Fate/Apocrypha:Volumen3 Prologo

From Baka-Tsuki
Jump to navigation Jump to search

El Retorno de los Santos Triunfantes[edit]

[edit]

Ahora… permítanos hablar de la Tercera Guerra del Santo Grial.

Los Einzberns habían sufrido una derrota desastrosa en las primeras etapas de la Segunda Guerra del Santo Grial. A pesar de ser una de las tres grandes familias que habían tenido una participación en la construcción inicial del Grial Mayor, los Einzberns eran una gran casa de alquimistas y débiles en los asuntos de la guerra, lo cual llevo a su derrota.

Para iniciar nuevamente desde cero, y alzarse desde la humillación que habían sufrido después de su derrota en la segunda guerra, los Einzberns habían planeado una victoria absoluta en el siguiente conflicto. Al utilizar por completo los siguientes sesenta años para comparar y considerar todas las posibilidades, lograron acotar el potencial a dos Espíritus Heroicos.

La primera opción era alterar el mismo sistema del Grial Mayor e invocar a un Servant único de la clase Avenger. El Espíritu Heroico seria Angra Mainyu, el anti héroe que llevaba seis billones de maldiciones en el mundo. Una vez que fuese traído a este mundo, esta figura sin nombre—coronada como el ‘rey de los demonios’, una calamidad viviente creada para la masacre—ciertamente masacraría a todos los otros Masters y Servants y les permitiría activar el Grial Mayor.

Su segunda opción era abusar de uno de los sistemas instalados en el Grial Mayor al invocar al Servant definitivo de la clase Ruler, que tenía como fin ser una autoridad imparcial que regularía el progreso de la Guerra. Ellos harían uso del gran privilegio poseído por Ruler: sus Hechizos de Comando para los otros Servants.

¿Músculos… o cerebro? Después de mucha contemplación, los Einzberns eligieron lo último. Uno podría decir que tomaron la elección más segura; tal vez su derrota previa los había robado de la confianza en poderes más grandes que ellos.

El Espíritu Heroico que eligieron invocar como Ruler sería una figura que había sido tan cercana a ser un ‘Santo’ cómo fue posible encontrar en el Lejano Este, donde la guerra tomaría lugar; al mismo tiempo, la santidad de este trágico joven jamás había sido reconocida. Su nombre era Amakusa Shirou Tokisada.

Mientras que los Einzberns en verdad deseaban llamar a un Espíritu Heroico adecuado digno de la clase Ruler, en vez de un héroe del Este sin nombre, el acto de invocar a Ruler ya era una severa interferencia en el formato operativo normal de la Guerra del Santo Grial. Él era una violación—aunque la sobrecogedora ventaja de sus Hechizos de Comando difícilmente podría ser visto como tal. El Amakusa Shirou invocado no era excepcional en combate o adepto en la taumaturgia del nivel de un Servant de la clase Caster, pero continuó ganando, y sobrevivió en la Tercera Guerra del Santo Grial. Nunca fue atento y nunca realizo apuestas arriesgadas, llevando a cabo sus tareas mientras que fortalecía a conciencia sus defensas. Mientras la tercera guerra llegaba a su fin, los Einzberns claramente estaban más cerca que nadie del Grial Mayor.

Sin embargo, lo inesperado ocurrió. Un participante de la guerra — Darnic Prestone Yggdmillennia, cabeza del clan Yggdmillennia — descubrió el Grial Mayor por casualidad y, tomando prestado el poder de la milicia, se embarcó en una operación para apoderarse de él. En el brutal conflicto taumatúrgico que sucedió, los Servants sobrevivientes se hicieron pedazos en la persecución del Grial Mayor, y el Master de los Einzberns fue asesinado en la confusión de la batalla.

Con los Einzberns derrotados, y los Tohsakas y Makiris en retirada — solo dos permanecieron en el campo de batalla. Uno de los supervivientes fue Kotomine Risei. Él era el sacerdote que había sido enviado por la Santa Iglesia como supervisor de la Tercera Guerra del Santo Grial — aunque ciertamente no había esperado ser testigo de un choque tan épico entre héroes. A pesar de no sobrepasar los veinte años, su rostro duro — como si hubiese sido labrado de piedra solida — hacia ver a cualquiera que lo veía que había vivido a través de todas las penas imaginables. Sus fuertes músculos y duros huesos eran la fundación de una fortaleza humana y sus ojos como navajas, brillantes y agudos, llevaban una mirada perspicaz. No parecía ser un sacerdote sino un mercenario veterano y un maestro de la guerra.

“¿Qué… es lo que harás ahora?”

Pero era el mismo Kotomine Risei, quien le hablo al joven de pie a su lado con nerviosismo en su voz. Parecía una escena salida de una comedia el ver al hombre, claramente mayor tanto en edad como estatura, humillándose ante el joven.

Por supuesto, cualquier hombre de Dios que conociera la naturaleza del joven actuaria de la misma manera. Él había nacido en el periodo Edo, un niño milagroso que casi podría ser llamado un santo. Sin embargo aunque podía parecer ser un joven no mayor de veinte años, uno debía hablarle de una manera digna de su nombre.

