Zaregoto (Español): Volumen 1: Capítulo 2.2
0[edit]
¿Qué es lo que intentabas hacer exactamente?
1[edit]
La comida la preparó Hikari-san. Yayoi-san se había quejado de que estaba demasiado estresada y ahora mismo se encontraba descansando en su habitación. Desde luego parecía bastante pálida cuando pasamos por su habitación.
—No es comparable con lo que nos prepara Yayoi-san, pero, por favor, disfrutadla —dijo Hikari-san con una tímida sonrisa, tras lo cual abandonó el comedor.
De esta forma quedábamos Kunagisa y yo… y Maki-san, quien parecía estar en mitad de la comida. Hice lo que pude para ignorarla al mismo tiempo que me atiborraba de la comida de Hikari-san. Kunagisa no parecía tener hambre así que era solo una acompañante, con la mirada perdida hacia el techo.
—Oye, chaval —como era de esperar, Maki-san iba a meterse un poco conmigo—. Parece que te has estado divirtiendo un poco. ¿Eh? ¿Eh?
—¿No es esto lo que dijiste que iba a pasar?
—¿Hmm? ¿A qué te refieres?
—Eso de que las cosas se iban a empeorar antes de ir a mejor. ¿No es eso lo que dijiste en la cena de anoche? Que predicción más encantadora.
—Noto un deje de sarcasmo en tu tono, pero lo pasaré por alto y lo tomaré como un cumplido.
—Si sabías que esto iba a suceder, ¿no podías haberlo prevenido?
—No. Todo lo que puedo hacer es ver y escuchar. Creo que estás malinterpretando mis habilidades. Las habilidades psíquicas no son tan convenientes. Te lo dije antes, ¿no es así? Es como ver la televisión. ¿Puedes alterar los contenidos de un programa de televisión?
Me dirigió una sonrisa burlesca al mismo tiempo que daba un bocado a la comida. Pensé que algo en ella me recordaba a Kunagisa. Era inmadura emocionalmente y al mismo tiempo parecía, de alguna forma, iluminada. Tras el asesinato de Kanami-san parecía completamente imperturbable. De hecho, parecía como si nada pudiese perturbarla.
—Entonces, por favor, infórmanos, ¿qué es lo que va a pasar a continuación?
—Claro. Si me pagas.
De repente parecía furiosa, y sin decir una palabra se levantó y salió a toda prisa del comedor. ¿Por qué estaba tan enfadada?
—Eso fue muy frío por tu parte, Ii-chan.
—¿El qué?
—Olvídalo. Si has acabado de comer volvamos a mi habitación. Tenemos cosas que hacer.
—Vale, de acuerdo.
Maki-san debía ser una persona temperamental. Decidí asumir que ese era el caso y no darle más vueltas. No quería saber qué clase de oscuridad yacía en el corazón de una persona que lo sabía todo.
Regresamos a la habitación de Kunagisa. Primero descargamos las fotos digitales en el ordenador con una tarjeta USB. Después encendió la estación de trabajo e insertó un disquete.
—¿Qué hay en ese disco? —le pregunté.
—Herramientas. Creación propia, por supuesto. Están programadas de forma que solo puedan ejecutarse en esta estación de trabajo, así que si pierdo el disco no importará. Ahora, lleguemos al fondo del asunto.
Para dejarlo claro, lo que Kunagisa estaba a punto de hacer era ilegal. Aunque supongo que también lo puedes llamar "investigación". Incluyendo a Kanami-san, éramos doce personas. Si nos excluimos Kunagisa y yo, quedaban diez. Según teníamos pensado, Kunagisa iba a revisar el pasado de estas diez personas y descubrir quién conocía a quién.
Kanami-san había sido asesinada. Debía haber una razón para ello. Por supuesto, existen asesinatos sin razón aparente, pero el primer tipo es abrumadora, absoluta y deprimentemente más común. Supuestamente, todos los aquí presentes nos conocimos por primera vez en la isla pero, ¿y si ese no fuese el caso? La posibilidad existía, y solo pensándolo no conseguiríamos nada.
Y por ende, para Tomo Kunagisa, líder del "equipo" que había transformado el mundo virtual del pasado siglo en un auténtico caos, era la hora de actuar.
—¿Así que, qué hacemos ahora?
—Primero voy a acceder al equipo de alto rendimiento que tengo en casa. Esta estación de trabajo no tiene el poder que necesitamos.
—¿Incluso con los terabytes que tiene?
—Eso no tiene nada que ver. Ii-chan, realmente no sabes nada, ¿verdad?
—Deja de decir eso. Puede que no sepa tanto como tú, pero algo sé. Al menos hice un curso de ingeniería electrónica en Houston.
—¿En serio? Suena a mentira. ¿No eras de los que siempre solía ir a la tienda y decías «¿puede copiarme este disco? Aquí tiene diez yenes»?
—Eso era antes de ir a Houston.
Maldita memoria la suya.
—Bueno, da igual. Si tú lo dices —me dijo—. De cualquier forma, voy a preparar diez servidores UG en plataformas y contactaré con Chii-kun.
—¿Chii-kun? Nunca había oído ese nombre.
Pero podía suponer que era un miembro del "equipo". Le pregunté si lo era y asintió.
—Chii-kun estaba encargado principalmente de las "búsquedas". No hay nada en el universo que no pueda localizar.
¿En el universo?
Era un paquete de talentos bastante extraño desde luego.
—Tiene una personalidad terrible pero es un buen tipo.
—No es la persona que hizo ese sistema operativo, ¿verdad? Ese fue Atchan, ¿no? ¿Y qué es lo que está haciendo ese tal Chii-kun?
—Está en la cárcel. Tiene una sentencia de 150 años. Oh, más ocho años; 158 años. Siguió hackeando por su cuenta después de que se disolviese el equipo e intentó entrar en la base de datos del G8, pero lo cogieron. Llegó muy lejos pero se quedó atascado en la ochentaiochoava línea de defensa. Je je, si te haces muy bueno en algo siempre te cogen por algo sencillo.
—Desde luego sabes mucho sobre ello.
—Sí. Fui yo la que diseño esa línea de defensa.
No contesté.
—Oí un rumor de que Chii-kun estaba tras información de alto secreto de la ONU. No podía dejar ocurrir algo así, así que contacté con un par de amigos y preparamos la defensa. Incluso aun así lo logramos por los pelos, lo que es una prueba de su habilidad.
—¿Así que, así es como acabó en la cárcel? ¿De verdad crees que nos va a ayudar? De hecho, ¿cómo nos puede ayudar desde la cárcel? No tienen internet allí, ¿no es así?
—Siempre hay una excepción a la regla, ya sabes. Y Chii-kun resulta ser bastante excepcional. Y desde luego nos ayudará. Chii-kun no es del tipo que guarda rencor por cosas sin importancia.
Continuó tecleando mientras hablaba. Ya no tenía idea de lo que estaba haciendo.
—¿Por qué lo llamas Chii-kun?
—Su nick en la red es Cheetah, guepardo en inglés.
—Un apodo acertado, ¿eh?
—Sí, bueno, es un tío rápido. Dicen que ha chocado contra coches.
—¿Conduciendo?
—No, corriendo. Estoy seguro de que es la única persona en Japón que ha sido multada por chocar contra un coche a pie.
¿Qué clase de locura es esa? ¿Acaso Tomo atrae a este tipo de personas como un imán? No, quizás es mejor que el talento atrae al talento.
—No nos presentes nunca.
Parecía el tipo de persona que preferiría observar desde la distancia.
Kunagisa asintió.
—Lo pillo. Todos tenemos reglas después de todo. Nunca nos presentamos amigos del otro sin importar el qué. Porque los amigos no son información. Yo tampoco quiero que me presentes a ningún amigo tuyo, Ii-chan.
—Claro… ¿Así que supongo que solo tengo que dejártelo todo a ti entonces? Si vas a hablar con ese tipo probablemente no deba estar presente, ¿eh? Y también tengo un par de sitios que visitar.
—Paz —me despidió Kunagisa.
Después de esto, abandoné la habitación y me dirigí hacía las escaleras. Me detuve a tomar aliento y comencé a bajar hacia la entrada. Me dirigía a la habitación de Iria-san. Hikari-san me había dado indicaciones antes, así que no creo que hubiese peligro de que me perdiese.
Incluso en una mansión como esta, donde todo era de la más fina calidad, la puerta de su habitación era de una artesanía excepcional. Dudaba si el sonido de mis nudillos alcanzaría el otro lado de tan maciza puerta. Sin embargo, después de intentarlo, la onda sonora pareció haber llegado dentro, y mi llamada fue contestada por un «¡Adelante!»
