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Zaregoto (Español): Volumen 1: Capítulo 3.1
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==3== —Fue sobre las dos de la madrugada —dijo Hikari-san. El comedor. La mesa redonda. Pero éramos dos personas menos que hace dos días. La extraordinaria artista, Kanami Ibuki, y un miembro de los Siete Idiotas, Akane Sonoyama. El dúo peleón ya no estaba. Ya no estaban vivas. —Recibí una llamada de teléfono en mi habitación… de Sonoyama-san. Me dijo que se había olvidado un libro en su habitación que quería que le llevase. —¿Y entonces? —dijo Iria-san—. ¿Presumo que hiciste lo que te pidió? —Sí —asintió Hikari-san—. Era un tomo de tapa blanda antiguo, “Bakaichi” de Mushanokoji. —Eso no es importante. Así que en aquel momento, Akane-san todavía estaba viva, ¿sí? ¿Y tenía cabeza? —Sí, en aquel momento estaba viva —dijo Hikari-san claramente. Esto significaba que Akane-san había sido asesinada después de las dos de la madrugada. Había supuesto que yo había sido el último en ver a Akane-san con vida así que estaba un poco sorprendido. Aunque en realidad, no creo que la “hubiese” visto per se, dado que solo habíamos hablado a través de la puerta. Su cuerpo había sido encontrado, aparentemente, sobre las nueve en punto de la mañana. Ella normalmente se levantaba e iba a tomar el desayuno a la misma hora todos los días, así que Hikari-san se preocupó cuando nadie llamó desde la habitación de Akane-san, y por tanto se convirtió en la persona que descubrió el cuerpo. Al principio había sospechado que Akane-san simplemente se había quedado dormida más de lo habitual por el hecho de encontrarse en un nuevo ambiente. Pero la realidad tenía otra cosa en mente. En todo caso, suponiendo que el testimonio de Hikari-san era cierto, el momento del asesinato quedaba limitado a un espacio temporal de siete horas y media. El cuerpo no aparentaba estar reciente en el momento de su descubrimiento, así que parecía que el asesinato sucedió en medio de la noche. —Bien, entonces —dijo Iria-san, mirando a todas las personas de la mesa—. Empecemos a comprobar las coartadas igual que hicimos ayer. Sonaba como si estuviese jugando a algún tipo de juego. No pretenderé ser capaz de juzgar lo que hay dentro del corazón de Iria-san, pero como mínimo, no parecía tener ningún sentimiento de tristeza o aflicción. No importaba lo que había sucedido ni a quién le había sucedido, no le había ocurrido a ella. Eso es todo lo que importaba. —Esta vez, yo no tengo coartada —decidí poner el motor en marcha ya que nadie comenzaba a hablar—. Hikari-san vino a nuestra habitación de visita sobre las diez u once de la noche, creo. Después Kunagisa y yo nos fuimos a la cama y nos quedamos dormidos. —¿Os fuisteis juntos a la cama? —se burló Iria-san. —Sí, ya. “Irnos a la cama” como figura retórica. Yo dormí en el sofá. —Pero si los dos os fuisteis a dormir, no hay forma de confirmar que uno de vosotros no salió a hurtadillas en medio de la noche. —Oh, oh, pero a mí me puedes dejar fuera —Kunagisa deslizó su mano horizontalmente cruzando su cuello—. La habitación de almacenaje está en la primera planta, ¿verdad? Yo no puedo bajar las escaleras sola. —¿Qué? —No solo Iria-san, sino todos miraron a Kunagisa con sorpresa. Bueno, todos excepto Maki-san, la cual tenía una expresión de completa indiferencia, como si dijese «yo ya sabía eso». Siempre puedes contar con ella para que sea la excepción. —Esa es la razón por la que hago que Ii-chan venga conmigo. Sí. No había venido a esta isla solo porque estuviese aburrido o interesado. Tenía una razón de buena fe para estar aquí, Kunagisa me necesitaba. Kunagisa tenía un amplio abanico de peculiaridades y características únicas que hacían que la vida diaria se convirtiese en un riesgo, pero entre esas había tres