Daybreak:Volumen 1 Capítulo 13

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

Capítulo 13 – Intercambio Cultural Escarlata[edit]

Kaede pasó gran parte de los dos días siguientes en la cama, incluso saltándose las comidas. Por suerte, Pascal le traía siempre una bandeja llena de comida para ella. Mejor aún, según le contó, Parzifal había estado invitándole a sentarse con Ariadne, Reynald y el resto durante las comidas, así que en adelante no tendría que sentirse mal por dejarle comiendo solo.

Aunque siendo todas las molestias de los últimos días por 'su culpa', se lo tendría bien merecido.

El lunes por la tarde, sus dolores mentruales se habían aliviado lo suficiente como para concentrarse en otras cosas. Kaede sólo faltó a la cena por estar completamente absorta en su libro sobre la historia de Weichsel:

El Día Nacional de Weichsel (hoy) en realidad era el 505º aniversario de la fundación de Weichsel, declarada en la noche tras la Batalla de Königsfeld en el 61:Fe. El anterior renino de Amudaria -- un nombre legado de su pasado nómada -- había sido siempre un leal protector del Imperio del Mar Interior, el cual había declarado su 'Santidad' sesenta y un años atrás, dando inicio a la Era de la Fe. Pero cuando los disturbios religiosos provocaron la Guerra de Independencia Cataliya y desplazó al sur todas sus legiones disponibles, el Sacro Imperio no pudo hacer nada cuando una invasión norteña sacudió Amudaria.

Con el rey muerto y la capital en llamas, fue la Casa von Drachenlanzen quien alzó la bandera, uniendo a nobles y plebeyos por igual promulgando el Decreto de Reclutamiento Universal. En un único y decisivo enfrentamiento, el futuro rey Ferdinand I, el Grande, el Cruzado, el Santo, etcétera etcétera, aplastó a los invasores y fundó un nuevo reino. También estableció la tradición de la aristocracia militar en Weichsel, siempre vigilantes y periódicamente probada por las incursiones e invasiones del Mar Nórdico. La dinastía von Drachenlanzen seguía gobernando Weichsel en el presente. Siendo su nombre 'Dragonlance' (Lanza de Dragón) un recordatorio muy literal de sus orgullosos antepasados en la Guerra Dragón-Demonio hace milenios, a Kaede le resultaba difícil no quedar impresionada mientras leía su noble historia...

...Hasta que la puerta se abrió y el delicioso aroma del wiener schnitzel inundó la habitación.

Pero Pascal no llevaba nada en las manos cuando entró.

“Te han invitado a una especie de cena. Ariadne está esperando fuera.”

Sus anchos hombros se encogieron en gesto evasivo, seguido de un silencioso aviso:

Primero deberías vestirte apropiadamente.

Según Pascal, Ariadne había dejado a un lado el pasado tras su épico -- y públicamente humillante -- bofetón. Pero no odiarle a muerte no era lo mismo que llevarse bien.

Kaede asintió y se apresuró a ponerse su 'uniforme' blanco, tarea mucho más fácil que con cualquiera de esos vestidos. También metió los apósitos con agua caliente en su bolsillo dimensional.

Pascal la detuvo justo antes de salir, asegurándose de que su aspecto era inmaculado y no le avergonzaría ante el resto de damas nobles.

Dos de ellas, por lo visto.

“Buenas tardes, Kaede. He pensado que tras dos días, agradecerías tener algo de compañía y charla.” -la sonrisa angelical de Ariadne brilló justo al otro lado de la puerta, con una bandeja de comida levitando sobre una mano mientras saludaba con la otra. “Mi amiga Cecylia acaba de volver de las vacaciones. Te gustaría unirte a nosotras?”

“Encantada de conocerte,” saludó la chica bajita junto a Ariadne.

Kaede no estaba precisamente de humor para conocer gente nueva esa noche, pero no había forma de rechazar educadamente esa oferta. Su piel tenía una palidez translúcida, acentuada por el uniforme negro y carmesí estándar de los oficiales cadete, pero usando una amplia falda en vez de los pantalones habituales.

