Hikaru ga Chikyuu ni Itakoro:Volumen1 Capítulo 4

From Baka-Tsuki
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Capítulo 4: ¿A dónde van las personas cuando mueren?[edit]

Hikaru llevó a Koremitsu a su apartamento de clase alta, que estaba ubicado a sólo veinte minutos de la escuela, si se iba caminando.

Se decía que el complejo de apartamentos era propiedad del padre de Hikaru; Hikaru solía vivir por su cuenta en uno de los apartamentos.

La entrada estaba equipada con una cerradura automática, y el portero era un hombre bastante entrado en años.

—Soy amigo de Hikaru. ¿Puedo entrar a su habitación? Quiero recuperar algo que le presté.

El portero observó con detenimiento el cabello despeinado y el uniforme de Koremitsu.

—No, no puedo dejar entrar a nadie que no conozca. Además, ¿cómo sabré si realmente eres amigo del Amo Hikaru?

Tal como era de esperarse, fue rechazado.

Oh, maldición, ¿ahora qué hago?

Koremitsu hizo una mueca y comenzó a pensar en su próximo movimiento, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por Hikaru.

Dile que le traerás Yōkan[1] de castañas al vapor de Taiseido la próxima vez.

¿Qué es eso? Koremitsu bajó la cabeza con asombro.

—Si lo desea, la próxima vez le traeré Yōkan de castañas al vapor de Taiseido, a modo de regalo.

Levantó la mirada furtivamente, y se percató de que los ojos del portero se abrían de par en par, a la vez que se estremecía.

¿Qué está pasando? ¿Está teniendo un ataque al corazón?

Justo cuando Koremitsu entraba en pánico, las lágrimas brotaron de los ojos del portero.

—¿Conque así son las cosas? El amo Hikaru, cuando partió hacia la villa aquella mañana, me dijo “le traeré esa edición limitada de Yōkan de castañas al vapor de Taisedo”. Todo porque vio una recomendación en televisión hace unos días, y dijo: “Luce bastante bien. Vamos a probarlo juntos, Señor Maezono”... El amo Hikaru, desde joven, era muy empático con quienes le rodeaban.

Involuntariamente, sintió un nudo en la garganta mientras pronunciaba aquellas palabras.

—Es realmente estupendo ver que el amo Hikaru tiene un amigo varón. Siempre hablaba de lo mucho que le gustaría tener un amigo del mismo sexo.

Dijo, encantado, mientras dejaba escapar algunos mocos, abría la cerradura y guiaba a Koremitsu a la habitación de Hikaru en el nivel más alto.

—La habitación se mantiene en las mismas condiciones que cuando el amo Hikaru estaba vivo. Pégame un grito cuando quieras regresar.

Tras decir aquello, el portero volvió a su puesto.

El señor Maezono solía ser el chofer de mi padre, y él se encargó de cuidarme desde que era joven. Incluso cuando comencé a vivir solo, él venía a hablar conmigo como un verdadero abuelo, y se preocupaba por mí cada vez que volvía a casa tarde.

Hikaru habló con un tono de añoranza.

—¿Cuándo comenzaste a vivir aquí?

Desde el primer año de secundaria —respondió sin vacilar.

Primer año de secundaria, ¿eh? En aquel entonces, ¿no seguía siendo un niño?

Koremitsu se sintió un poco conmocionado.

La habitación, con suelo de madera, era extremadamente amplia y no tenía alfombra.

Prácticamente no había muebles, mucho menos televisor. Había un sofá y una gran mesa de comedor que era inapropiada para alguien que vivía solo, con 4 sillas alrededor. La mesa parecía que no se había usado nunca, e incluso daba la sensación de que nadie había vivido en este lugar.

El portero había mencionado que la habitación seguía en el mismo estado de cuando Hikaru estaba vivo. ¿Hikaru vivía en una habitación tan solitaria?

Yo fui quien sugirió que debería vivir solo. De esa forma, ganaría más libertad.

Hikaru estaba vestido con camisa y jeans, mientras se movía descalzo (aquél era, probablemente, su atuendo casual), y Koremitsu sintió una sensación de soledad cuando observó a Hikaru en aquel estado.

Quizá debido al silencio absoluto que guardaba Koremitsu, Hikaru sonrió y le dijo de todo corazón:

Mi padre es muy rico, así que nunca tuve preocupaciones financieras, y llevé una vida despreocupada y perezosa. No tenía que contactar a mi familia cuando traía chicas a casa. Nadie me sermoneaba, incluso si me quedaba en casa de alguna chica por unos días, y podía salir en medio de la noche si alguna chica me llamaba.

—¡Tch, ¡¿ya eras un Casanova en secundaria?!

Se quedó sin palabras.


“No puedo dormir cuando estoy solo, ya que le temo a la soledad”.

Recordó las palabras que había pronunciado Hikaru, y sintió que su pecho se oprimía.


