Black Bullet:Volumen5 Capítulo1
Parte 1
En las profundidades del campo de visión ampliado ópticamente, podía ser captada la figura de un monstruo escalando una superficie prácticamente vertical, aquel Gastrea parecía un crustáceo a simple vista.
Con esos tentáculos cubiertos de numerosas ventosas, podía ser categorizado como Pereiópodo invertebrado. Sin embargo, su cuerpo estaba cubierto principalmente por un caparazón tan duro como un casco.
Debido a la fusión de la cabeza con el tórax de un cefalotórax, era imposible saber dónde se encontraba la cabeza y los ojos. El cuerpo trazaba suaves curvas en su plana espalda, estrechándose cada vez más a medida que se extendía un tentáculo largo y puntiagudo.
Usando sus tentáculos, el Gastrea subió verticalmente al edificio. Satomi Rentaro pudo sentir cómo una ola de nerviosismo recorría todo su cuerpo.
Bajo los intensos rayos del sol del mediodía, grandes gotas de sudor se deslizaban de sus cejas.
El canto de las cigarras era muy molesto, al igual que el insoportable calor del verano.
En medio de ese ambiente hostil, Rentaro estaba en medio de una lucha contra un Gastrea.
El edificio que subía el Gastrea era la «Torre de Tokio»
—Onii-san, el viento está soplando desde las seis en punto de diez a trece kilómetros por hora.
Rentaro miró hacia arriba al rifle de precisión instalado junto a la voz. La chica rubia que había tomado una posición de tiro, mostraba una expresión rígida. Sostenía el rifle de precisión cuidadosamente, al igual que Rentaro. Esta chica se llamaba Tina Sprout.
Sin mirarlo, estaba apuntando al mismo objetivo, ella estaba utilizando una mira óptica.
Había unas esferas negras intercaladas entre ella y el objetivo.
Esta era una interfaz de pensamiento impulsado conocido como «Shenfield», eran como boyas flotantes de información, capaces de transmitir datos importantes para un francotirador —como la velocidad del viento— de forma inmediata a su cerebro. Tina y Rentaro estaban acostados en el techo de un edificio cerca de la Torre de Tokio.
Incluso con la toalla mojada sobre su cabeza, la intensa luz del sol hacía sentir a Rentaro como si estuviera acostado en un sartén.
Mientras limpiaba el sudor continuo, luchaba contra el aire caliente que era suficiente para distorsionar las imágenes.
Sin embargo, incluso en un día brillante y soleado, no estaba animado alrededor de la Torre de Tokio. Tampoco había niños jugando o ancianos tomando la siesta.
Eso era lógico ya que la zona estaba cerrada por la policía. Las proximidades de la Torre de Tokio estaban cubiertas de patrullas, mientras muchos oficiales apuntaban sus escopetas hacia arriba sin bajar la guardia.
Sin embargo, no parecía que fueran a hacer algún movimiento. Debido a la tasa de mortalidad por las nubes de los oficiales cuando enfrentaban Gastreas, las empresas de Seguridad Civil habían aparecido en el medio de la policía y las Fuerzas de Autodefensa para manejar estos casos.
Los primeros en llegar a la escena eran Tina y Rentaro, que eran los responsables de eliminar al Gastrea adherido a la Torre de Tokio.
Rentaro apretó sus ojos contra la mira óptica.
Estaban a casi de cien metros.
Ese tipo de distancia no suponía ningún problema para los francotiradores promedios. Además, el viento era muy suave, por lo que no tenía casi ningún efecto sobre las balas.
Sin embargo, la visión de Rentaro, que miraba a través de la mira óptica, se sacudía violentamente haciendo que perdiera varias oportunidades de apretar el gatillo. Incapaz de actuar según lo previsto, Rentaro estaba perdiendo su capacidad de pensar con calma.
—¡Onii-san!
Apresurado por ese grito, Rentaro apretó el gatillo resignado.
El fuerte retroceso se sintió en su hombro. Sin embargo, la bala de Varanium voló por arriba del Gastrea adherido a la Torre de Tokio, golpeando en el acero con un sonido nítido.
Sin darle una oportunidad de molestarse, el Gastrea intensificó su alerta y se preparó para sacar unas alas guardadas en su interior.
Mierda… eso pasó lejos.
Operando la pistola de nuevo, Rentaro volvió a recargar y disparó de nuevo, pero falló por poco. La bala se dirigió hacia la posición donde estaba el Gastrea antes de salir volando.