“El placer es mío,” devolvió con una reverencia.

Cecylia era ligeramente más alta que Kaede con un metro sesenta y cuatro (5'4"), con un pelo negro y brillante, el cual llevaba bastante corto y recogido con una cinta blanca. De pie al lado de la madura y elegante Ariadne, su figura bajita y delgada parecía frágil, lo cual solo realzaba su aspecto innegablemente lindo. Nariz y labios pequeños bajo un par de vibrantes ojos rojos, los cuales tenían algo extraño, creando una luz misteriosamente seductora.

Mientras Kaede avanzaba, Kaede tropezó y casi choca contra la bandeja de wiener schnitzel y sopa vegetal al descubrir qué era la cosa 'extraña' sobre los ojos de Cecylia:

En el interior de las pupilas negras de sus iris color rojo oscuro, tenía pequeñas cruces color escarlata.

Las manos de la chica nueva sostuvieron a Kaede mientras ella volvía a ponerse en pie, su mirada atraída con fascinación hacia esos ojos antes de lograr desviar la mirada:

“Lo siento, no pretendía mirar.”

“Hehe, no te preocupes,” rio Cecylia con su voz de soprano. “Te lo explicaré cuando volvamos a mi habitación.” Entonces se dirigió a Pascal mientras alcanzaba el pomo de la puerta.

“Nos vemos luego Pascal! Tranquilo, cuidaremos bien de ella!”

Su voz alegre sorprendió a Kaede, quien preguntó mentalmente con curiosidad:

Ya has hecho una nueva amiga?

“Buenas noches,” se despidió Pascal antes de mandarle una respuesta melancólica:

No, ya habíamos hablado antes de mi pelea con Ariadne, y desde entonces me ha estado evitando. Cecylia Renata von Falkenhausen es la tercera hija del General Wiktor von Falkenhausen; el segundo al mando de padre. Al ser de la misma edad, nuestros padres nos juntaron cuando teníamos seis años. De hecho, fue ella quien me presentó a Ariadne.

Apuesto a que vuestra ruptura debió suponer una vergüenza personal para ella pensó Kaede mientras Cecylia cogía su mano y empezaba a arrastrarla por el pasillo, seguida de cerca por Ariadne.

Ten mucho cuidado. Le gusta hacer bailar a otros al ritmo que ella toca para luego hacerles tropezar.

Pero más que cuidadoso, el tono de Pascal sugería...admiración.

Así pues, Kaede anotó otro nombre en la lista mental de gente a la cual Pascal respetaba.


...


El dormitorio femenino del tercer curso estaba un piso por encima, y la habitación de Cecylia resultó ser muy...femenina

Era de brillante escarlata, blanco y rosa, con abundantes lazos y ribetes. Cuadros de paisajes en acuarela decoraban los muros, y un piano de cola reposaba en un rincón.

La habitación de una dama de alta cuna.

La puerta aún no había terminado de cerrarse tras ellas cuando Kaede fue recibida por un gato gordo con pelaje blanco y gris. Se tumbó delante de Kaede y la contempló con ojos azul-verdosos antes de ronronear adorablemente.

Kaede se arrodilló para acariciarle el suave lomo.

“Kaede, tal vez quieras terminarte la cena antes de ponerte muy amistosa con Ania,” sugirió Ariadne mientras dejaba la bandeja en el escritorio, junto a la ventana. “Le encanta robar comida, y es difícil tenerlos controlados a todos.”

“A todos?”

“Ania es un gato matrioska de Samara,” aclaró Cecylia con una mueca divertida. “También es mi familiar.”

Kaede se puso en pie, confusa:

“Matrioska?”

Cuando Kaede preguntó, Ania miró hacia arriba y otra cara felina, idéntica pero ligeramente más pequeña, emergió desde su peludo estómago. El gato más pequeño se separó, se tumbó junto a la Ania más grande y el proceso empezó a repetirse.