principales, y de entre las tres una que necesitaba una nota en especial: no podía soportar locomoción vertical extrema por sí misma. Era un hecho. Supongo que es más adecuado llamarlo un rígido, compulsivo y subconsciente suceso que yacía en su mente más que una “peculiaridad”. Sí la obligases lo más mínimo, este suceso aparecería, y se pondría a gritar y no serías capaz de poner un solo dedo en ella. Era lo mismo hace muchos años. Siempre me pregunté si se habría curado ya, pero parece que no es una cuestión tan simple. —¿Es eso cierto? —el gesto de sorpresa seguía presente en la cara de Iria-san—. Pero si esta es la primera vez que oigo algo así. —Bueno, no es algo que se mencione muy a menudo. Pero si me has estado observando te habrás dado cuenta que no he subido ni bajado ninguna escalera sola en todo el tiempo que he pasado en esta isla. Siempre he estado con ella durante las comidas, o bien se encontraba encerrada en su habitación. Tomo Kunagisa. —Ahora que lo mencionas, siempre haces que el chico te vaya a recoger a la habitación. Pero no tenemos ninguna manera de comprobar esto. —Tenemos un certificado médico —dije—. Es un desorden mental, por así decirlo. Así que creo que podemos confirmar la coartada de Kunagisa por ahora. Aunque no la mía. Iria-san parecía estar reflexionando un momento, pero entonces cambió su línea de pensamiento. —Bueno, ¿qué hay de Himena-san? —Estuve en mi habitación bebiendo toda la noche —miró hacia donde estaba Shinya-san— junto a ese maravilloso caballero que se encuentra ahí. —¿Es eso cierto, Sakaki-san? —Bueno, no estoy seguro de la parte de lo del caballero, pero lo demás sí —le giñó el ojo a Maki-san ligeramente—. Mi intención era molestarla solo durante un rato, pero acabé pasando toda la noche bebiendo. Eso hace dos noches seguidas las que se pasaron bebiendo. Debían tener un aguante increíble. O quizás ese no era el caso de Shinya-san. Quizás simplemente no podía soportar estar sobrio después de la perdida de Kanami-san. Me podía imaginar lo importante que era para él. Le había enseñado a pintar, e incluso la educó hasta que le superó. Era especial. Su existencia había sido importante para él. —Ninguno de los dos estaba especialmente intoxicado, así que supongo que nos podemos avalar mutuamente —dijo Shinya-san—. Sí, supongo que era sobre la una de la madrugada. No podía dormir, ya sabéis, por lo sucedido, así que me dirigí a la sala de estar y allí estaba ella. Entonces me invitó a su habitación y acabamos quedándonos hasta que se hizo de día. Sí. Eso era lo que quería decir. Pero de cualquier forma, era un hecho que estuvo en si habitación, así que los dos tenían coartadas sólidas. —Yo estuve durmiendo todo el rato —dijo Yayoi-san antes de ser preguntada, como si siguiese algún tipo de orden—. No tengo ningún tipo de coartada. Pero creo que Hikari-san puede corroborar que me levanté a las seis de la mañana y que la ayudé a preparar el desayuno. Por alguna razón, parecía que estaba mascullando sus palabras, y miraba para comprobar la reacción de Iria-san. Había algo extraño en ella, y algo acerca de su bizarra disposición me escamaba. Es difícil de explicar, pero algo me llamaba la atención. Simplemente no sabía lo que era. —Ya veo —dijo Iria-san—. ¿Qué hay de ti, Hikari? —Bueno, le entregué el libro a Sonoyama-san a las dos de la madrugada y después me marché a la cama. Así que no tengo coartada hasta la hora a la que me levanté por la mañana. —Ya veo… Oh, supongo que ya también tengo que dar mi versión. Estuve en mi habitación hablando con Rei toda la noche. Estuvimos discutiendo que hacer de ahora en adelante y que decirle a Aikawa-san. ¿No es cierto, Rei? Rei asintió en silencio. —Ya había dormido esa tarde, así que no me pude dormir por la noche. A la hora que acabamos de hablar ya era por la mañana, así que