Black Bullet:Volumen5 Capítulo2

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

Parte 1[edit]

El sonido rítmico de las gotas de agua cayendo en un charco se escuchaba cerca. A lo lejos, las cigarras estaban cantando.

El aire al contacto con su piel era húmedo, pegajoso y mal ventilado. ¿Dónde demonios estaba sentado? Satomi Rentaro sintió una superficie dura contra su espalda y sus pies.

Había dormido quién sabe por cuánto tiempo. Era el momento de despertar. Todavía tenía muchas cosas de las que encargarse, algunas de ellas muy importantes.

Trató de girar su cuerpo, pero era imposible mover sus manos. Tan pronto como trató de mover su brazo, oyó un crujido metálico. Ambas manos le dolían.

¿Estoy encarcelado?

¿Qué es este lugar...?

La pregunta más básica apareció en su mente.

Sus párpados se sentían tan pesados como el hierro. Pero sin importar eso, aun así trató de parpadear. En medio de la oscuridad, la escena que lo rodeaba poco a poco comenzó a hacerse clara.

Primero vio las baldosas azules del piso. Al parecer, estaba sentado en ellas.

Sus manos estaban restringidas de cualquier movimiento, suspendidas en el aire.

Giró su cuello ligeramente para mirar sus brazos. Ambas muñecas estaban atrapadas por esposas, conectadas a un tubo rojo oxidado. La espalda de Rentaro estaba apoyada en algo parecido a una bañera.

Estaba esposado a una tubería al lado de una bañera. La habitación era de seis tatamis a lo sumo, por lo que le era difícil incluso estirar las piernas. ¿Estoy en el baño de la casa de alguien?

Finalmente descubrió su situación, pero aún no podía entender lo que iba a ocurrir después.

¿Quién lo había encarcelado aquí y con qué propósito?

Su mente seguía estando confusa. Pero había dos cosas que entendía claramente.

En primer lugar, todavía estaba vivo. En segundo lugar, es probable que no fuera la policía quien lo capturó. Si la policía lo hubiera detenido, debería haber despertado en un hospital o algo así.

Mirando su abdomen, vio varias capas de vendajes debajo de la camisa de su uniforme. A pesar de que era muy simple, había recibido tratamiento.

El baño estaba muy oscuro y aislado por una puerta corrediza. Detrás del vidrio escarchado de la puerta, se veía una luz un poco borrosa.

Obligando a su cuerpo a torcerse, sintió un fuerte dolor desde su abdomen, extendiéndose por todo su cuerpo.

—¿Alguien? Aquí…

Llamó con esa frase algunas veces. El suelo se estremeció con un ruido sordo. Una silueta apareció detrás del vidrio escarchado, abriendo la puerta corrediza.

—Al fin despertaste.

Lo primero que entró a su vista fueron un par de piernas delgadas, o más bien, deberían ser descritas como demasiado flacas.

Mirando hacia arriba, Rentaro vio cuatro extremidades tan delgadas que parecían que podían romperse fácilmente. Vestía shorts vaqueros con una camisa sin mangas color rosa, junto a una chaqueta de American Apparel en la parte superior. Sus ojos se veían estrictos junto a su cabello corto. En las profundidades de sus ojos entrecerrados, la ira ardía en silencio. La chica parecía un glaciar.

—¿Sabes quién soy?

Rentaro asintió lentamente. Buscó desesperadamente en los recuerdos de su mente confusa. Recordó que se llamaba…

—Debes ser Koro Hotaru, ¿cierto…? La Iniciadora de Suibara.

Hotaru asintió en silencio.

—¿Entiendes por qué estás encarcelado aquí?

Rentaro miró alrededor del pequeño baño.

—Más o menos.

Sus recuerdos se extendían hasta cuando fue disparado y cayó al agua.

Como no se había ahogado, significaba que alguien lo había sacado del rió en algún momento.

Aparte de eso, después de haberlo salvado, ella…

Un objeto más oscuro que la muerte bloqueó de repente su vista. Una pistola apareció frente a los ojos de Rentaro.

—¿Alguna cosa que quieras decir?

—Fuiste quien volcó la camioneta, ¿cierto?

—En efecto.

La chica respondió fríamente y sin miedo.

—¿Por qué hiciste eso?

—Para vengar a Kihachi-san. ¿Algo más?

—Pareces muy tranquila en este momento.

—¿Sabes cuánto tiempo has estado inconsciente? Tres días… Después de tres días, desde luego que estoy tranquila.

—¿Por qué no me mataste inmediatamente?

—Quiero escucharte mientras te arrepientes de tus pecados.

Sin mover siquiera una ceja, Hotaru se mantuvo mirando a Rentaro.

—Yo no maté a Suibara.

—Deja de bromear.

La respuesta en sí era muy tranquila, pero un color rojo brillante apareció en los ojos de Hotaru. El seguro de la pistola ya había sido quitado, y el agarre crujía debido a la fuerza excesiva.

Un fuerte odio envolvía su cuerpo delgado.

—¿Tienes miedo de morir?

—Estoy diciendo la verdad. Realmente no maté a Suibara…

Rentaro sintió un golpe que casi destrozó su mandíbula. Para cuando se dio cuenta, estaba mirando las tejas del techo. Obligado por el golpe, sintió sus molares hechos añicos. Un sabor a oxido por la sangre, se extendió por su boca. Después de un tiempo, notó que Hotaru le había dado un golpe con la punta del pie en el mentón.

—G–Gah.

Mirando a Hotaru, escupió un molar roto, mezclado con saliva, un hilo de sangre goteaba hacia abajo como una cuerda. Hotaru miraba a Rentaro con los ojos de un verdugo.

—No te escuché claramente.

—Como he dicho, no maté a Sui—

En ese momento, fue pateado en la herida de su costado.

Su herida le estaba produciendo un dolor intenso, se sentía como si le fuera a derretir el cerebro.

La pistola de Hotaru apuntó a la cabeza de Rentaro.

—Basta. No tengo ningún interés en el sadismo, así que esta es la última vez que te lo preguntaré. Si confiesas honestamente y te arrepientes, voy a entregarte a la policía sin matarte. Pero si mientes, aparecerás con un orificio adicional entre las cejas. Piensa con cuidado antes de contestar… ¿Quieres vivir o quieres morir?

Rentaro continuó mirando hacia arriba a Hotaru mientras asentía en silencio.

—Entonces déjame preguntarte. ¿No sientes ningún remordimiento por matar a Kihachi-san? Kihachi-san te consideraba su mejor amigo, pero lo mataste usando una trampa disimulada. ¿No sientes la más mínima culpa? Respóndeme.

Al final, ella sólo quería escuchar la confesión de Rentaro, sin considerar siquiera que el pudiera ser inocente.

Aun así, no había ningún signo de duda en sus palabras. Si Rentaro insistía en declararse inocente, entonces ella probablemente apretaría el gatillo de verdad.

Voy a confesarlo todo para salvar mi vida, por ahora… Rentaro escuchó una voz de razón en su mente. Esta chica era como la policía. Confiar en ella era completamente inútil.

Después de dudarlo un poco, Rentaro tomó su decisión y miró a Hotaru a los ojos. Palabra por palabra, habló claramente:

—Créeme. Yo no lo hice. Honestamente.

Se escuchó un disparo en el baño. Rentaro levantó su pierna. El proyectil cayó en el suelo y rebotó un par de veces. Finalmente, regresó el silencio.

Humo blanco salió de la boquilla del arma.

Moviendo la cabeza a un lado, Rentaro vio una bala incrustada en la bañera cerca de él.

Con la espalda hacia él, Hotaru sacó un móvil del bolsillo y marcó un número.

Después de un rato, dijo «Oh, ¿es la policía?» dándole un vistazo a Rentaro y mirando hacia el techo mientras caminaba:

—Descubrí al criminal buscado Satomi Rentaro y lo capturé por obligación cívica… Sí, no, no es una broma. Honestamente.

Rápidamente dio su dirección y nombre, poniendo fin a la conversación antes de mirar a Rentaro.

—A pesar de parecer sospechoso, la policía aún vendrá. Este lugar no está lejos de la estación de policía más cercana, por lo que no debería tomar siquiera cinco minutos.

Hotaru se arrodilló para mirar los ojos de Rentaro mientras estaba esposado.

—Voy a escuchar tu historia. Pero sólo hasta que llegue la policía. Cuando vengan, te entregaré.

—¿Por qué no matarme?

—No vale la pena matarte. Voy a dejarte morir después de pasar por la humillación de un juicio.

—¿Qué has oído de la policía?

—Llamaste a Kihachi-san y luego lo mataste cuando intentó extorsionarte.

Rentaro casi se rió en voz alta, pero no pudo porque estaba tosiendo intensamente. Después de escupir una flema con sangre, miró fijamente y le dijo a Hotaru.

—La policía dijo que maté a Suibara para silenciarlo cuando me estaba chantajeando.

—… Mal. Kihachi-san no haría nada como un chantaje.

—Por supuesto, Suibara no me chantajeó. Yo tampoco lo hice. ¿Notas eso? Sólo basándonos en lo que tú y yo sabemos, ya hay una enorme discrepancia en la historia. Sé que la policía debe tener traidores dentro de ellos. ¿No te parece sospechoso? ¿No crees que algo no está bien?

—… Cuatro minutos para que lleguen.

—Definitivamente necesito disculparme contigo. Pero es porque no pude proteger a Suibara. Antes, cuando fue a verme, ya estaba muy nervioso. Si le hubiera pedido que me contara todo cuando nos vimos, pude haber reducido su carga al compartirla. Realmente me disculpo contigo por no hacerlo… Hotaru cerró los ojos y frunció el ceño dolorosamente.

—Deja de hablar…

—Hey, incluso los tribunales tienen que escuchar el testimonio de ambos lados antes de dejar que el juez o el jurado decida, ¿no? Ya escuchaste la versión de la policía, ¿cierto? Así que escucha correctamente mi versión ahora. Pero no puedo terminar sólo en cinco minutos. Espero que me des la oportunidad.

—¿Oportunidad?

Hotaru no pudo evitar inclinarse hacia adelante. Rentaro continuó cautelosamente:

—Alguien me inculpó. Esos tipos no sólo quieren empujar todos los cargos sobre mí, también a Seguridad Civil Tendo. No voy a ser manipulado. Tengo que atrapar a los que me inculparon. ¿Me ayudarías?

—Lo único que quieres es escapar…

—Si eso es lo que piensas, entrégame a la policía de inmediato. Pero si sientes que debes escuchar más de lo que tengo que decir, puedes entregarme después. Quieres saber la verdad, ¿cierto? En un principio, acepté la petición de Suibara. Llevaba una especie de secreto y quería exponerlo directamente a Seitenshi-sama a través de mí, pero fue asesinado. Debe haber una conspiración aquí.

—Dos minutos…

—Supongamos que no existe una mente maestra detrás de esto después de todo, está bien si me matas. Incluso si quieres descuartizarme, tostarme o dejarme morir a la intemperie, puedes hacerlo.

—¿Hablas… en serio?

Rentaro miró a los ojos de Hotaru y asintió con la cabeza con fuerza.

—Por favor créeme, a la persona en quien confió Suibara. Por favor.

Durante un tiempo, se miraron a los ojos mutuamente, sin decir una palabra. El silencio era sofocante. En algún momento, algunas gotas de agua se deslizaron desde el techo y gotearon en la baldosa junto a Rentaro.

En el momento en que Hotaru quería hablar, el timbre sonó sin piedad. La policía había llegado.

Rentaro cerró los ojos, tratando desesperadamente de reprimir el temblor de su cuerpo. ¿Se acabó el tiempo?

Con los ojos mostrando una expresión congelada, Hotaru salió del baño en silencio.

Debido a que la puerta no quedó bien cerrada, Rentaro podía observar toda la escena desde el baño.

El baño parecía estar bastante cerca de la puerta principal. Después de salir del baño, Hotaru inmediatamente quitó la cadena de la puerta para dejar entrar a las personas de afuera.

Rentaro podía ver a Hotaru desde su ángulo, pero no a los agentes de policía.

—¿Llamó a la policía?

Escuchando las voces, Rentaro sintió de inmediato un escalofrió en su columna vertebral.

—Sí.

—Ah, bueno… Seré directo. ¿Realmente capturó a Satomi Rentaro?

Se escuchó la voz escéptica de otro oficial. Probablemente eran socios.

«Por favor, entren. Está encerrado en el baño de allí». Rentaro predijo lo que Hotaru iba a decir y cerró los ojos con fuerza.

Todo había terminado.

—Lo siento, pero era una llamada de broma. En realidad no esperaba que la policía viniera de verdad.

Al ver a Hotaru mover la cabeza de una manera avergonzada, Rentaro casi gritó «¿Eh?».

Los dos policías no parecían particularmente enojados, y simplemente hablaron suavemente:

—Bueno, es lo que imaginé. La prensa ha dicho que es posible que no haya muerto. Pero incluso si es así, los niños no deben jugar bromas a los adultos, ¿de acuerdo?

Los dos policías actuaron de forma indulgente en respuesta a la chica que se disculpaba de forma avergonzada. Después de algunas preguntas, se fueron. Dejando a un lado la mirada avergonzada, Hotaru regresó a su cara de póquer y se acercó a Rentaro. Arrodillándose, sacó unas llaves de su bolsillo, las insertó en las esposas y las giró.

—¿Por qué…?

Junto al sonido de las esposas abriéndose, Hotaru habló sin mirar a Rentaro:

—Debido a que probablemente no eres el asesino, ¿cierto?

Rentaro quedó sin habla.

Tenía razón, por supuesto. Pero hasta el momento, nadie había estado dispuesto a escucharlo. Sin importar que gritara y gritara.

Con sus ojos llenos de lágrimas, Rentaro limpió las comisuras de sus ojos con su codo.

Poco después, las esposas cayeron al suelo con un sonido metálico.

Confirmando que no había nada malo con sus brazos, Rentaro trató de levantarse. Sin embargo, no pudo colocarse de pie, debido a que sus rodillas temblaban.

En silencio, Hotaru hizo un gesto para sugerirle apoyarse con su hombro. Rentaro no hizo buena cara y aceptó su oferta, envolviendo su brazo alrededor de la parte posterior de su cuello.

Tan pronto como salió del baño, aumentaron los ruidos que hacían las cigarras, las cuales golpeaban sus tímpanos.

Fuera del vidrio del baño, estaba una habitación con una cocina. Debido al pequeño tamaño del apartamento, parecía muy desordenado.

Debido a que estaba encerrado en el baño, Rentaro no estaba seguro, pero parecía que era de día afuera. La mala iluminación del interior mostraba un claro contraste con la luz al aire libre. Por alguna razón, Rentaro superpuso esta escena con la de la residencia Satomi.


Después de ojear las revistas y periódicos desordenados a la vista, Rentaro notó que todos estaban relacionados con su caso.

Titulares sensacionalistas incluían «El héroe caído» o «Satomi Rentaro arrestado», etc., cada medio de comunicación atacaba sin misericordia.

Antes, cuando terminó la Tercera Batalla de Kanto, se había dado mucha información acerca de Rentaro. Nunca esperó que fuera a ser el centro de atención nuevamente en menos de un mes. Y mucho menos de esta manera.

Escuchando los ruidos extraños hechos por el aire acondicionado funcionando, Hotaru le asignó a Rentaro una cama metálica para dormir. La manta que utilizaba para cubrir su rostro se sentía muy rígida.

Mirando hacia el techo, pudo ver las marcas de fugas de agua. La pintura estaba despegándose y desvaneciéndose.

De repente, tuvo una pregunta. Este probablemente era un viejo edificio de apartamentos, pero no importa cómo se viera, este lugar había sido diseñado para que viviera una sola persona. ¿No vivía Suibara junto a ella? Poniendo sus dudas a un lado, Rentaro se tiró en la cama, quitándose la camisa y las vendas para examinar la herida.

La herida trágica, lo suficiente como para hacerle dar un grito, entró a su vista. La sangre ya había cesado, pero la herida aún ardía.

—¿Cómo detuviste el sangrado?

—La presioné con una olla caliente. No es de extrañar que se sintiera un olor, era de carne asada.

Hotaru abrió con fuerza sus ojos y suspiró levemente.

—Parece que todavía tienes energía para hacer bromas… No sé si cuenta como suerte o no, pero la bala atravesó tu cuerpo.

—Por supuesto que es suerte para mí.

—Lamentablemente no para mí.

A pesar de levantar la barbilla con ira y responder con frialdad, Hotaru entrecerró los ojos y miró hacia un lado.

—Tu cuerpo es muy interesante…

Siguiendo su mirada, Rentaro miró su brazo y pierna derecha artificial. Durante la batalla y asedio en el hotel, su piel artificial se había roto, dejando al descubierto las extremidades negras debajo.

—¿Qué es eso?

—¿No te lo dijo Suibara? Es el armamento personal del Nuevo Plan de Creación Humana.

Los ojos de Hotaru se abrieron aún más.

—… Siempre pensé que era sólo una leyenda urbana.

Rentaro fue incapaz de entender su reacción.

—Entonces supongo que no sabes nada sobre el Nuevo Plan de Creación Mundial o el Proyecto del Cisne Negro, ¿cierto?

Hotaru hizo una expresión perpleja e inclinó la cabeza.

Ya veo... Suibara había mantenido la información peligrosa lejos de ella para evitar que se involucrara.

¿No era el hecho de que todavía no haya sido asesinada como a Suibara, la mayor evidencia de esto?

Si ella tuviera el mismo conocimiento de Suibara, probablemente habría sido incluida entre los objetivos del asesinato. Que hubiera sobrevivido por si sola seria irónico.

Las personas que asesinaron a Suibara debieron haber concluido que dejarla sola no representaría una amenaza.

En ese momento, Hotaru arrojó el botiquín de primeros auxilios hacia él. Dentro, estaba el agente para aumentar el metabolismo que había salvado la vida de Rentaro varias veces, el adhesivo biológico llamado «fibrina».

Era uno de los favoritos de las Seguridades Civiles para mejorar la cicatrización de las heridas. Aunque no era tan milagroso como los artefactos de curación instantánea de los videojuegos favoritos de Enju, el aumento de la regeneración de las heridas iba más allá de la velocidad natural.

Soportando el dolor agudo en su abdomen, Rentaro entrecerró un ojo mientras aplicaba la fibrina en la herida y la envolvía con vendas frescas.

Tan pronto como notó que había escapado de la crisis de la muerte, como siempre, su estómago comenzó a protestar por el hambre.

Después de mendigarle descaradamente a Hotaru por un poco de comida para calmar el hambre, Rentaro bebió un poco de papilla de arroz diluida antes comer vorazmente una avena.

Habiendo sufrido por el hambre durante tres días, su estómago estaba muy debilitado. Incluso las tostadas y la sopa espesa apenas podían tragarse sin vomitar. La comida era sólo pan tostado sin mermelada. Pero cada vez que lo mordía, el sabor agrio se extendía en su boca. Por alguna razón, Rentaro casi quiso llorar. Para cuando quiso darse cuenta, ya había comido todo.

La comida en el centro de detención no era mala, pero Rentaro sentía como si no hubiera comido algo como esto durante mucho tiempo.

Después de haber llenado su estómago, se acostó en la cama satisfecho.

La manta dura junto a la cama crujiente de hierro se sentía tan cómodas como el cielo. Rentaro casi se hundió en la tierra de los sueños, pero ese no era el momento para dormir todavía.

Debido a que la situación aún no se había solucionado.

La batalla caótica en el hotel se sentía como si hubiera ocurrido hace mucho tiempo. Pero tan pronto como recordó lo que sucedió allí, todos sus recuerdos llenos de ira fluyeron en su mente.

Rentaro perdió a Enju, quien había sido llevada por la IISO, y a Tina, que había perdido su libertad por encima de todo.

