Daybreak:Volumen 1 Capítulo 5

From Baka-Tsuki
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Capítulo 5 – Estatus de vida[edit]

Incluso en domingo, el día de Ariadne comenzaba a las 6AM. Con el invierno a la vuelta de la esquina, eso era antes del alba.

Aprovechando las ventajas de tener la mente fresca, siempre comenzaba con una hora de estudio. Durante el segundo día del fin de semana, eso significaba prepararse con una rápida ojeada a los temas de la semana siguiente.

Después le seguía una tanda completa de calentamientos, desde abdominales hasta sentadillas, mientras observaba la luz del amanecer teñir el horizonte de un tono rojizo. A continuación una hora de práctica con la espada, sajando enemigos ilusorios proporcionados por el depósito militar de la academia.

Las espadas del clan Manteuffel eran pesadas y difíciles de manejar. Aunque de mayor longitud que una espada bastarda, sus hojas eran más estrechas y más gruesas. El mango igualaba al brazo del portador en longitud e incluía una barra lateral cerca de la guarda, mientras desde la parte posterior podía expulsarse una segunda hoja más corta. El resultado era un arma que podía utilizarse indistintamente como mandoble, lanza o espada de doble hoja; por no mencionar que toda el arma podía expandirse mágicamente en forma de una lanza pesada que medía tres veces la altura de un hombre, acabada en una intimidante hoja larga.

Estas espadas simbolizaban las tradiciones y el orgullo de la familia: adaptable a las circunstancias, de uso creativo, dominada a través de la diligencia e indudablemente mortal en acción.

Ariadne era la cuarta hija en la rama secundaria de la familia, la única hija después de tres hermanos. En una vida donde todos esperaban ver sus pasos eclipsados por miembros más prestigiosos del clan, ella había logrado para salir con la cabeza bien alta y su nombre en los primeros puestos.

Una vez terminada su rutina mañanera y con todo el día libre por delante, Ariadne practicó su impecable equitación sacando a su pegaso familiar Eldeweiss de paseo.

Sobrevolando el perímetro del castillo desde diez pisos de altura, localizó a otra chica practicando de madrugada. Era la familiar de Pascal, disparando otra vez flechas a través del tejado con un arco inmenso, cuyo diseño ella nunca había visto.

“Buenos días, Miss Suvorsky!” llamó Ariadne mientras guiaba a Eldeweiss en un aterrizaje perfecto en lo alto del torreón. Al haber hablado con ella sólo una vez, Ariadne tuvo que presionar su colgante de memoria -- que usaba como diario -- para recordar su nombre.

“Buenos días, eh, milady.” No se podía decir lo mismo sobre la otra chica, que parecía algo confusa.

“Llámame simplemente Ariadne,” su amable sonrisa relucía mientras se acercaba.

La pequeña chica finalmente abandonó la postura de disparo, su largo y blanco cabello ondeando en la brisa del tejado.

“En ese caso, por favor llámame Kaede.”

“Ese arco proviene de tu mundo?”

Ariadne probó las aguas, todavía sin creerse del todo la historia del 'otro mundo'. Pero Kaede despejó las sospechas en un instante cuando su expresión pensativa se llenó de tristeza:

“Si...practicaba con él todas las mañanas en mi mundo. Es una forma de meditación, y mantener la rutina me ayuda cuando todo lo demás ha cambiado tanto.”

“Como lo llevas? Te ha estado tratando bien ese niñato egocéntrico?

Kaede se encogió de hombros:

“Tengo un buen techo bajo el que vivir, comida abundante y una cama cómoda si tengo sueño. Dejando de lado mi falta de propósito al estar aquí, y los inusuales...cambios, supongo que debería estar agradecida... pues podría haber sido mucho peor. En realidad Pascal no es mala persona. La invocación fue culpa suya, eso seguro, pero no puedo hacer nada para cambiar eso. Sólo desearía que dejara de tratarme como si yo le perteneciera.

No es mala persona? Es un insulto andante para todos a su alrededor!

Ariadne todavía recordaba la noche cuando él destrozó su relación enumerando todas las cosas de ella que le molestaban.

Nadie me trata así y se queda tan tranquilo.

“Ese niñato lo hace con todo el mundo. Actúa como si fuera el príncipe heredero o algo así, y cualquiera que no sea un superior debe soportar su juicio implacable y sus insultos. Es tan condescendiente que ni siquiera respeta como personas al resto de nobles, y a los plebeyos directamente los ignora.”

