Maru-MA Volumen 01 Capítulo 9

From Baka-Tsuki
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La aldea está en llamas.

Salimos antes del amanecer con diez soldados a caballo sin decirle a Günter que nos íbamos del castillo. Estoy montando con Wolfram pero es difícil lidiar con este caballo salvaje trotando a toda velocidad y viajando largas distancias. No obstante, me estoy convirtiendo en un pasajero experto y puedo soportar la dura cabalgata de algún modo.

Los soldados que vienen con nosotros son terriblemente hermosos. Nada menos que la tropa privada de Wolfram. ¿Es decir que son todos mazokus pura sangre de alto linaje?

Al sentir unos ojos sobre mi miro hacia arriba, veo volando a una persona de huesos —¿o debería decir un animal? — un poco más atrás. ¿Por qué dije que podía sentir sus ojos cuando sus cuencas están vacías?

—Mi hermano mayor ya debería haber llegado así que todo debe estar bajo control. No es tan peligroso, pero como eres un novato no te vayas donde no pueda verte.

—No me llames novato.

Llegamos recién al mediodía y la aldea está ardiendo. Las casas y los campos. Es un fuego considerable, incluso las nubes estaban teñidas de rojo. Los soldados lo circundan para evitar que las llamas lleguen al bosque y los aldeanos se apelotonan lejos de él tras un cercado.

Mujeres, niños y viejos. Todos estupefactos parados completamente en silencio. Solo una vieja mujer llora y grita.

—Ya es medio día como habías dicho.

—Es extraño.

—¡Pero sigue igual! ¡Ahhh, ¿qué podemos hacer?! ¡Ya se ha quemado mucho! Me pregunto si la gente está bien.

Giramos haca la aldea que está a varios metros de distancia tratando de salir rápidamente del bosque.

—Un hombre de poco mundo como siempre, tercer hijo.

Detrás nuestro, donde solo deberían estar los hombres de Wolfram, viene una voz interesantemente familiar.

—¡¿…El jugador de fútbol americano?!


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Es el hombre que conocí el primer día que llegue, Denver Broncos. Lo acompañan tres hombres. Veamos si recuerdo como era su nombre…

—Adalbert… ¿así era?

—¡Oh, tienes buena memoria! Y yo que pensé que eras un idiota.

—Bueno, perdón por parecer un idiota.

Como soy el único que está hablando con ellos me giro para ver hacia atrás, todos los hermosos soldados en los lomos de los caballos parecen congelados en el lugar. De hecho, Wolfram sentado frente a mi permanece duro, ni siquiera pestañea.

Adalbert se nos acerca lentamente, hablando mientras observa el perfil de Wolfram.

—Que temerario. ¿Son solo diez soldados suficientes para proteger al Rey? Y para peor, todos mazokus pura sangre, así es fácil atraparlos a todos en una simple barrera de houryoku. Siempre deberían tener al menos un soldado que pueda disipar el houjutsu[1] para situaciones como estas.

¡¿Entonces eso quiere decir que en este momento todos mis aliados están atrapados en una barrera que no les permite moverse?! No lo puedo creer, el lugar al que íbamos está justo delante de nuestros ojos. ¿Es como quedarnos sin gasolina cuando tenemos la estación justo en frente?

—Ey, nos volvemos a ver, nuevo Maou.

—Hola.

No me queda claro si es un enemigo así que lo saludé vagamente. Aunque parece ser enemigo de los mazokus siempre fue amable conmigo. La primera vez que nos vimos él medió entre los aldeanos y yo, y me enseño el lenguaje.

Además, su nombre completo es von Grantz Adalbert. ¿No suena como un nombre mazoku?

—…No se pueden mover. ¿Eres tu quien hace eso?

—Sí, se podría decir que sí. Es una barrera de houjutsu que recordé vagamente que había aprendido. ¿Por qué estas montando con este tipo? ¿Cómo lograste ganarte al hijo más chico que solo mueve la cola para su madre y su hermano mayor?

No creo habérmelo ganado. Este hombre parecía conocer a Conrad, y acaba de decir que también conoce a Wolfram y Gwendal. ¿Así que de verdad es un enemigo? Le pregunté.

—¿En realidad eres un mazoku?

Adalbert enarcó una ceja, su frente se arrugo al responder brevemente. —Hace mucho tiempo.

—¿Entonces por qué te llevas mal con Conrad? ¿Y por qué viniste aquí a interferir?

—Porque los odio.

¿Los odia?

—Los odio a muerte. Sus métodos me dan asco así que vine a salvarte de sus asquerosas manos. Que lamentable, un sacrificio de otro mundo, deberías apresurarte e irte de aquí.

—¿Sal… varme?

—Has sido traído repentinamente de otro mundo y obligado a ser el nuevo Maou, ¿verdad? El Maou es el enemigo de los humanos. Este mundo se ha corrompido y caído en la ruina a causa de su atroz existencia. Pareces un humano joven con buenas intenciones como para que te conviertan en ese monstruo. Así que, ¿no te parece que es demasiado? ¿No te parece que es cruel?

Cuando llegué a este mundo estaba seguro de que era humano. Soy solo un estudiante de secundaria alta normal. No alguien que posee el alma del Maou como esperan Günter, Conrad y Lady Cherie. Pero no importa cuántas veces se los diga, no me creen.

—Ellos necesitan un sacrificio. Tienen que poner un rey en el trono. Un chico puro que no entiende nada no puede oponer ninguna resistencia, lo cual es bueno para ellos. Todos los humanos enemigos de los mazokus dirigirán su odio hacia el líder. Es la única razón de tu existencia.

—…Yo…

Las palabras de Adalbert hacen eco en mi cabeza mientras continúa parado frente a mí dejándome en blanco.

—Eres un humano puro. Por eso es que la barrera no te afecta, ¿verdad?

—…Ah, ¿soy humano…? ¿No mazoku…? ¿O el Maou?

—¡No lo escuches!

La voz de Wolfram suena ronca cuando grita y su inquietud hace temblar mis hombros.

—Ah, uh, ¡¿puedes hablar?!

—¡No escuches a ese tipo! Él es…

No son solo mis hombros, mis brazos alrededor de su cintura y todo su cuerpo son los que tiemblan. Cuando voltea su cabeza para mirar puedo ver las gotas de sudor que se forman en la base de su nuca y el cuello.

—Ese hombre, nos traiciono… Está intentando, llevarte, a su grupo.

—Wolfram, si te duele no hables.

—¡Bien hecho, tercer hijo!

El hombre que acaba de llamar un traidor desenvaina una larga espada y la apunta a la garganta del príncipe mazoku.

