Dot Hack Another Birth:Volumen1 Capitulo1

From Baka-Tsuki
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---BlackRose pone un pie en The World---

La oscuridad me rodeaba, a excepción de la luz lunar de color rojo sangre. Algo cosquilleó mi pie. Bajé la mirada para ver pétalos de rosa carmesíes. De pronto, un aroma floral me estranguló. Luché por moverme, por respirar, por escapar. Me encontraba sola en una jungla. Y entonces la vi. De pie, en una ladera distante, su silueta quedaba dibujada por la fantasmal luz de la luna. Caminé hacia ella, pero sentía mi cuerpo lento, pesado. Aun con todo, arrastré mis pies hacia adelante de manera miserable, paso a paso, centímetro a centímetro. Debía hablar con ella. Me acerqué más. Pude ver su cabello meciéndose en el viento. Estaba de pie, dándome la espalda. Lentamente, la luz carmesí de la luna fue revelando sus detalles. Llevaba un vestido de noche de seda, pero rasgado y hecho jirones. Sus brazos y piernas estaban cubiertos de heridas. Aún con todo, era realmente hermosa. Finalmente me acerqué lo suficiente para poder tocarla. Extendí mi mano con intención de tocar su hombro, pero al hacerlo, una repentina ráfaga de viento dispersó los pétalos de rosa a través del aire formando un tornado. Se volvió lentamente. Lágrimas de sangre caían por su rostro. Intenté hablar, gritar, pero ningún sonido pudo escapar de mi garganta mientras contemplaba mi propia y terrorífica imagen.

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Me desperté temblando, con mi garganta toda seca. Me había quedado dormida en la silla, al lado de mi hermano. Fumikazu yacía en la cama del hospital, con sus extremidades llenas de vías. El único sonido que hacía provenía del respirador y de las máquinas que controlaban sus biorritmos. Me acerqué y cogí su mano. —¿Qué te ha pasado, hermanito? —no pude evitar preguntar al contemplar sus párpados cerrados—. ¿Cuánto tiempo piensas estar durmiendo? La primera vez que tuve el sueño fue poco después de que Fumikazu se desmayara. Ahora, la pesadilla era diaria. Sentí como una lágrima recorría mi mejilla. Dejé tras de mí la inexpresiva cara de mi hermano y me dispuse a salir. En el autobús de camino a casa me quedé mirando por la ventana. Observando la puesta de sol me pregunté si Fumikazu sería capaz de contemplar de nuevo semejante belleza. Estaba feliz por haber podido visitarlo en el hospital, por ser capaz darle todo el apoyo que podía. Normalmente mis tardes estaban siempre ocupadas por las prácticas de tenis, pero hoy el equipo se había cogido el día libre, así que había aprovechado para subirme al autobús e ir a ver a Fumikazu antes de que el horario de visita terminase. Ahora que lo pienso, la última vez que no tuve prácticas de tenis fue justamente cuando todo comenzó…

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Aquel día, tan pronto como entré en casa pude oír a Kôta llamando a mamá desde la sala de estar. —¡Mamá, vamos a jugar! Me encontré a Kôta tirando del dobladillo de los pantalones de mamá mientras ella respondía a una llamada telefónica. Corrí a ayudarla. —Kôta, deja en paz a mamá mientras habla. ¿Por qué no juegas conmigo? —me acuclillé a su lado. —¿Quieres dibujar? —me preguntó. —Mejor juguemos a algo —mi talento artístico era nulo y odiaba dibujar más que nada en el mundo. —¡Vamos a dibujar! ¡Quiero dibujar algo! —insistió. —Muy bien… —suspiré—. Ve a por algo de papel y colores. Mientras iba a por el estuche con todo el material, mi madre colgó el teléfono. —Gracias, Akira. Ya me ocupo yo —mamá se giró hacia mi hermano—. Kôta, ¿quieres dibujar con mamá? Kôta se aferró a mi pierna. —Dibujaré con ella. —Venga Kôta, tu hermana acaba de volver del instituto. Necesita cambiarse. Kôta asintió. —Jugaremos una vez me haya cambiado, ¿vale? Aceptó a regañadientes y me dirigí a las escaleras. —Cuando hayas terminado dile a Fumikazu que