El joven en el hotel había dicho que su nombre clave era Dark Stalker. Mitsugi Yuuga había dicho claramente que el nuevo compañero de Enju iba a ser The Buddy Killer, mientras que Tina seria ejecutada.

Rentaro estaba muy preocupado por lo que había pasado en los últimos tres días.

—Todavía no puedo confiar en ti por completo… pero es hora de que me digas todo lo que sabes.

Sentada en la cama, mirándolo de reojo, Hotaru habló de forma desinteresada.

—Está bien, pero… ¿por dónde debería empezar…?

Rentaro miró hacia el techo y le habló de la petición de Suibara, la forma en la que fue detenido, y todo su sufrimiento hasta su escape en el hotel. Una vez que terminó de escucharlo todo, Hotaru apoyó la barbilla en su mano y preguntó con una expresión solemne.

—En otras palabras, Kihachi-san fue eliminado por una organización secreta porque se encontró con los detalles del Nuevo Plan de Creación Mundial y el Proyecto del Cisne Negro…

—¿Me crees?

—Es demasiado complicado para ser una historia inventada… Además, tenía la sensación de que Kihachi-san estaba escondiéndome algo. Es sólo que ni siquiera en mis sueños esperaba algo tan increíble…

La policía se había reído de la idea porque les pareció ridícula, pero ahora había encontrado a alguien que le creía. Aparte de alegre, Rentaro también se sintió sorprendido, pero Hotaru no bajó la guardia. Con ojos desafiantes, simplemente lo miró y dijo:

—¿Qué estás planeando hacer ahora?

—¿Tú qué crees?

—¿Esa persona llamada Hitsuma… está aliada con el asesino?

—Probablemente.

Yuuga lo había mencionado en el hotel.

«Satomi, vamos a utilizarte como un chivo expiatorio. Tina Sprout será ejecutada. Tendo Kisara será seducida a nuestro lado para que se encargue del clan Tendo. El próximo Promotor de Aihara Enju ya está decidido: The Buddy Killer. Un Promotor incluso peor de lo que puedes imaginarte. Siempre y cuando fueras declarado culpable, todo sería perfecto».

Tendo Kisara será seducida a nuestro lado para que se encargue del clan Tendo. Esa era la cuestión. Kisara no era ninguna tonta con la que el enemigo pudiera jugar fácilmente. Pero si la otra parte tenía habilidades de control mental, sería completamente distinto. Tomando en cuenta a los sospechosos más probables con los que Kisara se había reunido recientemente, los posibles culpables se reducían considerablemente.

Suponiendo que Hitsuma era un miembro de la organización enemiga, tendría la oportunidad de obtener información sobre Rentaro que sólo Kisara conocía, tendiéndole una emboscada.

Hitsuma había retrasado las órdenes de la policía temporalmente y envió a Yuuga antes de que la policía rodeara el hotel por si él fallaba. Entonces, todo lo que pasó podía explicarse fácilmente.

Aunque Rentaro no creía que Kisara le filtraría fácilmente su ubicación, a juzgar por eso, parecía que Kisara ya había caído en las garras de Hitsuma. Cerrando los ojos, Rentaro apretó su puño casi haciéndolo sangrar.

… Creí que Kisara-san estaría segura si se la confiaba a él. Ella también confiaba en él hasta cierto punto.

Él rechinó sus dientes hasta que hicieron ruido.

… Pero que te aprovecharas de Kisara-san… ¡Es imperdonable...!

Pensando profundamente, Hotaru lo miró y dijo:

—Voy a matar a ese tipo llamado Hitsuma además de ese tal Dark Stalker.

—Eso no es bueno.

Hotaru parecía bastante molesta.

—¿Puedes decirme por qué?

—No resolvería el asunto. Si no tienes suerte, terminarás con dos cargos de asesinato, además de los cargos por herir a tres personas volcando un auto.

—El enemigo utilizó medios ilegales primero. Así que ¿por qué deberíamos dudar antes de hacerlo nosotros también?

Rentaro había sentido antes que Hotaru era muy parecida a alguien, y finalmente descubrió a quién.

«Satomi-kun, está totalmente claro para mí ahora. Después del incidente terrorista de Hiruko Kagetane, no pudiste castigar al autor intelectual: Tendo Kikunojo. Después del incidente del francotirador de Seitenshi, no pudiste castigar al autor intelectual: Saitake Sogen. Pero yo si pude castigar al responsable de la Tercera Batalla de Kanto: Tendo Kazumitsu. ¿Sabes dónde está la diferencia?».

«¿Aún no lo entiendes? La justicia no es buena. No puedes oponerte al mal simplemente confiando en la justicia. En cambio, debes confiar en el «Mal absoluto» que es aún más oscuro. Ese es el tipo de poder que poseo».

—Mal, esa forma de pensar está errónea. Incluso si te atacan por medios ilegales, debes hacerlos pagar por medios legales. Además, no voy a ser capaz de hacerle frente a Suibara si te conviertes en una criminal.

—Vamos a dejar las palabras bonitas. Entonces, ¿qué crees que debamos hacer?

—Obtener evidencia acerca del Proyecto del Cisne Negro, y entonces, capturar a esa gente. Así no se trataría sólo de Hitsuma y los demás, sino que toda la organización completa podría ser llevada ante la justicia.

Y si tenían suerte, podrían encontrar al verdadero asesino para probar la inocencia de Rentaro.

Pero, naturalmente, esto no era algo fácil. Tratando de informarle sobre el Proyecto del Cisne Negro, Suibara fue asesinado. Por no hablar de Rentaro, incluso Tina, Enju y Kisara, toda la Seguridad Civil Tendō había sido arrastrada a este asunto.

No estaba claro qué tanto sabia el enemigo, pero siempre y cuando el cadáver de Rentaro no fuera recuperado del río, sin duda, iban a seguir buscándolo.

Entonces, no sólo la policía controlada por Hitsuma estaría cazando a Rentaro, sino que también lo harían los soldados mecanizados del Nuevo Plan de Creación Mundial, que eran la actualización del Nuevo Plan de Creación Humana.

Para ser honesto, ningún número de vidas sería suficiente…

Con peligro por todos lados, aislado y sin ayuda, la situación se estaba acercando al peor escenario posible.

Si era posible, Rentaro no quería arriesgar a Hotaru, que podría ser considerada la huérfana de Suibara.

—Espero que no te hagas una idea equivocada…

Sin ninguna expresión, los ojos fríos de Hotaru parpadearon un par de veces bajo su cabello corto.

—Debo vengar a Kihachi-san. Tú simplemente eres un señuelo.

—¿Un señuelo?

—Correcto. Una vez que se enteren de que estás vivo, el olor de tu sangre atraerá a un gran número de enemigos. Es bastante conveniente. Sólo tendría que encargarme de los enemigos que intenten matarte.

Ella levantó el dobladillo de su chaqueta. Rentaro esperó que simplemente pusiera las manos detrás de su chaqueta, pero al instante, sacó un par de pistolas negras.

—Así podré rendirle homenaje a Kihachi-san a través de la batalla.

Rentaro no pudo evitar exhalar pesadamente. Aunque sus dedos no estaban en los gatillos, un descuido podía dar lugar a una situación peligrosa. La primera vez que vio a Hotaru, tuvo una vaga sensación de que era muy hábil usando armas de fuego. Tal como esperaba, era la forma en la que luchaba.

Sus armas eran unas Gold Cup National Match edición M1911s, una pistola derivada de la pistola de edición estándar fabricada por Colt’s Manufacturing Company. Aunque no era un diseño adecuado para una doble empuñadura, las armas eran sostenidas con mucha facilidad en las pequeñas manos de la chica. Debido a la apariencia elegante de la pistola, era un modelo de mucha apreciación con una alta calificación entre los fanáticos de las pistolas. Colgando de la parte baja de su espalda, estaba una funda en forma de cruz para dos pistolas.

Sosteniendo las dos armas, Hotaru miró hacia Rentaro con sus ojos helados.

—Vamos a ser sinceros. Quiero usarte y tú también puedes usarme. No hay necesidad de ser compasivos. No voy a preocuparme por tu supervivencia durante la batalla y tú puedes abandonarme cuando quieras.

—¿Qué hay de la ayuda mutua?

—No es necesaria…

Rentaro se sintió un poco enojado. Cuando le estaba mintiendo a la policía, por un instante pensó que habían llegado a un entendimiento. Pero parece ser que se equivocó.

—… Eres libre de luchar por cualquier razón que elijas, pero debes dejarme a Dark Stalker a mí. Es el presumido que usaba su uniforme hasta el cuello.

—¿Es fuerte?

—Increíblemente fuerte. No es alguien a quien puedas manejar.

—No me subestimes.

Hotaru de repente lanzó un objeto negro hacia Rentaro. Rentarō casi no pudo atraparlo. Era una funda de cintura con dos correas. En el interior había una pistola y un cuchillo.

Eran los que Rentaro había tomado del miembro del SAT durante la batalla en el hotel.

El cuchillo era uno de combate fabricado por Gerber Gear. En cuanto a la pistola…

—Conque una Beretta, eh…

Probablemente era una preferencia personal del miembro del SAT, era una edición descontinuada de los noventa con el pasador reforzado. Rentaro recordó que el arma personal de Kisara era también una edición Beretta de los noventa. Las armas de Beretta eran unos productos tanto robustos como estéticamente agradables, muy adecuadas para la agraciada Kisara, pero Rentaro se preguntaba si serían buenas para él.

—¿No es tu arma?

—Es el arma que robé mientras escapaba. Mi Springfield XD está todavía en la bóveda de pruebas de la policía.

—La XD es un arma barata. La Beretta es más precisa.

—Confías demasiado en la vista, ¿cierto? Además mi cuerpo ya está acostumbrado a la XD.

—Chico barato.

—Maldita sea, sabía que dirías eso.

Justo en ese momento, Rentaro recordó que había algo aún más importante.

—Por cierto, ¿qué tipo de genes Gastrea posees tú como Iniciadora?

Hotaru se quedó en silencio enojada, lanzándole una mirada antes de decir:

—No estoy obligada a decírtelo.

Parecía que estaba bastante ofendida.

Entonces, Rentaro fue a comprobar si la funda era lo suficientemente apretada cuando escuchó una voz diciéndole «No he terminado todavía».

—¿Qué más quieres?

Rentaro preguntó impaciente, mientras Hotaru señaló con su dedo a la punta de su nariz.

—Deja de referirte a mí como «Tú» todo el tiempo. Mi nombre es Hotaru.

—… Entiendo, Hotaru.

—Entonces, ¿cómo debo dirigirme a ti?

—Rentaro está bien.

—Ya veo, entonces es un placer conocerte, Rentaro.

De esa forma, ellos dos formaron una alianza para desentrañar la verdad.

No eran amigos de toda la vida, pero para Rentaro, al menos ahora tenía una compañera en el Área de Tokio. Lo más probable es que fuera lo mismo para Hotaru.

—¿Qué estás planeando hacer ahora?

Rentaro miró alrededor de la habitación mientras respondía:

—En primer lugar, vamos a empezar aquí. La casa de Suibara podría tener una gran cantidad de información que podríamos encontrar si tenemos cuidado, podría ahorrarnos una gran cantidad de trabajo.

—Esta no es la casa de Kihachi-san.

—¿Qué?

—Como dije, esta no es la casa de Kihachi-san.

—Entonces, ¿qué lugar es este?

Hotaru negó con la cabeza sin poder hacer nada.

—Rentaro, ¿aún no lo has notado a estas alturas…? Después de haber perdido a mi Promotor, debo ser llevada por la IISO.

—¡Oh!

La inexplicable sensación de disonancia en un rincón de su mente finalmente quedó clara. En el momento en que le arrebataron su licencia de Promotor, Enju fue llevada por el personal de la IISO.

Naturalmente, después de la muerte de Suibara, Hotaru debería estar al cuidado de la IISO por perder a su pareja.

—E–Entonces, ¿por qué?

Rentaro preguntó mientras Hotaru señalaba hacia afuera inexpresiva:

—Sal a la calle, así entenderás.



Al instante en que salió a la calle, los ojos de Rentaro recibieron al instante una intensa luz solar. El aire del verano que antes era ocultado por el aire acondicionado, lo golpeó en la cara sin piedad, haciéndole sudar.

Un ruido aterrador se escuchaba cada vez que daba un paso, causado por la escalera oxidada. Mirando un poco más allá del edifico, Rentaro observó los edificios de los alrededores.

El edificio de apartamentos era una obra negra inclinada con techos en mal estado y paredes de madera. Las casas de los alrededores eran similares. Lo más probable era que incluso los vehículos recolectores de basura no visitaran esta zona. Había materiales de construcción y basura abandonada en el suelo por todas partes.

El hedor a basura podrida casi hace que la nariz de Rentaro se torciera.

De repente, sintiendo la mirada de alguien, miró hacia atrás para ver a un hombre observándolo con una mirada afilada, éste dio la vuelta inmediatamente y se escondió en su casa. A juzgar por sus rasgos faciales, no era alguien japonés.

Debido a que se escuchaba el ruido de las personas, era razonable pensar que estos edificios estaban habitados. Sin embargo, no podía entender por qué estos edificios estaban desatendidos hasta el punto de casi colapsar. Al parecer, sus propietarios no eran nada respetables.

Por un instante, pensó que estaba en el área exterior, pero al girar su cuello, notó que los Monolitos estaban bastante lejos, por lo que esto era, probablemente, parte de la zona urbana.

—¿Por qué estás viviendo en este tipo de lugar?

—Sin un guardián o un tutor, sólo puedo vivir en lugares ilegales como este. Escapé debido a que el IISO llegaría rápidamente, no tuve más remedio que escapar antes de que me llevaran.

Rentaro fue sorprendido por su gran iniciativa. Tan pronto como se enteró de que Suibara había sido asesinado, inmediatamente pensó en su siguiente paso sin tomarse la molestia de entristecerse.

Enju era bastante madura para su edad, pero eso se debía a que a la corta edad de diez, ya había experimentado las amenazas directas del frío y el hambre, además de la persecución y la discriminación.}

Era una verdad que, desafortunada e innegablemente, hacía más fuerte a la persona, pero hablando de eso, Hotaru había sentido la amenaza inminente que incluso Enju fue incapaz de notar, corriendo para escapar. Las experiencias que había sufrido debieron ser…

—Nuestra casa está siendo vigilada ahora mismo por la policía.

—Ya veo…

Rentaro pensó profundamente.

—¿Deberíamos arriesgarnos a entrar a pesar de eso?

—No, hay otro lugar más al que debemos ir.

—¿Cuál?

Mirando fijamente al rostro de Hotaru, Rentaro le dijo:

—La escena del crimen donde Suibara fue asesinado.

Parte 2[edit]

Tadashima Shigetoku abrió su cuaderno y se quedó quieto pensando: «vamos, eso es suficiente».

—Pero él no me abandonó e incluso me administró primeros auxilios, yendo tan lejos como para pedirle a otra persona que me llevara hasta abajo…

Realmente no creo que él sea un criminal malvado como la prensa dice… Hey, ¿me estás escuchando?

—Dios…

—Espera, ¿por dónde iba? Claro, claro, vamos a empezar desde cuando tomé la medicina para dormir y no pude escuchar la alarma del hotel a tiempo.

Entonces…

—Ya es suficiente.

Tadashima trató de evitar que la impaciencia se mostrara en su rostro antes de cerrar su cuaderno de policía.

La mujer —un poco gorda— se sentó en la cama del hospital, acariciando su barbilla de forma lamentable.

—¿En serio…? Pero sólo le he dicho una tercera parte de lo que quería decir.

—Su testimonio tiene un gran valor como referencia, por lo que probablemente podríamos molestarla otra vez. Pero por ahora es suficiente.

Tadashima se inclinó cortésmente y salió de la habitación.

—¿Cómo estuvo, jefe de sección?

Esperando afuera, Yoshikawa preguntó inmediatamente.

Tadashima movió su mano delante de su cara con una mirada molesta.

—No mucho, básicamente es ese tipo de persona, ¿sabes? Probablemente porque le salvó la vida, ella lo alaba de todo corazón. Más que un testigo, es como la fan de un criminal. ¿Es eso lo que llaman síndrome de Estocolmo?

Yoshikawa se rió con ironía.

—Nos dirigiremos a la estación en un rato. ¿Quieres venir con nosotros, jefe de sección?

—No, el superintendente Hitsuma quiere verme. Parece que voy a tener que asociarme a un trabajo junto con ese hombre.

—Los funcionarios de alto rango son una molestia.

Tadashima golpeó a Yoshikawa con fuerza en la cabeza.

—¿Cuántas veces te he dicho que no hables mal de las personas a sus espaldas? Si quieres quejarte, hazlo en su cara. En serio… Ese tipo es bastante excepcional, pero por alguna razón me molesta.

Despidiéndose de Yoshikawa mientras éste se acariciaba la cabeza, Tadashima salió del hospital. Llamando un taxi, se dirigió a la dirección especificada por Hitsuma: un rascacielos que sobresalía entre todos los edificios de los alrededores.

Todo el edificio era negro, haciendo que uno sospechara si estaba hecho de Varanium. La entrada estaba abierta con guardias con rifles. En frente del edificio, había una tablilla con las palabras «Agencia de desarrollo de control central». Tadashima no sabía qué tipo de instalación era, pero probablemente se trataba del rumoreado «Edificio Negro».

Tadashima leyó otra vez el e-mail de Hitsuma con el mapa adjunto. Este era el lugar.

Acercándose a un guardia, le mostró su placa de policía. Probablemente porque estaba arreglado de antemano, lo dejó pasar fácilmente.

Tadashima casi pierde el equilibrio en el ascensor que subía a una velocidad asombrosa, pero al final soportó hasta llegar al piso sesenta y cinco. Entonces, guiado por una mujer vestida con un uniforme blanco, pasó por varios puestos de control con llaves de tarjetas e identificadores biométricos.

Tadashima se sentía cada vez más inquieto. Hablando de su atuendo, estaba vestido con un traje que estaba arrugado debido a haber pasado muchos días en la oficina al no haber terminado el caso. Su barba también era bastante grande, ya que no se había afeitado en varios días.

Aunque no tenía idea de adónde lo llevaban, esperaba que no hubiera un código de vestimenta en particular.

Delante de una sala llamada «Sala de Control», se abrió una puerta de vidrio a prueba de balas. El ruido, inicialmente absorbido por el cristal, se sentía ligeramente, causando que los pasos de las personas se escucharan claramente.

Tadashima se sorprendió.

El interior de la gran habitación oscura estaba en forma de abanico. Un gran número de holo-pantallas servían como iluminación, mostrando rápidamente los números cambiantes de unas barras indicadoras. Era similar a una torre de control aérea controlando el tráfico de los aviones, pero había una diferencia decisiva. La holo-pantalla en el centro mostraba un mapa gigantesco del Área de Tokio, monitoreando el consumo eléctrico de la ciudad estrictamente.

Tadashima se sentía como si hubiera viajado al futuro.

—¿Esto es…?

—Es llamado «Concepto de Ciudad Inteligente». ¿Has oído hablar de él?

Tadashima miró sorprendido hacia la voz. Hitsuma estaba vestido con un traje bien planchado, extendiendo sus manos mientras caminaba. Tadashima forzó desesperadamente su mente, que estaba sobrecargada de trabajo recientemente.

—Recuerdo que en el pasado fue propuesto un plan por Seitenshi-sama para que el consumo de energía eléctrica de la ciudad fuera eficiente. Debe ser eso, ¿cierto?

