Maru-MA Volumen 03 Capítulo 8

From Baka-Tsuki
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Los establecimientos que aún tienen luces encendidas a esta hora de la noche son más que nada bares y burdeles.

Desde que Yuuri fue invocado a Shin Makoku, Conrart se ha asentado en el palacio real. Pero durante la última década tuvo numerosas oportunidades de viajar a países extranjeros.

La capital de Sverera es grande, pero las calles están prácticamente desiertas de noche. Los bares revientan de soldados ebrios, pero no hay ni una sola mujer joven en los burdeles. ¿Tal vez no hay suficiente clientela porque los hombres son fieles a sus esposas, y solamente las relaciones amorosas modestas están permitidas?

—Me siento mal —murmura Wolfram después de un largo rato de caminar en silencio al lado de Conrart—. Esta ciudad está llena de elementos que obedecen al houjutsu. Y el número de usuarios también es inmenso.

Como Conrart no está seguro de que vagar sin rumbo servirá para algo, dice: —No tengo una sola chispa de magia dentro de mí, así que no siento nada. Pero si ya no puedes soportarlo puedes descansar en un hotel...

—Oh, cierra la boca.

Mientras Wolfram tenga suficientes fuerzas para hacer comentarios mordaces no colapsará, piensa Conrart. Teniendo en cuenta el nivel de terquedad de su hermano menor, suspira y desiste de convencerlo para que se vaya.

Desde que se promovió la minería de houseki, el clima de este país se ha vuelto extraño. Aunque la región siempre sufrió la sequía, las estaciones lluviosas proveían suficiente agua, pero esa época se ha terminado. Las cosechas se secaron en los campos y el ganado murió. La producción de alimentos para el autoconsumo alcanzó el nivel crítico y el país ya no es autosuficiente. En vez de eso, ahora son las raras houseki las que se negocian en el mercado internacional. Las piedras de alta calidad alcanzan precios exorbitantes, mientras que las de menor calidad se rematan por el mínimo en el mercado interno. Solo la más alta capa de privilegiados hombres ricos se enriquece con ello, mientras que la mayoría de la población sufre el hambre y la sed. El hecho de que hasta ahora no hubo ningún muerto a causa de la hambruna probablemente se debe a que al menos un miembro de cada familia está empleado en la mina. Se cree que las houseki de más alta calidad solo pueden ser extraídas por las manos de mujeres y niños.

Luego de pasar por un burdel y no ver ninguna mujer a la vista, Conrart pregunta sobre los poderes de su otro medio hermano.

—¿Es capaz Gwendal de usar su majutsu en este pueblo donde hay tantos elementos que obedecen al houjutsu?

—Mi hermano aun sería un excelente guerrero incluso sin su majutsu. Pero es verdad, conozco pocos que podrían dominar su maryoku en un territorio tan hostil para los mazokus. Nuestra madre podría hacerlo.

Sus ojos verde esmeralda se tornan sombríos y sus bonitas cejas se juntan. No es normal que Wolfram dude.

—Y tal vez Susana Julia. No se me ocurre nadie más.

—Eso no suena bien —dice Conrart intentando no lucir muy preocupado.

Caminan juntos hasta una tienda de dos pisos a la vuelta de la esquina, y apenas dejan la calle principal y se adentran en una callejuela son tragados por la oscuridad. No hay faroles en este lugar. Sin la luz de las casas y las tiendas sus ojos solo pueden contar con la luz de la luna y las estrellas.

—Solo espero que al menos uno de nuestra tropa encuentre a Su Majestad —dice Conrart.

—Quedamos en reunirnos en la capital. No puedo pensar que no nos esperaran. Estoy seguro que es culpa del cabeza dura de Yuuri que no se hayan quedado esperando en el hotel. Parece creer que todo esto no es más que un viaje de placer.

¿Y eres tú quien lo dice, Wolfram? piensa Conrart apenas conteniéndose de reír.

Pasan por la parte trasera de un burdel cuando de repente una sombra delgada sale corriendo por una escalera de piedra y se les atraviesa en el camino. Ninguno tiene tiempo de esquivarla e inevitablemente chocan.

Es demasiado grande para ser un niño. A juzgar por su cuerpo uno tranquilamente pensaría que se trata de un muchacho.

—Oh, lo siento.

—¿Yuuri, eres tú?

Conrart se sorprende por el nombre que acaba de salir de su boca. Esta persona no tiene el más mínimo parecido con Yuuri según sus recuerdos más profundos.

