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Black Bullet:Volumen5 Capítulo1
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=== Parte 2 === Ya eran mediados de Agosto. Incluso en este mundo actual donde la población se había reducido drásticamente por la Guerra Gastrea, la Tierra aún era aquejada por un serio calentamiento global, con los problemas más recientes sucediendo en el permafrost<ref>Es el agua que fué congelada mientras aún era obsorvida por el suelo, por eso, ya que el agua estaba formando lodo, muchas veces se ve como "tierra congelada" o que la tierra "se derrite en lodo". Es un fenómeno propio de las regiones circumpolares.</ref> de las regiones originalmente frías. Según los informes, el derretimiento del permafrost había liberado materia de animales y plantas muertas que originalmente se encontraban durmientes debajo, resultando en la subsecuente liberación de metano de la descomposición, causando grandes efectos en la cuestión de la aceleración del calentamiento global. Aunque las emisiones de carbono de los humanos fueron reducidas enormemente, la carga heredada del pasado posiblemente podría haber llevado ya al calentamiento global más allá del punto de no-retorno. Incluso con el aire acondicionado encendido a toda potencia en la oficina, era imposible contrarrestar el calor abrasador de treinta y nueve grados Celsius allá afuera. El canto de las cigarras sonaba como gritos. Pero estaba silencioso en la oficina con una atmosfera sutil de seriedad. Tina, Enju y Rentarō estaban sentados sudando con expresiones faciales indescifrables. Al atardecer con los rayos del sol poniente derramándose hacia adentro de forma sesgada, en una esquina de la oficina de la Compañía de Seguridad Civil Tendō, el juego de sofá en conjunto con la mesa de vidrio estaba destinada para recibir invitados, pero raramente los muebles tenían la oportunidad de servir para su propósito. Usando un delantal encima de su uniforme escolar, Kisara Tendō atravesó la cortina para emerger de la cocina, trayendo cuatro platos que alineó sobre la mesa de vidrio frente a los sofás para invitados. Había un plato delante de Rentarō también. La comida frente a él estaba emanado un olor penetrante que irritaba su cavidad nasal mientras el vapor caliente se estrellaba contra su cara. Su estómago gruñó. Colocando finalmente un plato a su lado, Kisara terminó los preparativos y tomó asiento, aplaudió con sus manos y cerró los ojos. —Vamos chicos. ¿Empezamos? Rentaro y Enju aplaudieron y respondieron rápidamente "¡Vamos a disfrutarla!" simultáneamente. Sólo Tina gritó «¡Esperen!» en estado de pánico. Con una expresión angustiada mientras sacudía la cabeza, Tina se decidió y apunt̪o al plato: —Uhm ¿Qué... es esto? Rentaro siguió su mirada para observar el objeto colocado en el plato blanco y limpio. Era una raíz tuberculosa fusiforme de exhbiendo una piel morada. —¿Qué es…? ¿No es una batata<ref>Camote para los que no son españoles.</ref>? A veces lo llaman ñame en América. Es una enredadera perenne herbácea de la familia ''Convolvulaceae''. —E-eso no es a lo que me refiero… ¿Esto es todo? Quiero decir… ¿La cena de esta noche es sólo esto? Al notar a qué se refería Tina, Kisara presionó su dedo índice contra su barbilla con aparente incomprensión, murmurando "hmmm" suavemente. Finalmente, apaludió y se colocó de pie con una mirada de "ya sé" y desapareció en la cocina, sólo diciendo "por favor, espera un segundo". Sólo entonces Tina relajó su expresión e hizo un suspiro de alivio. —En serio, presidenta Tendō, esta broma ha ido muy lejos. Regresando rápidamente, Kisara dejó caer una taza frente al puesto de Tina con un ruido sordo. —Aquí tienes agua del grifo. Bebe tanto como desees. Tina se congeló al instante. —D–Discúlpeme… Presidenta, ¿nuestra empresa es así de improductiva? —Pobre como ratones de iglesia. —Oh, ¿entonces qué comeremos mañana? —Frijoles y sopa de brotes de soja con fideos udon planos. Como algo adicional, hay cortezas de pan, gratis desde la panadería. —¿Pasado mañana? —Brotes de soja salteados con cortezas de pan. —¿Después de eso? —Cortezas de pan. Sintiéndose cada vez más pobre, Tina preguntó cautelosamente: —¿C–Cuatro días a partir de hoy? Kisara juntó sus manos frente a su pecho, como diciendo "buena pregunta", y sonrió: —Para un cambio de sabores, vamos a comer ''fried buns ear'' en el cuarto día. —¡¿No son simplemente cortezas fritas?! Tina se lamentó dolorosamente. —Soy nativa de América después de todo. ¡No puedes engañarme usando el inglés! La expresión de Kisara cambio dramáticamente en un instante. Golpeando la mesa con impaciencia, se levantó y dijo: —¡¿Qué puedo hacer?! El número de misiones completadas este mes es de cero otra vez. Para ser honesta, pudimos haber tenido carne asada hoy, pero esto resultó de la estupidez de Satomi-kun. Y hoy, incluso Tina-chan estaba en el lugar... Rentaro se rascó la parte trasera de su cabeza. Era incapaz de refutar esas acusaciones. Nunca esperó que la Compañía de Seguridad Civil Katagiri robara su presa. Esta noche, la Seguridad Civil Tendō pasaría hambre de nuevo. —¿Pero por qué siempre estamos pobres? Olvidando el