baje, ¿vale? —añadió mi madre. Me cambié rápidamente y llamé a la puerta de Fumikazu. No contestó, así que entré. Estaba sentado delante de su PC con el visor puesto. Mi hermano pequeño amaba los juegos en línea y últimamente estaba obsesionado con algo llamado The World. —¿Eso es todo lo que piensas hacer, jugar a videojuegos? —le grité para que pudiese oírme. Fumikazu se dio la vuelta y levantó el visor por encima de su frente. —Es tremendamente divertido. ¡Deberías probarlo! —Ya sabes que odio los juegos de rol. Había probado algunos con antelación, pero siempre lo había dejado estar al encontrarme con algún obstáculo u otro. —Pero éste es muy diferente de un RPG normal y corriente —protestó—. Interactúas con gente de todo el mundo. ¡The World puede ser virtual, pero su gente es real! Suspiré. —Ya. Y tienes que cazar viles monstruos, matar dragones y todo el mundo allí es un héroe, ¿no? Menuda chorrada. -¡No! No lo entiendes. Tan solo hay dos héroes: ¡Los descendientes de Fianna! ¡Son los únicos que consiguieron completar el evento de El Pecado Único! ¿Los descendientes de quién? No entendí ni una sola palabra de lo que dijo. Sonaba como si estuviese hablando en un idioma completamente distinto al mío. Fumikazu debió de notar mi escepticismo, ya que volvió a coger su mando y farfulló: —En fin, que si lo probases te divertirías. Lo que dijo me hizo recordar algo. Últimamente mis amigos del instituto habían estado hablando sobre The World. Algo sobre los descendientes de fulano o mengano y de luchar con espadas y ondas… pero como no me interesaba mucho, no prestaba atención cada vez que sacaban el tema. —¡Eh, ven aquí! —dijo mientras me hacía señas para que me acercase a al—. ¡Al menos deja que te enseñe algo! —No veo nada —repliqué. —Ah. Espera, apagaré mi FMD. —¿Tu qué? —FMD son las siglas de Face Mount Display, el monitor facial —explicó. —Ah, ¿te refieres a esas estúpidas gafas? Nada más apagarlo vi como aparecía un menú en la pantalla. En la ventana superior se podía leer el símbolo Δ seguido de tres palabras: Solitario, Corrupto, Espiral. —¿Qué es eso? —pregunté. —Es el lugar al que voy cuando entro por un portal del servidor Delta. Mira, voy a dejar que elijas mi próximo destino. Tienes que rellenar las tres opciones con palabras. —¿Con las que quiera? —No —contestó aparentemente—. Tienen que estar en el listado del menú. Clicó una sola vez y un largo desplegable de opciones apareció. —Hay tres partes, A, B y C, ¿lo captas? —Sí —asentí. —Elige una de estas palabras para mi primera coordenada. Fumikazu eliminó las tres palabras anteriores e iluminó las opciones para la parte A. —¿Puedo elegir cualquiera de estas palabras? —Exacto. Cuando introduces las tres coordenadas te transporta al campo correspondiente. No terminaba de verle el sentido, pero coger tres palabras de esa lista era suficientemente simple. Me incliné hacia el monitor y noté que en el fondo se podía ver a un chico portando una capa blanca. ¿Era el personaje de Fumikazu? Se parecía bastante a su aspecto real. No pude evitar reirme. —¿De qué te ríes? —¡Serás bobo! —señalé al personaje del monitor. —Es un consumado Amo de Ondas. —¿Amo de qué? ¿Qué demonios es eso? Fumikazu me miró como si fuese idiota o algo por el estilo. —Es alguien que usa magia, como un hechicero. Aquí se les llama Amo de Ondas. —Pues Amo de Ondas suena a debilucho. —Quizá para ti. —Jamás sería un enclenque como ese. —Cierra el pico. —¿Para eso quieres que juegue? ¿Para que puedas lanzarme hechizos y así hacer que termine tus deberes por ti? —le pinché en el costado. —¡Para ya! Es solo que creo que te divertirías. —Siendo un ridículo Amo de Ondas no, desde luego. —No, yo creo que serías una buena Hoja Pesada. Son guerreros. —No me interesa —dije con desdén. —¿Por qué no? Fijo que molarías mucho cortando cabezas de monstruos con un espadón. —Sí, lo que tú digas —volví mi atención al menú