Zero no Tsukaima Español:Volumen13 Capítulo1

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Capítulo 1: Romalia

El Sacro Imperio de Romalia.

Uno de los países más antiguos en Halkeginia, a menudo abreviado como el "Sacro Imperio", es una ciudad-estado situada al sur de Gallia en la península de Ausonia.

La tierra del Imperio Romalian fue gobernada por un discípulo del fundador Brimir, “San Forsythe”. Fue sólo una única ciudad-estado en un primer momento. Sin embargo, este estimado "Sacro Imperio" buscó la expansión, y fue anexando otras ciudades-estado de su alrededor. Durante el reinado de Julio César, su influencia llego a la mitad de la península de las tierras de Gallia.

Fue por esto que el reinado del rey no podía continuar por mucho tiempo. Después de ser expulsado de las tierras de Gallia, las regiones anexadas pasaron por un ciclo de independencia y re-anexión. Por último, al final de las guerras, la mayor región del Imperio Romalian se había dispersado.

A partir de entonces, cada región por separado desarrollo sus propias creencias, especialmente la de la diplomacia en Romalia. En otras palabras, sus raíces eran completamente diferentes. Siendo más similar a la del imperialismo germaniano del norte de Halkeginia.

Siendo inferior a las otras grandes potencias de Halkeginia, Romalia se especializo en "las enseñanzas de Brimir" como el fuerte de un país establecido.

Romalia fue el lugar de descanso del Fundador Brimir y por obvias razones, San Forsythe construyo una ciudad para proteger su tumba. A partir de este hecho histórico, los descendientes convirtieron a la ciudad de Romalia en tierra sagrada.

Así fue como la capital santa se estableció.

Como resultado, se convirtió en la Santa Ciudad-Estado de Romalia, donde se erigió un gran templo... que se convirtió en el Santuario Forsythe.

Durante generaciones, el rey fue llamado el "Papa" y todos sus clérigos y seguidores se situaron en la parte superior del sistema.

— Cada vez que vengo a este país, la arquitectura y sus temas ¡Saltan sobre mí!

La Reina Henrietta se asomó por la ventana de su carruaje tirado por caballos, mirando las calles de Romalia.

Era el mes Sol, la semana de Freya y el día de Osel, el equivalente de este mundo al 7 de mayo.

Era el mismo día de la gran conmoción que cambio a Tiffania y a la Academia de Magia.

En esta ciudad religiosa de Romalia, los sacerdotes de todo Halkeginia "inundan la tierra con la luz santa." Estos servidores santos llevan ropa que brilla intensamente, mientras que los seguidores devotos intercambian calurosos saludos con ellos.

La ciudad está llena de sonrisas, los sacerdotes guían a los seguidores religiosos de Brimir por el camino correcto, en la que el Papa transmite las enseñanzas para ser un "Servidor del pueblo, así como siervos de Dios."

— Estos clérigos están por todas partes ¿No están simplemente actuando? Parece que en lugar de “Idealistas", parece más como un ejemplo de una ciudad de las cavernas. —. Henrietta murmuró con un suspiro.

En las calles, los seguidores que llegaban de toda Halkeginia se alineaban frente a una olla de sopa que es distribuida por los caballeros de la salvación, la brigada Maltius. Estos seguidores llegan a Romalia sin ningún trabajo, sin nada que hacer y sin apenas comida y ropa.

Detrás de los seguidores estaban numerosos pilares de piedra de estilo jónico que se ven como un edificio de lujo. Sacerdotes vestidos caprichosamente conversaban al pasar por la puerta del templo.

Los nuevos seguidores no tienen más remedio que orarle al Señor, pensó Henrietta. La gente del pueblo apenas sobrevive con una taza de sopa, mientras que los sacerdotes estaban vestidos lujosamente y disfrutaban de las diversas formas de lujo.

Cuando era niña, visité esta ciudad y no había notado esto.

Había filas de grandes templos alineados en todas partes. Luminosas vidrieras y esculturas hechas a mano, unas de las más grandes de obras de arte.

Estas obras habían cautivado por completo su atención en ese entonces.

Un movimiento delante de ella le llamó la atención. Frente a ella estaba sentada una incómoda Agnes, que se movió de nuevo.

— ¿Qué pasa, Comandante?