—Precisamente. La electricidad debe transmitirse a través de cables de alta tensión y se pierde mucha en el proceso en que llega a los hogares. Aparte de ser difícil de almacenar, el problema de las perdidas también es muy grave. Por ejemplo, los centros de datos a gran escala, a menudo requieren una gran cantidad de energía eléctrica en espera en caso de que los servidores se sobrecarguen o haya un aumento en la cantidad de datos, por lo que sólo usan el 6% de la electricidad suministrada, llegando al 12% a lo mucho. El concepto de Ciudad Inteligente tiene la intención de controlar el uso de recursos con el fin de transmitir cantidades apropiadas de energía de manera eficiente mientras evita apagones y sobrecargas de tensión. Después de la Guerra Gastrea, el problema de la escases eléctrica en el Área de Tokio era muy grave. Probablemente recuerdes eso muy bien.

Tadashima asintió en silencio y luego observó el núcleo de la Ciudad Inteligente mientras sus emociones resonaban fuertemente.

—Así que finalmente han terminado… Ya que no se había informado sobre eso en mucho tiempo, casi pensé que…

—Sí, debido al riesgo de que fuera blanco de un ataque terrorista, se construyó de forma secreta y se le dio un nombre muy ambiguo.

Tadashima encogió su rostro.

—¿Entonces por qué me llamó aquí? No creo que sea para presumírselo a alguien como yo, que nunca usa computadoras aparte para redactar informes, ¿cierto?

Después de escuchar la broma autocrítica, Hitsuma se rió y mantuvo su expresión alegre.

—Naturalmente. Para ser honesto, entre las muchas funciones de la sala de control, existe una como esta.

Hitsuma chasqueó los dedos, separando el panel central con muchas pantallas más pequeñas. Cada una de ellas mostraba imágenes de calles, cafés, centros comerciales, etc.

Casi todas las imágenes eran tomadas desde arriba.

El empleo de Tadashima le ayudó de inmediato a entender lo que estaba pasando.

—Esas son cámaras de seguridad…

—Sí. Instalaciones importantes, como estaciones de tren y aeropuertos, están de forma individual. Pero para detectar rápidamente a los Gastrea, toda el Área de Tokio está prácticamente cubierta de cámaras.

Tadashima no pudo evitar mirar con asombro.

—¿Cuántas cámaras de seguridad se necesitan para cubrir toda el Área de Tokio? Incluso mil o dos mil no serían suficientes.

—Buscar a través de ellas por medios humanos es imposible. Por lo que, usando la búsqueda del programa de reconocimiento facial instalado en la sala principal, se puede lograr esto…

Tomando la imagen de una esquina de la pantalla, la amplió a tamaño de pantalla completa.

Tadashima no pudo evitar exclamar: «¡Ah!». Desde un ángulo alto, la cámara de seguridad acababa de capturar a un joven detective vestido de gris de pie junto a un vendedor comiendo lo que parecía ser un plato de ramen.

Habiendo trabajado durante tres años como detective, pero todavía pareciendo un novato, Tadashima reconoció su rostro de inmediato.

—Es Yoshikawa…

—Efectivamente.

Mirando hacia atrás, Hitsuma asintió con una expresión de orgullo.

—Las características faciales de Satomi Rentaro ya se han introducido. Todo lo que necesitamos hacer es mantener funcionando esta amplia red y la presa caerá automáticamente.

—Ya veo. Qué tecnología increíble… ¿Pero puede utilizar esto sin las órdenes de arriba? ¿La oficina central sabe sobre esto?

—En realidad no. Sólo mi padre y yo estamos al tanto de esto. En otras palabras, sólo el superintendente general y yo.

Tadashima dudó de sus propios oídos. Él estaba tomando medidas por su cuenta, sin siquiera el consentimiento de las oficinas centrales de investigación.

En un principio, se pensaba que la policía era una organización muy estricta bien definida. No sería algo bueno, incluso para el hijo del superintendente, tomar este tipo de medida extralimitada.

Tadashima se sentía bastante incómodo en su interior.

Al parecer, tanto padre como hijo usaban «La detención de un criminal» como pretexto para poner sus emociones personales en el caso de Rentaro.

—Por cierto inspector Tadashima, ¿cómo va la investigación?

Una voz vino de repente desde atrás, interrumpiendo los pensamientos de Tadashima.

Escondido en algún lugar, apareció una figura en la sala oscura. Era un joven vestido con un uniforme de cuello alto.

—Recuerdo que eras…

—Mitsugi Yuuga. Un Promotor que se encontró de casualidad en el hotel de la plaza… Siento causarle problemas en ese momento.

¿Por qué está este chico aquí?

—¡H–Hey!

Al ver a Hitsuma molestarse, Yuuga sólo dio una mirada tranquila.

—No hay problema, ¿cierto? superintendente Hitsuma.

Hitsuma parecía muy incómodo, probablemente, debido a que temía que el chico revelara algo innecesario. ¿Estaban familiarizados?

—Por cierto Inspector, ¿cómo va el caso?

Tadashima se sintió un poco ofendido por el chico que parecía un sabelotodo.

—No estoy obligado a compartir los detalles de la investigación con nadie.

—Inspector Tadashima, ¿podría decirle? Ahora mismo, se unirá al caso como un agente de Seguridad Civil.

No es como si fuera un crimen Gastrea. ¿Qué tiene que ver esto con las Seguridades Civiles...? Pensando eso, Tadashima abrió su cuaderno con impaciencia.

—Fui al hospital para interrogar a la mujer que quedó atrapada en la batalla entre el fugitivo y el SAT, además de a los miembros del SAT heridos. Lo más sorprendente es que la mujer estaba muy agradecida con él por salvarla, e incluso dijo «Él no es el asesino. Tiene que haber un error en alguna parte». Los miembros del SAT también estaban muy alegres. A pesar de sus huesos rotos, estaban sonriendo y expresaron su deseo de luchar contra él de nuevo.

—Jajajaja… Ese tipo… incluso como un fugitivo sigue haciendo más admiradores.

Yuuga habló aparentemente alegre. Tadashima lo miró de reojo y luego volteó hacia Hitsuma de nuevo.

—Eso es lo que no puedo entender… Él es un asesino buscado. Para mejorar sus posibilidades de escapar, ¿no debería haber usado a esa mujer como rehén?

—Ya que la mujer recibió un disparo, probablemente pensó que no era de utilidad.

La actitud de Hitsuma era bastante indiferente.

—No, pero incluso así, todavía pudo haberse llevado a alguno de los miembros del SAT como rehén. Su método para encargarse de ellos también fue demasiado extravagante. Neutralizarlos era mucho más difícil que simplemente matar a todos ellos. ¿No le parece extraño? Ese tipo es un fugitivo, pero a pesar de eso, aun así le da prioridad a las vidas humanas. Si realmente es el asesino, ¿por qué habría de evitar matar a otro?

—Tal vez no pueda olvidar el hecho de que fue alabado como el héroe del Área de Tokio. Aunque no hubo muertes entre los miembros del SAT, tampoco hay garantía de que fuera intencional. O tal vez estaba tratando de matarlos, pero por alguna razón, todos se salvaron.

—Así que está tratando de enfatizar que es el culpable…

—Hablando de eso, inspector Tadashima, ¿por casualidad cree que es inocente? El caso fue investigado por usted, ¿cierto?

Tadashima acarició su cabeza.

—No tengo nada que decir sobre ese punto. Sin embargo, tomé una actitud dura y agresiva hacia él durante el interrogatorio. Si asumes que el sospechoso es inocente durante el interrogatorio, sería imposible alcanzar alguna confesión.

A un lado, los hombros de Yuuga temblaron mientras comenzaba a reír.

—Parece que los colmillos venenosos de Satomi no se han retirado todavía. Seguramente tomará medidas. Si la búsqueda por el río todavía no apunta a nada, es muy claro. Seguramente debe estar vivo. Satomi, el juego apenas está comenzando.

Tadashima miró de reojo la risa del joven a su lado, sintiendo una sensación de terror en sus hombros.

Parte 3[edit]

La señal del paso de peatones se colocó en verde en la intersección. Acompañado de la melodía para ayudar a los ciegos, todos los peatones comenzaron a cruzar.

En el asfalto, que se sentía como un lugar abrasador debido al sol ardiente durante el día, la gente caminaba sin emociones.

Rentaro miró rápidamente los patrones geométricos trazados por los peatones cruzando.

Hombres de traje caminaban a toda prisa comprobando sus relojes de vez en cuando. Parejas inclinándose juntas agarradas del brazo. Amas de casa regresando a sus hogares después de ir de compras. Jóvenes caminando con la cabeza gacha mirando sus teléfonos celulares.

Cada vez que alguien lo miraba intencionalmente, se sentía tan nervioso que su espalda se tensionaba.

—Mira hacia adelante, Rentaro. Tampoco hagas ningún movimiento sospechoso.

La voz venía de su lado. Sin mirarlo, una chica de cabello morado y corto caminaba a su lado, con una cara de Póquer que parecía completamente desinteresada del mundo.

—Tan pronto como intento actuar normalmente de forma intencional, se vuelve más difícil.

—Parece que has aprendido un cierto principio. Pero las personas no se preocupan por ti tanto como piensas. No te preocupes.

—¿Por qué siempre dices cosas tan molestas?

—¿Acaso no logré disipar la tensión?

La chica habló sin ninguna expresión. Rentaro se calló.

Sin embargo, ella tenía razón. El mundo estaba cambiando todo el tiempo. Ya habían pasado tres días desde los rumores de su muerte.

«Para las criaturas conocidas como humanos, un dedo meñique chocado contra una mesa es cien veces más importante en comparación a las noticias de la muerte de un gran cantante o político». Rentaro recordó que Sumire le dijo eso una vez.

Mientras caminaban por la calle, cada peatón tenía su propia vida. Probablemente no había nadie que ocupara las veinticuatro horas de su día con «Rentaro, el fugitivo importante». Él aceptó eso a un nivel racional y lo repitió para sí mismo.

Sin embargo, era posible que alguien reconociera su rostro y empezara a gritar para derribarlo. Esa terrorífica escena permanecía en su mente, por lo que le era imposible relajarse.

Ambos cruzaron la intercesión de alguna forma, haciendo su camino a lo largo de la calle comercial.

Rentaro negó con la cabeza lentamente.

Sólo después de caer en esta situación indefensa lo hizo comenzar a sentirse agradecido de las personas que lo habían apoyado visible e invisiblemente en el pasado.

Sin la temperatura corporal confiable de la chica que caminaba a su lado, Rentaro fácilmente podría tenerle tanto miedo a las miradas, que sería incapaz de dar un paso al aire libre.

Para ser honesto, era maravilloso que la chica que servía como su compañera temporal fuera tan fría y distante. A decir verdad, Rentaro no estaba enojado por el hecho de que ella estuviera usándolo como señuelo para atraer a los soldados mecanizados del Nuevo Plan de Creación Mundial.

—Llegamos.

Rentaro movió la cabeza mientras la figura del edificio gubernamental aún en construcción aparecía frente a sus ojos.

La construcción estaba detenida mientras un andamio estaba colocado alrededor.

¿Estaba detenida la construcción porque era un día de descanso… o porque se había convertido en la escena del crimen? En cualquier caso, no había nadie en el lugar. Camiones y excavadoras estaban inmóviles como si estuvieran en una especie de extraña exposición de arte vanguardista.

El sol del mediodía estaba directamente sobre ellos. Mientras pensaban sobre el calor impresionante y empezaban a sudar, Hotaru y Rentaro se escondieron bajo la sombra del edificio. Por alguna razón, no había nada más que un sutil silencio sepulcral en comparación con la calle de antes. Tal vez, era una especie de sexto sentido que se activaba en los lugares donde moría alguien. Era algo difícil de explicar.

—¿Estás bien?

—No te preocupes por mí.

Dicho eso, Hotaru caminó delante por su cuenta. Rentarō se sintió un poco molesto. ¿De verdad querías tanto a Suibara como para vengarlo?

A pesar de suspirar, siguió a Hotaru en silencio.

La recolección de evidencias en el lugar parecía haber concluido. Las manchas de sangre y los contornos de tizas utilizados para la investigación ya no estaban, pero tan pronto como entró en la escena del crimen, lo que ocurrió ese día se repitió vívidamente en sus ojos.

Los cerró y lloró en silencio.

Suibara... ¿qué es exactamente lo que querías decirme en ese entonces?

Mirando a un lado. Hotaru estaba allí de pie sin ninguna emoción.

—¿No vas a llorar?

—En el momento en que murió, agoté la tristeza de toda una vida. Nunca más podré llorar…

—¿En serio…?

—¿Y entonces qué…?

Balanceando su cabello violeta, Hotaru miró con escepticismo a Rentaro.

—Ahora que estás aquí, ¿qué piensas hacer?

Rentaro rascó la parte posterior de su cabeza.

—En realidad, no tengo ninguna gran idea. Pero como dice el dicho, siempre encontrarás nuevas pistas una vez que visitas una escena del crimen. Además, ahora que estoy aquí, muchas dudas están apareciendo.

Rentaro recordó la situación de esa noche otra vez.

—El cuerpo aún estaba caliente, lo que significa que no había sido asesinado hace mucho tiempo. Entonces, los policías llegaron en un momento muy oportuno. Es casi como si alguien los hubiera alertado deliberadamente calculando la hora de mi llegada.

En otras palabras, el culpable estaba todavía cerca, al menos lo suficiente como para observar la posición de Rentaro.

Siendo asaltado en ese instante por una duda, Rentaro le preguntó a su compañera, cuyas emociones eran ilegibles.

—Hotaru, dijiste que empezaste a sentir que Suibara no estaba actuando normal. Más específicamente, ¿qué era lo raro de su comportamiento?

—Pasaba largos periodos de tiempo actuando por separado de mí, a menudo iba por su cuenta a algún lugar. Aunque hacia algunas excusas torpes, llegué a la conclusión de que los hombres siempre han tenido necesidades, por lo que no insistí.

—Me dijo que quería ver a Seitenshi-sama, probablemente para dejar al descubierto alguna clase de conspiración. Supongo que debía ser el Nuevo Plan de Creación Humana y el Proyecto del Cisne Negro.

—Si el Nuevo Plan de Creación Mundial es la actualización del Nuevo Plan de Creación Humana, ¿entonces qué es el Proyecto del Cisne Negro? Rentaro negó con la cabeza.

—Yo tampoco tengo idea. Pero siento que esto se podría aclarar si fuera descubierto.

La pregunta de Hotaru despertó en Rentaro los recuerdos de su conversación con Suibara.

«¿Quieres exponer una conspiración? Si me entregas la evidencia, podría entregarla».

«Lo siento, pero la evidencia fue robada».

—Cierto, cuando acepté la petición de Suibara, dijo que el enemigo había robado la evidencia. Era por eso que quería una audiencia con Seitenshi-sama o su consejo…

En ese momento… una voz aún más fuerte apareció en sus recuerdos.

«Te lo preguntaré porque alguien más me lo pidió: ¿Dónde está la SD Card que Suibara te entregó?».

—Oh.

Hotaru parecía haber llegado a la misma conclusión que Rentaro. Ellos intercambiaron miradas.

—Rentaro, ¿el asesino en el hotel no dijo que le entregaras la SD Card que Kihachi-san te entregó?

Rentaro bajó un poco la cabeza y reflexionó.

—Eso es bastante raro… Por sentido común, la SD Card debió haber sido la que le robaron.

—Espera, ¿y si es esto? Kihachi-san dijo que la organización enemiga robó la SD Card, pero el enemigo cree que está en tus manos… En ese caso, ¿quién tiene la SD Card?

El canto de las cigarras se escuchaba cada vez más fuerte, mientras las sombras en el edifico comenzaban a moverse lentamente.

El sudor de su cuerpo y algunos otros cambios, estaban haciendo que Rentaro se sintiera incómodo.

Hotaru lo miró de forma sospechosa.

—Rentaro, ¿estás seguro de que no recibiste nada de Kihachisan? Kihachi-san pudo haberla escondido en alguna otra cosa que te dio. ¿Recibiste algo de él?

Rentaro negó firmemente con la cabeza.

—Nada en lo absoluto.

—¿En serio…?

—Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Suibara no te dio nada para que lo cuidaras?

—No puedo pensar en nada…

Regresaron al punto de partida.

Sin embargo, la SD Card debía existir en alguna parte. Esa era la clave para este incidente. Rentaro decidió mantener eso en un rincón de su mente mientras cambiaba la dirección de sus pensamientos.

—Hotaru, recordé algo más ahora que vine aquí. ¿Tienes el celular de Suibara?

Apoyada en un pilar de hormigón, Hotaru miró a Rentaro:

—En realidad quería hacerte la misma pregunta… No lo tengo.

—Así que tampoco hay pistas allí…

Durante el interrogatorio, Rentaro preguntó muchas veces sobre el paradero del teléfono celular de Suibara. Esa era una prueba indirecta de que la policía tampoco lo había encontrado.

Los Smartphones se habían popularizado durante más de dos décadas. Con el aumento de la funcionalidad del teléfono móvil, la concentración de información privada se había vuelto aún mayor que antes.

Una vez que encontraran el celular de Suibara, era posible reunir pruebas importantes, como su historial web y registro telefónico. Desde el punto de vista de la policía, era algo absolutamente esencial.

—Así que el enemigo tomó el celular de Suibara después de matarlo… Maldita sea.

—Es demasiado pronto para saltar a esa conclusión.

Hotaru operó su teléfono celular y lo puso contra su oído. Probablemente estaba tratando de llamar al teléfono de Suibara.

Inmediatamente se produjo un tono débil en alguna parte. Rentaro abrió sus ojos de inmediato.

—¿Dónde está?

—Silencio.

Hotaru presionó su dedo índice contra sus labios. Un breve silencio se escuchó. Sólo el sonido de las cigarras, camiones conduciendo, además de un tono tenue, podían escucharse en todas partes.

De puntillas, al borde del edificio sin terminar, el viento golpeaba fuertemente contra sus mejillas, Rentaro no pudo evitar sentirse mareado. El sonido parecía venir desde abajo.

Hotaru y Rentaro intercambiaron miradas y luego asintieron antes de correr rápidamente hacia abajo. El sonido provenía de una esquina afuera de la obra en construcción. Ahora el sonido era más claro que antes. Incluso Rentaro, que no tenía interés en la música, podía reconocerla después de escuchar determinada parte de la melodía.

Llegando al lugar, ambos empujaron la maleza a un lado y finalmente descubrieron un Smartphone negro brillante colocado boca abajo.

En el momento en que lo recogieron para dar un vistazo, las vibraciones se detuvieron. Entonces, el teléfono celular quedó completamente en silencio. Incluso cuando mantuvieron presionado el botón de encendido, no se produjo ninguna reacción.

Eso significa…

—Sin baterías. Eso estuvo muy cerca.

—Sí…

Cuando Suibara fue alcanzado por la bala, su teléfono celular debió haber caído por casualidad. Si había tirado el celular deliberadamente en el momento del impacto, había sido un juicio increíble.

Suibara…

Tristemente, Rentaro volteó el móvil hacia arriba. Parte de la pantalla LCD estaba hecha añicos como si alguien la hubiera golpeado con fuerza. Por suerte, no era tan malo.

Manteniéndose en espera hasta ahora, había un poco de energía restante. Por alguna razón, Rentaro tuvo la sensación de que esto fue arreglado por el destino.

—De todos modos, vamos a conseguir un cargador.



Entrando en un cibercafé cercano, ambos buscaron un par de sillas vacías. Rentaro se sentó en una, agarró el cargador junto al computador y lo conectó al celular.

Entonces, lo único que podía hacer era esperar mientras rezaba.

El teléfono celular vibró en su palma. La pantalla mostraba 1% de energía restante.

Ambos no pudieron evitar mirarse el uno al otro alegres.

La pantalla se había dañado, por supuesto, pero era apenas legible.

Rentaro extendió su dedo índice, preparándose para encender el celular, antes de congelarse en su sitio.

