Daybreak:Volumen 1 Extra 1

From Baka-Tsuki
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Extra 1 - Cambio de perspectivas[edit]

(Esta escena tiene lugar hacia el final del volumen 1 entre los capítulos 13 y 14)

Kaede cerró el inmenso tomo y lo alzó con cambias manos. Con mucho cuidado y esforzándose por mantener el equilibrio en la parte superior de su cuerpo, se estiró para depositarlo en la mesilla de noche.

Siempre la hacía sentir rara que algo tan fácil con su antiguo cuerpo -- una acción que podía realizar con una sola mano sin pensarlo siquiera -- ahora requería cuidado y atención.

Desde que llegó a Hyperios, Kaede había estado considerando empezar un entrenamiento físico aparte del tiro con arco. Era una molestia encontrarse tan débil que hasta las tareas cotidianas se volvían difíciles algunas veces.

Sin embargo...

La palabra 'atlética' no acababa de definirla. Aparte del tiro con arco, Kaede solo se había divertido con el deporte y las artes marciales cuando sus amigos le arrastraban a él a participar, cuando él se sentía parte de un equipo.

...Incluso si sólo era para pegarse unos a otros con palos de bambú y reírse de ello después.

Pero en la Academia Königsfeld, aparte de no tener compañeros con quien entrenar, Kaede atraía miradas extrañas y susurros donde quiera que fuera.

Por primera vez en su vida, sentía verdadera simpatía por los hikikomoris -- gente con severos problemas de reclusión social.

Asi que mientras Kaede se refugiaba en el dormitorio de Pascal devorando enciclopedias del nuevo mundo, iba acumulando excusas para no estar fuera haciendo ejercicio.

--Hacía demasiado viento.

--La mañana ya estaba muy avanzada y los cadetes habían empezado sus clases al aire libre.

--Tenía el cuerpo entumecido por haber dormido muy poco anoche.

--Y más recientemente, su condenado periodo.

Pero por encima de todo, Kaede se cuestionaba si hacer ejercicio le serviría de algo.

Sin los niveles de testosterona de un cuerpo masculino el culturismo tenía efectos lentos y muy limitados. Dada su baja fuerza inicial, entrenar durante horas cada semana en adición a su arquería meditativa para un aumento del cinco o el diez por ciento no le parecía una inversión rentable.

Tampoco ayudaría mucho a mejorar su aguante. La regeneración de tejidos proporcionada por su sangre samarana ya le daba mucha más resistencia física de la que mucha gente necesitaba.

...O tal vez esa fuera otra excusa.

Al olvidarse de volver a cubrirse con las sábanas, Kaede tembló al notar una ráfaga de aire frio entrando por la ventana.

La había abierto cuando Pascal se marchó para ventilar la habitación. Otro 'efecto secundario' de ser una chica es que encontraba los olores masculinos...demasiado obvios.

Quitándose las sabanas de encima para ponerse en pie junto a la cama, Kaede avanzó con sus delgadas piernas. Sus brazos y muslos expuestos notaron el frio mientras se dirigía hacia la ventana. La ropa interior con encantamientos térmicos podían mantener su temperatura corporal, pero eso no evitaba que se estremeciera bajo el aire invernal.

Kaede tiró estiró sus pequeñas manos y cerró la ventana con un último temblor. Se abrazó el pecho con sus delicados brazos mientras se dirigía de vuelta al tentador calor de su...bueno, de la cama de Pascal.

Hubo un tiempo cuando Kaede se preguntó si las chicas pequeñas y lindas alguna vez se sentían tan frágiles como parecían.

Con su experiencia actual, la respuesta era un sí rotundo.

Sus muñecas no sólo parecían delgadas. Se sentían como si fueran a romperse si intentaba aplicar demasiada fuerza.

Sus hombros desnudos siempre estaban fríos y deseaban el abrazo del calor. Sus pequeños pies necesitaban dar pasos precisos y delicados para mantener el equilibrio. Incluso sus finos dedos examinaban los objetos con un toque delicado antes de intentar cogerlos.

Cada acción simple dejaba una sensación muy diferente del enfoque 'aplícale fuerza a todo' que surgía de forma natural en los hombres.

No todas las chicas eran bajitas y menudas. Pero con esos sentimientos en mente, Kaede podía entender por qué era tan frecuente el deseo femenino de buscar protección.

El deseo de estar a salvo, de sentirse seguras -- mezclado con la cultura femenina del romanticismo y el amor.

