Zero no Tsukaima Español:Volumen2 Capítulo7
== Capítulo Siete El Príncipe de un País Moribundo ==
Saito fue capturado y aprisionado por los piratas. Parecía que la tripulación del Marie Grande los habían ayudado a hacerse con el barco.
Saito fue despojado de su espada, al igual que las varitas de Wardes y Louise. Por tal motivo, sus manos y piernas no estaban inmovilizadas. Sin varitas, al igual que el desarmado Saito, los magos eran inofensivos. Pero no se podía decir lo mismo de Louise.
En la parte de atrás se podían ver barriles de vino, sacos de cereal y cascos de pólvora tirados desordenadamente. Pesadas balas de cañón estaban apiladas en una esquina de la habitación.
Wardes examinó tal cargamento con gran interés.
Saito estaba sentado en otra esquina de la bodega, frunciendo el ceño por el dolor que le causaba su brazo herido.
Louise lo miraba con una expresión preocupada luego de ver a Saito en ese estado.
-¿Ves? Como pensé, esa herida duele, después de todo.
-No es nada- dijo Saito agriamente.
-¿Que no es nada? ¡Muéstrame!- Louise cogió el brazo de Saito con fuerza y le alzó la manga-. ¡Ah!
Se veía realmente mal. Debido al hechizo relámpago del hombre enmascarado, una herida severa que iba desde su hombre hasta su muñeca había sido infligida en su brazo izquierdo. Pero más que eso, parecía empeorar. Su hombro estaba bajo una horrible convulsión.
-¡¿Que no es una quemadura horrible?! ¡¿Debo sentirme aliviada ahora?!- gritó Louise. Se paró y comenzó a golpear la puerta-. ¡Que alguien venga! ¡Que venga!
El guardia se levantó.
-¿Qué?
-¡Agua! ¿Hay algún mago? ¡Necesitamos un mago de agua! ¡Hay una persona herida! ¡Necesita ser curado!
-No hay ninguna persona aquí.
-¡Mentira! ¡Sí la hay!
Wardes, sorprendido por la escena, miraba a Louise boquiabierto. Saito cogió el hombro de Louise.
-Sé obediente. Aquí tú eres la prisionera.
-¡No, no lo haré! ¡Estás herido!
-¡Deja de decir eso!- gritó Saito.
Louise se sintió avergonzada por la actitud amenazadora de Saito. Su pupila comenzó a ponerse húmeda. Sin embargo, Louise tragó saliva y trató de contener las lágrimas que ya le salían.
-N-No llores…
-¡No estoy llorando! ¡No hay ningún amo que llore en frente de su Familiar!
Saito volvió su rostro.
-Ya veo…
-Nunca lloraría frente a ti.
Louise caminó hacia la otra pared y se sentó, evitando mirar a Saito. Su cuerpo estaba temblando. Saito se dirigió a Wardes y le dio un golpecito en el hombro.
-Por favor, consuélala.
-¿Por qué?
-¿No eres el prometido de Louise?
Wardes asintió y se puso detrás de Louise, cogiéndole los hombros para consolarla. Saito se tumbó en el suelo, apartando sus ojos de Wardes y Louise. El dolor en su brazo seguía empeorando. Era la culpa de Saito por no dejar que Louise lo ayude.
Es un castigo apropiado para un ser sin importancia como yo.
-Mi castigo… No duele tanto. ¡Agh!
Sus murmullos fueron interrumpidos cuando se abrió la puerta. Un hombre gordo con un plato de sopa entró.
-Arroz.
Saito, que estaba cerca a la puerta, trató de tomarlo, pero el hombre alzó el plato de repente.
-Sólo después de responder algunas preguntas.
Louise, con los ojos hinchados, se levantó.
-Pregunta.
-¿Qué los trae a Albión?
-Viajar- dijo Louise con una voz decidida, poniendo su mano sobre la cintura.
-¿Por qué querrían Nobles de Tristain viajar a Albión? ¿Por qué harían turismo en un lugar así?
-No tengo por qué explicarte esas cosas.
-¿Aún pretendiendo ser ruda, a pesar de estar asustada y llorando?
Louise volteó la cara cuando el pirata comenzó a reírse. Cogió el plato con sopa y agua y lo tiró hacia el hombre, pero Saito se lo arrebató.
-¡Oye!
-¡No puedo comer algo hecho por esta gente!- Louise volvió a apartar la mirada.
-No es saludable quedarse sin comer.
Cuando Wardes dijo esto, Louise tomó el plato de sopa con un ademán.
Tres personas comieron la misma sopa de un solo plato, aunque en circunstancias normales esto nunca hubiera sucedido.
Wardes se apoyó en la pared con una expresión cansada en su rostro. Louise desgarró una manga de su blusa y lo remojó en agua, tratando de refrescar la herida de Saito con eso.
-Está bien…
-¡No está bien!- Louise miró fijamente a Saito con sus ojos hinchados-. Porque eres mi Familiar, ¡debes escuchar lo que te diga!
Saito apartó la vista. Louise, que estaba tratando su brazo con delicadeza, lo volvió a mirar.
-¿Qué sucede?
