Hikaru ga Chikyuu ni Itakoro:Volumen1 Capítulo 4

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Capítulo 4: ¿A dónde van las personas cuando mueren?

Hikaru llevó a Koremitsu a su apartamento de clase alta, que estaba ubicado a sólo veinte minutos de la escuela, si se iba caminando.

Se decía que el complejo de apartamentos era propiedad del padre de Hikaru; Hikaru solía vivir por su cuenta en uno de los apartamentos.

La entrada estaba equipada con una cerradura automática, y el portero era un hombre bastante entrado en años.

—Soy amigo de Hikaru. ¿Puedo entrar a su habitación? Quiero recuperar algo que le presté.

El portero observó con detenimiento el cabello despeinado y el uniforme de Koremitsu.

—No, no puedo dejar entrar a nadie que no conozca. Además, ¿cómo sabré si realmente eres amigo del Amo Hikaru?

Tal como era de esperarse, fue rechazado.

Oh, maldición, ¿ahora qué hago?

Koremitsu hizo una mueca y comenzó a pensar en su próximo movimiento, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por Hikaru.

Dile que le traerás Yōkan[1] de castañas al vapor de Taiseido la próxima vez.

¿Qué es eso? Koremitsu bajó la cabeza con asombro.

—Si lo desea, la próxima vez le traeré Yōkan de castañas al vapor de Taiseido, a modo de regalo.

Levantó la mirada furtivamente, y se percató de que los ojos del portero se abrían de par en par, a la vez que se estremecía.

¿Qué está pasando? ¿Está teniendo un ataque al corazón?

Justo cuando Koremitsu entraba en pánico, las lágrimas brotaron de los ojos del portero.

—¿Conque así son las cosas? El amo Hikaru, cuando partió hacia la villa aquella mañana, me dijo “le traeré esa edición limitada de Yōkan de castañas al vapor de Taisedo”. Todo porque vio una recomendación en televisión hace unos días, y dijo: “Luce bastante bien. Vamos a probarlo juntos, Señor Maezono”... El amo Hikaru, desde joven, era muy empático con quienes le rodeaban.

Involuntariamente, sintió un nudo en la garganta mientras pronunciaba aquellas palabras.

—Es realmente estupendo ver que el amo Hikaru tiene un amigo varón. Siempre hablaba de lo mucho que le gustaría tener un amigo del mismo sexo.

Dijo, encantado, mientras dejaba escapar algunos mocos, abría la cerradura y guiaba a Koremitsu a la habitación de Hikaru en el nivel más alto.

—La habitación se mantiene en las mismas condiciones que cuando el amo Hikaru estaba vivo. Pégame un grito cuando quieras regresar.

Tras decir aquello, el portero volvió a su puesto.

El señor Maezono solía ser el chofer de mi padre, y él se encargó de cuidarme desde que era joven. Incluso cuando comencé a vivir solo, él venía a hablar conmigo como un verdadero abuelo, y se preocupaba por mí cada vez que volvía a casa tarde.

Hikaru habló con un tono de añoranza.

—¿Cuándo comenzaste a vivir aquí?

Desde el primer año de secundaria —respondió sin vacilar.

Primer año de secundaria, ¿eh? En aquel entonces, ¿no seguía siendo un niño?

Koremitsu se sintió un poco conmocionado.

La habitación, con suelo de madera, era extremadamente amplia y no tenía alfombra.

Prácticamente no había muebles, mucho menos televisor. Había un sofá y una gran mesa de comedor que era inapropiada para alguien que vivía solo, con 4 sillas alrededor. La mesa parecía que no se había usado nunca, e incluso daba la sensación de que nadie había vivido en este lugar.

El portero había mencionado que la habitación seguía en el mismo estado de cuando Hikaru estaba vivo. ¿Hikaru vivía en una habitación tan solitaria?

Yo fui quien sugirió que debería vivir solo. De esa forma, ganaría más libertad.

Hikaru estaba vestido con camisa y jeans, mientras se movía descalzo (aquél era, probablemente, su atuendo casual), y Koremitsu sintió una sensación de soledad cuando observó a Hikaru en aquel estado.

Quizá debido al silencio absoluto que guardaba Koremitsu, Hikaru sonrió y le dijo de todo corazón:

Mi padre es muy rico, así que nunca tuve preocupaciones financieras, y llevé una vida despreocupada y perezosa. No tenía que contactar a mi familia cuando traía chicas a casa. Nadie me sermoneaba, incluso si me quedaba en casa de alguna chica por unos días, y podía salir en medio de la noche si alguna chica me llamaba.