— No nada... Es que no estoy acostumbrada a esto.

En lugar de su habitual traje de mosquetero, Agnes estaba vestida como una mujer de la nobleza. Bajo ese aspecto, junto con sus rasgos faciales, parecía como una dama de una buena familia.

Sin embargo... Sus ojos guerreros perforaban a través de la apariencia apacible que mostraba.

En combinación con la espada envainada a su lado... La Comandante de la Infantería de Mosqueteros tenía un aspecto irregular.

— Te queda muy bien —. Henrietta le sonrió.

— Por favor no me tome el pelo —. Murmuró Agnes con un tono sombrío — No tenía ningún problema en acompañarla. Pero no había razón para recorrer todo el camino hasta Romalia vestida de noble.

— Necesito una asistente y tú también puedes hacer de escolta. Es perfecto.

— Sólo soy buena con la espada. Yo no puedo hacer de asistente.

— Ser Comandante de la Guardia Imperial, no es sólo agitar una espada o una varita, eso no es un trabajo. Depende de la hora y el lugar y además de vez en cuando debes echarle la mano a una amiga. Si no vas hacer esto, voy a ser muy dura contigo —. Henrietta le respondió con un tono que le decía que su decisión es definitiva. Sin embargo, Agnes no podía aceptar las circunstancias.

— ¿Qué pasa con el Cardenal Mazarino? No es su papel como Primer Ministro ser el encargado de...

—Además de él ¿Hay alguien en quien pueda confiar, para que se haga cargo de Tristain?

— Bueno, eso es cierto...—. Murmuró Agnes, inquieta y desesperada de seguir discutiendo.

— Pero si no llevo una espada o una pistola conmigo, me voy a sentir muy insegura.

— No puedo hacer nada. Es la ley de este país.

Para pasar a través de las puertas exteriores de la capital Romalian, incluso escoltas militares como Agnes, tienen que guardar sus armas. A pesar de que estaba permitido llevar las armas en el equipaje, la capital religiosa no permite el transporte de armas en mano. Se trata de una regulación única para Romalia.

Incluso el báculo de cristal de Henrietta, también ha sido guardado en el interior de su bolso.

— Pero en caso de una emergencia, no podre protegerla su Majestad.

Henrietta le hizo una seña a Agnes, obviamente insatisfecha de mirar por la ventana. En el exterior, estaban caballeros vestidos con túnicas blancas montando unicornios majestuosos.

Mantenían una estrecha vigilancia sobre el invitado de honor.

Alrededor de sus cuellos tenían amuletos sagrados. Además, un gran símbolo del Fundador bordado en el pecho de la túnica blanca en hilos de plata.

— El Escuadrón de Templarios Romalian nos protegerá.

Estos caballeros eran los únicos que podían portar armas en la capital religiosa. Eran la Élite de la élite

Los Caballeros Templarios Romalian, definían los estándares de la más alta fidelidad de diversas organizaciones militares en cada uno de los países halkeginianos.

Estos hombres verdaderamente "luchaban hasta la muerte" si el Papa se los ordenaba. Para un creyente devoto de Brimir, la ropa blanca es un símbolo de la luz.

Para los herejes, es un símbolo de terror. No hay nada más molesto que un enemigo que no le teme a la muerte. La cara de Agnes ligeramente fue empañada por la preocupación.

— No puedo imaginar que arriesguen sus vidas para proteger a un nuevo creyente como yo.

— Dios, más o menos hace de la vista gorda con el concepto de la discriminación.

Detrás del carro de la Reina Henrietta, había una fila de coches de sus asistentes personales, familiares y miembros del gobierno. Los mejores mosqueteros y magos fueron asignados para vigilar cada uno de estos carros.

Para asistir a la ceremonia, estas personas tuvieron que viajar a través del océano en barco hasta a Romalia. Después le envió una carta de invitación a Saito y compañía cuando llegaran con Tiffania.

Ella embarco el mismo día que Saito regreso de Albión con Tiffania, así que no pudo verlos.

Mientras que sólo serían tres días navegando a través de los cielos de Gallia, Henrietta sentía que las relaciones con Gallia se estaban poniendo amargas.

Debido a esto, mejor eligió una ruta marítima que rodeara a Gallia, tardando una semana de viaje para llegar.

