Maru-MA Volumen 02 Capítulo 4

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

Han pasado alrededor de seis años desde la última vez que entró a su propia cocina.

Los pies de Gwendal pararon frente a la puerta. Ya no quería verse envuelto en esto.

—¡Günter! ¡¿Qué estás haciendo en mi cocina?!

“…Y aquí está de nuevo” fue el pensamiento que expresan claramente los ojos de Lord von Christ. Estaba parado frente a un caldero lleno de aceite hirviendo con una banda alrededor de la cabeza.

—¿Adivinando la fortuna de nuevo?

—Sí. Si de alguna forma puedo sentir el peligro de Su Majestad, si de alguna forma puedo ser de alguna ayuda para él…

—Es inútil.

No habría ninguna manera de ayudarlos incluso si pudiera predecir el peligro, porque ninguna clase de majutsu podría alcanzarlos en el medio del océano. Pero viendo las marcas azul oscuro bajo los ojos de Günter, Gwendal perdió las energías para retrucar. Su vista bajo al aceite.

—¿…Qué estás planeando hacer? —Echar un ratón bebé dentro de este caldero de aceite hirviendo.

El inteligente, hermoso y digno tutor levantó un indefenso ratón blanco por la punta de la cola. Su fiera sonrisa exponía el verdadero mazoku en su interior: una belleza demoniaca que cautiva y seduce a todos.

Lo cual no tenía importancia en el caso de Gwendal.

Su voz era un murmullo grave y sardónico que hubiera hecho postrarse al instante a cualquiera que lo escuchara. —Bueno, bueno. Supongo que un roedor no es suficiente para un rey como este.

La comisura de sus labios se curvó burlonamente.

—¡Pero por supuesto! ¡Qué error más tonto! ¿Cómo podría un ratón predecir la travesía de un noble y eminente rey? Oh Gwendal, ¿qué debería hacer? Bueno, por ahora… —Günter levanto su otra mano rápidamente—. Un gatito debería bastar.

El gato atigrado tembló, colgando, agarrado de la forma que en los libros figura como “como no sostener a tu gato”.

El insensible y hermoso cínico (señoritas, analicen) interrumpió inesperadamente.

—¡Detente! ¡¡Detente ahora mismo!! ¿Cómo te atreves a maltratar a un gatito de esta manera? ¡Míralo, esta tan aterrado que está maullando “mee mee”! Ay pobre cosita, está bien, nunca dejaría que él te haga algo horrible como eso…


Maru-MAVolume02 img05.jpg


—…Gwen… tu…

—Günter… tu, bastardo. —El tutor palideció ante la voz que parecía temblar desde el piso—. Si alguna vez maltratas a un gatito así de nuevo, obtendré tu cabeza.

¿Y hará con ella?



No hay tiempo para ponerme a conjugar verbos… ¡¿dónde está el salvavidas?!

Miro debajo de la cama. Aparentemente fue el único impacto.

—¡Ay, ves, vamos a terminar como el Titanic! ¡Debemos haber chocado un iceberg!

—Pero estamos viajando en aguas cálidas.

—Entonces debemos haber chocado un iceberg en aguas cálidas.

Hay gritos y pasos de mucha gente en el salón principal. Suena como si ya hubieran entrado en pánico. Me pregunto si la orquesta va a seguir tocando el último himno mientras nos hundimos.

—¡Deja de que estar ahí parado y nada más, Wolfram! ¡Ponte los pantalones y una chaqueta y muévete! Maldición, no puedo creer que Conrad no esté aquí en un momento como este…

—¡Yuuri!

La puerta se abre con suficiente fuerza como para arrancarla de las bisagras y Conrart entra corriendo a la habitación. Su mirada severa no se parece en nada a la que es usual en él. Su manga está manchada de vino que se ha derramado.

—Gracias a Dios ha podido volver aquí a salvo. Aunque Josak dijo que estaba bien.