paso de "vamos a disfrutarla", Enju hizo girar la batata con su dedo índice para jugar mientras preguntaba sin pensar. Rentaro asintióy estuvo de acuerdo con la pregunta de Enju: —Sí, Kisara-san, ¿a dónde fue nuestra recompensa de la Tercera Batalla de Kantō? Además, la Compañía Seguridad Civil Tendō se había encargado de tres incidentes importantesː El incidente de terrorismo de Hiruko Kagetane, el incidente del francotirador de Seitenshi y la Tercera Batalla de Kantō. Cualquiera de ellos debió haber traído una gran cantidad de remuneración. El rostro de Kisara se puso rígido por alguna razón, entonces sus mejillas enrojecieron rápidamente. Mirando a Rentarō, susurró lastimosamente: —Bueno, Satomi-kun, nunca te expliqué de manera detallada que hace dos meses, durante el incidente de terrorismo de Hiruko Kagetane, fuí incapaz de pagar el alquiler de la oficina debido a los problemas financieros de la compañía … En consecuencia, tuve que pedir un préstamo. —¿A quién le pediste prestado? Rentaro preguntó con una sensación de aprensión. Kisara señaló torpemente al techo, al cuerto piso, que era donde los prestamistas 'Financiamiento Koufuu' se encontraban. Pareciendo aún más torpe, Kisara continuó: —Tonto como eres, Satomi-kun, seguramente no sbes que hay este concepto de 'interés compuesto' cuando pides un préstamos. Por ejemplo, ¿no pedí prestado un millón? Así que diez días después, tengo que pagar un 10% de interés, es decir que tenía que devolver un millón cien mil. Después de otros diez días, el 10% de interés es impuesto sobre el millón cien mil, aumentando la deuda a un millón doscientos diez mil… —Wah—Tina escondió su rostro entre sus manos y lloró tan pronto como escuchó eso. Rentarō cerró los ojos con firmemente y se disculpó con ella en sus pensamientos. "Lo siento, lo siento Tina, nuestra presidenta no tiene sentido común en lo absoluto". —¿Qué utilizaste como garantía para obtener el préstamo? —Los órganos de Satomi-kun. Kisara dijo rápidamente algo poco claro. —¿Qué? —Básicamente… tus órganos, Satomi-kun, ¿sabes? Abe-san dijo que tus pulmones y corneas deberían venderse a un buen precio. —¿Eh? Con la cara roja y sus brazos sobre sus caderas con resignación, Kisara dijo con un tono de voz enfurruñado: —Como un empleado, Satomi-kun, eres una propiedad a mi nombre como la presidenta. Además, por ser capaz de trabajar con una presidenta tan adorable , seguramente debería estar bien entregar tus córneas obedientemente, ¡¿cierto?! Rentaro sólo pudo mirar a Kisara en silencio. "¿La chica que amo acaba de pedirme que entregue mis órganos?" Enju también parecía sorprendida. Finalmente, devolviendo su mirada al plato sobre la mesa… —Entonces estas batatas… Kisara movió su cabello con estilo y dijo con una voz sobrecogedora: —En efecto, esta es precisamente la 'última cena'. Después de hoy, viviremos con cortezas de soja y brotes de pan. Comenzando por el séptimo día, vamos a subsistir solamente con agua, así que esto ya es todo un lujo. Mientras todos miraban las batatas colocadas en la mesa de forma aleatoria, la oficina se quedó en silencio. Enju levantó su mano silenciosamente: —Sugiero racionar las batatas. La batata de Kisara debe ser dividida en tres partes iguales y compartida entre Tina, Rentarō y yo. —¿P–Por qué? —Porque, Tina, Rentaro y yo, no podemos aguantar tres días sin comida ni agua, pero tus tetas han almacenado suficiente nutrición para sustentarte por los menos un año sin problemas. —¿Cómo podría soportar durante año sin comer ni beber? ¡No soy un monstruo! Fue el turno de Kisara para lamentarse. —Por cierto, deja de meterte con mis pechos todo el tiempo. Enju-chan, los bustos más grandes en realidad no son tan geniales, ¿de acuerdo? No sólo me duelen los hombros, sino que también es difícil encontrar sujetadores lindos, y hay estos sarpullidos con el calor. Qué triste, Kisara no podía empatizar con las que no tienen en lo absoluto. —¡Kiiiiiiiii! Entrando en histeria mamaria, Enju saltó sobre la mesa de cristal para abalanzarse hacia Kisara. —¿Entonces por qué no me los das a mí? ¡Devuélveme los pechos que absorbiste de mí! —¡Owwwwww! Basta Enju, ¡Deja de halarlos! ¡V-vas a lastimarme! Mientras Tina estaba observando con inquietud, Rentaro sacudió la cabeza y dijo: —Todos están de mal humor por el hambre. Suspiró profundamente. Entonces repentinamente, miró a Kisara con una expresión de incredulidad: —¿No somos los 'Salvadores del Área de Tokio' después de todo? ¿Por qué no podemos conseguir ningún buen trabajo en lo absoluto? Escapando finalmente de la fiera ofensiva de Enju, Kisara jadeó pesadamente mientras miraba hacia él. —Hay alguien de la costa este estadounidense que quiere acabar con un gran Gastrea de tipo tiburón blanco que anda vagando por la costa. Todos los cazadores de tiburones famosos aparentemente han sido comidos por esa cosa, dándoles un dolor de cabeza a los oceanógrafos locales y al comisionado de la policía de allí. ¿Te gustaría ir? —Es mejor dejárselo a los expertos en combate acuático. ¿Qué más? Rasgando una nota del bloc junto al teléfono, Kisara bajó la vista para examinarla: —Permíteme lerlos para ti. 