Zero no Tsukaima Español:Volumen1 Capítulo3
Leyenda
El señor Colbert era un profesor que le había dedicado veinte años a la Academia de Magia de Tristain y ahora era una figura importante.
Le llamaban “Colbert, la Serpiente Ardiente”, y naturalmente, era un mago especializado en magia de fuego.
Desde el Ritual de Invocación de hace unos días, ha estado preocupado acerca de ese plebeyo que Louise invocó. O mejor dicho, en las runas que aparecieron en la mano izquierda del chico. Realmente son unas runas muy poco comunes, así que las últimas noches, se ha confinado en la biblioteca y ha estado investigando varios textos.
La biblioteca de la Academia de Magia de Tristain estaba ubicada en la misma torre que el comedor. Los estantes eran increíblemente altos, alrededor de unos 30 metros de altura, y la manera en que estaban alineados contra la pared era todo un espectáculo. Y con razón, ya que este lugar estaba empapado de historia, desde la creación del nuevo mundo en Halkeginia por el Fundador Brimir.
Colbert estaba ahora en la sección de la biblioteca llamada la “Biblioteca de Fenir” a la cual sólo los profesores tenían permitida la entrada.
Los estantes ordinarios a los que los estudiantes tenían libre acceso no contenían ninguna respuesta que los satisficiera.
Usando un hechizo de levitación, flotó hacia un estante que estaba fuera de su alcance y buscó atentamente un libro en particular.
Sus esfuerzos fueron recompensados cuando su mirada se dirigió al título del libro.
Era un texto muy antiguo que tenía descripciones de los familiares que han sido usados por el Fundador Brimir.
Su atención se enfocó en un párrafo en particular y mientras leía con fascinación, sus ojos se abrieron como platos.
Comparó el libro con el dibujo que había hecho de las runas en la mano izquierda del chico.
“¡Ah!” exclamó sorprendido. En ese momento, había perdido la concentración necesaria para mantener su levitación y casi cayó al piso.
Manteniendo el libro en sus brazos, bajó rápidamente y salió corriendo de la biblioteca. Su destino era la oficina del Director.
La oficina del Director estaba localizada en el piso más alto de la torre. Sr. Osmond, el
actual Director de la Academia de Magia de Tristain, se sentó con sus codos apoyados en su elegante escritorio de secuoya, parecía terriblemente aburrido mientras sacudía su blanca barba y cabello. Había estado arrancándose los pelos de la nariz, cuando lentamente murmuró “hrm” y tiró con fuerza un cajón del escritorio.
De adentro, sacó una pipa.
Mientras lo hacía, la Srta. Longueville, la secretaria que había estado escribiendo en el otro escritorio ubicado a un lado de la habitación, agitó su pluma.
La pipa flotó y cayó en la mano de la Srta. Longueville. El Sr. Osmond refunfuñó desanimado, “¿Es divertido quitarle a un viejo sus pequeños placeres? Señorita…”
“Cuidarle también es parte de mi trabajo, Viejo Osmond”
El Sr. Osmond se levantó de su silla y caminó hacia la tranquila y calmada Srta. Longueville. Deteniéndose detrás de Longueville, que permanecía sentada, cerró sus ojos con una expresión seria.
“Si los días siguen pasando tan pacíficamente, pensar cómo pasar el tiempo va a ser un gran problema.”
Las arrugas que se marcaban profundamente en la cara de Osmond solo daban pistas sobre la historia de su vida. La gente especulaba que tenía entre cien y trescientos años.
Pero lo que respecta a su verdadera edad, nadie la sabía. Es posible que hasta él mismo ya lo hubiera olvidado.
“Viejo Osmond”, lo llamó la Srta. Longueville, sin quitar los ojos de la pluma con la que estaba haciendo garabatos en el pergamino.
“¿Qué pasa? Señorita…”
“¡Por favor, deje de decir que no tiene nada que hacer como una excusa para tocar mi trasero!” Entonces Sr. Osmond abrió ligeramente su boca y empezó a caminar tambaleándose. “Por favor, deje de pretender que está senil cada vez que la situación no le favorece”, añadió Longueville calmadamente. Sir Osmond suspiró profundamente. Era un suspiro que llevaba el peso de varios problemas.
“¿Dónde crees que se esconde la verdadera verdad? ¿Nunca te lo has preguntado? Señorita…” “Donde quiera que esté, le aseguro, que no es debajo de mi falda, así que deje de escabullir a su ratón debajo del escritorio.”
Sir Osmond puso mala cara y murmuró tristemente.
“Montsognir”
De debajo del escritorio de la Señorita Longueville salió un pequeño ratón. Subió corriendo por la pierna de Osmond y se posó en su hombro, moviendo su diminuta cabeza. Cogió algunas nueces del bolsillo y le dio una al ratón.
“Chucho” chilló el ratón, aparentemente complacido.
“Eres el único amigo en el que puedo confiar, Montsognir”
El ratón empezó a mordisquear la nuez. Ésta desapareció rápidamente y el ratón volvió a chillar “chucho” una vez más.