que había abierto y señalé una de las palabras. Oculto. Clicó en ella y se abrió el segundo menú. —Vale, le toca a la siguiente. ¿Cuál será? — me preguntó. Fumikazu bajó lentamente por el listado de opciones. A diferencia del primer menú, en este había algunas opciones con más de una palabra, pero esa pequeña variación no evitó que comenzase a sentirme aburrida. Elegí la siguiente por puro azar. —Mmm… ¿qué tal Prohibido? —Oculto, Prohibido. Suena prometedor —sonrió. A continuación desplegó el menú C. Supe qué opción quería en cuanto la vi. —¿Te parece bien “Suelo Santo” para la última? —¡Perfecto! Oculto, Prohibido, Suelo Santo. Echando la vista atrás, ese fue el punto sin retorno. Ojalá hubiese habido algún modo de saber las devastadoras consecuencias que mi elección tendría… Pero en aquel momento, ambos éramos igual de ignorantes. ―Suena genial ―dijo Fumikazu―. Apuesto a que habrá un montón de monstruos para matar. Recordé que mamá nos esperaba abajo. ―Mamá te matará si no levantas el culo para ir a cenar. ―Vale, en un minuto estoy. El monitor volvió a quedarse en blanco en cuanto colocó sus gafas, o FMD, o como narices se llamasen, de nuevo sobre sus ojos. Sacudí mi cabeza y bajé las escaleras con la mente puesta en las extravagantes palabras que había elegido: Oculto, Prohibido, Suelo Santo. Odiaba admitirlo, pero sonaban muy chulas. Una vez abajo, me encontré a Kôta dibujando con sus colores. ―¿Qué estás haciendo, Kôta? ―miré el papel. Había cinco manchas con forma vagamente humana dibujadas con distintos colores. Nuestra familia, supuse. Mamá salió de la cocina. ―¿Y Fumikazu? ―Eh… terminando con un juego. Me ha dicho que en nada bajará. Entonces hubo un estruendo y un golpe seco que parecieron provenir de arriba. Mamá y yo intercambiamos miradas. ―¿Fumikazu? ―alcé la voz―. ¿Va todo bien? No hubo otra respuesta que el silencio. Corrí escaleras arriba y abrí bruscamente su puerta. Fumikazu yacía tumbado de espaldas, completamente inmóvil, con sus piernas entrelazadas con la silla caída y con el mando firmemente agarrado en sus manos. ―¡¿Qué ha pasado?! ―grité. Lo sacudí, pero no reaccionó. Le saqué las gafas de la cabeza. Sus ojos estaban en blanco, con sus pupilas hacia atrás. No se movía. ―¡Despierta! ―le abofeteé su mejilla. Estaba muy pálido. Bajé nuevamente con mis piernas temblando. Intenté decirle a mi madre que llamase a una ambulancia, pero tan solo fui capaz de ponerme sollozar. ―¡¿Akira, qué ha pasado?! ―exclamó mi madre. Mi corazón latió fuertemente; no podía pensar. Me derrumbé sobre el suelo mientras ella corría escaleras arriba. La sirena de la ambulancia me devolvió en sí. Giré mi cabeza y vi a mi madre al borde del llanto. ―¡Akira, tienes que serenarte! Necesito que te ocupes de Kôta, ¿de acuerdo? Un instante después, se había ido. Escuché como la sirena se iba ahogando en la distancia. Cogí a Kôta y volví a subir a la habitación de Fumikazu. Accidentalmente pateé las gafas, que estaban en el suelo. La luz se escapaba del interior del dispositivo. Hice que Kôta se sentara y miré a través de las gafas. No podía creer lo que estaba viendo. La imagen parecía ser el interior de una iglesia, pero daba la sensación de ser un lugar tenebroso. En un altar se alzaba la estatua de una chica atada por cadenas. ¡¿Esto es un juego?! Sentí miedo. De golpe la imagen se congeló y fue sustituida por unas palabras intermitentes: ERROR DEL SISTEMA. Me quité las gafas y vi a Kôta jugueteando con el teclado. ―Lo siento ―se disculpó. ―No pasa nada ―lo abracé firmemente. Cuando mamá volvió a casa, vi su cara asolada por el dolor mientras nos daba las malas noticias: Fumikazu estaba en coma. Me pareció imposible. ¿Fue cosa del juego o es que había algo mal en Fumikazu? Papá se quedó de piedra al oírlo. Sin apenas mediar palabra, se fue a la cama. Yo no pude dormir, a cada segundo me perseguían pensamientos sobre mi hermano.