'La comida para llevar que pedimos no ha sido entregada aún, ayúdennos con eso'. 'Quiero un duelo con Satomi Rentarō. ¡Decidamos quien es el verdadero hombre aquí!'. '¿Qué color de ropa interior lleva la presidenta Tendō ahora mism? Me pregunto, jaja' 'Ayúdame a deshacerme de las cucarachas en la alacena ¿sí?'. 'Quiero que la mujer de mi vecino sea sacrificada'. Así es como van la mayoría. Rentaro no pudo evitar caer en desesperación. ¿Por quienes toman estas personas a las Seguridades Civiles? —¿Hay alguna otra manera de hacer dinero? —Ve a trabajar en el bar gay del primer piso, Satomi-kun, dijeron que el sueldo por hora era de ocho mil. —¿Por qué no sólo vas a trabajar en el cabaret del segundo piso, Kisara-san? Dijeron que estaban dispuestos a ofrecer diez mil por hora. —El bar gay del primer piso dijo que si estás dispuesto a bailar desnudo, Satomi-kun. La tarifa por hora podía llegar a ser de veinte mil. —… Ya fueran los Yakuzas del cuarto piso, el administrador del cabaret del segundo piso o los chicos del bar gay del primer piso, todos los otros inquilinos del Edificio Feliz eran felices todo el año, pero Rentaro encontraba difícil llevarse bien con ellos. Hablando de eso, Enju se frotó la barbilla y dijo: —A pesar de que no obtenemos ningún resultado, últimamente estoy escuchando sobre un repentino aumento en los casos de Gastreas. Al escuchar las palabras de Enju, Rentaro asintió con la cabeza. —Sí, definitivamente pareciera como si hubieran demasiados. Siempre que un Gastrea era visto por un testigo o una cámara de seguridad, todas las Seguridades Civiles dentro de un radio de diez kilómetros recibirían inmediatamente un mensaje de texto de alerta, comenzando una lucha por ver quién podía matar al Gastrea primero. Aunque a veces había cooperación, el dinero era entregado esencialmente por el gobierno a quienes mataran al monstruo primero. Las empresas de Seguridad Civil normalmente hacían este tipo de misiones cuando no realizaban misiones por encargo, pero el reciente aumento de éstas era bastante inusual. Aparte de ser muchas veces despertado de su sueño, los mensajes de texto en medio de las clases de verano hicieron de Rentaro un muy mal estudiante. Afortunadamente, siempre se evitaban brotes de infección gracias a los ciudadanos bien entrenados y a la acción rápida de las Seguridades Civiles. Sin embargo, estos eventos espeluznantes eran demasiado frecuentes. Además de eso, la Compañía de Seguridad Civil Tendo siempre se las arreglaba para perder la recompensa. Era algo absolutamente vergonzoso. —¿Habrá algún otro problema con los Monolitos? —Imposible… Rentaro rechazó la especulación de Kisara al instante, aunque carecía de confianza para hacerlo. Durante la Tercera Batalla de Kanto, aparecieron defectos en uno de los Monolitos de los que se aseguraba eran perfectos, provocando una tragedia humana inevitable. Ya no había una confianza absoluta en qué tan seguros eran. Había pasado menos de un mes desde que Rentaro experimentó eso. Las miradas de todos en la oficina, se movieron naturalmente hacia afuera de la ventana. Al otro lado del cielo rojizo, un inmutable e inmovible Monolito desaparecía entre las nubes. —Esto tiene un mal sabor… Rentaro miró hacia atrás para ver a Tina masticando la batata con una expresión amarga. Curiosa, Enju también le dio un mordisco y luego sacó la lengua con una expresión desagradable en su rostro: —Ugh, el interior ni siquiera esta cocido. —¿En serio? Mirando a Kisara —que parecía un poco torpe—, Enju no pudo evitar suspirar: —Kisara debería aprender seriamente habilidades culinarias bajo la supervisión de Rentaro. La dama de alta cuna, instruida en asuntos mundanos, dejó caer sus hombros abatidos. Por último, miró a Rentaro resignada y dijo: —¿Estás dispuesto a enseñarme? —S–Seguro. Kisara suspiró fuertemente de nuevo mientras se acercaba débilmente a la réplica de la pintura de ''Klimt'' colgando al otro lado del escritorio de ébano en la oficina, luego sacó un sobre de detrás del marco. —Toma. Este es el dinero que ahorramos poco a poco. Se los estoy confiando, Enju-chan, Tina-chan. Compren algo de comida con esto por el día de hoy. Dicho esto, Kisara colocó un billete de diez mil yenes en las manos de Enju y Tina, haciendo a éstas hacer un rostro feliz. —¡Voy a elegir lo más barato posible! —Enju levantó la mano y dijo mientras salía de la oficina tomada de la mano con Tina. Mientras sus pasos animados se desvanecieron poco a poco, el silencio inundó de nuevo la habitación. El reloj marcaba las siete y media de la noche. Como llenando el silencio, las cigarras cantaban lo que parecía un canto solitario. Desde el borde del cielo que pasaba de rojo a azul oscuro, unos débiles rayos de luz teñían el cielo ligeramente. Con la desaparición de los rayos de luz, la luna menguante apareció al fondo del cielo azul. Las señales externas del edificio comenzaron también a parpadear con luces LED, diciéndole a la gente que el distrito nocturno Magatachou había despertado. Dentro de la habitación silenciosa, un olor a humedad parecía inundar el lugar. —Somos los únicos que quedamos. —Sí. Mirando rápidamente a un lado del rostro de Kisara, Rentaro pregunto: —¿Y…? —¿Hmm? —Deliberadamente te deshiciste de Enju y Tina usando el dinero como excusa para hablarme de algo, ¿no? —Sí… En efecto. Kisara alcanzó lentamente algo detrás de ella, se desató el delantal y luego pasó su mano por su hermoso cabello. El delantal cayó a sus pies junto al sonido de la fricción de la ropa. Entonces, sacó sus pies afuera. Los zapatos en sus pies hicieron un chirrido mientras se sentaba en el escritorio de ébano. Luego, volteó hacia Rentaro preguntándole algo. —Uhm, Satomi-kun… alguien quiere reunirse conmigo para una entrevista de matrimonio. Rentaro miró a Kisara sorprendido, viéndola balancear sus largas y esbeltas piernas con su rostro mirando hacia abajo: —Me lo hizo saber a través de Shigaki-san. Aunque insistí en que no era necesario, ya que solía cuidar de mí, no pude deshacerme de él. Shigaki… Al oír ese nombre, Rentaro tampoco pudo imaginar en una forma de negársele. Shigaki Senichi era el hombre que solía trabajar como mayordomo en la casa Tendo. Rentaro recordó que cumplía 56 este año. Ya que vivieron en la mansión Tendo durante su infancia, Kisara y Rentaro lo conocían desde hace mucho. Incluso después de abandonar su puesto de mayordomo, seguía cuidando de ellos. Más importante aún, era el propietario de Seguridad Civil Tendo en los papeles y su salvador al servirles como tutor legal. Por lo que era imposible rechazarlo fácilmente. [[image:Black Bullet V5 Pg 53.png|thumb]] —¿Pero por qué tan de repente? Kisara había dejado el clan Tendo. Como hija de los Tendo, casarse a los dieciséis años como un sacrificio para aumentar su autoridad no sería extraño, pero ella ya no pertenecía a esa familia y no podía ser usada como una herramienta para un matrimonio político. ¿Con qué tipo de intención este posible pretendiente pidió una entrevista de matrimonio con ella…? Probablemente porque adivino los pensamientos de Rentaro, Kisara ladeó la cabeza. —No estoy muy segura tampoco. Sin embargo, el futuro novio es también alguien con el que estás familiarizado, Satomi-kun. —¿También lo conozco? Kisara sacó una hoja de papel del escritorio y se la entregó. Mirando hacia ella, Rentaro se sorprendió. —Este es… ¿Hitsuma Atsuro…? No hay forma. ¿Cómo— En el papel de algodón con estilo de hoja de vida estaba una foto de medio cuerpo. El rostro ligeramente alargado usaba gafas con monturas de plata. Los rasgos faciales parecían bastante intelectuales. —Recuerdo la última vez que me encontré con él… Fue cuando teníamos once. La mirada de Rentaro barrió la información a un lado y se enteró de que había nacido en una familia de policías y que había entrado en el Departamento de Policía Metropolitana, después de pasar el Examen Nacional de Servicio Civil. Su rango actual era superintendente. Su padre era un alto miembro respetado de las fuerzas policiales por lo que estaban grabadas en caligrafía fluida varias de sus antiguas posiciones, incluyendo la de superintendente General del MPD. De mayor estatus, mayor edad, y educación superior. Exponía los rasgos de un hombre ideal; más importante aún, solía estar comprometido con Kisara. —Cuando te fuiste de la familia Tendo, Kisara-san, ¿no fue anulado el compromiso de matrimonio también…? —También creí eso. Pero… quién sabe la razón por la que me está buscando ahora… Rentaro sintió una progresiva sensación de repugnancia aumentando desde su pecho. No quiero seguir escuchándola hablar acerca de eso, sintió el impulso de salir lo más rápido posible. Sin embargo, le devolvió en silencio la información a Kisara, fingió indiferencia y preguntó: —¿Cuándo es la entrevista? —Mañana… —¿Mañana? ¿Así que es inminente? —¿Entiendes ahora? Enredando su cabello alrededor de un dedo, Kisara evitó deliberadamente el contacto visual. —No es como si hubiera querido esconderlo de ti, pero fue muy difícil encontrar el momento adecuado, por eso me demoré hasta hoy… Sólo en ese momento Rentaro notó que estaba apretando su puño con tanta fuerza que sus uñas se apretaban contra su piel. Kisara levantó la cabeza, pero continuó mirando hacia abajo. —Satomi-kun, espero que puedas acompañarme a la entrevista de matrimonio. —¿Qué quieres decir…? —El futuro novio al parecer ira acompañado de sus padres, por mi parte, yo llevare a Shigaki-san como mi tutor, pero todavía me falta una persona. Aparte de ti, Satomi-kun, no tengo a nadie más a quien preguntarle. Por favor… aunque es algo muy raro, ¿me acompañarías? —… No me importaría. —¿En serio? Estoy muy contenta. La belleza de cabello negro exhaló aliviada, pero todavía un poco preocupada, lo miró en secreto y dijo: —Satomi-kun, ¿qué te parece? —¿Acerca de qué…? —¿Estás en contra de que asista a una entrevista de matrimonio? Por supuesto que estaba en contra. Tan pronto como se imaginaba a Kisara abrazada en los brazos de otro hombre, sentía que se le revolvía el estómago. Sin embargo, entendía muy bien que Tendo Kisara era la auténtica hija de una familia prestigiosa. Incluso en el Japón moderno, donde el sistema de castas había desaparecido hace mucho, el clan Tendo —que pertenecía a la súper elite— seguía de pie como una rara excepción. Una vez que nacías como hija del clan Tendo, estarías