Zaregoto (Español): Volumen 1: Capítulo 3.1
0[edit]
Muerte a los lobos. Y muerte a los cerdos también.
1[edit]
Me desperté debido a un fuerte golpe en la puerta. Mi cabeza seguía dando vueltas por el sueño. Me levanté y abrí la puerta solo para encontrarme con Hikari-san empujándome dentro de la habitación y agarrándome por el cuello.
—¡Tú, maldito! —gritó de repente.
No, esta no era Hikari-san, me di cuenta. El día que Hikari-san diga algo como “maldito” será el día que me cambie el nombre por Samanta. Decir algo como eso y agarrarme por el cuello era, para Hikari-san, literalmente imposible. Le faltaba esa destreza. Y seguramente tampoco fuese Teruko-san… así que debe ser… ¿Akari-san?
—Por tu culpa, todo… ¡Maldita sea! ¡Gilipollas!
Incluso para Akari-san, este era un comportamiento bastante poco característico. En un completo frenesí, parecía que estaba a punto de empezar a darme una paliza en cualquier momento. Aunque más bien, ya había golpeado mi pecho varias veces a estas alturas. Simplemente estaba demasiado sorprendido por su comportamiento para notar el dolor.
—Estoy tan cansada de que pase esto —estaba jadeando y temblando—. No más cosas así… Es demasiado horrible… Es demasiado. ¿Por qué? ¿Por qué?
—Tranquilízate, Akari-san —la agarré por los hombros y le di una firme sacudida.
—¿Ha ocurrido… algo?
Me miró fijamente. Era una mirada de puro resentimiento. Indignación vengativa desde lo más profundo de su ser.
Me observaba con toda su ira.
¿No había dicho ayer Hikari-san algo del estilo «Hemos sido entrenadas para mantener la compostura»? No es probable que Hikari-san haya realizado un entrenamiento que Akari-san no. Y aun así aquí estaba, fuera de sí. ¿Qué demonios había pasado?
Por fin, sacudió la cabeza suavemente.
—Lo siento. Por favor, discúlpame, mi comportamiento ha sido inapropiado —miró al suelo avergonzada—. Ni siquiera es tu culpa. Esta cosa tan horrible no es tu culpa…
—Oye, no te preocupes por eso… ¿Pero qué ha pasado exactamente? —le repetí mi pregunta—. Sea lo que sea, dímelo por favor.
En lugar de contestarme directamente se giró y se puso de espaldas a mí.
—Por favor, acompáñame hasta la habitación de almacenamiento del primer piso —me dijo, y empezó a caminar.
Me quedé de piedra.
—¿Qué? Pero ahí es…
Akari-san y Teruko-san habían pasado la noche en la isla principal, supuestamente. ¿Cuándo habían vuelto? Según el reloj que Kunagisa me había arreglado ya eran las diez de la mañana (aunque era difícil de leer dado que los números estaban del revés). Era muy raro que me hubiese quedado dormido hasta tan tarde. Que vergonzoso.
Pero ahora no había tiempo para ese tipo de pensamientos. Cuando había regresado Akari-san y cuánto tiempo me había quedado dormido eran temas sin importancia en estos momentos.
Más importante…
Más importante…
—Akari-san, ¿qué acabas de decir?
—La habitación de almacenamiento de la primera planta.
Tenía un mal presentimiento sobre esto. ¿Quién estaba ahí abajo?
Un presentimiento muy malo.
¿Qué estaba pasando en esta isla?
Un presentimiento realmente malo.
Y el sentimiento era probablemente correcto. Las cosas estaban siguiendo un patrón.
—Ey, despierta, Tomo.
—¿Qué? Bdías… ¿Hay que atarse el pelo?
Kunagisa levantó la cabeza todavía dormida. Tenía una expresión extrañamente satisfecha, como si hubiese estado teniendo un buen sueño.
—Me parece que no hay tiempo para eso.
Se frotó los ojos.
—Eso significa que no me tengo que lavar la cara tampoco.
2[edit]
Una puerta que se abría hacia adentro.
En el otro lado, Akane-san yacía boca abajo, su cuerpo apuntaba hacia nosotros. Como resultado, el corte seccional (al igual que toda la carne, hueso y venas que revelaba) estaba a plena vista. Era un recordatorio grotesco de que, en el fondo, los seres humanos no somos más que un gigante fajo de materia orgánica.
Sí.
Era otro cuerpo decapitado.
Justo como el cuerpo de Kanami-san, la cabeza había sido completamente cortada desde la misma base del cuello.
El cuerpo estaba vestido con un traje. Uno con pinta de caro, de color gris. Arruinado por las manchas de sangre. Pero incluso suponiendo que no lo estuviese, justo como en el caso del vestido de Kanami-san del día anterior, no quedaba nadie que pudiese vestirlo.
La habitación estaba yerma e inhóspita. Había pasado tres noches aquí. Akane-san no había durado una.
Era una habitación vacía. Lo único que se encontraba dentro eran una silla de madera pegada a la pared, un teléfono fijo colgando de la pared, un futón, un par de libros que Akane-san se había traído seguramente consigo y una lámpara de pie.
—La puerta estaba cerrada con llave, ¿verdad? —preguntó Iria-san—. ¿Verdad, Hikari?
—Sí —la voz de Hikari-san temblaba. La miré y vi que su cuerpo también lo hacía—. Estaba cerrada, estoy segura. Sin lugar a dudas.
—Bueno, ¿qué hay de la ventana entonces?
Miré hacia allí, donde la voz de Iria indicaba. En lo más alto de la pared del lado opuesto a la puerta, donde nos encontrábamos todos, había una ventana rectangular. Pero era únicamente para dejar pasar la luz y ventilar. En cuanto a permitir a alguien colarse dentro o salir era demasiado…
Estaba abierta.
Tenía una palanca que permitía abrir y cerrar la ventana desde dentro de la habitación. Si lo piensas, era lo suficientemente grande como para dejar pasar a una persona, eso sí, con un poco de esfuerzo por su parte.
Pero aun así.
—Está demasiado alta —dije sin ningún destinatario en particular.
Entrar por esa ventana sería lo mismo que zambullirse desde un segundo piso, y salir hubiese sido incluso peor. La principal razón por la que habíamos escogido esta habitación como celda para Akane-san fue que era imposible entrar o salir por esa ventana.
En otras palabras, la habitación era impenetrable.
Sin embargo.
La única vía de entrada o salida aparte de esa había sido bloqueada.
Era un callejón sin salida. Otra habitación sellada. Una segunda decapitación. Dos decapitaciones, dos habitaciones selladas.
Kunagisa, que se encontraba de pie a mi lado, dejó escapar un quejido. Intenté decir algo pero al final me quedé callado.
