence.

Poco después, Mark reveló una sonrisa incrédula, y volvió a centrar sus ojos.

"¿Intentas intencionadamente bajar el precio de ese mineral?"

"Eso es bastante correcto."

Lawrence supuso que los que compraban y vendían pirita eran en su mayoría personas que habían venido al pueblo a vender toda su mercancía y comprar algunos productos para llevárselos cuando se fueran.

Cuando estas personas se marchaban, el producto principal que compraban mayoritariamente era sin duda el trigo.

Cuando se juntaba trigo para comprar y vender, si existieran palabras sobre que el precio del trigo empezaría a subir, todos seguramente venderían la pirita que habían comprado para sacar algo de dinero extra, e inmediatamente comprar lo que en principio ya era como la mercancía que querían comprar.

En semejante situación, el precio de la pirita sin duda comenzaría a caer.

Además, una vez que el precio comenzara a caer, tan pronto como un cierto punto critico se alcanzara, continuaría cayendo en picado con todos los demás también vendiendo para no perder.

El comerciante de trigo echó un gran trago de cerveza antes de decir calmadamente:

"No esperaba que fueras una persona tan estúpida."

"¿Y si fuera a decirte que estaba planeando vender simultáneamente pirita por valor de una considerable suma?, ¿seguirías pensando así?"

Mark pestañeo una vez. Tras sopesar esto por un momento, preguntó a Lawrence la pregunta clave:

"¿Cuánto?"

"1000 monedas de plata."

"¡¿Cómo....1000?! ¿Eres tonto? ¿Tienes idea alguna de cuánta perdida te causaría hacer eso?"

"Sin importar cuanto caiga el precio, no me importa."

Mark mostraba una expresión totalmente amarga, rascándose su barbilla repetidamente y causando que su barba hiciera un ruido continuo. Su mirada iba de arriba a abajo, y un gruñido salió de su boca. Por su apariencia, parecía que no podía entender lo que Lawrence estaba pensando.

"Siempre y cuando consiga comprar otra cantidad de pirita por valor de 500 monedas de plata, si el precio sube o baja al final, mi monedero no se vería afectado."

Era Amati quien estaba en desventaja en el trato propuesto por Lawrence.

Esta era precisamente la razón.

"Maldición, venta a crédito ¿eh?" dijo Mark.

Si el precio del producto en mano llegara a subir, por supuesto el monedero de uno no recibiría daños, pero en el caso especial en el que incluso una caída del precio el monedero siguiera sin sufrir daños era difícil de encontrar.

Si el precio del producto vendido cayera, todo lo que había que hacer era recomprarlo al nuevo menor precio y dárselo a la otra parte del trato. Si, por otra parte, el precio del producto llegara a subir, lo que conllevaría un beneficio directo; siempre y cuando la venta a crédito del producto original estuviera cercana con el precio del que comprara más tarde, en algunos casos podría llegar la situación en la que el dinero de Lawrence no sufriera ni subida ni bajada sin importar si el precio de la pirita subía o bajaba.

Por si fuera poco, el punto más decisivo en la ventaja de Lawrence era el hecho que una vez el producto fuera vendido en grandes cantidades, su precio inevitablemente caería, eso sumado al hecho de que Amati tenía que conseguir que el precio de la pirita subiera porque necesitaba obtener beneficios sin importar cómo.

En otras palabras, el plan de Lawrence era usar las 500 monedas de plata que consiguió de Amati mediante la venta a crédito, y junto con el resto del efectivo que tenía en posesión ir comprando pirita, y entonces vender toda la pirita que tenía de una vez para causar una grandísima caída en picada de su precio.

Era posible hacer algo semejante en el momento que uno conseguía desechar la idea de los beneficios.

Como un antiguo vendedor ambulante, Mark inmediatamente detectó el plan de Lawrence.

Por supuesto, también detectó quien era el oponente de Lawrence.

"El pobre comerciante de pescado que ha sido timado por ignorante seguro levanta la simpatía de uno."

Lawrence encogió sus hombros en respuesta para Mark.

Pero el plan, que a primera vista parecía tener gran ventaja, también tenía un punto que molestaba a Lawrence.

Verdaderamente no existía en este mundo nada como un plan perfecto.

"Aunque ese tipo es de los que están atentos de cuan peligroso es participar en un trato con el que no están familiarizados," dijo Mark.

"Aye, debió estar alertado de los riesgos, pero aún así aceptó el trato. Y a mí no se me olvidaría recordarle el riesgo de incluso esto."

Mark dejó escapar una suave risa proveniente de su garganta, entonces terminó el resto de cerveza y dijo con un cambio en su expresión:

"Entonces, ¿es eso todo lo que querías pedirme?"

"Hay otra cosa."

"Continua."

"Ayúdame a encontrar y comprar pirita."

Escuchando esto, Mark simplemente observó a Lawrence pareciendo que no se lo esperaba.

"¿Firmaste el contrato sin primero conseguir tener los fondos de pirita?" preguntó.

"Desafortunadamente, no tengo tanto dinero. ¿Puedes ayudarme?"

Esta era la razón por la que Lawrence no podía calmar su mente.

Sin importar lo perfecto que fuera el plan, nada podía hacerse a menos que todas las condiciones necesarias se cumplieran.

Además, la condición que le faltaba a Lawrence era muy difícil de conseguir.

Por supuesto, Lawrence también podía esperar al amanecer para comprar la pirita en el mercado. Aunque, si llegara a comprar pirita por valor de varios cientos de monedas de plata en el mercado, una repentina subida del precio de la pirita sería un resultado inevitable.

Lawrence necesitaba trabajar entre las sombras, y comprar pirita de una manera que no afectara su precio de mercado.

Para conseguir realizar esto finalmente, el mejor modo era reunir una gran cantidad de pirita haciendo una serie de pequeñas compras utilizando las conexiones entre los comerciantes del pueblo.

"La condición en el pago es sólo efectivo. El precio no importa, incluso si está por encima del precio de mercado. Si la cantidad es relativamente grande, el precio puede pagarse directamente en Rumiones," dijo Lawrence.

Si una moneda de plata de Trenni era una espada afilada, entonces una moneda de oro Rumione sería el equivalente de un bosque de lanzas alineadas densamente unas junto a otras. Al comprar un producto de valor alto, la moneda de oro Rumione podría decirse que era el arma más poderosa del mundo.

Pero, aunque Lawrence poseyera efectivo, no tenía conexiones en el pueblo, y dejando de lado a Mark, no tenía ningún amigo que le ayudara.

Si Mark llegara a negárselo, Lawrence tendría que recurrir en su propia fuerza para reunir la pirita.

En este pueblo al que Lawrence sólo venía un par de días cada año para hacer negocios, era simplemente imaginable cuan difícil sería para Lawrence reunir una gran cantidad de pirita en solitario.

Pero, Mark simplemente miraba en una dirección desconocida, su cuerpo se detuvo completamente.

"Te pagaré el favor y mi gratitud. Tampoco será una pequeña cantidad."

Lo que Lawrence quiso decir era que no estaría pagando sólo un servicio.

Oyendo esto, Mark miró a Lawrence momentáneamente.

Mark era, después de todo, un comerciante. Era simplemente natural que no estuviera dispuesto a hacer un trabajo sin compensación.

Y entonces, Mark dijo en un instante:

"No puedo hacerlo."

"Perfecto, entonces......¿Ehh?"

"No puedo hacerlo."

Esta vez Mark estaba mirando a los ojos de Lawrence según lo decía.

"¿Cómo-?"

"No puedo ayudarte con eso"

Esto lo dijo Mark con un tono y una expresión serios. Lawrence se echó hacia delante y dijo con énfasis:

"Te agradeceré tu trabajo. No seré tan quisquilloso como para sólo pagarte un servicio. No tendrás nada que perder. Estas condiciones son muy buenas, ¿no?"

"¿No tendré nada que perder?"

Con su barba afeitada para que su cara tuviera una forma cuadrada, en el momento que frunció el ceño, la cara de Mark se volvió tan sólida como la roca.

"¿No es así? Te estoy pidiendo ayuda para buscar y comprar pirita, no para hacer ningún tipo de inversión. Además, estarás pagando en efectivo. ¿Qué podrías siquiera perder?"