Sin embargo, la ceremonia fue programada para realizarse 20 días después de su llegada.

— Está bien, si estoy con usted, no hay ningún problema y como su asistente quiero preguntarle algo...

— Adelante.

— ¿Por qué que vinimos 20 días antes de la ceremonia?

— La visita a la ceremonia es una excusa. Llevaremos a cabo negociaciones secretas en este momento.

— Con el Papa... ¿Verdad?

— ¿Con quién más?

Agnes se puso a contemplar algo.

— ¿Qué pasa, Comandante? —. Henrietta le preguntó con voz preocupada y Agnes, miró hacia arriba.

—... No es nada. Yo estaba perdida en mis pensamientos. Por favor, perdóneme.

La parte antigua de Romalia estaba rodeada de murallas.

El pavimento de piedra que fue construido en los tiempos antiguos, se alinea en un patrón muy bien ordenado.

Es muy diferente de la alteración en las calles de Tristain o en la capital de Gallia, Lutecia, en el que el envejecimiento de las paredes mostraba los dos períodos de prosperidad y de crisis.

La limpia apariencia en las paredes de piedra, parecía extenderse indefinidamente. Esta impresión anormalmente limpia dejaba una sensación de pureza en el aire.

— Es realmente una ciudad hermosa —. Agnes rompió el silencio con sus pensamientos de Romalia.

No hubo respuesta, al parecer, un ansiosa y silenciosa Henrietta, jugueteaba con las puntas de sus dedos.

Como era una visita sorpresa antes de la ceremonia, no había banderas en los coches para indicar la importancia de los invitados.

Simplemente con la presencia de los caballeros templarios escoltando el transporte, los habitantes de la ciudad sabían que debe ser una persona importante.

Además de eso, los tres vagones que transportan a los delegados estaban tomando todo el ancho de la carretera principal. Más abajo en la carretera, seis torres de gran tamaño se podían ver a lo lejos.

La torre en el centro era mucho más grande que las otras cinco torres en forma de una estrella de cinco puntas.

Esta forma parecía muy similar a la de la Academia de Magia de Tristain. Era de esperar, ya que la construcción de la academia fue inspirada en el gran templo Romalian.

Todos los caballeros templarios que escoltaban los carros, avanzaron hacia la puerta principal, colocándose uno a cada lado de cada carro, sosteniendo sus armas sagradas como varitas mágicas.

La luz del sol hacía brillar los adornos de plata que magníficamente adornaban las puertas de la catedral.

—... Parece que hemos llegado —. Henrietta murmuró. Agnes miró por la ventana brevemente con un suspiro.

— ¿Esta es la catedral Romalian? Es similar a la Academia de Magia... Casi podría ser su gemela.

Sin duda era muy similar en forma, incluso en la altura de la torre principal y sus cinco torres de acompañamiento.

Los guardias, que estaban vestidos de blanco, se acercaron a la puerta del carruaje de la Reina, saludándola cruzando sus manos sobre sus pechos.

Esto significaba todo para ellos en la práctica de su religión.

Sin embargo... A pesar de su llegada, ninguno de los sacerdotes o nobles salieron de los vagones.

Los guardias que estaban al lado de los vagones también se mantuvieron en su posición sin dar un solo paso.

¿Por qué? Se preguntó Agnes. Luego, una canción de alabanza impresionante comenzó con el movimiento de una varita del anfitrión del santo coro, que estaban delante de la entrada.

Al parecer era una bienvenida por la visita sorpresa de la Reina, al estilo romaliano.

— Creo que debemos permanecer aquí y escuchar la canción —. Agnes murmuró.

Los muchachos que estaban cantando puramente, calmaron el cansancio del corazón y cuerpo de Henrietta. La canción no podría haber estado mejor, incluso si el propio San Aegis XXXII, hubiera cantado también. Henrietta pensó para sí misma.

Cuando terminó la canción, el director del coro, se paró frente a ella.

Era un chico joven y guapo con el pelo rubio blanquecino.

— ¿...Tiene los ojos de las lunas?

Los colores eran diferentes en su ojo izquierdo y derecho. Ojos extraños... En Halkeginia se llamaban “ojos de las lunas”. Por lo general, era un mal presagio. Sin embargo, para que un muchacho como él, sea el director del coro... ¿Qué circunstancias tuvo que pasar?

