Difference between revisions of "Black Bullet:Volumen5 Capítulo1"
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=== Parte 3 === |
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+ | Habiendo acumulado agua hasta un determinado peso, el tubo de bambú se inclinó, golpeando una roca. |
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+ | El sonido desde el tubo de Bambú podía ser escuchado desde el otro lado de la Varanda, sonando muy placentero al oído. |
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+ | En contraste, el lugar donde Kisara estaba ahora estaba lleno con un irritante sonido. |
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+ | —En cualquier caso… ese chico fue muy desobediente durante su fase rebelde, pero al final decidió seguir los pasos de su padre y tomar una carrera de su mismo campo. Además, cuando estaba en la academia de policía, ya fuera en la teoría o la práctica, los instructores siempre hacían… |
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+ | —Por favor, ya basta de esos recuerdos vergonzosos… |
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+ | —Jajaja, eso es muy remarcable. Cada vez más siento que nuestra Kisara no encajaría con él. |
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+ | Un anciano estaba sentado como invitado de honor, riéndose a carcajadas. Al otro lado de la mesa, frente a él, estaba el superintendente general Hitsuma con una cicatriz en la cara como si fuera un rufián. Usando gafas gruesas, la esposa del superintendente estaba riéndose con una mano en su boca. |
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+ | —No, no, nada de eso. Tendo-san es tan bonita como una muñeca. Nuestro Atsuro se enamoró de ella a primera vista. |
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+ | Probablemente no había ninguna mujer a la que no le gustara ser alagada por ser hermosa. Pero teniendo en cuenta el ambiente bromista de antes, dudaba que esas palabras fueran sinceras. |
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+ | En ese momento, Kisara estaba en un restaurante de clase alta llamado ''Utorotei''. |
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+ | Había seis personas en total para la entrevista de matrimonio, incluyendo a Kisara. Aunque había seis personas, sólo la mitad de ellos estaban conversando. |
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+ | Sentado junto a Kisara, Rentaro estaba usando su eterno uniforme escolar con una expresión ilegible. |
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+ | Antes, cuando Kisara le habló de la entrevista de matrimonio, ella esperaba que él la disuadiera airadamente. |
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+ | Sin embargo, él lo aceptó tranquilamente. Aparte de decepción, Kisara también sentía una ira extrema contra él. |
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+ | Por alguna razón, Kisara había estado esperando que Rentaro interrumpiera la entrevista de matrimonio. ¿Pero por qué esperaba eso? |
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+ | Pensando en eso hasta molestarse, Kisara no pudo evitar admirar aquel mobiliario al estilo japonés. Encontrando un espejo exquisitamente tallado junto a ella, no pudo resistir la tentación de estirar su cuello y examinar su apariencia. |
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+ | Después de haberse aplicado maquillaje y colocarse un adorno en el cabello, la imagen de Kisara usando un kimono se reflejó en el espejo. |
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+ | Debido a su enemistad natural con la hija de Shiba Heavy Industries, a quien le encantaba usar kimonos, Kisara sentía una repulsión natural hacia ellos. Sin embargo, su aspecto era muy lindo en realidad. |
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+ | Ya lo sabía, mi rostro se ve mejor cuando lo inclino cuarenta y cinco grados. Pensando eso mientras ajustaba su ángulo hacia el espejo, de repente, Kisara sintió una mirada. |
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+ | Sentado frente a ella, un hombre usando gafas estaba sonriendo hacia ella felizmente. Sintiendo su rostro calentarse, enseguida enderezo su postura. |
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+ | Había una persona más, aparte de los anteriormente nombrados, había otra persona participando de esta entrevista. |
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+ | A pesar de que había tenido la oportunidad de hablar con él anteriormente, Kisara notó que era un hombre aún más delgado y decoroso de lo que parecía en la foto.+ |
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+ | Hitsuma Atsuro, usando un kimono bordado con su escudo familiar, se había mantenido sentado correctamente todo el tiempo. En comparación a hace cinco años, se había vuelto aún más alto y masculino. |
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+ | —Entonces, la gente mayor como nosotros debería salir primero y dejar que los más jóvenes charlen correctamente. |
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+ | Diciendo eso, la señora Hitsuma se colocó de pie al instante sin esperar que los otros respondieran. |
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+ | —¿Q–Qué Demonios? ¿Por qué tengo que irme…? Todavía no soy viejo… |
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+ | —¿Tienes que preguntarlo, tonto…? Date prisa y sal de aquí. |
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+ | Shigaki Senichi se levantó mientras jalaba a Rentaro y el señor y la señora Hitsuma se alejaban de la mesa. Deslizando la puerta corrediza, el grupo salió a la calle. |
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+ | Sólo el silencio se mantuvo en la habitación. |
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+ | Kisara suspiró suavemente mientras Hitsuma inclinaba la cabeza cortésmente y decía. |
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+ | —Lo siento, mis padres parecen estar sobreexcitados. |
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+ | —Ha sido un largo tiempo, Hitsuma-san. |
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+ | —De hecho, no nos hemos visto durante cinco años. |
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+ | Kisara todavía se sentía preocupada, incapaz de decidir con qué actitud debía hacerle frente a la persona que tenía delante. |
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+ | —Uhm… escuché que fuiste promovido a superintendente. |
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+ | —Jaja, todavía era un novato la primera vez que entre al MPD hace cinco años. Comparado con eso, supongo que he logrado algunos avances. Hablando de eso, te has vuelto alguien diferente en comparación con hace cinco años. Antes, estabas al nivel de linda, pero ahora, eres indescriptiblemente hermosa. |
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+ | —En serio, Hitsuma-san, vas a sonrojarme con tanta adulación. |
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+ | Esto no era una actuación. Kisara estaba inclinando su cabeza mientras se sonrojaba de verdad. |
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+ | —Pero Hitsuma-san… ¿Por qué tan repentinamente…? |
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+ | —¿Qué quieres decir? |
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+ | Sintiéndose culpable al ver esa sonrisa inocente frente a ella, Kisara continuó: |
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+ | —Debo disculparme con usted, Hitsuma-san. Debido a que me desasocié unilateralmente de la familia Tendo, su familia debió haber recibido un aviso de que el compromiso se canceló. Por lo que, supongo que su familia debe tener muy claro que casándose conmigo no obtendrán ningún tipo de vínculo con la familia Tendo. He traicionado a los Tendo, y soy considerada como una extraña por la familia principal. Incluso si continúo llevando el apellido de los Tendo, en mi corazón, ya me considero a mí misma completamente separada de ellos… |
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+ | Si fuera posible, Kisara quería extraer hasta la última gota de la sangre Tendo de sus venas y remplazarla con la de otro clan. Sin embargo, no expresó esa idea. |
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+ | —En realidad, no estaba buscando algún tipo de vínculo con los Tendo cuando le pregunté al señor Shigaki que hiciera este arreglo. |
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+ | —¿Por qué? Su padre es el superintendente general, y usted es un superintendente también, Hitsuma-san. Debe de ser muy popular con otras damas. |
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+ | —Soy incapaz de olvidarte después de verte una sola vez. ¿Esa razón no es suficiente? |
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+ | Las palabras de Hitsuma causaron que su rostro se calentara, enrojecido de la vergüenza. |
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+ | —Que bromista eres. |
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+ | —No estoy bromeando. |
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+ | —En ese caso… Es aún más vergonzoso. |
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+ | Incluso mientras escuchaba las dulces palabras de Hitsuma, Kisara podía escuchar una voz oscura el algún lugar de su corazón. |
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+ | Kisara paso por una fase inocente, cuando todavía creía en la historia de la cenicienta. |
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+ | Sin embargo, el día que sus padres fueron devorados, se había despertado a la fuerza del sueño de encontrar a un príncipe azul, para que la sacara de su angustia. Aunque existiera un príncipe azul o un hechicero, no había forma de que pudieran resucitar a sus padres. |
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+ | Kisara recobró su postura y enderezó su espalda. |
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+ | —Vivo para vengarme de los Tendo. |
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+ | Ella decidió cambiar su estrategia. Embellecerse a sí misma para lograr un objetivo, examinando a su pareja con atención… Ella odiaba la naturaleza misma de una entrevista de matrimonio, para empezar. Por lo tanto, era hora de que fuera franca. |
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+ | —Lo sé muy bien. |
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+ | —¿Eh…? |
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+ | El sonido del tubo de bambú golpeando la roca se escuchó una vez más. |
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+ | —Por supuesto que entiendo eso, Tendo-san. |
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+ | —Siendo ese el caso, ¿por qué organizar una entrevista de matrimonio conmigo? |
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+ | —Sí. Para ser honesto, en realidad siento que podría ser capaz de ayudarla con eso, Tendo-san. |
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+ | —¿C–Cómo? |
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+ | Kisara no pudo evitar inclinarse hacia la mesa. En ese momento, el rostro intelectual de Hitsuma sonrió instantáneamente mientras la miraba y decía: |
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+ | —¿Podemos hablar mientras caminamos? |
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+ | Naturalmente, Kisara sólo pudo asentir. |
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+ | Salieron a la terraza para tomar un paseo por el jardín a lo largo de un camino pavimentado por pequeñas piedras blancas. Había un pequeño estanque en las profundidades del jardín con un puente bermellón decorado con perlas de imitación en la barandilla. |
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+ | Tomando la comida para pescado que Hitsuma le entregó, Kisara la esparció desde el puente, haciendo que las carpas subieran para comerlas lentamente, por lo que daba la impresión de que estuviera viendo un caleidoscopio. |
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+ | —Entonces sobre el tema del que íbamos a hablar… |
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+ | A pesar de que sentía que estaba siendo atraída por un señuelo, Kisara fingió desinterés. |
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+ | —Tendo-san, permíteme omitir los detalles, pero en cualquier caso, la familia |
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+ | Hitsuma no tiene una opinión muy positiva de los Tendo, en realidad. |
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+ | Las cejas de Kisara se alzaron. Mientras dejaba caer el alimento para peces, dijo sin mirar hacia atrás: |
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+ | —Qué imprudente. La familia Tendo impone una educación de elite a sus hijos desde una edad muy temprana, produciendo gente muy importante el campo de la política y los negocios. Buscar problemas con los Tendo es equivalente a buscar problemas con el Estado. Muchos enemigos intentaron desafiar a los Tendo y fueron enviados a sus tumbas en secreto. ¿Su familia quiere terminar de la misma forma? |