A otros les impresionaría que unas palabras tan amargas pudieran decirse con una sonrisa brillante en la cara. Pero la expresión sorprendida de Kaede se convirtió enseguida en una de comprensión.

“Bueno, si te da algún problema, puedes contármelo sin ningún problema” Ariadne se guardó la mitad de sus intenciones para sí misma: Un escándalo le ganaría tantas miradas desaprobadoras que ni siquiera él podría ignorarlo.

Durante un instante, Kaede parecía ansiosa por aceptar su oferta, pero al final de su boca sólo salió un “Gracias, lo tendré presente.” Ariadne se sobrepuso a la decepción en su interior. No seas avariciosa, se reprendió mentalmente.

Si había una cosa Ariadne disfrutaba más que montar en su pegaso , y deseaba incluso más que una carrera de renombre en los Caballeros Fantasma, era la confianza , el reconocimiento y la admiración de todos a su alrededor. Y eso iba doblemente para la persona más cercana a uno de sus pocos enemigos -- quienes se atrevían a despreciarla. Juzgando por la mirada de la chica, no tenía dudas en que Kaede comenzaba a acoger esos tres aspectos.


Su querido Pascal una vez bromeó, de forma amistosa por supuesto, que 'vanidad' debería ser su segundo nombre. Su respuesta para él había sido “Qué hay de malo en ello?”

“Entonces, qué impresión tienes de nuestro mundo?

“Fantástico, decadente, y muy liberal para tiempo.” Kaede volvió a encogerse de hombros: “Aunque tampoco puedo decir gran cosa, no he salido del castillo.”

“Para la nobleza, la decadencia es una muestra de prestigio, y sobre lo liberal...Weichsel se enorgullece de ser uno de las naciones con más visión de futuro de todo Hyperion. Me alegra que te guste.”

La respuesta de Kaede fue una sonrisa algo torcida bajo sus mejillas enrojecidas de frío.

“Hay algo que necesites? Como te he dicho antes, no dudes en pedir. Es imposible que un chico pueda tener en cuenta todas las necesidades de una chica, incluso aunque fuera del tipo atento.” Ariadne ni siquiera necesitaba añadir cosa que ese niñato egocéntrico no es.

Quédandose pensativa durante un largo minuto, finalmente Kaede se fijó en su vestido azul–ventisca y apretó las capas de enaguas contra sus piernas, desnudas excepto por las medias blancas.

“Bueno...toda la ropa de Pascal para mí son vestidos. Esto es bastante incómodo de pedir pero...podrías ayudarme a conseguir unos pantalones?

“Los pantalones para mujeres sólo se llevan como parte del uniforme militar,” la respuesta de Ariadne fue instantánea. “Fuera de eso, se considera religiosamente incorrecto. Así que no, no te puedo conseguir un par, lo siento.”

“Y una falda más corta?” la chica bajita ojeó la falda de montar de Ariadne, con el dobladillo a la altura de medio muslo, dejando al descubierto las medias abrazando sus largas y torneadas piernas.

La noble que había en Ariadne se escandalizó, antes de recordarse a sí misma: Viene de otro mundo; son otras normas y costumbres.

“En nuestro mundo, se considera modestia que una chica mantenga sus piernas totalmente cubiertas. Aunque -- deja que me lo piense; quizás pueda arreglar algo.

Kaede sonrió con alegría; una hermosa sonrisa que iluminó su apariencia de muñeca.

Por el momento, a Ariadne le parecía algo vergonzoso: “las damas en tu mundo suelen llevar pantalones?”

Realmente se sintió aliviada cuando la chica sacudió la cabeza negativamente.

Las dos pasaron casi una hora comentando las diferencias entre sus mundos, hasta que Ariadne divisó a Parzifal haciendo su carrera diaria por el patio y se marchó para unirse a él.

Seguía sin creerse que otro reino, sin ayuda de la magia, pudiera avanzar a un nivel tecnológico más avanzado. Cierto, a menudo los comerciantes elogiaban las maravillas de la ingeniería de la Gran República de Samara, y de vez en cuando mostraban dispositivos de construcción no-mágica para demostrarlo. Pero los Samaranos sólo eran humanos en apariencia, y tenían ventajas injustas: longevidades que rivalizaban la de los magos más sanos y memorias de sus 'vidas pasadas'... más bien brujería diabólica y susurros del maligno.