—¡Tch, ¡¿ya eras un Casanova en secundaria?!

Se quedó sin palabras.


“No puedo dormir cuando estoy solo, ya que le temo a la soledad”.

Recordó las palabras que había pronunciado Hikaru, y sintió que su pecho se oprimía.


“…y solo puedo relajarme cuando alguien me acompaña”.


¿No me digas que este sujeto salió con tantas chicas porque se sentía extremadamente solo?

En cuanto imaginó la imagen de Hikaru, sentado en medio de aquella habitación escasamente amueblada mientras abrazaba sus rodillas, Koremitsu mostró una expresión seria.

El propio Koremitsu entendía mejor que nadie lo solitario que se sentía el no tener padres.

Tras convivir con Hikaru por tanto tiempo, una cosa le había quedado clara.

Su sonrisa no es de fiar.

Aunque la soledad fuese tan insoportable que le instase a toser sangre, incluso si le hacía sentir que se abría un agujero en su pecho, él continuaría sonriendo.

Aquello despertó una sensación de frustración en Koremitsu.

Hikaru abrió los ojos con suavidad mientras le dedicaba una sonrisa gentil.

Debería haber un álbum de fotos en el armario. Te traje aquí para mostrártelo.

—En ese caso, ¿las flores hermosas de las que hablabas se referían a las fotos?

¿Esperabas que una doncella rubia te invitase a entrar?

—Cállate, ya te dije que odio a las mujeres, idiota.

En ese caso, ¿qué tal si me pongo un traje de doncella y te digo “bienvenido, amo~”?

—De ninguna manera, eso sería asqueroso.

Aunque creo que no me sentaría del todo mal.

Mientras Hikaru divagaba, Koremitsu abrió el armario incrustado en la pared y sacó varios álbumes de fotos que estaban apilados en el interior.

Se sentó en el suelo de madera, hojeó los álbumes y encontró muchas fotos de bebés dentro.

¿Serán fotos de Hikaru?

Hikaru tenía un rostro angelical cuando era bebé, un marcado contraste con Koremitsu, quien había nacido con un rostro salvaje.

Algunas de las fotos de Hikaru le mostraban sonriendo con gentileza, otras le mostraban tomando su biberón mientras ensanchaba sus redondos ojos frente a la cámara, otras le mostraban alargando sus pequeñas manos hacia hojas de arce mientras reía, y algunas otras le mostraban tomando una siesta con un peluche similar a un cachorro.

Había tantas fotos de ese tipo que fácilmente podrían ser la portada de una revista para bebés, e incluso daba la impresión de que fuese interminable.

—... Oye, ¿las flores hermosas se referían a tí? ¿Querías mostrarme tus fotos de bebé?

Ciertamente, sus ojos eran grandes y redondos como los de una chica.

Pero aún así, Koremitsu no estaba interesado en ese tipo de cosas lindas. Incluso si en realidad existiese un bebé extrañamente hermoso, de igual forma se sentiría frustrado si lo observase por mucho tiempo.

Están en la parte de atrás.—dijo Hikaru, mientras se sentaba junto a Koremitsu, mirando el álbum de fotos.

—Tch, ¿no son sólo fotos de bebés? Y…

Koremitsu vio una foto, y su mano, que estaba hojeando las páginas, se detuvo.

Todas eran fotos de Hikaru cuando era bebé, pero, en las fotos anteriores, no había nadie aparte de él. Sin embargo, en esta foto en particular, había una mujer acunando a Hikaru.

La joven sentada en la silla sonreía gentilmente a la cámara, y lucía exactamente como Hikaru.

Pero este rostro...

—Oye, ¿esta es tu madre? Vi a alguien similar a ella durante tu funeral. ¿Es tu pariente también?

Se refería a la mujer vestida de negro en el funeral de Hikaru, que lloraba y sonreía.

El mismo Koremitsu se halló perplejo ante aquella sonrisa.

Se preguntaba quién era aquella mujer y cómo podía mostrarse con tanta calma en el funeral.

Esa persona es...

De pronto, la voz de Hikaru se detuvo.

Intrigado, Koremitsu le miró, y notó la expresión sombría de Hikaru.

¿Le pregunté algo indebido?

Hikaru se mordió los labios con fuerza, sumido, aparentemente, en una profunda reflexión, y Koremitsu tuvo un mal presentimiento al respecto.

Sin embargo, mientras se preguntaba cómo romper aquel silencio, Hikaru levantó el rostro de inmediato y sonrió con entusiasmo.

Aquella sonrisa clara y transparente hizo que la expresión tensa de instantes atrás pareciese una ilusión.