“Ah, sí, sí. ¿Quieres más? Muy bien, te daré más. Pero primero, dame tu informe, Montsognir.”
“Chucho.”
“Ya veo. Así que blancas, hrm. Pero la Señorita Longueville debería usar negro. ¿No lo crees, mi lindo Montsognir?”
Un tic atacó las cejas de la Señorita Longueville. “Viejo Osmond.” “¿Qué pasa?”
“La próxima vez que vuelva a hacer eso, informaré de ello al palacio.”
“¡Kah! ¡¿Crees que podría ser el Director de esta Academia si estuviera asustado de ese lugar?!”
Los ojos del Sr. Osmond se abrieron y gritó enfadado. Fue un despliegue increíble, algo completamente inesperado de un anciano que luce tan frágil.
“¡No te pongas toda engreída solo porque le eché un vistazo a tu ropa interior! ¡Nunca te casarás a este paso! Aah~~ Ser joven de nuevo~~ Señorita…”
El Sr. Osmond comenzó a acariciar el trasero de la Srta. Longueville.
La Srta. Longueville se levantó y sin decir una palabra empezó a patear a su jefe. “Lo siento. Detente. Ow. No lo haré más. En serio.”
El Viejo Osmond se cubrió la cabeza y se encogió asustado. La Srta. Longueville respiraba con dificultad mientras seguía pateando a Osmond.
“¡Ack! ¡¿Cómo puedes hacer eso?! ¡Tratar a un superior! ¡De esta manera! ¡Oye! ¡Ouch!”
Este ‘pacífico’ momento fue interrumpido por una repentina intromisión.
La puerta se abrió de golpe, y Colbert entró rápidamente. “¡Viejo Osmond!” “¿Qué pasa?”
La Srta. Longueville volvió a su escritorio, y se sentó ahí como si nada hubiera pasado.
El Sr. Osmond tenía sus brazos detrás de él, y se giró para mirar a su visitante con una expresión seria. Ciertamente era una rápida recuperación.
“¡T-t-traigo grandes noticias!”
“No existen las grandes noticias. Todo es un conjunto de pequeños eventos.” “¡P-p-por favor, mire esto!” Colbert le pasó a Osmond el libro que había estado leyendo hace un momento.
“Es el de ‘Los Familiares del Fundador Brimir’, ¿no es así? ¿Todavía te la pasas desenterrando viejos libros como este? Si tienes tiempo para hacer eso, ¿por qué no piensas en mejores formas de cobrar los honorarios de la escuela a esos nobles flojos?
Señor, errr… ¿Cómo era tu nombre?” Sir Osmond ladeó la cabeza. “¡Es Colbert! ¡¿Se le olvidó?!”
“Cierto, cierto. Ahora recuerdo. Lo que pasa es que habla tan rápido que nunca lo entiendo. Así que, Colby, ¿qué pasa con este libro?”
“¡Por favor, mire esto!”
Colbert le pasó el dibujo de las runas de la mano izquierda de Saito.
En el momento que lo vio, la expresión de Osmond cambió. Sus ojos asumieron una apariencia solemne.
“Señorita Longueville, ¿podría disculparnos un momento?”
La Srta. Longueville se levantó y dejó la habitación. Osmond habló sólo cuando confirmó que estaba fuera.
«Explíqueme esto con todo detalle, Señor Colbert…”
No fue hasta un poco antes de la hora de almuerzo cuando por fin terminaron de arreglar
la clase, que Louise había destrozado. Como castigo, usar magia para limpiar había sido prohibido, por lo que se demoraron bastante. Igual, Louise no podía usar la mayoría de los hechizos, así que a ella no le había afectado mucho. La Sra. Chevreuse había despertado dos horas después de lo de la explosión, y aunque sí regresó a la clase, no dio más lecciones sobre la transmutación por el resto del día. Más bien parecía traumatizada.
Una vez terminaron de ordenar, Louise y Saito se dirigieron al comedor a por el almuerzo. Durante el camino, Saito se burló de Louise una y otra vez. Después de todo, fue culpa de Louise que él tuviera que hacer todo ese trabajo. Fue Saito quien tuvo que llevar la nueva ventana. Fue Saito quien tuvo que mover todos los pesados escritorios.
Y claro, fue Saito quien había limpiado el hollín del salón con un paño. Todo lo que Louise hizo fue limpiar algunos escritorios y además lo hizo de mala gana.
Tengo que dormir en el suelo. La comida es lo peor. Y encima, tengo que lavar la ropa interior. (No es que lo haya hecho todavía).
Con todo ese maltrato por parte de Louise, no había forma de que Saito pudiera mantenerse callado ante su recién descubierta debilidad. Esto molestó muchísimo a Louise.
“‘Louise la Zero’. Ahora lo entiendo~ Es perfecto~ Índice de éxito cero. Pero aún así es una noble... ¡Maravilloso!”
Louise no dijo una palabra, lo que solo provocaba a Saito.