Abrí la puerta y entré. La habitación era probablemente el doble de grande que la de Kunagisa. No parecía sacada de una película, era una película en sí misma. Era como el legendario Urashima Taro.
La frase "recibir una audiencia" me vino a la mente.
La sirvienta encargada, Rei-san, estaba sentada en el sofá, con Iria-san de pie a su lado. Debían estar en medio de una conversación.
Iria-san elevó la cabeza hacia mí.
—¿Ocurre algo? Esto…
Su expresión era de desorientación. Parece que había olvidado mi nombre. O igual no podía recordar siquiera haber escuchado mi nombre.
—Quería hablar con usted sobre algo.
—Desde luego. Toma asiento.
Me desconcertó su cooperación. Como ordenó, me senté en el sofá, el cual era incluso más ostentoso que el sofá de la habitación de Kunagisa. Era como sentarse en una nube.
—No dormí mucho la noche pasada. Estaba a punto de irme a la cama así que, por favor, sé breve—. Empezó a quitarse el vestido lentamente a medida que hablada, presumiblemente para ponerse el pijama. Rei-san inmediatamente se levantó, pero dudó si reprimir la conducta de Iria-san y al final no dijo nada.
De verdad, esto es lo que esperaría de una "mujer con clase". La mirada de un simple plebeyo no era nada para ella. Que chorrada.
—Iria-san, ¿por qué no quieres llamar a la policía?
Mi pregunta la hizo detenerse.
—Creo que ya he explicado eso. Si llamase a la policía tratarían a Sonoyama-san como una criminal.
—¿Pero no es eso lo mismo que estamos haciendo nosotros? La hemos encerrado. ¿No somos nosotros los que estamos cometiendo un crimen aquí?
—Dar resguardo a un criminal, encarcelamiento, y… abandono de un cuerpo, ¿cierto? —Continuó cambiándose—. ¿Qué problema hay con ello? Asesinato, robo… eso son crímenes. Y Sonoyama-san no está cautiva, en serio. Dio su consentimiento. Y además, ¿no eres tú el que lo sugirió en primer lugar?
Por supuesto, ese era el caso. No había nada que pudiese contestar a eso. Iria-san continuó.
—La gente aquí reunida son VIPs del mundo. Me niego a permitir que se conviertan en víctimas de este zafio gobierno. ¿Y por qué llamar a intromisiones excesivas? Nadie quiere eso. Además —sonrió— no importa quién lo hiciese, no tengo intención de entregar a nadie a las autoridades. Incluso si significa recurrir a la fortuna completa de la fundación de mi familia, yo estaré protegiéndole.
—¿Por qué?
—Porque los genios están por encima de la ley.
Sonaba completamente segura de lo que acababa de decir. Pero sus palabras no me sentaron bien. Significaba que si el criminal fuese Shinya-san o yo ella no nos protegería.
Dios, que sentimiento.
Vaya sentimiento más asqueroso.
—¿Cómo defines la palabra "genio"? —preguntó de repente Iria-san. —Bueno, ¿no lo describe Kretchmar como «un individuo capaz de tener un impacto fuerte y extraordinario en los valores asertivos de una vasta variedad de gente»? —le contesté después de pensarlo por un momento.
—Pregunto por tu opinión.
De verdad, vaya sentimiento más asqueroso.
Pero en realidad tenía razón. Después de pensarlo otra vez contesté de nuevo.
—Alguien que está "muy lejos". —Correcto —dijo Iria-san—. Has dado en el blanco.
—Tengo el presentimiento de que existe otra razón por la que no quieres llamar a la policía pero…
—¿Qué se supone que significa eso?
—Sólo lo digo. No significa nada.
—Bueno, entonces, ¿hemos acabado? Quiero acostarme.
Qué pérdida de tiempo. Era como si estuviésemos teniendo un debate pactado.
—Disculpe las molestias —le dije y me levanté del sofá.
Rei-san se levantó al mismo tiempo.
—Te acompañaré.
—No necesitas hacer eso, Rei —dijo Iria-san.
—Está bien, es mi trabajo, ¿verdad? Por favor discúlpeme, madame.
Rei-san y yo abandonamos la habitación juntos. Sentía como si necesitase lavarme, pero bueno, esperaba algo así como mínimo. Tomaría algo más que un leve esfuerzo convencer a alguien como Iria-san.
—Por favor no te tomes a mal lo que dijo, —dijo Rei-san suavemente mientras caminábamos—. No es la persona más sensible que existe.
-Claro.
Pensándolo bien, esta era la primera vez que hablaba con Rei-san de esta forma.
—De cualquier manera no me importa.
—Verás, ella está realmente encariñada con Aikawa-san. Esa es la razón por la que no quiere llamar a la policía.
—¿Aikawa? Oh, sí, la persona que llegará en seis días.
—Para ella esto es como un regalo de bienvenida. Sabes, Aikawa-san tiene una intuición especial para esta clase de incidentes y, bueno, no es una coincidencia que la ama usase el término "detective".
Interesante. Así que todo el paripé del asesinato era un regalo para este tío. Si esa era la verdad debía ser un tío escalofriante.
No.
Para decirlo claramente, quizás todo este incidente sólo era una forma de pasar el tiempo de Iria-san. Heredera exiliada en una isla por la Fundación Akagami. Desde luego no le faltaba dinero ni tiempo. Y ya había reunido a todos estos genios para su disfrute. ¿Podía ser que el asesinato era solo algún tipo de… evento especial?
Sacudí la cabeza. Lo estaba pensando demasiado. No existe gente así. La gente así no puede existir.
—Bueno, discúlpame por favor.
Rei-san me hizo una inclinación de cabeza enfrente de la puerta y volvió por donde había venido. Después de hablar con ella parecía inesperadamente amigable, así que me encontraba un poco retraído. Hikari-san la había hecho parecer muy estricta.
Pensar en ello me hizo algo de gracia. Mientras, regresaba a la habitación de Kunagisa y abrí la puerta. Dentro estaba Kunagisa cara a cara con la estantería de ordenadores, y una persona más; la última e inigualable adivina. ¿Por qué?
Maki-san estaba fumando, pero justo cuando entré se quitó el cigarrillo con el índice. Se levantó del sofá y se acercó para marcharse sin decir palabra. Pero cambiando de parecer a la mitad, golpeó mi pecho con la cabeza y me empujó fuera de la habitación con ella. Con una mano en la espalda cerró la puerta.
La miré sospechando de ello.
—Je je je —se rio infantilmente. Pero eso fue todo lo que hizo, sin ninguna intención de hablar.
—¿Ya estás de mejor humor?
—No es mi humor el que ha mejorado. Je je je. Eres tan descuidado. ¿O quizás sólo imprudente?
—¿A qué viene esto?
—¿Tienes algún autor favorito?
La conversación había perdido el rumbo.
—No.
—¿Y alguna celebridad?
—No.
—Eres muy aburrido. Bueno, tú sabes que hay alguna gente tiene alguna otra persona a la que admira, ¿verdad? Pero esas personas se dividen en tres categorías diferentes. Están aquellos que piensan «Lo amo, lo admiro, lo respeto, quiero estar a su lado». Inocente, ¿verdad? El segundo tipo es similar al primero, pero estos se separan completamente del objeto de su admiración, e incluso anteponen la vida de esta persona sobre la suya. Y finalmente, el tercer tipo de persona es la que piensa que mostrando interés en algún genio ellos mismos pueden absorber parte de esa genialidad e incrementar su propio valor a cambio. Es una especie despreciable y perturbada que solo vive de los demás. Ahora, ¿a cuál de estos tres tipos perteneces tú?
—El segundo, supongo.
—Correcto. Tan retorcida como pueda ser, incluso yo no puedo evitar conmoverme por tu lealtad hacia Kunagisa-chan —se burló—. Pero, dicho esto, ¿no estás siendo terriblemente descuidado? ¿Dejándola sola en la habitación así como así? ¿Qué pasaría si yo fuese el asesino? Si realmente quieres cuidar algo no deberías perderlo de vista ni por un segundo. Ten eso presente, chico.
Me dio dos palmadas en el hombro y desapareció cantando una canción.
Me quedé solo en el pasillo.
—¿Qué?
Mierda.
Me maldije a mí mismo, abrí la puerta de la habitación de Kunagisa y entré de nuevo.
2[edit]
Como aparentemente las reglas usuales seguían en efecto, cuando llegó la hora de la cena casi todos nos reunimos alrededor de la mesa.
Casi todos.