—¿Cómo podría ser Yuuri? —dice Wolfram con irritación en la voz—. ¿Tienes tomates en los ojos, o qué? Yuuri es mucho más noble y elegante. Además, esta es una chica, incluso si es plana como una tabla.

—¡¿Conocen a Yuri?! —dice la chica sorprendida.

Se saca la tela con la que se ha cubierto la cabeza, y los observa a la luz de la luna. Mira alternativamente a Conrart y a Wolfram, y finalmente sus ojos se posan sobre el lindo chico rubio.


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—Son mazokus, ¿verdad? Tienes un rostro increíblemente hermoso. ¿Son amigos de Yuuri?

Conrart duda, sin embargo Wolfram resopla irritado: —¿Amigos? ¡Esto debe ser una broma! Yuuri es mi prometido.

—¡¿De verdad?! —grita la chica.

Tiene dieciséis o quizás diecisiete años. Sin esconder sus sentimientos, sus grandes ojos pasean de un lado a otro bajo sus largas y oscuras pestañas.

—Entonces eso significa que... tú eres... Entonces, tú serias... —tartamudea.

—¡¿Qué?! —dice Wolfram impaciente.

—¿Entonces tu eres el hermano menor del hombre con el que se fugó su prometido?

—¡¿Qué estás diciendo?!

En un instante la cara de Wolfram se pone tan roja que es notorio incluso bajo la débil luz de la luna. Al mismo tiempo, el humo parece salir de su cabeza.

—¡¿Conrart, qué significa eso?! —Grita—. ¡Mi hermano y Yuri! ¡Esto no puede ser verdad! ¡Lo sabía! ¡Ese novato infiel!

—Wolfram, cálmate. De seguro no es lo que parece.

—Pero si, sin duda ambos son una pareja —dice la chica —. Los vi con mis propios ojos. Los pobrecitos estaban huyendo. Estaban encadenados juntos con esposas.

—¡¿Encadenados juntos?!

Se debe estar hirviendo agua dentro de la cabeza de Wolfram.

—Por favor no te enojes con ellos. Parecían muy felices juntos. Se escogieron nombres falsos a juego.

—Tiene que haber una buena explicación para esto —trató de suavizar la situación Conrart.

—No lo sé. Pero Yuuri y ese primo alto de Huber se llevan muy bien. Oh por favor, ¿no podrían perdonarlos y salvarlos? Me hubiera gustado ayudarlos, pero apenas pude escapar. Pensé que tal vez podría ganar algo de tiempo si me escondía en algún lugar con muchas mujeres jóvenes. Así que vine a este burdel. Pero, ¿saben qué? ¡No hay ni una mujer! ¡Sólo chicos jóvenes! ¡Estoy muy preocupada acerca del futuro nuestro país! El Lord Prometido está completamente fuera de su juicio por la rabia y maltrata un inocente cubo de basura con sus pies. Conrart decide dejar que Wolfram ventile su ira. Voltea y pone una mano en el hombro de la chicha que está a punto de romper en lágrimas.

—¿Sabes dónde puede estar Su Majes... quiero decir, Yuuri y su compañero?

—Por lo menos puedo decirles a dónde fueron llevados. Y hubiera tenido el mismo destino. Deben haber sido sometidos a juicio. Y si no juran que se separarán para siempre, entonces...

Ella frota nerviosamente las manos en las ropas que no le quedan del todo bien.

—…entonces se llevaran a uno de ellos al campo de prisioneros.

El sonido de algo grande y pesado como una bolsa de basura siendo arrojada al suelo llega a mis oídos, y lentamente recupero la consciencia. Mis brazos y piernas no parecen pertenecerme, aunque quiera, no tengo fuerzas para moverme.

Necesito algo de tiempo para darme cuenta de que la gran bolsa de basura soy yo. Escucho voces sobre mí. A juzgar por la conversación que están teniendo, no parecen ser personas particularmente inteligentes.

—¡Oye, mira esto, hombre! ¡Esta no es una chica! ¿No es de locos tirar un chico aquí, eh? No sé si pueda sacar piedras, eh.

—Amigo, no te rompas el coco, eh. Se queda. Hacemos lo que nos dicen, no queda otra. Pusieron al grande en la cárcel y el pequeño en el campo de mujeres porque solo tenemos uno, ¿ves? Si no van a volver a estar juntos.

Si entiendo correctamente, Gwendal y yo ya no estamos juntos. Como lo prometió, el tipo del peinado Mohawk nos ha quitado las cadenas, pero al parecer pasamos de la sartén al fuego. Gwendal está en prisión y yo no me puedo mover.