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No fue hasta casi mediodía que Pascal llamó telepáticamente a Kaede al comedor para el desayuno, para después llevársela a la biblioteca.

“En tu tiempo libre puedes leer esos tomos tanto como quieras,” explicó tras sentarla frente a una mesa a rebosar de libros amontonados. “Pero mientras brille el sol, vas a ayudarme a investigar esto.”

Sentado desde su silla frente a ella, Pascal estiró un trozo de pergamino en la mesa.

“Victoria a través del caos ordenado y la destrucción de los recursos organizativos, logísticos y políticos para infligir una parálisis total del sistema – Doctrina Pandemonium ,” leyó Kaede, antes de escanear rápidamente a través del resto de propuestas de investigación perfectamente calificadas. Entre los nombres desconocidos de tácticas militares de este mundo así como nombres de batallas recientes, se sugería una recopilación de directrices operativas con énfasis en la velocidad, movilidad y fluidez para guiar múltiples golpes tras las líneas enemigas.

Blitzkrieg ...? No es exactamente eso...; parece más bien algo de las Estepas Eurasiáticas. Pero...

“Estás escribiendo una nueva doctrina militar?” preguntó, su mente a duras penas podía comprender el contenido del pergamino. Sólo tiene diecinueve años!

“En realidad muchos de estos conceptos ya los usó mi padre hace quince años durante la Guerra de Sucesión Imperial, la misma guerra en la que se ganó su fama de héroe y el título de Landgrave de Nordkreuz.

Pascal tuvo la suficiente humildad como para ruborizarse levemente por primera vez.

“Pero necesito tantos ejemplos de campo como sea posible. Como te gusta tanto leerte todos esos aburridos libros de historia, tu tarea será encontrar los registros de batalla adecuados para que yo los examine!”

A Kaede no le molestaba estudiar. Pero con solo ver la mesa con docenas de libros apilados en gruesas columnas, sus ojos ya empezaban a cansarse.


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Con tres golpes en la gruesa superficie de caoba, el Profesor Albert abrió la puerta y les cedió el paso.

Kaede había conocido al Profesor Albert von Marienfeld hace cinco minutos. Con un raleante pelo gris sobre sus penetrantes ojos de ónice, tenía también un recortado e imponente bigote. Su constitución era esbelta, con apenas algo de barriga, sus gruesos brazos un recuerdo de los días pasados luchando. No hacía falta ver su uniforme, impecable y orgullosamente decorado con varias medallas, incluyendo la Cruz de Caballero, para darse cuenta de que no era un simple maestro.

Además, tras echarle un simple vistazo a Kaede, la ignoró completamente y no se molestó en presentarse. Las palabras que aseguraron la atención de Pascal fueron: “El director ha regresado y desea verte, ahora.”

Lo que los llevaba a esta habitación, tan grande como el Despacho Oval de la Casa Blanca y adornada de forma similar: una enorme mesa de oficina junto a un ventanal inmenso, alfombras ricas encima de las cuales reposaban intrincadas sillas y cómodos sofás ocupaban el centro de la sala. Atardecía, y toda la oficina estaba bañada en el tono anaranjado de la puesta de sol.

No contento con que su cara quedara oculta por la luz de las ventanas, el director además llevaba un casco completo por encima de su túnica gris. Su atuendo no mostraba ni una pizca de piel, incluso sus manos estaban cubiertas con unos guantes negros.

A Kaede le pareció una experiencia novelesca, como poco.

“Sir von Moltewitz, bienvenido.”

La voz ronca emergió desde detrás de la placa de acero, sonaba como un hombre con una enfermedad de la garganta incurable.

“En primer lugar, permítame expresar mis tardías felicitaciones por su reciente ascenso y su título de caballero.”

“Gracias, señor.”

“Sin embargo, me angustia escuchar que ha alterado libremente la sagrada ceremonia de invocación familiar más allá de los vínculos aceptables y traído así a una chica extranjera como familiar.

“Existe una primera vez para todo, señor.” Informó Pascal en pose marcial: ambas manos en la espalda y sacando pecho. “Nuestros antepasados no dominaron el arte de la invocación familiar mediante la tradición.”

“Tiene razón. Sin embargo, espero que planee hacer frente al mismo escrutinio que ellos tuvieron. Es necesario llevar a cabo ciertas pruebas”

“Qué tipo de pruebas, señor? Pascal no podía parecer menos preocupado.

