Maru-MA Volumen 04 Capítulo 5

From Baka-Tsuki
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Había vivido por mucho tiempo, pero nunca supo de la existencia de algo como esto.

Usando las últimas fuerzas en su cuerpo, von Christ Günter reafirma sus piernas para no colapsar en la cama que está detrás de él.

—Con esto ha concluido el primer día de su período de prueba para convertirte en monje. El voto de silencio es levantado en sus cuartos personales, así que siéntanse libres de hablar cuanto deseen.

Tan pronto como le dicen eso abre su boca ampliamente como un pez. A su lado está el ex solado de mediana edad, que parece estar en paz con su aspecto completamente diferente. El nombre de este desafortunado hombre es Dacascos. El comienzo de su mala suerte fue una casual visita a la oficina del rey para entregar un mensaje.

Buscando a Yuuri, que ha desaparecido después de dejar una carta, han llegado a un monasterio. Al unirse a la orden y convertirse en monjes, los hombres están en un lugar donde su vida diaria no es más que plegarias por la paz del noble espíritu de Shinou y el futuro de Shin Makoku.

De hecho, como el consejero real, Günter había asistido a todas las ceremonias y bendiciones en el templo de Shinou. De ese modo había conocido a muchas personas que estuvieron en contacto con el noble espíritu de Shinou y que trabajaban como sacerdotisas. Pero allí eran todas mujeres. Y tenían el cabello largo y cejas.

Pero el monje en frente de él es hombre, y no tiene cabello en su cabeza, ni cejas, ni pestañas, pelo en la nariz o en las orejas. Ellos han rasurado todo el vello de su cuerpo con el objetivo de disminuir la cantidad de aspectos diferentes entre Shinou y ellos mismos tanto como fuera posible. A Günter se le ha otorgado una consideración especial, pero Dacascos, que fue obligado a venir con él, no fue capaz de escapar de esto. Habiendo perdido todo su cabello, ya no se parece ni vagamente al soldado que una vez fue.

Pensar que existe un monasterio en las montañas lleno de hombres como estos solo a medio día de cabalgata desde el Castillo de Pacto de Sangre .

—Bueno, entonces, demos por finalizado el día. Llevemos a cabo la plegaria a la madrugada en tranquilidad, ¿de acuerdo?

El movimiento que hizo al decir “de acuerdo” al final, doblando sus rodillas y apoyando los dedos de un pie detrás de él es el saludo que se acostumbra aquí. Es una pose que ves mucho en bailes folclóricos, pero no se ve para nada lindo cuando un monje la hace.

—Es-Esto fue inesperado. Pensar que existían unas instalaciones tan sospechosas como estas.

—Más importante que eso, Su Excelencia… No creo que Su Majestad y la chica que intentó asesinarlo estén aquí… Quiero decir, aquí son todos hombres.

—Pero el período de prueba es de tres días. Si decimos algo similar a renunciar durante el primer día, incluso si soy parte de las diez familias nobles, no tengo ni idea de cómo nos tratarán.

—¡Oh, olvidé algo importante!

Cuando estaba a punto de irse, el monje líder dio vuelta sobre sus talones y regresó. Comienza a sacar artículos de lujo del excesivo equipaje de Günter.

—Todos los placeres están prohibidos en este monasterio. Él único que tiene permitido descarriarse durante la noche es Su Majestad Shinou. Durante su período de prueba, todos los objetos de placer mundano serán confiscados. Alcohol, cartas, mascarillas faciales… ¿qué es esto?

—¡Ah, e-eso es…!

Lord von Christ extiende su mano en pánico, pero el libro verde encuadernado en cuero de cabra de montaña encuentra su camino hasta las manos del monje líder. Él hojea las páginas. Es una situación de emergencia.



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—Un Diario de Amor Escrito en Verano… ¿esto es un diario? No te preocupes, no soy tan grosero como para leer un diario ajen… ¿mm?

Si aun tuviera cejas ahora estarían juntas formando un ceño fruncido.