Yaciendo en el suelo enfrente nuestro estaba el cuerpo sin cabeza de la mujer de la que todos habíamos sospechado que era el asesino. En una ocasión como esta, ¿qué palabras eran las indicadas?
La cabeza no se encontraba en ninguna parte.
Esto significa que, igual que con Kanami-san, la muerte accidental estaba descartada.
—De cualquier forma, parece que tenemos algunas cosas que reconsiderar —dijo finalmente Iria-san—. ¿Nos podemos reunir todos en el comedor? Hikari, cierra esta habitación.
De nuevo, Iria-asn fue la primera en irse. Rei-san la siguió de cerca en silencio.
—¿Algunas cosas que reconsiderar? —repetí dolido. Pues claro, eso era cierto. Todas las ideas y especulaciones que habíamos hecho hasta ahora habían sido volatilizadas. También parecía que teníamos un bueno puñado de detalles nuevos que analizar.
—Supongo que esto lo convierte en un asesinato en serie, ¿eh?
Era doloroso decir eso.
Un asesinato en serie.
Había encerrado a Akane-san aquí para prevenir esto mismo. Y como resultado se había convertido en la segunda víctima.
Sí, habíamos creado una verdadera situación de seguridad. ¿Qué demonios pensaba que iba a suceder? ¿Qué esperaba de una persona que mata a otros y les corta la cabeza? Probablemente el buen sentido y pensamiento estratégico de, ya sabes, un ser humano.
Me había sentido tan relajado. Totalmente tranquilo. Completamente orgulloso de mi mismo. Había detenido los movimientos del asesino.
Estaba tan confiado. Me dejé llevar. Se me habían subido los humos.
Las palabras que me dijo Akane-san la noche anterior volvieron de pronto. Las palabras con las que me había dejado.
¿Podía ser perdonado esto?
—Todo esto es una locura.
Me di media vuelta y abandoné la escena del crimen.
En ese momento descubrí a Yayoi-san de reojo. Parecía terriblemente pálida. Incluso más que ayer. Supongo que esperarías eso como mínimo de alguien que ha visto dos cuerpos sin cabeza en dos días. No era como mirar al cerdo o a al pollo.
Aun así, había algo… Justo en ese momento Yayoi-san parecía percatarse de mi mirada y aceleró hacia el comedor, como si estuviese huyendo de mí.
Me pregunté que era todo eso cuando Kunagisa me tiró del brazo.
—Ii-chan, vámonos ya. Iria-chan se cansará de esperar. Todos se han ido ya, no hay razón para quedarnos aquí parados.
Asentí.
Había muchas cosas que volver a pensar, y también muchas nuevas.
Y así, la mañana del quinto día fue un pura mierda.
3[edit]
—Fue sobre las dos de la madrugada —dijo Hikari-san.
El comedor.
La mesa redonda.
Pero éramos dos personas menos que hace dos días.
La extraordinaria artista, Kanami Ibuki, y un miembro de los Siete Idiotas, Akane Sonoyama.
El dúo peleón ya no estaba. Ya no estaban vivas.
—Recibí una llamada de teléfono en mi habitación… de Sonoyama-san. Me dijo que se había olvidado un libro en su habitación que quería que le llevase.
—¿Y entonces? —dijo Iria-san—. ¿Presumo que hiciste lo que te pidió?
—Sí —asintió Hikari-san—. Era un tomo de tapa blanda antiguo, “Bakaichi” de Mushanokoji.
—Eso no es importante. Así que en aquel momento, Akane-san todavía estaba viva, ¿sí? ¿Y tenía cabeza?
—Sí, en aquel momento estaba viva —dijo Hikari-san claramente.
Esto significaba que Akane-san había sido asesinada después de las dos de la madrugada. Había supuesto que yo había sido el último en ver a Akane-san con vida así que estaba un poco sorprendido. Aunque en realidad, no creo que la “hubiese” visto per se, dado que solo habíamos hablado a través de la puerta.
Su cuerpo había sido encontrado, aparentemente, sobre las nueve en punto de la mañana. Ella normalmente se levantaba e iba a tomar el desayuno a la misma hora todos los días, así que Hikari-san se preocupó cuando nadie llamó desde la habitación de Akane-san, y por tanto se convirtió en la persona que descubrió el cuerpo.
Al principio había sospechado que Akane-san simplemente se había quedado dormida más de lo habitual por el hecho de encontrarse en un nuevo ambiente. Pero la realidad tenía otra cosa en mente. En todo caso, suponiendo que el testimonio de Hikari-san era cierto, el momento del asesinato quedaba limitado a un espacio temporal de siete horas y media. El cuerpo no aparentaba estar reciente en el momento de su descubrimiento, así que parecía que el asesinato sucedió en medio de la noche.
—Bien, entonces —dijo Iria-san, mirando a todas las personas de la mesa—. Empecemos a comprobar las coartadas igual que hicimos ayer. Sonaba como si estuviese jugando a algún tipo de juego. No pretenderé ser capaz de juzgar lo que hay dentro del corazón de Iria-san, pero como mínimo, no parecía tener ningún sentimiento de tristeza o aflicción.
No importaba lo que había sucedido ni a quién le había sucedido, no le había ocurrido a ella. Eso es todo lo que importaba.
—Esta vez, yo no tengo coartada —decidí poner el motor en marcha ya que nadie comenzaba a hablar—. Hikari-san vino a nuestra habitación de visita sobre las diez u once de la noche, creo. Después Kunagisa y yo nos fuimos a la cama y nos quedamos dormidos.
—¿Os fuisteis juntos a la cama? —se burló Iria-san.
—Sí, ya. “Irnos a la cama” como figura retórica. Yo dormí en el sofá.
—Pero si los dos os fuisteis a dormir, no hay forma de confirmar que uno de vosotros no salió a hurtadillas en medio de la noche.
—Oh, oh, pero a mí me puedes dejar fuera —Kunagisa deslizó su mano horizontalmente cruzando su cuello—. La habitación de almacenaje está en la primera planta, ¿verdad? Yo no puedo bajar las escaleras sola.
—¿Qué? —No solo Iria-san, sino todos miraron a Kunagisa con sorpresa. Bueno, todos excepto Maki-san, la cual tenía una expresión de completa indiferencia, como si dijese «yo ya sabía eso». Siempre puedes contar con ella para que sea la excepción.
—Esa es la razón por la que hago que Ii-chan venga conmigo.
Sí. No había venido a esta isla solo porque estuviese aburrido o interesado. Tenía una razón de buena fe para estar aquí, Kunagisa me necesitaba.
Kunagisa tenía un amplio abanico de peculiaridades y características únicas que hacían que la vida diaria se convirtiese en un riesgo, pero entre esas había tres principales, y de entre las tres una que necesitaba una nota en especial: no podía soportar locomoción vertical extrema por sí misma.
Era un hecho.