—¿Josak? ¿Josak es la mujer que parece que podría ganar el Globo de Oro como mediocampista[1]? Mira, Conrad, lo siento, pero no tengo tiempo para preguntarte si te fue bien con la Señorita Bíceps justo ahora. ¿Se está hundiendo el barco? ¿Ya está medio hundido?

Su expresión dice que no tiene ni idea de que estoy hablando. Supongo que no es un iceberg. ¿Hemos encallado entonces? ¿O es un calamar gigante que ya se comió a diez pescadores?

—No creo que nos estemos hundiendo… es peor. ¡Wolfram!

—¿Qué?

—¿Tienes una espada?

—¡Sí!

Sus mejillas, pálidas por el mareo y el disgusto, ganan color visiblemente cuando se sonroja por el entusiasmo. Debe estar esperando la oportunidad de poder pelear un poco. ¿Acaso disfruta tanto la idea de cruzar espadas?

—Bien. Entonces los dos escóndanse aquí.

—¡¿Qué estás haciendo?!

Conrad nos empuja dentro del ropero. Desenvaina en un solo movimiento habilidoso el bastón que ha estado llevando todo el tiempo en su mano y el acero reluce. No sabía que era una espada bastón.

Coloca la hoja a su espalda y se arrodilla, acercándose para decir en voz baja: —Escuchen atentamente. Esta nave está bajo el ataque de asaltantes marinos.

—¡¿Piratas?!

—Sí. Una gran cantidad de ellos ya han abordado a la fuerza.

—¡Entonces tienes que apurarte y esconderte tú también, Conrad!

—¿Pero que está diciendo? —Trago saliva ante la sonrisa de Lord Weller—. Es para esto que estoy aquí.

El intercambio solo toma un segundo, y su mano ya está en la puerta.

—Los contendré en cubierta por el mayor tiempo que pueda. Queremos dar la impresión de que ya todos han salido volando de esta habitación, así que por favor manténganse lo más silenciosos posible. No los enojen. Si algo llegara a pasarle, Günter y nuestra gente llorarían.

—¿Y tú?

—¿Yo?

—Llorarías por mí, ¿verdad?

Sus ojos se suavizan un poco.

—De ser el caso, permita que nos encontremos en otro lugar.

No tengo oportunidad de preguntarle qué quiso decir. Wolfram avanza para irse con su delgada espada en mano.

—¡Yo también peleare! ¡¿No tienes confianza en mis habilidades?! —La tengo. Es por eso, Wolfram, que he dejado a Su Majestad a tu cargo.

El chico lindo testarudo se ha quedado sin palabras. No puede retrucar esa confianza. Me quito mi chaqueta formal de noche y la dejo a un lado, me arremango la camisa y pongo mis manos sobre los hombros del tercer hijo.

—¡Bueno, entonces déjame a tu hermano a mí!

—Por favor cuide de él… Yuuri.

En el momento en que Wolfram mira hacia otro lado, él me rodea con un brazo el cuello y se acerca para susurrar rápidamente: —Por favor perdóneme si no regreso.

—¿Qu…?

Él cierra las puertas dobles y se va. Sus pasos ligeros son rápidamente engullidos por el caos a la distancia en la cubierta.

Se ha ido a pelear, esas perturbadoras palabras cargadas de significado son dejadas atrás.

Todo es caos durante un momento luego de eso. Se escucha el ruido metálico de las espadas chocando contra espadas, el sonido de vasos y platos rompiéndose, de los pasos apresurados y los gritos y llantos que me hacen querer cubrirme las orejas.

Wolfram y yo respiramos silenciosamente, escuchando atentamente cualquier detalle de lo que está pasando afuera.

Nos inclinamos lentamente unos grados, y en poco tiempo los gritos desaparecen.