—…Su Majestad me ha bendecido, a mi, quien ha consagrado su cuerpo y espíritu a su trabajo como tutor y consejero, con las palabras: “Sin ti, mi país no estaría completo. Günter, ¿harás historia junto a mí y nunca te irás de mi lado?”. Incapaz de contener mis lágrimas de júbilo, deposité un beso en el noble pie de Su Majestad.

—¡Oh por Dios! ¡Su Excelencia! ¡¿Qué demonios ha estado escribiendo?!

La víctima es el ex soldado. El monje líder continua leyendo indiferente.

—… Mi todo pertenece a Su Majestad si él así lo ordena…

—¡Ayyyyyy! ¡Por favor pare, tenga piedad!

—¡¿Por qué sufres, Dacascos?! —dice el líder de los monjes mientras cierra el libro verde. Tal vez por que su cara es tan lampiña es que parece no tener emociones.

—También confiscaré esto hasta el último día. Sin embargo…

¿Sin embargo?

Ambos, Günter, que está al borde de las lágrimas, y Dacascos, que está cubierto de lágrimas, se congelan mientras esperan las siguientes palabras.

—Registrar los días que ha pasado con Su Majestad el Maou como una historia de amor… Siento que esto es algo que un humilde sirviente en cuerpo y alma de la noble alma de Shinou no debería decir, pero…

“¡Entonces no lo digas!” dice Dacascos en su mente. En realidad no hay una pausa para que lo diga y su pensamiento se superpone con la explicación del monje líder, que habla con la expresión lastimera de quien cree que todas las vidas bajo el cuidado de Shinou cuentan como iguales, pero…

—…de verdad que usted es una persona horrible…

Dacascos logra sentir que la presión sanguínea de la belleza que está a su lado se dispara directo al piso. No hay tiempo de calmarlo, ni detenerlo.

—¡Como si un puñado de monjes pudieran llegar a entender el amor que siento por Su Majestad!

Su Excelencia Günter von Christ, con su hermoso cabello despeinado, se aleja corriendo.





Como existe todo tipo de gente que adora los animales, si hubo alguien que desertó de la tropa de Conrad después de caer a el agujero de un oso de arena, entonces debe haber alguien semejante que se calmaría al estar en este cuarto.

—Esto es genial eh, Greta, un montón de animales fenómenos.

De las paredes de la habitación sobresalen un montón de cabezas de bestias. Los grandes son un venado, un oso y un hipopótamo. Los pequeños son un conejo, un hurón, una comadreja y un visón. ¿También existen estos aquí?

—…Este es… un, un mini estegosaurio, ¿verdad?

—¡Es un dragón zomosagori!

Ese es uno de los animales de mi limitado repertorio de imitaciones. Los dinosaurios son populares entre los niños en cualquier mundo.

Luego de ser arrastrados de las solapas de nuestras ropas desde las carpas de este circo tan fiel a su nombre, el lugar en el que nos han tirado es un infierno de animales embalsamados. Los fríos ojos de vidrio son horripilantes. Es como si no pensaran nada.

La puerta no se abre ni siquiera si nos estampamos contra ella o la pateamos.

—¿Quién está ahí? —dice una voz desamparada desde más adentro en la habitación.

Me doy la vuelta en la tenue luz. Acurrucadas juntas contra la pared de arce rizado hay dos figuras. Una está recostada en el piso, obviamente no sintiéndose bien.

—¿Izura?

Ojos marrón rojizo voltean hacia mí. La chica acostada a su lado también abre un poco los ojos para mirar en mi dirección. Pensando que me parece conocida, recuerdo que ella es la chica con la que me encontré esta tarde. En vez de una manta, lo que la rodea es la chaqueta que le presté. La calidez en mi mano me abandona y Greta corre y coloca una mano en la mejilla de Izura.

—¿Por qué estás aquí? ¿Qué le pasó a tu cara? ¡¿Quién te pegó?!

—Yo debería preguntar sobre usted, señor…

—¡Es Yuuri!

Sorprendido, observo la nuca de su cabeza de ramen instantáneo. Luego de bajar la voz después de gritar, la niña repite mi nombre.

—Es Yuuri y Greta. ¿Verdad?

—Ah, sí.

