Zero no Tsukaima Español:Volumen 1 - El Familiar de Zero

From Baka-Tsuki
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El reino de la Magia[edit]

Yo Soy un Familiar[edit]

–¿Quién eres tú?– preguntó la chica mientras miraba con detenimiento a Saito, con el cielo de color azul claro detrás de ella.

Parecía tener la misma edad que él. Debajo de una capa negra vestía una blusa blanca y una falda de color negra. La muchacha se arrodilló y miró sorprendida a la cara de Saito.

Su cara... Es preciosa.

Sus ojos rojizos bailaban dulcemente en su piel blanca y lisa, su pelo era de un color fresa.

Tiene rasgos de extranjera. No, ella "debe" ser una extranjera. Una muy linda extranjera con una cara como de muñeca. ¿Será mitad japonesa?

Hmmm… Pero eso que lleva debe de ser el uniforme de alguna escuela, ¿no? Aunque no sé cual.

Durante todo este tiempo, Saito estuvo acostado en la hierba, mirando hacia el cielo. Aunque no esta seguro en como había llegado allí. Levantó la cabeza y observó a su alrededor. Se percató de que mucha gente lo estaban mirando con curiosidad. Todas ellos llevaban capas negras. Más allá, tras el infinito campo verde, consiguió divisar un castillo enorme, hecho de piedra, muy parecido a los de las fotografías que salen en los reportajes de viajes en Europa.

Esto es como si fuese una fantasía. Mi cabeza… Me esta matando.

Saito sacudió su cabeza, y le respondió:

-¿Qué quien soy…? Soy Hiraga Saito.

-¿De dónde eres, plebeyo?

¿Plebeyo? ¿A qué que ella se refiere con eso?

Todas personas a su alrededor tenían una especie de palo en sus manos y llevaban el mismo uniforme que el de esa chica.

¿Será una escuela americana o algo así?

-Louise, ¿qué intentas hacer, invocando a un plebeyo con ‘Summon servant’?- preguntó alguien, y todos, excepto la muchacha, comenzaron a reír.

-Yo… ¡Yo sólo he cometido un pequeño error!- ella lo dijo con una voz suave y refinada, que cruzo el aire como si fuese una campana.

-¿A qué error te refieres? Nada fuera de lo común a pasado.

-¡Por supuesto! ¡No es en vano que eres Louise la Zero! - gritó alguien, y todos volvieron a reír a carcajadas.

Parece que se refieren a la chica de antes, se llamaba… Louise. De todas maneras, esto no es ninguna escuela americana. Uno nunca podría ver ese tipo de edificios en ningún lado. ¿Será algún tipo de película? ¿Estarán filmando?

Todas estas dudas asaltaron de repente a la cabeza de Saito.

No, esto es demasiado grande para una película. ¿Desde cuándo existe este tipo de paisaje en Japón?

“Puede que sea un parque nuevo. ¿Pero entonces qué hacía yo durmiendo en un sitio así?”

-¡Señor Colbert! – gritó la chica llamada Louise.

El gentío se apartó, revelando a un hombre de mediana edad. Saito pensó que era algo gracioso, por que el hombre se veía ridículo. Llevaba una vara enorme e iba cubierto con un traje negro.

¿Que estará haciendo? Va vestido como un mago. ¿Estará loco? Ya está, lo tengo, esto tiene que ser una reunión de disfraces. Aunque no parece tener ese tipo de ambiente.

De repente, a Saito se le pasó por la cabeza una idea escalofriante. ¿Qué hago si esto resulta ser una secta religiosa? Es posible. Quizás, ellos me durmieron de alguna manera y me trajeron acá mientras daba un paseo por la ciudad. Ese espejo pudo haber sido una trampa. Si no, no tengo otra explicación.”

Saito pensó que lo más recomendable era quedarse callado hasta entender qué era lo que estaba pasando. La chica, a la que llamaron Louise, estaba en pánico, rogando rehacer algo mientras agitaba los brazos frenéticamente.

Me da pena la pobre, estar en esta extraña secta religiosa, siendo tan guapa.

-¿Qué es lo que quiere, Señorita Vallière?

-¡Por favor! ¡Déjeme intentar la invocación una vez más!

¿Invocación? ¿Qué es eso? Creo que ya estuvieron hablando sobre eso antes.

El señor Colbert, el que usaba el traje negro, meneó la cabeza de un lado a otro. -No puedo permitir eso, señorita Vallière.

-Pero, ¿Porqué no?

-Está estrictamente prohibido. Cuando te haces estudiante de segundo año, tienes que invocar a tu familiar, que es lo que acabas de hacer.

¿Un familiar? ¿Qué es eso?

-Tu especialidad elemental es decidida por el familiar que invocas. Eso te permite avanzar a los cursos especializados de dicho elemento. No se puede cambiar de familiar una vez que es convocado, ya que el convocar un familiar en la Invocación de Familiares de Primavera es un rito sagrado. No importa que te guste o no, no tienes mas elección que aceptarlo.

-¡Pero… nunca había oído hablar de alguien que tuviera un plebeyo como familiar! Cuando Louise dijo eso, todo el mundo empezó a reírse. Louise los miro mal, pero las risas no pararon.

¿Invocación de Familiares de Primavera? ¿Qué es eso? No entiendo nada. ¿De qué están hablando? ¿Cómo he llegado hasta acá? Tiene que ser una de esas Nuevas Religiones.

Lo mas seguro para mi es, en cuanto se me presente la oportunidad, largarme de aquí. Pero en serio, ¿adónde estoy? ¿Me llevaron a un país extranjero?

¡Un secuestro! ¡Me han secuestrado! Estoy en un gran aprieto, pensó Saito.

-Esto es una tradición, señorita Vallière. Y no puedo permitir excepciones; él – el mago disfrazado, de mediana edad señaló hacia Saito, - puede que sea un plebeyo, pero mientras haya sido convocado por ti, va a tener que ser tu familiar. Nunca antes en la historia a sido convocado un humano como familiar, pero la regla de la Invocación de Familiares de Primavera tiene preferencia sobre todas las otras reglas. En otras palabras, no hay vuelta atrás: el tiene que ser tu nuevo familiar.

-Esto debe ser una broma…- Louise dejo caer sus hombros en su decepción.

-Bien, entonces, que continúe la ceremonia.

-¿Con ÉL?

-Sí, con él. Date prisa. La próxima clase está a punto de comenzar. ¿O cuánto piensas que vas a durar en esta invocación? Después de ir error tras error, finalmente conseguiste invocarlo. Date prisa y haz tu contrato.

Todos hicieron señales de aprobación y empezaron a burlarse. Louise miró fijamente a Saito, como si estuviera preocupada.

¿Qué pasa? ¿Qué me va a hacer?

-Oye- le dijo a Saito.

-¿Sí?

-Deberías estar agradecido. Normalmente irías toda tu vida sin que un noble te haga esto.

¿Noble? ¿Qué noble? Menuda estupidez. ¿De cuales nobles estas hablando? Si no son más que un puñado de bichos raros disfrazados dentro de una nueva religión.

Louise cerró los ojos con cara de resignación. Ella agitó el palito de madera que tenía en su mano.

-¡Mi nombre es Louise Françoise le Blanc de la Vallière! ¡Que el pentágono de los cinco poderes elementales bendiga a este ser humilde y lo haga mi familiar!

Ella empezó a repetir una y otra vez las mismas palabras, como si fuera un hechizo mágico. Tocó la frente de Saito con el palito. Sus labios se iban acercando poco a poco.

¿¡Pero... Pero qué haces!?

-Solo quédate quieto- le dijo Louise, con un poco de irritación en su voz. Su rostro se iba acercando más y más.

-Oye, espera… Yo… Bueno, todavía no... estoy listo para esto…

Saito se aterrorizó, y giró la cabeza.

-¡Oh, te dije que te quedaras quieto!

Louise agarro ásperamente con su mano izquierda la cabeza de Saito.

¡BESO!

¿Eh?

Mmm...

Los labios de Louise se tocaron con los de Saito.

¿¡Qué está pasando!? ¿¡Qué tipo de contrato es este!?

El tacto de los suaves labios de la muchacha confundía aun más a Saito.

¡Mi primer beso! ¡Mi primer beso robado en un sitio raro por una chica rara con un propósito que todavía no entiendo!

Saito se quedó congelado, paralizado en el sitio. Louise retiró sus labios.

-Ya esta hecho.

Su cara está roja. ¿Es qué ahora se avergüenza de lo que hizo? Pensó Saito. ¡Soy yo el qué debería estar avergonzado, no tú!, ¡Fuiste tú la que me besaste de repente!

Pero Louise lo ignoró por completo.

¿Aún por encima de qué me besas no me haces caso? Si eso no es grosero, entonces no se que lo es. ¿De veras, quiénes son? Tengo miedo. Quiero irme a casa ahora mismo y meterme en Internet. Él había conseguido hace poco una cuenta en un buscador de parejas, así que quería ver si tenía algún e-mail.

-Fallaste en “Summon servant” varias veces, pero lograste hacer el “Contract Servant” en el primer intento - dijo Colbert, lleno de alegría.

-Lo hizo solo por que su familiar es un simple plebeyo.

-Si hubiera sido una poderosa bestia mágica, no hubiera logrado hacer el contrato.

Varios estudiantes empezaron a reírse.

Louise los miro mal. -¡No se burlen de mi!- les dijo-. ¡Hasta yo hago las cosas bien de vez en cuando!

-De verdad “de vez en cuando,” Louise la Zero- se burló una chica que tenía el cabello rizado y pecas en la cara.

-¡Señor Colbert! ¡Montmorency la Inundación acaba de insultarme!- protestó Louise.

-¿A quién estás llamando ‘Inundación’? ¡Yo soy Montmorency la Fragancia!

-Oí que mojabas la cama como una inundación, ¿no? ¡‘La Inundación’ te queda mejor, entonces!

-Yo no esperaba mejores modales de Louise la Zero.

-¡Cuidado! Los nobles tienen que demostrarse un respeto apropiado- interrumpió el hombre de mediana edad, y se interpuso entre ellas para detenerlas.

¿De qué están hablando? ¿Que contrato? ¿A quien están llamando plebeyo?- se preguntaba Saito.

De repente, el cuerpo de Saito empezó a calentarse.

-¡Aaah!- gritó Saito, el se paró- ¡Me estoy quemando!

-Tranquilízate, ya casi termina, se te están grabando las Runas del Familiar- le dijo Louise, molesta.

-¡Paralo! ¿Qué me estás haciendo?

No hay nada que pueda hacer, pero no me puedo quedar sin hacer nada tranquilamente. ¡Esta increíblemente caliente!

-A propósito…

-¿Qué?

-¿Por que te permites, tu, un plebeyo, usar ese tipo de lenguaje en frente de nobles?

La sensación de calor duró sólo unos instantes. Su cuerpo volvió a enfriarse rápidamente.

Eso fue rápido… El que disfrazado de mago, de mediana edad, llamado Colbert, se acerco a Saito que estaba arrodillado, y comprobó el dorso de su mano izquierda. Ahí, acababan de aparecer unas letras muy extrañas.

¿Son esas las runas? Parecen como una serpiente que se mueve en algun patron raro. Saito las miró fijamente y pensó, si esto no es un truco, entonces ¿qué es?

-Hmmm…

-¡Estas son unas Runas muy inusuales!- exclamó el mago de las pintas raras.

En este punto, Saito ya no sabía que pensar.

-¿¡Quiénes son ustedes!?- gritó Saito, pero nadie reaccionó.

-Bien, volvamos a las clases.

Dicho esto, el mago se giró, y después se levantó gentilmente en el aire. Saito se quedo mirando con la boca abierta.

¿E-Está volando? ¿Está flotando en el aire? ¡No puede ser!

Y los demás, que parecían estudiantes, también empezaron a flotar.

¡No puede ser! ¿Los demás también? Una persona puede volar gracias a algún truco, ¿¡pero, todos!? Saito empezó a buscar algún cable o hasta una grúa, pero el área alrededor de el no era mas que un gran llano lleno de hierba. No había nada que sugiriere algún tipo de truco.

Todos estaban flotando silenciosamente hacia las paredes del castillo de piedra que se veía a la distancia.

-¡Louise, es mejor que tu “camines” devuelta!

-Ella no debería intentar volar, no puede siquiera usar la levitación.

-¡Un plebeyo es el familiar perfecto para ti!- se burlaron los estudiantes, mientras se iban volaban. Los únicos que quedaban allí eran Saito, y la chica llamada Louise.

Tan pronto quedaron ellos dos solos, Louise tomo aire profundamente, se dio la vuelta hacia Saito y le gritó:

-¿¡Quién eres tú!?

Esto hizo que Saito se enfadara.

¡Eso debería preguntarlo yo!, ¿no crees?, pensó.

-¿Quién eres “tú”? ¿Qué “es” este lugar? ¿”Quiénes” son esas personas? ¿Por qué podían volar? ¿Y “tu” qué le hiciste a mi cuerpo?

-No sé de que campo vienes, pero esta bien, te lo explicaré.

-¿Campo? ¡Este es el campo! ¡Tokyo no se parece en nada a esto!

-¿Tokyo? ¿Que es eso? ¿En que país esta?

-En Japón.

-Nunca lo había escuchado antes.

-¡Oh, por favor! ¡Pero por que están volando! ¡Tú también los viste! ¡Volaron! ¡Todos ellos lo hicieron!

Pero Louise no le hizo caso, como si dijera ¿Qué tiene eso de raro?

-Por supuesto que volaron. ¿Que hiciéramos si los magos no pudieran volar?

Saito agarro los hombros a Louise y grito, -¿Magos? ¿¡En donde rayos estoy!?-

-¡Esto es Tristain! ¡Y esta es la prestigiosa academia de magia de Tristain!

-¿Academia de magia?

-Yo soy una estudiante de segundo año, Louise de la Vallière. Y soy tu ama desde ahora en adelante. ¡Recuerda eso!

De repente toda la intriga de Saito desapareció. Tenía un mal presentimiento de todo esto.

-Eh… Señorita Louise…

-Dime.

-¿En serio me invocaste?

-Eso es lo que he estado intentando decirte todo este tiempo, no puedo creer que seas tan cabeza-dura. Por que es que mi familiar es tan aburrido... Yo quería algo genial como un dragón, un grifo, o una salamandra. Por lo menos un águila o un búho.

-¿Un dragón? ¿Un grifo? ¿De veras?

-¡Si! Esos serian verdaderamente buenos como familiares.

-¿De verdad existen?

-Pues claro. ¿Por qué?

-Tienes que estar tomándome el pelo- dijo Saito, riéndose. Aunque Louise no pareciera como si estuviera bromeando.

-Bueno, probablemente nunca antes los habías visto- dijo Louise con seriedad, y con un poco de pena en su voz.

Los magos que se habían ido volando y las palabras de fantasía de repente encajaron. Saito sintió una sensación fría que recorría su columna y exploto en un sudor frío.

-Tal vez... Esas personas, de verdad volaron, ¿no? ¿Es que ustedes de verdad son magos y magas?

-¡Claro que lo somos! ¡Ahora suelta mis hombros! ¡Tu ni siquiera me deberías estar hablando!

Un sueño… Esto tiene que ser un sueño…

Lentamente, su fuerza lo abandonó, y Saito cayó a sus rodillas.

-Louise- le dijo con una voz débil.

-No me llames directamente por mi nombre.

-Golpéame.

-¿Qué dijiste?

-Por favor golpéame tan fuerte como puedas en la cabeza.

-¿Por qué?

-Quiero despertar de este sueño. Quiero despertar y conectarme al internet. La cena de esta noche es un delicioso filete hamburg, mi madre me lo dijo esta mañana.

-¿Conectarte al internet?

-No es nada. Después de todo, tú formas parte de mi sueño, así que no tienes que preocuparte. Ahora lo único que quiero es escapar de este sueño.

-No entiendo lo que estás diciendo, pero quieres que te golpee, ¿no?- Louise apretó sus puños.

-Sí, por favor.

Sus puños comenzaron a temblar. La expresión de Louise era indescriptible, pero parecía que pasaban muchos pensamientos por su cabeza.

-¿No estas preocupado en nada sobre ser invocado?

-¿Como debería yo de saber?

-¿Cómo pude yo, la tercera hija de la familia Vallière… una noble orgullosa de su antiguo linaje, terminar teniendo con alguien como tu como mi familiar?

-¿Como debería yo de saber?- Le repitió Saito.

-...¿Y quien exactamente decidió que hay que cerrar el contrato con un beso?

-¿Como debería yo de saber? Mira, ¿puedes hacerlo ya para salir de esto? Yo odio las pesadillas.

-¿Pesadillas? ¡Esa es mi linea!

Y entonces Louise le dio un puñetazo con todas sus fuerzas en la cabeza.

-¡Ese fue mi primer beso!

Quizás ella le puso demasiada fuerza… El mío también, pensó Saito, mientras perdía el conocimiento.

* * *


Hiraga Saito. Diecisiete años de edad y en su segundo año de bachillerato. Capacidad atlética: normal. Notas: normales. Tiempo sin novia: diecisiete años. En promedio: sin ningunos puntos positivos o negativos.

Evaluación del profesor: “Ah, Hiraga-kun. Él nunca se rinde, y tiene un gran sentido de curiosidad, pero es un poco torpe.”

Evaluación de los padres: “Debes estudiar más; estas un poco en el lado torpe.”

Aún siendo torpe, rara vez le molestaban los accidentes, y acepta más o menos todo, al menos mas que las otras personas. Hace un tiempo, cuando vio volar a esas personas, el había hecho un alboroto, pero tomando en cuenta que cualquier otra persona hubiera estado tan en shock que se hubieran desplomado a sus rodillas, el le debía mucho a su forma de ser.

Poniendolo simple, el no piensa mucho sobre las cosas antes de actuar. También, tiene un espíritu muy competitivo, en ese sentido, puede ser que el sea muy parecido a Louise en su forma de ser.

De todas formas, hace apenas treinta minutos, Saito estaba Tokyo,Japón; en el planeta Tierra.

El estaba en su camino de vuelta a casa después de haber llevado su computadora portátil a arreglar. El estaba muy feliz, en verdad, ya que podía conectarse al internet otra vez. Recientemente, el se había registrado en un buscador de parejas y al fin tenía un chance de encontrar a una novia.

Aunque lo que en verdad quería era darle un poco de animo a la vida monótona que el llevaba. Sin embargo, en vez de descubrirlo en el Internet, lo encontró en medio de la calle. El apenas estaba pasando a la estación de tren en su camino a casa cuando de repente vio a un objeto similar a un espejo brillante en frente de el.

Saito se paró, y pasó un buen rato observándolo (recuerden que su curiosidad es mas o menos el doble que la de una persona normal).

Era un gran elipse, debía de tener dos metros de alto por un metro de ancho, sin un grosor apreciable. En ese instante el se percató de que el espejo estaba flotando un poquito por encima de la tierra. Esto le pico a su curiosidad aun mas.

¿Qué tipo de fenómeno natural es este? se preguntaba, mientras inspeccionaba el espejo brillante. Esto es mas que raro. Nunca he visto o he oído hablar de un fenómeno como este.

Considero pasarle por un lado, pero su curiosidad se apodero de el. Quería ver si podía caminar a través de el.

No, tal vez no deba, se dijo a sí mismo. Pero es solo por algunos pasos… el se convenció. De verdad que tenia una personalidad irreparable.

Primero, hizo un experimento, lanzó una piedra contra el espejo, y ésta se perdió en su interior.

Oho, pensó.

Cuando reviso el otro lado, la piedra no estaba en ningún lado. Después saco las llaves de su casa de su bolsillo y toco al espejo con la punta de las llaves.

No pasó nada.

Retiro la llave, la examinó, pero no había nada diferente en ella. Así que Saito razono que no corría ningún peligro inmediato si pasaba por ahí, lo que lo tentó aun más a entrar. En el final, aún sabiendo que no debía hacerlo, comenzó a caminar. Era casi como abrir un manga, justo después que uno acaba de decidir en estudiar solamente.

Inmediatamente lo lamentó, pues un intenso choque asalto a sus sentidos. De repente se acordó de su niñez, cuando su madre le había comprado una extraña máquina que, supuestamente, hacia a la persona mas inteligente al correr una corriente eléctrica por su cuerpo. Se sentía muy parecido a eso. Saito se desmayo.

Cuando abrió los ojos…

Se encontraba en un mundo extraño que parecía como si hubiese venido directo de un libro de fantasía.

* * *

-¿Es eso verdad?- preguntó Louise, mirando a Saito con una expresión de incredulidad. En su mano, tenía el pan para la cena de esa noche.

Estaban en la habitación de Louise, que debía tener unos algunos doce tatamis. Si tratabas la ventana como si fuera el sur, la cama estuviera en el oeste, la puerta en el norte y un gran armario en el éste. Todos los muebles parecían como si fueran antigüedades valiosas.

Louise había traído aquí a Saito después que había recuperado la conciencia.

Saito, intentando ignorar el dolor que sentía en su cabeza después del golpe anterior, le respondió. -¿Y que pasa si no lo es?

Saito nunca se había sentido molesto ante su curiosidad, hasta hoy.

Nunca debí haberme metido en esa cosa… Esto no es Japón. Ni si quiera es la Tierra.

Si existía una nación en la que habían magos que pudieran volar por el cielo, aunque sólo fueran unos pocos, el definitivamente no los había visto en su clase de geografía de primaria. Y aun si existiese, que es lo que pasa con esas grandes lunas flotando en el cielo? Esas lunas podrían fácilmente ser el doble de grandes que la Tierra. El tamaño no era el problema; era posible que en algunos países hubieran noches como esta. Lo que estaba raro era que habían dos de ellas. ¿Es que las lunas se pudieron multiplicar en dos sin que Saito se diera cuenta?

No. No pueden. En otras palabras, esto definitivamente no es La Tierra.

Todo estaba oscuro… La noche ya había caído.

Seguro que mi familia está muy preocupada por mí, concluyo con tristeza.

Desde la ventana, él podía ver el extenso césped verde en el que estuvo tumbado. Al fondo de todo, iluminado por la luz de las lunas, podía ver una alta sierra. Y a su derecha se distinguía un gran área de bosque denso. Saito suspiró.

Un bosque como este simplemente no debería existir. Es totalmente diferente a lo que verías en Japón.

El castillo y sus alrededores, que habían pasado en su camino, parecían como algo sacado de las edades medias. Era un sitio que le hubiera quitado el aliento por su asombro si hubiese venido de vacaciones.

Había un arco en la entrada, y una escalera robusta, ambas hechas de piedra… Esta era la Academia de Magia de Tristain, por lo que le explicó Louise. Todos los estudiantes vivían en habitaciones situadas en los jardines de la academia.

¿Academia Mágica? ¿Dormitorios increíbles? ¡Genial! ¡Es igual que una película! ¡Pero no es La Tierra!...

-No puedo creerlo.

-Mira, yo tampoco.

-Hablando de otro mundo… ¿Que quieres decir?

-Allí no hay magos, y sólo hay una luna.

-¿Es que hay algún mundo así?

-¡Es lo que te estoy diciendo, de allí es que yo vengo!- le gritó Saito.

-¡No me grites, plebeyo!

-¿¡A quién le estás llamando plebeyo!?

-¿Tú no eres un mago, verdad? Entonces eres un plebeyo.

-¿Y que importa si soy un mago o no?

-¡Mira! ¿Es que de verdad no sabes nada sobre este mundo?

-¡Como te he estado diciendo todo este tiempo! ¡No soy de este mundo!

En ese instante, Louise puso los codos sobre la mesa, con una cara llena de preocupación.

Encima de la mesa había una lámpara bastante antigua. Su luz intermitente llenaba la habitación con un resplandor pálido. Parecía como si no utilizase la electricidad.

¡Dios, no es tan complicado instalar la electricidad! ¿no? Me siento como si estuviera en la cabaña de ese viejo extranjero que fuimos a visitar hace unos años con mi familia. Espera, “instalar”… O puede ser... Que sea…

-¡Ya lo tengo!

-¿Qué tienes?- preguntó Louise, alzando su mirada.

-Este es uno de esos programas de cámaras ocultas. Y esto es solo una broma que ustedes me están haciendo, ¿no?

-¿Que es una ‘Cámara oculta’?

-Pararon de grabar después que alguien se hizo daño, pero ustedes no tenían material para seguir, así que volvieron a este tipo de cosas, ¿eh? Entonces, ¿Hacia dónde está la cámara?

-¿De qué estás hablando?

Saito saltó encima de Louise.

-¡Kya--! ¡¿Qué estas haciendo?!

Tumbando una de las silla, el cayó sobre ella.

-¿Dónde está el micrófono? ¿Esta aquí?

Agarrándola fuertemente, empezó a desabotonarle la blusa. Sin embargo, una fuerte patada a los genitales lo paro... Esto lo dejo en el suelo, lleno de dolor.

-¡Gaaaaaaah!

-¿Có-Cómo te atreves…? ¿A una noble como yo…?- Louise se paro, con su cuerpo temblando furiosamente.

A través de su intensa agonía, Saito pensó, Esto definitivamente no es un sueño...

-Por favor…

-¿!Qué!?

-Envíame de vuelta a casa…

-Eso es imposible.

-¿Pero, por qué…?

-Por que estas atado por el contrato como mi familiar. Da igual de donde seas, si del campo o de un mundo completamente diferente, como tu dijiste. Una vez que se establece un contrato, no hay vuelta atrás.

-Debes estar bromeando…

-¡Mira, a mi tampoco me gusta! ¿¡Por qué tengo que tener a un familiar como tu!?

-Bien, entonces, envíame de vuelta.

-¿De verdad vienes de otro mundo?- preguntó Louise, aparentemente, aun seguía perpleja.

-Sí- cabeceó Saito.

-Demuestralo.

Todavía haciendo una mueca del dolor, Saito se levantó y abrió su bolso.

-¿Qué es eso?

-Una computadora portátil.- Le respondió Saito

La superficie del ordenador que acababa de ser arreglada brillaba frente a la luz de la lámpara.

-Sinceramente nunca había visto nada igual. ¿Qué tipo de artilugio mágico es este?

-No es magia. Es ciencia.

Saito pulsó el botón de encendido, y el ordenador empezó a funcionar.

-¡Ehhh! ¿¡Qué es esto!?- gritó sorprendida Louise al encenderse la pantalla del ordenador.

-Es la pantalla del ordenador.

-¡Que bonito! ¿Y qué elemento mágico utiliza? ¿Viento? ¿Agua?

-Ciencia.

Louise miró a Saito fijamente con una expresión en blanco. Claramente todavía no lo entendía.

-¿Y qué tipo de elemento es esa ‘ciencia’? ¿Es muy diferente a los otros cuatro poderes elementales?

-¡Ay, es suficiente! ¡Ya te dije, no es magia!- dijo Saito, agitando sus manos violentamente.

Louise se sentó encima en la orilla de su cama y dejo que sus pies ondularan. Entonces, encogiendo sus hombros, dijo, con una mirada sin pasión:

-Mmm. De verdad, todavía no lo entiendo...

-¿Por qué? ¿Es que hay algo parecido en este mundo?

Louise puso mala cara.

-No, pero…

-¡Entonces créeme! ¡No hay nada que entender!

Sujetando su largo pelo, Louise asintió con la cabeza.

-¡Está bien! ¡Te creeré!

-¿De verdad?

Cruzando sus brazos y moviendo la cabeza hacía un lado, Louise le gruño, molesta. -Solo por que hubieras seguido con eso si no yo no hubiera dicho eso.

-Bien, eso no importa, mientras lo entiendas. Ahora, llévame a casa.

-Ya te dije, que eso es imposible.

-¿Por qué?

La cara de Louise estaba dando de señales de incomodidad mientras le contestaba a Saito.

-Es por que no existe ningún conjuro que pueda conectar este mundo con el tuyo.

-¿Entonces cómo hiciste para invocarme desde mi mundo?

-¡Yo quisiera saber eso también!

Saito y Louise se miraron el uno al otro.

-Escucha, te estoy siendo totalmente sincera cuando te digo que no existe conjuro con ese efecto. No hay nadie que haya siquiera escuchado del otro mundo.

-Pero obviamente hay uno, ¡si yo estoy aquí!

-El conjuro ”Summon servant” se utiliza para llamar a seres vivos dentro de Halkeginia. Normalmente, sólo se invocan a animales o bestias mágicas. Esta la primera vez que veo que se invoca a una persona.

-Por que hablas como si tu no estuvieras involucrada. Vuelve a usar ese hechizo otra vez.

-¿Por que?

-Es posible que me devuelva a mi mundo.

Louise se veía bastante perpleja, e inclino su cabeza.

-Eso no funcionará. “Summon servant” es estrictamente de una vía. No existe ningún conjuro que sirva para devolver al familiar a su lugar de origen.

-¿Y que más da? Sólo inténtalo.

-Es Imposible. Ni siquiera puedo conjurarlo ahora.

-¿Qué? ¿Por qué?

-…usar “Summon servant” es…

-¿Sí?

-...Completamente inefectivo a menos que tu familiar se haya muerto.

-¿¡Que dijiste!?

El cuerpo de Saito se congeló al instante.

-¿Quieres morir?

-Err… Creo que paso- Saito dejo caer su cabeza. Su mirada se dirigió hacia las runas que tenía grabadas en la mano izquierda

-¡Quieres saber lo que eso es?

-Sí.

-Esa marca que prueba que tú eres mi familiar.

Louise se puso de pie y cruzó sus brazos. De cerca era realmente linda. Piernas delgadas y bien proporcionadas, tobillos finos. No es muy alta, alrededor de unos 155 centímetros. Sus ojos son similares a los de un gatito curioso y sus cejas trazaban una linea muy sutil sobre ellos.

Si Saito la hubiera conocido por el buscador de parejas, el hubiera estado saltando de la alegría. Pero ese no era el caso, ni siquiera estaba en La Tierra. No importaba que tanto quisiera regresar, no podía. Al pensar eso, Saito se hundió, y sus hombros cayeron.

-Sí, está bien... Por ahora, parece ser que de verdad soy tu familiar.

-¿Dilo otra vez?

-¿Es qué tienes algún problema con eso?

-Ya veo que todavía no estas acostumbrado a un lenguaje formal. Deberías decir ‘¿Es que hay algo que usted deseé, ama?’- le corrigió Louise, levantando un dedo como si lo estuviera semoneando. El gesto era adorable, pero el tono era bastante estricto.

-Bueno, Emm, ¿qué hace un familiar exactamente?- le preguntó Saito. Por supuesto, él ya había visto familiares como cuervos o búhos en animes sobre magos. Pero ellos lo único que hacían era sentarse en el hombro de su amo y no hacían nada muy importante.

-Primero de todo, el familiar puede incrementar el nivel auditivo y la visión de su amo.

-¿Cómo?

-Quiero decir que lo que ve el familiar, lo puede ver también su amo.

-Ah.

-Pero no parece funcionar contigo… No puedo ver nada.

-Sí, bueno, no es como si eso importara- le dijo Saito como si no se tratase de el.

-Y también, un familiar tiene que conseguir los objetos que su amo deseé. Como por ejemplo, reactivos.

-¿Reactivos?

-Son catalizadores que se usan cuando usas ciertos conjuros. Algo como, sulfuro, o musgo…

-Ajá...

-Pero tu nunca me conseguirías cosas como esas, ¿o si? Considerando que tu ni siquiera sabes que tipos de reactivos hay.

-Nop

Louise frunció el ceño, irritada, pero continuó hablando: -Y esto es lo más importante de todo… ¡un familiar existe para proteger a su amo! La tarea de protegerlos contra cualquier enemigo es la tarea más importante. Pero creo que esto será un pequeño problema para ti...

-Ya que soy un humano…

-...Una poderosa bestia mágica casi siempre derrota a su enemigo pero no creo que puedas siquiera derrotar a un cuervo.

-Por eso, sólo te mandaré a hacer cosas que sé que puedes hacer, como por ejemplo, lavar, limpiar, y otras tareas misceláneas.

-Eso es ofensivo. Ya veras, ¡Estoy seguro de que encontraré la manera de volver a casa!

-Claro, claro, no lo dudo. Es más, cuando lo hagas, estaré feliz. Ya que cuando regreses a tu mundo, yo podré invocar a otro familiar.

-Oye tú…

-Bien, toda esta charla ha hecho que me de sueño- dijo Louise con un gran bostezo.

-¿Dónde duermo?

Louise señaló al suelo.

-Yo no soy un perro o un gato, ¿sabes?

-Pero no hay ningún otro sitio. Y sólo hay una cama. Louise le lanzó una manta.

