Maru-MA Volumen 03 Capítulo 10

From Baka-Tsuki
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Mientras tanto, la melodía del Danubio azul de Johann Strauss se reproduce en mi cabeza. Y no es la versión tocada por una orquesta a gran escala, sino la versión barata que usan como tono de espera en atención al cliente.

Los rayos del sol que antes quemaron mi piel ahora son más débiles. Aunque durmiera a la intemperie sin protector solar, no me quemaría. Al caer la noche la temperatura baja considerablemente, la brisa suave que acarician mi piel me trae de vuelta a la conciencia.

Sintiendo como si me mecieran vagamente hacia adelante y atrás me despierto en la silla mecedora de Tricolor. Aun privado de sueño, fuerzo lentamente mis párpados para que se abran, se sienten como si estuvieran pegados con pegamento. Mis ojos están secos y adoloridos.

—¿Qué…? —murmuro.

Lo primero que veo son hebras de oro brillando a la luz de la luna. Ni siquiera tengo tiempo para pensar "que hermoso", porque alguien ya me está regañando.

—¡¿Por qué siempre haces lo mismo?!

—¿Wolf?

—¡¿Qué?!

—A-agua…

Parece que esa no era la respuesta que esperaba. Sus cejas se fruncen con enojo. Agarra mi cabeza y mete mi cara en el lavabo que está cerca.

—¡Ahógate en ella!

Bebo. El agua entra en mí no solo por la boca, sino también por mi nariz y mis orejas.

—¡Ay… basta! ¡Me ahogo, de verdad me estoy ahogando! ¡Por favor perdóname!

—¿Sabes lo preocupado que estaba por ti? Enojar a un chico lindo, incluso si uno no tiene la culpa, resultará en dolorosas consecuencias. Al mismo tiempo, siento una tremenda culpa porque fueron mis propias decisiones impulsivas las que causaron problemas a todos.

—Wolfram, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Y dónde está Conrad? ¡¿Qué pasó con Gwendal?! ¡Tenemos que liberarlo, o lo van a ejecutar!

—Mi hermano ya ha escapado de la cárcel sin problemas. Ahora hazme el favor de responder. ¿Sabes lo preocupado que estaba por ti?

Aunque se perfectamente que somos dos varones, ser perseguido por un chico hermoso como él igual causa que mi corazón dé un par de latidos acelerados. En momentos como este la solución más efectiva es evitar mirarlo a la cara y seguir repitiendo como un mantra “tiene ochenta y dos años”.

Quito la vista de Wolfram para ver qué pasa en los alrededores que son tragados poco a poco por la oscuridad. No veo ninguna mujer, ni a ninguno de los guardias. Ya que he estado durmiendo todo el tiempo, no puedo explicar cómo han sido liberadas, ni por qué milagro. Claro, debo haber hecho algo indescriptiblemente horrible y aterrorizado a todos. Por eso es que se ven todos tan pálidos, ¿no? Les debo haber dado un susto de muerte.

—Sí, sí, sé que has estado preocupado. Yo también lo estaba. Sé exactamente cómo te sentiste.

—¡Sí que se te dan bien las palabras ! Siéntate ahí y quédate quieto, voy a buscarte algo de comer.

Luego de tirarme un trapo a la cara que huele como el sol se marcha pisoteando ruidosamente hacia la cabaña que solía ser la oficina de Tricolor. Sí, comer suena como una buena idea. Ni siquiera puedo recordar mi última comida. Como castigo, no nos dieron ni el desayuno.

¿Qué ha sido de mis pobres compañeras que también fueron castigadas por mi culpa? ¿Dónde está Norika, la líder, o Marta y su bebé medio muerto? ¿Por cuánto tiempo he estado durmiendo?

Me levanto y bajo lentamente las escaleras. A lo lejos veo una pequeña llama ondulándose en algún lugar cerca de las tumbas. Aunque un sudor frío recorre mi espalda al pensar que podría ser un fantasma, o una hitodama[1], soy atraído inevitablemente hacia allá. La luz fluctuante se mueve de vez en cuando, a veces hacia el piso.

Al acercarme veo sombras oscuras de seres humanos reflejadas en la oscuridad. Por lo menos es una persona, no una hitodama. ¿Pero quién merodearía por un cementerio en la noche? Hay dos posibilidades: alguien que visita una tumba, o los muertos vivos.