En unos instantes, la boquiabierta e incrédula Kaede se vio rodeada por nueve ronroneantes y regordetes gatos de diferentes tamaños.

“Son...diferentes...?” balbuceó, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.

“Hasta donde sabemos, comparten la misma psique,” explicó Cecyla. “Los gatos matrioska usan magia de sombras y crean duplicados de sí mismos para alertar de posibles depredadores y atrapar presas. El más grande siempre es el cuerpo principal, aunque al utilizar sus sentidos el más pequeño siempre parece ser el primario.”

“Hablando de ojos y oídos, los tuyos...”

“No desde que me molesté y le dije que parara. Pascal prometió no entrometerse en mis sentidos sin permiso,” respondió Kaede, preguntándose cuantas veces tendría que explicarle eso a la gente.

“Bien!” Cecylia sonrió. “Él no es del tipo voyeur pero no le queremos espiando durante nuestra noche de chicas.”

Oh... OH! Esto debe ser una de esas 'fiesta de pijamas' que tanto intrigan a los tíos.

Kaede empezó a inquietarse junto a la entrada. Sus mejillas se encendieron y apartó la mirada cuando Cecylia empezó a desvestirse. Un pijama de terciopelo negro descansaba en la cama, tras ella.

Ariadne se dio cuenta tan rápido como de costumbre, comentando desde el otro lado de la habitación con su sonrisa característica:

“Cecylia, estás incomodando a nuestra invitada.”

“Son las reglas -- sólo ropa de cama! Nada de estúpidas formalidades en nuestra noche de chicas!”

“Creo que cambiarse delante de alguien a quien acabas de conocer va más allá de lo meramente 'casual'.”

“Hehe bueno, así nos conoceremos mucho más rápido!”

Antes de que Kaede pudiera darse cuenta, Cecylia había terminado de cambiarse y volvió dando saltitos. Su primer pensamiento fue que los hombros expuestos fuera de la camisola de Cecylia tenían la piel más suave y nacarada que hubiera visto nunca, incluso con productos cosméticos y cuidados para la piel. De hecho, tenía un aspecto casi antinatural.

“Eek!”

Acorralada contra la pared, Kaede gritó de sorpresa cuando los delicados dedos de Cecylia serpentearon y empezaron a desabrocharle los botones con veloz precisión.

“P-para!”

Kaede miró hacia Ariadne, sus vidriosos ojos suplicantes. La noble inclinó la cabeza mientras ponía cara de 'maldita sea' antes de acercarse y tirar de la entusiasmada Cecylia por una muñeca.

“Por lo menos dale algo de espacio a Kaede o acabarás asustándola. Mira, ya casi tiene lágrimas en los ojos.”

“Ohhhh pero quiero ver! Pascal tiene muy buen gusto para estas cosas, sabes?”

Con la camisa abierta y bajada hasta la mitad de los hombros, Kaede se abrazó el pecho y se apretó contra la pared. Podía sentir sus mejillas ruborizándose y su piel enrojecer al notar el cálido aire del interior. Extrañamente, exponerse aquí le parecía mucho más vergonzoso que vestir lo mismo delante de Pascal.

Las chicas dan mucho miedo a su manera...

“Oh, Sylv se va a divertir mucho con ella!”

Cecylia mantuvo sus brillantes ojos fijos en Kaede, como saboreando una atractiva obra de arte.

Tratando de apaciguar las cosas, la propia Ariadne comenzó a desvestirse y ponerse su pijama, empezando por revelar un corpiño rojo brillante que apretaba sus generosos pechos.

Eso no tuvo el efecto esperado. Kaede tuvo que buscar algunos objetos más discretos con los cuales quedarse fascinada.


...


“Todavía no te has presentado como habías prometido,” gruñó Kaede antes de inclinarse sobre la mesita de noche y llevarse otro trozo de wiener schnitzel a la boca.