Henrietta sacó la mano por la ventanilla y saludó con la mano al coro, como un gesto de agradecimiento de su hospitalidad.

El orquestita puso su mano sobre el pecho y se inclinó ante ella. Inclinado, se acercó al carro. Era como el gesto de un noble militar. Entonces, respetuosamente le tomó la mano, como si estuviera manejando una joya y se la llevó a los labios.

— Bienvenida a Romalia. Soy su anfitrión, Julio César.

Fue la persona que vio a Saito en Albión antes de su batalla contra 70.000 hombres.

Henrietta, que fue golpeada por sus gestos elegantes y encantadores, habló desde el interior del carro.

— Tú eres sacerdote, ¿verdad?

— Eso es correcto, su Majestad.

— A pesar de ello, usted tiene los gestos como los de un noble… Ah lo siento, eso fue bastante grosero de mi parte.

Julio tenía una sonrisa en su rostro.

— Es porque he vivido toda mi vida en el ejército. Durante las batallas anteriores, no era más que un solo un lacayo en los estratos más bajos, su Majestad.

—Oh ¿Es así?

Una expresión sombría en el rostro de Henrietta apareció por un momento. Tristes recuerdos que no quería pensar, habían resurgido, pero ella los hizo a un lado y continuó la conversación.

— Yo te doy las gracias. Fue una dura batalla. Lo has hecho bien.

— Estoy tan agradecido que me diga esas palabras. Pues bien, por favor venga, mi señor ha estado esperándola. Julio abrió la puerta del carro y tomó la mano de Henrietta.

A continuación, tomó la mano de Agnes también. En los otros vagones, los delegados fueron recibidos por cada uno de los guías, llevándolos a conocer a varios miembros del gobierno de Romalia.

Julio guió por delante a Henrietta y Agnes.

A medida que comenzaron a caminar dentro de la Catedral... Henrietta recordó la invitación que San Aegis les había dado:

— Ven, 20 días antes de la ceremonia. Podrás presenciar un Milagro de Dios. —

¿Qué es exactamente un milagro de Dios? Con la combinación de ansiedad y expectativas, Henrietta se estremeció ligeramente.

Como Henrietta entró por la puerta de la catedral, que estaba bañada por la luz de 7 colores, a través de las brillantes vidrieras.

— Hermoso ¿no? —. Julio expreso su pensamiento con una sonrisa.

Henrietta se dirigió hacia el santuario interior, donde se sorprendió con la escena delante de ella.

Aquí se reunieron una multitud de personas pobres, muchos de los cuales habían pasado cuando viajaban, envueltos en mantas y mirando hacia el techo.

La primera planta de la catedral era en verdad un ejemplo de un asilo para pobres.

— ¿Estas personas son…? —. Henrietta cuestiono.

— Ellos son los refugiados que llegaron como resultado de la guerra en Albión. Hasta que podamos encontrar soluciones adecuadas para estas personas, se quedaran aquí un tiempo.

— ¿Bajo las órdenes de Su Santidad, el Papa?

— Por supuesto.

Henrietta sentía admiración por el Papa Vittorio, sobre este tipo de trato a los refugiados. Incluso los representantes de las iglesias eran fervientes acerca de esto. Ni que decir tiene, Romalia simboliza una catedral que tiene los brazos abiertos.

Julio habló como si estuviera hablando consigo mismo.

— Desafortunadamente, en Romalia no hay nada como el "Reino de la Luz "que estas personas han llegado a creer. El mundo está lleno de contradicciones.

El Papa desea que de alguna manera todas estas contradicciones de la verdad desaparezcan.

San Aegis XXXII, el Papa Romalian, en ese momento se encontraba en medio de una reunión en su oficina. Aunque Henrietta había estado sentada en la sala de espera desde hace bastante tiempo, conversaciones maravillosas con Julio su anfitrión, le impedían aburrirse.

Unos 30 minutos después, se abrió la puerta y algunos niños salieron corriendo, haciendo saltar a Henrietta. No fue el más elegante de los movimientos, pero se las arregló para aferrarse a su vestido.

— Papa, muchas gracias.

