Golden Time:Volumen1 Prólogo: Difference between revisions

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<noinclude>==Golden Time 1: Prólogo==</noinclude>
<noinclude>==Golden Time 1: Prólogo==</noinclude>
===Prólogo===
===Prólogo===
"Kuwaa~n... aanaan iya aaaaan... ufuu~n...", cuando el sonido normal, extrañamente erótico, de la campana se escuchó detrás de él, el Banri estaba ya para la mitad del puente, al comienzo del grupo.


"Lo siento, ¿estamos corriendo demasiado rápido hoy?"
"Kuwaa~n... aanaan iya aaaaan... ufuu~n...", como era costumbre, cuando el sonido extrañamente erótico de la estúpida campana sonó tras él, Banri, a la cabeza del grupo, se encontraba a medio camino sobre el puente.


El volvió para ver al vice-capitán del club, quien estaba corriendo justo detrás de él.
"Lo siento, ¿vamos demasiado rápido hoy?"


"Sí, vayamas un poco mas lentamente."
Él se volvió hacia atrás para mirar a la vicecapitana del club, quien corría justo trás él.


Mientras se sacaba su cola de caballo, la cual se había caido al cuello de su uniforme, el vice-capitán también se volvió hacía atrás, y los dos miraban hacia los demás miembros del club, quienes estaban corriendo detrás de ellos.
"Sí, vayamos un poco más despacio".


Cuando andaban a su paso normal, se podía escuchar a la campana cuando estaban para un cuarto de la distancia, cruzando al puente largo.  Kanada-san, el secretario del club, seguía tras el fin de la línea en su bicicleta, de donde vigilaba sobre los estudiantes del primer año (quienes no estaban tan fuertes todavía) para que no se dejaran detrás, y sonaba la campana, la cual estaba para la mitad de su corrida normal de cuarenta minutos.
Mientras se sacaba la coleta, que se había colado por entre el cuello del uniforme, la vicecapitana también se giró hacía atrás para mirar a los demás miembros del club, que corrían detrás de ellos.


"Esa cam...pa...na...,"
De haber ido andando, habrían oído las seductoras campanadas hacia el primer cuarto del puente. La secretaria del club, Kanada-san, cerraba la fila sobre su bicicleta ocupándose de los estudiantes de primero (que todavía no estaban en forma) para no dejarlos atrás, y golpeó la campana para indicar que se hallaban hacia la mitad del recorrido normal de cuarenta minutos.


"Haaaa soooonaaaadoooo,"
"Esa cam...pa...nadaaa...,"


"Kanaaaadaaaaa!"  ...Con micrófonos imaginarios en sus manos izquierdos, y moviéndolos a un ritmo R&B, Banri y su vice-capitán cantaron en coro.  "Senpai es un idiota!", los estudiantes del segundo año corriendo detrás les dieron una mirada fría a los dos.  Otros de los del segundo año dijeron, "¿No hacen eso cada día?", con caras claramente aburridas.  No importaba cuán indigno era, o cuán cansado uno se ponía de eso, no había modo que ellos iban a dejar de hacerlo.  No pudieron dejar de hacer lo que tanto quisieron.  Mirando al secretario dijo, "No hay nada mal, ¿no?"  "Simplemente manténgase la nota del Banri.", contestó.
"Vieneee deeee,"