supuse que era demasiado tarde para intentar dormir, así que… lo habitual, y por último el desayuno. Creo que es una coartada sólida, ¿no es así? Por alguna razón, Iria-san me miró a mí cuando dijo eso. Era una mirada de desafío. Me encogí: —Sí, claro que lo es. ¿Y cuándo regresaron Teruko-san y Akari-san? —Sobre las nueve en punto. —Fue Akari-san, quien no hacía nada me había asaltado en la habitación de Kunagisa. En estos momentos había regresado a su estado habitual, pero intentó no hacer contacto visual conmigo. —¿Las nueve en punto? Hablando de ello, había dicho algo bastante extraño hace un momento. «Estoy tan cansada de que pase esto» o algo por el estilo. Pero, ¿qué era de lo que estaba tan “cansada”? No importa como lo mires, había algo extraño en su forma de actuar en ese momento. Algo me decía que no se estaba refiriendo solo a la muerte de Kanami-san. —Bueno, supongo que eso significa que Akari y Teruko tienen una coartada, ¿sí? Lo que significa… —dijo Iria-san—. La gente con coartada son Sakaki-san y Himena-san, seguidos de mí y Rei, y Teruko y Akari. Y lo más probable es que Kunagisa también. Eso hace siete. En el otro lado nos encontrábamos, Yayoi Sashirono, Hikari Chiga y yo. Ninguno de los tres teníamos coartada. Pero mientras que la pregunta de quién tenía coartada era importante, había otra cosa que era igual de importante en este caso. —Esto, ¿Hikari-san? —¿Sí? —miró en mi dirección. —Quizás estoy siendo un poco quisquilloso en este aspecto pero, ¿podrías decirme si la ventana estaba o no abierta cuando le entregaste el libro a las dos en punto? Se quedó con la mirada perdida en el espacio mientras pensaba un momento: —Creo que estaba cerrada —contestó. —Ya veo. ¿Es algo que una persona pudiese abrir fácilmente? —Sí. Supuestamente es para la ventilación, así que si simplemente usas la palanca (tienes que moverla así) se abre y se cierra normalmente. Pero eso es solo desde dentro. Está completamente sellada desde fuera. —Ya veo. Este era un desarrollo problemático. Un desarrollo muy problemático. Una ventana de más de tres metros de alto. Sin escalera, era virtualmente imposible que alguien hubiese escapado por ahí, e incluso más improbable que alguien hubiese entrado. En otras palabras, teníamos otro caso de “misterio de habitación sellada”. —Bueno, dime entonces, ¿qué me dices de la gestión de las llaves? ¿Existen copias de ella o algo así? —Yo tengo la única llave. No hay copias ni llaves maestras. Parecía bastante preocupada. Lo que era natural, obviamente. Las implicaciones de esta conversación eran que ella era la única que podía haber cometido el asesinato. Si lo miramos objetivamente, ese era el caso más probable. Pero no tenía la intención de señalar ese hecho. No quería causar otro percance como el de Akane-san. —¿Qué tipo de cerradura es? —Una normal. Giras la llave y el pestillo salta. No conozco su nombre técnico… —Y tú estás segura de que cerraste la habitación a las dos en punto. —Sí, estoy segura de que la cerré. Incluso lo comprobé varias veces —contestó con una expresión dolida—. Estoy segura. —Ya veo. Era una chica honesta. Hasta el punto en el que le debía complicar la vida. Viéndola en este estado, para mí estaba claro que ella no era la asesina. Si lo fuese no se habría tomado la molestia de reportar que había sido llamada a la habitación de Akane-san en medio de la noche. Todo el mundo sería capaz de deducir eso. Por supuesto, no puedes descartar la posibilidad de que ella hubiese preparado esto para engañarnos a todos. Ese tipo de razonamiento podría extenderse cuanto quisieras. Continué preguntando. —¿Y no había nadie más en la habitación cuando llegaste? ¿Qué hay de la posibilidad de que hubiese alguien escondido en las sombras o algo así? —Bueno, no sentí a nadie más en la habitación, pero —inclinó la cabeza como