Hikaru ga Chikyuu ni Itakoro:Volumen1 Capítulo 5

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Capítulo 5: Sus mentiras y verdades.

—Escucha, todavía tenemos tres días hasta el cumpleaños de Aoi. Mañana es sábado, así que hoy será un día clave. Vamos a arriesgarnos.

De acuerdo, Koremitsu.

A la mañana siguiente, el viernes, Koremitsu salió de casa con entusiasmo. Bajó en su parada de autobús y siguió el camino que llevaba a la escuela.

Asa-chan podría estar planeando algo en nuestra contra.

Hikaru habló con preocupación.

—Le rodea un aura que le hace parecer sin corazón, y su mirada le atribuye aún más peso a ello. Supongo que, fácilmente, podría ser la jefa de una banda de delincuentes, ordenándoles hacer cosas peligrosas y demás.

N-No puedo negarlo del todo, pero...

—¿¡En serio!? ¿Así que ella es la mente maestra?

Probablemente no a ese extremo... pero sí...

Hikaru titubeó con sus palabras.

Pero Asa-chan es una persona fuerte y sabia. Es una chica un tanto solitaria, por lo que cuida de Aoi como si fuese su hermana pequeña. Solía acusarme de no ser sincero con Aoi. Le gusta ayudar a los demás, y es muy comprensiva.

—Oye, ¿por qué defiendes tanto a las chicas? Espera, ¿no me digas que también saliste con esa estúpida mujer arrogante?

Hikaru se limitó a responder con compostura al alterado Koremitsu.

No. Incluso si fuese el único hombre sobre la faz de la tierra, Asa-chan no saldría conmigo. Incluso si el mundo estuviese a punto de acabarse, no estaríamos juntos.

Su voz era delicada, pero inflexible.


—¡¡AKAGI…!!


Koremitsu miró hacia la fuente de aquella voz y divisó a Honoka corriendo en dirección a él, completamente despreocupada por su falda desaliñada y su cabello despeinado.

Tenía los ojos abiertos de par en par y el ceño fruncido, mostrando su leve enfado y su fragilidad. Abruptamente, tomó la mano de Koremitsu.

—¿Qué... qué estás haciendo, Shikibu?

—Gracias a Dios. ¡Estás bien!

—¿Eh? ¿Qué estás diciendo?

—Te llamé muchas veces, pero no atendiste el teléfono, así que estaba preocupada por ti...

—¿Teléfono?

Koremitsu hurgó en su bolso, en busca de su teléfono, y descubrió que había más de 10 llamadas perdidas de Honoka.

Semejante lista de llamadas entrantes era nueva para él.

—Oh, lo apagué.

—¿Qué clase de explicación es esa?

Las cejas de Honoka se levantaron levemente.

—Bueno, a decir verdad, raramente recibo llamadas.

—¿Entonces para qué tienes teléfono? ¿Acaso sabes cómo me sentí cuando te llamé, eh?

—¿Que ocurrió?

Koremitsu preguntó, aturdido; Honoka lo miró y respondió haciendo una mueca.

—Ayer, La Matriarca Asa me preguntó por ti.

—¿Matriarca Asa?

—La Presidenta Saiga.

—¿Saiga? Ahh, Asa-chan, así que ella es la presidenta, ¿eh?

-¡A-Asa-chan! ¡¿Acabas de llamar “Asa-chan” a la Presidenta!?

Honoka estaba estupefacta.

—¿Por qué está tan alterada?

Koremitsu, incapaz de comprender la situación, miró a un lado a Hikaru. Sus sentimientos de empatía hacia Honoka eran evidentes, y se encogió de hombros. Esto no hizo más que intensificar el desconcierto de Koremitsu.

Honoka sujetó el cuello de la camisa de Koremitsu y lo acercó hacia ella.

Hizo un puchero, hinchó sus mejillas, y miró a Koremitsu.

—Cielos, ¿acaso no te das cuenta de la situación en la que te has metido? Estamos hablando de Asai Saiga, La Matriarca Asa de segundo año, la presidenta del consejo estudiantil del área de Preparatoria. Además, fue presidenta del consejo estudiantil tanto en la escuela primaria como en la secundaria. De entre todos los “nobles” de este lugar, ella pertenece a la élite, alguien de gran poder... Se dice que incluso los profesores no se atreven a desafiarla.