Entonces, ella subió su mano al botón superior de su blusa. Uno a uno, los botones se fueron desabrochando. De pronto Louise se encontraba en solo su ropa interior.

Tan pronto estaba solamente en su ropa interior, Saito se sonrojo. -¿Pe-pe-pero qué estas haciendo!?

Louise le respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo. -Voy a dormir, así que me estoy cambiando-

-¿Por qué no te cambias en algún sitio donde no pueda verte?

-¿Por qué?

-¡Por qué si! ¡Es una situación muy incómoda! ¡En serio!

-No es incómoda en lo absoluto.

-¿Eso es porque eres maga? ¿No te sientes rara haciendo eso en plena vista de un chico?

-¿Un chico? ¿Quién? No pienso nada sobre ser vista por mi familiar.

Que rayos. Es exactamente como alguien trataría a un perro o a un gato.

Saito cogió la manta, la lanzo sobre su cabeza y se viro a la otra dirección.

El intento hechar hacia atrás todos los pensamientos que había tenido anteriormente sobre su belleza. Ella de verdad que acababa con su paciencia. Una chica como ella, ¿maga? Si claro.

-Oh, y estos, los quiero limpios para mañana

Varios objetos vinieron volando y aterrizaron suavemente al lado del. El los recogió, con curiosidad sobre lo que eran.

Una camisola de encaje, y unas panties que combinaban. Las dos blancos. Qué ropa más exquisita y delicada, pensó Saito, mientras su cara se sonrojaba. Apretó fuertemente la ropa mientras una mezcla de indignación y felicidad lo llenaba.

-Por qué tengo que lavar tu… ¿¡Ropa interior!? ¿¡Lavarlas!? Francamente, ¡estoy alagado y ofendido!


El se incorporó súbitamente, sin siquiera darse cuenta que lo había hecho. Louise estaba halando un gran camisón sobre su cabeza. Con esa luz tenue que estaba siendo arrojada por la lampara, el podía ver los contornos de su figura. Aunque el no podía ningunos otros detalles, no parecía como si ella estuviera avergonzada. Era un poco decepcionante. Era como si su masculinidad estuviese siendo negada.

-¿Quién crees que te va a mantener? ¿Quién piensas que te alimentará? ¿Y de quién exactamente es la habitación donde vas a dormir?

-Emm...

-Eres mi familiar, ¿verdad? Lavar, limpiar y cualquier otra tarea pequeña, es obvio que son tu trabajo.

Saito volvió a ponerse la manta sobre su cabeza otra vez.

Esta chica no tiene esperanza, pensó. No me ve como un hombre en lo absoluto. Quiero irme a casa. Extraño a mi habitación. Extraño a mis padres.

La sensación de nostalgia lo abrumaba.

¿Cuándo podré volver? ¿Es que hay siquiera una manera de volver? Me pregunto si mi familia esta preocupada por mi ahora mismo... Necesito encontrar alguna manera de volver… ¿Qué debo hacer? ¿Debo intentar huir de aquí? ¿Pero, y después que? Quizás deba intentar preguntarle a alguien. Pero según lo que me dijo Louise antes, nadie siquiera sabe que hay otro mundo, así que no hay manera de que me crean.

No, necesito pensar esto racionalmente. De cualquier manera, si me resisto no llegare a ningún lado. No tengo ninguna pista, y aun si puedo escapar de aquí, nada me garantiza que encontrare una manera de volver. Ni siquiera tengo a algún familiar en este mundo. No hay nadie en quien pueda confiar, excepto a una chica presumida llamada Louise.

Creo que no tengo opción. Por ahora, seré su familiar. Por lo menos me dijo que me alimentara. Va a ser duro, ya que no soy nada mas que un familiar para ella. Claro, es un poco arrogante, pero al menos es bastante linda. Supongo que puedo imaginar que acabo de conseguir a una novia. Alguien a quien conocí por el buscador de parejas. Tratarla como si yo viniese de mi país solo para verla. O como si yo viniera como un estudiante extranjero. Es mas, así esta mejor. Si, eso es lo que me imaginare. ¡Hah! Soy así de simple. ¡Es genial!

Bien, pensó Saito. No es como si estuviese abandonado en una isla desierta. Si me deprimo no logro nada.

Yo viviré como su familiar, y en el proceso, buscare una manera de vuelta a casa.

Ahora que su plan estaba hecho, el se sintió con mucho sueño.

Sin importar la situación, la habilidad increíble de Saito para adaptarse a todo siempre lo salvaba. Donde todos hubieran entrado al pánico y se hubiesen desplomado, Saito podía superar cualquier cosa gracias a su forma de ser.

Louise chasqueo sus dedos, y el resplandor de la lampara murió.

¿La lámpara también es mágica? Creo que eso significa que en verdad no hay necesidad de tener electricidad, razonó Saito.

Un manto de oscuridad descendió sobre la habitación.

Del otro lado de la ventana, las dos lunas brillaban misteriosamente.

Sra. Hiraga, su hijo Saito a llegado a un mundo donde los magos existen. Él no podrá asistir al colegio durante algún tiempo, ni podrá estudiar. Por favor perdonenlo.

Y así dio comienzo la vida de Saito como un familiar.




Louise La Zero[edit]

Cuando Saito se despertó, lo primero que vio al abrir sus ojos era la ropa interior que Louise se había quitado.

De alguna manera había terminado en plena vista, después de haber sido tirado sin ningún cuidado.

Louise todavía estaba dormida en la cama, roncando suavemente. Su cara cuando dormía era simplemente angelical. Ahora ella parecía mucho mas infantil. Ella era una chica molestosa y ruidosa, y cuando habla siempre era “noble” esto, “mago” lo otro; pero cuando dormía, era muy linda. Saito casi deseaba que se quedara así por siempre.

Entonces la realidad lo golpeo. “Así que lo de ayer de verdad NO fue un sueño.” El se había quedado pensado que cuando se despertase, se iba a encontrar de vuelta en su habitación, pero, obviamente, eso no había pasado. Se sentía desanimado.

No obstante, era una mañana refrescante. Una luz deslumbrante estaba iluminando la habitación.

La incesante curiosidad de Saito resurgió. Pensándolo bien, esto es una especie de viaje turístico. ¿Me pregunto qué clase de mundo es éste? Aunque no me gusta la idea de ser el familiar de una maga grosera que ronca, yo debería intentar hacer lo mas que yo pueda de esta situación.

Primero, le dio un jalón a la manta de Louise.

-¿Q-qué? ¡Qué esta pasando

-Ya es de día, milady.

-¿Eh? O-Oh… Espera, ¡¿Quién eres tu?!

Gritó Louise sin poder articular bien las palabras. Su expresión estaba en blanco mientras su voz se bajo a un murmuro que daba pena.

“¿Estará bien esta chica?”

-Hiraga Saito.

-Oh, el familiar. Es cierto, te invoqué ayer, ¿no?”

Louise se incorporó y bostezo. Entonces le ordeno a Saito: -Ropas.

Saito le tiro el uniforme que estaba tendido sobre una silla. Louise empezó a desnudarse torpemente.

Saito rápidamente para esconder su cara que se estaba sonrojando.

-Ropa interior.

-Có-coge eso tú misma.

-Está en la gaveta mas baja… De ese armario… Allí.

Parecía como si planeaba usar a Saito lo mas que pudiese.

Mordiéndose la lengua, el fue a la gaveta indicada. Había una vista increíble, estaba repleto de ropa interior. Era la primera vez que el veía la ropa interior de una mujer, a excepción de su madre. Cogiendo un uno al azar, el lo tiro por encima de su hombro sin ver hacia atrás.

Una vez que Louise terminó de ponerse la ropa interior, murmuro otra orden:

-Ropas.

-Pero si te las acabo de dar.

-Vísteme.

-No te pases.- Saito se dio la vuelta para quejarse, sólo para encontrarse a Louise sentada, adormilada, solamente con la ropa interior que le había lanzado antes. De repente no supo a donde mirar.

Louise puso mala cara.

-Tal vez no sepas por que no eres mas que un plebeyo, pero los nobles nunca se visten ellos mismos si hay un sirviente disponible.

Eso le molestó.

-Lo menos que puedes hacer es vestirte tu sola.

-Bien, entonces. Como castigo para un familiar irrespetuoso; no desayunarás.- declaro Louise, levantando un dedo triunfante.

Sin ganas, Saito recogió la blusa.


* * *


Cuando salió de la habitación con Louise, vio tres puertas de madera idénticas a lo largo de la pared. Una de las puertas se abrió, y de ella salió una chica con un pelo rojo llameante. Era más alta que Louise, debía de ser más o menos como Saito. Tenía una atmósfera bastante coqueta. Su cara era atractiva, y tenía un pecho cautivante. Sus senos eran como dos melones.

Los dos primeros botones de su blusa estaban desabrochados, dejando al descubierto un impresionante escote que atraían a los ojos. Su piel estaba bronceada, dándole una especie de vida y belleza natural.

Su altura, color de piel, atmósfera y tamaño de sus senos… Hacían un gran contraste con Louise, quien no tenia estos encantos.

Cuando vio a Louise, una amplia sonrisa se dibujó en su cara.

-Buenos días, Louise.

Louise le devolvió el saludo con el ceño fruncido.

-Buenos días… Kirche.

-¿Es ese… Tu familiar?- Preguntó Kirche con un tono como de burla, señalando a Saito.

-Así es.

-¡Ajaja! ¡Así que de verdad es un humano! ¡Eso es asombroso!

Saito se resentía de ese comentario. “Perdoname por ser humano. ¿Qué eres tú entonces?” Miró fijamente a su pecho. “Tu no eres mas que un alien con senos grandes. Si, un alien con s-s-senos muy grandes.” Su mirada se intensifico.

-Sólo tú podías invocar a un plebeyo con ‘Summon servant.’ ¿Que mas se podía esperar de Louise la Zero?

Las blancas mejillas de Louise se sonrojaron a un roja vino.

-Cállate.

-Yo también invoqué a un familiar ayer. Y a diferencia una cierta persona, lo hice en mi primer intento.

-¿De verdad?

-Y, si vas a tener un familiar, tiene que ser uno bueno. ¡Flame!

Kirche llamó a su familiar triunfante. De su habitación, un lagarto rojo oscuro salió arrastrándose. Una ola de calor golpeó a Saito.

-¡Uwah! ¿Qué rayos es esa cosa roja?

Kirche sonrió.

-¡Ohoho! ¿No me digas que es tu primera vez viendo a un lagarto de fuego?

-¡Pero ponle una cadena o algo! ¡Es peligroso! ¿Y que exactamente es un lagarto de fuego?

-No te preocupes. Mientras yo le ordene que no lo haga, no atacara. ¿No estas siendo algo cobarde?

Kirche se llevó la mano a la barbilla e inclino su cabeza hacia un lado de forma provocativa.

Esa criatura era al menos tan grande como un tigre. La punta de su cola estaba envuelta en fuego, y su boca botaba chispas y pequeños llamas inconscientemente.

"No te preocupes. Mientras yo le ordene que no lo haga, no atacara. ¿No eres tu un gran cobarde?"

-¿No tienes calor estando tan cerca de él?- Preguntó Saito. El se calmo y lo volvió a mirar. -Wow, es un monstruo... Fantástico!

-En verdad, esta bastante fresco para mi.

-¿Es eso una salamandra?- Preguntó Louise, celosa.

-¡Estas correcta! ¡Un lagarto de fuego! Mira la cola. ¡Una llama tan viva y grande quiere decir que proviene de Las Montañas de los Dragones de Fuego! ¡Es cómo una marca de fábrica! ¡Ni los coleccionistas le podrían poner precio a esto!

-Que bien.- Dijo Louise con voz amarga.

-¿No crees? ¡Encaja perfectamente con mi afinidad!

-Tú afinidad es el fuego, ¿no?

“Pues claro. Después de todo, soy Kirche la Ardiente. El fuego de la pasión gentilmente ardiente. Por donde quiera que vaya, los chicos caen ante mis pies. A diferencia de ti, ¿Verdad?

Kirché sacó se pecho hacia afuera en su orgullo. No queriendo perder, Louise hizo lo mismo, pero la diferencia de volumen era bastante triste.

A pesar de eso, Louise miró mal a Kirche. Parece que ella de verdad odiaba perder.

-Yo no tengo el tiempo de coquetear con todo el mundo que veo, a diferencia de ti.

Kirche solo dio una sonrisa calmada. Después, giro hacia Saito.

-¿Y cómo te llamas?

-Hiraga Saito.”

-¿Hiragasaito? Que nombre más raro.”

-¡Oye!”

-Bueno, ya me voy.”

Acarició su rojo pelo y se marchó rápidamente. La salamandra la siguió con un lindo movimiento que resultaba raro en una criatura de ese tamaño.


En cuanto desaparecio, Louise sacudió su puño fuertemente en su dirección.

-¡Ooh, esa chica si que me irrita! ¡Sólo por que invocó a una salamandra de Las Montañas de los Dragones de Fuego! ¡Argh!

-Tranquilízate, es sólo una invocación.

-¡No, no lo es! ¡Puedes determinar el verdadero poder de un mago solo mirando a su familiar! ¿Por qué es que esa idiota consiguió una salamandra, mientras yo te tengo a ti?

-Ayy, perdona por ser humano. Pero tú también eres una, ¿sabes?.

-¡Comparar a un mago con un plebeyo es como comparar a un lobo y un perro!- Dijo Louise indignada.

-…Esta bien, Esta bien. A propósito, ella te acaba de llamar ‘Louise la Zero’, pero ¿qué significa el ‘Zero’? ¿Es ese tu apellido?

-¡De ninguna manera! ¡Mi nombre es Louise de la Vallière! ‘Zero’ es sólo un apodo.

-Un apodo, ¿eh? Puedo entender por que a ella le llaman ‘La Ardiente’, pero, ¿por que eres tu ‘La Zero’?

-No necesitas saberlo.- Contestó Louise algo incómoda.

-¿Es por tus senos?- Preguntó Saito, echando una mirada a Louise. -Sip, tan plana como una tabla.

La mano de Louise voló hacia él, pero la consiguió esquivar.

-¡Vuelve aquí!

-¡No me golpees!

¿Una bofetada?

Eso me recuerda… Esta chica… Ayer, aunque todos los demás se fueron volando, ella camino. Y ayer en la noche, cuando la agarré, me dio una patada en la ingle.

Si de verdad deseara regañarme, ¿no sería mejor utilizar magia en vez de golpearme o patearme? Eso sería más eficaz, y más típico de un mago. ¿Por que será? Se preguntaba Saito.

* * *

El comedor de La Academia de Magia de Tristain era el mas céntrico y alto de todos los edificios en el campus. Adentro, tres mesas extremadamente largas estaban colocadas en paralelo una al lado de la otra. Cada una de ellas parecían como si pudieran acomodar fácilmente a cien personas. La mesa en la que Louise y todos los demás del segundo año se sentaban era la del medio.

Al parecer los estudiantes se podían identificar según el color de sus capas. Mirando desde la entrada, todos los que estaban sentados a mano izquierda parecían ser más mayores y llevaban capas de color morado; los de tercer año.

Los estudiantes que estaban sentados a la derecha llevaban capas de color marrón; los de primer año. Así que son como jerséis para cada año. Pensó Saito.

Cada uno de los magos de este colegio, tanto estudiantes como profesores, se reúnen aquí para desayunar, comer, y cenar.

En un piso más alto, se podían ver a los profesores gozando de una entretenida charla. Todas las mesas estaban magníficamente decoradas.

Había un montón de velas, ramos de flores, cestos llenos de frutas…

Saito se quedó con la boca abierta del asombro ante la grandeza del comedor. Louise levantó su rostro y comenzó a explicarle. Sus pequeños ojos brillaban con picardía.

-La Academia de Magia de Tristain no sólo enseña magia, ¿Sabias?

-Claro…

-La mayoría de los magos son nobles. Hay un refrán que dice ‘los nobles alcanzan la nobleza con el uso de la magia” esa es la fundación de la educación que recibimos como nobles. Por eso, nuestro comedor también debe ser digno para la posición de un noble.

-Está bien…

-¿Entiendes? Normalmente un plebeyo como tú nunca pisaría la comedor de Alvíss*. Agradecemelo.


[*NdT: Alvíss: era un enano en la mitología nórdica que fue convertido en piedra por Thor.]

-Claro… Eh, espera, ¿Qué es un ‘Alvíss’?

-Es el nombre que para las personas pequeñas. ¿Ves todas esas estatuas de allí?”

Donde ella señaló, alineadas cerca de la pared había una fila de estatuas muy elaboradas de personas pequeñas.

-Están bien hechas. Err, esas cosas no… o sea… no vuelven a la vida o algo por la noche, ¿verdad?

-Oh, ¿Ya lo sabías?”

-¡¿Así que lo hacen?!

-Bueno, ellos bailan. Pero ya es suficiente de esto, saca mi silla, podrías? No eres un familiar muy competente,- Louise comento, cruzando sus brazos e inclinando su cabeza hacia un lado, lo que hizo que su cabello de color fresa undulara. “Ah bueno, damas primero”. Saito le saco la silla de Louise para que ella se sentara.

Louise ni si quiera se lo agradeció cuando se sentó. Saito también saco una silla para el y se sentó.

-¡Esto es increíble!- Gritó Saito. Era demasiado grandioso para un desayuno. Un gran pollo asado estaba tentando a Saito. Aparte de eso, también había vino y una tarta horneada en la forma de una trucha.

-¡No me puedo comer todo esto! ¡Si lo hago me muero! ¡Oye, Señorita!- Saito topó el hombro de Louise, sólo para encontrarse con una penetrante mirada. -¿Qué?- Preguntó Saito dudoso. Louise no le quitó la mirada de encima. -Claro, me estoy adelantando. ¡Debo actuar mas como la nobleza! Aunque no soy un noble.

Louise señaló al suelo, dónde sólo había un plato.

-Es un plato.

-Sí. Lo es.

-Hay algo sospechoso en el.

Louise apoyó su barbilla en sus manos y le dijo.

-Sabes, los familiares se suponen que se queden afuera. Tú sólo estás aquí por qué yo lo solicité.

Y así, Saito se encontró sentado en el suelo torpemente, mirando detenidamente al plata en frente a el. En el habían algunos tristes pedazos de carne flotando en una sopa aguada. En la orilla había media rebanada de un pan duro.

Extendiendo su cuello, miró por encima del borde de la mesa.

Solo podía ver con ganas mientras veía el espectacular festín encima de la mesa. Ni si quiera se podía comenzar a comparar con el pequeño plato de sobras.

“O Gran Fundador Brimir y nuestra señora, la Reina, os damos las gracias por esta humilde comida que nos habéis proporcionado esta mañana.”

El harmonioso sonido de esta oración resonó por la sala. Louise también se unió, cerrando sus ojos.


¿Como es eso una ‘humilde comida’?” se quejo Saito para sus adentros, aun mirando fijamente a la comida. pensó Saito quejandose. Eso es aún más grande que un banquete. Si alguien tiene una ‘humilde comida’ aquí, soy yo. Quiero decir, ¿que rayos es lo que hay dentro de este plato? Esto es peor que como alimentarias a una mascota. Saito quería protestar. ¡Hasta los animales en Japon comen mejor que esto!

Irritado por como le trataban, puso una mano encima de la mesa, solo para tener,la abofeteada por Louise.

Saito la miró con resentimiento.

-¿Qué estás haciendo?

-Dame un poco de pollo. ¿Es que no me puedes dar ni un poquito?

-Ahmm… Refunfuñando, Louise le quitó un poquito de la piel y se lo echó en su plato.

-¿Y la carne?

-¡Negada! Ya que esto podría crear un habito, - Louise empezó a comer. Louise comenzó a comer de ese festín con mucho entusiasmo.

-Ah, esta delicioso. ¡Delicioso! Creo que voy a llorar- Murmuró Saito, mientras intentaba comerse su pan duro.


* * *


Las clases de la Academia de Magia eran muy similares a las salas de conferencia de la universidad. Y como todo lo demás, estaban construidos de piedra. Los profesores se encontraban en la mesa de abajo dando clase, y desde la mesa del profesor los asientos de los estudiantes iban ascendiendo como si fueran una escalera, formando un semicírculo. Cuando Saito y Louise entraron, todos giraron simultáneamente sus cabezas hacia ellos.

Y entonces empezaron a reírse. Kirche también estaba allí, rodeada por un montón de chicos.

Ya veo, así que es cierto que sólo con mover un dedo, a todos los chicos se les cae la baba. Y ellos aparte la tratan como a una reina. Bueno, tampoco me sorprende con el cuerpo que tiene. Supongo que los pechos grandes, siguen siendo pechos grandes seas de dónde seas.

Había todo tipo de familiares.

La salamandra de Kirche estaba dormida bajo su silla. Había estudiantes con búhos apoyados en sus hombros. En una ventana, una gigantesca serpiente miraba la clase. Un chico silbó, y la serpiente se retiró, además de eso también había cuervos y gatos.


Pero lo que más atraía la atención de Saito eran las criaturas fantásticas que no existían en su mundo. Estaba cada más excitado. Todas esas bestias se arremolinaban alrededor de él.

Entre ellos vio a un lagarto con 6 piernas. Qué puede ser eso... Saito intentaba averiguarlo a través de los conocimientos que tenía de las bestias fantásticas. ¡Un basilisco! He visto uno en un juego. También había un ojo que flotaba. ¿Qué puede ser eso? Decidió preguntárselo a Louise.

“¿Qué es ese ojo flotante?”

“Un Bugbear.”

“¿Y esa cosa qué parece un pulpo?”

“Un Skua.”

Louise le contestó malhumorada y se sentó. Saito se sentó al lado de ella. Louise lo miró fijamente.

“¿Qué?”

“Ese sitio es para los magos. Un familiar no puede sentarse ahí.”

A regañadientes, se sentó en el suelo. No puedo comer el desayuno con los demás. No me dejan sentarme en esta silla… Paso de estar sentado aquí. Pensó Saito, y volvió a sentarse en la silla.

Louise le miró, pero por esta vez no dijo nada más. La puerta se abrió, y la profesora entró en la clase.

Era una mujer de mediana edad, vestía un traje púrpura bastante voluminoso y un sombrero. Tenía una cara regordeta, redondita, que transmitía sensaciones amistosas.

“¿También es maga esa señora?” Le susurró Saito a Louise.

“¿Es qué no es obvio?” Le dijo Louise volviéndose.

La señora miró a toda la clase y empezó a hablar con una sonrisa en la cara.

“Enhorabuena, parece que las invocaciones de los familiares fueron todo un éxito. A mí, Chevreuse, siempre me llena de alegría ver a los nuevos familiares que se convocan todos los años.”

Louise cerró sus ojos y agacho la cabeza.


“Madre mía. Si que has convocado a un familiar… Peculiar, Srta. Vallière.” Dijo mirando mirando a Saito. El comentario no iba con malicia, pero aún así la clase estallaba de risa.

“¡Louise la Zero! ¡No vale escoger a un plebeyo de la calle, sólo por que no puedas invocar nada!”

Louise ondeó su rosado pelo y se levantó. Y con su suave voz entrada en cólera dijo.

“¡No! ¡Hice todo correctamente! ¡Él fue todo lo que apareció!”

“¡No mientas! Apuesto a que no pudiste lanzar el conjuro de invocación, ¿verdad?”

Los demás estudiantes se rieron entre dientes.

“¡Señora Chevreuse! ¡Me han insultado! ¡Malicorne el “Resfriado” me ha insultado!”

Louise golpeó con su puño la mesa en señal de protesta.

“¿El resfriado? ¡Yo soy Malicorne el Barlovento! ¡Y nunca he cogido un resfriado!”

“Bueno, es que como tienes una voz tan ronca parece que has cogido uno.”

El chico que se llamaba Malicorne se levantó y miró a Louise. Chevreuse los señaló con la varita. Ambos repentinamente de un tirón, como si fueran marionetas, se sentaron.

“Srta. Vallière, señor Malicorne, detengan esta innecesaria discusión.”

Louise parecía desanimada. Toda la vivacidad que había demostrado tener antes parecía haberse evaporado.

“Llamar a los amigos por motes como ‘la Zero’ o ‘el Resfriado’ no es aceptable. ¿Entendéis?”

“Srta. Chevreuse, a mí me lo dicen de broma, pero para ella, es pura verdad.”

De repente unas carcajadas salieron de algún lado de la clase.

Chevreuse miró a toda la clase con una expresión amenazante. Señaló otra vez con su varita y a todos los que se reían le metió en la boca pedazos de arcilla roja.

“Ahora seguiréis la clase en ese estado.”

Esto era una especie de tapón para cualquier arrebato que se pudiera dar.

“Y ahora, empecemos la clase.”

Chevreuse tosió fuertemente, y agitó su varita. Y unos guijarros aparecieron de la nada encima de la mesa.


“Mi nombre runico es ‘Arcilla roja’. Chevreuse la Arcilla Roja. Este año os voy a enseñar todo lo que tenga que ver con la magia del elemento Tierra. ¿Sabe cuáles son los cuatro grandes elementos de la magia, señor Malicorne?”

“S-sí Srta. Chevreuse. Son Fuego, Agua, Tierra, y Viento.”

Chevreuse asintió.

“Y combinados todos ellos con el ahora perdido elemento del ‘Vacío’ forman en total 5 elementos, como ya deberíais saber. Y entre todos estos elementos, la Tierra ocupa una posición extremadamente importante. Esto no lo digo por que mi afinidad sea el elemento tierra, ni por ningún tipo de preferencia personal.”

De nuevo, Chevreuse tosió fuertemente.

“El elemento Tierra es muy importante por que gobierna la creación de toda materia y su constitución. Si ni existiera el elemento Tierra, no podríamos ni producir ni procesar los metales necesarios. Levantar los edificios a partir de las gigantescas piedras y recolectar las cosechas se haría mucho más costoso. De este modo, la magia del elemento Tierra está íntimamente ligada a nuestras vidas.”

Aha, pensó Saito. Así que en este mundo, la magia es como la ciencia o la tecnología en mi mundo. Creo que ya entiendo, por que Louise se siente tan orgullosa de llamarse maga.

“Ahora que cada uno, recuerde que la base de la magia de la Tierra es la ‘transmutación’. Aunque habrá gente que pueda realizar esto desde su primer año, empezaremos desde los fundamentos básicos, para repasarlos una vez más.”

Chevreuse volvió su atención en los guijarros y agitó su varita sobre ellos. Entonces ella susurró un encantamiento, y comenzaron a brillar intensamente. Cuando la luz cesó, los guijarros habían cambiando a trozos brillantes de metal.

“¡¿E-eso es o-o-oro Srta. Chavreuse?!”

Kirche se inclinó hacia delante, poniéndose encima de su mesa.

“No, no. Es simple bronze. Sólo los magos Cuadrangulares, pueden hacer ese tipo de transmutación. Yo sólo soy…”

Chevreuse tosió de una manera bastante presumida. “Una maga Triangular...”

“Louise.” Saito empujó a Louise.


“¿Qué? ¿No ves qué estamos en medio de una clase?”

“¿Qué significa todo eso de magos cuadrangulares y triangulares?”

“Es el número de elementos que pueden llegar a controlar en un conjuro, y también determina el nivel del mago.”

“¿Eh?”

Louise se lo explicó a Saito tranquilamente.

“Mira, por ejemplo, eres capaz de usar la Tierra en un solo encantamiento. Pero si aparte de la Tierra añades el elemento Fuego al conjuro, aumentará exponencialmente el poder del mismo.”

“Oh, ya veo.”

“Los magos que pueden usar dos tipos de magia diferentes como lo son el Fuego y la Tierra, son llamados magos Lineales. La Srta. Chevreuse puede llegar a combinar tres elementos juntos, Tierra-Tierra-Fuego, es un mago Triangular.”

“¿Y qué pasa cuándo agregas el mismo elemento?”

“Se refuerza el elemento haciéndolo más fuerte.”

“Ya veo, en otras palabras, la profesora de allí tiene un gran poder, por que es una maga Triangular, ¿no?”

“Así es.”

“¿Y cuántos elementos puedes añadir, Louise?”

Ella no le contestó.

“En ese instante la profesora se dio cuenta de que estaban hablando.”

“¡Srta. Vallière!”

“¿S-sí?”

“Por favor deje la charlita para otro momento.”

“Lo siento…”

“Ya que tienes tanto tiempo para hablar, ¿por qué no me demuestras lo qué sabes hacer?”

“¿Eh? ¿Yo?

“Sí, Intenta cambiar estos guijarros por un metal que tú quieras.”


Louise no se levantó. Estaba allí sentada, parecía estar preocupada y nerviosa.

“¡Eh, vamos! ¡Te está señalando a ti!” Le decía Saito mientras le daba codazos.

“Srta. Vallière, ¿ocurre algo?”

La Srta. Chevreuse la volvió a llamar otra vez, pero Kirche entonces le dijo preocupada.

“Esto…”

“¿Sí?”

“Creo que sería mejor que no la deje…”

“¿Y eso por qué?”

“Por que es peligroso.”

Le respondió Kirche. Todos los demás alumnos asintieron.

“¿Peligroso? ¿Por?”

“Es la primera que vez que da clase a Louise, ¿verdad?”

“Sí, pero escuché que se esfuerza mucho. Ahora, Srta. Vallière. No se preocupe, sólo inténtalo. No conseguirás nada positivo si no aprendes de tus errores.”

“¡Louise, no!” Gritó Kirche, con cara pálida.

Pero Louise se levantó.

“Lo haré.”

Con una expresión nerviosa, fue bajando hasta llegar al frente de la clase.

Chevreuse se puso al lado de Louise y sonrió.

“Srta. Vallière, has de visualizar perfectamente en tu mente el metal en el cual piensas transmutar estos guijarros.”

Asintiendo inocentemente, agitó su varita. Nunca había parecido tan adorable como en ese instante cuando empezó a mover sus labios para recitar el conjuro –Parecía de otro mundo.

Aún sabiendo cual era su verdadera personalidad, Saito por un momento notó que el ritmo de su corazón aumentaba al mirarla.


El sol de la mañana que entraba a través de la ventana, se reflejaba en el rosado pelo de Louise de una manera preciosa. Sus ojos rojizos parecían joyas, y su piel se tiñó de un blanco puro. Y su pequeña nariz era propia de la nobleza.

Sólo si sus pechos fueran un poco más grandes, sería perfecta... No, demasiado bonito para ser real. Pero por muy guapa que sea, su personalidad es una verdadera tortura. Se lamentó Saito.

Pero aunque él estaba sentado, los demás estudiantes debido a alguna razón estaban escondidos debajo de sus mesas. ¿No ven lo bonita qué es? Aún así no parece ser muy popular tampoco. La llaman “la Zero” y se ríen de ella. Aunque las chicas de aquí tampoco es que sean una belleza. Sólo Kirche es rival para ella.

Louise cerró los ojos, pronunció una pequeña frase y agitó su varita. De repente los guijarros estallaron. La ráfaga cogió de lleno a Chevreuse y a Louise y las lanzó contra la pizarra, todo el mundo empezó a gritar.

Los familiares asustados se sumaron al caos. La salamandra de Kirche se despertó de repente y levantándose sobre sus piernas, respiró el fuego. La explosión asustó al manticore que salió a escape por la ventana rompiéndola. A través del agujero, la serpiente gigante que había estado mirando a escondidas se tragó a unos cuantos cuervos.

La clase esta en un caos absoluto.

Kirche se levantó y señaló a Louise.

“¡Esto es por lo que le dije que hubiera sido mejor que la dejara estar!”

“¡Demonios, Vallière! ¡Evitanos la pena y abandona el colegio de una vez!”

“¡Mi 'Lucky' fue devorado por una serpiente! ¡Lucky!”

Saito estaba en estado de shock.

La Srta. Chevreuse no podía moverse de donde estaba. De vez en cuando hacía algún que otro movimiento, así que no estaba muerta.

Una Louise llena de hollín se levantaba poco a poco. Era una vista lamentable. A través de su blusa totalmente rasgada se podía ver su pequeño y delgado hombro, al igual que las panties que asomaban por culpa de los arañazos en su falda.

No obstante, era una chica increíble.

Louise no parecía desconcertada tras el alboroto que hubo en la clase. “Parece que he arruinado esto un poco…” Dijo ella, con una fina voz.


Por supuesto, ese comentario tenía una respuesta muy sencilla por parte de los estudiantes.

“¡Eso no es arruinar un ‘poco’! ¡Louise la Zero!”

“¡Tus probabilidades de éxito siempre serán ZERO!”

Saito comprendió entonces por que la llamaban la Zero.




Leyenda[edit]

El señor Colbert era un profesor que le había dedicado veinte años a la Academia de Magia de Tristain y ahora era una figura importante.