obligada a un matrimonio arreglado con un alguien mayor de alta cuna y no podrías casarte con cualquier perro callejero, por supuesto. Desde que el clan Tendo fue fundado, no había habido excepciones. Para ser honesto, si Kisara no hubiera tomado la iniciativa de acercarse a Rentaro, el chico adoptado, ellos dos hubieran permanecido separados por el resto de sus vidas. Cuando Rentaro llegó por primera vez a la casa Tendo, la señora a cargo de instruirlo repitió como si le lavara el cerebro: «Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales». —… Creo que esta entrevista de matrimonio es buena. Si todo va bien, serás capaz de ser feliz, Kisara-san, y estoy seguro que Enju y Tina serán felices. —¿También piensas eso, Satomi-kun? Las luces frontales de un coche iluminaron el interior de la oficina por un momento, mostrando con claridad los perfiles de Kisara y Rentaro. Rentaro levantó la cabeza y miró fijamente a Kisara. —Ciertamente… Por alguna razón, esta respuesta causó que Kisara hiciera una expresión de dolor y mirara hacia abajo. Al final, se obligó a sí misma a sonreír como si soportara el dolor. —Y–Ya veo, está bien. Tienes razón. Después de todo, no es como si estuviéramos saliendo o algo así. Dije algo extraño… Fue muy estúpido de mi parte. Kisara parecía como si tratara de cubrir algo con su sonrisa mientras se golpeaba la cabeza. Ese era su límite. —Estoy preocupado por Enju y Tina así que iré a verificar como están. Sin esperar una respuesta, se volteó de inmediato y se dirigió a la puerta de la oficina, ignorando a Kisara mientras parecía que ella trataba de decir algo… Pero al final no podía. Bajando las escaleras rápidamente, estaba a punto de abandonar el edifico cuando sintió un impacto en su hombro derecho. Debido a que su mente estaba ocupada pensando en Kisara, no notó que se acercaba alguien hasta chocar con él. —Hey… ¡¿Tú eres Rentaro?! Rentaro miró sorprendido al ver el rostro del hombre a punto de subir las escaleras del edificio. El hombre parecía sonreír felizmente. Su rostro era muy joven, alrededor de la misma edad que él, tenía una cara larga con una frente ancha, con el cabello teñido entre naranja y marrón. Debido a su mirada aguda, parecía un punk, pero su rostro era muy agradable cuando sonreía. Encontrándolo familiar, Rentaoō buscó en sus recuerdos en varias ocasiones hasta que su rostro finalmente se superpuso con el de un chico de hace varios años. … Oh. —¿Eres realmente tú? ¿Del Año 4 Clase 5, el estudiante número diez: Suibara Kihachi? La corazonada de Rentaro aparentemente dio en el blanco. El hombre sonrió aún más, feliz, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. —Es correcto. Eres Satomi Rentaro, del Año 4 Clase 5, el estudiante número nueve. Diciendo esto, Suibara abrazó rápidamente a Rentaro por los hombros y gritó muy feliz: —¡Esto me trae tantos recuerdos! Nunca pensé que todavía estarías vivo, cabrón. —L–Lo mismo digo. La apasionada bienvenida de un inesperado amigo de hace mucho tiempo, causó que se sacudiera violentamente, pero en comparación con su alegría fortuita, Rentaro se sintió perplejo como resultado de otras emociones. Levantando la mirada hacia el edificio detrás de él, Rentaro preguntó: —Suibara, ¿estabas en este edificio justo ahora? Supongo que no estás trabajando en un cabaret o un bar gay a la edad de dieciséis… ¿Cierto? Entonces, mirando el Rolex en su muñeca, dijo: —… Tampoco te ves como si necesitaras un préstamo de altos intereses. Suibara cerró los ojos en señal de protesta. —Eso no hace falta decirlo, idiota. —Así que… Suibara se señaló a sí mismo y levantó el pulgar hacia arriba. —Así es, estoy buscando a la Compañía de Seguridad Civil Tendo. Soy un cliente, Rentaro. ''¿Un cliente? ¡Pensar que mi amigo de la infancia a quien no había visto durante muchos años sería un cliente!'' Incluyendo el asunto de Hitsuma de hoy, Rentaro sentía como si personas de hace tiempo estuvieran apareciendo poco a poco. Rentaro se sintió sorprendido mientras Suibara se encogía de hombros. —Este no es un buen lugar para hablar. Entremos a la oficina primero. —Claro… Rentaro no sabía cómo responder. Después de haber terminado forzosamente la conversación con Kisara hace un momento y huir de la oficina, era muy embarazoso volver enseguida. Rentaro negó con la cabeza. ''No, eso no es cierto. Si tengo que llevar al cliente, ¿por qué debería parecer como algo embarazoso?'' Guiando a Suibara a través de las escaleras del edificio, Rentaro finalmente llegó a la puerta de la Seguridad Civil Tendo. El cielo ya estaba bastante oscuro y no había señales de luces al interior. Rentaro giró el pomo de la puerta y entró sin llamar. Kisara estaba sentada en su silla de presidenta, mirando por la ventana con una expresión deprimida. Al notar el movimiento, rápidamente se colocó de pie, causando que la silla crujiera. Entonces corrió y dijo: —Muy bien, Satomi-kun, he estado pensando durante un buen tiempo después de… Habló apresuradamente, pero se detuvo después de notar a Suibara. Las emociones de Rentaro se hicieron muy turbulentas, pero forzó una cara de póquer y dijo: —Es un cliente. —Conque es así… ¡Qué diablos! —Se