Naturalmente Kanami-san no estaba por aquí, y Akane-san estaba también ausente. Además, también faltaban Akari-san y Teruko-san. Aparentemente habían salido de la isla. La razón para ello era que necesitaban contactar con nuestro querido detective, Aikawa-san.
—¿No podíais simplemente haberlo llamado o mandado un e-mail? —pregunté.
—No podemos —dijo Hikari-san—. Aikawa-san es famoso por ser difícil de contactar. Tiene una vida atareada, supongo, y creo algo está pasando en la prefectura de Aichi ahora mismo. Así que Akari y Teruko no volverán hasta mañana.
—Una vida atareada, ¿eh? ¿Qué es lo que hace?
—Contratista independiente.
¿Qué es eso?
No estaba familiarizado con esa clase de jerga.
Esta noche la cena era comida china. Según Yayoi Sashirono, maestra de sabores, la comida china era la más rápida y fácil de hacer. Por supuesto, eso era según su perspectiva, así que probablemente no sirva como referencia para mi propia cocina en mi condición actual.
—Por cierto, Kunagisa-san —dijo Iria-san cuando la cena estaba acabando—. He oído que has estado llevando una investigación encubierta esta mañana. ¿Has descubierto algo? Pensaba que eras una especialista en mecánica, pero parece ser que también puedes realizar este tipo de investigaciones, ¿eh?
—Hago todo tipo de cosas —dijo Kunagisa con un trozo de cerdo agridulce metido en la boca—. No necesito atarme a ninguna especialidad ni nada por el estilo.
Eso me sonaba familiar.
Ah… cierto. Eran las palabras de Kanami-san.
Las palabras de un pintor de estilo libre.
Sn importar las fortalezas y las debilidades, los gustos y los odios, no hay necesidad de especializarse. Esta también era una enseñanza fundamental en el programa ER. Y aun así, en un mundo que categoriza todo, no era una enseñanza fácil a la que adherirse. Empezaba y terminaba con gente como Tomo Kunagisa, Kanami Ibuki y Akane Sonoyama.
Para mí era algo imposible.
—Entonces, ¿has descubierto algo? ¿Sobre cómo entraron en la habitación o quién fue el asesino?
Sonaba como si no quisiese que Kunagisa hubiese descubierto algo. Recordé lo que me había dicho antes Rei-san. Daba por sentado que si el caso se resolviera antes de que llegase Aikawa-san le estropearían la diversión a Iria-san.
—Lo sé todo. Sé tanto que no lo sé.
Nadie parecía entender lo que estaba diciendo Kunagisa, en su lugar la miraron con escepticismo y no dijeron nada.
—Himena-san —Iria-san cambió la dirección de la conversación de la ingeniera a la adivina—. Desde que has llegado has puesto todo tu esfuerzo en molestar a los demás invitados, y todavía no has hecho ninguna sesión de adivinación. ¿Así que qué te parece? ¿No crees que es hora de que nos digas que va a pasar a continuación?
—Te costará.
Estaba viviendo aquí gratis y recibiendo un salario regular, ¿y aun así tenía el valor de pedir que le pagase? Que ser humano más avaricioso. Nunca he conocido una persona así en mi vida. Era como el demonio.
—No eres quién para hablar.
Me estaba mirando.
No estaba hablando, maldita sea.
—Bueno, a mí me parece lo mismo. Uso mis habilidades para ganarme la vida. No soy tan joven como para que mi motivación solo sea la moralidad y la humanidad. Especialmente en términos de edad emocional.
Entendía lo que estaba diciendo. Pero ya debía tener suficientes billetes de diez mil yenes para llenar diez veces el Tokyo Dome, así que, ¿qué más quería? No le haría daño hacer alguna sesión gratis de vez en cuando.
—¿Quién te ha dado el derecho a pensar eso?
Devolvió su atención hacia Iria-san.
—Por supuesto pagaré por ello. —Iria-san juntó sus manos—. Por favor te lo pido.
—Acabará pronto.
Maki-san habló sin cambiar siquiera su tono de voz. Todos esperaban que continuase pero ya estaba inmersa en su cerdo dos veces cocinado. Parecía que era todo lo que tenía que decir.
—¿Eso es todo? —preguntó Iria-san, evidentemente sorprendida—. Tengo que decir que esto ha sido algo, esto…
—Eso ha sido caridad. Dado que alguien de por aquí tenía tantas quejas sobre mí pensé que podía ser un poco generosa. No os preocupéis. No tiene nada que ver con la adivinación.
Maki Himena.
¿Cómo debe de ser conocerlo todo y quedarse callado? Para alguien como yo que no sabía nada era imposible de imaginar. En ese sentido, Maki-san era para mí el mayor misterio de la isla. Tanto que el misterio del cuerpo decapitado y la puerta cerrada y el río de pintura eran simples borrones.
Después de eso, Maki-san no dijo nada más, así que la cena de la cuarta noche terminaba sin ningún avance significante. Maki-san y Kunagisa hicieron algunos comentarios bizarros como siempre, y eso fue todo.
Y aun así había algo que me inquietaba. Shinya-san y Yayoi-san no habían dicho ni media palabra todo este tiempo, y tampoco parecía que estuviesen prestando atención a las otras conversaciones. Simplemente estaban ahí sentados, introduciéndose la comida en la boca solo por el hecho de que estaba delante. No era tan remarcable, pero desde luego era algo inusual en ellos dos. Una cosa era que lo estuviese Shinya-san, que había perdido a Kanami-san pero, ¿cuál era el problema de Yayoi-san? Claro que antes se había quejado de estar algo enferma, pero…
3[edit]
Eran pasadas las nueve de la noche.
Estaba a solas en la habitación de Kunagisa, mirando los datos de la cámara digital en el ordenador que parecía que incluso yo sería capaz de manejar (aunque solo por los pelos). No tenía ratón, haciéndose difícil de controlar, pero no estaba completamente por encima de mis habilidades.
El cuerpo de Kanami-san. Una foto desde el pecho hacia arriba además de otra del cuerpo entero. Una foto del cuello rebanado y otra del río de pintura. En medio del río flotaba el abrigo. Como la pintura se había secado y endurecido, no podíamos quitarlo de ahí. Supongo que lo podíamos haber forzado, pero ya lo había arruinado la pintura así que no era necesario.
Y finalmente…
El retrato del que había sido modelo, la obra final de Kanami-san.
Ese sentimiento antinatural que tuve la primera vez que había visto el lienzo durante nuestra investigación de la escena había regresado.
Disonancia.
Era un alien.
Era solo un presentimiento, pero…
—Ah, ya lo tengo —murmuré.
Por supuesto. Ahora que lo veía era algo tan simple. El misterio principal me había hecho tardar tanto en localizarlo. Era un fallo tan obvio el de la pintura.
—Mmmm…
Pero esto solo incrementaba las preguntas.
¿Cómo podía pasar algo así? No había ninguna razón para que algo así sucediese. ¿Cómo podía un artista del calibre de Kanami-san cometer un error tan simple?
Mientras le daba vueltas alguien llamó a la puerta.
—Ag, venga ya.
Tenía que ser Maki-san que volvía a molestar. Me levanté de mi asiento más molesto que nunca. Pero cuando abrí la puerta, se trataba de Hikari-san. La miré fijamente durante dos o tres segundos con el cerebro desconectado.
—Ah, esto, HIkari-san. —De alguna manera conseguí hilar las palabras—. Esto, por favor, pasa.
—Perdón por molestar —dijo educadamente, y entró en la habitación. Echó una ojeada alrededor de la habitación durante un momento y me preguntó—. Esto, ¿dónde puedo encontrar a Kunagisa-san?
—Oh, ¿Kunagisa? La até y la arrojé a la bañera hace un minuto.
—¿Eh?
—Es como un gato. Odia darse baños. Su pelo es en realidad de un azul mucho más claro, pero nunca se lo lava así que acaba así de oscuro. No es buena escapando, y una vez que se moja se rinde, así que puede pasarse un buen rato ahí dentro.
—Oh… así que es como un gato azul ruso, ¿no?
Aunque Hikari-san tenía una expresión de iluminación cósmica lo que acababa de decir no tenía ningún sentido. En serio, no sabía de lo que estaba hablando. Es mejor ignorarlo.
—Esto, de todas formas, si necesitas hablar con ella lo siento pero tendrás que esperar un poco. —Entonces se me ocurrió algo. Quizás esta era una buena oportunidad—. Dime, Hikari-san, ¿estás libre en estos momentos?
—Eh? Claro. Ya he acabado todo mi trabajo del día.