"Lawrence."

La palabra dicha por Mark era más poderosa que cualquier tipo de señal de stop para detener las palabras de Lawrence.

Pero, Lawrence no podía entender que estaba pasando por la mente de Mark. Era imposible para un comerciante negarse cuando se encontraba con un trato que prometía una recompensa razonable y no involucraba riesgo alguno.

¿Por qué entonces Mark dijo que no podía hacerlo?

¿Podía ser que Mark sólo veía el lado malo de Lawrence? Habiendo pensado esto, una emoción cercana a la ira por las sospechas empezó a hervir en el alma de de Lawrence.

En ese momento, Mark continuó hablando:

"El dinero que puedes pagarme es, ¿cuánto?, ¿10 Rumione como mucho?"

"Considerando que es sólo por hacer algunas compras por mí, semejante recompensa es más que suficiente, ¿no? No es como si te pidiera que cargaras con el peso de las compras de un equipo de negocios completo, y que escalaras montañas para que volvieras el mismo día."

"Lo que quieres que haga es que vaya por todo el mercado para ayudarte a buscar y comprar pirita, ¿cierto? Eso es exactamente lo mismo."

"¡En que punto son exactamente.....!"

La silla hecha con un tronco en la que estaba sentado Lawrence cayó al suelo haciendo un ruido seco. Lawrence se había echado hacia delante de manera intimidante, y estaba a un paso de agarrar a Mark cuando recuperó la compostura.

Aún así, Mark no se había movido lo más mínimo.

La expresión de comerciante que Mark llevaba en su cara tampoco cambió un ápice.

"Erhh.... ¿En qué punto son exactamente lo mismo? No te estoy pidiendo que pases toda la noche yendo y viniendo por el mercado, cargando con mercancías pesadas, y mucho menos que te dirijas a algún camino de montaña rocosa donde podrías estar expuesto a peligro o accidentes. Todo lo que estoy diciendo es que me gustaría que me ayudaras a comprar pirita usando tus contactos."

"Me refiero a que es exactamente lo mismo, Lawrence,"

Mark dijo lentamente.

"Tú eres un vendedor ambulante que vienes y vas por los caminos, y yo soy un comerciante cuyo campo de batalla es este mercado. Los peligros que tu percibes son todos los que un vendedor ambulante podría encontrarse."

"Ah....."

Lawrence se tragó el sonido que él mismo hizo, y Mark también apretó sus cejas fuertemente como si hubiera tragado algo amargo.

"Desde la perspectiva de un comerciante asentado, mostrarse decidido en lanzarse a la primera oportunidad posible de conseguir dinero seguramente no podría entenderse como virtud. Comparado con hacer grandes fortunas usando trabajos secundarios, vivir de forma honesta gracias al trabajo principal de uno es lo que define a un verdaderamente prestigioso comerciante asentado. Sin importar que sea el dueño de este puesto de venta, la reputación de mi puesto no sólo involucra a mi propio nombre. Este puesto de venta está relacionado con mi reputación, de la mi esposa, todos mis parientes, a la vez que a todos los que hacen negocios aquí. Si es sólo hacer unas pequeñas ganancias secundarias, incluso si la causa no está del todo clara, verdaderamente no es malo actuar tan rápido como sea posible..."

Llegado a este punto, Mark se sirvió algo más de cerveza en su jarra y tomó un buen trago. Dejando de lado que sus cejas seguían fuertemente apretadas, probablemente no fuera porque la cerveza fuera demasiado amarga.

"...pero ayudarte a buscar y conseguir la pirita por valor de 500 monedas de plata que buscas es otro totalmente distinto. ¿Cómo crees que la gente a mi alrededor pensaría de mí? Seguramente pensarían que soy un bueno para nada cuya alma no está unida a su negocio principal y que busca hacerse rico usando ganancias tan poco claras. ¿Eres capaz de pagarme una suma proporcional a semejante riesgo? Ya que solía ser un vendedor ambulante, me atrevo a decir que la cantidad de dinero que maneja regularmente un comerciante en un pueblo es tal que un vendedor ambulante que sólo consigue pequeñas sumas no puede ni compararse."

Lawrence era incapaz de hacer algún tipo de replica, y se quedó completamente sin palabras.

Mark lanzó su última declaración sobre el asunto:

"Mi tienda puede parecer pequeña, pero tanto su nombre como su letrero poseen un sorpréndete gran valor. Si el nombre resultara dañado, la cantidad necesaria para reparar el daño iría fácilmente más allá de 10 o 20 monedas de oro."

La declaración definitiva.

Lawrence no podía pronunciar palabra, y su mirada cayó a la superficie de la mesa.

"Así son las cosas."

No es que Mark viera sólo el lado malo de Lawrence, ni era su intención hacerle infeliz.

Lo que Mark había dicho era sencillamente lo correcto.

Pero entonces, esto sólo llevó a Lawrence a comprender más claramente que aunque fueran ambos comerciantes, él y Mark vivían en mundos totalmente diferentes.

"Lo siento."

Incluso al escuchar esto de Mark, Lawrence no pudo encontrar palabras con las que responder.

El número de personas restantes a las que Lawrence pudiera ir en busca de ayuda podían fácilmente contarse con una mano.

"No....no pasa nada, siento haberte causado tanta molestia," respondió Lawrence.

Si quedara alguien a quien pedirle ayuda, la única persona en la que Lawrence podía pensar era Bartose.

Ya que estaba claro que no recibiría ayuda de Mark, Lawrence sólo podía poner todas sus esperanzas en Bartose.

Pero, Lawrence recordó que cuando Bartose estaba dándole pistas sobre el método de Amati para conseguir dinero, había mencionado que Amati estaba empleando formas no tan propias.

Para Bartose, que llevaba piedras pesadas mientras atravesaba caminos en montañas rocosas, recibir pirita en una mano e inmediatamente venderla desde la otra mano para grandes beneficios seguramente era un acto deshonroso.

Llegado a este punto, Lawrence no pudo evitar pensar que las posibilidades de que Bartose le ayudara eran muy pequeñas, pero no tenía elección sino dejar de lado sus dudas e intentar hacerle una visita.

Lawrence estaba totalmente decidido, inclinó su pecho hacia delante a modo de reverencia y levantó su cabeza.

En el momento que levantó su cabeza, Mark habló:

"Así que incluso alguien tan tranquilo como tú puede ponerse así, ¿eh?"

La mirada de Mark no era ni incrédula ni mofante. Simplemente lo dijo con una expresión un poco sorprendida.

"Ah, lo siento, no te enfades. Sólo estoy un poco sorprendido."

Viendo a Mark apresurándose a explicarse, Lawrence claramente no estaba enfadado. Incluso el propio Lawrence se sintió de alguna forma sorprendido.

"Aunque, encontrándote con una compañera como la tuya, no me pregunto como te volviste así. Incluso si no pones tanto esfuerzo en intentar detener a Amati, tu compañera no se rendiría a sus pies tan fácilmente, ¿no? Incluso alguien como yo que sólo la he visto contigo una vez piensa así, por lo que pon un poco de confianza en ella."

Dicho esto, Mark finalmente mostró una sonrisa. Lawrence, por otro lado, no mostraba expresión alguna según respondía:

"Me ha pasado un certificado de matrimonio firmado. La otra persona es Amati por supuesto."

Los ojos de Mark se abrieron completamente, entonces comenzó a rascarse su barbilla haciendo ruidos con su barba, viéndose como si hubiera pisado sin querer una mina.

Viendo la reacción de Mark, Lawrence involuntariamente suavizó la fuerza de sus hombros.

"Si nada hubiera pasado, estaría confiado seguramente. Pero, realmente ha pasado algo...," dijo.

"¿Pasó después de que vinieras aquí y te fueras? Un simple paso de diferencia en la vida puede llevar al infierno... aún así, sigues necesitando tener esperanza, y eso es por lo que estás trabajando tan duramente para encontrar una solución, ¿cierto?"

Notando un asentimiento de Lawrence en respuesta, Mark hizo un gesto levantando su barbilla, y entonces dijo con un suspiro:

"Aunque sé que tu compañera no tiene un carácter fácil de manejar, no creí que hiciera algo tan atrevido... ¿conoces a alguien más que puedas buscar para que te ayude?"

