Maru-MA Volumen 03 Capítulo 11

From Baka-Tsuki
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Según dicen, soy el responsable de la destrucción de los sitios de excavación de houseki y de la avalancha que sacudió a las minas y las tapó. Pero con mi físico promedio, ¿cómo pude haber demolido una montaña de piedra? ¿Con una excavadora?

Intenté sacarles la información a Conrad y Wolfram, pero ambos se retrajeron y guardaron un profundo silencio. Probablemente hice otra demostración de majutsu totalmente vergonzosa en frente de todos. Dios mío, espero que no haya involucrado un striptease.

Queremos irnos antes de que la armada de Sverera se movilice contra nosotros. La tropa que regresa a través de las dunas a la frontera es el doble de grande de lo que fue en el viaje anterior.

Algunas de las mujeres deciden arriesgarse a escapar con nosotros, quieren empezar nuevas vidas. La mayoría de nuestros soldados marchan a pie, ya que se decidió que los caballos están asignados a las mujeres. Naturalmente, el rey viaja de lo más cómodo, lo que no me complace para nada.

—Me pesa la consciencia viajando en este tonto carruaje —le digo a Conrad.

—No es un carruaje, es un trineo Su Majestad. Un trineo arreado por caballos.

Bueno, como sea, entonces Nicola, Wolfram y yo estamos sentados en un trineo arreado por caballos, lo que no lo hace mejor para nada. Es como un viaje de lujo en el Orient Express . Al principio también le gritaron a Gwendal que se suba en el trineo, pero ya que él sí sabe cómo hacerse valer —a diferencia de mí— ahora cabalga erguido en su silla de montar. Y así y todo con dos costillas rotas.

¡Como si no fuera poco, tengo que estar acostado a lo largo de dos asientos, con mi cabeza suavemente acolchonada en el muslo de Lord von Bielefeld!

—¡¿Por qué tiene que ser mi almohada el regazo de un hombre?! —lloriqueo.

—Cada vez que usas mucho majutsu duermes por dos o tres días —declara Wolfram inamovible—. Esta vez sólo dormiste dos horas. Y justo después de una demostración tan formidable. Hazme el favor de quedarte justo donde estás. Necesitas descansar.

—¡Está bien, está bien! ¡¿Pero por qué rayos tienes que ser tú mi almohada?!

—¿No te pone contento? — ¿¡Me veo como si estuviera contento?!

—Oh, ustedes de verdad que son un solo alma y corazón —suspira Nicola con ojos brillantes.

Cuando ella se enteró que no habíamos sido capaces de localizar a Huber lloró intensamente de nuevo. Pero su humor mejoró rápidamente cuando le ofrecimos la oportunidad de vivir en el país natal de su amor. Nicola es una refrescante pensadora positiva, rebosante de optimismo. Su sonrisa se vuelve más brillante a cada momento, y no puedes evitar reír con ella.

—Yuuri, ¿con cual de los dos te has casado al final? ¿El hermano mayor o el menor? —me pregunta.

—¿Casado…? ¡Por supuesto que de ninguno!

—¿No? ¿Pero entonces por qué te fugaste?

—¡Nunca me fugué! —gruño.

Conrad, que monta a nuestro lado, corre el cortinado del trineo para abrirlo desde el lado de afuera—. Pronto llegaremos a la ciudad fronteriza. ¿Su Majestad? ¡Oh, ahí está! No lo vi ahí abajo a primera vista,

—¡Conrad, ayúdame! Por favor déjame montar normalmente, ¡solo déjame montar detrás tuyo en tu caballo!

—Desafortunadamente no puedo conceder sus deseos, Su Majestad. Después de todo, está clasificado como herido.

—Pero me estoy sintiendo mal aquí dentro. ¡Necesito respirar algo de aire fresco, así que por favor sácame de aquí!

Finalmente Conrad arregla todo para que pueda salir del trineo y tomo mi lugar detrás de él. El sol de la mañana es tan deslumbrante que es difícil incluso mirar al frente. Me aferro a las caderas de Conrad y lo uso como un escudo en contra del sol. A la sombra de su espalda, el viaje pasa al ritmo del vaivén. Gradualmente me adormezco. El sonido de una voz armoniosa a la deriva llega a mis oídos suavemente.