si no entendiese el objetivo de mi pregunta— no puedo estar segura. Yo no entre en la habitación, desde luego. Le di el libro en la puerta. —¿No estabas asustada? —preguntó de repente Yayoi-san, con una voz débil. Tenía una expresión de malestar según hablaba—. Quiero decir, ¿no pensábamos todos que Sonoyama-san podía ser el asesino? ¿Y tú quedaste con ella a solas, en medio de la noche? ¿No estabas asustada? —No, no del todo —contestó Hikari-san después de un momento de duda—. No creía que Sonoyama-san fuese la asesina. —¿Por qué no? —por alguna razón, Yayoi-san estaba siendo muy insistente con Hikari-san—. ¿Qué te hacía estar tan segura? —Esto, bueno… —Hikari-san me miró con una expresión de preocupación. Ah, era por la conversación que tuvo con Kunagisa ayer. Claro, después de escuchar esa conversación no había ninguna razón para sospechar de Akane-san en particular. Pensé las cosas mientras observaba avanzar la conversación entre las dos mujeres. Pero no pude detectar nada. Me había parecido que de haber sucedido algo, probablemente hubiese ocurrido sobre la dos de la madrugada, cuando Hikari-san había entregado el libro, pero ahora, después de escuchar su testimonio, ese no parecía ser el caso. ¿Así que, qué hacemos ahora? ¿Cómo continuamos? —Dudo que la habitación estuviese completamente sellada. La ventana estaba abierta, después de todo —me dijo Iria-san—. En ese sentido, no se definiría exactamente como “sellada”. —Pero es imposible entrar o salir a través de esa ventana. —Hay una silla en la habitación, ¿verdad? ¿No se puede alcanzar la ventana alzándote desde la silla? —No lo creo. Incluso si te estirases y saltases al mismo tiempo, dudo que pudieses llegar. Shinya-san es el más alto de nosotros y no creo que fuese capaz de alcanzarla. —¿Es así? Así que, la habitación de Ibuki-san estaba sellada por el río de pintura, y esta vez es una habitación sellada por un problema de altura… —Iria-san estiró los brazos con un suspiro de irritación—. Y ambas mujeres fueron decapitadas. Sí, estaba ese otro problema. El asesino había cortado las cabezas de Kanami-san y Akane-san. Eso seguía siendo un misterio. No existía la posibilidad de que se hubiesen intercambiado los cuerpos, ¿pero qué otra razón había para cortar las cabezas? ¿Podíamos describirlo como un golpe de suerte bizarro? Lo que es más, el hecho de que el asesino se llevó las cabezas tampoco tenía demasiado sentido. Por supuesto, también existía la posibilidad de que el asesino cortase las cabezas específicamente para llevarlas a algún lugar en particular pero, ¿qué diablos haces con un par de cabezas humanas? Y esa pregunta nos lleva a la siguiente: ¿por qué fueron asesinadas estar mujeres en primer lugar? No tenía ni idea. Este caso estaba lleno de cosas que no entendía. Era todo un sinsentido. Maldita sea. ¿Desde cuándo era tan idiota? —Bueno… observando las cosas objetivamente, Hikari-san es la más sospechosa de los presentes —dijo Iria-san de repente. Hikari-san flaqueó un momento. —¿Qué? Oh, yo, esto… —Hikari era la única que tenía una llave, y una de las tres personas sin coartada. Si la ventana no era una de las posibles entradas o salidas, la puerta es la única posibilidad, ¿cierto? Hay tres personas sin coartada, pero una de las tres tiene una llave. —Espera un momento por favor —interrumpí el monólogo de Iria-san—. Esto no está bien. No es una suposición justa. —¿Suposición? Creo que el término correcto es “razonamiento”. Hikari-san observaba nuestra interacción con una expresión preocupada. No sabía que decir. —Es lo mismo que dijo ayer Akane-san. Es una tontería llegar a una conclusión basándonos en un proceso de eliminación y razonamiento selectivo. No voy a ir tan lejos como para llamarlo estúpido, pero creo que nos estamos dejando cosas. —Me pregunto si es cierto eso. Yo, personalmente, creo