—¡Oigan, ustedes de allá! ¡¿No son por casualidad zombies, verdad?! ¡Si es así, no hay problema! ¡No voy a hacer lastimarlos ni nada! ¡Encantado de haberlos conocido!

—¿Es usted, Su Majestad?

Un zombie no sería capaz de hacerme esa pregunta. Gracias a Dios, se trata simplemente de Conrad con una antorcha en la mano. Ilumina el suelo para alguien que cava furiosamente.

—Señora Norika, ¿es usted? ¿Por qué está cavando en mitad de la noche?

—Estoy buscando algo.

Conrad se encoge de hombros y sonríe como si eso fuera la cosa más normal del mundo. Levanta la primitiva antorcha en el aire. Ahora puedo ver cómo es el lugar a nuestro alrededor.

—Este será el último —le dice Conrad a Norika.

Los montículos de arena, que según recuerdo están en hileras, han sido todos excavados excepto uno. En otra situación esto sería considerado profanación de tumbas, un serio crimen. Me acerco con cuidado y me pongo en cuclillas para ayudar a la mujer que excava obsesionada.

—No importa —me detiene Norika—. Después de todo es mi hijo, quiero encontrarlo yo misma.

—¿Su hijo?

Norika levanta la vista un poco y esboza una débil sonrisa mientras mira directo a mis ojos. Maldita sea, ¿dónde están mis lentes de contacto cuando los necesito?

—Gracias por salvar al bebé de Marta. Y gracias por darles a esos tipos una lección.

¡Así es! Al parecer he dado mi golpe de nuevo. Mi guardián, que debe haber sido testigo de todo, no dice nada como siempre. Su cara tiene la misma expresión calma y serena, excepto que las comisuras de sus labios están levemente levantadas.

—Tu verdadero nombre no es Mabo, ¿no es así? —pregunta Norika.

—No. ¿Pero no tienes miedo de mí? Todos los humanos que he conocido hasta ahora se han sorprendido al ver mis ojos negros.

—¿Por qué debería tener miedo?

Ella toca mi mejilla con sus dedos aún cubiertos de tierra y suciedad. Sonríe, formando líneas en su rostro bronceado alrededor de sus ojos.

—Déjame verte de cerca. ¿Podrías traer la antorcha un poco más cerca, por favor? Guau, de verdad tus ojos son claramente de un negro profundo. Nunca he visto unos ojos tan hermosos. Mi esposo me dijo que una vez había visto un precioso retrato del venerado Sabio en el Castillo Real. Él incluso me dijo que el noble e inteligente Sabio tenía un par de hermosos ojos negros, justo como los tuyos, y brillante cabello lacio del mismo color.

—¿Quién era él?

—Él era un mazoku, al igual que ustedes dos.

Un soldado con un rostro familiar se acerca a dar un informe a Conrad. Luego de recibir una corta respuesta, regresa a su puesto.

Norika se pone a trabajar nuevamente haciendo la tierra a un lado con las manos desnudas.

—Voy a buscar una pala —digo.

—No, está bien. Quiero excavar con mis propias manos. Con estas manos quiero encontrar a mi dulce niño que di a luz. Me dijeron que había nacido muerto. Ni siquiera me dejaron ver su rostro. Me rendí, pero quizás él podría haber sido salvado, como el bebé de Marta. Aunque ahora no hay nada que pueda hacer, han pasado diez años. Pero juré que si alguna vez salía de aquí, no me iría sin mi hijo bajo ninguna circunstancia. Incluso si lo único que quedan son huesos, o un mechón de cabello.

Probablemente ella se ha enamorado de un mazoku, igual que Nicola. Desafortunadamente para ella, alguien debió haberse enterado y terminó siendo perseguida y forzada a trabajar como una esclava en este lugar. Sin embargo, la culpa no recae en estas mujeres, sino en los que albergan la discriminación y los prejuicios profundamente arraigados.

Conrad me salva de un ataque de emoción con lágrimas.

—Desearía que Josak hubiese sido así de afortunado.

Conrad mira al cielo durante un momento.

—Incontables mujeres y niños han sido prisioneros en este lugar. Todos ellos compartieron el mismo destino. Algunos incluso se han tendido aquí a descansar para siempre. A pesar de que ellos no están relacionados conmigo, al ver cómo eran tratados deseé que fueran liberados.

—¿Entonces han sido todos liberados?

—Diría que sí. Los vivos, y los muertos también. El problema es que todos los guardias han escapado, por lo que es probable que sus refuerzos lleguen muy pronto.