—Así que esto últimamente se volvió común en la capital, eh.

—See, así es.

—Claro que sí, hombre, así es, eh.

Escucho el sonoro golpe de una puerta siendo violentamente abierta. Mi espalda golpea contra el suelo y finalmente puedo sentir algo, aunque sea un dolor punzante. Abro la boca para intentar hablar, y también intento abrir mis párpados que están apretados con fuerza.

—Au... ay...

Muchos pares de pies se acercan zapateado sobre el suelo de madera. Mi campo de visión es borroso como si estuviera cubierto por un delgado velo. Veo a través de una pequeña ventana en el techo el cielo de color claro de un nuevo amanecer. Súbitamente una cara interrumpe esa imagen, justo por encima de mí. Y luego otra, y otra, y otra más.

—¡Pero qué joven es! ¿Su piel y sus mejillas son tan suaves como parecen? Oh qué pena, desafortunadamente no lo son.

Estas mujeres me tocan en todos los lugares posibles, es agradable y vergonzoso al mismo tiempo.

—Pero si el chico ha terminado aquí en el campamento con nosotras, eso significa que él también...

—¡Suficiente chicas! Pronto comenzará el día. Déjenlo descansar un poco más —dice una voz autoritaria.

Rápidamente preparan un lugar extra en el salón para dormir. La mujer ordena a otras cuatro mujeres que me pongan ahí. Apenas puedo distinguir su rostro, pero juzgando por como organiza a las demás probablemente sea la líder del grupo.

La cama es más bien un catre con tan solo una manta delgada encima. Es tan cómodo como una banca del parque.

—Em, ¿disculpen? ¿Qué clase de lugar es este? —pregunto lo más educadamente posible.

—Este agujero es donde echan a las mujeres que se han rebelado contra los dioses y la comunidad, y que lo han perdido todo. Ellos dicen que incluso las pecadoras como nosotras podemos ser útiles excavando para encontrar houseki —dice la jefa sarcásticamente, pero su voz de inmediato se vuelve cariñosa—. ¿Pero por qué está un muchacho como tú en un lugar como este?

—Me acusaron falsamente de haberme fugado.

—¿Te fugaste? Marta hizo lo mismo, es la que duerme por allá.

La jefa mira hacia una cama junto a la puerta. En la penumbra puedo ver una chica de cabello rubio opaco durmiendo hecha un ovillo. Me está dando la espalda, veo la curvatura de su columna bajo un viejo vestido liso.

—Esa chica tuvo una aventura con su jefe que estaba casado. Habían planeado huir juntos al país vecino, pero su amante no se presentó en el lugar acordado. Se echó atrás por miedo.

Si Marta está escuchando nuestra conversación no lo demuestra, aun se sujeta las rodillas contra el pecho en posición fetal y no se mueve.

—Ese tipo probablemente todavía tiene una vida cómoda y tranquila en el pueblo. A Marta incluso le quitaron a su hijo recién nacido. Desde entonces no ha vuelto a decir una palabra —dice la jefa y suspira.

Teniendo en cuenta lo que se ve en las películas históricas, es bastante joven para ser la líder de un grupo de prisioneras.

—Pero si habían planeado escapar juntos, ¡entones ambos deberían ser castigados!

—Estás equivocado. Siempre es culpa de la mujer, porque es ella la que seduce al hombre. Y como el tipo juró que fue engañado y que no quería tener nada que ver con esa clase mujer, lo liberaron. ¿A tu compañero lo llevaron a la cárcel?

—Al parecer, sí.

—Eso significa que incluso hasta en las ultimas no te ha abandonado. Es envidiable que te amen tanto.

No puedo evitar que se me ponga la piel de gallina. ¡Definitivamente no es así como pasaron las cosas!

Con la luz del día la habitación poco a poco se va iluminando y puedo ver como es. Hay cinco literas contra la pared a la derecha y la izquierda, dejando en el medio un estrecho pasillo. La habitación es pequeña, sombría y desesperanzadora. Como la prisión de la que el joven Paul Newman escapó en La leyenda del Indomable[1].

La mujer que me habla tiene las manos y piernas alarmantemente delgadas, con los nudillos que le sobresalen. Parece de más de treinta, pero probablemente es mucho más joven. No es exactamente una mujer hermosa, pero sus ojos brillan con mucha voluntad y da la impresión de ser fuerte y confidente.