“…y solo puedo relajarme cuando alguien me acompaña”.


¿No me digas que este sujeto salió con tantas chicas porque se sentía extremadamente solo?

En cuanto imaginó la imagen de Hikaru, sentado en medio de aquella habitación escasamente amueblada mientras abrazaba sus rodillas, Koremitsu mostró una expresión seria.

El propio Koremitsu entendía mejor que nadie lo solitario que se sentía el no tener padres.

Tras convivir con Hikaru por tanto tiempo, una cosa le había quedado clara.

Su sonrisa no es de fiar.

Aunque la soledad fuese tan insoportable que le instase a toser sangre, incluso si le hacía sentir que se abría un agujero en su pecho, él continuaría sonriendo.

Aquello despertó una sensación de frustración en Koremitsu.

Hikaru abrió los ojos con suavidad mientras le dedicaba una sonrisa gentil.

Debería haber un álbum de fotos en el armario. Te traje aquí para mostrártelo.

—En ese caso, ¿las flores hermosas de las que hablabas se referían a las fotos?

¿Esperabas que una doncella rubia te invitase a entrar?

—Cállate, ya te dije que odio a las mujeres, idiota.

En ese caso, ¿qué tal si me pongo un traje de doncella y te digo “bienvenido, amo~”?

—De ninguna manera, eso sería asqueroso.

Aunque creo que no me sentaría del todo mal.

Mientras Hikaru divagaba, Koremitsu abrió el armario incrustado en la pared y sacó varios álbumes de fotos que estaban apilados en el interior.

Se sentó en el suelo de madera, hojeó los álbumes y encontró muchas fotos de bebés dentro.

¿Serán fotos de Hikaru?

Hikaru tenía un rostro angelical cuando era bebé, un marcado contraste con Koremitsu, quien había nacido con un rostro salvaje.

Algunas de las fotos de Hikaru le mostraban sonriendo con gentileza, otras le mostraban tomando su biberón mientras ensanchaba sus redondos ojos frente a la cámara, otras le mostraban alargando sus pequeñas manos hacia hojas de arce mientras reía, y algunas otras le mostraban tomando una siesta con un peluche similar a un cachorro.

Había tantas fotos de ese tipo que fácilmente podrían ser la portada de una revista para bebés, e incluso daba la impresión de que fuese interminable.

—... Oye, ¿las flores hermosas se referían a tí? ¿Querías mostrarme tus fotos de bebé?

Ciertamente, sus ojos eran grandes y redondos como los de una chica.

Pero aún así, Koremitsu no estaba interesado en ese tipo de cosas lindas. Incluso si en realidad existiese un bebé extrañamente hermoso, de igual forma se sentiría frustrado si lo observase por mucho tiempo.

Están en la parte de atrás.—dijo Hikaru, mientras se sentaba junto a Koremitsu, mirando el álbum de fotos.

—Tch, ¿no son sólo fotos de bebés? Y…

Koremitsu vio una foto, y su mano, que estaba hojeando las páginas, se detuvo.

Todas eran fotos de Hikaru cuando era bebé, pero, en las fotos anteriores, no había nadie aparte de él. Sin embargo, en esta foto en particular, había una mujer acunando a Hikaru.

La joven sentada en la silla sonreía gentilmente a la cámara, y lucía exactamente como Hikaru.

Pero este rostro...

—Oye, ¿esta es tu madre? Vi a alguien similar a ella durante tu funeral. ¿Es tu pariente también?

Se refería a la mujer vestida de negro en el funeral de Hikaru, que lloraba y sonreía.

El mismo Koremitsu se halló perplejo ante aquella sonrisa.

Se preguntaba quién era aquella mujer y cómo podía mostrarse con tanta calma en el funeral.

Esa persona es...

De pronto, la voz de Hikaru se detuvo.

Intrigado, Koremitsu le miró, y notó la expresión sombría de Hikaru.

¿Le pregunté algo indebido?

Hikaru se mordió los labios con fuerza, sumido, aparentemente, en una profunda reflexión, y Koremitsu tuvo un mal presentimiento al respecto.

Sin embargo, mientras se preguntaba cómo romper aquel silencio, Hikaru levantó el rostro de inmediato y sonrió con entusiasmo.

Aquella sonrisa clara y transparente hizo que la expresión tensa de instantes atrás pareciese una ilusión.

Sí, así es. Ella es pariente de mi madre.

—Ya veo. No es de extrañar que se parezcan.

Koremitsu también respondió con voz clara. Sintió la necesidad de hacerlo.

Sintió que no debía volver a preguntar sobre aquella mujer.

Quiero mostrarte lo que está más atrás. Sigue avanzando, Koremitsu.

—Ah, está bien.

Pasó a la siguiente página.

Lo que apareció ya no eran fotos de bebés, sino fotos de Hikaru cuando era pequeño. Continuó pasando las páginas, y encontró fotos de Hikaru, de cinco o seis años, con chicas de la misma edad.