—¿Entonces no te importaría quedarte un rato aquí? Puede ser peligroso dejar a Kunagisa sola —le dije recordando el sermón de Maki-san de esta tarde—. No debería ser un problema ahora que hemos dificultado las cosas para el asesino, pero por si acaso. ¿Te importa?
—No, no hay problema, supongo —dijo, aunque parecía estar preocupada—. Por supuesto que no me importa pero, ¿en serio está bien? Quiero decir, fiarte de mí.
—Nadie os atacaría estando las dos juntas.
—No, quiero decir, ¿no crees que la estás dejando desprotegida?
Oh, eso.
—Está bien —asentí—. A diferencia de Maki-san, confío en ti.
Diciendo eso cerré la puerta, crucé el pasillo y bajé las escaleras hasta el primer piso.
—¿«Confío en ti»? —murmuré, burlándome de mi mismo.
¿Desde cuando hacía declaraciones tan grandilocuentes? No era típico de mí.
Pregunta.
¿Qué es la confianza?
Respuesta.
No importar ser traicionado.
No arrepentirse de ser traicionado.
—De cualquier forma, tampoco significa mucho.
Llegué a mi destino, la que fue mi habitación, ahora la prisión de Akane Sonoyama.
—Soy yo —dije llamando suavemente.
—Oh, tú. —respondió. Sonaba sorprendentemente tranquila—. ¿Qué pasa? ¿No deberías estar junto a Kunagisa-chan? No es propio de ti.
—Bueno, he tenido mis dudas pero… quería disculparme.
—¿Por qué deberías disculparte? —Fue la respuesta que llegó del otro lado de la puerta, cargada con un deje de irritación—. ¿No fuiste tú quien me defendió? Venir aquí a disculparte es como decir que soy demasiado imbécil para comprender eso. Si acaso, debería ser yo quien te agradeciese. Debería haber sido yo quien sugiriese esto en primer lugar, aunque probablemente no hubiese salido tan bien, así que agradezco que fueses tú quien lo comentase. Debería expresar mi gratitud ahora mismo. —se detuvo un momento—. Gracias.
—De nada.
No había ascendido hasta el rango de los Siete Idiotas por nada. No es el tipo de lugar donde podías llegar solo con estudiar un poco y tener una mente astuta.
—Por cierto, cuando Hikari-san me trajo la cena mencionó que habéis estado curioseando por ahí. Tú y Kunagisa-chan. ¿Puedo preguntar por lo que descubristeis?
—Bueno, yo aún no sé quién es el asesino.
—"Tú" aún no lo sabes, ¿eh? Je je. ¿Debería leer entre líneas? Je je. Me gusta tu estilo. Vale, de acuerdo. Déjame hacerte otra pregunta. ¿Tienes alguna teoría sobre el río de pintura?
—Bueno, ¿y qué hay de ti?
—Yo creo que es un caso de falacia post hoc.
—¿Eso es inglés?
—Latín. Es algo del estilo a "recoges lo que siembras".
Ah.
Suspiré.
En ese caso, ya debe haberse dado cuenta del secreto del río de pintura. Se ha dado cuenta del misterio y se ha quedado aquí para preservar esta atmósfera antagónica que le hemos creado al asesino. Era desde luego una mujer increíble.
Je je je, se rio.
—Probablemente es mejor que me quede aquí hasta que el querido de Iria-san llegue, ¿no? No me supone un problema. Solía encerrarme en mi habitación a leer libros cuando era pequeña. Y esa habitación era bastante más pequeña que esta.
—¿Sabes quién es el asesino?
—No, no lo sé. No es mentira, en serio. Ese tipo de cosas no son mi especialidad y aunque leo novelas de misterio de vez en cuando solo lo hago por recreación. Dime, ¿has leído algo de Mushanokoji?
Ha cambiado de tema sin dar tiempo a pestañear. ¿Acaso Mushanokoji era un escritor de novelas de misterio?
—He leído su antología por lo menos —contesté con una mirada bastante confundida.
—Entonces debes conocer la historia de "Sensei de la verdad".
Hasta ahí sí que conocía.
—Cuando lo leí por primera vez pensé que se titulaba "Mari-sensei" y que era sobre una mujer horriblemente descarada. No es que yo sea la indicada para hablar. Pero ¿recuerdas el comienzo de la historia, cuando Shinri-sensei habla de "las razones por las que matar está mal"?
—Sí, es algo así como: "¿Hay algún momento en el que no te importaría ser asesinado? Si puedes pensar en una condición bajo la cual no te importaría ser asesinado comunícamelo, por favor. Si no te gusta pensar que puedes ser asesinado bajo alguna circunstancia, entonces no tienes derecho a asesinar a otra persona", ¿no es así?
Incluso para alguien con una memoria tan mala como yo, hasta ahí se me había quedado grabado.
—Correcto —dijo Akane-san—. Ahora déjame preguntarte la misma pregunta. ¿Bajo qué condición piensas que está bien asesinar?
—No hay ninguna.
—Pero ¿y sí, por ejemplo, tuvieses que elegir entre tu vida o la de Kunagisa-chan?
—No quiero pensar sobre ello.
—¿Verdad? —se rio suavemente—. Después de todo eres de los que odian tomar decisiones, ¿verdad? Te disgusta el acto de decidir en sí mismo. Ayer Himena-san estaba diciendo lo mismo acerca de ti y creo que dio en el clavo. Simplemente te dejas llevar. Odias competir, y odias dejar las cosas claras. Tienes que dejar las cosas ambiguas.
—No voy a discutirlo.
—No vas a discutir pero no estás de acuerdo. Aceptaste mi desafío a una partida de shogi porque sabías que ibas a perder seguro, ¿no es cierto? No aceptarías un desafío o competirías si fuese de otra forma.
No odiaba perder, odiaba competir. Me echaba para atrás la idea de rivalizar con otros por algo. También odiaba pelear y por eso nunca hice amigos.
—¿Te disgusta la gente?
—No particularmente.
—¿Pero te gustan?
—No necesariamente.
—Eso es cierto. La fundamentación de tus valores reside en la idea de que la gente está hecha para vivir vidas solitarias. Esa es tu opinión, ¿no es así? O no, más bien tu voluntad. Ese es el principio absoluto bajo el que te has construido. Intentas en lo posible no relacionarte y no causar problemas o dolor a nadie. Por supuesto puedes compartir felicidad y buenos momentos con otros, pero no te acercas lo suficiente como para que puedas causar dolor o tristeza, ¿no es cierto?
Siempre pensé que las parejas que pasas todo el tiempo peleando y permanecen juntos eran simplemente idiotas. ¿Por qué no se llevan bien? ¿No pueden hacer por lo menos eso?
¿Por qué no pueden?
—¿Desde cuando eres psicóloga, Akane-san?
—Lo siento, soy experta en todas y cada una de las materias. Ese tipo de categorización no tiene efecto sobre mí. Je je je. De verdad sí que disfrutas estar solo, ¿no es así?
—Bueno, después de todo, soy mi más viejo amigo.
—Cierto. Ese es el caso para todo el mundo. ¿Y qué hay de Kunagisa-chan? En total has pasado menos de un año con ella, ¿verdad? ¿Te gusta?
Era una pregunta directa.
Me habían preguntado lo mismo hace varios años. En esa ocasión fue su hermano mayor el que preguntó.
Sin embargo la respuesta seguía siendo la misma.
—No especialmente, no. —Mi voz sonaba desesperadamente fría que incluso me pregunté si era realmente mía.
¿Por qué?
¿Por qué estaba siendo así?
—Ya veo, ¿es cierto? —Sonaba un poco sorprendida—. Porque tú le gustas a ella sabes. Eso está claro.
Sí, lo sé. Me lo ha dicho bastantes veces.
—No me gustan este tipo de discusiones en especial pero, ¿te has preguntado alguna vez por qué el mundo está lleno de parejas de ese tipo y aun así tanta gente todavía sigue junta?
—Quiero decir, ¿no es extraño? Sería muy conveniente que le gustases a la persona que te gusta. La vida no es un manga shojo. Pero desde luego, si coges un grupo de unas cien personas en la vida real, un puñado de ellos va a encontrar el amor. ¿Por qué piensas que es así?
—No tengo ni idea. Nunca lo he pensado. ¿No será coincidencia? Como la ley de los grandes números o algo así.
—No lo creo. Una coincidencia como esa es inviable. Esta es la conclusión a la que he llegado: es porque sienta bien ser amado. Ser amado por otra persona es suficiente para hacerte feliz y hacerte amar a esa persona a cambio. —dijo asertivamente. Podía ver su sonrisa astuta a través de la puerta. Esto se estaba convirtiendo en más de lo que podía soportar. Sentía que estaba a punto de ser aplastado hasta la muerte.