—Aunque te esfuerces por hablar estás en desventaja porque tienes un poco más de maryoku de la que eres totalmente capaz de controlar. Si te aflojaras un poco como tus subordinados estarías más cómodo.

Cuando me doy la vuelta para mirar hacia atrás veo que todos los mazokus que nos seguían parecen viejos borrachos, están pasmados mirando a la nada.

Gracias al gran orgullo de Wolfram pareciera que le va a explotar una arteria.

Adalbert agrega insultos a su discurso.

—Mira, los humanos que odias tanto han prendido fuego la tierra mazoku. Wolfram, tu siempre decías lo mismo. ¿Qué pueden hacer los humanos? Si son como gusanos, sería un grave error oponerse a los mazokus.

—¡¿Humanos?!

Me incline hacia adelante en el caballo.

Estábamos a punto de salir del bosque, puedo ver la escena de odio y desesperación entre los troncos de los árboles. Desde el otro lado de las llamas siluetas de algo que parecen ser flechas vuelan por el aire. No hay combate cuerpo a cuerpo con espadas, alguien está atacando a otra persona.

Una madre está tirada en el piso cubriendo a su hijo, y un soldado corre y se agacha mientras devuelve el fuego con su arco.

Es una guerra.

No puedo creer lo que está pasando frente a mí así que murmuro para mí mismo sin parar una y otra vez.

—Es una guerra, una guerra, es real, todo esto es real.

Tal vez a esta escala debería ser más llamado una disputa. Pero al ser la primera vez en mi vida que lo veo “de verdad” no puedo pensar en nada mas que no sea un “campo de batalla”.

—….¿Qué lugar contra qué lugar, no, quienes contra quienes? ¿Mazokus y humanos?

Un viejo corre haca el bosque buscando refugio, de repente encorva la espalda y sale volando cuando trastabillea y cae hacia adelante. Una flecha está clavada en su espalda. No esa muerto, pero aunque está tan lejos me llama la atención.

—¿Por qué le están disparando? Si ni siquiera es un soldado… No importa como lo mires, no es un soldado. Esa persona es un aldeano, ¿no deberían los aldeanos ser refugiados?

Los humanos están quemando la tierra mazoku.

Pero solo niños, mujeres y gente mayor humana es la que vive en ese lugar.

Al comenzar a hablar mi voz tembló ligeramente por la emoción, el shock y la consternación.

—¿No están peleando contra sus camaradas? ¿No son soldados humanos atacando una aldea donde los niños que han escapado vivían tranquilamente?

Wolfram escupe las palabras a Adalbert con asco.

—Esto tiene que ser tu culpa.

—Solo les di un pequeño consejo.

Cuando pierdo el balance y me tambaleo el caballo castaño se revuelve levemente, la cola marrón rojiza se balancea ampliamente haca la izquierda y la derecha. El hombre llamado traidor habla mientras veo el horrible espectáculo.

—Ellos no están desobedeciendo la palaba del dios en el que creen. ¿No lo sabias? El año pasado hubo un record en las cosechas y se les incrementaron los impuestos. La colecta de este año se hizo bajo los mismos cálculos y así es como se quedaron sin nada que comer. Solo quedaban dos opciones: morir de hambre o conseguir más provisiones. Me pidieron consejo, así que se los di. La villa vecina en estas tierras de los mazoku que deberían odiar tenía lo suficiente. Su dios no tomaría represalias si le roban a gente que cultiva en tierra mazoku y que vive en su territorio. No serán condenados bajo el alto crimen de saquear a sus vecinos.

—¡Pero entonces si son humanos…! ¡¿No son ambos iguales como humanos?!

—No, no son iguales. Esta es una aldea de humanos que se han aliado con los mazoku. Las personas que se involucran con los mazoku ya no pueden ser consideradas miembros de la raza humana.

Aprieto ambas manos hasta que me duelen los pulgares y me golpeo los muslos.

—¡¡No lo entiendo!!

—Está bien si no lo comprendes. De todos modos, ven aquí, yo puedo llevarte de vuelta. No eres un mazoku, eres un humano, ¿verdad? Eres una víctima traída de otro mundo solo por tu cabello y ojos negros, así ellos pueden vestirte como el Maou y usarte como chivo expiatorio. Una vez que te pongas del lado de los mazokus no podremos ser camaradas otra vez.

Adalbert me extiende su mano para ayudarme a bajar por el lado derecho del caballo. Entre él y el caballo no hay demasiado espacio. Sin mirar hacia aquí Wolfram susurra en voz baja.

—Ve.

—¿Eh?

—Por cómo se presenta la situación no parece que planee matarte. Sería problemático si resultas herido al resistirte. Ve con Adalbert por ahora.

—Pero tú y los demás…

—No te preocupes por nosotros.

Tomaré su palabra. Pero si los dejo atrás, ¿qué les pasará a ellos?

Wolfram susurra rápidamente de nuevo.

—¡Apresúrate y ve, Yuuri!

Lentamente volteo hacia Adalbert en el otro lado, aun sostiene una mano hacia mí.

—Así es, Wolfram. En el momento en que pierdas a este tipo tendrás que conseguirte algún otro niño. Aunque tú salgas ileso tus hermanos te culparán por perder al candidato de Maou justo en frente de tus narices. Siempre es mejor elegir protegerlo antes de que dejarlo luchar y que pierda la vida.

Wolfram solo muerde sus labios. Me susurra algo rápido cuando separo mis brazos de él, no estoy seguro de si lo escuche o no, pero entendí parte de ello.

—…Definitivamente volveré por ti.

En un pestañeo acepté rápidamente varios sentimientos e información y decidí que curso de acción tomar de acuerdo a ellos. No importa cuál sea el resultado, responderé lo mejor que pueda a la situación.

¿Cuál no me arrepentiré de elegir?

—No creas que montaré contigo porque me ayudaste.

Me logro bajar del caballo con esfuerzo, estoy pensando si elongar un poco porque la parte baja de mi cuerpo duele de tanto estar en el caballo. Voy a buscar un buen jinete entre el grupo de Adalbert e intentaré montar detrás de él.

—Odio a los machos enormes como tú, me hacen sentir un complejo de inferioridad. Incluso mi rostro no se compara.

—¿Entonces con quien montaras? ¿O puedes cabalgar solo?

—¿Solo? ¡Ni loco!

Cuando dije “loco” le di una palmada al pie de mi deslumbrado aliado con toda mi fuerza. Aunque el soldado no se despertó el golpe llego al estómago del caballo y con un relincho el corcel gris comenzó a correr. Atraídos por el primer caballo los demás también comienzan a correr, los que estaban sin inmutarse congelados en el lugar también se dispararon con mi acción.