Afuera suena una trompeta. Mis compañeras de cuarto, que hasta el momento estaban durmiendo, saltan inmediatamente fuera de sus camas y se ponen sus ropas de trabajo a una velocidad increíble. Si estuvieran participando en un programa de TV de esos de la tarde, seguramente hubieran ganado la competencia por el premio de 10.000 yenes con un gran margen.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta la jefa mientras se ata los zapatos.

¿Cómo era mi nombre? ¡Ah, sí!

—¡Mabo! ¡Me llamo Mabo!

—Yo soy Norika. ¡Bueno, Mabo! El carcelero llegará pronto, si no estás listo para entonces, no habrá desayuno.

Me las arreglo para sentarme. Me duelen los músculos y las articulaciones como si fuera el día después de un partido doble. Si no hago algunos estiramientos, mi cuerpo sufrirá las molestas consecuencias todo el día.

—¡Levántense!

Como típicamente se muestra en las películas estadounidenses, un guardia abre la puerta de la prisión, lleva una porra colgando de la cadera. Su vista cae de inmediato sobre mí porque aún no soy capaz de ponerme en pie.

—¡Castigo colectivo! —grita, y desaparece de nuevo.

Voces enojadas y suspiros llenan la habitación. Está claro que van a tener que empezar el día con el estómago vacío.

—¿Qué pasó? ¿Fue mi culpa? ¡Lo siento, por favor perdónenme! —grito a todos en la habitación.

—Está bien, después de todo no tenías idea. Las cosas siempre salen mal el primer día —ríe Norika débilmente para reconfortarme.

Igual me siento culpable. Nadie va a recibir desayuno, no es para nada saludable.

Trato de mover mis adoloridos músculos para llegar el menos a donde toman lista.

—¿Por qué me pusieron en el recinto para mujeres? —pregunto.

—¿Dónde más podrían enviarte? Solo hay campos para mujeres aquí.

—Ah. Sigo a las mujeres afuera. Una interminable tierra desértica seca se extiende frente a mí, no hay nada más a la vista que una montaña rocosa, arena y algunos árboles marchitos. Un Ayers Rock[2] en miniatura. Las instalaciones cuentan con seis cabañas que albergan a más de cien reclusos.

La superficie de roca desnuda está plagada de numerosos agujeros. Las mujeres forman una fila y escalan hasta los pozos sin decir una palabra las unas a las otras. Todo se llevaba a cabo en silencio y ordenadamente. Todas las trabajadoras están delgadas, sucias y exhaustas. Están atadas las unas a las otras por una cadena en la cintura.

Ay, ¿cadenas otra vez?

El sol brilla con fuerza y el sudor comienza a salir por cada uno de mis poros de inmediato. Es imposible ver como es la mina por dentro, pero no debe de ser cómoda.

¡Esto es claramente trabajo forzado!

Solo porque se han enamorado de alguien que no deberían haberse enamorado las obligan a trabajar como esclavas. ¿Qué está pasando con éste país?

Me indican que no debo entrar a la mina. Soy asignado a cargar grandes sacos bajo el sol abrasador junto con otros cuatro o cinco prisioneros varones. Las mujeres extraen montañas de piedras moteadas, entre las cuales de vez en cuando aparecen pequeños guijarros dorados brillantes por aquí y por allá. Todo se saca de las minas en carretillas. En un sector cuadrangular del lado de afuera, las mujeres mayores clasifican las piedras extraídas en montones por tamaño y llenan bolsas de lino con ellas. Después, esas bolsas son empacadas más cuidadosamente en sacos, que luego nosotros cargamos al almacén. Es una mina de houseki.

Los demás hombres son todos fornidos y con barba. Como no quiero pasar tres noches seguidas de pesadillas, evito imaginar bajo qué circunstancias es que terminaron aquí.

Los guardias golpean a los prisioneros en cualquier momento con sus porras, y a veces hasta con las palas o los azadones. Después de haber cargado unos cuantos sacos empiezo a pensar que este espectáculo horrible y surrealista solo puede ser un mal sueño. En plenas vacaciones de verano del siglo 21 fui arrancado de Mundo Marino en Saitama, Japón, y arrojado a un campo de trabajos forzados. Y puede que no sea solo por un día. Al final, tal vez termine cargando estas pesadas bolsas de mierda al pie de éste mini Ayers Rock para toda la eternidad.

Tal vez nunca más podré salir de aquí. ¡O tal vez todo es un sueño! Tal vez estoy en mi casa en Japón, durmiendo una siesta al medio día en el suelo, con una bestia sentada sobre mi pecho que es la que me está causando las pesadillas[3]. Trato de pellizcarme, golpearme y patearme, pero nada. Este maldito sueño sigue, y sigue, y sigue.