Le llamaban “Colbert, la Serpiente de fuego”, y naturalmente, era un mago especializado en magia de fuego.

Desde el Ritual de Invocación de hace unos días, ha estado preocupado acerca de ese plebeyo que Louise invocó. O mejor dicho, en las runas que aparecieron en la mano izquierda del chico. Realmente son unas runas muy poco comunes, así que las últimas noches, se ha confinado en la biblioteca y ha estado investigando varios textos.

La biblioteca de la Academia de Magia de Tristain estaba ubicada en la misma torre que el comedor. Los estantes eran increíblemente altos, alrededor de unos 30 metros de altura, y la manera en que estaban alineados contra la pared era todo un espectáculo. Y con razón, ya que este lugar estaba empapado de historia, desde la creación del nuevo mundo en Halkeginia por el Fundador Brimir.

Colbert estaba ahora en la sección llamada la “Biblioteca de Fenrir” a la cual sólo los profesores tenían permitida la entrada.

Los estantes ordinarios a los que los estudiantes tenían libre acceso no contenían ninguna respuesta que los satisficiera.

Usando un hechizo de levitación, flotó hacia un estante que estaba fuera de su alcance y buscó atentamente un libro en particular.

Sus esfuerzos fueron recompensados cuando su mirada se dirigió al título del libro.

Era un texto muy antiguo que tenía descripciones de los familiares que han sido usados por el Fundador Brimir.

Su atención se enfocó en un párrafo en particular y mientras leía con fascinación, sus ojos se abrieron como platos.

Comparó el libro con el dibujo que había hecho de las runas en la mano izquierda del chico.

“¡Ah!” exclamó sorprendido. En ese momento, había perdido la concentración necesaria para mantener su levitación y casi cayó al piso.

Manteniendo el libro en sus brazos, bajó rápidamente y salió corriendo de la biblioteca. Su destino era la oficina del Director.

***

La oficina del Director estaba localizada en el piso más alto de la torre. Sr. Osmond, el actual Director de la Academia de Magia de Tristain, se sentó con sus codos apoyados en su elegante escritorio de secuoya, parecía terriblemente aburrido mientras sacudía su blanca barba y cabello. Había estado arrancándose los pelos de la nariz, cuando lentamente murmuró “hrm” y tiró con fuerza un cajón del escritorio.

De adentro, sacó una pipa.

Mientras lo hacía, la Srta. Longueville, la secretaria que había estado escribiendo en el otro escritorio ubicado a un lado de la habitación, agitó su pluma.

La pipa flotó y cayó en la mano de la Srta. Longueville. El Sr. Osmond refunfuñó desanimado, “¿Es divertido quitarle a un viejo sus pequeños placeres? Señorita…”

“Cuidarle también es parte de mi trabajo, Viejo Osmond”

El Sr. Osmond se levantó de su silla y caminó hacia la tranquila y calmada Srta. Longueville. Deteniéndose detrás de Longueville, que permanecía sentada, cerró sus ojos con una expresión seria.

“Si los días siguen pasando tan pacíficamente, pensar cómo pasar el tiempo va a ser un gran problema.”

Las arrugas que se marcaban profundamente en la cara de Osmond solo daban pistas sobre la historia de su vida. La gente especulaba que tenía entre cien y trescientos años.

Pero lo que respecta a su verdadera edad, nadie la sabía. Es posible que hasta él mismo ya lo hubiera olvidado.

“Viejo Osmond”, lo llamó la Srta. Longueville, sin quitar los ojos de la pluma con la que estaba haciendo garabatos en el pergamino.

“¿Qué pasa? Señorita…”

“¡Por favor, deje de decir que no tiene nada que hacer como una excusa para tocar mi trasero!” Entonces Sr. Osmond abrió ligeramente su boca y empezó a caminar tambaleándose. “Por favor, deje de pretender que está senil cada vez que la situación no le favorece”, añadió Longueville calmadamente. Sir Osmond suspiró profundamente. Era un suspiro que llevaba el peso de varios problemas.

“¿Dónde crees que se esconde la verdadera verdad? ¿Nunca te lo has preguntado? Señorita…” “Donde quiera que esté, le aseguro, que no es debajo de mi falda, así que deje de escabullir a su ratón debajo del escritorio.”

Sir Osmond puso mala cara y murmuró tristemente. “Mótsognir”

De debajo del escritorio de la Señorita Longueville salió un pequeño ratón. Subió corriendo por la pierna de Osmond y se posó en su hombro, moviendo su diminuta cabeza. Cogió algunas nueces del bolsillo y le dio una al ratón.

“Chuchu” chilló el ratón, aparentemente complacido.

“Eres el único amigo en el que puedo confiar, Mótsognir”

El ratón empezó a mordisquear la nuez. Ésta desapareció rápidamente y el ratón volvió a chillar “chucho” una vez más.

“Ah, sí, sí. ¿Quieres más? Muy bien, te daré más. Pero primero, dame tu informe, Mótsognir.”

“Chuchu.”

“Ya veo. Así que blancas, hrm. Pero la Señorita Longueville debería usar negro. ¿No lo crees, mi lindo Mótsognir?”

Un tic atacó las cejas de la Señorita Longueville. “Viejo Osmond.” “¿Qué pasa?”

“La próxima vez que vuelva a hacer eso, informaré de ello al palacio.”

“¡Kah! ¡¿Crees que podría ser el Director de esta Academia si estuviera asustado de ese lugar?!”

Los ojos del Sr. Osmond se abrieron y gritó enfadado. Fue un despliegue increíble, algo completamente inesperado de un anciano que luce tan frágil.

“¡No te pongas toda engreída solo porque le eché un vistazo a tu ropa interior! ¡Nunca te casarás a este paso! Aah~~ Ser joven de nuevo~~ Señorita…”

El Sr. Osmond comenzó a acariciar el trasero de la Srta. Longueville.

La Srta. Longueville se levantó y sin decir una palabra empezó a patear a su jefe. “Lo siento. Detente. Ow. No lo haré más. En serio.”

El Viejo Osmond se cubrió la cabeza y se encogió asustado. La Srta. Longueville respiraba con dificultad mientras seguía pateando a Osmond.

“¡Ack! ¡¿Cómo puedes hacer eso?! ¡Tratar a un superior! ¡De esta manera! ¡Oye! ¡Ouch!”

Este ‘pacífico’ momento fue interrumpido por una repentina intromisión.



La puerta se abrió de golpe, y Colbert entró rápidamente. “¡Viejo Osmond!” “¿Qué pasa?”

La Srta. Longueville volvió a su escritorio, y se sentó ahí como si nada hubiera pasado.

El Sr. Osmond tenía sus brazos detrás de él, y se giró para mirar a su visitante con una expresión seria. Ciertamente era una rápida recuperación.

“¡T-t-traigo grandes noticias!”

“No existen las grandes noticias. Todo es un conjunto de pequeños eventos.”

“¡P-p-por favor, mire esto!”Colbert le pasó a Osmond el libro que había estado leyendo hace un momento.

“Es el de ‘Los Familiares del Fundador Brimir’, ¿no es así? ¿Todavía te la pasas desenterrando viejos libros como este? Si tienes tiempo para hacer eso, ¿por qué no piensas en mejores formas de cobrar los honorarios de la escuela a esos nobles flojos?

Señor, errr… ¿Cómo era tu nombre?” Sir Osmond ladeó la cabeza.

“¡Es Colbert! ¡¿Se le olvidó?!”

“Cierto, cierto. Ahora recuerdo. Lo que pasa es que habla tan rápido que nunca lo entiendo. Así que, Colby, ¿qué pasa con este libro?”

“¡Por favor, mire esto!”

Colbert le pasó el dibujo de las runas de la mano izquierda de Saito.

En el momento que lo vio, la expresión de Osmond cambió. Sus ojos asumieron una apariencia solemne.

“Señorita Longueville, ¿podría disculparnos un momento?”

La Srta. Longueville se levantó y dejó la habitación. Osmond habló sólo cuando confirmó que estaba fuera.

«Explíqueme esto con todo detalle, Señor Colbert…”

***

No fue hasta un poco antes de la hora de almuerzo cuando por fin terminaron de arreglar la clase, que Louise había destrozado. Como castigo, usar magia para limpiar había sido prohibido, por lo que se demoraron bastante. Igual, Louise no podía usar la mayoría de los hechizos, así que no le habría afectado mucho. La Sra. Chevreuse había despertado dos horas después de lo de la explosión, y aunque regresó a la clase, no dio más lecciones sobre la transmutación por el resto del día. Más bien parecía traumatizada.

Una vez terminaron de ordenar, Louise y Saito se dirigieron al comedor a por el almuerzo. Durante el camino, Saito se burló de Louise una y otra vez. Después de todo, fue culpa de Louise que él tuviera que hacer todo ese trabajo. Fue Saito quien tuvo que llevar la nueva ventana. Fue Saito quien tuvo que mover todos los pesados escritorios.

Y claro, fue Saito quien había limpiado el hollín del salón con un paño. Todo lo que Louise hizo fue limpiar algunos escritorios y además lo hizo de mala gana.

Tengo que dormir en el suelo. La comida es lo peor. Y encima, tengo que lavar la ropa interior. (No es que lo haya hecho todavía).

Con todo ese maltrato por parte de Louise, no había forma de que Saito pudiera mantenerse callado ante su recién descubierta debilidad. Esto molestó muchísimo a Louise.

“‘Louise la Zero’. Ahora lo entiendo~ Es perfecto~ Índice de éxito cero. Pero aún así es una noble... ¡Maravilloso!”

Louise no dijo una palabra, lo que solo provocaba a Saito.

“¡Transmutación! ¡Ah! ¡Kaboom! ¡Transmutación! ¡Ah! ¡Kaboom! Oh, ¡me equivoqué! ¡Solo ‘la Zero’ se equivoca en esto!”

Saito bailó en círculos alrededor de Louis, levantando sus brazos cada vez que decía ‘Kaboom’, imitando una explosión. Fue una interpretación bastante detallada. “Ama Louise. Este humilde familiar le ha hecho una canción.” Dijo Saito, inclinando la cabeza respetuosamente. Obviamente, era un gesto vacío, una completa burla.

La ceja de Louise se movía furiosamente. Estaba a punto de estallar, pero Saito estaba demasiado emocionado para darse cuenta.

“¿Por qué no la cantas?”

“Lou-Lou-Louise es un caso perdido~ ¡Un mago que ni siquiera puede usar magia! ¡Pero está bien! Porque es una chica…”

Saito se agarró el abdomen mientras se moría de risa. “¡¡Buajajaja!!”


Se estaba riendo de su propia broma. Tal vez el también es un caso perdido.

***

Cuando llegaron al comedor, Saito sacó una silla para Louise.

“Solo recuerde, señorita. No lance ningún hechizo en la comida. Sólo imagínese el desastre si llegara a explotar.”

Louise tomó asiento sin decir una palabra. Saito se sentía completamente satisfecho, habiéndose vengado de la grosera y arrogante Louise con sus bromas. Ni la usual escasez de comida le importó mucho.

La escasa sopa y pan seguían siendo tristes de mirar, pero era un sacrificio bastante justo por haberse reído tanto como antes.

“Bien, Fundador no sé quién. Su Alteza la Reina. Muchas gracias por esta asquerosa comida. Itadakimasu.”

Cuando iba a empezar a comer, el plato le fue arrebatado.

“¡¿Qué estás haciendo?!”

“Es-es-es…”

“¿‘Es-es-es’?”

Los hombros de Louise temblaban furiosamente, y también su voz. De alguna manera se las arregló para controlar su desbordante rabia hasta que llegaran al comedor. Probablemente para poder dar un castigo apropiado.

“Es-es-es-este familiar, ¿cómo se atreve a decir e-e-e-esas cosas de su a-a-ama?” Saito se dio cuenta de que se había excedido.

“¡Lo siento! ¡No lo diré nunca más, así que por favor devuélveme mi comida!”

“¡No! ¡Ni de broma!”

Gritó Louise, retorciendo su linda cara con ira.

“¡Una comida menos por cada vez que dijiste ‘Zero’! ¡Sin excepciones!”

***

Al final, Saito dejó el comedor sin haber probado bocado.

No debí haber sido tan sarcástico… Pero ya era demasiado tarde para lamentarse.

“Aah, me estoy muriendo de hambre… Maldición…”

Apretando su estómago, puso una mano en la pared.

“¿Pasa algo?”

Se giró y vio a una chica normal en un traje de sirvienta llevando una gran bandeja plateada, mirándolo con preocupación. Su cabello negro estaba cuidadosamente arreglado con una cinta, y sus pecas la hacían preciosa.

“No pasa nada…” Saito movió su mano izquierda.

“¿Por casualidad no serás el que se convirtió en el familiar de la Señorita Vallière…?”

Parece que notó las runas que tenía Saito en su mano izquierda.

“¿Me conoces?”

“Un poco. Hay un rumor, que dice que un plebeyo fue invocado por una maga.”

La chica sonrió dulcemente. Es la primera vez que Saito había visto una sonrisa tan despreocupada desde que llegó a este mundo.

“¿También eres una maga?” preguntó Saito . “Oh no, no lo soy. Soy una plebeya, igual que tú. Sirvo a la nobleza que vive aquí, haciendo tareas domésticas.”

De hecho, provengo de la Tierra y no soy un plebeyo, pero no serviría de nada explicárselo. Saito decidió presentarse.

“Ya veo… Bueno, me llamo Hiraga Saito. Encantado de conocerte.”

“Que nombre más raro… Yo soy Siesta”

En ese momento, el estómago de Saito gruñó.

“Debes estar hambriento.”

“Sí…”

“Sígueme por aquí, por favor.” Siesta empezó a caminar.

***

Saito fue guiado hasta la cocina localizada en la parte trasera del comedor. Un montón de ollas y hornos estaban alineados. Los cocineros y otras sirvientas como Siesta estaban ocupados preparando comida.


“Espera un momento por favor.”

Siesta hizo que Saito se sentará en una silla ubicada en la esquina de la cocina y desapareció rápidamente.

Pronto regresó con un tazón de estofado caliente en sus manos.

“Este es un poco de estofado hecho con las sobras de la comida de los nobles. Si no te importa, por favor cómelo.”

“¿Puedo?”

“Sí. Aunque sólo es la comida del personal…”

Su amabilidad era conmovedora. Esto era completamente diferente a la sopa que Louise le había dado. Tomó una cucharada y la llevó a su boca. Delicioso. Voy a llorar.

“¡Está tan bueno~!”

"Delicioso. Voy a llorar."

“Genial. Hay bastante por si quieres repetir, así que tomate tu tiempo.”

Saito se comió el estofado como si estuviera en un sueño. Siesta se quedó de pie mirándolo, sonriendo dulcemente todo el tiempo.

“¿No te dieron nada de comer?”

“Esa chica me quitó el plato cuando la llamé ‘Louise la Zero’”

“¡Oh no! ¡No debes decir cosas así a los nobles!”

“¿Qué nobles? Son unos arrogantes solo porque pueden usar magia.”

“Debes ser muy valiente…”

Siesta miró a Saito con una expresión de asombro. Saito le regresó a Siesta el tazón vacío.

“Estaba delicioso. Gracias.”

“Me alegro de que te haya gustado. Siéntete libre de pasarte cuando estés hambriento. Si no te importa comer lo que sea que estemos comiendo en el momento, estaré feliz de compartirlo.”

Qué oferta tan amable. Saito estaba aún más conmovido.

“Gracias…”

De repente Saito empezó a llorar, sorprendiendo a Siesta.

"¿Qu-qué pasa?”

“No… solo es que esta es la primera vez que alguien ha sido tan bueno conmigo desde que llegué a este lugar… me puse un poco emocional…”

“N-no será para tanto.”

“No lo es. Si hay algo que pueda hacer por ti, solo dímelo. Te ayudaré.”

No estaba especialmente interesado en algo como lavar la ropa interior de Louise, y prefería mucho más ayudar a esta chica.

“En ese caso, por favor ayúdame a servir el postre.”

Dijo Siesta con una sonrisa.

“Bien.”, asintió Saito entusiasmado.

***

Se colocaron un montón de pasteles en una gran bandeja plateada. Saito llevaba la bandeja, mientras que Siesta tomaba los pasteles con pinzas y los servía de uno en uno a los nobles.

Un mago en particular se levantó. Tenía el cabello rubio rizado, lucía una camisa con holanes y parecía ser un engreído. También tenía una rosa en el bolsillo de su camisa.

A su alrededor estaban sus amigos, que se estaban burlando de él.

“¡Así que, Guiche! ¿Con quién vas a salir ahora?”

“¿Quién es tu amante, Guiche?”

Parecía que el orgulloso mago se llamaba Guiche. Suavemente puso un dedo en sus labios.

“¿Salir? No hay ninguna mujer que se lo merezca. Después de todo, una rosa florece por el placer de muchos.”

Este tipo se está comparando con una rosa. Un egocéntrico como este es un caso perdido. Era el tipo de narcisista que hacía que los espectadores sintieran vergüenza ajena. Saito lo miró enfurecido, deseando que se muriera.

En ese momento, algo cayó del bolsillo de Guiche. Era una pequeña botella de vidrio con un líquido morado dentro.

Este tipo no me agrada, pero debo decirle que algo se le cayó.

Saito llamó a Guiche.

“Oye, se te cayó esta botella del bolsillo.”

Pero Guiche no le hizo caso. ¡Este tipo me está ignorando!

Saito le pasó la bandeja a Siesta y se agachó para recoger la botella.

“Te dije que se te cayó esto, Casanova.”

La puso en la mesa. Guiche vio con una mirada asesina a Saito, y empujó la botella.

“Esto no es mío. ¿De qué estás hablando?”

Los amigos de Guiche se dieron cuenta de dónde había salido la botella e hicieron un alboroto.

“¿Oooh? ¿Ese perfume no es de Montmorency?”

“¡Sí! ¡Ese color morado es el perfume que Montmorency solo mezcla para ella!”

“Así que si algo así cae de tu bolsillo, Guiche, quiere decir que estás saliendo con Montmorency, ¿cierto?”

“No, esperen, escúchenme. Estoy diciendo esto por el bien de su reputación, pero…”

Cuando Guiche iba a decir otra cosa, una chica, que llevaba puesta una capa marrón y había estado sentada en la mesa detrás de ellos, se levantó y caminó hacia la silla de Guiche.

Era una chica linda con cabello castaño. Por el color de su capa, era una estudiante de primer año.

“Guiche-sama…”

Y con esto, empezó a llorar incontrolablemente.

“Lo sabía, usted y la Srta. Montmorency son…”

“Lo están malinterpretando. Katie, escucha. La única persona que tengo en mi corazón eres tú…”

Pero la chica llamada Katie abofeteó a Guiche tan fuerte como pudo.

“¡Ese perfume que dejaste caer de tu bolsillo es prueba suficiente! ¡Adiós!”

Guiche se frotó la mejilla.

En este momento, una chica con el cabello enrollado se levantó de su asiento un poco más lejos en la misma mesa. Saito la reconoció, era la chica que había discutido con Louise cuando él había sido recién invocado.

Con una expresión seria, se acercó a Guiche rápidamente dando pequeños pasos.

“Montmorency. Esto es un malentendido. Todo lo que hice fue acompañarla en un largo viaje a los bosques de La Rochelle…” Dijo Guiche, moviendo su cabeza. Fingía estar tranquilo pero una gota de sudor frío rodó por su frente.

“¡Tal como pensaba! ¡Has estado seduciendo a esa de primer año, ¿no es así?!”

“Por favor, Montmorency la Fragancia. No arrugues tu preciosa cara por la rabia. ¡Me entristece verlo!”

Montmorency agarró una botella de vino que estaba en la mesa y vació el contenido en la cabeza de Guiche. Y entonces…

“¡Mentiroso!”

Gritó y se fue furiosa.

Hubo un gran silencio en el salón.

Guiche agarró un pañuelo y lentamente se limpió la cara. Moviendo su cabeza, habló dramáticamente.

“Parece que esas señoritas no entienden el significado de la existencia de la rosa.”

Claro, y tú sigue intentando eso, Saito pensó, mientras tomaba la bandeja de manos de Siesta y se marchaba.

Guiche le ordenó que se detuviera.

“Detente ahí mismo.”

“¿Qué pasa ahora?”

Guiche estiró su cuerpo en la silla y cruzó las piernas con un ademán. El que cada acción reflejara arrogancia le causó un dolor de cabeza a Saito.

“Gracias a que tú recogiste una botella de perfume sin pensar, la reputación de dos señoritas ha sido mancillada. ¿Cómo te harás responsable?”

Saito contestó con un tono exasperado.

“Oye, es culpa tuya por salir con ambas al mismo tiempo, a mí no me mires.”

Los amigos de Guiche se empezaron a reír.

“¡Exactamente, Guiche! ¡Es tu culpa!”

La cara de Guiche se tornó de un rojo carmesí.

“Escucha, sirviente. Cuando pusiste la botella de perfume en la mesa, Pretendi no saber nada, o no? ¿Te hubiera afectado en algo el tener un poco de tacto y haberme seguido la corriente?”

“Como sea. De todas formas, infidelidad se iba a descubrir tarde o temprano. Ah, y otra cosa, no soy un sirviente”

“Hmph.… Ah, tú eres…”

Guiche resopló, como tratando con superioridad a Saito.

“Tú debes ser el plebeyo invocado por esa ‘Louise la Zero’. Fue error mío esperar que un plebeyo como tú reaccionase tan inteligentemente como un noble. Puedes irte.”

Saito reaccionó en ese momento. Niño bonito o no, no había forma de que Saito se quedara ahí quieto mientras que ese narcisista vanidoso le decía todo eso. No pudo evitar hacer un comentario provocador.

“Cállate, bastardo pretencioso. ¿Por qué no vas a chupar rosas por el resto de tu vida?”

Los ojos de Guiche se entrecerraron.

“Parece que no sabe cómo dirigirse apropiadamente a un noble.”

“Desafortunadamente, vengo de un mundo en el que no existen tales cosas como los nobles.”

Saito levantó su mano derecha autoritariamente, imitando los gestos de Guiche.

“Muy bien. Entonces te enseñaré una lección sobre respeto. Una manera perfecta de liberar el estrés.”

Guiche se levantó.

“Qué divertido.” Saito mostró sus dientes y gruñó. Primero, no me cayó bien este tipo desde el principio. Segundo, está saliendo con dos chicas bastante bonitas –aunque ninguna es tan bonita como Louise. Y por último, me ridiculizó.

Eso es más que suficiente para que yo pelee. Y también, lo golpearé un par de veces más en nombre de Louise. Después de todo, ella sigue siendo una chica!

“¿Lo quieres hacer aquí?”

Dijo Saito. A pesar de ser más alto que Saito, Guiche era larguirucho y se veía más bien débil. Se dice que los Casanovas no tienen dinero ni fuerza. Saito no era particularmente fuerte, pero no pensó que perdería.

Guiche se dirigió en dirección contraria.

“¿Estás huyendo?”

“No seas estúpido. No puedo ensuciar el comedor de los nobles con la sangre de un plebeyo, así que te estaré esperando en el Jardín Vestri. Ve una vez termines de repartir esos pasteles.”

Los amigos de Guiche, que se veían emocionados, se levantaron y lo siguieron. Pero una persona se quedó, como para asegurarse de que Saito no escapara. Siesta miró fijamente a Saito, todo su cuerpo estaba temblando. Saito habló con una gran sonrisa.

“Tranquila. No hay manera de que pierda ante ese debilucho. Qué noble, ¿huh?”

“Te… te van a matar.”

“¿Qué?”

“Si enfadas a un noble de verdad…”

Siesta salió corriendo.

¿A qué vino eso? Dijo Saito en voz baja. ¿Tan fuerte es ese tipo?

Louise se acercó a él por detrás.

“¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Vi todo lo que sucedió!”

“Hola, Louise”

“¡Este no es momento de estar diciéndome ‘Hola’! ¡¿Cómo puedes andar por ahí prometiendo duelos como si tal cosa?!”

“Pero ese tipo era muy irritante…”

Dijo Saito indignado.

Louise suspiró y se encogió de hombros decepcionada.

“Pídele disculpas.”

“¿Por qué?”

“Si no quieres salir herido, ve y discúlpate. Si lo haces ahora, tal vez él te perdone.”

“¡¿Estás bromeando?! ¡¿Por qué soy yo el que se tiene que disculpar?! ¡Él me insulto primero! Y además, solamente estaba intentando ayudar…”

“Solo hazlo.”

Louise se le quedó viendo a Saito con una expresión firme.

“De ninguna manera.”

“Qué terco… ¿Pero sabes qué? No puedes ganar. Estarás gravemente herido. De hecho, tendrás suerte de regresar con vida así sea con unas heridas.”

“No lo sabré hasta que lo intente, ¿no es así?”

“Escucha, ¡un plebeyo nunca le podrá ganar a un mago!”

“¿Así que dónde está el Jardín Vestri?”

Saito se fue caminando. El amigo de Guiche que había estado observando la conversación de Louise y Saito, señaló con la barbilla.

“Por aquí, plebeyo.”

“Aaah, ¡en serio! ¡¿Por qué este familiar sigue haciendo lo que le viene en gana?!” Después de eso, Louise se fue detrás de Saito.

***

El Jardín Vestri era el jardín central que estaba situado entre las torres elementales del Viento y el Fuego. Como estaba localizado al oeste, el Jardín no recibía mucha luz del sol, aún en pleno día, pero era un lugar perfecto para un duelo.

“¡Caballeros! ¡Es un duelo!”

Guiche alzó su rosa artificial, provocando que los espectadores lo aclamaran.

“¡Guiche va a pelear! ¡Su oponente es el plebeyo de Louise!”

¿Sabes? Yo también tengo un nombre… pensó Saito amargamente. Moviendo su mano, Guiche agradeció la aclamación. Y entonces, como si apenas se percatara de la presencia de Saito, se giró para enfrentarlo.

Saito y Guiche estaban de pie en medio del Jardín, mirándose fijamente el uno al otro.


“Antes de nada, ¡te felicito por haber venido en vez de haber huido!”

recalcó Guiche como cantando, mientras giraba su rosa.

“¡Como si fuera a huir!”

“Bueno, entonces, comencemos.” dijo Guiche.

Menos charlar, y más acción. Saito corrió. ¡Las peleas las ganas el que da el primer golpe!

Estoy más o menos a diez pasos de donde está Guiche. ¡No me importan mucho los nobles o los magos; sólo quiero golpear esa arrogante nariz tuya!

Guiche miró a Saito con una sonrisa y movió su rosa.

Un pétalo flotó hasta el suelo como bailando en el aire… Y se convirtió en una guerrera con armadura. Su peso era el mismo que el de una persona, pero parecía estar hecha de algún duro metal. Bajo la pálida luz del día, su piel… su armadura, brillaba.

Se quedó de pie, petrificada, en el camino de Saito.

“¡¿Qu-que demonios es esto?!”

“Soy un mago, por lo tanto, peleo utilizando magia. Seguramente no tienes quejas, ¿cierto?”

“T-tú…”

“Supongo que se me olvidó mencionarlo antes. Me llaman ‘el Bronce’, Guiche el Bronce. Como corresponde, mi golem de bronce ‘Valkyrie’ será tu oponente.”

“¿Eh?”

El golem con forma de guerrera embistió a Saito. Su puño derecho impactó fuertemente en el estómago de Saito.

“¡Aargh!”

Saito gimió y cayó al suelo. No es para sorprenderse, considerando que había sido golpeado en el estómago por un puño de bronce.

El golem miró a Saito sin mostrar emociones.

No podía levantarse por el dolor. Supongo que así es como se siente el ser golpeado por un boxeador profesional, pensó.

“¿Qué? ¿Eso es todo?”

Guiche se escuchaba poco satisfecho.

“¡Guiche!”

“Oh, ¡Louise!, es mi culpa. Solo te estoy pidiendo prestado a tu familiar por un momento.”

Louise movió su largo cabello y le gritó irritada a Guiche.

“¡Ya es suficiente! ¡Y además, pelear está estrictamente prohibido!”

“Solo los duelos entre nobles están prohibidos. Nadie ha prohibido los duelos entre plebeyos y nobles.”

Louise se quedó sin palabras por un momento.

“Es-eso es porque nunca había pasado nada parecido…”

“Louise, ¿te gusta este plebeyo?”

La cara de Louise se puso de un color escarlata por la rabia.

“¡No! ¡No seas ridículo! ¡Lo que pasa es que no pienso aguantar que le den una paliza a mi familiar justo delante de mis ojos!”

“… ¿A-a quién le están dando una paliza? Estoy bien.”

“¡Saito!”

Viendo que Saito se había levantando de nuevo, Louise prácticamente gritó su nombre.

“Je je je, por fin me has llamado por mi nombre.”

Louise estaba temblando.

“¿Entiendes ahora, no? ¡Un plebeyo nunca podrá vencer a un mago!”

“…Fui un poco descuidado, eso es todo. Estoy bien, así que retrocede.”

Saito empujó hacia atrás a Louise.

“¿Qué significa eso? No pensé que te podrías volver a levantar… Tal vez fui muy suave contigo.”

Saito caminó lentamente hacia Guiche. Louise lo siguió y le agarró el hombro.

“¡Detente! ¡Idiota! ¿Por qué sigues de pie?”

Se quitó la mano del hombro.

“Porque él me saca de quicio.”

“¿Te saca de quicio? Mira, ¡no es vergonzoso perder contra un mago!”

“Cállate.”

dijo Saito mientras caminaba tambaleante.

“¿Eh?”

“Tú también me estás empezando a enfadar… No sé nada sobre magos o nobles, para mí son un grupo de mocosos egocéntricos. ¿Qué es tan bueno sobre la magia? Idiotas.”

Guiche observó a Saito con una tenue sonrisa pintada en su cara.

“Entre más lo intentes, más inútil será.”

El característico espíritu de lucha de Saito se encendió, y lanzó un pequeño gruñido.

“Eso no fue nada. Tú pequeña estatua es muy débil.”

Dejó de sonreír. La mano derecha del golem golpeó la cara de Saito. El golpe dio directo en su mejilla y fue derribado.

La sangre goteaba de su nariz rota.

Saito estaba sorprendido, mientras, trataba de contener la sangre.

Mierda… Así que esta es la fuerza de un mago. He estado en una que otra pelea, pero ese puñetazo no se compara con ninguno que he recibido antes.

A pesar de eso, se levantó tembloroso. Sin piedad, el golem de Guiche lo mandó a volar una vez más con una patada.

Se levantó otra vez. Y fue derribado una vez más. Una y otra vez, el proceso se repetía. El octavo puñetazo conectó al brazo derecho de Saito. Se escuchó un horrible ruido seco.

Incapaz de verse el brazo por su hinchado ojo izquierdo, lo examinó con la mano izquierda. Estaba torcido en el ángulo equivocado.

Mientras Saito se quedó mirando su brazo, el golem llegó y le puso el pie en la cara.

Su cabeza se golpeó fuertemente con el suelo y perdió la consciencia por un momento. Cuando volvió en sí, pudo ver la cara de Louise enmarcada con el cielo azul de fondo.

“Por favor. Para ya.”

Los ojos color avellana de Louise estaban húmedos por las lágrimas.

Saito intentó hablar, pero el dolor en su pecho, causado por los repetidos golpes, era demasiado fuerte.

A pesar de esto, concentró toda su fuerza de voluntad para hablar con una voz ronca.

“… ¿Estás llorando?”

“¡No! ¿Quién lloraría aquí? En todo caso, esto es suficiente. Lo hiciste muy bien. Nunca había visto a un plebeyo como tú.”

Su brazo roto palpitaba en agonía. Saito hizo una mueca.

“Esto… duele.”

“¡Claro que duele! ¡Es obvio! ¿En qué estabas pensando?”

Lágrimas rodaban por la cara de Louise y caían en la mejilla de Saito.

“Eres mi familiar, ¿entiendes? No te voy a perdonar que hagas más actos estúpidos.”

Guiche le habló a la pareja.

“¿Ya hemos terminado?”

“…Espera. Solo estoy calentando.”

“¡Saito!”

Guiche sonrió y movió su rosa. Esta vez, el pétalo se convirtió en una espada. Guiche la tomó y la lanzó en la dirección de Saito. La punta de la espada se clavó en el suelo, no muy lejos de donde estaba Saito.

“Si estás dispuesto a continuar, entonces toma una espada. Si no, todo lo que debes decir es un simple ‘Lo siento’. Entonces te perdonaré y terminaremos con esto.”

“¡No lo insultes!”

Louise gritó y se levantó. Pero Guiche la ignoró completamente y continúo hablando.