El sonido de los cascos llenó el lugar mientras varios jinetes aliados y enemigos corrían hacia el bosque en desorden. Cuando el caballo castaño de Wolfram se perdió entre los árboles solo Adalbert y yo quedamos atrás.

—¿…Porque hiciste eso?

—Wolfram si eligió una última persona. Esa persona era yo, solo que no te diste cuenta.

Ah, qué mal que no me dieron ningún arma para defenderme. Hasta la última persona se ha ido.

—Yuuri, te dije que te rescataría de los mazokus por tu bien. Así que, ¿por qué harías algo especialmente para jodernos? ¿Eh?

—Decidí a último momento que me quedaría contigo. Esta atracción es como una pesadilla. Pero que haya elegido quedarme no significa que estoy de tu lado. No te necesito en mi equipo.

Como no está en mis planes ahora, también anuncio que no está en mis planes a futuro.

—Oye, oye, ¡no te pongas así!

Adalbert avanza hacia mí con su espada gigante colgando e ambas manos.

—Te dije que no tuvieras miedo, pasé por muchos problemas al preocuparme por ti. Debería haberte roto un brazos o amenazado con raptarte desde el principio.

—Po-por favor evita mi brazo derecho porque soy diestro.

—En realidad no importa si es tu brazo izquierdo. Pero, la manera más fácil es…

Aparentemente la persona que elegí no le gustó a este hombre.

—Solo tengo que deshacerme del Maou.

—¡Ahhhhy!

Ese fue un grito patético, incluso para mí. Pero está empuñando esa espada tan grande y larga… y yo no tengo la más mínima experiencia en esgrima. Aun peor, su arma probablemente no se usa para prácticas. Es un arma real de combate.

—¡No… emm, ¿no estabas intentando alejarme delos mazokus?! ¡Aun no es tarde para hacerlo! ¡No tienes que cambiar de opinión y matarme, puedo dejar el país, incluso si tengo que caminar!

—Has decidido apoyar a los mazoku, eso te convierte en un enemigo. ¡Si los mazokus tienen el poder del Maou tu existencia se volverá cada vez más y más problemática!

—¡¿Pero no lo dijiste antes?! Que soy un humano normal, me eligieron como Maou porque resulta que mi cabello y ojos son negros. ¡Dijiste que aunque soy un humano normal era un chivo expiatorio invocado desde otro mundo!

El sonido de la hoja al blandirla es terriblemente pesado y resuena.

—¿Porque Shinou haría algo tan ridículo como eso?

—¡¿E-e-e-eran todas mentiras?! ¡¿Solo estabas parloteando cuando dijiste que era un humano normal?!

—Continúe diciéndote lo que me pareció que te pondrá de nuestro lado, pero…

Adalbert fija su mirada en mí, necesito ganar tiempo.

—Ah… así que en realidad eras así. Que mal…

Mi espalda choca contra un tronco reseco. No hay más lugar donde correr. Incluso si lo esquivo una o dos veces no tiene caso. Esto no es como el duelo con Wolfram, tiene una terrible aura asesina e incluso hay una gran diferencia en habilidad.

La sombra de la espada que está blandiendo se refleja sobre mi frente. Me doy por vencido y cierro los ojos.

Cuando el aire vibra como si una bola rápida pasara volando, una rama seca se rompe con un crujido seco.

Las astillas caen sobre mis brazos y piernas cuando me agacho. Algo reseco y de forma redonda cae en mi regazo y abro un ojo despacio.

—Hues…

Uno de los Kotsuhizoku que me ha estado siguiendo desde hace largo rato fue “roto” por la enorme espada de Adalbert. ¿Le dio directo en la espina dorsal? Está casi completamente destruido y desparramado. La calavera descansa en mi regazo y las alas marrón claro comienza a convulsionar.

¿Me protegió?

—Kohi… ¿por qué…?

—Es la primera vez que veo a un Kotsuhizoku actuar así. ¿Arriesgó su vida para proteger a su amo? Ah, que desagradable, lo decapité.

—¡¿Qué quieres decir con “desagradable”?!

Mientras me disculpo con Kohi en mi mente me levanto apretando fuertemente pare de él, tal vez lo que fue su pierna. Por supuesto que no pienso que los huesos puedan detener una espada, pero tan solo cierro mis ojos y espero morir su muerte seria en vano.

—¡¿Que sabes tú de Kohi?!

Bueno, tampoco es que yo sepa mucho.

Sin esforzarse por esconder su verdadera personalidad, Adalbert, que parece ser el villano, sonríe.

—Sientes simpatía por esta raza sin sentimientos. El Maou es una persona bastante ordinaria.

—¡Cierra la boca! Mi simplicidad es uno de mis puntos fuertes. ¡Y prometo bajar los impuestos!

Mientras preparo el hueso, mi arma con un 3% de efectividad, se escuchan unos tranquilizadores caballos cerca. No es un príncipe en un caballo blanco, sino las tropas de Lord Weller y Lord von Bielefeld.

Desafortunadamente para él, no puede hacer anda estando superado en número y sobre todo sin un caballo, no puede hacer nada incluso si su rehén escapa. Adalbert se da a la fuga y desaparece antes de que lleguen los refuerzos. Conrad ordena a varios de sus subordinados que lo persigan, y les instruye que cuando lo encuentren no se acerquen más de lo necesario, incluso si creen tener una chance, porque sus vidas podrían correr peligro.

—Probablemente se han dispersado.

Más allá de eso, intercambiamos un abrazo que pondría a los actores extranjeros en vergüenza y de alguna manera le cae encima arena a Wolfram.

—Qué alivio, Yuuri. Pensé que sería demasiado tarde.

—Es un alivio para mí también. Por fin entiendo que se siente cuando dos hombres se abrazan con fuerza en las películas.

Era justo como esto. Mientras nos damos palmadas en la espalda la voz de Conrad se pone seria.

—Por cierto, ¿qué es esa cosa dura golpeándome en la espalda?

—Ah, ¿esto? Un hueso.

—Un hueso. Oh, ya veo, es un hueso. ¿Y que planeaba hacer Su Majestad con eso?

—Mmm, lo estaba usando como garrote.

Enérgicamente separa nuestros cuerpos y me frunce el ceño.

—No lo puedo creer, estaba planeando pelear con Adalbert…

—Pero no podía dejar que me mate.

—Ah, Su Majestad, ¿pensó que sería lo mismo que cuando luchó con Wolfram? Él y Wolf ni siquiera están al mismo nivel.