Una pequeña parte de mi alma confía en que alguien vendrá a rescatarme. Que solo tengo que apretar los dientes y aguantar un poco más. Estoy seguro de que Conrad aparecerá en cualquier momento y me salvará. Sigo buscándolo con la mirada en cada viaje de ida y vuelta a la mina.

¿Y qué pasa con Gwendal? La cárcel seguro que tampoco es color de rosas.

Mis orejas se ponen rojas de vergüenza por mi egoísmo. Estoy bien Conrad. Por favor rescata primero a tu hermano. Yo puedo sobrevivir aquí una semana más por lo menos. Solo tengo que imaginar que estoy en un campo de entrenamiento súper estricto para Profesionales del Béisbol. Simplemente tengo que tomarlo como un poco de entrenamiento básico muy duro. Aunque no puedo deshacerme de la sensación de que estoy comenzando a desarrollar algunos músculos innecesarios.

Levanto con dificultad saco tras saco lleno de piedras que me pinchan los hombros, bamboleándome hacia el almacén, una construcción mucho más esplendorosa que el lugar donde dormimos. Sería mucho más útil si hubiera podido darme un baño y comer el desayuno.

Luego de la hora del almuerzo, para el cual solo nos dieron una pequeñísima cantidad de agua, un guardia me agarra del cuello y me arrastra hacia una cabaña. El sol golpea desde el cielo sin piedad.

—¿Este es el chico nuevo que trajeron hoy, el de la condición algo diferente?

El tipo gracioso que acaba de hablar está sentado en una mecedora sobre un porche de madera sorbiendo un líquido rojizo de un vaso, como si estuviera disfrutando de unas vacaciones. El cabello, las cejas y la barba son de diferentes colores. Inmediatamente le apodo Tricolor.

—Sí, este es el chico, amo Togrikol.

Vaya, ¡casi doy en el blanco!

Sobre las rodillas de Togrikol está sentado su pequeño hijo, que parece tener unos seis años como mucho. A diferencia de su padre, su cabello y sus cejas son de un castaño normal. Por supuesto que todavía no tiene barba. —¿Y este quién es? —murmuro bruscamente.

El calor y el estómago vacío me hacen arrojar mis modales por la borda, e incluso ignorar la posibilidad de que como su título indica, este hombre pueda ser alguien importante.

Tricolor Junior, que se ha estado agarrando a las rodillas de su padre, alza su aguda voz como la estrella de un musical infantil.

—Mi padre es un hombre importante, ¡el encontrará en esta mina la mejor houseki del mundo!

—Pues a mí me parece que entonces debería levantarse y entrar al pozo a buscarla el mismo.

Más de diez trabajadoras que están cerca voltean y lanzan miradas agudas como flechas en mi dirección. Probablemente teman otro castigo colectivo.

Togrikol acaricia su barba roja y voltea hacia su hijo.

—Nero, ¿quieres jugar con él?

—¡Sí, jugaaaaaar!

El niño salta los escalones y se lanza duramente contra mis piernas. Aunque se trata solo de un niñito de primaria, comienzo a tambalear y caigo. Todos los que nos están observando regresan a sus respectivos trabajos.

Pero si holgazaneo no habrá cena para mí. Comienzo a dirigirme de nuevo hacia el área cuadrangular donde las mujeres llenan las bolsas. Sin embargo, Tricolor Junior se cuelga de mis piernas de tal forma que se me hace imposible moverme del lugar.

—¡Jugueeemos, jugueeemos, jugueeemos!

—¡Está bien, está bien! Pero solo si me puedes garantizar una cena —gruño.

—Puedes cenar en mi casa. ¡La comida de nuestro cocinero es súper rica!

—¿Ustedes tienen su propio chef?

Este chico se ve bastante musculoso para su edad, lo que me recuera la imagen de un pequeño niño cayendo y llorando en un estrecho callejón. Jilda. Tienen la misma altura, pero Tricolor Junior tiene el cuello y los hombros más anchos. ¿Es porque nacieron en familias tan diferentes que han crecido de manera tan distinta? Aferrado a mis piernas Nero me mira con ojos suplicantes. —Okay, okay, está bien, voy a jugar contigo.

Como su padre es el alcaide supongo que no me echarán la bronca si no regreso a trabajar.

—¿A qué quieres jugar? ¡Espera, ya sé! ¿Qué te parecen unos lanzamientos?

—¡No, al caballito!

Miro alrededor instintivamente, pero no hay ningún caballo a la vista.