El niño que parecía ser el más grande inclinó la cabeza, con los demás a su alrededor siguiendo su ejemplo. Después de la reverencia, el niño se fue alegremente sin percatarse de la Reina de Tristain justo al lado de la puerta.

— Fui elogiado por el Papa, por mí 'buena memoria'.

— ¡Yo también! ¡Yo también!

Como Henrietta y Agnes trataban de ocultar su desconcierto, Julio le pidió a Henrietta que entrara.

— Bueno, entonces, por favor ingrese. Mi maestro la está esperando.

La oficina del Papa estaba en desorden. La oficina del Papa, el más alto oficial de la orden religiosa... En lugar de eso, se parecía más a la biblioteca de la ciudad o a la sala de un profesor de academia.

Las paredes se alineaban perfectamente con los estantes, llenos hasta el tope con colecciones de libros. Dando un vistazo de los títulos, no se trataba sólo de títulos de origen religioso.

La mayoría de ellos eran sobre los registros históricos, especialmente los que giraron en torno a tiempos de guerra o de historia natural.

Hubo incluso novelas sobre los dramas y las historias cómicas entremezcladas.

En la parte superior de la mesa, había todo tipo de libros apilados por todas partes.

Últimamente, la oficina de la editorial Romalian publicó un libro de la "Verdadera Traducción de las Plegarias del Fundador". Es un libro que registra las hazañas del fundador, por lo que es un texto sagrado.

Desempolvando ese libro en particular, un hombre con el pelo largo, de unos veinte años, estaba allí. Por un momento, Henrietta confundió al hombre como una especie de siervo. Sin embargo... Cuando ella contempló su rostro noble y la cara fina, ella se sorprendió.

—... Su Santidad.

A su voz, San Aegis el XXXII, Vittorio Cervalese dio la vuelta.

— Pero si es Henrietta-dono. Por favor, espera un momento. Estoy a punto de poner en orden todo esto... Julio le preguntó en un tono alegre.

—Su Santidad, si se me permite, ¿No ha llegado la Reina Henrietta desde Tristain, a hablar con usted?

— Yo lo sé, lo sé, Julio. Pero le prometí enseñarles español y aritmética a los niños durante este tiempo.

Llamar a la reina de otro país para venir hasta aquí y hacerla esperar es bastante sorprendente... Más aún por la razón de educar a los niños de la ciudad.

No tenía sensación de respeto ni de ira, Henrietta estaba más que nada, estupefacta.

Henrietta se quedó mirando peculiarmente, el aire extrañamente hermoso que Vittorio emanaba... Se preguntaba qué clase de persona era el Papa de Romalia.

— Recogiendo las cosas otra vez, ¿No es mejor llamar a un siervo para que lo haga?

Dijo Julio con una sonrisa amarga mientras agitaba sus manos. La actitud de Julio hacia su superior parecía demasiado familiar. Este tipo de relación entre el superior y el servidor no se daba en Tristain o Gallia, por lo que también sorprendió a Henrietta.

— No puedo dejar esta tarea a otros. Tengo que organizar los libros. De lo contrario, no sabré donde están cuando quiera leerlos. Esta afirmación del Papa fue un poco extraña, por lo que se le escapó una risa a Henrietta. Finalmente, después de terminar de organizar los libros, el Papa miro a la reina.

— Perdón por la larga espera. Te doy la más cordial bienvenida.

Las palabras no pueden describir el encanto que llevaba dentro de su sonrisa. Mientras que él apenas estaba en sus veinte años, sus ojos brillaban con el cariño de un santo, o de una persona con mucha más experiencia.

Para reclamar el papel del Papa a una edad tan joven, ¿Cuánta cantidad de talento y esfuerzo se requiere?

Con esto en mente, ciertamente tenía los requerimientos. Si no, no habría sido capaz de llevar el papel del Papa.

¿Cuánto talento tiene este Papa...?

Henrietta tenía curiosidad de saber los sueños y las ambiciones que aspira.

¿Por qué razón la llaman para negocios oficiales del gobierno, de tal manera que ella tuvo que correr sin aliento hasta Romalia?

— Como un devoto seguidor del Fundador Brimir, he llegado como lo deseo su Santidad —. Henrietta inclinó la cabeza.

