Fate/Apocrypha:Volumen3 Capitulo3

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Capítulo 3

Les había contado todo lo que había podido – y aunque no pudo obtener el consentimiento completo de los tres Servants, ellos prometieron al menos mantener la situación actual. En otras palabras, si los Servants del campamento Negro fueran a atacarlos, ellos protegerían los Jardines Colgantes y el Santo Grial. Mientras cumplieran con esto, importaba poco aun si no aceptaban a Shirou como su Master.

De cierto modo, él había superado el reto más difícil. Los Espíritus Heroicos eran creaturas orgullosas, caprichosas, nobles – y carecían por completo de dudas. No habría sido extraño que alguno de ellos lo hubiese asesinado en el momento en que revelo su identidad y que se anunció que se había apoderado de los derechos de los otros Masters.

“Bien…”

Él se sentó en el trono donde normalmente se sentaba Semiramis, y miro hacia el lejano techo. Aun no era el momento de relajarse, pero no pudo ocultar el alivio que sentía por dentro.

“Así que, ¿Qué le parece la sensación de sentarse en un trono, Master…?”

¿Cuánto tiempo había estado ella ahí? Assassin se materializo a su lado. Shirou pidió disculpas y comenzó a levantarse del trono, pero el Servant puso una mano en su hombro y gentilmente lo empujo de regreso. Dando vuelta hacia su espalda, ella le susurró al oído.

“Puedes continuar… ¿Bien? ¿Qué tal se siente ser Rey? ¿Lo ves en tu mente, un sequito de héroes ante ti, inclinando su cabeza como signo de obediencia? Es un sentimiento agradable ¿no es así? ¿Acaso el orgullo de ser un regidor absoluto no emerge dentro de ti? ¿Acaso no desearías beber profundamente de la euforia de la dominación absoluta?”

Sin palabras, Shirou negó con la cabeza. Sosteniendo la mano que se encontraba posada en su hombro, se puso de pie.

“No, en lo absoluto. No pienso que tenga lo necesario para ordenar a los demás. Esto sin duda fue hecho para ti.”

Aunque se veía poco complacida, la emperatriz se sentó en su trono.

“Que aburrido… sería adecuado para alguien que se declara a sí mismo como mi Master el reclamar el mundo.”

“Y si lo hiciera, lo destruirías. El mundo no necesita dos regidores después de todo.”

Dijo Shirou de manera fría, y Semiramis chasqueo su lengua sin el más mínimo signo de sentirse apenada.

“Tch, así que te diste cuenta.”

Como Shirou había dicho, era Semiramis quien se sentaría en el trono al final. Él ejecutaría su plan, salvar a la humanidad – y eso sería todo. Con la salvación siendo su único objetivo, no pensaba en lo que yacía más allá.

“¿Así que porque no tomar la corona?”

“Lo decidiré una vez que llegue ahí”

Shirou comenzó a reír y se disculpó para ir a mirar el Grial Mayor. Mientras abandonaba el cuarto, el bello perfil de la Emperatriz mostro un leve matiz de tristeza.

“Por los cielos… en verdad, aquellos que no tienen avaricia son los más difíciles de tratar. Y pensar que él no tendría interés en riquezas, poder, o incluso en una mujer.”

Los hombres eran juguetes para Semiramis, la Emperatriz de Asiria. Aquellos que habían sido atraídos por sus palabras y habían perdido todo eran imposibles de contar. En medio de todo ello, ella solo se permitía existir como una ‘mujer’. El mundo necesitaba su fértil vientre para llevar descendientes, por supuesto – pero era su privilegio el actuar como una mujer y hacer lo que le plazca con cualquier hombre. Desde el comienzo, ese fue su único modo de sobrevivir.

Aun recordaba el momento poco después de su nacimiento. Aun podía recordar vagamente la forma de la mujer que la abandono y escapo rápidamente hacia el rio. Fue la Diosa pez Derketo, quien había cometido adulterio con un hombre Sirio y la trajo al mundo como su hija. Había llamado a Semiramis una vergüenza – una humillación por ser el producto de un mortal. Solo fue más tarde en su vida que Semiramis se dio cuenta de que tan tonta había sido su madre. Después de todo, Derketo había fallado en resistirse a los encantos de un simple hombre.

Semiramis había sido abandonada para morir por su madre, y la vida de su padre había terminado del mismo modo. Sin embargo, Derketo le había dejado un único regalo en ella – dado que dentro de Semiramis fluía sangre divina. Ella se adaptó a la orilla del rio y su llanto atrajo palomas que cuidaron de ella. Rodeada por incontables alas, ellas se aproximaron para mantenerla caliente cuando la pequeña temblaba de frio, y obtuvieron leche de otras fuentes con la que pudieron alimentarla. Esas valientes alas la protegieron del viento y la lluvia y la criaron.

Diez años después, ella fue descubierta por un pastor y fue llevada al mundo humano – pero su naturaleza interna ya estaba fijada. Sus padres adoptivos le enseñaron a bailar, y a embellecer su apariencia – pero estas eran meramente armas y técnicas por las cuales podría sobrevivir en el mundo.

Todas las mujeres merecían su odio – ya que eran débiles y no podían evitar que los hombres jugaran con ellas, y ni siquiera las diosas recibirían su piedad.

Todos los hombres recibían su desprecio – ya que eran brutos con urgencias primarias que degradaban a la mujer, y cuyo único mérito era convertirse en juguetes para ella.

Esa era su filosofía y su entendimiento del mundo. En ese caso, ¿Cómo debería ella interpretar a su propio Master, Shirou Kotomine – Amakusa Shirou Tokisada?

“Ni como una mujer ni como un hombre… que existencia tan compleja.”

Él no podía ser engañado por sonrisas seductoras, y rápidamente se apartaba de los atractivos de la autoridad. Los seres humanos eran creaturas de deseos, y aun así, el chico no poseía uno propio – y su deseo por la salvación de la humanidad difícilmente podría ser descrito como mera avaricia. Si ella fuese a catalogarlo, lo pondría sin ninguna duda entre aquellos que han perdido la cordura. Esa era exactamente la razón por la que Assassin disfrutaba simplemente el estar de pie a lado de su Master.

Tal vez él se vería recompensado por su obsesión de sesenta años – eso estaría bien.

Sin embargo, si se definiera que careciese de algo al final y fallase – entonces eso también sería algo interesante en sí mismo. Observar la desesperación y caída de un Santo que no puede alcanzar su sueño sería un entretenimiento digno.

“¿Cuál de los dos será más entretenido?”

Assassin comenzó a reír mientras se desvanecía, mientras que sus Jardines Colgantes de Babilonia continuaron surcando los cielos de Rumania, ocultos de las miradas mundanas.



El Grial Mayor mantenía su brillo incorrupto como siempre lo había hecho. Una cantidad de prana se había derramado cuando fue arrancado de las líneas ley, pero no representaba ningún problema.

Amakusa Shirou Tokisada conocía este Grial bastante bien. Los Tohsakas habían abandonado el Santo Grial y habían intentado un enfoque diferente para alcanzar la Raíz; mientras tanto, los Makiri habían decaído, pasando el conocimiento del Grial solo como una tradición oral. Shirou había logrado comprar la información de ambas familias. Naturalmente, no pudo obtener nada en absoluto de los Einzberns, quienes aún no abandonaban el Santo Grial, pero lo que había aprendido era la información necesaria para entender su composición y su sistema de funcionamiento.

El Grial Mayor paso sesenta años absorbiendo prana y lo utilizaba para abrir un camino que llevaría a la Magia verdadera – abriendo un agujero que llevaba hacia fuera de este mundo.

Existía un lugar fuera del mundo, donde se decía que un poder absoluto y las verdades definitivas podían ser descubiertas. Se le llamaba Akasha, el Remolino de la Raíz, y era la meta de todos los magos, aunque casi todos ellos habían fallado en alcanzarla. De una generación a la siguiente, ellos pasaban sus sueños y esperanzas – pero era un camino sin futuro, como era evidenciado por la primera lección para todos los magos: “aprender a rendirse”.

Relacionado a esto, él también había leído sobre la “contraparte” del mundo – el mundo debajo, un reino extraño donde las bestias fantasmales que ya habían desaparecido del mundo residían ahora.

En cualquier caso, el conceder deseos era meramente un efecto secundario del Santo Grial. Su verdadera naturaleza era una herramienta para crear un agujero a través del mundo, alimentada por el sacrificio de los Espíritus Heroicos del pasado. Y solo había una tarea que llevar a cabo.

Antes de darse cuenta, sus manos estaban sudando.

Las manos de Amakusa Shirou Tokisada, que habían llevado a cabo tantos milagros, se habían sublimado en sus Noble Phantasms – su mano derecha, Devorador del Mal y su mano izquierda Matriz Xanadu. Aunque eran Noble Phantasms, meramente actuaban para apoyarle.

Su mano derecha – la Depredación de la Inmoralidad – lo apoyaba en batalla con habilidades tales como la precognición. Mientras que su mano izquierda – la Fundación de las Bendiciones Divinas – lo fortalecía.

Estos no eran poderes que hubiese poseído originalmente. En vez de eso sus Noble Phantasms habían causado que se manifestaran como “milagros”. Aunque eran efectivos universalmente en cualquier situación, Shirou solo sería un Servant de segunda categoría si fuese invocado normalmente, ya que carecía de la habilidad crucial que decidía una batalla. Y mientras que un Noble Phantasm que evitaba el envejecimiento era raro, difícilmente era útil en combate.

Aun así, fue a causa de estos dos Noble Phantasms que Shirou fue capaz de enfrentar el más temerario de los retos.

“Puedo hacerlo… lo hare. Esos diecisiete años y esos sesenta años… Utilizare todos mis nervios, todas mis células, todos mis músculos, y todo el poder que poseo.”

El chico le dio la espalda al Grial Mayor. Desafortunadamente, la situación no era tan perfecta como para que pudiese desplegar su poder completo en estos momentos. Había una pieza restante más; simplemente necesitaba esperar, y resistir.

Y así la Gran Guerra del Santo Grial llego a una conclusión, por el momento. El Grial Mayor había sido robado a Yggdmillennia; sus Servants claves, Vlad III y Siegfried, ambos habían caído; y Frankenstein y Avicebron ya no existían. El Assassin Negro se había convertido en enemigo de ambos bandos, reduciendo la fuerza de pelea del campamento Negro a solo Chiron y Astolfo.

Sin embargo, el Ruler de esta guerra Jeanne d’Arc, estaba de su lado – al igual que Mordred, su mutuo benefactor. Finalmente, además de estos cuatro Servants, ellos tenían un último as que jugar en el frágil Saber Negro, quien solo tomaría forma por tres minutos en tres ocasiones más.

Por otro lado, el campamento Rojo tenía una ventaja aplastante no solo en la cantidad, sino también en la calidad de los Servants. Adicionalmente, se encontraban refugiados en la fortaleza móvil autónoma, los Jardines Colgantes. El bando con menos capitanes estaba siendo forzado a asediarlos, encima de necesitar obtener la victoria en el menor tiempo posible.

Mirando solamente el balance de los factores, la situación estaba cargada fuertemente contra el campamento Negro. Sin embargo, no era momento de que el campamento Rojo bajara la guardia. Después de todo, a pesar del bando en el que se encontraban, los Servants eran héroes de famosos mitos y leyendas – y un héroe solo obtenía ese título al sobreponerse a todos los obstáculos. No había duda de que los Servants Negros se enfrentarían a ellos una vez más para decidir esta guerra.



Se trataba de… un sueño brillante.

Se trataba del brillo de la gloria, como si todas las bendiciones del mundo se hubieran reunido en esta ceremonia. Se trataba de la coronación del Príncipe Charles como Rey de Francia, después de su victoriosa marcha de entrada en Reims – el sueño y la esperanza de toda la gente Francesa.

Jeanne d’Arc había levantado el asedio en Orleans y continuado peleando con los Ingleses. Fue a causa de su victoria decisiva en la batalla de Patay que pudo llevarse a cabo la coronación. Ella, una joven chica de diecisiete años de edad, había tomado el comando de la armada Francesa. La gente envidiosa podría haberla visto como poco más que un símbolo, un ornamento al frente de la armada Francesa. Sin embargo, todos los hombres que la seguían seguro desmentirían esa declaración.

Si su presencia no había sido nada más que simbólica, ella solo hubiera necesitado agitar su estandarte desde la retaguardia – pero la chica siempre estuvo al frente en la línea de batalla. Aunque ni una sola vez desenvaino su espada sagrada de su funda, no podía ponerse en duda que había peleado junto a ellos.

El sueño pasó, arrastrado por la corriente – y lo que le siguió al breve brillo de la gloria fue una rápida caída en la oscuridad.

Se trató de un juicio por herejía. Los días pasaban mientras sus enemigos se burlaban de ella y le provocaban dolor, tomando venganza. Pero a pesar de su sufrimiento, el juicio no cambio nada al final. Su tierra natal había sido liberada de sus ataduras, y su sueño se había cumplido.