"Bueno, intentaré preguntar al Sr. Bartose para empezar."

"El Sr. Bartose ¿eh?. Ya veo. ¿Intentas que le pregunte a esa mujer por ti?"

Escuchando a Mark decir esto en voz baja, Lawrence preguntó en respuesta:

".....¿Esa mujer?"

"¿Cómo? ¿No estás planeando hacer que le pregunte a esa mujer por ti? Ya sabes, la cronista. ¿No la conociste ya?"

"Si te refieres a la Srta. Deanna, ya me encontré con ella, pero no acabo de entender a donde quieres llegar."

"Si no te preocupa los problemas que pudiera causarte más adelante, creo que puedes intentar consultarle a esa mujer."

¿Qué estás intentando decir exactamente?"

Preguntó Lawrence. Tras mirar de reojo por un instante, Mark bajó su voz un poco y dijo:

"Esa mujer es alguien que tiene control sobre las regiones del norte. Se dice que incluso es la ventana de enlace entre los alquimistas. Desde nuestro punto de vista, es todo gracias a la presencia de esa mujer que los alquimistas, tan vulnerables a ataques de distintos grupos, son capaces de reunirse en un lugar. Por supuesto, la verdad sólo la pueden saber los aristócratas del pueblo, y los sabios de la administración del pueblo. Y también...."

Mark tomó un trago de su cerveza y continuó:

"Cualquier ciudadano de aquí inmediatamente pensaría, 'Todos los alquimistas deberían poseer pirita'. Aunque, para no causar problemas y poder hacer negocios en paz, es necesario no asociarse con esas personas. Para el Sr. Bartose, ya que siempre hace tratos con los alquimistas es la causa por la que rara vez hace negocios con nadie más. Aunque, sería más apropiado decir que no puede hacer negocios con nadie más. Si no temes causarte problemas futuros, hacer que el Sr. Bartose le pregunte a esa mujer en tu lugar es también una posible solución."

Ante la repentina revelación, Lawrence no podía saber inmediatamente si era cierto o no, pero se imaginó que Mark no ganaba nada mintiendo.

"Dependiendo de la situación, podría hacerse el intento. ¿No tienes las llamas demasiado cerca ya?" dijo Mark.

Aunque se veía bastante inútil, no podía negar que la negativa de Mark había causado que su situación se volviera bastante peligrosa.

"Estoy verdaderamente contento con que vinieras a pedirme ayuda. Pero, todo lo que puedo hacer es darte ideas."

"No, ya me has hecho un gran favor. Casi dejo escapar semejante gran oportunidad."

Por otra parte, Lawrence sabía que la razón de Mark para negarse estaba completamente justificada.

Mark era un comerciante asentado, y Lawrence un vendedor ambulante. Estando en posiciones distintas, naturalmente habría una gran diferencia entre las cosas que se podían y las que no se podían hacer.

"Puede ser raro que alguien que acaba de negarte su ayuda diga esto... pero, rezaré porque salgas vencedor," dijo Mark.

Esta vez fue Lawrence quien reveló una sonrisa.

"Me has dado una buena lección. Eso en sí mismo es bastante valioso,"

Dijo Lawrence sin el menor sarcasmo o intenciones ocultas. En el futuro, cuando Lawrence tenga que tratar con comerciantes asentados, se aseguraría de tener la experiencia de hoy en consideración. Lawrence no estaba mintiendo al decir que había aprendido una lección.

Pero, escuchando las palabras de Lawrence, Mark comenzó a rascarse la barbilla una y otra vez haciendo que su barba hiciera un ruido de raspado.

Entonces, Mark apretó fuertemente sus cejas y miró en otra dirección mientras decía:

"Puede que no sea capaz de realizar acciones abiertamente, pero si sólo tengo que susurrar la cantidad de dinero que alguien tiene en su monedero, eso no me causaría ningún problema."

Notando la sorpresa de Lawrence, Mark cerró sus ojos mientras continuaba hablando:

"Vuelve más tarde. Te diré de quien puedes comprar pirita. Al menos puedo hacer eso por ti."

".....Gracias."

Viendo a Lawrence pronunciar esto desde lo más profundo de su corazón, Mark repentinamente estalló en una carcajada, como si se hubiera dado por vencido con algo.

"Viendo esa expresión en tu cara, digo que ya no tengo que preguntarme porque la pequeña señorita haría algo tan atrevido," dijo Mark.

".....¿A qué te refieres?"

"A nada. Un comerciante necesita centrarse sólo en como hacer negocios."

Incluso aunque Lawrence estaba tentado de preguntarle a Mark para entenderlo mejor, su mente se había concentrado desde hacía rato en Bartose y Deanna.

"De todas formas, buena suerte," dijo Mark,

"Ah...oh."

Aunque Lawrence todavía sentía un nudo en su estómago, también sabía que no había tiempo que perder, y que era mejor empezar las negociaciones tan pronto como fuera posible.

Lawrence le expresó unas resumidas gracias a Mark, y dejo el puesto de venta.

Aunque, según se alejaba, Lawrence pensó para sí: quizás el dicho de que los vendedores ambulantes no podían hacer amigos era incierto.




Primero, Lawrence se dirigió directamente a la filial de la compañía.

Tenía 2 objetivos. El primero era interrogar a Bartose sobre si tenía pirita en reserva, y si tenía algún otro contacto que pudiera presentar a Lawrence. El otro era pedirle a Bartose que le llevara con Deanna una vez más.

Pero, Lawrence recordó que Bartose dijo que la forma en la que Amati compraba y vendía pirita no era enteramente decente.

Bartose era un comerciante que llevaba metales y piedras preciosas de las regiones mineras a través de caminos peligrosos. Quizás para él, semejante trato oportunista con la pirita era un acto deshonroso.

Aún así, incluso aunque supiera que en verdad le estaba presionando, Lawrence todavía tenía que hacerle una visita a Bartose.

Lawrence dejó de lado completamente el festival, que había continuado hasta tan tarde en la noche y cuya atmósfera se acercaba a los altercados, caminando por pequeñas calles según se dirigía a la filial de la compañía.

Cuando Lawrence llegó finalmente a la calle principal frente a la filial, apretadamente alineada con edificios en cada lado, vio que cada una de las filiales de las distintas compañías habían encendido farolillos, y que grandes grupos de personas estaban bailando formando círculos. De vez en cuando veía a gente de la filial, con espada larga en mano y practicando con otro de manera poco profesional. Este tipo de actividad festiva era quizás una extensión del propio festival.

Lawrence se aproximó a la Hermandad Comercial de Roween, avanzando a empujones por la calle repleta de personas. Se coló en el edificio sin saludar a los miembros de la Hermandad que estaban reunidos cerca de la puerta principal totalmente abierta, bebiendo.

Aquellos que querían beber y relajarse dentro del edificio y aquellos que querían armar alboroto fuera del edificio parecía que habían separado claramente sus propios territorios. Bajo la iluminación de las lámparas de aceite de pescado colgadas del techo, que daban un aroma único, el salón principal estaba saturado con conversaciones suaves y risotadas.

Aunque algunas personas del salón notaron a Lawrence y le lanzaron miradas curiosas, la gran mayoría parecía completamente mezclada con la atmósfera alegre del festín.

Entre estas personas, Lawrence encontró a la persona que buscaba, y se acercó a ese hombre.

El hombre estaba sentado en una mesa donde un grupo de viejos comerciantes estaban reunidos. Bajo la pequeña luz de las velas, se parecía muchísimo a un ermitaño.

El hombre era Joey Bartose.

"Siento muchísimo interrumpiros mientras bebéis."

Dijo Lawrence con una voz incluso más baja que las conversaciones cercanas. Todos los comerciantes experimentados parecieron percibir a la vez el propósito de la visita de Lawrence.

Cada persona continuó bebiendo en silencio, dándole a Bartose una rápida mirada.

El observado Bartose mostró una cálida sonrisa y habló:

"Ey, Sr. Lawrence, ¿qué puedo hacer por ti?"

"Siento la intrusión, pero hay algo que desearía discutir contigo."

"¿Tiene algo que ver con negocios?"

Lawrence dudó por un segundo, y afirmó con su cabeza.