Ella es tan raramente emocional que mi respuesta es un poco tardía. La chica que está recostada da un gemido leve. Al acercarme y ver su rostro, veo que parece estar realmente mal.

—La gripe de Nina ha empeorado. Yo estoy bien. Solo me golpearon porque no pude encontrar ningún cliente. Pero, solo estorbaré hasta que pueda aparecer en la tienda de nuevo.

En otras palabras, esta es la despensa de animales disecados de la tienda en que trabaja Izura, y el dinero falso que encontré está profundamente relacionado con estas personas. Un burdel violento que hace trabajar a menores de edad en el comercio sexual y fabrica dinero falso, es como la guarida del diablo.

—¿Tienes alguna medicina? Su fiebre no ha bajado desde esta tarde.

—En un lugar frío como este no mejorarás en absoluto.

Termino por sacarme otra pieza más de ropas para Izura en su vestido ajustado y coloco una mano en la mejilla de Nina. Tal y como parece por su rostro pálido y labios secos, su piel está caliente.

—Yuuri puede curarla.

—¿Eh?

Oye, oye, pensé que ya habías parado de hablar. ¿Qué estás diciendo ahora?

—Puedes curarla, ¿verdad? Curaste mi fiebre. La curaste solo con sostener mi mano.

—Oye espera, no hay manera de que pueda realizar ese tipo de técnica de curación espiritual. Eso fue gracias a la medicina para la fiebre. Tomaste medicina, te mantuviste calentita y dormiste un montón…

Es demasiado tarde. Las tres chicas me observan con esperanza. Bueno, tal vez al menos puedo ser capaz de calmarlas. Si Gisela puede, no me debe ser imposible. Recordando lo que ella hizo, tomo la pálida y seca muñeca de Nina. ¿Había que hablarles e incentivar su vitalidad?

—Um… tienes que desear mejorar. ¿Qué quieres hacer cuando baje tu fiebre? Ahora es invierno, así que, ¿qué te parece el béisbol?

“¿Solo en eso puedes pensar?” me recrimino.

—…Cuando mejore… trabajaré y conseguiré dinero.

Tal vez se debe a que no ha hablado por un tiempo, pero su voz suena ronca y se queda atragantada en la parte posterior de su garganta. Sus ojos de color claro están nublados por la fiebre.

—Conseguiré muchos más clientes, e incluso podré enviar dinero a mi casa. —No, ¿no hay mejores trabajos? Todavía eres una estudiante de secundaria baja así que deberías volver a casa y buscar trabajo allí. Como en una tienda de conveniencia o en un restaurante familiar, debes encontrar un trabajo de medio tiempo apropiado para chicas.

—En Sverera no hay nada —dice Izura abrazando sus rodillas. Fue una voz fría y vacía.

—Nina y yo hemos estado juntas desde que éramos pequeñas. Crecimos en mismo pueblo. Hasta hace medio año trabajábamos en las minas de piedras de houryoku, pero un día las piedras simplemente dejaron de salir.

—Eh…

Me pregunto si se debe a que nuestro grupo buscaba la maseki lo que devastó a las minas. Hubo un lugar donde definitivamente destruí una mina con mis propias manos. Pero, ese era un campo de trabajos forzados, así que no debería tener nada que ver con la pérdida de sus puestos.

—P-Pero llovió, ¿no se hizo un poco más fácil la vida diaria?

—A pesar de que está lloviendo no podemos cultivar. No queda ninguna semilla. Las comimos todas. Aunque el pasto es verde, no significa que las vacas y cabras engordarán. No teníamos ninguna en primer lugar. Con la larga sequía y la escasez de alimentos, murieron o las comimos. Ya no queda nada en Sverera. ¡Es todo agua y soldados mandones! La armada no paga... Todos los hombres que venían a nuestro pueblo nos decían que en Hildyard había trabajo, y que si querían que llevaran a sus hijas allí les darían un depósito. Así que los adultos del pueblo se juntaron y tuvieron una reunión… No queríamos hacer este tipo de trabajo, pero ir en contra de la decisión de las mujeres mayores sería un crimen…

—Eso es…

Al oír temblar el final de la frase de Izura, tragué mis siguientes palabras.