La antorcha es sujetada de tal forma que la luz ilumina las manos de Norika, pero la cara de Conrad está escondida en la oscuridad.

—Aún así pareces estar muy feliz.

—¿Lo puede notar por mi voz?

—No, no es por tu voz.

No necesito ver su cara para saber su expresión.

—Me gustaría que nos marchásemos de este lugar esta noche, para sacarles algo de terreno de ventaja. —Conrad nos trajo de vuelta a la realidad—. Gwendal y sus hombres ya se están ocupando de los preparativos para partir. Usted también debería empezar a prepararse, Su Majestad.

—Pero, ¿qué ha pasado con todas las mujeres?

Las yemas de los dedos de Norika se encuentran con algo. Grita en voz baja y continua excavando.

—Han pasado por cosas terribles. Fueron encadenadas juntas, y enviadas a esos pozos estrechos y calientes. No sé exactamente qué tan valiosas son las houseki, pero han sido explotadas desvergonzadamente. ¿Aún pueden volver con sus familias?

—Hemos abierto las puertas de la prisión. Al menos por el momento son libres de hacer lo que deseen. Eso es todo lo que podemos hacer por nuestra parte. Ahora queda completamente a su voluntad como deseen vivir sus vidas en el futuro. Quizás puedan buscar la ayuda de sus familias, o gente simpatizante, y así escapar de su oscuro destino. De cualquier forma, la decisión recae en las propias mujeres, no en nosotros. Aunque, hay una cosa…

Es muy atípico de Conrad no decir inmediatamente todo lo que quiere decir. Luego de cambiar el peso de su cuerpo entre sus pies varias veces, pone una expresión seria.

A pesar de que él ya sabe mi respuesta, me logra mantener en suspenso sin problemas.

—Hay unas cuarenta mujeres que tuvieron una relación con un mazoku. Y todas quiere ir a la patria de sus maridos.

—¡Por supuesto que las llevaremos con nosotros! —grito—. ¡Después de todo tenemos a Madame Cherie que apoya la búsqueda del amor libre! Definitivamente no permitiré que alguien maltrate a estas mujeres, nunca más. Vendrán con nosotros, ¡es el deseo del rey!

—Günter no está aquí, así que tomaré su papel por esta vez. Su Majestad: a veces debe meditar sus decisiones primero. Eso es lo que diría Günter. Sin embargo, mi opinión personal es que en algunos casos es mejor seguir sus instintos.

—¡Entonces los seguiremos!

Wolfram me llama desde lejos. Aparentemente ha encontrado algo de comer para mí. Cuando ve que estoy con Conrad comienza a caminar hacia nosotros de inmediato.

De repente oigo un sollozo ahogado que me hace paralizar del miedo. Después de todo estamos parados en medio de un cementerio, ¿quién podría estar llorando aquí en medio de la noche? No es un fantasma o un zombie, sino la madre que ha estado buscando a su hijo, Norika.

—No puedo encontrarlo… No hay huesos, ni cabello, ni un solo rastro de mi hijo.

—Diez años es mucho tiempo —digo.

Quiero reconfortarla pero sólo puedo pensar en cosas trilladas. ¿Cuántos años le toma a un cuerpo volverse polvo? ¿A través de qué canal va un alma al cielo? Sin conocimientos profundos sobre ciencias, biología o religión, no sé qué decir.

Pongo mi mano en el profundo hoyo que Norika ha cavado. El calor del día se ha ido y la tierra se siente tan fría que casi puedo sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Con un clic, mis uñas tocaron algo duro.

—¿Qué puede ser esto?

Lo saco. El objeto es largo y estrecho con bultos a lo largo. Para ser un hueso se siente demasiado suave. Además se encontraba justo al lado de algo pequeño triangular.

—También encontré eso —dice Norika—. Pero ese no es mi hijo. Es sólo un simple tubo. Probablemente una parte de…

¡¿Un tubo?!

¡¿Una parte de algo?!

—¡Imposible! —grit.

¡Increíble! ¿Podría ser? ¿Aquí en este lugar? ¿Sin laberinto ni mapa del tesoro?

Saco de mi bolsillo un tubo café oscuro levemente más grueso que un pulgar. Es el tubo que Nicola nos había dado. Cuando fui enviado al campo de trabajos forzados, los guardias examinaron cuidadosamente todas mis pertenencias, pero nadie confiscó esto porque no parecía ser un arma. El tubo que llevaba conmigo mide unos diez centímetros de largo, con tres hoyos por un lado y uno por el otro. El otro tubo que acabo de desenterrar está formado de dos partes. Aún están cubiertas de lodo, pero una era claramente redonda y corta, mientras que la otra tiene una especie de forma triangular.