"Entonces vayamos a hablar por allí. Posiblemente no podemos permitir que otros escuchen sin querer una oportunidad para hacerse rico ahora, ¿no?"

Los otros comerciantes de la mesa se rieron, elevando sus jarras ligeramente como diciendo, "Continuaremos bebiendo felizmente en vuestra ausencia."

Lawrence asintió con su cabeza ligeramente y fue tras Bartose, que ya se estaba dirigiendo algo más al fondo de la filial.

Contrastando con el salón principal, repleto con el aroma del licor y los sonidos de conversaciones y risotadas, cuanto más avanzábamos por el corredor del interior de la filial, la atmósfera que nos envolvía se volvía parecida a la de los callejones. En apenas un pestañeo, ambos habían llegado a un lugar apagado, y el clamor se volvió tan remoto como un fuego en la orilla opuesta de un río.

En ese momento, Bartose se paró en seco, dando media vuelta para hablar:

"¿Qué se te ofrece?"

Lawrence supuso que darle demasiadas vueltas al asunto no le llevaría a ninguna parte, por lo que fue directo al grano:

"Sí. Para ser honesto, deseo comprar pirita, y estoy actualmente buscando alguien con una gran cantidad en reserva. Sr. Bartose, estoy seguro de que debes tener contactos con pirita."

"¿Pirita?"

"Sí."

Los ojos azul oscuro casi negro de Bartose parecían gris bajo la iluminación roja con ligeras líneas de amarillo.

Y semejante par de ojos estaban directamente dirigidos a Lawrence.

"¿Tienes algún contacto?"

Escuchando a Lawrence repetir su pregunta, Bartose soltó un suspiro, se rascó sus ojos mientras decía:

"Sr. Lawrence."

"Sí."

"¿No recuerdas lo que dije cuando te estuve dando pistas sobre los medios en los que Amati estaba reuniendo dinero?"

Lawrence inmediatamente asintió con la cabeza. Por supuesto lo recordaba.

"No sólo recuerdo lo que dijiste, también recuerdo que a la Srta. Deanna parecen no gustarle las personas que tratan negocios con ella," dijo.

Bartose alejó su mano del rabillo de su ojo y la dejó suspendida en el aire sin llegar a levantarla. En ese momento, finalmente mostró una mirada de comerciante.

Era una mirada que pertenecía a un vendedor ambulante dedicado a un negocio lleno de dificultades, que se preocupaba no por los medios de hacer dinero, sino sólo por transportar los bienes correctamente.

Quizás fuera su mente jugándole malas pasadas, pero Lawrence sintió que esa mirada era similar a la de un lobo.

"¿Estás pensando en poner tus manos en la reserva de los alquimistas?" preguntó Bartose.

"En verdad es fácil comunicarse contigo. Aunque, he escuchado que no se les permite realizar negocios sin obtener el permiso de la Srta. Deanna. Por eso, deseo conseguir tu ayuda."

Lawrence rememoró los días cuando comenzó siendo un vendedor ambulante, cuando, necesitando aumentar sus clientes sin tener contactos, hacía visitas sin avisar y forzando la negociación.

Bartose abrió sus ojos, de alguna forma sorprendido, entonces con cierta dificultad bajó el volumen de su voz para decir:

"Sabiendo todo eso, aún deseas tratar con ellos. ¿Podría ser porque la pirita realmente aporta tantos beneficios?"

"No, no va por ahí."

"Entonces.... es por lo que se dice en los rumores, ¿deseas saber tu futuro, o usarlo para curar enfermedades?"

Bartose sonrió según dijo esto, de una forma que parecía como si estuviera jugueteando con su nieto. Esta era la forma exclusiva de Bartose de reírse de alguien.

Aún así, Lawrence por supuesto no se enfadó, ni se impacientó.

Por el bien de su propio beneficio, un comerciante no dudaría en gastar un noche entera sin hacer nada más que mirar detenidamente una balanza moviéndose lentamente.

"Estoy moviéndome por el bien de mi propio beneficio. No planeo negarlo," dijo Lawrence.

El cuerpo de Bartose no hizo el menor movimiento. Simplemente observaba atentamente, con los ojos abiertos.

Si Lawrence llegara a recibir una negativa de Bartose ahora, era extremadamente probable que sus esperanzas por reunir una gran cantidad de pirita desaparecieran.

El actual Lawrence no estaba tan despreocupado como para permitir que semejante cosa ocurriera.

"Aunque, no intento sacar partido del valor de la pirita que está creciendo incontrolablemente como pompas de jabón. Estoy trabajando por un.... un propósito más básico."

Bartose no le interrumpió al hablar. Lawrence tomó esto como una señal indicándole que continuara hablando, y por eso continuó:

"Sr. Bartose, también eres, después de todo, un vendedor ambulante, por lo que probablemente habrás tenido numerosas ocasiones en las que los productos que llevabas en tus hombros casi se caen en una profunda grieta, ¿no?"

Bartose permaneció en silencio.

"Cuando nuestro carro tirado por un caballo se hunde en el lodo y no podemos sacarlo, sopesamos en una balanza las opciones de abandonar el carro y de hacer lo que sea posible por sacar el carro del barro. El valor de la mercancía que hay a bordo, beneficio, la cantidad de dinero en mano, la ruta de viaje, junto a la cantidad necesaria para pagar la ayuda de alguien. También, el peligro de encontrarse con bandidos que puede resultar de dudar demasiado presa del pánico y la desesperación. Tomamos tales cosas en consideración al decidir si abandonamos o no nuestro cargamento."

Bartose abrió su boca lentamente y habló:

"¿Quieres decir que estás en semejante situación?"

"Así es."

Los ojos de Bartose se veían como si fueran capaces de ver claramente lo que hay delante incluso en un camino poco iluminado.

Había estado viajando por la misma ruta por décadas, y charlaba con Deanna para escuchar sobre leyendas antiguas para así conocer las cosas que no podía ver por esa ruta.

Bajo semejante mirada, las mentiras de un comerciante serían pilladas inmediatamente, sin duda alguna.

Pero, Lawrence no se asustó.

Porque no estaba mintiendo.

"No deseo abandonar mi cargamento. Siempre y cuando pueda poner el cargamento de vuelta en el carro, no me importa cuantos problemas me pueda causar."

Seguramente era imposible para Bartose no haberse dado cuenta de a lo que se refería Lawrence con el cargamento, al igual que a la situación en la que se encontraba.

Aún así, Bartose cerró sus ojos lentamente y permaneció en silencio.

¿Había algo que debiera ser dicho? ¿Debería aprovecharse del momento y forzarle más?

Las conversaciones y risotadas que llegaban desde el salón principal tras la pareja de hombres sonaba como mofándose de él.

La limitada cantidad de tiempo se estaba escurriendo poco a poco.

Lawrence se preparó para hablar.

Aunque, en el último momento, cambió de idea.

Lawrence recordó que su maestreo le había dicho que la regla de oro al pedirle a alguien un favor era esperar.

"Esa era exactamente la respuesta que estaba esperando."

Dijo Bartose con una ligera sonrisa en el momento que Lawrence rememoro las palabras de su maestro.

"Porque incluso cuando el tiempo está limitado, si no hay alternativas, todo lo que se puede hacer es esperar pacientemente. Así es exactamente como actúa un comerciante próspero."

En el momento que Lawrence descubrió que sólo había sido puesto a prueba, sintió como una gran cantidad de sudor frío recorrió toda su espalda.

"Por otro lado, hace tiempo cuando estuve en una situación similar, mi actitud fue incluso más dura que la tuya," continuó Bartose.

"Erh....."

"Ah, no tengo pirita en mis manos. Aunque, en verdad creo que los alquimistas sí."

"Entonces....."

Bartose asintió ligeramente y dijo:

"Todo lo que tienes que decir es, 'Vengo a comprar una caja de plumas blancas'. Lo que ocurra después de eso depende totalmente en tu propio esfuerzo. Por favor, piensa en una buena forma de persuadir a one-chan. No creo que nadie haya ido allí a comprar pirita aún."

"Gracias. Me aseguraré de recompensar-"

"Siempre y cuando puedas compartir una leyenda antigua conmigo, sería suficiente. ¿Qué tal? ¿Sueno tan impresionante como one-chan al decir esto?"