Había dos chicas en las fotos; una de ellas era una chica de mirada inteligente con cabello negro y radiante, que era un poco más alta que Hikaru, mientras que la otra era una niña, más pequeña que Hikaru por media cabeza, con una cinta blanca atada a su hermoso y suelto cabello negro.

Había muchas fotos de los tres, y otras donde una de las chicas tomaba la foto a los otros dos.

La chica más alta del trío mostraba una expresión seria en casi todas las fotos, y la chica más pequeña, con la cinta en la cabeza, mostraba expresiones variadas.

Algunas veces hinchaba las mejillas, otras, abría los ojos de par en par cuando su cara se sonrojaba, en otras lucía enfada con lágrimas en los ojos, a veces lucía inquieta a causa de la timidez, o, de vez en cuando, reía.

—¿La chica de la cinta es Aoi?

Hikaru respondió con suavidad:

Sí, y la otra es Asa-chan.

Su expresión era extremadamente gentil mientras miraba la fotografía.

—Asa, ¿la que le aconsejó a Aoi que me ignorase? Así que ella es Asa.

Koremitsu miró a la chica de aspecto intelectual en la foto.

El nombre de Asa-chan es, en realidad, Asai, y es mi prima por el lado paterno, y la mejor amiga de Aoi. Aoi y Asa-chan son un año mayores que yo, y eran mis compañeras de juego durante mi infancia. Los tres estuvimos juntos desde muy pequeños.

Por un lado, la expresión de Hikaru seguía siendo radiante.

Cuando el trío se alineaba, la tranquila y distante Asai se paraba en el medio. Hikaru se mantenía de pie a la izquierda con una sonrisa en su rostro, mientras que Aoi se mostraba inquieta a la derecha. Parecía que Aoi observase a Hikaru furtivamente, pero apartaba la mirada deliberadamente cada vez que debían tomarse una foto juntos.

Koremitsu miró a Hikaru, quien seguía a su lado, y se percató de que sus rostros estaban casi pegados, mientras éste le miraba de vuelta con sus ojos claros.

Luego habló con un tono amable, que estaba lleno de amor:

Aoi-san era un poco torpe cuando era niña... y muy tímida... siempre hacía que Asa la acompañase cuando venía a casa. Se sonrojaba y decía cosas como: “Hikaru, Asa dijo que quería venir a jugar, así que la acompañé”. Le encanta tomar batidos dulces, pero fruncía el ceño frente a mí y se obligaba a tomar café sin azúcar... era esa clase de niña.

Aquella era una expresión muy dulce.

Aquella era una voz narradora muy suave.

Mientras escuchaba, Koremitsu experimentó una sensación nueva y confusa en su corazón.

No podía comprender lo que era, pero en realidad no creía odiar aquel sentimiento excesivamente dulce, que contenía a la vez un poco de calidez y un poco de tristeza.

Una vez, cuando agregué azúcar, en secreto, al café de Aoi-san, sus ojos se abrieron de par en par, y se sonrojó mientras me miraba fijamente. Era lindísima, así que no pude evitar agregar azúcar a su café en secreto. Después de eso, Aoi-san solía vigilar la taza para evitar que lo hiciese de nuevo.

Era como un feliz episodio cotidiano.

Su expresión parecía que iba a derretirse.

Aoi-san se ve muy linda cuando está enfadada, y sus reacciones, después de aquello, también se volvieron aún más lindas e interesantes. Por lo tanto, no podía evitar molestarla una y otra vez. Sin embargo, parecía que la señorita Aoi se enfadaba conmigo, ya que me reñía por burlarme de ella a pesar de que era mayor que yo. Me tachaba de delincuente.

La voz de Hikaru se suavizó un poco, y mostró una leve sonrisa en su rostro.

Mi compromiso con Aoi-san fue decidido por nuestras familias, pero creo que sería mavilloso si ella se convirtiese en mi más grande amor...

Sus ojos estaban llenos de gentileza y tristeza, mientras miraban de reojo a Koremitsu.

—... Aoi-san... era mi “esperanza”.

Aquella voz silenciosa parecía estar a punto de teñir su corazón.

¿Su esperanza...? ¿Ella?

Antes de llegar aquí, Koremitsu estaba furioso con Aoi.

Incluso aconsejó a Hikaru que se olvidase de aquella mujer obstinada e incomprensible.

Sin embargo, la imagen de Aoi que estaba grabada en el corazón de Hikaru era, probablemente, más profunda de lo que Koremitsu podía siquiera imaginar... A pesar de todas las barbaridades que había dicho frente a él, el afecto de Hikaru hacia ella no había cambiado.

Hikaru mostró una expresión solitaria en su rostro.

Por eso... aunque me sea fácil abrazar a otras chicas, siento... que Aoi-san es la única que no puedo tocar. Tal vez sea porque tengo miedo de que realmente llegue a odiarme. Porque Aoi-san... es realmente una persona muy importante para mí.

