Maru-MA Volumen 05 Capítulo 4

From Baka-Tsuki
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Capítulo 4

Debido a la belleza que corta el aliento reposando expuesta frente a ellos, nadie se atreve a hablar. Un rostro como de cera, labios color rosado descoloridos. Parpados adornados con largas pestañas que ocultan unos ojos llenos de preocupación.

La figura con las manos entrelazadas sobre su pecho verdaderamente luce como la Bella Durmiente, sin embargo, Lord von Christ es definitivamente un hombre apuesto.

Incluso en los rincones mas recónditos del planeta, uno nunca encontraría un casi-cadaver así de perfecto por segunda vez. Aun así, tiene una falla tremenda.

—Desafortunadamente, no está muerto. Así que no puedo cortar su cuerpo para mirar dentro.

Todos los presentes sienten escalofríos, pensando: ¡¿cómo puedes haber dicho eso?!, al escuchar esas palabras. Como era de esperarse de una de las Tres Pesadillas de Shin Makoku, nadie puede competir con ella cuando se trata de meter miedo.

Lady von Karbelnikoff Anissina coloca sus manos en sus caderas y dice con vanidad: —Pero al menos así ha logrado prevenir que el veneno se esparza por su cuerpo. No podemos confiar en la animación suspendida en la que Günter se ha puesto a si mismo. Pero no se preocupen, con mi conocimiento y habilidades, una cuestión de este nivel se resolverá en un santiamén.

Ella puede lidiar incluso con venenos de otro país porque es la Magicalista Loca, Anissina, cuyas prioridades son, primero: experimentar, segundo: experimentar, tercero y cuarto: desconocido, quinto: experimentar. Günter está recostado en un sarcófago de hielo rodeado de escarcha. Toda la caja recuerda a un escaparate en una pescadería del mercado.

—¡¿Qué les parece?! ¿No es una verdadera obra de arte, este Günter Nieve?

—Günter N-nieve...

Luce como si fuera a correr lamentándose con su helado aliento hasta los confines de la tierra si Su Majestad lo engañara con alguien alguna vez.

—¿Es realmente necesario que esté completamente desnudo? —pregunta Gwendal.

—Es todo cuestión de estética. Si está desnudo, luce mas como un espécimen que si tuviera ropas puestas mientras duerme. Como puedes ver, estoy respetando el estilo.

—Espécimen...

—¿Qué te preocupa tanto? Ya me he encargado del área que a ustedes los hombres les trae vergüenza y preocupaciones. Así... —Anissina apunta su dedo hacia un pequeño bulto de nieve. Habla como si le hubiera gustado decorar la parte superior con una hoja de higuera—. Está propiamente oculto, ¿verdad? Gwendal, ¿que estás haciendo?

Sin pensar lo que estaba haciendo, Lord von Voltaire formó un conejo con la nieve y estaba a punto de estirar sus manos para colocarlo en la entrepierna de Günter. Esto es menos como un acto de amistad y más como un detalle caballeroso de simpatía.

Aunque sus ropas son impecables, su cabello rojo está desatado y cae elegantemente sobre sus hombros y espalda. Incluso su zancada, que para nada puede llamarse femenina, está un poco reducida en este día. No es para sorpresa. Se le ha pedido que haga algo inmediatamente con un hombre en animación suspendida que se le impuso luego de que la sacaran de un profundo sueño para continuar con los experimentos. Luego de eso, continuo su trabajo por un día entero sin dormir y sin tomarse un descanso, lo cual lleva a su situación actual.

Las medidas que Anissina ha tomado hasta el momento incluyen lo siguiente: la aplicación de un anti veneno sintético (resultado: inefectivo), lavado de estómago (resultado: catastrófico), y un tratamiento anti parásitos(resultado: desconocido). Lo que sea que ha causado que el veneno detuviera su proliferación aun no se ha determinado con certeza, peor los contenidos del estómago de Günter han sacado a luz algunos hechos interesantes.

La ultima cena de Lord von Christ fue un platillo de camarones. De acuerdo al análisis, incluso comió las duras colas. Al parecer es holgazán cuando no está en presencia de otros.