Honoka, furiosa, contó un rumor que decía que un empleado del departamento de administración una vez desafió a Asai y fue transferido, y otro acerca de un maestro en particular, que insatisfecho con el comportamiento de Asai, “renunció” a menos de la mitad del semestre.

—Más que amigas, se podría decir que la presidenta Saiga es como la guardiana de Su Alteza Aoi, y, al parecer, todos los chicos que quieren acercarse a Su Alteza Aoi son monitoreados por ella. La presidenta tenía una expresión calmada cuando me preguntó sobre tí, pero su mirada era fría, y realmente me asustó... sin duda, te ha puesto el ojo encima, al ver que no dejas en paz a Su Alteza Aoi. No contestaste el teléfono cuando te llamé, así que pensé que...

Koremitsu miró las pestañas de Honoka, lágrimas de incertidumbre se aferraban a ellas, a pesar de su apariencia agresiva.

... ¿Por qué se ve tan alterada y desesperada?

Koremitsu nunca antes había sido tan cercano a una chica, y una sensación anormal se apoderó de él.

La señorita Shikibu está preocupada por ti. Qué chica tan amable.

Hikaru vocalizó sus pensamientos con delicadeza.

—Ya veo, ¿así que estás preocupada por mí? Gracias.

Tan pronto aquellas palabras salieron de sus labios, el rostro de Honoka se ruborizó. Ella aflojó el agarre del cuello de su camisa con una rapidez impresionante.

—¿Qué... qué estás diciendo? ¿Quién está preocupada por tí?... Eres alguien que puede levantarse incluso tras recibir cientos de patadas. Simplemente no quería que fueses provocado por la presidenta Saiga, y por eso quería advertirte; no, no estoy preocupada por ti. Es sólo que me da miedo involucrarme, porque cree que soy tu cómplice...

Se apartó de él y habló con dureza.

Qué linda es la señorita Shikibu.

Koremitsu, que miraba a Hikaru mientras reía, estaba perplejo.

—En fin, será mejor que obedezcas.

—Eso es imposible. Ayer discutimos.

—¡¿EH!?

Honoka se volvió hacia Koremitsu; sus ojos estaban abiertos de par en par, y su expresión exagerada era digna de un comediante.

—Nos encontramos camino a casa, y ella comenzó a darme órdenes, como si fuese la gran cosa. Perdí los estribos y grité: “¿Quién te escucharía a tí, maldita?”.

—¡¿Por qué dijiste eso…!?

Su mirada se desorientó mientras gritaba.

—No tenía elección. Ya no había vuelta atrás.

La respuesta de Koremitsu llegó a través de sus labios enojados.

—Eres un completo idi-…

—Si Saiga intenta hacer algo, te protegeré.

“Idiota”… antes de que Honoka pudiese terminar su frase, ella, por alguna razón, se quedó de piedra.

La sangre corrió a su rostro; sus orejas y su cuello adoptaron un color carmesí. Desvió su mirada de Koremitsu.

¿Que está pasando? ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué está ruborizada?

Koremitsu, no tienes derecho a llamarme mujeriego. Tú mismo tienes talento .—balbuceó Hikaru.

¿Qué tonterías estás diciendo? Pensó Koremitsu, a modo de protesta, pero reprimió estas palabras para escuchar la respuesta de Honoka.

—¡Tú, idiota! No tienes que preocuparte por mí. Puedo protegerme sola. Humph, no me menosprecies. N-N-N-N-No necesito tu ayuda, humph —exclamó, mientras sus ojos se movían rápidamente.

—Cielos, ahora no es momento de preocuparse por los demás. No entiendes tu propia situación. ¿Por qué te haces el genial, diciendo que me vas a proteger o algo así...? No, mi rostro está sonrojado. ¡Todos nos están mirando!

Koremitsu, tras haberse recuperado, descubrió que había algo de verdad en las palabras de Honoka; los estudiantes les miraban sorprendidos cuando pasaban.

—Mantén tu distancia cuando me estés hablando. No quiero que me malinterpreten por ir a la escuela con un delincuente.