‘Tú peleaste…’

Para dar una medida concreta de tiempo, ella solo había visto unos cortos dos años, sin sentirse aburrida por lo que vio. Había escuchado la voz de Dios y se lanzó al combate. Eligio sus batallas incluso cuando sabía que sería traicionada. A pesar de esto, tomo la decisión de pelear hasta el final.

¿Por qué hizo tal cosa? ¿Cuál fue el fin de todo ello? Se lo había preguntado en muchas ocasiones.

‘… ¿Acaso fue para expiar tus pecados?’

¿Acaso era un castigo por las muertes que había causado?

‘… ¿Acaso querías salvar a tantos como pudieses?’

¿Acaso era una plegaria para traer salvación a al menos una vida más de aquellas que su estandarte había roto?

‘O acaso…’

¿O acaso fue porque creía que eso era lo justo?

Jeanne lo sabía – Yo lo sabía – que había aquellos que clamaban que Dios la había abandonado.

Supe de un hombre que fue llevado hasta la locura por su propia desesperación, lamentando el destino de esta pura chica.

¿Qué fue lo que pensaste sobre él?

Me entristeció saber que le había dado la espalda a Dios – y que fui incapaz de decirle que Dios no me había rechazado en lo absoluto.

Yo enfrente la batalla de Compiègne sabiendo que mi camino terminaría en llamas.

¿Entonces porque luchaste sabiendo como terminaría todo?

Sabía que mi muerte no sería en vano. Traje esperanza para el futuro, aun si no fui recompensada por ello. Con su muerte, Jeanne d’Arc se convertiría en una fuerza que recupero su país y puso un final al derramamiento de sangre.

Tal vez solo se trataba de un fugaz pie de página en la historia, comenzando y terminando sin notoriedad.

Tal vez solo había traído la salvación a unas pocas almas, perdidas rápidamente en el flujo del tiempo.

Tal vez al final todo había sido inútil, y todo lo que ella había logrado había sido para nada.

¿Alguna vez pensaste tal cosa?

No… nunca lo hice. Aun cuando me estaban atando a la estaca, nunca sentí odio por ellos.

Ya había entregado mi carne a Él.

Eres fuerte.

Gracias… aunque no estaría aquí ahora sin tu ayuda. La suerte me sonrió el día en que te conocí, y por eso solo puedo expresar mi gratitud, desde el fondo de mi corazón.

Esta es mi última pregunta… ¿Acaso en verdad estuvo bien el traerlo a él con nosotras?

Las palabras atravesaron mi corazón como si fueran espinas. Se trataba del dolor adormecido que había mantenido oculto de los otros todo este tiempo, mi única fuente de duda.

Sieg – el chico que había declarado su nombre con tanto orgullo. Él era una existencia paradójica, lleno tanto de inmadurez como de experiencia. A pesar de desear fuertemente el no verse involucrado en la batalla, él mismo había retado a los Masters enemigos.

Yo sabía que estaba siendo sentimental. El chico debía ser contado como otro recurso más de esta guerra. Y por sobre todo, podía escuchar los susurros, llegando de algún lugar allá afuera, diciendo que él será necesario.

Era una guía proveniente del mismo Cielo, y nunca antes había estado equivocada. El chico se encontraba en posesión del corazón de Siegfried, y por suerte había obtenido incluso la fuerza de los Servants. Era absolutamente necesario el traerlo al campo de batalla; de otra forma jamás habría sido resucitado desde la muerte. Sus poderes como Servant serían requeridos en lo que está por venir.

Para esta pregunta final no pude llegar a una respuesta.

“No lo sé. En verdad no lo sé.”

La chica que lo había preguntado cayó en un silencio casi mortuorio. Sabía dolorosamente bien que ella estaba preocupada por el bienestar del chico.

Guerras del Santo Grial, Servants, Taumaturgia – Leticia había aceptado todas estas cosas y continuaba actuando como un observador. Ella había puesto su confianza en mis palabras, y dejo todo en mis manos. Las elecciones hechas por el Servant Ruler serían sus elecciones; ella lo había aceptado. Sin embargo, esa era una cosa en la que la chica se había mantenido firme.

El peón del destino que continuaba caminando hacia adelante, con su voluntad inquebrantable – la chica seguía preocupándose por él. Desafortunadamente, él no sabía nada de la chica dentro de mí – aun cuando era ella quien lo cuidaba, y lo amaba, más que nadie.

¿Es eso verdad?

Me dijo la chica con una expresión desconcertada. Difícilmente podría culparla, después de todo, vagas ‘similitudes’ no eran lo único que compartían las chicas llamadas Jeanne d’Arc y Leticia. Ellas eran muy parecidas no solo en términos físicos y de personalidad, si no que eran de una naturaleza similar incluso en el color de sus almas. En otras palabras – si se le otorgase el mismo conocimiento que a Jeanne d’Arc, no había duda que Leticia tomaría casi las mismas acciones que yo. Eso quería decir, por supuesto, que yo también me preocupada por Sieg y le tenía afecto. Al menos, Leticia debía pensar eso.

Sin embargo, ese no era el caso. Ella se equivocaba.

Él no desea pelear… pero no es posible que nos abandone.

Yo no deseo que pelee… pero su poder era necesario.

No es una mentira… pero no he dicho toda la verdad.

Se trataba de una insoportable contradicción dentro de mí – una mentira. Escondí la verdad y aparte mi mirada de ella. Parecería que la grandiosa bendición de encontrar a alguien con el cual caminar mi sendero – un privilegio normalmente denegado al Servant Ruler – me había cegado.

Debería dejarlo atrás, pensé. Y aun así estaba convencida de que vendría tras de mi de cualquier forma.

Todo lo que suceda en esta Gran Guerra del Santo Grial tiene un significado. Cada Servant era una existencia importante – y no era un error el que Sieg, capaz de ser poseído por uno de ellos por 180 segundos en tres ocasiones más, tenía un propósito el cual servir.

Esa era la diferencia decisiva entre Leticia y yo. Más que otra cosa, los confusos pensamientos que tenía la chica por Sieg eran aplastados por el Servant Ruler.

Yo no tenía ni siquiera el derecho de pensar en él, mucho menos el preocuparme o amarlo. Todo lo que podía hacer era sellar esos pensamientos en alguna esquina distante de mi mente, detrás de varios cerrojos, debajo de muchas capas, y atado con tantas cadenas como pudiera – para que nadie los viese.

Para que nadie pudiese reprocharme.



Se trataba de… un sueño horrible.

En mi juventud mi madre me había susurrado.

“Mi amado hijo… te convertirás en caballero y derrotaras a tu rey. Como mi hijo tendrás derecho al trono. Pero el rey no debe de saber de esto ahora, o seguro terminara contigo. Por ahora, deberás tomarte tu tiempo.”

Era un sonido perturbador. Pensamientos malignos se abrían paso como gusanos dentro de mi mente. No quería escucharlos. Deseaba ignorarlos.

Yo era una forma artificial de vida – un homúnculo. Nacido por métodos retorcidos, se decidió que crecería, envejecería y moriría rápidamente. Cuando los inocentes chicos de mi misma edad jugaban en la villa, yo ya estaba blandiendo una espada. Para el momento en que alcanzaran la adultez yo ya llevaría mucho tiempo muerto.

Como sentía celos de sus vidas. Como los envidiaba. Como los aborrecía.

Y así fue como jure convertirme en una existencia superior al hombre común. Después de todo, debía correr por la vida más rápido que cualquiera de ellos. Era simplemente natural que fuese superior a todos los otros.

Un día, mi madre me llevo a observar al rey desde las sombras – una figura de acero llena de valor, austeridad y carácter.

“Esa es tu meta. Ese es el enemigo al que debes derrotar. Ese es el rey que debes asesinar.”

Imposible -- ¿Cómo podría esperar superar tan inmaculada elegancia? El juicio del rey, la habilidad con la espada del rey, las estrategias del rey; todas ellas era la definición total de la perfección.

Desafortunadamente para mi madre, abandone su plan. En vez de ello, deseaba servir al rey, convertirme en la espada que cortara a aquellos que tenían como meta manchar sus tierras y a su gente.

Sí, me convertiría en un caballero.

Crecí rápidamente y eventualmente se me otorgo un yelmo. Era algo que no podía remover ante los ojos de los demás; no serviría de nada si alguien me viese y reconociera mi rostro. Eso le dije a mi madre y porte mi mascara. A pesar de esto, mi habilidad y mi espíritu de caballero probaron ser ejemplares y el rey me concedió el honor de una espada.

Aunque aún no se me otorgaba un asiento en la Mesa Redonda, ganaría el derecho a uno. Los días de felicidad pasaron rápidamente como era natural para mí. Como caballero derrote a cualquiera que se opusiera al rey. “Por qué te opones al rey” solía preguntar.

Ellos respondían, “nuestro rey está lejos de ser infalible.”

Que tontos. ¿Acaso no era por eso que nuestro rey era grandioso? En toda la larga historia del hombre, ¿en qué momento había existido tal cosa como un rey perfecto? La mayoría de aquellos que se llamaban reyes eran crueles, y orgullosos, y despreciables – presentando su propia avaricia como una fuente de alegría para su gente. Estos reyes le otorgaban sueños a aquellos que los seguían, o los arrebataban, pero si en alguna ocasión se arrebataba de su alcance uno de sus propios sueños, dejaban desastre a su paso sin siquiera pensar en el futuro.

“Todos los que se convertían en reyes eran iguales. Robaban de la gente, y la gente debía recurrir a robar por ello.”

Pero el Rey de los Caballeros no tenia deseos egoístas. El rey veía solo lo que se necesitaba, y todo lo demás bien podría no existir. El rey no tenía sueños, avanzando solo para unir nuestra tierra natal – una existencia pura tan exquisita como una hoja afilada. Aunque en comparación me traía una inmensa vergüenza el considerar mi propio nacimiento, aun adoraba al rey y aspiraba abrazar el camino de la caballería del mismo modo.

Puedo decir con certeza que esos fueron los más brillantes y alegres años de mi vida – pero su fin llego demasiado pronto. Frustrada, mi madre me dejo en claro mi pedigrí. Yo no era un mero homúnculo hijo de la gran enemiga, Morgana, sino que también de algún modo concebido como el hijo y clon viviente del rey.

Me sentí más feliz de lo que jamás había sido. La figura que tanto reverenciaba estaba mucho más cerca de lo que había imaginado – y también era el único que llevaba la sangre del rey. En otras palabras, yo era el único adecuado para suceder al rey.

Hable de esto con el rey, incluyendo por qué seria digno de la corona. Como siempre, el rey respondió con una fría y dura voz.

“Ya veo… aun cuando naciste de las maquinaciones de mi hermana, en verdad llevas mi sangre. Aun así no te reconoceré como mi hijo, ni te permitiré llegar al trono. ”

Tal vez me apresure demasiado en mi deseo de ser el sucesor del rey. Sin embargo, que ni siquiera fuera considerado su hijo fue un golpe demasiado fuerte. Había sido mi suposición más básica; aun si no podía ser reconocido públicamente como su heredero; esa era la única cosa que en verdad deseaba que fuese aceptada. Pensé que en un dialogo entre nosotros dos sería capaz de ver el corazón del rey – que sería aceptado como un hijo del cual sentirse orgulloso.

“Así que… ¿no admitirás que soy tu hijo, Oh Rey?”

Murmure y le di la espalda al rey, quien no mostro más interés en mi – quien siempre veía hacia adelante al camino hacia el futuro. Mi voz estaba llena de enemistad, revelando un odio que nunca había conocido antes.

Era obvio, supongo. ¿Quién aceptaría a un hijo concebido a la fuerza por un enemigo jurado? Yo debía ser algo similar a una maldición. Como tal, nunca llegaría el día en que recibiera un asiento en la Mesa Redonda. Mi excelencia pasaría sin ser reconocida, mi pasión desdeñada, mis esfuerzos ignorados – ya que nunca seria perdonado, simplemente porque nací de Morgana.

“Muy bien. Hare que lamentes esas palabras.”

Ese fue el momento decisivo cuando renací lleno de odio, para manchar todo aquello que mi padre había logrado. Los logros del rey, el reinado del rey, las batallas del rey – llevaría todo lo construido en la pasada década a la nada.

Tal vez el rey me odiaría. Eso está garantizado.

Tal vez el rey me castigaría. El rey podía intentarlo.

Pero el rey me vería. Renunciaría a todo porque nos otros dos nos viéramos a la cara nuevamente.

La larga, larga guerra por Bretaña estaba llegando a su fin. Después de sobrepasar varias dificultades, se aproximaba el día donde el país sería gobernado como uno solo bajo el Rey de los Caballeros. La lucha le había traído honor a los caballeros, pero también pobreza y sufrimiento a la gente común. Justo cuando todos habían pensado que aquellos días se terminarían, se vieron envueltos en descontentos uno tras otro.

El rey nunca cambio de expresión mientras lidiaba con la cadena de ordalías una tras otra. Sin embargo, yo estaba seguro de que dentro del corazón del rey se encontraba una gran agitación – así que imaginaba y me reía en silencio desde las sombras.