La comida deliciosa -- especialmente la ternera – siempre la hacía sentirse mejor.

Incluso dejó de obsesionarse sobre no llevar puesto nada más que lencería blanca mientras las tres se sentaban en la enorme cama con cuatro postes de Cecylia, rodeadas por 'nueve' gatos peludos. Aunque tatdaría un tiempo en poder acostumbrarse a ello, si es que eso era posible.

“Hehe, te debo una explicación, cierto? –respondió Cecylia alegremente. “Es la primera vez que ves un Dhampiro?”

Kaede por poco se ahoga. Un 'Dhampiro' según el folklore eslavo era un cruce entre un humano y…

“Uno de tus padres...es un vampiro? –preguntó entre toses mientras Ariadne le daba unos golpecitos en la espalda.

“Ah...realmente eres de otro mundo, no es así?”

Los ojos con cruces escarlata de Cecylia se abrieron fascinados, y una mueca traviesa iluminó su rostro. Cogió al gatito más pequeño y jugueteó agitando sus patas hacia Kaede mientras se lanzaba en una animada explicación que contrastaba totalmente con su contenido:

“Los clanes vampiros fueron exterminados hace siglos por el aun-no-Sacro Imperio, pero no antes de que sus maldiciones destruyeran seis legiones enteras y dejaran las Montañas Muertas perpetuamente envueltas en niebla asesina. Los Dhampiros son los descendientes de esos vampiros, todavía conservando el núcleo de la sangre demoníaca que los creó durante la Invasión Demoníaca. Pero la magia se había diluido lo suficiente como para que la iglesia lograra sellar sus efectos, lo cual...” se señaló las pupilas, “es lo que esta cruz simboliza. La tengo desde mi bautizo, teñida con mi propia magia con el paso de los años igual que hace el éter de Ariadne con su pelo.”

“Entonces...ya no bebéis sangre?”

En cuanto Cecylia dejó al gatito sobre las sábanas, los nueve gatos comenzaron a moverse y rodearon los lados y la retaguardia de Kaede como un trenecito.

“No sentimos ansia de sangre. Pero ciertamente la seguimos disfrutando...”

La mueca de Cecylia se tornó en una sonrisa justo en el ángulo adecuado, resaltando el brillo de un colmillo. Era extraño, más grande de lo habitual. Pero Kaede a duras penas pensó en ello cuando la Dhampira se inclinó dirigiéndole una rojiza y hambrienta mirada.

Temblando de pies a cabeza, Kaede nunca había sido tan consciente de su cuerpo samarano, ni del hecho de que su sangre era literalmente 'comida saludable' para la chica depredadora frente a ella.

“Muchos Dhampiros siguen nuestra tradición cultural de tomar sangre...”

Kaede podía sentir los delgados pero firmes dedos de Cecylia bajando por sus hombros desnudos, inmovilizando sus brazos a los lados. Un aliento cálido estremeció su expuesta clavícula y dos ojos de color rojo oscuro se inclinaron hacia ella. Temblando de miedo, Kaede se sacudió inútilmente contra el inquebrantable agarre de Cecylia, encogiéndose al sentir los húmedos labios de la Dhampira tocar su piel...y besarla suavemente. Cecylia entonces se incorporó con la amplia sonrisa de una broma bien jugada.

“E-eres horrible,” murmuró Kaede con su voz suave y trémula mientras se secaba las lágrimas de los ojos.

“Hehe, perdona. Eres tan adorable que no he podido resistirme a gastarte una broma.”

Sus palabras juguetonas no albergaban ni una pizca de arrepentimiento.

Mientras tanto, los nueve gatos volvieron al centro de la cama, formando un círculo completo a su alrededor mientras cada uno cazaba juguetonamente la cola del gatito justo enfrente.

“No te preocupes, solo tomamos sangre de los compañeros con quien nos casamos,” anunció Cecylia con orgullo. “Los Dhampiros no tienen la vitalidad regenerativa de los campiros, así que beber sangre se ha convertido en un asunto muy privado -- por las enfermedades y todo eso.”