Koremitsu sintió dolor en su pecho.

La ira que sentía por Aoi se desvaneció gradualmente, y lo que la sucedió fue una oleada de tristeza.

—¿No tienes muchas otras mujeres aparte de Aoi?

Sí.

—En ese caso, ¿no has pensado en alejarte de ellas por el bien de Aoi?

En cuanto Koremitsu preguntó aquello, los ojos de Hikaru se tornaron vacíos.

—¿No?

... Pues, puede parecer despreciable de mi parte, pero la respuesta probablemente sea no. No puedo hacer todo eso por el bien de Aoi-san... Sin embargo, tendría que dejar las cosas claras con las otras chicas si quería vivir con Aoi-san. De lo contrario, no podría comenzar de cero... El regalo de cumpleaños era una buena oportunidad, así que le envié aquella carta antes de dirigirme a la villa... y preparé el resto de los obsequios.

Su voz sonaba un poco dura, y, de repente, se calló a mitad del relato.

Aquellos ojos marrones claros, bajo sus pestañas bajas, mostraban una oscuridad espeluznante.

Koremitsu no sabía cómo se las había arreglado Hikaru para salir con tantas mujeres, y tampoco sabía lo que Hikaru planeaba hacer para comenzar de cero.

Analizando las cosas objetivamente, podría considerarse que, el romper con las otras chicas sólo por el bien de Aoi, sería demasiado egoísta.

Aquellos que no eran populares con las chicas lo atacarían tras escuchar semejante hecho, y las chicas que fuesen abandonadas podrían ser lo suficientemente vengativas como para ahogarlo.

Pero Koremitsu fue incapaz de discutir con Hikaru, tras notar la tristeza reflejada en los ojos de este último.

El cuerpo de Hikaru ya no seguía sobre la Tierra.

Ya no podía estar con Aoi, la chica a quien describía con aquella expresión tan amable.

Hikaru permaneció en silencio.

—...

Y, de pronto, Koremitsu se sintió tenso.

Esta es mi oportunidad para compensarle el haberme consolado en la escuela. “Anímate, mañana será otro día”. Oh, espera, para él no habrá mañana. Está muerto.

Las venas de sus sienes se levantaron, y decidió, antes de hablar, darle una palmada a Hikaru en el hombro.

Pero, por supuesto, su mano atravesó el hombro de Hikaru, y el impulso le hizo golpear su propio pecho.

Debido a que había usado más fuerza de la debida, su cuerpo se sacudió ante el impacto que había recibido su pecho indefenso.

¿Qué estás haciendo, Koremitsu?

Preguntó Hikaru, perplejo, mientras miraba a Koremitsu, quien había caído de espaldas al suelo después del golpe.

—¡Ca-cállate! ¡Me estoy ejercitando!

¿Por qué te pones a ejercitarte en este momento? Creo escuché tu cabeza golpearse contra el piso.

Koremitsu, nervioso, se retorcía indefenso.

Y en ese momento, una voz helada resonó en la habitación.

—¿Eres la clase de persona a quien le gusta rodar y hablar solo en una casa ajena?

Koremitsu se levantó, impactado.

Una fría mirada observaba a Koremitsu, y una chica alta, de cabello largo y brillante, estaba de pie en la sala de estar.

Esta persona es… Tenía un rostro elegante, labios que parecían expresar sabiduría, un par de ojos claros y ciertos vestigios de su aspecto infantil.

Y, lo más importante, podía adivinarse quién era debido a la mirada de desprecio que le dedicó a Koremitsu.

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Asa-chan.

Hikaru pronunció el nombre que apareció en la mente de Koremitsu.

¡Así que ella es la tal Asai!

Prima de Hikaru, amiga cercana de Aoi.

—¿Eres Koremitsu Akagi de la clase 1-5, supongo?

Asai mencionó el nombre de Koremitsu como si de algo sucio se tratase.

El brillante cabello negro no tenía nada que envidiarle al de Aoi, ya que caía desde sus hombros, pero poseía una atmósfera diferente al de esta última. Asai era mucho más madura que la tierna Aoi, y parecía que la rodeaba una atmósfera helada.

La estatura de Aoi estaba un poco por debajo del promedio de las chicas, mientras que Asai era un poco más alta. Ambas eran delgadas, pero la delgadez de Aoi le otorgaba un aspecto frágil, y, en contraste, Asai daba una sensación de firmeza, de pies a cabeza.

Aquella actitud enérgica causó una mala impresión en Koremitsu, antojándosele como una mujer desagradable y con ínfulas de grandeza.

Por cierto, ¿no fue ella quien tranquilizó a Aoi durante la conmoción en el funeral?

Recordó Koremitsu, levantándose para mirar a Asai.

—Así que tú eres la tal Asa-chan.

—No recuerdo haber permitido que me llamases de esa forma.