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+ | —Una confrontación directa podría terminar en ese tipo de final, pero si es un ataque que los toma por sorpresa, aún es posible derribar sus murallas de hierro. Por ejemplo, si usamos un método para asesinar a los líderes de la facción de Tendo Kikunojo. |
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+ | Una carpa saltó del agua. |
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+ | —¿Cuánto sabes…? |
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+ | —Sólo está al nivel de rumores. |
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+ | Kisara volteó para mirar a Hitsuma y habló: |
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+ | —Estoy muy feliz de que estés dispuesto a ayudar, pero esta es mi batalla personal. No tengo ningún deseo de ser explotada por los demás. |
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+ | —Por favor, úsame lo más que puedas. No voy a explotarte. |
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+ | Kisara frunció el ceño y dijo: |
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+ | —Esas palabras en realidad no inspiran comodidad. ¿Qué es exactamente lo que necesitas de mí? Por favor, aclara eso directamente. |
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+ | Presionando la barbilla contra su mano, Hitsuma lanzó una mirada seria. |
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+ | —Muy bien. Permíteme corregirme. Hay algo de ti que deseo. |
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+ | Hitsuma sostuvo de repente a Kisara por la cintura mientras con su otra mano sostenía su mano. Mientras el rostro de Hitsuma se acercaba, Kisara no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza. |
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+ | —Me haces incapaz de contenerme. Todo es culpa de tu belleza. Si por casualidad te disgusta, entonces por favor usa tu espada, de lo contrario yo… |
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+ | El rostro de Hitsuma continuó acercándose. Kisara volteó su rostro que se había vuelto tan rojo como las hojas de otoño. |
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+ | —Has visto demasiadas obras de Shakespeare. |
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+ | —Son mis sentimientos sinceros. |
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+ | La calidez del abrazo forzado de un hombre, causó que Kisara se sorprendiera |
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+ | enormemente. Al mismo tiempo, se preguntó en su corazón si Satomi haría lo mismo con ella. |
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+ | Hitsuma sacó un objeto de su bolsillo y lo colocó en la mano de Kisara. |
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+ | La textura metálica en su mano la hizo saltar del susto. Abriendo su palma, encontró un objeto de oro brillando bajo la luz del sol. |
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+ | —¿Esto es? |
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+ | —Un reloj de bolsillo. Ábrelo y mira. |
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+ | Kisara siguió sus instrucciones y abrió la tapa del reloj de oro, con la boca entreabierta de la sorpresa. Las manecillas estaban hechas de oro. La parte circular, dando una impresión de clase alta, estaba cubierta de joyas brillantes en los bordes. La luz solar reflejada por el reloj, causaba un deslumbrante destello de luz, haciendo a Kisara entrecerrar los ojos. |
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+ | —Estoy muy feliz. ¿Es un regalo para mí? |
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+ | —Estaría muy contento si aceptas esto como regalo y no dejas que se desperdicie. |
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+ | Kisara estuvo a punto de decir gracias, pero de repente volvió en sí y cambio sus palabras: |
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+ | —Pero no estamos comprometidos. |
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+ | —Eso no es problema. Te amo. |
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+ | —Al escuchar esas palabras de amor susurradas a mi oído por alguien como tú… muy bien podría desear probarme unas zapatillas de cristal. |
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+ | —¿Entonces por qué no lo haces? |
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+ | Mirando fijamente los labios de Hitsuma acercándose, Kisara lentamente cerró los ojos. |
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+ | Ni la arena blanca que se extendía hacia el lado derecho del hermoso jardín, ni el paisaje seco que podía elevar tu alma a un nuevo nivel, podían eliminar la oscuridad en el corazón de Rentaro. |
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+ | Rentaro caminaba sobre las tablas de madera de la terraza, buscando el baño mientras paseaba por todo el lugar con su corazón lleno de celos. |
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+ | ¿Qué diablos estaba haciendo Kisara-san? No puedo creer que incluso usara maquillaje y se vistiera tan linda deliberadamente. No parece siempre indiferente y despreocupada delante de mí… Inclusa usa su uniforme de marinero durante todo el año. |
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+ | El descontento de Rentaro no se debía sólo a que Hitsuma se había vuelto aún más masculino que hace cinco años. |
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+ | En gran parte, se debía a que el primer amor de Kisara no había sido otro más que Hitsuma. |
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+ | Incluso si no era consciente de ello, era muy probable que se tratara de su primer amor. |
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+ | Esos sentimientos débiles de admiración se suponían que se habían extinguido con el paso del tiempo. Pero viéndola vestirse deliberadamente así para su entrevista de matrimonio, Rentaro perdió inmediatamente su confianza. |
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+ | «Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales». |
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+ | ¿Exactamente qué es lo que espero que Kisara-san haga? Yo… |
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+ | Mientras examinaba el jardín sin ninguna razón y daba la vuelta en una esquina, Rentaro de repente se detuvo. |
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+ | Kisara y Hitsuma estaban de pie en conversando en un puente de bermellón. |
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+ | Aunque no podía escuchar lo que decían, parecían felices. ¿Era su imaginación? |
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+ | Hitsuma abrazó a Kisara y acercó sus labios a ella. Las dos figuras se superpusieron juntas. |
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+ | Rentaro sintió que todo su cuerpo se colocaba rígido, como si un rayo golpeara su cuerpo recorriéndolo sin parar. |
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+ | En ese mismo instante, dio la vuelta y regresó al restaurante. |
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+ | Ante el rostro de Hitsuma que ocupaba toda su vista, Kisara cerró los ojos… No obstante, antes de que sus labios pudieran tocarse entre sí, colocó su mano entre ellos. |
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+ | Luego empujó con fuerza el pecho de Hitsuma lejos. |
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+ | —Suéltame… |
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+ | Escuchándola decir eso, Hitsuma no la forzó. |
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+ | Kisara trató de ocultar su rostro y reajustó el cuello de su Kimono. |
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+ | —En otras palabras, ¿tratas de decirme que puedo disponer deliberadamente de tus recursos siempre y cuando me obtengas a mí? |
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+ | —Sí. No me importa incluso si piensas de esa forma. |
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+ | Kisara colocó una postura erguida mientras pensaba en silencio para sí misma. Sin importar que, su vida significaba tan poco como las piedras en la carretera. Su cuerpo sólo necesitaba ser preservado hasta que los cuatro Tendos restante fueran enviados a sus tumbas. |
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+ | Habiendo nacido con un rostro y cuerpo hermoso, ¿no sería bueno utilizarlos para alcanzar mis fines? |
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+ | Usar a los demás y acostumbrarse a ser usada por los demás. Era una simple cuestión de relaciones. Podría muy bien acostumbrarse a Hitsuma. |
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+ | Pero entonces… un dolor agudo lastimó dolorosamente a Kisara en el pecho. |
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+ | ¿No es algo raro…? ¿Acaso el llamado «amor» se supone que se siente así? |
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+ | === Parte 4 === |
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Revision as of 21:51, 18 December 2014
Parte 1
En las profundidades del campo de visión ampliado ópticamente, podía ser captada la figura de un monstruo escalando una superficie prácticamente vertical, aquel Gastrea parecía un crustáceo a simple vista.
Con esos tentáculos cubiertos de numerosas ventosas, podía ser categorizado como Pereiópodo invertebrado. Sin embargo, su cuerpo estaba cubierto principalmente por un caparazón tan duro como un casco.
Debido a la fusión de la cabeza con el tórax de un cefalotórax, era imposible saber dónde se encontraba la cabeza y los ojos. El cuerpo trazaba suaves curvas en su plana espalda, estrechándose cada vez más a medida que se extendía un tentáculo largo y puntiagudo.
Usando sus tentáculos, el Gastrea subió verticalmente al edificio. Satomi Rentaro pudo sentir cómo una ola de nerviosismo recorría todo su cuerpo.
Bajo los intensos rayos del sol del mediodía, grandes gotas de sudor se deslizaban de sus cejas.
El canto de las cigarras era muy molesto, al igual que el insoportable calor del verano.
En medio de ese ambiente hostil, Rentaro estaba en medio de una lucha contra un Gastrea.
El edificio que subía el Gastrea era la «Torre de Tokio»
—Onii-san, el viento está soplando desde las seis en punto de diez a trece kilómetros por hora.
Rentaro miró hacia arriba al rifle de precisión instalado junto a la voz. La chica rubia que había tomado una posición de tiro, mostraba una expresión rígida. Sostenía el rifle de precisión cuidadosamente, al igual que Rentaro. Esta chica se llamaba Tina Sprout.
Sin mirarlo, estaba apuntando al mismo objetivo, ella estaba utilizando una mira óptica.
Había unas esferas negras intercaladas entre ella y el objetivo.
Esta era una interfaz de pensamiento impulsado conocido como «Shenfield», eran como boyas flotantes de información, capaces de transmitir datos importantes para un francotirador —como la velocidad del viento— de forma inmediata a su cerebro. Tina y Rentaro estaban acostados en el techo de un edificio cerca de la Torre de Tokio.
Incluso con la toalla mojada sobre su cabeza, la intensa luz del sol hacía sentir a Rentaro como si estuviera acostado en un sartén.
Mientras limpiaba el sudor continuo, luchaba contra el aire caliente que era suficiente para distorsionar las imágenes.
Sin embargo, incluso en un día brillante y soleado, no estaba animado alrededor de la Torre de Tokio. Tampoco había niños jugando o ancianos tomando la siesta.
Eso era lógico ya que la zona estaba cerrada por la policía. Las proximidades de la Torre de Tokio estaban cubiertas de patrullas, mientras muchos oficiales apuntaban sus escopetas hacia arriba sin bajar la guardia.
Sin embargo, no parecía que fueran a hacer algún movimiento. Debido a la tasa de mortalidad por las nubes de los oficiales cuando enfrentaban Gastreas, las empresas de Seguridad Civil habían aparecido en el medio de la policía y las Fuerzas de Autodefensa para manejar estos casos.
Los primeros en llegar a la escena eran Tina y Rentaro, que eran los responsables de eliminar al Gastrea adherido a la Torre de Tokio.
Rentaro apretó sus ojos contra la mira óptica.
Estaban a casi de cien metros.
Ese tipo de distancia no suponía ningún problema para los francotiradores promedios. Además, el viento era muy suave, por lo que no tenía casi ningún efecto sobre las balas.
Sin embargo, la visión de Rentaro, que miraba a través de la mira óptica, se sacudía violentamente haciendo que perdiera varias oportunidades de apretar el gatillo. Incapaz de actuar según lo previsto, Rentaro estaba perdiendo su capacidad de pensar con calma.
—¡Onii-san!
Apresurado por ese grito, Rentaro apretó el gatillo resignado.
El fuerte retroceso se sintió en su hombro. Sin embargo, la bala de Varanium voló por arriba del Gastrea adherido a la Torre de Tokio, golpeando en el acero con un sonido nítido.
Sin darle una oportunidad de molestarse, el Gastrea intensificó su alerta y se preparó para sacar unas alas guardadas en su interior.
Mierda… eso pasó lejos.
Operando la pistola de nuevo, Rentaro volvió a recargar y disparó de nuevo, pero falló por poco. La bala se dirigió hacia la posición donde estaba el Gastrea antes de salir volando.