En otras palabras...a los Dhampiros les aterran las ETS.

Todavía tratando de calmar los latidos de su corazón, Kaede mandó una nota a su yo futura para que la próxima vez que un Dhampiro amenazara con morderla, se limitara a advertirle sobre el sífilis.

“Aunque ya no la necesitamos, consumir sangre humana fresca nos hace parecer más jóvenes. Deberías ver a mi padre, con ciento sesenta y ocho años y todavía llamando la atención de todas las damas en la sala como un verdadero semental. Madre siempre se pone celosa, aunque él nunca la ha engañado ni una vez en un siglo de matrimonio. Los Dhampiros tendemos a ser muy devotos en el matrimonio, por la sangre de nuestro amado compañero fluyendo por nuestro cuerpo y tal.”

Cepillando sus rosadas trenzas con los dedos, Ariadne había estado observando todo el intercambio esbozando una sonrisa calmada, completamente imperturbable. Ahora por fin había vuelto a introducirse en la conversación:

“Eso es bastante raro entre nosotros. Muchos señores nobles tienen al menos una aventura durante su juventud. Entre ellos lo consideran casi un 'logro'. La iglesia Trinitaria exige monogamia, pero la cultura aristocrática tiende a hacer la vista gorda con las amantes.”

“Bueno, ni nosotros ni Rhin-Lotharingie nos hemos deshecho totalmente de las tradiciones paganas igualando las concubinas con el prestigio. Pero aquí tenemos quejándose a la chica cuyo querido pretendiente sólo tiene ojos para ella.” El suspiro de Cecylia era casi anhelante, pero Ariadne no tenía intención de seguirle el juego:

“Tienes a cuántos chicos yendo detrás de ti? Incluyendo a Reynald y a Gerd, debo añadir.”

“Reynald coquetea con cualquier cosa femenina que camine a dos patas, y además prefiero a alguien más alto que yo,” Cecylia casi rio. “Gerd es un trabajador diligente. Dulce, definitivamente del tipo romántico, por no hablar de ese torso perfecto cuando peleó con Reynald.”

Sus ojos de Dhampiro tenían esa mirada 'hambrienta' otra vez...

“Pero...si le cortejo, él esperará que me convierta en ama de casa o algo así. Ni hablar!”

Cecylia sacó un ovillo de hilo rojo similar en tamaño a una pelota de tenis y lo lanzó sobre la cama, donde las nueve Anias comenzaron a hacer malabares y hacerlo botar en alguna especie de partido de voleibol felino.

“Encontrar al hombre ideal está sobrevalorado. Es mucho mejor ayudar a un chico con potencial a alcanzar la cúspide de su masculinidad. Ahí es donde se encuentra el amor verdadero y para toda la vida.”

La calmada respuesta de Ariadne sonaba más como una manifestación de sabiduría. Pero con la disculpa de Pacal en el tejado a sólo unos días de distancia, Kaede rápidamente se dio cuenta de que hablaba por experiencia personal. Relaciones amorosas con un hombre...

No era un tema que pudiera discutir con comodidad, especialmente si insistían en él y acababan interesándose por 'sus gustos'.

“Vosotras a qué aspiráis? Profesionalmente.”

Kaede aprovechó la oportunidad para cambiar de tema en cuanto se comió los dos últimos pedazos de ternera. Juraría que cuatro pedazos habían desaparecido, aunque era un precio a pagar razonable por los adorables gatitos cuyas peludas colas seguía acariciando cada pocos segundos.

“Estoy en la carrera de inteligencia -- seguridad pública, control de información y contra-espionaje, aspirando a las Águilas Negras del Rey!”

“También es una experta en cultura extranjera. Cuando le hablé de ti por primera vez, Kaede, te juro que vi sus cruces convertirse en estrellas resplandecientes.” –bromeó Ariadne.