Bartose mostró una sonrisa infantil, y Lawrence no pudo evitar reírse.

"Con alguien como one-chan, nunca sabes realmente cuando va a dormir, por lo que no debería importar si fueras a verla ahora. Si vas a ir a verla, mejor ve pronto, porque el tiempo es dinero."

Bartose señaló a la parte de atrás de la filial mientras dijo esto.

"Si sales por la puerta de atrás, puedes salir sin hablar con nadie."

Tras expresar su gratitud, Lawrence atravesó el corredor. Mirando atrás en su camino, vio a Bartose todavía sonriente.

La figura de Bartose, con su espalda a la luz del salón principal, se parecía un poco a la de su maestro.




No había pasado mucho tiempo desde que dejó la filial de la compañía y corrió hacia el norte, cuando Lawrence llegó al muro de piedra.

Ya que no había sido lo suficiente afortunado como para llegar directamente al pórtico del muro de piedra, Lawrence corrió junto al muro hasta que finalmente lo encontró y, curioseando como abrir utilizando considerable fuerza sobre el picaporte roto del pórtico, se coló por él.

Por supuesto, el área no tenía iluminación. Aunque, sus ojos gradualmente se fueron acostumbrando a la oscuridad según avanzaba. Por otro lado, para un vendedor ambulante, que con frecuencia acampaba fuera de las ciudades, un poco de oscuridad no era un gran problema.

Era sólo que, en la oscuridad de la noche, las pequeñas luces que repentinamente saltaban de las grietas entre las desvencijadas puertas, o los maullidos de los gatos y el batir de alas de los pájaros que llegaban de lugares desconocidos, todo eso le causaría a cualquiera que se le pusieran de punta los pelos de su nuca, y eran bastante más terroríficos ahora que durante el día.

Mientras hubiera visitado un lugar al menos una vez, sería capaz de situar su posición desde cualquier punto de salida. Si no poseyera esta habilidad especial de los vendedores ambulantes, quizás Lawrence estuviera corriendo por todas partes asustado por haberse perdido.

Tras finalmente situarse ante la puerta de la casa de Deanna, Lawrence sintió como se calmaba tangiblemente.

La sensación era parecida a la calma que se siente cuando uno consigue llegar ante la residencia de un conocido leñador tras pasar por un bosque que parecía estar maldito.

Pero en el otro lado de la puerta ante sus ojos no habitaba un amigo cercano que voluntariamente aceptará su visita incondicionalmente.

Aunque había conseguido la contraseña secreta de Bartose, analizando el pasado encuentro con Deanna, Lawrence no pudo evitar sentir que verdaderamente odiaría cualquier mención a los negocios.

¿Sería realmente capaz de conseguir pirita sin demasiados problemas?

Una sensación de ansiedad creció poco a poco en su corazón. Lawrence rápidamente tomó una bocanada de aire, empujando toda su inseguridad hacia su estómago.

Debe conseguir realizar la compra.

Porque deseaba continuar viajando con Horo en el futuro.

"¿Hay alguien en casa?"

Lawrence intencionadamente bajó su voz y preguntó tras llamar a la puerta suavemente.

El silencio de alguien que ha decidido quedarse callado tiene una sensación ligeramente perceptible distinta del silencio resultante de la ausencia.

Cuando el ambiente estaba cargado con la sensación del primer tipo de silencio, uno siempre evitaría hacer cualquier tipo de sonido.

Pero, no había respuesta en el otro lado de la puerta.

Ya que se podía ver algo de luz traspasando la puerta por entre una fisura, Deanna estaba probablemente en casa.

Aunque, de acuerdo a las leyes del pueblo, aquellos que se fueran a dormir sin apagar las luces encontrarían un serio castigo, era bastante improbable que nadie se atreviera a arriesgarse tanto como para patrullar esta área.

Justo cuando Lawrence levantó su mano para llamar una vez más, se dio cuenta de que parecía haber movimiento en el interior.

"¿Quién es?"

La voz que llegó desde la otra parte tenía pinta de soñolienta, sonando de alguna forma perezosa.

"Siento molestarte a estas horas. Soy Lawrence, la persona que vino con el Sr. Bartose a hacerte una visita ayer."

Pasó poco tiempo después de que Lawrence anunciara su nombre antes de que se oyera el ruido de movimiento de ropas en el otro lado, seguido por una apertura gradual de la puerta.

Tan pronto como se abrió la puerta, la luz salió del interior, junto con el aire del interior de la casa de Deanna.

Los ojos de Deanna se veían de alguna forma molestos, y tenían pinta de soñolencia también.

Igual que cuando Lawrence la había visitado el otro día, estaba vestida con una túnica larga. Ya que Deanna solía ser una monja, era bastante probable que durante todo el año estuviera siempre tan vestida sin importar el tiempo, por lo que era imposible para Lawrence saber si había estado durmiendo o no hacía un momento.

Dejando de lado si había estado durmiendo o no, para empezar, era extremadamente descortés visitar a una mujer que vive sola en mitad de la noche y además solo. Aunque Lawrence estaba totalmente al tanto de su descortesía, no se empequeñeció mientras abría su boca para hablar:

"Sé que esto es muy descortés por mi parte, pero sencillamente tenía que verte."

Lawrence continuó:

"Vengo a comprar una caja de plumas blancas."

En el instante en que Lawrence pronunció la contraseña que le había dado Bartose, Deanna contrajo sus ojos, se hizo a un lado silenciosamente y le indicó que pasara rápidamente al interior.

El interior de la casa de Deanna, que estaba libre del aroma del azufre, parecía incluso más desordenado que durante el día anterior.

Los libros de la estantería que habían tenido un cierto orden estaban todos fuera de su posición. Uno de estos estaba abierto, de cara al techo en un estado tan desordenado.

Por si fuera poco, había un número incluso mayor de plumas de escribir enormes desperdigadas por el suelo.

Las bellas plumas blancas casi sin estrenar repartidas por el suelo daban una apariencia que se acercaba a lo misterioso.

"Que peculiar es tener tantos invitados viniendo a visitarme el mismo día. El festival verdaderamente trae a este lugar una extraña popularidad."

Deanna se dijo según se sentaba en una silla dentro del desordenado entorno, sin invitar a Lawrence a sentarse como siempre.

Lawrence estaba a punto de sentarse en una silla sin nada apilado encima cuando se dio cuenta de algo repentinamente.

¿Varios invitados el mismo día vinieron a hacerle una visita?

Eso quería decir que alguien ya había estado aquí antes de la llegada de Lawrence.

"Entonces, supongo que fue el Sr. Bartose quien te dijo la frase, 'vengo a comprar una caja de plumas blancas'."

Lawrence, quien se preguntaba ansiosamente sobre las intenciones de la anterior visita, volvió a la realidad y dijo asintiendo:

"S...Sí. Le pedí neciamente que me dejara encontrarme contigo, Srta. Deanna."

"Oh, ¿y eso? No creo que sea el tipo de persona que aceptaría la petición de alguien simplemente porque lo pide neciamente."

Viendo a Deanna pronunciar esto con una sonrisa animada, Lawrence fue incapaz de decir nada más.

Aunque el origen era distinto, hablar con Deanna le daba a Lawrence una sensación similar al que tiene cuando trata con Horo.

"¿Qué tipo de negocio es tan importante que irías tan lejos como para persuadir a esa vieja y cabezota mula?" preguntó Deanna.

Un gran número de personas con distintas posiciones deseaban obtener las pociones creadas por los alquimistas o las habilidades que poseían por todo tipo de razones diferentes.

La existencia de Deanna era seguramente como una presa que prevenía tales deseos de salirse de control.

Aunque Lawrence no sabía que razones tenía Deanna para hacer esto, desde su punto de vista, Deanna, que le había estado mirando directamente a él desde que ella misma se sentó, era igual que un gran pájaro protegiendo sus huevos con plumas de hierro.

"Deseo obtener tu permiso para comprar pirita,"

Lawrence respondió, incluso aunque fue casi asustado por la impositora Deanna.

Deanna se acarició su cara con su mano cuya piel era preciosa según dijo:

"He oído que el precio ha estado subiendo."