Banri y los otros miembros del club de correr pasaron este puente cada día, lo cual supuestamente era el puente mas largo de madera en todo Japón. Siendo un local, él pensaba lo mismo: de cierto era largo.  Un río ancho separaba este lado (las montañas) de ese lado (el mar), el cual se podía sentir en la distancia por la neblinaEspecialmente ahora, con el viento polvoso de la primavera oscureciendo la vista del puente avanzando por la distancia. Porque el puente era tan largo, hace diez años un programa de televisor que ver con viajes lo había mostrado una vez en su hora.
"Kanadaaaaa!"  ...Con un micrófono imaginario en su mano izquierda, y moviendo la derecha a ritmo de rock, Banri y la vicecapitana cantaban a coro"Los senpai son idiotas!", dijo uno de segundo que iba por detrás mientras les miraba fríamente. Otro, también de segundo decía mientras les miraba con cara de póquer "Todos los días lo mismo ¿no?" Daba igual si diera vergüenza oírlos, o los de primero estuvieran hartos, no había nada que hacer. Mientras miraba a la secretaria Banri le comentó "Todo bien por ahí, ¿no?" y siguiéndole la corriente le contestó la vicecapitana mientras asentía "Perfecto".


Entonces así no mas, había una locura para el puente!  La municipalidad se animó también para el interés esperado, diciendo "Asegurémonos de que los turistas que seguro vendrán serán complacidos!"  Tuvieron reuniones sobre reuniones y al fin, para el costado de la montaña se colocaron estatuas de <span class="plainlinks">[http://es.wikipedia.org/wiki/Siete_Dioses_de_la_Fortuna "Los Siete Dioses de la Fortuna"]</span>. Fueron puestos sobre el superficie relativamente igualado de la subida, haciendo un curso fácil para bicicletas.  Justo antes que los árboles terminaron para el puente, al fin del camino, arriba de Fukurokugu, se colgó una campana grande, el sonido de la campana trayendo buena fortuna al lado opuesto del río.  "Sírvese sonar la campana", estaba escrito sobre un martillo al lado. El hecho de que el sonido de la campana se hizo un eco extrañamente erótico, lo dejaron al lado, "Bueno, no se puede hacer nada en cuanto a ello."
Banri y demás miembros del club de atletismo pasaban todos los días por ese puente, el que era el <span class="plainlinks">[http://exploreshizuoka.blogspot.com/2010/09/horai-bashi-worlds-longest-wooden.html "el puente de madera más largo de todo Japón"]</span>. Y aunque él era de allí, no tenía más remedio que reconocer: que era largo de verdad. Un ancho río separaba este lado (el de las montañas) del otro lado (el del mar), que podía sentirse desde la lejanía. Ahora más que nunca, el paisaje se veía enborronado por el polvoriento viento primaveral y, además de trémulo, parecía aún más distante. Dada la longitud del puente, le habían dedicado hasta un programa de televisión hacía unos diez años.


Sin embargo, el número de turistas que vinieron para tomar fotos como sueños de las vistas desde el puente faltaba bastante de las esperanzas, y consecuentemente las únicas visitantes a las estatuas eran o los perros del vencindario de caminata, o los equipos de correr de los colegios locales, practicando. Los perros, por supuesto, no pudieron sonar la campana. La única persona dispuesta a hacer ese ruido obsceno por tocar la campana era el Kanada.
Apartir de ahí, os podéis imaginar lo que vino ¡la locura del puente! El ayuntamiento se embarcó en la ola y apostó por el "¡Vamos a hacer que los turistas, que seguro van a venir, se vayan bien contentos!" Después de una reunión tras otra, al final, plantaron varias estatuas de <span class="plainlinks">[http://es.wikipedia.org/wiki/Siete_Dioses_de_la_Fortuna "Los Siete Dioses de la Fortuna"]</span> en la parte del puente del lado de las montañas. Las pequeñas estatuillas, del tamaño de un niño, se dispusieron bordeando un camino de montaña bastante empinado, formando una pequeña ruta de senderismo suficientemente fácil. Justo antes del linde formado por el puente y los árboles cortados al final del camino, <span class="plainlinks"> [http://en.wikipedia.org/wiki/Fukurokuju Fukurokuju]</span>, se colgó una enorme campana, para extender con su sonido la buena fortuna sobre la otra orilla. Al lado, había un mazo colgado como diciendo "Por favor, haga sonar la campana". El que la campana tañera con un sonido extrañamente sensual era algo que no tenía arreglo, "Bueno, esto es lo que hay".  