Sí, así es. Ella es pariente de mi madre.

—Ya veo. No es de extrañar que se parezcan.

Koremitsu también respondió con voz clara. Sintió la necesidad de hacerlo.

Sintió que no debía volver a preguntar sobre aquella mujer.

Quiero mostrarte lo que está más atrás. Sigue avanzando, Koremitsu.

—Ah, está bien.

Pasó a la siguiente página.

Lo que apareció ya no eran fotos de bebés, sino fotos de Hikaru cuando era pequeño. Continuó pasando las páginas, y encontró fotos de Hikaru, de cinco o seis años, con chicas de la misma edad.

Había dos chicas en las fotos; una de ellas era una chica de mirada inteligente con cabello negro y radiante, que era un poco más alta que Hikaru, mientras que la otra era una niña, más pequeña que Hikaru por media cabeza, con una cinta blanca atada a su hermoso y suelto cabello negro.

Había muchas fotos de los tres, y otras donde una de las chicas tomaba la foto a los otros dos.

La chica más alta del trío mostraba una expresión seria en casi todas las fotos, y la chica más pequeña, con la cinta en la cabeza, mostraba expresiones variadas.

Algunas veces hinchaba las mejillas, otras, abría los ojos de par en par cuando su cara se sonrojaba, en otras lucía enfada con lágrimas en los ojos, a veces lucía inquieta a causa de la timidez, o, de vez en cuando, reía.

—¿La chica de la cinta es Aoi?

Hikaru respondió con suavidad:

Sí, y la otra es Asa-chan.

Su expresión era extremadamente gentil mientras miraba la fotografía.

—Asa, ¿la que le aconsejó a Aoi que me ignorase? Así que ella es Asa.

Koremitsu miró a la chica de aspecto intelectual en la foto.

El nombre de Asa-chan es, en realidad, Asai, y es mi prima por el lado paterno, y la mejor amiga de Aoi. Aoi y Asa-chan son un año mayores que yo, y eran mis compañeras de juego durante mi infancia. Los tres estuvimos juntos desde muy pequeños.

Por un lado, la expresión de Hikaru seguía siendo radiante.

Cuando el trío se alineaba, la tranquila y distante Asai se paraba en el medio. Hikaru se mantenía de pie a la izquierda con una sonrisa en su rostro, mientras que Aoi se mostraba inquieta a la derecha. Parecía que Aoi observase a Hikaru furtivamente, pero apartaba la mirada deliberadamente cada vez que debían tomarse una foto juntos.

Koremitsu miró a Hikaru, quien seguía a su lado, y se percató de que sus rostros estaban casi pegados, mientras éste le miraba de vuelta con sus ojos claros.

Luego habló con un tono amable, que estaba lleno de amor:

Aoi-san era un poco torpe cuando era niña... y muy tímida... siempre hacía que Asa la acompañase cuando venía a casa. Se sonrojaba y decía cosas como: “Hikaru, Asa dijo que quería venir a jugar, así que la acompañé”. Le encanta tomar batidos dulces, pero fruncía el ceño frente a mí y se obligaba a tomar café sin azúcar... era esa clase de niña.

Aquella era una expresión muy dulce.

Aquella era una voz narradora muy suave.

Mientras escuchaba, Koremitsu experimentó una sensación nueva y confusa en su corazón.

No podía comprender lo que era, pero en realidad no creía odiar aquel sentimiento excesivamente dulce, que contenía a la vez un poco de calidez y un poco de tristeza.

Una vez, cuando agregué azúcar, en secreto, al café de Aoi-san, sus ojos se abrieron de par en par, y se sonrojó mientras me miraba fijamente. Era lindísima, así que no pude evitar agregar azúcar a su café en secreto. Después de eso, Aoi-san solía vigilar la taza para evitar que lo hiciese de nuevo.

Era como un feliz episodio cotidiano.

Su expresión parecía que iba a derretirse.

Aoi-san se ve muy linda cuando está enfadada, y sus reacciones, después de aquello, también se volvieron aún más lindas e interesantes. Por lo tanto, no podía evitar molestarla una y otra vez. Sin embargo, parecía que la señorita Aoi se enfadaba conmigo, ya que me reñía por burlarme de ella a pesar de que era mayor que yo. Me tachaba de delincuente.

La voz de Hikaru se suavizó un poco, y mostró una leve sonrisa en su rostro.

Mi compromiso con Aoi-san fue decidido por nuestras familias, pero creo que sería mavilloso si ella se convirtiese en mi más grande amor...

Sus ojos estaban llenos de gentileza y tristeza, mientras miraban de reojo a Koremitsu.