"Pero-"

"Por supuesto, comprendo que el Sr. Bartose nunca habría dado su ayuda por un simple negocio por ganancias, por lo que hay otra razón, ¿no?"

Lawrence sentía como si Deanna estuviera un paso por delante en todo. La reacción de Deanna era siempre un poco más rápida que la de Lawrence, y Deanna intentaba demostrarle su completa ventaja.

Aún así, Lawrence se dijo a sí mismo que no se molestara. Deanna debía estar poniéndole a prueba.

Lawrence asintió y respondió:

"No es por hacer negocio, sino para así ganar una batalla por lo que necesito pirita."

"¿Una batalla con quien?"

"Es....."

Lawrence dudó sobre si mencionar o no a Amati, pero no porque creyera que era inapropiado sacar el nombre de Amati.

Lawrence estaba considerando si el oponente contra quien estaba combatiendo era realmente Amati.

Amati era meramente el río rodeando y guardando una fortaleza. Había más que necesitaba ser conquistado dentro de la fortaleza.

Lawrence respondió un "No", y dijo según devolvía su mirada hacia Deanna una vez más:

"Es el cargamento."

"¿Cargamento?"

"Sin importar el momento, el enemigo de un vendedor ambulante es siempre su propio cargamento. Estimando el valor de éste, haciendo planes atentamente sobre cómo transportar el cargamento, y entonces considerando a quién entregárselo. Si ocurre un error de juicio en cualquiera de estos pasos, un vendedor ambulante perderá. Ahora mismo estoy forcejeando por cargar una pieza del cargamento que se ha caído de mi carro de vuelta a éste. Ya que tras revaluar el valor, teniendo en cuenta el transporte y el destino del envío, la conclusión a la que he llegado es que definitivamente no puedo permitir que esta pieza del cargamento se caiga de mi carro."

El flequillo de Deanna se movió a un lado por un soplido de ésta, y por un momento Lawrence pensó que una ola de viento había atravesado la habitación.

Aunque no era viento, sino el aire expulsado por los labios de Deanna.

Tras sonreír ligeramente, Deanna recogió una pluma de escribir de su pie.

"'Comprar una caja de plumas blancas' es sólo una contraseña exagerada. Lo que realmente significa es que está bien siempre y cuando sea capaz de conseguir un rato de disfrute. ¿No deja caer un pájaro sus plumas cuando bate sus alas en excitación? Además, las personas a las que les doy la contraseña es para seleccionar y elegir atentamente a mis visitantes por mí, por lo que simplemente observo los pequeños detalles de mis invitados. Supongo que no será un problema, por lo que haré una excepción y te permitiré comprar pirita."

Oyendo esto, Lawrence involuntariamente se levantó de su silla y dijo:

"Grac-"

"Aunque-"

Deanna le interrumpió suavemente. Un mal presentimiento surgió en la mente de Lawrence una vez más.

Varias visitas en el transcurso del mismo día, la silla vacía sin nada apilado encima-

Las oscuras palabras, "Podría ser" aparecieron en la mente de Lawrence.

La cara de Deanna cambió a una de disculpa según continuaba:

"Alguien ha venido ya a hacer una compra."

El miedo de Lawrence se ha convertido en realidad.

Dijo las palabras que naturalmente emplearía un comerciante.

"¿Cómo de grande fue la cantidad comprada? ¿A cuánto fue vendida?"

"Por favor, cálmate. El otro cliente compró a crédito, y no se llevó los objetos. Por ponerlo llanamente, no fue distinto a hacer una reserva. Personalmente, no me importaría darte los objetos a ti en su lugar, Sr. Lawrence. Por lo que, déjame intentar negociar con ese cliente primero. Una cosa más, creo recordar que la cantidad comprada era aproximadamente 16,000 Iredo según el precio de mercado de hoy."

Eso era el equivalente a 400 monedas de plata de Trenni. Si sólo pudiera obtener semejante cantidad, sería un gran paso para conseguir realizar su plan.

"Comprendo. Uhm, ¿El nombre del cliente es...?"

Si Deanna llegara a decir el nombre de Amati, el plan de Lawrence para salvar su situación sería destruido.

Pero, Deanna meneó su cabeza ligeramente, y dijo en un suave tono:

"Tomaré yo misma la responsabilidad de negociar con el otro grupo. Por razones de seguridad, no permitimos que aquellos que hacen negocios con los alquimistas sepan quienes son sus oponentes."

"P..pero..."

"¿Tienes alguna objeción?"

Una sonrisa que completamente estaba falta de la emoción de una sonrisa.

Lawrence, desde la posición de alguien pidiendo ayuda, sólo pudo permanecer en silencio.

"Lo llamas una batalla, lo cual indica que no es algo simple, por lo que haré todo lo que pueda por ayudarte, y te diré los resultados de las negociaciones tan pronto como sea posible. ¿Dónde podría ser capaz de encontrarte mañana?"

"Ah, umm..... en el mercado, ante el puesto de venta del comerciante de minerales. Debería estar allí en todo momento antes y después de la hora de apertura del mercado. O puedes ponerte en contacto con el comerciante de trigo Mark. La localización de su puesto es..."

"Conozco el lugar. Comprendo. Mandaré a alguien para informarte lo antes posible."

"Cuento contigo."

Lawrence no pudo decir más, por lo que sólo dijo eso.

Pero, dependiendo en los resultados de las negociaciones, era posible que Lawrence no fuera capaz de comprar nada de pirita. Si realmente no pudiera conseguir comprar ni un poco, las consecuencias serían catastróficas y más allá de lo reparable.

Aún así, las cosas que Lawrence podía decir estaban limitadas.

"No seré quisquilloso en lo de pagar una gran cantidad. Por favor, dile al otro grupo que, siempre y cuando no haga una petición alocada, como 2 veces el precio de mercado, estoy dispuesto a pagar una suma considerablemente grande."

Tras asentir con una sonrisa, Deanna se levantó de su silla.

Lawrence comprendió que era hora de que él se fuera. Que de la nada apareciera de improvisto a semejante hora sin encontrarse con un rechazo podía decirse ya que era un milagro, Lawrence pensó.

"Siento muchísimo el venir de improviso siendo tan tarde," dijo.

"No te preocupes. No distingo entre la noche y el día."

Lawrence no creyó que Deanna estuviera bromeando, pero esto le causó que se relajara y sonriera.

"Además, siempre que puedas ofrecerme una historia interesante, no importaría incluso si te quedaras toda la noche."

Aunque las palabras de Deanna parecían llevar un intento de seducción, Lawrence estaba seguro que habían salido de su alma.

Aunque, Lawrence hacía tiempo que no contaba la interesante historia que sabía.

En su lugar, a Lawrence se le antojó realizar una pregunta que instantáneamente atravesó su cabeza.

"¿Ocurre algo?" preguntó Deanna.

El pensamiento que atravesó rápidamente su cabeza causó que Lawrence se detuviera sorprendido.

Sin detenerse respondió con un "No es nada" antes de dirigirse hacia la entrada.

La pregunta que atravesó su cabeza era tan ridícula que era sorprendente en sí misma.

"Actuando deliberadamente de forma misteriosa al salir de la casa de una mujer, estate atento de no atraer el castigo divino hacía ti mismo."

Las palabras que Deanna le lanzó sonaron como las de una dama amante de las bromas. Y viendo a la alegremente sonriente Deanna, Lawrence no pudo evitar pensar que sin importar el tipo de pregunta que hiciera, ella respondería seriamente.

Además, era también una pregunta que probablemente sólo pudiera responder Deanna.

Lawrence alargó su mano fuera de la puerta, y simultáneamente se giró para hablar:

"Deseo hacerte una pregunta."

"Sin importa qué sea, pregunta."

Oyendo a Deanna responder sin dudarlo, Lawrence se aclaró la garganta una vez, e hizo su pregunta:

"Deidades paganas y humanos...mm....¿existen leyendas de ellos convirtiéndose en una pareja?"

Si Deanna llegara a preguntar por qué sacó la cuestión, Lawrence sería totalmente incapaz de responderle.

Aún así, Lawrence quería preguntarlo, ignorando el riesgo.