"¿Qué?  ¿Qué pasó con ese hombre?"
La cuestión es que, los pocos turistas que venían estaban tan distraídos haciendo fotos de las vistas desde el puente, que los únicos visitantes de las estatuas eran los perros del vecindario cuando andaban por ahí, o los del equipo de atletismo del instituto cuando salían a entrenar. Como es lógico, los perros no podían darle a la campana, y la única que producía tan obsceno ruido al tañer la campana era Kanada.


Banri lo había visto, una vez que bajó su paso un poco y volteó.  Sorprendido, el vice-capitán preguntó, "¿Qué sucede?"
"¿Oye? ¿Qué le pasa a ese tipo?"


"Perdóname, Ud... ¿Estará Ud. enfermo? ¿Está bien?"
Banri señalaba a alguien, después de aflojar el paso y volverse hacia atrás. "¿Oye? ¿Qué?" preguntó sorprendida la vicecapitana.


En el puente mismo, un poco mas adelante que el grupo del Banri, un hombre vestido de una chaqueta khaki estaba agachado. Estaba bien agarrado de la barrera del lado (de altura de las rodillas, no mas), como si apenas pudiera mantenerse parado. El Banri le miraba de reojo, pero dudaba de llamarle, y mas bien dijo a si mismo calladamente,
"Ahí, mira... No parece que se encuentre bien, ¿le pasará algo?"


"Tengo un mal sentimiento en cuanto a esto..."
Sobre el mismo puente, un poco más adelante del grupo de Banri, había un hombre con una chaqueta caqui agachado. Se apoyaba contra la barandilla a la altura de la rodilla como si a penas pudiera sostenerse por sí mismo. Banri se le quedó mirando de medio lado, pero no sabía si decirle algo, mientras pensaba "Esto me da mala espina..."


Ese mismo momento, él pasó al lado.
En ese preciso instante, al pasar a su lado.


Sus ojos se encontraron, calladamente.
Sus ojos se encontraron de refilón, en silencio.


El hombre estaba agachado, como si no pudiera manterse parado, o de veras borracho, o quizás llorando, o posiblemente enfermo de repente.  Las dos manos cubriéndose la cara, él vió al Banri a través de una abertura entre sus dedos. Algo brillaba en la espalda de su mano.  Había un carácter misterioso allá, quizás una "wa", o "re". Lo vió brillando un poco amarillo. No entendía el significado.  Los ojos del hombre abrieron bien de sorpresa.
Aquel hombre, en cuclillas como borracho perdido, o quizás llorando, o a lo mejor enfermo de repente, se cubrió la cara con ambas manos y echó un vistazo a Banri através de un hueco entre sus dedos. En el dorso de su mano, un único y misterioso símbolo, algo así como un "wa" o un "re"<ref>En japonés, わ (wa) y れ (re) se parecen.</ref>, palpitaba con una ténue luz amarillenta que no hubiera notado de no haber parpadeado. No pudo leerlo bien, pero el caso es que los ojos del hombre estaban completamente abiertos por la sorpresa.  


Había algo bien extraño por donde su nariz, medio escondido, se podía ver---
Se quedó perplejo, puesto que por donde medio asomaba su nariz había una extraña...


"Uo, o!"
"¡Eeeh, eh!"


Porque él estaba mirando al lado por demasiado tiempo, se perdió la balanza y tropezó unos pasos. De verás no quiso que se viera así.
Como había estado mirando de medio lado todo el tiempo, perdió el equilibrio y tropezó hacia atrás unos pasos. No le gustaba nada que le vieran así.


"Banri!"
"¡Banri!"


Sorprendido, el vice-capitán llamó su nombre también. Como si tuviere la culpa, le golpearon al codo de su chaqueta.
Llamó la vicecapitana, sorprendida también. Le dió un codazo a su vez en el cortavientos a la altura del codo.