Recuerdo una película Western que vi en la TV hace medio año, justo antes de rendir mis exámenes. Cuando los niños que se estaban escondiendo se aventuraron afuera, no quedaba nadie luego de tanto alboroto y violencia. Ni los enemigos ni sus padres.

Aunque Wolfram no podría haber adivinado mis sentimientos, su mano cae sobre la mía. Nos acurrucamos juntos en el estrecho espacio del ropero que es muy pequeño para ser llamado vestidor, temblando.

No, solo yo estoy temblando.

Wolfram es un soldado después de todo. Aun si no está acostumbrado a jugar a estas peligrosas escondidas, esta no puede ser su primera vez.

—¿…Estás bien, Yuuri?

—¡P-por supuesto que estoy bien!

Aprieto la mano que toca la mía cerrando los ojos y dejando caer mi cabeza.

—Perdona.

—No te preocupes.

No se está burlando de mí, ¿no?

Es solo que… no es solo que estoy aterrado, ni tampoco que estoy tieso del miedo… Es este silencio, esta tensión, es dolorosamente insoportable…

Mi compañero de habitación parece leer mi mente. Susurra: —Como dijo Conrart, no hagas nada impulsivo si nos descubren. No van a matarte si no te resistes porque eres bastante atractivo.

—Entonces tú tampoco deberías hacer nada. Eres muchas veces más atractivo que yo. Nadie mataría a alguien tan lindo como tú.

—De ninguna manera, soy un guerrero mazoku. Si no peleo, no merezco vivir.

—Eso es estúpido.

—Shhh.

Se escucha el click del picaporte al ser girado, seguido del golpe de la puerta al ser forzada a abrirse. Alguien entra en la habitación.

—Se llevaron todas las cosas de valor, ¿he? ¿Ya se han escapado?

—Nah. Ya nos fijamos que ninguno de los pasajeros de la suite de lujo está en la borda. Él conoce a todos los pasajeros de este barco. Son otro tema los que saltaron por la borda, pero ninguno de los ricos en este crucero de placer tiene esa clase de coraje.

Son dos.

Uno habla como el retumbar de un tanque, suena como si tuviera un gusano atragantado en la parte trasera de la garganta, y el otro es como un jet de caza, tiene la voz tan aguda que hace doler las orejas.

—¿Se supone que esos son hombres ricos? Lucen como que no valen pa’ mucho —Tanque.

—Si pero, el precio para quedarse en esta suite de lujo por una noche te sale lo mismo que pagar un pasaje en tercera por un año entero. —Jet de caza.

—Jodeeer, quisiera estar en sus zapatos. —Tanque.

—No seas imbécil. Revisa la habitación también. —Jet de caza… Siento que estoy jugando al ajedrez militar.

El crujido de las maderas del piso en frente de la cama indica que están justo al lado de nosotros.

—Ah, ¿y que paso con esos valientes?

¡Está hablando de Conrad!

Las puntas de mis pies golpean la puerta cuando me echo hacia adelante por reflejo.

—¡Ey! ¡¿Hay alguien ahí?!

¡Oh no!

Estamos a segundos del destino de los ninjas en los dramas históricos aquí dentro: los que son apuñalados por una lanza mientras se esconden sobre el techo o debajo del piso escudriñando en una conversación secreta. —Echigoya, ¿no escuchaste ese ruido?

—No fue nada más que un ratón, Lord Gobernador.

Oh sí, tengo una idea.

Le pregunto a Wolfram su opinión en un susurro apenas audible. —¿Tal vez podemos pretender que somos animalitos?

—Puede ser. ¿Qué tal un negroshinoyamakishy?

Neg… ¡¿qué demonios es eso?! Ese CD con sonidos de animales que siempre escuchaba cuando era niño no tenía nada tan difícil como eso. Digo, en la Tierra no tenemos nada como eso.

Este no es momento para andar pensando qué clase de animal es ese. Somos demasiado grandes para ser un ratón, y sería raro que tengamos una vaca en el ropero. Solo me queda una cosa en el repertorio, así que intentemos con un gato.