Cuando Horo dijo bañada en lágrimas que se había quedado sola, había mencionado que si llegara a tener un hijo, eso le haría, junto con ella, 2 personas.

Si algo como eso pudiera realmente ocurrir, Lawrence deseaba darle la información a Horo, para que pudiera seguir teniendo esperanza.

Escuchando semejante pregunta aleatoria y sin venir a cuento, Deanna de alguna forma pareció pillada desprevenida. Aunque, inmediatamente recuperó su expresión seria.

Y respondió lentamente:

"Hay muchas."

"¿En verdad?"

Lawrence no pudo evitar preguntar lleno de alegría.

"Por ejemplo-ah, ¿tienes prisa?"

"Ah, s...sí. Pero, la próxima vez... ¿estarías dispuesta a comentármelo en detalle?"

"Por supuesto."

Afortunadamente, Deanna no le preguntó la razón por la que hizo la pregunta.

Lawrence expresó su más sincera gratitud, y se preparó para irse de la residencia de Deanna.

En el instante en que la puerta de la casa estaba apunto de cerrarse, Deanna pareció decir una baja y rápida frase:

"Buena suerte."

Justo cuando Lawrence se estaba preparando para preguntar, la puerta ya estaba cerrada.

¿Estaba Deanna al tanto de la batalla ofensiva y defensiva entre Lawrence y Amati?

Aunque Lawrence sintió como si algo andará mal, no tenía ningún tiempo que perder para pensar en ello.

Lo que necesitaba hacer a continuación era volver al puesto de venta de Mark, y entonces proceder a averiguar sobre otros que tuvieran posesión de grandes cantidades de pirita.

No sólo estaba Lawrence falto de tiempo, lo que era incluso peor era que básicamente no tenía pirita en sus manos.

Si esto continuaba así, no tendría siquiera una oportunidad, y sólo sería capaz de rezar por ayuda celestial.

Lawrence pensó que incluso si debiera forzar la situación, debía sonsacar de Mark los nombres de las personas que pudieran tener pirita. Entonces, incluso si resultaba en tener que regalar beneficios extra, necesitaba comprar la pirita.

Pero, ¿correr tan apresuradamente por las calles de noche como estaba haciendo realmente significaba que podría acercarse un poco más a Horo? Según Lawrence se realizaba esta pregunta, la respuesta que apareció en su mente estaba llena de incertidumbres.

Buena suerte




Tras volver al puesto de venta de Mark, Lawrence encontró a éste bebiendo en la misma mesa que antes, y el chico a su lado mordisqueando tranquilamente una pieza de pan.

Justo cuando Lawrence estaba pensando, "Que cosa tan rara, comiendo a semejante hora", Mark se dio cuenta de la llegada de Lawrence, y dirigió su mirada y palabras hacia el:

"¿Cómo fue?"

"Deberías ser capaz de saberlo sólo con mirarme."

Lawrence meneó ambas manos lentamente, tras eso miró a Mark directo a los ojos y dijo:

"Conseguí encontrarme con la Srta. Deanna. Pero, alguien se me adelantó. No sé como acabaran las cosas."

"¿Alguien se te adelantó?"

"Y como resultado, sólo puedo poner mis esperanzas en lo que me dijiste."

Ya que Deanna le había contado sus ganas de ayudar, Lawrence predecía que las oportunidades de conseguir la pirita estaban por el 70%.

Aunque, Lawrence pensaba que actuar como si no le quedara nadie más a quien pedir ayuda ante Mark posiblemente causaría un mayor efecto.

En la anterior conversación con Mark, Lawrence ya había aprendido que, desde el punto de vista de un comerciante asentado, su petición era poco razonable.

Siendo ese el caso, sólo podía intentar apelar a la buena voluntad de Mark.

Pero, escuchando las palabras de Lawrence, Mark no hizo nada por respuesta.

"Oh.....sobre eso."

Esas fueron las palabras que salieron de la boca de Mark, y Lawrence pudo oír perfectamente como la sangre era absorbida de su cuerpo.

Aunque, Mark inmediatamente le dio al chico, que todavía estaba mordisqueando el pan, un golpe en la cabeza, y haciendo señas con su barbilla dijo:

"¡Apresúrate y dile los resultados!"

El chico que acababa de recibir un golpe en la cabeza, rápidamente se tragó el pan y, levantándose de la silla hecha de una pieza restante de tronco dijo:

"Si se paga en monedas de plata de Trenni, son 370 monedas en pi-"

"¡¿Estás intentando dejar que todo el mundo se entere?! Así están las cosas."

Mark con prisa vigiló los alrededores una vez mientras tapaba la boca del chico con una fuertemente puesta mano. Si esta discusión fuera accidentalmente escuchada por alguien cercano, seguramente le causaría bastantes problemas a Mark.

Pero, Lawrence no pudo suprimir una expresión confusa.

"¿Pagando en monedas de plata de Trenni? ¿370 monedas?" preguntó.

"Jaja. Viendo esa expresión en tu cara, incluso yo no puedo evitar alegrarme. Así están las cosas, después de que te fueras, estuve pensando un poco."

Mark quitó su mano de la boca del chico, y la alargó directamente por la jarra llena de licor. Entonces dijo alegremente:

"Incluso yo me negaría a ayudarte por el bien de mantener alta mi reputación, por lo que asumo que lo mismo se aplica al resto. Pero incluso yo he comprado algo de ese producto con la idea de conseguir algo de ganancias secundarias, y por supuesto, lo mismo pasa con todos los demás. Aunque, la razón por la que sólo puedo mantenerlo al nivel de pequeñas ganancias secundarias es porque no tengo dinero en metálico en mano. Teóricamente, el valor del trigo debería estar cayendo por la gente que compra bienes para su viaje de vuelta no han estado comprando trigo. Incluso con la caída del precio, aquellos que vinieron a vender trigo lo están haciendo sin dudarlo, que es por lo que ya gasté todo el dinero en metálico que tenía en mano. Siendo ese el caso....."

Mark tragó un poco de licor, eructó de una manera aparentemente cómoda, y al mismo tiempo continuó:

"Siendo ese el caso, ¿qué harían aquellos que tienen dinero en metálico? Simplemente no creo que puedan resistirse a la urgencia de mover ficha. Lo más probable es que hayan estado comprando grandes cantidades silenciosamente, mientras se quedaban en las sombras. Pero hablar de esto, necesito sacar la razón que te mencioné antes por la que no podía ayudarte. Estas personas no son tan solitarias como los vendedores ambulantes. Cada uno es un comerciante con su propia posición soportando en su espalda la reputación de su tienda. Naturalmente, ellos estuvieron contentos de conseguir comprar la mercancía, pero ahora que los precios han subido tanto, están frustrados por querer deshacerse de la mercancía y no haber sido capaces aún de hacerlo. Incluso si llegaran a vender una pequeña cantidad, acarrearía una gran cantidad de beneficios. Para aquellos más nerviosos, esto sería incluso un problema mayor que deshacerse de la mercancía. Estoy seguro que tú, siendo tan inteligente, puedes averiguar que seguiría tras eso."

Mark soltó semejante duda al final. No fue hasta un poco más tarde que Lawrence afirmó con su cabeza.

Mark debía haber hecho que el chico recorriera toda la ciudad, extendiendo el rumor.

"Hay un vendedor ambulante obsesionado con conseguir dinero que dice que esta dispuesto a comprar pirita en efectivo. ¿Qué creéis? ¿Por qué no aprovechamos la oportunidad para ayudarles a deshacerse de la pirita cuya subida de precio tan alta y de paso conseguimos la pirita necesaria?" propuso Mark.

Cualquiera que oyera semejante sugerencia no dudaría en considerarlo una lluvia pasajera.

Por supuesto, sin duda Mark había firmado un contrato con estas personas prometiéndole un pago por servicio para él durante el intercambio secreto de pirita por efectivo.

Hacer un cambio de pirita bajo el pretexto de hacerle un favor al otro grupo, era el plan perfecto.

Pero, haber sido capaz de comprar una cantidad por valor de 370 monedas de plata usando este truco, quiere decir que existía en el mercado una gran presión por vender.

"Así es como están las cosas. Si estás dispuesto, mandaré al chico a encargarse de ello ahora mismo," concluyó Mark.