Honoka huyó tímidamenta, escondiendo su rostro pequeño y sonrojado, corriendo a toda velocidad frente a Koremitsu.

—¡NO SOY UN DELINCUENTE!

—¡NO ME HABLES! Honoka aumentó aún más la distancia entre ellos.

—Uf, realmente no entiendo a las mujeres...

Pensó que estaba preocupada por él por la forma en que se le acercó, pero luego se enfureció sin explicación; a continuación, se sonrojó, y su expresión se volvió, por un momento, vulnerable. Al siguiente instante, ella estaba amargada una vez más; sus cambios de humor eran demasiado rápidos.

Koremitsu siguió a Honoka, a una distancia de varios metros entre los dos, mientras escuchaba la entusiasta charla de Hikaru.

Vaya que la señorita Shikibu es linda. Su personalidad agresiva e inocente es la mejor combinación. Es tan adorable. Deberías avanzar, tomar su mano y decir “Quiero ir a la escuela a tu lado”. Se sonrojará aun más. Ahh, realmente quiero verlo.

Vaya con este sujeto... ¿y qué hay de Aoi?

Koremitsu observó a Hikaru condescendientemente.


Cielos, ¿por qué estoy tan nerviosa?

Honoka apresuró su marcha, mientras su corazón se hallaba en completo desorden.

Mi cara está completamente roja, sin duda.

El día anterior, cuando Asai Saiga había llamado a Honoka a la sala del consejo estudiantil, la había interrogado sobre Koremitsu.

Porque pareces cercana a él, Shikibu-san”... dijo ella.

Sus hermosos ojos emanaron tal presión que hicieron estremecer a Honoka.

—Akagi puede parecer un delincuente, pero en realidad es un chico serio y trabajador, ¡y realmente se entrega a la chica que le gusta! No es violento con las chicas, ¡y, en definitiva, es un caballero! Le gustan los gatos... bueno, no sé si eso es cierto o no, pero es una persona elocuente, y se toma en serio sus tareas.

Si Honoka defendiese a Koremitsu, seguramente sería considerada como su cómplice. Convertir a Asai en su enemiga sería una tontería.

Ella lo sabía, pero no pudo contenerse.

—¡Koremitsu Akagi es un buen hombre, mucho mejor de lo que aparenta!

¿Por qué rayos dije algo así? La presidenta no articuló palabra después de escucharme. Fue aterrador.

Pero aun así...

—Si eso es todo, me marcho.

Habló con valentía y se dirigió a la salida.

No puedo creer que realmente haya hecho eso.

Sus acciones fueron ridículas; se había burlado de la Matriarca Asa.

Ella misma no tenía derecho de llamar idiota a Koremitsu.

La presidenta no se detendrá, pase lo que pase. Si algo me sucede...

“Yo te protegeré”.

Ella recordó las palabras de Koremitsu, la expresión seria en el rostro de él, y lo ruborizado del suyo. Nunca había esperado que una frase propia de un héroe sacado de una historia de amor, pudiese ocurrir en la realidad.

“Te protegeré”.

UWWAAAAHHH. ¡NO! ¡NO!

Llegó al pasillo, perturbada.

¿Eh?

Honoka notó algo inusual.

Había una multitud en el pasillo.

Las chicas, con los ojos llenos de lágrimas, decían cosas como: “Ésto es demasiado” y “¿Quién lo hizo?”

¿Qué ocurrió?

De prisa, se cambió los zapatos y caminó hacia la multitud.

—Hono.

Su amiga de cabello trenzado, entre otros, la saludaron.

—¿Qué ocurrió, Michiru?

Michiru frunció el ceño, mientras murmuraba.

—Es demasiado, alguien cortó los papeles que estaban pegados a la cartelera de Hikaru-sama.

Honoka dirigió su atención a la cartelera.

Los papeles de colores, llenos de notas conmemorativas y mensajes dirigidos a Hikaru Mikado, tenían grandes cortes en forma de cruz.


¿Qué es esto?

Koremitsu estaba de pie al final de la multitud, y su comportamiento era especialmente serio. Miró la cartelera y los papeles de colores.

La cartelera y los papeles estaban cortados en forma de cruz.

“Gracias”.

“Adiós”.