Incluso si Suibara era un amigo fallecido, ¿estaba realmente bien invadir su privacidad para limpiar su propio nombre?

Entonces, si Rentaro descubriera la vida privada innombrable de Suibara Kihachi, tal vez se arrepentiría de invadir su privacidad. Esos delirios aparecieron en su mente.

Ya no importa... Rentaro comenzó a deslizar su dedo.

Entonces, Hotaru y Rentaro pasaron el tiempo en busca de posibles pistas.

La tan esperada bandeja de entrada, resultó no tener nada rescatable. Las fotos en su celular eran en su mayoría de personas, la mitad de ellas, Hotaru.

Al ver el afecto de Suibara hacia Hotaru —incluso usando una foto de ella como fondo de pantalla—, Rentaro se preguntó si realmente estaba bien.

Entonces, mientras revisaba las fotos, su mirada se detuvo de repente en una.

Probablemente fue tomada durante Navidad. La foto mostraba a Suibara y Hotaru con sombreros de Santa y un pastel de Navidad en el fondo. Ya que la foto estaba inclinada desde arriba, era probablemente Suibara tomando la foto con su propia mano.

Lo más sorprendente era el hecho de que Hotaru estaba sonriendo en la foto. Aunque no era una sonrisa amplia, las comisuras de sus labios definitivamente se levantaban suavemente. Incluso estaba haciendo un signo de victoria hacia la cámara.

Rentaro pensó que su comportamiento de espiar era muy reprochable y rápidamente pasó a la siguiente foto antes de que las emociones de Hotaru fueran sacudidas.

Después de comprobar la carpeta de fotos, llegaron al historial de llamadas. Por fin, encontraron algo sospechoso.

Un contacto llamado «Dr. Surumi» había llamado dos veces el día en que Suibara murió, y una vez el día anterior. Revisando más atrás debido a las sospechas, Rentaro descubrió que las llamadas telefónicas con ese contacto comenzaron un mes atrás, siendo hechas más o menos veinticinco veces.

—Hotaru, ¿sabes quién es esta persona?

—Dr. Surumi Ayame. Un patólogo forense que realiza autopsias Gastrea. Debido a cuestiones laborales, lo visitamos muchas veces para comprobar el resultado de las autopsias.

—Así que es alguien en el campo de los doctores…

—¿Doctores?

—Oh, no es nada, sólo estaba hablando conmigo mismo. Entonces, ¿sabes por qué el Dr. Surumi y Suibara estaban en contacto con tanta frecuencia?

Hotaru pensó por un momento y luego negó con la cabeza:

—No lo sé. El Dr. Surumi y Kihachi-san probablemente no tenían vínculos privados.

—Vamos a preguntarle directamente. Quizás este doctor sepa algo acerca de Suibara.

—El Dr. Surumi trabaja en un hospital afiliado a una universidad en el sexto distrito.

Dicho eso, Hotaru se levantó de su asiento. Detrás de ella, Rentaro preguntó por casualidad.

—Uhm, este doctor es una mujer, ¿no?

—Si…

—Ya veo… Supongo que esta doctora tiene la piel tan pálida como para que se vean sus venas, usa una bata de laboratorio excesivamente larga, trata el laboratorio de la autopsia como una cocina, tiene una temperatura corporal normal de treinta y dos grados centígrados, e incluso amplió el sótano con el fin de vivir con los cadáveres…

Hotaru lo miró disgustada.

—¿De qué estás hablando…?

—Nada, sólo estaba divagando.



—¿Ella no vino a trabajar? ¿Por qué?

—A mí también me gustaría saber la respuesta a esa pregunta.

Recibiéndolos a ambos, estaba un doctor con una barriga cervecera y una mirada agotada en su rostro. En consecuencia, Rentaro tuvo una idea preconcebida de que la Dra. Surumi era muy joven.

—Las llamadas no pasan. Eso me obliga a tomar sus turnos. Estoy totalmente lleno de trabajo, hasta el cansancio.

La cara del doctor parecía estar a punto de convulsionar, sus parpados se mantenían caídos. Parecía que había acumulado mucha presión y fatiga. Hotaru y Rentaro habían entrado en el Hospital Universitario Shidao. Topándose con alguien cuyo trabajo acababa de terminar: el Dr. Kakujo.

—¿Ha aumentado el número de Gastreas recientemente?

Rentaro le preguntó sin rodeos, pero el Dr. Kakujō no se ofendió, simplemente asintió vigorosamente y extendió sus manos.

—Ya ha ido más allá de los niveles relativamente buenos. Es demasiado anómalo. Los rumores sobre si el Monolito 32, que fue reconstruido durante la Tercera Batalla de Kanto, podría tener problemas están aumentando.

Imposible. La razón por la que el Monolito 32 se derrumbó se debía a un error de cálculo humano en el que el Varanium estaba mezclado con otras sustancias produciendo impurezas.

Rentaro pertenecía a la Seguridad Civil Tendō, y había confirmado que el Varanium del nuevo Monolito era cien por ciento puro.

Hablando de eso, Enju había mencionado antes que los casos de Gastreas habían aumentado recientemente.

Naturalmente, eso no se limitaba a la jurisdicción cubierta por Seguridad Civil Tendo. ¿Desde dónde están entrando tantos Gastreas?

—Hey, quisiera que me respondiera algo. ¿De cuántas formas los Gastrea pueden invadir el Área de Tokio?

—Hmm… una pregunta muy razonable. No sé desde dónde debo comenzar a explicarte…

La grasa del vientre del doctor se sacudió mientras miraba al techo ligeramente.

—En primer lugar, hay tres vectores de invasión, principalmente el aire, la superficie del suelo y el subsuelo. Aunque los Gastrea marinos pueden llegar desde el mar, no pueden respirar en la tierra, reduciendo enormemente su amenaza. A doscientos metros bajo el nivel del suelo o a cinco mil metros en el aire, la energía del campo magnético del Varanium comienza a disminuir. Por lo que los Gastrea capaces de excavar más profundo que eso, o volar más alto que eso, pueden invadirnos. ¿No hubo un revuelo recientemente sobre un Gastrea muy duro que apareció en el aire? Ese es uno de los casos de los que te estoy hablando.

Es probablemente el caso de la mariposa Morpho. Recordando eso, Rentaro se limitó a asentir con la cabeza de manera ambigua. Si respondía demasiado rápido, el médico podría sospechar que era de una Seguridad Civil.

Sentada en silencio sobre un banco, Hotaru habló por primera vez.

—Entonces, ¿cómo entran los Gastrea por el suelo?

—Por las brechas entre los Monolitos.

El Dr. Kakujō respondió inmediatamente.

—¿Brechas?

—Sí. Los Monolitos están construidos en intervalos de diez kilómetros. Por lo que el campo magnético es más débil en aproximadamente cinco kilómetros de cada uno. Pareciera como si se dirigieran a esos puntos para pasar.

—¿Pueden pasar tan fácilmente?

—No, probablemente mueren nueve de cada diez veces. Y el que queda, normalmente es matado por las patrullas de JSDF cuando lo descubren. Eso es lo que pasa habitualmente. Se dice que sólo un Gastrea de cada cien puede invadir por el suelo. Lo que pasa es que hay demasiados Gastreas. Además, los Gastreas tienen una tendencia innata a atacar a los seres humanos, por lo que nunca se rinden sin importar cuántos de ellos mueran. Supongo que es inevitable. Con base a las estadísticas, las invasiones de Gastreas por el suelo siguen siendo las más comunes.

—Así que eso es lo que pasa… Ya veo.

El Dr. Kakujō murmuró de nuevo:

—Piensen en ello. El JSDF sufrió un golpe devastador en la Tercera Batalla de Kanto, mientras que la mitad de las parejas de Seguridad Civil del Área de Tokio fueron asesinadas. Los restantes fueron los cobardes que, o bien no participaron en la Batalla de Kanto, o huyeron a otras áreas para esconderse. Todavía podemos mantener la seguridad a duras penas, pero tarde o temprano va a haber un brote de infección muy grave. Aquellos de nosotros en el área forense tenemos mucho miedo. Además, está la noticia sobre el héroe del Área de Tokio perdiendo la vida en el hotel de la plaza. Cielos, hablando de eso, tu rostro se parece bastante al suyo.

Rentaro estaba a punto de explicárselo en pánico cuando una voz calmada lo interrumpió desde un lado.

—¿Puedo preguntar más sobre mi hermana? ¿Cuánto tiempo ha estado ausente en el trabajo?

Con el fin de obtener información sin problemas, Hotaru se había hecho pasar como la hermana de la Dra. Surumi. Después de haber olvidado lo que estaba a punto de decir, el Doctor hizo una expresión disgustada y dijo:

—Cuatro días ya. Estar ausente tanto tiempo sin ninguna razón es equivalente al despido. Aunque es muy duro, así es la vida de un médico.

—¿Llamó a la policía?

—¿La policía…? Oh no, eso estaría mal.

Sonriendo, Kakujo respondió a la pregunta de Hotaru.

—La tasa de rotación en este trabajo… Oh, Esas palabras podrían ser demasiado complicadas para una niña. En pocas palabras, muchas personas se esfuman de repente. La Dra. Surumi ha estado aquí por mucho tiempo, por lo que había pensado que no hacía falta preguntarle si le había pasado algo.

De hecho, era imposible para personas con nervios demasiado delicados diseccionar Gastreas con tan extrañas formas. Orgullosa de su vocación natural, Sumire podría considerarse una excepción entre las excepciones.

—¿Es posible que desapareciera porque quedara atrapada en algún tipo de incidente?

—Hmm… ¿cómo debo decirlo…? Simplemente nunca se me ocurrió, eso es todo.

Rascándose la barba con fuerza, el Dr. Kakujo respondió. En ese momento, alzó los brazos como si de repente recordara algo.

—Oh, cierto. Niña, ¿no vas a ir a visitar a la doctora?

Hotaru hizo una expresión deprimida. No parecía una actuación en lo absoluto.

—Sí, pero mi hermana nunca le dijo a sus familiares su dirección. Así que…

—No te preocupes. Está bien, te la diré. Recuerdo que pregunté por su dirección al enviar el correo de la universidad a su casa.

Completamente confiado en Hotaru, el doctor estaba dispuesto a ayudar.

A pesar de que tenía sus dudas acerca de si fingir sobre ser su hermana tendría sentido, Rentaro nunca esperó que con colocar una expresión deprimida pudiera ganarse la simpatía del doctor Kakujo. Por lo que prefirió no ahondar en el asunto.

El Dr. Kakujo se inclinó hacia adelante e hizo una expresión seria.

—Por otro lado, tengo que pedirles un favor. ¿Están dispuestos a ayudarme?

—¿Qué favor?

—De alguna forma, la versión electrónica del informe del Gastrea del que la doctora Surumi estaba a cargo hace un mes desapareció de la base de datos. Antes de su desaparición, hubo un registro de la impresión de los datos, así que tal vez ella tenga una copia de seguridad a mano. Lo siento, pero independientemente de si ella está dispuesta a seguir trabajando o no, cuando la encuentres, ¿podrías tomarte la molestia de traer de vuelta el informe de la autopsia? Después de todo, somos responsables de esa información aquí.

Hotaru y Rentaro intercambiaron miradas. Hace un mes… ¿No fue al mismo tiempo en que la Dra. Surumi y Suibara comenzaron a tener contacto?

—Entiendo.

Rentaro asintió cautelosamente.

Después de copiar la dirección de la Dra. Surumi, mientras estaban a punto de irse, el Dr. Kakujo preguntó algo repentinamente:

—Hey, ¿conocen lo que es un «Cisne negro»?

Hotaru y Rentaro miraron hacia atrás al mismo tiempo.

—¿Dónde has oído eso?

Frente a la mirada seria de Rentaro, el Dr. Kakujo se tambaleó hacia atrás, a punto de caerse.

—N–Nada… Antes de que la doctora comenzara a faltar al trabajo, ella murmuraba ese término una y otra vez, y parecía molesta por ello. En lugar de neurosis, parecía más un aura fantasmal. Ella incluso llegó a decir…

Con una mirada angustiada, el Dr. Kakujo continuó: —El Vineyard (Viñedo) debe ser incendiado.



Las instalaciones del Hospital de la Universidad Shidao estaban muy bien cuidadas e incluso tenían césped artificial y estanques. Probablemente para calmar a los agotados estudiantes que trabajaban duro todo el tiempo. Pero para Rentaro, este paisaje era muy sofocante.

Caminando a su lado, los pasos de Hotaru estaban llenos de sueño.

El enlace de la Dra. Surumi con Suibara parecía cada vez más probable, pero aparte de eso, no había nada más.

—¿Qué ese Vineyard al que se refería?

Hotaru parecía muy curiosa acerca de este punto, y sacó su celular del bolsillo. Con el fin de permitirle ver a Rentaro, ella usó la holo pantalla, proyectando la pantalla en el aire y comenzó a buscar.

Poco después, entró a un sitio de vocabulario inglés. «Vineyard», ya que la pronunciación sonaba tan elegante, Rentaro pensó originalmente que era francés o algo así, pero resulto ser una palabra en inglés para plantaciones de uva.

—Incendiar el Vineyard… ¿Qué significa eso?

—No tengo idea en lo absoluto.

—Ese tipo también dijo que la Dra. Surumi comenzó a actuar extraño hace un mes.

Hotaru habló con una voz monótona. La chica deprimida del hospital había desaparecido sin dejar rastro.

—Kihachi-san estaba actuando como si me ocultara algo. Pensándolo bien, eso también inició hace un mes.

Hace un mes, otra vez…

—¿Qué pasó en ese momento?

Rentaro quería averiguar con calma la conexión.

Suibara no debía tener interacciones privadas con la Dra. Surumi, sin embargo, hablaron por teléfono veinticinco veces en un mes. Ambos habían comenzado a actuar raro, casi al mismo tiempo.

El fallecido era Suibara, un Promotor. Aparte del Gastrea, ¿había algo más en común entre un Promotor y un médico forense?

—Hotaru, ¿hiciste alguna cosa que implicara a un Gastrea hace un mes?

—Recuerdo... que nos encontramos con un Gastrea hace un mes.

—¿Cómo era el Gastrea?

Rentaro siguió preguntando, pero Hotaru se tomó mucho tiempo para responder. Con un aspecto complicado en su cara, ella dijo:

—Especial… Un Gastrea volador nada ordinario. Fase II, pecho transparente, costillas que se inflaban como una canasta, nariz muy larga. Repugnante.

—¿Derrotado?

—Kihachi-san conducía por la carretera. Me asomé desde el asiento del acompañante y le disparé con una escopeta.

—Entonces, ¿qué pasó?

—Eso es todo.

—Eso no puede ser todo, ¿no?

—Pero aparte de eso, no hay nada más digno de mención. Aunque el Gastrea derrotado era extraño en apariencia, cada Gastrea Fase II o superior se ve raro. Simplemente dejamos que la policía manejara la escena, entonces poco después llegamos a casa, recibimos una llamada telefónica de algún lugar, preguntando por Kihachi-san. Después de tomar la llamada, se apresuró y se fue. Ahora que lo pienso, esa era probablemente una llamada de la doctora Surumi.

El incidente parecía todavía turbulento. Rentaro sentía que las piezas del rompecabezas estaban a punto de encajar, pero aún no tenía idea de cómo ponerlas juntas para que formaran la imagen correcta.

Sin embargo, al menos sabían que habían obtenido información que el enemigo no quería que se filtrara. Era previsible que el enemigo atacara ferozmente tan pronto como descubrieran a Hotaru y Rentaro.

Desafortunadamente, Hotaru no sabía nada sobre la llamada de la Dra. Surumi. Pero si Hotaru supiera lo que la doctora había descubierto, probablemente no estaría viva ahora. Qué dilema.

Podía verse una puerta de hierro fundido con un hermoso patrón en el muro de ladrillo que rodeaba la universidad. Esta también anunciaba los límites de los terrenos del campus.

Rentaro de repente recordó que las puertas podrían tener cámaras de seguridad que podían ver quién entraba y salía.

Mantuvo la cabeza lo más baja posible mientras la atravesaba, pero mirándola de reojo por un instante, notó una cámara apuntando horizontalmente hacia él.

En el instante en que hizo contacto visual con la lente ligeramente brillante, sintió un escalofrío a lo largo de su columna vertebral. Acelerando el paso, salió de la universidad.



—¡Objetivo avistado!

El operador de repente gritó, levantando la tensión en la sala de control.

—¿Dónde?

Preguntó Hitsuma, tratando de contener su emoción. La que respondió fue la holo pantalla, mostrando una imagen del lugar donde apareció.

—¿Este lugar es?

—La cámara en la entrada principal del Hospital Universitario Shidao del sexto distrito.

Tadashima quedó boquiabierto por la sorpresa.

—No puede ser… ¿Así que en lugar de huir a las áreas exteriores, está caminando abiertamente en la ciudad?

Las manos del operador se movían afanosamente mientras la cámara de seguridad destacaba la imagen.

A diferencia de los videos gruesos de épocas pasadas que no podían ser utilizados como prueba en los tribunales, la imagen transmitida de forma inalámbrica con el servidor era muy nítida, hasta el punto de que el espectador ni siquiera necesitaba entrecerrar los ojos para diferenciar a las personas.

Examinando el video detalladamente en el momento en que el joven vestido con ropas de color negro estaba a punto de salir de la entrada principal con la cabeza inclinada, miró a la cámara momentáneamente. El software de reconocimiento facial no desaprovecho este abrir y cerrar de ojos, y lo identifico inmediatamente.

El operador detuvo la escena tomando la zona facial para su procesamiento. Esa persona era, sin lugar a dudas, Satomi Rentaro.

Hitsuma miró alrededor de la sala de control buscando un determinado rostro. Pronto, lo encontró y se acercó a Yuuga, quien tenía las manos en los bolsillos haciendo una cara como si estuviera tarareando una canción.

—¿Cuál es el significado de esto…? ¿No dijiste que tu disparo definitivamente golpeó en el blanco? Él está recuperado hasta el punto de ser capaz de caminar normalmente.

Hitsuma lo regañó a un volumen que sólo él pudiera escuchar, pero Yuuga simplemente se encogió de hombros y respondió:

—La bala no hizo el trabajo. Pero eso está bien, tengo otra oportunidad para divertirme.

—¿Divertirte? ¿Dijiste divertirte…?

Si el hecho de que ese bastardo había sobrevivido se extendiera, además de la policía burlándose por su incompetencia, Kisara, que finalmente lo había aceptado, albergaría esperanzas innecesarias.

En el momento en que Hitsuma estaba a punto de responderle con ira, Yuuga apuntó con su mano derecha a un punto determinado en la pantalla.

—Hitsuma, esa chica debe ser la Iniciadora de Suibara Kihachi, ¿cierto?

La imagen que estaba señalando mostraba a una chica de cabello corto de pie en silencio junto a Rentaro. Después de haber visto su cara muchas veces en diferentes documentos, era absolutamente obvio.

—¿Koro Hotaru…?

La Iniciadora de Suibara Kihachi. Nido no había podido localizar a la chica desaparecida. No esperaban encontrarla junto a Rentaro.

A un lado, Tadashima los saludó y dijo:

—Regresaré a la sede para pedir refuerzos. Por favor dirígenos hacia donde ese tipo vaya, superintendente Hitsuma.

Dicho eso, Tadashima se apresuró y salió de la sala de control.

Viendo a Tadashima irse, Hitsuma cambió su expresión tan pronto como desapareció de su vista por completo antes de sacar su celular lentamente para marcar un número. Mientras el timbre sonaba, Hitsuma reflexionó.

Rentaro no debía ser entregado a la policía. Aunque no estaba claro cuánto sabía acerca del asunto, era definitivamente una persona complicada. Sería mejor no asumir que los métodos ordinarios podían hacerse cargo de él. Hitsuma no quería un nuevo fracaso.