Para comenzar, fui yo quien avivo e hizo alarde de la infidelidad entre la Reina Guinevere y Sir Lancelot du Lac, un sublime caballero del tipo que se ve rara vez en el mundo. Fui yo quien comenzó los rumores – que Arturo no poseía el calibre de alguien digno de ser el rey, al menos no si su esposa era robada tan fácilmente. Pero aun cuando los otros caballeros que tenían sus propias quejas hablaban con el rey, yo continuaba sirviendo lealmente. Para el rey, debió de haber sido bastante ominoso el tener a su auto proclamado hijo sirviendo fielmente como un caballero.

Si – sabía bien de la angustia del rey. Fue entonces que Arturo realizo su primera y última equivocación critica. Para derrotar al traidor Sir Lancelot, Arturo partió a Francia y me dejo a cargo. Era natural, con tantos otros caballeros y miembros de la corte alabando mi competencia – sin mencionar que había verdaderos asuntos administrativos de los que yo y otros pocos éramos capaces de llevar a cabo. El rey me nombro regidor y partió a Francia.

Que agonizante debió de haber sido para el rey el derrotar a su más confiado caballero. Prediciendo que la pelea en Francia se alargaría, esparcí la noticia de que el rey había caído en batalla y llame un concilio de emergencia, durante el cual fue aceptado que era adecuado para asumir el trono. Yo tome de la armería a Clarent, la prueba del derecho a ser el rey, y lleve a cabo la coronación en Canterbury. Me convertí en rey, aun si solo lo fuese en nombre. Después de eso, le propuse matrimonio a Guinevere.

“¿Qué son estas tonterías de las que hablas?”

Respondió ella fríamente, y yo me reí.

“Tantas tonterías como sus juegos de marido y mujer.”

Burlándome de ella, removí mi yelmo. La expresión congelada de su rostro fue inolvidable.

Yo no iba tras ella en serio, por supuesto. Pero eso antagonizaría al rey un nivel más. Si – deseaba que él me odiara aún más.

No fue una sorpresa que mis mentiras fueran descubiertas pronto. Se hizo saber que el Rey Arturo apresuraba su retorno a Bretaña. Por derecho, yo debí de ser ejecutado en ese mismo momento. Después de todo, regente o no, tal alboroto como el mío merecía un castigo. Sin embargo, aún era respaldado por todos aquellos a los que había apaciguado, halagado, o intimidado para que se rindieran ante mí.

Tal vez fui persuasivo. Sin embargo, en un nivel más profundo, era claro que había muchos que tenían molestias contra Arturo. El Rey de los Caballeros era frio, y racional – siempre listo para hacer a un lado cualquier cosa o a cualquiera cuando ya no eran necesarios. Pero yo era un caballero mucho más humano, o eso decían. Era lo más estúpido de todo, dado que a mí no me importaba nadie más que yo mismo. Los seres humanos eran nada más que ganado cuya única cualidad redentora era su habilidad de hablar. Joven o viejo, no había diferencia; lanza carne a sus corrales y pelearan uno con el otro por el alimento aun antes de que siquiera toque el piso.

Es por esa razón que no mato seres humanos, simplemente porque no los odio. Son una molestia, una plaga, pero no son dignos de odio. Actué como si lo deseara, sin ninguna preocupación por aquellos que me seguían – así que era extraño que me encontraran mucho más humano por ello. El rey que había tratado de salvar tantas vidas como pudo fue condenado por no comprender el corazón del hombre; en cambio, yo que no pensaba en salvar a nadie fui alabado por lo opuesto.

Era desconcertante. No me estaba rebelando por el bienestar de ustedes – lo hacía por mí. Ellos podían seguirme moviendo sus colas si eso les complacía, pero yo los aparte por completo de mi mente. ¿Por qué dedicaría mis pensamientos a unos sabuesos que podían olvidar al maestro que se había dedicado a ellos por completo?

Así fue como la última guerra comenzó. A pesar de nuestra derrota en Dover permitiendo a nuestro enemigo llegar a tierra, yo asesine al cansado Sir Gawain. Después de varios choques menores más, fue momento de enfrentarme al rey en la colina de Camlann.

Para este momento, ya no importaba quien ganara la guerra. El destino del país ya había sido sellado. Sin embargo, el rey permanecía tan gélido como siempre. Una y otra vez llame el nombre de mi padre en el campo de batalla – más soldados leales me rodeaban cada vez que lo hacía, y los aplastaba para continuar mi camino. Mate y mate y mate de nuevo. Un pensamiento llego hasta mí. ¿Cómo es que las cosas terminaron de esta manera?

La gente ajena que observara la batalla probablemente pensaría que soy un gran idiota – ¿Y porque debería preocuparme?

Había inmiscuido a cada persona en este país en mi venganza personal – ¿Y porque debería de importarme?

¿Por qué debería de importarme? ¡¿Por qué debería de importarme?!

“¡Arturooooooooooooooo!”

Finalmente, el Rey de los Caballeros respondió mi llamado – y nuestro duelo final comenzó.

La batalla se decidió cuando la lanza sagrada del rey perforo mi pecho. Fue mi derrota – no, fue mi victoria. Todo lo que el rey había logrado fue reducido a nada por mis manos.

Si, mírame. Ódiame. Deja que la mención de Mordred torture por siempre tus oídos y convierta tu semblante en uno lleno de odio. Maldice mi nombre.

Pero incluso al final – el rey no reconoció mi existencia.

Esos fríos ojos de jade observaron mi muerte, dándome la espalda en el momento en que fue segura. El rey no dejo unas palabras finales, no derramo ninguna lágrima, ni siquiera mostro el más mínimo rastro de odio.

Fue en ese momento que me di cuenta.

Ya veo…

Tal vez… había algo de verdad en sus quejas después de todo.

El rey no comprendía los corazones de los hombres.

Me rendí. Desde el comienzo hasta el final, el Rey Arturo había sido un rey infalible. Pero esa era aún más razón para odiarte, mi perfecto rey.

Incluso tus manos habían fallado en gobernar a este país.

Yo lo podría haber hecho mejor.

Lo que el Rey Arturo no pudo lograr, yo lo habría hecho.

Padre, si ellos claman que fuiste el rey perfecto. Yo te sobrepasare.

Ah – solo una vez más. Una oportunidad más. Denme la oportunidad de retirar la espada de la selección, justo como el rey lo hizo en una ocasión.

Solo una oportunidad…



Se trataba de… un sueño extraño.

Estaba corriendo en una gran pradera, praderas vírgenes de un hermoso verde esmeralda se extendían sin fin en todas direcciones. El escenario se movía ante mí. Sabía que era un sueño, pero las sensaciones que sentía en estas dos piernas eran más reales que ninguna otra cosa.

Corrí.

Estaba corriendo.

Más y más allá, en una completa línea recta. Sonidos indecentes comenzaron a salir de mi boca. Nunca había imaginado que correr con mis propios pies podría traer tanto placer y estimulación.

En un parpadeo el escenario cambió y llegue hasta una cueva al pie de una hermosa montaña.

Ah… lo se… si, conozco el nombre de esta montaña.

Se trataba del Monte Pelión, una famosa atracción turística en Grecia, en una de sus cavernas vivía el famoso centauro Chiron, el gran sabio y orgullo de los Griegos, quien educo a varios héroes.

Para este momento comencé a entender que este era el pasado de mi Servant. A causa de la conexión entre nosotros, podía ver dentro de sus memorias mientras dormía. Por supuesto, era posible para mí el decidir terminar estas visiones, pero eso sería un desperdicio; en realidad me adentre más, sintonizando mi nivel de conciencia. Me llevo algo de tiempo ajustarme – ya que jamás había hecho algo como esto antes – pero ahora, siempre que soñara sería capaz de ver a Chiron.

Podía ver al Chiron que aún no conocía.

Mientras me aproximaba a la cueva, un chico comenzó a correr hacia nosotros, llamándonos “¡maestro!”

¿Acaso él era uno de sus estudiantes?

El chico salto ligeramente a la roca a un lado nuestro. Mirando a Chiron con algún tipo de anticipación mientras comenzaba a hablar.

“¡Maestro, salgamos a cazar!”

“No podemos.”

Yo comencé a reír, viendo al chico enojarse ante la seca respuesta de Chiron. El chico era bastante atractivo, uno podría decir que excepcionalmente. No se sentía como si fuese hombre o mujer, si no que parecía andrógeno. Aun así sus palabras y forma de ser claramente pertenecían a un chico, algo que yo, como una hermana, conocía muy bien.

“Es bueno ver que disfrutas de la cacería. Considerando tu futuro, es mejor que seas bueno en ella a lo contrario. ¿Pero acaso tu meta es convertirte en cazador? No, tu deseo es convertirte en un héroe. Nadie reconocería a un salvaje como un héroe. No es suficiente con que aprendas a leer. Un hombre sin un sentido para la música o decoro solo se avergonzara a sí mismo.”

A pesar de su consejo, parecía que el chico aún estaba insatisfecho. Con una expresión molesta, él gruño una afirmación. Aunque podría ver que la lógica de lo dicho era correcta y que no debería responder solo por egoísmo, también sabía que el resto del día no sería tan divertido. Al ver esto, Chiron sonrió burlonamente.

“Sin embargo… el estar encerrado en una caverna por todo un día debe de parecer una insoportable tortura. Entonces hagamos una promesa. Termina de memorizar el resto de tus palabras de hoy, y escríbelas en una tablilla. Si terminas antes del anochecer, te enseñare como pelear en la oscuridad.”

“¡¿En verdad?!”

“Existen algunos riesgos, pero estoy seguro de que estarás bien. Y por supuesto, eso asumiendo que puedas recordar todas tus palabras para el atardecer.”

Naturalmente, el chico no tuvo queja alguna. Riendo, Chiron puso una mano en la cabeza del chico que saltaba de alegría, quien la acepto con una sonrisa.

Sentí envidia por el chico – al igual que sorpresa. Sabía que Chiron había tenido una esposa e hijas, pero todos ellos eran más cercanos a seres divinos. El chico, por otro lado, exudaba el brillo de la humanidad. Sin embargo, el comportamiento de Chiron hacia el chico no era exactamente el de un amoroso padre hacia su hijo.

“Ahora, es tiempo de tu lección… Aquiles.”

Aquiles.

No puede ser…

Pero el chico no rechazo ese nombre. En otras palabras, él era el Rider Rojo, el gran héroe que probablemente era la figura más famosa en nuestra Guerra del Santo Grial.

Aquiles nació del héroe Peleo y su esposa, la diosa del mar Tetis, y ellos tenían visiones opuestas en lo que concernía a su hijo. Mientras que Tetis deseaba completar su divinidad, Peleo creía que hacer de su hijo semidiós una divinidad completa destruiría el lado humano de Aquiles.

Al final, Tetis acepto su punto de visa, pero abandono a Peleo y a Aquiles, regresando a su hogar en el fondo del océano. Ni siquiera un hijo fue suficiente para atar a la diosa al hombre.

Peleo decidió poner al joven Aquiles al cuidado de su viejo amigo Chiron. Después de todo, él era el hijo de un héroe y una diosa, y Chiron era el más grande maestro que Peleo conocía. Chiron acepto gustoso la petición de su amigo y comenzó a enseñarle todo tipo de cosas al dotado chico. Palabras, canciones, poemas, virtudes, y modales; como cazar, pelear, y cabalgar; e incluso el arte de la curación.

Para Aquiles, forzado a separarse de sus padres a una corta edad, Chiron debió de haber sido un duro, amable y atento padre. Probablemente porque se trataba de un sueño, el pasado avanzo rápidamente. Aquiles creció ante mis ojos, volviéndose alto y poderoso. Las estocadas temblorosas de su lanza se convirtieron en golpes casi divinos. Como un caballo liberado, se volvió imparable e indomesticable, galopando por las praderas y sobrepasando todos los obstáculos con sus rápidos pies.

Él también era extremadamente conocedor, por supuesto. En la naturaleza era capaz de encontrar plantas y frutas comestibles de un solo vistazo, y también conocía la forma de tratar heridas.

La forma en la que se comportaba y se conducía, tanto como un héroe como en la corte real, era perfecta.

Lo más sorprendente de todo, Aquiles apenas tenía diez años de edad cuando ya había logrado todo esto. Que figura debió de haber sido, para llegar a esa edad y que Chiron le dijera que no había nada más que pudiera enseñarle al chico.

En cualquier caso, era momento de la separación. Chiron y su esposa Cariclo vieron partir a Aquiles mientras este comenzaba su viaje.

“Maestro… dama Cariclo… les agradezco haber venido hasta aquí conmigo.”

“Cuídate, Aquiles. Mantente a salvo y no descuides tu salud.”

Cariclo envolvió con sus brazos a Aquiles en medio de lágrimas. Si había una cosa que le quedara a Chiron por enseñarle, sería la importancia de amar a los demás con todo su corazón, como él lo hacía.

“Estaré bien. Hare mi mejor esfuerzo, para asegurarme de no avergonzarme a mí mismo como estudiante de Chiron.”