“Necesitamos corroborar la humanidad de su familiar, para determinar que ella no supone un riesgo para la salud o traiga peligros mágicos de otras tierras, y realizar exámenes periódicos para monitorizar los efectos a largo plazo.”

“Lo entiendo, señor. Pero puedo realizar esos exámenes yo mismo.” -su tono estaba al borde de ser una protesta.

A Kaede le encantaba la forma en la que hablaban de ella -- no sólo en tercera persona, sino además como espécimen de laboratorio -- estando ella en la misma sala.

“Director, señor, no tengo derecho como ser humano a dar mi opinión en este asunto?

El casco se inclinó hacia adelante, y Kaede imaginó un liche esquelético tras esa fachada de acero mientras una voz fría e inhumana respondía:

“No, señorita familiar. No eres ni una ciudadana de este país ni titular de una identificación legal. Además fuiste invocada por un mago mediante su ritual de contrato. A ojos de nuestras leyes nacionales, eres una no-entidad únicamente reconocida como parte de su responsabilidad. No eres una propiedad, pero debido a la falta de precedentes legales, tampoco estás muy por encima de ello.”

“Kaede sintió como si una trampilla acabara de abrirse bajo sus pies. Su mente dejó de procesar las palabras, abrumada por un horror inenarrable.

Recostándose de nuevo, el director continuó:

“Y respecto a usted, Sir von Moltewitz, la respuesta es no. El procedimiento académico requiere una validación por parte de terceros.”

Pascal lanzó una mirada de preocupación hacia ella, antes de volverse hacia la oscura rejilla que ocultaba la expresión del director.

“Ni necesito ni me importa el reconocimiento académico por esto, señor. De hecho, invoco mis derechos como noble feudal para asegurar que ella es mi derecho y mi responsabilidad, señor!”

Durante un largo minuto el tiempo en la habitación pareció congelarse a raíz de su desafío. En ese momento, el Profesor Albert carraspeó desde una esquina de la sala:

“Sir von Moltewitz, le sugiero que lo reconsidere. Al ser todavía a ojos de la ley un año menor de edad, cualquier repercusión por sus acciones será considerada responsabilidad de su padre, el Landgrave.”

Pascal se estremeció visiblemente ante la mención de su padre.

“Lo entiendo, señor. Pero también debo tomar responsabilidad por lo que le he hecho a ella.” –el tono firme de Pascal sacó a Kaede de su estupor, y se quedó mirándolo boquiabierta. “Habiendo sido testigo de los procedimientos permitidos en los prisioneros de guerra, no puedo permitir que a ella se le imponga lo mismo con la conciencia tranquila!”

Tras ser rescatada de las profundidades de la desesperación, Kaede repentinamente sintió como se humedecía su vista y se agitaban sus emociones. Cierto, la culpa de que ella estuviera en semejante situación era absolutamente de Pascal. Pero él no sólo estaba ahora cumpliendo ante ella su promesa de cuidarla sino que también estaba finalmente, y a su manera indirecta, admitiendo y pidiendo disculpas por la injusticia que había cometido.

Superada la desesperación, en ese momento Kaede se sentía demasiado aliviada como para enfadarse, incluso aunque ese alivio fuera algo prematuro.

Sorprendentemente, fue el Profesor Albert quién interrumpió el duelo entre Pascal y el director.

“Con su permiso, señor, me gustaría aconsejar a Sir von Moltewitz en la realización de los controles adecuados para asegurarnos de que no ocurre ningún desastre. Aceptaré la responsabilidad de cualquier error que cometa bajo mi supervisión.”

Se volvió a hacer el silencio en la habitación, y Kaede casi podía sentir la presión del aire mientras dos fuerzas invisibles luchaban una contra otra por la supremacía. Al final, el director fue el primero en rendirse:

“Muy bien,” concluyó con su voz rasposa. “Vigila que la historia no vuelva a repetirse.”

De nuevo en el pasillo, Pascal le comentó a su tutor con una voz todavía incrédula:

“Señor, es la primera vez que apoya una acción independiente mía en...cualquier cosa!"

“Bueno, esta es la primera vez que ha mostrado alguna voluntad de enmendar su estupidez.” –el propio profesor parecía algo sorprendido.

“A qué se refiere el director con lo de que la historia no se repita?”