—¡Bueno, perdóname por no estar al mismo nivel!

El tercer hijo desmontó de su caballo castaño y pateó la maleza con amargura. Aunque los efectos de la barrera ya se han pasado no puedo decir que se vea bien.

—¿Estas bien, Wolfram?

—Hump, no hace falta que te preocupes por mí.

—Ya que lo dices así entonces no voy a preocuparme, pero—

—Está pagando las consecuencias de sus errores. Hizo lo que quería y trajo aquí a Su Majestad.

Aunque el hermano más joven fue reprendido no parece tener ni una pizca de timidez.

—Me retrasé demasiado. Estaba luchando cerca de la frontera en la aldea pero el Kotsuhizoku que siguió nuestras tropas sintió el peligro de su compañero. Como le dije, tienen una habilidad peculiar para comunicar sus pensamientos. Pueden tener conversaciones solo con sus espíritus si no están demasiado lejos. Así que dejé la situación a Gwen y me encontré con Wolfram a medio camino a galope hacia aquí…

—¡Es verdad! ¡¿Que deberíamos hacer con Kohi?!

Arrastré los restos que se encontraban entre las raíces del árbol para juntarlos y coloqué la calavera delicadamente en el centro.

—Pobre Kohi… Diste tu vida por mí… Lo siento tanto, debías tener esposa e hijos.

Aunque, su sexo es incierto. Lo menos que puedo hacer es una tumba simple y dejarle flores en el aniversario de su muerte y la semana equinoccial. Sé que no está muy bien pero comencé a cavar en el pasto con su propio fémur.

—Ah, espere un momento Su Majestad, no debería enterrarlo.

—¿Pero qué estás diciendo? ¡No podemos dejar a Kohi aquí a la intemperie!

—Es que tenemos la responsabilidad de recolectarlo. Si lo enterramos, ¿cómo va a volver a volar?

—¿Eh?

—Si lo armamos correctamente de nuevo será capaz de volver a volar otra vez.

—No… ¿no está muerto?

—Hay muchos misterios sobre cómo es que viven.

—¿De verdad? ¿De verdad lo puedes rearmar como un modelo a escala? ¿No vas a terminar creando una extraña criatura nueva si le pones los huesos en el lugar equivocado?

—Está bien, tenemos ingenieros expertos.

¿Un modelador profesional? Pero estoy contento. Lo que más quería era que el viviera.

Cuando por fin salimos del bosque para volver a la aldea Conrad dio detalladas instrucciones formales mientras lidiaba con soldados enemigos que fallaron en escapar.

—Aunque ya casi está resuelto aún hay focos de resistencia. No se aleje de donde pueda verlo, ¿está bien? Porque la gente alcanzada por las flechas perdidas puede perder la vida.

—¿Fle-flechas perdidas?

Eso me recuerda lo que le paso a ese hombre mayor que fue golpeado por algo, ¿era eso de antes una fleche perdida? Siendo cuidadoso de no alejarme del campo de visión de Conrad me fui hacia una esquina donde está congregada la gente herida.

La carpa armada para resguardarlos de las chispas me recuerda a las tiendas de primeros auxilios en los festivales de deporte. Pero no hay una atmosfera pacifica bajo techo, hay más de veinte personas heridas recostadas sobre el pasto. Mientras me quedo parado aquí pasmado más gente es cargada dentro una a una.

Son mazokus, hombres y aldeanos. Gritan, gruñen y lloran.

Una chica de tez pálida se mueve inquieta sola de aquí para allá. Günter los ha llamado el clan de sanadores. En resumen, ¿es ella una médica? Parece que en este país tanto hombres como mujeres van al campo de batalla. Son extrañamente progresivos respecto a eso.

—Si hay algo en lo que pueda ayudar…

La chica levanta la cabeza y se asombra de verme. Parece de la edad de Wolfram, así que debe ser muchísimo mayor que yo.

—¡No, Su Majestad! No se moleste, puedo encararme yo misma.

—Pero siguen llegado más y más.

—Umm, umm, discúlpeme por tener esta apariencia tan desagradable frente a usted, Su Majestad. Pero por favor, Su Majestad, vaya a darles instrucciones a los soldados.

Sacudo la cabeza. Parece que he invadido su territorio.

—No eres desagradable para nada… Todos están heridos y sufriendo, y no soy del tipo que le da órdenes a las tropas.

Cuando una persona más es cargada dentro el humor de la médica cambia. Me entrega una caja que parece ser un kit de primeros auxilios y apunta a un hombre cerca de la entrada.

—Esto es imperdonable, ¿pero podría usar este desinfectante en los pacientes con heridas menores de allí? Necesita usar guantes. Las vendas y la tijera están aquí. Umm, Su Majestad, ¿tiene alguna experiencia atendiendo soldados heridos…?

—No, pero supongo que no voy a desmayarme.

Porque he visto heridas como la de un lanzador que golpeo a un bateador con la pelota, o raspaduras, o las de las abrazaderas. La expresión de la soldado parece de alivio y se va a atender pacientes con heridas graves. Audazmente rocié antiséptico en un hombre que se cortó el muslo. No es como una cortadura hecha por las abrazaderas, la carne está abierta y rosada.

—Qué mala suerte, te golpearon sin usar armadura. Pero no te preocupes, la herida es superficial. La prueba es que no puedo ver el hueso o el músculo.

Mi mano tiembla.

—Ma-Majestad, usted es demasiado gentil…

—¿Gentil? La medicina debe de arder. Ey, un momento, ¿qué tal este ungüento?

La chica joven asiente con la cabeza hacia mí. Hay un gel amarillo dentro del kit, lo unto en un gran trozo de gasa. No sé dónde lo aprendí, si en la clase de salud o con los boy socuts, per los vendajes anchos se usan alrededor de las piernas. El hombre continúa repitiendo que soy “gentil”. Luego de hacer todo lo que puedo examino las otras heridas y quemaduras.

Soy una persona relativamente activa y he tenido varias raspaduras y heridas durante las actividades extracurriculares, pero aun así, esto es un “hospital militar”. Luego de que atendí algunos pacientes con heridas menores el siguiente era un hombre tendido boca abajo.

Tiene una cortada en diagonal a través de su espalda pero gracias a su ropa no sangra demasiado.

Se ve como un mercader que fue utilizado para probar una espada nueva[2]. Su cabello marrón cae sobre su cuello sucio. Una moneda de plata con un cordel de cuero ha caído hacia la parte trasera de su espalda. ¿Es un amuleto de buena suerte o dinero de algún país de algún lado? Sin pensarlo realmente tomé la moneda de 100 yenes.