Supongo que es más adecuado llamarlo un rígido, compulsivo y subconsciente suceso que yacía en su mente más que una “peculiaridad”. Sí la obligases lo más mínimo, este suceso aparecería, y se pondría a gritar y no serías capaz de poner un solo dedo en ella. Era lo mismo hace muchos años. Siempre me pregunté si se habría curado ya, pero parece que no es una cuestión tan simple.
—¿Es eso cierto? —el gesto de sorpresa seguía presente en la cara de Iria-san—. Pero si esta es la primera vez que oigo algo así.
—Bueno, no es algo que se mencione muy a menudo. Pero si me has estado observando te habrás dado cuenta que no he subido ni bajado ninguna escalera sola en todo el tiempo que he pasado en esta isla.
Siempre he estado con ella durante las comidas, o bien se encontraba encerrada en su habitación.
Tomo Kunagisa.
—Ahora que lo mencionas, siempre haces que el chico te vaya a recoger a la habitación. Pero no tenemos ninguna manera de comprobar esto.
—Tenemos un certificado médico —dije—. Es un desorden mental, por así decirlo. Así que creo que podemos confirmar la coartada de Kunagisa por ahora.
Aunque no la mía.
Iria-san parecía estar reflexionando un momento, pero entonces cambió su línea de pensamiento.
—Bueno, ¿qué hay de Himena-san?
—Estuve en mi habitación bebiendo toda la noche —miró hacia donde estaba Shinya-san— junto a ese maravilloso caballero que se encuentra ahí.
—¿Es eso cierto, Sakaki-san?
—Bueno, no estoy seguro de la parte de lo del caballero, pero lo demás sí —le giñó el ojo a Maki-san ligeramente—. Mi intención era molestarla solo durante un rato, pero acabé pasando toda la noche bebiendo.
Eso hace dos noches seguidas las que se pasaron bebiendo. Debían tener un aguante increíble. O quizás ese no era el caso de Shinya-san. Quizás simplemente no podía soportar estar sobrio después de la perdida de Kanami-san.
Me podía imaginar lo importante que era para él. Le había enseñado a pintar, e incluso la educó hasta que le superó. Era especial. Su existencia había sido importante para él.
—Ninguno de los dos estaba especialmente intoxicado, así que supongo que nos podemos avalar mutuamente —dijo Shinya-san—. Sí, supongo que era sobre la una de la madrugada. No podía dormir, ya sabéis, por lo sucedido, así que me dirigí a la sala de estar y allí estaba ella. Entonces me invitó a su habitación y acabamos quedándonos hasta que se hizo de día.
Sí. Eso era lo que quería decir. Pero de cualquier forma, era un hecho que estuvo en si habitación, así que los dos tenían coartadas sólidas.
—Yo estuve durmiendo todo el rato —dijo Yayoi-san antes de ser preguntada, como si siguiese algún tipo de orden—. No tengo ningún tipo de coartada. Pero creo que Hikari-san puede corroborar que me levanté a las seis de la mañana y que la ayudé a preparar el desayuno.
Por alguna razón, parecía que estaba mascullando sus palabras, y miraba para comprobar la reacción de Iria-san. Había algo extraño en ella, y algo acerca de su bizarra disposición me escamaba. Es difícil de explicar, pero algo me llamaba la atención. Simplemente no sabía lo que era.
—Ya veo —dijo Iria-san—. ¿Qué hay de ti, Hikari?
—Bueno, le entregué el libro a Sonoyama-san a las dos de la madrugada y después me marché a la cama. Así que no tengo coartada hasta la hora a la que me levanté por la mañana.
—Ya veo… Oh, supongo que ya también tengo que dar mi versión. Estuve en mi habitación hablando con Rei toda la noche. Estuvimos discutiendo que hacer de ahora en adelante y que decirle a Aikawa-san. ¿No es cierto, Rei?
Rei asintió en silencio.
—Ya había dormido esa tarde, así que no me pude dormir por la noche. A la hora que acabamos de hablar ya era por la mañana, así que supuse que era demasiado tarde para intentar dormir, así que… lo habitual, y por último el desayuno. Creo que es una coartada sólida, ¿no es así?
Por alguna razón, Iria-san me miró a mí cuando dijo eso. Era una mirada de desafío. Me encogí:
—Sí, claro que lo es. ¿Y cuándo regresaron Teruko-san y Akari-san?
—Sobre las nueve en punto. —Fue Akari-san, quien no hacía nada me había asaltado en la habitación de Kunagisa. En estos momentos había regresado a su estado habitual, pero intentó no hacer contacto visual conmigo.
—¿Las nueve en punto?
Hablando de ello, había dicho algo bastante extraño hace un momento. «Estoy tan cansada de que pase esto» o algo por el estilo. Pero, ¿qué era de lo que estaba tan “cansada”? No importa como lo mires, había algo extraño en su forma de actuar en ese momento.
Algo me decía que no se estaba refiriendo solo a la muerte de Kanami-san.
—Bueno, supongo que eso significa que Akari y Teruko tienen una coartada, ¿sí? Lo que significa… —dijo Iria-san—. La gente con coartada son Sakaki-san y Himena-san, seguidos de mí y Rei, y Teruko y Akari. Y lo más probable es que Kunagisa también. Eso hace siete.
En el otro lado nos encontrábamos, Yayoi Sashirono, Hikari Chiga y yo. Ninguno de los tres teníamos coartada. Pero mientras que la pregunta de quién tenía coartada era importante, había otra cosa que era igual de importante en este caso.
—Esto, ¿Hikari-san?
—¿Sí? —miró en mi dirección.
—Quizás estoy siendo un poco quisquilloso en este aspecto pero, ¿podrías decirme si la ventana estaba o no abierta cuando le entregaste el libro a las dos en punto?
Se quedó con la mirada perdida en el espacio mientras pensaba un momento:
—Creo que estaba cerrada —contestó.
—Ya veo. ¿Es algo que una persona pudiese abrir fácilmente?
—Sí. Supuestamente es para la ventilación, así que si simplemente usas la palanca (tienes que moverla así) se abre y se cierra normalmente. Pero eso es solo desde dentro. Está completamente sellada desde fuera.
—Ya veo.
Este era un desarrollo problemático. Un desarrollo muy problemático. Una ventana de más de tres metros de alto. Sin escalera, era virtualmente imposible que alguien hubiese escapado por ahí, e incluso más improbable que alguien hubiese entrado.
En otras palabras, teníamos otro caso de “misterio de habitación sellada”.
—Bueno, dime entonces, ¿qué me dices de la gestión de las llaves? ¿Existen copias de ella o algo así?
—Yo tengo la única llave. No hay copias ni llaves maestras.
Parecía bastante preocupada. Lo que era natural, obviamente. Las implicaciones de esta conversación eran que ella era la única que podía haber cometido el asesinato. Si lo miramos objetivamente, ese era el caso más probable.