El resultado de toda esta investigación finalmente fue encontrar evidencia de que tipo de veneno es con el que están tratando, y como se debe proceder con la desintoxicación.

El rostro de Anissina tiene una expresión de pálido cansancio raro de ver en ella, pero sus inteligentes ojos celestes brillan con curiosidad y dedicación por su trabajo. En momentos como este, se ve tan hermosa que impresiona, pero ni uno de los cobardes hombres hace ningún intento por acercarse.

—Parece que estamos tratando con el veneno Wincott.

—¿El veneno Wincott?

Luego de repetir las palabras reflexivamente, Gwendal se aclara la garganta incomodo. Sin embargo, Anissina nunca considero que su amigo de la infancia fuera un gran conocedor, así que no hay razón para que él intente esconder su desliz.


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—No tengo intenciones de solucionar tu falta de cultura general, pero siendo alguien que se preparó para desenvolverse en unas posición como la tuya, por lo menos deberías leer El Manual de Asesinatos con Veneno. De hacerlo, no importa cuando ni donde alguien intente amenazar tu vida, no perderás la compostura si de venenos se trata.

—¿Has leído algo llamado El Manual de Asesinatos con Veneno?

—¡Por supuesto! Contiene información sobre venenos ancestrales y modernos de todas las áreas del mundo así como sus síntomas, las personas que fueron asesinadas con ellos, y todas las circunstancias relevantes registradas hasta el mas mínimo detalle. Incluso para una lectura casual aporta gran valor de entretenimiento.

Anissina pasa sus dedos con cariño sobre la tapa de un grueso libro violeta sobre la mesa.

—A veces decido leer un poco antes de ir a la cama, pero antes de que me de cuenta ya se ha vuelto de dia.

Para aquellos con nervios normales, ese libro los asustaría tanto que no podrían dormir.

—El archivo del veneno Wincott numero doscientos cincuenta y siete... Aquí está. En tiempos lejanos, fue usado no solo por mazokus, sino también familias de gobernantes entre los humanos. Los casos especialmente famosos son el de la Princesa Malvada de Godlan y el Rey Pirata de Kisilis. Sin embargo, el proceso de refinamiento es fundamentalmente difícil, así que durante los últimos trescientos años solo se ha encontrado en el lugar donde originalmente se ha creado.

—¿Tiene alguna relación con nuestro Lord von Wincott?

—Creería que si.

—Imposible —los ojos malhumorados de Lord von Voltaire brillan fríos de ira—. La familia Wincott envió un asesin--

—No. Escucha atentamente cuando alguien te habla. Lo que he dicho es que solo existe en el lugar donde se ha creado originalmente. Luego de que la familia Wincott viniera hacia esta región, renunciaron a sus costumbres asesinas. Incluso cuando fueron traicionados por su país y sus propios ciudadanos, y se les robaron las tierras y sus fortunas, nunca han sentido resentimiento hacia aquellos ingratos humanos ni una vez.

—...Todos hemos experimentado algo similar.

—Eso probablemente sea verdad.

Anissina levanta el pesado libro sin esfuerzo con una mano y se sienta en el borde del cajón. Puede que la razón por la que sus piernas tiemblan levemente sea porque está irritada.

—Esa es la razón por la cual quiero retroceder tanto como podamos. Todos esos poderes que poseíamos incluso antes de ser llamados mazoku.

Ella hace a un lado el cabello que ha caído sobre su cara de forma ruda.

—Todos los conocimientos y tecnologías que fueron dejados atrás y olvidados... El lugar natal de los Wincott ahora pertenece a Shimaron. En otras palabras, estaría bien pensar que ese país es el encargado del ataque.

—Si, no hay duda.

—Puedes estar tranquilo de dejar a Günter a mi cargo —Anissina hinca el dedo en el pecho de su amigo y sonríe cuando él titubea—. Gwen, habla con Wolfram. A juzgar por su condición actual, no me parecería raro que fuera hacia Shimaron él solo. Toda su sangre se le va a la cabeza cuando se trata de Su Majestad.