Dijo Aquiles firmemente. Él no solo repetía lo que se le había enseñado, sino que lo pensaba y lo trasladaba a palabras. Y solo era un chico de diez años. Estaba claro porque Aquiles se convertiría en un renombrado héroe incluso cuando era tan joven.

Como siempre, Chiron puso su mano en la cabeza de Aquiles.

“Has crecido bien, Aquiles. Sin embargo, ni a mí ni a Peleo debes pagarnos algo. No necesitas sobre esforzarte… ya eres un héroe.”

Escuchando esas palabras, Aquiles pareció algo impresionado, y asintió ligeramente antes de darles la espalda, frotando sus ojos con su brazo. Chiron y Cariclo observaron este gesto con una sonrisa en sus rostros.

“… ¡Me marcho, maestro!”

El joven héroe dio un paso adelante, sin jamás mostrar sus lágrimas.

Después de eso, fiel a las palabras de Chiron, Aquiles se convirtió en un héroe que había alcanzado grandes logros por toda la tierra. Sin embargo, como su madre Tetis había profetizado, la crueldad visitó a Aquiles durante la Guerra de Troya en la forma del Dios Apolo, quien fortaleció a Paris para que este disparase a través del talón de Aquiles – la única parte de él que permanecía humana – además de su corazón. Dándose cuenta de que las heridas eran fatales, Aquiles continúo su alboroto hasta que finalmente cayó en el campo de batalla. Cualquiera que conociera el nombre de Aquiles debía de haber escuchado la historia.

Y así, Aquiles jamás se encontró de nuevo con Chiron. Justo como la vida de Aquiles termino en tragedia, Chiron también se encontró con una muerte desafortunada. Lo que acababa de ver en verdad era solo cuando ellos se habían separado de por vida.

Fui sacudida al darme cuenta. Había un gran amor entre Chiron y Aquiles. Estaban unidos, como un padre e hijo. Como hermanos. Como familia.

Así que ¿Qué era esta situación que tenía como fin despedazar ese lazo?

Se trataba del Santo Grial, por supuesto… nuestra gran guerra. En otras palabras, ¿acaso yo no era culpable como su Master?

No, aun si ellos no lo sabían cuando fueron invocados como Servants, ellos ya habían peleado con el otro en dos ocasiones hasta el momento.

No es mi culpa.

¿Acaso esto no era a causa de que ambos eran Servants? ¿Servants que podían ser forzados por medio de los Hechizos de Comando si no seguían las ordenes de sus Masters? ¿Esclavos, que enfrentaban una muerte segura si cortábamos su fuente de energía?

Estas haciendo que un padre mate as u propio hijo.

No, Archer debía haberlo aceptado para entonces. Si no deseara luchar ya me lo habría dicho…

No conoces nada de él.

Lo conozco. Lo sé. ¡Se todo sobre él…!

Cerré mis ojos, solo deseando despertar de este sueño.

Que despreciable era. Que estúpida. De entre todas las cosas, había elegido huir.



Se trataba de… un sueño de libertad.

El caballero amaba volar. Si fueses a preguntarme porque, diría que la razón era porque podía volar tanto hacia arriba como abajo, aparentemente.

¿Acaso era simplemente que le agradaba la elección de tener tantas direcciones posibles para volar?

No valía la pena complicar las palabras. En cualquier caso, el caballero era libre. Aunque había nacido como el príncipe de Inglaterra, había elegido hacer a un lado todas las cosas que consideraba molestas, tal como el asunto de heredar el trono. Uno imaginaria que la impresión que proyectaba a los otros sería la de un insufrible presuntuoso. Y aun así, tal vez a causa de su buena naturaleza nata, todos parecían quererlo.

Desde el momento en que nació, nadie podía odiarlo. Todos eran amistosos con él. Era ingenuo, tal vez… o tonto, o despreocupado. No era un caballero sabio.

Pero no codiciaba nada. Las cosas valiosas capturadas de sus enemigos eran regaladas a los demás sin ninguna ceremonia.

No entraba en desesperación por nada. Cuando fue convertido en un árbol de mirto por la feroz bruja Alcina, espero alegremente, sin preocupaciones, hasta que alguien vino y lo regreso a la normalidad.

En su ingenuidad, fracasaba. Al enfrentar a un gran enemigo, a veces perdía… y a veces ganaba. Solo era valorado promedio en términos de fuerza. Sin embargo, la clase de aventuras que había superado, y el número total de ellas, era más que extraordinario en comparación a las de otros caballeros ordinarios.

Era débil, pero valiente. Aun cuando muchas veces era derribado al suelo, jamás podían mantenerlo ahí.

Aun su muerte sucedió sin ser nada sorprendente. En la batalla del paso de Roncesvalles, a pesar de ser sorprendido por la traición, los Doce Pares de Carlo Magno pelearon valientemente. Sin embargo, aún estaban superados en número, cuatrocientos ante veinte mil. Presionados continuamente veinte a uno, ni siquiera un gran guerrero podría haber resistido por mucho.

Esos valientes curtidos en la batalla cayeron, uno a uno, y rápidamente se les unió el caballero. Exhalando un suspiro, su mano se extendió hacia el vacío – pero con una carcajada la detuvo. Su sonrisa contenta no mostraba indicio de algún lamento. Aun cuando yacía cubierto de su propia sangre, y atormentado por el dolor de la muerte que se aproximaba, el caballero se encontraba completamente en paz.

Pero, si

Si hubiese un deseo más dentro de él mientras enfrentaba la muerte…

“Si… deseo ver ese lugar de nuevo.”

Probablemente era el recuerdo más valioso del caballero, el visitar ese mundo sin límites que se decía contenía todas las cosas que no existen en esta tierra – el mundo extraño que nadie había visto antes, en un lugar más allá.

Esos eran meros murmullos, proferidos en el borde de su muerte. Pero se trataba de un deseo real, un deseo que debía ser concedido. Así que, como su Master, deseaba concedérselo a Astolfo. Sin importar que tan altruistas o nobles fuesen los deseos de los demás…

Repentinamente, el mundo se distorsiono. Mi mente salto más allá de la seguridad de los sueños y el subconsciente, arrebatado por la mano de un poder aterrador.

Me sentí ardiendo, como si mi piel hubiese sido incendiada – y frio, como si mi cuerpo estuviese siendo congelado desde dentro.

Si, era obvio lo que se encontraba ante mí.

No había razón para apartar mi mirada, ni en tomar las armas para luchar. Sabía lo que era este monstruo.

Sabía que tendría que enfrentarlo eventualmente. Sabía su verdadera forma.

Era el más famoso episodio dentro de las leyendas del gran héroe Siegfried… el asesinato del dragón. Con la espada fantasmal Balmung en su mano, él hizo frente al malvado dragón Fafnir. ¿Qué historia podría ser más adecuada para un héroe como él?

Trague saliva. La caverna parecía extenderse por siempre, y al mismo tiempo, se sentía dolorosamente claustrofóbica.

La primera razón se debía a los tesoros que ocupaban más de la mitad del espacio, una montaña de botines del cual lo que cabía en una mano parecía suficiente como para garantizar riquezas de por vida.

La segunda era la masa oscura que yacía encima de la riqueza, ocultándola. A pesar de que su forma se mezclaba con la oscuridad, transmitía una monstruosa y sobrecogedora presencia. La aplastante sensación alimentada por la imaginación de uno, convirtiéndose en visiones de escamas negras, una lengua flameante, ojos de serpiente, un aliento venenoso – y la colosal creatura que lo contenía todo.

Era extrañamente aterrador que mi voluntad aun no hubiese sido rota… o tal vez ya había sido tan completamente destrozada que no podía darme cuenta.

Este espacio que solo permitía una existencia – el Dragón mortal. Todos los otros seres vivos encontrarían su muerte aquí.

El hecho de que existiera frente a mí ya era horror suficiente. No podría haber corrido si lo quisiera, era como si mis pies estuviesen clavados al piso. Parecía casi natural, lógico, que si fuese a moverme – si siquiera lo mirara – seguiría la muerte.

El dragón abrió su mandíbula.

Era un ser vivo, después de todo – y eso era lo más aterrador de todo. Una creatura que había llegado a tal plano de existencia ya no necesitaba comida para mantenerse. Pero este era un mal que devoraba por placer. Como un gato que atormenta a un ratón, o una serpiente que digiere lentamente una rana – este depredador torturaba a su presa.

El miedo que quemaba mi piel se volvió más y más caliente.

¿Acaso este no es un sueño? ¿Acaso no puedo despertar?

… ¿Es este un sueño?

Si me devorara aquí… ¿en verdad despertaría?

Sin tal seguridad, solo podía pelear. Sin embargo, no podría ser rival para él. Si al menos tuviese una espada, podría elegir terminar con las cosas en este momento…

“¿…qué?”

Fue entonces que me di cuenta. Había una espada en mi mano derecha, y guantes que envolvían mis brazos. Finalmente se me ocurrió que yo era ‘Siegfried’.

Entonces podía pelear – o eso me dije a mi mismo, mientras me aferraba a la pequeña esperanza que era todo lo que me quedaba. Ya no deseaba apartar mi mirada, y pude ver claramente al dragón.

El dragón se detuvo, mientras su aire asesino se retiraba como si me mirara con algo parecido a la cautela. Sujete fuertemente la espada, dejando a un lado cualquier duda que quedara – y cargue.

Fafnir respondió al instante, moviéndose para luchar conmigo. Con un rugido capaz de romper el espíritu, el choque entre el hombre y el dragón comenzó.

Todo a mí alrededor fue envuelto en una tormenta de fuego, iluminando instantáneamente la oscura caverna – pero esto no trajo ningún confort, dado que la flama iluminaba el mismísimo Infierno.

Blandí la espada fervientemente, sin saber cómo enfrentar al dragón. Incluso los golpes lanzados con toda mi fuerza se sentían como si no cortaran nada en lo absoluto. Sintiendo el frio en mi espalda como si fuesen gusanos que se arrastraban, rodé frenéticamente por el piso – y la cola del dragón paso muy cerca por sobre mi cabeza.

Como un humano matando una mosca… no, la diferencia entre nosotros era aún mayor que eso. El más mínimo toque traería una muerte segura, sobrepasando algo tan insignificante como la suerte. Gritando fuertemente para enmascarar mi propio miedo, ataque su cuerpo y también su cola.

El asesino de dragones parecía ser algo lejano a la distancia, mientras que mi propia muerte parecía algo demasiado cercano.

…No puedo ganar.

El pensamiento paso por mi mente, y a decir verdad, era algo de lo que ya me había dado cuenta. La raza de los dragones se encontraba en el pináculo de numerosas otras especies de creaturas fantasmales. Respirando fuego o hielo o incluso veneno, estos monstruos eran más resistentes que incluso los muros de un castillo, con garras capaces de destrozar el acero y colas que pulverizarían incluso diamantes.

Era verdad que Siegfried había asesinado a este dragón. Por lo tanto, no había razón para que no fuese capaz de hacerlo. Pero aun así no era capaz de percibir la más mínima pista de aquello que habría de llevarme a la victoria.

Las garras del dragón cortaron limpiamente a través de mi armadura y hasta mi torso. La coraza colapso como papel y la sangre comenzó a emanar de mi pecho. Pude sentir un gran pedazo de carne partir para siempre de mi cuerpo.

Más que el dolor, sentía un fatal sentimiento de pérdida. La mutilación y el sobrecogedor dolor se tradujeron en un grito más agudo de lo que podía haber pensado posible que proviniera de mi garganta.

Mi visión se nublo mientras Fafnir se movía para dar otro golpe crítico. Blandí la espada débilmente, mientras mi conciencia se apagaba a causa del intenso dolor. Por supuesto mi golpe fue rechazado y fui enviado a volar por el aire mientras las flamas me quemaban. Mi voz fue silenciada y ya no pude siquiera proferir sonidos de agonía.

Mi cuerpo fue obligado a moverse, por mi sentido de supervivencia o algo más. Algo me hablaba desesperadamente, diciéndome que debía hacerlo. Levante mi cabeza y enfrente la aberrante masa frente a mí.

La duda en mi me susurraba que no podía ganar. Había incontables formas para que me derrotaran, pero una sola razón para ganar.

Porque yo soy Siegfried ahora.

Aun así… incluso Siegfried debió de haberse enfrentado ante las probabilidades, contra la desesperación, antes de encontrar un solo rayo de esperanza y derrotar finalmente al dragón después de una lucha brutal.

Yo solo podía imitar su apariencia. ¿Por qué no simplemente perder ante el dragón… como había perdido ante Mordred?

Me limpie la sangre incluso mientras temblaba, poniéndome de pie aunque mi derrota era segura. El brillo en los ojos del dragón no reflejaba piedad. Ya fuese que intentara pelear o no, me aplastaría en unos pocos segundos. Sujete la espada con ambas manos y saque de mi mente todo lo que fluía de mi herida. Solo salte hacia adelante. Ninguna cantidad de daño a mi cabeza o pecho interferiría con eso.

Sabía bastante bien que solo sería una breve resistencia. Así que era extraño que la elección de ‘correr’ jamás hubiese pasado por mi mente.

