Killer Queen y el Terminal:Killer Device y el Interminable

From Baka-Tsuki
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Lo estaban perseguiendo.

Si bien era necesario asistir a su escuela de refuerzo, caminar por esas calles tan tarde en la noche lo había preocupado desde hacía tiempo. Pero esto iba mucho más allá de ser acosado por un borracho. Si solo fuera eso, no estaría huyendo tan desesperadamente.

Sí, algo mucho más horrible se acercaba a él por detrás.

Tachinami Wakeyoshi, un estudiante de tercer año de preparatoria, corría por una calle oscura a altas horas de la noche. No había letreros en los edificios que bordeaban la calle, persianas oxidadas cubrían todas las pequeñas tiendas, y todo era tan repetitivo que se preguntaba si realmente vivía alguien en la zona.

Este rincón oscuro y deteriorado de la ciudad estaba completamente abandonado.

Tampoco había coches en la carretera.

(Hah, haa. No puedo creerlo. Me persiguen. No hay nadie aquí. Necesito encontrar la salida. Necesito encontrar a alguien que me salve. Maldita sea. ¿Por qué? ¿Por qué voy a la escuela de refuerzo tan tarde? Y ya estaba bastante mal después de los exámenes de admisión. Y esa carta de amor. No puedo creerlo. ¡Y entonces tenía que pasar esto!)

Verse obligado a correr con zapatos desconocidos bajo tanta tensión dejó a Tachinami sin aliento. Aun así, la salida a una carretera principal apareció a la vista. El estruendo de los coches solía molestarlo muchísimo, pero ahora resonaba con una dulzura en sus oídos. Emprendió el último impulso hacia la meta que tenía ante sus ojos.

Pero con un rugido, un muro de llamas se alzó frente a él para bloquearle el paso.

-¿¡…!?

La pared naranja se alzó repentinamente sobre su cabeza y lo cegó. El brillo impactó a los ojos acostumbrados a la oscuridad, y literalmente sintió cómo le quemaba la piel. Su cerebro recibió un dolor tan intenso que creyó que se le estaba desprendiendo toda la piel.

-¡Gbh, gh, gh, agggghh!

El dolor y la confusión eran tan grandes que no pudo mantenerse en pie y se desplomó en el suelo. Creyó oler yakiniku y casi se rió a carcajadas al darse cuenta de que provenía de su propio cuerpo. Quería reír con tanta fuerza que le destrozaría la boca y los pulmones.

En ese momento, oyó unos pasos.

Antes de que pudiera mirar, rugieron más llamas. Como un cañón de rayos, las llamas salieron disparadas en línea recta desde la oscuridad hasta el estómago. Salió despedido del suelo y se estrelló contra la pared de llamas que le impedía escapar. La escena irreal, combinada con el dolor extremadamente realista, fue suficiente para freír por completo los circuitos de su cerebro.

Se oyeron pasos acercándose.

-Qué buen tiempo hace.

Oyó una voz clara en la oscuridad.

-Me encantan las noches secas como esta. Es perfecto para hacer fogatas.

Aún desplomado entre las llamas, Tachinami Wakeyoshi miró hacia la oscuridad. Incluso con la luz de las llamas usando su cuerpo como leña, no podía ver más allá de esa negrura. Quienquiera que estuviera allí caminaba lentamente más allá de esa cortina de oscuridad, como si quisiera burlarse de él.

(No ha caso, estoy acabado.)

Exhaló un suave suspiro. Y en cuanto abrió la boca, un dolor abrasador se extendió por todo su cuerpo. Aun así, logró preguntar el nombre de su agresor.

-¿Quién eres? ¡Maldita sea!

La oscuridad respondió sin emoción alguna en su voz.

-Soy Honoyama Kaen de la Incineración. Pero quizás me conozcas mejor como uno de los siete: el Dispositivo Asesino.

Eso no significaba nada para él, pero la oscuridad lo consumió antes de que pudiera preguntar nada más.


Cuatro horas después de aquel incidente, un policía en una cabina de policía ladeó la cabeza con el periódico matutino en la mano. Un artículo decía que se había encontrado un cadáver incinerado en la ciudad la noche anterior, pero no recordaba haber recibido ningún informe al respecto.

Desconcertado, le preguntó a su jefe.

-Ah, a ese caso se le dio la designación de Demonio Homicida Prohibido, así que, por supuesto, no nos lo enviaron.

-¿Eh?

El policía preguntó sobre ese término desconocido.

-Esa es la designación más peligrosa que existe. Está bajo la jurisdicción de otro departamento desde el principio. Sabes que el ejército estadounidense estacionado aquí no puede hacer el trabajo de la División 1, ¿verdad? Es lo mismo. Creo que significa que el PSIA trabaja en ello. Por lo que he oído, esos casos son demasiado peligrosos para que la policía los trabaje. Básicamente, no es nuestro trabajo y no querría hacerlo ni aunque lo fuera.

-¿Cómo puedes ser tan indiferente con esto? -Preguntó el oficial sin pensar, pero por alguna razón el jefe solo comentó lo joven que era.


La mañana de Narishima Iruka comenzó viendo un noticiero sombrío.

Movió su boca recién afeitada.

-¿Podría empeorar esta mañana?

Desayunó leche caliente, tostadas y ensalada (que podría o no haber sido saludable con el estómago vacío), pero no cambió de canal. Las noticias de la mañana informaban sobre el pronóstico, una incineración mortal y la congestión vehicular en la autopista.

Un vistazo al reloj mostró que eran las 9 de la mañana.

Un oficial promedio de 27 años no podía estar sentado a esa hora, pero Iruka no. Trabajaba como orientador escolar. En pocas palabras, era un psicólogo invitado para tratar los problemas psicológicos de los estudiantes causados por todos los incidentes desagradables que ocurrían en las escuelas últimamente.

Y con las escuelas en vacaciones de verano, no tenía trabajo de consejero. A diferencia de un médico escolar, no había regulaciones que le obligaran a seguir trabajando para los estudiantes que continuaban con las actividades del club durante las vacaciones.

Así que, a pesar de tener un empleo remunerado, podía disfrutar de las vacaciones de verano las 24 horas del día, los 7 días de la semana. ¡Viva!

Un desayuno tranquilo y sin prisas era un lujo que los oficinistas solo se permitían los fines de semana.

Como el pronóstico anunciaba sol con probabilidad de lluvia por la noche, tendría que tomar la valiente decisión de tender la ropa de cama, pero entonces oyó unos pasos suaves por el pasillo.

Miró de reojo y vio a una chica de unos 14 años entrar en la sala.

Llevaba el pelo castaño oscuro recogido en dos mechones a los lados de la cabeza y sus lindos ojos aún estaban somnolientos y entrecerrados. Su cabeza, con aspecto soñoliento, se tambaleaba y llevaba una camiseta grande de hombre. ¿De qué talla era? El agujero del cuello se le había deslizado por el hombro derecho, dejando al descubierto la piel blanca.

Se llamaba Karuhane Tokime.

Por circunstancias particulares, un conocido había dejado a la niña temporalmente con Iruka.

-¿Mmm?

Tokime recorrió la pequeña sala con la mirada, silenciosa y lenta, como si fuera una danza tradicional japonesa, y se detuvo al ver a Iruka.

-Buenos días, Karuhane-san. ¿Qué te parece si preparas el desayuno para despertarte?

Iruka no apartaba la vista del televisor mientras hablaba.

Sus gustos culinarios eran tan radicalmente incompatibles que, si alguno de los dos preparaba dos raciones de lo que les gustaba, se convertía en una comida muy incómoda, así que habían cogido la costumbre de preparar su propia comida. (Aunque a Iruka le dolía que la incomodidad no se convirtiera en una discusión abierta).