quejó Rentaro en su mente— Es evidente que hace un par de horas estábamos ansiosos por que llegaran clientes… Suibara apresuradamente trató de suavizar las cosas. —¿Q–Qué pasa? ¿Vine en un mal momento? Antes de que Rentaro pudiera responder, Kisara negó con la cabeza firmemente. —Nada de eso. Un placer conocerte, soy Tendo Kisara la presidenta. Sonriendo ligeramente, Kisara tendió su mano. Sorprendido, Suibara apretó con cuidado la mano de Kisara. —E–Encantado de conocerte, soy Suibara Kihachi. —Disculpa que este lugar sea tan pequeño y sucio, pero por favor adelante. Kisara tomó un control remoto del escritorio y pulsó un botón, encendiendo así las luces del techo. Rentaro no pudo evitar estrechar sus ojos. Los papeles que Enju y Tina estaban garabateando permanecían esparcidos por todo el suelo. Los platos con las batatas a medio comer, aún debían ser quitados de la mesa. Las humildes palabras de Kisara no eran una broma en lo absoluto. El desorden en el interior de la oficina se reveló en el instante que la misma se iluminó. —Disculpa, déjame limpiar un poco. —Oh, acerca de eso… Suibara continuó ligeramente: —Lo siento mucho pero esperaba hablar a solas sobre lo que implicaba el trabajo con Rentaro. Kisara y Rentarō intercambiaron miradas. Eso significaba que le estaba pidiendo a Kisara que se fuera por ahora. Aunque esta petición misteriosa era desconcertante, preguntar por qué aquí no sería de ninguna ayuda. Rentaro asintió transmitiendo un «Déjamelo a mí», por lo que Kisara asintió también. —Entonces voy a ir a ver cómo están Enju-chan y Tina-chan. —… Sí, cuento contigo. Al ver a Kisara salir, Rentaro casualmente arregló el sofá para invitados para que Suibara y él pudieran sentarse con la mesa de cristal frente a ellos. Después de que Kisara saliera, Suibara extendió los brazos y mencionó con calma. —Así que esa es la Kisara-san que mencionabas a menudo cuando eras joven. Qué gran belleza. Nunca había visto a una chica tan hermosa en toda mi vida. Rentaro asintió en silencio. Con Kisara en primer lugar e incluyendo a Miori y Seitenshi, Rentaro estaba rodeado por lo que el mundo llamaría «Bellezas ruinosas». Ya que las conocía desde hace tiempo, Rentaro casi había olvidado este hecho, pero desde su perspectiva, cada vez que se colocaba de pie frente a Kisara y Miori o cuando Seitenshi estaba con ellos en algún lugar, siempre se veía obligado a contener el aliento al ver la gran rivalidad entre esas bellezas incomparables. Pero Kisara iba a tener una entrevista de matrimonio con Hitsuma Atsuro mañana. Rentaro sacudió su cabeza para disipar esos pensamientos. —¿Y? ¿Qué negocio tienes conmigo? Suibara movió la cabeza para mirar a su alrededor y al interior de la oficina antes de hablar. —¿Recuerdas cuando nos conocimos? —¿Hmm…? Oh, por supuesto que lo recuerdo… Cerrando los ojos, Rentaro pensó instantáneamente en su cuarto año de escuela primaria. En aquel entonces, habían transcurrido cuatro años desde que había perdido su brazo derecho, pierna derecha y ojo izquierdo. Como era un período en el que sus prótesis tenían que ser reemplazadas con frecuencia para que se acomodaran a su cuerpo, todos los días vivía adolorido, hasta el punto en que deseaba su muerte para acabar con todo. Para ser honesto, las superficies metálicas de su prótesis sólo fueron cubiertas por piel artificial hace poco. En otras palabras, la infancia de Rentaro transcurrió con sus prótesis negras expuestas las veinticuatro horas del día, incluso en la escuela. —Como el mundo encontraba repugnante a mi brazo y pierna negra, se alejaban de mí. Sólo tú fuiste diferente. Recuerdo que tenías una Niña Maldita en tu familia, por lo que la clase también te rechazo. —Sí, mi hermana pequeña. La historia de Suibara y su hermana terminó en tragedia. Cuando los rumores de que tienes a una Niña Maldita en tu familia se extienden, por supuesto que ganas el resentimiento de algunas personas. La madre de Suibara fue la primera en romperse ante el lanzamiento de piedras en su casa por los residentes cercanos y demás actos de vandalismo. A menudo murmurando «Si tan sólo no hubiera nacido esa niña», su madre parecía una paciente neurótica. Por otra parte, el padre de Suibara mantenía un arma en su casa para defensa personal. Todos los ingredientes necesarios para una tragedia se habían reunido. —Éramos igual de solitarios, es por eso que jugábamos juntos todo el tiempo. Rentarō murmuró suavemente. Suibara también se le unió felizmente. —Eso es cierto. Estabas particularmente bien informado sobre insectos y plantas, así que tuve la oportunidad de divertirme aprendiendo todo tipo de cosas mientras jugaba alrededor de la montaña contigo. Por ejemplo, haciendo cosas como capturar camarones usando un anzuelo o atrapar algunos insectos. Impulsado por su tema de conversación, Rentaro sintió que sus recuerdos de la infancia salían como si abriera una caja de juguetes. Antes, cuando no tenía amigos y era incapaz de salir libremente a jugar, pasaba día tras día leyendo sobre insectos o plantas en la biblioteca de la mansión Tendo. Por lo que, su conocimiento sobre esas áreas no tenía par antes de que siquiera lo supiera. —A