“¡Transmutación! ¡Ah! ¡Kaboom! ¡Transmutación! ¡Ah! ¡Kaboom! Oh, ¡me equivoqué! ¡Solo ‘la Zero’ se equivoca en esto!”
Saito bailó en círculos alrededor de Louis, levantando sus brazos cada vez que decía ‘Kaboom’, imitando una explosión. Fue una interpretación bastante detallada. “Ama Louise. Este humilde familiar le ha hecho una canción.” Dijo Saito, inclinando la cabeza respetuosamente. Obviamente, era un gesto vacío, una completa burla.
La ceja de Louise se movía furiosamente. Estaba a punto de estallar, pero Saito estaba demasiado emocionado para darse cuenta.
“¿Por qué no la cantas?”
“Lou-Lou-Louise es un caso perdido~ ¡Un mago que ni siquiera puede usar magia! ¡Pero está bien! Porque es una chica…”
Saito se agarró el abdomen mientras se moría de risa. “¡¡Buajajaja!!”
Se estaba riendo de su propia broma. Tal vez el también es un caso perdido.
Cuando llegaron al comedor, Saito sacó una silla para Louise.
“Solo recuerde, señorita. No lance ningún hechizo en la comida. Sólo imagínese el desastre si llegara a explotar.”
Louise tomó asiento sin decir una palabra. Saito se sentía completamente satisfecho, habiéndose vengado de la grosera y arrogante Louise con sus bromas. Ni la usual escasez de comida le importó mucho.
La escasa sopa y pan seguían siendo tristes de mirar, pero era un sacrificio bastante justo por haberse reído tanto como antes.
“Bien, Fundador no sé quién. Su Alteza la Reina. Muchas gracias por esta asquerosa comida. Itadakimasu.”
Cuando iba a empezar a comer, el plato le fue arrebatado. “¡¿Qué estás haciendo?!” “Es-es-es…” “¿‘Es-es-es’?” Los hombros de Louise temblaban furiosamente, y también su voz. De alguna manera se las arregló para controlar su desbordante rabia hasta que llegaran al comedor. Probablemente para poder dar un castigo apropiado. “Es-es-es-este familiar, ¿cómo se atreve a decir e-e-e-esas cosas de su a-a-ama?” Saito se dio cuenta de que se había excedido. “¡Lo siento! ¡No lo diré nunca más, así que por favor devuélveme mi comida!” “¡No! ¡Ni de broma!” Gritó Louise, retorciendo su linda cara con ira.
“¡Una comida menos por cada vez que dijiste ‘Zero’! ¡Sin excepciones!”
Al final, Saito dejó el comedor sin haber probado bocado.
No debí haber sido tan sarcástico… Pero ya era demasiado tarde para lamentarse. “Aah, me estoy muriendo de hambre… Maldición…”
Apretando su estómago, puso una mano en la pared. “¿Pasa algo?” Se giró y vio a una chica normal en un traje de sirvienta llevando una gran bandeja plateada, mirándolo con preocupación. Su cabello negro estaba cuidadosamente arreglado con una cinta, y sus pecas la hacían preciosa.
“No pasa nada…” Saito movió su mano izquierda.
“¿Por casualidad no serás el que se convirtió en el familiar de la Señorita Vallière…?” Parece que notó las runas que tenía Saito en su mano izquierda. “¿Me conoces?”
“Un poco. Hay un rumor, que dice que un plebeyo fue invocado por una maga.”
La chica sonrió dulcemente. Es la primera vez que Saito había visto una sonrisa tan despreocupada desde que llegó a este mundo.
“¿También eres una maga?” preguntó Saito . “Oh no, no lo soy. Soy una plebeya, igual que tú. Sirvo a la nobleza que vive aquí, haciendo tareas domésticas.”
De hecho, provengo de la Tierra y no soy un plebeyo, pero no serviría de nada explicárselo. Saito decidió presentarse.
“Ya veo… Bueno, me llamo Hiraga Saito. Encantado de conocerte.” “Que nombre más raro… Yo soy Siesta” En ese momento, el estómago de Saito gruñó. “Debes estar hambriento.” “Sí…”
“Sígueme por aquí, por favor.” Siesta se marchó.
Saito fue guiado hasta la cocina localizada en la parte trasera del comedor. Un montón de ollas y hornos estaban alineados. Los cocineros y otras sirvientas como Siesta estaban ocupados preparando comida.
“Espera un momento por favor.”
Siesta hizo que Saito se sentará en una silla ubicada en la esquina de la cocina y desapareció rápidamente.
Pronto regresó con un tazón de estofado caliente en sus manos.
“Este es un poco de estofado hecho con las sobras de la comida de los nobles. Si no te importa, por favor cómelo.”
“¿Puedo?”
“Sí. Aunque sólo es la comida del personal…”
Su amabilidad era conmovedora. Esto era completamente diferente a la sopa que Louise le había dado. Tomó una cucharada y la llevó a su boca. Delicioso. Voy a llorar. “¡Está tan bueno~!”