—Este… este de color beige contrasta con el café oscuro.

Pruebo un par de combinaciones azarosas y finalmente me las arreglo para colocar las tres partes juntas. ¡Es la mateki!



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La maseki, el preciado tesoro de la tribu mazoku, ¿podría ser esta flauta tan ordinaria? Incluso si parecía ordinaria, debe producir sonidos celestiales. Los instrumentos no deben ser juzgados por su apariencia, y sólo hay una forma de comprobarlo. Limpio mis manos sucias en mi ropa. Entonces respiro profundamente…

¡Tatuuuu!

—¡Con todo respeto, Su Majestad! Sostiene el instrumento por primera vez en sus manos y ha podido sacarle un buen tono de inmediato —dice Conrad apreciativamente—. ¿No hay un refrán japonés que dice “los duraznos toman tres años, los caquis toman ocho”…?

En esta situación, ¿significaría eso que empiezo a ser bueno a los tres años de práctica, y me convierto en un profesional a los ocho?

—Siento que no es la primera vez que toco un instrumento como este, es como si lo hubiera visto antes —digo.

—¿Como un deja vu?

—No, en realidad no.

Si este objeto es de verdad la mateki, entonces todas las aburridas lecciones de música que tuve en la primaria no fueron para nada. Ese año nos obligaron a tomar un curso de música y participar en un concurso. La mitad de mis compañeros de clase pensaron que no tenía sentido, ya que no necesitaríamos esa habilidad en el futuro. ¿Pero quién podría predecir el futuro? ¡Lamento no haberte tomado en serio profesor de música!

—¿Dónde encontró la otra parte? —pregunta Conrad.

—Nicola me la dio. Nicola y su novio Gegenhuber encontraron la flauta… ¡Ah, ahora entiendo!

Los acontecimientos pasados se avecinan en mi mente como escenas de una película. Cómo corrimos a través de la capital de Sverera. La novia que quería casarse con un hombre al que no amaba para salvar a Huber. La novia en un vestido blanco nieve entrando a la capilla. El sacerdote que agarro el ramo. Bueno, no hay más detalles útiles en esta parte…

Un hombre calvo que se presentó como un aliado de los mazokus, y su nieto de diez años, que crece demasiado lento. Su madre, después de haber sido arrestada por violar las leyes del matrimonio, dio a luz un niño. Diez años atrás, un mazoku quién lucía exactamente como Gwendal llevó el bebé recién nacido al abuelo.

—¡Ese fue Huber! Todas las pistas apuntan a Gegenhuber —grito.

Mientras tanto Wolfram se aproxima a nosotros. Cuando escucha el nombre de su pariente, su humor cae hasta por el suelo.

—¿Qué pasa con Huber? —pregunta.

—¡Él había escondido las partes aquí! ¡En la tumba fresca de un bebé! ¡El bebé fue separado de su madre justo después de nacer, pero Huber lo desenterró otra vez!

La madre, que no entiende ni la mitad de mis palabras, pasa distraídamente sus dedos por su cabello.

—¡Norika! ¡Su hijo vive! ¡Creo que podemos ayudarla a encontrarlo!

—¿Mi hijo vive?

—¡Sí! ¿Cuál es el nombre de tu padre?

Antes de escucharla ya se la respuesta.

—Shas.

—¡Lo sabía! Y su padre está levemente lisiado… ¿Él fue el que informó sobre usted?

Norika lentamente niega con la cabeza y dice con una sonrisa y lágrimas en los ojos: —Fue la dueña de una frutería la que me vendió a las autoridades. Confíe en ella tontamente.

¡¿No es sensacional!? Ahora ella puede regresar con su familia. Haré que eso suceda. ¡Lo garantizo!

—¿Pero a dónde se ha ido Gegenhuber después de todo? —Wolfram cambia de tema.

—Bueno, también me gustaría saberlo —suspiro.




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Referencias

  1. Hitodama (人魂? "alma humana") según el folklore japonés, son las almas de los recién fallecidos tomando forma de una llama fantasmal. Estas llamas aparecen como esferas azules, y en ocasiones verdes, con una estela larga e forma de cola, o la llama de un fuego. (Wiki)