—¿Y adonde quieres llegar?
—Oh, no, no… Solo me preguntaba por qué no te has enamorado de Kunagisa-chan, ya sabes cómo somos los estudiosos. Si no conseguimos comprender algo nos perseguirá toda la vida.
—Le gusta todo el mundo. En serio, todos. No es como si me quisiese en especial —solté.
—Así que es eso. —dijo Akane-san—. No quieres ser amado por ella. Quieres que te elija. Ser el único para ella.
Yo…
No podía discutir a eso.
—Ya veo, pero ¿por qué ella? Eso es lo único que no logro comprender. Parece haber una razón obvia, pero no la veo. Si fueseis una pareja desde luego abría tensiones, ¿verdad? De hecho, cualquiera pensaría que no te atraería alguien tan fácil.
¿Fácil?
¿Quién?
—¿Quieres decir sencillo? —dije.
—Sí. De cualquier forma, teóricamente, alguien con una personalidad como la tuya no sería capaz de soportar una relación con una mujer así, emocionalmente inmadura a pesar de estar en una posición superior. Además, eres un hombre.
—Es divertido estar con ella. O bueno… —escogí mis palabras con cuidado—. Más bien es divertido estar a su lado.
Mi lugar favorito estaba a su lado. Esa era precisamente la razón por la que regresé a Japón.
—Vaya, ya veo. —dijo Akane-san—. Eres un poco masoquista, ¿no es así?
—Sí, hasta la médula. Solían hacerme bullying en primaria, sabes.
—¿Te hacía bullying? No, creo que era diferente. Creo que eras aislado. Hay una diferencia entre abusar y aislar. Son los chicos débiles y los mentirosos los que sufren abusos. Los marginados solo son aislados. Pero entiendo cómo te sientes. Cuando estaba en bachillerato sentía como si estuviese rodeado de extraterrestres. Cuando teníamos un examen nadie intentaba conseguir una nota perfecta, intentaban quedar en la media. Si corriesen una maratón dirían «Corramos todos juntos». Eran una panda de gente normal, para bien o para mal. Te dirían que pi es igual a tres. De hecho, todos los miembros de los Siete Idiotas dicen haber tenido experiencias similares. Es la tragedia del 0,14. En un mundo de lleno de gente normal, los que destacan son los que sufren la verdadera soledad. Los genios nacen de ello. Pero no todos los marginados son genios.
—Quieres decir que es una condición de ser un genio, no un condicionante, ¿eh? Bueno, desde luego yo no soy un genio.
—Quizás no, pero creo que al menos conoces la diferencia entre un consejo y una orden, así que déjame darte un consejo: si quieres que Kunagisa-chan te elija a ti, te recomiendo que simplemente te la lleves. Si haces eso, serás el único que la tenga. No se resistirá, eso está claro. Sin importar el adolescente introvertido, oscuro, perturbado y desprovisto que eres, estoy seguro que al menos tienes los cojones de hacer eso.
—No los tengo.
—Eres un gallina, ¿eh?
¿El qué?
—Puede que me falte confianza, pero, ¿crees que soy un cobarde?
Al menos no era como Chii-kun.
—Oh, perdón. Je je je je, me gustas, ¿sabes? Una pena que no seas mujer.
¿Qué fue eso?
No tenía idea de lo que estaba intentando decir. No, no era eso. Se estaba haciendo imposible mantener la entereza por más tiempo.
Si esto siguiese así durante más tiempo, por poco que fuese…
—Bueno, está bien. Estoy seguro que todo se aclarará pronto. El tiempo hace que las cosas se esclarezcan un poco. Por cierto, dime, ¿has oído alguna vez que en los juegos de suma cero como el shogi o el ajedrez siempre hay un movimiento perfecto que puedes hacer?
—¿Es como el dilema del prisionero?
—Sí, eso. El movimiento de las piezas de shogi está limitado matemáticamente, así que siempre existe un movimiento perfecto que hacer. Por eso, es técnicamente posible decidir la partida con el primer movimiento. Por supuesto, asumiendo que ambos oponentes son jugadores perfectos. ¿Así que, qué hay del asesino de nuestro caso? Me pregunto cómo responderá Aikawa-san. ¿No es un concepto fascinante? Aun así, este misterio parece más un laberinto que un tablero de shogi.
—¿Un laberinto? Pero los laberintos son simples. Solo tienes que pegar tu mano a uno de los muros y al final acabarás encontrando la salida. Solo toma su tiempo.
—Estás hablando de un laberinto simple. Creo que este caso es más un laberinto muticonectado. Aunque este tipo de laberintos también tiene una estrategia infalible, aunque es bastante difícil de explicar. Si tienes ocasión prueba a buscarla. ¿Pero no prefieres siempre jugar a juegos que no presenten una estrategia infalible?
Un juego con una estrategia incierta.
Una victoria que no está asegurada…
Vaya.
¿Qué pasa si este caso es así?
Ansiedad.
Igual que un temblor de piernas.
Me siento mal.
—Si piensas sobre ello… —continuó. Esta conversación era cada vez más enfermiza.
—Esto, ¿Akane-san? —le dije incapaz de contenerme más tiempo—. Me gustaría continuar hablando así pero he dejado a alguien esperando en mi habitación. —Formé la frase intentando ajustar las palabras entre sí. Tenía la urgencia de soltarlo—. Creo que debería volver ya.
—Oh, de acuerdo. Lo siento. —contestó.
Debía de ser una pequeña decepción.
—De todas formas, vuelve pronto por favor. Ayudas a pasar el tiempo.
—Gracias. Bueno, luego nos vemos.
Diciendo eso comencé a marcharme, pero seguía habiendo algo que me molestaba. Llamé otra vez.
—Esto, sobre tu primera pregunta…
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—¿Tienes alguno? ¿Algún momento donde no te importaría ser asesinada?
—¿Un momento? No un momento, siempre. —Era una respuesta clara—. Moriré cuando sea mi hora. Sin importar dónde o cómo muera, o quién me asesine o por qué razones, no oirás una queja por mi parte.
Y así regresé a la habitación de Kunagisa, sin pensar siquiera que esa sería mi última interacción con Akane Sonoyama, genio de genios del más alto orden, de los Siete Idiotas, del centro de investigación ER3.
4[edit]
—Ii-chan, has vuelto. —Kunagisa estaba sentada en su cama, su cuerpo envuelto en un albornoz blanco puro. Hikari-san estaba en el sofá. Viendo que ya había regresado dejó escapar un suspiro de alivio. Intentar mantener una conversación con Kunagisa recién salida de la ducha no era algo fácil para un principiante, así que sabía cómo se sentía Hikari-san.
—Ii-chan, mira, me he lavado el pelo. Felicítame, felicítame.
—Es muy bonito.
Su pelo se había convertido en un precioso azul cobalto. «No es fácil poseer genes recesivos» solía decir.
—¿Te vas a dar un baño tú también, Ii-chan? Puede que te venga alguna buena idea mientras estás dentro, ya sabes, como Arquímedes. Y después correr desnudo por toda la mansión, igual que él.
—Eso sería… algo problemático. —dijo Hikari-san con toda seriedad. Parecía como si pensara que de verdad lo iba a hacer. No tenía ninguna intención en convertirme en el rarito de la mansión—. Pero Arquímedes era realmente una persona extraña, ¿no es así? Todos los genios lo son, ¿no? —dijo Hikari-san pensativamente. Me pregunto quién de los residentes de la mansión se estaba imaginando. Podría ser cualquiera.
—El nudismo no era tan insólito en aquella época, Hikari-san. No creo que fuese particularmente extraño.
—Sabes mucho, Ii-chan.
—Sí, lo sé. Así que, Hikari-san, ¿qué era lo que necesitabas?
—Oh, cierto. La señora de la casa me ha mandado a investigar qué pasa con Kunagisa-san.
Era desde luego una chica honesta. Le dije que no servía de nada que nos dijese que eso era lo que venía a hacer. Se rio avergonzadamente.
—Lo sé. Akari es mucho mejor que yo en estos asuntos, pero ella pasará la noche fuera de la isla. No volverá hasta mañana por la mañana.
—Fue a llamar a ese detective, ¿verdad? —Estaba algo interesado así que me tomé la libertad de preguntar. —Dime, ¿cómo es él? Juzgando por tu forma de hablar suena como si ya lo hubieses conocido antes. ¿Lo conoces bien?