Tratando de escapar volando, el Gastrea hizo que el rostro de Rentaro palideciera. Con el sonido rápido de un disparo, una bala atravesó el cefalotórax del Gastrea Fase II mientras éste se encontraba en los cielos. El monstruo perdió velocidad en el aire y cayó estrellándose contra el suelo.
Los agentes de policía se tranquilizaron.
A pesar de no estar muerto, el Gastrea ya no era capaz de luchar, gracias a la capacidad del Varanium para inhibir su regeneración.
Rentaro miró a Tina. La boca de su Rifle Dragunov estaba emitiendo un humo blanco.
Tina tenía los ojos cerrados como si saboreara el gusto de acertar el disparo, luego se separó de la mira óptica.
Limpiándose el sudor de su frente, miró a Rentaro con una sonrisa y le dijo:
—No te preocupes, Onii-san. Todo el mundo empieza así.
Avergonzado, Rentaro bajó la cabeza.
Sería una muestra de debilidad si decía algo contra las palabras de Tina, que lo hacían sentir aun peor.
Aparte de utilizar artes de batalla del Estilo Tendo, Rentaro también era un tirador.
Debido a que su compañera, Aihara Enju, era una Iniciadora especializada en combates cuerpo a cuerpo, confiaba en sus habilidades en combate a media distancia.
Él estaba bien usando armas de fuego de medio alcance, ¿pero qué sobre las armas de largo alcance?
Debido a que sentía que era necesario, le había pedido a Tina que lo ayudara en esa área. No había ningún problema hasta ahora, pero Rentaro no encontraba muy bueno su ritmo de mejora.
Él negó con la cabeza y dijo:
—Supongo que soy incapaz de mantener la concentración mientras miró hacia el mismo lugar todo el tiempo.
Justo ahora, el error de casi dejar a un Gastrea escapar había sucedido.
—Onii-san, ¿por qué quieres mejorar tus habilidades como francotirador?
Frente a la mirada inocente de los ojos verdes de Tina, Rentaro deliberadamente evitó el contacto visual y dijo:
—Porque creo que es necesario. No sé por qué, pero siempre creo que debo ser más fuerte.
—Esa es tú razón…
Tina se señaló a sí misma:
—Onii-san… Eres incapaz de articular claramente en palabras la razón por la que quieres ser más fuerte. Eso generará vacilación cuando tengas la oportunidad de acabar con tu objetivo.
—¿Es un problema psicológico?
Tina asintió en silencio.
—Debiste haberlo notado ahora, ¿cierto? En qué consiste ser un francotirador…
Esas palabras fueron como un ligero golpe en una llaga. Rentaro se lamentó en secreto para sí mismo.
Ya veo, es como dijo Tina.
A pesar de que ya sabía desde antes de intentarlo, disparar un arma era diferente a ser un francotirador.
Aparte de la distancia, un francotirador debía acabar con la vida del rival incluso antes de que notara su presencia. Diciéndolo sin rodeos, sólo podía llamarse asesinato.
Disparar un arma de fuego frente a frente contra un enemigo hostil estaba bien, ya que incluso si lo mataba, podía consolarse con la idea de que fue en defensa propia.
Los francotiradores eran diferentes. Rentaro no sabía que actitud debía tomar al momento de apretar el gatillo, tampoco sabía cómo afrontar el acto del asesinato.
Cuando usaba Gastreas como objetivos estaba bien, pero Rentaro no podía evitar pensar «Y si el objetivo fuera un ser humano, ¿seguiría siendo capaz de hacer el papel de un francotirador como en la práctica?».
—¿Tú tienes ese tipo de decisión?
La chica de cabello rubio lo miró a los ojos y asintió.
—Ser una francotiradora es el sentido de mi existencia. Si no hubiera aprendido esta habilidad ni pudiera manejar la Shenfield a voluntad, el profesor me hubiera marcado como una falla y se hubiera deshecho de mí.
—¿Deshecho?
—He oído muchas historias sobre las chicas cuyos cuerpos no se acostumbran a las partes mecánicas, pero no puedo confirmar que sea verdad. Para mí, salvarme significaba sellar mi imaginación para no pensar en el futuro, tomar las cosas con calma, y hacer a mi cuerpo aprender estas habilidades lo más rápido posible. Debía apagar mi alma con el fin de matar a seres humanos.
—Así no es como los humanos viven.
Rentaro continuó dirigiéndose a Tina que inclinó la cabeza en silencio.
—¿Me estás diciendo que apreté el gatillo sin piedad?
—No. Onii-san, por favor, debes encontrar tu propia razón para quitarle la vida a tu enemigo. No puedo ayudarte buscando eso. Por el contrario, siempre y cuando no hayas encontrado la razón, no mejorarás sin importar cuánto practiques, por lo que sería mejor renunciar a intentar ser un francotirador.
Ese era probablemente un ejemplo perfecto de algo contundente.
Tina y Rentaro se miraron a los ojos por un buen rato. El viento caliente sopló a través del techo, haciendo que su cabello se balanceara ligeramente.
Rentaro fue el primero en relajar las comisuras de sus labios.
—Vaya, eres muy estricta, Tina-sensei.
Cubierta de sudor, Tina volvió a sonreír.
—Onii-san, normalmente estás enseñándome distintas cosas, así que estoy muy contenta de poder enseñarte algo ahora.
Recogiendo su rifle Dragunov, Tina señaló hacia abajo:
—Ese Gastrea sigue vivo. Acabemos con esto antes de que pueda perjudicar a los ciudadanos.
Justo en ese momento, un grito triunfal de «¡Finalmente, nos hicimos cargo de ese bastardo!» se escuchó, haciendo que ambos saltaran de miedo y miraran hacia abajo.
Al mirar cuidadosamente, había una pareja de Seguridad Civil familiar en la parte inferior de la Torre de Tokio. Vestidos con un ostentoso estilo Punk, eran Katagiri Tamaki y Katagiri Yuzuki que lucharon junto a Rentar y compañía en la Tercera Batalla de Kanto.
Ellos estaban saltando arriba del Gastrea que Tina había derribado. El Gastrea, claramente había sido rematado.
En otras palabras:
Tina y Rentaro se miraron y gritaron al mismo tiempo:
—¡Nos han robaron nuestro triunfo!
Parte 2
A mediados de agosto, incluso en el mundo actual donde la población humana se había reducido por el virus Gastrea, todavía había una seria preocupación por el calentamiento global, con los problemas más recientes sucediendo en el subsuelo de las regiones frías. Según los informes, la fusión del subsuelo polar había liberado animales y plantas muertas que se encontraban debajo, lo que resultó en grandes cantidades de metano en descomposición, apresurando en gran medida la cuestión del calentamiento global.
Aunque las emisiones de dióxido de carbono humanas habían disminuido en gran medida, el daño causado en el pasado, posiblemente, ya había pasado el punto de no retorno.
Incluso con el aire acondicionado encendido a todo volumen en la oficina, era imposible contrarrestar el calor abrasador de treinta y nueve grados Celsius. El canto de las cigarras se escuchaba como gritos.
Pero sólo había silencio en la oficina con una atmosfera sutil de seriedad.
Tina, Enju y Rentaro estaban sentados sudando con expresiones faciales indescriptibles.
Al atardecer, los rayos inclinados del sol entraban por la ventana. En una esquina de la oficina de la Compañía de Seguridad Civil Tendo, el sofá estaba en conjunto con una mesa para recibir invitados, pero muy rara vez los muebles tenían la oportunidad de servir para ese propósito.
Usando un delantal en la parte superior de su uniforme escolar, Tendo Kisara atravesó la cortina para salir de la cocina, trayendo cuatro platos que alineó sobre la mesa.
Había un plato delante de Rentaro también. La comida frente a él despedía un olor dulce que deleitaba su nariz, mientras el vapor caliente se estrellaba contra su cara, su estómago gruñó.
Colocando finalmente un plato a su lado, Kisara terminó los preparativos y tomó asiento, aplaudió con sus manos y cerró los ojos.
—¿Empezamos?
Rentaro y Enju aplaudieron rápidamente y respondieron «¡Vamos a disfrutarla!» simultáneamente. Sólo Tina gritó «¡Esperen!» en estado de pánico.
Con una expresión angustiada mientras sacudía la cabeza, Tina se decidió y pregunto:
—Uhm… ¿Qué es esto…?
Rentaro siguió su mirada para observar el objeto colocado en el plato blanco y limpio. Era una raíz en forma de huso de color azul-morado.
—¿Qué es…? ¿No es una batata? A veces lo llaman Ñame en América. Es una enredadera perenne herbácea de la familia Convolvulaceae.
—E–Eso no es lo que quiero decir… ¿Esto es todo? Quiero decir… ¿Esta noche cenaremos sólo esto?
Al notar a qué se refirió Tina, Kisara presionó su dedo índice contra su barbilla aparentemente comprendiendo, haciendo «Hmmm» en voz baja. Finalmente, bajó las manos y se colocó de pie mientras decía «Ya sé» y desaparecía en la cocina, sólo diciendo «Por favor, espera un segundo».
Entonces Tina relajó su expresión e hizo un suspiro de alivio.
—En serio, presidenta Tendo, esta broma ha ido muy lejos.
Regresando rápidamente, Kisara dejó caer una taza junto al plato de Tina con un ruido sordo.
—Aquí tienes agua del grifo. Bebe tanto como desees.
Tina se congeló al instante.
—D–Disculpa… presidenta, ¿nuestra empresa es rentable?
—Pobre como ratones de la iglesia.
—Oh, ¿entonces qué comeremos mañana?
—Frijoles y sopa de brotes de soja con fideos udon. Como algo adicional, hay costras de pan que sobraron en la panadería.
—¿Pasado mañana?
—Salteado de brotes de soja con corteza de pan.
—¿Después de eso?
—Cortezas de pan.
Sintiéndose cada vez más pobre, Tina preguntó cautelosamente:
—¿C–Cuatro días de lo mismo a partir de hoy?
Kisara juntó sus manos frente a su pecho, como diciendo «Buena pregunta», y sonrió: —Para cambiar de ritmo, vamos a hacer Fried buns ear(Orejas de bollos fritas).
—¡¿No son simplemente costras fritas?!
Tina se lamentó dolorosamente.
—Soy nativa de América. ¡No puedes engañarme usando el inglés!
La expresión de Kisara cambio dramáticamente en un instante. Golpeando la mesa con impaciencia, se levantó y dijo:
—¡¿Qué puedo hacer?! El número de misiones completadas este mes es de cero otra vez. Para ser honesta, pudimos haber tenido carne asada hoy, pero como resultado de la estupidez de Satomi-kun… Incluso Tina-chan estaba hoy con el…
Rentaro se rascó la parte trasera de la cabeza. Era incapaz de refutar esas acusaciones. Nunca esperó que la Compañía de Seguridad Civil Katagiri les robara la presa.
Esta noche, Seguridad Civil Tendo pasaría hambre de nuevo.
—¿Pero por qué siempre estamos pobres?