Oficialmente, sólo había dos personas cuya posición estaba por encima de su reinado. Uno de ellos es el Rey Joseph de Gallia... y el otro es Vittorio. Por lo tanto, la etiqueta adecuada, es la de inclinarse humildemente.

— Por favor, levante la cabeza. Este sombrero ya ha sido aprobado para el Primer Ministro de su país. No hay necesidad de dichas formalidades.

Vittorio rápidamente tapo su boca. Ésa era la verdad. El primer ministro de Tristain, el cardenal Mazarino, había sido reconocido como el próximo Papa. Sin embargo, durante la asamblea electoral de hace 3 años, Mazarino había rechazado la solicitud enviada desde Romalia.

Por ese motivo, incluso hubo rumores infundados acerca de la usurpación del gobierno de Tristain. Sin embargo, estos rumores más o menos fueron aclarados después de la coronación de Henrietta.

En cuanto a la verdadera razón de su rechazo, ni siquiera la Reina Henrietta lo sabía. Mazarino no había dicho ni una palabra al respecto.

— Me siento muy aficionado a Mazarino-dono. Ahora, su Alteza, para hacer más rápido esto, vamos a comenzar.

— ¿Ya?

Henrietta miró a Agnes, que se escondía detrás de ella. Sintiendo que el tema principal de la visita iba a comenzar, le hizo una seña para que saliera.

Sin embargo, Vittorio negó con la cabeza.

—No... 'Miss Milán' debe estar aquí también presente. En cualquier caso, parece que la señorita es consciente de la situación.

Henrietta se asomó de nuevo a Agnes. Agnes, un poco ruborizada, con molestias, asintió con la cabeza. Era la primera vez que Henrietta había visto una expresión en la cara del Comandante del Cuerpo de Mosqueteros, que la sorprendió.

Ni siquiera en relación con el perdón de su pregunta, Henrietta estaba pensando una buena manera de romper el silencio.

— ¿Ha notado las contradicción de las creencias en este país? —. Vittorio le preguntó a Henrietta. Una expresión de sorpresa colgaba en su cara por un momento antes de que ella asintiera con seriedad.

— Sí.

— Pues es cierto lo que ve. Es bastante embarazoso, estamos lejos de ser el supuesto "Reino de la Luz" que nos representa. Por un lado, hay personas que carecen del pan de cada día, mientras la vida sigue, así como los sacerdotes cuando hablan de sus propios problemas en cada reunión. Este es un mundo donde la fe se queda en el suelo y la gente en todas partes se centra en sus propios beneficios.

— Si me permite decirlo, Su Santidad tiene la facultad de...

— Me doy cuenta de eso. Aun así, estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Teniendo en cuenta que cada iglesia en todas las regiones, apenas tengo el control a través de la catedral principal. Cada secta de la Iglesia tiene el deber de llegar a los refugios de pobres y construir edificios para los mismos.

Para la gente, obtener el pan barato y tener ciudades libres que no guarden los impuestos. Pero en cambio, bromas y burlas de algunos nuevos seguidores !¿Qué tipo de basura eso de “Nuevos seguidores”?¡ Y hay quienes afirman que la herejía está tratando de dar su parte en las quejas. Es lo mismo como si estuviera frente a Reconquista.

El Papa estaba haciendo todo lo posible. No era una mentira, Henrietta recordaba a los pobres en la catedral y a los niños.

— Yo personalmente he recibido el apoyo de un orfanato —. Julio dijo con orgullo.

Vittorio asintió con la cabeza y continuó hablando.

— Sin embargo, estoy en mi límite. Si la fuerza de los clérigos llegara más lejos, puede causar algo de discordia interna. El resultado final puede ser el derramamiento de sangre de compañeros seguidores del Fundador Brimir. Es necesario un paso adelante y poner en la repisa a la gente que me ha puesto a mí de Papa. No importa que tan sólo sea la causa... La gente no desea sacrificar su propia prosperidad. Además, ya no puedo permanecer en silencio sobre estos temas. ¿Qué sentido tiene luchar entre sí? Sobre asuntos tales como las diferencias en las doctrinas y de clase. En última instancia, todas las personas son hijos de Dios.

Henrietta asintió con la cabeza. Se sentía de la misma manera.

Vittorio extendió ambos brazos.