“Verá, si hubiese investigado sobre la vinculación humano-a-humano, sabría que existe cierto tabú sobre los pactos mágicos entre Hyperianos y Samaranos,” empezó el profesor. “Porque hace quinientos años, un exitoso magnate del Mar Interior y su compañera Samarana firmaron un contrato mágico de vinculación, que de alguna forma liberó la epidemia conocida como la Gran Plaga de Eldritch. La pandemia se propagaba de mago a mago simplemente a través de la proximidad de sus auras, y mató a casi un tercio de la nobleza de Hyperion antes de que se hallara una cura.”

“Pero...”

“--Sabe tan bien como yo que con tabú o sin él, los márgenes de beneficios continuarán atrayendo a los mercaderes a explorar negocios rentables entre el este y el oeste,” el profesor prosiguió su explicación, interrumpiendo a Pascal. “Por ahora ninguna plaga se ha presentado en cuatro siglos, así que el origen de la primera debe haber sido un acto de Dios o un suceso anómalo. El director Sir von Bloomberg simplemente busca una excusa para tener acceso a investigación arcana vanguardista, de la que puede llevarse el mérito con total tranquilidad al tratarse del caso de un estudiante y además menor de edad. Recuerde hacer sus deberes a fondo la próxima vez para no darle a otro la oportunidad de interferir.”

“Sí, señor. Gracias, señor.” –respondió Pascal, y unos instantes después la todavía abrumada Kaede le imitó, mostrando su gratitud. Sin embargo el profesor no le prestó mucha atención a la chica. Tras despedirse de Pascal con un gesto de cabeza, se marchó. “Espero su informe preliminar para mañana por la mañana, Sir von Moltewitz. No asuma nada, confírmelo! Y no se olvide de la revisión de su primer proyecto de investigación el próximo viernes!


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El menú de la cena incluía pastel de carne y sopa de pollo, que Kaede devoró ávidamente tratando de recuperar algo de energía.

No encontró la energía para hablar del tema hasta que no estuvieron de vuelta en su habitación.

“Era la primera vez que te reunías con el director?”

“No, nos hemos reunido varias veces...por motivos diversos.” Pascal no parecía tener interés en explicarlo.

“Siempre va vestido así en su oficina?” –sentada en la cama, Kaede tembló al recordar esa voz rasposa y fría anunciándole que sus derechos eran comparables a los de un objeto cualquiera, simple propiedad.

“El director Sir von Bloomberg lleva años sin mostrar su cara. Algunos rumores dicen que contrajo la lepra durante un experimento mágico y se vio obligado a retirarse de la división de investigación del ejército.

“Aun así...uh, Pascal?”

“Si?” –preguntó él sin mirarla mientras iba de una punta a otra del dormitorio, recogiendo o guardando varias piezas de equipo.

“Gracias por todo lo que has hecho. De verdad, muchas gracias... aunque en realidad todo esto sea culpa tuya.” La voz suave de Kaede se elevó con un resoplido mientras continuaba: “En serio, en que narices estabas pensando, forjando un contrato familiar con otra persona sin siquiera investigar sobre ello?"

“Supuse que nadie había intentado nunca convertir a otra persona en su familiar...”

A Kaede le sorprendió que Pascal lograra soltar eso con una cara totalmente seria.

La historia siempre ofrece un precedente en circunstancias similares, si no exactas.

“--Aparte, quizás deberías guardarte tu gratitud para después de que te examine, cosa que implicará sondeos en ciertas zonas privadas.”

En cuanto Kaede entendió a qué se refería, desvió la mirada avergonzada.

“Tampoco te lo creas tanto. Tu ayuda aún tiene que recorrer un largo camino para poder compensar tus fechorías.”

Ella lo decía totalmente en serio, pero su expresión le daba una apariencia tímida incluso pronunciando esas palabras.

Pascal se arrodilló frente a ella. Tomando su mano izquierda con suavidad y retirándole la manga, alzó algo parecido a una pequeña jeringuilla y la apretó contra su piel. La aguja penetró en su brazo con una punzada y enseguida comenzó a extraer sangre.

Lo que salió era un líquido cristalino, con apenas una sombra de tono rosado.

Ante la atónita Kaede, Pascal terminó tranquilamente el procedimiento y extrajo la aguja antes de quedarse paralizado.

Ambos se quedaron mirando la jeringa, en cuyo interior se almacenaba la sangre transparente, con un color como el algodón de azúcar.

“Q-qué significa esto?” Kaede escuchó su propia voz como si viniera de muy lejos.

“Significa que efectivamente, eres Samarana, o por lo menos tu cuerpo lo es. Solo ellos tienen sangre transparente. Se supone que debería tener un tono rojizo, pero este color entra dentro del espectro esperado.”