Olvidando el «Vamos a disfrutarla», Enju movió la batata con su dedo índice jugando mientras preguntaba sin pensar.
Rentaro asintió, de acuerdo con la pregunta de Enju:
—Sí, Kisara-san, ¿a dónde fue nuestra recompensa de la Tercera Batalla de Kanto?
Además, Seguridad Civil Tendo se había encargado de tres incidentes importantes
… El incidente terrorista de Hiruko Kagetane, el incidente del francotirador de Seitenshi y la Tercera Batalla de Kanto.
Cualquiera de ellos debió haber traído una gran cantidad de remuneración.
El rostro de Kisara se puso rígido por alguna razón entonces, repentinamente se puso roja. Mirando hacia Rentaro, susurró lastimosamente:
—Bueno, Satomi-kun, nunca te expliqué de manera detallada que hace seis meses, pero durante el incidente de Hiruko Kagetane, no había podido pagar el alquiler de la empresa debido a los problemas financieros de la compañía … En consecuencia, tuve que pedir un préstamo.
—¿A quién le pediste prestado?
Rentaro preguntó sintiéndose angustiado. Kisara señaló torpemente al techo, al cuarto piso donde «Koufuu, tiburones de financiamiento» se encontraba. Pareciendo aún más torpe, Kisara continuó:
—Con lo tonto que eres, Satomi-kun, seguramente no conoces el concepto de «Interés compuesto» cuando haces préstamos. Por ejemplo, ¿no pedí prestado un millón? Por lo que diez días después debía pagar un 10% de interés, es decir que tenía que devolver un millón cien mil. Después de diez días, se debe pagar un interés del 10% sobre el millón cien mil, aumentando la deuda a un millón doscientos diez mil…
Tina escondió su rostro entre sus manos y lloró tan pronto como se enteró de eso.
Rentaro cerró los ojos con fuerza disculpándose con ella en sus pensamientos. Lo siento Tina, nuestra presidenta no tiene absolutamente nada de sentido común.
—¿Qué utilizaste como garantía para obtener el préstamo?
—Los órganos de Satomi-kun.
Kisara dijo rápidamente algo.
—¿Qué?
—Básicamente… tus órganos, Satomi-kun, ¿entiendes? Abesan me dijo que tus pulmones y corneas debían tener un buen precio.
—¿Eh?
Kisara, con la cara roja y los brazos frente a su pecho con resignación, continuó quejándose:
—Como empleado, Satomi-kun, eres una propiedad a mi nombre como presidenta. Además, con la posibilidad de trabajar con alguien tan bella como yo, seguramente debería estar bien si entregas tu córnea obedientemente, ¡¿Cierto?!
Rentaro sólo pudo mirar a Kisara en silencio.
¿La chica que me gusta tiene pensado vender mis órganos?
Enju también parecía sorprendida. Finalmente, devolviendo su mirada al plato sobre la mesa…
—Entonces estas batatas…
Kisara movió su cabello con estilo y dijo de forma imponente:
—De hecho, esta en realidad es la «Ultima cena». Después de hoy, sobreviviremos con cortezas de soja y brotes de pan. Después del séptimo día, sólo podremos tomar agua, así que esto es todo un lujo.
Mientras todos miraban las batatas colocadas en la mesa, la oficina se quedó en silencio.
Enju tranquilamente levantó la mano:
—Sugiero racionar las batatas. La batata de Kisara debe dividirse en tres partes iguales y compartirse entre Tina, Rentaro y yo.
—¿P–Por qué?
—Porque, Tina, Rentaro y yo, no podemos sobrevivir tres días sin comida ni agua, pero tus tetas han almacenado suficiente nutrición como para mantenerte viva durante un año y medio sin problemas.
—¿Cómo podría sobrevivir durante año y medio sin comer ni beber? ¡No soy un monstruo!
Fue el turno de que Kisara llorara.
—Por cierto, deja de meterte con mis pechos. Enju-chan, bustos más grandes en realidad no son tan buenos, ¿de acuerdo? No sólo me hacen doler los hombros, también me es más difícil encontrar sujetadores lindos, y aumentan el calor.
Tristemente, Kisara no podía empatizar con los desafortunados en lo absoluto.
—¡Kiiiiiiiii!
Teniendo una histeria mamaria, Enju saltó sobre la mesa de cristal abalanzándose hacia Kisara.
—¿Entonces por qué no me los das a mí? ¡Devuélveme los pechos que absorbiste de mí!
—¡Owwwwww! Basta Enju, ¡Deja de jalarlos! ¡M–Me lastimas…!
Mientras Tina observaba con inquietud, Rentaro sacudió la cabeza y dijo:
—Todos se están volviendo locos por el hambre.
Suspirando profundamente. Miró a Kisara con una expresión de incredulidad:
—¿No somos los «Salvadores del Área de Tokio»? ¿Por qué no podemos conseguir ningún buen trabajo en lo absoluto?
Escapando finalmente de la ofensiva de Enju, Kisara jadeó pesadamente mientras miraba hacia él.
—Hay alguien de la costa este estadounidense que quiere acabar con un gran Gastrea de tipo tiburón blanco que anda vagando por la orilla. Todos los cazadores de tiburones famosos aparentemente han sido comidos por esa cosa, ocasionándoles un dolor de cabeza a los oceanógrafos locales. ¿Te gustaría ir?
—Es mejor dejárselo a los expertos en combate acuático. ¿Qué más?
Rompiendo una nota junto al teléfono, Kisara inclinó su cabeza hacia abajo:
—Permíteme leerte los demás… «La comida para llevar que pedimos no nos la han entregado, ayúdennos con eso». «Quiero un duelo con Satomi Rentaro. ¡Decidamos quien es el verdadero hombre aquí!». «¿Qué color de ropa interior lleva la presidenta Tendo ahora mismo…? Me pregunto, jaja» «Ayúdame a deshacerme de las cucarachas en mi armario». «Quiero que la mujer de mi vecino sea sacrificada». El resto es más o menos igual.
Rentaro no pudo evitar caer en la desesperación. ¿Por quienes toman estas personas a las Seguridades Civiles?
—¿Hay alguna otra manera de hacer dinero…?
—Ve a trabajar en el bar gay del primer piso, Satomi-kun, dijeron que te pagarían ocho mil por hora.
—¿Por qué no trabajas en el cabaret del segundo piso, Kisara-san? Dijeron que estaban dispuestos a ofrecer diez mil por hora.
—El bar gay del primer piso dijo que si estás dispuesto a bailar desnudo, Satomi-kun. La tarifa por hora podía llegar a ser de veinte mil.
—…
Ya fueran los Yakuzas del cuarto piso, el cabaret del segundo piso o los chicos del bar gay del primer piso, el resto de inquilinos en este edificio parecían felices todo el año, pero Rentaro tenía dificultades para llevarse bien con ellos.
Hablando de eso, Enju se frotó la barbilla y dijo:
—A pesar de que no obtenemos ningún resultado, últimamente estoy escuchando sobre un repentino aumento en los casos de Gastreas.
Al escuchar las palabras de Enju, Rentaro asintió con la cabeza.
—Sí, definitivamente pareciera como si hubieran demasiados.
Siempre que un Gastrea era visto por un testigo o una cámara de seguridad, todas las Seguridades Civiles dentro de un radio de diez kilómetros recibirían inmediatamente un mensaje de texto de alerta, comenzando una lucha por ver quién podía matar al Gastrea primero. Aunque a veces había cooperación, el dinero era entregado esencialmente por el gobierno a quienes mataran al monstruo primero. Las empresas de Seguridad Civil normalmente hacían este tipo de misiones cuando no realizaban misiones por encargo, pero el reciente aumento de éstas era bastante inusual.
Aparte de ser muchas veces despertado de su sueño, los mensajes de texto en medio de las clases de verano hicieron de Rentaro un muy mal estudiante.
Afortunadamente, siempre se evitaban brotes de infección gracias a los ciudadanos bien entrenados y a la acción rápida de las Seguridades Civiles. Sin embargo, estos eventos espeluznantes eran demasiado frecuentes.
Además de eso, la Compañía de Seguridad Civil Tendo siempre se las arreglaba para perder la recompensa. Era algo absolutamente vergonzoso.
—¿Habrá algún otro problema con los Monolitos?
—Imposible…
Rentaro rechazó la especulación de Kisara al instante, aunque carecía de confianza para hacerlo. Durante la Tercera Batalla de Kanto, aparecieron defectos en uno de los Monolitos de los que se aseguraba eran perfectos, provocando una tragedia humana inevitable.
Ya no había una confianza absoluta en qué tan seguros eran. Había pasado menos de un mes desde que Rentaro experimentó eso.
Las miradas de todos en la oficina, se movieron naturalmente hacia afuera de la ventana. Al otro lado del cielo rojizo, un inmutable e inmovible Monolito desaparecía entre las nubes.
—Esto tiene un mal sabor…
Rentaro miró hacia atrás para ver a Tina masticando la batata con una expresión amarga.
Curiosa, Enju también le dio un mordisco y luego sacó la lengua con una expresión desagradable en su rostro:
—Ugh, el interior ni siquiera esta cocido.
—¿En serio?
Mirando a Kisara —que parecía un poco torpe—, Enju no pudo evitar suspirar:
—Kisara debería aprender seriamente habilidades culinarias bajo la supervisión de Rentaro.
La dama de alta cuna, instruida en asuntos mundanos, dejó caer sus hombros abatidos. Por último, miró a Rentaro resignada y dijo:
—¿Estás dispuesto a enseñarme?
—S–Seguro.
Kisara suspiró fuertemente de nuevo mientras se acercaba débilmente a la réplica de la pintura de Klimt colgando al otro lado del escritorio de ébano en la oficina, luego sacó un sobre de detrás del marco.
—Toma. Este es el dinero que ahorramos poco a poco. Se los estoy confiando, Enju-chan, Tina-chan. Compren algo de comida con esto por el día de hoy.
Dicho esto, Kisara colocó un billete de diez mil yenes en las manos de Enju y Tina, haciendo a éstas hacer un rostro feliz.
—¡Voy a elegir lo más barato posible! —Enju levantó la mano y dijo mientras salía de la oficina tomada de la mano con Tina. Mientras sus pasos animados se desvanecieron poco a poco, el silencio inundó de nuevo la habitación.
El reloj marcaba las siete y media de la noche.
Como llenando el silencio, las cigarras cantaban lo que parecía un canto solitario. Desde el borde del cielo que pasaba de rojo a azul oscuro, unos débiles rayos de luz teñían el cielo ligeramente.
Con la desaparición de los rayos de luz, la luna menguante apareció al fondo del cielo azul. Las señales externas del edificio comenzaron también a parpadear con luces LED, diciéndole a la gente que el distrito nocturno Magatachou había despertado.
Dentro de la habitación silenciosa, un olor a humedad parecía inundar el lugar.
—Somos los únicos que quedamos.
—Sí.