Pero no tenía la intención de señalar ese hecho. No quería causar otro percance como el de Akane-san.
—¿Qué tipo de cerradura es?
—Una normal. Giras la llave y el pestillo salta. No conozco su nombre técnico…
—Y tú estás segura de que cerraste la habitación a las dos en punto.
—Sí, estoy segura de que la cerré. Incluso lo comprobé varias veces —contestó con una expresión dolida—. Estoy segura.
—Ya veo.
Era una chica honesta.
Hasta el punto en el que le debía complicar la vida.
Viéndola en este estado, para mí estaba claro que ella no era la asesina. Si lo fuese no se habría tomado la molestia de reportar que había sido llamada a la habitación de Akane-san en medio de la noche. Todo el mundo sería capaz de deducir eso.
Por supuesto, no puedes descartar la posibilidad de que ella hubiese preparado esto para engañarnos a todos. Ese tipo de razonamiento podría extenderse cuanto quisieras.
Continué preguntando.
—¿Y no había nadie más en la habitación cuando llegaste? ¿Qué hay de la posibilidad de que hubiese alguien escondido en las sombras o algo así?
—Bueno, no sentí a nadie más en la habitación, pero —inclinó la cabeza como si no entendiese el objetivo de mi pregunta— no puedo estar segura. Yo no entre en la habitación, desde luego. Le di el libro en la puerta.
—¿No estabas asustada? —preguntó de repente Yayoi-san, con una voz débil. Tenía una expresión de malestar según hablaba—. Quiero decir, ¿no pensábamos todos que Sonoyama-san podía ser el asesino? ¿Y tú quedaste con ella a solas, en medio de la noche? ¿No estabas asustada?
—No, no del todo —contestó Hikari-san después de un momento de duda—. No creía que Sonoyama-san fuese la asesina.
—¿Por qué no? —por alguna razón, Yayoi-san estaba siendo muy insistente con Hikari-san—. ¿Qué te hacía estar tan segura?
—Esto, bueno… —Hikari-san me miró con una expresión de preocupación. Ah, era por la conversación que tuvo con Kunagisa ayer. Claro, después de escuchar esa conversación no había ninguna razón para sospechar de Akane-san en particular.
Pensé las cosas mientras observaba avanzar la conversación entre las dos mujeres. Pero no pude detectar nada. Me había parecido que de haber sucedido algo, probablemente hubiese ocurrido sobre la dos de la madrugada, cuando Hikari-san había entregado el libro, pero ahora, después de escuchar su testimonio, ese no parecía ser el caso.
¿Así que, qué hacemos ahora?
¿Cómo continuamos?
—Dudo que la habitación estuviese completamente sellada. La ventana estaba abierta, después de todo —me dijo Iria-san—. En ese sentido, no se definiría exactamente como “sellada”.
—Pero es imposible entrar o salir a través de esa ventana.
—Hay una silla en la habitación, ¿verdad? ¿No se puede alcanzar la ventana alzándote desde la silla?
—No lo creo. Incluso si te estirases y saltases al mismo tiempo, dudo que pudieses llegar. Shinya-san es el más alto de nosotros y no creo que fuese capaz de alcanzarla.
—¿Es así? Así que, la habitación de Ibuki-san estaba sellada por el río de pintura, y esta vez es una habitación sellada por un problema de altura… —Iria-san estiró los brazos con un suspiro de irritación—. Y ambas mujeres fueron decapitadas.
Sí, estaba ese otro problema.
El asesino había cortado las cabezas de Kanami-san y Akane-san.
Eso seguía siendo un misterio. No existía la posibilidad de que se hubiesen intercambiado los cuerpos, ¿pero qué otra razón había para cortar las cabezas? ¿Podíamos describirlo como un golpe de suerte bizarro?
Lo que es más, el hecho de que el asesino se llevó las cabezas tampoco tenía demasiado sentido. Por supuesto, también existía la posibilidad de que el asesino cortase las cabezas específicamente para llevarlas a algún lugar en particular pero, ¿qué diablos haces con un par de cabezas humanas?
Y esa pregunta nos lleva a la siguiente: ¿por qué fueron asesinadas estar mujeres en primer lugar? No tenía ni idea. Este caso estaba lleno de cosas que no entendía. Era todo un sinsentido.
Maldita sea.
¿Desde cuándo era tan idiota?
—Bueno… observando las cosas objetivamente, Hikari-san es la más sospechosa de los presentes —dijo Iria-san de repente.
Hikari-san flaqueó un momento.
—¿Qué? Oh, yo, esto…
—Hikari era la única que tenía una llave, y una de las tres personas sin coartada. Si la ventana no era una de las posibles entradas o salidas, la puerta es la única posibilidad, ¿cierto? Hay tres personas sin coartada, pero una de las tres tiene una llave.
—Espera un momento por favor —interrumpí el monólogo de Iria-san—. Esto no está bien. No es una suposición justa.
—¿Suposición? Creo que el término correcto es “razonamiento”.
Hikari-san observaba nuestra interacción con una expresión preocupada. No sabía que decir.
—Es lo mismo que dijo ayer Akane-san. Es una tontería llegar a una conclusión basándonos en un proceso de eliminación y razonamiento selectivo. No voy a ir tan lejos como para llamarlo estúpido, pero creo que nos estamos dejando cosas.
—Me pregunto si es cierto eso. Yo, personalmente, creo que no.
—Ese fue el tipo de razonamiento que nos hizo encerrar a Akane-san como el principal sospechoso. Y este es el resultado. Este es el resultado de ello, Iria-san. No hay nada que se pueda decir de lo que ya está hecho, pero me niego a cometer el mismo fallo de nuevo. Lo entiendes, ¿verdad? Es demasiado peligroso que alguien se quede solo de nuevo.
—Ahora dime —dijo con una sonrisa. Bajo otras circunstancias sería incluso hermosa—. ¿No fue tu idea encerrar a Akane-san en primer lugar? Disculpa, recluir.
—Eso es cierto. No estoy aquí para rebatir ese hecho. Fui yo quien sugirió que la encerrásemos ahí dentro, y por tanto es mi deber corregir esa sugerencia. Si tengo que tomar responsabilidad por lo sucedido, asegurarme de que no vuelve a suceder es como me voy a responsabilizar. En estos momentos, es demasiado pronto para determinar quién es el asesino. Ni siquiera estamos pensando sobre las cosas que deberíamos.
Maki-san dejó salir un gran bostezo. Posiblemente no había dormido en dos días, o quizás estaba aburrida de la conversación. Lo más seguro es que fuesen ambas.
Era una simple espectadora.
—Bueno, sigo pensando que Hikari es la principal sospechosa.
No había ni un ápice de compasión en las palabras que le dedicaba a su sirvienta, con la que había coexistido bajo el mismo techo durante todos estos años.