“Fuiste mi más grande amor”.

Las palabras, grabadas con tinta negra en papeles triturados, colgaban junto a la fotografía de Hikaru.

Koremitsu, sin aliento, miró a Hikaru, quien observaba las notas dedicadas a él, ahora cubiertas de grandes cruces.

¿Qué está ocurriendo? ¿Quién lo hizo?

Koremitsu se abrió paso entre la multitud.

Aquellos que se percataron del semblante rígido y cruel de Koremitsu, se apartaron.

Un camino se abrió ante él, y su entorno se calmó. Con la muchedumbre mirándolo, se acercó a la cartelera y se quedó inmóvil.


Miró las notas y los papeles de colores con los labios fruncidos.

Probablemente, habían sido cortados con una navaja. La superficie no era irregular, sino extremadamente limpia.

La semejanza entre estas cruces y la cruz dibujada en aquel lienzo, le oprimía el corazón.

Dos líneas negras que se proyectaban a través de las escaleras rodeadas por los rayos del sol.

Dos líneas negras...

Palpó la superficie cortada de las notas con sus fríos dedos, y un pequeño objeto cayó desde el interior del sobre y aterrizó sobre su pie derecho.

—¿?

Se arrodilló para recuperarlo. Era una pequeña estrella de plata, de la mitad del tamaño de un grano de arroz.

Hikaru se inclinó para examinarla.

Ésto es...

Justo cuando comenzó a hablar...

—Akagi.


Koremitsu se volvió hacia la voz y vio a un profesor de aspecto rígido, y a una joven profesora a su lado.

La profesora se mostraba vacilante, pero el venerable profesor habló con firmeza:

—Por favor, acompáñanos.

Por la actitud preocupada de la profesora y por la voz severa del profesor, podría deducirse que no eran buenas noticias.

Es el jefe del personal docente, el señor Nishidera.

Hikaru habló con voz tensa, seguido por Koremitsu:

-Oh.

Tras dedicarle eso como respuesta, siguieron al jefe del departamento.

Las miradas curiosas de los espectadores les pinchaban como si de agujas se tratasen.

Koremitsu, por el rabillo del ojo, vio a Honoka, preocupada, viéndolo partir.

—¿Él es el culpable? Ha sido convocado a la oficina por el Jefe del Departamento.

A su espalda, se podían escuchar tales cuchicheos.


—Un estudiante se ofreció como testigo, diciendo que fuiste tú quien cortó los papeles con un cuchillo.

Lo condujeron a la abarrotada sala de consejería, y el jefe del personal docente habló con tono de reproche desde el otro lado de la mesa de conferencias.

-¿Ahh? ¿Quién?

Las palabras lo agotaron y lo aturdieron.

La profesora habló con severidad,

—No puedo revelar sus nombres, pero hubo tres estudiantes, no uno, que te delataron, diciendo que te vieron, personalmente, cortando los papeles de colores con un cuchillo.

¡¿Qué?! De pronto, se percató.

Ésto es cosa de Saiga, ¿no?

Si ella no estuviese involucrada, ¿por qué tres personas habrían testificado que lo habían visto a él cortar los papeles, cuando en realidad era inocente?

Honoka había mencionado que la presidenta Saiga no perdonaba a sus enemigos, y que todos los estudiantes que se oponían a ella, desaparecían sin motivo aparente.

Maldita sea, qué jugada más despreciable, Asai Saiga. ¿Su modus operandi es incriminar a las personas?

Su rostro se puso rígido, y su pecho ardía.

Hikaru, tras percatarse de las cejas crispadas y los ojos llenos de furia de Koremitsu, le ofreció algunos consejos.

Tú no lo hiciste, Koremitsu. Puedo dar fe de ello, ya que estoy contigo las veinticuatro horas del día, así que, por favor, cálmate. Por ahora, limítate a esperar y escucha lo que el jefe tiene que decir.

Koremitsu respiró hondo, intentando calmarse.

De no ser por la intervención de Hikaru, la situación habría empeorado.

Probablemente, le hubiese pedido a gritos al Jefe del Personal Docente que convocase a los estudiantes que lo habían incriminado, al igual que a la presidenta del consejo estudiantil, Saiga.