El otro lado contestó:

—¿Es Nido? ¿Puedes provocar una congestión del tráfico? Espero que algunos vehículos de la policía puedan ser bloqueados. Además, ese tipo sigue vivo. Llama a Hummingbird, debe ser eliminado en este momento.

Al escuchar eso, la expresión de Yuuga inmediatamente dejó de ser tan despreocupada.

—Un momento Hitsuma, ¿por qué Hummingbird…? Satomi Rentarō es mi presa. Permíteme cazarlo.

—La policía ya ha visto tu rostro.

—Mis especificaciones consisten en «Suficiente para derrotar a Satomi Rentaro instantáneamente». ¡No hay nadie más adecuado que yo!

—Hummingbird irá… Es suficiente.

—¡Pero…!

—¡Suficiente!

La boca de Yuuga quedó entreabierta. Todavía tenía la intención de protestar, pero al final rechinó sus dientes y salió de la sala de control. Desde el otro lado, ese joven estaba intentando destruirlos. «Entonces no dejemos que los muertos cuenten cuentos».

Hitsuma resopló con su nariz y se quedó mirando al joven vestido de negro en la pantalla una vez más.

Parte 4[edit]

—Este es el departamento. Simplemente puedes dejar la llave con el cuidador para devolverla.

Un par de manos delgadas le entregaron una llave a Hotaru. Diciendo eso, el cuidador del edificio ajustó sus gafas con impaciencia y se fue.

Rentaro recordó que los cuidadores debían estar presentes siempre que alguien, aparte de los inquilinos, quisiera entrar a una habitación, en caso de robos o pérdidas.

Rentaro miró a la hermanita impostora junto a él.

Tan pronto como el cuidador se fue, Hotaru guardó de inmediato su sonrisa y regresó a su habitual cara de Póquer.

Al notar su mirada, Hotaru lo miró con ojos inexpresivos como diciendo «¿Alguna objeción?». Rentaro no tenía idea de cómo tratar con eso.

—La noche se acerca. Espero que podamos llegar al fondo de esto hoy.

Los rayos de la puesta del sol amarillo corrían desde la ventana, causando un leve calor en sus espaldas. El aire veraniego ya casi no se sentía.

Hotaru y Rentaro estaban en un pasillo en un edificio de apartamentos de gran altura.

Chequeando rápidamente el entorno. El pasillo en forma de H tenía dos ascensores y una escalera de emergencia. Además, había un pasillo fuera del edificio por donde podía bajarse. Después del asedio en el hotel, Rentaro había obtenido el hábito de confirmar sus rutas de escape en todas partes. En la placa de la puerta decía lo siguiente: «1203 Surumi Ayame».

Antes de visitar la habitación del cuidador, ya habían tocado el timbre varias veces, pero aun así, Rentaro extendió su mano para tocarlo nuevamente, con una pizca de esperanza restante.

El timbre sonó de forma vacía dos veces, pero no hubo respuesta desde el interior.

Mirando a sus pies, Rentaro vio una cigarra muerta patas arriba junto a la puerta. Un delicioso banquete, presumiblemente. Todo estaba cubierto por hormigas negras.

—¿Fue capturada? ¿Desapareció? En cualquier caso, esperemos que podamos encontrar pistas sobre el Cisne Negro.

—¿Capturada? ¿Desaparecida…? ¿En serio crees que va a ser tan fácil?

—¿Eh?

—Hotaru, ¿alguna vez has visto un cadáver?

Hotaru hizo una expresión sorprendida.

—Voy a entrar primero.

Rentaro giró la llave y abrió la puerta.

Una ráfaga de aire frío salió desde el interior. Un escalofrió rozó el cuello de Rentaro. Al mismo tiempo, se sintió un hedor a descomposición mezclado entre ella.

Sosteniendo la funda para estar en condiciones de disparar en cualquier momento, Rentaro entró tranquilamente al apartamento.

A la izquierda luego de entrar, había una pequeña cocina con una mesa de comedor circular. Las verduras en el mostrador estaban podridas y encogidas. Un pastel a medio comer estaba lleno de hormigas. Probablemente, estaba preparando comida. Las verduras cortadas estaban desordenadas y llenas de Moho.

Rentaro había escuchado de antemano que este apartamento era del tamaño de dos habitaciones con una cocina.

Levantando su arma cautelosamente, Rentaro colocó su mano en una puerta corrediza y tiró de ella.

Debido a que las cortinas estaban todas tiradas, el interior era muy tenue.

El aire acondicionado seguía haciendo ruido mientras expulsaba aire frío. Dentro de la silenciosa habitación, sólo se podía escuchar ese sonido. A pesar de ser el hogar de una mujer, el apartamento no tenía ninguna decoración. Había un uniforme color Beige.

El dormitorio, que también servía como oficina, no tenía ni un afiche. Sólo había un marco digital en un estante.

Finalmente, llegando al fondo del departamento, Rentaro se decidió a cruzar la puerta.

El closet y el vestidor estaban cubiertos con una fina capa de polvo. Ocupando toda la pared, un estante estaba al lado de una mesa de trabajo. No había rastros del cadáver en ningún lugar. El olor a descomposición incluso disminuyó.

Hablando de eso, el olor provenía en realidad de…

—¡Kyah!

Escuchando un grito desde afuera, Rentaro se apresuró a regresar a la cocina.

Los ojos de Hotaru estaban mirando a un punto, con todo su cuerpo congelado como una estatua. Frente a su mirada estaba la puerta del baño. Bajo la puerta entreabierta, se filtraba sangre negra.

—Hazte a un lado.

Mordiéndose el labio inferior, evitó que su voz temblara mientras hablaba. Reunió el valor y empujó la puerta.

El rostro de la víctima estaba empapado en la bañera a punto de desbordarse con el cuerpo muerto de rodillas al interior.

Ya que no había ropa sobre el cuerpo, podía verse la piel pálida debido a toda la sangre que había salido del interior. Su cabello largo flotaba en la bañera como algas marinas.

La superficie del agua era negra. El desagüe en el suelo estaba atascado con sangre coagulada. Tres pedazos de uñas extraídas habían caído al suelo. Seguramente, ella era Surumi Ayame.

Al parecer, había sido torturada para sacarle información. Ya que sólo le habían extraído tres uñas, debió haber divulgado rápidamente lo que quería su interrogador.

Rentaro examinó rápidamente el cadáver antes de comenzar a buscar algo en los cajones de un armario. Luego, utilizó una sábana de picnic para cubrir el cuerpo.

Fisgonear en la escena del crimen probablemente no importaba. Aunque los rostros de Hotaru y Rentaro fueron vistos cuando pidieron la llave. La autopsia revelaría hace cuánto el difunto había muerto. En base a eso, sería claro que ni Rentaro ni Hotaru serían los asesinos.

Para cuando se dio cuenta, Hotaru estaba de pie junto a él.

En un principio, pensó que se había quedado atónita del miedo, pero no resultó ser el caso en lo absoluto.

—Qué lástima, podríamos haber respondido muchas preguntas si ella estuviera viva. Alguien la encontró antes.

Rentaro no pudo evitar sentirse aturdido.

—¿Lastima…? ¿Que alguien la encontró antes? ¿Es todo lo que vas a decir…?

—¿Y qué?

Hotaru simplemente entrecerró los ojos, disgustada. Rentaro apretó sus puños con rabia, sacudiendo lentamente la cabeza.

—¡Realmente no te entiendo…!

—No necesitas hacerlo…

Diciendo eso, caminó hacia adelante, y luego volvió a verlo:

—Si insistes, podríamos terminar nuestra alianza aquí…

—No seas tonta.

—Ya veo…

Diciendo eso, Hotaru entró al baño y examinó el cadáver.

—Debido a que el aire acondicionado estuvo funcionando todo este tiempo, la descomposición se hizo más lenta.

Rentaro respiró hondo para calmar su ira.

Hotaru era una persona importante involucrada en el incidente. Quedarse con ella significaría descubrir la verdad más rápido. No había más inconvenientes. Comparado con actuar solo, esto era mucho más eficiente.

Este no era el momento de ser exigente. Incluso si su compañera era alguien cuya personalidad la encontraba imposible de respetar.

Por otro lado, Rentaro estaba seguro de que el enemigo eliminaría a cualquiera que se acercara a la verdad. No había duda de eso. Él aún estaba lejos de poder escapar de la boca del lobo.

Era entendible que habiendo comprendido la situación, Hotaru actuara así. Mientras la miraba, Rentaro se acercó al dormitorio de la víctima.

Tan pronto como pensaba que era el lugar donde alguien había muerto, era natural que sintiera que estaba perturbando la paz del más allá.

Tirando de la puerta entreabierta, vio el estante. En la pantalla del marco de fotos, se veía un edificio universitario en el fondo. Probablemente era una foto de sus días de universidad. Parecía que Surumi había experimentado momentos felices en el pasado. Todas las fotos mostraban su sonrisa.

Alguien, posiblemente un novio, también aparecía muchas veces.

Repentinamente, las palabras del Dr. Kakujo aparecieron en la mente de Rentaro.

«De alguna forma, la versión electrónica del informe del Gastrea del que la doctora Surumi estaba a cargo hace un mes desapareció de la base de datos. Antes de su desaparición, hubo un registro de la impresión de los datos, así que tal vez ella tenga una copia de seguridad a mano. Lo siento, pero independientemente de si ella está dispuesta a seguir trabajando o no, cuando la encuentres, ¿podrías tomarte la molestia de traer de vuelta el informe de la autopsia? después de todo, somos responsables de esa información aquí».

La conexión entre Suibara y la Dra. Surumi era el Gastrea. Sería normal conjeturar que el informe de la autopsia estaba escondiendo una historia oculta.

Rentaro entró en la habitación de al lado una vez más, para notar que los cajones de los escritorios estaban rotos con signos de saqueo.

Rentaro no pudo evitar chasquear su lengua. Cierta persona había torturado y asesinado a la Dra. Surumi con el fin de descubrir a dónde había ido el informe de la autopsia. Rentaro no tenía otra opción más que seguir los pasos del enemigo. Cada vez más se daba cuenta de que estas personas no podían ser tomadas a la ligera.

Sin embargo, el enemigo no era perfecto. A menos que fuera un robot, era difícil evitar errores humanos. Definitivamente, definitivamente debían haber dejado algún tipo de pista atrás.

Rezando en su mente, Rentaro sacó todos los libros de la estantería y hojeó sus hojas rápidamente.

Entonces descubrió algo entre el borde del espacio del estante y la pared junto a ella.

Agarró lo que le llamo la atención y quitó el polvo sobre ella. Era una foto impresa.

Al instante en que vio la foto, Rentaro no pudo evitar fruncir el ceño.

Era una foto tomada durante la autopsia del Gastrea. La foto fue tomada de su abdomen diseccionado. En un órgano que le recordaba a las entrañas del calamar, estaba tallado un cierto símbolo.

Rentaro lo miró fijamente y descubrió que era una estrella de cinco puntas, una «☆» en otras palabras. En una de las cinco puntas estaba dibujada un ala emplumada detalladamente.

—Hotaru, ven aquí.

Llamando a Hotaru, le mostró su descubrimiento.

—¿Te recuerda a algo?

—Las garras del Gastrea que se pueden ver en una esquina de la foto… Sus características son muy similares a las del que mencioné que habíamos derrotado hace un mes. Sin embargo, es la primera vez que veo ese símbolo en forma de estrella.

—Ya veo…

—¿Podría ser esto lo que el doctor estaba buscando?

A pesar de que eran extraños, los Gastrea eran creados por la naturaleza después de todo. No había razón para que hubiera símbolos artificiales en sus cuerpos.

Mientras Rentaro reflexionaba profundamente, un ruido espantoso se escuchó, haciéndolo saltar de la sorpresa.

Era el timbre de un teléfono. Desde la habitación adyacente.

Asomando la cabeza lentamente antes de entrar en la habitación, con cuidado, de pie frente a la fuente del sonido, confirmó que era realmente un teléfono normal. Poco a poco reemplazados por teléfonos móviles y teléfonos por satélite, se trataba de un teléfono fijo, que ya casi no podían encontrarse en el mercado.

Intercambiando miradas, Hotaru y Rentaro asintieron. Entonces, presionaron el botón para contestar temerosamente.

—¿Eres Satomi?

Era una voz con innumerables tonos añadidos. El rango de tonos se extendía más allá de las frecuencias que podía producir un humano. Era el producto de un dispositivo que altera la voz para hacerla irreconocible.

Rentaro se quedó mirando el teléfono por un rato.

—¿Quién… eres tú?

—Un enemigo se dirige hacia ti. Nombre clave: Hummingbird. Soldado mecanizado del Nuevo Plan de Creación Mundial.

—¿De qué estás hablando? ¿Enemigo? ¿Hummingbird?

—Depende de ti creerme o no. Pero es probable que lo entiendas si te lo digo de esta forma, ¿cierto? El enemigo fue quien asesinó a Hobara Kenji del Nuevo Plan de Creación Humana.

—¡¿Qué?!

Aunque la noticia superaba la comprensión de Rentaro, al menos podía entender eso. No era mentira ni una broma, la persona al otro lado de la línea estaba dándole una advertencia a Rentaro respecto a una crisis inminente.

—Entonces, voy a decirte las capacidades del enemigo. Debes discutir las contramedidas con la pequeña chica a tu lado.

Rentaro permaneció en silencio instando a la persona llamando a que continuara.

—Escucha con atención, la capacidad de Hummingbird es…

Entonces, se escucharon los tonos repetidos de una línea muerta. La llamada se había desconectado.

—Hey, ¿qué pasó? ¡Hola…!

—Dámelo… Quiero ver algo.

Junto a él, una mano le arrebató el teléfono a Rentaro.

Después de escuchar el tono muerto por un tiempo, Hotaru negó con la cabeza y respondió.

—Incluso el tono de colgado se ha ido. Parece que cortaron la línea.

Hotaru buscó dentro de su bolsillo. Sacando su teléfono celular, le mostró a Rentaro la pantalla indicando «Sin recepción».

Rentaro no pudo evitar estremecerse. Sus teléfonos celulares estaban funcionando perfectamente cuando entraron antes al edificio.

Sin nada que decir, un ensordecedor silencio inundó la habitación.

—El enemigo ya está aquí. Han invadido el edificio.


El sonido feroz del motor cortando a través del aire inundaba la cabina.

Kurumi Rika abrió la puerta deslizante mientras el viento entrante chocaba contra su cuerpo. El viento helado era suficiente para hacerle volar el sombrero de paja que llevaba, además de hacer aletear su vestido de una pieza violentamente.

Al oeste, la puesta del sol era bloqueada por un Monolito. El brillo la hizo estrechar los ojos.

Estaba a mil metros en el aire, en la cabina de un avión de transporte. Gracias al clima soleado, no había cúmulos de nubes poniéndose en su camino. La escena de abajo era tan pequeña como un modelo a escala. Los humanos y los coches no podían verse con claridad. El olor del cielo era muy fresco.

—Hummingbird, ponte en marcha.

Rika salió de la cabina, y dio un salto.

Colocando su cabeza hacia abajo, la chica fue seguida por su cabello largo mientras rasgaba el cielo a una velocidad asombrosa.

Rika comenzó la cuenta regresiva en su mente después de caer.

Notado por la experiencia, había descendido quinientos metros. Giró su postura en el aire, entró en una postura parecida a una ardilla voladora, entonces tiró con fuerza del arnés para soltar el paracaídas de su espalda.

El paracaídas balístico fue desplegado. Acompañada por una intensa sensación de desaceleración, la tensión del arnés hizo que le doliera todo su cuerpo.

Pero eso no se mantuvo por mucho tiempo.

Abrió los ojos y miró hacia abajo. Su cuerpo estaba descendiendo lentamente en el aire. Mirando hacia arriba, vio el paracaídas completamente bañado por los rayos de la puesta del sol, teñido de rojo.

Mirando hacia el paisaje urbano, agitó con fuerza su mano.

De la innumerable cantidad de tejados, uno de ellos emitió un punto blanco. Al mismo tiempo, la distancia horizontal y vertical se proyectó también en su punto de vista.

Los lentes de contacto especiales que se equipó antes del lanzamiento venían con una función AR, realidad aumentada, permitiendo que las imágenes fueran proyectadas en su retina añadiéndolas a su visión real.

Rika controló el arnés mientras cautelosamente afinaba el ángulo y la dirección de descenso del paracaídas.

Pronto, la azotea del edificio marcado se hizo cada vez más cercana. Sus pies pisaron el círculo rojo que indico el AR.

Sin importar cuántas veces hubiera saltado en el pasado, siempre se inclinaba hacia delante debido al fuerte impacto repentino experimentado en la cintura. Entonces, todo el paracaídas cubría el cuerpo de Rika.

Soltando el arnés de su cinturón, abandonó el paracaídas. Colocándose el sombrero de paja que había estado entre el arnés y el vestido, abrazó su peluche favorito.

Acariciando el polvo en el dobladillo de su falda, agarró el móvil en su calcetín y marcó un número predeterminado.

—Hummingbird informando. Llegué con éxito al destino objetivo.

—Copiado. Transmitiré el rostro de los objetivos.

Entonces, el archivo recibido se mostró en la holo pantalla. Dos fotografías se trasmitieron. Uno era un chico mayor que ella, y la otra era una chica menor que ella. Eran Satomi Rentaro y Koro Hotaru respectivamente.

—Espera, Nido. ¿No me estás dando misiones muy frecuentes últimamente? Acabo de matar a un hombre extraño antes. El intervalo entre las muertes es demasiado corto.

Rika se quejó con la voz aguda de una niña, pero la persona en el otro extremo respondió sin dudarlo.

—Esta es una misión. No te quejes. Como exigiste, el edificio tiene treinta minutos de aislamiento electrónico. Si no aprovechas esa oportunidad, los dos escaparan de nuevo.

Rika no pudo evitar chasquear su lengua. Cambiando su estado de ánimo, señaló la foto de Rentaro y espontáneamente se rio con lastima.

—¿Ese es el objetivo que Dark Stalker no pudo eliminar…? Qué vergüenza.

—Dark Stalker tiene un mensaje para ti: «No subestimes a Satomi Rentaro, o de lo contrario podrías terminar sufriendo».

Rika resopló burlonamente.

—¿Es idiota? ¿O es una excusa para su fracaso? Vergonzoso… Como sea, voy a terminar esto rápido para volver.

En ese momento, dos pequeños paracaídas cayeron sobre el techo del edificio de apartamentos después de Rika.

Parecían neumáticos a primera vista, al igual que los platillos voladores a escala, pero por supuesto, no eran simplemente eso.

Rika tenía chips que le habían sido implantados en el cerebro, permitiéndole mover elementos a través de un enlace. En otras palabras, era lo que se conocía como una interfaz cerebromaquina, BMI.

Estos neumáticos eran precisamente impulsados por la interfaz de pensamiento de Kurumi Rika. Se lo conocía como Wanderers (Viajeros).

Necropolis Strider. Despierten. Mis adorables familiares (Necrópolis: o ciudad de la muerte. Strider: Mosquito)

Con una palmada de su mano, el mecanismo de accionamiento dentro de ella se activó. Los Wanderers se levantaron como si tuvieran vida propia, moviéndose alrededor de ella.

Examinando el diagrama estructural del edificio de apartamentos, desactivó la línea telefónica detrás de ella. También decidió desactivar la alarma.

—Bien, primero tengo que evitar que las personas interfieran… Offensive Enchant: Thorn (Encanto ofensivo: Espinas). Con una especie de sonido, salieron espinas por todas partes de los Wanderers.

Ambos se transformaron inmediatamente en armas letales, triturando el piso mientras rodaban alrededor.

Rika señaló lentamente la puerta del techo y los libero.

—¡Vayan!