Estaba desprovista de todo tipo de sentimiento. Hablaba con ese tono frío de alguien que simplemente reportaba los hechos como hechos, sin ningún tipo de emoción.
Creo que ya lo sabía.
La respuesta a la pregunta de Kunagisa de ayer. La razón por la que esta mujer había sido exiliada de la familia Akagami.
Iria Akagami. Todo era igual en este mundo para ella, lo mirase por donde lo mirase. Todo carecía de valor. Y por ello, estaba buscando algo de valía; imposible de encontrarlo, era capaz de deshacerse de cualquier cosa sin ningún tipo de vacilación.
Me había estado preguntando lo que había hecho.
Me suponía que había hecho algo.
Pero en realidad, quizás esa era una suposición errónea. Quizás no es que hubiese hecho algo mal, sino que no podía existir como parte de la familia Akagami. Es más, quizás no era la familia la que la había rechazado, sino que había sucedido en el otro sentido. No era algo ilógico.
Y yo que pensaba que su trabajo iba a ser defender a Hikari-san.
—Bueno, hagamos lo siguiente entonces —sugerí sin mirar a Iria-san—. Podemos decir que, con seguridad, no es seguro que nadie se quede solo. Así que, dividámonos en equipos. No hay quejas sobre eso, ¿verdad, Iria-san? No creo que sea necesario molestarme en explicar el propósito de hacer equipos, ¿cierto? Es más seguro moverse así que hacerlo solo. Y de esa forma todos podemos cubrirnos las espaldas. Entonces, dado que yo he estado defendiendo a Hikari-san, estaré en su equipo. Ella, Kunagisa y yo seremos el “Equipo A”. ¿Qué tal suena eso?
—Ya veo, interesante —Iria-san parecía genuinamente impresionada—. Eres más listo de lo que aparentas, ¿eh? Equipos, ¿eh? Bueno, naturalmente yo estaré emparejada con Rei, Akari y Teruko. Entonces hagamos que Maki-san, Shinya-san y Yayoi-san formen el “Equipo C”. Shinya-san y Maki-san se han avalado inocentes dos veces seguidas ya, así que Yayoi-san puede permanecer tranquila. Y si Yayoi-san es el asesino, serían dos contra uno. ¿Suena bien eso?
—¿Y qué tal si simplemente hacemos que todos permanezcan juntos en el comedor? ¿Hasta que llegue Aikawa-san? —dijo Hikari-san, mirando con la misma expresión de preocupación—. De esa forma, nadie tiene que permanecer solo y el asesino tampoco puede actuar.
—No podemos hacer eso. ¿Quieres que nos quedemos aquí quietos? No seas ridícula.
No hablé solo para Hikari-san, sino para el grupo entero.
—Kunagisa y yo tenemos que dar unas vueltas.
4[edit]
Mientras tanto, decidimos enterrar el cuerpo de Akane-san. Como había sido el caso con el cuerpo de Kanami-san el día anterior, dejarlo ahí en el suelo sin más estaba fuera de discusión. Iria-san parecía no tener planes de llamar a la policía de cualquier forma, así que nos adelantamos e hicimos lo que pensamos que era correcto.
Decidimos que lo mejor era hacer fotos con la cámara digital de la escena del crimen primero, como habíamos hecho el día anterior, y después ir a enterrar el cuerpo al bosque de las montañas de detrás de la mansión, así que los tres nos dirigimos a la habitación de Kunagisa. Pero nuestros planes acabarían siendo ligeramente modificados.
—Joder.
En el instante en el que Kunagisa entró en la habitación, dejó escapar un grito que resonó por todo el pasillo.
Eché un vistazo y descubrí la razón.
—Esto es… guau…
—Ah, ¿qué demonios? —Kunagisa estaba siendo extrañamente explícita—. Esto es una mierda.
Destruido.
Todo estaba destruido.
Dentro de su habitación yacía la destrucción. Los tres ordenadores, los dos PCs y la estación de trabajo. Todos habían sido reducidos a trocitos.
—Ahhh, ¿por qué ha sucedido esto? —se abalanzó frenéticamente al lío de piezas que estaba expuesto enfrente nuestro—. ¡Horrible, horrible, horrible, horrible! ¡Esto es un abuso! ¡Diabólico! ¡Hay un demonio en esta isla! ¡Es Diabolos, Ii-chan! ¡Una tragedia! ¡Buaaa! ¡Esto es un desmembramiento de ordenadores! ¡Incluso los monitores están rotos! ¡¿Por qué?! Ah, ¡este teclado es imposible de reconstruir! ¡La memoria holográfica! ¡¡¡Oh dios mío, la placa base!!! ¡¡¡Que le ha ocurrido a… o dios mío, está destrozada!!! ¿¡¿¡Qué demonios es esto!?!?
Se había vuelto loca. Como accionar un interruptor. Para una chica alegre y suertuda como ella este era un estado bastante extraño de ver. O por lo menos, era la primera vez que la veía así desde que volví a Japón.
—¿Por qué harían algo como esto? Oh, es demasiado horrible… Ii-chan, Ii-chan, Ii-chan… ¿Qué piensas de esto?
—Es espantoso. —Incluso suponiendo que los ordenadores fuesen una molestia, no había necesidad de ir tan lejos. Habían sido destrozados de tal forma que parecía exagerado—. Me pregunto si usaron algún tipo de barra de hierro. No es un modo muy limpio de destrucción. O quizás era un hacha o algo así.
—¿Por qué ha sucedido esto? ¿Quién lo ha hecho? ¿Crees que fue el asesino? —dijo Hikari-san en un susurro.
¿El asesino? Quizás la persona que asesinó a Kanami-san y Akane-san estaba intentando crear algo de caos. ¿Pero con qué objetivo? ¿Qué ganaba el asesino destruyendo el equipo de Kunagisa?
—Ohhh… que desgracia. Quiero llorar —dijo Kunagisa, como si estuviese a punto de llorar de verdad—. Ah… bueno, que se le va a hacer. Ya había mandado una copia de seguridad a mi casa. Aun así, di muchas vueltas para construir estos. No vi venir esto, supongo que la próxima vez tendré que hacer la placa base de partes irrompibles.
—Guau, copia de seguridad al rescate, ¿eh? Al menos no perderás el software que hiciste.
Pero en realidad no era tanto “rescate”. Los ordenadores de Kunagisa no eran el equipamiento habitual de un profesional corriente. Estaban hechos a mano por completo, así que las piezas externas eran aún más valiosas que las internas.
—Ahora ni siquiera podemos ver lo que había en la cámara digital. Parece que la cámara y el móvil han sido destrozados también. Oh, es demasiado horrible. ¿Esta persona cree que el dinero crece en los árboles?
Lo pensé un segundo.
—Oye, espera, no eres quien para hablar.