Inmóvil, Asai respondió fríamente.

—No hay de otra. No sé tu nombre completo.

—Asai Saiga.

—¿Ah, sí? Gracias por la información. Ahora bien, ¿qué haces aquí?

—Soy prima de Hikaru, y su padre me pidió que ordenase sus pertenencias. Además, me confiaron la llave.

A pesar de que Koremitsu la miró de mal humor, Asai no se sintió intimidada, y, mirando a Koremitsu le dijo:

—Y bien, ¿qué hay de ti? ¿Por qué estás aquí? Lograste que el señor Maezono te abriese la puerta. Pareces un matón de poca capacidad verbal, pero, para mi sorpresa, eres bastante locuaz.

Koremitsu frunció el ceño con disgusto.

De inmediato, Hikaru trató de calmarlo.

Asa está tratando de hacerte enfadar. Cálmate, no caigas en su juego.

Koremitsu se tragó las palabras que quería pronunciar.

—Le presté un libro a Hikaru.

—¿Cuál libro?

“A la sombra de las muchachas en flor” de Proust.

—“A-A la sombra de las muchachas en flor” de Proust.

Koremitsu respondió según le había indicado Hikaru, y Asa enarcó las cejas ligeramente.

Estaba leyendo la serie “En busca del tiempo perdido”, y acababa de terminar el primer volumen: “Por el camino de Swann”. “A la sombra de las muchachas en flor” es el segundo volumen.

—Hikaru cababa de terminar el primer volumen de la serie “En busca del tiempo perdido”, “Por el camino de Swann”. Se sintió atraído por el trabajo de Proust, y me pidió prestado el segundo volumen.

Tras escuchar aquello, las cejas de Asai retorcieron con ansiedad.

Koremitsu dejó escapar un suspiro de alivio tras notar su reacción, pero Asai continuo presionando.

—Supongo que eso significa que leíste “A la sombra de las muchachas en flor”. ¿De qué trata?

Oye, Hikaru, ¿qué clase de historia es?

Le lanzó una mirada a Hikaru, pero éste le respondió contrariado.

Lo siento, pero aún no lo he leído. Lo eché a un lado porque tenía demasiadas citas. Pero parece ser la clase de libro que le gusta a las chicas, ¿no? Así que hay un 85% de probabilidad de que sea una historia de amor.

¡Idiota! ¿Y si no lo es? Además, ¿por qué me diste el nombre de un libro que nunca has leído?

Mientras Koremitsu seguía dirigiéndole distintas expresiones faciales a Hikaru, Asai siguió preguntando.

—¿Qué sucede? ¿No puedes responder?

—El libro es de un pariente mío. ¿Quién sabe de qué trata? —protestó, intentando salir de aquella situación.

—Y, en ese caso, ¿a quién le pertenece?

—Eso no es asunto tuyo.

Cálmate, Koremitsu. Asa no busca una respuesta, sino determinar si eres culpable o no.

Hikaru ya le había advertido, pero Koremitsu, con una expresión rígida mientras contemplaba al vacío, fue hallado sospechoso por Asai en cuanto habló con voz temblorosa.

—El único que se está involucrando en asuntos ajenos eres tú, Akagi-kun.

Sonaba como un fiscal interrogando a un criminal.

—¿A qué te refieres?

—Sé todo sobre tus acciones con Aoi. ¿Cómo podrías ser amigo de Hikaru? Él no tenía ningún amigo hombre, ni dentro, ni fuera de la escuela.

—Yo soy su primer amigo.

—Supongo que así fue como engañaste a Aoi. Diciendo estupideces como que los obsequios de Hikaru están en tu posesión. Eres la cuarta persona que intenta aprovecharse de Aoi desde la muerte de Hikaru. Ésto no ha hecho sino causar que Aoi odie aún más a los hombres, y tu método es el más estúpido de todos.

—¡Ya dije que no estoy intentando aprovecharme de Aoi, ni tampoco le estoy mintiendo! Hikaru me pidió que le hiciese llegar sus sentimientos.

—¿Los sentimientos de Hikaru?

Asai entrecerró los ojos, y su fría mirada era punzante, como una cuchilla afilada.

Koremitsu sintió un escalofrío en la espalda.

Parecía rodearle una tensa calma, y habló con un tono aún más frío que antes:

—En ese caso, cuéntame al respecto. Decidiré yo misma si dichos sentimientos deberían ser oidos por Aoi. Lo mismo va para los regalos; Tendrás que obtener mi aprobación si quieres entregárselos a Aoi .

—¡Pero eso no tendría sentido! Hikaru me pidió que se los entregase a Aoi, no a ti. ¡Solo puedo expresarle sus sentimientos a Aoi, y los obsequios deben ser entregados directamente a ella!

Al concluir, volvió a mirar a Asai.

Pero ella permaneció imperturbable.