“El Grial Mayor ha sido tomado. Nosotros ciertamente no podemos esperar recuperarlo sin recursos y gente propia.” Murmuro el chico mientras observaba la cueva ahora vacía. Aunque el Grial Mayor había sido capturado y su Master asesinado, el chico no desapareció. No parecía en peligro en lo más mínimo al cortar los caminos de prana entre él y los Einzberns. El chico se había convertido en una existencia firmemente establecida en esta tierra. Habiendo entrado en contacto con el Grial Mayor, logro recibir un cuerpo de carne y hueso. De cierta forma, uno podría decir que él había sido el vencedor en esta Tercera Guerra del Santo Grial.

“Además, con mi Master muerto, ya no poseo un poder mayor al de un humano ordinario. No perseguiré el Grial.”

“Ya veo… entonces…”

“Creo haberte escuchado decírmelo en un ocasión, Risei-dono… que habías viajado para encontrar sabiduría dentro de tu sufrimiento. Tal vez es momento de que yo parta también en un viaje.”

“Me alegra escuchar tal cosa. Dudo que sea suficiente, pero por favor permíteme ayudarte.”

Había cosas que necesitaría antes de seguir adelante, tales como estatus social y fondos — y Kotomine Risei nunca fue alguien que sufriera ante la pérdida de riquezas. Uno podría llegar tan lejos como para decir tal cosa — para permitir que Amakusa Shirou Tokisada, quien había dedicado su vida entera al Señor y que en encontró solo tragedia al final, encontrara algo nuevo para sí mismo — Risei sería capaz de sacrificar todo.

El chico cambio su nombre y gano una identidad. Fiel a sus palabras, él viajo por el mundo como el hijo adoptivo de Risei. Sin embargo, había una cosa que jamás le había mencionado a su padre adoptivo.

Amakusa Shirou jamás renuncio al Grial Mayor.

Solo había decidido retar la siguiente Guerra del Santo Grial — aun si significaba sacrificar la segunda vida que había obtenido tan fortuitamente. Cuando fue bañado por la luz del Grial Mayor, estuvo seguro de que con tal poder — con un milagro como ese en sus manos — podría traer felicidad a toda la gente.

El poder del Grial Mayor nunca estuvo en duda. Alguien lo había tomado… y alguien en definitiva trataría de activarlo en algún lugar. Muy probablemente después de que hubiese reunido prana por otros sesenta años…

Con ayuda de su padre adoptivo, el chico obtuvo un lugar en la Reunión del Octavo Sacramento. Simplemente espero por el momento oportuno… manteniéndose en las sombras en espera de su presa… tejiendo su telaraña… preparando sus trampas.

Todas las Guerras del Santo Grial debían de pasar por un punto: la Reunión del Octavo Sacramento, la parte de la Santa Iglesia cuyo objetivo era descubrir y recuperar reliquias sagradas. Después de todo, siempre que cualquier conflicto en torno al ‘Santo Grial’ emergía, era natural que la Santa Iglesia se involucrara; incluso los magos preferían revelar tales eventos y liberarse del peso de intentar ocultarlos. Con información concerniente a la Tercera Guerra del Santo Grial siendo esparcida, e imitaciones de Guerras del Santo Grial apareciendo por todo el mundo, los susurros del ‘Santo Grial’ fluían constantemente en la Reunión del Octavo Sacramento.

Sin embargo, todos fueron impostores al final. Estrictamente hablando, el Grial Mayor de Fuyuki también era falso — pero lo que Amakusa Shirou buscaba era el Santo Grial que lo había llamado a este mundo.

Así que simplemente espero. Por sesenta años, conectado al Grial Mayor, reencarnado y sin embargo sin envejecer un solo día por el poder de su Noble Phantasm, siguió viviendo… un milagro en sí mismo.

Varias cosas sucedieron, como nubes siendo llevadas por el viento. Su padre adoptivo falleció; su hermano, como su padre y el mismo Shirou, también comenzó un viaje persiguiendo algo que aún no descubría él mismo. Mientras el tiempo proseguía, realizo consideraciones y pensó en varios planes; que métodos utilizaría para usurpar los derechos de los otros Masters; que Servants requeriría para tomar el Grial Mayor por la fuerza; la forma en que conduciría la guerra; como tomaría el Grial Mayor; y los medios por los que aseguraría que su deseo fuera — y continuara siendo — cumplido.

Deseaba la felicidad de toda la humanidad… que se encontrara la bondad innata dentro del corazón de la humanidad… la aniquilación de Angra Mainyu, Todos los Males del Mundo. Para este fin, ¿Cuántos obstáculos habría de superar? Un hombre común se habría rendido hace mucho. Un genio ya habría fallado. Sin embargo, el chico de los Milagros no se quebró. No podía — ya que llevaba consigo los lamentos de treinta y siete mil personas. Nada podía sacudir su corazón de acero.

Finalmente llegó el momento: la Gran Guerra del Santo Grial, una batalla de siete contra siete bajo el Grial Mayor de Fuyuki. La escala del conflicto y las diferencias en el sistema difícilmente era preocupaciones para él; después de todo, Kotomine Shirou ya había pensado en todas las posibilidades los últimos sesenta años.

Y así Amakusa Shirou se encontró a sí mismo de pie frente a Jeanne d’Arc — la verdadera Ruler de esta Gran Guerra del Santo Grial — con una sonrisa temeraria.

Así comenzó la verdadera guerra. Ya no sería solo una lucha entre magos que discutían sobre sus deseos y honor — sino un choque que alteraría el curso de la humanidad.


FIN DEL PRÓLOGO


Volver a la Página Principal Regresar a las Palabras del Autor Volumen 2 Avanzar al Capítulo 1