—Gwendal me regañó —dice Conrad de la nada.

—¿Regañar? ¿Por qué?

—Por sus manos.

¿Mis manos? ¿Pero por qué? Mi mano izquierda está libre de nuevo, y no me causa ningún problema. Las esposas solo me dejaron una raspadura. Por otro lado, Gwendal no se liberó tan a la ligera. Debido a su gran maryoku las esposas con houryoku realmente lo afectaron. Las heridas no son peligrosas, pero su piel está bastante quemada, y su escape de la cárcel lo ha dejado con dos costillas rotas. Todo su cuerpo estaba cubierto de heridas de hecho. En su lugar, yo estaría hecho un manojo de quejidos y miseria pura.

—¿Por qué, qué pasa con mis manos? —pregunto.

—Probablemente ha notado los callos en su mano derecha cuándo la tocó. Al principio estaba satisfecho porque pensó que era el resultado de las prácticas diarias con la espada. Hasta que se dio cuenta de que no eran callosidades normales de la espada.

—¿Callosidades de la espada? —me quejo—. ¿De dónde sacaría yo callos por practicar con la espada? La única cosa con que balanceo es un bate de béisbol.

¡Todas las tardes practico cien bateos! Incluso hace poco cambié a un bate de madera.

¡Para alguien que dejó el equipo en la secundaria baja, no es un mal logro!

—Me acusó de haber hecho un mal trabajo enseñándole —continua Conrad—. La forma correcta de sostener una espada es lo primero que un principiante debe aprender.

—¿Pero por qué es eso un problema? Solo dile que no es tu culpa.

—Intente decirle eso.

Bueno, sí, si lo pones de esa forma... Como si yo, solo un niño, fuera a convencer al gran Gwendal para que cambie su opinión. ¡Eso nunca va a pasar!

—Ustedes dos parecen entenderse mejor ahora.

—¿Eso crees? No estoy seguro.

Miro hacia el hermano mayor que va cabalgando bastante adelante de nosotros. Está sentado firmemente con una postura perfecta sobre el caballo. Nadie podría adivinar de ninguna forma que está herido. El tipo tiene mucha determinación, hay que reconocérselo.

—Bueno, igualmente ya no creo que Gwendal me odie.

—¡Pero le he estado diciendo eso todo el tiempo, Yuuri! No es ni remotamente posible para mi hermano que usted no le guste. Bueno, nuestro primer encuentro fue desastroso. Y nuestras personalidades no son tan fáciles de conciliar tampoco. Nadie hubiera esperado que aceptara eso como un hecho.

—Quién sabe, quizá mis acciones cayeron en picada —digo—. Es por culpa de mi estúpida terquedad, y de querer hacer las cosas a mi modo, que Gwendal terminó con todas esas heridas.

Conrad siempre se ha esmerado en convencerme de que Gwendal en realidad es un tipo recto. Por lo tanto, lo justo es ponerlo al día. Mi opinión del hermano mayor ha cambiado. Si lograra llevarme mejor con Gwendal en el futuro, entonces seguramente sería Conrad el que esté más contento con eso.

—Siempre es bueno tener la oportunidad de conocer mejor a alguien. Y nuestra aventura fue perfecta para eso. Ahora sé que incluso Gwendal tiene sus puntos débiles, y que puede llegar a volverse emocional. Incluso puede reír… aunque no sea muy seguido.

Conrad murmura algo para sí mismo malhumorado.

—¿Qué dijiste? —lo presiono.

El voltea para verme. —Dije: maldición, ahora estás un paso delante de mí—. Y entonces sonríe otra vez igual que siempre.

—Tonterías. Los dos son hermanos, tuvieron mucho más tiempo para conocerse el uno al otro. Deberías intentar conversar con él una noche bajo las estrellas, eso definitivamente funcionará.

Cuando Conrad voltea su rostro se oscurece. A la distancia nota nubes de arena levantándose.