Con su voz como señal, rugieron los motores de ondas de choque instalados en ellos, impulsándose hacia adelante a una velocidad feroz. Golpeando la puerta de metal de la azotea, las espinas cortaron a través de la misma como si fueran una motosierra.

Con un ruido atronador, el seguro de la puerta fue cortado junto al perno. Incapaz de resistirse a ese poder, la puerta de metal cayó.

Sin ningún tipo de respuesta emocional en lo absoluto, los Wanderers continuaron siendo impulsados por los motores de ondas de choque, rebotando al azar como pinballs entre el suelo, el techo y las paredes, dando vueltas mientras descendían por las escaleras. Los caminos que recorrieron fueron dejados con profundas marcas de devastación.

Rápidamente, sonidos de gritos y sangre se escucharon desde abajo.

Hasta matar a Satomi Rentaro y Koro Hotaru, los Wanderers no podían ser detenidos. Cuando Rika activaba su capacidad, todos los organismos respirando en el lugar serian asesinados sin excepción. De ahí era de donde venía el apodo de «NecropolisStrider».

Poco después, su cerebro recibió la noticia de que la unidad uno había cortado la línea del teléfono objetivo.

Para evitar que las personas escaparan, la unidad dos estaba custodiando la entrada principal. —Over the Rainbow ♪ (Sobre el arcoiris).

Perdida en la música de la masacre, Rika abrazó su oso de peluche mientras tarareaba una canción de cuentos de hadas y bajaba por las escaleras.



Con las comunicaciones externas cortadas, Hotaru y Rentaro se vieron obligados a hacer su próximo plan.

—Esto es malo. A juzgar por la llamada telefónica, el enemigo ya ha descubierto nuestra presencia.

Aunque Hotaru fingía estar calmada, la adrenalina estaba causando estragos en su cuerpo, transmitiéndole una intensa sed de venganza.

Una excelente oportunidad por fin había llegado. No esperaba que la oportunidad para usar el martillo de la venganza llegara tan rápido.

Sacando las dos armas de la funda en su espalda, Hotaru cerró los ojos buscando la sensación fría al tacto del acero, y liberó los seguros con sus pulgares.

Kihachi-san… por favor, préstame tu fuerza.

—Creo que sería mejor si nos enfocamos en escapar del edificio.

—No, el enemigo debe ser eliminado. Finalmente puedo vengar a Kihachi-san.

—No te sobre esfuerces. Aparte de no saber la verdadera identidad del enemigo, ni siquiera sabemos qué habilidades posee. Eso puede ser fatal.

Hotaru miró de reojo a Rentaro. Esa forma débil de pensar fue probablemente lo que le costó la vida a Kihachi-san.

—¿No te lo dije antes…? Simplemente estoy trabajando contigo con la esperanza de que tu sangre atraiga muchos enemigos para cazarlos. Como señuelo, eres muy útil. Aunque lo siento mucho por decir esto, tu sentido de camaradería no es más que una ilusión. Yo en realidad te odio.

—Ahora no es el momento de estar diciendo eso. El enemigo probablemente te marcó como objetivo también. Si comenzamos una lucha interna aquí, sólo vamos a ayudarlo. Perderemos aunque en un principio fuera posible ganar la batalla.

Rentaro extendió su mano hacia ella.

—Vamos a cooperar, Hotaru. Ya que el enemigo cortó las comunicaciones eléctricas para evitar que pidamos ayuda, en el peor de los casos podrían estar planeando matar a todos los residentes en el interior del edificio. Primero vamos a permitirle a los residentes escapar…

Un ruido seco se escuchó. La mano extendida de Rentaro fue golpeada por Hotaru con una tranquilidad extrema.

—Si querías salvar la vida de otras personas, ¿por qué no cuidaste de la vida de Kihachi-san en primer lugar…?

Rentaro se sorprendió por un instante con su respuesta.

—Rentaro, ¿eres realmente el héroe de Tokio que recuperó la moral de las Seguridades Civiles durante la Tercera Batalla de Kanto para derrotar a Aldebarán? A mí no me lo parece…

—Te equivocas, Hotaru… Sólo soy un estudiante de preparatoria, y un empleado de Seguridad Civil Tendo, aparte de eso, soy el tutor legal del Enju. No soy ningún tipo de héroe o salvador.

Rentaro miró directamente a Hotaru y continuó:

—Suibara no esperaba que tú lo vengaras en lo absoluto.

—No importa lo que digas, voy a cazar al enemigo. No necesito tu ayuda. Adiós.

—¡Hotaru!

Dirigiéndose a la puerta, le dio la espalda a Rentaro mientras éste trataba de perseguirla.

Saliendo al corredor de los departamentos, Hotaru cerró la puerta detrás de ella. Respiraba profundamente con fuerza.

En silencio, acumuló energía en las profundidades de su abdomen. Sus miembros se calentaron gradualmente y sintió como si sus cinco sentidos se estuvieran expandiendo.

Ella abrió cautelosamente sus ojos. Estaba equivocado, estaba bien sola. Lo único que tenía que hacer era derrotar al enemigo sin ayuda. Mirando hacia el pasillo en forma de H, comprobó que no hubiera nada inusual. Aparte de la línea telefónica, la alimentación eléctrica funcionaba con normalidad.

En ese momento, gritos y sonidos de algo siendo cortado se escucharon desde arriba.

Corriendo por la escalera de emergencia, llegó al piso trece. Un fuerte olor a sangre la saludó.

El piso trece exhibía montones de cadáveres y ríos de sangre. Personas con cerebros abiertos y hombros en rodajas estaban tiradas en el suelo mientras un río carmesí se extendía lentamente. Numerosas marcas estaban en las paredes del pasillo como si hubieran sido golpeadas por un gigante.

De rodillas, Hotaru examinó el cadáver de una mujer.

El corte parecía haber sido hecho por una cuchilla grande.

Acercándose para observarlos, notó que a algunos de los cadáveres le habían cortado las extremidades y el cuello, mientras que otros fueron desmembrados. Seguramente estas personas habían sufrido un dolor infernal.

Probablemente, los residentes en el edificio de apartamentos abrieron sus puertas para revisar después de escuchar los gritos y ruidos sordos, convirtiéndose en sacrificios uno tras otro. Examinando con cuidado uno de los dos ascensores, Hotaru notó que estaba atascado debido a un cadáver evitando que se cerrara. Las puertas del ascensor se abrían y se cerraban sin sentido, mientras que el cadáver cambiaba de posición cada vez.

Tal como Rentaro dijo, el enemigo no estaba mostrando ningún tipo de restricción. ¿Sería capaz de derrotar a un enemigo que era capaz de asesinar a este grado?

El sonido de un aparato extraño la hizo mirar hacia atrás, sólo para ver algo en la parte superior de otro cadáver en el pasillo.

Al principio le dio la impresión de un leopardo alimentándose de un cadáver, pero pronto notó que era un neumático pequeño del tamaño de un platillo volador a escala. Tenía cuchillas similares a espinas saliendo por todas partes. Ya que el neumático no se desinflaba, significaba que estaba lleno de resina en vez de aire.

Dos tubos de escape hacían un ruido sordo mientras el neumático trituraba el cadáver con sus dientes de sierra.

Hotaru lo supo instintivamente. Aunque no entendía cómo funcionaba, sabía que era el asesino que mató a los residentes en el edificio.

¿Así que esto es Hummingbird...?

Hotaru sacudió al instante su cabeza. Eso no era humano en lo absoluto.

Al darse cuenta de su presencia, el neumático cambio su posición.

En el momento en que se dio cuenta de que algo andaba mal, ya era demasiado tarde. Impulsado por la combustión de combustibles fósiles, el motor hizo un rugido muy fuerte y se dirigió hacia ella en línea recta.

Al ver los dientes de la sierra acercándose a una velocidad asombrosa, Hotaru cruzó sus armas frenéticamente para defenderse. El neumático las golpeó de lleno, por lo que la envió volando hacia atrás a una gran distancia. Continuando dando vueltas, el neumático produjo chispas al rojo vivo contra las armas en las que se estaba apoyando, con un gran ruido.

Hotaru rechinó los dientes y lo empujó con la fuerza de una Iniciadora.

Creando distancia entre ellos, Hotaru apuntó rápidamente y desencadenó los disparos de su arma.

El resultado dejó a Hotaru sin habla.

La máquina se movió en zigzag, eludiendo fácilmente las rondas de .45 mientras saltaba entre las paredes y el techo para avanzar. No sólo eso, sino que al atravesar las paredes, se acercaba gradualmente al techo, dejando un rastro de destrucción mientras avanzaba de manera suspendida, acercándose a la cabeza de Hotaru.

Perdiendo su objetivo, Hotaru instantáneamente saltó a un lado. El suelo a su lado fue instantáneamente destrozado por la máquina de masacrar.

Sabiendo que podría salir herida, ella lanzó una patada. Una cuchilla la apuñaló en la rodilla. A pesar de apretar los dientes, no pudo evitar gritar.

Sin embargo, el daño al enemigo también fue significativo. Sufriendo una patada a plena potencia de una Iniciadora, el neumático golpeó una pared con violencia, incrustándose allí y finalmente cayendo al suelo. Negándose a detenerse, continuó convulsionando.

Hotaru se levantó con un salto con una pierna mientras la otra terminaba de regenerarse en el aire. Luego pisoteó con fuerza un lado del neumático con los pies.

Pisándolo, lo apuntó con sus dos armas de fuego y luego disparó a quemarropa. Aparte del sonido de los disparos y el fogonazo cegador, pudo sentir un intenso retroceso atacar ambos brazos mientras las esquirlas del neumático volaban alrededor.

El neumático se rompió y el motor fue destruido por las balas de .45.

Ambas armas se bloquearon al mismo tiempo, dejando la corredera abierta. Todas las balas habían sido disparadas.

Un instante de silencio. El olor acre de la pólvora invadió su nariz. Hotaru sintió algo sonando muy ruidoso, pero resultó ser la intensa agitación proveniente de su propia garganta.

Ella utilizó su brazo para secarse el sudor en su frente. La misteriosa máquina estaba completamente en silencio.

Parecía que había ganado. Si era posible, esperaba que este fuera el único enemigo.

—¡Sálvame!

Un grito agudo repentinamente la hizo mirar hacia atrás, para ver a una chica corriendo hacia ella.

Hotaru le había dicho a Rentaro que no estaba interesada en rescatar a los inquilinos, pero no pudo evitar sentir alivio al ver a alguien vivo en esta trágica situación.

La chica se lanzó contra el pecho de Hotaru.

Al escuchar el sonido de algo hundiéndose acompañado por un impacto atravesando su cuerpo, Hotaru no pudo evitar convulsionar.

—¿Eh…?

Hotaru miró a su propio pecho inquieta.

La joven, llevando un sombrero de paja y sosteniendo un oso de peluche, había sacado un cuchillo escondido en el peluche.

La chica acercó sus labios a Hotaru lentamente.

—Tonta~

—A–Ah…

El cuchillo pasó fácilmente a través de la parte superior del torso, perforando el pulmón izquierdo de Hotaru. Enterrándose en su cuerpo, más de la mitad de la hoja del cuchillo era negra. Sin duda alguna, estaba hecha de Varanium, el cual era capaz de inhibir su regeneración.

—¿Cómo es? ¿Cómo se siente…? ¿Ves eso? ¿Cuál es la sensación de cuando estás a punto de morir…?

—N–No puede ser…

Ella no esperaba que esta chica fuera…

—Adiós, hermosa princesa.

Sacando el cuchillo, la chica apuntó el próximo golpe a su corazón.

Sacudiéndose como si todo su cuerpo fuera electrocutado, los músculos de Hotaru se tensaron mientras tosía sangre violentamente. La chica saltó hacia atrás ligeramente para no ensuciarse.

Temblando, Hotaru cayó de rodillas. Sus extremidades se enfriaron. Levantando la vista hacia el enemigo con la visión borrosa. La chica con un vestido de una pieza la miró con una sonrisa.

Con el suelo frente a sus ojos, la conciencia de Hotaru se desvaneció, antes de que su rostro golpeara con fuerza el piso.

Sosteniendo un brazo de Hotaru, la chica confirmó que su pulso se había detenido. Sólo para estar segura, observó las respuestas de sus pupilas. En cuanto a los latidos de su corazón, escucharlos probablemente no era necesario.

Pisando el cuerpo de Hotaru, Rika golpeó la punta de su zapato contra ella.

—Se ha ido una persona más~ ♪

Dándose la vuelta para bajar, Rika fue a cazar al último enemigo restante.

Parte 5[edit]

Rentaro tocó el timbre del intercomunicador en la puerta y metió el pie inmediatamente para evitar que la cerraran, enseñando así su arma de fuego al mismo tiempo.

—Sal lentamente…

Siendo apuntado por una pistola repentinamente, un anciano en bata de baño —que no tuvo la oportunidad de gritar— no tuvo más opción que salir.

—¿Q–Quién eres?

Finalmente haciendo una pregunta, el anciano fue ignorado por Rentaro. Haciéndolo darse la vuelta y agarrándolo por la espalda, lo empujó en el ascensor. Hubo diez personas con las que Rentaro se reunió de la misma forma:

—¿Es dinero…? ¿Es dinero lo que quieres? ¿Qué era ese extraño ruido de antes…? ¿Disparos? ¿Qué está pasando aquí?

—No hay tiempo para explicárselos. Vayan al primer piso. Luego de abandonar el edificio, llamen por ayuda.

Desde hace un tiempo, se escuchaban disparos y ruidos de combate desde arriba. El enemigo estaba en el piso trece. Si escapaban hacia abajo no debían encontrarse con él.

Pensando en eso, Rentaro pulsó el botón de la planta baja y se apartó del ascensor. Pero en ese momento, una duda apareció de repente en su mente, provocándole una sensación siniestra.

El enemigo había destruido la línea telefónica para cortar las comunicaciones. Las líneas telefónicas y otros cables estaban probablemente en las plantas más bajas. Era difícil imaginar que esas cosas se encontraran en el piso trece.

En otras palabras, el enemigo que cortó las líneas telefónicas y el enemigo luchando con Hotaru eran diferentes. Había múltiples enemigos.

En el momento en que las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, Rentaro extendió su mano para detenerlas.

—Esperen, bajaré con ustedes después de todo.

Los residentes del piso duodécimo mostraron signos de desesperación.

Maldita sea, estoy protegiéndolos, chicos…

En ese momento, las puertas debían cerrarse sin problemas, sin embargo, se escuchó un grito de «¡Esperen, sálvenme!». Rentaro apresuradamente abrió la puerta, sólo para ver a una chica de trece o catorce años de edad con el cabello largo, un sombrero de paja y un oso de peluche.

—Hay un monstruo allá arriba. ¡Mucha gente murió!

—¿Un monstruo…? C–Cierto, ¿has visto a una chica de más o menos esta altura?

Rentaro levantó la palma de su mano a la altura del pecho, indicándole la altura de Hotaru. La chica abrazó su oso de peluche y luego negó con la cabeza.

—Ya veo…

Los disparos y ruidos de batalla habían terminado. Rentaro no sabía si Hotaru había ganado o perdido. Esperaba que ella estuviera a salvo. A juzgar por el panel de información del ascensor, este edificio tenía quince pisos, y dos bajo la superficie.

Probablemente al escuchar la explicación de la chica, las personas en el ascensor alteraron la compresión de los hechos. A pesar de sentir curiosidad, todos permanecían sumamente tranquilos.

Y así, las puertas se cerraron con éxito. Rentaro pulsó el botón del primer piso.

El ascensor descendiendo producía una ligera sensación de estar flotando. Los números en el panel parpadeaban uno por uno, descendiendo.

Todos contuvieron la respiración sin decir una palabra. El aire se llenó de un olor a sudor mientras Rentarō sentía una saliva amarga en su boca. Este silencio no se debía solamente a que el ascensor estaba lleno.

El ascensor deteniéndose súbitamente y las luces apagándose... Comenzaron a expandirse los delirios en la mente de Rentarō. Todo lo que podía hacer era secar sus manos sudorosas con sus pantalones.

Por suerte, la imaginación de Rentaro no se materializó y el ascensor llegó al primer piso de forma segura.

De repente, una inexplicable sensación de escalofrío recorrió todo su cuerpo.

En ese momento… un gran estruendo se sintió, lo suficiente como para abollar las puertas del ascensor. Aparecieron unas cuchillas gigantes desde la puerta entreabierta, girando mientras producían chispas. Incluso después de que Rentaro pulsara el botón para cerrar las puertas, las cuchillas seguían deteniéndolas con fuerza.

El ascensor se llenó de un pánico destructivo mientras Rentaro se colocaba en el medio.

No había tiempo para pensar.

Apuntando con precisión a la hoja que estaba tratando de abrir las puertas de metal, Rentaro levantó su manga derecha. Reduciendo su centro de gravedad, se preparó para contraatacar.

En el momento justo en el que la puerta se terminó de abrir, impulsó su brazo artificial.

Mientras atacaba, una rueda de metal giraba con fuerza en el aire. —Tiger Prevails Over Heaven(El tigre prevalece sobre el cielo). Su brazo atacó con un fuerte impulso. El objeto misterioso giratorio competía contra el duro brazo de Rentaro, mientras una sensación irritante lo atravesaba a través de sus nervios artificiales.

Sin embargo, esto no se mantuvo por mucho tiempo. Capaz de incluso enviar volando a un autobús, el puño de Rentaro fue dominando poco a poco el ataque contra la motosierra enemiga.

Siendo enviado a volar, el misterioso enemigo rebotó en el suelo y se estrelló violentamente contra la pared.

—¿Eso fue…?

En ese momento, Rentaro al fin captó la apariencia del enemigo. Un monstruo giratorio, esa era la única descripción del arma enemiga.

Un avión no tripulado… O quizás…

La voz extraña en el teléfono de la casa de la Dra. Surumi resonó en su mente…

«Un enemigo se dirige hacia ti. Nombre clave: Hummingbird. Soldado mecanizado del Nuevo Plan de Creación Mundial».

Si esta era la habilidad de Hummingbird a la que se refería la voz, Rentaro conocía a otra persona con una habilidad parecida.

Tina Sprout.

Ella era una usuaria de lo que llaman una «Maquina de Interfaz Cerebral», BMI, que usa señales cerebrales para controlar maquinas. Según le informaron, fue una técnica desarrollada por un científico genio llamado Ayn Rand, que solía ser colega de Sumire.

La primera persona con la que se encontró fue Mitsugi Yuuga, también conocido como Dark Stalker, que poseía la súper tecnología que Sumire había completado obsesivamente, el Modelo N° 21 de Ojos Varanium.

¿Quién demonios puede replicar estas tecnologías y mejorarlas? ¿Quién es el autor intelectual del Nuevo Plan de Creación Mundial…?

Mientras Rentaro se preguntaba eso, el monstruo se levantó de nuevo.

Rentaro inmediatamente sacó la Beretta de su funda y disparó dos balas. Sorprendentemente, el enemigo las evadió con un zigzag.

Rentaro cambió su objetivo por algo más cercano al terminal BMI y disparó de nuevo. Esta vez apuntó al extintor pegado en la pared detrás del enemigo.

Las balas de Varanium, conocidas por su dureza, rompieron la vitrina y abollaron el exterior del extintor de incendios.

Rentaro continuó apretando el gatillo. El extintor se derramó y golpeó la maquina directamente, que no pudo evitar la onda expansiva de la explosión, el monstruo giratorio parecía impresionado.

Rentaro no sería el mismo si elegía este momento para escapar.

Acercándose, apuntó al centro de la máquina y desató su puño hacia el motor.

—Estilo de Artes Marciales Tendo, Tipo Uno, Número Doce…

El cartucho en su brazo artificial se encendió. Un olor a pólvora irritó su cavidad nasal. La máquina se sacudió del miedo, pero ya era demasiado tarde.