Mientras Iruka hacía una mueca al notar la capa de nata en la leche caliente y se preguntaba si alguna tecnología de vanguardia podría evitar que se formara, Tokime caminó descalza por el suelo para alcanzarlo.

Solo entonces apartó la vista del televisor para mirarla.

-¿Mmm? ¿Se nos acabó el café? Aunque todavía me pregunto cómo puedes ingerir esa mezcla de arroz blanco y café negro, ¡¿gyah?!

Se interrumpió a media frase porque Tokime, somnolienta, lo rodeó con sus brazos y lo abrazó mientras frotaba su mejilla contra él.

Su mejilla se sentía extrañamente suave.

Por mucho que lo hiciera, Iruka no se acostumbraba. Como siempre, su pulso latía a un ritmo acelerado y enfermizo.

Pero a Tokime no pareció importarle y solo pronunció una palabra, como si explicar más fuera demasiado esfuerzo.

-Cansada.

Entonces apoyó todo su cuerpo en Iruka y cerró los ojos encima de la silla. Una sensación cálida lo alcanzó a través de la camiseta. En cuanto se dio cuenta de que era el corazón de la chica, su piel se volvió tan sensible que sintió como si la recorriera una descarga eléctrica.

-Espera, eh, ¿Karuhane-san? ¿Karuhane-saaan? Espera, ¿¡todavía no llevas ropa interior con eso!? No deberías volver a dormirte y no tienes que aferrarte a mí así. Debería quedar mucho de mi aroma en la cama. Vamos, vamos. Suéltame, suéltame.

-Cansada. Calla. Buahhhh.

Tokime le tiró de la oreja para silenciarlo y luego murmuró algo entre dientes mientras se quedaba dormida.

Sudando a mares, Iruka movió su mano temblorosa para dejar la taza de leche caliente sobre la mesa.

Esta era la condición particular de Karuhane Tokime.

Y por eso la habían dejado con Narishima Iruka.

En pocas palabras, sufría un trastorno del sueño, por lo que no podía dormir sin el aroma de Iruka. Aunque se llamaba "aroma", era algo subconsciente que normalmente no se podía detectar, y solo necesitaba el aroma, no al hombre en sí, así que no necesitaba aferrarse a él de esa manera. Sin embargo, afirmaba que era lo mejor. Siempre se ponía de mal humor cuando él se despertaba de la cama por la noche, como le había pasado hoy.

Esa condición podría parecer una tontería, pero era un problema muy serio para ella. Sin Iruka, Tokime estaría atrapada una semana o incluso dos sin dormir.

Cuando sus padres se vieron obligados a elegir entre dejarla usar somníferos habitualmente o irse a vivir con Iruka, finalmente optaron por lo segundo. Y ella obedeció. (Aunque evitarlo no era realmente una opción si quería dormir).

El corazón de Iruka se aceleró al sentir su piel, pero también sintió una profunda inquietud.

En realidad no se lo habían dicho, pero estaba seguro de que sus padres habían decidido dejar a su hija con él porque era psicólogo y no psiquiatra.

Los trastornos del sueño eran una enfermedad mental propiamente dicha y normalmente debían ser tratados por un médico especializado. Los hospitales psiquiátricos contaban con todo lo necesario, pero a los padres de Tokime, al parecer, no les había gustado la idea de usar tales instalaciones.

Parecía que les parecía más agradable contarles a los vecinos que su hija estudiaba con un académico que ser atendida por un médico.

-…

La idea de que la enfermedad mental era la raíz de todos los males era, por supuesto, un prejuicio erróneo.

Por ejemplo, alguien que padecía tripanofobia o insomnio no causaba ningún daño inmediato a otras personas ni a la sociedad. El gusto por la comida también era un problema mental si se excluían las alergias y las digeusias[1], así que, aunque no llegara al nivel de una "enfermedad" en la mayoría de las personas, Iruka creía que todos teníamos nuestros propios "problemas" hasta cierto punto. Le gustaban los calamares y le disgustaba el pulpo, pero parecería absurdo decir que eso lo llevaría a cometer delitos anormales.

La mayoría de las preferencias alimentarias se podían superar con trabajo, y la enfermedad mental era igual. Por eso existían hospitales psiquiátricos con conocimientos y equipos especializados, pero los padres de Tokime no parecían verlo así.

Iruka también tenía otra idea.

El detonante de la enfermedad mental de Tokime era bastante particular, así que comprendía en cierta medida por qué sus padres eran tan sensibles al respecto.

Caso 81 del Demonio Homicida Prohibido.

Fue la única sobreviviente del caso causado por Satsuma Michishio del Ahogamiento, en el que cierto acuario se transformó en un infierno.

-Karuhane-san. ¿Karuhane-san? Vamos, deja de sorber y ve a prepararte el desayuno. Yo tampoco puedo desayunar así. ¿Por qué tengo que sentarme a esperar si tengo la comida justo delante?

-No te preocupes. No tengo hambre cuando duermo.

Una chica que una vez vio el infierno en la tierra habló de forma perezosa y prolongada.

Parecía sana y sin pesadillas.

Demonio Homicida.

La Comisión Nacional de Seguridad Pública había adoptado oficialmente ese término 18 años y 3 meses antes. En lugar de algo propio de un programa de entrevistas o un titular de un tabloide, ahora se refería oficialmente al culpable de cualquier asesinato brutal que cumpliera ciertas condiciones.

Sin embargo, sus singulares métodos de asesinato tenían un encanto peculiar, por lo que esos casos nunca se anunciaron al público para evitar que hayan criminales intentando imitarlos. El término "Demonio Homicida" solo podía usarse oficialmente en áreas muy limitadas y no se encontraba en ninguna parte de los Seis Códigos.

En otras palabras, los casos designados oficialmente como causados por un Demonio Homicida no podían juzgarse según las leyes normales.

Cuando un Demonio Homicida era capturado, no lo llevaban a una comisaría, un juzgado ni una prisión. Lo llevaban a un lugar completamente diferente.

-…

Narishima Iruka exhaló un suave suspiro.

Miró el rostro de Karuhane Tokime mientras ella lo abrazaba y respiraba superficialmente.

Caso 81 del Demonio Homicida Prohibido, también conocido como el Caso del Ahogamiento. El caso que agredió a esta chica se reportó generalmente como un atacante aleatorio que rompió repentinamente el cristal de un acuario gigante.

Los Demonios Homicidas oficialmente designados se dividían, al parecer, en 72 categorías diferentes.

Y cada uno de ellos estaba asociado con una sola causa de muerte.

Al parecer, algunos tenían múltiples causas de muerte, pero al final siempre elegían una.

Podrían ser armas de fuego, llamas o electricidad. Cada uno era diferente, pero llevarían la causa de muerte elegida hasta el final. Por ejemplo, el asociado con el ahogamiento sabía cómo ahogar a cualquiera con un solo vaso de agua y había transformado todo el acuario en un infierno acuático al romper el único tanque gigante.

Y entre las 72 variedades de Demonios Homicidas, había 7 que se decía eran los más poderosos: el Agente Asesino, la Máquina Asesina, la Princesa Asesina, el Tabú Asesino, la Formación Asesina, la Reina Asesina y el Asesino de Dioses.

Algunos preferían mantenerse independientes, otros pertenecían a una organización, otros actuaban por cuenta propia, otros por cuenta ajena, algunos luchaban entre sí y algunos unían fuerzas, pero todos mataban.

El proceso por el cual surgían los Demonios Homicidas era un misterio.

Según una teoría publicada por Conocimiento Previo, era una forma de proteger la cultura. Las técnicas de matar formaban parte de la cultura humana, y la aversión de todos a los asesinos llevaría a la pérdida de ese conocimiento. La teoría afirmaba que se estaba creando subconscientemente un "banco cultural" para evitar esa pérdida. Y el resultado final era que cada causa de muerte se concentraba en forma de Demonios Homicidas.