Mi corazón latía salvajemente con terror puro. Mis rodillas temblaban por la desesperación. Lágrimas de angustia fluían por mi rostro sin detenerse, lamentando el final de mi vida.

Y aun así, no podía darme la vuelta y correr. El dragón abrió su mandíbula. Pude sentir mi rostro deformándose, un grito patético provenía de mi boca. Un pie dio un paso adelante, seguido del otro. Sin saber realmente a donde estaba apuntando o a donde debía hacerlo, levante la espada en alto.

Pero fue demasiado tarde, ya que el flujo de flamas avanzo y me envolvió, mucho más rápido de lo que podía hacer descender mi espada…

Una vez más, la escena fue envuelta en oscuridad.

Antes de que me diera cuenta, pude ver de cerca el rostro preocupado de Ruler.

Parecía que había logrado escapar de ese mundo entre el sueño y la realidad. Mientras suspiraba de alivio, un malestar envolvió mi corazón fuertemente.

Ese aliento de fuego al final sin duda me asesino en ese otro lugar. Así que, ¿Qué es lo que estaba haciendo entonces en este lado…?



Esto… esto no es justo.

El mago estaba gritando. Después de todo, lo que estaba de pie ante él era un Servant, junto con la mujer que aparentemente era su Master. Ellos se encontraban en medio de la Guerra del Santo Grial; era difícil no encontrar a un Servant ahí.

Sin embargo, el mago no era un Master.

El Servant había invadido su hogar abiertamente, sellando todo medio de alerta de ante mano, y negando cualquier resistencia de su parte por ■■■■■■ él.

¡Esto es una locura! ¿Acaso han olvidado los principios más fundamentales de la Guerra del Santo Grial? Yo no soy un Master. Solo soy un mago. ¿Cómo es que lucharía contra un Servant?

Esta era una infracción. Un rompimiento de las reglas. ¿Dónde estaba el juez? Este Servant y su Master debían de ser castigados. El mago ni siquiera estaba envuelto directamente con la Guerra del Santo Grial, sino que solo servía de apoyo.

¿Acaso siquiera lo estaban escuchando? Esto era inaceptable. Él tenía toda la intención de protestar. Pero solo podía producir sonidos, y su conciencia estaba abandonándolo. Justo cuando consideraba que tan extrañas eran las cosas, el mago llevo involuntariamente una mano a su propio pecho.

Su mano se encontró con un enorme hoyo, donde habían extraído limpiamente su corazón. Su Cresta Mágica estaba dándolo todo en un intento de revivirlo, pero con una Cresta tan degradada, todo lo que pudo lograr fue prolongar el momento antes de su muerte.

Ahh... Así que voy a morir.

La verdad lo quebró, mientras el miedo apagaba su mente. Con toda su energía drenada, jamás volvería a levantarse.

Confirmando esto, el Servant hablo.

“Este es un buen lugar para vivir, ¿no es así Madre?”

“Si, es un hogar hermoso. Pero no podemos, Jack. Este es el hogar de un mago… estoy segura de que ellos revisaran este lugar primero una vez que su red de comunicaciones quede destruida.”

Explico la madre a su Servant en un tono gentil, el cual asintió tímidamente y lanzo a un lado el cadáver. Era una posición geográfica decente, pero parecía que tendrían que encontrar un lugar mejor.

En cuyo caso, ellas debían de apoderarse de todo lo que valiera la pena y después trasladarse al siguiente lugar – hasta que encontraran algo que no habían podido encontrar en ninguna de las casas que habían invadido antes.

“Cielos, un piano… no sabía que existían magos que podían tocar el piano.”

Se trataba de un gran piano ajustado en este pequeño cuarto. Juzgando por el relativo grosor de los muros, probablemente estaban reforzados contra el sonido. También había una cantidad de rituales y mecanismos mágicos puestos en los muros. Uno podía deducir que el mago había seguido mejorando su arte por medio del sonido.

Aunque nuevamente, el mago no era un Master – lo cual lo hacía inútil para Rikudou Reika. Aunque el piano no lo era.

“¿Acaso puedes tocarlo Madre?”

“Solía hacerlo. Bastante seguido.”

Fue tiempo atrás cuando sus dos padres se encontraban con vida. Le traía un sentimiento de nostalgia, pero no era algo a lo que quisiera regresar. Esa alegría era demasiado inadecuada para alguien como ella, pensó Reika.

Ella levanto la cubierta. El piano parecía bastante utilizado, pero era mantenido adecuadamente. Jack observo las teclas con gran interés, apretando ligeramente una de ellas con su dedo índice. Una bella nota hizo eco en el cuarto. Al parecer, complacida con el sonido, ella presiono el teclado una y otra vez.

“Hey, Jack, ¿te gustaría que tocara alguna canción?”

“¿Lo harías…?”

Jack levanto su rostro, sus ojos brillaban con una emoción inusual. Pidiéndole que cerrara la puerta, Reika se sentó frente al piano, puso sus manos en las teclas – y comenzó a pensar en una canción adecuada para los oídos de su hija. Pero Reika poseía un repertorio limitado, y solo había unas cuantas canciones en las cuales se sentía confiada de poder tocar aun.

“¿Acaso hay algo particular que quisieras escuchar, Jack? ¿Algo triste? ¿Algo feliz? Cualquier cosa esta bien”

“Umm… algo gentil. Nosotras no queremos algo triste o feliz.”

La madre murmuro comprendiendo. Recordando una canción adecuada para Jack, ella puso sus dedos en el teclado.

“Esta es perfecta para ti.”

Reika comenzó a tocar una canción que era gentil, como se le pidió. No era algo sombrío, pero contenía un toque de sagacidad. No era feliz, pero traía la calma a quien la escuchaba. Hipnotizada por la tonada, Jack pregunto por el nombre de la canción.

Träumerei es su nombre. Kindeszenen No. 7.

“¿Qué significa eso?”

“Significa sueño en Alemán, si recuerdo correctamente.”

Los niños inocentes soñaban cuando dormían. Pero para los adultos que conocían todo el bien y el mal del mundo, lo sueños se convertían en recuerdos de su pasado. Reika no sabía a cuales se refería la canción – tal vez a ambos – pero pensó que sería adecuada para Jack, quien estaba de pie al lado del piano mientras la melodía la atrapaba como en un sueño. Reika incluso sintió algo de pena al concluir la canción, así que termino tocando la misma canción tres ocasiones.

“Queremos escucharla de nuevo.”

“Una vez que hayamos encontrado un lugar para asentarnos, puedo tocarla para ti tanto como desees.”

Reika acaricio gentilmente la cabeza de Jack mientras ella deseaba escuchar más.

Mientras esto sucedía – la batalla proseguía en las planicies fuera de Trifas.



Ruler despertó en su cuarto en el ático de la iglesia después de cerca de cinco horas de sueño. Gracias a ese periodo de descanso, su mente estaba clara y sin rastros de cansancio.

Justo cuando ella concluía de limpiar cuidadosamente el cuarto que le habían prestado, fue momento de almorzar. Ofreciéndole su ayuda Alma, ellas comenzaron a preparar el estofado.

Mientras Jeanne agitaba el contenido en la olla, un sabroso aroma comenzó a emanar de su hirviente contenido, Alma quien estaba de pie a su lado tostando el pan, hablo abruptamente.

“¿Puedo hacerte una pregunta, Jeanne?”

“Por supuesto. ¿De qué se trata?”

“¿Acaso crees en nuestro Señor?”

Sorprendida por la pregunta, Jeanne se dio la vuelta para mirarla. Alma llevaba una sonrisa preocupada mientras esperaba por la respuesta de la chica.

“Por supuesto… por supuesto, creo en Él.”

“Usualmente es ridiculizado por el mundo el que solo aquellos que creen recibirán la salvación… que los no creyentes no serán salvados y que están condenados.”

“Eso es una suposición incorrecta desde el comienzo. Es arrogante el rezar para que ocurra el arrebato antes de la gran tribulación.”

Expresar alegría en compañía de los alegres, y derramando lagrimas junto a los desolados en su hora de tristeza. Esa es la condición básica de ser un creyente.

“Ya veo… ¿y seria esa la razón por la que tú misma no fuiste salvada?”

La cocina cayó en un repentino silencio. Jeanne, sin levantar la mirada del estofado, agito su cabeza negando ante las palabras de Alma.

“No, no tuvo nada que ver conmigo. Las llamas de la ejecución no fueron el resultado de que Él me abandonara. Ese fue el destino que yo elegí.”

Ella finalmente había terminado el estofado.

Aparentemente, Alma era una observadora de la Iglesia, ordenada a mantener bajo vigilancia al clan Yggdmillennia, reportando ante cualquier señal de actividad y llevando a cabo las tareas normales de una hermana en cualquier otro momento. No era un trabajo fácil; para comenzar, en los veinte años desde su asignación, no habían habido movimientos reales.

Sin embargo, eso cambio rápidamente unos meses atrás. Miembros de la familia de todas partes del mundo comenzaron a congregarse, trabajando en las noches para llevar a cabo los rituales. Grandes cantidades de recursos fueron transportadas a la ciudad y la situación apuntaba claramente al despliegue de una hechicería poderosa. A pesar de los reportes de Alma, la Iglesia retraso su respuesta y fallo en intervenir en la Guerra del Santo Grial hasta que casi había comenzado.

“¿Cuándo fue que supiste de mí?”

“Al principio, pensé que eras un mago de Yggdmillennia. No hay muchos turistas en esta ciudad después de todo. Se me contacto un poco después y me sorprendí bastante.”

“Hmm… ¿Entonces porque me dejaste quedarme si pensaste que era un mago?”

“¿Oh? ¿Y eso que tiene que ver? Nuestras puertas siempre están abiertas para aquellos que busquen nuestra ayuda.”

Ver la elegante sonrisa que apareció en el rostro de Alma hizo que Jeanne le sonriera como respuesta.

“¿Puedo preguntarte algo también? ¿Por qué no te sorprendiste con esto?”

“En primer lugar no pensé que una pequeña ciudad como Trifas pudiera tener una iglesia. Aun cuando no puedo hablar de otros magos, sabía que Yggdmillennia había sobrevivido al esparcir su sangre sin limitaciones.”

Pero no era como si hubiese estado dudando de Alma todo este tiempo.

“Y, en cualquier caso, aun si un miembro de la Iglesia supiera de mi existencia, no pensé que eso fuera un problema.”

Ruler pertenecía al bando que protegía el orden en la Guerra del Santo Grial – ella era una supervisora. El supervisor actual de esta Guerra del Santo Grial había decidido unilateralmente el unirse al campamento Rojo, pero Jeanne no tenía forma de saber de esto cuando arribo. Para este momento ella comprendía que fue Shirou Kotomine quien había sacado las cosas de control por su propia decisión.

“Así que Alma, ¿Qué tanto sabes?”

“No mucho, no más que el supervisor enviado por nuestro bando ya no está bajo nuestro control.”

Respondió Alma sin alterarse.

“Ya veo… bien, entonces no hay problema. La Guerra del Santo Grial está bajo mi jurisdicción, así que preferiría libertad en la manera de manejarla.”

Por un instante Jeanne considero el proponer una alianza con la Iglesia. Sin embargo, había algo de temor de que su interferencia trajera más caos a su forma de proceder. Aunque Amakusa Shirou Tokisada jamás fue canonizado, si perteneció a la Iglesia, y eso convertiría el conflicto en una pelea interna.

“¿Oh? ¿En verdad? Para ser honesta, creo que me alegra bastante el escuchar eso. Como están las cosas, parece que también existe algo de fricción dentro de la Asociación.”

Era natural, pensó Jeanne. Basándose en lo que había escuchado del Master de Mordred, Shishigou Kairi, la Asociación había traído magos mercenarios a un alto costo para cubrir todas sus bases antes de unirse a la guerra. Debió de sentirse como una bofetada al rostro el descubrir que el supervisor los había traicionado, y que había planeado hacerlo desde el comienzo. Y, como dijo Shishigou, ellos eran considerados un gasto aceptable. Sin los mercenarios, la Asociación podría ahora estar decidiendo verter todo su poder en la guerra.

“¿Así que lo que quieres decir es que tanto la Asociación como la Iglesia solo observaran por el momento?”

“Si… creo que esos es correcto. Nosotros no consideramos que un Santo Grial falso sea digno de tanto interés. Es aún más desafortunado que el Padre Kotomine este tan obsesionado con obtener ese concede deseos.”

Alma confirmo su suposición y Jeanne dejo escapar un suspiro de alivio. Mientras que cualquier ayuda habría sido apreciada, más intervenciones habrían sido problemáticas. Esta Guerra del Santo Grial era suficientemente anormal como se encontraba ahora.

“Nosotros tampoco tenemos una imagen clara de la situación, después de todo. Interferir en una situación donde nuestro propio agente se ha vuelto renegado solo crearía más dudas.”

“Eso está bien para mí. Y… ¿podría hacerte una última pregunta?”

“Si, adelante.”

“¿Por qué desviarte de tu misión para revelarte ante mí? Dudo que cause algún problema, pero tampoco veo la necesidad de haberlo hecho.”