“¿Entiendes? La espada. En otras palabras, un arma. Es lo mínimo que ustedes los plebeyos necesitarán si quieren tomar venganza de nosotros los nobles. Así que como dije, si todavía quieres continuar, toma la espada.”

Saito estiró la mano derecha para tomar la espada. Pero con su brazo roto, sus dedos no tenían fuerza.

Louise lo detuvo.

“¡No! ¡No hay forma de que te deje hacer esto! ¡Si tomas esa espada, Guiche no tendrá compasión de ti!”

Louise agarró su mano derecha fuertemente. Saito declaró con una voz fuerte y clara.

“No me importa ser un familiar… Puedo soportar el tener que dormir en el suelo… No me importa si la comida es mala… ¿Lavar ropa interior? Lo haré también. Igual no tengo opción.”

Saito hizo una pausa y apretó su mano izquierda.

“Pero…”

“¿‘Pero’… qué?»

“¡No pienso bajar la cabeza ante nadie en contra de mi voluntad!”

Utilizando sus últimas reservas de fuerza, Saito se forzó a sí mismo a levantarse. Apartando a Louise, tomó la espada, que estaba atorada en el suelo, con su mano izquierda.

En ese momento…

Las runas inscritas en su mano empezaron a brillar fuertemente.

***

Cambiemos de escenario por un momento y volvamos a la oficina del Director.

El señor Colbert estaba explicándole fervientemente al Sr. Osmond sobre el plebeyo que fue invocado por Louise en el Rito de Invocación… Acerca de por qué estaba preocupado de que las runas que habían aparecido en la mano del chico fueran una prueba del contrato entre él y Louise… Y que cuando fue a investigar más…

“¿Descubriste que él es el familiar del Fundador Brimir, Gandalfr?”

Osmond examinó el dibujo de Colbert de las runas en la mano izquierda de Saito,

“¡Sí! ¡Las runas que aparecieron el mano izquierda de ese chico son exactamente las mismas runas que estaban inscritas en el familiar legendario Gandalfr!”

“¿Y qué conclusión substrajiste de todo esto?”!

“¡Que ese chico es Gandalfr! Si éstas no son grandes noticias, ¿entonces qué lo son, Viejo Osmond?”

Colbert se levantó mientras limpiaba su cabeza calva con un pañuelo.

“Hrm…Es verdad, las runas son las mismas. Pero que un plebeyo ordinario se conviertaen Gandalfr solo por tener las mismas runas… Me pregunto cómo podría pasar eso.”

“¿Qué debemos hacer?”

“Pero, aún es muy pronto para hacer afirmar nada.”

“Eso es verdad.”

Sr. Osmond tamborileó en el escritorio. Se escuchó un golpe en la puerta.

“¿Quién es?”

Del otro lado de la puerta apareció la voz de la Srta. Longueville.

“Soy yo, Viejo Osmond.”

“¿Qué sucede?”

“Parece que algunos estudiantes están peleando en el Jardín Vestri. Están causando una conmoción. Unos cuantos profesores han ido y han intentado detenerlos, pero los estudiantes impiden que puedan hacer algo.”

“Por Dios, estos chicos nobles tienen mucho tiempo disponible para causar problemas.

¿Quién son los involucrados?”

“Uno de ellos es Guiche de Gramont.”

“Ah, ese hijo idiota de Gramont. El ser un amante de las faldas debe ser de familia, considerando que su padre es más mujeriego aún. No me sorprendería que conozca a cada chica en la escuela. ¿Y quién es su oponente?”

“…Bueno, no es un mago. Me informaron que es el familiar de la Srta. Vallière.”

Osmond y Colbert intercambiaron miradas.

“Los profesores están pidiendo que se utilice la ‘Campana del Sueño’ para detener el duelo.”

Los ojos de Osmond brillaron como los de un halcón.

“Ridículo. No se necesita usar un artefacto tan importante sólo para detener una pelea de niños. Déjenlo estar.”

“Entendido.”

Los pasos de la Srta. Longueville desaparecieron por el pasillo. Colbert tragó, y presionó verbalmente a Osmond.

“Viejo Osmond.”

“Hrm.”

Sir Osmond movió su bastón y un gran espejo que estaba en la pared empezó a mostrar la situación en los Jardines Vestri.

***

Saito estaba sorprendido. En el instante en que tomó la espada, todo el dolor de su cuerpo desapareció.

Se dio cuenta que las runas en su mano izquierda estaban brillando.

Y entonces…

Mi cuerpo se siente tan ligero como una pluma. Casi podría despegar y volar.

Aunado a esto, la espada que llevaba en su mano izquierda se sentía tan familiar que parecía una extensión de su cuerpo.

Eso es extraño. Nunca he tocado una espada antes…

Al ver a Saito con la espada en su mano, Guiche sonrió fríamente.

“Antes de nada, déjame felicitarte. Estoy bastante impresionado de que un plebeyo como tu llegara tan lejos contra un mago.”

Con eso, giró la rosa en su mano.

Esa rosa artificial debe ser su varita. En serio, ¿cuán presumido puedes ser?

Saito estaba tan asombrado que se podía dar el lujo de andar pensando en tales cosas.

Me acabaron de dar una paliza. ¿Qué me pudo haber pasado?

El golem de Guiche atacó de nuevo.

Estúpido pedazo de hojalata.

La estatua modelada con la forma de una mítica valkiria se aproximó a Saito en cámara lenta.

¡Qué demonios!, pensó Saito.

¿Esta pila de basura fue la que me golpeó como si fuera un muñeco de trapo?

Saito saltó a la acción.

***

Al ver cómo su golem fue cortado en dos como si fuera un pedazo de arcilla, Guiche dejó salir un gemido.

Cada mitad del golem golpeó el suelo con un sonido metálico. Mientras tanto, Saito fue hacia Guiche en un torbellino de acción. En pánico, Guiche movió su varita rosa frenéticamente. Pétalos bailaron y seis nuevos golems aparecieron.

En total, siete golems eran el arsenal completo de Guiche. Nunca se habría imaginado que un simple plebeyo podría ganarle tan siquiera a uno.

Los golems rodearon a Saito y se abalanzaron contra él al mismo tiempo.

“Malditos pedazos de hojalata…”

Y justo cuando parecía que lo tenían, cinco de ellos fueron cortados. Había sido tan rápido que nadie vio la espada, haciendo que todos se preguntaran qué tipo de habilidad sobrehumana era esta.

El golem restante corrió inmediatamente para defender a Guiche. Pero también fue derribado por una cuchillada que no se vio.

“¡¡Hiii!!”

Una patada en la cara mandó a Guiche al suelo. Vio cómo Saito saltó hacia él.

¡Voy a morir! pensó, mientras se protegía la cabeza. Algo hizo un ruido hueco… Cuando tímidamente abrió sus ojos de nuevo…

Saito había clavado la espada en el suelo, justo a la derecha de la cabeza de Guiche.

“¿Quieres continuar?”

Le preguntó Saito.

Guiche movió la cabeza frenéticamente. Había perdido todo el deseo de pelear.

Y con un tono decepcionado dijo,

“Me rindo.”

***

Saito soltó su mano y se fue caminando. Podía escuchar una gran aclamación de parte de la audiencia, como

“Waa, ¡ese familiar es genial!” u “Oh cielos, ¡Guiche perdió!”

Yo… ¿Gané?

¿Cómo?

Los pensamientos de Saito estaban borrosos.

… ¿Qué me pasó?

Me estaban dando una paliza sin piedad.

Y entonces, en el momento que mi mano tocó la espada, mi cuerpo se sintió como una pluma. Lo próximo que recuerdo es a los golems de Guiche despedazados. Ni siquiera sabía cómo utilizar una espada. Todavía no lo entiendo muy bien, pero qué importa. De alguna manera gané, y eso es lo importante. Pensaré en esto después. Porque ahora mismo, me siento muy cansado.

Quiero dormir.

Pudo ver a Louis corriendo hacia él.

“Oye, ¡gané!” es lo que quería gritar, pero las rodillas se le doblaron.

La sensación de fatiga podía más que él, y sintió cómo perdía la consciencia lentamente. Saito colapsó.

***

Al ver cómo Saito empezaba a tambalear, Louise corrió más rápido para intentar apoyarlo en ella, pero no llegó a tiempo. Saito cayó al suelo con un fuerte golpe.

“¡Saito!”

Louise lo sacudió. No, no parecía que había muerto.

“Guu…”

Podía escuchar cómo roncaba. Estaba durmiendo.

“Está dormido…”

Louise parecía aliviada mientras dejó salir un suspiro. Guiche se levantó y movió su cabeza asombrado. “Louise, ¿quién es ese tipo? Todas mis Valkyries fueron derrotadas tan fácilmente….”

“Sólo es un plebeyo.”

“No hay forma de que mis golems hayan podido perder contra ‘sólo un plebeyo’.”

“Hmph. ¿No habrá sido porque eras más débil?”

Louise intentó levantar a Saito, pero al no ser capaz de apoyarlo apropiadamente, terminó cayendo, con él encima de ella.

“¡Aaah, Dios! ¡Eres muy pesado! ¡Idiota!”

Uno de los estudiantes de la muchedumbre lanzó un hechizo de levitación en Saito.

Louise empezó a empujar suavemente el cuerpo de Saito. Necesitaba llevarlo de vuelta a su habitación y vendarlo.

Louise se limpiaba los ojos, con la manga de la camisa. Parecía que estaba sufriendo, se veía tan lamentable que ella no podía evitar llorar. Se volvió tan fuerte cuando tomó la espada, pero si no hubiera sido por eso, realmente pudo haber muerto.

Ahora mismo, eso era más importante que el que Saito ganara. Apuesto que este idiota pensó que no importaba si moría. Yendo por ahí, siendo así de testarudo, cuando solo eres un plebeyo…

“Sólo eres un familiar, ¡¿Así que por qué continuas haciendo lo que te da la gana?!”

Louise le gritó a Saito, que dormía. Su alivio fue reemplazado rápidamente por enojo.

***

El Sr. Osmond y Colbert terminaron de ver todo el suceso vía el Espejo de la Vista Remota. Intercambiaron otra mirada.

“Viejo Osmond.”

“Hrm.”

“Ese plebeyo terminó ganando…”

“Hrm.”

“Guiche es solamente un mago de primer nivel, pero aún así, no ha debido ser vencido por un plebeyo cualquiera. ¡Qué velocidad tan increíble! ¡Nunca había visto a un plebeyo como él! ¡No hay duda de que es Gandalfr!”

“Hrmm…”

El señor Colbert presionó a Osmond.

“Viejo Osmond. Debemos reportar esto al palacio inmediatamente y pedir instrucciones…”

“No habrá necesidad de eso.”

Sr. Osmond asintió severamente, despeinando su blanca barba.

“¡Pero señor! ¡Este es el mayor descubrimiento del siglo! ¡Un Gandalfr renacido en el mundo moderno!”

“Sr. Colbert. Gandalfr no era un familiar ordinario.”

“¡Exactamente! ¡El familiar usado por el Fundador Brimir, Gandalfr! Nunca hubo una descripción de su apariencia, pero se dice que fue creado específicamente con el propósito de proteger al Fundador Brimir mientras realizaba sus conjuros.”

“Correcto Los conjuros del Fundador Brimir eran especialmente largos… Pero eso hacía a sus hechizos muy poderosos. Y como sabes, los magos son más vulnerables mientras están conjurando. Gandalfr era el familiar que él usaba para que lo protegiera en esos momentos de vulnerabilidad. Su fuerza.”

Colbert interrumpió en este punto, luciendo bastante emocionado.

“¡Podría eliminar a un ejército de mil soldados él solo! ¡Los magos ordinarios no son nada para él!”

“Así que, Señor Colbert.” “¿Sí?”

«Ese chico, solo es un plebeyo normal, ¿no?”

“Sí. No importa cómo se vea, es un plebeyo normal. Hasta lo confirmé con un hechizo de detección cuando la Srta. Vallière lo invocó, pero aún así, era un plebeyo normal y corriente”

“¿Y cómo es que se convirtió en el Gandalfr moderno?”

“Sería por la Srta. Vallière, pero…”

“Supongo que debe ser una maga muy talentosa, ¿no?”

“Para nada. Más bien, se podría decir que no tiene talento…”

“No hay dudas de que son un dúo misterioso.”

“Sí.”

“¿Cómo es que un chico normal contratado por un mago sin talento se convirtió en Gandalfr? Qué paradoja. No entiendo cómo puso suceder.”

“Exactamente…”

“En cualquier caso, no hay necesidad de que le demos a esos tontos de palacio a Gandalfr y a su ama. Dales juguetes como estos y solo causarán otra guerra innecesaria. Los consejeros de la corte tienen mucho tiempo libre y les gusta combatir.” “Ooh, ya veo. Pido disculpas por haber pasado por alto asuntos tan importantes.”

“Yo tomaré la responsabilidad de este caso. No le hablará a nadie más de esto, Sr. Colbert.”

“¡S-sí! ¡Entiendo!”

Sr. Osmond tomó su bastón y se giró mirando hacia afuera por la ventana. Se vio inmerso en sus pensamientos sobre la lejana historia.”

“El familiar legendario Gandalfr… Me pregunto qué otras formas ha tomado en el pasado.”

Colbert murmuró como si estuviera soñando.

“Se decía que Gandalfr era capaz de utilizar cualquier arma para derrotar a sus enemigos…”

“Hrm.”

“Así que por lo menos tenía un brazo y una mano, creo.”

***

La luz de la mañana despertó a Saito. Su cuerpo estaba cubierto de vendas.

Es verdad.

Acepté un duelo con ese tal Guiche y me estaban dando una paliza…

Entonces de alguna manera milagrosa pude ganar usando esa espada…

Y me desmayé.

Estaba en el cuarto de Louise. Y por alguna razón, estaba durmiendo en la cama de Louise.

Louise estaba sentada, durmiendo profundamente con la cabeza apoyada en una mesa. Sus ojos se dirigieron a las runas en su mano izquierda. Cuando esas runas brillaron, su cuerpo se sintió tan ligero como una pluma, una espada que nunca había sostenido en su vida se sentía como una extensión de su brazo, y había cortado los golems de Guiche como si nada.

En este momento, esas runas no estaban brillando.

Me pregunto qué habrá sido eso…

Mientras miraba a su mano izquierda curiosamente, golpearon la puerta y un momento después se abrió.

Era Siesta. La plebeya que le dio estofado en la cocina. Vestía su uniforme de sirvienta, con la cinta adornándole el cabello.

Miró a Saito y sonrió. En la bandeja plateada que llevaba, había un poco de pan y agua.

“¿Siesta?”

“¿Ya estás despierto, Saito-san?”

“Sí… Yo…”

“Después de todo eso, la Srta. Vallière te trajo aquí para que durmieras. Tuvo que buscar a un profesor para que conjurara un hechizo de sanación en ti. Fue una situación seria.”

“¿Hechizo de sanación?”

“Sí. Es magia que ayuda a curar heridas o enfermedades. ¿No sabías?”

“No…” Saito movió la cabeza. El que Saito no conociera algunos términos básicos, desconcertó a Siesta, pero no ganaría nada quedándose callada.

“La Srta. Vallière pagó por el reactivo que era necesario para el hechizo de sanación, así que no te preocupes por eso.”

Su silencio era una clara indicación de que estaba preocupado por el dinero.

“¿Ese reactivo fue muy caro?”

“Bueno, definitivamente es algo que un plebeyo no podría pagar.”

Saito intento levantarse, pero solo pudo gritar por el dolor.

“¡Ouch!”

“Ah, ¡no te debes mover! ¡Tus heridas eran tan severas que ni el hechizo de sanación pudo curarlas completamente! ¡Necesitas tomar las cosas con calma!”

Saito asintió y se recostó en la cama.

“Te traje un poco de comida. Por favor come.”

Siesta puso la bandeja en la cabecera de la cama, junto a Saito. “Gracias… ¿Cuánto tiempo dormí?” “Tres días y tres noches seguidas. Todos estaban preocupados de que no fueras a despertar.”

“¿Todos?”

“El personal de la cocina…” Siesta bajó los ojos tímidamente.

“¿Qué sucede?”

“Um… Lo siento. Haber huido en ese momento.”

Ella estaba hablando de cómo huyó atemorizada cuando Saito enfureció a Guiche en el comedor.

“No te preocupes. No hay nada de que disculparse.”

“Como no podemos usar magia los nobles siempre han sido intimidantes para nosotros los plebeyos…”

De repente Siesta levantó la cabeza. Sus ojos brillaban.

“¡Pero ya no estoy asustada! ¡Me inspiraste, Saito-san! ¡Aunque eres un plebeyo le ganaste a un noble!”

“De verdad… Ja ja.”

Aunque en verdad no tengo la más mínima idea de cómo gane.

Apenado, Saito solo se rascó la cabeza. Entonces se dio cuenta de que estaba usando su brazo derecho, el que había sido roto. Estaba completamente bien. Todavía dolía un poco al moverlo, pero parecía que los huesos estaban juntos de nuevo.

Wow, así que esto es magia. Saito pensó un poco admirado.

… Supongo que sí es algo de que estar orgulloso.

“Por cierto, ¿me has atendido todo este tiempo?”

“Oh no, yo no. Fue la Srta. Vallière…”

“¿Louise?”

“Sí. Cambió todas las vendas y limpio el sudor de tu cara… No durmió ni un poco, así que debe estar exhausta.”

Mientras dormía, la respiración de Louise era constante y suave. Aunque tenía ojeras.

Su cara mientras duerme siempre es tan adorable. Se parece a una muñeca.

Así que sí puede ser amable a veces, pensó. Repentinamente su cara de perfil parecía mucho más linda.

Louise parpadeó y abrió sus ojos.

“Fuaaaaaaaaaaaaa~~.”

Se estiró con un gran bostezo, y entonces miró a Saito, quien había estado sentado en la cama sorprendido.

“Oh. Estás despierta.”

“S-sí…”

Saito bajó los ojos. Pensó que debía agradecerle.

“Um, Louise.”

“¿Qué?”

“Gracias. Y perdóname por haberte preocupado.”

Louise se levantó. Y se acercó a Saito.

El corazón de Saito se aceleró.

¿Dirá algo como ‘buen trabajo, estuviste genial allá fuera’ y tal vez me bese?

Pero eso no es lo que pasaría.

Louise le quitó la sabana a Saito y lo agarró por el pescuezo. “Si te sientes mejor, ¡sal de mi cama!” Todavía agarrándolo por el pescuezo, Louise sacó a Saito de la cama. “¡Wah! ¡Ow!” Saito cayó al suelo.

“Oye, ¡todavía soy una persona herida!”

Saito se levantó. El cuerpo todavía le dolía, aunque no era nada que no pudiera aguantar. Pero aún así, lo hubiera dejado dormir un poco más. “Uh, en ese caso, me iré ahora…”

Siesta se fue de la habitación con una extraña sonrisa. O mejor dicho, huyó de la habitación.

Louise le arrojó una montaña de ropa, incluyendo ropa interior, a Saito. “¡Ack!” “Esa es la ropa sucia que se acumuló mientras estabas durmiendo. Una vez termines con eso, limpia mi habitación. ¡Apúrate!”

“Um, ¿sabes?...”

Louise miró furiosamente a Saito.

“¿Qué? ¿Crees que por ganarle a Guiche te trataría diferente? ¿Pensaste que serías felicitado? ¿Eres un idiota?”

Saito miró ofendido a Louise.

Decidió retirar lo que había pensado antes sobre ella siendo linda.

Aún así… la manera en que Louise se sentaba en su cama moviendo sus piernas era de un nivel innegable de lindura más allá de este mundo.

Su largo cabello color fresa ondeaba. Sus ojos color avellana brillaban con malicia. Era grosera, arrogante y egoísta, pero no importa cuánto él intentara negarlo, su apariencia era encantadora.

Levantando un dedo triunfante, Louise declaró.

“¡Qué no se te olvide! ¡Eres mi familiar!”





Gandalfr[edit]

El Día de un Familiar[edit]

Había pasado una semana desde que Saito inició su vida como familiar de Louise en la Academia Mágica de Tristain. Si uno quisiese explicar el día a día de Saito, acabaría diciendo algo parecido a esto:

+++

Para empezar, al igual que la mayoría de humanos y animales de Tristain, despertaba por la mañana. Su cama era, como siempre, el suelo, aunque comparado con el primer día había mejorado. Dándose cuenta de que su cuerpo se resentía si pasaba la noche sobre el duro suelo, Saito le pidió a la sirvienta Siesta algo de paja que se usaba como alimento a los caballos, y la había apilado en una esquina de la habitación. Saito dormía en la montaña de paja, arropado por la manta que Louise le había tan ‘graciosamente’ otorgado.

Louise llamaba a la chapucera cama de Saito ‘el nido de pollo’, lo cual era apropiado puesto que los pollos duermen sobre paja, y porque la primera cosa que hacía Saito cada mañana era despertar a Louise, como un gallo.

Tenía que hacerlo; sería malo para él que Louise se levantara antes que él.

-Un estúpido familiar que tiene que ser levantado por su amo necesita ser castigado- siempre le recordaba Louise.

Si Saito se quedaba dormido, se quedaba sin desayuno.

Una vez despierta, Louise era vestida. Se ponía su ropa interior ella sola, pero hacía que Saito le pusiera su uniforme. Esto se ha mencionado ya antes.

Con todos sus encantos, Saito se quedaba sin aliento cada vez que veía a Louise en ropa interior. Dicen que uno se acostumbra a un amante hermoso en tres días, pero no parecía que Saito se fuese a acostumbrar a Louise de momento. Quizás porque era su familiar, no su amante.

Aun así, siempre al lado de Louise, Saito era prácticamente un amante. La única diferencia era la actitud de ella y el trato que recibía.

Viendo así a Louise cada día no era nada malo. De todas maneras, era una herida constante a su orgullo. Cuando ayudaba a calzarse a Louise, por ejemplo, no podía ocultar la irritación de su cara.


+++

Por lo menos eso era tolerado, pero si Saito decía algo que molestase a Louise, las cosas se volvían molestas.

-Un familiar grosero que disgusta a su amo tan pronto en la mañana necesita ser castigado- era otro de los lemas de Louise.

Si Saito se burlaba sobre el tamaño de los pechos de Louise, o se enfurruñaba y decía algo parecido a “abróchate tú solita la camisa”, se quedaba sin desayuno.

Vestida con su uniforme, consistente en una capa negra, una blusa blanca y una falda negra, Louise se lavaba la cara y se limpiaba los dientes. La habitación no tenía cosas tan necesarias como el agua corriente, así que Saito tenía que bajar hasta la fuente y traer agua para Louise en una jarra. Y, por supuesto, Louise no se lavaba la cara por sí sola. Hacía que Saito se la lavase también.

Una mañana, mientras estaba secando la cara de Louise con la toalla, aprovechó para pintarle la cara con un pedazo de carbón que había encontrado.

Al ver su obra maestra sobre la cara de Louise, apenas pudo contener una carcajada. Entonces, con exagerada elegancia, se inclinó con educación.

-Señora, hoy es la pura representación de la belleza.

Debido a la baja presión de la sangre, Louise sólo pudo responder soñolienta.

-¿Estás tramando algo?

-¿Yo? Sólo soy un familiar cumpliendo las órdenes de mi señora. ¡Jamás me atrevería a tramar algo!

Louise sospechaba de la repentina y exagerada educación de Saito, pero dado que llegaba tarde a clase, no le interrogó más.

Con sus mejillas de un rosa vivo, encantadores ojos de avellana, y labios que parecían esculpidos en coral, Louise sabía que no necesitaba maquillarse, así que nunca se pintaba la cara. En otras palabras, no se miraba demasiado al espejo. Y este día no fue diferente. Resultado, no tenía ni idea del “maquillaje” que Saito le había puesto.

Louise se encaminó a clase en este estado. Siendo tan tarde como era, no se cruzó con nadie ni en el pasillo ni en la escalera.

Louise abrió la puerta de clase sofocada. Sus compañeros, todos a una, la miraron y estallaron de risa.

-¡Oye, Louise, qué guapa estás hoy!

-¡Madre mía, es tan típico tuyo!

Después, cuando el señor Colbert elogió con delicadeza las gafas y el bigote dibujados en su cara, Louise entró en un estado como de berseker. Salió al pasillo donde Saito se agarraba el estómago mientras se revolcaba en el suelo atacado por una risa histérica, le abofeteó una docena de veces, y le prohibió todas las comidas de ese día.

Según Louise, un familiar que trataba la cara de su amo como un pedazo de pizarra era similar a los demonios de antaño que se oponían al Fundador Brimir y sus dioses aliados, y esos demonios no eran dignos de recibir pan y sopa dados por la Reina.


+++


Después de desayunar, Saito limpiaba la habitación de Louise. Esto consistía en barrer el suelo con una escoba y limpiar la mesa y ventana con un trapo.

Y después venía la increíblemente divertida Lavada. Llevaba la ropa sucia a la fuente y la frotaba contra una tabla para lavar. No había agua caliente, sólo agua helada que mordía con fuerza sus dedos. La ropa interior de Louise parecía bastante cara, con muchos lacitos y diseños incorporados. Se quedaría sin comer si se le ocurría estropear alguna, así que tenía que lavarlas con cuidado. Era un trabajo muy duro.

Cansado de hacerlo, dejó unas panties en particular con una banda elástica desgastada en el montón. Apenas unos días más tarde, Louise, ajena a todo esto, llevaba esa prenda tan particular cuando el elástico se rompió. Sus bragas bajaron hasta sus tobillos, atando ambas piernas como si fuera la trampa de un cazador. Además, estaba en lo alto de una escalera, así que rodó de forma espectacular hasta abajo.

Afortunadamente, no había nadie alrededor para verla bajar rodando las escaleras con su mitad inferior expuesta en todo su esplendor, así que al menos salvó su reputación.

Dándose cuenta de que había sido excesivo, Saito fue lo suficientemente cuidadoso como para no espiar en el interior de la falda mientras se disculpaba efusivamente con Louise, que quedó inconsciente al pie de la escalera. No había pretendido que fueran así las cosas. Había esperado que se produjera en un pasillo, para conseguir mejores resultados.

Una vez que Louise recobró el conocimiento y se dio cuenta de lo sucedido, le mostró las bragas desgastadas de forma acusadora a Saito, que estaba obedientemente sentado al lado de la cama.

-Estaban desgastadas.

-Lo estaban, Señorita.

La voz de Louise temblaba de furia.

-Explícate.

-Debe haber sido el agua de la fuente, Señorita. Está tan fría que podría congelar al instante los dedos. Me parece que el elástico no pudo soportarlo.

Esa fue la respuesta de Saito.

-¿Estás diciendo que la culpa fue de la goma?

-Estoy diciendo que fue culpa del agua. Es un agua malvada. Estoy convencido que debe de haber alguna especie de maldición por la que está tan fría y así afecte a la goma.

-En ese caso, no alimentaré a este familiar tan leal con sopa hecha con esa agua tan malvada.

-Es usted muy amable.

-Tres días, creo yo, serán suficientes para que el agua vuelva a la normalidad.

Saito se pasó tres días sin comer.


+++


Aún así, Saito permaneció alimentado en aquellos tres días. Tan sólo fingía estar enfadado y visitaba la cocina detrás del Salón de Alviss, donde la enérgica y adorable Siesta le servía comida, como asado o carne. Iba allí incluso cuando no estaba castigado sin comer. La sopa que Louise llamaba ‘la Bendición Extendida de Su Majestad, la Reina’ nunca le bendecía con un estómago lleno.

Naturalmente, mantuvo en secreto las visitas a la cocina. A Louise le encantaba castigarle sin comer hasta que no enmendara su comportamiento, así que hubiese sido todo un problema si se enteraba del asado y la carne que Siesta le servía amablemente. Louise probablemente le prohibiría las visitas por el bien de la “educación” de su familiar.

Así pues, no se daba ni cuenta. En cualquier caso, Saito prefería a Siesta y a la cocina cien veces más que a esa tal Reina y al Fundador Brimir, a los que nunca había conocido.


+++


Una mañana, después de beberse con voracidad su sopa delante de Louise, fue a la cocina. Saito, habiendo vencido al noble Guiche en los Patios Vestri, era increíblemente popular allí.

-¡Nuestra Espada está aquí!

El que gritaba era Marteau, el chef principal, un cuarentón bastante regordete. Naturalmente, era un plebeyo, pero con su posición de chef principal de la Academia ganaba tanto como un noble de clase baja, algo para sentirse orgulloso. Vestido en prendas simples pero finas, comandaba la cocina con meros movimientos de su mano.

A pesar de su muy respetable posición como chef principal de una academia mágica para nobles, Marteau no era para nada arrogante, y lo que era más sorprendente, no apreciaba ni a la magia ni a los nobles.

Llamaba a Saito, en virtud de la espada que había usado para vencer a Guiche, por el apelativo de ‘Nuestra Espada’ y lo trataba como a un rey. Gracias a él, la cocina era un oasis para Saito.

Saito se sentó en la silla, y con una sonrisa, Siesta le llevó un tazón de carne asada y un poco de pan blanco.

-Gracias.

-La comida de hoy es especial- declaró Siesta, pareciendo especialmente feliz.

Saito llevó su cuchara a sus labios con curiosidad y al momento su cara se encendió.

-¡Guau, está delicioso! ¡Está a años luz de la bazofia que me dan!

En esto, Marteau se aproximó, blandiendo un cuchillo de cocina en una mano.

-Por supuesto. Esto es lo que les servimos a los chicos nobles.

-No puedo creer que sea esto lo que comen todos los días…

Marteau resopló sonoramente ante el comentario de Saito.

-Por supuesto, ellos usan magia. Levantan castillos enteros del barro, conjuran gemas increíbles, incluso controlan dragones, ya ves tú. Pero date cuenta, crear estos platos tan exquisitos es una especie de magia. ¿No estás de acuerdo, Saito?

-Totalmente- asintió Saito.

-¡Sí señor! ¡Eres un buen hombre!

Puso su brazo alrededor de los hombros de Saito.

-¡Ésta es Nuestra Espada! ¡Déjame plantar un beso en tu frente! ¡Venga! ¡Insisto!

-Preferiría que no. Y deja de llamarme así- dijo Saito.

-¿Por qué no?

-Porque es… raro.

El hombre soltó a Saito y abrió sus brazos en protesta.

-¡Pero cortaste en pedazos el golem de un mago! ¿No lo entiendes?

-Supongo.

-Oye, ¿dónde aprendiste a usar la espada? Dime dónde me pueden enseñar a blandir una espada así.

Marteau fijó su vista en Saito. Le preguntaba lo mismo cada vez que Saito iba a comer, y la respuesta de Saito era la misma todas las veces.

-No lo sé. Nunca antes había cogido una espada. Mi cuerpo se movió solo.

-¡Gente! ¿Oís eso?- gritó Marteau, su voz haciendo eco en la cocina.

Los otros cocineros y aprendices gritaron a su vez:

-¡Te oímos, jefe!

-¡Esto es lo que se llama un verdadero maestro! ¡Nunca alardean de su habilidad! ¡Mirad y aprended! ¡Un verdadero maestro nunca alardea!

Los cocineros repitieron alegremente.

-¡Un verdadero maestro nunca alardea!

Entonces Marteau se dio la vuelta y miró a Saito.

-Sabes 'Nuestra Espada', cada vez me gustas más. ¿Qué me dices ahora?

-¿Qué pasa con qué?

Tan sólo decía la verdad, pero Marteau siempre pensaba que estaba siendo modesto. Era algo frustrante. Se sentía como si decepcionara a un buen hombre. La mirada de Saito cayó hasta las runas de su mano izquierda.

Desde aquel día, no han vuelto a brillar. Me pregunto que habrá pasado… Incluso cuando Saito intentaba dirigir el mérito a las runas mirándolas, Marteau lo interpretaba como que era reservado.

El chef se volvió hacia Siesta.

-¡Siesta!- llamó.

Siesta, que había estado contemplando la escena animadamente, respondió con alegría.

-¿Si?

-¡Tráele a nuestro héroe algo de lo mejor de Albión!

Su sonrisa se ensanchó, y cogiendo una botella de vino del armario de la cosecha solicitada, llenó la copa de Saito con él. Siesta miraba encantada cómo la cara de Saito se iba poniendo cada vez más roja a causa del vino. Estos acontecimientos se repetían casi cotidianamente.

Saito visitaba la cocina, Marteau sentía cada vez más simpatía por él, y el respeto que Siesta sentía se acrecentaba aún más.


+++


Aunque en ese día en particular... Había una sombra carmesí espiando a Saito desde una ventana de la cocina. Uno de los cocineros más jóvenes se dio cuenta.