cambio, aprendiste a divertirte gracias a mí. Suibara rió alegremente. —Recuerdo que eras un niño educado cuando te conocí. Rentaro sintió su rostro calentarse, por lo que no pudo evitar negarlo enfáticamente. —Cierra la boca… Cuando imité la forma en la que hablabas, Kisara-san llegó a decir: «Satomi-kun se ha vuelto un delincuente». Me hizo sentir triste por mucho tiempo. —Así que imitaste la forma en que hablaba. Vete al infierno, maldito. —No, vete tú. Suibara y Rentaro se miraron el uno al otro. Uno de los dos comenzó a reírse primero, pero fueron incapaces de decir quién fue. —Rentaro. Sentado en el sofá, Suibara se inclinó hacia delante y bajó la mirada hacia sus manos, pensando en algo. —Se sentiría muy injusto si no te muestro esto primero. Diciendo eso, estiró su mano hasta su axila y sacó algo. Rentaro se agitó después de mirarlo. Un objeto negro fue colocado en la mesa con un sonido sólido. Hecha de una aleación metálica de color negro, el gatillo e incluso el cargador estaban hechos con fibra de vidrio reforzada con el fin de reducir su peso. Era una Glock de sexta generación. ¿Por qué? Rentaro se preguntó. A la gente común no se le permitía sacar armas de sus hogares como defensa personal. En 2031, las únicas personas autorizadas para portar armas de fuego al aire libre en Japón eran la policía, las Fuerzas de Autodefensa, además de… Suibara sacó una placa negra de su pantalón y la colocó junto a la pistola. Al ver la licencia de Seguridad Civil con su foto en ella, Rentaro saltó de la sorpresa esta vez. —Suibara, ¿eres un Promotor? Suibara sacó su teléfono móvil y lo operó con una expresión de felicidad, mostrándole a Rentaro una foto. Parecía alguien que odiaba ser fotografiado. La foto mostraba a una chica con un corte hasta al hombro que evitaba la cámara con timidez. —Hey tú… Probablemente notando la actitud sorprendida de Rentaro, Suibara dijo con un aspecto aún más orgulloso: —Ella es mi Iniciadora, se llama Koro Hotaru. ¿No es linda? Deberías saber que la quiero mucho… —Detente ahí. Rentaro se sentía confundido, pero aun así forzó las palabras. La familia de Suibara fue destruida por culpa de una Niña Maldita. Era difícil pensar que se asociaría a una como Promotor debido a su pasado. Al mismo tiempo, si todos los días de su vida estaba obligado a ganarse la vida a través de una Iniciadora, sería absolutamente trágico. —¿Esa chica… es un reemplazo de tu hermana muerta? Rentaro preguntó calmado. Suibara movió su rostro disgustado y dijo: —No, no es así. Eso no importa de todos modos. Más bien… volviendo al tema principal después de una pausa, Suibara apoyó los codos contra la mesa y apoyó su barbilla en sus manos. —Debes escuchar mi solicitud en primer lugar. Cuando una Seguridad Civil contrataba a otra Seguridad Civil se conocía normalmente como externalización. En la mayoría de los casos venían de Seguridades Civiles con demasiado trabajo para manejarlo ellos mismos; o, posiblemente, cuando querían desprenderse de misiones difíciles. Sin embargo, aun teniendo ese conocimiento básico, Rentaro no podía disipar una mala premonición. Como si la petición de Suibara no pudiera ser juzgada por el sentido común. —Adelante. Suibara habló, regresando al punto principal. Lo que dijo después barrió completamente el ambiente informal de antes: —Rentaro, tú eres un sujeto de pruebas desarrollado por el proyecto súper soldado de las Fuerzas de Autodefensa, ¿no es así? Rentaro estaba tan sorprendido que se levantó al instante del sofá. ¿Por qué lo sabe? Podría especularlo porque las prótesis negras de Rentaro estaban hechas de Varanium, pero debería ser imposible conectar eso al Nuevo Plan de Creación Humana. Mirando a Rentaro —que permanecía con los ojos abiertos en silencio— Suibara murmuró: «Como era de esperar, mi presentimiento era cierto». Por alguna razón, su rostro parecía decir que esta era una verdad que deseaba no haber imaginado, una especie de sensación desagradable que no podía ser disipada. —Rentaro, hay algunos rumores terribles. El Nuevo Plan de Creación Mundial, el Proyecto del Cisne Negro… no importa que nombre haya sido. ¿Has oído hablar de alguno de estos términos? —¿Nuevo Plan de Creación Mundial? ¿Proyecto del Cisne Negro…? No… Nuevo Plan de Creación Mundial ¿Qué era eso…? El nombre parecía muy similar al nuevo plan de creación humana. Rentaro sintió una sensación detestable subiendo por su columna vertebral. Al escuchar su respuesta, respondió «¿En serio?» en silencio mientras miraba el cristal sobre la mesa por un buen rato. Rentaro sólo pudo esperar a que continuara. —Rentaro, no sé qué tan consciente eres de esto, pero entre nosotros, las Seguridades Civiles, para bien o para mal, eres el centro de muchos rumores. Aparte de haber sido criado en la mansión Tendo, incluso se ha escuchado de tu relación cercana a Seitenshi-sama. Suibara se detuvo por un momento y miró hacia arriba. —Lo que quiero pedirte no es nada más que me contactes con la facción Tendo y Seitenshi-sama. Tengo algo que decirle en persona a su excelencia Tendo Kikunojo. Esto implica una crisis para el Área de Tokio. —¿Está relacionado con el Nuevo Plan de Creación Mundial o