—¡Flash Aereal Ripple!

Todo el suelo se sacudió violentamente. Con su motor roto, la maquina cayó al suelo ruidosamente.

El poder del golpe hizo que el enemigo se silenciase, interrumpiendo sus señales mecánicas ligeramente. Después de haber perdido su fuente de energía, ya no podía activarse.

Después de confirmar que su oponente no se movería de nuevo, Rentaro liberó su tensión y exhaló.

Dejar la terminal BMI sola sólo lo llevaría a un gran desastre. No había nada más importante que acabar con todas las terminales enemigas que encontrara. Durante la batalla contra Tina, Rentaro había aprendido esa dolorosa lección.

Con el humo y el extintor disipándose gradualmente, Rentaro revisó la planta baja y frunció el ceño.

Los primeros residentes que se dieron cuenta de que algo estaba mal y trataron de escapar, yacían derrumbados en el suelo. Triturados, con sus corazones y cadáveres desgarrados brutalmente por las BMI.

Nunca esperé que el Nuevo Plan de Creación Mundial fuera a actuar de forma tan inhumana…

Recordando su misión, Rentaro miró hacia el ascensor e hizo señas en medio del humo blanco del extintor de incendios.

—Está bien ahora.

Las personas en el interior salieron despavoridas. El anciano en bata de baño habló en nombre de todos.

—¿Q–Qué está pasando? ¿Qué demonios…?

Rentaro negó con la cabeza.

—Tampoco lo sé, pero la entrada principal no debería tener problemas para que escapen ahora. Dense prisa y llamen a la policía.

—¿Quién eres…?

—Antes de que llegue la policía, tengo que ayudar a los demás residentes a escapar.

Eso era algo temerario, pero no tenía otra opción. Ya que incluso habían cortado la alarma, lo único que podía hacer era escoltar a los residentes que aún estaban adentro usando el ascensor hasta que llegara la policía.

Ya que era un fugitivo, no estaba claro si iba ser capaz de escapar una vez que la policía llegara, pero no podía ignorar la terrible masacre aquí. Además, la razón por la que este lugar se convirtió en un campo de batalla sangriento, se debía a que Rentaro vino a visitar la habitación de la Dra. Surumi en primer lugar.

Mirando a todos los residentes del duodécimo piso salir por la entrada, Rentaro se dio la vuelta.

Justo en ese momento, notó que todavía había alguien en el ascensor.

Era la chica abrazando al oso de peluche.

Rentaro agitó su mano impacientemente.

—Tú también, escapa. ¿Quieres morir?

La chica hizo una linda sonrisa y respondió.

—Voy a ayudarte también. Dos personas son mejor que una, ¿cierto?

Ya que no esperaba esa sugerencia, Rentaro fue tomado por sorpresa.

Incluso alguien que había sido entrenado regularmente no correría a ayudar a otros con tanta facilidad cuando se enfrentaba a una situación de vida o muerte, a menos que tuviera un particularmente fuerte sentido de misión.

Un hombre perseguido por un león no se daría el lujo de ayudar a sus compañeros huyendo. Esa era la verdad. Pero esta chica…

En lugar de sentirse sorprendido, sintió sospecha.

La chica inclinó la cabeza y sonrió de forma linda.

—Date prisa y ponte a trabajar, Onii-san. Si perdemos el tiempo aquí, el monstruo giratorio seguirá causando alborotos, ¿cierto? Con dos de nosotros trabajando juntos, la eficiencia se duplicará.

Ella estaba completamente en lo cierto.

Rentaro cerró sus ojos, respiró hondo y luego los abrió lentamente.

—Entiendo… Entonces dejaré que me ayudes. Voy a tomar el ascensor hasta el onceavo piso. Tú ves al décimo.

Diciendo eso, entró al ascensor y apretó el botón para cerrarlo.

En ese momento, sintió una dulce fragancia… No lo había notado cuando el ascensor estaba lleno, pero parecía que venía de la chica.

El cerebro de Rentaro parecía querer decir algo.

Cierto. Recuerdo que en el laboratorio, Sumire explicó algo sobre la muerte de Hobara Kenji, Takamura Saya y Ebihara Giichi.

«Honestamente, estoy muy preocupada por este incidente, por lo que le pedí a Miori que me ayudara a buscar información. Hobara Kenji fue asesinado en el teatro sin ningún testigo. El cuchillo usado para el asesinato tampoco tenía huellas digitales, pero una dulce fragancia aparentemente persistía en el arma homicida».

¿Una dulce fragancia...?

Rentaro no pudo evitar erizarse del terror.

Suponiendo que el monstruo giratorio era una terminal BMI como el Shenfield de Tina, entonces la persona responsable de controlarlos debía estar escondida en alguna parte. Si el edificio de apartamentos ya había sido invadido por Hummingbird, ¿dónde podría estar el enemigo?

Las puertas hicieron un ligero sonido y se cerraron gradualmente.

Su corazón latía rápidamente, Rentaro sintió que su pecho le dolía, se sentía con ganas de vomitar.

Confirmando la pistola en su cintura, su mano se sentía pegajosa por el sudor frío.

Rentaro miró de reojo a la chica de pie junto a él, no podía ver su rostro debido al sombrero de paja. La chica estaba abrazando el oso de peluche en su brazo izquierdo, mientras que su mano derecha se insertaba en el vientre del juguete.

Mirando cuidadosamente, el vientre del oso de peluche estaba abultado anormalmente, claramente relleno con algo aparte de algodón.

Una alerta roja sonó en su mente.

Las puertas del ascensor se cerraron completamente. La chica comenzó a moverse. Rentaro hizo lo mismo.

Con la velocidad de un rayo, sacó su arma y apuntó.

Pero para cuando quiso notarlo, una boquilla negra ocupaba su vista. El arma de la chica estaba apuntando a su cabeza.

La chica lo miró haciendo una mueca de forma divertida.

—Onii-san, ¿cómo lo supiste? Es la primera vez que alguien ve a través de mi primer ataque. Es tan emocionante~

—¿Eres Hummingbird?

—Sí. Soy la segunda asesina.

Rentaro se disgustó consigo mismo. ¡Qué gran idiota fui! ¿Por qué no lo noté hasta llegar a este punto?

—Te había engañado antes, Onii-san.

Después de un rato, Hummingbird hizo una sonrisa maliciosa y dijo:

—El cuerpo de Koro Hotaru debe estar frío y rígido en este momento.

Una oleada de ira recorrió de inmediato a Rentaro desde los pies hasta la cabeza.

Tirando del gatillo con su dedo índice, movió su cabeza a un lado, evitando el disparo del enemigo. Como si fuera un espejo, el enemigo hizo el mismo movimiento.

Dos ensordecedores disparos sonaron. Un fogonazo estalló frente a los ojos de Rentarō. El impacto y la ola de calor le permitieron sentir la bala que pasó rozando junto a su oreja. Al mismo tiempo, escuchó un ruido explosivo.

Ambos disparos rebotaron en el ascensor. Ambas partes salieron ilesas.

En cualquier caso, Rentaro decidió que debía neutralizar el arma enemiga. Moviendo el brazo de la chica a un lado, atacó sin piedad el dorso de su mano con el codo de su brazo artificial. La chica gritó de dolor y dejó caer el arma, pero al instante siguiente, comenzó a reírse como loca.

¿Qué es esta chica...?

Hummingbird bajó su postura y lanzó un puntapié a un punto vital de Rentaro. Temeroso de ser golpeado allí, Rentaro utilizó el arma empuñada en su mano artificial para hacer un agarre en su axila. Entonces, sintió un intenso dolor como si sus músculos artificiales estuvieran a punto de ser destruidos.

El dolor por la ruptura de un nervio llegó un poco después. Su arma cayó luego de eso.

El enemigo estaba usando su peso estrellándose contra la pared del ascensor, sacando así todo el aire de sus pulmones. Debido a que su espalda golpeó los indicadores de los pisos, el ascensor comenzó a subir después de un ligero temblor.

Rentaro estaba agitado. Incluso utilizando toda la fuerza que podía reunir, no fue capaz de ganar contra la fuerza monstruosa de la postura de esa chica.

Frenéticamente, lanzó tres rodillazos al abdomen de su enemigo. Esperando por el momento en que el agarre de su enemigo se aflojara, escapó y se movió en círculos en el ascensor hasta llegar detrás de su oponente.

Sin embargo, su cerebro le dio una señal de alerta, mientras su instinto le obligaba a levantar la barbilla. Alzando la vista, vio los dedos de Hummingbird atacar al lugar donde estaban sus ojos. Sin siquiera el tiempo suficiente para agradecerle a su suerte, sintió un fuerte dolor al ser golpeado en su pierna izquierda.

A pesar de que originalmente tenía la intención de dañar los ojos de su oponente con sus dedos, rápidamente cambió eso por una patada baja.

Hummingbird sacó un cuchillo del oso de peluche en el suelo, elevándola a la altura de su pecho y luego abalanzándola con el peso de todo su cuerpo. Ya que el espacio era demasiado estrecho allí, no había ningún lugar para escapar en lo absoluto.

Con un ruido electrónico, se abrieron las puertas del ascensor. Habían llegado al quinto piso.

Un movimiento para salir de esta situación apareció en la mente de Rentaro. Al no tener el tiempo para pensarlo, agarró los hombros de su enemiga y utilizó ese impulso para empujarla. Con el cuchillo en la mano, la chica saltó hacia atrás, entonces, usando su propio cuerpo como punto de apoyo, Rentaro se inclinó hacia atrás para lanzar a su oponente con una técnica de sacrificio conocida en el Judo como «Tomoenage», que consistía en lanzar al enemigo de cabeza con un suplex.

Sorprendida e incapaz de reaccionar a tiempo, la chica giró en el aire. Ella no debía tener la más mínima idea de lo que estaba pasando.

Expulsada del elevador por su propio impulso, el cuerpo pequeño de la chica golpeó la pared del vestíbulo del quinto piso.

Aunque era una excelente oportunidad para continuar su ataque, el dolor intenso en la pierna que había sido golpeada causó que Rentaro sólo pudiera ver como se le escapaba la oportunidad.

Colocándose de pie, Hummingbird alzó su falda y rápidamente sacó su arma de repuesto. En el momento en que Rentaro se escondió en el ascensor, un fuerte ruido lo siguió junto con intensas chispas.

Rentaro apretó el botón de «Cerrar». Inmediatamente se cerraron, él presionó el botón del primer piso. El ascensor comenzó a descender.

Apoyándose contra la pared del ascensor llena de agujeros de bala, Rentaro se obligó a no colapsar.

Todas las articulaciones de su cuerpo le dolían, y las vendas usadas originalmente para envolver su cuerpo se habían roto.

A pesar de que había sido capaz de distanciarse del enemigo, la amenaza todavía estaba muy cerca.

Rentaro forzó su cerebro tanto como pudo. ¿Qué hago? ¿Qué debería hacer?

La luz en el techo brilló momentáneamente, mientras el ascensor se sacudía. Rentaro sintió como si fuera un terremoto y, rápidamente, apoyó su cuerpo contra una pared para evitar caerse.

Algo había caído sobre el ascensor, era Hummingbird. Rentarō se lanzó al suelo y recogió la Beretta y el arma del enemigo que habían caído antes. Usando ambas pistolas, disparó repetidamente al techo.

El enemigo también disparó desde arriba, guiada por el instinto. Las balas rebotando hicieron añicos el panel de información y las luces del techo.

Mientras los pedazos de cristal caían desde arriba como una ducha, Rentarō continuó disparando sin miedo. Las balas volando al azar tocaban una sinfonía de guerra, mientras que los cartuchos usados se esparcían por el suelo. Las balas rozando su rostro se sentían dolorosas. Una bala incluso golpeó su rodilla, enterrándose en el hueso y quemando el interior de su cuerpo.

Para el momento en que Rentaro vació ambas armas, el enemigo se quedó también sin munición.

Un silencio ensordecedor apareció, lo suficiente como para causarle dolor en los oídos. La nariz de Rentaro se llenó con el olor irritante y asfixiante de la pólvora.

¿Cuál es la situación?

Después de un rato, oyó algo colapsando en el techo.

En algún momento, el ascensor parecía haberse detenido producto de sus acciones. Una bala al parecer había dañado el panel de control, haciendo que el ascensor dejara de funcionar. Sólo una luz intermitente quedaba en el techo, todas los demás se habían extinguido. El lugar estaba muy oscuro.

Rentaro utilizó una pared para apoyarse, levantándose con cuidado. Entonces, quitó el techo del ascensor agujereado.

Derrumbada en el techo, Hummingbird cayó instantáneamente al suelo mientras se estrellaba contra el ascensor.

Dos disparos en su estómago y uno en su pecho, las balas de 9 mm habían teñido el vestido de una sola pieza de un color carmesí. Su pecho palpitaba violentamente. Hummingbird ya no podía pelear más.

Mirando hacia el techo, la chica murmuró de forma incrédula.

—No puede ser… D–Debe ser una mentira, ¿cierto? Fui creada para superar al Plan de Creación Humana… ¿Cómo es posible que haya perdido…?

Rentaro se quedó mirando a la chica en silencio por un buen rato.

—Tengo muchas cosas que preguntarte… Si renuncias a resistirte, voy a darte tratamiento.

Hummingbird hizo una mueca en su cara mientras el dolor la hacía toser sangre violentamente. Las comisuras de sus labios estaban sangrando.

—¡Qué tonto! Deja de bromear.

Replicó débilmente mientras usaba su mano temblorosa para acariciar el lugar donde estaba su corazón.

—Mi corazón… es controlado. Si alguien se entera de que fui salvada por ti… me eliminarán sin importar qué. Me eliminarán… No hay forma de esconderme. Incluso si muero… no es nada más que la pérdida de una herramienta. Mis camaradas van a matar… te. El resultado final será el mismo.

Acostada boca arriba, continuó hablando de forma resignada.

—Al final, fue justo como dijo Dark Stalker…

—¿Qué dijiste…?

—En la organización… Sólo Dark Stalker te veía cómo una amenaza increíble… Tiene un buen concepto tuyo. Dijo que eras… un genio en el combate. Además… él quiere luchar otra vez contigo… Así que tuvo una discusión con los de arriba…

—…

Rentaro se sorprendió al escuchar que el impertinente de Yuuga en realidad lo elogiaba mucho.

Después de todo, Mitsugi Yuuga era el enemigo más fuerte.

En ese momento, Rentaro notó que el dobladillo del vestido de Hummingbird se había alzado, dejando al descubierto su pierna pálida. Rentaro no pudo evitar mirarlo fijamente, sin habla.

Y pensar que había una estrella en su pierna...

Dibujada en la estrella, había un ala emplumada. Era el mismo símbolo que estaba en la fotografía de los órganos internos del Gastrea muerto.

—Hey, ¿qué es esto? ¿Qué representa este pentagrama?

Rentaro preguntó frenéticamente, pero Hummingbird sólo sonrió y dijo.

—En el interior… de mi peluche… Mira por ti mismo.

A pesar de sus sospechas, Rentaro permaneció en silencio. El vientre del oso de peluche estaba abultado. El interior probablemente se rellenaba con armas o cosas similares.

Llegando allí, trató de sacar el contenido pero no pudo debido al tamaño. La piel del oso de peluche se sentía agradable, pero en el interior había un objeto bastante grande y rústico como para que ser sacado fácilmente.

¿Qué es?

Impaciente, Rentaro simplemente destruyó la parte superior del juguete de peluche. Mientras el algodón volaba, el contenido fue expuesto. Viendo lo que había adentro, Rentaro no pudo evitar agitarse.

El vientre del oso estaba lleno de plástico y cables. En el centro, había un contador digital. Treinta segundos corrían en una cuenta regresiva. Tan pronto como notó lo que significaba el cronometro de plástico, Rentaro sintió que se le helaba la sangre.

Hummingbird sonrió dolorosamente.

—Mis… latidos del corazón, una vez que se debilitan, una bomba se inicia automáticamente. El ascensor se detuvo, tienes la pierna lesionada. Tratar de escapar… es imposible. Ahora cuenta como un empate…

—¡Maldita sea!

Rentaro corrió hacia las puertas del ascensor, tratando de abrirlas, pero ni siquiera se movieron.

A pesar de tener lesionada su pierna, trató cuidadosamente de saltar sobre el techo, pero el dolor producido por la bala no le permitió hacerlo. Sólo quedaban veinte segundos de la cuenta regresiva.

De repente, un intenso ruido acompañado de un temblor se escuchó arriba, agitando su visión, por lo que perdió el equilibrio. Inmediatamente, Rentaro notó que algo más había aterrizado sobre el ascensor.

En el techo, lo que vio fue…

Rentaro y Hummingbird hicieron expresiones sorprendidas. Especialmente Hummingbird, que gritó torpemente.

—¿No habías muerto ya…?

La respuesta a su pregunta fue una bala. Acompañada de un disparo nítido, la cabeza de Hummingbird expulsó sangre y se desplomó contra la pared.

—Adiós, princesa hermosa.

Una voz helada vino desde el techo.

—¡Hotaru! La figura de arriba era muy pequeña. Era Koro Hotaru, cuyos ojos parecían congelados.

—Tú… Hummingbird dijo que estabas muerta…

Entonces, sacudiendo la cabeza, Rentaro decidió que no era el momento de discutir sobre eso, mirando el temporizador de la bomba, comprobó cuanto tiempo quedaba.

Siete segundos.

—¡Hotaru! ¡Hay una bomba aquí!

—¡Dame tú mano!

Rentaro extendió su brazo, sintiendo una fuerza que casi dislocó su hombro, mientras todo su cuerpo salía por el hueco del ascensor.

Su visión se oscureció al instante. Podía escuchar el sonido de cables rechinando en algún lugar, haciendo eco en sus tímpanos.

—¡Agarra los cables de acero!

Cuatro segundos.

Hotaru disparó su arma en varias ocasiones, destruyendo todos los frenos de emergencia que mantenían estancado el ascensor.

Tres segundos.

Sacando un cuchillo, utilizó la fuerza en sus brazos para cortar todos los cables de acero a excepción del que ellos se aferraban.

… Dos segundos.

Sosteniendo firmemente el cable de acero con su mano izquierda, levantó la pierna y pisó con fuerza el ascensor.

Un segundo...

Excediendo el límite de peso, el ascensor finalmente se separó de los cables, cayendo hacia abajo tan rápido como un meteoro.

El cable al que Hotaru y Rentaro se aferraban comenzó a ascender rápidamente.

Ambos se aferraron desesperadamente al cable que parecía a punto de partirse en pedazos. Mientras Rentaro miraba hacia abajo, el ascensor caía produciendo chispas en los rieles, mientras el contrapeso caía con un ruido sordo.

Entonces… la bomba finalmente explotó.

Una onda de choque abrasadora vino desde abajo, haciendo difícil que Rentaro mantuviera los ojos abiertos. Su visión se sacudió violentamente.

Suspendidos en el aire, aferrándose a un cable, Hotaru y Rentaro eran como un pequeño bote azotado por una fuerte tormenta.

Entonces, después de la onda de choque, un infierno de llamas y escombros subió por el hueco del ascensor.

Una lengua de fuego acarició los pies de Hotaru y Rentaro. Por suerte, se detuvieron una vez alcanzaron esa altura.

La columna de fuego pareció chasquear la lengua como si estuviera frustrada. Entonces, rápidamente descendió por el ascensor.

Hotaru y Rentaro respiraron agitados al mismo tiempo.

Mirando de cerca los ojos del otro involuntariamente, Rentaro notó que los ojos de Hotaru se abrieron por la sorpresa, le pareciendo muy lindos.