“Oh, has olvidado algo muy importante.”

Mientras Jeanne inclinaba su cabeza confundida, Alma mostro una sonrisa traviesa.

“Jeanne d’Arc… tú eres una gran doncella santa que trajo la luz de nuevo al mundo. ¿Acaso está mal de mi parte el querer hablar con tal persona?”

Los ojos de Jeanne se ampliaron.

“Oh, um, mmmm… si, ya veo, estas en lo correcto. Pero… seguro exageras. No soy ni grandiosa ni traje luz…”

Jeanne bajó la mirada avergonzada. Era verdad que su nombre había ganado algo de reconocimiento en el mundo. Ella no habría sido invocada como Servant de otra manera. Sin embargo, el que alguien hable directamente de su admiración por Jeanne era algo incómodo.

“La gente del mundo sabe de tu sacrificio. Trae lágrimas a sus ojos e indignación a sus corazones. Puede que esa no haya sido tu intención, pero tus acciones se han vuelto una fuente de motivación para otra gente. Pienso que eso es algo de lo cual estar orgulloso. De hecho… fue el saber de ti lo que me hizo decidirme a convertirme en una monja.”

Jeanne platico con Alma un poco más antes de despedirse de la iglesia. Aunque no deseaba partir, difícilmente podría haber permanecido ahí para siempre. Sin embargo, en medio de su pena, ella recordó a Alma despidiéndola con su mano.

Era una sensación extraña, el dejar su nombre para las generaciones posteriores. No era lo mismo que la bienvenida y el clamor que recibía al liberar una ciudad con el ejército a sus espaldas. La gente común le había confiado sus esperanzas, ya que ella liberaría su país. Pero era diferente para Alma, quien había aprendido sobre el fin de La Pucelle. Ella aprendió que Jeanne d’Arc llevaba algo consigo – su fe. Y supo de la tragedia de la doncella santa que desapareció en las llamas. Esa era la “imagen” estándar de Jeanne d’Arc para este mundo.

‘Tú cambiaste el mundo. Mucho más de lo que te das cuenta.’

Alma había dicho eso. Tal vez era algo por lo que debería de estar orgullosa. Pero algo arrebato sus pensamientos. Su existencia trajo un cambio en el mundo – pero fue a través de la cosecha de las semillas del desastre.

Jeanne agito su cabeza mientras que sus pensamientos se desviaban. Era algo que jamás olvidaría, pero no era algo de lo que pudiese preocuparse en estos momentos. Hace mucho que había concluido.

Si ella pudiese haber hablado con él después de ser quemada. Tal vez podría haberlo confortado. Sin embargo, sus vidas ya habían terminado hace mucho en el lejano pasado. No habría ninguna resolución, ninguna forma de confiárselo a lo que había sido el futuro. Aun así, el ver al gran Barón de esos días pasados caer tanto…

Esa única cosa seguiría siendo nada más que una tristeza para ella.

Enfocándose, Jeanne visito la Fortaleza Millennia. A penas había pasado medio día desde que había dejado a Alma, pero el aire ya se sentía algo triste y opaco.

Mientras llegaba a la entrada, un homúnculo le abrió y la saludo.

“Dama Ruler. ¿Acaso ha habido algún cambio?”

Se trataba de uno de los líderes de los homúnculos – aquella con unos ojos bastante sagaces quien llevaba una alabarda en la mano.

“No, esa no es la razón por la que estoy aquí…”

“Ah, entonces ha venido a ver a Sieg. La llevare hasta su cuarto. Sígame.”

“Eso… es por lo que estoy aquí, supongo.”

Era verdad que se sentía preocupada de dejarlo fuera de su vista. Mientras que creía que Sieg era altamente inteligente y confiable, también era del tipo que se volvía excesivamente temerario una vez que su mente se decidía a algo. Y eso sin mencionar a su Servant, el salvaje y atrevidamente despreocupado Astolfo.

“Él es, bueno, del tipo de Rider que prefiere menos Estacionarse y más Conducir…”

Astolfo no solamente no tenía frenos si no que tenía un motor fuera de borda. El Servant no solo permitía la temeridad de Sieg si no que la alentaba.

Mientras estos pensamientos pasajeros cruzaban su mente, el homúnculo que la escoltaba se detuvo.

“Aquí estamos. Es casi hora de que los demás despierten y me reemplacen, así que iré a dormir. Con su permiso.”

“Te lo agradezco.”

Viendo partir al homúnculo, Jeanne se dio la vuelta nuevamente hacia la puerta. Trato tocando a la puerta pero no hubo respuesta. ¿Acaso Sieg seguía dormido? Después de dudar un poco, Jeanne abrió tímidamente la puerta.

En una palabra, el cuarto era un desastre. Piezas de ropa estaban esparcidas aquí y allá, y varias botellas vacías de vino yacían en el piso. Incluso había un punto donde el muro de piedra se había roto. Ella se preguntó qué es lo que había pasado.

Había una gran cama doble en el centro del cuarto donde Sieg estaba durmiendo, su rostro enterrado en una almohada y las sabanas envueltas en su cuerpo.

“Así que si sigue durmiendo…”

Sieg ni siquiera se movió ante su murmullo. Rider no parecía esta en ningún lado pero definitivamente estaba cerca, así que debía estar en su forma espiritual.

“Hmm…”

Tal vez a causa de su nacimiento como homúnculo, Sieg parecía algo andrógino, como los otros homúnculos del castillo – aunque se inclinaba más hacia lo femenino, sin un solo rastro de bello en el rostro. Podría deprimir a Sieg el escuchar esto, pero Jeanne encontraba elegancia en los homúnculos, como trabajos de arte.

Si el Rider Astolfo fuese una solitaria y pura flor floreciendo con gracia – entonces los homúnculos como Sieg era gemas pulidas con dedicación y trabajo. Ella no podía comparar y catalogar sus diferentes formas de belleza.

Sieg estaba profundamente dormido. Tal vez sería mejor esperar hasta que despertase por sí mismo. Anteriormente, ambos habían estado completamente exhaustos y terminaron apretándose en una única y pequeña cama. Él definitivamente merecía ocupar entera la cama doble para sí mismo en esta ocasión.

Sin advertencia, el pacifico ritmo de su respiración cambio.

“¿Sieg…?”

Algún dolor distorsiono su expresión y su piel se volvió pálida, como si hubiese perdido repentinamente una gran cantidad de sangre. Por un instante, Jeanne sintió algo frio recorrer su espalda mientras la fuerza vital de Sieg se debilitaba.

“¡Sieg!”

Jeanne sacudió sus hombros en medio del pánico, llamándolo por su nombre. Cuando lo hizo la segunda ocasión, Sieg abrió de golpe sus ojos.

“¿Ruler…?”

Susurrando ásperamente, Sieg extendió su mano hacia ella. Jeanne se apresuró a tomarla y sintió alivio al sentir la débil fuerza con la que este sujetaba su mano. Sin embargo, su condición era seria sin lugar a dudas.

“¿Estas bien? Te curare enseguida…”

“No, solo fue un mal sueño. No es nada. No estoy herido.”

Diciendo esto, Sieg puso una mano en su propio pecho, sobre su corazón – el corazón que alguna vez le perteneció al héroe. Como había dicho, su sudor estaba desapareciendo y la sangre regresaba a su rostro. Sin heridas externas, uno se vería en dificultades para encontrar algo de malo en él. Como si la Muerte misma hubiese decidido partir, su alma permanecía en una sola pieza.

“¿Estás seguro de que estas bien? ¿Podría haber sido algún tipo de maldición, o…?”

“No es eso Ruler. Esto no es hechicería. No… lo es”

Murmuro Sieg mientras continuaba presionando su propio corazón.

Justo cuando Jeanne estaba por cuestionarle el significado de esas palabras, ella finalmente noto algo extraño en la escena. Sieg ya había levantado la parte superior de su cuerpo de la cama, así que solo su cintura y piernas estaban ocultas debajo de las sabanas – pero noto que la forma debajo de ellas era extrañamente grande.

“¿Dónde está Astolfo?”

“Oh, justo aquí.”

Sieg levanto las sabanas, revelando que Rider estaba sujetando sus piernas. A pesar del alboroto que acababa de ocurrir, aun estaba completamente dormido, una imagen muy lejana de la de un Servant protegiendo a su Master. Pero más importante…

“…Sieg, ¿Qué está sucediendo aquí?”

Fue lo más bajo que Sieg había escuchado hablar a Jeanne, sonando como cuando ella se encontraba en medio de la pelea – una profunda vibración que lo agito hasta sus adentros. La inmaculada voz inspiraba valientes hazañas en sus aliados y causaba que sus enemigos temblaran de miedo. Por alguna extraña razón, Sieg no pudo evitar escucharla desde esta última perspectiva.

“Bueno… imagino que se la quitó mientras estábamos dormidos.”

Sieg observo las varias prendas esparcidas alrededor del cuarto. Muy probablemente era algo que había recibido de Celenike, pero Rider se había cambiado a una pijama antes de ir a dormir. Uno podría cuestionar porque no simplemente regresó a su forma espiritual, pero sugerir tal cosa definitivamente lograría una protesta en medio de lágrimas, como si estuviese siendo hecho a un lado.

Aunque Sieg poseía poco conocimiento como mago, habiendo forjado Circuitos Mágicos como su núcleo, la calidad de dichos Circuitos era de lo más alta. Por tal, no había ningún inconveniente en dejar que Rider mantuviese su forma física por largos periodos…

“…eso no fue lo que quise decir.”

“Cierto.”

Eso era aterrador.

De cualquier forma, Sieg solo podía inferir que Jeanne probablemente estaba mencionando el que la pijama de dormir de Astolfo estuviese a punto de ser removida. Los botones de la parte superior estaban desabrochados hasta la mitad, revelando un cuerpo pálido. Y la parte inferior se había movido hacia abajo, aparentemente deslizándose mientras dormían.

Ciertamente, no era una vista hecha para que la vieran otros. Él básicamente estaba medio desnudo. En cualquier caso, Sieg debía despertarlo.

“Rider, levántate.”

“¿Nnn? Nyuu…”

Maullando como un gato, Astolfo arqueo su espalda y se levantó de la cama. Jeanne contuvo su aliento. Con los ojos entrecerrados, Astolfo observo sus alrededores, antes de asentir como si se hubiese dado cuenta de algo.

“Nyuu…”

Cayo dormido de nuevo. Sin tener más opción, Sieg tiro de los oídos de Astolfo.

“Levántate, Servant inútil.”

“¡No soy inútil! ¡Soy un Servant útil! ¡Con tantos Noble Phantasms!”

Astolfo se puso de pie dramáticamente, agitando ambos brazos en una fiera muestra de protesta.

“Buenos días, Rider.”

Escuchando esto, Astolfo agito su mano, sonriendo flojamente de oreja a oreja.

“Oh, es Ruler. Buenos días… ¿Qué? ¿Acaso sucedió algo?”

“Si, supongo que así fue. Pero dejando eso de lado. ¿Puedo preguntarte algo Rider?”

“¿Hmm? ¿Qué?”

Jeanne aclaro su garanta y entonces señalo a Astolfo en tono acusatorio.

“¿Por qué estás en ese estado tan indecente?”

“¿Eh? Ooh, ¿En qué momento me quite esto…? ¿Acaso esto es indecente?”

Jeanne asintió fuertemente. Astolfo gruño mientras se retiraba la pijama por completo y equipaba su armadura.

“¡Estoy de regreeeeeeeso!”

“¡No te pares en las sabanas mientras llevas botas!”

“¿A quién le importa eso? Eres tan regañona. No las estoy ensuciando… creo.”

“¿Bien…? ¿Cómo sucedió esto?”

“¿Cómo sucedió que?”

“¡Esto! ¿Por qué estabas, um, durmiendo junto a Sieg?”

Astolfo parecía confundido en verdad mientras que su cabeza dio un giro casi perfecto de 90 grados.

“Pero él es mi Master, ¿cierto? Y yo soy su Servant ¿cierto?”

“E-Eso es verdad, ¡pero no había necesidad de que durmiesen juntos en la misma cama!”

“…Aunque lo hiciste”

Dijo Astolfo en voz baja y Jeanne se congelo. Después de abrir y cerrar su boca un par de veces como si fuese un pescado, ella se dio la vuelta hacia Sieg.

“¿Acaso… acaso le contaste a Rider?”

Sieg asintió desconcertado.

“¿Acaso no debí? No pensé que hubiese algo que ocultar…”

“Oh, um, no, por supuesto que no…”

Jeanne lo miro con un resentimiento desconocido.

“No es como si algo turbio hubiese sucedido. ¿Cierto Master?”

Extrañamente, Sieg no pudo evitar sentir que no había alegría en la risa de Astolfo. De hecho, no había alegría en sus ojos mientras observaba a Jeanne.

“Bien… estoy segura de que nada turbio pudo haber sucedido de ayer a hoy tampoco.”

“Oh, uno nunca sabe. Tal vez algo sucederá mañana.”

Astolfo sonrió mientras miraba desafiante a Jeanne, quien respondió con una mirada intensa.