—Deberías descansar un poc--

—¡¿Cuando tengo mis manos sobre un sujeto de pruebas de una vez en la vida?! Con razón nunca logras ningún progreso intelectual. ¡Que tonto seria dejar que algo como dormir desperdicie mi oportunidad de satisfacer mi curiosidad intelectual!





Durante el resto de la tarde solo cargo cosas en el puerto sin pensar.

El clima y el área son ambos diferentes, así que no hace suficiente calor para que mis pensamientos se vuelvan borrosos, pero abusar distraídamente de mi cuerpo de esta manera me hace alucinar que estoy entrenando en el campo en medio del verano.

Y no mi verano a los dieciséis, sino el de mi tercer año de secundaria media cuando aun estaba en el equipo de béisbol. No soy expulsado del equipo por darle un puñetazo al entrenador y aun comparto el entusiasmo por la ultima temporada de béisbol de secundaria con mis compañeros de años menores. Perdemos en las semifinales del campeonato estatal en un juego cabeza a cabeza y aunque yo solo soy un bateador substituto, lloro de la frustración y le digo a los representantes de segundo año que ganen el año que viene con una palmada en el hombro.

Pero ese verano es todo un sueño.

En realidad, dejé el equipo antes de las vacaciones y me pase el verano holgazaneando bajo el aire acondicionado.

Luego de eso solo tomé los exámenes como todo el mundo y entré a la secundaria alta como todo el mundo, e intencionalmente le di la espalda a las practicas del club de béisbol y pretendí no verlo. Me sentía miserable por el arrepentimiento.

Si solo hubiera mantenido mi furia controlada en ese momento, probablemente seria un jugador novato del equipo de secundaria alta en este momento. Si me hubiera quedado practicando hasta que se volviera de noche antes de la primavera, ¿tal vez nunca hubiera sido llevado por el agua a este mundo desde el parque en primer lugar?

Entonces no hubiera tenido que soportar el miedo de perder a mis amigos, o pelear, o la inseguridad de ser un extranjero en un país extraño sin ninguna ayuda.

—¡...Shibuya!

—¿Uh? ¿Mmm, eh, qué?

—Están diciendo que tenemos que ir a la fila. De otro modo, no nos van a pagar.

Al volver en mi, me doy cuenta de que la temperatura ha bajado y las olas se ondean mientras la puesta del sol se refleja en ellas. El mar está bañado de luz naranja, el cielo brilla purpura.

Tomamos el dinero que se nos debía por el trabajo que hicimos y nos conseguimos ropa nueva en una tienda que estaba a punto de cerrar. También compramos unas camisetas y chaquetas para estar preparados para el repentino frío que puede surgir luego de la puesta del sol.

Los trabajadores del puerto son liberados de sus idénticos uniformes. Algunos cargan las compras a casa, otros entran a la misma cafetería del almuerzo. Probablemente cambie a un bar durante las tardes y las chicas que trabajan allí sufran la misma clase de cambio.

Dándole la espalda al puerto, Murata y yo caminamos por una calle pavimentada con grandes piedras. Hay casas con pintura amarilla desteñida una tras otra a ambos lados. Frente a las puertas, se sientan sobre las escaleras lo niños delgados y los perros.

No hay mucha diferencia entre el color de su cabello y ojos, para mi alivio, dan la impresión de estar saludables.

—Disculpen, ¿dónde podemos encontrar el consulado Japonés? —pregunta Murata a los habitantes una y otra vez, pero nadie puede responderle. La respuesta correcta es: no existe un lugar llamado Japón en este mundo. Preguntándome cuando debería sacar el tema, lo vigilo desanimado.

—¡Por aquí! —parece que alguien le dio un poco de información al azar para complacerlo porque mi amigo apunta contento hacia una calle—. Tenía mis sospechas, pero parece que no existe un consulado Japonés en este lugar. Tiene sentido porque estamos en un país pequeño que nunca hemos visto en un mapa, así que entiendo que no hay ningún expatriado Japonés aquí. Así que, solo tenemos que buscar protección de otro país como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania o lo que sea.

—Protección, ¿eh?

—¿Qué es esa cara de decepción y pocas esperanzas?

—Oye, Murata.

—¿Mm?