Como todos los demás habían dejado de lado esos métodos de matar, se habían reunido en un solo lugar y les habían otorgado habilidades de combate muy superiores a las de una persona promedio.

No.

Algunos en Conocimiento Previo aparentemente habían concluido que los Demonios Homicidas ya no eran humanos porque poseían algo que todos los demás ya habían perdido.

-Cuando dices 'subconscientemente', puedes reclamar prácticamente lo que quieras. -Se quejó Iruka.

Separó con cuidado a Karuhane Tokime, quien ya dormía profundamente, y se puso a trabajar.

Su trabajo no como consejero se acumulaba.

Aunque eran vacaciones de verano.


Karuhane Tokime no entendía el trabajo de Narishima Iruka.

Eso fue lo primero que pensó al despertarse por la tarde. Entonces se dio cuenta de que la habían dejado en el sofá en algún momento, lo cual no la hizo feliz. Según Iruka, eso era parte de su tratamiento. Al reducir gradualmente la cantidad de su aroma, esperaba que con el tiempo pudiera dormir sin él.

En ese momento, estaba trabajando en algo en la mesa, aunque eran vacaciones de verano.

A los 14 años, Tokime no podía imaginar qué tipo de trabajo hacía un académico y no estaba muy segura de qué era realmente un "doctorado". Y con psicología, la confusión era aún mayor, ya que no estaba segura de si formaba parte de las humanidades o de las ciencias.

Así que, obedientemente, le preguntó qué hacía.

-Trabajo a tiempo parcial. Estoy diseñando el coloreado de una señal para una estación de tren.

Siempre daba una respuesta simple, pero nunca le enseñaba el informe.

Decía que utilizaba un campo conocido como psicología del tráfico para crear señales que maximizaban la visibilidad y minimizaban la tensión mental. Parecía creer que lo estaba simplificando lo suficiente, pero Tokime estaba bastante segura de que solo entendía un 20%.

Y podía comer sin problemas sin entender psicología.

Bostezó y miró alrededor de la sala. Como era la casa de un académico, había muchos libros con títulos que sonaban difíciles. Probablemente estaban relacionados principalmente con la psicología, pero había algunos que parecían más bien literatura o acertijos matemáticos: Los Siete Extremos, El Número 72 y las Muertes Asociadas, y cosas por el estilo.

La palabra psicología aparentemente abarcaba más de 20 categorías. (Iruka había dicho que era como si el Premio Nobel tuviera premios de la paz, literatura, etc.). Al parecer, había estudiado en varias de esas categorías y dijo que utilizó ese conocimiento para trabajar en diversos contratos a corto plazo. Ella coincidió en que conocer la señalización de las estaciones de tren probablemente no era suficiente para trabajar como orientador escolar.

Y mientras Tokime se preocupaba por todo eso, algo le ocurrió.

Su nariz lo olió.

-Iruka-san, llevas perfume.

Tragó saliva, dejó de trabajar en la mesa y se giró para mirarla.

-¡Llevas perfumeee! ¡¡Apestaaaaa!!

-¿¡Cómo que apesta!? ¿¡Y qué importa lo que me ponga!?

-¡Quítatelo, quítatelo! ¡No puedo dormir con ese olor raro!

-Por eso lo llevo puesto. ¿¡Pensabas volver a dormirte!? Espera, ¿adónde vas? … ¡Ese desodorante es para la suela de tus zapatos!

Iruka evitó el ataque del aerosol agarrando el informe de la mesa y saliendo corriendo. Tokime se rió y lo persiguió un rato, pero finalmente se detuvo con una mirada preocupada.

-Este desodorante también apesta. Ahora eres un desastre de olores diferentes.

-¿Entonces por qué tuviste que hacerme esto?

Iruka tembló de ira como un cachorro resfriado al que le hubieran salpicado con agua, pero Tokime se negó a escuchar y se desplomó en el sofá. El sofá olía más a él que él mismo en ese momento. Sus piernas blancas sobresalían peligrosamente del bajo de la camiseta holgada, pero no le importó. Ahora estaba concentrada en el aroma del sofá.

Karuhane Tokime no tenía miedo de quedarse dormida.

Había sido víctima de un incidente tan impactante que causó revuelo en los periódicos y la televisión, pero no dejó que la afectara demasiado (o eso creía). Se había topado con el caso de asesinato que había convertido cierto acuario en un infierno (la existencia del Demonio Homicida conocido como Satsuma Michishio del Ahogamiento no se había revelado al público), pero nunca había tenido una pesadilla al respecto y no tenía ningún problema en volver al acuario. Personalmente, dudaba de que su insomnio se debiera a ese incidente.

Pero sí tenía una idea de cuál era la verdadera causa.

Cuando ocurrió el incidente, estaba visitando el acuario con algunos amigos, pero se sintió mal y fue a la enfermería.

Y para cuando despertó, todo había terminado.

Había cerrado los ojos en una escena pacífica y los había vuelto a abrir para encontrarse con el mismísimo infierno.

Pensó que ese horrible impacto era la causa de su enfermedad. Porque para ella, el tiempo entre dormirse y despertarse se sintió como un instante. Todo se derrumbó en ese instante, como si se hubiera accionado un interruptor, así que (aunque le avergonzaba admitirlo) no le sorprendió demasiado que hubiera sido un shock para su joven mente.

Sin embargo, nada de eso le parecía real.

Quizás quisiera sanar, pero no sabía exactamente qué necesitaba ser sanado.


Honoyama Kaen caminaba por un pueblo fantasma al anochecer.

Este era el lugar de una fallida remodelación de un distrito industrial, por lo que innumerables fábricas a medio construir habían sido abandonadas. Estas calles habían sido abandonadas sin ser utilizadas ni una sola vez, por lo que estaban quietas y silenciosas, con colores descoloridos.

El atuendo de Honoyama Kaen no encajaba en absoluto con el fondo oxidado. Llevaba una camiseta rosa sin mangas, pantalones cortos blancos y guantes largos. Su cabello corto le daba un aspecto deportivo.

Aportaba un color brillante a los colores descoloridos que la rodeaban.

Y las llamas anaranjadas que brotaban de su mano disipaban todos esos colores.

Era uno de los siete: Killer Device de la Incineración.

También era conocida como la Demonio Asesina del Cielo Despejado.

Ese nombre provenía de su costumbre de elegir días con buen tiempo para matar gente como si fuera parte de una excursión.

-...

Agitó ligeramente la mano.

Las llamas rugieron. Explosiones rodearon el vórtice de fuego rojo que destrozó la gruesa puerta de una fábrica cercana como si fuera de papel y derribó la puerta del interior del edificio.

Oyó a un hombre gritar.

Un hombre de mediana edad forcejeó para salir de debajo de la puerta de acero, inmovilizándolo contra el suelo. Kaen volvió a agitar la mano y las llamas lanzaron al hombre y a la puerta por los aires.

La forma en que voló, como una bola de polvo impulsada por un ventilador, parecía demasiado irreal.

Y tras salir volando por la puerta, el hombre se estrelló contra el suelo. No parecía haberse preparado para el impacto. El calor había derretido su traje sintético como queso y se había fusionado con sus brazos y piernas, impidiéndole moverse correctamente.

El aire era extrañamente seco, ya que el viento había disipado toda la humedad.

Honoyama Kaen entró tranquilamente en la fábrica.

-Hiyama Shouzou. -La chica de la incineración habló en voz baja. -Perdiste las ganas de vivir tras perder a tu única hija, Hiyama Kotori, y a tu esposa, Hiyama Harudori, en el Caso del Ahogamiento, también conocido como el Caso 81 del Demonio Homicida Prohibido. Y esperabas morir en un caso de Demonio Homicida para compartir el mismo destino que tu familia. ¿Es correcto?