-¡Eh, hay algo ahí fuera, en la ventana!

La sombra emitió un ‘kyuru kyuru’ y se desvaneció.


+++


Después, tras desayunar, limpiar y hacer el lavado, acompañaba a Louise a clase. Al principio, se sentaba en el suelo, pero después de darse cuenta de que aprovechaba para mirar bajo las faldas de otras chicas, le dejó que se sentara en una silla. Y le dejó claro a Saito que si su vista se desviaba demasiado de la pizarra se quedaría sin comer.

Al principio, las clases fascinaban a Saito con sus maravillas: convertir el agua en vino, combinar varios regentes para crear una poción especial, materializar bolas de fuego de la nada, hacer levitar cajas, palos y pelotas fuera de la ventana de la clase para que los familiares los cogieran, etc.… pero después de un tiempo, la novedad se desvaneció.

Y así se acostumbró a dormir. El profesor y Louise le dedicaban miradas fulminantes de vez en cuando, pero no había reglas que prohibiesen a los familiares dormir durante las clases. Y tomando como ejemplo la clase, todas las criaturas nocturnas estaban roncando, incluso algún búho. De hecho, si despertaban a Saito, significaría que lo estaban tratando como un humano.

Louise se mordía los labios por el deseo irrefrenable de darle al Saito durmiente una buena reprimenda. Pero no podía, puesto que hacerlo significaba contradecir el hecho de que él no era más que un familiar.


+++


Aquel mismo día, bañado en la luz del sol, Saito tardó poco en dormirse en otra clase.

El vino que había bebido por la mañana estaba haciendo efecto, y Saito soñó. Soñó algo bastante increíble. Un sueño en el que Louise gateaba hasta su cama de paja mientras dormía.

¿Qué sucede, Louise?

Tras oír su nombre, Louise, le dirigió una mirada a Saito.

¿No puedes dormir? Oh, está bien… no pasa nada. Tranquila.

-Oh, tan sólo está hablando en sueños- dijo Louise en voz baja, y volvió la vista al frente.

Tranquila. ¡Oye, no me abraces así de repente!

La mirada de Louise volvió a posarse en Saito. Los otros estudiantes empezaban a darse cuenta de la situación y afinaban sus oídos para poder escuchar.

Vaya, con lo marimandona que eres durante el día, eres lo más dulce del mundo en la cama.

Un hilillo de baba salió de una de las comisuras del labio de Saito mientras éste seguía disfrutando de su sueño.

Louise le cogió de los hombros y le sacudió violentamente.

-¡Oye! ¿Pero qué clase de sueño estás teniendo?

Sus compañeros estallaron en risas. Malicorne del Viento Protector hizo un comentario:

-¡Bueno, bueno, Louise! ¿Así que es eso lo que haces con tu familiar por la noche? ¡Menuda sorpresa!

Las estudiantes chicas empezaron a susurrarse entre ellas.

-¡Espera! ¡Esto es solo un estúpido sueño! ¡Ah, por Brimir! ¡Despierta de una vez!

Louise, Louise, eres una gatita. Deja de lamerme ahí de esa manera…

"Louise, eres una gatita. Deja de lamerme ahí de esa manera…"

Ante esto, las carcajadas amenazaron con llenar el edificio entero.

Louise tiró a Saito de la silla de una patada, devolviéndole violentamente a la realidad desde su dulce y suave mundo de sueños.

-¿A qué ha venido eso?

-¿Desde cuándo me da por visitar tu cama de paja?- gritó irritada Louise. Cruzó los brazos y miró desde arriba de forma imponente a Saito.

Saito movió la cabeza, divirtiendo aún más a la gente.

-Saito, explícale a esta gente tan grosera que nunca he puesto un pie fuera de mi propia cama durante la noche.

-Es cierto. Tan sólo estaba hablando en sueños. Louise nunca haría nada semejante.

Los estudiantes se dieron la vuelta, decepcionados.

-¿Acaso no es obvio? ¡Como si fuese a hacer algo como eso! ¡Con ésta cosa, encima! ¡Ésta cosa! ¡Sólo pensar que me juntaría con esta inferior forma de vida en la cama va bastante más allá de ser un chiste!- protestó Louise, dirigiendo su mirada hacia arriba.

-Pero mis sueños a veces se vuelven realidad- comentó Saito.

-¡Es cierto!- comentó alguien de la clase a su vez-. ¡Después de todo, los sueños tienen el poder de predecir el futuro!

-Mi ama, con su personalidad, probablemente no encontrará nunca un amante- admitió Saito.

La gran mayoría de los estudiantes asintió. Louise fulminó a Saito con otra mirada cargada de maldad, pero fue demasiado tarde. Saito se había desbocado.

-Mi pobre ama se siente bastante frustrada por eso, y así se cuela en la humilde montaña de paja de su familiar.

-¡Ya es suficiente!- regañó Louise a Saito, poniendo sus manos en su cintura-. ¡Cierra tu sucia boca ahora mismo!

Pero eso no evitó que Saito continuara.

-Cuando lo hace, tengo que frenarle los pies…

Ya había llegado demasiado lejos.

Los hombros de Louise comenzaron a temblar de ira.

-Le tengo que decir ‘no es aquí donde tú duermes’.

La clase entera aplaudió. Saito imitó una reverencia elegante y volvió a su sitio. Louise le dio una patada, haciendo que rodase por el suelo.

-¡No me des patadas!

Pero Louise había perdido los estribos. Su mirada estaba firmemente dirigida hacia delante y, como siempre, sus hombros temblaban con ira apenas contenida.

De nuevo, había una sombra carmesí vigilando a Saito.

Era la salamandra de Kirche. Con su estómago en el suelo, miraba a Saito a través del hueco de la fila de sillas.

-¿Eh?

Dándose cuenta, Saito la saludó con la mano.

-¿Eres la salamandra de Kirche, no? Sé que tienes un nombre. ¿Como era…? Ah, sí, Flame. Flame.

Saito se movió cerca de ella, pero la salamandra agitó su cola esparciendo algunas llamas y corrió al lado de su dueño.

-¿Por qué se interesaría tanto un reptil por mí?

Saito movió la cabeza, hecho un lío.


+++


Y mientras Saito mantenía un concurso de miradas con una salamandra en mitad de clase...

En el Despacho del Director de la Academia, la señorita Longueville, la secretaria, estaba ocupada escribiendo algo.

Se detuvo un momento y miró más allá de la mesa de madera de secuoya sobre la que Sir Osmond estaba ocupado echándose una siesta.

La esquina de los labios rosas de la señorita Longueville se contrajo con una expresión que nunca había enseñado a nadie.

Se levantó de su mesa.

En voz baja, murmuró el encantamiento de un Hechizo de Tranquilidad. Haciendo cuidado para que sus pasos no despertaran a Osmond, salió del despacho.

Su destino era la sala del tesoro, situada justo debajo del Despacho del Director.

Bajando la escalera, se encontró con enormes puertas de hierro. Se mantenían cerradas por un mecanismo de cerrojo muy grueso, que a su vez estaba asegurado con un candado igual de grande.

En aquel sitio se guardaban los artefactos que provenían desde antes del establecimiento de la academia. Después de echar un cuidadoso vistazo alrededor, la señorita Longueville sacó su varita de un bolsillo. Era tan larga como un lápiz, pero con un movimiento de muñeca, se agrandó hasta convertirse en la batuta de un conductor, que manejaba como una experta.


+++


La señorita Longueville lanzó otro hechizo. Una vez la invocación se completó, señaló con la varita al candado.

Pero… nada ocurrió.

-Bueno, tampoco esperaba que un Hechizo de Desunión funcionase de todas maneras- murmuró.

Sonriendo, comenzó a recitar las palabras de un hechizo del que era especialista. Era un hechizo de Transmutación. Entonando de forma clara y concisa, movió su varita hacia el pesado candado. La magia afloró… pero aún después de esperar un rato considerable, no hubo cambio visible.

-Parece que ha sido reforzado mágicamente por un mago de clase Cuadrado- musitó. Un Hechizo de Refuerzo era un hechizo que prevenía la oxidación y descomposición de la materia. Cualquier sustancia con este hechizo estaba protegida de cualquier reacción química, y le permitía ser mantenido en ese estado para siempre. Incluso la magia de transmutación no tendría efecto en algo protegido de esa manera. Sólo si la habilidad mágica era superior a la del mago que estableció el hechizo, podría ser superado.

Al parecer, el mago que había hechizado la puerta era extremadamente poderoso, teniendo en cuenta que ni siquiera la señorita Longueville, una experta en magia terrestre y en particular de transmutación, era incapaz de afectar a la puerta.

Quitándose las gafas, contempló la puerta una vez más. En este punto escuchó pasos provenientes de la escalera.

Bajó su varita y la volvió a meter en su bolsillo. La persona que apareció era Colbert.

-Saludos, señorita Longueville. ¿Qué estás haciendo aquí?

-Señor Colbert, iba a catalogar los contenidos de la sala del tesoro, pero…

-Oh, pues es bastante trabajo. Probablemente te lleve un día entero para ver hasta el último objeto. Además hay mucha basura entremezclada, y no hay mucho espacio que se diga.

-Desde luego.

-¿Por qué no le pides la llave al Viejo Osmond?

La mujer sonrió.

-Bueno… no me gustaría interrumpir su sueño. En cualquier caso, no hay prisa en completar el catálogo…

-Ya veo. Durmiendo, dices. Ese anciano, quiero decir, el Viejo Osmond, es muy dormilón. Parece que tendré que visitarle de nuevo.

El señor Colbert comenzó a irse, pero detuvo sus pasos, y se giró.

-Esto… ¿señorita Longueville?

-¿Qué ocurre?

Colbert parecía algo avergonzado cuando abrió la boca para hablar.

-¿Si quisieras, estaría bien si, por ejemplo… comiéramos juntos?

Ella se lo pensó durante un momento, y sonrió ampliamente mientras aceptaba la oferta.

-Por supuesto, el gusto es mío.


+++


Ambos bajaron las escaleras.

-Señor Colbert…- con un tono más informal, la señorita Longueville reanudó la conversación.

-¿Sí? ¿Qué sucede?

Extrañado por cómo su invitación había sido aceptada tan fácilmente, Colbert le respondió precipitadamente.

-¿Hay algo importante dentro de la sala del tesoro?

-Lo hay.

-¿Entonces, conoces el ‘Bastón de la Destrucción’?

-Ah, un objeto con forma muy peculiar, sin duda.

Los ojos de ella brillaron.

-¿Qué… qué forma tiene?

-Es extremadamente difícil de describir, excepto por la palabra extraño, sí. Pero no te preocupes por eso, ¿qué te apetece comer? El menú de hoy es platija batida a las finas hierbas… pero soy bastante amigo de Marteau, el chef, y puedo pedirle que prepare alguno de los más delica…

La señorita Longueville interrumpió la charla de Colbert.

-¿Sí?- quiso saber Colbert.

-La tesorería, debo decir, está construida de forma formidable. No importa el tipo de magia que se intente, es imposible de abrir, ¿me equivoco?

-En absoluto. Es imposible para un único mago. Después de todo, fue protegida por un grupo de magos de clase Cuadrado para resistir todo tipo de hechizos.

-Estoy impresionada por todo el conocimiento que posees, Colbert- lo miró con una expresión confortable.

-¿Eh? Bueno…, sucede que acabo de leer algunos documentos que trataban sobre esta planta, eso es todo... me gusta considerarlo como parte de mi investigación. Gracias a eso, aún estoy soltero a mi edad… sí.

-Estoy segura de que la mujer que encuentres será muy feliz contigo. Después de todo, puedes enseñarle cosas que nadie más sabe…

La señorita Longueville le clavó una mirada de fascinación.

-¡Oh, no! ¡Por favor, no me elogies así!

Colbert gesticulaba nerviosamente mientras se quitaba el sudor de su ancha frente. Luego, recuperando la compostura, la miró con ojos serios.

-Señorita Longueville, ¿has oído hablar del Baile de Frigg que se celebra el día de Yule?

-No.

-Bueno, supongo que es porque únicamente llevas dos meses aquí en Tristain. Bueno, no es nada espectacular, sólo una especie de fiesta. Aun así, se dice que una pareja que baile en esta fiesta estará destinada a estar junta o algo así. ¡Aunque es tan sólo una leyenda! ¡Sí!

-¿Y bien?- sonriendo, le impulsó a continuar.

-Bueno… si te parece bien, me preguntaba si bailarías conmigo, sí.

-Me encantaría. Pero aunque los bailes son fabulosos, me gustaría saber más sobre la tesorería ahora mismo. Me fascinan bastante los objetos mágicos, ya sabes.

Queriendo seguir impresionando a la señorita Longueville, Colbert se estrujó los sesos.

Tesorería, tesorería, eso dice ella…

Recordando algo que podría parecerle interesante, se dio un aire importante y empezó a hablar.

-Ah sí, hay una cosa que puedo decirte. Aunque no reviste especial importancia…

-Lo que sea, dilo.

-En efecto, la sala del tesoro es invencible contra ataques mágicos, pero creo que tiene una debilidad fatal.

-Oh, es intrigante.

-La debilidad es… fuerza física.

-¿Fuerza física?

-¡Sí! Por ejemplo, bueno, no es que sea parecido, pero un golem gigante podría…

-¿Un golem gigante?- cortó la Srta. Longueville.

Colbert le mostró su opinión con bastante orgullo a la señorita Longueville. Y una vez dicha, no pudo sino sonreír de satisfacción.

-Eso es muy intrigante, de veras, señor Colbert.





Kirche la Ardiente[edit]

La misma noche del incidente en el que Saito avergonzó a Louise hablando dormido, Louise tiró bruscamente su cama de paja al pasillo.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó Saito.

-Sería una molestia si me colara en tu cama de nuevo, ¿no es así?

Parecía que todavía estaba enojada por lo que pasó antes en clase.

-Pero hace frío fuera de la habitación.

-Bueno, seguramente iré a calentarte en tus sueños- dijo Louise arqueando sus cejas.

Qué chica tan rencorosa. Estaba decidida a hacer dormir a Saito en el pasillo sin importar qué.

Saito cogió su sábana y salió al pasillo. En el momento en que salió de la habitación, la puerta se cerró y se aseguró con un fuerte clic. El viento entraba por la ventana, haciendo que Saito temblara.

Refunfuñando por el viento, se envolvió en su sábana y se acostó en la paja. Sentía el frío del piso de piedra por todo su cuerpo.

Tampoco hay calentadores. Me estoy congelando. ¡Hacerme sufrir de esta manera sólo por un sueño! Saito pateó la puerta de Louise. Y obviamente, no hubo respuesta.

Saito empezó a planear su venganza. Cortarle el elástico de las bragas ya no es suficiente. Mientras se recostaba temblando en su sábana, pensando en cómo se vengaría de esa chiquilla… La puerta de la habitación de Kirche se abrió.

Su salamandra, Flame, se arrastró afuera, con su cola encendida emitiendo un tibio brillo. Los dos se miraron. La salamandra se acercó a Saito, quien inconscientemente empezó a alejarse.

-¿Q-qué haces?

-Kyuru-kyuru- rugió amablemente. Parecía inofensivo antes de que clavara las garras en la manga de Saito, moviendo la cabeza como diciéndole que le siguiera.

-¡Oye, déjame ir! ¡Vas a quemar mi sábana!- dijo Saito al insistente Flame, que lo jalaba con más fuerza.

La habitación de Kirche permanecía abierta. ¿Está intentando arrastrarme hacia allá? Ciertamente era así. No creo que Flame me esté arrastrando porque sí. ¿Qué puede querer Kirche de mí? Saito se rompió la cabeza buscando alguna razón. Tal vez quiere sermonearme por haber discutido con Louise.

Como si estuviera en un trance, Saito entró a la habitación de Kirche.

El cuarto estaba completamente oscuro, excepto por el tibio brillo de Flame. La voz de Kirche ordenó desde la oscuridad:

-Cierra la puerta.

Saito obedeció.

-Bienvenido a mi habitación.

-Está muy oscuro aquí…

Escuchó cómo Kirche chasqueó sus dedos. Comenzando desde la más cercana a él, las lámparas se iluminaron una a una en dirección a Kirche como luces flotando sobre una calle.

Entre el cálido brillo, Kirche se sentó en la cama con una cara de preocupación. Estaba usando ropa interior atractiva, o más bien, ropa interior normal. Una cosa sí es segura: sujetados solamente por su brassier, sus grandes senos eran del tamaño de unos melones.

-No te quedes ahí. Ven acá- arrulló Kirche con la voz más seductora que pudo.

Saito caminó inseguro hacia una Kirche sonriente, como si fuera un sueño.

-Siéntate.

Saito se sentó a su lado como se le ordenó. Su mente estaba llena de imágenes del cuerpo casi desnudo de Kirche.

-¿Q-qué pasa?- preguntó nerviosamente Saito. Kirche solo lo miraba mientras movía suavemente su cabello color rojo encendido. Bajo la pálida luz de la lámpara, la piel morena de Kirche se veía extremadamente erótica, como si quisiera atrapar a Saito.

Kirche dejó escapar un gran suspiro y movió su cabeza con preocupación.

-Debes pensar que soy una miserable y despreciable mujer.

-¿Kirche?

-El que pienses así de mí es inevitable. ¿Entiendes a qué me refiero? El nombre de mis Runas es ‘Ardiente’.

-Ya lo sé.

El escote de su brassier es tan sexy…

-Mi pasión es tan inflamable como la paja… por eso es que te traje aquí de repente. ¿No lo entiendes? ¿No crees que sea algo malo?

-Sí, creo que es muy malo- Saito no estaba seguro de a qué se refería, así que sólo le siguió la corriente. Nunca estuvo con una chica extranjera que le abriera su corazón de esta manera, por lo que estaba nervioso.

-Pero… Estoy segura de que me perdonarás.

Kirche miró a Saito con sus ojos húmedos y llorosos. Cualquier hombre hubiera dejado aflorar sus más primitivos instintos solo con mirar estos ojos.

-¿Pe-perdonar qué?

Kirche sujetó la manó de Saito, envolviéndola con sus tibias palmas y luego acariciándola lentamente con su dedo, enviando una descarga a la columna de Saito.

-El amarte, cariño. Para ti, mi amor es tan repentino.

-Sí, ¡definitivamente es repentino!- la mente de Saito estaba hecha un desastre.

Debe estar bromeando.

En contradicción con lo que él pensaba, la cara de Kirche se veía seria.

-Tu grandeza al derrotar a Guiche es… tan… genial….como un héroe de leyenda. Yo… cuando te vi, supe inmediatamente que estaba enamorada. ¿Puedes creerlo? ¡Me sentí atraída hacia ti así de fácil! ¡Pasión! ¡Oh, esto es amor apasionado!

-¿Pa-pasión, eh?

-El nombre de mis runas, ‘Ardiente’, también es bastante apasionado. ¡He estado escribiendo canciones de amor desde ese día! ¡Canciones de amor! Solo para ti… Saito. Apareces en mis sueños cada noche, así que le dije a Flame que viera cómo estabas… oh, estoy tan avergonzada. ¿Debes pensar lo mismo de mí, no es así? ¡Todo ha sido causado por ti!

Saito sólo se sentó allí, sin poder pronunciar una palabra. Kirche tomó el silencio como aceptación, y lentamente, con los ojos cerrados, acercó sus labios a Saito.


Kirche tomó el silencio como aceptación, y lentamente, con los ojos cerrados, acercó sus labios a Saito.

Qué sexy. Es decir… Louise también es atractiva. Pero cuando estamos hablando de ser sexy, no es rival para Kirche. Aunque Louise es muy linda, sólo que esa parte de ella está muy en el fondo.

Como sea, Saito alejó a Kirche. Porque sintió que algo malo pasaría si no lo hacía. Kirche miró a Saito con sorpresa, como preguntando ‘¿Por qué?’. Saito apartó la vista de su cuerpo.

-Bu-bueno… de lo que dijiste…

-¿Sí?

-Tú… te enamoras muy fácilmente- tartamudeó Saito, hiriendo el punto débil de Kirche. La cara de Kirche se puso roja en un instante.

-Sí… Supongo que tengo más… pasión que otros. No puedo hacer nada. El amor es repentino, y consume mi cuerpo tan rápido…

En ese momento, una voz de afuera de la ventana la interrumpió. Un apuesto hombre miraba hacia dentro con una expresión de indignación.

-Kirche… Vine a buscarte porque no llegaste a tiempo…

-¡Berisson! ¡Entonces nos encontraremos dentro de dos horas!

-¡Eso no fue lo que acordamos!

Estaban en el tercer piso. Parece que este tal Berisson está flotando con algún tipo de hechizo mágico.

Como si nada, Kirche sacó su varita de entre sus senos, y la agitó sin siquiera mirarlo. Flame se apoyó en una lámpara cercana y saltó sobre el caballero que estaba en la ventana como si fuera una serpiente.

-Qué búho tan molesto.

Saito observó todo sorprendido.

-Eh… ¿No escuchaste todo eso, cierto?- preguntó Kirche.

-Eh… ¿quién era ese?

-Sólo un amigo. Eso no importa… ahora mismo, mi amor más profundo y apasionado eres tú, Saito…

Kirche acercó nuevamente sus labios a él. Saito no movió ni un músculo, al mismo tiempo que un deseo irresistible lo invadía. En ese momento, fueron interrumpidos nuevamente.

-¡Kirche! ¿Quién es ese tipo? ¿No ibas a calentar la noche conmigo?

-¡Styx! ¿Qué te parece encontrarnos dentro de cuatro horas?

-¿Quién es ese, Kirche?

El tal Styx se estaba enojando, y estaba a punto de entrar en la habitación, pero Kirche agitó su varita otra vez. Flame volvió a saltar, lo golpeó, y Styx cayó al suelo.

-Supongo que ese también es tu amigo- dijo Saito.

-En vez de ‘amigo’, digamos que es solo alguien de quien he escuchado hablar. Oh, bueno, no quiero malgastar tu tiempo. Quien haya dicho ‘la noche es larga’ no sabía cuan rápido sale el sol

Kirche se acercó nuevamente a Saito. Y de nuevo, un gemido se escuchó desde la ventana. Saito volteó.

Tres hombres miraban hacia dentro, y dijeron la misma cosa al mismo tiempo:

-¡Kirche! ¿Quién demonios es este? ¡Dijiste que no tenías novio!

-¡Manican! ¡Ajax! ¡Gimli!

Oh, vaya… cinco personas completamente diferentes han aparecido. Saito estaba impresionado.

-Bueno… entonces dentro de seis horas- Kirche se movía irritada.

-¡Eso ya es en la mañana!- dijeron los tres al mismo tiempo.

-Flame- dijo Kirche a su salamandra, quien estaba durmiendo en una esquina.

Flame lanzó una llamarada a los tres hombres en la ventana, y cayeron juntos al suelo.

-¿Y esos eran…?

-¿Ellos? Ni siquiera los conozco. Pero, lo más importante, ¡te amo!

Kirche agarró la cara de Saito con sus manos y fue directamente por sus labios.

-N-n-no… n-n-n-n- Saito entró en pánico.

El beso de Kirche no fue desagradable, sino que estaba lleno de pasión. Saito no opuso resistencia cuando lo tumbó en la cama. Pero…

Esta vez fue la puerta. Alguien la abrió a patadas. Saito pensó que era otro tipo. Estaba muy equivocado.

Con su pijama puesta, Louise se quedó de pie y los miró a los dos desde la puerta. Kirche miró ligeramente hacia donde estaba Louise, y mantuvo sus labios firmemente contra los de Saito.

Louise se movió hacia Saito y Kirche con intenciones asesinas, tumbando unas cuantas lámparas en el proceso. Las manos de Louise se movieron más rápido que su boca. Y lo más impresionante fue que sus piernas se movieron más rápido que sus manos.

-¡KIRCHE!- aulló Louise hacia donde estaba ella.

Kirche actuó como si apenas notara su presencia, y se quitó lentamente de encima de Saito, mientras agitaba su varita con indignación.

-¿No ves que estamos ocupados, Vallière?

-¡Zerbst! ¿De quién crees que es el familiar que estás tocando?

Saito estaba perdido. Las cejas café de Louise brillaban con furia.

Kirche levantó las manos sobre su cabeza. Atrapado entre las dos, Saito entró en pánico. Parecía que haber permitido que la situación llegara hasta el punto en que Kirche le besara había enfurecido terriblemente a Louise.

-El amor y el fuego son el destino de la familia Zerbst. Es un destino que arde en nuestros cuerpos. La meta de nuestra vida es abrazar esta llama apasionada. Deberías saberlo- Kirche se encogió de brazos, mientras que Louise temblaba de rabia.

-Ven aquí, Saito- Louise miró a su familiar.

-¿Oh? Louise… sí, él es tu familiar, pero también tiene su propia voluntad, ¿no lo crees? Por favor respeta su elección- dijo Kirche.

-¡E-ella tiene razón! ¡Yo decido con quien estoy!- añadió Saito.

Louise levantó la voz:

-Tú… ¡para mañana serás perseguido con magia por al menos diez nobles! ¿Aceptarás eso?

-Oh, no hay problema con eso. ¿No viste cuán bueno soy en el jardín?

Louise agitó su mano derecha.

-Eh… sí, tus habilidades con la espada son buenas, pero eso no importará cuando sea atacado por bolas de fuego por la espalda y torbellinos por el frente.

-¡No hay problema! ¡Yo lo protegeré!- Kirche miró apasionadamente a Saito.

Pero las palabras de Louise hicieron reflexionar a Saito.

Si esos tipos que estaban en la ventana se enteran de mí, tal vez me atacarían. Kirche no será capaz de tenerme vigilado todo el tiempo, aunque diga que sí lo hará. Eso y además está el que Kirche cambia de opinión a menudo. Se aburrirá de protegerme en un abrir y cerrar de ojos.

Después de reflexionar calmadamente, Saito se levantó.

-¿Ah? ¿Te vas tan rápido?- Kirche miró tristemente a Saito, con su cabello suelto en su espalda, y sus ojos brillantes que parecían llorar. Kirche es una belleza adictiva… si una chica así me presta atención, ¿a quién le importa si me atacan con magia por todas partes?

-¡Esa es la misma táctica que usa siempre! No te dejes engañar por ella- Louise tomó la mano de Saito y se fue.

Al volver a su habitación, cerró la puerta sin decir una palabra, y miró a Saito. Mordiéndose el labio, le dedicó una mirada asesina.

-Justo como un perro callejero en celo…- su voz era temblorosa. Igual que antes, las manos de Louise se movían más rápido que su boca, y sus pies se movían más rápido que sus manos. Parecía que su voz se haría más irregular. La rabia inundó su cara.

-¿Q-qué pasa ahora?

-Casi te consideraba como una persona. Supongo que estaba equivocada.

-Estás bromeando, ¿no?

Sí. ¿Considerarme una persona? Suena como una mentira no importa por dónde lo vea.

-Y le fuiste a mover la cola a esa bruja de Zerbst…- Louise se acercó a la gaveta a buscar algo. Una fusta.

-Se-señorita…- Saito empezó a tartamudear.

-Los perros deben ser tratados como perros. He sido muy suave contigo.

-¿Pero, por qué una fusta?- Saito continuaba mirando la fusta en la mano de Louise. Estaba bien hecha.

-Estoy haciendo mal en usar una fusta para caballos en ti. Tú sólo eres un perro.

-¿Un perro, eh?

Louise empezó a azotarlo. ¡Pish! ¡Pish!

-¡Ouch! ¡Duele! ¡Detente, idiota!

-¿Qué? ¿Por qué esa chica es mejor? ¿Qué tiene ella de bueno?- Louise gritaba y azotaba al mismo tiempo.

Saito vio una oportunidad y aprovechó para sujetar las manos de Louise. Ella forcejeó, pero la fuerza de una chica no era suficiente. Saito la mantuvo sujeta por las muñecas y entonces ella se detuvo.

-¡Ah! ¡Suéltame, idiota!- gruñó Louise.

-¿Estás…?- Saito miró a Louise. Unos ojos café lo miraban.

Si se mira de cerca, es una cara irresistible. Linda. Kirche es una belleza, bastante sexy. Pero Louise es un lienzo vacío. Ni una sola mancha… un lienzo limpio. Si no fuera por su carácter…

No importaba qué dijera Saito, Louise le gustaba mucho más. Su corazón empezó a latir más rápido.

¿Está celosa? ¿Acaso está enamorada de mí?

A los ojos de Saito, el pensar en estas cosas, hace a Louise lucir aún más linda. Considerando todo esto, Saito es tan débil como Kirche en el amor.

-¿Estás celosa? ¿Te gusto?- dijo Saito-. ¿Estabas enojada porque no dormí contigo y me fui a hacer todo eso con Kirche? Oh, no me di cuenta. Lo siento- Saito bajó su cabeza y levantó la barbilla de Louise-. Yo no creo que tú seas mala. Mira, cuando ayudaste a cambiarme los vendajes, fuiste muy…-los hombros de Louise temblaron-. Yo debería esforzarme por ti, después de todo, soy un hombre. Esta noche dormiré contigo, así no tendrás que ir a dormir a mi cama. De repente, el pie derecho de Louise se movió como una ráfaga, y golpeó a Saito justo entre las piernas.

-¡Ah…! ¡Oh…!

Saito cayó de rodillas con su cuerpo cubierto de sudor frío.

Oh…eso dolió. Creo que voy a morir. Eso REALMENTE dolió.

-¿Gustarme? ¿Yo… te hago… qué?-

Louise pisó furiosa la cabeza de Saito.

-¿Fue… fue un malentendido?

-¡Obviamente!-gritó Louise y continuó pisándolo.

-Es-está bien… Estaba equivocado…

Louise se sentó en una silla, cruzando las piernas. Su respiración todavía era irregular. Después de haber torturado a Saito por un rato, su humor parecía haber mejorado un poco.

-Claro… puedes salir con quien elijas. Pero, no importa qué, no puedes salir con esa mujer.

-¿P-por qué?- Saito saltaba de aquí para allá intentando aliviar el dolor.

-Primero, Kirche no es un Tristainiana; ella es una noble de la vecina Germania. Sólo eso hace que salir con ella sea inaceptable. Odio a los Germanianos.

-¿Cómo pretendes que sepa estas cosas?

-Mi familia, Vallière, tiene propiedades en las fronteras de Germania, así que somos los primeros en la línea, si en algún momento hay una guerra con Germania. Y aún peor, justo como nosotros, al otro lado de la frontera, está el lugar de nacimiento de Kirche- Louise apretó los dientes-. Así que básicamente, la familia Zerbst es nuestra enemiga a muerte.

-Y se llaman a sí mismos una familia apasionada.

-Solo son una familia despreciable. ¡El tatarabuelo de Kirche le robó la novia a mi tatarabuelo! Eso fue hace unos 200 años.

-Hace mucho tiempo…

-Además, los Zerbst siempre están difamando a los Vallière. Fue de esa manera que le robaron la novia a mi tatarabuelo.

-Bueno, como sea… así que básicamente, ¿todo esto es porque la familia de Kirche le robó una novia a tu familia?

-No sólo eso. Hemos perdido la cuenta de cuántos miembros de la familia han muerto en las guerras.

-Solo soy un simple y pequeño familiar… no es que valga la pena que me roben.

-¡No! No permitiré que Kirche me robe ni un pájaro. Avergonzaría a mis ancestros si eso llegara a suceder- después de decir esto, Louise se sirvió un vaso de agua, y se lo tomó de un sólo trago-. Ésta es la razón por la que Kirche está prohibida.

-Tus ancestros no tienen nada que ver conmigo.

-¡Claro que sí! Eres mi familiar, ¿cierto? Mientras comas gracias a la familia Vallière, seguirás mis órdenes.

-Familiar esto, familiar aquello…- Saito miró disgustado a Louise.

-¿Tienes algún problema con eso?

-No, porque no puedo vivir si no hago lo que dices, así que tendré que vivir con eso…- Saito puso mala cara y se sentó en el suelo de golpe.

-Y creo que debes agradecerme.

-¿Agradecerte por qué?

-Si la gente se entera de que un plebeyo es el novio de Kirche, ¿crees que sobrevivirás?

Saito recordó a los hombres a los que Kirche les lanzó a Flame… Si ese hubiera sido yo… ¿cómo me habría sentido? Saito también recordó su pelea con Guiche y sintió un escalofrío.

-Louise.

-¿Qué?

-Dame una espada.

Saito quería protegerse.

-¿No tienes una?

-¿Cómo voy a tener una? La que usé la última vez era de Guiche. Louise cruzó los brazos.

-¿Eres un espadachín?

-No… Nunca había tocado una espada en mi vida.