—En ese caso, ¿puedes demostrar que esas cosas que quieres transmitirle en realidad provienen de Hikaru?

Koremitsu estaba sin palabras.


“Entraste a la escuela un día antes de la Golden Week. Asa dijo que sólo estuviste en la escuela una vez antes de la muerte de Hikaru, y que es imposible que seas su amigo”.


—Recuerdo a la perfección el día que ingresaste a la escuela. El infame estudiante de primer año llegó al campus con una muleta y cubierto de vendas, causando conmoción en toda la escuela. ¿Por qué Hikaru te pediría a tí, un estudiante de reputación tan “notoria”, transmitir sus sentimientos por Aoi?

Mi reputación no es asunto tuyo. Murmuró para sus adentros, pero no pudo responder.

Ya que, por supuesto, si uno analizase las cosas con objetividad, era impensablee que Hikaru le pidiese a Koremitsu que le entregase los regalos a Aoi.

—¿Y cuáles son, exactamente, los sentimientos de Hikaru? ¿No me digas que a Hikaru todavía le gusta Aoi? Su amor por las mujeres era casi enfermizo. En definitiva, no era digno de la pura Aoi, y no había hecho más que hacerla enfadar todo este tiempo.

La declaración de aquellos hechos causó que Koremitsu se quedase aún más sin palabras.

Hikaru también mostró una expresión rígida y preocupada.

Maldita sea, ¿cómo voy a perder ante tí?

—¡Sí, Hikaru es todo un mujeriego! ¡Y también es el rey del harén! ¡Pero, aún así, amaba a Aoi! ¡Es a causa de lo real de sus sentimientos, que quiero transmitírselos a Aoi!

Koremitsu levantó su barbilla mientras gritaba, y, en respuesta, Asai se rió por lo bajo: fufu.

—¡¿Qué es tan gracioso?!

—Tal como era de esperarse, no me creo que seas amigo de Hikaru. Porque eres todo lo contrario a él. Hikaru se veía despreocupado por fuera, pero, en el fondo, era bastante complejo de entender: una persona complicada que parecía tener algo que esconder. Y tú, en cambio, eres brusco, simplón, de aspecto salvaje y no te ves inteligente en lo más mínimo. Supongo que Hikaru es más tonto de lo que pensé, si te eligió para que transmitieses sus palabras.

—¡¿Qué dijiste?!

Asai concluyó sin piedad:

—Es imposible que expreses los sentimientos de Hikaru —dijo, con un tono atroz.

La sonrisa ya había desaparecido de su rostro, y su gélida expresión parecía atravesar el corazón de Koremitsu, mientras le observaba fijamente.

Parecía que dijese: ¿Qué podría entender, alguien como tú, sobre Hikaru?

La ansiedad brotó en su interior.

Su cabeza y orejas hervían a causa de la furia, como si estuviesen a punto de emitir un sonido estridente. Koremitsu gritó, intentando, aparentemente, devolver la expresión de Asai:

—¡SOY AMIGO DE HIKARU! ¡SÓLO NOS VIMOS UNA VEZ MIENTRAS SEGUÍA CON VIDA, PERO NOS CONOCIMOS DURANTE ESOS MINUTOS! ¡Y FUE ASÍ COMO NOS HICIMOS AMIGOS!

Al principio, no eran más que amigos “temporales”.

El fantasma de Hikaru le acechaba, pidiéndole que hiciese todo tipo de recados extraños, y él se sentía frustrado a causa de ello.

Hikaru lo seguía al baño, al sanitario, y, a menudo, hacía bromas pesadas que le hacían desear que se largase al cielo de una vez por todas.

Era un pervertido, amaba a las mujeres, era un fanático de las flores, y era un bastardo que llevaba una vida plena en un mundo completamente diferente al de Koremitsu.

¡Nunca se entenderían, nunca!

Le embargaba una sensación insoportable en el estómago cada vez que mentía diciendo que Hikaru era su amigo.

Pero en cuanto comprendió que los sentimientos de Hikaru hacia Aoi eran sinceros, su imagen de Hikaru mejoró, al menos un poco. Sintió que debía ayudar a Hikaru a transmitirle sus sentimientos a Aoi.

Tras una serie de eventos, los traumas de Koremitsu despertaron, y cuando estaba llorando y gritando, fue Hikaru quien le consoló.

Hikaru escuchó sus quejas irracionales, las aceptó, e incluso le dedicó algunas palabras superficiales para motivarlo.

Koremitsu sabía que Hikaru usaba una sonrisa para expresar el dolor de su soledad.

¡Y ahora...!

—¡Hikaru es mi amigo de verdad! ¡No me importa si eres Dios o el presidente, no permitiré que nadie lo niegue! ¡Puedo alzar el pecho y gritarle al mundo entero que Hikaru es un amigo muy importante para mí!

A su lado, los ojos de Hikaru se abrieron de par en par tras escuchar aquellas palabras.