El castañeteo de dientes del hombre llegó a los oídos de Kaen.

Su rostro estaba prácticamente destrozado por una sonrisa. Y con esa expresión rígida, habló desde el suelo.

-Tenía mis dudas sobre lo sucedido e investigué sobre los Demonios Homicidas. Pero cuando supe tu nombre, sentí un escalofrío.

Parecía estar mirando a Kaen, pero también parecía estar hablando con alguien completamente distinto.

-Eres el Agente Asesino que se acerca a quienes desean la muerte en lo más profundo de su corazón. Eres el Demonio Homicida perfecto para alguien tan patético como yo. Para alguien que no tiene las agallas de cruzar esa línea final. Exactamente necesitaba tu asistencia para mi sui...

Honoyama Kaen no se molestó en escuchar el final.

Cuando volvió a agitar el brazo, una línea recta de fuego salió disparada de su mano y atravesó el rostro del hombre desplomado. Era como una guillotina hecha de llamas. La explosión de fuego separó fácilmente la cabeza del hombre de su cuerpo.

-No, esto no es ni por asomo lo suficientemente gentil como para llamarse asistencia.

Se lamió los dedos y extinguió las llamas.

Y esbozó una sonrisa derretida que parecía deleitarse con la alegría del acto.

-Una palabra fea como incineración me basta.

Tras inclinarse ante el cadáver, salió de la fábrica.

Al parecer, había un superviviente del Caso 81 del Demonio Homicida Prohibido en esta ciudad. Una superviviente de ese caso de pesadilla en el que se inundó un acuario entero. Su investigación decía que estaba recibiendo tratamiento por un trastorno del sueño.

-Debe estar sufriendo. -Dijo Honoyama Kaen con una sonrisa compasiva.

Sufriendo tanto que la muerte sería un alivio. La noche se hacía tarde.


Solo después de un tercer baño, Narishima Iruka pudo relajarse y tomar un café con leche del refrigerador. Tenía muchísimas ganas de beberlo. Karuhane Tokime no paraba de decir que aún olía a perfume e insistía en que apestaba, empujándolo de vuelta a la bañera.

Cuando entró en la sala, encontró a Tokime con la camiseta holgada con la que había dormido. Pareció disgustada al ver el cartón de café con leche en su mano. Era sensible incluso a los olores más sutiles antes de dormirse.

La televisión estaba cambiando del horario estelar a los programas de variedades nocturnos. Se sentó en el sofá y, al volver a mirar la pantalla, dio patadas y se dobló de la risa. Esto le permitió ver sus muslos blancos, más aún que si usara una minifalda, pero menos que con un traje de baño. Al parecer, no le importaba estar cerca de un hombre vistiendo solo una camiseta.

-Cepíllate los dientes después de terminar de beber eso.

-¿Crees que estoy en primaria?

Iruka se quejó mientras disfrutaba de los beneficios del café con leche. Casi podía sentir la bebida fría penetrando su cuerpo acalorado y privado de sueño.

-¿Eh? Pero el café es conocido por su fuerte olor. Y creo que ese es el primer paso para intentar dormir plácidamente, Iruka-san.

-Esa es la cuestión. Normalmente, una adolescente sería más reacia a aferrarse a un hombre adulto como tú. ¿Qué tienes que decir al respecto?

-¿Cuántas veces me has preguntado eso ya?

-Seguiré preguntándolo tantas veces como sea necesario. Los consejeros no son todopoderosos. El paciente nunca mejorará si no quiere.

-Ah, ya lo recuerdo. Es la vigésima vez. Espera, ¿o era la vigésima primera?

-Te lo preguntaré 30 o 40 veces si es necesario. Además, no puedes seguir con este estilo de vida irregular para siempre, ¿verdad? No me importa si tienes algún problema conmigo. Entonces solo tenemos que usar eso como punto de partida para que poco a poco dejes de usar mi aroma para dormir. Y aun así pareces haber aceptado completamente la situación actual. ¿Por qué, Karuhane-san? Tienes que dejar que te moleste un poco. ¿Dónde está tu vergüenza y tu timidez?

Iruka parecía exasperado, pero Tokime se sonrojó y empezó a mirarlo.

-Eh, eh, ¿Iruka-san? La... la cosa es que, eh, me ha estado molestando todo este tiempo.

Se sujetó los hombros mientras lo decía.

Y como se encogía con esa camiseta holgada, uno de sus hombros blancos se podía ver a través del agujero del cuello.

-…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Iruka se quedó en silencio y un chorro de leche de café brotó del cartón que sostenía.

-Mira, cuando digo cosas así, te quedas paralizado. ¡Ja, ja, ja, ja! Tienes unas ideas raras sobre las mujeres.

Cuando se dio cuenta de que se estaba burlando de él, le espetó mientras limpiaba el suelo con un trapo que cogió de la cocina.

-Te refieres a los niños. Ahhh, ahhh. Los niños de hoy en día no son nada lindos.

-¿¡Qué-!?

Eso debió de enfadarla porque se levantó del sofá de un salto.

-O sea, más o menos ya lo sabía. Pensé que no tenía ninguna posibilidad cuando no intentabas nada, por mucho que me aferrara a ti a diario, pero no tenías que decírmelo tan directamente... ¡¡¡blagh!!!

Corrió furiosa hacia él, pero tropezó a mitad de camino y rodó por el suelo.

-No, nada linda. -Dijo Iruka mientras se tapaba los ojos con una mano.

-Ay... Espera, ¿qué es esto, Iruka-san? -Preguntó Tokime al ver con qué había tropezado.

Había algo parecido a un saco de arena en la sala. Tenía 50 cm de diámetro y más de 2 m de largo. Era tan duro que supuso que debía de contener tubos de metal o algo así. Sus recuerdos le decían que no había habido tal cosa allí a la hora de la cena y no podía imaginar para qué serviría.

-Oh, podría usar eso para un trabajo pronto, así que pensé que debería tenerlo listo.

-¿Un trabajo? Esto es la estructura de una tienda de campaña, ¿verdad? -Volvió a mirar la bolsa misteriosa. -Iruka-san, ¿no estabas planeando una venganza poniendo esto aquí para que me tropezara con él?

-¡N-no! ¿¡P-p-por qué tiemblas así!?

-Snif, voy a llorar.

Se subió el cuello de la camiseta holgada para cubrirse la cara como un pañuelo. Y eso también le levantó el dobladillo, dejando al descubierto sus piernas desnudas. Iruka palideció.

-¿Eh? ¿Eh? Espera, ¿de verdad vale la pena llorar por esto? ¡Ay, no! ¿Eh? ¡Ay, no! ¡Lo siento, lo siento mucho! Vale, parece que mi disculpa no te sienta bien, ¡pero por favor, deja de llorar! ¡Y te estás subiendo demasiado la camiseta!

-Solo fingía llorar.

-¿¡Fingías!? ¡Dios mío, eres la chica menos linda que he conocido!

-¿Ehh? Iruka-san, ¿te gustan las chicas que te superan? Ja, ja. Ambos sabemos que te encanta que te manipulen chicas más jóvenes.

-De acuardo. Voy a volver a ponerme ese perfume.

Cuando Iruka se dirigió a su habitación, Tokime corrió tras él llorando de verdad esta vez.


Honoyama Kaen de la Incineración, el Killer Device, llegó a un barrio residencial a altas horas de la noche.

Ni una sola ventana estaba iluminada en esa tranquila zona de casas de madera de dos pisos. Este distrito residencial se había urbanizado recientemente, por lo que la mayoría de las casas eran maquetas vacías. Solo las farolas fluorescentes iluminaban la zona, con destellos ocasionales.