—No me toques.

—Eh, ah, ¡disculpe! No iba a sacarle nada, es linda sí que quería…

—¡No me toques! ¡¿Me vas a matar?! Porque los mazokus no perdonan la vida a los humanos.

—No… no te voy a matar…

El hombre hizo una mueca al tratar de levantar su cuerpo y gruñó adolorido. No entiendo los insultos que me está diciendo. No mira para este lado.

—¿Eres humano?

—¡Por supuesto que sí, maldita sea, y tu estas con esos mazoku! ¡Maldición, si me vas a matar entonces hazlo rápido!

—No voy a matarte. ¿Qué? ¿Estás asustado de que te ponga desinfectante en las heridas siendo un hombre grande?

—¿Desinfectante? No intentes engañar a un pobre diablo, ¿un mazoku salvando humanos? Ustedes los mazokus asesinan a los humanos así que nosotros vamos a matarlos primero.

Sin importarme nada le puse el líquido en la herida.

—No te voy a matar, ¡quédate quieto de una vez! La prueba es que esos humanos viven en esta aldea, ¿no? Si los mazokus asesinaran a los humanos, ¡¿porque está la gente viviendo aquí entonces?! Fueron ustedes los que vinieron a arruinar la paz que tenían.

Es verdad, los humanos atacaron la aldea con sus espadas dirigidas hacia otros humanos. Dispararon flechas.

Aunque ambos eran humanos.

El hombre voltea la cabeza para verme y yo lo miro hacia abajo desde donde estoy parado.

—¡Está bien destruir este lugar! ¡Esta aldea vendió su alma a los mazokus, no importa si los saqueamos y por supuesto que quemaríamos una aldea como esta! ¡Nuestro dios nos perdonará, él nos otorgó poder para castigar a los mazoku!

Su risa se vuelve un poco histérica a causa del dolor y el sangrado.

—¡Dios ha elegido a los humanos!

—¿…Que clase de dios es ese?

Un soldado con una venda alrededor de su cabeza que está junto a nosotros se levanta tambaleante.

—¿….Qué le estas diciendo… a Su Majestad…?

No hay una pausa. Él toma su espada y la apunta al cuello del humano que gritaba.

—Maldit…

—¡Détente!

La espada corta el aire bruscamente y se clava en el suelo blando. La cabeza del hombre aun esta sobre sus hombros. Afortunadamente el arma se rompió. La médica levanta la barbilla del hombre y rápidamente presiona un trozo de tela contra su nariz. El hombre herido pierde las fuerzas y su mejilla se presiona contra el suelo muerto de cansancio.

—Cuando los heridos se excitan demasiado me temo que tengo que ponerlos a dormir.

Ella sonríe sin perder el control como si esta clase de cosas sucedieran con frecuencia.

— Tú el de ahí, y tú también. Disculpen si los ofendo pero siempre hay creyentes, ¡así que cuiden lo que hacen! Todos los pacientes en mi lugar de trabajo son tratados por igual. ¡No voy a permitir que se lastimen entre ustedes! Ah, Su Majestad.

Me observa mientras yo miro abrumado y nota la gema colgando en mi cuello.

—¿Es eso un regalo de Su Excelencia Conrart?

—Ah, sep.

—Ya veo.

No sé qué es lo que ha recordado pero asiente suavemente con la cabeza y va a tratar al siguiente herido.

—Realmente le queda bien.

Vuelvo a donde Conrad estaba antes dándoles órdenes a sus hombres. Unos soldados llegan con las ropas chamuscadas informando que encontraron un pozo.

—Está bien, no se acerquen demasiado al fuego. Caven lo más profundo que puedan en el suelo alrededor y conténganlo.

Los subordinados hacen una reverencia y se van corriendo rápidamente.

Wolfram no parece particularmente preocupado y se cruza de brazos.

—Cuando vuelva mi hermano debería hacer que la tierra se trague esta aldea. De esa manera se extinguirá el fuego y no alcanzará el bosque.

—¿Y qué pasa con las casas y la tierra de los aldeanos? ¿Y los campos en los que han estado trabajando tan duro?

—Hump, el fuego fue iniciado por humanos como ellos así que tendrán que resignarse a su destino.

Humanos como ellos.

Se me drenan las fuerzas de repente y me acuclillo aquí mismo cansado.

—Su Majestad.

Conrad se arrodilla y coloca una mano gentilmente en mi espalda.

—¿Por qué hicieron esto…? Dijeron que querían comida. Pero para mí es como si atacaron esta aldea porque los mazokus que detestan a los humanos, como Wolfram y Gwendal, los atacaron.

Wolfram resopla como si se sintiera ofendido por eso.

—¿Por qué correríamos el riesgo de hacer algo tan inútil? Esta tierra ha sido mazoku durante mucho tiempo, si se quema obviamente es una perdida. Además, si el fuego alcanza el bosque no es algo que podamos restaurar en uno o dos años.

Las casas que arden con humo negro finalmente se desmoronan miserablemente. El sembradío que era verde y dorado tan solo hace unos días ahora es consumido por las llamas. Muchos de los animales de granja han buscado refugio en el bosque.

—¿Por qué los humanos se harían esto unos a otros…?

Conrad es interrumpido por una chispa que cae y la quita de mi hombro.

—Creo que puedo entender porque ustedes los mazokus son enemigos con los humanos. Básicamente, ummm, no lo puedo explicar bien, pero es como las orcas y los delfines que se llevan mal… Están en desacuerdo porque nacieron distintos, creo que puedo llegar a entenderlo. ¿Pero por qué los humanos se enfrentarían unos a otros?

La risa histérica de ese hombre resuena en mi cabeza.

—¡¿No sería como delfines mordiéndose entre ellos?! ¡¿Qué clase de dios no estaría molesto con esa crueldad sin sentido?!

No puedo leer sus sentimientos en su susurro ya que él ha crecido entre mazokus y humanos.

—Está bien.

Las voces fatigadas de los soldados desesperados se elevan, las cenizas de lo que se ha quemado vuelan lejos.

Caen y se apilan sobre el pasto, danzando alrededor en el aire de nuevo cuando las esparcen los cascos de los caballos.

Una y otra vez. Hasta que vuelven al suelo.

—¿Entonces en el otro mundo de donde proviene Su Majestad los humanos no luchan entre ellos?

—…Eso no es…

Las llamas iluminan las figuras de los jinetes acercándose. Un hombre subyugado por otros tres es arrastrado en una larga pieza de tela y arrojado en frente a nosotros y un grupo de aldeanos que estaba mirando.