“Genial. Hay bastante por si quieres repetir, así que tomate tu tiempo.”
Saito se comió el estofado como si estuviera en un sueño. Siesta se quedó de pie mirándolo, sonriendo dulcemente todo el tiempo.
“¿No te dieron nada de comer?”
“Esa chica me quitó el plato cuando la llamé ‘Louise la Zero’” “¡Oh no! ¡No debes decir cosas así a los nobles!” “¿Qué nobles? Son unos arrogantes solo porque pueden usar magia.” “Debes ser muy valiente…” Siesta miró a Saito con una expresión de asombro. Saito le regresó a Siesta el tazón vacío. “Estaba delicioso. Gracias.”
“Me alegro de que te haya gustado. Siéntete libre de pasarte cuando estés hambriento. Si no te importa comer lo que sea que estemos comiendo en el momento, estaré feliz de compartirlo.”
Qué oferta tan amable. Saito estaba aún más conmovido. “Gracias…” De repente Saito empezó a llorar, sorprendiendo a Siesta. “¿Qu-qué pasa?”
“No… solo es que esta es la primera vez que alguien ha sido tan bueno conmigo desde que llegué a este mundo… me emocioné un poco…”
“N-no será para tanto.”
"Delicioso. Voy a llorar"
“No lo es. Si hay algo que pueda hacer por ti, solo dímelo. Te ayudaré.”
No estaba especialmente interesado en algo como lavar la ropa interior de Louise, y prefería mucho más ayudar a esta chica.
“En ese caso, por favor ayúdame a servir el postre.” Dijo Siesta con una sonrisa. “Bueno.”, asintió Saito entusiasmado.
Se colocaron un montón de pasteles en una gran bandeja plateada. Saito llevaba la bandeja, mientras que Siesta tomaba los pasteles con pinzas y los servía de uno en uno a los nobles.
Un mago en particular se levantó. Tenía el cabello rubio rizado, lucía una camisa con volantes y parecía ser un engreído. También tenía una rosa en el bolsillo de su camisa.
A su alrededor estaban sus amigos, que se estaban burlando de él. “¡Así que, Guiche! ¿Con quién vas a salir ahora?” “¿Quién es tu amante, Guiche?”
Parecía que el orgulloso mago se llamaba Guiche. Suavemente puso un dedo en sus labios.
“¿Salir? No hay ninguna mujer que se lo merezca. Después de todo, una rosa florece por el placer de muchos.”
Este tipo se está comparando con una rosa. Un egocéntrico como este es un caso perdido. Era el tipo de narcisista que hacía que los espectadores sintieran vergüenza ajena. Saito lo miró enfurecido, deseando que se muriera.
En ese momento, algo cayó del bolsillo de Guiche. Era una pequeña botella de vidrio con un líquido morado dentro.
Este tipo no me cae bien, pero debo decirle que algo se le cayó.
Saito llamó a Guiche.
“Oye, se te cayó esto del bolsillo.”
Pero Guiche no le hizo caso. ¡Este tipo me está ignorando!
Saito le pasó la bandeja a Siesta y se agachó para recoger la botella. “Te dije que se te cayó esto, Don Juan.” La puso en la mesa. Guiche vio con una mirada asesina a Saito, y empujó la botella. “Esto no es mío. ¿De qué estás hablando?” Los amigos de Guiche se dieron cuenta de dónde había salido la botella e hicieron un alboroto.
“¿Oooh? ¿Ese perfume no es de Montmorency?” “¡Sí! ¡Ese color morado es el perfume que Montmorency solo mezcla para ella!” “Así que si algo así cae de tu bolsillo, Guiche, quiere decir que estás saliendo con Montmorency, ¿cierto?”
“No, esperen, escúchenme. Estoy diciendo esto por el bien de su reputación, pero…” Cuando Guiche iba a decir otra cosa, una chica, que llevaba puesta una capa marrón y había estado sentada en la mesa detrás de ellos, se levantó y caminó hacia la silla de Guiche.
Era una chica linda con cabello castaño. Por el color de su capa, era una estudiante de primer año.
“Maestro Guiche…”
Y con esto, empezó a llorar incontrolablemente. “Lo sabía, usted y la Srta. Montmorency son…” “Lo están malinterpretando. Katie, escucha. La única persona que tengo en mi corazón eres tú…”
Pero la chica llamada Katie abofeteó a Guiche tan fuerte como pudo.
“¡Ese perfume que dejaste caer de tu bolsillo es prueba suficiente! ¡Adiós!” Guiche se frotó la mejilla. En este momento, una chica con el cabello enrollado se levantó de su asiento un poco más lejos en la misma mesa. Saito la reconoció, era la chica que había discutido con Louise cuando él había sido recién invocado.
Con una expresión seria, se acercó a Guiche rápidamente dando pequeños pasos. “Montmorency. Esto es un malentendido. Todo lo que hice fue acompañarla en un largo
viaje a los bosques de La Rochelle…” Dijo Guiche, moviendo su cabeza. Fingía estar tranquilo pero una gota de sudor frío rodó por su frente.