—Mi-miau.

Tanque y Jet de Caza reaccionan instantemente.

—¡Es un dragón zomosagori!

—¡¿No son los dragones zomosagori los que comen gente incluso cuando son chiquitos?! ¡No podemos enfrentarlo solos, traigamos a los otros!

¡¿Dragón?! ¡¿Los dragones no son parientes de los dinosaurios?! Wolfram se cubre la cara con las palmas derrotado.

—Esto es malo, ¡entendieron todo mal! ¡¿Cuando hice el ruido de un dragón?! Intente un lindo gatito…

—¡Se supone que los gatos hacen mee mee!

—¡Eso es una oveja!

La situación se pone peor cuando nos rodea un grupo de unas ocho personas.

—¡Vamos a abrirlo, ¿están listos?!

No, no estamos listos.

Plateado reluce junto a mí.

—Wolfram, no--

Las puertas se abren por completo. Mientras mis ojos están cegados por la luz que entra, Wolfram corta el brazo de una persona y rasga el estómago de otra. Pero las seis restantes avanzan sobre él por la espalda empuñando alfanjes[2].

—¡Wolfram! ¡No, son demasiados!

—¡Cállate!

—¡Te lo ruego, Wolf! Para… ¡es una orden!

Él se congela y sin mirarme deja caer la espada.

El sonido seco metálico de la espada hace eco en la habitación.



Hay antorchas encendidas por todos lados, como si estuviéramos festejando el festival de fuego por adelantado. Está tan claro como al mediodía, tan brillante que ilumina la nave pirata junto a la nuestra.

La borda, donde la mayoría de los pasajeros y tripulantes han sido reunidos, huele como ese show donde trocean atún. Por como se ve, ha habido derramamiento de sangre en ambos bandos.

El jefe pirata parece estar de muy buen humor sobre su plataforma hecha de cajas de madera apiladas.

—Todos se ven jodidamente bien esta noche —se dirige a los pasajeros con un megáfono, sosteniéndolo con su meñique levantado. Es un show.

Nuestro sequito de ocho hombres nos dirige a un grupo de prisioneros de guerra. Wolfram aún está vestido como una señora que recién ha salido del baño, y yo dejé atrás mi chaqueta. Aunque es primavera, el viento del mar es frio.

Veo a Conrad y Hyscliff en el grupo de marineros y hombres pasajeros… que por alguna razón incluye a la Señorita Bíceps. Ella debe de haber peleado valerosamente como cualquier hombre. Los tres están parados y no parecen haber sufrido heridas graves.

Lo siento Conrad, te esforzaste tanto en escondernos, me disculpo silenciosamente con él. No fue culpa de tu hermano, fue mía al cien por ciento. Oh, pero también tengo buenas noticias. Mi repertorio de imitaciones ha incrementado en uno más. Dragón zomosagori. Sorprendería incluso a Edoya Nekotachi[3].

Forcejeo bajo el agarre del pirata que me sostiene tratando de ir hacia ellos, pero él me aprieta con fuerza ambos bazos y tira del cuello de mi camisa arrastrándome hacia el jefe.

—Los pasajeros de la suite de lujo, ¿he?

—Sí, jefe.

Miro sobre la caja de madera y mi boca cae abierta. Tengo problemas para cerrarla. Parte de ello es por curiosidad… este es mi primer encuentro con un pirata, pero mayormente es porque él es increíblemente diferente a lo que imaginaba que sería un pirata desde que era niño.

No usan camisetas con rayas horizontales. Tampoco son como los piratas de Peter Pan o los del Caribe. Tampoco se ven como si pudieran estirar los brazos como goma[4].

Es bajito, pero tiene hombros anchos y un pecho musculoso. Su barba rubia ceniza, casi blanca, comienza desde las patillas. Su cara rojiza tiene una vieja cicatriz sobre la mejilla… En pocas palabras, es un excelente ejemplo de un hombre de mar.