“Simplemente estoy solicitando que no causes problemas con tu apariencia.”

“Soy un Espíritu Heroico. Hay montones de Espíritus Heroicos desnudos, ¿lo sabias?”

“¡Eso no importa! ¡Y Sieg es aún un niño, así que deberías de esforzarte más en ser responsable!”

“¡Mi Master no es un niño! Él puede tomar sus propias decisiones. Puede actuar por sí mismo. ¡Es un adulto! ¿Además que es lo que te pasa? ¿Acaso no eres tú la indecente entrando en el cuarto de alguien más tan temprano por la mañana? ¡Sin siquiera tocar!”

“¡Yo llame a la puerta! ¡Ustedes estaban dormidos! ¡Y ya es medio día!”

Los dos Servants fruncieron el ceño el uno al otro, rechinando sus dientes. Sieg alzo sus manos y trato de tranquilizar al par, pero fue completamente ignorado. Era bastante deprimente.

“Solo… actúa más prudente, por favor.”

“¡No! ¡Es cuando duermo con mi Master cuando más me siento animado!”

“¡Dios lo prohíba! ¡Todo lo malo en ello!”

“Cielos, cielos. ¿Acaso son crímenes de pasión?”

Una voz inesperada los llamo. Jeanne y Astolfo se dieron la vuelta al mismo tiempo y vieron a Chiron observando el cuarto desde la puerta. Él puso una mano sobre su boca mientras reía – un acto bastante raro para ese Servant.



“N-no es nada de eso… De cualquier forma, Sieg. Quería preguntarte nuevamente sobre lo que sucedió hace poco. También me gustaría escuchar tu opinión, Chiron.”

“¿Hace poco? ¿Acaso sucedió algo, Master?”

“Si, en realidad…”

Sieg explico el ‘sueño’ que había tenido. Cuando menciono que su pecho fue abierto, Astolfo destrozo la camisa de Sieg apresuradamente y se aseguró de que no hubiese heridas. Impulsivamente, Sieg cubrió las partes oscurecidas de su piel con sus manos, sintiendo que si dejaba que los otros las descubrieran solo empeoraría la situación.

“Whew. Que habría hecho si en verdad hubiesen sido letales…”

“Podrías no haber destruido mi camisa, eso creo.”

“Rider… porque hiciste eso… en verdad…”

Jeanne puso sus dedos entre sus ojos, como si tuviese una jaqueca. Poniendo todo eso de lado, Chiron comenzó a analizar el sueño del que hablaba Sieg. Con el conocimiento que le fue otorgado por los Dioses Griegos, debió de haber sido trivial el interpretar un sueño…

“… permítanme decir en adelanto que no puedo hablar con certeza. Después de todo, Sieg, tú eres único en el mundo sin lugar a dudas, algo que jamás había sido posible en ninguna de las Guerras del Santo Grial en la historia.”

Chiron repitió que Sieg era un factor desconocido. Más allá de la descripción de ‘raro’, él era bastante literal único y sin nadie similar.

“Sigues con vida por el corazón de Siegfried, habiendo sido resucitado exitosamente a través de la liberación del Noble Phantasm de Frankenstein. Sin embargo, el problema yace en tu corazón... el corazón que debió haber desaparecido cuando Siegfried abandono este mundo. A causa de la unión de tu mana y tus Circuitos se ha convertido en carne verdadera, de cierta manera.”

Los Einzberns creaban homúnculos de la más alta calidad. Era incluso posible para ellos crear homúnculos que funcionaran como contenedores del Santo Grial – un Grial Menor, en otras palabras – que también era capaz de manejarse a sí mismo. Aunque Gordes se había dado cuenta del potencial, estas funcionalidades habían sido juzgadas innecesarias para los homúnculos comandados por Darnic.

Incluso los homúnculos forjados para ser desechados estaban diseñados estructuralmente para ser capaces de aceptar un ‘contenedor’. Era simplemente un asunto de no tener suficiente espacio para alojar una existencia como un Servant.

Los homúnculos de Yggdmillennia eran incapaces de alojar un Servant. Sin embargo, este era el asunto de alojar un solo órgano. Ahora, con ese órgano perdido, y a su vez soportado por el mismo símbolo de la inmortalidad – la sangre de dragón – incluso lo imposible se había vuelto posible.

“Tu sueño fue influenciado por Siegfried, eso está fuera de dudas… la duda que permanece es si se ha tratado de un simple sueño. ¿Qué es lo que opinas Sieg? ¿Acaso sentiste como si te encontraras en un sueño?”

Sieg negó con la cabeza sin decir palabra.

“No… no pienso que lo fuera. Hubo un sueño, antes de ello.”

Él observo a Astolfo. Seguramente, incluso este Servant preferiría que no se discutiese su pasado abiertamente. Mencionarlo no le seria de ayuda a nadie.

“En ese caso, creo que deberíamos de tomarlo como un mal augurio. Solo puedo asumir… pero creo que puede que estés intentando convertirte en Siegfried.”

“¿Convertirme en él?”

“¿Acaso sería tan extraño que una existencia tan sobrecogedora como el corazón de un Servant te erosionara? Tu carne no sería capaz de soportarlo. Se alimentaria de ti, hasta que el dique colapsara y te derrumbases por dentro.”

“Pero… hasta donde puedo darme cuenta, el corazón de Sieg funciona normalmente.”

“¿Acaso lo olvidaste, Ruler? Él ya se ha convertido en Siegfried en una ocasión.”

Jeanne asintió ante las palabras de Chiron, luciendo preocupada.

“Si… esa posesión no es nada más que un milagro.”

“Esta incluso más allá de un milagro. ¿Estoy en lo correcto, Sieg, al asumir que has sido poseído por Siegfried en dos ocasiones hasta ahora? ¿Qué tanto tiempo combinado ha sido hasta el momento?”

“Tres minutos es el límite de una transformación.”

“Entonces tu carne ha sido consumida por trescientos sesenta segundos. Aunque no puedo saber cuánto tiempo durara tu vida, solo puedo decirte que esos seis minutos como Siegfried están a la par de tu vida entera. Entiende que, por cada ocasión que permites que Siegfried te posea, te aproximas a tu propia muerte.”

Contador Mortal de la Transformación – los Hechizos de Comando eran literalmente una cuenta hasta su muerte. Él podría ser capaz de transformarse tantas veces como quisiera mientras se le proporcionaran Hechizos de Comando, pero la misma existencia de Sieg se derrumbaría con cada uso. No había forma de revertir eso.

“¿Acaso me estás diciendo que no debería dejar que me poseyera nunca más?”

Jeanne intercepto la pregunta de Sieg hacia Chiron.

“Esa sería la decisión más sabia. Tú eres un Master, Sieg. En primer lugar el que pelees no es una buena idea. Espero que puedas dejarle las batallas a tu Servant y actúes como debería un Master.”

“¿Pero acaso no necesitamos el poder de Siegfried?”

“…”

Jeanne se quedó en silencio, apartando la mirada. Astolfo sujetaba fuertemente la camisa de Sieg y no parecía que fuese a soltarla.

“Además, no es seguro que las cosas sucedan como dice Archer. Definitivamente es posible que me hubiese confundido y que realmente fuese un sueño.”

“¡Pero…!”

Chiron hablo para detener la discusión.

“Esto no es un asunto que pueda resolverte por nuestra elección. El problema solo le pertenece a su propia voluntad, y si él usara o no los Hechizos de Comando.”

Chiron estaba en lo correcto, pensó Jeanne. La cuestión recaía en el mismo Sieg. ¿Acaso tenía la resolución para desechar la advertencia de Chiron? ¿Acaso elegiría avanzar sin importar lo que yaciera delante?

Era una pregunta tonta. Por supuesto, él elegirá tal cosa. Y Jeanne tenía que dejarlo elegir…

…¡No! ¡No puedo dejarle elegir! ¡No debo!

“Me retirare por ahora. Parece que mi Master tiene asuntos que discutir con Ruler y Rider también. Pueden tomarse su tiempo, pero por favor vayan al salón de reuniones más tarde.”

Chiron salió del cuarto, forzando el ánimo a desplomarse nuevamente. Jeanne y Astolfo estaban dolorosamente conscientes de que, cual fuera el juramento que le hicieran hacer, o las ataduras y limites que le pusieran – si Sieg fuese a aparecer en el lugar correcto en el momento correcto, en definitiva invocaría y permitiría que Siegfried lo poseyera.

Podrían dejarlo inconsciente, amarrarlo y amordazarlo – pero eso probablemente no funcionaria. Entonces por qué no ponerlo a dormir permanentemente – eso sería incluso peor.

“Ustedes dos no están pensando en nada… drástico ¿o sí?”

Pregunto Sieg a ambas personas que le miraban con una mirada pesada y continua.

“No en realidad.”

“¿Qué te hace pensar eso?”

Ambos agitaron sus cabezas. Sieg se levantó de la cama.

“Nosotros no encontraremos una respuesta a este problema. Ruler, Rider… realmente agradezco toda su amabilidad, y sé que no debería desechar lo que me dicen ambos.”

Pero aun así…

“…Lo lamento. Iré a ver a los homúnculos. Por favor vayan a encontrarse con los magos.”

Jeanne y Astolfo se miraron el uno al otro y suspiraron al mismo tiempo.

“Muy bien.”

“De acuerdo. Y Master, no huya abandonando el castillo, ¿de acuerdo? Avíseme antes de marcharse.”

“¿Acaso soy un niño?”

Los dos Servants abandonaron el cuarto y se dirigieron al salón de reuniones, todo el tiempo lanzándose miradas el uno al otro para vigilarse mutuamente.

“Bien… ¿Qué es lo que haremos?”

“Me gustaría preguntar lo mismo.”

Al final, solo había una forma de hacer que Sieg no se transformara, la cual era crear una situación donde no hubiese necesidad de hacerlo. Eso significaba aplastar al enemigo con una fuerza sobrecogedora – y por supuesto, si ellos tuviesen el poder para ello, no tendrían problemas en primer lugar.

“¿Acaso no podrías manejarlo con los Hechizos de Comando que posees?”

Jeanne negó con la cabeza y puso un fin a esa cadena de pensamientos.

“Los Hechizos de Comando están ligados a cada Clase. No pueden ser usados ni en el color equivocado ni en la Clase equivocada. Si pudiera, ya lo habría hecho.”

“¿Por qué demonios trabajan de esa manera? Son Hechizos de Comando. Normalmente, cualquier Master podría usarlos ¿cierto?”

Astolfo estaba en lo correcto, y era exactamente por ello que en una Guerra del Santo Grial normal, los Hechizos de Comando podían ser salvaguardados por un supervisor e incluso otorgados como una compensación cuando se llevaban a cabo cambios en las reglas.

“¿Qué pasaría si, como Ruler, me dedicase a un solo Servant y le otorgase Hechizos de Comando intencionalmente? Esto es por el bien de prevenir el peor escenario.”

“Desearía que hubiesen tenido la previsión de predecir un caso como este también.”

“Nadie consideraría normalmente una situación como la actual.”

Incluso la premisa requerida, para que algo como esta Gran Guerra del Santo Grial se llevase a cabo, era una aberración. El sistema mismo debe de haberse vuelto cuidadoso de que algo incluso peor pudiera ocurrir.

La única luz de esperanza era que su oponente, Shirou, también tenía cerca de tres Hechizos de Comando por cada Servant Rojo, los cuales eran inefectivos contra los Servants Negros. También, no logro asegurar los que poseía Mordred. Al menos, los Servants de su bando no serían controlados por Hechizos de Comando.

“Por cierto, ¿Cuál será la razón por la que Fiore nos habrá llamado?”

“Yo también me lo pregunto… ¿tal vez desea discutir la obtención de fondos necesarios para los aviones? O tal vez se les ocurrió alguna idea para aproximarse a los Jardines Colgantes…”

“Eso espero…”



“Desafortunadamente, las cosas no han ido tan bien.”

Ellos se encontraron en el mismo salón de reuniones que el día anterior. Había un ligero cansancio en el rostro de Fiore mientras sonreía. Chiron se puso de pie a su lado como un mayordomo, mientras que Caules estaba un paso atrás de ellos.

“Por favor esperen un poco más por los aviones. Se planea que arriben dentro de tres días.”

“Hmp, eso es malo. Así que, ¿Nos buscabas por alguna otra razón?”

“Sí. En realidad, se refiere al Assassin Negro.”

“Ahora que lo mencionas… el Assassin Negro no ha aparecido por algo de tiempo. Estaba bajo la creencia de que Yggdmillennia estaba ocultando a Assassin por la oportunidad de asesinar a los Masters.”

Dijo Jeanne y Fiore negó con la cabeza.

“Me avergüenza admitir esto, pero parece que al Master de Assassin le fue robado su Servant.”

“Huh. Eso en verdad suena bastante vergonzoso.”

Astolfo dio su opinión honesta ante la preocupada Fiore. Jeanne recordó lo que Shirou había dicho al respecto.

“Solo hay una cosa que sabemos. Assassin está completamente fuera de control.”