el Proyecto del Cisne Negro que mencionaste antes? —Exactamente. —¿No puedes pedirle a alguien más que lo haga? —No. Si lo difundo imprudentemente, lo más probable es que llegue a los oídos de esas personas. —¿Quieres exponer una conspiración…? Si me entregas evidencia, podría entregarla. —Lo siento, pero la evidencia fue robada. —¿Robada? Suibara asintió con seriedad. —Mi casa ha sido allanada varias veces últimamente y he perdido muchas cosas. Una de esas cosas es la evidencia. Así que todo lo que puedo hacer es hablar directamente con ellos como testigo. Aparte de eso, eres el único con quien puedo confiar. Sonaba extremadamente serio. Rentaro tocó su barbilla. Naturalmente, él no tenía ninguna opinión negativa sobre Suibara. Además también esperaba poder cumplir sus deseos tanto como fuera posible. El problema era cómo. Aparte del hecho de que ya había roto relaciones con Kikunojo, el mismo estaría completamente en desacuerdo después del incidente de Hiruko Kagetane, por lo que probablemente Kikunojo no quería ver la cara de Rentaro en lo absoluto. Pero si se trataba de ponerse en contacto con Seitenshi —con quien había intercambiado teléfonos— debería de haber una manera. —Tengo una condición. Debes decirme de antemano lo que le vas a decir a Seitenshi-sama. —¿Qué? ¿No confías en mí…? —Ella es la jefa del Estado después de todo, tengo que ser muy cauteloso. —Sí… es natural. Suibara parecía entenderlo, pero miró con atención hacia la oficina. —Esta habitación no debería tener inconvenientes, ¿cierto? —¿Eh? —Me refiero a espionaje. ¿Puedo confiar en los inquilinos de arriba y debajo? —Bueno… Rentaro examinó junto a Suibara la oficina. Los techos y paredes eran más delgados de lo recomendado y el material con el que estaban hechas no era de fiar. Además de eso, la oficina tenía muy poca insonorización. Si alguien instalaba dispositivos de espionaje adecuados y un micrófono, no había ninguna garantía sobre la privacidad del cliente. —Hablar de eso aquí no es bueno. Vamos a vernos mañana en la oficina municipal de Magata que todavía está en construcción. Podemos hablar allí sin preocuparnos. Pero ya que lo has escuchado, no puedes dar marcha atrás. Los ojos de Suibara parecían muy serios. Rentaro no pudo evitar estremecerse. Parecía que era todo por hoy. Tras aclarar que le daría una muy buena recompensa, Suibara lentamente se levantó del sofá. Rentaro también se levantó con la intención de despedirlo, por lo que conversaron sobre asuntos diversos mientras bajaban hasta el primer piso. El cielo estaba completamente oscuro. En medio de la multitud, las mujeres del lugar se mezclaban entre los hombres que estaban bebiendo. El viento que pasaba a través de la piel de las personas, llevaba un calor veraniego. Coincidentemente, Enju, Tina y Kisara estaban más adelante, regresando con sus brazos completamente llenos de bolsas de compras. Habiendo terminado de comprar, las tres chicas parecían muy felices, bromeando entre sí. Rentaro incluso podía escuchar sus risas, sus figuras se iluminaron una calle adelante. Suibara entrecerró los ojos por un instante, como si hubiera visto algo que lo cegara. Luego, lentamente, le dio unas palmadas a Rentaro en el hombro y dijo: —Rentaro, esas personas ya te han calificado como alguien relacionado conmigo. Lo siento por involucrarte, pero debes tener cuidado. —¿Esas personas? Suibara se metió las manos en los bolsillos y se fue sin mirar atrás. Al verlo desaparecer a la distancia, Rentaro pensó. En este momento, aun no tenía una idea clara de cómo debía considerar a este viejo amigo después de separarse durante mucho tiempo. La espalda de su amigo parecía ominosa, probablemente debido a que ocultaba demasiados secretos. Rentaro se lamentó por no haberlo obligado a decírselo y disminuir su carga. Solía pensar que había olvidado a su hermana menor que había muerto, pero el hecho de que Suibara estaba trabajando en un campo relacionado a las Niñas Malditas sorprendió enormemente a Rentaro. Él era incapaz de comprender cuánto había cambiado el estado mental de Suibara al tener a aquella Iniciadora que había tomado el papel de su hermana. En cualquier caso, en base a lo que dijo Suibara, había cosas que en definitiva no podía tomar a la ligera. Aún había tiempo hasta la siguiente noche, por lo que decidió utilizarlo para investigar un poco. —Hmm… ¿Se fue el cliente? Sólo entonces notó que Enju, que sostenía algunas bolsas de las compras, lo miraba con una sonrisa. —Mira, compré muchas verduras y carnes en los descuentos limitados. ¡Vamos a utilizar los ahorros que tenía Kisara para hacer una fiesta de Barbacoa esta noche! Rentaro miró a Kisara, que lo miraba también. Ambos evitaron la mirada del otro al mismo tiempo. Esforzándose tanto como pudo para no mostrar un rostro avergonzado, Rentaro miró a Enju y forzó una sonrisa. —Lo siento Enju, no tengo hambre ahora. Ustedes tres coman sin mí. —¿Eh? El rostro de Enju se congeló. —¿Sucedió algo…? —Nada, es sólo que quiero comer solo de vez en cuando, ¿de acuerdo? Diciendo esto, Rentaro se dio la vuelta y se alejó, evitando la expresión de Kisara.
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