Pero tiene puesto… si, desde mi punto de vista, es un uniforme de marinera.

¡¿Porque un uniforme marinero?! Bueno, supongo que los piratas son marineros también, ¡¿pero por que una pollera tableada?! ¡¿Un uniforme de marinero celeste y blanco como los que usan las colegialas en Japón?!

La impresión me drena todas las fuerzas de las rodillas y caigo de trasero al piso. En su mano izquierda, la que no sostiene el megáfono, brilla una gruesa hoja de acero.

Uniforme marinero y… un alfanje.

—Mis consideraciones, joven señor, pero no tema. Somos piratas de categoría, lo somos, y no vamos por ahí matando a nuestros invitados.

Esa pronunciación… ¿acento Kansai[5]?

—Claro, hacemos excepciones con los que quieren pelea. Pueden gritar y caer muertos por lo que a mí respecta. Todos los héroes a bordo se han quedado quietos frente a las damas, yar yar.

En resumen, ¿tienen a las mujeres y niños como rehenes?

—He escuchado que están en su luna de miel y que quieren ser vendidos juntos.

Sacándose su turbante Wolfram me pregunta: —¿Luna de miel?

—Yo no sé nada acerca de eso —respondo desde el piso, aún sigo sin recobrarme del shock por el uniforme de marinero.

Aun con su meñique en alto, el jefe lleva el megáfono a su boca. —¡Bueno, podrían las damas acercarse a mí! ¡Trabajaran en mi nave hasta que conozcan a sus nuevos lores y señores en sus nuevos hogares de ricachones!

¿Nuevos qué? ¿Esa es la forma pirata de decir esposos? ¿Tiene una empresa con oficinas de consultas matrimoniales o algo? Pero esta es la era de igualdad de oportunidades en el trabajo, tanto los hombres como las mujeres tienen derecho a ser empleados. Las mujeres son empujadas por la rampa, llorando angustiadas.

—Yar. Pasajero de la suite de lujo, parece que tiene algo atorado en la garganta.

—¡…Dijiste que eran piratas con clase…!

A diez metros de distancia Conrad hace un gesto descendente con ambas manos como si supiera lo cerca que estoy de hacer erupción. ¿Lento, lento?

Oh, ¿calmate, calmate?

Me trago las palabras.

—…Así que, piratas, ¿he? …¿Supongo que comen desayunos estilo americano[6]…?

—No comemos desayuno.

Maldición.

Conrad tiene razón, tengo que calmarme. Ser el único que se queja no me va a llevar a ningún lado. Si hago un mal movimiento me tiraran por la borda, y ellos tendrán que pagar las consecuencias. Y tengo que pensar en los demás pasajeros también.

No puedo satisfacer mi estúpido sentido de justicia cuando puedo ocasionar que otras personas sean lastimadas en el proceso. No puedo… no puedo, pero…

El jefe coloca una mano en su pierna y habla mientras su pollera se ondea con el viento. —¡Ahora, los que siguen! ¿Cuáles niños se venderán a buen precio? ¡Tráiganlos para acá!

—¡¿Los vas a vender?!

Una niña pequeña gime como una sirena de emergencias mientras la arrastran lejos de su madre.

—¡Abuemama---!

Por reflejo miro alrededor buscando una abuela. No hay ninguna.

—¡Malditamamaaaaa!

¡¿Estaba insultando a su madre?! Señorita, eso es un poco grosero.

Wolfram resopla con desdén. —Hump, los balbuceos de los humanos pequeños son tan ofensivos.

—¿Balbuceos?

—Está llamando a su querida madre.

Aaah, ¿así que ella quiere decir algo como “mamá, mami”?

Los otros niños están llorando a gritos también, un continuo coro de gritos.