—¿Qué tal si vamos a esa gran duna de ahí y te dibujo un caballo? Pero no esperes mucho, soy muy malo dibujando.

—¡Caballito! —grita Tricolor Junior otra vez.

—Está bien, está bien, voy a dibujar el caballo para ti ahora. Hare lo mejor que pueda para que no parezca una jirafa… ¡oh!

Tricolor Junior me salta a la espalda sin previo aviso. Mi columna gime bajo el peso de sus bien alimentados seis años.

—¡¿Eh, yo tengo que ser tu caballo?! ¡Pero este juego es estúpido!

—¡Corre!—grita Nero y me da una palmada en el trasero. Seria inservible ponerme a hablar con un niño de preescolar sobre los derechos humanos.

El niño chilla de felicidad y yo corro. No me queda otra opción. Literalmente hablando, me arrastró a cuatro patas. Trato de auto convencerme de que esto sirve para entrenar otros grupos musculares. En cualquier caso, no me veo ni remotamente elegante como Belleza Negra[4].

Cuando avanzamos alrededor de doscientos metros, notamos una peculiar escena a la sombra de las rocas. Un guardia sujeta un bulto bajo el brazo mientras otro cava en el suelo arenoso con una pala. Frente a nosotros hay incontables montículos de tierra del tamaño de pelotas de básquet.

—¿Qué están haciendo ahí?

—Esas son tumbas. Deben estar enterrando un bebé de nuevo —dice Nero, su voz carece totalmente de emoción, como si fuera un hecho normal.

—¿Qué están enterrando qué?

—Un bebé. Esas son sus tumbas. Los más grandes son las tumbas de los adultos.

Sobre las tumbas no hay ni lápidas ni flores.

Como he mostrado interés Tricolor Junior se baja de mi espalda y orgullosamente comienza su explicación.

—Estas mujeres son personas malas que en realidad no merecen una tumba. Pero como mi padre es bueno y misericordioso igual permite que las entierren si mueren.

—¿Pero por qué hay bebés aquí?

—Bueno, las mujeres hacen bebés, estúpido.

Siento un terrible deseo de darle un cachetazo sobre la oreja a este chico, pero me contengo. Ciertamente estas no son sus palabras, sino las que su padre le ha enseñado.

—Todas estas mujeres son malas porque se... se-seducen a los hombres. Es por eso que las traen aquí. Ellas traen bebés al mundo, pero nadie quiere esos bebés, así que se mueren.

—Dile eso a tu madre.

Tricolor Junior está un poco sorprendido. Aun sonriendo pregunta: —¿Decirle qué a mi madre? ¿Lo que dije recién?

—Sí, dile lo que acabas de decir. De hecho, diles a tus profesores también. Y fíjate que es lo que tiene que decir al respecto.

—Está bien, lo haré. ¿Pero por qué?

—Porque lo que acabas de decir está mal. Y solo tendrás derecho de quejarte sobre las mujeres luego de que te rompa el corazón tu primer amor.

Mi primer amor fue una mujer glamorosa que le gustaba mostrar sus bellas piernas largas. Aunque era japonesa, tenía un suave cabello rubio ondulado. Yo, un niñito inocente de preescolar, la seguía a todas partes como un acosador.

Entonces un día vi que en la casa de baños públicos entraba al baño de varones. Mi primer amor fue un hombre. ¡Un Dragqueen[5]! Suficiente sobre el tema.

Mientras hablo con Junior, el guardia forcejea con la pala. Cava un agujero que es apenas suficiente como para meter una pelota de rugby. El otro deposita el ovillo que lleva bajo el brazo en el suelo. Es un bulto sin forma envuelto en una tela sucia.

—Qué raro... — murmuro. Tuve la impresión de que el paquete se movió casi imperceptiblemente.

De pronto escucho gritos de mujeres. Cuando miro alrededor veo un grupo de mujeres que viene corriendo hacia las tumbas. Son la Sra. Norika, la jefa de mi cuarto, y nuestras compañeras.

—¡Por favor, espere! ¡Ese es el hijo de Marta! Se lo quitaron hace cuatro días justo después de nacer. Ella dice que el bebé aún estaba vivo.

—¡¿Acaso ustedes creen que enterraríamos un niño aún vivo?! ¡Ni llora ni se mueve! ¡Está muerto! ¡Simplemente queremos darle un lugar de descanso, maldita sea!

Otros guardias vienen corriendo, seis de ellos jalan de las cadenas a las prisioneras. Una de ellas da un grito ensordecedor, se escapa de los guardias y trata de alcanzar la tumba.