Pero por alguna razón, parecía como si a Hotaru pensara que era muy vergonzoso que su expresión fuera vista por los demás, por lo que rápidamente desvió su mirada. «Vamos a subir», diciendo eso, sostuvo el brazo de Rentaro y rápidamente subió por el cable.

Finalmente llegaron a la sala de mantenimiento del ascensor en el quinto piso.

El sol estaba emitiendo una intensa luz roja. Estaba a punto de ocultarse.

Con ambos rostros siendo bañados por el sol, Rentaro notó que la ropa en el torso de Hotaru estaba rasgada y llena de sangre, incluso más roja que el sol poniente.

—¿Fuiste apuñalada con un cuchillo?

—La herida ya se sanó.

—Ya se sanó…

Parecía una puñalada en el corazón, pero los rastros de la herida eran muy débiles.

No… Rentaro negó con la cabeza. Antes de morir, Hummingbird había dicho: «¿No habías muerto ya…?». Una asesina como ella no debió haber sido engañada por una muerte fingida.

—Hotaru, ¿qué tipo de genes Gastrea tienes exactamente?

Hotaru se quedó en silencio por un largo tiempo mirando a Rentaro, antes de tomar la decisión definitiva de no ocultarlo más. De mala gana, asintió levemente con la cabeza y murmuro:

—De un tipo de gusano plano llamado Dugesia Japónica.

—Dugesia japónica…

Por supuesto, Rentaro sabía que las criaturas clasificadas como planarias poseían una increíble capacidad de regeneración. Eran animales pequeños que podían soportar semanas de inanición. Eran bastante famosos como ejemplo de regeneración en la que dos mitades cortadas por la mitad se convertían literalmente en dos cuerpos enteros. Según se sabía, eran utilizados frecuentemente para experimentos de regeneración.

—Por lo que tu capacidad es…

—En pocas palabras, regeneración mejorada. Incluso después de recibir un daño que podría causarle la muerte instantánea a una Iniciadora ordinaria, puedo curar mis heridas y resucitar. Este tipo de regeneración mejorada puede superar incluso los efectos inhibidores del Varanium.

Rentaro se impresionó una vez más por las maravillas de la vida, suspirando emocionalmente.

En el pasado, Rentaro había presenciado dos casos que podrían llamarse súper-regeneración. El primero no fue otro más que sí mismo. Durante la batalla contra Hiruko Kagetane, se inyectó la droga experimental AGV y apenas fue capaz de continuar sin heridas mortales. Sin embargo, se decía que la probabilidad de que un humano se convirtiera en un Gastrea al usar la droga era de un veinte por ciento, lo que le daba un efecto secundario muy peligroso, similar a jugar con una ruleta rusa. Fue casi un milagro que Rentaro no se hubiera convertido en Gastrea después de inyectarse cinco jeringas. Sin embargo, eso en realidad no contaba como algo practico.

El segundo caso, fue el descomunal jefe enemigo: Aldebarán. Durante la Tercera Batalla de Kanto —un recuerdo todavía vivo en su mente—, este ser también poseía una capacidad similar.

Usando el poder de fuego masivo de la bomba EP desarrollado por Shiba Heavy Industries, apenas lograron volarlo sin dejar rastro. Fue una batalla atroz e intensa.

—¿Por qué tienes que esconder una habilidad tan poderosa?

Hotaru negó con la cabeza sin poder hacer nada.

—No es tan poderosa como piensas… La estructura de un ser humano es mucho más compleja que la de una planaria. Por eso hay limitaciones en la regeneración. Por ejemplo, si salpican gasolina durante la muerte y la encienden, o la cabeza es separada, la regeneración no es posible. Además, al borde de la muerte, siempre estoy a merced del enemigo, sin importar qué hagan con mi cuerpo. Por ese motivo, mi oponente no pudo saber sobre mi capacidad y tengo muchas limitaciones para usarlo. En cuanto a por qué lo mantuve en secreto, fue porque tuve miedo de que lo revelaras después de ser torturado.

Ya veo... eso tiene sentido. En una batalla entre Iniciadoras, en función de habilidades, ser asesinado de un golpe era definitivamente posible. Si el enemigo estaba bien informado, podría idear contramedidas contra ellos, por lo que muchas habilidades de las Iniciadoras se mantenían en secreto como cuestión de principios.

—Ahora entiendo. Pensé que era porque me odiabas.

—Por supuesto… esa era también una de mis razones.

—…

—¿Qué Sucede?

Rentaro rascó su cabeza para cambiar su estado de ánimo, entonces, se quitó la chaqueta de su uniforme y se la lanzó a Hotaru.

—Ponte esto. Tu ropa esta toda cubierta de sangre. Vas a asustar a muchas personas si sales caminando así por la calle.

Hotaru acercó la chaqueta a su nariz y luego la olió, tensando de inmediato su cuerpo.

—Huele muy mal, el sudor de los hombres huele muy mal…

—Devuélvemela entonces.

—Pero en este punto, no puede evitarse. Voy a tener que conformarme.

Rentaro chasqueó la lengua. Esta chica es muy molesta.

—G–Gracias…

—¿Qué dijiste?

—Nada. Vámonos, Rentaro.

Probablemente debido a que estaba bajo el sol, su rostro estaba ligeramente enrojecido. Mientras Hotaru caminaba delante por su cuenta, Rentaro gritó «Espera», haciendo que volteara hacia atrás.

Silenciosamente, Rentaro señaló su pierna izquierda, donde la bala lo había golpeado.

—Préstame tu hombro.

Hotaru lo miró en silencio durante un tiempo antes de que finalmente se acercase a él. Sin importar cuánta vergüenza sintiera por dentro, Rentaro se veía obligado a aceptar la ayuda de la chica. A pesar de su actitud fría y por alguna razón, el contacto corporal con Hotaru se sentía muy cálido.

Ninguno de los dos tenía la intención de tomar el ascensor. Llegaron a la entrada principal caminando por las escaleras.

El frente del edificio, estaba lleno de una gran multitud. Sólo sería cuestión de tiempo hasta que la policía llegara.

Ya que no estaba seguro de que un peatón pudiera reconocer su rostro, Rentaro bajó la cabeza y fingió despreocupación mientras Hotaru tiraba de él.

Hotaru vio un taxi con su aguda visión y lo llamó. Tomando la iniciativa, le dio la dirección del apartamento que servía como escondite.

El conductor de mediana edad miró el aspecto trágico de Hotaru y Rentaro, sorprendiéndose por un instante, pero suprimió rápidamente su vacilación debido a su profesionalismo como conductor, girando lentamente el volante para empezar a conducir.

Las sirenas de policía se escucharon a distancia, mientras un gran número de patrullas pasaban junto a ellos.

Antes de que los coches de policía pasaran, Hotaru y Rentaro bajaron rápidamente la cabeza para evitar que reconocieran sus rostros, probablemente debido al efecto Doppler, las sirenas se escucharon fuera de tono y de forma cómica.

Con miedo, Rentaro miró por la ventana trasera para ver a los policías rodeando el edificio en el que habían estado antes. Eso estuvo muy cerca. Rentarō sintió que todas las energías de su cuerpo se tensaron cuando se relajó. Justo en ese momento, vio la mirada del conductor a través del retrovisor.

El conductor hizo una expresión de «Oh ya veo», y luego apartó su mirada como si hubiera visto accidentalmente un momento de intimidad entre un hombre y una mujer.

Esa reacción causó que los pelos de la nunca de Rentarō se erizaran violentamente.

La expresión del conductor era la de alguien que acababa de reconocer un rostro de un recuerdo borroso. Aparte de eso, el conductor había desviado la mirada, consciente del peligro.

¿Qué está pasando exactamente...? Naturalmente, debió haber descubierto que su rostro era idéntico al del fugitivo en las noticias.

De lo contrario, ¿por qué haría una expresión tan incómoda después de ver el rostro Rentaro?

Cuando Hotaru subió al taxi, le había dado la dirección de su escondite sin dudarlo.

Sería demasiado optimista suponer que el conductor no cumpliría sus deberes cívicos y evitaría informarle a la policía después de que ambos se bajaran.

No, tal vez el conductor sólo estaba fingiendo conducir hacia su destino, pero en realidad se dirigía a una estación de policía. Si eso era cierto, realmente sería el fin.

Encontrándose con un semáforo en rojo, el coche se detuvo en silencio. Probablemente sintiendo la tensión en el aire, Hotaru observó el desarrollo de la situación.

El conductor también notó que sus pensamientos habían sido descubiertos por sus pasajeros. La tensión estaba en un punto en el que parecía que fuera a explotar con el más ligero toque.

El semáforo cambió a verde finalmente. El conductor pisó el acelerador. La inercia los movió de sus asientos ligeramente.

—Disculpe joven…

Rentaro tensó todo su cuerpo, como si hubiera escuchado una sentencia a muerte. El conductor continuó:

—¿Podría escucharme un momento? Aunque actualmente tengo este trabajo, hace un mes estaba tratando de alistarme en las Fuerzas de Autodefensa a pesar de mi avanzada edad. Sabes que durante la Tercera Batalla de Kanto, los estándares para unirse al JSDF disminuyeron un poco, ¿no? En aquel entonces, estaba pensando que debía renunciar a mi trabajo de conductor para proteger al Área de Tokio. Que escoger un arma era la elección correcta…

Diciendo eso, el conductor se detuvo de repente.

—¿Y luego? —Rentaro preguntó calmadamente.

Agrrando el volante con tanta fuerza, el conductor continuó con tristeza:

—Al final, no sirvió de nada. Fue demasiado aterrador. Perdí a mi esposa e hijos durante la guerra de hace diez años, por lo que originalmente pensé que no tenía nada más que perder. Pero el destino quiso que me volviera a casar con una viuda que había experimentado lo mismo. Aunque nuestras vidas son muy sencillas y modestas, cada día lo vivimos muy felices… Por lo que no pude decidirme en aceptar la posibilidad de perderlo todo de nuevo. Si realmente tenía que morir, sería mejor morir junto a ella.

—Es una reacción natural… No tiene que entristecerse por ello.

El taxi entró en un túnel. Dentro del túnel, había luces separadas regularmente por espacios para iluminar la carretera. Cada vez que pasaban cerca de una de ellas, el rostro del conductor se iluminaba débilmente.

—Joven Promotor, ¿cómo es su familia?

A juzgar por el tono de su voz, el conductor ya no dudaba de la identidad de Rentaro. Él pensó en una historia para satisfacer las expectativas del conductor, pero lo negó inmediatamente con la cabeza. Si no era honesto ahora, sólo le dejaría una sensación desagradable.

—Todos murieron…

—¿No tenías miedo de enfrentarte a Aldebarán…?

—Tenía mucho miedo…

Hotaru lo miró con los labios ligeramente entreabiertos.

—Es mejor no experimentar algo así… Después de todo, en comparación con el esfuerzo que pones en eso, sólo terminas recibiendo un insignificante «gracias».

—¿Entonces por qué?

Rentaro pensó por un momento antes de responder.

—No lo sé. En ese momento era el único capaz de hacerlo. Fue por eso que…

—Ya veo…

Entonces, todos en el taxi quedaron en silencio. Sintiéndose inquieto, Rentaro se preguntó si había decepcionado al conductor. Ya que estaba incomodo, movió su cintura para acomodar su posición. Sin embargo, el conductor finalmente soltó un comentario de duda.

—Tal vez ese siempre sea el caso para los «Héroes».

El conductor sonrió por el retrovisor.

—Tranquilo. Recientemente, mi memoria se ha deteriorado. Después de llegar a su destino, voy a olvidar por completo que tomé algún pasajero.

—¿En serio…? Gracias, eso será de gran ayuda.

Sin saber qué decir, Rentaro se quedó en silencio. La otra persona dejó de hacer preguntas. Un ambiente cálido comenzó a fluir dentro del coche.

Rentaro cerró los ojos.

No era ni un héroe ni un salvador. Esa percepción de sí mismo no había cambiado en lo absoluto. Sin embargo, si sus acciones podrían traer alguna contribución a las sonrisas y a la felicidad de los demás, entonces tal vez podrían tener algún sentido.

La situación no había mejorado nada.

Enju aún estaba bajo la administración de la IISO. Tina estaba encerrada en un centro de detención. Kisara incluso estaba siendo engañada y explotada por Hitsuma.

Tan pronto como pensó en cómo Hitsuma traicionaba la confianza de Kisara, Rentaro sintió que su ira aumentaba. Sin embargo, no podía precipitarse al MPD y dispararle. Eso sólo aumentaría sus crímenes. Ahora mismo, lo único que podía hacer era investigar el caso de Suibara, y entregar las pruebas para revelar el verdadero rostro de Hitsuma, permitiéndole así revertir la situación.

Había derrotado con éxito a Hummingbird. Ella era, sin lugar a dudas, la que asesinó a Hobara Kenji. A juzgar por la certeza con que le había disparado en el hotel de la plaza, el que había matado a Hubara era Dark Stalker.

Por proceso de eliminación, dejaba a una persona desconocida, la que había matado a Takamura Saya.

Quedaban dos asesinos más. De hecho, Rentaro creía que Dark Stalker era el único del que debía preocuparse.

Después de la batalla contra Hummingbird, Rentaro notó que a pesar de que era un enemigo formidable, no iba hasta el punto de que fuera imposible ganar. Pero ese tipo…

Mitsugi Yuuga. Tarde o temprano, Rentaro debía luchar contra él.

La rabia recorrió todo su cuerpo. Desde el interior del coche, Rentaro miró al enemigo que se encontraba en algún lugar de la vasta Área de Tokio.

Parte 6[edit]

Un ruido sordo hizo eco en toda la sala de control, causando que los hombros del operador temblaran de miedo.

Ignorando el dolor en su puño, Hitsuma golpeó el panel de control con fuerza. Su cara estaba torcida, con las cejas inclinadas de la rabia. Estaba sosteniendo su celular con tanta fuerza que crujía.

—Lo sé. Infórmame de nuevo si hay alguna novedad.

Obligando a salir esas palabras, colgó y aceleró el paso para dejar la sala de control.

Saliendo de la sala, Hitsuma golpeó la máquina expendedora en el pasillo de un puñetazo.

—Maldita sea… ¡Maldita sea! Esto es imposible. ¿Cómo es posible que Hummingbird haya sido eliminada?

—Oh, Hitsuma, ¿ahora en quién recaerá la responsabilidad?

Hitsuma miró con rabia hacia la fuente de la voz. Completamente sin miedo, Yuuga se encogió de hombros con una expresión alegre.

—Así que, como te dije, debiste haberme enviado desde el principio… La capacidad de Hummingbird no era suficiente.

—¿Podías predecir la derrota de Hummingbird? Su tasa de éxito había sido del cien por ciento en el pasado.

—Matar pequeños insectos con una tasa de éxito del cien por ciento no es más difícil que hacer una broma… Su nivel sólo se reducía a eso, ¿sabes?

Era evidente que un colega había sido asesinado, pero aun así, las respuestas de Yuuga eran distantes, hasta el punto de ser frías.

—Satomi Rentaro… Lo subestimé demasiado.

—Ahora entiendes, ¿cierto? Así que la próxima vez…

—No, ¡aun no es tu turno! ¡Enviaré a Sword Tail! ¡Definitivamente no tendrá piedad con él! ¡Seguramente será exterminado!

La expresión de Yuuga se enfrió momentáneamente mientras exhalaba por la nariz.

—Seguro, como usted diga señor. Por cierto, ¿no te ha estado buscando el inspector Tadashima desde hace un rato?

Escuchando eso, Hitsuma se enderezó, comprobando su teléfono celular.

Ya que Hummingbird ha sido derrotada, me será difícil mantener la calma frente a este tipo. Aparte de eso, si sigue perdiendo el tiempo aquí, podría dar lugar a cosas innecesarias.

—Voy a dejarte eso a ti.

Mientras pasaba junto a él, Yuuga habló con un tono de voz más serio que antes:

—Hitsuma, el cerebro de ese inspector es muy agudo. Lo mejor sería que no bajaras la guardia…

—¿Te refieres a Tadashima?

Hitsuma negó con la cabeza en desacuerdo.

—No es un problema. Es alguien que está a punto de retirarse y espera su pensión. Definitivamente no quiere inmiscuirse en negocios innecesarios. Además, es imposible que pueda averiguar la verdad. Es precisamente por eso que lo escogí como socio.

—Espero que sea sí. Por lo menos, no seas muy descuidado.

El viento llevaba un olor a derrota.

Conduciendo su coche favorito, Hitsuma agarró el volante con fuerza y pisó el acelerador. Incluso superó el límite de velocidad de la carretera.

Mientras presionaba la bocina, adelantó un gran número de vehículos sucesivamente. Su pie izquierdo golpeaba el piso con impaciencia.

Incluso Dark Stalker, de menor rango que él, estaba mostrando una actitud burlona. Si enviar a Sword Tail no podía arreglar este desastre, la organización podría pedirle que asumiera la responsabilidad.

—¡Maldito seas, Satomi Rentaro…!

Su voz estaba llena de una ira incontenible. Si Tadashima se reunía con él en ese estado, probablemente se daría cuenta de que algo andaba mal.

En ese momento, Hitsuma pensó en visitar un lugar para aliviar su estrés.

Calculando el tiempo necesario, decidió que estaba dentro de un rango aceptable, por lo que giró el volante y salió de la carretera.

Después de dar muchas vueltas en las estrechas calles del distrito de espectáculos, detuvo su coche delante de un edificio sucio.

Subiendo las escaleras, llegó a su objetivo. Una puerta con las palabras «Compañía de Seguridad Civil Tendo» en una placa.

Utilizó una copia de seguridad previamente preparada para abrir la puerta en silencio. Fluyendo desde la ventana, los rayos de la puesta del sol hacían ver a la oficina como si se estuviera incendiando.

Detrás de un enorme escritorio de ébano en la parte más profunda de la oficina, Tendo Kisara estaba sentada de espaldas a Hitsuma.

Hitsuma se acercó a su espalda y la abrazó en silencio, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.

—Kisara, he venido a verte.

Ella parecía haber notado su presencia sólo después de que él habló. La chica, vestida completamente de negro, alzó su vista lentamente hacia su rostro.

Sus ojos parecían cuencas de vidrio que habían perdido su brillo. Aunque lo estaba mirando, no se reflejaba nada en sus ojos.

—Oh… Hitsuma-san.

Completamente opuesta a su habitual actitud alegre, Kisara respondió con una voz débil.

—¿Qué estás mirando, Kisara?

Siguiendo la mirada de Kisara, una sonrisa apareció en el rostro de Hitsuma.

—Oh, ya te lo entregaron.

La tela de gasa suave era muy linda, mientras la falda ondeaba en varias capas. Desde el pecho hasta la falda, el diseño era de un blanco tan puro como la oda pura de una doncella. La cabeza del maniquí estaba cubierta con un velo que cubría hasta los hombros.

Era indudablemente el vestido de novia que Hitsuma le había regalado sin escatimar gastos.

Kisara había estado así desde que recibió la noticia de la muerte de Rentaro en el hotel de la plaza.

Aunque parecía similar a un matrimonio triste, esto hacía las cosas aún más convenientes para Hitsuma.

Había investigado de antemano que Rentaro tenía sentimientos por esta mujer.

Todas las demás mujeres podían ser obtenidas fácilmente por Hitsuma. Pero sólo colocar sus manos sobre ésta era lo mejor para él.

Una vez que ese hombre estuviera muerto y Hitsuma se casaría con esta mujer, sólo entonces, su venganza finalmente estaría completa.

—Démonios prisa y celebremos la boda, Kisara.

Acercándose a ella con una sonrisa torcida, Hitsuma peinó su hermoso cabello sedoso con sus dedos mientras ella le permitía hacer lo que quisiera.


Anterior: Capítulo1 – Rentaro Satomi, el Fugitivo Volver a: Español (Spanish) Siguiente: Notas del Autor