Asai se mordió los labios con fuerza mientras miraba fríamente a Koremitsu. Una llama blanquiazul pareció crecer dentro de sus ojos entrecerrados.

—¡Haré que los sentimientos de ese sujeto lleguen a Aoi, sin duda! ¡Espera y verás! —concluyó con determinación.

Asai respondió con calma.

—Realmente me molestas hasta el punto de que querer cortarte la lengua.

—Qué casualidad. Porque yo estoy furioso al punto de querer llenar tu boca y tus ojos con picante, pero ya he dicho todo lo que quería decir. Me largo.

Tras decir esto, se dirigió al pasillo.

Asai permaneció en silencio.

Koremitsu no podía saber cuál era su expresión ya que estaba de espaldas a ella, pero sintió que, sin duda, lo estaba mirando.

Koremitsu le habló, sin mirar atrás:

—Si encuentras “A la alfombra de las mujeres en flor” de Prout, devuélvemelo. Es del abuelo.

En cuanto salieron del departamento, Hikaru habló:

Koremitsu... Lamento decir esto, pero el nombre del autor es Proust, no Prout; y el nombre del libro no es “A la sombra de las mujeres en flor”, sino “A la sombra de las muchachas en flor”. Y hablando de eso, creo que dijiste “alfombra” en lugar de “a la sombra”.

¡Ack! ¡Lo arruiné! ¡¡Y pensar que traté de hacerme el genial, maldita sea!! ¡Que vergüenza!

El cielo comenzaba a oscurecerse.

Koremitsu refunfuñaba mientras caminaba por el tranquilo camino bajo las farolas, alineadas con el parque y la biblioteca que se encontraban a su lado.

—Me dijiste que me calmara, pero terminé gritando. No pude soportarlo, perdí la cabeza.

Sí.

¡No me des la razón así como si nada!

Koremitsu murmuró para sus adentros.

Pero estoy feliz. Le dijiste a Asa-chan que soy tu amigo de verdad.

Koremitsu miró a Hikaru, y lo vió dedicarle una sonrisa. La lámpara blanca de la calle brillaba sobre su rostro, y su cabello, ojos y labios lucían radiantes.

Parecía excesivamente feliz, encantado, y su imagen de chico lindo resultaba aún más deslumbrante, causando que Koremitsu no supiese qué hacer.

—F-F-Fue porque estaba furioso con aquella mujer, así que, por accidente...

¿Entonces era mentira?

—No, no es eso. En realidad lo pensé de esa forma. Por eso lo dije...

Al escuchar esto, Hikaru se sintió aún más feliz.

Ahh, no muestres esa expresión. Mis oídos comenzarán a emitir vapor.

Me han entrado ganas de gritar, ¿de acuerdo? Y, en cualquier caso, nadie me puede escuchar incluso si lo hago.

—Eh, oye...

Koremitsu quería detener a Hikaru, pero ya éste había comenzado a gritar.

¡KOREMITSU AKAGI ES MI AMIGOOOOOOOOOOOO! ¡SOMOS AMIGOOOOOOOOOOOOOOS!

—C-C-Cierra el pico, ¿quieres? ¡Es vergonzoso!

¡AMIGOOOOOOOOOOOOOOOOOS! ¡KOREMITSU Y YO SOMOS AMIGOS DE VERDAD!

—¡Cállate! ¡Te dije que te callaras!

El rostro y la cabeza del Koremitsu estaban a punto de hervir.

Alguien, quien sea, por favor, detengan a este borracho.

¡AMIGOOOOOOOOOOOOOS! ¡SOMOS AMIGOOOOOOOOOOOOOOOOOOS!

—Ah, de acuerdo. No somos temporales, sino amigos de verdad. ¿Ya tuviste suficiente? Deja de gritar. ¡Por favor, detente!

Koremitsu sabía que nadie a su alrededor podía oírlo, pero estaba avergonzado en extremo.

El propio Hikaru, probablemente, se sintió aliviado al gritar todo lo que quería.

¡AMIGOS!

¡SOMOS AMIGOS!

Después de aquello, cambió sus palabras,

¡AMO A AOOOIII-SAAAAN!

Gritó con felicidad.


¡NO VOLVERÉ A SERLE INFIEL~!


¡CUIDARÉ A AOI-SAN CON TODO MI CORAZÓN~!


Hikaru, con expresión deslumbrante, alzó la vista hacia el cielo nocturno a mitad del camino, mientras gritaba con su dulce voz.

Rebosaba de felicidad, al punto de que incluso Koremitsu se sintió motivado.

—¡Oh! ¡Y yo seré testigo!

Levantó su mano derecha con fuerza.

—¡Yo tampoco perderé contra Asai Saiga! Sin duda, transmitiré tus sentimientos a Aoi.

Bien, y en cuanto entreguemos los obsequios a Aoi, iremos a buscar chicas.