Mirando rápidamente a un lado del rostro de Kisara, Rentaro pregunto:
—¿Y…?
—¿Hmm?
—Deliberadamente te deshiciste de Enju y Tina usando el dinero como excusa para hablarme de algo, ¿no?
—Sí… En efecto.
Kisara alcanzó lentamente algo detrás de ella, se desató el delantal y luego pasó su mano por su hermoso cabello. El delantal cayó a sus pies junto al sonido de la fricción de la ropa. Entonces, sacó sus pies afuera.
Los zapatos en sus pies hicieron un chirrido mientras se sentaba en el escritorio de ébano. Luego, volteó hacia Rentaro preguntándole algo.
—Uhm, Satomi-kun… alguien quiere reunirse conmigo para una entrevista de matrimonio.
Rentaro miró a Kisara sorprendido, viéndola balancear sus largas y esbeltas piernas con su rostro mirando hacia abajo:
—Me lo hizo saber a través de Shigaki-san. Aunque insistí en que no era necesario, ya que solía cuidar de mí, no pude deshacerme de él.
Shigaki… Al oír ese nombre, Rentaro tampoco pudo imaginar en una forma de negársele.
Shigaki Senichi era el hombre que solía trabajar como mayordomo en la casa Tendo. Rentaro recordó que cumplía 56 este año.
Ya que vivieron en la mansión Tendo durante su infancia, Kisara y Rentaro lo conocían desde hace mucho. Incluso después de abandonar su puesto de mayordomo, seguía cuidando de ellos.
Más importante aún, era el propietario de Seguridad Civil Tendo en los papeles y su salvador al servirles como tutor legal. Por lo que era imposible rechazarlo fácilmente.
—¿Pero por qué tan de repente?
Kisara había dejado el clan Tendo. Como hija de los Tendo, casarse a los dieciséis años como un sacrificio para aumentar su autoridad no sería extraño, pero ella ya no pertenecía a esa familia y no podía ser usada como una herramienta para un matrimonio político.
¿Con qué tipo de intención este posible pretendiente pidió una entrevista de matrimonio con ella…?
Probablemente porque adivino los pensamientos de Rentaro, Kisara ladeó la cabeza.
—No estoy muy segura tampoco. Sin embargo, el futuro novio es también alguien con el que estás familiarizado, Satomi-kun.
—¿También lo conozco?
Kisara sacó una hoja de papel del escritorio y se la entregó. Mirando hacia ella, Rentaro se sorprendió.
—Este es… ¿Hitsuma Atsuro…? No hay forma. ¿Cómo—
En el papel de algodón con estilo de hoja de vida estaba una foto de medio cuerpo.
El rostro ligeramente alargado usaba gafas con monturas de plata. Los rasgos faciales parecían bastante intelectuales.
—Recuerdo la última vez que me encontré con él… Fue cuando teníamos once.
La mirada de Rentaro barrió la información a un lado y se enteró de que había nacido en una familia de policías y que había entrado en el Departamento de Policía Metropolitana, después de pasar el Examen Nacional de Servicio Civil. Su rango actual era superintendente. Su padre era un alto miembro respetado de las fuerzas policiales por lo que estaban grabadas en caligrafía fluida varias de sus antiguas posiciones, incluyendo la de superintendente General del MPD. De mayor estatus, mayor edad, y educación superior. Exponía los rasgos de un hombre ideal; más importante aún, solía estar comprometido con Kisara.
—Cuando te fuiste de la familia Tendo, Kisara-san, ¿no fue anulado el compromiso de matrimonio también…?
—También creí eso. Pero… quién sabe la razón por la que me está buscando ahora…
Rentaro sintió una progresiva sensación de repugnancia aumentando desde su pecho.
No quiero seguir escuchándola hablar acerca de eso, sintió el impulso de salir lo más rápido posible.
Sin embargo, le devolvió en silencio la información a Kisara, fingió indiferencia y preguntó:
—¿Cuándo es la entrevista?
—Mañana…
—¿Mañana?
¿Así que es inminente?
—¿Entiendes ahora?
Enredando su cabello alrededor de un dedo, Kisara evitó deliberadamente el contacto visual.
—No es como si hubiera querido esconderlo de ti, pero fue muy difícil encontrar el momento adecuado, por eso me demoré hasta hoy…
Sólo en ese momento Rentaro notó que estaba apretando su puño con tanta fuerza que sus uñas se apretaban contra su piel.
Kisara levantó la cabeza, pero continuó mirando hacia abajo.
—Satomi-kun, espero que puedas acompañarme a la entrevista de matrimonio.
—¿Qué quieres decir…?
—El futuro novio al parecer ira acompañado de sus padres, por mi parte, yo llevare a Shigaki-san como mi tutor, pero todavía me falta una persona. Aparte de ti, Satomi-kun, no tengo a nadie más a quien preguntarle. Por favor… aunque es algo muy raro, ¿me acompañarías?
—… No me importaría.
—¿En serio? Estoy muy contenta.
La belleza de cabello negro exhaló aliviada, pero todavía un poco preocupada, lo miró en secreto y dijo:
—Satomi-kun, ¿qué te parece?
—¿Acerca de qué…?
—¿Estás en contra de que asista a una entrevista de matrimonio?
Por supuesto que estaba en contra. Tan pronto como se imaginaba a Kisara abrazada en los brazos de otro hombre, sentía que se le revolvía el estómago.
Sin embargo, entendía muy bien que Tendo Kisara era la auténtica hija de una familia prestigiosa.
Incluso en el Japón moderno, donde el sistema de castas había desaparecido hace mucho, el clan Tendo —que pertenecía a la súper elite— seguía de pie como una rara excepción.
Una vez que nacías como hija del clan Tendo, estarías obligada a un matrimonio arreglado con un alguien mayor de alta cuna y no podrías casarte con cualquier perro callejero, por supuesto. Desde que el clan Tendo fue fundado, no había habido excepciones.
Para ser honesto, si Kisara no hubiera tomado la iniciativa de acercarse a Rentaro, el chico adoptado, ellos dos hubieran permanecido separados por el resto de sus vidas. Cuando Rentaro llegó por primera vez a la casa Tendo, la señora a cargo de instruirlo repitió como si le lavara el cerebro:
«Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales».
—… Creo que esta entrevista de matrimonio es buena. Si todo va bien, serás capaz de ser feliz, Kisara-san, y estoy seguro que Enju y Tina serán felices.
—¿También piensas eso, Satomi-kun?
Las luces frontales de un coche iluminaron el interior de la oficina por un momento, mostrando con claridad los perfiles de Kisara y Rentaro.
Rentaro levantó la cabeza y miró fijamente a Kisara.
—Ciertamente…
Por alguna razón, esta respuesta causó que Kisara hiciera una expresión de dolor y mirara hacia abajo. Al final, se obligó a sí misma a sonreír como si soportara el dolor.
—Y–Ya veo, está bien. Tienes razón. Después de todo, no es como si estuviéramos saliendo o algo así. Dije algo extraño… Fue muy estúpido de mi parte.
Kisara parecía como si tratara de cubrir algo con su sonrisa mientras se golpeaba la cabeza.
Ese era su límite.
—Estoy preocupado por Enju y Tina así que iré a verificar como están.
Sin esperar una respuesta, se volteó de inmediato y se dirigió a la puerta de la oficina, ignorando a Kisara mientras parecía que ella trataba de decir algo… Pero al final no podía.
Bajando las escaleras rápidamente, estaba a punto de abandonar el edifico cuando sintió un impacto en su hombro derecho. Debido a que su mente estaba ocupada pensando en Kisara, no notó que se acercaba alguien hasta chocar con él.
—Hey… ¡¿Tú eres Rentaro?!
Rentaro miró sorprendido al ver el rostro del hombre a punto de subir las escaleras del edificio. El hombre parecía sonreír felizmente.
Su rostro era muy joven, alrededor de la misma edad que él, tenía una cara larga con una frente ancha, con el cabello teñido entre naranja y marrón. Debido a su mirada aguda, parecía un punk, pero su rostro era muy agradable cuando sonreía.
Encontrándolo familiar, Rentaoō buscó en sus recuerdos en varias ocasiones hasta que su rostro finalmente se superpuso con el de un chico de hace varios años.
… Oh.
—¿Eres realmente tú? ¿Del Año 4 Clase 5, el estudiante número diez: Suibara Kihachi?
La corazonada de Rentaro aparentemente dio en el blanco. El hombre sonrió aún más, feliz, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros.
—Es correcto. Eres Satomi Rentaro, del Año 4 Clase 5, el estudiante número nueve.
Diciendo esto, Suibara abrazó rápidamente a Rentaro por los hombros y gritó muy feliz:
—¡Esto me trae tantos recuerdos! Nunca pensé que todavía estarías vivo, cabrón.
—L–Lo mismo digo.
La apasionada bienvenida de un inesperado amigo de hace mucho tiempo, causó que se sacudiera violentamente, pero en comparación con su alegría fortuita, Rentaro se sintió perplejo como resultado de otras emociones.
Levantando la mirada hacia el edificio detrás de él, Rentaro preguntó:
—Suibara, ¿estabas en este edificio justo ahora? Supongo que no estás trabajando en un cabaret o un bar gay a la edad de dieciséis… ¿Cierto?
Entonces, mirando el Rolex en su muñeca, dijo:
—… Tampoco te ves como si necesitaras un préstamo de altos intereses.
Suibara cerró los ojos en señal de protesta.
—Eso no hace falta decirlo, idiota.
—Así que…
Suibara se señaló a sí mismo y levantó el pulgar hacia arriba.
—Así es, estoy buscando a la Compañía de Seguridad Civil Tendo. Soy un cliente, Rentaro.
¿Un cliente? ¡Pensar que mi amigo de la infancia a quien no había visto durante muchos años sería un cliente!
Incluyendo el asunto de Hitsuma de hoy, Rentaro sentía como si personas de hace tiempo estuvieran apareciendo poco a poco.
Rentaro se sintió sorprendido mientras Suibara se encogía de hombros.
—Este no es un buen lugar para hablar. Entremos a la oficina primero.
—Claro…
Rentaro no sabía cómo responder. Después de haber terminado forzosamente la conversación con Kisara hace un momento y huir de la oficina, era muy embarazoso volver enseguida.
Rentaro negó con la cabeza.
No, eso no es cierto. Si tengo que llevar al cliente, ¿por qué debería parecer como algo embarazoso?
Guiando a Suibara a través de las escaleras del edificio, Rentaro finalmente llegó a la puerta de la Seguridad Civil Tendo. El cielo ya estaba bastante oscuro y no había señales de luces al interior.
Rentaro giró el pomo de la puerta y entró sin llamar. Kisara estaba sentada en su silla de presidenta, mirando por la ventana con una expresión deprimida. Al notar el movimiento, rápidamente se colocó de pie, causando que la silla crujiera.