-Pero te ves muy natural con ella durante la pelea.

-Pero aún así…

-Hmmm…- Louise se concentró en sus pensamientos.

-¿Qué?

-He oído que los familiares obtienen poderes especiales cuando hacen el contrato.

-¿Poderes especiales?

-Sí… como cuando un gato negro se vuelve un familiar…- Louise levantó el dedo y explicó-. Y obtiene la habilidad de hablar con la gente.

-Pero no soy un gato.

-Ya lo sé. El asunto es… que nadie ha escuchado hablar de un familiar humano, así que no es imposible que puedas tomar una espada y usarla como si fuera natural.

No sólo la usé como si fuera natural. Mi cuerpo se sintió ligero y rápido como una pluma. Además, las estatuas de Guiche estaban hechas de bronce. No hay forma de que se pueda cortar metal tan fácilmente, no importa si eres un espadachín muy talentoso.

-Si crees que es algo tan increíble, deberíamos ir a preguntar a la Academia de Tristain.

-¿Academia?

-Sí. Es la agencia de investigación de magia de la Corte Real.

-¿Qué me harían para investigar?

-Ah… muchos tipos de experimentos. Como… autopsias.

-No lo dices en serio…- Saito se levantó.

¿Experimentación en humanos? ¡No, gracias!

-Si no te gusta la idea, entonces deja de andar hablando de cómo aprendiste a usar la espada como un experto en un instante sin ninguna razón.

-Entiendo. Me puedo callar eso- asintió Saito con miedo.

-Ah… Ahora entiendo…- dijo triunfante Louise, como si hubiera entendido algo.

-¿Entender qué?

-Te compraré una espada.

-¿Sí?

Bueno, eso fue repentino. Louise siempre es tan tacaña.

-Si Kirche se ha fijado en ti, no importa cuántas vidas tengas, no te alcanzarán. Nos ganamos esto nosotros mismos, así que tendremos que encargarnos de arreglarlo- dijo Louise débilmente.

-Qué extraño…

-¿Qué?- Louise miró a Saito.

-Pensé que eras una tacaña. Hasta ahorrabas en mi comida.

-No puedo dejar que un familiar se acostumbre a los lujos. Es fuente de malos hábitos. Si es absolutamente necesario, te la compraré. Y no soy una tacaña- añadió Louise orgullosamente.

-¿Qué?

-Ahora que lo entendiste, ve a dormir. Mañana es el Día del Vacio, así que te llevaré a comprar.

Oh… así que este mundo también tiene domingos, pensó Saito mientras caminaba hacia el pasillo.

-¿Adónde vas?- le gritó Louise.

-¿Cómo que a dónde? Al pasillo.

-Está bien. Puedes dormir en mi habitación. Será problemático si Kirche te atrapa de nuevo.

Saito miró a Louise.

-Así que realmente estás…

Louise estaba a punto de coger otra vez la fusta cuando Saito se detuvo, se acostó en su cama de paja y se arropó con su sábana. Observó las inscripciones en su mano izquierda.

Al iluminarse, estas cosas me ayudaron a derrotar a Guiche, hicieron que Kirche se volviera loca por mí e hicieron que Louise me comprara una espada. ¿Qué más me traerán?

Mientras reflexionaba, el sueño lo atacó.

Qué día tan largo…

Mientras pensaba esto, Saito cayó rendido.





El Vendedor de Armas de Tristain[edit]

Kirche se despertó antes del mediodía. Hoy es el Día del Vacio, pensó. Miró a su ventana y descubrió que no había cristal, y que había marcas de fuego alrededor del marco. Aún somnolienta, se quedó mirando un segundo antes de recordar lo que sucedió la noche pasada.

-Cierto… vino mucha gente, y los mandé a freír espárragos.

Dejó de preocuparse de su ventana tras eso. Se levantó y empezó a maquillarse, mientras pensaba animada cómo debería seducir a Saito hoy. Kirche era una cazadora nata.

Cuando acabe, iré y llamaré a la habitación de Louise. Apoyaré mi mejilla en una mano, ocultando mi sonrisa. Saito abrirá la puerta, y le abrazaré y besaré en cuanto pueda. Oh… ¿qué hará Louise ante eso…?, pensó Kirche. Y después… podría intentar guiarle fuera de la habitación, y quizás se acerque él a mí. El pensamiento de un posible rechazo no pasó por su mente.

Sin pensarlo dos veces, usó un hechizo de apertura en la puerta de Louise, y fue recompensada con un clic. En realidad, los hechizos de apertura estaban prohibidos en la academia, pero a Kirche no le importaba. “Pasión por encima de todo” era el lema de su casa.

Pero la habitación estaba vacía. Ninguno de los dos estaba.

Kirche curioseó la habitación.

-Siempre igual… una habitación sin gusto.

La mochila de Louise no estaba tampoco. Sumándole el hecho de que era el Día del vacio significaba que habían ido a algún sitio. Kirche miró por la ventana y vio a dos personas montadas a caballo, listas para irse; eran Saito y Louise.

-¿Qué? ¿De excursión, eh?- murmuró Kirche molesta.

Tras pensar un momento, salió corriendo de la habitación de Louise.



Tabitha estaba en su habitación, navegando entre su mar de libros. Debajo de su pelo azulado y de sus gafas había brillantes ojos azules que relucían como el océano.

Tabitha en realidad era cuatro o cinco años maor de lo que aparentaba. Era incluso más pequeña que la ya de por sí pequeña Louise, y su cuerpo era bastante delgado. Una chica que no le importaba lo que la gente pensara de ella.

Tabitha amaba los Días del vacio. Era cuando podía sumergirse en sus mundos favoritos. A sus ojos, el resto de gente eran intrusos en su pequeño mundo, lo que le daba un sentimiento de melancolía.

No pasó mucho tiempo antes de que alguien llamara fuertemente a su puerta. Sin levantarse, Tabitha se limitó a coger y mover su bastón, más alto que ella. Realizó un “Hechizo de Tranquilidad”, un hechizo de viento. Tabitha era una maga con afinidad de viento. El “Hechizo de Tranquilidad” taponó esos ruidos molestos. Satisfecha, volvió a su lectura, sin mover un ápice el rostro en todo el proceso.

Entonces alguien forzó la puerta a abrirse. Dándose cuenta, Tabitha movió sus ojos del libro. Era Kirche.

Comenzó a balbucear algo, pero con la magia del silencio, ninguna de sus palabras llegó hasta Tabitha. Kirche apartó el libro de Tabitha, y cogió a la pequeña lectora por los hombros para hacer que la mirara. Tabitha miró fijamente a Kirche, con una expresión llana en la cara. Aún así, uno podía darse cuenta de que no era una mirada de bienvenida.

Pero Kirche era la amiga de Tabitha. Si hubiera sido otro, le habría hecho volar por los aires con un ciclón. Sin alternativa, Tabitha canceló su magia. Como si un candado se hubiese abierto, la voz de Kirche emergió al instante.

-¡Tabitha! ¡Prepárate, nos vamos!

Tabitha le explicó suavemente a su amiga:

-Día del Vacio.

Esa explicación era suficiente para Tabitha, que intentaba recobrar el libro de las garras de Kirche. Kirche se incorporó y levantó el libro en el aire, alejando con la diferencia de altura el libro de Tabitha.

-Sí, ya sé qué importancia tienen los Días del Vacio para ti. ¡Pero ahora no es tiempo de hablar! ¡Estoy enamorada! ¡Es amor! ¿Lo entiendes?

Tabitha no lo entendía, y movió su cabeza. Kirche era impulsiva, pero Tabitha era una pensadora tímida y tranquila. Uno no puede más que preguntarse cómo gente tan opuesta son buenas amigas.

-Vale... no te moverás hasta que te lo explique. Repito… ¡ESTOY ENAMORADA! ¡Pero el chico va a irse por ahí con esa pesada de Louise hoy! ¡Quiero seguirlos y averiguar adonde van! ¿Lo entiendes ya?

Tabitha seguía sin entenderlo, porque aún no sabía qué tenía ella que ver en todo eso.

-¡Acaban de irse! ¡A caballo! No puedo alcanzarles sin tu familiar, ¿sabes? ¡Échame una mano, por favor!- empezó a llorar Kirche.

Tabitha por fin asintió. Así que es por eso... necesitas mi familiar para alcanzarlos.

-Oh, muchísimas gracias… así que… ¡deprisita!

Tabitha asintió de nuevo. Kirche era su amiga, y no podía hacer nada si sus amigas acudían a ella para problemas que no podían ser resueltos sin ella. Era un poco molesto, pero no había elección. Abrió su ventana y empezó a silbar.

El silbido invadió el cielo azul por un momento. Después saltó por la ventana. Aquellos que no la conocieran lo encontrarían raro, o alarmante.

Kirche siguió de cerca de Tabitha y saltó a su vez por la ventana sin pensárselo. Sólo un apunte: la habitación de Tabitha estaba en el quinto piso. Normalmente olvida salir por la puerta cuando va hacia afuera, puesto que saltar por la ventana es mucho más rápido.

Alas fuertes y anchas se abrieron en el viento. Después, un dragón de viento voló y cazó al vuelo a sus dos pasajeras.

-¡Tu Sylphid es increíble, no importa las veces que lo mire!

“¡Tu Sylphid es increíble, no importa las veces que lo mire!”

Kirche se agarró a una escama saliente y suspiró de admiración. Así era, el familiar de Tabitha era un pequeño dragón de viento.

El dragón, que fue nombrado así por Tabitha, cogió rápida y espectacularmente la corriente de aire ascendente alrededor de la torre y subió a los doscientos metros de altura en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Dónde?- preguntó Tabitha secamente a Kirche.

-No lo sé…- gritó Kirche al instante-. Estaba en pleno ataque de pánico.

A Tabitha no le importó y ordenó a su dragón de viento:

-Dos personas. A caballo. No te los comas.

Su dragón emitió un pequeño gruñido como muestra de entendimiento. Sus escamas azules brillaron y sus alas batieron con fuerza el viento. Voló alto, oteando el suelo en busca de un caballo; tarea sencilla para un dragón de viento.

Satisfecha de que su familiar cumpliese, Tabitha robó el libro de las manos de Kirche, se recostó contra el dragón, y volvió a la lectura.



Mientras tanto, Saito y Louise caminaban despacio por las calles de la ciudad de Tristain, habiendo dejado el caballo prestado en los establos de las puertas de la ciudad.

Los costados de Saito dolían cruelmente. Era la primera vez que montaba a caballo, después de todo.

-Me duelen los riñones…- se quejaba, caminando lentamente.

Louise frunció el entrecejo mientras miraba a Saito.

-Inútil. ¿Nunca habías montado a caballo? Los plebeyos no sois más que...

-Y tú eres una pesada. ¡Hemos estado encima de esa cosa durante tres horas!

-Bueno… no podemos venir andando, ¿no?

A pesar del dolor, Saito miraba alrededor con curiosidad. Calles de adoquín blanco… ni que fuera un parque de atracciones. Comparado a la Academia, había bastante más gente vestida normal aquí. A los lados de las calles vendedores ofrecían fruta y carne.

El amor de Saito por los sitios exóticos se manifestó por un momento. Pero era un mundo extraño. Había gente caminando pausadamente y gente corriendo frenéticamente. Hombres y mujeres de todas las edades caminaban por las calles.

Esto no era ninguna diferencia respecto al mundo de Saito, aunque las calles eran más estrechas.

-Estamos un poquito apretados…

-¿Apretados? Es una calle realmente ancha.

-¿Ancho, esto?

Ni siquiera son 50 metros.

Con toda aquella gente caminando, cada paso era incómodo.

-La calle Brudan, la avenida más ancha de Tristain. El palacio está justo delante- señaló Louise.

-Al palacio, pues.

-¿Por qué hemos de ir a visitar a Su Majestad, la Reina?

-Quiero pedirle que me aumente mi ración de comida.

Louise se rió.

Las calles estaban llenas de tiendas. Saito, lleno de curiosidad, no podía apartar sus ojos de ellas. Cuando se fijó en un extraño sapo metido en un tarro que tenía un vendedor, Louise le agarró de la oreja.

-Eh, no vayas por rincones. Hay muchos ladrones y bandidos aquí. Estás cuidando mi monedero en tu chaqueta, ¿verdad?

Louise había dicho que los monederos debían ser llevados por los sirvientes, y sin piedad le puso ese cometido a Saito. El monedero estaba pesadamente lleno de monedas doradas.

-Que sí… que sí... con mucha atención. ¿Pero cómo puede alguien robar algo tan pesado?

-Con magia se puede hacer en un segundo.

Pero nadie alrededor parecía un mago. Saito aprendió cómo distinguir los magos de los plebeyos en la Academia. Los magos siempre llevaban capas, y tenían un andar arrogante. Según Louise, era la forma de caminar de un noble.

-¿No son todos plebeyos?

-Por supuesto. Los nobles son sólo un diez por ciento de la población, y no suelen pasearse entre barriadas como estas.

-¿Por qué robarían los nobles?

-Todos los nobles son magos, pero no todos los magos son nobles. Si por cualquier razón un noble es desheredado de su familia, se quitase su apellido por voluntad propia, cambiara de estatus para ser un mercenario o criminal… ¡Eh! ¿Me estás escuchando?

Saito no escuchaba. Estaba demasiado fascinado por las señales de la calle.

-¿Qué significa ese símbolo de botella?

-Taberna.

-¿Y qué dice en esa señal con la gran cruz?

-Es un centro de reclutamiento para guardias.

Saito se detenía en cada símbolo extraño, y Louise tenía que cogerle de la muñeca para hacerle andar.

-Vale, vale, de acuerdo, no tengas tanta prisa. ¿Dónde está la tienda del herrero?

-Por aquí. Pero no sólo venden espadas.

Louise se metió en una calle más estrecha aún. Un olor asqueroso, proveniente de basura y otros desechos del suelo, invadió sus narices.

-Qué asco da esto.

-Te dije que los nobles no venían muy a menudo.

Al cuarto cruce, Louise se detuvo y miró alrededor.

-Debería estar cerca de la Tienda de Pociones de Peyman… recuerdo que era por aquí- vio una señal de bronce y gritó alegremente-. ¡Ah! ¡Lo encontré!

Una señal con forma de espada bailaba debajo. Parecía que este era la tienda del comerciante de armas. Louise y Saito subieron las escaleras empedradas, abrieron la puerta y entraron.

A pesar de que hacía una brillante mañana, la tienda estaba algo oscura dentro. Una lámpara de gas iluminaba la estancia. Las paredes y estanterías estaban llenas de armas sin ordenar. Una detallada armadura decoraba el lugar.

Un hombre cincuentón y fumador miró a Louise sospechosamente. Al menos hasta que vio el pentagrama en su botón dorado, que fue cuando habló.

-Mi señora… mi noble señora… ¡todos mis bienes son reales y a precios razonables! ¡No hay nada criminal aquí!

-Seré tu cliente.

-Oh… qué raro... ¡una noble comprando una espada! Bastante extraño.

-¿Y eso por qué?

-Bueno… los sacerdotes empuñan bastones sagrados; los soldados espadas; y los nobles, varitas. ¿No es esa la regla?

-Oh, no la voy a usar yo. Lo hará mi familiar.

-Ah… ¿un familiar que puede usar una espada, eh?- habló el vendedor con voz curiosa y miró a Saito-. ¿Así que este señorito de aquí es su familiar?

Louise asintió.

Mientras, Saito estaba abstraído por la vasta colección de espadas, gritando periódicamente cosas como ‘¡Guau!’o ‘¡Ésta es impresionante!’.

Louise ignoró a Saito y continuó:

-No sé mucho sobre espadas, así que, por favor, enséñame algo que sea razonable. El vendedor caminó alegremente al almacén, murmurando en silencio algo como ‘oh, esto es perfecto: puedo subir los precios’ y poco después apareció con una espada larga de un metro de longitud.

Era una espada ricamente decorada. Parecía que podía blandirse con una sola mano. Tenía incluso una guarda en la pequeña empuñadura.

El vendedor habló entonces como si hubiera recordado algo:

-Hablando de eso, parece que los nobles dejan a sus sirvientes llevar espadas últimamente. La última vez que alguno pasó por aquí, escogió de este tipo. Ya veo… una espada brillante y reluciente. Perfecta para un noble, pensó Louise.

-¿Esa es la moda?- preguntó Louise.

El vendedor asintió convencido.

-Así es. Parece que ha habido un incremento de delincuencia en las calles de Tristain últimamente…

-¿Delincuencia?

-Sí. Un mago ladrón que se hace llamar ‘Fouquet la Tierra Desmoronadora’. Y he oído que ha robado muchos tesoros de los nobles. Esos nobles están muy perturbados, y por eso están armando a sus sirvientes con espadas.

Louise no tenía interés en bandidos, y se concentró en la espada. Parecía algo que se fuera a romper al instante. Saito había usado una espada mucho más grande la última vez.

-Preferiría algo más grande y más ancho.

-Mi señora, por favor, perdone mi franqueza. Las espadas y las personas tienen personalidad, igual que los hombres y las mujeres. Me parece que esta espada le queda muy bien al familiar de mi noble señora.

-¿No acabo de decir que quiero algo más grande y más ancho?- dijo Louise, bajando impacientemente la cabeza.

El vendedor entró de nuevo, musitando en silencio ‘oh, la alcurnia’. Tras un rato, volvió trayendo en una mano la nueva espada envuelta en un trapo aceitoso.

-¿Qué hay de esta?

Era una espléndida espada ancha de metro y medio de largo. La empuñadura estaba hecha para llevar a dos manos y estaba repleta de joyería. El filo, que parecía un espejo, reflejaba una luz irresistible. Cualquiera que la mirase diría que era una espada afilada.

-Esto es lo mejor que tengo. Mejor que para nobles, debería decir que es algo que los nobles desearían llevar en sus cintos, pero eso queda reservado para los hombres muy fuertes. Si no, llevarla a la espalda no está tan mal.

Saito caminó despacio, sus ojos fijos en la espada.

-Increíble. Esa espada parece poderosa- Saito la quiso instantáneamente. Era una espada magnífica, sin importar la forma en que la mirase. Supongo que esta está bien, pensó Louise, viendo la satisfacción de Saito.

-¿Cuánto está?- preguntó.

-Bueno… fue hecha por el famoso alquimista Germaniano Lord Shupei. Puede cortar el metal como mantequilla por la magia imbuida en ella. ¿Ve esta inscripción?- el vendedor señaló orgulloso las palabras de la empuñadura-. No encontrará nada parecido y más barato.

-Bueno… soy una noble- Louise levantó la barbilla.

Ante eso, el vendedor dijo el precio secamente:

-Solamente tres mil nuevos oros.

-¿Qué? ¡Te puedes comprar una casa de veraneo con jardín por ese precio!- dijo Louise, incrédula.

Saito, que no tenía ni idea del valor de la moneda, tan sólo miraba.

-Una espada famosa vale tanto como un castillo, mi señora. Una casa de veraneo es bastante barata comparada con esto.

-Sólo he traído 100 nuevos oros…- pidió Louise. Siendo noble, no tenía habilidad para regatear, y cometió el error de decir el contenido de su monedero.

El vendedor movió la mano con desdén.

-Venga ya… incluso las espadas normales valen como mínimo doscientos nuevos oros.

La cara de Louise se volvió roja. No sabía que las espadas costasen tanto.

-¿Qué… no podemos comprar esta?- dijo Saito en tono molesto.

-No... Tendremos que ir a por algo más asequible.

-Los nobles son tan arrogantes, y ahora…- murmuró Saito.

Louise le clavó la mirada.

-¿Tienes idea de lo que cuestan las pociones? Porque alguien estuvo gravemente herido…

-Lo siento- Saito agachó la cabeza con vergüenza.

Acariciaba la espada, contrariado.

-Pero me gusta esta espada…-dijo.

En ese momento, una voz masculina y grave salió de una montaña de espadas desordenadas:

-¡No seas tan orgulloso, chico!

Louise y Saito miraron hacia el sonido. El vendedor se llevó las manos a la cabeza.

-¿Por qué no te miras a ti mismo?- continuó la voz-. ¿Tú? ¿Llevar esa espada? No me hagas reír. ¡A ti sólo te valdría un palo!

-¿Qué acabas de decir?- preguntó Saito. No se tomó ese insulto a la ligera, pero no había ningún ser en la dirección del sonido con el que enfadarse. Sólo había una montaña de espadas.

-Si lo has entendido, vete a casa. ¡Sí, tú! ¡La chica noble de allí!

-¡Qué maleducado!

Saito se acercó al sonido lentamente.

-Pero si aquí no hay nadie…

-¿Tienes los ojos para decorar solamente?- rió la voz.

Saito miró detrás de él. ¿Qué? Es una espada la que está diciendo eso. Provenía de una espada dañada y oxidada.

-¡Una espada que habla!- exclamó Saito.

El vendedor gritó súbitamente enfadado:

-¡Derf! ¡No les digas esas cosas a mis clientes!

-¿Derf?- Saito inspeccionó cuidadosamente la espada. Era del mismo tamaño que aquella gran espada, aunque su filo era algo menos ancho. Era una espada larga fina, pero su superficie estaba cubierta de óxido y no se podía decir que estaba bien hecha.

-¿Cliente? ¿Un cliente que no puede llevar una espada? ¿Me tomas el pelo?

-¿Podría ser... que esta fuera una espada sensible?- preguntó Louise.

-Así es, señora. Es una espada sensible, mágica, inteligente. Me pregunto qué clase de mago pudo haber hecho hablar a una espada… pero tiene una lengua podrida, siempre discute con mis clientes. ¡Eh, Derf! ¡Sigue así de insolente y le pediré a esta noble que te funda!

-¡Me parece bien! ¡Me gustaría verte intentarlo! Estoy algo cansado de este mundo. ¡Me encantaría ser fundido!

-¡Vale! ¡Te fundiré!- el vendedor se acercó, pero Saito le detuvo.

-Menudo gasto… ¿no es una espada parlante algo importante?- Saito se volvió hacia ella-. ¿Te llamas Derf, no?

-¡No! ¡Soy Lord Derflinger! ¡Recuérdalo!

-Igual que una persona, hasta tiene un nombre- murmuró Saito-. Mi nombre es Saito Hiraga. Encantado de conocerte.

La espada se calló, y parecía observar de cerca de Saito. Después de un momento, habló con voz queda:

-Así que has venido… ¿Eres un portador?

-¿Un portador?

-¿Qué? Ni siquiera conoces tus propios poderes, ¿eh? Menudo chico… ¡oh, bueno! Cómprame, amigo mío.

-De acuerdo. Te compraré- dijo Saito. La espada se volvió a callar-. Louise, me llevaré esto.

-¿Quieres esta cosa?- dijo Louise con cara de pocos amigos-. ¿No puedes elegir alguna otra cosa más bonita y que no hable?

-¿No te gusta? Yo creo que una espada parlante se ve bien.

-Ya veo… por eso no me gusta a mí- se quejó Louise. Pero no tenía dinero para nada más, así que le preguntó al vendedor-. ¿Cuánto por esta?

-Eh… Cien está bien.

-¿No es algo barato?

-¿Por esa? Os la dejo barata- añadió, moviendo su mano con asco.

Saito sacó la cartera de Louise del bolsillo de su chaqueta y vació su contenido en el mostrador. Una por una, monedas de oro cayeron a la superficie de madera. Después de contar con cuidado, el vendedor finalmente asintió.

-¡Gracias por la compra!- dijo, mientras metía la espada en su vaina y se la daba a Saito-. Si se pone muy ruidosa, vuelve a meterla en la funda, así se callará.

Saito asintió, y recibió a Derflinger.



Dos siluetas miraban a Louise y Saito en la tienda de armas. Kirche y Tabitha. Kirche vigilaba desde las sombras de la calle, mordiéndose con fuerza el labio.

-Louise la Zero… intentando calentar tu relación con Saito comprándole una espada, ¿eh? ¿Sobornándole con regalos después de saber que él es mi presa? ¿Qué se habrá creído?

Kirche golpeó con ira el suelo. Tabitha, habiendo acabado su trabajo, estaba leyendo como siempre. Sylphid planeaba en el cielo sobre ellas. Los habían seguido poco después de haberlos encontrado.

Kirche esperó a que la pareja se alejase, y corrió al interior de la tienda. El vendedor miraba a Kirche sin poder creer a sus ojos.

-¿Otro noble? ¿Qué diablos pasa hoy?

-Hola, jefe…- Kirche jugó con su pelo, con una sonrisa encantadora en sus labios.

La cara del vendedor se volvió de un rojo brillante ante la repentina seducción.

-¿Sabrías por casualidad qué ha comprado hace poco esa noble?

-Una e-espada… compró una espada.

-Ya veo… así que le ha conseguido una espada… ¿Qué tipo de espada?

-Una s-sucia y oxidada.

-¿Oxidada? ¿Por qué?

-No tenía suficiente dinero.

Kirche rió, con la mano en su mejilla.

-¡Está en bancarrota!- dijo Kirche en tono triunfante para sus adentros-. ¡Vallière! ¡La casa de tu Duque llorará por esto!

-¿Ah? ¿Acaso mi señora ha venido también a comprar una espada?- el vendedor se puso al acecho, no queriendo perder la oportunidad.

Esta noble parece rica comparada con la pequeñita, pensó inmediatamente.

-Sí… Enséñame la mejor.

El hombre entró, frotándose las manos, excitado. Volvió, naturalmente, con la espada que le acababa de enseñar a Saito.

-Ah… ¡una espada muy bien hecha!

-Tiene buen ojo, señora. Aquella noble de antes tenía un sirviente que la quería, pero era demasiado para ellos.

-¿Ah, sí?- preguntó Kirche. ¿El sirviente de la noble? ¡Es la que quiere Saito!

-Por supuesto… Fue hecha por el famoso alquimista Germaniano Lord Shupei. Puede cortar el metal como mantequilla por la magia imbuida en ella. ¿Ve esta inscripción?- el vendedor repitió el mismo cuento.

Kirche asintió.

-¿Cuánto?

El vendedor pidió más, viendo que Kirche era bastante más rica.

-Esto… en nuevos oros, cuatro mil quinientos.

-Hmmm… es un poquitín caro- se quejó Kirche.

-Bueno… las mejores espadas necesitan que se pague su valor, ¿sabe?

Kirche pensó durante un instante, moviendo su cuerpo hacia el vendedor.

-Jefe… ¿no es eso un poquitín caro?

Al ser acariciado en la garganta, el hombre perdió momentáneamente el aliento. Su mente fue sacudida por la tentación.

-Eh… pero… las mejores espadas…

Kirche se sentó en el mostrador, subiendo su muslo izquierdo.

-¿No es el precio algo elevado?- levantó despacio su pie izquierdo hasta posarlo en el mostrador. Los ojos del mercader se dirigieron irresistiblemente a sus muslos.

-E-Es posible… entonces… cuatro mil nuevos oros…

Kirche subió aún más su muslo, de modo que él casi podía ver entre ellas.

-Ah… no, no, no, tres mil está bien…

-¡Uf, qué calor hace…!- ignoró Kirche, y señaló los botones de su camisa-. Tengo mucho calor. Ayúdame a quitarme la camisa por favor…- le lanzó su mirada más irresistible.

-Ah... Me he equivocado, me he equivocado... ¡Dos mil quinientos!

Kirche se quitó un botón, y miró al vendedor.

-¡Mil ochocientos! ¡Mil ochocientos está bien!

Otro botón, enseñando el canalillo. Le volvió a mirar.

-¡Eh, mil seiscientos bastarán!

Kirche se detuvo con sus botones y giró su atención a su falda, subiéndola muy poquito. El hombre parecía no poder soportarlo.

-¿Qué tal por mil?- sugirió ella, levantándose la falda, lentamente, un poco más. El hombre estaba a punto de hiperventilarse.

Y de repente ella se detuvo. Su agitada respiración se volvió un quejido triste.

-Oh… oh…- Kirche se incorporó, y volvió a pedir-. ¿Mil?

-¡Oh! ¡Mil está bien!

Kirche se bajó del mostrador, escribió rápidamente un cheque y lo plantó en la repisa.

-¡Vendida!- dijo contenta. Cogió la espada y salió de la tienda, dejando al mercader mirando al cheque.

Después de un momento, volvió en sí de repente, agarrándose la cabeza.

-¡MALDITA SEA! ¿HE VENDIDO ESA PRECIOSIDAD POR SÓLO MIL?

Sacó una botella de licor de un cajón.

-Oh... ya está bien por hoy...





Fouquet la Tierra Desmoronadora[edit]

En Tristain, había un mago ladrón que se hacía llamar “la Tierra Desmoronadora”, quien mantenía temerosos a todos los nobles del país. Su nombre completo era Fouquet la Tierra Desmoronadora.

Cuando Fouquet escuchó que un noble en el Norte tenía una corona enjoyada, fue hasta allá a robársela. Cuando Fouquet escuchó que un noble en el Sur tenía como tesoro familiar un báculo que le regaló el rey; Fouquet se abrió paso a través de las paredes para robarlo. En el Este, ninguno de los mejores anillos de perlas hechos por los artesanos de las Islas Blancas quedaban ya en ninguna mansión. Fouquet también se apoderó de una invaluable botella de vino añejo de una bodega en el Oeste. Fouquet estaba en todas partes.

Las tácticas de Fouquet iban desde la infiltración sigilosa hasta la entrada forzada. El banco nacional fue atacado en plena luz del día, y algunas casas habían sido silenciosamente frecuentadas en la profundidad de la noche. En cualquier caso, las tácticas de Fouquet dejaban a la guardia de magos reales por el suelo.

A Fouquet se le identificaba únicamente por el uso de la alquimia para entrar en las habitaciones que asaltaba, convirtiendo las puertas y paredes en tierra y arena, para luego proceder a entrar a través de las paredes agujereadas. Los nobles no eran estúpidos, obviamente, habían intentado “solidificar” todo alrededor de sus tesoros en un intento de detener la alquimia. Pero la magia de Fouquet era demasiado fuerte, lo anulaba todo, fortificado o no, convirtiéndolo en arena.

Si Fouquet decidiera entrar a la fuerza, lo hacía haciendo uso de un golem de tierra de treinta metros de alto. Echando guardias de lado a lado y despedazando las paredes del castillo, le permitía a Fouquet tomar tesoros a plena luz del día.

Nadie había visto nunca a Fouquet de cerca. Nadie sabía ni siquiera si Fouquet era hombre o mujer. Todo lo que sabían era que Fouquet era un mago de tierra de, por lo menos. Clase Triángulo. También sabían que Fouquet dejaba notas insultantes, como “Tengo tu tesoro –Fouquet de la Tierra Desmoronadora” en cada escena de robo; y que Fouquet prefería los tesoros y artefactos de gran poder mágico.


+++


Dos inmensas lunas iluminaban las paredes fuera del quinto piso de la Academia de Magia, donde se encontraba el cuarto de tesoros. La luz estiraba una sombra que se encontraba de pie contra las paredes. Fouquet de la Tierra Desmoronadora.

El largo y verde cabello de Fouquet se movía con el viento, y Fouquet estaba ahí de pie, mostrando la figura que llena de miedo a todos los nobles del país. Presionando un pie contra la pared, Fouquet sintió su fuerza y no pudo evitar sentir admiracion.

Presionando un pie contra la pared, Fouquet sintió su fuerza y no pudo evitar sentir admiracion.

La torre principal de la Academia es tan resistente como parece… ¿acaso sólo los ataques físicos son su única debilidad? No puedo atravesar algo tan grueso sin atraer la atención.

No era difícil para un experto en magia de tierra como Fouquet el averiguar el grosor de una pared solamente con sus pies, pero romperla era una cosa completamente diferente.

Parece que sólo utilizaron hechizos de endurecimiento en ella, pero no puedo ni romperla con un golem. Tiene un hechizo muy fuerte… mi alquimia no le afectará mucho.

-Maldición… y ya he llegado tan lejos- Fouquet apretó los dientes con frustración-. No dejaré el Báculo de la Destrucción, pase lo que pase-. Fouquet cruzó los brazos y empezó a concentrarse.


+++


Al mismo tiempo que Fouquet pensaba molesto en la pared, la habitación de Louise estaba hecha un caos. Louise y Kirche se miraban la una a la otra con ira, mientras Saito, en su cama de paja, inspeccionaba emocionado la espada que Kirche le acababa de regalar. Tabitha leía indiferente un libro en la cama de Louise.

-¿Qué quiere decir esto, Zerbst?- dijo Louise con las manos en la cintura. Miró a su rival.

Kirche observaba a Saito con admiración.

-Ya te lo dije. Conseguí lo que Saito quería, así que vine a dárselo.