-Narishima. Narishima. Ah, aquí está.

Kaen se detuvo frente a una casa especialmente pequeña. Tanto el edificio como el patio eran pequeños, y el muro de hormigón era bajo. Y cuando Kaen miró hacia arriba, al edificio sin luz, y se preguntó cómo entrar, notó algo.

Había un pequeño porche junto al pequeño patio.

Y alguien estaba sentado allí, como disfrutando de la fresca tarde.

-Buenas tardes. -Dijo.

Esa frase sonó tan fuera de lugar que Honoyama Kaen sonrió sin darse cuenta.

No porque no entendiera la situación.

Es porque lo comprendía perfectamente, y aun así pronunció esas palabras.

Kaen le preguntó qué hacía y él respondió que tenía un trabajo que hacer.

-No recuerdo haber enviado ninguna advertencia. -El Incinerador sonrió con amargura. -¿Y sabes cómo es la gente como yo? No dejan que la prensa informe sobre nosotros.

-Resulta que conozco a alguien. -Respondió lentamente. -¿Conoces al del Ahogamiento?

Eso le dijo a Kaen lo que necesitaba saber.

-Ah, así que se trata de él. He oído que uno era bastante horrible. No tiene principios, así que no discrimina con sus víctimas.

-Yo fui quien lidió con ese incidente.

-¿Lo hiciste? Tiene sentido. Los casos de Demonios Homicidas Prohibidos no se denuncian al público en general, así que si lo sabes, no debes ser parte del público en general.

Así es.

Nunca se informaba que los Demonios Homicidas estuvieran detrás de los asesinatos que causaron. El perpetrador no podía ser juzgado bajo la ley ordinaria. En lugar de ir a la comisaría o al juzgado, el sospechoso era llevado a otro lugar. Y para guardar las apariencias, la versión oficial sería que el criminal se resistió al arresto y fue asesinado a tiros por la policía. La lista de policías incluía nombres inexistentes para crear policías que solo existían en el papel, así que cuando ocurría uno de esos incidentes, esos policías ficticios eran despedidos como los que habían disparado al criminal.

¿Por qué lo sabía?

¿Por qué lo sabía directamente y no solo por su cercanía a Tokime?

Y...

Cuando Karuhane Tokime desarrolló un trastorno del sueño después, ¿por qué su aroma era lo único que la dejaba dormir?

-¿Salvaste a esa chica?

-Sí.

-Eso explicaría por qué está tan apegada a ti.

-Pero ese apego no es sano. Si la hubieran cuidado adecuadamente en aquel entonces, quizá no habría desarrollado su trastorno del sueño.

-Si eso te molesta, entonces debes ser una buena persona. Una persona normal estaría encantada con las ventajas de tu puesto.

-Ese es el problema. No puedo evitar sentir que me estoy aprovechando de lo que pasó.

-No importa lo que hagas, no creo que tener buenas intenciones te convierta en mala persona.

-¿Y tienes buenas intenciones al querer matarla?

-Sí.

-¿Y por eso debería creer que eres una buena persona?

-Alivio el sufrimiento de la gente. Esa es mi buena intención.

-Entonces debo vencerte.

-Si eso es lo que has decidido, entonces tendré que matarte también.

-Oh, no soy igual que tú. No te mataré.

-Bueno, no lo harás. Porque te mataré.

Ambos inhalaron y exhalaron lentamente.

Narishima Iruka agarró algo parecido a un saco de arena largo que estaba junto a él en el porche. Contenía más de diez tubos de metal de unos dos metros de largo.

-¿Esa es tu arma? Parece la estructura de una tienda de campaña.

-Me avergüenza admitir que no tengo muchas armas por la casa.

-No me sorprende. Todos los Demonios Homicidas somos así. Te reirías si supieras cuál es mi arma.

-No, no soy un Demonio Homicida.

Iruka se levantó lentamente del porche con el enorme saco de tubos de metal al hombro.

-Soy lo opuesto a ustedes, Demonios Homicidas.

El rostro de Kaen se relajó con una sonrisa.

-¿Dices ser lo opuesto a mí? ¿De Honoyama Kaen de la Incineración, Killer Device?

El rostro de Iruka se tensó.

-Sí. Mientras tú matas gente dondequiera que vayas, yo salvo gente dondequiera que vaya.

No había necesidad de irse a otro lugar para luchar.

Ese nuevo distrito residencial estaba casi completamente vacío. Y lo más importante, los incidentes de los Demonios Homicidas no se hacían públicos. No importaba cuántos testigos hubiera.

-…

-…

Narishima Iruka y Honoyama Kaen.

Se encontraban a unos 7 metros de distancia. El patio solo tenía césped y un árbol pequeño, pero el muro bajo de bloques de hormigón se interponía entre ellos.

Y.

Sin previo aviso.

Las llamas explosivas de Kaen volaron el muro de hormigón. Iruka respondió hundiendo los dedos en la larga bolsa de tubos metálicos. La usó para apartar los numerosos fragmentos de piedra que volaron hacia él.

Kaen blandió las manos formando arcos entrecruzados.

Esto produjo dos lanzas de fuego que se dispararon hacia Iruka.

-¿¡!?

Inmediatamente saltó a un lado, pero no era precisamente ágil cargando una bolsa de varios kilogramos. Las dos lanzas de fuego se estrellaron contra el lugar que acababa de dejar y explotaron. La onda expansiva silenció todo sonido mientras volaba hacia él.

Inmediatamente levantó la larga bolsa, pero eso fue todo lo que pudo hacer.

Él y su escudo fueron derribados del suelo. Voló sobre el muro a una velocidad aterradora y rodó por el patio de la casa vacía de al lado.

-Muy inteligente.

Kaen de la Incineración volvió a volar el muro con sus llamas y caminó lentamente hacia él. Los fragmentos de la pared impactaron contra la tierra del patio y el grifo.

-Me refiero a esas tuberías de metal. El truco está en usar un montón en lugar de una sola, ¿no? Es cierto que un saco de arena absorbe la fuerza de un golpe más que una roca sólida. Si elegiste esa arma pensando en la defensa, entonces me gusta tu estilo.

Iruka se incorporó vacilante y Kaen le sonrió.

-¿Se supone que eso es un cumplido? -Preguntó.

-Oh, claro. Aunque eso no significa que te guste el resultado.

En ese momento, Iruka vio una luz que llenaba una ventana del segundo piso de su casa.

El pánico se reflejó en sus ojos.

(¡Oh, no!)

Todo el ruido había despertado a la chica dormida.

¿Qué haría Karuhane Tokime al darse cuenta de que no estaba a su lado?

(¿Podría escaparme para alejar a este Demonio Homicida?)

Si salía corriendo del patio antes de que Tokime se diera cuenta del alboroto y saliera, ¿lo perseguiría Kaen? ¿Y eso la alejaría de Tokime?

Lo consideró, pero finalmente negó con la cabeza. No funcionaría. Karuhane Tokime era la máxima prioridad del Demonio Homicida y Narishima Iruka era solo un obstáculo. Si huía, el Demonio Homicida lo dejaría ir y continuaría con gusto para acabar con su verdadero objetivo.

(¡Entonces tengo que acabar con esto rápido!)

Iruka apretó los dientes y corrió hacia adelante.

La única opción era someter a este Demonio Homicida antes de que llegara Tokime. Estaban a solo 7 metros de distancia, así que solo necesitaba dos o tres pasos antes de que la larga bolsa pudiera alcanzarla. Se obligó a concentrarse en ese hecho mientras avanzaba.

Pero entonces, una explosión estalló detrás de él.

-¡Gah!

No pudo reaccionar a la repentina explosión proveniente de una dirección completamente inesperada, así que perdió el equilibrio y casi se cae hacia adelante. Sabía que todo habría terminado si caía, así que frenó desesperadamente para recuperar su cuerpo desequilibrado.

