Fate/Strange Fake Prologo

From Baka-Tsuki
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Una hendidura.


Esa ciudad, alzándose desde la oscuridad del territorio era digna de ser llamada una “hendidura”.


No era una barrera disyuntiva, del tipo que podría separar el día de la noche. Si no que se trataba de una barrera harmoniosa, una que demarcaba los límites entre las cosas del mismo tipo. Eso era lo más extraño sobre la ciudad de Snowfield.


Se trataba de una Cuenca, pero las cosas que dividía no eran muy diferentes de la magia y la hechicería, ni eran tan similares como los hombres y las bestias.


De cierto modo, era un límite borroso, como el tinte de los colores del amanecer y el atardecer. Pero era más que solo una división. Era un nexo oscuro, engendrado por una mezcla de pigmentos.


Para decirlo de una manera diferente, era el límite entre una ciudad y otra; el límite entre la naturaleza y el hombre; el límite entre el hombre y una megalópolis. No era muy diferente a ese pantano indistinto que separa los sueños de simplemente dormir.


El Oeste Americano. La ciudad yacía un poco al norte de Las Vegas.


Sus alrededores eran el producto de un delicado balance. Al Norte de la Ciudad se encontraba un vasto acantilado, capaz de recordar al Gran Cañón. Al oeste se encontraba un denso bosque, una vista inusual para un área tan árida. Al este un conjunto de lagos y pantanos; al sur se expandía un vasto desierto.


Aunque la ciudad no tenía ni una pizca de infraestructura agrícola, se encontraba rodeada en las cuatro direcciones por tierra que sería perfectamente adecuada ello. En verdad, esa ciudad por si misma era una extraña existencia que resaltaba de sus alrededores.


Una ciudad con miras hacia el futuro; una ciudad con la justa mezcla de lo natural y lo artificial – así es como algunos describirían a Snowfield, embelesados por su belleza. Pero en realidad la ciudad había sido construida sobre ideas arrogantes. Algunas veces, esas nociones eran aparentes; pero en algunas otras no lo era.


El yacimiento de la tierra circundante era tan natural como podría ser. Era como si esa ciudad – esa grieta, ese nexo, esa mezcla de incontables colores – se hubiese considerado digna de traer consenso a sus alrededores. La ciudad se volvió como un escenario oscuro, evaluando todo lo que la rodeaba.


De acuerdo a los registros que databan de principios del siglo 20, el área fue hogar en ese tiempo de pocas tribus indígenas y esencialmente de nadie más.


Aunque comenzando cerca de 70 años atrás, el área comenzó a desarrollarse rápidamente. Para el momento en que entró el siglo 21, la tierra ya había sufrido una total transformación. Ahora, era hogar de una ciudad en auge de cerca de 800,000 habitantes.

“Por supuesto que un desarrollo rápido se puede dar en cualquier lugar. El hecho de que se nos pidiera investigar una ciudad tan aparentemente típica indica que deberíamos de poner especial atención a los orígenes de esta.”

Dijo gruñendo un hombre mayor envuelto en ropajes azul oscuro.

El cielo nocturno era oscuro y no había ni una sola estrella en el firmamento. Daba la impresión de que las nubes podrían despejarse en cualquier momento.

El viejo observaba a través de unos binoculares desde un pequeño grupo de árboles al borde del vasto bosque al este de la ciudad. Mientras seguía observando la luz arrojada por la aglomeración de rascacielos maravillosos, prosiguió, con un tono de desdén en su voz.

“Hrm… los binoculares de estos días son bastante útiles. Se enfocan solo con el presionar de un botón; y mejor aún, es menos problemático el utilizarlos que el enviar a un familiar… En que época tan perversa estamos viviendo.”

Con una expresión molesta el hombre se dirigió al aprendiz que se encontraba de pie detrás de él. “¿No estás de acuerdo Faldeus?” pregunto.

El hombre llamado Faldeus se encontraba de pie quizás dos metros detrás del viejo. Con una voz llena de duda, contesto, “Eso no importa. Lo que es más importante es el ¿Por qué debemos de estar preocupados por aquella cosa, esa llamada… ‘Guerra del Santo Grial’?”

La Guerra del Santo Grial

Era una frase que aparecía frecuentemente en cuentos de hadas y leyendas del pasado. En el momento en que esa frase abandono los labios de Faldeus, su maestro bajó los binoculares y se dirigió a él, con un cansancio aparente en sus ojos. “Faldeus, ¿acaso eso fue una broma?”

“No… quiero decir…” tartamudeo el aprendiz. Finalmente bajó la mirada, como si esperara un duro castigo.

El viejo agito su cabeza y suspiro, con el enojo invadiendo su voz. “No pensé que tuviera que preguntar, pero… ¿Qué tanto es lo que sabes sobre la Guerra del Santo Grial?”

“En realidad le di un vistazo rápido a los materiales que se me entregaron pero…”

“Entonces sabes lo suficiente. Ya sea que se trate de un mero rumor de niños o los desvaríos de un periódico de tercera categoría – mientras exista alguna posibilidad, sin importar que tan pequeña, el que se materialice un objeto que se describa como el Santo Grial, no podemos permitirnos el ignorarlo.”