“¡Tal como pensaba! ¡Has estado seduciendo a esa de primer año, ¿no es así?!”
“Por favor, Montmorency la Perfumada. No arrugues tu preciosa cara por la rabia. ¡Me entristece verlo!”
Montmorency agarró una botella de vino que estaba en la mesa y vació el contenido en la cabeza de Guiche. Y entonces… “¡Mentiroso!” Gritó y se fue furiosa.
Hubo un gran silencio en el salón.
Guiche agarró un pañuelo y lentamente se limpió la cara. Moviendo su cabeza, habló dramáticamente.
“Parece que esas señoritas no entienden el significado de la existencia de la rosa.”
Sí, y tú sigue intentando eso, Saito pensó, mientras tomaba la bandeja de manos de Siesta y se marchaba.
Guiche le ordenó que se detuviera. “Detente ahí mismo.” “¿Qué pasa ahora?”
Guiche estiró su cuerpo en la silla y cruzó las piernas con un ademán. El que cada acción reflejara arrogancia le causó un dolor de cabeza a Saito.
“Gracias a que tú recogiste una botella de perfume sin pensar, la reputación de dos señoritas ha sido mancillada. ¿Cómo te harás responsable?”
Saito contestó con un tono exasperado.
“Oye, es culpa tuya por salir con ambas al mismo tiempo, a mí no me mires.” Los amigos de Guiche se empezaron a reír. “¡Exactamente, Guiche! ¡Es tu culpa!”
La cara de Guiche se tornó de un rojo carmesí.
“Escucha, sirviente. Cuando pusiste la botella de perfume en la mesa, ¿no me hice el loco? ¿Te hubiera afectado en algo el tener un poco de tacto y haberme seguido la corriente?”
“Como quieras. De todas formas, el que estuvieras saliendo con ambas se iba a descubrir tarde o temprano. Ah, y otra cosa, no soy un sirviente”
“Hmph.… Ah, tú eres…”
Guiche resopló, como tratando con superioridad a Saito.
“Tú debes ser el plebeyo invocado por esa ‘Louise la Zero’. Fue error mío esperar que un plebeyo como tú reaccionase tan inteligentemente como un noble. Puedes irte.”
Saito reaccionó en ese momento. Niño bonito o no, no había forma de que Saito se quedara ahí quieto mientras que ese narcisista vanidoso le decía todo eso. No pudo evitar hacer un comentario provocador.
“Cállate, cabrón pretencioso. ¿Por qué no os morís tú y tu rosa y me dejáis en paz de una vez?”
Los ojos de Guiche se entrecerraron.
“Parece que no sabe cómo dirigirse apropiadamente a un noble.”
“Desafortunadamente, vengo de un mundo en el que no existen tales cosas como los nobles.”
Saito levantó su mano derecha autoritariamente, imitando los gestos de Guiche.
“Muy bien. Entonces te enseñaré una lección sobre respeto. Una manera perfecta de liberar el estrés.”
Guiche se levantó. “Qué divertido.” Saito mostró sus dientes y gruñó. Primero, no me cayó bien este tipo desde el principio. Segundo, está saliendo con dos chicas bastante bonitas –aunque ninguna es tan bonita como Louise. Y por último, me ridiculizó.
Eso es más que suficiente para que yo pelee. Y también, lo golpearé un par de veces más en nombre de Louise. Después de todo, ¡ella sigue siendo una chica!
“¿Lo quieres hacer aquí?”
Dijo Saito. A pesar de ser más alto que Saito, Guiche era larguirucho y se veía más bien débil. Se dice que los Don Juanes no tienen dinero ni fuerza. Saito no era muy fuerte,
pero no pensó que perdería.
Guiche se dirigió en dirección contraria. “¿Estás huyendo?” “No seas estúpido. No puedo ensuciar el comedor de los nobles con la sangre de un plebeyo, así que te estaré esperando en el Jardín Vestri. Ve una vez termines de repartir esos pasteles.”
Los amigos de Guiche, que se veían emocionados, se levantaron y lo siguieron. Pero una persona se quedó, como para asegurarse de que Saito no escapara. Siesta miró fijamente a Saito, todo su cuerpo estaba temblando. Saito habló con una gran sonrisa.
“Tranquila. No hay manera de que pierda ante ese debilucho. Qué noble, ¿huh?” “Te… te van a matar.” “¿Qué?”
“Si enfadas a un noble de verdad…” Siesta salió corriendo. ¿A qué vino eso? Dijo Saito en voz baja. ¿Tan fuerte es ese tipo?
Louise se acercó a él por detrás.
“¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Vi todo lo que sucedió!” “Hola, Louise” “¡Este no es momento de estar diciéndome ‘Hola’! ¡¿Cómo puedes andar por ahí prometiendo duelos como si tal cosa?!”