—Sí, supongo. Aikawa-san nos ayudó una vez. Hubo un incidente y, bueno… —Poco a poco se fue callando. No parecía como si fuese un secreto, pero quizás era una conversación algo incómoda.
—Esto… un incidente, ¿eh? ¿En esta isla?
—Sí. Esto ocurrió justo después de que la señora hubiese sido enviada aquí, y antes de que se convirtiese en este tipo de "circo". Así que llamamos a Aikawa-san y, bueno, el caso se solucionó casi de inmediato. —dijo Hikari-san emocionada—. Aikawa-san tiene un temperamento bastante fuerte, sabes. Es cínico y emocional, como si el mundo entero fuese su enemigo. Creo que el éxito de Aikawa-san resolviendo casos proviene solamente de la ira.
—¿Qué?
Parecía estar escogiendo sus palabras con precaución a medida que hablaba, pero no muy acertadamente. No era capaz de ensamblar una imagen concreta de esta persona.
—¿Alguien muy temperamental?
—Bueno, es más como si Aikawa-san estuviese en un estado de ira perpetuo. Incluso si ves un atisbo de sonrisa siempre existe ese aire de hostilidad, y… Lo siento, es difícil de describir. De todas formas, es como si Aikawa-san le guardase rencor al mundo entero.
Ya veo —dije, aunque sin entenderlo—. Pero todos los detectives de los que he leído en novelas de misterio son tan fríos y reservados. Siempre están diciendo cosas como «¿No te has dado cuenta de eso?» Podrías remplazar el ochenta por ciento del diálogo por «¿Qué eres, estúpido?» y aun así tendría sentido. Pero basándose en los que estás diciendo, este Aikawa-san suena como si fuese un defensor de la justicia impulsivo sin ningún tipo de tolerancia con los criminales.
—Oh, bueno, no es así exactamente. No es que no tolere a los criminales, es que no tolera al mundo entero. Sabes, siempre dice cosas como «Este mundo podría ser mucho mejor, ¿Por qué estáis perdiendo el tiempo, inútiles?»
Sí que era impulsivo. Un tipo de persona poco habitual en estos tiempos. Era un contraste bastante importante respecto a mí y mi impreciso y pasivo balbuceo, tanto que era casi hermoso.
—Pero a pesar de toda la ira y mal humor, no le frustra la vagancia de los demás, así que Aikawa-san simplemente muestra una sonrisa cínica. Quizás sabes de lo que hablo. Resumiendo, es un contraste importante respecto a ti y a Kunagisa-san.
Hikari-san parecía estar encantada describiendo a este detective. Como si estuviese alardeando de un amigo íntimo o algo parecido. O más bien como un héroe. Era igual que cuando Iria-san lo estaba describiendo.
—¿Es eso cierto? Bueno, esa es probablemente la mejor forma de ser —dije, solo por intentar continuar con la conversación—. ¿Crees que Aikawa-san es de confianza?
—Sí, por supuesto.
—Eso es un alivio. Incluso si no podemos descubrir el misterio en los próximos seis días tenemos a un salvador de reserva.
—Bueno, no vendas la piel del oso antes de cazarlo.
—Soy precavido. O quizás es que soy cobarde. Es algo bueno de todas formas, supongo.
—¿Algo bueno? —Me dirigió una mirada confusa—. Sabes, esto puede resultar extraño viniendo de mí, ¿pero como puede estar todo el mundo tan tranquilo en una situación como esta?
—Bueno, es una pregunta complicada.
—Lo siento. Pero sabes, es como, incluso aunque alguien ha sido asesinado, todo el mundo es tan… ¿qué puedo decir…?
—Quizás están habituados a ello.
Al menos ese era mi caso.
Pensándolo, no sabía la diferencia entre "habituado" e "insensible".
—Ya, pero Shinya-chan y Yayoi-chan parecían haber reaccionado bastante naturalmente —dijo Kunagisa.
—Eso es cierto, pero oye, Hikari-san, tú y tus hermanas parecéis bastante tranquilas también. ¿Qué me dices de eso?
—Bueno, hemos sido entrenadas para mantener la compostura. —Sonaba un poco triste diciendo eso.
Sus veintisiete años de vida no debían haber sido un camino de rosas.
—Oh, cierto —dijo, rompiendo el incómodo silencio con un chasquido de dedos—. La señora me dijo que me asegurase de preguntaros esto. Antes mencionaste algo sobre entender tanto que no entendías, ¿verdad? Pero sí que debes sabes algo, ¿verdad?
Acerca del espacio encerrado por un río de pintura.
Vaya…
Esta "señora" debía ser más aguda de lo que parecía.
—No es nada de lo que alardear. Cualquier fan de las novelas de misterio hubiese sido capaz de resolverlo fácilmente. Pero sabes, cuando un misterio como este aparece en la vida real resulta ser bastante desconcertante. Supongo que la respuesta queda un poco cubierta por el olor de la sangre y el sabor de la muerte.
-Ja ja ja, que raro eres Ii-chan —se rio Kunagisa.
Era una risa inocente y vulnerable.
La cabeza me daba vueltas.
¿Quería ser elegido?
¿Por ella?
Mi repentino silencio hizo aparecer una mirada curiosa en Hikari-san, pero enseguida se giró hacia Kunagisa.
—Esto, ¿Tomo-san? Si tú lo sabes, me gustaría que me lo contases.
—Claro, por qué no. Tomó bastante precisarlo pero al fin me he dado cuenta. —Kunagisa asintió—. Esto, ¿por dónde debería empezar?
—Esto, antes de nada, si no te importa… ¿Podrías decirme lo que querías decir antes? Sobre saber tanto que no lo sabes.
—Es como la diferencia entre de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo —intervine, desconfiando de la habilidad de Kunagisa para explicarlo. —Como, por ejemplo, si esa mesa fuese una caja de arena y quisieses hacer un montón de arena lo más alto posible. ¿Qué es lo que harías?
—Empezar por los lados y juntar la arena para hacer una montaña.
—Cierto. Lo mismo que yo. Pero Kunagisa no haría eso. Ella cogería un puñado de arena y lo echaría en la mesa. La montaña resultante sería la misma que la tuya y la mía. Tú y yo fabricaríamos el producto final gradualmente, poco a poco. Kunagisa lo echa todo junto. Así es como procesa su mente. Verdad, ¿Tomo?
—No sigo tu analogía.
Vaya sorpresa.
Pero Hikari-san si parecía haberme seguido y asintió todo el rato.
—De acuerdo, ¿entonces me dirás el secreto detrás de esa pintura?
—Claro, si respondes a una pregunta, Hikari-chan.
Hikari-san la miró inexpresivamente, como si no entendiese la pregunta. Kunagisa, sin darle importancia, se giró hacia su ordenador. Señaló la pantalla del ordenador que estuve usando.
—Vale, primero revisemos la escena del crimen. Tachán. El estudio.
Utilizó un programa fotográfico para mostrar todas las imágenes. La corriente color marfil que parecía el río Sanzu. El cuerpo sin cabeza al otro lado. Eran imágenes que refrescaban las memorias de esta mañana. Ignorando esos detalles Kunagisa comenzó con su explicación.
—El enigma principal es el río de pintura. El terremoto sucedió a la una de la mañana, lo que causó la caída de la estantería y resultó en lo que estás viendo ahora mismo. Hasta ahí todo claro. El río es demasiado ancho para saltar. Si suponemos que el asesinato sucedió después del terremoto, la forma de la que entró el asesino es un misterio. O por lo menos, la forma en la que salió. ¿Lo vas entendiendo?
—De momento sí.
—En este momento, es fácil atribuirle el crimen al monstruo Ashinaga Tenaga, pero la respuesta no es tan simple.
Hikari-san se rio de una forma bastante extraña. O bien no sabía quién era Ashinaga Tenaga o simplemente su risa era así de extraña.
—Así que estás forzado a pensar que el asesinato ocurrió antes del terremoto. Si ese fuera el caso, sería fácil para el asesino entrar y salir. Sin huellas, sin caminos bloqueados. En cuyo caso, es lógico pensar que Akane-san debería ser el asesino, dado que es la única que no tiene coartada. Pero ahí es donde entra el testimonio de Shinya-san. Él confirmó que escuchó la voz de Kanami-san cuando llamó "después" del asesinato. Esto significa que Kanami-san debía estar viva después del terremoto, por lo menos durante unos minutos. Así que dime, Hikari-san, ¿Qué piensas sobre ello?