—¡Maldita mujer!

Tricolor se aproxima silenciosamente con varios guardias a sus espaldas. Se acaricia la barba y mira a las prisioneras que están siendo golpeadas con porras y palas.

—¿Por qué están haciendo escandalo? —pregunta finalmente.

Las venas de mis sien se hinchan levemente, pero con un sorprendente autocontrol logro mantener mis emociones en calma.

—Ella cree que su bebé está vivo y lo quiere de vuelta —dice uno de los guardias con una sonrisa repulsiva.

—¡Tonterías! —ríe con fuerza Tricolor.

Las acciones impulsivas nunca son buenas. Hasta ahora, el apresurarme a causa de mi sentido de justicia no ha traído nada bueno. En este momento debería mantener la calma y aguantar. En todo caso, Conrad y Günter no están aquí para contenerme. Incluso si Gwendal y Wolf estuvieran aquí tendrían algunos problemas con los que lidiar. Pero toda mi determinación se desvanecer cuando oigo lo que Tricolor dice a continuación.

—¡Y aunque así fuera, ¿cuál es la diferencia si el bastardo está vivo o muerto?!

Es demasiado. Mi autocontrol desaparece, y nunca volverá. Aprieto los puños y me muerdo el labio.

El pasado viernes por la tarde vi una película donde Bruce Willis, cuando aún tenía todo el pelo en su cabeza, peleó contra un grupo de terroristas a mano limpia. Mi padre dijo: Es muy difícil enfrentar una cantidad tan grande de enemigos, y está completamente solo. No puede ganar.

Pero, ¿no ganó acaso? Pelear contra muchos enemigos estando solo ciertamente es difícil, pero aún hay una diferencia entre difícil e imposible.

—¡Deténganse! —grito—. ¡Por supuesto que hay una diferencia! ¡Y aunque el niño ya estuviera muerto, debería mostrar un poco más de respeto por los muertos! Por lo menos podría leer un Sutra[6] y dejar que su madre pueda despedirse. ¡Así es como debe hacerse! ¿Quiere ser un gran alcaide? Es una desgracia para su título, ¡eso es lo que es!

—¿Qué le pasa al chico nuevo? ¿Acaso es un predicador?

—¡Oye, muchacho, cierra la boca ahora mismo! ¡De lo contrario terminaras en confinamiento!

La sonrisa repulsiva del guardia desaparece. Se abalanza sobre mí para taparme la boca. Inclino la parte superior de mi cuerpo para esquivarlo, escapando de sus garras, y le da un cabezazo a Tricolor.

—¡No pueden callarme! ¡Todavía hay un par de cosas más que tengo que decir! ¿Qué son todas estas tonterías? ¡No puedes aplaudir con una sola mano! ¿Por qué solo condenan a las mujeres cuando tienen una relación ilícita? ¡Se necesitan dos para amar y hacer el amor, no se le puede echar la culpa solo a uno!

Ahora no hay vuelta atrás. Despego como un cohete.

—¡Se debe respetar la igualdad entre hombres y mujeres en todas las circunstancias! ¡Además, en este campo están violando todos los derechos humanos! ¡Puedo apostar que una inspección de las NU[7] los haría rendir cuentas de seguro!

Togrikol me mira brevemente por el rabillo de ojo y voltea hacia el centro de la acción.

El polvo se levanta de la tierra seca. Más y más mujeres llegan corriendo, lamentándose y gritando. Más y más guardias se unen a golpearlas. Una mujer pequeña de cabello desaliñado exhala un grito horrible con las manos extendidas. Los guardias la jalan de la ropa hacia atrás repetidas veces. Cada vez cae brutalmente al suelo, pero aun así se levantaba nuevamente, aun intentando avanzar.

—¡Está vivo! ¡Está vivo! ¡Lo sé! —grita—, ¡es mi hijo!

Es Marta, la muda que finalmente ha recuperado la voz.

Mientras los subordinados intentan mantener la situación bajo control, el alcaide levanta el bulto. Obviamente su intención es lanzarlo dentro de la tumba.

Antes de auto convencerme de que podría ser solo una alucinación, me abalanzo. ¡El bulto se había movido! Tal vez el viento me ha jugado una broma, pero al moverse la tela veo algo rojo oscuro que definitivamente se mueve.

—¡Detenté!

El paquete beige es lanzado al aire y lo veo caer como en cámara lenta con la tela ondeando detrás. El agujero tiene exactamente el tamaño adecuado, como si lo hubieran medido. Está ansioso por tragarse a su nuevo habitante.