Chasqueé los dedos. Como esperaba, la cámara parecía haber sido destruida deliberadamente. Lo que hacía que los motivos del sospechoso fuesen completamente claros.
—Ya veo, ya veo. Tiene sentido —me murmuré a mí mismo—. Sí, esto es sorprendentemente fácil de entender. Debían estar asustados de que siguiésemos inmiscuyéndonos más lejos.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Hikari-san—. ¿Sabes por qué ha pasado esto?
—Sí, creo que sí. Tú también las viste ayer, ¿verdad? Las fotos del taller que hizo Kunagisa habían sido pasadas al disco duro por USB. Tanto si el culpable lo sabía cómo si no, debían haberse imaginado que esas imágenes eran incriminatorias.
La estación de trabajo y la memoria del móvil probablemente habían sido destruidas con sumo cuidado.
La habitación de Kanami-san.
Esas imágenes.
—Creo que eso es lo que ocurrió.
No le habíamos dicho a nadie sobre el correo o la información de Chii-kun, así que el asesino no debía saber sobre eso, pero todos sabían lo de las imágenes. Kunagisa hundió los hombros dándose cuenta de este hecho.
—Ah. No me preocupé de aplicar protección extra. Nunca me imaginé que alguien recurriría a algo como esto.
—Esta habitación no tiene cerradura, ¿no es así? —dijo Hikari-san—. Supongo que habéis sido desafortunados.
Le di unas palmadas en la cabeza a Kunagisa.
—Mantén el espíritu. Supongo que esto significa que podemos sentarnos por ahí felizmente esperando a que el detective ese haga su aparición. —Puse mis manos en sus hombros y la abracé a medias—. Nada de jugar por ahí, ¿eh?
No sabíamos quién era el culpable, y tampoco conocíamos el motivo. Pero desde luego sabíamos una cosa: el bastardo había destruido algo muy importante para Tomo Kunagisa por su propio interés.
Y eso era imperdonable.
—¿Eh? Ey, espera un momento —dijo Hikari-san como si de repente algo le hubiese venido a la mente—. ¿Quién ha hecho esto?
—Pues, el asesino, ¿cierto? No sabemos quién es ahora mismo.
—Pero estábamos todos en el comedor, y después hemos venido aquí directamente, ¿verdad? ¿Quién podría haber tenido el tiempo suficiente como para destruir todo esto?
Vaya.
Habíamos estado en la habitación hasta que Akari-san llegó a buscarnos. Después nos dirigimos a la habitación de almacenamiento donde había ocurrido el asesinato, pero fuimos los últimos en llegar. Todos los demás ya estaban allí reunidos. Entonces todos fuimos directamente al comedor en grupo.
Si ese era el caso, o más bien, ese fue el caso. Lógicamente, no había nadie que pudiese haber cometido esta destrucción.
—Este es obviamente el trabajo de un ser humano, pero nadie tuvo el tiempo de hacerlo. ¿Qué demonios?
No tenía sentido. Otro misterio del que preocuparnos. Justo como la habitación sellada de Kanami-san y el cuerpo sin cabeza de Akane-san. No. Esto era distinto. Era un tipo distinto de misterio. Iba más allá del simple hecho de tratar de descubrir las coartadas y los motivos de la gente. No era un caso de trucos o trampas. Era simplemente algo imposible.
Lo que significaba…
5[edit]
Determinando que el equipamiento era imposible de reparar, decidimos continuar con nuestro curso de acción planeado. Y con eso quería decir el entierro de Akane-san.
Fuimos a la habitación de almacenamiento, pusimos su cuerpo en una gran camilla, y nos dirigimos al bosque de las montañas que estaba detrás de la mansión. La camilla estaba en la mansión para un caso de emergencia, pero dudo que tuviesen una emergencia como esta en mente.
No…
Quizás si la tenían.
Esta vez íbamos a enterrar el cuerpo solo, sin saco de dormir. Hikari-san tomó la parte frontal de la camilla y yo la trasera. A pesar de su pequeña constitución, el trabajo como sirvienta parecía que quedaba aparente en su fuerza del tren superior.
Kunagisa nos siguió transportando la pala.
Transportar la camilla desde la parte trasera situaba el cuerpo justo en frente de mi campo de visión, delante y en el centro. Incluso estando habituado a este tipo de situaciones, no era la experiencia más placentera del mundo.
En el camino, recordé algo que tenía pensado preguntar.
—Hikari-san, ¿Akane-san llevaba puesto la misma ropa que cuando le llevaste el libro la noche pasada?
—Sí, era la misma —contestó—. Por supuesto, también tenía la cabeza.
No era el tipo de broma de la que te reías. Estaba muy lejos de ser graciosa.
La cámara digital había sido destruida y era imposible de reparar, así que naturalmente no podíamos dejar constancia de la habitación de almacenamiento donde Akane-san fue asesinada. Esto era lo que el asesino esperaba, probablemente.
Desde luego, el asesino estaba burlándose de nosotros. Pero estaba tomando la memoria de Kunagisa muy a la ligera.
—Bueno, veamos, si suponemos que el asesino rompió todo porque no quería que quedase un registro de la escena donde Kanami-chan había sido asesinada, ¿por qué quería eso exactamente? ¿Contenían las fotografías algún tipo de evidencia concreta? No recuerdo nada de eso.
Dentro de su cabeza estaban no solo las imágenes de la escena del crimen de ayer, sino también de la habitación que acabábamos de visitar, tan precisas y exactas como una cámara digital. No llamaban a Tomo Kunagisa un prodigio por nada.
—¿Te viene algo a la mente?
—Puede. Millones de cosas me vienen. Estoy tratando de reducirlas. Esto, ah, ya… —empezó a murmurarse a sí misma. Una vez que entraba en ese tipo de estado, era mejor no molestarla. Miré de nuevo a Hikari-san.
—Entonces, ¿dónde deberíamos enterrarla, Hikari-san?
—Supongo que lejos de Ibuki-san sería lo mejor.
No podía estar más de acuerdo.
Caminando a través del bosque de la montaña durante un rato, eventualmente encontramos un lugar que pensamos que sería decente para enterrarla, y decidimos empezar a cavar. Ayer habíamos tenido el doble de hombres, así que hoy prometía ser relativamente agotador. Había tenido la esperanza de que Shinya-san nos hubiese ayudado, pero por desgracia, se encontraba en otro equipo. Eso y que, para el hombre corriente, tener que enterrar el cadáver de dos conocidos en un periodo de dos días era más que desesperante.
A menos que fuese un tío como yo.
En cuyo caso no era nada que destacar.
—Esto debería ser suficiente.
Me aparté el pelo de la cara. Si esto fuese verano estaría sudando como un cerdo. Salí del hoyo y deposité el cuerpo de Akane-san en él. Después, una oración corta y silenciosa. No sabía si estas acciones servían para algo o no, pero era mejor hacerlo que no.