“Tampoco es como si viviera en Samara. Cuantas oportunidades tengo de conocer a alguien de otro mundo?” dijo Cecylia mientras se escurría juguetonamente hasta que sus rodillas casi tocaron a Kaede.

“Así queeeeee...cómo de similar es tu mundo comparado al nuestro? Aparte de no tener magia?”

“Ehhhh...extremadamente? De hecho, Hyperion sería como mi mundo si ni el Imperio Romano -- el cual conquistó gran parte del mundo occidental, como vuestro imperio del Mar Interior -- ni su Iglesia Católica se hubieran escindido. Así que en vez de un prolongado y lento declive, nuestra versión del imperio se colapsó en unos pocos siglos y dio paso a la Edad Oscura.”

En una posterior retrospectiva, Kaede se sorprendió por la facilidad con la que salieron sus palabras, a pesar de ser su primer encuentro. Pero tras ser casi desnudada y mordida por Cecylia, ahondar en debates profundos parecía algo...casual. “Permíteme empezar por aquí y avanzar nación a nación: Weichsel es mayormente como la Prusia de mi mundo. Aunque si no contamos la ley marcial de la Orden Teutónica durante la Cruzada Báltica, Prusia no estableció un estado militar lo bastante poderoso para jugar un papel en la política continental hasta la prevalencia de los mosquetes...”

“Mosquetes?”

Cecylia la interrumpió casi al instante, un elogio a la gran velocidad de procesamiento mental de la chica, incluso mientras absorbía una información que era literalmente de-otro-mundo.

“Armas que usan polvo negro para impulsar una pequeña bola de metal a grandes velocidades.”

“Polvo negro? Esa cosa utilizada para la minería? Lo hemos tenido durante siglos, pero no para uso militar. Sólo la élite y tropas especialistas se equipan con granadas y cosas así.”

Kaede frunció el ceño, confusa. Incluso las naciones más conservadoras tardaron poco tiempo en averiguar el potencial de la pólvora en la historia de la Tierra. Quienes la rechazaban, aprendían rápido el error de sus decisiones.

“Por qué?”

Cecylia respondió como si fuera algo obvio:

“Te imaginas a la infantería cargando siendo alcanzados por una Bola de Fuego o un Relámpago? El hechizo Resistencia de Legión no les salvará cuando la más mínima chispa los haga estallar en pedazos. Un solo pelotón de Caballeros Fantasma, o incluso de Nobles Reiters haría pedazos toda la línea de batalla. Y eso sin incluir cómo de vulnerable sería la logística necesaria para suministrar una munición tan combustible, o lo que podrían hacer unas simples gotas de lluvia.”

Kaede fue consciente por primera vez de que la existencia de la magia hacía más que limitarse a sustituir aspectos de la tecnología. Alteraba por completo los avances de la propia civilización


----- * * * -----


“Que tal fue tu noche?” le preguntó Pascal a Kaede durante el desayuno al día siguiente cuando ella se sentó a su lado.

“Bastante bien.”

Kaede y Cecylia terminaron comparando la evolución cultural y geopolítica de ambos mundos hasta bien entrada la noche. Al final concluyeron que la prevalencia del transporte y las comunicaciones mágicas eran el motivo por el cual los imperios de Hyperion no sólo estaban más expandidos que los de Europa, sino que permanecían también perduraban más en el tiempo. Después de todo, un mejor acceso a la información conllevaba un correspondiente incremento del poder administrativo.

Incluso con el anterior comportamiento de la Dhampira fresco en la mente, Kaede se encontró rápidamente muy a gusto con Cecylia gracias a sus intereses mutuos. Absorta en su debate, Kaede no se dio cuenta hasta mucho después.

Al final fue Ariadne a quien Kaede le pidió disculpas por la mañana. La dama sinónimo de nobleza habló muy poco durante la noche y se limitó a mantener su perfecta sonrisa.