Los lamentos de los humanos se alzan bajo el turbio cielo sin luna iluminado con la luz de las antorchas.

He visto una escena como esta antes… si, en esa película que pasaron a la noche antes del examen. Me había quedado metido bajo el kotatsu[7] con mis libros de texto en frente mío llorando mientras veía la TV.

Lloré y lloré al ver a la gente matar gente irracionalmente y no pude parar hasta que desperté a mi papá. Secándome los ojos y sonándome la nariz con una bola de papel mojada, él me pregunto tan campante que merecería un Premio de la Academia: ¿Qué harías?

Su tono era tan normal como si me estuviera preguntando, ¿quién te gusta más, Mark o Sosa[8]?

¿Qué harías? ¿Podrías hacer algo?

Puedo.

—¡…Un momento, ustedes…!

La expresión de Conrad dice: Sabía que esto pasaría.

La presión del magma apenas contenido dentro del cráter se ha incrementado proporcionalmente a la fuerza conteniéndola. ¡¿Finalmente puedo soltar la erupción que intenté suprimir con tanta fuerza hace unos minutos?!

La Marcha Turca ya ha pasado su punto medio y el fuerte del piano está por comenzar.

—¡¡Escuchen, maldita sea---!!

El jefe lanza una breve mirada por sobre el hombro hacia mí, pero inmediatamente vuelve su atención hacia sus subordinados. Solo soy un prisionero de guerra, no tiene intenciones de tomarme en serio.

—¡¿Espera un momento, porque están llevando a las mujeres y niños a ese barco?! ¿Qué demonios planean hacer? ¡Dices ser un pirata con clase, pero solo son simples ladrones! ¡¿Van a tomar todo el dinero y las cosas de valor y huir, verdad?! ¡Vender mujeres y niños no los hace más que bestias!

—No somos ladrones, somos piratas.

—¡Ese no es el punto!

Mi mandíbula tiembla gracias a la sangre que ha subido a mis mejillas y mis orejas. El temblor se esparce por mis brazos hasta la punta de los dedos y palpita como código morse a los lados de mis caderas. La sangre calienta mis ojos y la parte trasera de mis cuencas duele por la presión.

Probablemente haga que me maten, que me corten con ese ancho alfanje. O tal vez no sea un golpe limpio y me dejen retorcerme de agonía por las heridas.

Aun así.

—¡Escúchame! ¡Las leyes internacionales prohíben el comercio de esclavos… eso es algo que hasta los niños de primaria saben! ¡Aun si nunca has oído hablar de eso, es sentido común… deberías llegar a la misma conclusión si lo piensas un poco! Claro, seguro, sé que eres el jefe y debes ser más distinguido que el resto de esos tipos, pero ese es solo el status de tu trabajo. ¡De lo que hablamos es de la existencia humana! ¡Todas las personas son iguales, lo que significa que eres igual que ellos! ¡Así que, incluso si invaden esta nave, no tienes derecho de vender a esas mujeres! ¡“El Cielo no vuelve a nadie mejor que otro”… es un buen dicho, deberías recordarlo! ¡Fukuzawa Yukichi[9] fue un gran hombre! Tan grande que su retrato está en los billetes de 10,000 yenes en Japón!

El jefe levanta su megáfono y llama a cuatro de sus subordinados.

—Oye, Jefe, no se mucho sobre lo que pasa por aquí, pero supongo que todos los piratas de este lugar hacen cosas como estas, ¿he? ¿De verdad crees que está bien hacerlo solo porque todos los demás también lo hacen? ¡Bueno, estas equivocado! Vamos, se un pirata varonil que roba dinero y bienes sin lastimar a nadie… así es como te haces un hombre de mar honesto. ¡Te convertirás en el primer ladrón caballeroso del mar, alabado por amigos y enemigos por igual!

—Tráiganlo, se venderá por un buen precio. Aunque solo se aun ojo, es casi negro.