«Sin importar dónde o cómo muera, o quién me asesine o por qué razones, no oirás una queja por mi parte.»
Las últimas palabras que había escuchado de Akane-san. ¿Pero lo decía en serio? ¿Incluso siendo asesinada así, había cruzado al otro lado como una santa, sin una simple queja?
Para mí, eso era una hazaña imposible.
—Ojala pudiésemos enterrarla con la cabeza, ¿eh? —dijo Hikari-san—. A Ibuki-san también. De cualquier forma, ¿por qué se supone que el asesino corta las cabezas?
—Esa es la pregunta de la semana, supongo. Pero seguimos llegando a la misma respuesta.
Y esa es: «No lo sabemos».
Me sacudí la suciedad con la pala y empecé a enterrar el cuerpo de Akane-san. Mañana me iban a doler las articulaciones, eso seguro. Eso si todavía tenía las facultades mentales para sentir dolor, por supuesto. No había nada que dijese que yo no sería la próxima víctima de asesinato. Las probabilidades no eran muy altas, pero tampoco imposibles.
Un asesinato en serie.
Quizás ya se había acabado después de Kanami-san y Akane-san. De acuerdo a la información proporcionada por Chii-kun, el antiguo compañero de Kunagisa, esta pareja había tenido algún tipo de relación en el pasado, aunque no podía decir de qué tipo, así que siempre cabe la posibilidad de que todo este calvario ya se haya acabado. Pero quizás era una forma de verlo demasiado optimista.
Al fin, el cuerpo de Akane-san quedó completamente enterrado.
—Hikari-san, dado que ya estamos aquí fuera, ¿te importaría acompañarme a algún lugar desde el cual podamos ver la habitación de almacenamiento desde fuera?
—Por supuesto.
Ella fue la primera en comenzar a caminar.
Kunagisa la siguió, con el pelo azul al viento. Hablando de ello, hoy no le había recogido el pelo. Decidí hacerlo apropiadamente cuando volviésemos a la habitación.
Mientras caminábamos, Hikari-san se giró hacia mí con una expresión seria:
—Muchas gracias.
Sin saber a qué hacía referencia con eso, me pilló por sorpresa.
—En el desayuno me defendiste. Así que quería agradecértelo.
—Oh, bueno, no lo hice solo porque fueses tú. Simplemente odio la idea de cometer el mismo error otra vez. Incluso sin mencionar los errores, odio las acciones repetitivas. En serio.
Quizás esa era la razón por la que tenía tan mala memoria.
—Ja ja ja ja. Eso es muy típico de ti, Ii-chan —se rio Kunagisa infantilmente—. Pero en realidad lo hiciste por Hikari-chan, ¿verdad? Porque entra justo en tu zona de caza.
—Qué es exactamente mi zona de caza?
—Es mayor que tú, es una chica, es pequeña, tiene el pelo largo, es delgada, no lleva ningún anillo ni nada parecido, e incluso lleva puesto un traje con delantal.
—Nunca he dicho nada sobre los trajes con delantal.
—También las chicas que llevan vaqueros y nada en la parte de arriba, chicas con aspecto de bibliotecarias que llevan puesto uniformes blancos y gafas, chicas góticas más altas que tú con pelo castaño y que llevan suéter…
—No me hagas parecer un pervertido.
Maldita sea. Sí que le gustaba hablar.
Pero para ser franco, Hikari-san era totalmente de mi tipo. Haciendo una analogía con el beisbol, prefería la ligera rudeza de las “bolas rápidas” de la personalidad de Akari-san, pero desde luego, no tenía problema con la gentil “bola lenta” de Hikari-san, Supongo que Teruko-san era algún tipo de “bola mágica”.
No sé de qué demonios estoy hablando.
—Ah —Hikari-san mostró una sonrisa ambigua acompañada por un ligero sonrojo—. De cualquier forma, te quería agradecer igual. En algunos casos mi ama puede resultar… severa. Además, a diferencia de ayer con Sonoyama-san, esta vez sí que parece que el asesino debía ser yo. Incluso yo no podía si no pensarlo. Al menos con Sonoyama-san estaba el pretexto de que la habitación estaba sellada, así que nadie podía haber sido el asesino. Pero esta vez…
—No te preocupes más por eso, Hikari-san —me estaba empezando a irritar un poco, así que la corté a mitad de frase—. Ya me has dado las gracias, y has mostrado tu sinceridad, así que no necesitas seguir agradeciéndome por todo.
—Pero…
—Si la situación hubiese sido al revés tú no me hubieses abandonado ahí, ¿verdad? Creo que hubieses hecho lo mismo por mí.
—Pero creo que si hubiese sucedido eso, tú también me darías las gracias.
Vaya por dios. Se estaba haciendo la dura.
—Creo que quiere decir que eres su amiga —dijo Kunagisa—. Y los amigos no dudamos unos de otros. Esa es la razón por la que no creo que Ii-chan y tú seáis el asesino.
—¿Amigos? —asintió, brillando de emoción—. Nunca he tenido amigos. He estado siempre al lado de mi ama desde que tengo memoria.
—Yo tampoco tengo amigos. Y tampoco Ii-chan. Así que nos haría felices que tú lo fueses.
Kunagisa tomó de la mano a Hikari-san.
El simple hecho de mirar esta escena era suficiente para hacerte sonreír. Pero hablando realísticamente, sería difícil que Kunagisa e Hikari-san continuaran esta amistad. A partir de ahora, Iria-san probablemente necesitase a Hikari-san a su lado aún más que antes, y mientras tanto Kunagisa estaba destinada a volver a casa. Y una vez más, Kunagisa estaba programada para permanecer encerrada en su casa todo el tiempo.
Tomo Kunagisa era una chica solitaria.
A menudo dicen que los genios son completamente autosuficientes. Si ese era el caso, Kunagisa cumplía los requisitos.
Y lo más probable, al ser imposible analizar la situación desde otro punto de vista, el más solitario era yo.
—Oh, allí está. La ventana.
Eché un vistazo alrededor confundido durante un rato. No había ninguna ventana a la vista.
—Oh, ¿es esa de ahí? —dije, señalando a la única ventana que pude ver, la cual se situaba a la altura de mi pecho.
—Sí, esa es.
—Pero la altura es…
—Parece alta desde dentro, pero la mitad de este sitio está construido sobre una montaña, así que…
Mientras la escuchaba, miré dentro de la habitación a través de la ventana. Podías entrever un pequeño charco de sangre, la silla de madera y la puerta. Era sin duda la habitación de almacenamiento donde estuve durmiendo y donde Akane-san fue asesinada.
Vaya. Así que parte de la mansión estaba enterrada en la montaña, incluyendo esta habitación.
—En ese caso, colarse dentro no hubiese sido tan difícil, ¿eh?