—Puede que allá tampoco entiendan de lo que estás hablando, así que no te lo tomes muy a pecho si no conseguimos nada al final.

El chico de anteojos que estaba en la misma clase que yo en mi segundo y tercer año de secundaria baja suspira por la nariz exasperado.

—¿Y eso me lo dices tu? Eres el que ha estado deprimido por ahí. Incluso si no son amables, al menos van a contactar a un oficial japonés por nosotros. Y si se niegan, lo haremos nosotros mismos. No dejarnos usar el teléfono seria una metedura de pata internacional.

—Puede que no tengan un teléfono.

Es 100% seguro que no tienen un teléfono.

—Entonces enviaremos un telegrama. Y si no, tendremos que mandar una carta. Podemos seguir trabajando en el puerto hasta que alguien nos venga a buscar. Para el final de las vacaciones de verano, nuestros músculos se habrán vuelto de acero y todos nos confundirán con modelos. ¡Entonces publicamos unos libros sobre haber naufragado en el mar y nos volvemos estrellas de la noche a la mañana! ¡Y seremos populares con todas las chicas adolescentes y en sus veintes, y las tendré todas para mi!

—¡¿Todas para ti?!

Doblamos a la izquierda por la calle que alguien nos indicó en broma y los niños y los perros gradualmente desaparecen. El cielo se vuelve completamente oscuro y la brisa cálida marina ya no sopla. Alrededor de nosotros solo hay campos y sembradíos sin ningún obstáculo a la vista.

Solo tenemos media luna iluminando el recto camino, sobre el cual las ruedas de un carro han dejado sus marcas.

—¡Oye, acabo de ver una luz por ahí!—exclamo.

—¿De verdad?

Muchas luces pequeñas parpadean a la distancia.

Pensé que eran un montón de ventanas de varias construcciones, pero mientras nos acercamos veo la silueta de un edificio estilo Europeo. A juzgar por el tamaño, es algo entre una mansión y un castillo. La razón por la cual las luces eran intermitentes es porque hay guardias en la entrada cargando antorchas.

Para alguien del japón moderno, este escenario es mas reconfortante que las siluetas de edificios de lujo de noche.

—Cuando encuentras una mansión luego de naufragar, usualmente ha habido algunos asesinatos horribles que sucedieron en el pasado, ¿verdad? Y cuando los personajes principales se refugian allí por una noche, está garantizado que el incidente sucederá de nuevo... Bueno, esa es la trama usual de una novela visual, pero en realidad no...

Mientras dice esto de manera que no estoy seguro si está bromeando o no, Murata intenta meter las manos en sus bolsillos, pero entonces nota que sus ropas actuales son diferentes a las que normalmente usa y en realidad no hay tela extra que forme un bolsillo.

—...suele pasar.

—Murata, has estado jugand mucho Kamaitachi no Yoru[1].

—Acabo de pensar lo mismo.

Al acercarnos a la verja del exterior, el edifico se torna mas grande de lo esperado. Corriendo desde la entrada principal que al parecer tiene el escudo familiar sobre ella, tomaría treinta segundos llegar a la entrada principal de nuevo. En otras palabras, es mas largo que correr alrededor de una pista de cuatrocientos metros.

Luego de tomar las barras de hierro con un extraño diseño con ambas manos sin pensar, un guardia con expresión arrogante me agarra por la muñeca.

—¡Oye, tu!

—¿Si?

—¿Qué quieres con nuestro señor feudal?

—Nos han dicho que este lugar es donde se encuentra el consulado —responde inmediatamente Murata, manteniendo un bajo perfil, incluso cuando el guardia busca una respuesta de mi—. Somos japoneses, pero desafortunadamente nuestro barco naufragó y terminamos a la deriva. Llegamos a la costa en el puerto de Gilbit. Solo queremos preguntar si el cónsul podría ayudarnos a volver a casa...

—¿Cónsul? ¿Qué es eso? Este es el estado de Norman Gilbit, señor feudal de Gilbit, autónoma región de Caloria, territorio de Shou Shimaron.

—Ah, él es ese hikikomori[2] importante, ¿verdad?

—Sir Normal no recibe ningún invitado, especialmente no a plebeyos como ustedes dos.