Lawrence no tenía motivos para negarse.

Inmediatamente desató la bolsa que había estado cargando en su espalda.

"Pero...."

Lawrence repentinamente detuvo el movimiento de sus manos.

Mark miró a Lawrence sorprendido.

Lawrence volvió a la realidad, y rápidamente saco una bolsa de monedas de plata de la bolsa, colocándola sobre la mesa.

Entonces, murmuró:

"Lo siento."

Escuchando esto, Mark suspiro con una cara que parecía decir que no sabía que hacer con Lawrence, y dijo:

"Deberías agradecerlo en estos casos, ¿no es cierto?"

"¿Cómo? Ah, cierto. Lo.....no."

Lawrence se sintió como si estuviera hablando con Horo. Abrió su boca para hablar una vez más:

"Gracias."

"Jajajajaja, no creía que fueras un tipo tan interesante. ¿Hmm? No, ese no es el punto."

Mark recibió la bolsa de monedas de plata de las manos de Lawrence. Tras confirmar el contenido con sus propios ojos, aflojó la cuerda y le pasó la bolsa al chico. El chico apiló las monedas con velocidad, y comenzó a contarlas.

"Creo que has cambiado," dijo Mark.

"....¿En serio?"

"Aye. Más que ser un comerciante excepcional, sería probablemente más apropiado decir que solías ser un comerciante totalmente transparente en lo que pensabas de mí. Dime la verdad, nunca me consideras tu amigo, ¿no?"

Ya que Mark había conseguido leer su mente, Lawrence se quedó por un momento incapaz de hablar.

Pero, Mark simplemente se rió animado y continuó:

"¿Qué tal ahora? En tu corazón, ¿todavía soy sólo un blanco para tus negocios, un comerciante con el que es fácil comunicarse?"

Encontrándose con una pregunta tan directa de Mark, no había forma en la que Lawrence pudiera afirmar con su cabeza.

Aún así, Lawrence sintió como si hubiera sido atrapado por una sorprendente ilusión. Meneó su cabeza ante semejante sensación.

"Esta es precisamente la razón por la que todavía no puedo acostumbrarme a la perfección a la vida de un comerciante asentado tras pasar tanto tiempo como vendedor ambulante. Pero hay otra cosa que es hasta más interesante."

Lawrence no sabía si era porque había estado bebiendo o por alguna otra razón, pero Mark verdaderamente parecía estar muy contento.

Incluso aunque Mark, que todavía estaba hablando, se hubiera afeitado su barba con forma rectangular, su cara en ese momento parecía tan redonda como una cáscara de nuez.

"Déjame preguntar algo. Si te encontraras con la posibilidad de tener que separarte de mí, ¿estarías corriendo por Kumerson tan lanzadamente?" dijo Mark.

El chico, que vivía el día a día bajo el poder y la influencia de su maestro Mark, levantó su cabeza y miraba a los dos hombres, uno a uno cada vez.

Lawrence lo pensó completamente sorprendido.

Aunque ya veía a Mark como un amigo, si fuera a ser completamente franco al responder a la pregunta, simplemente no podía afirmarlo.

"Jajajaja. Está bien, todavía puedo esperar en el futuro. Aunque..."

Mark paró un segundo a mitad de la frase, entonces dijo en un tono seguro:

"Estás haciendo todo lo que puedes por el bien de tu compañera."

El instante en el que oyó esto, Lawrence sintió una sensación de abrasamiento atravesar su garganta y dirigirse a su estómago.

Mark cambió su mirada hacia el chico, y le dijo con un tono algo chistoso:

"Así es como se ve un hombre que está completamente enamorado de una mujer. Pero claro, una rama que no es suficientemente flexible no sería capaz de soportar vientos fuertes."

Un año pasado sólo no era tan largo como cuando dos personas pasando medio año juntas.

Si ese fuera el caso, exactamente, ¿cuántos años era mayor Mark comparado con Lawrence?

"Tú y yo somos iguales. Debes estar bajo la maldición del vendedor ambulante," dijo Mark.

"¿Mal...maldición?"

"Que te hayas convertido en una persona tan interesante es porque quizás la maldición esté casi eliminada. ¿No comprendes? ¿No acabaste viajando con tu compañera por pura suerte?"

Conduciendo un carro tirado por un caballo transportando trigo mientras pasaba por un poblado, Horo se había ocultado en el interior del trigo que él llevaba por casualidad.

Lawrence sintió que haber sido capaz de conocer a Horo era nada menos que un afortunado regalo del cielo.

"Jajajajaja, parece como si me estuviera viendo a mí mismo cuando conocí por primera vez a Adele. Ciertamente estás bajo la maldición, la maldición del vendedor ambulante."

Lawrence creyó que finalmente comprendía.

Aunque sentía que Horo era una persona importante, siempre había intentado mantener fríamente cierta distancia.

Además, como resultado, Lawrence había acabado sin darse cuenta de cuanto se había aislado de lo que le rodea por Horo.

Semejante situación era demasiado irregular.

Al final Lawrence descubrió la razón.

"La maldición a la que te refieres es... la malamente hablada 'queja del mercader ambulante', ¿cierto?" dijo.

Mark se rió hasta más. Golpeando en la cabeza al chico, que se había detenido en lo que estaba haciendo, dijo:

"El poeta dice que el dinero no puede comprar el amor, y los misioneros dicen que hay cosas más importantes que el dinero en este mundo. En ese caso, ¿por qué crees que tras estar partiéndonos el culo a trabajar para conseguir dinero, aún somos capaces de encontrar algo más importante que éste?"

La razón por la que Lawrence se había sumido en reflexión cuando pensó que tipo de persona era Horo para él era porque ella siempre había estado junto a él como algo seguro.

Si fuera algo que Lawrence hubiera conseguir tras muchísimas dificultades y esfuerzo, seguramente no sería tan indeciso.

Además, Lawrence siempre había pensado que cualquier cosa "importante" debía necesariamente ser obtenida a través de un proceso complicado.

¿Qué soy para vos? Lawrence pensó que podría responder esa pregunta ahora mismo.

"Mm, no he dicho nada tan sentimental en una larga temporada. Sumada a la ayuda que te di para reunir información sobre las regiones nórdicas, sólo cobrarte 10 Rumione parece demasiado poco," dijo Mark.

"Si todo lo que acabas de decir hubiera sido inventado sobre la marcha, eso sería nada menos que una ganancia por extorsión."

Escuchando a Lawrence pronunciar esto de manera indignada, Mark abrió su boca con una sonrisa silenciosa mostrando sus dientes. Lawrence respondió con una sonrisa.

"Sólo espero que tu plan funcione."

Lawrence asintió con su cabeza. Su humor en ese momento era tan claro como un cielo nocturno despejado.

"Aunque, sin importar quien salga vencedor, el cómo acabaran las cosas realmente dependerá finalmente en como te comportes...," añadió Mark.

"¿Cómo?"

"Nada."

Dijo Mark, meneando su cabeza. Le dio una señal al chico, que había terminado de contar las monedas y, como un leal sirviente modelo, el chico se dirigió rápidamente a realizar las preparaciones. En apenas unos segundos, el chico estaba listo para partir.

"¡Estupendo! Venga corre."

Mandando al muchacho de esta forma, Mark se giró hacia Lawrence y dijo:

"Entonces, ¿dónde planeas dormir esta noche?"

"No he decidido aún."

"En ese caso...."

"No, ya he decido. ¿Puedo dormir aquí esta noche?"

Totalmente sorprendido, Mark preguntó en respuesta:

"¿Dormir aquí?"

"Aye. Tienes sacos grandes para llevar trigo aquí ¿cierto? Déjame algunos."

"Por supuesto, puedo dejarte tantos como necesites. Pero.... pásate por mi casa, no te cobraré nada."

"Podría traer buena suerte si me quedo aquí."

Esto era algo que muchos vendedores ambulantes hacían.

Escuchando esto, Mark pareció darse por vencido en continuar invitándole.

"Entonces, te veré aquí mañana al amanecer."

Lawrence asintió en respuesta, y Mark levantó su jarra para decir:

"¿Qué tal brindar por una plegaría para que tu sueño se vuelva realidad?"

Por supuesto, Lawrence no tenía razón para negarse.




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