"¡Eso es peligroso! ¿Qué estabas haciendo?"
"¡Ten cuidado! ¿Qué pasa?"


"Pero, pero algo en cuanto a ese hombre... ¿qué? ¡No hay modo!"
"Es que, había algo en el tipo ese... ¿¡qué!? ¿¡no fastidies!?"


De terco, el Banri ya estaba corriendo hacía atrás, buscando para la persona que acaba de pasar, como si fuera traido por la mirada que había recibido.
Como anonadado, Banri retrocedió parpadeando mientras buscaba al tipo al lado del que acababa de pasar.


Podría haber sido que estaba viendo visiones, o podría haber sido un sueño de pleno día.
Estaba viendo visiones, o soñaba despierto.


No importaba cuántas veces miraba hacía atrás, la fantasma desafortunada ahora no se encontraba por ningún lugar. De repente ya no estaba. Simplemente se había desparecido.
A pesar de las veces que miró a un lado y a otro, el triste fantasma no aparecía por ningún lado. De repente, no estaba allí. Simplemente, desapareció.


Era completamente su imaginación? ¿Era una alucinación? No, o quizás, no había modo… ¿Se cayó del puente?
¿Era su propia imaginación? ¿una alucinación? no, o quizás, no... ¿se cayó por el puente?
 
Mas no se oyó sonido alguno de nada que cayera en el agua.
 
<p style="margin: 32px 0 0; font-size:125%; font-weight:bold;">Notes:</p>
 
<references />


Pero no podía escuchar el sonido de nada cayéndose al agua.


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Revision as of 16:38, 3 July 2012

"Kuwaa~n... aanaan iya aaaaan... ufuu~n...", como era costumbre, cuando el sonido extrañamente erótico de la estúpida campana sonó tras él, Banri, a la cabeza del grupo, se encontraba a medio camino sobre el puente.

"Lo siento, ¿vamos demasiado rápido hoy?"

Él se volvió hacia atrás para mirar a la vicecapitana del club, quien corría justo trás él.

"Sí, vayamos un poco más despacio".

Mientras se sacaba la coleta, que se había colado por entre el cuello del uniforme, la vicecapitana también se giró hacía atrás para mirar a los demás miembros del club, que corrían detrás de ellos.

De haber ido andando, habrían oído las seductoras campanadas hacia el primer cuarto del puente. La secretaria del club, Kanada-san, cerraba la fila sobre su bicicleta ocupándose de los estudiantes de primero (que todavía no estaban en forma) para no dejarlos atrás, y golpeó la campana para indicar que se hallaban hacia la mitad del recorrido normal de cuarenta minutos.

"Esa cam...pa...nadaaa...,"

"Vieneee deeee,"

"Kanadaaaaa!" ...Con un micrófono imaginario en su mano izquierda, y moviendo la derecha a ritmo de rock, Banri y la vicecapitana cantaban a coro. "Los senpai son idiotas!", dijo uno de segundo que iba por detrás mientras les miraba fríamente. Otro, también de segundo decía mientras les miraba con cara de póquer "Todos los días lo mismo ¿no?" Daba igual si diera vergüenza oírlos, o los de primero estuvieran hartos, no había nada que hacer. Mientras miraba a la secretaria Banri le comentó "Todo bien por ahí, ¿no?" y siguiéndole la corriente le contestó la vicecapitana mientras asentía "Perfecto".

Banri y demás miembros del club de atletismo pasaban todos los días por ese puente, el que era el "el puente de madera más largo de todo Japón". Y aunque él era de allí, no tenía más remedio que reconocer: que era largo de verdad. Un ancho río separaba este lado (el de las montañas) del otro lado (el del mar), que podía sentirse desde la lejanía. Ahora más que nunca, el paisaje se veía enborronado por el polvoriento viento primaveral y, además de trémulo, parecía aún más distante. Dada la longitud del puente, le habían dedicado hasta un programa de televisión hacía unos diez años.