—Pero no se puede abrir la ventana desde fuera. Y no se cierra con un simple pestillo, así que no podrías forzarla simplemente con agitarla un poco.
—Bueno, ¿qué hay de la posibilidad de que Akane-san abriese la ventana por su cuenta, dejando que entrase el asesino? —dijo Kunagisa—. Digo, quizás el asesino llamó para que le abriesen. Ya sabes, algo como “¿Hay alguien en casa?”
—Es difícil de creer que Akane-san haría algo que permitiese entrar al asesino. Quiero decir, es Akane-san. Además, esto es bastante altura. Parece más real cuando lo miras desde arriba. Yo, desde luego, no querría saltar desde esta ventana.
La ventana era de las que se abrían abatidas, y solo parcialmente, así que no parecía que hubiese mucho margen para hacer un salto equilibrado. Y parecía que si no hacías un aterrizaje adecuado fácilmente te podrías romper un hueso, o incluso morir si te acababas golpeando la cabeza.
—Incluso suponiendo que Akane-san dejó entrar al asesino accidentalmente, podría haber pedido ayuda fácilmente. El teléfono fijo está justo a su lado.
—Quizás fue atacada mientras dormía… Oh, espera, soy una idiota. Si estaba durmiendo no podría haber abierto la ventana —dijo Kunagisa.
—E incluso ignorando ese hecho, ¿Cómo pudo el asesino salir de nuevo? Incluso un escalador experto sería incapaz de trepar un muro liso como este.
—Je, je. Como un lagarto —Kunagisa metió la cabeza dentro de la ventana y echó un vistazo—. Oh, es una caída peligrosa, ¿eh? ¿Qué hay de usar una cuerda?
—Cuerda, ¿eh? Pero no hay ningún árbol cerca en el que atarla.
Eché un vistazo a los alrededores. Tanto si había sido deforestado como si siempre había sido así, el lugar al completo no era sino un gran prado de hierba, y no había ningún sitio apropiado al que atar una cuerda.
—Y sabes, hacer rápel no es algo tan sencillo. Tengo algo de experiencia con ello, pero es endemoniadamente duro. La piel de las manos se te pela y esas cosas.
—No si usas guantes.
—Bueno, ya, pero aun así creo que es bastante improbable. También podrían haber traído una escalera y meterla por la ventana. Eso es más probable —dije.
—Pero una escalera no entraría por este hueco tan pequeño. Se quedaría encajada en medio, y entonces una persona no cabría por ahí.
—Bueno, quién sabe. Hikari-san, ¿hay alguna escalera en la isla?
—Bueno, no…
—¿Y qué hay de la posibilidad de que alguien la haya traído consigo?
—No lo creo. Me habría dado cuenta si alguien hubiese traído algo tan grande.
—¿Qué hay de una escalera de cuerda? Eso se podría esconder fácilmente en el equipaje, y no se atascaría en la ventana.
—Ii-chan, ¿te olvidas de lo que dices tú mismo? Si fuese una escalera de cuerda no habría ningún sitio en el que atarla. Sería posible si incrustasen algún tipo de gancho metálico a la pared, pero eso dejaría un hueco. Y la pared parece en buen estado por lo que puedo ver.
Eso era verdad. Era simple sentido común, nada que mereciese la pena mencionar. Pero solo por confirmarlo lo discutimos de todas formas. Era solo otra forma de “armonía preestablecida”.
Miré a Hikari-san.
—¿Alguna idea? —le pregunte—. ¿O aunque sea una simple observación?
—Bueno, nada en particular… —dijo aproximándose a la ventana—. Asumiendo que el asesino no entró por la puerta, la ventana es la única otra opción de acceder, ¿eh?
—Acceder… pero quizás no necesitaron siquiera acceder —esto se me estaba ocurriendo en el momento—. La silla está allí, lo que significa que ese debía ser el sitio donde Akane-san estaba sentada leyendo. Quizás el asesino uso algún tipo de lazo de cuerda, lo introdujo a través de la ventana, agarró a Akane-san por el cuello, y después la elevó. Así fue estrangulada hasta que murió. Después se elevó hasta la ventana donde se le cortó la cabeza. ¿Qué hay de eso?
Inverosímil, ¿eh? Por lo menos, no tenía ninguna incoherencia. El asesino no necesitaría colarse a través de la ventana ni entrar en la habitación, y aun así podría haberla asesinado.
No había ninguna incoherencia en…
—Oh, no, espera, eso no es posible.
—¿Por qué no? No creo que fuese tan inverosímil —dijo Hikari-san, confundida—. Si ese fuese el caso cualquiera podría hacerlo.
—Los cuerpos humanos no son tan ligeros.
Para ser mujer, Akane-san no era pequeña. Era más alta que la mayoría, y parecía que debía pesar por lo menos 50 kilos. Probablemente no llegase a los 60, pero desde luego no estaba en los 40. Levantarla desde esta altura hubiese requerido no solo una cuerda resistente, sino una increíble fuerza en los brazos para levantarla. Yo desde luego no hubiese podido. Para levantar algo tan arriba con solo dos brazos era toda una proeza física.
—Shinya-san es probablemente el más fuerte de todos los que estamos aquí, pero él tiene coartada. E incluso si es el más fuerte, eso es muy relativo, dudo que incluso él pudiese levantar un cuerpo por sí mismo. Sin mencionar que Akane-san se resistiría todo el tiempo. Y mientras se resistía, el teléfono fijo estaría justo al lado suyo. Solo con que le hubiese pegado una patada, alguien hubiese descubierto lo que estaba pasando. No hubiese sido un método muy inteligente.
—Además, en ese caso la ventana tendría que haber estado abierta. ¿Pero realmente hubiese abierto la ventana para después darle la espalda? No era tan estúpida, de hecho, era prácticamente lo opuesto. Así que probablemente estaba siendo bastante precavida.
Eso es obvio.
Maldita sea. Y aquí estoy yo pensaba que empezaba a ver un poco de luz, y resulta que iba por mal camino. Tuve una sensación poco agradable, como si estuviese en una dimensión retorcida. Era como buscar la esquina de un círculo. Algo olía mal, desde luego. Algo estaba jodidamente patas arriba. ¿Qué demonios estaba haciendo mal?
Parecía que me estaban tomando el pelo, y mucho.
—De cualquier forma, volvamos a la habitación. Aquí no hay nada más que ver.
Tampoco es que tuviésemos nada que ver en la habitación.
Pareciendo reacia a irnos, Kunagisa permaneció observando la ventana en silencio durante un rato, pero al final se dio la vuelta y empezó a seguirme.
—¿Descubriste algo?
—Que va, nada en especial. Más importante, tengo hambre.
—¿Oh, sí?
—Entonces vamos a comer algo —dijo Hikari-san.
—Sí —asentí.
Retroceder a Capítulo 2.2 | Regresar a Página principal | Avanzar a Capítulo 3.2 |