Entonces corrió y dijo:
—Muy bien, Satomi-kun, he estado pensando durante un buen tiempo después de…
Habló apresuradamente, pero se detuvo después de notar a Suibara.
Las emociones de Rentaro se hicieron muy turbulentas, pero forzó una cara de póquer y dijo:
—Es un cliente.
—Conque es así…
¡Qué diablos! —Se quejó Rentaro en su mente— Es evidente que hace un par de horas estábamos ansiosos por que llegaran clientes…
Suibara apresuradamente trató de suavizar las cosas.
—¿Q–Qué pasa? ¿Vine en un mal momento?
Antes de que Rentaro pudiera responder, Kisara negó con la cabeza firmemente.
—Nada de eso. Un placer conocerte, soy Tendo Kisara la presidenta.
Sonriendo ligeramente, Kisara tendió su mano. Sorprendido, Suibara apretó con cuidado la mano de Kisara.
—E–Encantado de conocerte, soy Suibara Kihachi.
—Disculpa que este lugar sea tan pequeño y sucio, pero por favor adelante.
Kisara tomó un control remoto del escritorio y pulsó un botón, encendiendo así las luces del techo. Rentaro no pudo evitar estrechar sus ojos.
Los papeles que Enju y Tina estaban garabateando permanecían esparcidos por todo el suelo. Los platos con las batatas a medio comer, aún debían ser quitados de la mesa. Las humildes palabras de Kisara no eran una broma en lo absoluto. El desorden en el interior de la oficina se reveló en el instante que la misma se iluminó.
—Disculpa, déjame limpiar un poco.
—Oh, acerca de eso…
Suibara continuó ligeramente:
—Lo siento mucho pero esperaba hablar a solas sobre lo que implicaba el trabajo con Rentaro.
Kisara y Rentarō intercambiaron miradas. Eso significaba que le estaba pidiendo a Kisara que se fuera por ahora. Aunque esta petición misteriosa era desconcertante, preguntar por qué aquí no sería de ninguna ayuda. Rentaro asintió transmitiendo un «Déjamelo a mí», por lo que Kisara asintió también.
—Entonces voy a ir a ver cómo están Enju-chan y Tina-chan.
—… Sí, cuento contigo.
Al ver a Kisara salir, Rentaro casualmente arregló el sofá para invitados para que Suibara y él pudieran sentarse con la mesa de cristal frente a ellos.
Después de que Kisara saliera, Suibara extendió los brazos y mencionó con calma.
—Así que esa es la Kisara-san que mencionabas a menudo cuando eras joven. Qué gran belleza. Nunca había visto a una chica tan hermosa en toda mi vida.
Rentaro asintió en silencio.
Con Kisara en primer lugar e incluyendo a Miori y Seitenshi, Rentaro estaba rodeado por lo que el mundo llamaría «Bellezas ruinosas».
Ya que las conocía desde hace tiempo, Rentaro casi había olvidado este hecho, pero desde su perspectiva, cada vez que se colocaba de pie frente a Kisara y Miori o cuando Seitenshi estaba con ellos en algún lugar, siempre se veía obligado a contener el aliento al ver la gran rivalidad entre esas bellezas incomparables.
Pero Kisara iba a tener una entrevista de matrimonio con Hitsuma Atsuro mañana.
Rentaro sacudió su cabeza para disipar esos pensamientos.
—¿Y? ¿Qué negocio tienes conmigo?
Suibara movió la cabeza para mirar a su alrededor y al interior de la oficina antes de hablar.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos?
—¿Hmm…? Oh, por supuesto que lo recuerdo…
Cerrando los ojos, Rentaro pensó instantáneamente en su cuarto año de escuela primaria.
En aquel entonces, habían transcurrido cuatro años desde que había perdido su brazo derecho, pierna derecha y ojo izquierdo. Como era un período en el que sus prótesis tenían que ser reemplazadas con frecuencia para que se acomodaran a su cuerpo, todos los días vivía adolorido, hasta el punto en que deseaba su muerte para acabar con todo.
Para ser honesto, las superficies metálicas de su prótesis sólo fueron cubiertas por piel artificial hace poco. En otras palabras, la infancia de Rentaro transcurrió con sus prótesis negras expuestas las veinticuatro horas del día, incluso en la escuela.
—Como el mundo encontraba repugnante a mi brazo y pierna negra, se alejaban de mí. Sólo tú fuiste diferente. Recuerdo que tenías una Niña Maldita en tu familia, por lo que la clase también te rechazo.
—Sí, mi hermana pequeña.
La historia de Suibara y su hermana terminó en tragedia.
Cuando los rumores de que tienes a una Niña Maldita en tu familia se extienden, por supuesto que ganas el resentimiento de algunas personas.
La madre de Suibara fue la primera en romperse ante el lanzamiento de piedras en su casa por los residentes cercanos y demás actos de vandalismo. A menudo murmurando «Si tan sólo no hubiera nacido esa niña», su madre parecía una paciente neurótica. Por otra parte, el padre de Suibara mantenía un arma en su casa para defensa personal.
Todos los ingredientes necesarios para una tragedia se habían reunido.
—Éramos igual de solitarios, es por eso que jugábamos juntos todo el tiempo.
Rentarō murmuró suavemente. Suibara también se le unió felizmente.
—Eso es cierto. Estabas particularmente bien informado sobre insectos y plantas, así que tuve la oportunidad de divertirme aprendiendo todo tipo de cosas mientras jugaba alrededor de la montaña contigo. Por ejemplo, haciendo cosas como capturar camarones usando un anzuelo o atrapar algunos insectos.
Impulsado por su tema de conversación, Rentaro sintió que sus recuerdos de la infancia salían como si abriera una caja de juguetes. Antes, cuando no tenía amigos y era incapaz de salir libremente a jugar, pasaba día tras día leyendo sobre insectos o plantas en la biblioteca de la mansión Tendo. Por lo que, su conocimiento sobre esas áreas no tenía par antes de que siquiera lo supiera.
—A cambio, aprendiste a divertirte gracias a mí.
Suibara rió alegremente.
—Recuerdo que eras un niño educado cuando te conocí.
Rentaro sintió su rostro calentarse, por lo que no pudo evitar negarlo enfáticamente.
—Cierra la boca… Cuando imité la forma en la que hablabas, Kisara-san llegó a decir: «Satomi-kun se ha vuelto un delincuente». Me hizo sentir triste por mucho tiempo.
—Así que imitaste la forma en que hablaba. Vete al infierno, maldito.
—No, vete tú.
Suibara y Rentaro se miraron el uno al otro. Uno de los dos comenzó a reírse primero, pero fueron incapaces de decir quién fue.
—Rentaro.
Sentado en el sofá, Suibara se inclinó hacia delante y bajó la mirada hacia sus manos, pensando en algo.
—Se sentiría muy injusto si no te muestro esto primero.
Diciendo eso, estiró su mano hasta su axila y sacó algo. Rentaro se agitó después de mirarlo.
Un objeto negro fue colocado en la mesa con un sonido sólido. Hecha de una aleación metálica de color negro, el gatillo e incluso el cargador estaban hechos con fibra de vidrio reforzada con el fin de reducir su peso. Era una Glock de sexta generación.
¿Por qué? Rentaro se preguntó. A la gente común no se le permitía sacar armas de sus hogares como defensa personal. En 2031, las únicas personas autorizadas para portar armas de fuego al aire libre en Japón eran la policía, las Fuerzas de Autodefensa, además de…
Suibara sacó una placa negra de su pantalón y la colocó junto a la pistola.
Al ver la licencia de Seguridad Civil con su foto en ella, Rentaro saltó de la sorpresa esta vez.
—Suibara, ¿eres un Promotor?
Suibara sacó su teléfono móvil y lo operó con una expresión de felicidad, mostrándole a Rentaro una foto.
Parecía alguien que odiaba ser fotografiado. La foto mostraba a una chica con un corte hasta al hombro que evitaba la cámara con timidez.
—Hey tú…
Probablemente notando la actitud sorprendida de Rentaro, Suibara dijo con un aspecto aún más orgulloso:
—Ella es mi Iniciadora, se llama Koro Hotaru. ¿No es linda? Deberías saber que la quiero mucho…
—Detente ahí.
Rentaro se sentía confundido, pero aun así forzó las palabras.
La familia de Suibara fue destruida por culpa de una Niña Maldita. Era difícil pensar que se asociaría a una como Promotor debido a su pasado.
Al mismo tiempo, si todos los días de su vida estaba obligado a ganarse la vida a través de una Iniciadora, sería absolutamente trágico.
—¿Esa chica… es un reemplazo de tu hermana muerta?
Rentaro preguntó calmado. Suibara movió su rostro disgustado y dijo:
—No, no es así. Eso no importa de todos modos.
Más bien… volviendo al tema principal después de una pausa, Suibara apoyó los codos contra la mesa y apoyó su barbilla en sus manos.
—Debes escuchar mi solicitud en primer lugar.
Cuando una Seguridad Civil contrataba a otra Seguridad Civil se conocía normalmente como externalización. En la mayoría de los casos venían de Seguridades Civiles con demasiado trabajo para manejarlo ellos mismos; o, posiblemente, cuando querían desprenderse de misiones difíciles.
Sin embargo, aun teniendo ese conocimiento básico, Rentaro no podía disipar una mala premonición. Como si la petición de Suibara no pudiera ser juzgada por el sentido común.
—Adelante.
Suibara habló, regresando al punto principal. Lo que dijo después barrió completamente el ambiente informal de antes:
—Rentaro, tú eres un sujeto de pruebas desarrollado por el proyecto súper soldado de las Fuerzas de Autodefensa, ¿no es así?
Rentaro estaba tan sorprendido que se levantó al instante del sofá.
¿Por qué lo sabe? Podría especularlo porque las prótesis negras de Rentaro estaban hechas de Varanium, pero debería ser imposible conectar eso al Nuevo Plan de Creación Humana.
Mirando a Rentaro —que permanecía con los ojos abiertos en silencio— Suibara murmuró: «Como era de esperar, mi presentimiento era cierto». Por alguna razón, su rostro parecía decir que esta era una verdad que deseaba no haber imaginado, una especie de sensación desagradable que no podía ser disipada.
—Rentaro, hay algunos rumores terribles. El Nuevo Plan de Creación Mundial, el Proyecto del Cisne Negro… no importa que nombre haya sido. ¿Has oído hablar de alguno de estos términos?
—¿Nuevo Plan de Creación Mundial? ¿Proyecto del Cisne Negro…? No…
Nuevo Plan de Creación Mundial ¿Qué era eso…? El nombre parecía muy similar al nuevo plan de creación humana. Rentaro sintió una sensación detestable subiendo por su columna vertebral.
Al escuchar su respuesta, respondió «¿En serio?» en silencio mientras miraba el cristal sobre la mesa por un buen rato.
Rentaro sólo pudo esperar a que continuara.