—Ese…

La persona frente a nosotros tiene la ropa hecha jirones. Lleva una flecha clavada en el hombro derecho a través del uniforme de soldado. Sus ojos están rojos por la sangre que cae por su frente. Con la cara pálida y en voz baja el hombre murmura algo.

Aunque no puedo ver ninguna herida, sus brazos y sus piernas están torcidos en una extraña posición.

Sus huesos.

Imagino el dolor y apenas puedo tragar el vómito que se avecinaba.

—Aseguren aquel lado de inmediato. Aunque casi todos escaparon hacia el otro lado de la frontera.

Incluso en una situación seria como esta, la expresión de Gwendal no cambia mucho. Como siempre esta malhumorado y apuesto, y a excepción de una mancha de sangre de otra persona en su ropa no tiene rastros de combate.

Luego de levantar las cejas ligeramente al ver a su hermano menor que ha venido aquí, comienza a hablar de la situación como un soldado.

—Adalbert llenó de mentiras a este hombre para provocarlo. No es de extrañar que estén entrenados, varios soldados están involucrados. Parece que tenían un usuario de fuego entre ellos, es por eso que el fuego es tan poderoso.

—No hay señales de que se debilite el fuego. Hemos enviado un mensaje con un Kotsuhizoku a mediodía pero los usuarios mágicos aun no llegan, es por eso que lo único que podemos hacer es aguantar, ¿pero hasta cuándo? Haremos lo que se pueda para proteger al menos el bosque.

—Bueno, sin su ayuda solo podemos mirar. O…

Dándome cuenta de que yo también soy un mero espectador me muerdo el labio y bajo la cabeza avergonzado. Desmontando con gracia Gwendal ordena a su subordinad que se lleve a su sobreexcitado caballo lejos de las llamas y se para con rectitud mirando hacia aquí.

—¿Extinguirá las llamas arrasando esta aldea con el impresionante majutsu de agua de esa vez?

—¿Qué quieres…?

¿Majutsu de agua como la de esa vez? La ansiedad arde en mi pecho. Günter también dijo algo acerca del agua. Algo acerca de manifestar algo con un elemento y un pacto.

¿Debo tomar responsabilidad por algo que paso y no puedo recordar?

—Hermano mayor, parece que este tipo no puede recordar lo que pasó. —Wolfram lo dice bruscamente, como si no tuviera importancia—. No se le puede llamar milagro, solo pura suerte, fue capaz de hacerlo inconscientemente. En otras palabras, el Yuuri que tenemos ahora no solo no puede usar espadas o majutsu, también es un principiante montando a caballo.

—¿Un milagro, que es lo que…? ¿Qué clase de increíble milagro hice?

Conrad me mira excusándose. Esa mirada me trae el recuerdo de los ojos del profesor delegado en la sala de estudiantes. No necesitas poner esa cara porque fui expulsado del equipo por golpear al entrenador. Lo hice porque quería, y no me arrepiento ni un poco. Llamaron a mi mamá y luego de que ella se disculpó con el entrenador por haber sido golpeado y con el profesor a cargo de ese grado se rio y le preguntó: Entrenador, ¿qué fue lo que hizo usted? Hubo una vez un pequeño incidente donde este niño se enojó y me golpeó. Yuu-chan ha sido así desde siempre, siendo un niño igualmente tiene un extraño sentido de la justicia y si pasa algo que lo contradiga entonces enloquece. Perobueno, él solo se olvida de todo con tal de proteger esa palabra tan importante, “justicia”.

Los profesores terminaron por dejarlo en que “de tal madre, tal hijo”.

Si creyera lo que dijo mi madre, estoy haciendo cumplir ese sentido de justicia de una ciudad pequeña.

Pero aunque intentara hacerlo de nuevo ahora, no podría saber cómo…

—Como sea, si no puede ser útil al menos manténgase fuera del camino.

Parece que el hijo mayor en realidad no esperaba eso en serio.

Traen a una mujer de entre los aldeanos que están apiñados hombros con hombros. Con el cabello rubio enmarañado y las marcas de las lágrimas sobre sus mejillas se acobarda frente a los nobles extremadamente hermosos, en particular siendo mazokus. Un soldado le da su espada a la mujer y la guía cerca del enemigo acobardado.

Gwendal dice: —Ese hombre es el que quemó su aldea. Mátenlo, humíllenlo, hagan lo que les plazca.

—¡¿Pero qué demonios?!

Él me mira con una expresión que dice: ¿Tu otra vez? Pero no puedo dejar las cosas así. Sí, soy yo, como siempre.

Le estoy dando rienda suelta a la conducta que aprendí en un mundo diferente.

Pero así soy yo.

Aprieto el puño y me paro entre la mujer y el soldado herido. El único que desafía al prestigioso mazoku.

—¡No pueden hacer eso! ¡¿Acaso este tipo no es un prisionero de guerra?! Hay reglas sobre cómo tratar a un prisionero de guerra. La chica dijo que los heridos debían tratarse por igual hace un rato.

—Conrart, encárgate de este alborotador.

—No puedo hacer nada.

Como si Gwendal estuviera un poco irritado se lleva la mano a la frente.

—Ese sería el caso si fuera un soldado común, este es uno de los cabecillas.

—¡Es lo mismo, no puedes aplicar la pena capital como se te dé la gana aunque sea el cabecilla! Necesita un abogado y se decidirá en un juzgado si es culpable…

Desesperadamente intento convencer a la mujer que no ha levantado el arma.

—Señora, no se deje llevar por este grupo de inconscientes. No importa lo famosos que sean, aún hay cosas que están bien y que están mal. Debe de haber aprendido lo suficiente durante la educación obligatoria para saber que no puedes matar a un prisionero así como así. No importa si se enseña en historia de primaria, derechos civiles, o lo que sea, está prohibido aplicar la pena capital.

—Yo… este…

—Esa mujer no ha recibido ninguna educación. Es problemático si desafían a los nobles, así que no dejamos que los ciudadanos humanos desarrollen su inteligencia innecesariamente. La educación obligatoria es algo absurdo.

—¡¿No hay educación obligatoria?!

En un mundo de espadas y magia, ¿qué pasa con los derechos de la gente?

A pesar de que parece que no fue un muy buen discurso, al menos logré evadir la pena capital mientras la mujer sigue parada allí dudando. No me siento aliviado al mirar alrededor. No hay nadie llevando el símbolo de los bomberos, ni tampoco utilizan la vieja técnica de la fila de cubetas. Además no veo agua en ningún lado. Todo el mundo cava y tira tierra encima.

—¿Porque no están tirando agua para apagarlo?