Caules arrojo un periódico hacia Jeanne y Astolfo. Tomándolo con una mano, la expresión de Jeanne se volvió amarga.

“La Identidad del ‘Jack el Destripador’ Rumano Permanece en las Sombras.”

“’Jack el Destripador’…”

“Incluso la clase de prensa que usualmente utiliza esos encabezados en algunas ocasiones dice la verdad. Resulta que el asesino real al que están nombrando ‘Jack el Destripador’ es el verdadero Jack.”

“Ustedes… ¿invocaron a Jack el Destripador como un Assassin?”

Viendo a Jeanne arquear sus cejas, Fiore pareció desanimada.

“Si, uno de los nuestros, Hyouma Sagara, creía que había un límite con lo que uno podía lograr con el Assassin adecuado, Hassan-i Sabbah. Creía que la mejor oportunidad yacía con invocar al más nuevo Assassin, Jack el Destripador.”

Mientras que el ritual de la Guerra del Santo Grial y sus derivados eran repetidos una y otra vez, una cierta cantidad de estrategias comenzaron a establecerse entre sus participantes. Se volvió una práctica común el priorizar la derrota del Master primero – y permanecer la mayor parte del tiempo en guardia, no ante las tres Clases de caballeros que comenzaban con Saber, si no de los Servants Assassin.

Se había probado casi imposible el sobrevivir a una emboscada llevada a cabo vía la habilidad Ocultamiento de Presencia a menos que se mantuviera a un Servant cerca en todo momento. Sin embargo, el asegurarse que el Servant permaneciera en contacto visual como seguridad presentaba otro problema cuando uno se enfrentaba a otro Servant. El riesgo de volverse parte de la batalla misma se volvió más alto que nunca, e incluso los Espíritus Heroicos estarían en una aplastante desventaja si se requiriera de ellos pelear mientras protegen a otro. Aun si el Servant de uno no era asesinado directamente en el encuentro inicial, si fuese atrapado en una situación donde sus movimientos se encontraran restringidos, uno solo se encontraría con la derrota al final. Aun así era tonto mantener al Servant lejos. De igual manera uno no podía descontar la posibilidad de que Assassin interviniera y matara a uno de los Servants mientras estaban en batalla. Había anécdotas de que, en un particular derivado de la Guerra del Santo Grial, el Master que invoco a Assassin finalizo la Guerra en solo tres días. Por ello, todos los Masters comenzaron desesperadamente a amasar defensas contra Assassin. Después de todo, el verdadero nombre del Servant Assassin era conocido por todos.

Hassan-i Sabbah era la cabeza de la legendaria orden de asesinos en las sombras del Este Medio, y aquel hasta el que podía rastrearse el término asesino. Sin embargo, la historia cuenta de solo diecinueve individuos que tomaron el manto de Hassan. Normalmente, cuando se invoca a Assassin, uno de estos diecinueve es llamado. Aunque era posible que otros respondieran la invocación, las probabilidades eran tan bajas que se podría perdonar que se creyesen inexistentes.

A lo largo de las múltiples Guerras del Santo Grial, no solo se había revelado el nombre verdadero de los diecinueve Assassins, sino también la naturaleza de sus Noble Phantasms. Aun así los Masters temían a Hassan-i Sabbah de cualquier modo. Eran incontables los Masters que habían perdido sus vidas en sus manos, mientras Hassan se deslizaba a través de sus defensas.

Sin embargo, gracias a esas defensas, la posibilidad de que Hassan fuese asesinado por sus blancos se volvió excesivamente grande. Se volvió percepción común que el invocar a Assassin era una apuesta inmensurable – ya que uno terminaba o tomando el Santo Grial o muerto poco después.

Además de eso, la invocación de Hassan como el Servant Assassin se debía a que la palabra asesino en si misma era el catalizador. Como tal, si uno fuese a verse creativo en arreglar líneas adicionales en el encantamiento de invocación, trayendo un catalizador no asociado con Hassan, entonces no sería imposible llamar otros Espíritus Heroicos. Por ejemplo, Semiramis, quien fue invocada por Shirou en el campamento Rojo.

“Cuando se decidía por el Espíritu Heroico a invocar como Assassin, Hyouma Sagara se enfocó en la falta de información, y así sus ojos se posaron en uno de los Espíritus Heroicos más nuevos, Jack el Destripador.”

“Eso es verdad. Después de todo, el Destripador es uno de los más grandes misterios de Inglaterra. Nada es seguro, ni siquiera su sexo.”

“¿Eh? ¿Pero acaso Jack no es el nombre de un hombre?”

Caules negó con la cabeza mientras le respondía a Astolfo.

“Él fue llamado Jill la Destripadora al comienzo, dado que sus blancos eran solo prostitutas y todas ellas habían sido asesinadas sin luchar aparentemente. Bien, la teoría de que Jack era una chica, realmente murió muy rápido… normalmente, uno asumiría que se trataba de un hombre.”

“Muy probablemente, Jack el Destripador como un Assassin jamás había sido llamado a una Guerra del Santo Grial. No puedo ni siquiera imaginarme cuál será su Noble Phantasm. Así que estás diciendo que…”

“Nuestro último contacto con Hyouma Sagara fue justo antes del ritual de invocación. Al comienzo asumimos que un agente de la Asociación lo había asesinado y se había apoderado de su Servant…”

Fiore miró el periódico frente a Jeanne y Astolfo.

“…pero basándonos en ese artículo, el Assassin Negro arribo a Rumania y se comportó de una manera en la que no podemos imaginar que fuese permitida por un mago. Por ello procedimos con nuestra propia investigación.”

Fue entonces cuando Chiron y Fiore fueron testigos del duelo entre el Assassin Negro y el Saber Rojo. El par había considerado esta como una gran oportunidad a explotar – pero al final, Assassin había logrado retirarse con solo heridas ligeras, y la confrontación entre Chiron y Mordred termino con daño para los dos bandos.

“Sigh… aun ahora, lamento haberme enfocado tanto en Saber y haber ignorado a Assassin.”

Habiendo perdido recientemente a Siegfried en ese momento, se decidió que la prioridad más alta para Yggdmillennia era derrotar al Saber Rojo.

“Tú decisión fue correcta, Master. El error fue mío por fallar en el asesinato.”

Chiron consoló a su Master. Caules concordó con el Servant.

“Bien, viéndolo en retrospectiva, el no derrotar a Mordred se volvió algo a nuestro favor, así que está bien. No hay necesidad de lamentar lo pasado, ¿cierto hermana?”

Resultaba que Jeanne y Chiron solo sobrevivieron a causa de la incapacidad de Yggdmillennia de derrotar a Mordred.

“Además… también hemos recibido un reporte de nuestra gente en Trifas. La noche pasada, justo antes de que nos enfrentáramos al campamento Rojo, perdimos el contacto con varios de nuestros agentes posicionados alrededor de la ciudad. Diez de ellos, y todos eran veteranos, sino es que magos de primera categoría.”

Aunque no habían sido elegidos como Masters, algunos de los diez eran más hábiles que el mismo Caules, con una historia familiar de varios años. Si su oponente hubiese sido la Asociación de Magos, habría habido numerosas formas en que hubiesen seguido en contacto – así que en este caso, era más que probable que hubiesen sido incapaces de comunicarse en absoluto.

“Ruler y Rider, lo que me gustaría pedirles a ustedes dos es…”

“…traigan al Assassin Negro ante la justicia.”

Jeanne interrumpió a Fiore, quien asintió mientras observaba de cerca la reacción de Jeanne.

“Ya veo… así que estabas preocupada de que esto entrara en conflicto con mis deberes como Ruler, ¿correcto?”

“Así es. Después de todo te estamos pidiendo que derrotes a un Servant en particular.”

“Te lo aseguro, incluso en una Guerra del Santo Grial normal, la cantidad de vidas inocentes que Assassin y su Master han arrastrado a la pelea habría incurrido en un severo castigo.”

Más específicamente, ellos habían involucrado gente que no tenía nada que ver con la Guerra del Santo Grial, y encima de ello, creado una situación donde habían sido objeto de publicación. Al final, dependía del Servant elegido como Ruler el juzgar si el infractor merecía un castigo a pesar de esa condición. Pero Jeanne d’Arc como Ruler tenía definiciones estrictas de lo que contaba como ‘dentro’ de los límites de la Guerra del Santo Grial, y lo que no lo hacía. Ella no mostraría piedad a nadie que intentara cruzar la línea de dentro hacia afuera, mientras que aquellos intentando lo opuesto serían expulsados tan cuidadosamente como fuese posible.

“Además, nosotros solo tenemos estos tres días antes de que lleguen los aviones para rastrear y derrotar a Assassin. Después de todo, debemos emplear todos nuestros recursos para perseguir los Jardines Colgantes.”

“Así que, lo que en verdad estas diciendo es, ayúdenos si lo que desean es partir en tres días ¿cierto? ¡Chica astuta!”

Dijo Astolfo en voz baja mientras sonreía. Fiore respondió con serenidad.

“Es una enseñanza de nuestra familia que siempre hay que mantenerse ocupado.”

“No me molesta. Sin embargo, ¿Podría solicitar que Sieg no participe en este asunto?”

“Si… He escuchado que ese homúnculo puede ser poseído por Siegfried en solo tres ocasiones más. Supongo que no deberíamos gastarlas en un solo Servant.”

Jeanne suspiro levemente a causa del alivio. Si Sieg fuese a unirse a la batalla, ciertamente le permitiría a Siegfried poseerlo. Cada Hechizo de Comando contaba, y ellos debían prevenir que entrase en situaciones donde tuviese que utilizar alguno.

“Te lo agradezco. En ese caso, eso deja a Rider, Archer, a mí… y ¿tal vez podríamos persuadir al Saber Rojo para unírsenos? Viendo que ya ha enfrentado a Assassin antes.”

La expresión de Fiore se ensombreció.

“Preferiría… no depender de Saber y su Master.”

“¿Cuál es la razón?”

Fiore se mantuvo en silencio a pesar de la inocente pregunta de Astolfo. Caules decidió que era momento de prestar su ayuda.

“Básicamente… el viejo y Mordred están en el bando de la Asociación, y tendríamos que dejar en claro nuestra situación y explicar porque tenemos que derrotar al Assassin Negro. Bien, probablemente ya se habrá dado cuenta de que sucede algo, pero aun es un asunto de orgullo. Además, no queremos deberle ningún favor.”

“El Assassin Negro no está más allá de las habilidades de los tres Servants presentes aquí. Yo mismo una vez había…”

Inusualmente, Chiron se quedó en silencio a media oración. Los otros parecieron intrigados y trasladaron su atención hacia él.

“¿Qué sucede Archer?”

“Master, creo que tú también viste al Assassin Negro. ¿Acaso pudiste ver sus parámetros?”

“Oh, um…”

Fiore cerró los ojos para tratar de recordar, pero los abrió rápidamente mostrándole a Chiron una mirada llena de confusión.

“Lo siento, no los sé. Extraño… estoy segura de que leí los parámetros de Assassin… pero ¿Por qué…?”

Fiore puso una mano sobre su boca sorprendida.

“Eso no es todo, Master. Aunque ambos observamos al Assassin Negro, ninguno de los dos es capaz de recordar su rostro.”

“¿Podría ser… algún tipo de Habilidad innata o un Noble Phantasm?”

“Seguramente. Así como el Saber Rojo llevaba su yelmo para mantener su nombre en secreto, tal vez el Assassin Negro posee algún medio para ocultar su verdadera forma.”

El yelmo de Mordred era meramente un medio temporal para ocultar su identidad. Después de que revelo su Noble Phantasm, ella no dudo en revelar incluso su rostro.

En una Guerra del Santo Grial normal, los Noble Phantasm solo eran utilizados para dar el golpe final al Servant enemigo. Esta táctica representaba el riesgo más bajo y aseguraba que su nombre permaneciera en secreto. En combate uno contra uno en contra de un Servant, fuera de la vista de otros Masters, sería un obstáculo difícil de sobrepasar.

Pero el Assassin Negro iba más allá de ello. Para Jack el Destripador, el mantener su identidad oculta no era una táctica si no una forma de existir. Aunque era resultado de varias condiciones deplorables conjuntándose, este era el asesino serial que había matado al menos cinco prostitutas sin dejar rastro de evidencia. Una leyenda hablaba de que el asesino poseía incluso la suerte del diablo, dado que un grafiti que habría servido de evidencia fue borrado por una orden del Superintendente de la Policía a causa de las tensiones raciales de la época.

El asesino no ocultaba su identidad. La obscuridad misma se había convertido en la identidad del asesino, tomando vida propia.

“No detecte nada poco natural durante la batalla misma. Muy probablemente, fue en el momento en que reconocimos que Assassin había desaparecido que la información que obtuvimos fue borrada.”

“Así que, además de conocer que Assassin es Jack el Destripador, no tenemos idea en absoluto de cuales son su apariencia o habilidades, mucho menos su Noble Phantasm. ¿Es correcto?”

Fiore le respondió a Astolfo mientras ella asentía triste.

“Así es. Esto podría ser más difícil de lo esperado…”

Capítulo 3 Fin




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