“Pero ese tipo era muy irritante…” Dijo Saito indignado. Louise suspiró y se encogió de hombros decepcionada. “Pídele disculpas.” “¿Por qué?”
“Si no quieres salir herido, ve y discúlpate. Si lo haces ahora, tal vez él te perdone.” “¡¿Estás bromeando?! ¡¿Por qué soy yo el que se tiene que disculpar?! ¡Él me insulto
primero! Y además, solamente estaba intentando ayudar…” “Solo hazlo.”
Louise se le quedó viendo a Saito con una expresión firme. “De ninguna manera.”
“Qué terco… ¿Pero sabes qué? No puedes ganar. Estarás gravemente herido. De hecho, tendrás suerte de regresar con vida así sea con unas heridas.”
“No lo sabré hasta que lo intente, ¿no es así?”
“Escucha, ¡un plebeyo nunca le podrá ganar a un mago!” “¿Así que dónde está el Jardín Vestri?” Saito se fue caminando. El amigo de Guiche que había estado observando la conversación de Louise y Saito, señaló con la barbilla.
“Por aquí, plebeyo.”
“Aaah, ¡en serio! ¡¿Por qué este familiar sigue haciendo lo que le viene en gana?!” Después de eso, Louise se fue detrás de Saito.
El Jardín Vestri era el jardín central que estaba situado entre las torres elementales del Viento y el Fuego. Como estaba localizado al oeste, el Jardín no recibía mucha luz del sol, aún en pleno día, pero era un lugar perfecto para un duelo.
“¡Caballeros! ¡Es un duelo!”
Guiche alzó su rosa artificial, provocando que los espectadores lo aclamaran. “¡Guiche va a pelear! ¡Su oponente es el plebeyo de Louise!” ¿Sabes? Yo también tengo un nombre… pensó Saito amargamente. Moviendo su mano, Guiche agradeció la aclamación. Y entonces, como si apenas se percatara de la presencia de Saito, se giró para enfrentarlo.
Saito y Guiche estaban de pie en medio del Jardín, mirándose fijamente el uno al otro.
“Antes de nada, ¡te felicito por haber venido en vez de haber huido!” recalcó Guiche como cantando, mientras giraba su rosa.
“¡Como si fuera a huir!”
“Bueno, entonces, comencemos.” dijo Guiche.
Menos charlar, y más acción. Saito corrió. ¡Las peleas las ganas el que da el primer golpe!
Estoy más o menos a diez pasos de donde está Guiche. ¡No me importan mucho los nobles o los magos; sólo quiero golpear esa arrogante nariz tuya!
Guiche miró a Saito con una sonrisa y movió su rosa.
Un pétalo flotó hasta el suelo como bailando en el aire… Y se convirtió en una guerrera con armadura. Su peso era el mismo que el de una persona, pero parecía estar hecha de algún duro metal. Bajo la pálida luz del día, su piel… su armadura, brillaba.
Se quedó de pie, petrificada, en el camino de Saito. “¡¿Qu-que demonios es esto?!” “Soy un mago, por lo tanto, peleo utilizando magia. Seguramente no tienes quejas, ¿cierto?” “T-tú…” “Supongo que se me olvidó mencionarlo antes. Me llaman ‘el Bronce’, Guiche el Bronce. Como corresponde, mi golem de bronce ‘Valkyrie’ será tu oponente.” “¿Eh?” El golem con forma de guerrera embistió a Saito. Su puño derecho impactó fuertemente en el estómago de Saito. “¡Aargh!” Saito gimió y cayó al suelo. No es para sorprenderse, considerando que había sido golpeado en el estómago por un puño de bronce.
El golem miró a Saito sin mostrar emociones.
No podía levantarse por el dolor. Supongo que así es como se siente el ser golpeado por un boxeador profesional, pensó. “¿Qué? ¿Eso es todo?”
Guiche se escuchaba poco satisfecho. “¡Guiche!” “Oh, ¡Louise!, es mi culpa. Solo te estoy pidiendo prestado a tu familiar por un momento.”
Louise movió su largo cabello y le gritó irritada a Guiche.
“¡Ya es suficiente! ¡Y además, pelear está estrictamente prohibido!”
“Solo los duelos entre nobles están prohibidos. Nadie ha prohibido los duelos entre plebeyos y nobles.”
Louise se quedó sin palabras por un momento.
“Es-eso es porque nunca había pasado nada parecido…” “Louise, ¿te gusta este plebeyo?” La cara de Louise se puso de un color escarlata por la rabia.
“¡No! ¡No seas ridículo! ¡Lo que pasa es que no pienso aguantar que le den una paliza a mi familiar justo delante de mis ojos!”
“… ¿A-a quién le están dando una paliza? Estoy bien.” “¡Saito!” Viendo que Saito se había levantando de nuevo, Louise prácticamente gritó su nombre. “Je je je, por fin me has llamado por mi nombre.” Louise estaba temblando.