Le pregunto a Conrad con calma.

—Porque el pozo no está cerca. Además las llamas fueron iniciadas por un usuario mágico, un poco de agua no logrará apagarlo. Un fuego normal se esparciría más lento desde donde ha sido iniciado; a menos que tengamos muchísima agua no lo podemos apagar usando agua. Gwendal es un excelente usuario de tierra así que pensó en levantar el suelo para aislarlo, pero las consecuencias que tendría eso sobre estas tierras serían demasiado grandes y tal vez habría que sacrificar el bosque… Todo lo que podemos hacer es esperar por un usuario que pueda manipular el agua.

Manipular el agua. ¿No es eso lo que yo hice? No lo recuerdo, ese recuerdo está en blanco.

Wolfram está parado con una mano en su cadera y le pregunta a su hermano mayor sin temblor en la voz: —¿Se puede considerar este ataque razón suficiente para una declaración de guerra?

—Bueno, es una razón más que suficiente.

¿Una declaración de Guerra?

Esas palabras rara vez escuchadas en la vida cotidiana de un chico normal de quince años… Repito las cuatro palabras una y otra vez en mi cabeza. Una declaración de guerra, una declaración de guerra, una declaración de guerra.

¿Una declaración de guerra?

—¡¿Una declaración de guerra?! ¡¿Van a declarar la guerra por esto?! ¡¿Acaso es eso una broma?!

Soy ignorado.

—Piénsalo desde una perspectiva diferente, Wolfram. Ni un soldado regular se ha unido a ellos. Si convertimos este ataque en la razón principal para declarar la guerra pueden evitarlo descartando tan solo una aldea. Necesitaos algo conciso.

—¿Pueden hacer lo que quieran con las regiones más alejadas del país mientras nos sentamos y miramos en silencio?

—¡Oigan, escuchen!

Ellos me miran, pero no como si fueran a tomarme en serio.

La sangre sube a mi cabeza a una velocidad impresionante. Si me cortaran una arteria ahora la perdería toda. Mientras intento elegir bien mis palabras mi boca se entumece y mi voz tiembla.

—¿No saben nada sobre las políticas de solo defensa? Es decir, ¡solo protegerse! ¡Eso significa nunca buscar pelea! ¡El Japón moderno abandonó la guerra por el pacifismo, e incluso está escrito claramente en la constitución! Siendo japonés, nacido y criado en Japón, por supuesto que me opongo a la guerra. ¡No, no solo me “opongo”, me “opongo rotundamente”!

Apunto hacia Conrad mientras elevo mi tono al final de las palabras.

—Los humanos también luchan entre ellos en la Tierra, ¡¿no me dijiste eso hace un rato?! Oh, sí, lo hacen, ciertamente lo hacen. ¡Pero todas las veces hubo siempre alguien intentando detenerlos con todas sus fuerzas! ¡La mayoría de la población del mundo quiere paz!

Grito dejándome llevar por la frustración. No me importa el mal genio de Wolfram, o de quien sea.


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—¡¿Es eso lo que estaban haciendo?! ¡¿Esperando pacientemente en silencio hasta que tuviera algo sólido con lo cual comenzar una guerra?!

—…No grites.

Gwendal frunce el ceño como si luchara con un dolor de cabeza. Pero mi apodo es la Marcha Turca.

—¡Discútanlo, háblenlo! ¡Los cultivos de los ciudadanos de su país fueron quemados! ¡¿Que van a hacer respecto a eso, como pueden solucionarlo?! ¡Hay que evitar la lucha, absolutamente! ¡¿No hay forma de lidiar con esto sin terminar así?! ¡Eso es, resuélvanlo hablando!

—¡No grites, extranjero de otro mundo!

—¡No! ¡Voy a gritar, porque puedo gritar! ¡Voy a ser japonés hasta que cumpla veinte, incluso si tengo el alma del Maou, voy a ser japonés hasta que cumpla la mayoría de edad! ¡Creo que Japón es más pacífico que este país, así que aunque me digas que pare seguiré hablando! ¡Me opongo a la guerra, me opongo completamente, me voy a oponer toda mi vida, incluso muerto seguiré oponiéndome!

—¡¿Así que ya moriste una vez?!

—¡Claro que no!

Lo hice, pensé. Clámate.

Gwendal, que nunca me trató más que como una estatuilla de un cupido haciendo pis en una fuente del jardín, comenzó a discutir conmigo. Ahora que empezó esto no puedo parar.

No importa lo aterrador que sea el Maou.

—No tiene intenciones de convertirte en el Rey, ¡así que no tiene nada que opinar sobre nuestro país! Tengo la responsabilidad de defender Shin Makoku y la obligación de tener en cuenta nuestros intereses nacionales. La ética exagerada y sus métodos desabridos pueden estar bien para ese lugar donde creció y que llama Japón. Pero nosotros vivimos aquí, ¡y los mazoku tienen métodos mazoku!

—¡Entonces lo voy a cambiar! ¡Voy a comenzar de cero y cambiar los métodos mazoku!

Este cielo no está sucio, esta tierra no está envenenada, este bosque no está en peligro, este mundo es hermoso. Pero hay algo extraño acerca de este mundo.

—¡Ustedes son hermosos y geniales, pero el problema es que tienen malas personalidades! ¡Tanta discriminación hacia los humanos, costumbres peligrosas, clases privilegiadas y les gusta la guerra! ¡Les gusta tanto que cuando otra persona menciona el pacifismo es escandaloso! ¡Ambos son humanos, pero como viven en tierra mazoku está bien atacarlos! ¡¿No les parece estúpido?! ¡“Dios les otorga poder para luchar”, ¿qué clase de fe perturbadora es esa?!

—Su Majestad.

De los tres hermanos, solo Conrad me llama “Su Majestad”. Sus ojos color topacio parecen atravesarme por sorpresa.

—Ellos están completamente equivocados, pero aun así, no tiene sentido dejarse llevar. Incluso si nosotros entendemos lo que es correcto, que la guerra es un error.

Lo siento Conrad, la Marcha no puede parar durante el clímax. Me siento mareado por la falta de oxígeno. ¿Quiénes somos? ¿A qué grupo me estoy uniendo? ¿Acaso yo no era humano?

—¿Si el Rey dice que no podemos ir a la guerra, los ciudadanos le obedecerían?

—Su Majestad.

Hablo cada vez más y más grave, y grito lo siguiente.

—¡…Me convertiré en el Maou…!

—¡¿Yuuri?!

—¡Me convertiré en el Rey de Shin Makoku!

Si no doy la señal el partido no podrá comenzar.