—Nos están persiguiendo. Ha sido rápido.

Conrad da órdenes a algunos de los soldados que van encabezando la tropa, e intenta llevarme de vuelta al trineo.

—Si disparan flechas, el techo podría salvar su vida —trata de persuadirme.

—¡Entonces será mejor dejar que se refugien en el trineo todas las mujeres que sea posible!

—¿Cuándo va a comprender al fin de que se trata todo esto? ¿Cuántas veces necesito repetírtelo? La vida de Su Majestad es la máxima prioridad.

—Pero…

No continúo hablando porque de pronto diviso algo desagradable. A lo lejos frente a nosotros veo una tierna figura meciéndose en las dunas de arena. Sus brazos están extendidos y los balanceaba de arriba a abajo, como una persona que se ahoga moviéndose con sus últimas fuerzas. ¡Pero que excelente puesta en escena! Sin embargo, ya tenemos experiencia suficiente de nuestro viaje anterior para saber que este animal en realidad no está a punto de ahogarse en la arena.

—Hay un oso de arena por ahí de nuevo —gimo.

—¡¿Dónde, Su Majestad?!

Tal y como en nuestro encuentro anterior, nadie puede ver al oso de arena excepto yo. Gwendal dijo que probablemente esta es una trampa que los usuarios de houjutsu colocaron en el área.

La situación se vuelve complicada. No podemos volver porque correríamos derecho a los brazos de los soldados de Sverera. También tememos que las mujeres entren en pánico si se dan cuenta del peligro en que se encuentran.

Frente a nosotros un panda asesino, detrás de nosotros un ejército de Mohawks. Estamos en alerta roja.

—Si al menos pudiéramos retrasar a los soldados que nos siguen —dice Conrad con agitación en su voz y pone su mano en la empuñadura de su espada. Mi mano va instintivamente a mi cadera también, pero naturalmente ahí no hay una espada. Pero hay algo más... la flauta. Me aferro a ella.

¿Podría servir este objeto para algo? Lo dudo, pero vale la pena intentar.

¡Atención por favor! ¡Aquí está el maestro de la flauta! ¡Taaaraaan!

La primera nota suena como una vieja gritando, y todos los rostros voltean hacía mí. Las dunas de arenas se mantienen calientes y secas; no hay ningún rastro de lluvia.

¿Pero qué clase de debilucho arrojaría la toalla al primer strike? Encaro el reto de nuevo y trato de tocar una pieza que he practicado muchas veces antes: la famosa canción “La botella marrón", la que casi todos los estudiantes de primaria y secundaria en Japón pueden tocar. Me pusieron la nota más alta en clase música por tocar esta pieza. Los soldados me dan un pequeño aplauso de cortesía.

Soy imparable. Toco el himno de los Seibu Lions, el himno del nuevo club, luego el himno del equipo de béisbol, seguido por la canción de la serie Kimba, el león blanco .

Todos a mí alrededor están ocupados tomando sus posiciones de batalla y preparándose para al ataque. La audiencia de mi inepto concierto solista se hace cada vez más y más pequeña. Mis trucos bajo la manga están agotados. Ahora solo me queda una pieza corta que se de memoria hasta la última nota.

—¿Ryan…? —murmura Conrad sorprendido de repente.

Una gran sombra humana viene corriendo derecho hacia nosotros desde la dirección dónde estaba el oso de arena.

¿Ryan? He escuchado este nombre antes. Ryan, ¿quién era ese, otra vez? Mientras me devano el cerebro intentando recordar el nombre, toco la marcha de Tsutomu Ito . Puedo escuchar un estrépito combinado con la música por lo abajo.

—¡Caray!

Mi estómago ha protestado con fuerza. Que vergüenza, que vergüenza, como si lo único en lo que pudiera pensar fuera comida.

—¡Una tormenta! —grita alguien, y la agitación estalla.

—¡Eso fue solo mi estómago, perdón!