“¿Entiendes ahora, no? ¡Un plebeyo nunca podrá vencer a un mago!” “…Fui un poco descuidado, eso es todo. Estoy bien, así que retrocede.” Saito empujó hacia atrás a Louise. “¿Qué significa eso? No pensé que te podrías volver a levantar… Tal vez fui muy suave contigo.”
Saito caminó lentamente hacia Guiche. Louise lo siguió y le agarró el hombro. “¡Detente! ¡Idiota! ¿Por qué sigues de pie?” Se quitó la mano del hombro.
“Porque él me saca de mis casillas.”
“¿Te saca de tus casillas? Mira, ¡no es vergonzoso perder contra un mago!” “Cállate.” dijo Saito mientras caminaba tambaleante. “¿Eh?”
“Tú también me estás empezando a enfadar… No sé nada sobre magos o nobles, para mí son un grupo de mocosos egocéntricos. ¿Qué es tan bueno sobre la magia? Idiotas.” Guiche observó a Saito con una tenue sonrisa pintada en su cara. “Entre más lo intentes, más inútil será.”
El característico espíritu de lucha de Saito se encendió, y lanzó un pequeño gruñido. “Eso no fue nada. Tú pequeña estatua es muy débil.” Dejó de sonreír. La mano derecha del golem golpeó la cara de Saito. El golpe dio directo en su mejilla y fue derribado.
La sangre goteaba de su nariz rota.
Saito estaba sorprendido, mientras, trataba de contener la sangre.
Mierda… Así que esta es la fuerza de un mago. He estado en una que otra pelea, pero ese puñetazo no se compara con ninguno que he recibido antes.
A pesar de eso, se levantó tembloroso. Sin piedad, el golem de Guiche lo mandó a volar una vez más con una patada.
Se levantó otra vez. Y fue derribado una vez más. Una y otra vez, el proceso se repetía. El octavo puñetazo conectó al brazo derecho de Saito. Se escuchó un horrible ruido seco.
Incapaz de verse el brazo por su hinchado ojo izquierdo, lo examinó con la mano izquierda. Estaba torcido en el ángulo equivocado.
Mientras Saito se quedó mirando su brazo, el golem llegó y le puso el pie en la cara.
Su cabeza se golpeó fuertemente con el suelo y perdió la consciencia por un momento. Cuando volvió en sí, pudo ver la cara de Louise enmarcada con el cielo azul de fondo. “Por favor. Para ya.”
Los ojos color avellana de Louise estaban húmedos por las lágrimas.
Saito intentó hablar, pero el dolor en su pecho, causado por los repetidos golpes, era demasiado fuerte.
A pesar de esto, concentró toda su fuerza de voluntad para hablar con una voz ronca. “… ¿Estás llorando?” “¡No! ¿Quién lloraría aquí? En todo caso, esto es suficiente. Lo hiciste muy bien. Nunca había visto a un plebeyo como tú.”
Su brazo roto palpitaba en agonía. Saito hizo una mueca. “Esto… duele.” “¡Claro que duele! ¡Es obvio! ¿En qué estabas pensando?”
Lágrimas rodaban por la cara de Louise y caían en la mejilla de Saito.
“Eres mi familiar, ¿entiendes? No te voy a perdonar que hagas más actos estúpidos.” Guiche le habló a la pareja. “¿Ya hemos terminado?”
“…Espera. Solo estoy calentando.” “¡Saito!” Guiche sonrió y movió su rosa. Esta vez, el pétalo se convirtió en una espada. Guiche la tomó y la lanzó en la dirección de Saito. La punta de la espada se clavó en el suelo, no muy lejos de donde estaba Saito.
“Si estás dispuesto a continuar, entonces toma una espada. Si no, todo lo que debes decir es un simple ‘Lo siento’. Entonces te perdonaré y terminaremos con esto.”
“¡No lo insultes!” Louise gritó y se levantó. Pero Guiche la ignoró completamente y continúo hablando. “¿Entiendes? La espada. En otras palabras, un arma. Es lo mínimo que ustedes los plebeyos necesitarán si quieren tomar venganza de nosotros los nobles. Así que como dije, si todavía quieres continuar, toma la espada.”
Saito estiró la mano derecha para tomar la espada. Pero con su brazo roto, sus dedos no tenían fuerza.
Louise lo detuvo.
“¡No! ¡No hay forma de que te deje hacer esto! ¡Si tomas esa espada, Guiche no tendrá compasión de ti!”
Louise agarró su mano derecha fuertemente. Saito declaró con una voz fuerte y clara. “No me importa ser un familiar… Puedo soportar el tener que dormir en el suelo… No me importa si la comida es mala… ¿Lavar ropa interior? Lo haré también. Igual no tengo opción.”
Saito hizo una pausa y apretó su mano izquierda. “Pero…” “¿‘Pero’… qué?»
“¡No pienso bajar la cabeza ante nadie en contra de mi voluntad!” Utilizando sus últimas reservas de fuerza, Saito se forzó a sí mismo a levantarse. Apartando a Louise, tomó la espada, que estaba atorada en el suelo, con su mano izquierda.