“Y eso q-que quiere decir?”

Tras depositar la jeringuilla sobre la mesa, Pascal se inclinó hacia adelante y sostuvo a Kaede por los hombros. Sus ojos turquesa se clavaron en los rosa-cuarzo de ella, rostro inexpresivo y palabras directas:

“Los Samaranos creen en la reencarnación, nacer de nuevo después de la muerte. No soy uno de ellos, así que no puedo confirmarlo ni desmentirlo, pero todos ellos afirman conservar fragmentos, imágenes y recuerdos de sus vidas pasadas. Algunos afirman incluso que sus memorias no son de este mundo”

La mente de Kaede se encontraba paralizada, incapaz de procesar las implicaciones de sus palabras.

“Y e-eso significa...?”

“Si lo que dicen es cierto, Kaede, entonces no te transformé en chica. En vez de una transformación, mi hechizo debió crear una forma humanoide y secuestró un alma que partía de otro mundo. Kaede, es bastante probable que -- en ese otro mundo, hubieras muerto.

No es posible...no puede ser posible....no!

“Siento tener que decirte esto, Kaede. Pero es una verdad que debemos afrontar. Eso explicaría por qué tu alma se naturalizó acorde a nuestro mundo en vez de llegar con un cuerpo extraño. Quizás todo formara parte de los planes del Santo Padre. Tal vez estabas destinada a vivir siendo una chica.

Para entonces, Kaede estaba rígida como una estatua, con una expresión boquiabierta en la cara.

Con una débil sonrisa formándose en sus labios, Pascal supuso que era un momento tan bueno como cualquier otro para empezar.

...

Quince minutos e incontables observaciones y mediciones después, la mente de Kaede arrancó de nuevo:

“Eso no es posible! No recuerdo sólo fragmentos; tengo todos mis recuerdos anteriores. Además eso no explica cómo llegaron aquí mi ropa y mi arco!

Pascal se encogió de hombros mientras agitaba un vial que contenía varios mechones de su pelo.

“No saques conclusiones precipitadas sólo para librarte de la culpa!” –Kaede le fulminó con la mirada. Recibir la noticia de su muerte era otro shock que no necesitaba.

Tras cargar con tanta incertidumbre durante las últimas horas en una mente ya sobrecargada, el disgusto y la rabia eran sus únicas defensas para no echarse a llorar otra vez.

“No he dicho que eso fuera cierto. Simplemente he dicho que era un escenario probable.” –su atención seguía en el vial, su cara de póquer totalmente impenetrable.

Kaede resopló, dejándose caer en la cama:

Estupendo, ahora ni siquiera puedo saber si mis padres creen que he desaparecido o simplemente me dan por muerta. Tampoco es como si pudiera hacer nada al respecto, aparte de preocuparme inútilmente.”


Sin embargo, a pesar de su comentario sarcástico, no tenía ninguna duda de que esa 'preocupación inútil' iba a ser la causa de muchas horas en vela.

No podía ser de otra manera. Era algo propio de la naturaleza humana. Lo cual resultaba bastante irónico teniendo en cuenta que ella ya no era 'humana', precisamente.

“No te pongas muy cómoda. Pronto voy a necesitar una muestra de orina,” apuntó Pascal, obteniendo un gruñido como respuesta.

Tras volver a sentarse tratando de deshacerse de pensamientos sombríos, Kaede puso mala cara mirando hacia el armario donde se encontraba el pesado orinal. Contra la pared justo a su lado ahora había una pila de madera tratada, algodón empaquetado y rollos de terciopelo.

“Eso es...”

“Materiales para fabricar una cama? Si. Los recogí del cuartel de intendencia esta mañana,” comentó Pascal mientras comprobaba los cambios de color en el vial. “Aunque como has consumido todo mi tiempo libre y me espera una semana ocupada, especialmente con la revisión del proyecto el viernes...” –esbozó una mirada felina: “Yo de ti me iría acostumbrando a calentar mi cama.”

Si las miradas matasen, la que recibió Pascal no habría dejado de él ni el polvo. En vez de eso, el único daño que recibió fue el de una almohada al ser arrojada, que esparció el contenido del vial por sus mejillas, ahora teñidas mágicamente de azul brillante.

Kaede pensó que tal vez el principal problema de su nueva vida sería resistir la tentación constante de darle una paliza.



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