¿No significa eso que sus padres las vendieron? Aunque puede que no supieran de que clase de trabajo se trataba. Pero aún así, ¿todo esto se debe a las cosas excesivas que hice en Sverera? Maldición.

¿No dijeron que querían lluvia? Querían agua. Querían lluvia.

—…Auch…

No fue mi intención apretar su mano, pero la chica enferma retuerce su cuerpo en un esfuerzo por escapar.

—Lo siento, yo…

—¿Qué tipo de trabajo querías hacer?

Atrayendo las miradas de todos de una sola vez, las mejillas de la chica de diez años se enrojecen. Con sus manos apretadas a sus lados se sienta allí, balanceándose ligeramente. Como si fuera a la par de algún ritmo golpea suavemente el suelo con sus uñas.

—Izura tiene piernas rápidas así que quería trabajar en el correo, ¿no es así? ¿Qué clase de trabajo querías hacer tú, Nina? ¿Qué querías ser cuando crecieras?

—Yo… quería ser maestra.

La chica enferma fuerza una sonrisa. Se forma una grieta en sus labios secos por la fiebre y allí se forma una delgada línea roja.

—Maestra, ¿eh? ¿Pero ser maestra no es un trabajo duro?

—Pero, las maestras son impresionantes. Pueden escribir y pueden leer libros. Pueden ir a la escuela todos los días.

—Los que tienen que ir a la escuela todos los días son los estudiantes, no los maestros.

—Los estudiantes a penas si van a la escuela. Quiero decir, tienen que trabajar.

Entonces, ¿así es como es en Sverera?

La palma que tengo apoyada sobre la piel de Nina comienza a calentarse gradualmente. Me atacan oleadas de dolor y mis pensamientos se vuelven borrosos por la dificultad para respirar y el cansancio. Me resisto desesperadamente a permitir que mi cabeza caiga hacia adelante frotando mis ojos.

—¿Qué quieres ser, Greta? —le pregunta Izura a la chica más joven mientras acaricia inconscientemente su mejilla hinchada.

—Yo…

Como cuando estaba en el bote, dolor y calor corren a través de mi cuerpo y se dispersan por mi médula. Y entonces, como si nada hubiera pasado, el calor y el peso disminuyen. ¿Esto ha curado la gripe de Nina?

—Quería ser una niña.

—¡Pero eres una niña! —gritamos todos.

—No. Quería ser la niña de alguien, una niña con una madre y un padre.

La voz de Greta vuelve a ser jovial e inocente en comparación a la voz grave para su edad en la cuál no puedo distinguir ninguna emoción. Enredando sus dedos en su espalda, ella continua dando golpecitos en el piso.

—Vivía en el palacio de Sverera. Pero no era una niña de allí. El último día que la vi, mi madre me dijo: “Greta, desde ahora eres una niña de Sverera. Pero esos dos de allí pueden no tratarte como su hija. Así que a partir de ahora no puedes confiar en nadie. Tienes que vivir confiando solo en ti.”

Su madre le dijo eso el último día en que estuvieron juntas… Al escuchar su confesión pienso en mi propia madre.

¿Sobre qué fue lo último que hablamos? Se siente como si hubiera sido hace mucho tiempo. Fue una mañana de verano. Fue la mañana del 28 de Julio. Las cigarras zumbaban ruidosamente. Mientas salia hacia Mundo Marino mi madre me entregó un envase de leche y dijo:

—Oye, Yuu-chan, ¿es una novia? ¿Es una novia? ¡Tienes que presentársela adecuadamente a mami!

—No, es Murata. Ken Murata.

—Ah, Murata. ¿Murata anda bien? Es verdad, aunque el amor es importante, la amistas es mucho más importante.

No le dije adiós o ni siquiera nos vemos luego. Ni siquiera pensé que podría no volver a verla. Mi padre se había ido a trabajar y mi hermano estaba fuera acampando con su club. Por lo menos debí haberme despedido adecuadamente.

Mi nariz comienza a picar. Tratando de esconder eso, me pongo los lentes otra vez.