—Espera, ¿no dijiste que serías fiel a Aoi? ¿Por qué cambias de opinión tan rápido?

Pero no se trata de mí, sino de conseguir a una chica apropiada para tí, Koremitsu. ¡Lo he decidido! Conseguiré una chica que pueda reír por ti.

Sus ojos estaban llenos de vida, y sonaba realmente emocionado.

—¿Te refieres a esas mujeres a las que les gusta reírse ruidosamente?

Ese tipo de mujer es adecuada para ti. Ella se reirá por ti, y, además, tendrás ganas de reírte cuando estés con ella.

—No puedo imaginar eso.

Incluso ya puedo escucharte riendo feliz de la vida, Koremitsu.

—Esa es una alucinación tuya, sin duda.

El entorno quedó envuelto en completo silencio.

Apenas había una sombra proyectada en el suelo, pero aún así, los dos buenos amigos caminaban, uno junto al otro, bajo el cielo teñido por un tenue negro extraído directamente de la tinta de la naturaleza, mientras las estrellas comenzaban a centellear en su camino a casa.

Oye, Koremitsu, ¿sabes a dónde van las personas cuando mueren?

Hikaru preguntó de una manera alegre.

—¿Quién sabe? No me he muerto nunca.

Yo creo que van al espacio.

—¿Al espacio?

Así es.

Hikaru alzó la cabeza.

Y Koremitsu también miró hacia el cielo.

En aquel borroso y negro cielo, las pequeñas estrellas brillaban.

Sus luces eran débiles, pero, ciertamente, estaban brillando.

Así era el cielo nocturno de una ciudad.

Verás, ¿acaso no dicen que las personas se convierten en estrellas cuando mueren? Las almas, al separarse de sus cuerpos humanos, abandonan la Tierra y se van al espacio. Además, dado que la conciencia existe en un espacio infinito, las almas pueden volar libremente. Las estrellas que vemos podrían ser las almas de los difuntos.

La voz de Hikaru era suave, pero aún así muy clara.

Su expresión meditativa, mientras miraba al cielo, exhibía un brillo de esperanza en sus ojos.

Koremitsu sintió que sus lágrimas comenzaban a brotar.

En unos días, Me iré al espacio.

Al escuchar las palabras de Hikaru, Koremitsu fue asaltado por un flujo de emociones.

Cuando llegue el momento, seguro que estarás llorando a todo pulmón.

—N-No lloraré, idiota.

Con su cara sonrojada, le devolvió la mirada para contradecirle, pero Hikaru le respondió con una expresión llena de felicidad.

Un, eso sería mejor. Espero que me despidas con una sonrisa.

Habló muy claramente.

Es una promesa, Koremitsu. Cuando parta hacia el espacio, despídeme con tu mejor sonrisa.

Koremitsu se sintió paralizado.

En cuestión de días, Hikaru dejaría la Tierra para dirigirse hacia el espacio.

Hasta el día en el que cumpliese su deseo...

Idiota... no me pongas triste ahora. Mira nuestra situación actual. Finalmente nos habíamos hecho amigos.

Se dijo a sí mismo en su mente, pero no pudo decirlo en voz alta, y decidió hablar sobre otra cosa, con una expresión seria.

—Deja de hacer esa clase de promesas vacías. Te lo tomas muy a la ligera, seguramente tendrás más promesas con alguna otra chica.

No es una promesa cualquiera. Sólo honro las promesas importantes.

—¡¿Acaso lo de nuestra cita doble también es una promesa importante?!

Por supuesto. Y una muy importante para mí.

—Nunca te pedí algo así.

En ese caso, organicemos una cita.

Sin citas.

Qué frío. ¿Acaso no somos amigos?

—Aunque lo seamos, no pasará.

Eres muy estricto.

Hikaru se encogió de hombros.

—Ahora que recuerdo, cuando nos conocimos, creo que mencionaste tener un favor que pedirme, o algo así.

Ah, sobre eso...

Hikaru miró a la lejanía y sonrió.

Está bien.

—Oye, ¿qué pasa con esa pequeña sonrisa? Ahora tengo curiosidad. Dime.

Lo diré si aceptas tener una cita doble.

—¿Qué clase de trato es ese?

Y bien, ¿qué harás?

—Uf, eres insoportable. Además, ¿cómo vamos a tener una cita doble si estás muerto?

Sin darse cuenta, la pareja había deambulado hacia la orilla del río que conducía a la escuela.

Las briznas de hierba en el césped del campus se estremecían a causa de la brisa nocturna, brillando con verdor bajo los reflejos de luna.

El río fluía con calma, y una dulce fragancia persistía sobre el aire húmedo.

Bajo aquel estrellado cielo nocturno, ambos continuaron bromeando entre sí mientras caminaban.

Como si fuesen compañeros con diez años de amistad compartida.


Notas[edit]

  1. El yōkan es un postre de gelatina espesa hecho con anko, agar-agar y azúcar.


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