En ese momento…
Las runas inscritas en su mano empezaron a brillar fuertemente.
Cambiemos de escenario por un momento y volvamos a la oficina del Director.
El señor Colbert estaba explicándole fervientemente al Sr. Osmond sobre el plebeyo que fue invocado por Louise en el Rito de Invocación… Acerca de por qué estaba preocupado de que las runas que habían aparecido en la mano del chico fueran una prueba del contrato entre él y Louise… Y que cuando fue a investigar más…
“¿Descubriste que él es el familiar del Fundador Brimir, Gandalfr?”
Osmond examinó el dibujo de Colbert de las runas en la mano izquierda de Saito,
“¡Sí! ¡Las runas que aparecieron el mano izquierda de ese chico son exactamente las mismas runas que estaban inscritas en el familiar legendario Gandalfr!”
“¿Y qué conclusión substrajiste de todo esto?”!
“¡Que ese chico es Gandalfr! Si éstas no son grandes noticias, ¿entonces qué lo son, Viejo Osmond?”
Colbert se levantó mientras limpiaba su cabeza calva con un pañuelo.
“Hrm…Es verdad, las runas son las mismas. Pero que un plebeyo ordinario se convierta
en Gandalfr solo por tener las mismas runas… Me pregunto cómo podría pasar eso.” “¿Qué debemos hacer?” “Pero, aún es muy pronto para hacer afirmar nada.” “Eso es verdad.”
Sr. Osmond tamborileó en el escritorio. Se escuchó un golpe en la puerta. “¿Quién es?” Del otro lado de la puerta apareció la voz de la Srta. Longueville. “Soy yo, Viejo Osmond.” “¿Qué sucede?”
“Parece que algunos estudiantes están peleando en el Jardín Vestri. Están causando una conmoción. Unos cuantos profesores han ido y han intentado detenerlos, pero los estudiantes impiden que puedan hacer algo.”
“Por Dios, estos chicos nobles tienen mucho tiempo disponible para causar problemas. ¿Quién son los involucrados?”
“Uno de ellos es Guiche de Gramont.”
“Ah, ese hijo idiota de Gramont. El ser un amante de las faldas debe ser de familia, considerando que su padre es más mujeriego aún. No me sorprendería que conozca a cada chica en la escuela. ¿Y quién es su oponente?”
“…Bueno, no es un mago. Me informaron que es el familiar de la Srta. Vallière.” Osmond y Colbert intercambiaron miradas. “Los profesores están pidiendo que se utilice la ‘Campana del Sueño’ para detener el duelo.”
Los ojos de Osmond brillaron como los de un halcón.
“Ridículo. No se necesita usar un artefacto tan importante sólo para detener una pelea de niños. Déjenlo estar.” “Entendido.” Los pasos de la Srta. Longueville desaparecieron por el pasillo. Colbert tragó, y presionó verbalmente a Osmond.
“Viejo Osmond.” “Hrm.” Sir Osmond movió su bastón y un gran espejo que estaba en la pared empezó a mostrar la situación en los Jardines Vestri.
Saito estaba sorprendido. En el instante en que tomó la espada, todo el dolor de su cuerpo desapareció.
Se dio cuenta que las runas en su mano izquierda estaban brillando.
Y entonces…
Mi cuerpo se siente tan ligero como una pluma. Casi podría despegar y volar.
Aunado a esto, la espada que llevaba en su mano izquierda se sentía tan familiar que parecía una extensión de su cuerpo.
Eso es extraño. Nunca he tocado una espada antes…
Al ver a Saito con la espada en su mano, Guiche sonrió fríamente.
“Antes de nada, déjame felicitarte. Estoy bastante impresionado de que un plebeyo como tu llegara tan lejos contra un mago.”
Con eso, giró la rosa en su mano.
Esa rosa artificial debe ser su varita. En serio, ¿cuán presumido puedes ser?
Saito estaba tan asombrado que se podía dar el lujo de andar pensando en tales cosas.
Me acabaron de dar una paliza. ¿Qué me pudo haber pasado?
El golem de Guiche atacó de nuevo.
Estúpido pedazo de hojalata.
La estatua modelada con la forma de una mítica valkiria se aproximó a Saito en cámara lenta.
¡Qué demonios!, pensó Saito.
¿Esta pila de basura fue la que me golpeó como si fuera un muñeco de trapo?
Saito saltó a la acción.
Al ver cómo su golem fue cortado en dos como si fuera un pedazo de arcilla, Guiche dejó salir un gemido.
Cada mitad del golem golpeó el suelo con un sonido metálico. Mientras tanto, Saito fue hacia Guiche en un torbellino de acción. En pánico, Guiche movió su varita rosa frenéticamente. Pétalos bailaron y seis nuevos golems aparecieron.
En total, siete golems eran el arsenal completo de Guiche. Nunca se habría imaginado que un simple plebeyo podría ganarle tan siquiera a uno.
Los golems rodearon a Saito y se abalanzaron contra él al mismo tiempo.