—... Aoi-san... era mi “esperanza”.

Aquella voz silenciosa parecía estar a punto de teñir su corazón.

¿Su esperanza...? ¿Ella?

Antes de llegar aquí, Koremitsu estaba furioso con Aoi.

Incluso aconsejó a Hikaru que se olvidase de aquella mujer obstinada e incomprensible.

Sin embargo, la imagen de Aoi que estaba grabada en el corazón de Hikaru era, probablemente, más profunda de lo que Koremitsu podía siquiera imaginar... A pesar de todas las barbaridades que había dicho frente a él, el afecto de Hikaru hacia ella no había cambiado.

Hikaru mostró una expresión solitaria en su rostro.

Por eso... aunque me sea fácil abrazar a otras chicas, siento... que Aoi-san es la única que no puedo tocar. Tal vez sea porque tengo miedo de que realmente llegue a odiarme. Porque Aoi-san... es realmente una persona muy importante para mí.

Koremitsu sintió dolor en su pecho.

La ira que sentía por Aoi se desvaneció gradualmente, y lo que la sucedió fue una oleada de tristeza.

—¿No tienes muchas otras mujeres aparte de Aoi?

Sí.

—En ese caso, ¿no has pensado en alejarte de ellas por el bien de Aoi?

En cuanto Koremitsu preguntó aquello, los ojos de Hikaru se tornaron vacíos.

—¿No?

... Pues, puede parecer despreciable de mi parte, pero la respuesta probablemente sea no. No puedo hacer todo eso por el bien de Aoi-san... Sin embargo, tendría que dejar las cosas claras con las otras chicas si quería vivir con Aoi-san. De lo contrario, no podría comenzar de cero... El regalo de cumpleaños era una buena oportunidad, así que le envié aquella carta antes de dirigirme a la villa... y preparé el resto de los obsequios.

Su voz sonaba un poco dura, y, de repente, se calló a mitad del relato.

Aquellos ojos marrones claros, bajo sus pestañas bajas, mostraban una oscuridad espeluznante.

Koremitsu no sabía cómo se las había arreglado Hikaru para salir con tantas mujeres, y tampoco sabía lo que Hikaru planeaba hacer para comenzar de cero.

Analizando las cosas objetivamente, podría considerarse que, el romper con las otras chicas sólo por el bien de Aoi, sería demasiado egoísta.

Aquellos que no eran populares con las chicas lo atacarían tras escuchar semejante hecho, y las chicas que fuesen abandonadas podrían ser lo suficientemente vengativas como para ahogarlo.

Pero Koremitsu fue incapaz de discutir con Hikaru, tras notar la tristeza reflejada en los ojos de este último.

El cuerpo de Hikaru ya no seguía sobre la Tierra.

Ya no podía estar con Aoi, la chica a quien describía con aquella expresión tan amable.

Hikaru permaneció en silencio.

—...

Y, de pronto, Koremitsu se sintió tenso.

Esta es mi oportunidad para compensarle el haberme consolado en la escuela. “Anímate, mañana será otro día”. Oh, espera, para él no habrá mañana. Está muerto.

Las venas de sus sienes se levantaron, y decidió, antes de hablar, darle una palmada a Hikaru en el hombro.

Pero, por supuesto, su mano atravesó el hombro de Hikaru, y el impulso le hizo golpear su propio pecho.

Debido a que había usado más fuerza de la debida, su cuerpo se sacudió ante el impacto que había recibido su pecho indefenso.

¿Qué estás haciendo, Koremitsu?

Preguntó Hikaru, perplejo, mientras miraba a Koremitsu, quien había caído de espaldas al suelo después del golpe.

—¡Ca-cállate! ¡Me estoy ejercitando!

¿Por qué te pones a ejercitarte en este momento? Creo escuché tu cabeza golpearse contra el piso.

Koremitsu, nervioso, se retorcía indefenso.

Y en ese momento, una voz helada resonó en la habitación.

—¿Eres la clase de persona a quien le gusta rodar y hablar solo en una casa ajena?

Koremitsu se levantó, impactado.

Una fría mirada observaba a Koremitsu, y una chica alta, de cabello largo y brillante, estaba de pie en la sala de estar.

Esta persona es… Tenía un rostro elegante, labios que parecían expresar sabiduría, un par de ojos claros y ciertos vestigios de su aspecto infantil.

Y, lo más importante, podía adivinarse quién era debido a la mirada de desprecio que le dedicó a Koremitsu.

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Notas

  1. El yōkan es un postre de gelatina espesa hecho con anko, agar-agar y azúcar.


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