-Tiene cosas más importantes de las que ocuparte.
-Las hay. ¡Pero una herida es también muy importante! ¿Entendido?
Saito siguió sin dirigirle una mirada, hasta que se dio cuenta de los barriles con pólvora.
-Podemos escapar usando eso.
-¿Qué?- Louise siguió la mirada de Saito con recelo.
Saito abrió el barril y llenó el plato con pólvora.
-¿Y a dónde huirías?- murmuró Wardes cansadamente-. Sólo el vacío nos rodea.
Saito se volvió a sentar con un golpe sordo.
-Pero… sentarme así y no hacer nada…
En ese momento, la puerta se abrió de nuevo. Esta vez había un pirata delgado parado frente a ellos. El pirata los miró a los tres con un brillo en los ojos y preguntó:
-Buenas tardes. ¿Son ustedes aristócratas yendo a Albión?
Louise no respondió.
-Vaya, vaya. A juzgar por su silencio, es verdad. Aunque no parezca que nosotros respetemos a los Nobles, es gracias a los aristócratas que nuestro negocio va bien.
-¿Pero no es éste un buque de guerra rebelde?
-No, no. Aunque somos contratados, cooperamos en una relación cincuenta-cincuenta con cada uno. Estamos relacionados con ambas facciones. ¿Entonces qué? ¿Son Nobles? Si es así, entonces podrán irse en el siguiente puerto.
Saito se sintió aliviado. Como Louise era una aristócrata, todo podía ser resuelto pacíficamente ahora. Además, serían llevados al puerto más cercano.
Sin embargo, Louise no asintió la cabeza estando de acuerdo, sino que se quedó mirando de frente al pirata.
-¿Cómo te atreves a tener algo que ver con esos sucios rebeldes? No ignores a los Nobles de Albión. Yo misma soy de una familia noble. Albión es aún un reino, pues la Familia Real es todavía la legítima gobernante. Ya que soy una aristócrata que viene aquí en nombre de Tristain, soy, en otras palabras, una Embajadora. Por lo tanto, exijo un tratamiento de Embajador por parte de ustedes.
Saito abrió su boca ampliamente.
-¿Eres idiota?- murmuró.
-¿A quién estás llamando idiota?- Louise se volvió furiosa a Saito y gritó-. ¡Tú eres el idiota, tratando de actuar tan tranquilo cuando estás tan malamente herido!
-¡Pero qué! ¡Debes elegir mejor el lugar y el momento para ser franca!
-¡Cállate! ¡Tú eres mi Familiar y debes escuchar lo que yo te diga! ¡De todas formas, enséñame tu brazo!
Louise agarró firmemente el brazo de un sorprendido Saito. Mientras Louise trataba de ver el brazo de Saito con tirones, el pirata se reía al ver una escena así.
-¡Honestamente, deberías parar de hacer eso!
-¡Te equivocas! No puedo dejarte herido sin preocuparme- afirmó Louise.
-¿Qué?- preguntó Saito con sorpresa.
-Es porque eres mi Familiar… e-es por eso…
-Entonces iré a reportarlo al Jefe- rió el pirata saliendo.
Saito estaba tan sorprendido que fue incapaz de responder a Louise apropiadamente.
-Tu brazo. Enséñamelo.
-No actúes de esta forma. ¿No hay cosas más importantes de las que preocuparse, como nuestra situación actual?
-No dejaré que cosas como esa me limiten. Por lo demás, tenemos una pequeña oportunidad de sobrevivir.
Louise se levantó, seria. Aunque el pensamiento de casarse con Wardes le hacía gracia al principio, ya no era tan fuerte.
-En todo caso, les has mentido.
-No digas tonterías. ¿Crees seriamente que es algo malo mentirle a esa gente?
Saito suspiró cansado. Wardes se acercó y acarició el hombro de Louise.
-No digas esas cosas, Louise; aún eres mi novia.
Saito apartó la mirada, abatido. El rostro de Louise mostraba diversas sensaciones mientras agachaba la mirada.
La puerta se volvió a abrir. Era el mismo pirata flaco.
-El Jefe llama.
+++
El pirata fue por un pasillo subiendo una estrecha escalera y los llevó una habitación espléndida, construida en la parte superior de la cubierta.
El Jefe… parece ser el líder de los piratas.
Mientras la puerta se abría, pudieron ver una mesa estupendamente servida y un pirata sentado al final de ella. Estaba jugando con un bastón que tenía un gran cristal sujetado en la punta. Parecía ser que él era un mago. La habitación del Jefe era muy diferente a lo que se esperaría de un pirata.
Miró intensamente a Louise, quien acababa de entrar al cuarto. El pirata flaco que los había llevado la empujó levemente por atrás.
-Oye, tú, estás parada frente al Jefe, así que salúdalo apropiadamente.
Pero Louise se quedó quieta, sólo mirando al Jefe, que le sonreía.
-Oh, me gusta una mujer con voluntad fuerte. Ya no ere más una niña.
-Exijo que se me trate como un Embajador- demandó Louise, sin hacer caso a las palabras del Jefe.
EN PROCESO... AVANZANDO!!!