-Ah, es una pena. Ya le conseguí un arma a mi familiar. ¿Cierto, Saito?

Por su parte, Saito no podía soltar el regalo de Kirche. Desenvainó la espada y la miró fijamente. Cuando sostuvo una espada, las inscripciones en su mano izquierda brillaron y su cuerpo se hizo tan ligero como una pluma. Quería moverla, pero estaba dentro de la habitación. Todavía no podía entender qué era lo que pasaba con su mano izquierda. Todo lo que sabía es que brilló cuando sostuvo una espada.

Pero todo lo que importaba en este momento era la hermosamente decorada espada.

-Esto es increíble… Esta me gusta más… ¡y brilla!

Louise lo pateó.

-¿Qué haces?- gritó Saito.

-Devuélvelo. ¿Ya no tienes tu espada parlante?

-Hmmm… es verdad… Es interesante que una espada pueda hablar, pero aún así…

Está tan oxidada y vieja, y también rota. Si un espadachín usa algo, debe ser brillante y buena, ¿cierto? Además, Kirche me la dio sin pedir nada a cambio…

-¡Las palabras del celoso son poco educadas, Vallière!- presumió Kirche triunfante.

-¿Celoso? ¿Quién está celoso?

-¿No lo estás? Yo, Kirche, conseguí fácilmente la espada deseada por Saito y se la di como un regalo. No puedes decir que no estás celosa, ¿no es así?

-¿Celosa? ¡Ni hablar! Dejando eso de lado, ¡no aceptaré ni siquiera un pequeño gesto de generosidad de una Zerbst! ¡Y punto!

Kirche miró a Saito, quien miraba de mala gana la espada decorada en las manos de Louise.

-¿Lo ves? Saito ama esta espada, ¿entiendes? ¡Esta espada fue creada por el alquimista de Germania, Lord Shupei!- Kirche miró seductivamente a Saito-. Escucha un segundo… ¡todo lo que es bueno en este mundo, desde espadas hasta mujeres, sólo puede venir de Germania! ¡Las mujeres de Tristain, como Louise, son todas extremadamente celosas, impacientes, tacañas y relamidas, y nada las puede cambiar!

Louise miró mal a Kirche.

-¿Qué?- rió Kirche-. Sólo estoy diciendo la verdad.

-Oh… qué divertido. ¡Mujeres como tú son unas idiotas que sólo piensan en el amor! ¿Te metiste con tantos tipos allá en Germania, y como nadie confiaba en ti, terminaste huyendo hasta aquí, a Tristain?- preguntó Louise, con una risa fría e intransigente, intercalada con temblores producto de su enojo.

-Tienes agallas, Vallière…- el rostro de Kirche se oscureció.

-¿Qué? Sólo estoy diciendo la verdad- añadió Louise victoriosa.

Blandieron sus varitas simultáneamente.

Tabitha movió su báculo más rápido que ellas dos, haciendo volar sus varitas con una ráfaga.

-Dentro- dijo simplemente.

Probablemente quería decir que era peligroso pelear dentro del cuarto.

-¿Y quién es esta?- musitó Louise enojada-. Ha estado sentada en mi cama desde...

-Ella es mi amiga- respondió Kirche.

-¿Y por qué tu amiga está en mi cuarto?

Kirche la miró.

-¿Hay algún problema?

Saito intentó hablarle a Tabitha, pero no respondió nada, sólo leía tranquilamente su libro, como si las conversaciones fueran un inconveniente.

Mientras tanto, Louise y Kirche todavía se miraban con odio.

-Bueno… dejemos que Saito decida- dijo Kirche, apartando la mirada.

-¿Yo? ¿Decidir?- Saito inmediatamente se sintió ansioso al ser señalado.

-Es verdad. Esto es sobre tu elección de las espadas- Louise también lo miró.

Repentinamente, Saito se sintió peor. Sin duda le gustaba la espada brillante de Kirche. Pero Louise nunca me dejará elegir esa, tal vez me deje sin comida por una semana, aunque supongo que Siesta me puede dar algo, pero igual…

Miró a Louise, quien también lo miraba.

Louise podrá ser una chica egoísta, egocéntrica y desagradecida, pero me cuidó cuando estuve herido por días… y es el tipo de chica que me parece atractiva…

Pero… Kirche me compró esta espada tan cara. Y para colmo, una chica hermosa como ella me confesó su amor. Antes de esto, no había forma de siquiera acercarme a alguien tan bella… Vale, eso hizo mi tarea más difícil todavía. Ahora parece que estuviera escogiendo entre ellas y no las espadas…

-¿Bien? ¿Qué harás?- Kirche y Louise lo miraron fijamente.

-Hmmm, bueno… ¿No puedo quedarme con ambas?- dijo Saito, ladeando la cabeza para parecer simpático.

No funcionó. Una patada combinada lo lanzó por el aire, enviándolo derecho a su cama de paja.

-Oye- Kirche volteó hacia Louise.

-¿Qué?

-Supongo que es momento de que terminemos con esto.

-Eh… tienes razón.

-Realmente te odio, ¿sabes?

-Igualmente.

-Pensamos igual- sonrió Kirche, y levantó una ceja.

Louise levantó su barbilla desafiante.

-¡Tengamos un duelo!- gritaron al mismo tiempo.

-Oigan… no tienen que…- Saito estaba sorprendido. Ambas se miraron como si no lo escucharan.

-Pero obviamente, ¡lo haremos con magia!- declaró Kirche triunfante.

Louise se mordió el labio inferior y asintió.

-Bien. ¿El lugar?

-¿En serio? ¿Estás segura, Louise la Zero? ¿Estás realmente segura de que quieres enfrentarte a mí en un duelo de magia?- presionó Kirche.

Louise bajó la cabeza.

¿Estoy segura? Claro que… no. Pero es el reto de una Zerbst, así que tengo que aceptarlo.

-¡Claro! ¡No perderé ante ti!


Mientras estaba de pie en las paredes de la torre central de la Academia, Fouquet sintió unos pasos. Inmediatamente saltó hacia el suelo y, cuando casi llegaba a tocarlo, susurró ‘Hechizo de Levitación’. Aterrizó como una pluma, amortiguando la caída.

Entonces Fouquet desapareció entre los arbustos.

Louise, Kirche, Tabitha y Saito entraron al patio.

-Bien, empecemos- anunció Kirche.

-¿Realmente van a hacer un duelo?- preguntó Saito ansioso.

-Sí, lo haremos- respondió Louise confiada.

-¿No es un poco… peligroso? Paremos esto aquí y olvidémoslo, ¿sí?

-Eso es cierto, así que quien salga lastimado es un idiota- dijo Kirche.

-Así es- asintió Louise.

Tabitha se acerco a Kirche, y le susurro algo al oido. Luego señalo a Saito.

“Hmm… esa si es una buena idea!” Kirche sonrió.

Luego, Kirche le susurro algo a Louise. “Ah… no esta mal.” Louise actinio.

Ambas miraron a Saito. Y él tuvo un mal presentimiento de todo esto.


+++


-Oigan… ¿esto es en serio?- suplicó Saito, pero a nadie le importó. Estaba colgado de la torre principal de una cuerda.

Sí… Debí haber escogido a una de las dos y terminar con esto.

En el suelo, que se veía lejano, muy lejano, Saito podía ver las siluetas de Kirche y Louise. A pesar de ser de noche, las dos lunas aclaraban la visión. Hasta podía ver a Tabitha en su dragón de viento. Tenía dos espadas en su boca.

Las dos lunas brillaban cálidamente sobre Saito. Kirche y Louise lo miraron, colgado y balanceándose en el aire.

Kirche apretó sus manos.

-Esto es lo que haremos… la primera que corte la cuerda y deje caer a Saito, gana. La espada de la ganadora le pertenecerá a Saito. ¿Te parece bien?

-Bien- asintió Louise, su rostro indiferente.

-No hay límites en los tipos de hechizos que se pueden usar. Puedes ir primero… te dejo.

-De acuerdo.

-Está bien… Buena suerte.

Louise agitó su varita. En el aire, Tabitha empezó a sacudir la cuerda, moviendo a Saito de izquierda a derecha.

Hechizos como “bola de fuego” tienen grandes rangos de precisión, y pueden dar el blanco, siempre y cuando el blanco no se mueva. Sin embargo, Louise tenía otras cosas de qué preocuparse: antes que todo, tenía que conseguir que el hechizo funcionara.

Louise se concentró.

¿Qué funcionará? ¿Viento? ¿Fuego? Agua y tierra están descartados… no tienen tantos hechizos que puedan cortar cuerdas. Los hechizos de fuego son los mejores para esta ocasión… y en ese momento, Louise recordó que Kirche es especialmente buena con esos. Las bolas de fuego de Kirche pueden cortar la cuerda fácilmente. No puedo fallar.

Escogió las bolas de fuego. Apuntando una pequeña al blanco, recitó el corto hechizo.

Si fallaba, Saito se quedaba con la espada de Kirche, y para alguien tan orgullosa como Louise, eso era algo completamente inaceptable.

Terminó de recitar y, con su mayor concentración, movió su mano. Si funcionaba, una bola de fuego debería salir de la punta.

Pero nada salió de la varita. A continuación, la pared detrás de Saito explotó. La onda de choque sacudió aún más a Saito.

-¿Qué demonios te pasa? ¿Acaso quieres matarme?- el grito enojado de Saito se escuchó hasta abajo.

La cuerda se mantuvo intacta. Si pensaba que podía romper la cuerda con la onda de choque, realmente no estaba pensando. Un gran agujero apareció en la pared.

Kirche se moría de risa.

-¡ZERO! ¡LOUISE LA ZERO! ¡Rompiste la pared en vez de la cuerda! ¡Eso sí es talento!

Louise bajó la mirada.

-Es verdad, debo preguntarte… ¿qué diablos hiciste para que explotara así? Oh, me duelen las costillas…

Louise apretó sus puños y se arrodilló en el suelo.

-Ahora es mi turno- Kirche apuntó a la cuerda como un cazador a su presa.

Tabitha seguía agitando la cuerda, así que era difícil apuntarle. Sin embargo, Kirche mantenía una sonrisa enérgica y tranquila. Recitando un hechizo corto, Kirche movió su varita como siempre, después de todo, las bolas de fuego eran su especialidad.

De su varita apareció una bola de fuego del tamaño de un melón, que voló hacia Saito golpeando la cuerda, y quemándola en un instante. Saito empezó a caer, pero Tabitha movió su báculo desde el techo, lanzándole un hechizo de levitación y haciendo que aterrizara suavemente en el suelo.

-¡Yo gané, Vallière!- anunció Kirche seriamente.

Louise se sentó, agarrando el pasto en desesperación.


+++


Fouquet los observaba desde los arbustos. Vio el agujero que el estallido de Louise había hecho en las paredes.

¿Qué tipo de magia es esa? Pidió una bola de fuego, pero nada salió de su varita y después la pared explotó. Nunca escuché de un hechizo que pudiera hacer explotar las cosas de esa manera.

Fouquet movió la cabeza.

Pero más importante que eso, es que no puedo dejar escapar esta oportunidad.

Fouquet empezó a recitar un largo hechizo, moviendo su varita hacia el suelo. Cuando Fouquet terminó, una pequeña sonrisa se pintó en su cara. Después de que terminó de hablar, un bulto se formó en la suelo. Fouquet de la Tierra Desmoronadora estaba mostrando su talento.

-¡Qué vergüenza, Vallière!- reía Kirche.

Con su batalla perdida, Louise relajó sus hombros, un poco deprimida y reticente. Saito la miró, una emoción complicada emergió en su rostro.

-¿Por qué no me… sueltan primero?- dijo en voz baja. No podía moverse con la cuerda que le daba varias vueltas a su cuerpo.

Kirche sonrió.

-Oh, claro que sí, ¡estaré encantada!

En ese momento, Kirche sintió algo detrás de ella. Se giró a ver. No podía creer lo que veía.

-¿Qué… demonios es eso?- Kirche estaba boquiabierta. Lo que vio fue un gigantesco golem de tierra moviéndose en su dirección.

-¡¡¡Ah!!!- huyó gritando Kirche.

-¡Oye! ¡Oye!- le gritó Saito-. ¡No te vayas! ¡No me dejes aquí!

Entró en pánico. Después de todo, nunca había visto a un golem gigantesco, y este se estaba acercando a él.

-¿Qué demonios es eso? ¡Es enorme!- Saito quería correr, pero las cuerdas lo mantenían firme en el suelo.

Louise volvió en sí y corrió hacia Saito.

-Tú… ¿por qué estás atado?

-¿No fue idea tuya?

Encima de ellos, el golem levantó un pie. Saito perdió la esperanza.

-¡Louise, sal de aquí!- gritó.

-Maldición… esta cuerda…- Louise intentó, en vano, desatar los nudos. El pie del golem descendió. Saito cerró los ojos.

En ese instante, el dragón de viento de Tabitha bajó desde el cielo, agarrando a los dos con sus garras a escasos milímetros del pie, y los alejó, antes de que el golem se apoyara aplastando todo debajo de él, en un abrir y cerrar de ojos.

Colgando bajo el dragón de viento, Saito y Louise observaron el golem. Saito preguntó tembloroso:

-¿Q-q-qué demonios es eso?

-No estoy segura… ¡Pero es un golem de tierra gigantesco! ¡Alguien debe haberlo invocado!

-¿Algo tan grande?

-Quien haya convocado eso, debe ser, por lo menos, un mago triangular.

Saito se mordió el labio, y pensó en Louise, que intentó desatarlo sin importarle el peligro.

-Dejando eso de lado… ¿por qué no corriste?

-Ningún amo que se respete dejaría a su familiar de esa manera- respondió honestamente.

Saito la miró callado. Por alguna razón, la encontró muy atractiva… justo en este momento…


+++


Fouquet sonreía mientras se encontraba de pie en el hombro del golem. No le prestó atención al dragón de viento o la huida de Kirche. Una capa negra lo cubría de pies a cabeza. No podían haber visto su cara.

Fouquet transformó el puño del golem en uno de una composición metálica y le ordenó que golpeara la pared. Un golpe torpe se escuchó cuando el puño metálico golpeó la pared, desmoronándola. Bajo la capa oscura, Fouquet sonrió.

El golem transportó a Fouquet en su mano, y el ladrón entró a través del agujero, y fue directamente al cuarto de los tesoros. Guardaban objetos de valor de toda clase, pero Fouquet tenía sólo un objetivo.

El Báculo de la Destrucción.

Una fila de báculos de muchos tipos colgaba en la pared, pero sólo uno llamó la atención de Fouquet. Medía aproximadamente un metro y estaba hecho con un tipo de metal que Fouquet nunca había visto. Miró la etiqueta debajo del báculo que decía “Báculo de la Destrucción. No tocar”.

Su sonrisa creció.

Fouquet tomó el Báculo de la Destrucción, y se sorprendió por lo ligero que era.

¿De qué estará hecho?

No tenía tiempo de pensar en esas cosas, así que corrió de vuelta al hombro del golem. Fouquet grabó un mensaje en la pared antes de irse:


“Tengo su Báculo de la Destrucción.

–Fouquet la Tierra Desmoronadora”.


Con su invocador en su hombro, el golem saltó desde las paredes de la Academia, aterrizó con un gran golpe y se fue en dirección a las praderas de más allá.


+++


Muy por encima del golem, el dragón de viento daba vueltas. Tabitha, sentada en el dragón, agitó su báculo para lanzar un hechizo de levitación, moviendo a Saito y a Louise encima del dragón.

Lo agitó otra vez y el aire alrededor de Saito resonó en ondas cortantes, despedazando las cuerdas que lo mantenían cautivo.

-Gracias- le dijo a Tabitha.

Su cara se mantenía indiferente, sólo asintió.

Saito observó el gigantesco golem de tierra y le dijo a Louise:

-Ese mago… rompió la pared. ¿Pero para qué?

-El cuarto de tesoros- respondió Tabitha.

-Llevaba algo en las manos cuando salió del agujero.

-Era un ladrón. Pero… eso fue muy osado.

Observaron cómo el enorme golem se derribaba en plena caminata, convirtiéndose en una montaña de tierra.

Aterrizaron.

Brillantemente iluminado por las dos lunas, no había nada más aparte de una montaña de tierra.

Así de simple, el mago desapareció.





El Báculo de la Destrucción[edit]

A la mañana siguiente…

En la Academia de Magia de Tristain había mucha conmoción por los eventos de la noche pasada, como si hubieran agitado un avispero. ¿Por qué? Porque el Báculo de la destrucción había sido robado.

Y había sido robado usando un Golem de Tierra para destrozar la pared de la cámara.

Los profesores de la Academia de Magia que se reunieron dentro de la cámara estaban sin palabras al ver el inmenso agujero de la pared.

La inscripción en la pared hecha por Fouquet la Tierra Desmoronadora lo decía todo:

“Tengo su Báculo de la Destrucción. Fouquet la Tierra Desmoronadora”.

Llegados a este punto, los profesores de la academia sólo podían murmurar y susurrar:

-¡Es ese ladrón que ha dejado limpios a los nobles, Fouquet la Tierra Desmoronadora! ¡Qué atrevimiento robar a la academia!

-¿Qué hacían los guardias?

-Incluso si los guardias hubiesen estado cerca, son inútiles. ¡Son sólo campesinos! Y hablando de eso, ¿qué noble se suponía que hacía la ronda por la noche?

La señorita Chevreuse estaba ansiosa. Se suponía que era ella la que estaba de guardia anoche.

-¿Pero quién podría robar a la academia?- pensó mientras dormía ruidosamente en su habitación en vez de estar junto a la puerta de la cámara como todos los nobles debían hacer cuando les tocaba la guardia.

Uno de los profesores la señaló inmediatamente y dijo:

-¡Señorita Chevreuse! ¡Se suponía que sería usted quien haría guardia anoche! ¿Tengo razón?

La señorita Chevreuse rompió a llorar.

-Lo siento mucho… muchísimo…

-Incluso si inundara la academia de lágrimas, ¿volvería el báculo? ¿O va a pagar por él?

-Pero… pero acabo de terminar de pagar mi casa- la señorita se arrodilló y sollozó.

Justo en ese momento, el Viejo Osman llegó.

-Oh… este no es el mejor momento para ser rudo con las damas, ¿verdad?

El profesor que había reprochado a la Señorita Chevreuse contestó:

-Pero, Osman, ¡la señorita Chevreuse falló en su cometido! ¡Estaba durmiendo tranquilamente en su cama cuando debería haber estado de guardia!

El Viejo Osman cogió afablemente su larga barba mientras miraba al estirado y tembloroso profesor.

-Hmmm… ¿cuál era tu nombre?

-¡Es Gimli! ¿Ya se le ha olvidado?

-¡Oh, cierto! ¡Gimli! Bueno, señor Gimli, no te enfades. Siendo sinceros, ¿cuántos de vosotros pueden decir que siempre están en sus puestos cuando tienen una misión o un cometido?

Los profesores se miraron unos a otros y bajaron sus cabezas avergonzados. Reinó el silencio.

-Bueno, esta es la situación en la que nos encontramos. Hablando de responsabilidad, creo que todos los presentes, incluyéndome a mí, tienen que ser culpables de este incidente. ¿Por qué pensamos que un ladrón no podría nunca atacar la academia? ¿Es acaso porque el número de magos que tenemos nos da la seguridad de que no seremos atacados? Este pensamiento es totalmente equivocado- el Viejo Osman miró el agujero en la pared y continuó-. Fue nuestra complacencia lo que le dio a Fouquet el coraje para atacar, y robar el Báculo de la Destrucción. Todos somos responsables.

La señorita Chevreuse miró al Viejo Osman con gratitud y dijo:

-¡Oh! ¡Osman, señor Osman! Gracias por su benevolencia. De ahora en adelante, lo trataré como si fuese mi padre.

-Bueno, eso… hmmm… señorita…- el Viejo Osman comenzó a tocarle el trasero a la señorita Chevreuse.

-Si estamos de acuerdo… le corresponde decidir al Director.

El Viejo Osman, no queriendo cargar la culpa sobre nadie, decidió que aquella era la mejor manera de relajar el tenso ambiente. Después de aclararse la garganta, con todo el mundo esperando solemnemente a que hablase, preguntó:

-Bueno, ¿quiénes fueron los testigos del robo?

-Fueron estos tres- dijo el señor Colbert mientras señalaba a la gente a su espalda.

Eran Louise, Kirche y Tabitha.

Saito estaba también presente, pero dado que era un familiar, no tenía consideración de persona.

-Oh… sois vosotros, chicos…- dijo Osman mientras miraba a Saito con gran interés.

Saito no sabía por qué estaba siendo examinado, pero se mantuvo cortés.

-Por favor- pidió el Viejo Osman-, contadnos con detalles lo sucedido.

Louise dio un paso adelante y describió lo que vio:

-Bueno… un gran golem de arcilla apareció y rompió la pared. El mago encapuchado que estaba sobre su hombro entró y cogió algo… creo que probablemente era el Báculo de la Destrucción… Después de eso, el mago encapuchado volvió a subir encima del golem y escapó más allá de las murallas… Y luego, el golem se convirtió en una gran montaña de tierra.

-¿Después de eso, qué pasó?

-Después todo lo que vimos fue la montaña de arena; no había señales del mago.

-Así que… si eso fue lo que sucedió…- dijo Osman mientras se mesaba la barba.

-Incluso aunque quisiésemos perseguirle, no podríamos al no tener pistas. Entonces…

En ese momento, el Viejo Osman de repente recordó preguntarle al señor Colbert:

-Eh, ¿dónde está la señorita Longueville?

-No estoy seguro, no recuerdo haberla visto desde esta mañana.

-¿Dónde puede estar en este preciso momento?

-Es cierto, ¿dónde podría estar?

En mitad de estos murmullos, la señorita Longueville apareció finalmente.

-¡Señorita Longueville! ¿Dónde te habías metido? ¡Algo terrible ha sucedido!- dijo el señor Colbert, ansioso.

La señorita Longueville le habló al Viejo Osman con toda la tranquilidad del mundo.

-¡Lamento mucho llegar tarde! Estaba investigando algo. Así que...

-¿Investigando?

-Sí. Cuando desperté esta mañana había ya mucha conmoción, así que fui a la cámara y vi la inscripción dejada por Fouquet en la pared. Supe que el conocido ladrón había dado un nuevo golpe. Así pues, inmediatamente comencé mis investigaciones.

-Eres realmente eficiente, señorita Longueville- el señor Colbert preguntó de nuevo con un tono apremiante-. ¿Pero conseguiste descubrir algo al final?

-Sí, creo que he descubierto el escondite de Fouquet.

-¿Qué?- habló el señor Colbert sorprendido-. ¿De dónde has conseguido esa información, señorita Longueville?

-De acuerdo con los plebeyos de alrededor, varios han visto lo que parecía ser una persona vistiendo una capa con capucha negra entrando en una casa abandonada en el bosque de aquí cerca. Creo que esa persona es probablemente Fouquet y que esa casa abandonada es probablemente su guarida.

Louise tras oír eso exclamó:

-¿Una capa con capucha negra? No hay error posible, debe de ser Fouquet.

El Viejo Osman también se emocionó y preguntó:

-¿A cuánto está de aquí?

-A pie llevaría medio día llegar, pero a caballo aproximadamente cuatro horas.

-¡Debemos informar a la Corte Imperial ahora mismo! ¡Debemos pedir refuerzos del ejército imperial!- el señor Colbert volvió a alzar la voz.

El Viejo Osman sacudió la cabeza y miró a Colbert con un vigor que no era de esperar en un anciano y gritó:

-¡Loco! ¡Para cuando llevemos el informe a la corte imperial, Fouquet ya estará en la otra punta del mundo! ¡Además, si no podemos solucionar este pequeño problema nosotros mismos, no nos merecemos el título de nobles! Puesto que el Báculo ha sido robado de la academia, es la responsabilidad de la academia recuperar el Báculo. Nosotros solos.

La señorita Longueville sonrió, como si hubiese estado esperando esa respuesta. El Viejo Osman tosió un momento, y comenzó a reclutar voluntarios.

-Bueno, vamos a organizar un equipo de búsqueda para encontrar a Fouquet. Aquellos que quieran unirse, que levanten las varitas.

Todos los nobles se miraron unos a otros, pero ninguno levantó la varita.

-¿Nadie? Qué raro. ¿Nadie quiere ser conocido como el héroe que capturó a Fouquet la Tierra Desmoronadora?

Louise estaba entre los que agacharon la cabeza, pero decidió levantar la varita.

-¡Señorita Françoise!- exclamó la señorita Chevreuse sorprendida-. ¡No deberías hacerlo! ¡Aún eres estudiante! Por favor, deja este asunto a los profesores.

-Pero ninguno de vosotros quiere ayudar...- murmuró Louise.

Saito miró a Louise con su boca abierta de par en par. El aspecto serio de Louise, sumado a cómo se mordía tiernamente los labios, golpeó a Saito de tal forma que quedó cautivado.

Viendo que Louise levantaba la varita, Kirche levantó la suya también, con algo de desgana.

-¡Señorita Zerbst!- exclamó el Señor Colbert, aún más sorprendido-. ¿Acaso no eres una estudiante también?

-Bueno- replicó Kirche con franqueza-, simplemente no puedo perder contra la familia Vallière.

Viendo que Kirche levantaba su varita, Tabitha hizo lo mismo.

-¡Tabitha! ¡No necesitas hacer esto! ¡Es un asunto que no te atañe!- dijo Kirche.

Tabitha se limitó a contestar:

-Estoy preocupada.

Sintiéndose conmovida, Kirche miró a Tabitha con gratitud. Louise al mismo tiempo también musitó:

-Gracias… Tabitha.

Viendo a las tres, el Viejo Osman rió y dijo:

-Bueno entonces, todo depende de ustedes ahora.

-¡Señor! ¡Director Osman! ¡Me opongo rotundamente! ¡No debemos poner en peligro la vida de ninguna estudiante!

-Bueno, ¿quieres ir usted en su lugar, señorita Chevreuse?

-Ah… eh… bueno… No me siento bien últimamente, así que…

-Ellas ya han visto a Fouquet antes y, además, aunque la señorita Tabitha es muy joven, he oído que ya se le ha otorgado el título de Chevalier , ¿me equivoco?

Tabitha no respondió y se mantuvo callada.

Todos los profesores miraron a Tabitha con asombro.

-¿Es eso cierto, Tabitha?- preguntó Kirche con un asombro similar.

Aunque el título de Chevalier era el más bajo que la familia imperial podía dar a una persona, Kirche estaba impresionada por que Tabitha lo hubiese podido obtener siendo tan joven. Si fuese un título como Baronesa o Marquesa, se podría obtener fácilmente adquiriendo grandes parcelas de tierra. Pero para obtener el título de Chevalier, la persona tenía que rendir un gran servicio al país. Es un título que se daba únicamente basándose en el mérito.

De nuevo, había mucha conmoción en el interior de la cámara.

-La señorita Zerbst de Germania- continuó el Viejo Osman mirando a Kirche-, viene de una familia que se ha distinguido por sus héroes de guerra, y ella misma posee mucho dominio de la magia de fuego.

Kirche se atusó el pelo con confianza. Louise, pensando que le tocaba a ella ser halagada, prestó atención. El Viejo Osman estaba en un aprieto. No había casi nada que destacar de Louise…

-¡Ejem!- dijo Osman carraspeando y fijó su vista en Louise-. Esto… la señorita Vallière procede de la prestigiosa familia Vallière, una familia conocida por sus magos. Y… será una maga prometedora en el futuro… y en lo referente a su familiar…- posando su vista en Saito, Osman continuó diciendo-. Incluso siendo un plebeyo, ha vencido al hijo del General Gramont, Guiche de Gramont en combate.

El Viejo Osman pensó para sí mismo. ¿Y si es de veras el legendario Gandalf…? Fouquet la Tierra Desmoronadora no será un adversario digno para él.

El señor Colbert añadió entusiasmado:

-¡Sí! ¡Sí! Porque él es el legendario familiar Gand…

El Viejo Osman cubrió con rapidez la boca de Colbert antes de que pudiese acabar la frase.

-Ah… Jaja… ¡no sabe lo que dice!

Reinó de nuevo el silencio.

-Si alguien cree que es más capaz- habló entonces el Director con tono solemne- que las tres personas mencionadas, que dé un paso adelante.

Nadie se adelantó.

Así pues, el Viejo Osman se giró hacia el grupo de cuatro y dijo:

-¡La academia espera la captura de Fouquet!

Louise, Kirche y Tabitha se pusieron firmes y dijeron:

-¡Juramos ante nuestras varitas que capturaremos a Fouquet!

Tras eso, cogieron los bordes de sus faldas e hicieron una reverencia. Saito hizo lo mismo con rapidez. Como no llevaba falda, se cogió la parte inferior de su chaqueta.

-Bueno, entonces, preparad el carruaje y partid inmediatamente- sugirió Colbert-. Debéis conservar las energías antes de llegar a vuestro destino.

-Señorita Longueville- dijo el Viejo Osman-, ¿podrías ir con ellos, por favor?

-Sí, Director Osman. Quería ir con ellos también- dijo la señorita Longueville.

Así pues, bajo el liderazgo de la señorita Longueville, los cuatro partieron con celeridad.



Aunque era considerado un carruaje, no era más que un carro corriente con planchas de madera puestas como asiento. La ventaja era que si resultaban atacados, podrían saltar del carruaje sin problemas.

La señorita Longueville se encargaba de conducir.

-Señorita Longueville- preguntó Kirche a la silenciosa Longueville que se concentraba en las riendas-, este trabajo lo podría hacer un plebeyo. ¿Por qué lo hace usted misma?

-No pasa nada- respondió la señorita Longueville con una sonrisa-. No soy noble de todas maneras.

Kirche se calló un momento, y preguntó de nuevo:

-¿Pero acaso no eres la secretaria del Director Osman?

-Sí, lo soy. Pero el Viejo Osman no es una persona a la que le importan los rangos de una persona cuando requiere ayuda, sea noble o plebeyo.

-Si es posible, cuénteme cómo perdió su posición, por favor.

Pero la señorita Longueville se limitó a sonreírle a Kirche. Parecía que la conversación había terminado.

-Por favor, dígamelo, aunque sea un poquito- insistió Kirche mientras se inclinaba cada vez más hacia la señorita Longueville. Entonces alguien la cogió del hombro. Era Louise.

-¿Qué es lo que quieres, Vallière?- preguntó Kirche, dándose la vuelta.

-Para ya. Deja de hurgar en el pasado de la gente.

-Ay, me aburro. Por eso necesito alguien con quien hablar- contestó Kirche, mientras ponía sus manos detrás de su cabeza y se recostaba contra un lado del carruaje.

-No sé si se aplica a tu país, pero en Tristein, es un acto vergonzoso forzar a alguien a revelar algo que no quiere decir.

Kirche no le respondió. Se levantó, se sentó con las piernas cruzadas y comenzó a hablar:

-La culpa es de tu ímpetu, que me ha metido en este lío. Capturar a Fouquet…

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó enfadada Louise-. ¿Acaso no fuiste voluntaria?

-Si hubieras venido sola, ¿acaso no estaría Saito en peligro también? ¿Tengo razón, Louise la Zero?

-¿Por qué dices eso?

-De todas maneras, si un gran golem apareciese de nuevo, seguro huirías a la retaguardia y dejarías que Saito hiciese todo el trabajo, ¿me equivoco?

-¿Por qué huiría? ¡Usaría mi magia, qué te crees!

-¿Tú, usando magia? ¡Ésa sí que es buena!

Las dos comenzaron a encararse de nuevo. Tabitha seguía leyendo su libro.

-¡Ya basta! ¿Por qué no paran las dos?- interrumpió Saito.

-Está bien, pararé- dijo Kirche haciendo un gesto-. No soy yo la defectuosa de todas maneras.

Louise se mordió los labios.

-Bueno, entonces, cariño, esto es para ti.

Kirche miró a Saito de forma seductora, y puso en sus manos la espada que ella le había comprado.

-¡Guau! ¡Gracias!- dijo Saito mientras cogía la espada.

-Gané ese duelo, ¿o tienes algo que objetar, Louise la Zero?

Louise miró a ambos, pero se mantuvo en silencio.

De repente, todo se oscureció. El carruaje había entrado al bosque. La oscuridad, y un olor raro que invadía el bosque, los hizo estremecer.

-Tendremos que caminar a partir de aquí- dijo la señorita Longueville.

El grupo bajó del carruaje y procedió a caminar por el estrecho sendero que conducía al corazón del bosque.

-Tengo miedo a la oscuridad, y no me gustan los sitios como este...- dijo Kirche mientras pasaba sus brazos alrededor de Saito.