Kaen balanceó su brazo.

Se preparaba para lanzar una lanza de fuego directamente hacia Iruka mientras este frenaba rápidamente.

-¡¡¡Esto es malo!!!

Narishima Iruka intentó sujetar la bolsa larga frente a él para defenderse.

Esta vez, la segunda lanza de fuego apareció a sus pies y se disparó hacia arriba como un gancho.

La bolsa larga que sostenía salió despedida como un cohete.

Y mientras la sorpresa tiñó su rostro, la primera lanza de fuego se clavó sin piedad en su costado.

-¡¡¡¿¿¿???!!!

Y entonces explotó.

Iruka salió despedido hacia atrás. Sus extremidades se agitaron violentamente en el aire. Tras estrellarse contra el suelo, rodó violentamente durante un rato. Tardó más de tres segundos en detenerse por completo.

Con un sonido desagradable, la bolsa larga se partió en dos en el aire. Los numerosos tubos de metal se desbordaron como lluvia. Cayeron sobre la hierba, sobre el camino de ladrillos, sobre el grifo de agua y sobre el cuerpo desplomado de Iruka. Pero ya no podía esquivarlos. Ya no le quedaban fuerzas.

Kaen pareció un poco sorprendida.

-Saltaste hacia atrás justo antes de que te golpeara, ¿verdad?

-¿Eso acaso… significa algo? Siento como si... todos mis órganos se hubieran revuelto dentro de mí.

Reprimió las crecientes ganas de vomitar y forzó las palabras.

Una vez que ella supiera que ya no podía luchar, Kaen perdería el interés en él. Y sabía exactamente adónde se dirigiría su interés a continuación.

-Definitivamente logró algo. Ese ataque debería haberte destrozado los órganos. Si lo hiciste a propósito, entonces necesito ajustar mi evaluación de ti.

(¿…?)

Kaen parecía molesta, pero pronto volvió a sonreír.

Era la sonrisa suave y gentil de quien recibe a un amigo que regresa del trabajo.

-Ahora, ¿cuánto durará esto?

-¿?

Cuando Iruka lo miró perplejo, vio una nueva luz encendida en su casa. Esta no era de su habitación. Probablemente era la luz del pasillo.

-Bh… no me digas.

-Esa chica debe haber oído todo el ruido de aquí afuera. No parece que esté segura de que el ruido esté relacionado contigo, pero ¿qué pasará cuando se dé cuenta de que no estás en casa?

-¡¡…!!

Se encendieron más y más luces en el segundo piso de su casa. Parecía que Tokime revisaba cada habitación por turnos.

Debería terminar pronto con el segundo piso. Ah, ¿y también revisará todo el primer piso? Seguro que se fijará en el estado del jardín cuando revise la sala, pero ¿qué hará entonces?

Kh.

Iruka intentó moverse desesperadamente mientras se desplomaba en el suelo.

Su boca tembló de forma antinatural y soltó un suspiro áspero. Su mano derecha tocaba una de las tuberías metálicas esparcidas. Pero incluso apretando los dientes con esfuerzo, mover la punta de un dedo era lo máximo que podía hacer. No tenía la fuerza suficiente para siquiera agarrar la tubería que ya estaba tocando.

Kaen sonrió.

Honoyama Kaen le dedicó una sonrisa amistosa.

-Parece que crees que deseo este tipo de situaciones, pero en realidad no.

-¿Qué?

-Puede que te sorprenda, ya que uso fuego, pero creo que el dolor debería minimizarse. Las personas están hechas para que bloqueen sus sentidos cuando están en shock. Así que, si las matas con un solo ataque sorpresa, las llamas las abrazarán suavemente y las sacarán de esta vida sin dolor.

-Nunca había oído... nada parecido.

-¿En serio? ¿Aunque seas psicólogo? Quizás tu especialidad sea diferente. Por otro lado, es difícil obtener muestras. La pérdida de la sensibilidad por la sorpresa solo dura un instante, así que no puedes esperar que logre mucho éxito con formas de sorpresa no letales.

Se encendió una luz en la entrada del primer piso.

Kaen la observó con alegría en los ojos.

Una pregunta se le ocurrió a Iruka.

Sabía que no podía esperar una respuesta adecuada de un Demonio Homicida, pero preguntó de todos modos.

-¿Por qué?

-¿Hm?

-¿Por qué intentas matarla?

-Porque parece estar sufriendo. -Respondió Kaen. -¿Pensabas que tenía alguna forma especial de pensar ya que me conocen como Killer Device? Personalmente, creo que es normal. Me duele. Me duele ver a la gente sufrir o sufrir. Así que quiero hacer algo al respecto. Quiero usar todo mi poder para ayudar. Y al liberarlos de su sufrimiento, puedo liberarme del mío. Simple, ¿verdad?

-¿Por eso…?

-Es mi regla. Pero, por desgracia, mi poder es bastante limitado en sus usos. Ojalá tuviera una mejor variedad.

Lo dijo todo con claridad, sin intentar ocultar nada.

En el fondo, era simple bondad.

Ese era su motivo.

No era una idea extraña y horrible que la gente normal jamás podría imaginar, como amar solo a quienes les sacaste un ojo o arrancarle la lengua a alguien porque no se callaba.

-Estás loca.

-¿Lo estoy? -Honoyama Kaen no le dio mucha importancia a su acusación. -Este es el único método disponible, pero aun así quiero hacer algo para ayudar. Entonces, ¿cuántos amigos perdió esa chica en el Caso 81 del Demonio Homicida Prohibido, también conocido como el Caso del Ahogamiento? ¿Cuántas décadas más tendrá que seguir sufriendo esas pesadillas? ¿No ha sufrido ya bastante? ¿No deberíamos liberarla de todo eso?

Las llamas parpadearon en la mano de Kaen.

Y la luz proyectó un profundo contraste en su rostro sonriente.

-Así que es hora de matarla. Así es como salvaría a esa chica.

Esa sola palabra detuvo el tiempo para Narishima Iruka.

Salvaría. Honoyama Kaen dijo que eso salvaría a la chica. Dijo que le dolía ver sufrir a la gente, así que quería sonreír junto con todos liberándolos de ese sufrimiento.

-Cansada. Cállate. Buahhh.

Eso era exactamente lo mismo que Iruka había estado pensando. Había poca diferencia entre las motivaciones de Kaen e Iruka. Pero ese punto de partida era lo único que tenían en común. Sus métodos no podrían haber sido más diferentes.

-No te preocupes. No tengo hambre cuando duermo.

Iruka estuvo de acuerdo en que la situación actual de Karuhane Tokime no podía describirse como feliz. ¿Qué había perdido en ese incidente y qué quería de él? No podía dormir. A primera vista, eso era todo lo que parecía, pero ¿cuán profundas eran las cicatrices y la oscuridad que se ocultaban bajo la superficie?

Porque era psicólogo, lo sabía.

Y porque ella confiaba en él y se abría a él, lo sabía.

-Es mi regla. Pero, por desgracia, mi poder es bastante limitado en sus usos. Ojalá tuviera más variedad.

Sí, estaba dispuesto a admitirlo. No podía salvar a Tokime. Su conocimiento especializado se lo decía con demasiada claridad. No quería saberlo, pero era un hecho innegable.

-¿No ha sufrido ya bastante? ¿No deberíamos liberarla de todo eso?

Pero.

-Entonces es hora de matarla.

Sin embargo.

-Así es como salvaría a esa chica.

¿Significaba eso que podía aceptar esa otra conclusión?