—Bueno, yo, esto… —Inclinó la cabeza hacia un lado. Era bastante adorable—. Supongo que el asesino debió entrar por la ventana. Es la única forma. Pero la ventana estaba cerrada, así que…
—Por la ventana, ¿eh? Existe esa posibilidad. El vidrio está químicamente más cerca de un líquido que de un sólido después de todo, así que un pestillo no sirve de mucho. O también pudo haber excavado un túnel.
Sí claro.
—Bueno, a estas alturas ya debes haberlo descubierto, ¿verdad Kunagisa?
—Ni de lejos.
—Se trata de una falacia post hoc, Hikari-san —dije tratando de rescatarla. Me estuve aguantando un buen rato porque estaba adorable con esa expresión de confusión, pero en el fondo no pude evitar sentirme mal por ella.
Kunagisa asintió.
—Eso. Post hoc ergo propter hoc. Traducido, una relación causa-efecto incorrecta. Se refiere a una mala interpretación de las reglas del silogismo. Ya sabes, falsas suposiciones. El mundo no está ordenado tan pulcramente.
—No entiendo el latín.
—Bueno, pero sabías que era latín.
—Eso es porque dijiste ergo.
Cogito ergo sum, eh.
Hikari-san era más lista de lo que aparentaba.
—Por ejemplo, imagina que tengo una moneda de cien yenes y digo "va a salir cara". Lo dije, ¿de acuerdo? Entonces lanzo la moneda. Bien, salió cara. ¿Qué pensarías? Pensaría que es una coincidencia, ¿verdad? Es normal. Pero algunas personas no lo entienden. Creerían que dije que sacaría cara y salió cara, por lo cual debo de tener algún tipo de poder que me permita controlar la moneda.
Para que conste, la moneda estaba trucada.
—Bebí algo de alcohol y mi resfriado desapareció, por lo tanto el alcohol cura los resfriados. Encendí mi ordenador y alguien vino a visitarme, por lo tanto los ordenadores atraen a la gente. Un hombre miró a una mujer y ella resultó estar mirando en su dirección, por lo tanto ella debe de estar interesada en él. Un pez gato estaba bailando y ocurrió un terremoto, por lo que el terremoto debió ser culpa del pez. Nada de eso tiene lógica, ¿verdad Hikari-chan? En otras palabras, solo porque B sucedió después de A no quiere decir que A y B tengan una relación causa-efecto. La secuencia y la coordinación de dos efectos no es sinónimo de causa y efecto. Así que pensemos en el tema de esta forma. Hubo un terremoto y después se formó un río de pintura, por lo tanto el terremoto causó el río de pintura. ¿Cierto? —Oh.
Oh. Eso mismo.
Por fin se dio cuenta.
—¿Así que el río no se produjo como consecuencia del terremoto?
—Bueno, la estantería probablemente se cayese por culpa del terremoto. Y probablemente se derramó algo de pintura. Incluso Kanami-san lo dijo por el teléfono. Pero dudo mucho que produjese que tanta cantidad de pintura se esparciese por todos lados. Las latas de pintura probablemente rodaron un poco y dejaron caer un par de gotas. Si lo piensas bien, las tapas de esas latas son bastante duras, así que no es fácil que solo por caerse saltasen por todos lados de esa forma. Pero incluso si solo fuese un poco, Kanami-san estaba en silla de ruedas por lo que era imposible para ella abandonar el estudio.
—Oh, ya veo donde queréis llegar. —dijo Hikari-san—. Eso tiene sentido. Entonces el asesino se coló en la habitación y la asesinó. Después, arrojó la pintura al suelo a propósito, poco a poco. Si lo haces poco a poco puedes formar un río tan grande sin dejar huellas. Parecía estar imaginando al asesino andando por la habitación con una lata de pintura en la mano a medida que hablaba.
Eso es. Todos habíamos supuesto que el terremoto era la causa del río de pintura. Pero en realidad no hizo falta un desastre a gran escala o un gran artista para hacer algo como eso. Podía haberlo hecho cualquier principiante.
No hacía falta talento artístico.
Era un trabajo exigente, todo había que decirlo.
—Pero, ¿por qué haría algo así el asesino?
—Probablemente para hacernos creer que sucedió como consecuencia del terremoto. —dije—. No debían saber que Kanami-san había hablado con Shinya-san por teléfono. Así que pensaron que haciendo el río la gente asumiría naturalmente que había sido a causa del terremoto.
—Así que esto significa que...
—Sí, significa que —dije dando una palmada y extendiendo mis brazos después— la lista de sospechosos se ha incrementado muchísimo.
Solo había cuatro personas que tenían coartada después del terremoto: Iria-san y Rei-san, y después Maki-san y Shinya-san. Todos los demás ya no estaban libres de sospecha.
—Entonces no tienes sentido dejar encerrada a Sonoyama-san, ¿verdad? —dijo Hikari-san con alegría—. Quiero decir, ya no es la única sospechosa, ¿verdad?
Debía sentirse muy culpable por como habíamos tratado a Akane-san. Parecía que se tomaba las cosas de forma bastante emotiva. Contrastaba bastante con el pensamiento racional de Akane Sonoyama. Así que decidí decírselo.
—Akane-san ya sabía lo del truco de la pintura. Solo pretende hacer como que no lo sabe.
—¿Por qué? —dijo Hikari-san, que parecía realmente atónita—. ¿No es extraño? ¿Por qué haría algo así?
—Probablemente para preservar la seguridad de la situación a la que hemos llegado. Su cerebro piensa en todo, la verdad.
Para crear las mejores circunstancias posibles para todos los demás no tuvo ningún reparo en ponerse a sí misma en las peores posibles. Era una forma de pensar casi inhumana, aunque ciertamente admirable.
—Así que debemos mantener esto en secreto, ¿eh?
—Sí. El asesino todavía sigue sin aparecer así que creo que no sería conveniente desestabilizar la situación. Aunque supongo que Iria-san tiene derecho a saberlo. En cuanto a eso puedes hacer lo que quieras.
No voy a ser un obstáculo en ese sentido.
Hikari-san dejó escapar un quejido.
—Pero es que es tan… Quiero decir, todo esto de que el río no fuese consecuencia del terremoto es tan… simple. Tanto que debería haberse descubierto hace mucho.
—Ya, yo tampoco me lo podía creer. Pero ya sabes, cualquier truco parece simple una vez que lo descubres. A estas alturas he visto muchos trucos aún más estúpidos.
—¿Pero quién podría haber pensado un truco así después del terremoto? —todavía seguía sin creérselo—. Quiero decir, ¿qué posibilidades había de que se produjese un terremoto? Todo esto parece demasiada coincidencia.
—Bueno, todo esto nos lleva a la ley de los grandes números, Hikari-chan.
—Quiere decir que todo parece una increíble coincidencia, pero cuando te paras a pensarlo un poco no es tan increíble después de todo. Digamos, por ejemplo, que ves a alguien ganar la lotería. ¿No pensarías que es increíble? Tendrías más posibilidades de encontrar una lágrima en el océano que de que te tocase la lotería. Pero si lo piensas, eso solo es cierto si la persona a la que le tocó solo compró un boleto. Prácticamente nadie que juegue a la lotería compra un solo boleto, una única vez. Si tienes un grupo de 23 personas hay un 50% de posibilidades de que dos de ellos hayan nacido el mismo día. Y aun así parece increíble, ¿verdad? Esa es la ley de los grandes números. El terremoto ocurrió hoy, pero no hubiese sucedido nada si hubiese sido mañana. Además, es probable que el asesino tuviese otros trucos preparados sin contar el terremoto. Seguramente habían considerado varias ideas. Es el mismo concepto.
—¿Quieres decir varios caminos para llegar al mismo fin?
—Eso, eso, lo has cogido. Y todo nos lleva al malentendido de la causa y efecto —dijo Kunagisa golpeando con el dedo la frente de Hikari-san—. Y ahora, Hikari-chan, es hora de mi pregunta.
—Oh, es cierto. Hicimos un trato —se acomodó y asintió—. Adelante, pregúntame lo que quieras.
—¿Por qué está Iria-chan aquí?
Fue una pregunta que hizo cambiar el ambiente por completo.
Aquí.
La isla.
Karasunonureba.
¿Por qué estaba Iria Akagami aquí?
En un instante, el habitual semblante alegre de Hikari-san se rigidizó por completo. Estaba claramente temblando. No era confusión sino puro y simple miedo.
¿De verdad era tan terrible?
—Esto, eh, bueno… —su voz temblaba incapaz de hilar dos palabras seguidas—. Bueno, esto, pues…
—¿No puedes responder?