-¿Podrías alejarte un poquito de mí?

-¡Pero tengo miedo!- dijo Kirche con una reacción bastante exagerada. Se olía su mentira a kilómetros…

Saito, preocupado por Louise, la miró. Louise giró su cabeza.

-¡Juhm!

El grupo llegó a un claro en el bosque. Era parecido al tamaño del Jardín Vestri y en el medio había una casa abandonada. La casa estaba construida con madera, con una cocina corroída. Junto a ella había un pequeño almacén.

El grupo se escondió detrás de unos arbustos y observó la casa. La señorita Longueville señaló a la cabaña y dijo:

-Por la información que he obtenido, éste debe de ser el lugar.

-Parece que no hay nadie dentro. ¿De verdad que Fouquet se esconde ahí?

El grupo empezó a discutir, usando palos para dibujar su plan de batalla en el suelo. Todos estaban de acuerdo en que lo mejor era una emboscada. Mejor incluso si estaba durmiendo.

Primero, necesitarían echar un vistazo alrededor de la casa para saber qué estaba pasando dentro de ella. Después, si Fouquet estuviera dentro, el explorador lo sacaría fuera porque dentro de la casa no había suficiente tierra para crear un golem de tierra. Una vez fuera, el resto invocarían su magia contra él, dejándole sin posibilidad de invocar su golem.

-¿Entonces quién lo atraerá fuera?- preguntó Saito.

-El que tenga mejores reflejos- respondió Tabitha.

Todas miraron a Saito.

-¿Yo?- suspiró Saito. Desenvainó la espada que Kirche le había dado.

Las runas en su mano izquierda comenzaron a brillar. Al mismo tiempo, Saito sintió su cuerpo ligero como una pluma.

Saito se movió más cerca de la casa y echó un vistazo a través de una ventana. Sólo había una habitación en toda la casa, con una mesa y una silla reclinable que estaban cubiertas de polvo. También había una botella de vino en la mesa y, en una esquina de la habitación, una pequeña chimenea encendida.

No había nadie dentro y parecía que no había sitio posible para esconderse dentro de la casa.

¿Acaso se había ido ya de ese escondite?

Pero su oponente era Fouquet, un mago de tipo triángulo. Así que podía esconderse dentro incluso si parecía no haber sitio para ello.

Así que Saito decidió llamar a los demás.

Saito usó su mano para hacer una “X” encima de su cabeza, un signo para decir que la casa estaba vacía.

El resto del grupo que se escondía se aproximó con cuidado a la casa.

-No hay nadie dentro- dijo Saito mientras señalaba a la ventana.

-No hay trampas- murmuró Tabitha, moviendo su varita cerca de la puerta. Luego abrió la puerta y entró en la casa.

Kirche y Saito la siguieron y entraron a su vez. Louise dijo que ella haría guardia y se quedó detrás. La señorita Longueville dijo que investigaría el área alrededor y desapareció.

El grupo de Saito comenzó a buscar pistas que les indicaran dónde había ido Fouquet. Entonces, Tabitha encontró una caja… el Báculo de la Destrucción.

-El Báculo de la Destrucción.- dijo Tabitha mientras lo cogía.

-¿No ha sido demasiado fácil?- exclamó Kirche.

-Kirche- dijo Saito con sorpresa, mirando el Báculo de la Destrucción-, ¿de verdad es esto el Báculo de la Destrucción?

-Sin duda- asintió Kirche-, lo vi una vez cuando daba una vuelta por la cámara del tesoro.

Saito cogió el Báculo y lo examinó de cerca.

-Si no me equivoco esto es un…

Justo entonces, Louise, que estaba haciendo guardia fuera de la casa, dio un grito aterrador.

-¡¡¡Ah!!!

-¿Qué pasa, Louise?

Justo cuando todo el mundo miraba fuera de la casa, se oyó un ruido chirriante.

¡Crack!

De repente, la casa se quedó sin tejado y todo el mundo miró hacia arriba. En vez de techo había un golem gigante.

-¡Es un golem de tierra!- gritó Kirche.

Tabitha fue la primera en reaccionar. Moviendo su bastón, comenzó a entonar sus encantamientos.

Un remolino apareció de su bastón y golpeó al golem. Después de que el remolino desapareciese, el golem no sufrió daño alguno.

Siguiendo a Tabitha, Kirche sacó su varita oculta en su capa y comenzó a su vez a entonar. Una bola de fuego salió de su varita y envolvió al golem. Aunque toda la criatura estaba en llamas, no parecía ser afectado por el fuego.

-¡Es demasiado para nosotros!- gritó Kirche.

-Retirada- dijo Tabitha con voz suave.

Kirche y Tabitha salieron corriendo por diferentes lados de la casa. Mientras tanto, Saito buscaba a Louise.

-¡Allí!

Louise se quedó detrás del golem, entonó algo y apuntó con su varita al golem. Algo explotó en su superficie. ¡Era la magia de Louise! El golem se dio cuenta, miró hacia atrás y se enfrentó a Louise.

Saito, de pie cerca de la puerta, a unos veinte metros de donde estaba Louise, gritó:

-¡Corre, Louise!

Louise se negó.

-¡No! Si consigo hacerlo, nadie me volverá a llamar Louise la Zero nunca más.

Louise parecía muy seria. El golem sacudió su cabeza, decidiendo si enfrentarse a Louise o ir a por Tabitha y Kirche que estaban escapando.

-¡Mira la diferencia de tamaño entre tú y el golem! ¡Es imposible que ganes!

-Nunca se sabe si no lo intentas.

-¡Es demasiado! ¡Es imposible!

Louise miró a Saito.

-¿Eso no lo has dicho tú antes?- dijo.

-¿Qué?

-Cuando las Valkirias de Guiche te estaban dando una paliza, te volvías a levantar y decías que no querías bajar la cabeza, o si no, nunca ganarías.

-Sí… lo dije… Pero…

-Yo siento lo mismo. Aunque no me sale nada bien, es una cuestión de orgullo. Si salgo huyendo ahora, la gente dirá ‘es porque es Louise la Zero, por eso huyó’.

-¿Acaso importa? ¡Deja que la gente diga lo que quiera!

-Pero soy una noble. Los nobles pueden usar magia- Louise apretó su varita con fuerza-. Y los nobles nunca le dan la espalda a un enemigo.

El golem decidió que se encargaría de Louise primero, y levantó la pierna, listo para aplastarla.

Louise levantó su varita hacia el golem y volvió a entonar…

Pero falló, a pesar de que Louise había usado ‘bola de fuego’.

Entonces una pequeña explosión apareció en el pecho del golem y pequeños fragmentos de tierra saltaron de su pecho. El golem no estaba nada afectado por el ataque.

Saito cogió su espada y corrió hacia Louise.

Louise vio el pie del golem aproximándose cada vez más. Cerró los ojos y se preparó para lo peor. En ese instante, Saito llegó con la velocidad del viento, la cogió, y ambos rodaron lejos del pisotón del golem.

Saito abofeteó la cara de Louise.

-¿Es que quieres morir?

Louise miró a Saito, aturdida.

-¡Al infierno tu orgullo de noble!- gritó Saito-. ¡Si mueres, nada importará nunca más! ¡Idiota!

Las lágrimas comenzaron a aflorar de los ojos de Louise como una catarata.

-¡Por favor, no llores!-

-Pero… pero no puedo fallar... siempre me tratan como una inútil los demás…

Mirando la cara cubierta de lágrimas de Louise, Saito sintió lástima. Llamada constantemente ‘la Zero’, siendo tratada como una idiota, nadie podía permitirse el fallar de esa manera. Recordó su batalla con Guiche. Louise lloró aquella vez también. Incluso aunque Louise es obstinada y arrogante, en realidad odiaba las peleas, y tampoco era buena en ellas.

Sólo es una chica…

La hermosa cara de Louise ahora estaba cubierta de lágrimas, como una chiquilla. Pero este no era momento de consuelos.

Saito giró la cabeza y vio al golem levantando el puño, preparado para aplastarlos.

-¿No puedes ni siquiera consolarme un poco?- protestó Louise mientras Saito la cargaba y escapaban.

El golem los persiguió, y aunque no era nada ágil, su velocidad estaba a la par con la de Saito.

El Dragón de Viento de Tabitha aterrizó justo delante de Saito para ayudarles a escapar.

-Suban- dijo Tabitha.

Saito puso a Louise en la espalda del dragón.

-¡Tú también, rapido!- le dijo Tabitha con urgencia a Saito, algo raro en ella. Pero Saito no subió. En vez de eso, corrió hacia el golem.

-¡Saito!- gritó Louise.

-¡Vuelen ya!- gritó Saito.

Tabitha miró a Saito sin ninguna expresión por un momento, y después obligó a Sylphid a levantar el vuelo al aproximarse el golem.

¡Bang!

El puño del golem se estampó contra el lugar donde estaba Saito. Justo a tiempo, Saito saltó y esquivó el golpe. El golem levantó el puño del suelo y un cráter de un metro apareció.

-No llores si no puedes aguantar la derrota- murmuró Saito para sí mismo-. ¡Estúpida! ¡Esto me hace sentir que de verdad estoy haciendo algo por ti!- Saito se encaró al golem y dijo-. ¡No me mires con desden! ¡Sólo eres un montón de tierra! cogió su espada y gritó-. ¡Soy el familiar de Louise!

-¡Saito!

Louise intentó saltar desde Sylphid, que seguía volando, pero Tabitha la detuvo.

-¡Por favor ayuda a Saito!- suplicó Louise.

Tabitha ladeó la cabeza.

-Es imposible acercarse.

Si Sylphid intentara acercarse, el golem lo atacaría. Así que Tabitha no pudo aproximarse a Saito ni un poco.

-¡Saito!- gritó Louise nuevamente.

Louise vio a Saito sosteniendo su espada para enfrentarse al golem. El golem se movió y dio un puñetazo. Y en el proceso, el puño se convirtió en uno de metal. Saito esquivó el ataque con su espada.

¡Pang!

La espada se rompió desde la empuñadura gracias al impacto.

Saito se quedó de piedra. ¿Realmente esta era la espada hecha por el famosa alquimista germaniano Lord Shupei? ¡Es inservible!

Sin un arma, todo lo que Saito podía hacer era evadir el ataque del golem. Viendo que Saito estaba en problemas, Louise desesperó.

-¿No hay forma de ayudarlo?

En ese momento, Louise se percató de que Tabitha sostenía el Báculo de la Destrucción.

-¡Tabitha! ¡Pásamelo!

Tabitha asintió y le pasó el Báculo de la Destrucción a Louise. Tenía una forma inusual, una que Louise nunca había visto antes.

Pero como la magia de Louise no funcionaba, ahora sólo dependía del báculo. Louise cerró sus ojos y respiró profundo. Abriendo sus ojos de nuevo, dijo:

-¡Tabitha! Usa un hechizo de levitación en mí- y saltó de la espalda de Sylphid. Tabitha lanzó ‘Levitación’ en Louise.

Bajo el efecto del hechizo, Louise descendió lentamente y, mirando a Saito y al golem, agitó el Báculo de la Destrucción.

No pasó nada. El Báculo no respondió.

-¿Esto realmente es un báculo mágico?- gritó Louise desesperada-. ¿Hay que hacer algo en especial para activarlo?

Saito observó a Louise mientras descendía, y estaba sorprendido.

¿Por qué volvió? ¡Habría sido mejor que se quedara en el dragón!

Al mismo tiempo, Saito vio el Báculo de la Destrucción que Louise tenía en sus manos. Parecía que Louise no sabía cómo usarlo y sólo lo estaba moviendo de aquí para allá…

Saito corrió hacia donde estaba Louise.

Si pudiéramos usar esto, ¡tal vez derrotaríamos al golem!

-¡Saito!- gritó Louise a Saito, que venía corriendo hacia ella.

Saito le quitó el Báculo de la Destrucción a Louise.

-¡No sé cómo usar esto!- gritó Louise.

-¡Así es como se debe usar!- Saito tomó el Báculo de la Destrucción, le quitó el asa, abrió la cubierta trasera y sacó y extendió el tubo interno.

¿Cómo sé hacer esto? Pero ahora no es el momento para pensar.

La vista telescópica del tubo salió y Saito apuntó.

Viendo su habilidad a la hora de manejar el Báculo de la Destrucción, Louise estaba demasiado sorprendida como para decir algo.

Saito colocó el Báculo de la Destrucción en su hombro y apuntó el frente del báculo hacia el golem. Debido a la poca distancia entre él y el golem, Saito decidió apuntarle directamente.

Saito colocó el Báculo de la Destrucción en su hombro y apuntó el frente del báculo hacia el golem.

Al estar tan cerca, el rango de armado puede no alcanzarse, y por lo tanto, si disparo, es posible que no explote.

¡Olvídate de eso y sólo inténtalo! , pensó Saito. mientras le gritó a Louise.

-¡No te quedes detrás del báculo!¡Habrá una explosión!

Louise se quitó del medio rápidamente.

El golem se acercaba cada vez más a Saito. Saito quitó el seguro y disparó el arma. Inmediatamente, un fuerte trueno salió del báculo y el proyectil alado voló hacía el golem.

El proyectil se encontró con el golem en una increíble explosión. Saito cerró sus ojos instintivamente.

Se escuchó un ruido ensordecedor y la parte superior del golem se pulverizó y salió volando en todas direcciones, provocando una lluvia de tierra.

Saito abrió los ojos lentamente.

Mientras el humo de la explosión se disipaba, sólo quedaba de pie la parte inferior del golem. Lo que quedaba, dio un paso más antes de finalmente dejarse de mover, y cayó de rodillas.

Entonces empezó a desmoronarse lentamente desde la cintura… y volvió a su estado original: tierra. Justo como la última vez, el golem se redujo a una montaña de tierra.

Louise, que presenció todo, sintió cómo sus piernas se debilitaban y se sentó en el suelo.

Kirche, que se escondía tras los arbustos, salió corriendo.

Saito finalmente dejó salir un suspiro de alivio.

-¡Saito, mi amor!- dijo Kirche, abrazando a Saito-. ¡Lo lograste! Sylphid, que llevaba a Tabitha, descendió. Tabitha observaba la montaña de tierra cuando preguntó:

-¿Dónde está la Srta. Longueville?

Justo en ese momento, todos se dieron cuenta de que la Srta. Longueville no estaba. Y en ese instante la Srta. Longueville salió del bosque.

-¡Srta. Longueville! ¿Descubrió desde dónde Fouquet controlaba el golem?- preguntó Kirche.

La Srta. Longueville ladeó la cabeza.

Los cuatro empezaron a investigar la montaña de tierra buscando pistas. Saito las miró, y luego miró el Báculo de la Destrucción.

¿Por qué esta cosa apareció en este mundo?

Cuando estaba pensando, la Srta. Longueville le quitó el Báculo de la Destrucción a Saito.

-¿Srta. Longueville?- preguntó Saito confundido.

La señorita se alejó, aumentando la distancia entre ella y el grupo.

-¡Gran trabajo, gente!- dijo.

-¡Srta. Longueville!- gritó Kirche-. ¿Qué está haciendo?

Louise miró fijamente a la Srta. Longueville, demasiado sorprendida para decir algo.

-Todo este tiempo era yo la que controlaba el golem- confesó.

-¿Qué? Eso quiere decir… que usted es…

La Srta. Longueville se quitó las gafas, la que alguna vez fue una expresión de ternura ahora era una de sed de sangre.

-Sí- dijo-, yo soy Fouquet la Tierra Desmoronadora. El Báculo de la Destrucción es realmente poderoso, ¡pudo derrotar a mi golem de un golpe!

Fouquet sostuvo el Báculo de la Destrucción en su hombro como Saito había hecho. Tabitha agitó su bastón y empezó a recitar.

-¡Que nadie se mueva! Los estoy apuntando con el Báculo de la Destrucción. Bajen sus varitas ahora.

No tuvieron más opción que obedecer. Sin sus varitas, no podían lanzar hechizos.

-Sr. Familiar Ágil, por favor, baja tu espada rota también. Eres una amenaza para mí si sostienes un arma.

Saito obedeció sus órdenes y bajó la espada.

-¿Por qué?- preguntó Louise enojada.

-Hmmm… es mejor que se los explique, así podréis descansar en paz- dijo Fouquet con una sonrisa coqueta en su cara-. “Me había apoderado del Báculo de la Destrucción, pero no tenía idea de cómo utilizarlo.

-¿Cómo usarlo?

-Sí. No importa cuánto lo agitara o le aplicara magia, no respondía. Me frustré. Después de todo, si no sabía cómo utilizarlo, sería tan útil como un adorno, ¿no crees?

Louise quería correr hacía Fouquet, pero Saito la detuvo.

-¡Saito!

-Déjala terminar.

-Qué considerado, Sr. Familiar- se burló Fouquet-. Entonces continuaré. Ya que no sabía cómo usarlo, la única opción era dejar que otras personas me mostraran cómo utilizarlo.

-Y por eso nos trajiste aquí.

-Si eran estudiantes de la academia, podía haber una posibilidad de que alguien supiera cómo utilizar el Báculo.

-Si ninguno de nosotros hubiera sabido cómo usar el Báculo de la Destrucción, ¿qué habrías hecho?

-Si ese hubiera sido el caso, todos habríais sido aplastados por mi golem. Después habría traído a otro grupo de estudiantes. Pero gracias a vosotros, finalmente sé cómo utilizar el Báculo de la Destrucción- sonrió y luego añadió-. Aunque haya pasado poco tiempo con vosotros, estoy muy contenta. Adiós.

Kirche sintiéndose condenada, cerró los ojos. Tabitha y Louise cerraron sus ojos también.

Pero Saito no lo hizo.

-Eres muy valiente.

-Bueno, de hecho no es valentía- contestó Saito.

Fouquet presionó el gatillo tal como Saito había hecho. Pero la magia que había ocurrido antes no lo hizo nuevamente.

-¿Eh? ¿Por qué?- Fouquet presionó el gatillo otra vez.

-Sólo tenía un disparo-explicó Saito-, no funcionará más.

-¿Qué quieres decir con ‘un disparo’?- gritó Fouquet enojada.

-Aunque lo explicara, no lo entenderías. Esto no es un báculo mágico de tu mundo.

-¿Qué has dicho?- Fouquet dejó caer el Báculo de la Destrucción y cogió su varita.

Saito se movió tan rápido como un rayo, y golpeó el estómago de Fouquet con la empuñadura de la espada.

-Ésta es un arma de mi mundo. Hmmm… para ser precisos, es un lanzamisiles M72.

Fouquet cayó al suelo. Y Saito tomó el Báculo de la Destrucción.

-¿Saito?- Louise y las otras dos miraron a Saito.

-Hemos atrapado a Fouquet- respondió Saito-, y recuperamos el Báculo de la Destrucción.

Louise, Kirche y Tabitha se miraron las unas a las otras, y entonces corrieron hacia Saito.

Saito, un poco confuso, abrazó a las tres juntas.



Dentro de la oficina del director, el Viejo Osman escuchó al grupo contar lo que había sucedido.

-Hmmm… Así que la Srta. Longueville es Fouquet la Tierra Desmoronadora… Como es tan bonita no lo pensé dos veces al momento de contratarla como mi secretaria.

-¿Cómo fue que la contrató?- preguntó el Sr. Colbert, que también estaba presente.

-En una taberna. Yo era un cliente y ella una mesera. La acaricié lentamente desde sus manos hasta su trasero…

-¿Y entonces qué pasó?- preguntó nuevamente el Sr. Colbert.

-Como no se enfadó conmigo después de lo que hice- confesó apenado el Viejo Osman-, le pregunté si quería ser mi secretaria.

-¿Por qué?- siguió preguntando desconcertado Colbert.

-¡Como sea!- gritó el Viejo Osman, con un vigor inapropiado para un anciano. Empezó a toser. Y después dijo-. Y también podía usar magia.

-Sí, magia que mata- marmulló el Sr. Colbert para él mismo.

El Viejo Osman tosió nuevamente y le dijo de una forma educada al Sr. Colbert:

-Ahora que lo pienso, la razón por la que Fouquet me permitió tocarla por todas partes, por la que me servía vino felizmente y por la que me decía que era un hombre apuesto mientras estuve en la taberna; fue sólo para infiltrarse en la academia. Todos esos halagos fueron probablemente mentiras…

Después de escuchar esto, el Sr. Colbert recordó inmediatamente que Fouquet también lo había convencido una vez, y había revelado la debilidad de las paredes de la cámara. El Sr. Colbert decidió que se llevaría ese secreto con él a la tumba.

-Sí. Las mujeres hermosas son magos letales.

Saito, Louise, Kirche y Tabitha los miraban indiferentemente.

Percatándose de cómo lo miraban sus estudiantes, un apenado Osman aclaró su garganta y recobró su compostura solemne.

-Buen trabajo el de ustedes, han recuperado el Báculo de la Destrucción y han capturado a Fouquet.

Las tres, excepto Saito, agradecieron orgullosamente.

-Fouquet será entregada a los guardias de la ciudad, y el Báculo de la Destrucción regresará a la cámara del tesoro. Finalmente se cierra el caso- acariciando amablemente la cabeza de las tres, Osman añadió-. Le he pedido a la Corte Imperial que les otorgue el título de Chevaliers. Pronto tendremos la respuesta. Y ya que Tabitha ya tiene ese título, pedí que se le diera el Medallón del Elfo.

La cara del trío se iluminó tras escuchar las noticias.

-¿En serio?- dijo Kirche sorprendida.

-Sí. Ya han hecho más que suficiente para merecer el título. ¿No es así? Louise miró a Saito que parecía indiferente desde que entró a la oficina.

-Viejo Osman- titubeó-, Saito… ¿no recibirá nada?

-Sí, eso temo. Porque no es un noble…

-No necesito nada- contestó Saito.

-¡Casi lo olvido!- dijo el Viejo Osman juntando sus manos-. Hoy se hará el Baile de Frigg, como estaba planeado, ya que hemos recuperado el Báculo de la Destrucción.

La cara de Kirche se iluminó.

-Es cierto, ¡olvidemos a Fouquet y bailemos toda la noche!

-La atracción principal del baile seréis las tres. ¡Así que apresúrense y arréglense!

Las tres hicieron una reverencia y salieron de la habitación. Louise se detuvo y miró a Saito.

-Tú ve primero- le dijo Saito a Louise.

Aunque Louise estaba un poco preocupada, asintió y salió de la habitación. Osman miró a Saito y dijo:

-¿Tienes algo que preguntarme?

Saito asintió.

-Por favor, pregunta. Trataré de responder a tu pregunta con todos mis conocimientos. Ya que no pude otorgarte un título, esto es lo mejor que puedo hacer para agradecerte.

A continuación, le pidió al Sr. Colbert que saliera. El Sr. Colbert, que estaba esperando que Saito hablara, no se mostró complacido por tener que salir de la habitación.

Después de que el Sr. Colbert salió, Saito dijo:

-Eso, el Báculo de la Destrucción, era originalmente de mi mundo.

-¿Originalmente de tu mundo?- los ojos de Osman brillaron.

-No soy de este mundo.

-¿Es eso cierto?

-Lo es. Fui transportado a este mundo gracias a la invocación de Louise.

-Ya veo. Si ese es el caso…- Osman entrecerró sus ojos.

-El Báculo de la Destrucción era un arma de mi mundo. ¿Quién fue el que lo trajo a este?

-El que me dio el Báculo de la Destrucción- suspiró Osman- fue mi salvador.

-¿Dónde esta esa persona ahora? Sin duda es del mismo mundo que yo.

-Murió. Eso fue hace más de treinta años…

-¿Qué?

-Hace treinta años, mientras daba un paseo por el bosque, fui atacado por un dragón de dos cabezas. El que me salvó era el dueño del Báculo de la Destrucción. Usó otro Báculo de la Destrucción para matar al dragón y luego se desmayó. Ya estaba herido. Lo traje a la academia y traté sus heridas. Pero no sirvió de nada…

-¿Y murió?

El Viejo Osman asintió.

-Enterré el báculo que él había usado junto a él, al otro lo nombré Báculo de la Destrucción y lo guardé en la cámara en conmemoración de quien me salvó…- Osman miró a la lejanía y dijo-. Todo el tiempo que estuvo en cama, hasta el día en que murió, seguía repitiendo ‘¿Dónde estoy? Quiero regresar a mi mundo.’. Supongo que era del mismo mundo que el tuyo.

-¿Entonces, quién lo trajo a este mundo?

-No lo sé. Hasta el último momento, nunca supe cómo había llegado aquí.

-¡Maldición! Justo cuando pensaba que tenía una pista- se lamentó Saito.

La pista lo había guiado a un callejón sin salida. El salvador de Osman era probablemente un soldado de su país. ¿Pero cómo terminó en este mundo? Aunque Saito realmente quería saberlo, no había forma de enterarse de más.

Osman sostuvo la mano izquierda de Saito.

-Las runas en tu mano…

-Oh, sí. También le quería preguntar sobre eso. Cuando las runas se iluminan, puedo usar perfectamente cualquier arma. No sólo espadas, sino hasta armas de mi mundo…

-Eso ya lo sabía- reflexionó Osman-. Esas son las runas de Gandalfr, el familiar legendario.

-¿Las runas del familiar legendario?

-Sí. Gandalfr era un familiar legendario que podía usar cualquier arma. Esa es probablemente la razón por la que pudiste usar el Báculo de la Destrucción.

-Entonces- Saito estaba confundido-, ¿por qué soy yo el familiar legendario?

-No lo sé- respondió Osman rápidamente-. Lo siento. Pero hay una posibilidad de que las runas de Gandalfr estén relacionadas con que hayas sido transportado a este mundo.

-Oh…- suspiró Saito. Pensaba que podía obtener las respuestas que quería del director, pero aparentemente él tampoco sabía mucho.

-Siento que no pueda ser de más ayuda. ¡Siempre estaré de tu lado, Gandalfr!- Osman abrazó a Saito-. Debo agradecerte una vez más por devolver la posesión de mi salvador.

-No hay problema…- dijo Saito un poco cansado.

-Intenté averiguar cómo llegaste a este mundo, pero…

-¿Pero qué?

-Pero no pude encontrar nada.

-Por favor, no te preocupes. Te acostumbrarás a este mundo a medida que pase el tiempo. Quizá hasta encuentres una esposa aquí…

Saito suspiró nuevamente. La pista para regresar a su mundo se escapó de sus manos así de simple.



Encima del Comedor Alvíss, hay un gran salón. Ahí es donde el baile se llevaba a cabo. Saito se apoyó en la baranda del balcón y observó la gran recepción.

Los estudiantes y los profesores, que estaban vestidos elegantemente, se reunían alrededor de mesas llenas de exquisita comida y charlaban entre ellos. Saito llegó a ese lugar por unas escaleras que guiaban al balcón. Al verlos, Saito sintió que no encajaba y por eso decidió no entrar.

Junto a él había un poco de comida y una botella de vino que Siesta le había traído antes. Saito se sirvió un poco de vino en una copa y lo bebió.

-Eh, ¿no has tomado mucho?- dijo Derflinger, que se apoyaba en el balcón un poco preocupado. Como la espada que Kirche le dio a Saito se rompió durante la pelea, Saito trajo a Derflinger por protección. Como siempre, era un malhablado pero tenía una personalidad despreocupada, así que tenerlo como compañía tenía sus beneficios.

-Eres escandaloso. Y pensar que había encontrado la manera de volver a casa… Al final sólo es un sueño… ¿no puedo beber para ahogar mis penas?

Justo antes de que empezara el baile, Kirche, que usaba un hermoso vestido de noche, acompañaba a Saito. Pero cuando el baile empezó, desapareció. Saito no tuvo más opción que usar a Derflinger como compañero para evitar aburrirse.

En el medio de la pista de baile, Kirche estaba rodeada por un grupo de jóvenes, hablando y riendo. Aunque Kirche prometió bailar con él, pasaría un tiempo antes de que pudiera hacerlo.

Tabitha, con un vestido negro, se daba un banquete con la exquisita comida que estaba en la mesa.

Parece que todos disfrutaban al máximo del baile…

Las puertas del gran salón se abrieron y Louise apareció. Los guardias en la puerta le informaron a todos de la llegada de Louise.

-¡La hija del Duque Vallière, Louise Françoise Le Blanc de La Vallière, ha llegado!

Saito contuvo la respiración.

Louise llevaba un vestido de noche blanco con su largo cabello color fresa atado en una cola de caballo. Sus manos estaban cubiertas con unos guantes de un blanco puro que enfatizaban su esplendor. Su pequeña cara, con su vestido escotado, la hacía brillar como una gema.

Después de confirmar que la invitada había llegado, los músicos empezaron a tocar la música que era increíblemente tranquilizadora.

Alrededor de Louise sólo había hombres cautivados por su belleza, pidiéndole que bailara con ellos. Antes de esto, nadie había notado la belleza de Louise y sólo pensaban en ella como ‘Louise la Zero’. Ahora, el mismo grupo de hombres intentaba ganar su corazón.

Los nobles empezaron a bailar elegantemente en la pista de baile. Louise rechazó la invitación de bailar. Vio a Saito en el balcón y se dirigió hacia allá. Louise estaba de pie, frente al ligeramente borracho Saito y puso los brazos en su cintura.

-Parece que te diviertes- dijo.

-Realmente no…- Saito apartó su mirada de la deslumbrante Louise, pensando que tuvo suerte de que había tomado un poco de vino, así Louise no se daría cuenta de que estaba sonrojado.

Derflinger miró a Louise y dijo:

-Jaja. ¡La ropa sí que hace a la persona!

-No es de tu incumbencia- Louise miró a la espada y cruzó los brazos.

-¿No vas a bailar?- preguntó Saito, evitando la mirada de Louise.

-No tengo compañero de baile- contestó Louise.

-¿No te acabó de invitar ese montón de gente?- preguntó Saito.

Louise no respondió y extendió la mano.

-¿Eh?- dijo Saito, confundido.

-Aunque eres sólo un familiar, haré una excepción- dijo una sonrojada Louise, mientras evitaba la mirada de Saito.

-No querrás decir ‘¿Me permite esta pieza?’, ¿no?- dijo Saito, también evitando la mirada de Louise.

Después de un momento de silencio, Louise suspiró.

-¡Sólo por hoy!- dijo.

Louise sostuvo los bordes de su vestido e hizo una reverencia.

-¿Me concede esta pieza, señor?

Esto hizo parecer a la tímida Louise aún más linda y cautivadora que antes. Saito, sostuvo la mano de Louise temblando, y juntos caminaron hasta la pista de baile.

-Nunca he bailado antes- dijo Saito.

-Sólo sigue el ritmo- dijo Louise, y tomo la mano de Saito amablemente.

Saito imitó a Louise y siguió su ritmo. A Louise no parecía importarle que Saito bailara tan tieso como un palo de escoba y se concentró en bailar.

-Saito, ahora te creo- dijo.

"Saito, ahora te creo."

-¿Qué?

-Dijiste que eras de otro mundo- respondió Louise mientras bailaba elegantemente.

-¿Eh? ¿Antes no me creías?

-En un principio tenía mis dudas de lo que decías…- respondió-, pero el Báculo de la Destrucción… es un arma de tu mundo, ¿cierto? Cuando vi lo que hiciste, sólo me restaba creer en ti- Louise bajó la cabeza y preguntó-. ¿Quieres regresar?

-Sí. Quiero regresar, pero como no hay forma de hacerlo, me tendré que acostumbrar a la vida aquí.

-Tienes razón…- marmulló Louise, y continúo bailando. Después de eso, Louise, seguía sonrojada y no se atrevía a mirar a Saito-. Gracias- dijo abruptamente.

Tras escuchar eso, Saito estaba confundido.

¿Por qué actúa tan rara hoy?

-Bueno… ¿no me salvaste cuando casi me aplasta el golem de Fouquet?- contestó Louise.

Los músicos tocaron una melodía más alegre. Poco a poco, Saito se estaba animando.

Algún día… podré regresar a casa… pero estar aquí no está del todo mal. Louise está muy amable hoy, debería bastarme.

-De nada. Eso es lo que se supone que debo hacer.

-¿Por qué?

-Porque soy tu familiar.

Louise sonrió.

Derflinger que seguía en el balcón, los miró a ambos.

-¡Increíble!- se dijo a sí mismo.

Las lunas gemelas en el cielo iluminaban la pista de baile, y junto a la luz de las velas, creaban una atmósfera romántica en la pista de baile.

-¡Compañero! ¡Me asombras!- exclamó la espada, viendo a su compañero bailar con su ama-. ¿Un familiar bailando con su amo? ¡Ésta es la primera vez que veo algo así!






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