—Rentaro, no sé qué tan consciente eres de esto, pero entre nosotros, las Seguridades Civiles, para bien o para mal, eres el centro de muchos rumores. Aparte de haber sido criado en la mansión Tendo, incluso se ha escuchado de tu relación cercana a Seitenshi-sama.
Suibara se detuvo por un momento y miró hacia arriba.
—Lo que quiero pedirte no es nada más que me contactes con la facción Tendo y Seitenshi-sama. Tengo algo que decirle en persona a su excelencia Tendo Kikunojo.
Esto implica una crisis para el Área de Tokio.
—¿Está relacionado con el Nuevo Plan de Creación Mundial o el Proyecto del Cisne Negro que mencionaste antes?
—Exactamente.
—¿No puedes pedirle a alguien más que lo haga?
—No. Si lo difundo imprudentemente, lo más probable es que llegue a los oídos de esas personas.
—¿Quieres exponer una conspiración…? Si me entregas evidencia, podría entregarla.
—Lo siento, pero la evidencia fue robada.
—¿Robada?
Suibara asintió con seriedad.
—Mi casa ha sido allanada varias veces últimamente y he perdido muchas cosas. Una de esas cosas es la evidencia. Así que todo lo que puedo hacer es hablar directamente con ellos como testigo. Aparte de eso, eres el único con quien puedo confiar.
Sonaba extremadamente serio.
Rentaro tocó su barbilla.
Naturalmente, él no tenía ninguna opinión negativa sobre Suibara. Además también esperaba poder cumplir sus deseos tanto como fuera posible.
El problema era cómo. Aparte del hecho de que ya había roto relaciones con Kikunojo, el mismo estaría completamente en desacuerdo después del incidente de Hiruko Kagetane, por lo que probablemente Kikunojo no quería ver la cara de Rentaro en lo absoluto. Pero si se trataba de ponerse en contacto con Seitenshi —con quien había intercambiado teléfonos— debería de haber una manera.
—Tengo una condición. Debes decirme de antemano lo que le vas a decir a Seitenshi-sama.
—¿Qué? ¿No confías en mí…?
—Ella es la jefa del Estado después de todo, tengo que ser muy cauteloso.
—Sí… es natural.
Suibara parecía entenderlo, pero miró con atención hacia la oficina.
—Esta habitación no debería tener inconvenientes, ¿cierto?
—¿Eh?
—Me refiero a espionaje. ¿Puedo confiar en los inquilinos de arriba y debajo?
—Bueno…
Rentaro examinó junto a Suibara la oficina. Los techos y paredes eran más delgados de lo recomendado y el material con el que estaban hechas no era de fiar. Además de eso, la oficina tenía muy poca insonorización.
Si alguien instalaba dispositivos de espionaje adecuados y un micrófono, no había ninguna garantía sobre la privacidad del cliente.
—Hablar de eso aquí no es bueno. Vamos a vernos mañana en la oficina municipal de Magata que todavía está en construcción. Podemos hablar allí sin preocuparnos. Pero ya que lo has escuchado, no puedes dar marcha atrás.
Los ojos de Suibara parecían muy serios. Rentaro no pudo evitar estremecerse.
Parecía que era todo por hoy. Tras aclarar que le daría una muy buena recompensa, Suibara lentamente se levantó del sofá. Rentaro también se levantó con la intención de despedirlo, por lo que conversaron sobre asuntos diversos mientras bajaban hasta el primer piso.
El cielo estaba completamente oscuro. En medio de la multitud, las mujeres del lugar se mezclaban entre los hombres que estaban bebiendo.
El viento que pasaba a través de la piel de las personas, llevaba un calor veraniego.
Coincidentemente, Enju, Tina y Kisara estaban más adelante, regresando con sus brazos completamente llenos de bolsas de compras. Habiendo terminado de comprar, las tres chicas parecían muy felices, bromeando entre sí. Rentaro incluso podía escuchar sus risas, sus figuras se iluminaron una calle adelante.
Suibara entrecerró los ojos por un instante, como si hubiera visto algo que lo cegara. Luego, lentamente, le dio unas palmadas a Rentaro en el hombro y dijo:
—Rentaro, esas personas ya te han calificado como alguien relacionado conmigo. Lo siento por involucrarte, pero debes tener cuidado.
—¿Esas personas?
Suibara se metió las manos en los bolsillos y se fue sin mirar atrás.
Al verlo desaparecer a la distancia, Rentaro pensó. En este momento, aun no tenía una idea clara de cómo debía considerar a este viejo amigo después de separarse durante mucho tiempo.
La espalda de su amigo parecía ominosa, probablemente debido a que ocultaba demasiados secretos. Rentaro se lamentó por no haberlo obligado a decírselo y disminuir su carga.
Solía pensar que había olvidado a su hermana menor que había muerto, pero el hecho de que Suibara estaba trabajando en un campo relacionado a las Niñas Malditas sorprendió enormemente a Rentaro.
Él era incapaz de comprender cuánto había cambiado el estado mental de Suibara al tener a aquella Iniciadora que había tomado el papel de su hermana.
En cualquier caso, en base a lo que dijo Suibara, había cosas que en definitiva no podía tomar a la ligera. Aún había tiempo hasta la siguiente noche, por lo que decidió utilizarlo para investigar un poco.
—Hmm… ¿Se fue el cliente?
Sólo entonces notó que Enju, que sostenía algunas bolsas de las compras, lo miraba con una sonrisa.
—Mira, compré muchas verduras y carnes en los descuentos limitados. ¡Vamos a utilizar los ahorros que tenía Kisara para hacer una fiesta de Barbacoa esta noche!
Rentaro miró a Kisara, que lo miraba también. Ambos evitaron la mirada del otro al mismo tiempo.
Esforzándose tanto como pudo para no mostrar un rostro avergonzado, Rentaro miró a Enju y forzó una sonrisa.
—Lo siento Enju, no tengo hambre ahora. Ustedes tres coman sin mí.
—¿Eh?
El rostro de Enju se congeló.
—¿Sucedió algo…?
—Nada, es sólo que quiero comer solo de vez en cuando, ¿de acuerdo?
Diciendo esto, Rentaro se dio la vuelta y se alejó, evitando la expresión de Kisara.
Parte 3
Habiendo acumulado agua hasta un determinado peso, el tubo de bambú se inclinó, golpeando una roca.
El sonido desde el tubo de Bambú podía ser escuchado desde el otro lado de la Varanda, sonando muy placentero al oído.
En contraste, el lugar donde Kisara estaba ahora estaba lleno con un irritante sonido.
—En cualquier caso… ese chico fue muy desobediente durante su fase rebelde, pero al final decidió seguir los pasos de su padre y tomar una carrera de su mismo campo. Además, cuando estaba en la academia de policía, ya fuera en la teoría o la práctica, los instructores siempre hacían…
—Por favor, ya basta de esos recuerdos vergonzosos…
—Jajaja, eso es muy remarcable. Cada vez más siento que nuestra Kisara no encajaría con él.
Un anciano estaba sentado como invitado de honor, riéndose a carcajadas. Al otro lado de la mesa, frente a él, estaba el superintendente general Hitsuma con una cicatriz en la cara como si fuera un rufián. Usando gafas gruesas, la esposa del superintendente estaba riéndose con una mano en su boca.
—No, no, nada de eso. Tendo-san es tan bonita como una muñeca. Nuestro Atsuro se enamoró de ella a primera vista.
Probablemente no había ninguna mujer a la que no le gustara ser alagada por ser hermosa. Pero teniendo en cuenta el ambiente bromista de antes, dudaba que esas palabras fueran sinceras.
En ese momento, Kisara estaba en un restaurante de clase alta llamado Utorotei.
Había seis personas en total para la entrevista de matrimonio, incluyendo a Kisara. Aunque había seis personas, sólo la mitad de ellos estaban conversando.
Sentado junto a Kisara, Rentaro estaba usando su eterno uniforme escolar con una expresión ilegible.
Antes, cuando Kisara le habló de la entrevista de matrimonio, ella esperaba que él la disuadiera airadamente.
Sin embargo, él lo aceptó tranquilamente. Aparte de decepción, Kisara también sentía una ira extrema contra él.
Por alguna razón, Kisara había estado esperando que Rentaro interrumpiera la entrevista de matrimonio. ¿Pero por qué esperaba eso?
Pensando en eso hasta molestarse, Kisara no pudo evitar admirar aquel mobiliario al estilo japonés. Encontrando un espejo exquisitamente tallado junto a ella, no pudo resistir la tentación de estirar su cuello y examinar su apariencia.
Después de haberse aplicado maquillaje y colocarse un adorno en el cabello, la imagen de Kisara usando un kimono se reflejó en el espejo.
Debido a su enemistad natural con la hija de Shiba Heavy Industries, a quien le encantaba usar kimonos, Kisara sentía una repulsión natural hacia ellos. Sin embargo, su aspecto era muy lindo en realidad.
Ya lo sabía, mi rostro se ve mejor cuando lo inclino cuarenta y cinco grados. Pensando eso mientras ajustaba su ángulo hacia el espejo, de repente, Kisara sintió una mirada.
Sentado frente a ella, un hombre usando gafas estaba sonriendo hacia ella felizmente. Sintiendo su rostro calentarse, enseguida enderezo su postura.
Había una persona más, aparte de los anteriormente nombrados, había otra persona participando de esta entrevista.
A pesar de que había tenido la oportunidad de hablar con él anteriormente, Kisara notó que era un hombre aún más delgado y decoroso de lo que parecía en la foto.+
Hitsuma Atsuro, usando un kimono bordado con su escudo familiar, se había mantenido sentado correctamente todo el tiempo. En comparación a hace cinco años, se había vuelto aún más alto y masculino.
—Entonces, la gente mayor como nosotros debería salir primero y dejar que los más jóvenes charlen correctamente.
Diciendo eso, la señora Hitsuma se colocó de pie al instante sin esperar que los otros respondieran.
—¿Q–Qué Demonios? ¿Por qué tengo que irme…? Todavía no soy viejo…
—¿Tienes que preguntarlo, tonto…? Date prisa y sal de aquí.
Shigaki Senichi se levantó mientras jalaba a Rentaro y el señor y la señora Hitsuma se alejaban de la mesa. Deslizando la puerta corrediza, el grupo salió a la calle.
Sólo el silencio se mantuvo en la habitación.
Kisara suspiró suavemente mientras Hitsuma inclinaba la cabeza cortésmente y decía.
—Lo siento, mis padres parecen estar sobreexcitados.
—Ha sido un largo tiempo, Hitsuma-san.
—De hecho, no nos hemos visto durante cinco años.
Kisara todavía se sentía preocupada, incapaz de decidir con qué actitud debía hacerle frente a la persona que tenía delante.
—Uhm… escuché que fuiste promovido a superintendente.