—Esa pregunta, solo esa, por favor, no me la hagas, Tomo-san —inclinó la cabeza de forma que parecía que iba a colapsar. Su cuerpo parecía sin vida y a punto de desmayarse—. Contestaré cualquier cosa, pero es no.
Hikari-san tenía un aspecto lamentable. Parecíamos el diablo tratando de hacer algo perverso. Entréganos tu alma. Tu objeto más preciado ahora nos pertenece. Vaya tontería más grande.
—No, está bien, no nos importa —dije inmiscuyéndome en la conversación—. ¿Verdad, Tomo?
—Sí, no hace falta que te fuerces —para ser tan egoísta Kunagisa estaba siendo sorprendentemente comprensiva—. Lo siento, Hikari-chan.
—No, yo también lo siento. Solo me estabas haciendo una pregunta.
Hikari-san se puso en pie.
—Siento haberos molestado —se dirigió hacia la puerta pero se detuvo y miró hacia atrás—. Oh, por cierto —sonaba como el detective Colombo o alguien así, excepto que era mucho más bonita, así que daba miedo. Incluso estaba sonriendo—. Esto no tiene nada que ver con la señora. Estoy preguntando esto personalmente… ¿de verdad creéis que Himena-san tiene poderes especiales?
¿Lo creíamos?
¿Que Maki-san tenía un sexto sentido?
La habilidad de saberlo todo.
Después de pensarlo un momento, contesté.
—Ahora mismo, no hay razón para no hacerlo.
—No me importa si los tiene o no —saltó Kunagisa.
—Oh, ya, probablemente tienes razón —Hikari-san asintió convencida y abandonó la habitación. Mis ojos permanecieron en la puerta un tiempo mientras pensaba en la bizarra reacción a nuestra pregunta sobre Iria-san.
—Bueno, da igual.
Probablemente no tenía nada que ver con este incidente. Parecía poco probable que el exilio de Iria-san en esta isla tuviese alguna influencia en la muerte de Kanami-san. En ese momento la estación de trabajo de Kunagisa emitió un extraño sonido, boyoyon boyoyonnn. Eché un vistazo y comprobé que Kunagisa se había puesto a hacer algo en ella otra vez.
—¿Qué pasa?
—Correo, tengo correo. De Chii-kun. Es rápido. La gente solía decir que ignora la teoría de la relatividad como si fuesen luces de tráfico.
Le había mandado comprobar algo esta mañana, así que desde luego no era lento. Sin mencionar el hecho de que está encarcelado.
—Guau, el verdadero nombre de Himena-san es Shinaru Himena. Guau. Es un nombre mucho mejor. Me pregunto por qué usa el falso.
—¿Su nombre real? Ey, ¿este tío ha descubierto hasta este tipo de detalles?
—Sí. Supuestamente debería haber buscado las conexiones que hay entre todos los residentes, pero tío, tiene una personalidad repelente. En serio, no sabe cómo comunicarse con la gente. Oh, espera. Aquí está. Ey, Ii-chan, tenemos una conexión.
Me dirigí hacia ella, pero todo lo que aparecía en pantalla estaba en inglés, así que no lo entendía.
—¿Cómo es que no entiendes el inglés, Ii-chan? ¿Dónde has estado estudiando todo este tiempo? ¿En el polo sur? ¿Marte?
—Lo olvidé, eso es todo. Si no usas algo solo se retiene durante tres o cuatro meses, ¿lo sabes? Además, mi lectura y escritura siempre fue peor que mi lenguaje hablado.
—¿El examen de acceso al programa ER no requiere inglés, ruso y chino? ¿Cómo entraste? ¿Por la puerta de atrás?
—Ya te lo he dicho, antes los conocía.
—Suena a mentira. Da igual, te lo traduciré. Aquí dice "Kanami Ibuki y Akane Sonoyama fueron localizadas almorzando en un café en Chicago". Hace medio año aproximadamente. ¿No se supone que esas dos se odian?
—¿Almorzaron juntas?
Como sospechaba, había una conexión entre ellas. ¿Pero por qué estaban haciendo algo así? Akane-san había vivido en Estados Unidos y Kanami-san era una artista itineraria que recorría todo el mundo, así que no era improbable que se hubieran encontrado allí, pero desde luego no eran el tipo de pareja que quedaba para almorzar.
—Sí, y no fue solo una cita para almorzar. Fue en un club súper secreto.
—¿Club secreto?
Sonaba a mentira.
Sí —asintió Kunagisa—. Es cierto. Esos sitios existen de verdad. Incluso en Japón hay varios, aunque no muchos. Todo tipo de políticos y celebridades y sus familias acuden a esos sitios. Quizás "clubs para la clase alta" sería una descripción más apropiada. La seguridad en esos sitios es impresionante.
Lo cual hacía surgir la pregunta de cómo este tío consiguió la información, pero desde luego no lo iba a preguntar. A veces es mejor no ver el otro lado del túnel.
—¿Es algo definitivo?
—Chii-kun no miente. Aunque a veces tampoco dice la verdad. Supongo que lo hace parecerse a ti.
—Esto… miento bastante.
Mejor lo dejo estar.
Así que Akane Sonoyama y Kanami Ibuki tenían una conexión. Tanto si era información importante como si no, era algo a tener en cuenta desde luego. Decidí que era mejor consultarlo con Akane-san mañana. Nunca se me ocurrió que eso resultaría imposible.
—Aquí hay otros asuntos sobre lo que han estado haciendo los demás últimamente. Natchan está haciendo lo mismo prácticamente, ¿eh? Ah, Satchan parece haberlo pasado mal. Hii-chan está desaparecido. Típico de él. El Almirante ha encontrado trabajo… vaya, un buen trabajo. Atchan también. Todos los demás están bien. Chii-kun también. Es un alivio. Tengo que admitirlo, me sentía un poco culpable.
Sintiéndome algo excluido la dejé inmersa en sus viejos recuerdos y me tumbé en el sofá.
—Vámonos a dormir ya —dije. Dado que Akane-san estaba en el almacén me tenía que quedar a dormir aquí.
—Okidoki —acabó de revisar el correo, apagó la estación de trabajo, y se hundió de lleno en la cama. Después se puso de rodillas—. Ii-chan, durmamos juntos esta noche.
—Paso.
—Hace frío por la noche. Si te duermes ahí vas a coger un resfriado. Esta cama es de tamaño "king size". Hay espacio.
—Paso.
—¡Venga, no haré nada! Solo dormiremos juntos, eso es todo. Ni siquiera te tocaré. Puedes darme la espalda para dormir. Venga, no es tan malo, ¿verdad?
—Paso.
—Por favor. Estoy muy sola aquí.
Maldita sea esta chica.
Esta vez sí que estaba pesada.
Me levanté del sofá y la miré a los ojos.
—¿Juras que no harás nada?
—Sí.
—Lo has jurado. Voy a creerte.
—No te preocupes —asintió—. No te defraudaré.
Y esa noche dormí en una cama de verdad por primera vez desde hace mucho tiempo. Hace mucho, mucho tiempo. No es como si esperase algo, pero Kunagisa mantuvo su promesa, y la pude oírla respirar dormida a mi espalda. Pero dado que le estaba dando la espalda no supe si de verdad estaba durmiendo.
Lo recordé.
Los días pasados.
Hace mucho tiempo.
Años.
Guau, ¿había pasado tanto tiempo?
—Ii-chan.
Siempre me llamó de esa forma, con ese toque familiar en la voz.
Su corazón estaba abierto a mí ahora mismo, como si nunca nos hubiésemos separado.
De par en par, sin fachadas.
No me gusta encontrarme con gente del pasado.
Tanto si han cambiado como si no, es una experiencia desoladora.
Sin embargo, la casa de Kunagisa fue el primer lugar que visité tras volver a Japón, incluso antes que mi propia casa, y lo hice sin vacilar.
La mujer del pelo azul.
Seguía teniendo el mismo aspecto.
Como si no hubiera pasado el tiempo.
Cerré los ojos.
Desde luego esta era la primera vez que dormíamos juntos desde hacía mucho.
«Tómala sin más», me había dicho Akane-san.
Si quieres ser el único para ella.
Si no quieres que te ame, sino que te escoja.
—Que chorrada…
Y que pasa si…
Si le hubiese dicho a Akane-san que ya lo había intentado antes, ¿me hubiese dicho algo?
No había sido por amor, sino por puro deseo de destrucción.
Pero Akane-san.
No significó nada.
En serio.
Nada, en serio.
Así que, ¿qué?
¿Qué es lo que debería hacer?
Dímelo, por favor.
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