Entonces escucho el resto de las palabras de Greta.

—Como dijo mi madre, Su Majestad y Su Alteza Real de Sverera no me convirtieron en su hija. No hablábamos y ni siquiera nos veíamos seguido. Pero yo quería ser una niña de Sverera. Así que pensé que si hacía algo que a ellos les gustara, se alegrarían y me elogiarían y me convertirían en una niña de su país.

Ante el tema del rey y la reina, Izura y Nina, ciudadanas comunes, se congelan. Las cejas masculinas de Greta se juntan y sus pestañas tiemblan como si estuviera apunto de llorar.

—Hace cuatro meses en el castillo de repente se comenzó a hablar muy mal de los mazokus. Siempre que me encontraba con Su Majestad y Su Alteza Real, todo lo que hablaban era sobre cuánto los enfurecían los mazokus. Así que pensé que si mataba al rey del país mazoku, Su Majestad y Su Alteza Real se alegrarían y me elogiarían. Pensé que me convertirían en una niña de Sverera.

Una niña tan pequeña pensó en cosas como estas.

—Entonces, hice un trato con un mazoku en el calabozo y escapamos juntos del castillo. Me llevaron al castillo en Shin Makoku, e intenté matar a Yuuri.

Ella pensó en estas cosas horribles con todas su fuerzas.

—…No pensé que él era una buena persona... Me dijeron tantas cosas malas sobre él, así que ni siquiera se me ocurrió pensar que Yuuri podía ser una buena persona. Ya no necesito ser la niña de nadie.

Lágrimas caen sobre piel oliva.

—Lo siento, Yuuri.

—¡¿Qué estás diciendo?!

En realidad no hay una razón por la que estoy a punto de llorar. El ciervo, los osos y los hipopótamos también llorarían si tuvieran conductos lagrimales. En otras palabras, es la atmósfera. Sí, la atmósfera me está arrastrando consigo.

—¡¿Qué estás diciendo, Greta?! ¡¿Eres mi hija ilegitima, no es así?! En otras palabras, no eres la hija de nadie, ¡ya eres definitivamente mi hija!

—¿…De verdad?

—¡De verdad!

Y he sido arrastrado a esto.

Si mi tutor sobreprotector escuchara esto, definitivamente le provocaría un desmayo. Convertirme en padre tan joven… Y sin casarme. Un padre soltero y, debido a mi edad, un papá fashion. Momento, no soy fashion. Pero, por favor, por ahora hagamos que esto sea algo de una sola vez. Si sigo teniendo hijos estaré en problemas. Mi propia declaración me perturba. En esta situación, me siento inexperto tanto como Maou y como padre.

Esta escena emocional de alguien que acaba de convertirse en padre es interrumpida por un grito desagradable.

Nina, a pesar de haber estado tan adolorida, avienta mi mano lejos de sí y retrocede hasta pegar a espalda a la pared.

—¡¿Un mazoku?! ¡¿Él es un mazoku!?

—¡Cálmate! ¡Cálmate, Nina!

—¡¿Qué hago?! ¡Un mazoku me ha tocado! ¡Un mazoku me ha tocado! ¡Seré maldecida! ¡Dios me castigará de seguro!

Tal vez es por la emoción, pero su tez se ve mejor que hace un momento. Parece que he tenido éxito en recuperar sus ganas de vivir. Nina sigue gritando histéricamente y golpeando las paredes de madera con todas sus fuerzas.

—¡Por favor que venga alguien! ¡Aquí hay un mazoku, un mazoku! ¡Me van a matar!

—¡¿Por qué?!

Parada con los pies separados, Greta entra a modo batalla. Tiene un aspecto determinado y genial, igual al que tenía cuando vino corriendo hacia mi con tan solo una daga barata en la oficina del castillo Pacto de Sangre.

—¡¿Por qué? ¡Él te ayudó! ¡Fue amable contigo! ¡¿Por qué dices eso?!

—…Está bien, Greta. Estoy acostumbrado. No tienes que enojarte.