—¡Eres uno de esos hombres que no escucha, verdad! ¡Dios!

Su esposa no debe leer mapas[10].

Mientras tanto, más de la mitad de las mujeres y niños ya han sido transferidos al otro barco, cerca de la punta de la amplia borda veo una cabeza con cabello beige familiar. La princesa con los ojos mármol Ramune que bailó conmigo está al final de toda la fila de niños.

Quita la mano que sostiene su hombro hábil y rápidamente, como si esquivara el toque de algo sucio.

La sangre se acumula en la cara del pirata y golpea lejos el pequeño cuerpo.

—¡Beatrice! —grita Hyscliff.

Ella aun viste el ligero vestido color sakura que tenía mientras bailaba el vals conmigo. Los adornos entrelazados en su cabello relucen mientras pierde el balance y cae hacia atrás, justo sobre la baranda de madera.

—¡Cuida…!

No hay nada más que el mar debajo. El océano abre su negra boca en anticipación.

Varias personas corren hacia ella, soy el primero en llegar. Sujeto su brazo. Su peso me echa hacia adelante y yo me resisto a caer con fuerza. Conrad y Wolfram corren hacia aquí. Y probablemente Hyscliff también. —¡Aguanta… Beatrice… toma mi mano!

Beatrice, aun colgando de un brazo, mira hacia arriba con esos ojos que casi se transforman en Star Sapphires. Los ojos de una niña que tienen al menos un poco de admiración por mí.

—Está bien.

—¿…Qué …está bien?

Ellos agarran mi camisa, mi cinturón y mis caderas.

—Si ya no puedo ver a mi padre y a mi madre, está bien si me caigo.

—…No…

No digas cosas como esa.

Una chica que va a bailar con muchos hombres magníficos, caer perdidamente enamorada y encontrar la felicidad al alcance de sus manos no debería decir algo como eso, no con esos ojos tan claros.

No se debería permitir que diga algo como eso.

Varios brazos fuertes tiran hacia arriba, y el padre de Beatrice la abraza con fuerza. Me caigo torpemente sobre mi trasero y me recuesto boca arriba sobre los tablones observando las nubes que surcan el cielo nocturno.

Una larga y gruesa aguja se clava en mi cabeza, como si se convirtiera en un rayo conductor de una descarga eléctrica que recorre todo mi cuerpo rápidamente. Entumeciéndome y calentándome, llenándome de éctasis.

Mi corazón bombea sangre dos veces más rápido, y la ubicación exacta de mis latidos se vuele precisa.

Mi hipocampo suena una alarma, pero la adrenalina estalla como el champagne brota al ser destapado.

En las profundidades de mis canales semicirculares llego a escuchar un solo verso de una canción conocida.

Llámame…

¿Llamar… a quién?

Y ya no entiendo más nada.


Página principal Anterior Siguiente

Referencias

  1. Referencia al fútbol americano.
  2. El alfanje es una antigua arma árabe usada en la península ibérica y gran parte del mediterráneo. Consta de una hoja curva y filo de un solo lado.
  3. Un actor japonés fallecido en 2001.
  4. Referencia al anime One Piece. El protagonista pirata Luffy tiene un cuerpo de goma.
  5. El Kansai es una rama de dialectos regionales japonés-occidental, dentro de todos los dialectos es el que más difiere del japonés estándar.
  6. Un juego de palabra: “buffet” en japonés se dice “viking” (vikingo), está relacionando los vikingos con los piratas. Conrart hace un chiste muy similar en el capítulo especial que publiqué con el volumen 01.
  7. Una mesa baja que lleva una manta y un calentador debajo, se utiliza durante el invierno.
  8. Mark McGwire y Sammy Sosa, dos beisbolistas muy famosos alrededor de 1998.
  9. Escritor y filósofo político japonés muy influyente durante la era Meiji.
  10. Parece alguna clase de dicho que se perdió entre traducciones.