Tratando de escapar volando, el Gastrea hizo que el rostro de Rentaro palideciera. Con el sonido rápido de un disparo, una bala atravesó el cefalotórax del Gastrea Fase II mientras éste se encontraba en los cielos. El monstruo perdió velocidad en el aire y cayó estrellándose contra el suelo.
Los agentes de policía se tranquilizaron.
A pesar de no estar muerto, el Gastrea ya no era capaz de luchar, gracias a la capacidad del Varanium para inhibir su regeneración.
Rentaro miró a Tina. La boca de su Rifle Dragunov estaba emitiendo un humo blanco.
Tina tenía los ojos cerrados como si saboreara el gusto de acertar el disparo, luego se separó de la mira óptica.
Limpiándose el sudor de su frente, miró a Rentaro con una sonrisa y le dijo:
—No te preocupes, Onii-san. Todo el mundo empieza así.
Avergonzado, Rentaro bajó la cabeza.
Sería una muestra de debilidad si decía algo contra las palabras de Tina, que lo hacían sentir aun peor.
Aparte de utilizar artes de batalla del Estilo Tendo, Rentaro también era un tirador.
Debido a que su compañera, Aihara Enju, era una Iniciadora especializada en combates cuerpo a cuerpo, confiaba en sus habilidades en combate a media distancia.
Él estaba bien usando armas de fuego de medio alcance, ¿pero qué sobre las armas de largo alcance?
Debido a que sentía que era necesario, le había pedido a Tina que lo ayudara en esa área. No había ningún problema hasta ahora, pero Rentaro no encontraba muy bueno su ritmo de mejora.
Él negó con la cabeza y dijo:
—Supongo que soy incapaz de mantener la concentración mientras miró hacia el mismo lugar todo el tiempo.
Justo ahora, el error de casi dejar a un Gastrea escapar había sucedido.
—Onii-san, ¿por qué quieres mejorar tus habilidades como francotirador?
Frente a la mirada inocente de los ojos verdes de Tina, Rentaro deliberadamente evitó el contacto visual y dijo:
—Porque creo que es necesario. No sé por qué, pero siempre creo que debo ser más fuerte.
—Esa es tú razón…
Tina se señaló a sí misma:
—Onii-san… Eres incapaz de articular claramente en palabras la razón por la que quieres ser más fuerte. Eso generará vacilación cuando tengas la oportunidad de acabar con tu objetivo.
—¿Es un problema psicológico?
Tina asintió en silencio.
—Debiste haberlo notado ahora, ¿cierto? En qué consiste ser un francotirador…
Esas palabras fueron como un ligero golpe en una llaga. Rentaro se lamentó en secreto para sí mismo.
Ya veo, es como dijo Tina.
A pesar de que ya sabía desde antes de intentarlo, disparar un arma era diferente a ser un francotirador.
Aparte de la distancia, un francotirador debía acabar con la vida del rival incluso antes de que notara su presencia. Diciéndolo sin rodeos, sólo podía llamarse asesinato.
Disparar un arma de fuego frente a frente contra un enemigo hostil estaba bien, ya que incluso si lo mataba, podía consolarse con la idea de que fue en defensa propia.
Los francotiradores eran diferentes. Rentaro no sabía que actitud debía tomar al momento de apretar el gatillo, tampoco sabía cómo afrontar el acto del asesinato.
Cuando usaba Gastreas como objetivos estaba bien, pero Rentaro no podía evitar pensar «Y si el objetivo fuera un ser humano, ¿seguiría siendo capaz de hacer el papel de un francotirador como en la práctica?».
—¿Tú tienes ese tipo de decisión?
La chica de cabello rubio lo miró a los ojos y asintió.
—Ser una francotiradora es el sentido de mi existencia. Si no hubiera aprendido esta habilidad ni pudiera manejar la Shenfield a voluntad, el profesor me hubiera marcado como una falla y se hubiera deshecho de mí.
—¿Deshecho?
—He oído muchas historias sobre las chicas cuyos cuerpos no se acostumbran a las partes mecánicas, pero no puedo confirmar que sea verdad. Para mí, salvarme significaba sellar mi imaginación para no pensar en el futuro, tomar las cosas con calma, y hacer a mi cuerpo aprender estas habilidades lo más rápido posible. Debía apagar mi alma con el fin de matar a seres humanos.
—Así no es como los humanos viven.
Rentaro continuó dirigiéndose a Tina que inclinó la cabeza en silencio.
—¿Me estás diciendo que apreté el gatillo sin piedad?
—No. Onii-san, por favor, debes encontrar tu propia razón para quitarle la vida a tu enemigo. No puedo ayudarte buscando eso. Por el contrario, siempre y cuando no hayas encontrado la razón, no mejorarás sin importar cuánto practiques, por lo que sería mejor renunciar a intentar ser un francotirador.