—Pero…

En la ciudad del placer Hildyard no importa de quién se trate, si es un cliente que paga, es aceptado. Pero estas chicas son ciudadanas de Sverera. Como provienen de un lugar en el que puedes ser tirado en un campamento de trabajos forzados solo por enamorarte de un mazoku, entonces puedo entender la reacción excesiva.

—Siempre es mas o menos así. Más importante que esto, si los guardias abren la puerta por toda esta conmoción, podemos usar la oportunidad para escapar.

La niña me pone una cara como para preguntarme: “¿No te importa?”. No me importa, soy tu papá. Antes de que ella pueda decirme que entiende, una presencia se acerca y se detiene cerca. Después del sonido de una llave volteando violentamente en una cerradura, la puerta se abre de par en par.

—Qué ruidosos que son…

—¡Ahora!

Intentamos pasar deslizándonos a ambos lados de él, pero tal vez porque estoy tratando de proteger mi tobillo derecho, salgo corriendo un poco tarde. Siendo un poco más rápido que yo, el hombre agarra el cuello de mi camisa y tropiezo. Balanceo inútilmente a Garganta N°1, pero este golpea nada más que el aire.

—¡Yuuri!

La pequeña pero valiente niña se abalanza para morder el brazo del guardia.

—¡Mocosa!

—¡Greta, corre! Vuelve al hotel y busca a Conrad…

¡Bum! Después de un ruido sordo, los ojos del hombre giran hacia arriba y cae de rodillas. Desde esa posición cae lentamente hacia adelante.

—¡Vayan!

La chica que expone descaradamente sus largas piernas bronceadas y que lleva puesta la chaqueta que le presté está de pie sosteniendo la cabeza de un animal disecado con ambas manos.

—Izura… ¿lo golpeaste con eso?

No tiene corazón, pero aun así hay lágrimas en los ojos del venado.

—Está bien, váyanse. Escapen.

—Pero, entonces tú… Oye, ven con nosotros.

La Chica Cabra Salvaje agita su cabeza.

—Nina sigue aquí.

Esa amiga está colgada de las piernas de Izura, preguntando repetidamente por qué está ayudando a un mazoku.

—Porque sé que es una buena persona. ¡Vamos, de prisa! Está bien. Diré que se cayó solo.

—Izura…

—Mi madre…

Greta le grita a la chica mayor soltándose de mi mano.

—Creo que mi madre se alegraría de que hay una chica justa y valiente que lleva su nombre.

Ahora que recuerdo, el tatuaje en el hombro de Greta es el nombre de su querida madre.

Captando la débil sonrisa de la chica por el rabillo del ojo, pisamos el cuerpo del guardia y comenzamos a correr. Necesitamos volver al hotel y pensar de nuevo nuestro plan. Conrad y Wolfram definitivamente me prestarán su sabiduría.

Según mi primera impresión, este edificio no era tan grande. De ser llamado una tienda, no deberían ser capaces de perseguirnos descaradamente frente a otros clientes despistados.

Corremos a través de pasillos serpenteantes. Hay ocasiones en que somos bloqueados por personas que parecen estar persiguiéndonos, pero salimos del apuro sin ningún problema después de un golpe con Garganta N°1. A primera vista, parece ser solo el bastón de un viejo, pero es más adecuado para ser usado como arma que como ayuda para caminar. Gisela se afligiría si lo supiera.

Luego de correr tantos pasos que quiero mirar un podómetro y de bajar tres escaleras, finalmente llegamos a un área parecida a la de una tienda. Hay candelabro brillante que cuelga del alto techo, y más de veinte chicas vagan sobre una plataforma.

Sobre sofás dispuestos en el piso, hay clientes que les echan un vistazo y clientes que ya han tomado una decisión y ríen y cuchichean entre ellos.

—…Todas son menores.

Las chicas sonríen forzadas, o miran en silencio el piso, o usan otras varias técnicas de auto protección. Para que sus corazones no salgan dañados en este acto humillante e imperdonable. Para pasar por esto en nombre de sus familias.

—Greta, no mires.