Buscar refugio contra el peligro era un rasgo compartido por todas las especies biológicas, por supuesto. Pero como la cultura que gobernaba el comportamiento masculino 'adecuado' lo consideraba una 'debilidad', los hombres rara vez anhelaban esos sentimientos.

...Por lo menos, no a nivel consciente.

La 'seguridad' era poco viril. Un hombre de verdad buscaría la ambición y la emoción de la aventura.

Para buscar la fama como Aquiles, para viajar hacia lo desconocido como Ulises. Para convertir los sueños en realidad como los viejos reyes de antaño.

Así que para Kaede, descubrir estas emociones era toda una experiencia -- una a la cual no se oponía, para su sorpresa y curiosidad.

Lo cual no significaba que estuviera de acuerdo con Pascal.

Tal vez estaba destinada a ser una chica? Sí, claro. Las personalidades perfectamente masculinas o femeninas eran una rara excepción. La mayoría de ellas estaban en algún punto intermedio.

Sólo era necesaria una autorreflexión introspectiva para reconocer la otra mitad de uno mismo -- cosa que por desgracia, a las mujeres se les daba mucho mejor que a los hombres.

Después de todo, analizar las propias debilidades no era 'masculino'. Los hombres de verdad clamaban su invencibilidad y superaban todas las imperfecciones, verdad?

El efecto secundario del exceso de testosterona era absoluta estupidez.

Pero sería exagerado decir que Kaede estaba feliz de habitar el cuerpo de una chica. Cierto, no echaba de menos los estúpidos concursos para cumplir las expectativas masculinas. Pero los susurros afilados de las mujeres mientras apuñalaban en su ascenso por la jerarquía social eran igual de dolorosos.

Alzando de nuevo las sábanas, Kaede metió las piernas bajo el confortante calor del suave tejido.

Una sonrisa brotó de sus labios al sentir el roce de su piel sedosa contra la tela de charmeuse.

Aparte de los cambios físicos obvios, como la altura o cómo expulsaba líquidos, también había varios matices invisibles que tenían sus partes buenas y malas.

Por ejemplo, su piel.

Era suave, lisa y delicada; translúcida como la porcelana perfecta, impecable a la vista y al tacto.

No podía evitar admirarla.

Para una chica de la Tierra, tener una piel así conllevaría una cantidad ingente de lociones, cremas y aceites.

Pero esas mismas cualidades también la hacían muy sensible.

Eso...era un verdadero problema.

Al ser un aristócrata, las sábanas de algodón de Pascal eran probablemente tan buenas como las versiones modernas a las que Kaede estaba acostumbrada. Por lo visto, él parecía haber encontrado el equilibrio adecuado entre comodidad y firmeza.

Pero para ella, era áspero.

No era papel de lija, pero era como...frotar la piel desnuda contra la alfombra, o algo así. El roce le producía picores.

Problemas del Primer Mundo, sin duda. Ni siquiera le molestaba a menos que se moviera. Cosa que hacía, mucho, pues le costaba mucho dormir con tantas cosas en la cabeza.

Pero qué podía hacer? Pedirle que las cambiara por unas sábanas de seda?

Kaede no tenía ninguna duda de que Pascal haría incontables chistes al respecto.

Así que durante la primera semana hizo lo más fácil.

Los largos guantes y las medias de su ropa interior eran de charmeuse --tejido de seda -- y cubrían gran parte de sus brazos y piernas, particularmente las partes con más roces. Kaede nunca antes había admirado a las chicas por ropa antes. Pero ésta...era injusta.

Bueno, la lencería estaba destinada a ser ropa de cama. Por muy vergonzoso que fuera vestir levar lencería de novia blanca, era su única ropa interior.

Además, era increíblemente cómoda, y le encantaba como el cálido y suave tejido abrazaba estrechamente su delicada piel.

Al considerarse ella misma una persona pragmática, la elección era obvia.

Nunca se había imaginado que dormiría con guantes de ópera, medias hasta el muslo y un leotardo sin mangas ni hombros con una minifalda translúcida. Pero hace un més todavía no había conocido a su parte 'femenina'.

Quitándose lentamente uno de los guantes con ayuda de los labios, Kaede deslizó los dedos por la parte expuesta de su muslo. El deslizamiento le dio una sensación a medio camino entre una caricia y un cosquilleo, una sensación reconfortante que estiraba del borde de sus labrios.

Con razón las chicas disfrutaban tanto con el cuidado de la piel. A quién no le gustaría tener sensaciones así con un simple roce?

...Claramente muchísimo mejor que la textura áspera de las piernas masculinas.

Pero en ese momento, Kaede se dio cuenta de que...algo no encajaba.