Apartir de ahí, os podéis imaginar lo que vino ¡la locura del puente! El ayuntamiento se embarcó en la ola y apostó por el "¡Vamos a hacer que los turistas, que seguro van a venir, se vayan bien contentos!" Después de una reunión tras otra, al final, plantaron varias estatuas de "Los Siete Dioses de la Fortuna" en la parte del puente del lado de las montañas. Las pequeñas estatuillas, del tamaño de un niño, se dispusieron bordeando un camino de montaña bastante empinado, formando una pequeña ruta de senderismo suficientemente fácil. Justo antes del linde formado por el puente y los árboles cortados al final del camino, Fukurokuju, se colgó una enorme campana, para extender con su sonido la buena fortuna sobre la otra orilla. Al lado, había un mazo colgado como diciendo "Por favor, haga sonar la campana". El que la campana tañera con un sonido extrañamente sensual era algo que no tenía arreglo, "Bueno, esto es lo que hay".

La cuestión es que, los pocos turistas que venían estaban tan distraídos haciendo fotos de las vistas desde el puente, que los únicos visitantes de las estatuas eran los perros del vecindario cuando andaban por ahí, o los del equipo de atletismo del instituto cuando salían a entrenar. Como es lógico, los perros no podían darle a la campana, y la única que producía tan obsceno ruido al tañer la campana era Kanada.

"¿Oye? ¿Qué le pasa a ese tipo?"

Banri señalaba a alguien, después de aflojar el paso y volverse hacia atrás. "¿Oye? ¿Qué?" preguntó sorprendida la vicecapitana.

"Ahí, mira... No parece que se encuentre bien, ¿le pasará algo?"

Sobre el mismo puente, un poco más adelante del grupo de Banri, había un hombre con una chaqueta caqui agachado. Se apoyaba contra la barandilla a la altura de la rodilla como si a penas pudiera sostenerse por sí mismo. Banri se le quedó mirando de medio lado, pero no sabía si decirle algo, mientras pensaba "Esto me da mala espina..."

En ese preciso instante, al pasar a su lado.

Sus ojos se encontraron de refilón, en silencio.

Aquel hombre, en cuclillas como borracho perdido, o quizás llorando, o a lo mejor enfermo de repente, se cubrió la cara con ambas manos y echó un vistazo a Banri através de un hueco entre sus dedos. En el dorso de su mano, un único y misterioso símbolo, algo así como un "wa" o un "re"[1], palpitaba con una ténue luz amarillenta que no hubiera notado de no haber parpadeado. No pudo leerlo bien, pero el caso es que los ojos del hombre estaban completamente abiertos por la sorpresa.

Se quedó perplejo, puesto que por donde medio asomaba su nariz había una extraña...

"¡Eeeh, eh!"

Como había estado mirando de medio lado todo el tiempo, perdió el equilibrio y tropezó hacia atrás unos pasos. No le gustaba nada que le vieran así.

"¡Banri!"

Llamó la vicecapitana, sorprendida también. Le dió un codazo a su vez en el cortavientos a la altura del codo.

"¡Ten cuidado! ¿Qué pasa?"

"Es que, había algo en el tipo ese... ¿¡qué!? ¿¡no fastidies!?"

Como anonadado, Banri retrocedió parpadeando mientras buscaba al tipo al lado del que acababa de pasar.

Estaba viendo visiones, o soñaba despierto.

A pesar de las veces que miró a un lado y a otro, el triste fantasma no aparecía por ningún lado. De repente, no estaba allí. Simplemente, desapareció.

¿Era su propia imaginación? ¿una alucinación? no, o quizás, no... ¿se cayó por el puente?

Mas no se oyó sonido alguno de nada que cayera en el agua.

Notes:

  1. En japonés, わ (wa) y れ (re) se parecen.


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