Pasamos en frente de un viejo que ni siquiera intenta esconder su sonrisa triunfante mientras coloca una chica que aun está en séptimo grado sobre sus rodillas. Él nos ve y le dice algo a un empleado. Un chico pequeño y de aspecto débil le dice que no, ellos no son de nuestra tienda. Viejo, más vale que no estés mirando a mi niña de esa forma. Si lo estuvieras haciendo, te golpearé tan fuerte con este bastón que nadie te reconocerá después de eso.

Mi actitud es completamente la de un padre.

A unos pocos metros de la salida, noto que hay unos hombres de negro. Por supuesto que en realidad no tienen las agallas para ir de negro, por lo que usan ropa marfil tanto arriba como abajo[1]. Casi soy engañado por sus máscaras simpáticas, pero a juzgar por sus pechos abultados y cuellos gruesos son guardaespaldas hechos y derechos. Y hay dos de ellos a cada lado sonriendo y saludando a los clientes. Tenemos que lograr pasar de alguna manera.

Intentado parecer como su hubiéramos terminado con nuestros asuntos y estuviéramos yendo a casa, Greta y yo nos tomamos de las mano y caminamos hacia la salida como si estuviéramos a punto de empezar a silbar en cualquier momento. Ya que no hay forma de que alguien traiga a una niña a una tienda como esta, ¿tal vez debería pretender que pagué por una chica y que ahora la llevo a casa? Pero la apariencia de Greta es el problema. No importa como la mires paree tener tan solo diez años. Ahora que hemos llegado tan lejos, no hay nada que podamos hacer, así que saco mi carta del triunfo.

—Qué suerte que nos dejaran usar el baño, ¿verdad, Greta?

—Sí.

—Pero te demoraste tanto que papi se cansó de esperar.

—No me demoré tanto.

—Discúlpeme, señor.

Salto como cuatro centímetros. Con una sonrisa superficial, el hombre de “negro” camina tranquilamente delante de nosotros bloqueando nuestro camino.

—¡¿Qu-qu-qu-qué?!

—Uno de los empleados dice que olvidó algo.

No hay nada que hacerle. Y esa cosa del baño fue una gran idea. Nuestros perseguidores se colocan lentamente detrás nuestro. Este probablemente no es el guardia que fue golpeado con la cabeza de venado, pero seguramente es miembro de su grupo de brutos. No importa hacia dónde corramos, seremos alcanzados por la derrota. Si al menos pudiera lograr que Greta salga de aquí…

Entonces, para saludar a un cliente que en ese momento entraba, el hombre de negro deja una pequeña abertura. Es demasiado pequeña para mi, pero para una niña…

—¡Ahora, Greta! ¡Salta sobre mi cadáver y vete!

—Oh, esa voz…

A la cabeza del grupo de tres personas desbordantes de dignidad que acababan de entrar, un hombre sólidamente fornido se inclina hacia delante para mirarnos. Es un caballero de mediana edad elegantemente vestido.

Tiene una sonrisa intrépida bajo su mostacho beige cuando me toma la mano con sus dedos callosos.

—¡Ahh!

Justo cuando pienso que tiraría de ella para darle un beso, frota su bigote en el dorso de mi mano. Esto es increíblemente horripilante por una razón completamente diferente.

—Justo como pensé, es el hombre al que le debemos nuestras vidas.

Se arrodilla y pone su mano derecha en su cabello que es del mismo color de su mostacho.

—¡¿Eh?!

Se quita su peluca. Greta alza la voz sorprendida. Esta es la oportunidad perfecta para conocer costumbres extranjeras.

Una cabeza calva brilla bajo las luces del candelabro. Este es el elegante saludo de los ricos y poderosos de un país extranjero.

—Ha pasado mucho tiempo, Lord Mitsuemon.

—¿… Señor Brillante…?

Hyscliff de Misshinai, mostrando con orgullo su cabeza pulida, se para con pose de modelo con su pie derecho al frente. El fuerte brillo me desorienta.




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Referencias

  1. En Japón la gente que custodia o atiende al púbico es llamada “ropa negra”, porque usualmente visten de negro. Aunque en otras partes del mundo también es usual que los custodios o patovicas vistan así.