—Yo no lo hice —concluyó, mientras miraba al Jefe del Personal Docente.

Ambos profesores, el Jefe del personal docente y la profesora, se sorprendieron un poco ante su tranquila negación.

—Pero escuché que, días atrás, le gritaste a los estudiantes que dejaban notas en la cartelera, ¿no fue así?

—Pues... no les gritaba a ellas, y no tengo nada que ver con esto.

—En ese caso, ¿quieres decir que los testigos están equivocados?

—No lo sé, ya que no soy ellos, pero sé muy bien lo que hice ayer. Me marché de la escuela antes de la hora de salida. Por lo tanto, si realmente vieron al culpable, no fui yo. Además, en cualquier caso, no haría ese tipo de cosas.

—En ese caso, ¿hay alguien que pueda comprobar que abandonaste las inmediaciones a dicha hora?

—Me encontré con la presidenta Saiga cuando fui al departamento de Hikaru. La presidenta debería poder demostrarlo.

Pronunciar aquel nombre no hizo más que avivar su ira.

Hizo su mejor esfuerzo en reprimir la ira que se elevaba en su pecho mientras hablaba, pero el Jefe del Personal le dirigió una mirada arrogante, y dijo, sin vacilar:

—Ya le pregunté a Saiga.

¿Qué?

—Te haces llamar “amigo” de Hikaru Mikado, pero te indignaste cuando Saiga señaló que tal cosa era imposible.

En realidad, así fue como sucedió.

Parecía que Koremitsu mentía sobre ser amigo de Hikaru, y era un lunático incapaz de diferenciar entre fantasía y realidad. Sin duda, Saiga había insinuado algo semejante cuando habló con el Jefe del Personal Docente.

—Estabas tan alterado, que le preocupó que pudieses cometer una locura. Dijo que podrías haber regresado a la escuela después de eso, y que tuviste suficiente tiempo para ejecutar dicho plan.

—¿Qué…?

¿QUÉ CLASE DE BROMA ES ESTA? Casi explotó.

—¡Espera, Koremitsu!

Hikaru lo contuvo.

Está bien, está bien, ¿de acuerdo?

Logró calmarse, pero su corazón estaba acelerado, y su cabeza hirviendo.

Su respiración era errática.

Probablemente, tanto el Jefe del Personal Docente, como la profesora, se sorprendieron al ver la furia que se reflejaba en sus ojos, aunada a su dificultad para respirar. Ambos se paralizaron.

—Yo... no lo hice. Hikaru es mi amigo; Nunca rompería mensajes destinados a un amigo.

Su voz gruñó con furia, y su garganta estaba ardiendo.

—¿Realmente no lo hiciste?

El Jefe del Personal, con marcada irritación, volvió a preguntar, y Koremitsu casi pierde los estribos, pero Hikaru volvió a detenerlo.

—Nunca.

El Jefe del Personal Docente suspiró, y dijo:

—Volveré a hablar contigo en cuanto lo haga con Asai.

Finalmente, Koremitsu fue liberado, y sonó la campana que indicaba el final del primer período.


—Escuché que Akagi fue convocado a la sala de profesores por el Jefe del Personal Docente, ya que fue él quien cortó los papeles y arruinó la cartelera.

—Así que, después de todo, el delincuente fue el culpable.

—Ya lo había pensado. Su expresión, cuando gritó a las chicas en el pasillo, fue excesiva. Esta mañana también tenía esa expresión aterradora en su rostro.

—¿Cómo podría ser amigo de Hikaru-sama? Son completamente diferentes, como un Príncipe y un esclavo.

—Sí, nadie le creerá...

—Por cierto, ¿será verdad que asistió al funeral?

—Sí. ¿Pero y qué? ¿Y si es alguna clase de acosador? Sin duda, cortó los mensajes porque estaba molesto debido a que todos lo ignoraron cuando dijo que era amigo de Hikaru-sama.

—Es el peor.

Tales divagaciones, y otras similares, llegaban hasta él.

—¡Tch! Esa maldita mujer... Nunca te perdonaré, Asai Saiga.

Apretó los dientes y caminó por el pasillo hacia su aula de clases.