que no. —Ese fue el tipo de razonamiento que nos hizo encerrar a Akane-san como el principal sospechoso. Y este es el resultado. Este es el resultado de ello, Iria-san. No hay nada que se pueda decir de lo que ya está hecho, pero me niego a cometer el mismo fallo de nuevo. Lo entiendes, ¿verdad? Es demasiado peligroso que alguien se quede solo de nuevo. —Ahora dime —dijo con una sonrisa. Bajo otras circunstancias sería incluso hermosa—. ¿No fue tu idea encerrar a Akane-san en primer lugar? Disculpa, recluir. —Eso es cierto. No estoy aquí para rebatir ese hecho. Fui yo quien sugirió que la encerrásemos ahí dentro, y por tanto es mi deber corregir esa sugerencia. Si tengo que tomar responsabilidad por lo sucedido, asegurarme de que no vuelve a suceder es como me voy a responsabilizar. En estos momentos, es demasiado pronto para determinar quién es el asesino. Ni siquiera estamos pensando sobre las cosas que deberíamos. Maki-san dejó salir un gran bostezo. Posiblemente no había dormido en dos días, o quizás estaba aburrida de la conversación. Lo más seguro es que fuesen ambas. Era una simple espectadora. —Bueno, sigo pensando que Hikari es la principal sospechosa. No había ni un ápice de compasión en las palabras que le dedicaba a su sirvienta, con la que había coexistido bajo el mismo techo durante todos estos años. Estaba desprovista de todo tipo de sentimiento. Hablaba con ese tono frío de alguien que simplemente reportaba los hechos como hechos, sin ningún tipo de emoción. Creo que ya lo sabía. La respuesta a la pregunta de Kunagisa de ayer. La razón por la que esta mujer había sido exiliada de la familia Akagami. Iria Akagami. Todo era igual en este mundo para ella, lo mirase por donde lo mirase. Todo carecía de valor. Y por ello, estaba buscando algo de valía; imposible de encontrarlo, era capaz de deshacerse de cualquier cosa sin ningún tipo de vacilación. Me había estado preguntando lo que había hecho. Me suponía que había hecho algo. Pero en realidad, quizás esa era una suposición errónea. Quizás no es que hubiese hecho algo mal, sino que no podía existir como parte de la familia Akagami. Es más, quizás no era la familia la que la había rechazado, sino que había sucedido en el otro sentido. No era algo ilógico. Y yo que pensaba que su trabajo iba a ser defender a Hikari-san. —Bueno, hagamos lo siguiente entonces —sugerí sin mirar a Iria-san—. Podemos decir que, con seguridad, no es seguro que nadie se quede solo. Así que, dividámonos en equipos. No hay quejas sobre eso, ¿verdad, Iria-san? No creo que sea necesario molestarme en explicar el propósito de hacer equipos, ¿cierto? Es más seguro moverse así que hacerlo solo. Y de esa forma todos podemos cubrirnos las espaldas. Entonces, dado que yo he estado defendiendo a Hikari-san, estaré en su equipo. Ella, Kunagisa y yo seremos el “Equipo A”. ¿Qué tal suena eso? —Ya veo, interesante —Iria-san parecía genuinamente impresionada—. Eres más listo de lo que aparentas, ¿eh? Equipos, ¿eh? Bueno, naturalmente yo estaré emparejada con Rei, Akari y Teruko. Entonces hagamos que Maki-san, Shinya-san y Yayoi-san formen el “Equipo C”. Shinya-san y Maki-san se han avalado inocentes dos veces seguidas ya, así que Yayoi-san puede permanecer tranquila. Y si Yayoi-san es el asesino, serían dos contra uno. ¿Suena bien eso? —¿Y qué tal si simplemente hacemos que todos permanezcan juntos en el comedor? ¿Hasta que llegue Aikawa-san? —dijo Hikari-san, mirando con la misma expresión de preocupación—. De esa forma, nadie tiene que permanecer solo y el asesino tampoco puede actuar. —No podemos hacer eso. ¿Quieres que nos quedemos aquí quietos? No seas ridícula. No hablé solo para Hikari-san, sino para el grupo entero. —Kunagisa y yo tenemos que dar unas vueltas.
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