La respuesta de Ariadne había sido un afectuoso: “Me alegra que te hayas divertido. Lo necesitabas después de estos últimos días.”

A Kaede le hizo sentir indigna ser amiga de una persona tan maravillosa.

“Buenos días, Gerd!”

La llamada amistosa de Parzifal la devolvió a la realidad.

“Hola Parzifal. Vaya, debo haberme perdido algo GRANDE si el Runelord está sentado a tu lado.”

“El Santo Padre actúa de formas misteriosas,” sonrío Parzifal. “No necesito presentarte a Pascal. Ella es Kaede...”

“La famosa chica familiar, la he reconocido.”

Gerd le hizo una inclinación de cabeza a Pascal y después una pequeña reverencia hacia Kaede:

“Me llamo Gerd Kessler. Encantado de conocerte.”

Vistiendo el uniforme rojo brillante de los Caballeros Fantasma, Gerd sobrepasaba el metro ochenta y cinco (6'1") de altura. Tenía el cabello negro y corto, ojos de un azul-grisáceo. Bajo ellos dominaban la imagen su dura y cincelada mandíbula y una ligeramente elevada nariz Balcánica. Incluso llevando el uniforme, en su cuerpo se resaltaba una musculatura increíblemente firme. Dura y bien formada, sin llegar a parecer un monstruo de los esteroides.

“Ah...igualmente. Encantada de conocerte.”

Kaede titubeó al escuchar su apellido, que si la memoria no le fallaba hacía referencia a algún tipo de herrero -- definitivamente no a un noble.

“Tú eres el cadete patrocinado,” observó Pascal llanamente.

Gerd lo malinterpretó por completo y endureció la mirada:

“Sí. Mis padres son labradores plebeyos. Parzifal fue quien patrocinó mi entrada aquí. Tienes algún problema con eso?

“Tus notas son las sextas más altas de nuestra clase. Por qué debería?”

Sería mucho pedir que mostraras un poco más de admiración en tu voz?” pinchó Kaede por telepatía, cosa que Pascal ignoró completamente.

Gerd se encogió de hombros, con una expresión despreocupada:

“Tienes cierta reputación, y muchos nobles aquí solo tratan conmigo gracias a Parzifal y Ariadne.”

“Odio a la gente incompetente,” aclaró Pascal mientras barría el comedor con la mirada. “Posición, raza, prestigio, nada de eso importa. El intelecto, la resolución y la habilidad es lo que cuenta.

Aparte de la propia Kaede y de Cecylia, todos miraron sorprendidos a Pascal.

“De hecho, justo antes estaba hablando con padre sobre el 'Sistema de Examinación Imperial' del que me habló Kaede, el cual podría elevar al civil más pobre al nivel de los oficiales importantes. El efecto cuello de botella de la Doctrina de Mobilidad en nuestro ejército siempre ha sido un freno para los oficiales capaces. Padre me ha encargado esbozar una propuesta formal detallando cómo podríamos aplicar exámenes estandarizados y un sistema de escolarización para cadetes prometedores, ya sean militares o civiles.”

Para cuando Pascal terminó su pequeño discurso, Gerd estaba impresionado, boquiabierto de la sorpresa.

“El Mariscal está interesado en eso?” preguntó con cierta incredulidad.

Pascal asintió, confirmándolo con una mirada rígida:

“De qué te sorprendes? La aristocracia militar es meritocrática.

“Solo cuando alguien con un rango lo bastante exaltado remarca lo logros, y existe una clara preferencia por la nobleza,” replicó Gerd con voz llana.

“Pero una oportunidad sigue siendo mejor que ninguna…debes permitirme contribuir a esto.”

Era el turno del prodigio para arquear las cejas y poner una mirada interrogante.

En ese momento intervino Parzifal, en sus palabras se percibían emociones mezcladas mientras miraba a su amigo:

“Gerd quería comandar a la infantería para poder proporcionarle oportunidades a otros plebeyos, pero al final Reynald le convenció para unirse a los Caballeros Fantasma.”