El fuego se expande hasta la valla de contención. El sonido de una pequeña explosión cubre el grito de una mujer.

—¿Qué…?

Tratando de darme la vuelta mi cuerpo se dobla y tengo un ataque de tos. Un golpe sobre mis costillas derechas me ha sacado todo el aire de los pulmones.

—¡No te muevas!

Me tienen atrapado por la espalda con ambos brazos alrededor de mi cuello, mi barbilla es sostenida en alto con demasiada fuerza. Algo duro de metal toca mi garganta y mi pecho, alguien respira junto a mi oreja.

El cabecilla tirado en el piso le quité el arma de las manos a la mujer. Sus ojos centellan enrojecidos por la sangre y respira con dificultad, agitado y adolorido. Las flechas están clavadas en sus hombros y sus piernas.

—Que nadie se mueva, si se mueven le corto la garganta a este tipo.

Intento voltear mis ojos al menos un poco para ver la cara del hombre.

—¡También es inútil que te resistas!

—Entiendo…

Fui extremadamente tímido.

—Me pregunto si el gran Maou mantendrá la boca cerrada como nosotros los plebeyos.

Alguien chasquea la lengua. ¿Quién es?

Me dejo arrastrar mientras se mueve y el hombre habla en una voz que parece aguantarse un poco la risa.

—Si de verdad eres el Maou, ¿puede ser acaso esto tan fácil? ¿Puede ser tan fácil incluso para un soldado raso como yo?

—…Agh…

—Aunque no voy a tratar de llevarlos a ningún lado, si alguno de ustedes intenta decir aunque sea un fragmento de un hechizo, ¡probablemente muera pero me lo voy a llevar conmigo de seguro! Ni se les ocurra moverse, yo también soy un soldado de veinte años.

Un dolor que se siente caliente recorre mi cuello. Puede que tenga una cortada superficial en la piel.

El hombre se distancia con cuidado de los mazoku, demanda un caballo, agua y raciones de comida.

—Actúas como si estuvieras muriendo, ¿pero no eres el mocoso que dijo frente a todos que era el Maou? Pero, no eres habilidoso con la espada o el majutsu, me pregunto si de verdad eres el Maou.

—…No… puedo… evitarlo…

La punta de la espada que toca mi garganta duele, pero mis costillas golpeadas duelen más. Cada vez que respiro mis ojos se humedecen.

—Bueno, de cualquier modo, no hay dos personas en este mundo con cabello y ojos negros. Aunque no seas el Rey, necesito llevarte para hacer un montón de dinero. ¿No sabias? Dicen que puedes obtener la vida eterna si consigues un soukoku, tengo colegas que pagarían un montón de dinero por algo como eso.

Ya lo había escuchado antes. Hace tres o cuatro días. Aunque no puedo controlar si vivo o muero, puedo ser la cura milagrosa para otros, ¿puede haber alguien con una vida tan absurda? Cierro mis ojos con fuerza.

Perdón por gritar hace un rato, lo siento mucho, así que por favor sálvenme. Alzo la vista con todas mis fuerzas, pero ninguno de mis aliados se mueve, miran conteniendo el aliento a cierta distancia.

Traen el caballo y guardan una pequeña cantidad de agua en las alforjas. ¿Tal vez mi única chance es ahora? No es posible para dos personas subir al mismo tiempo, menos para un rehén a punta de espada.

¿Así que esta la única oportunidad que me queda?

—Sube.

El hombre pone la espada a mi espalda, parece que planea subir luego. Sin ser capaz de decirle que no puedo montar solo coloco mi pie con timidez en el estribo. Fue en el momento en que cruzaba mi pierna derecha sobre la silla de montar. Una pequeña y rápida sombra se aproximó y la flecha en la pierna del hombre es arrancada.

El tipo grita como un escuerzo. La espada corta la piel marrón y el tímido caballo relincha agudamente, levanta las patas delanteras y tira su “carga” corriendo asustado.

—Maldita sea…

Para cuando me doy cuenta mi cuerpo está flotando en el aire, voy a golpear contra una superficie dura, el piso. Mis costillas duelen de nuevo y no puedo entrar oxígeno a mis pulmones sin que duela.

—…Agh…

Mis dedos agarran mi pecho y caigo sobre algo caliente.

Es sangre.

No puedo ver nada más que la sombra de la espalda de Conrad retro iluminada. A sus pies hay un bulto ensombrecido. El hombre se ha doblado y desmayado. La sangre roja y fresca se esparce.

—¿…Esta muerto?

—Quien sabe.

Hay una voz bajo mi cuerpo y me apresuro a bajar mis caderas al piso. Gwendal se sacude el barro y las cenizas de su ropa. ¿Por qué está este hombre debajo de mí? No hay tiempo para preguntar. Tal vez sucedió cuando me caí del caballo, lo cual paso gracias a la pequeña y lamentable figura de la persona que me ha salvado.

Las llamas ya se están aproximando a este lugar. El chico no se mueve a pesar del calor, está tirado boca abajo.

—…Ey…

Niños rubios con buen físico están parados cerca.

—Brandon.

—Yuuri, es peligroso, déjeme a mí.

Pasmado empujo el brazo de Conrad y voy hacia las llamas.

Este niño, por culpa de los humanos que iniciaron el fuego, por culpa de las llamas aterradoras que alguien encendió, por culpa de las llamas de esos cobardes que no se pueden apagar…

—¡Brandon!

Una gran llamarada se alza a un lado, de alguna manera Conrad logra contenerla.

—¡¿Brandon?!

El niño voltea su rostro y lo coloco sobre mis rodillas. Sus ojos apeas están abiertos y mueve los labios. ¡Está vivo!

—…Su Majestad…

—No tienes que llamarme “Su Majestad”.

—….Pero, usted va… a… convertirse en el Rey…

—Brandon.

Voy a proteger esta aldea, voy a protegerte, te lo prometo. Te lo prometo.

Algo se escurre sobre la mejilla del niño.

—Te lo prometo.

—¿Va a… e-enseñarme como… lanzar?

—¡Te lo prometo!

Un trueno atormenta mis oídos de repente, pareciendo sincronizarse con mi llanto.

Alguien susurra dulcemente y de forma alegre dentro de mis oídos.

La lluvia comienza a azotar el suelo… Hasta que cada uno de nosotros está empapado.

Parece ser un raro aguacero.





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Referencias

  1. Houjutsu: técnicas de dios o divinas. Ver las aclaraciones en la última hoja.
  2. En el Japón antiguo los samuráis más crueles eran conocidos por “probar” sus espadas nuevas con la primera persona que se les cruzara en el camino.