Era cierto que Narishima Iruka no podía salvar a Karuhane Tokime. Probablemente, incluso el mejor psiquiatra tendría dificultades para salvarla. Incluso si alguien dedicara toda su vida a liberarla por completo de esa oscuridad, las probabilidades solo serían del 50%, o incluso peores.

Pero.

¿Matarla era realmente la solución solo porque él no podía salvarla?

¿Podría alguien más tomar esa decisión por ella y poner fin a su vida?

La liberaría de su sufrimiento.

¿Pero realmente se justificaba con esas palabras?

-Al diablo con eso.

Iruka ni siquiera necesitaba considerarlo, así que apretó los dientes y habló.

-¿Qué? -Preguntó el Demonio Homicida.

-Digo que no te corresponde decidir qué significa salvarla.

Apretó los dientes.

Aún le quedaban fuerzas para hacerlo. La fuerza se concentró en sus dedos, supuestamente inmóviles. Agarró el tubo de metal que era su única arma.

Lo apretó con fuerza.

-¿Lo pidió? ¿Dijo siquiera una vez que quería morir? ¡Claro que no! Si nunca he oído algo así, ¿qué sabría alguien que ni siquiera la conoce?

Movió sus piernas temblorosas.

Reunió fuerzas como si estuviera desgarrando la tierra del patio.

Narishima Iruka intentó levantarse desesperadamente.

-No hables de la gente basándote en tu imaginación. No tomes decisiones sobre ellos basándote en tus delirios. ¿Dices que te duele ver sufrir a la gente? Así que, en el fondo, solo intentas sentirte mejor. ¿Qué? ¿No tienes la fuerza para velar por esa gente que sufre? ¿No tienes la bondad de observarlos sin interferir mientras sufren y sufren y sufren hasta que puedan volver a valerse por sí mismos?

Su cuerpo temblaba.

Parecía como si una ligera brisa fuera a derribarlo.

Pero Iruka no se cayó.

Se levantó lentamente, muy lentamente, como si levantara una pesada barra.

-Dices que salvas a la gente a través de la muerte, pero ¿a quién estás salvando realmente? ¿A Karuhane Tokime o a ti misma?

Honoyama Kaen sonrió ante las palabras de un hombre al borde de la muerte.

Era una sonrisa divertida pero amarga.

-Dices eso, pero ¿no es la idea de que intentan valerse por sí mismos solo producto de tu imaginación y especulación?

-Lo admito. -Respondió Iruka con entusiasmo. -Soy igual que tú.

-…

-Yo también quiero que las cosas se hagan a mi manera. Si de verdad quisiera morir, dudo que pudiera aceptarlo. Me resultaría insoportable verla desear la muerte.

Se apresuró a presentar su propia justificación.

Admitió que no había justicia aquí. Era un enfrentamiento entre dos santurrones egoístas.

Y decía que no había necesidad de ocultarlo.

Prácticamente gritaba que no necesitaba encubrir su horrible deseo.

-Quiero que viva. Y entiendo lo egoísta que es eso.

Honoyama Kaen lo miró fijamente.

Escuchó las palabras de Narishima Iruka, comprendió qué sentimientos las alimentaban y pensó en el camino que lo habría llevado hasta allí.

-Me duele. -Dijo. -Me duele ver cómo vives.

La suave sonrisa en su rostro no encajaba en absoluto con la situación.

Por primera vez, Honoyama Kaen de Incineración blandió las llamas con preocupación por Narishima Iruka en su corazón.

-Qué coincidencia.

Narishima Iruka sonrió en respuesta.

Movió su rostro herido para formar una sonrisa verdaderamente feroz.

-A mí me molesta ver cómo vives.

-¿Necesitamos una señal?

-No.

Estaban a 10 metros de distancia.

El arma de Narishima Iruka, la bolsa larga, ya se había roto. Solo le quedaba un tubo de metal. Si bien esa arma podía matar a un humano si lo golpeabas con suficiente fuerza, era demasiado débil contra Honoyama Kaen, quien podía usar libremente llamas y explosiones.

En cuanto dejó de respirar, ella agitó el brazo y las llamas rugieron. Una luz naranja y calor surgieron de la nada y volaron hacia el rostro de Iruka como una lanza.

-¡¡¡!!

Inmediatamente rodó hacia un lado. Las llamas explotaron repentinamente en el espacio que acababa de dejar. En lugar de luchar contra la explosión, continuó rodando hacia un lado, pero una segunda y una tercera ola abrasadora se dirigieron hacia él.

Blandió su tubo de metal.

Con su acción imprudente, parecía que intentaba apagar el fuego, pero el tubo silbó en el aire.

Y en lugar del ataque de Kaen, el golpe destruyó el grifo de agua instalado en un extremo del patio.

(¿¡!?)

Una de las mejillas de Kaen se tensó.

El agua clara brotó como una fuente y volvió a caer como si saliera de un aspersor. Las gotas brillantes de agua se evaporaron mientras las llamas intentaban perforar el cuerpo indefenso de Iruka. Pero entonces las llamas se detuvieron.

En cuanto llegaron al campo de agua creado por la fuente, las llamas parecieron detenerse antes de oscilar y desaparecer en la oscuridad de la noche.

Kaen entrecerró solo un ojo.

-Así que te diste cuenta.

-Parece que sí. Si eso hubiera fallado, me habría muerto al instante, así que no estaba cómodo con tener que probarlo sobre la marcha.

Kaen lanzó otra llama, pero también fue bloqueada por la zona de la fuente y se apagó como una vela.

Iruka balanceó su tubo de metal horizontalmente como para sacudirse el agua.

-Usas explosiones de polvo, ¿verdad?

-Es mi arma principal, pero también tengo algunos trucos con combustibles sólidos. Las explosiones de polvo por sí solas no me permiten crear columnas de fuego.

Kaen esbozó una sonrisa muy, muy tenue.

Iruka ignoró el agua que seguía cayendo sobre él.

-¿Algunos trucos? Dudo que eso te baste para lograr todo eso.

-Je, je. Me pusieron un nombre tan interesante porque puedo lograrlo. Primero, elijo el Punto de Explosión A. Luego esparzo un poco de polvo allí para facilitar la explosión de polvo. Luego esparzo un poco de polvo a lo largo de una línea que me conecta con el Punto de Explosión A para crear la Mecha B. Después, uso las chispas en mi mano para encender la Mecha B y eso lleva el fuego directamente al Punto de Explosión A.

Las explosiones de polvo eran un fenómeno que ocurría cuando cierta densidad de polvo flotaba en el aire. Podían prevenirse mojando el polvo del aire, como Iruka había hecho con el agua.

Eso parecía un método innecesariamente complicado, pero su regla pudo haber influido. A Kaen le gustaba minimizar el dolor usando la sorpresa. Así que buscaba métodos de muerte más elaborados.

-¿Y cuándo te diste cuenta? ¿Cuando te ataqué directamente en el estómago?

-Sí. Normalmente, simplemente saltar hacia atrás no habría anulado un impacto que se mueve como un objeto. Pero no es que lo hubiese recibido y el ataque frenase. Había escapado del alcance efectivo de la explosión de polvo que definiste.

-Así es, ¿pero de verdad fue eso todo lo que necesitaste saber?

Kaen parecía divertida.

Pero Iruka no pasó por alto el ligero temblor de sus labios.

Su estado mental podía ser similar al de un mago de escenario. No tenía ningún problema en montar su espectáculo de incineración, pero no quería que se revelaran sus trucos tras bambalinas.

-No. Admito que no fue justo, pero te investigué con antelación. Eres un Demonio Homicida que elige matar en días con buen tiempo, ¿verdad?

Esta vez, Kaen chasqueó la lengua con una expresión amarga.

-Ninguno de mis asesinatos fue reportado al público en general, así que ¿cómo tienes una cuenta precisa de los días en que ocurrieron?