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Un bache en la carretera me devolvió a la realidad durante el trayecto en autobús desde el hospital. De repente, me sentí como si hubiese recordado una pista vital. El hecho de encontrar a Fumikazu tendido en el suelo de su habitación había desterrado de mi memoria los detalles durante un tiempo, pero… ¿cómo es posible que no los hubiese recordado hasta ahora? En los días siguientes a su desmayo leí todo lo que pude encontrar sobre si los videojuegos podían o no causar comas como el de Fumikazu. Una de las cosas que aprendí fue sobre un estado llamado RFC, o respuesta foto convulsiva, que ocurre cuando una imagen parpadea a gran velocidad. Puede llegar a causar ataques, pero solo a personas sensibles a ello. Encontré un artículo que hablaba sobre un programa llamado “Destello Mortal” que se aprovechó del fenómeno para difundirlo por toda la red durante el año pasado intentando hacer algún tipo de broma enfermiza. Sin embargo durante el último medio año no se habían registrado casos. Pero Fumikazu se encontraba en medio de una partida, que fuese un programa externo no parecía muy plausible. Además, los efectos del RFC son muy pasajeros y Fumikazu no salía del coma, así que no podía ser eso. Pero ahora que había recordado las palabras que escogí de los menús del juego ―Oculto, Prohibido, Suelo Santo― no podía evitar pensar de que algo en el juego o en mí misma ―ya que las palabras fueron elegidas por mí―, había sido responsable de su coma. Y desde su desmayo he tenido ese sueño recurrente. Aquella iglesia que vi, con esa escalofriante estatua… me recordó a una conversación que tuve un mes antes con mis amigos durante la hora del almuerzo. Yûji, el novio de Shôko, sacó el tema de The World. -He oído que ha aparecido otro fantasma, ¿lo sabías? -Sí, lo leí ayer en el BBS -respondió Shouko. -¿Será algún tipo de evento? -Miho se metió en la conversación. -Eh, ¿qué tal si quedamos esta noche en la iglesia? -sugirió Yûji. -¡No! Podría estar embrujada de verdad -replicó Shôko. -Es solo un juego -contraatacó él. En ese momento ignoré la mayor parte de la conversación. Pero ahora la sugerencia de una iglesia, un fantasma y lo que vi a través de las gafas se arremolinaba en mi cerebro. Comprendí que lo entendería mejor si lo veía por mi misma. Decidí que probaría The World. ¿Pero, y si acabo como Fumikazu? ¡Mis pobres padres quedarían devastados! Quizá no debería ir, al fin y al cabo. Pero si no voy, jamás averiguaré nada. ¿Algo de esto hubiese ocurrido de no haber elegido yo aquellas palabras? Si cayó en un coma por algo que hice, entonces era mi responsabilidad hacer todo lo que pudiese para ayudarle. Cuando finalmente llegué a casa, subí a mi cuarto y me senté frente a mi ordenador. Me conecté y registré una nueva cuenta, determinada a crear mi propio personaje. Recordé que Fumikazu me contó que sería una buena Hoja Pesada, así que esa fue la clase que elegí. Después se me pidió que colocara puntos entre ataque y defensa física y mágica. Ya que menear un espadón de un lado para otro era pura fuerza física, puse la mayoría de los puntos en ataque físico. Finalmente me preguntaron por el nombre que quería. Era una chica, así que lo primero que pensé es que debería ser algo elegante. Entonces pensé en Fumikazu yaciendo en su cama del hospital, y en como los hermanos pequeños deberían poder depender de sus hermanas mayores para protegerlos. Y luego vino a mi mente el sueño recurrente, como mi otra yo siempre llevaba un vestido negro azabache, rodeada de pétalos de rosa. La manera en la que se erguía, fuerte y bella pese a estar cubierta de heridas, resonó en mí: estaba dolida por la situación de mi hermano pero quería ser fuerte y madura pese a mi dolor y a la oscuridad parecía estar envolviendome. Me decidí y tecleé el nombre. Y en ese instante, BlackRose dio sus primeros pasos en la superficie de The World.