“Ascensos más rápidos y más posibilidades de ganar honores en batalla; mucho más visible, además,” saltó el pelirrojo. “Gánate un título de noble y tendrás recursos de sobra para ayudar a otros. Es muuuuucho más eficiente, mientras tengas la habilidad necesaria.”

“Eso suponiendo que no te maten,” añadió Parzifal con preocupación.

Gerd parecía querer replicar algo, pero en el último momento se contuvo y desvió la mirada, como si no pudiera decirlo delante de Pascal.

Mientras tanto, Pascal estaba examinando a Reynald con una mirada extraña:

“Por qué no usas algo de ese intelecto en tus estudios? Si no contamos el combate y la equitación, tus notas son mediocres.” Reynald respondió con dos simples palabras antes de introducirse una enorme loncha de jamón en la boca:

“Odio leer.”


----- * * * -----


Rodeado de otros conocidos, el grupo de Parzifal se rompió en conversaciones separadas mientras disfrutaban su comida. Las clases no se reiniciaban hasta la tarde, por lo cual todos aprovecharon sus últimas horas de relax.

A Kaede le presentaron a casi dos docenas de otros nobles conocidos, ninguno de los cuales volvió a dirigirle la palabra. Se dio cuenta enseguida de que la situación de Gerd era algo mejor, pero aun así muy parecida a la suya, con patrocinio noble o sin él.

A ojos de la gente de alta cuna, ellos dos eran poco más que sirvientes, meras sombras siguiendo los pasos de sus respectivos amos. Desgraciadamente Kaede no tuvo muchas oportunidades de consultarlo con él. Gerd se pasó casi toda la comida sonsacándole detalles a Pascal, para gran disgusto de los nobles cercanos, quienes pensaban aprovechar la ocasión para acercarse al Runelord.

Pronto se hizo evidente que muchos de los compañeros rodeando a Pascal no eran personas afines. Su comportamiento amable y personalidad amistosa hacían fácil trabar amistad con él, pero Kaede estaba segura de que la herencia familiar de Parzifal probablemente no era menos que la de Ariadne.

Las políticas personales y la formación de alianzas funcionaban de la misma forma sin importar donde fuera uno, especialmente entre jóvenes aristócratas. Eso era particularmente cierto para aquellos lo bastante sociables como para iniciar un efecto dominó: cuantas más personas de la alta sociedad se reunían, más difícil se volvía rechazarlas o ignorarlas.

Kaede seguía observando al grupo cuando un estudiante de cuarto año se entró corriendo desde el pasillo.

“GUERRA! GUERRA!” gritó a pleno pulmón antes de detenerse junto a la entrada para recuperar el aliento.

Toda charla en el comedor murió al instante mientras todos los presentes esperaban su explicación:

“EL CALIFATO DE CATALIYA LE HA DECLARADO LA GUERRA SANTA AL IMPERIO DE RHIN-LOTHARINGIE! Sus ejércitos ya han atravesado la frontera!”

Dada la alianza militar defensiva entre Weichsel y Rhin-Lotharingie, todos supieron al instante lo que eso significaba. El comedor volvió a estallar en ruidosas y caóticas conversaciones. Algunas voces sonaban preocupadas, otras ansiosas, y unas pocas asustadas. Pascal fue uno de los pocos que mantuvo la compostura.

“Bueno, al menos eso responde el enigma de por qué el Sacro Imperio de repente me quiere ver muerto.”

La mayoría de los amigos cercanos de Parzifal estuvieron de acuerdo, sus expresiones oscilaban entre la alarma y la aprensión.

Ninguno de ellos apreciaba las escalofriantes implicaciones de ser simultáneamente hostiles con los dos mayores poderes del mundo occidental.

La única excepción era Gerd:

“Vale, ahora me estáis asustando de verdad. En el nombre del Santo Padre, qué me he perdido?”



Retroceder a Capítulo 12 Volver a Inicio Avanzar a Capítulo 14