Me incriminó, así que estoy siendo marginado. Pero fue demasiado ingenua. Siempre lo había sido. Ya estoy acostumbrado a tales calumnias.

... ¿De verdad Asa-chan planeó todo ésto?

A su lado, Hikaru cerró los ojos con suavidad y murmuró pensativamente.

No es su estilo.

—¿Qué estás diciendo?

Koremitsu habló en voz baja.

Parecía algo propio de una mujer de sangre fría, pero el rostro normalmente claro de Hikaru lucía ensombrecido.

Koremitsu, incriminar a alguien es, sin duda, el estilo de Asa-chan, pero... el que cortó los papeles y los mensajes podría ser otra persona. Asa-chan simplemente lo utilizó a su favor.

—Otra persona...

Porque si Asa-chan supiese quien lo hizo, jamás te calumniaría, jamás. Asa-chan no haría algo tan peligroso.

El fervor en los ojos de Hikaru se desvanecía rápidamente.

Parecía estar completamente ensimismado, buscando una respuesta; su fría expresión, a los ojos de Koremitsu, parecía la de un completo extraño.

Que el rostro de Hikaru mostrase algo más que una sonrisa era desconcertante para Koremitsu, y cuando recordó la cruz dibujada en aquel lienzo, le dolía el pecho como si lo rasgasen.

Honoka corrió en su dirección.

—Akagi, ¿estás bien?

Parecía nerviosa y preocupada a la vez, mientras miraba a Koremitsu.

—Sí —respondió él.

—¿Te buscó el jefe del personal?

—Me preguntó si yo era el culpable, pero no fui yo.

Todavía estaba furioso con Asai y el Jefe del Personal, pero fingió desinterés para no preocupar a Honoka; sin embargo, seguía con cara de pocos amigos.

Honoka torció sus labios de una manera visiblemente avergonzada.

—Ya... ya veo. Así que no pasó nada —murmuró con frialdad.

—¿Por qué estás hablando con el delincuente de Akagi, Shikibu?

—Que decepcionante. Pensar que te has vuelto una delincuente también, Shikibu.

Koremitsu escuchó las murmuraciones de ciertas personas.

Y en el momento siguiente, bramó:

—¡MUY BIEN, AQUEL QUE ACABA DE LLAMARME DELINCUENTE! ¡PUEDEN HACERLO CONMIGO, PERO SHIKIBU NO LO ES!

—¿Qué estás haciendo, Akagi-…?

Los ojos de Honoka se abrieron de par en par e intentó detener a Koremitsu.

Hikaru, que estaba absorto en sus propios pensamientos, se apresuró a aconsejar a Koremitsu:

Koremitsu, es propio de tí que te sientas molesto por Honoka. ¡Pero ten en cuenta que le causarás problemas si exacerbas las cosas aún más!

—...

Koremitsu se detuvo de inmediato.

—¿Que está haciendo? ¿Ahora está molesto con nosotros?

—Él fue quien cortó los papeles de la cartelera de Hikaru-sama.

Otras voces resonaron, y Koremitsu apretó su tembloroso puño cuando las venas de sus sienes estaban a punto de explotar.

En ese momento:


—Eso no es cierto. ¡Él no cortó los mensajes!


Koremitsu no podía creer lo que estaba presenciando.

Hikaru también se mantenía allí, inmóvil.

La persona que exclamó aquellas palabras, con rostro pálido, era Aoi.

¿Por qué Aoi...?

Koremitsu contuvo la respiración, y la voz de Aoi siguió resonando.

—¡No! ¡Él no lo hizo...! No fue él. ¡No fue él!

Su frágil y tembloroso cuerpo parecía estar a punto de romperse, y sus ojos se llenaron de angustia mientras repetía aquellas palabras.

Su rostro lucía pálido, y su cabello negro y liso estaba hecho un desastre.

Su voz se hacía cada vez más débil. Se rodeó con sus propios brazos, como si sintiese frío, y bajó la cabeza.

La campana del segundo período sonó con frialdad a través de aquel pasillo silencioso.

Los brazos de Koremitsu se desplomaron con debilidad, mientras permanecía inmóvil. Inmediatamente, la imagen de Aoi dibujando aquella enorme cruz en el lienzo, invadió su mente.


♢ ♢ ♢