Ese era probablemente un ejemplo perfecto de algo contundente.
Tina y Rentaro se miraron a los ojos por un buen rato. El viento caliente sopló a través del techo, haciendo que su cabello se balanceara ligeramente.
Rentaro fue el primero en relajar las comisuras de sus labios.
—Vaya, eres muy estricta, Tina-sensei.
Cubierta de sudor, Tina volvió a sonreír.
—Onii-san, normalmente estás enseñándome distintas cosas, así que estoy muy contenta de poder enseñarte algo ahora.
Recogiendo su rifle Dragunov, Tina señaló hacia abajo:
—Ese Gastrea sigue vivo. Acabemos con esto antes de que pueda perjudicar a los ciudadanos.
Justo en ese momento, un grito triunfal de «¡Finalmente, nos hicimos cargo de ese bastardo!» se escuchó, haciendo que ambos saltaran de miedo y miraran hacia abajo.
Al mirar cuidadosamente, había una pareja de Seguridad Civil familiar en la parte inferior de la Torre de Tokio. Vestidos con un ostentoso estilo Punk, eran Katagiri Tamaki y Katagiri Yuzuki que lucharon junto a Rentar y compañía en la Tercera Batalla de Kanto.
Ellos estaban saltando arriba del Gastrea que Tina había derribado. El Gastrea, claramente había sido rematado.
En otras palabras:
Tina y Rentaro se miraron y gritaron al mismo tiempo:
—¡Nos han robaron nuestro triunfo!
Parte 2
A mediados de agosto, incluso en el mundo actual donde la población humana se había reducido por el virus Gastrea, todavía había una seria preocupación por el calentamiento global, con los problemas más recientes sucediendo en el subsuelo de las regiones frías. Según los informes, la fusión del subsuelo polar había liberado animales y plantas muertas que se encontraban debajo, lo que resultó en grandes cantidades de metano en descomposición, apresurando en gran medida la cuestión del calentamiento global.
Aunque las emisiones de dióxido de carbono humanas habían disminuido en gran medida, el daño causado en el pasado, posiblemente, ya había pasado el punto de no retorno.
Incluso con el aire acondicionado encendido a todo volumen en la oficina, era imposible contrarrestar el calor abrasador de treinta y nueve grados Celsius. El canto de las cigarras se escuchaba como gritos.
Pero sólo había silencio en la oficina con una atmosfera sutil de seriedad.
Tina, Enju y Rentaro estaban sentados sudando con expresiones faciales indescriptibles.
Al atardecer, los rayos inclinados del sol entraban por la ventana. En una esquina de la oficina de la Compañía de Seguridad Civil Tendo, el sofá estaba en conjunto con una mesa para recibir invitados, pero muy rara vez los muebles tenían la oportunidad de servir para ese propósito.
Usando un delantal en la parte superior de su uniforme escolar, Tendo Kisara atravesó la cortina para salir de la cocina, trayendo cuatro platos que alineó sobre la mesa.
Había un plato delante de Rentaro también. La comida frente a él despedía un olor dulce que deleitaba su nariz, mientras el vapor caliente se estrellaba contra su cara, su estómago gruñó.
Colocando finalmente un plato a su lado, Kisara terminó los preparativos y tomó asiento, aplaudió con sus manos y cerró los ojos.
—¿Empezamos?
Rentaro y Enju aplaudieron rápidamente y respondieron «¡Vamos a disfrutarla!» simultáneamente. Sólo Tina gritó «¡Esperen!» en estado de pánico.
Con una expresión angustiada mientras sacudía la cabeza, Tina se decidió y pregunto:
—Uhm… ¿Qué es esto…?
Rentaro siguió su mirada para observar el objeto colocado en el plato blanco y limpio. Era una raíz en forma de huso de color azul-morado.
—¿Qué es…? ¿No es una batata? A veces lo llaman Ñame en América. Es una enredadera perenne herbácea de la familia Convolvulaceae.
—E–Eso no es lo que quiero decir… ¿Esto es todo? Quiero decir… ¿Esta noche cenaremos sólo esto?
Al notar a qué se refirió Tina, Kisara presionó su dedo índice contra su barbilla aparentemente comprendiendo, haciendo «Hmmm» en voz baja. Finalmente, bajó las manos y se colocó de pie mientras decía «Ya sé» y desaparecía en la cocina, sólo diciendo «Por favor, espera un segundo».
Entonces Tina relajó su expresión e hizo un suspiro de alivio.