Ya llevaba varias semanas en Hyperion. Pero sus piernas seguían suaves como las de un recién nacido. Ni un solo pelo, no tenía ni siquiera un folículo piloso a la vista.

A algunos hombres preferían creer que el cuerpo femenino se mantenía a sí mismo, Kaede no se engañaba. Todavía no se había depilado las piernas ni ninguna otra zona durante las semanas que llevaba en ese cuerpo...

Tampoco había ni rastro de pelo en sus axilas.

De hecho, ahora que pensaba en ello, Kaede estaba segura de estar completamente calva de cuello para abajo.

Qué demonios estaba pasando?


...


“Oye Pascal,” preguntó Kaede en cuanto él volvió del entrenamiento por la tarde. “Por qué no me crece pelo por debajo del cuello?”

“Magia,” una sonrisa divertida se extendió a través de sus labios mientras observaba a la pequeña chica sentada en su cama.

Kaede juraría que había respondido de esa forma sólo para irritarla. El obvio placer en sus ojos cuando cruzaron la mirada no ayudaba.

Ella apenas se dio cuenta cuando sus mejillas empezaron a hacer pucheros bajo sus ojos suspicaces.

“Me afeitas las piernas mientras duermo o algo así?”

“Por qué clase de pervertido me has tomado?”

...El tipo de pervertido que me invocó en lencería de novia.

Kaede a duras penas logro evitar decir eso en voz alta. La última vez que ella replicó usando esas tres últimas palabras, él consiguió ponerla roja de vergüenza.

En primer lugar, Pascal era una persona que no tenía problema en admitir algo que había decidido hacer. Tratar de avergonzarle para ponerlo a la defensiva nunca funcionaba, especialmente teniendo en cuenta que su piel era mucho más dura que la de Kaede.

Dejando escapar un suspiro por los bordes de su sonrisa torcida, Pascal comenzó a explicar con su acento característico, arrastrando las palabras:

“Afeitarse es un método tosco, propio de los plebeyos. Los nobles tenemos maneras mucho más eficientes de ocuparnos de tan nimios inconvenientes...” Kaede torció los labios mientras escuchaba. Ahora que lo consideraba, nunca había visto a Pascal recortarse el pelo o afeitarse la barba. Cierto, todavía no era un hombre adulto, pero debería tener algo ahí.

“--Tu ropa interior contiene hechizos que anula el crecimiento del pelo por tu cuerpo,” continuó, alzando la cabeza con orgullo en una pose de 'deberías-dame-las-gracias'. “Nunca necesitas preocuparte de eliminar el pelo por debajo de tu barbilla, porque directamente no crece.”

“Después de todo, los problemas deben tratarse cortándose de raíz, no eliminando los efectos posteriores,” sermoneó Pascal.

“Una lástima que no puedas usar esa misma filosofía para el periodo” le cortó Kaede. “Detenerlo del todo, en vez de limitarte a absorber la sangre.”

“No soy experto en medicina,” la respuesta vino con un ceño fruncido. “Pero he leído que los periodos menstruales son un aspecto importante del ciclo reproductivo, aunque el sangrado es más un efecto colateral que una función biológica. Sobre los calambres --como hablamos el otro día -- sería poco recomendable confiar en un mero objeto encantado para interferir con las funciones de los nervios primarios.”

A pesar del ceño fruncido de Kaede, asintió con lentitud. Ciertamente estaba de acuerdo en que la automatización --mágica o no-- no debería ocuparse de las funciones biológicas.

...Por muy incómodos que resultaran los periodos menstruales.

“Hay una amplia investigación médica al respecto en la biblioteca si tienes tiempo para leer sobre el tema,” sugirió Pascal. “Pero te aviso de que la terminología es un poco especializada y difícil de entender.”

Significa eso...Kaede parpadeó, atónita por un instante. Estuvo buscando información el otro día para ver si podía ayudarme?

A pesar de que la actitud pedante y sabelotodo de Pascal a veces la irritaba, a veces agradecía ese mismo deseo de entender y ayudar a los demás.

El silencio se interpuso entre ellos mientras Kaede le dedicaba una sonrisa amable.

Una sonrisa que, como tantas otras, resultó ser prematura:

“Por cierto, ese mismo conjunto de encantamientos en tu ropa interior también proporciona cuidado de la piel, suponiendo que te cuides y no hagas cosas como tumbarte todo el día bajo un sol abrasador.”

Entonces, con su típica sonrisa torcida:

“Trata de mantenerte en perfectas condiciones para mi disfrute, de acuerdo?”

La única respuesta que Pascal recibió fue una almohada lanzada contra su cara.



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