Estiro los brazos con todas mis fuerzas con los ojos firmes sobre el bulto. La arena me quema sin piedad los antebrazos y los codos, pero logro un Head Slide[8] perfecto. La punta de mis dedos ataja el bulto justo a tiempo. Rápido como un rayo o traigo hacia mi cuerpo y lo protejo.

—¡Se movió! —grito.

¡Y lo hizo de verdad! Incluso puedo sentir una tenue calidez a través de la tela.

—Todavía está tibio. ¡No está muerto! ¡Este niño aún está vivo!

Estoy abrumado por mis sentimientos y ya no puedo hablar. Con los dedos temblorosos empiezo a quitar la tela. Las mujeres se congelan en el lugar. Solo Marta reza con lágrimas en los ojos y la voz ronca.

Me siento en el suelo con el bulto suave y cálido sobre mis rodillas. Desenvuelvo ansioso los últimos jirones que lo cubren.

Mi mente se congela por un momento. Estoy sorprendido, horrorizado y paralizado.

—¿Qué le han hecho? —pregunto por fin con la voz demacrada.

El bebé respira. Aunque es solo débilmente, su estrecho pecho rojo oscuro sube y baja. Sus ojos y boca están cerrados, y su piel está completamente seca. Además, sus manos apretadas no se mueven. Su brazo izquierdo está extendido a un lado del vientre, y su brazo y pierna derecha están torcidos de manera antinatural.

—¿Qué le han hecho a este niño? ¿Cómo han podido...?

Ni siquiera llora.

La madre escapa de los hombres y toma al niño en sus brazos. Las otras mujeres son reunidas en círculo, y las macanas y las palas continúan aporreándolas.

¡Monstruos!

El maseki en mi pecho arde sobre mi piel, apenas puedo respirar. En algún rincón en las profundidades de mi cabeza, una corriente eléctrica estalla a través de mi sinapsis. El shock repta por mi espina vertebral, y sincronizándose con los latidos de mi corazón explota en mis oídos. Las resonancias grave y aguda zumban con violencia una contra la otra.

Igual que durante una explosión, donde había una superficie amarilla de tierra desértica ahora no puedo ver más que humo blanco puro. De repente me llena la dicha de manera eufórica. Una de mis neuronas aflora el recuerdo del nombre de una persona de belleza sin igual.

Yo lo haré…

¿Quién?

¿Qué pasa después de eso? No lo sé.



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Referencias

  1. En La Leyenda del Indomable, Paul Newman encarna a Luke, un condenado a dos años de trabajos forzados por romper unos parquímetros estando borracho. La vida en la prisión es dura, pero él no se rinde ante la presión de sus propios compañeros o los responsables del penitenciario, lo que lo lleva a ser el ídolo del lugar en pocos meses mientras busca la manera de escapar.
  2. También llamada Uluru. Es una formación rocosa que se encuentra en Australia, tiene la forma de una meseta gigante de tierra rojiza seca.
  3. Creo que se refiere a alguno de sus perros. Yuuri tiene tres.
  4. “Belleza negra: un caballo llamado Furia” es una película que cuenta la vida de un caballo. Está basada en un libro llamado originalmente Black Beauty, contado en primera persona por el mismo animal. Esa humanización hizo al libro un éxito, y ayudo a mejorar el trato con los animales en Inglaterra en su época, ya que desarrolla las penurias que sufre del pobre animal maltratado por los humanos.
  5. Dragqueen es el término para referirse a los travestis muy arreglados (o mujeres vestidas exageradamente algunas veces), y que obviamente se nota que son hombres vestidos de mujer. El problema con los japoneses, es que son demasiado asexuados como para ser tan evidentes como un hombre occidental muy machote travestido aparatosamente, por eso seguro es más probable confundirse. El termino Drag viene del inglés dressed as girl (vestido como chica) y tiene que ver con las obras de Shakespeare donde los hombres realizaban el papel de mujer.
  6. Sutra es para el budismo la transcripción de los sermones dados por Buda, sus consejos o enseñanzas. Existen muchos tipos de sutras, y seguramente habrán escuchado en alguna película o anime que cuando son recitados las palabras tienen un sonido muy particular, casi como un cantico con eco.
  7. Naciones Unidas.
  8. Head Slide (o Head Sliding) es un movimiento de hip hop, donde básicamente uno apoya la base de la cabeza en el suelo, y se desliza sobre ella en alguna pose súper genial estando patas arriba.