—En serio, presidenta Tendo, esta broma ha ido muy lejos.
Regresando rápidamente, Kisara dejó caer una taza junto al plato de Tina con un ruido sordo.
—Aquí tienes agua del grifo. Bebe tanto como desees.
Tina se congeló al instante.
—D–Disculpa… presidenta, ¿nuestra empresa es rentable?
—Pobre como ratones de la iglesia.
—Oh, ¿entonces qué comeremos mañana?
—Frijoles y sopa de brotes de soja con fideos udon. Como algo adicional, hay costras de pan que sobraron en la panadería.
—¿Pasado mañana?
—Salteado de brotes de soja con corteza de pan.
—¿Después de eso?
—Cortezas de pan.
Sintiéndose cada vez más pobre, Tina preguntó cautelosamente:
—¿C–Cuatro días de lo mismo a partir de hoy?
Kisara juntó sus manos frente a su pecho, como diciendo «Buena pregunta», y sonrió: —Para cambiar de ritmo, vamos a hacer Fried buns ear(Orejas de bollos fritas).
—¡¿No son simplemente costras fritas?!
Tina se lamentó dolorosamente.
—Soy nativa de América. ¡No puedes engañarme usando el inglés!
La expresión de Kisara cambio dramáticamente en un instante. Golpeando la mesa con impaciencia, se levantó y dijo:
—¡¿Qué puedo hacer?! El número de misiones completadas este mes es de cero otra vez. Para ser honesta, pudimos haber tenido carne asada hoy, pero como resultado de la estupidez de Satomi-kun… Incluso Tina-chan estaba hoy con el…
Rentaro se rascó la parte trasera de la cabeza. Era incapaz de refutar esas acusaciones. Nunca esperó que la Compañía de Seguridad Civil Katagiri les robara la presa.
Esta noche, Seguridad Civil Tendo pasaría hambre de nuevo.
—¿Pero por qué siempre estamos pobres?
Olvidando el «Vamos a disfrutarla», Enju movió la batata con su dedo índice jugando mientras preguntaba sin pensar.
Rentaro asintió, de acuerdo con la pregunta de Enju:
—Sí, Kisara-san, ¿a dónde fue nuestra recompensa de la Tercera Batalla de Kanto? Además, Seguridad Civil Tendo se había encargado de tres incidentes importantes
… El incidente terrorista de Hiruko Kagetane, el incidente del francotirador de Seitenshi y la Tercera Batalla de Kanto.
Cualquiera de ellos debió haber traído una gran cantidad de remuneración.
El rostro de Kisara se puso rígido por alguna razón entonces, repentinamente se puso roja. Mirando hacia Rentaro, susurró lastimosamente:
—Bueno, Satomi-kun, nunca te expliqué de manera detallada que hace seis meses, pero durante el incidente de Hiruko Kagetane, no había podido pagar el alquiler de la empresa debido a los problemas financieros de la compañía … En consecuencia, tuve que pedir un préstamo.
—¿A quién le pediste prestado?
Rentaro preguntó sintiéndose angustiado. Kisara señaló torpemente al techo, al cuarto piso donde «Koufuu, tiburones de financiamiento» se encontraba. Pareciendo aún más torpe, Kisara continuó:
—Con lo tonto que eres, Satomi-kun, seguramente no conoces el concepto de «Interés compuesto» cuando haces préstamos. Por ejemplo, ¿no pedí prestado un millón? Por lo que diez días después debía pagar un 10% de interés, es decir que tenía que devolver un millón cien mil. Después de diez días, se debe pagar un interés del 10% sobre el millón cien mil, aumentando la deuda a un millón doscientos diez mil…
Tina escondió su rostro entre sus manos y lloró tan pronto como se enteró de eso.
Rentaro cerró los ojos con fuerza disculpándose con ella en sus pensamientos. Lo siento Tina, nuestra presidenta no tiene absolutamente nada de sentido común.
—¿Qué utilizaste como garantía para obtener el préstamo?
—Los órganos de Satomi-kun.
Kisara dijo rápidamente algo.
—¿Qué?
—Básicamente… tus órganos, Satomi-kun, ¿entiendes? Abesan me dijo que tus pulmones y corneas debían tener un buen precio.
—¿Eh?
Kisara, con la cara roja y los brazos frente a su pecho con resignación, continuó quejándose:
—Como empleado, Satomi-kun, eres una propiedad a mi nombre como presidenta. Además, con la posibilidad de trabajar con alguien tan bella como yo, seguramente debería estar bien si entregas tu córnea obedientemente, ¡¿Cierto?!
Trabajando en lectura.....