-Oh, no te preocupes. No formo parte de esa tetralogía archivada conocida como Conocimiento Previo.

-Maldita sea.

El disgusto cubrió el rostro de Kaen al oír el nombre de esa organización.

E Iruka sonrió levemente, como si indicara que esa era la reacción que esperaba.

La tensión entre ellos aumentó.

Midió la distancia entre ellos.

Era de unos 8 metros. Mientras tanto, el rociado de agua solo llegaba a unos 3 metros alrededor del grifo. Eso simplemente no era suficiente. Tendría que entrar en el rango de la explosión de polvo si quería alcanzar a Kaen.

Pateó una piedra a sus pies.

Una pequeña explosión cerca de su rostro la desvió hacia un lado.

-Hm. Bueno, mirarnos fijamente no servirá de nada. Si no te interesa pelear, primero me encargaré de esa chica.

Kaen sonrió.

Ella sonrió y dejó que las llamas danzaran en su mano.

-Eso no será necesario. -Dijo Narishima Iruka. -Vuelve tu atención en esa dirección solo una vez y caerás al suelo de inmediato.

Dio un paso al frente.

Se preparó para abandonar la zona de seguridad temporal creada por el agua.

-¿Hablas en serio?

-Sí.

Dio otro paso.

Si salía un solo paso del radio del agua, las llamas de Kaen podrían alcanzarlo. Ella tendría el control total. Se había defendido de sus llamas una vez al descubrir qué las causaba, pero aún no podía detenerlas sin agua.

5 metros.

Estaban muy cerca, pero las llamas de Kaen lo hacían completamente intransitable. Basándose en la lucha anterior, Iruka no podía hacer nada para escapar de su alcance. Antes de que pudiera alcanzarla, ella fácilmente reduciría sus huesos a cenizas y las dispersaría con una explosión.

-¿Intentas que te maten?

-No.

-¿Crees que puedes derrotarme con solo ese tubo?

-Ah, entonces te diste cuenta.

-¿?

-¿Sabes para qué se diseñaron originalmente las tuberías?

La siguiente acción de Iruka fue muy simple.

Clavó con fuerza la tubería en diagonal en el grifo roto.

-Ah…

La mente de Kaen se quedó en blanco.

La lluvia artificial desapareció. El agua, en cambio, corrió por la tubería como si fuera una manguera. Iruka presionó el pulgar contra el otro extremo de la tubería para cubrirlo parcialmente. Y como si apretara el extremo de una manguera de goma, un torrente de agua salió disparado del estrecho espacio.

Salió disparado hacia Kaen.

Fue como si hubiera alterado a la fuerza la dirección de la fuente.

Fue como si hubiera construido un puente entre él y Honoyama Kaen.

Sus explosiones de polvo eran inútiles cuando el polvo desaparecía del aire.

Así que eso fue lo que hizo.

-¿¡!?

Kaen intentó inmediatamente alejarse del alcance del agua.

Pero Iruka corrió hacia ella. Soltó la tubería, apretó el puño y corrió por ese camino recto protegido por el velo de agua.

Kaen movió los dedos, pero las pequeñas chispas no produjeron llamas.

Con un sonido sordo, la fuerza del golpe de Narishima Iruka recorrió todo el cuerpo de Kaen.


Honoyama Kaen yacía boca arriba en el césped.

El suelo estaba empapado y el barro le resultaba asqueroso en el pelo y la piel. Ya no podía usar sus explosiones de polvo. Pero no porque aún hubiera agua en el aire. El polvo que había escondido en su ropa había absorbido el agua y se había aglomerado, así que ya no podía lanzarlo al aire. También tenía combustible sólido, pero solo lo usaba para apoyar sus explosiones de polvo y no podía usarse como arma independiente.

Narishima Iruka estaba sentado a poca distancia.

Por la forma en que estaba desplomado en el suelo empapado, dudaba que pudiera moverse mucho. Pero debería haber sido pan comido para él derrotar a Kaen ahora que había perdido su arma decisiva.

Sin embargo, no la iba a matar.

No era un Demonio Homicida, así que no la mataría.

Aunque la propia Honoyama Kaen deseara la muerte.

Sin importar qué.

-¿Me equivoqué? -Preguntó Kaen con los labios temblorosos. -Había unos padres que contrataron un seguro de vida para pagar la cirugía de su hija. Y había una niña enferma que deseó la muerte para evitar que sus padres desearan la muerte para curarla. ¿Acaso su determinación fue retorcida? ¿Y me equivoqué al hacer lo que hice?

Esa pregunta contenía su razón de ser.

Iruka guardó silencio un momento antes de responder.

-Fue retorcido y te equivocaste. Pero ya lo sabías, ¿verdad?

-Sí. -Kaen sonrió. -Si lo que necesitaban era dinero, podría haberles dado dinero. Si lo que ella quería era detenerlos, podría haberlos persuadido con palabras. Definitivamente fue retorcido y definitivamente me equivoqué.

Era una sonrisa llena de autodesprecio.

-Entonces, ¿por qué no pude elegir hacer ninguna de esas cosas?

Incluso mientras derramaba lágrimas, la sonrisa permaneció hasta el final.


El clima era excelente a la mañana siguiente.

Pero eso solo acentuó los daños causados al patio de la casa Narishima (y al patio de la casa vacía de al lado). Había rumores de una explosión de gas porque la gente había escuchado varias explosiones fuertes durante la noche, pero la verdad nunca saldría a la luz. Los casos de Demonios Homicidas Prohibidos nunca se reportaban.

Karuhane Tokime parecía seguir enojada. Aunque su enojo podría tener más que ver con que él se alejara de ella durante la noche que con el estado del patio.

-Iruka-san, voy a salir un rato.

-Ah, claro, claro. Veo que hoy llevas algo razonable. Ahora, supongo que debería preguntar: ¿adónde vas?

-Hace tiempo que no voy, así que vuelvo a casa de visita. Ah, y puede que me pase por casa de Kyouichirou Onii-chan a jugar.

-Ay. ¿Volverás esta noche?

-Estaría despierta toda la noche si no fuera así.

Tras ponerse los zapatos de calle en la entrada, Tokime golpeó el suelo con el talón para comprobar si le quedaban bien.

Iruka la observó en silencio.

Se preguntó si habría visto la batalla de la noche anterior. Probablemente sí. La pelea había tardado demasiado en terminar tras encenderse la primera luz de la casa.

Pero no había salido de casa descuidadamente.

Tanto Iruka como Kaen la habían subestimado. Era la única superviviente del Caso del Ahogamiento, así que era aún más cautelosa con los Demonios Homicidas que la mayoría de las personas. Y sabía que Iruka tenía la capacidad de oponerse a ellos. Porque lo había visto hacerlo de cerca una vez.

(¿Entonces oyó todo eso?)

Iruka frunció el ceño al recordar lo sucedido la noche anterior. Le avergonzaban las tonterías que había dicho.

Y Tokime sonrió, como si hubiera entendido su expresión.

Sonrió e hizo una pregunta.

No dio ninguna introducción tediosa ni una amable contención. Fue directo al grano.

-¿Te arrepientes?

No sabía qué significaba salvar gente.

Tuvo que reírse de sí mismo por decir que salvaba gente dondequiera que iba.

Al final, era apenas lo opuesto a un Demonio Homicida.

Simplemente era alguien que se empeñaba en no quitar vidas.

Aunque eso no significaba necesariamente que pudiera salvar a alguien.

-No, en absoluto.

Sin embargo, esa fue su respuesta.

Él creía que ser capaz de decir eso con una sonrisa es lo que lo convertir en el Interminable que jamás se rendiría ni terminaría con una vida.

  1. Palabra nueva, digeusia es una alteración en el sentido del gusto que hace que los alimentos tengan sabores distintos y a veces desagradables.
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