La arena amarilla se está volviendo gris. El sol que ha estado quemado mi cuello desaparece. Cuando miro hacia arriba el cielo está cubierto de nubes negras. Las primeras gotas salpican en mi rostro. Poco tiempo después de eso, la lluvia ya se ha vuelto un aguacero. Los truenos rugen y los rayos surcan el cielo.

¡Es una verdadera tormenta!

—¿A Ryan le tomó menos de cinco días domesticar al oso de arena salvaje? —exclama nuestro tutor, con sus cejas exageradamente levantadas.

Ha envuelto la mateki en un paño para protegerla de las huellas dactilares. Si Günter supiera que estaba enterrada en una tumba en el lugar de un cadáver, probablemente estaría gimoteando por todas las habitaciones del castillo.

—Sí, yo también estaba sorprendido —responde Conrad.

—Y yo también —confirmo.

El aguacero tomó a las tropas enemigas por sorpresa. Eso nos dio el tiempo necesario para seguir a Ryan que nos llevó a la guarida construida por el oso de arena. La lluvia abatió a las dunas de arena de Sverera como si la eterna luz del sol hubiera sido solo un sueño. El resto de nuestro viaje fue agradable y sin complicaciones.

Cuando finalmente llegué a la capital, encontramos a Günter completamente atemorizado por razones desconocidas. Aparentemente una cruel mazoku había abusado de nuestro pobre compañero como si fuera un conejillo de indias. Debido a que tomamos un atajo hacia el castillo en vez de viajar por el área Karbelnikoff, no llegué a conocer a Lady Anissina, el terror de todos los hombres. Bueno, ¡doy gracias a mi suerte!

Ya que no pudimos encontrar el paradero de Gegenhuber, Nicola siguió alternándose entre el llanto y la risa. Afortunadamente su familia la aceptó como su nuera y le proporcionaron un hogar a ella y a su bebé. Ya que Huber, su heredero, no había regresado por casi veinte años, los Grisela estaban muy felices de tener un nuevo miembro en la familia. ¡E incluso le van a poner mi nombre al bebé!

También me sorprendió descubrir que los gustos de Günter en cuanto ropa cambiaron drásticamente. Ahora lleva su cabello gris acero recogido perfectamente en la parte posterior de su cabeza, y aunque sigue usando sus estrechos y elegantes lentes, no está envuelto en sus túnicas de monje blanco crema, si no que usa una copia exacta de mi camiseta deportiva.

—Como un vínculo emocional hacia Su Majestad, para volverme más cercano a usted, me he tomado la libertad preparar esta prenda. Incluso si nos separamos nuestros corazones serán uno. ¡Puedo estar siempre junto a usted! ¿No es fantástico?

—Um, para ser honesto… ¿No es tu camiseta demasiado ajustada?

Günter imitó no solo el diseño sino que también la talla de mi camiseta. El tejido sobre su pecho y sus hombros está tirante. Un movimiento en falso y podías ver claramente su ombligo. Además, la “E” impresa en la parte de adelante está al revés.

Murata Ken siempre dice que mi sentido de la moda es de lo peor. ¡Solo imaginen las consecuencias si esta clase de moda se extendiera por todo el país!

—Su Majestad, ¡estoy impresionado! —Günter canta su canción de elogios—. Aunque ha tocado por primera vez la mateki ya la ha dominado, bajo todos los puntos de vista artísticos. ¡Incluso en el campo musical usted está bendecido con un talento excepcional!

—Casi todos los niños en Japón pueden hacerlo.

—¡Qué fina lección de música!

Sí, exactamente.

Gwendal fue a ver a los Grisela como el representante de Nicola. Se me entrega en su nombre un animal tejido de unos 30 centímetros de largo. Tal vez es un regalo en agradecimiento por el llavero del delfín.

—Aw, ¡Qué cerdito tan tierno! —digo.

Conrad trata de suprimir su sonrisa.

—Creo que lo que le han dado ahora es un león blanco.

—¿Qué? Pero no tiene melena... ¿Entonces es hembra? ¿Así que en vez de Leo-chan deberia ser Leoko-chan?

No importa cuán imaginativo intente ser, Leoko-chan no parece un león blanco. Pero es la intención lo que cuenta después de todo.



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