—Jaja, todavía era un novato la primera vez que entre al MPD hace cinco años. Comparado con eso, supongo que he logrado algunos avances. Hablando de eso, te has vuelto alguien diferente en comparación con hace cinco años. Antes, estabas al nivel de linda, pero ahora, eres indescriptiblemente hermosa.
—En serio, Hitsuma-san, vas a sonrojarme con tanta adulación.
Esto no era una actuación. Kisara estaba inclinando su cabeza mientras se sonrojaba de verdad.
—Pero Hitsuma-san… ¿Por qué tan repentinamente…?
—¿Qué quieres decir?
Sintiéndose culpable al ver esa sonrisa inocente frente a ella, Kisara continuó:
—Debo disculparme con usted, Hitsuma-san. Debido a que me desasocié unilateralmente de la familia Tendo, su familia debió haber recibido un aviso de que el compromiso se canceló. Por lo que, supongo que su familia debe tener muy claro que casándose conmigo no obtendrán ningún tipo de vínculo con la familia Tendo. He traicionado a los Tendo, y soy considerada como una extraña por la familia principal. Incluso si continúo llevando el apellido de los Tendo, en mi corazón, ya me considero a mí misma completamente separada de ellos…
Si fuera posible, Kisara quería extraer hasta la última gota de la sangre Tendo de sus venas y remplazarla con la de otro clan. Sin embargo, no expresó esa idea.
—En realidad, no estaba buscando algún tipo de vínculo con los Tendo cuando le pregunté al señor Shigaki que hiciera este arreglo.
—¿Por qué? Su padre es el superintendente general, y usted es un superintendente también, Hitsuma-san. Debe de ser muy popular con otras damas.
—Soy incapaz de olvidarte después de verte una sola vez. ¿Esa razón no es suficiente?
Las palabras de Hitsuma causaron que su rostro se calentara, enrojecido de la vergüenza.
—Que bromista eres.
—No estoy bromeando.
—En ese caso… Es aún más vergonzoso.
Incluso mientras escuchaba las dulces palabras de Hitsuma, Kisara podía escuchar una voz oscura el algún lugar de su corazón.
Kisara paso por una fase inocente, cuando todavía creía en la historia de la cenicienta.
Sin embargo, el día que sus padres fueron devorados, se había despertado a la fuerza del sueño de encontrar a un príncipe azul, para que la sacara de su angustia. Aunque existiera un príncipe azul o un hechicero, no había forma de que pudieran resucitar a sus padres.
Kisara recobró su postura y enderezó su espalda.
—Vivo para vengarme de los Tendo.
Ella decidió cambiar su estrategia. Embellecerse a sí misma para lograr un objetivo, examinando a su pareja con atención… Ella odiaba la naturaleza misma de una entrevista de matrimonio, para empezar. Por lo tanto, era hora de que fuera franca.
—Lo sé muy bien.
—¿Eh…?
El sonido del tubo de bambú golpeando la roca se escuchó una vez más.
—Por supuesto que entiendo eso, Tendo-san.
—Siendo ese el caso, ¿por qué organizar una entrevista de matrimonio conmigo?
—Sí. Para ser honesto, en realidad siento que podría ser capaz de ayudarla con eso, Tendo-san.
—¿C–Cómo?
Kisara no pudo evitar inclinarse hacia la mesa. En ese momento, el rostro intelectual de Hitsuma sonrió instantáneamente mientras la miraba y decía:
—¿Podemos hablar mientras caminamos?
Naturalmente, Kisara sólo pudo asentir.
Salieron a la terraza para tomar un paseo por el jardín a lo largo de un camino pavimentado por pequeñas piedras blancas. Había un pequeño estanque en las profundidades del jardín con un puente bermellón decorado con perlas de imitación en la barandilla.
Tomando la comida para pescado que Hitsuma le entregó, Kisara la esparció desde el puente, haciendo que las carpas subieran para comerlas lentamente, por lo que daba la impresión de que estuviera viendo un caleidoscopio.
—Entonces sobre el tema del que íbamos a hablar…
A pesar de que sentía que estaba siendo atraída por un señuelo, Kisara fingió desinterés.
—Tendo-san, permíteme omitir los detalles, pero en cualquier caso, la familia Hitsuma no tiene una opinión muy positiva de los Tendo, en realidad.
Las cejas de Kisara se alzaron. Mientras dejaba caer el alimento para peces, dijo sin mirar hacia atrás:
—Qué imprudente. La familia Tendo impone una educación de elite a sus hijos desde una edad muy temprana, produciendo gente muy importante el campo de la política y los negocios. Buscar problemas con los Tendo es equivalente a buscar problemas con el Estado. Muchos enemigos intentaron desafiar a los Tendo y fueron enviados a sus tumbas en secreto. ¿Su familia quiere terminar de la misma forma?
—Una confrontación directa podría terminar en ese tipo de final, pero si es un ataque que los toma por sorpresa, aún es posible derribar sus murallas de hierro. Por ejemplo, si usamos un método para asesinar a los líderes de la facción de Tendo Kikunojo.
Una carpa saltó del agua.
—¿Cuánto sabes…?
—Sólo está al nivel de rumores.
Kisara volteó para mirar a Hitsuma y habló:
—Estoy muy feliz de que estés dispuesto a ayudar, pero esta es mi batalla personal. No tengo ningún deseo de ser explotada por los demás.
—Por favor, úsame lo más que puedas. No voy a explotarte.
Kisara frunció el ceño y dijo:
—Esas palabras en realidad no inspiran comodidad. ¿Qué es exactamente lo que necesitas de mí? Por favor, aclara eso directamente.
Presionando la barbilla contra su mano, Hitsuma lanzó una mirada seria.
—Muy bien. Permíteme corregirme. Hay algo de ti que deseo.
Hitsuma sostuvo de repente a Kisara por la cintura mientras con su otra mano sostenía su mano. Mientras el rostro de Hitsuma se acercaba, Kisara no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza.
—Me haces incapaz de contenerme. Todo es culpa de tu belleza. Si por casualidad te disgusta, entonces por favor usa tu espada, de lo contrario yo…
El rostro de Hitsuma continuó acercándose. Kisara volteó su rostro que se había vuelto tan rojo como las hojas de otoño.
—Has visto demasiadas obras de Shakespeare.
—Son mis sentimientos sinceros.
La calidez del abrazo forzado de un hombre, causó que Kisara se sorprendiera enormemente. Al mismo tiempo, se preguntó en su corazón si Satomi haría lo mismo con ella.
Hitsuma sacó un objeto de su bolsillo y lo colocó en la mano de Kisara.
La textura metálica en su mano la hizo saltar del susto. Abriendo su palma, encontró un objeto de oro brillando bajo la luz del sol.
—¿Esto es?
—Un reloj de bolsillo. Ábrelo y mira.
Kisara siguió sus instrucciones y abrió la tapa del reloj de oro, con la boca entreabierta de la sorpresa. Las manecillas estaban hechas de oro. La parte circular, dando una impresión de clase alta, estaba cubierta de joyas brillantes en los bordes. La luz solar reflejada por el reloj, causaba un deslumbrante destello de luz, haciendo a Kisara entrecerrar los ojos.
—Estoy muy feliz. ¿Es un regalo para mí?
—Estaría muy contento si aceptas esto como regalo y no dejas que se desperdicie.
Kisara estuvo a punto de decir gracias, pero de repente volvió en sí y cambio sus palabras:
—Pero no estamos comprometidos.
—Eso no es problema. Te amo.
—Al escuchar esas palabras de amor susurradas a mi oído por alguien como tú… muy bien podría desear probarme unas zapatillas de cristal.
—¿Entonces por qué no lo haces?
Mirando fijamente los labios de Hitsuma acercándose, Kisara lentamente cerró los ojos.
Ni la arena blanca que se extendía hacia el lado derecho del hermoso jardín, ni el paisaje seco que podía elevar tu alma a un nuevo nivel, podían eliminar la oscuridad en el corazón de Rentaro.
Rentaro caminaba sobre las tablas de madera de la terraza, buscando el baño mientras paseaba por todo el lugar con su corazón lleno de celos.
¿Qué diablos estaba haciendo Kisara-san? No puedo creer que incluso usara maquillaje y se vistiera tan linda deliberadamente. No parece siempre indiferente y despreocupada delante de mí… Inclusa usa su uniforme de marinero durante todo el año.
El descontento de Rentaro no se debía sólo a que Hitsuma se había vuelto aún más masculino que hace cinco años.
En gran parte, se debía a que el primer amor de Kisara no había sido otro más que Hitsuma.
Incluso si no era consciente de ello, era muy probable que se tratara de su primer amor.
Esos sentimientos débiles de admiración se suponían que se habían extinguido con el paso del tiempo. Pero viéndola vestirse deliberadamente así para su entrevista de matrimonio, Rentaro perdió inmediatamente su confianza.
«Escucha con atención, ¿de acuerdo? Los Tendo no son personas comunes. No te engañes pensando que puedes estar junto a ellos como iguales».
¿Exactamente qué es lo que espero que Kisara-san haga? Yo…
Mientras examinaba el jardín sin ninguna razón y daba la vuelta en una esquina, Rentaro de repente se detuvo.
Kisara y Hitsuma estaban de pie en conversando en un puente de bermellón.
Aunque no podía escuchar lo que decían, parecían felices. ¿Era su imaginación? Hitsuma abrazó a Kisara y acercó sus labios a ella. Las dos figuras se superpusieron juntas.
Rentaro sintió que todo su cuerpo se colocaba rígido, como si un rayo golpeara su cuerpo recorriéndolo sin parar.
En ese mismo instante, dio la vuelta y regresó al restaurante.
Ante el rostro de Hitsuma que ocupaba toda su vista, Kisara cerró los ojos… No obstante, antes de que sus labios pudieran tocarse entre sí, colocó su mano entre ellos.
Luego empujó con fuerza el pecho de Hitsuma lejos.
—Suéltame…
Escuchándola decir eso, Hitsuma no la forzó.
Kisara trató de ocultar su rostro y reajustó el cuello de su Kimono.
—En otras palabras, ¿tratas de decirme que puedo disponer deliberadamente de tus recursos siempre y cuando me obtengas a mí?
—Sí. No me importa incluso si piensas de esa forma.
Kisara colocó una postura erguida mientras pensaba en silencio para sí misma. Sin importar que, su vida significaba tan poco como las piedras en la carretera. Su cuerpo sólo necesitaba ser preservado hasta que los cuatro Tendos restante fueran enviados a sus tumbas.
Habiendo nacido con un rostro y cuerpo hermoso, ¿no sería bueno utilizarlos para alcanzar mis fines?
Usar a los demás y acostumbrarse a ser usada por los demás. Era una simple cuestión de relaciones. Podría muy bien acostumbrarse a Hitsuma.
Pero entonces… un dolor agudo lastimó dolorosamente a Kisara en el pecho. ¿No es algo raro…? ¿Acaso el llamado «amor» se supone que se siente así?
Parte 4
Trabajando en lectura.....