— ¿Por qué es que nuestra doctrina ha caído tan bajo? ¿Por qué nuestro propio clero se excusa de que Dios les permite tener el poder de disfrutar los beneficios de esta época?

Con una voz llena de pesar, Vittorio exclamó. Su espalda se estremeció. Se mordió el labio con fuerza como si el dolor le distrajese de su propia falta de poder.

—... Es porque no tengo suficiente poder...

— ¿Poder...?

— Sí. Es como la última vez que hablé con usted acerca de cómo "el poder es necesario". Tenemos que mostrar con orgullo la fuerza de la autoridad. Para evitar ser enterrados en las luchas políticas y guerras innecesarias entre los nobles y clérigos, debemos demostrar la verdadera fuerza de Dios.

—... ¿Es el de recuperar la Tierra Santa de los elfos? —.Vittorio asintió la cabeza en confirmación.

— Por el bien de todos y despertarles la verdadera fe, no hay más remedio que invocar el "Milagro de Dios" para recuperar la Tierra Santa de los elfos...

— Un Milagro de Dios... —. Henrietta repitió sorprendida

Una frase al final de la carta que había recibido antes, volvió a su mente.

Vittorio, en ese momento, se dio la vuelta y se enfrentó a una de sus estanterías.

— ¡Hump! —, Tenía una expresión en blanco, mientras sus dedos agarraban los bordes de la estantería y trató de moverlo a un lado.

Sin embargo, él no tenía la fuerza suficiente para moverlo. Después sacando la lengua, le hizo una seña para que le ayudara su amado Julio.

— Julio. Por favor, ven a darme una mano.

— Debió decírmelo antes.

— Tenia que intentarlo primero.

Ambos riéndose el uno con el otro, combinaron su poder para deslizar el estante aun lado.

A medida que el estante pesado cayó ruidosamente, algo detrás de él apareció…

Incrustado en la pared había un gran espejo de forma elíptica, de dos metros de altura y un metro de ancho.

— ¿Es este el "milagro"? —. Henrietta le preguntó, pero Vittorio negó con la cabeza.

— No... El "milagro" que va a suceder no es un objeto material. Pero a pesar de que no se puede tocar, no quiere decir que usted no lo pueda ver.

Vittorio se le solicito Julio que buscara su varita.

Julio tomó una caja, que contenía una varita mágica forjada con materiales santos y respetuosamente se la dio a Vittorio. Tomándola con su mano, Vittorio canto una oración en voz baja.

Claras notas de una hermosa balada que nunca había oído antes, entraban por las orejas de Henrietta.

— EuluIl Quoqen Sil Mari...

Parecía que el Papa iba a ofrecer una oración a Dios.

¿Cuánto tiempo había pasado?

Parece haber sido un buen tiempo. Pero en realidad, pasaron solo cinco minutos, desde que la oración empezó.

Después de que el canto había terminado, Vittorio señaló suavemente la varita en el espejo, como bendiciendo el objeto.

Henrietta miró en el espejo... y comenzó a brillar.

La luz desapareció de repente... y algo estaba empezando a reflejarse en el espejo.

No era el reflejo de la misma sala.

En cuanto a la escena, Henrietta dejó escapar un grito.

—... ¡Esto es!

Era la primera vez que Henrietta tenía miedo.

Vittorio murmuró con satisfacción.

— Este es el linaje del fundador... el 'Vacío'.

— El Vacío.

— En los tiempos antiguos... Los hechizos eran las oraciones ofrecidas a Dios. A través de estas oraciones a Dios, logramos el milagro de la magia. Con la caída de la fe, Dios se escondió de nosotros. Esta es una realidad innegable. Un antiguo hechizo de este tipo es apropiado como una oración que nos conecta con Dios.

— Su Majestad...

Henrietta miró a Vittorio mientras seguía temblando.

— Sí, Henrietta-dono. Con mi destino para convertir a la gente en siervos de Dios, he sido bendecido también con el milagro del “Vacío” de Dios.

— ¡Oh! ¡Su Majestad! ¡Su Majestad!

Henrietta fue golpeada con el resplandor divino e inmediatamente perdió el conocimiento.

— Tenemos que reunirnos. Con el fin de hacer una gran "oración" y luego llamar a un gran milagro.