La luz de las antorchas cae sobre el rostro del joven soldado donde aun no crece vello facial. Es un poco mas alto que nosotros, pero mucho mas desgarbado que los musculosos con los que trabajamos todo el día.

Aparentemente la gente joven por la que los trabajadores del pueblo lamentaban su ausencia, están sirviendo en la milicia incluso en lugares como este.

—El señor feudal no atiende a nadie. ¡Largo de aquí antes que los echemos!

—¡Pero ya dije que estaríamos contentos solo con hablar con un empleado!

—¡Murata!

El momento de decirle la verdad ha llegado. Tiro de su brazo para alejarlo un par de pasos de la luz de la antorcha del guardia. Bueno, ¿ahora por dónde empiezo? ¿Debería decirlo directo y en palabras simples?

—No he dicho nada hasta ahora, ¡pero estamos en otro mundo!

—...Aun mas que El Nuevo Mundo de Antonin Dvorak[3], al parecer.

Que me responda con bromas así de sofisticadas no está ayudando.

Tengo problemas para encontrar las palabras correctas en mi limitado vocabulario y termino por pisotear con fuerza el pasto. La piedra azul que siempre está conmigo golpea mi pecho suavemente cada vez. Como si me estuviera consolando.

—¿Uh?

La mirada de uno de los guardias que ha estado haciendo la ronda dentro de la cerca se fija en mi maseki. ¡Rayos! Para hacerle entender que no se la voy a dar, aferro el maseki con mi mano para esconderlo. El guardia, que luce mayor que el de la puerta, nos hace un gesto.

—Ustedes dos, si, vengan aquí un momento, si.

Que nos hablara con el acento del lugar me calma un poco. Saca la mano por entre las barras de hierro y luego de pedirme permiso, balancea la piedra en su palma.

—No voy a quitártelo, así que déjame verlo, si. ¿De dónde sacaste esto, eh? El trabajo en metal aquí en la montura, si, luce muy similar a un escudo de armas muy importante, si.

—Esto es--

—¡Ese es el tesoro que pertenece a su familia! —comienza a mentir de repente Murata—. Es su herencia familiar, pasada de generación en generación. Siempre la hereda el hijo mayor.

Encones mi hermano mayor la hubiera recibido. Solo obtuve esto como una especie de amuleto protector y su anterior dueña era la ex amante de Conrad, von Wincott Susanna Julia, que era una mujer popular--

—¡¿Entonces eres un descendiente de la familia Wincott, mm?!

¿Quién hubiera pensado que me toparía con el nombre de la familia de la Srta. Julia aquí en un país extranjero? No solo no soy un descendiente, sino que solo puedo recordar que se me ha presentado a la cabeza de la familia Wincott una vez. Creo que se suponía que era el hermano mayor de Julia, pero no pude ver bien su rostro porque él solo miraba hacia el suelo. Era de esperarse, en en ese momento yo estaba parado en el podio como el nuevo Maou. Casi todos los otros nobles también se arrodillaron y agacharon las cabezas.

El rostro del guardia se pone pálido, abre la puerta y nos jala a Murata y a mi dentro de la finca.

—¡Oh hombre, de verdad es un descendiente de los Wincott, si! P-p-por favor disculpe la descortesía del trato de antes, sss... si.

Debe pensar que es de mala educación caminar delante de nosotros así que el guardia da un paso atrás y nos sigue con su cuerpo medio inclinado en una reverencia. La forma indiferente con la que nos enseña por donde ir con su mano derecha me recuerda a un empleado de un ryokan[4].

—Shibuya, ¿dónde es que conseguiste algo tan valioso? ¡Cuando volvamos tenemos que ir a Kanteidan! ¡Podemos conocer a Shinsuke en persona! ¡En persona!

Él me hinca en el hombro con el dedo sin cesar mientras ríe por lo bajo. ¿Tanto quiere conocer a Shinsuke Shimada[5]?

—Escucha, Murata. No estamos visitando al cónsul, estamos visitando a un señor feudal así que no hay garantía de que nos ayude a volver a casa.

—Por supuesto que entiendo eso. Pero, oye, ese tipo cree que estás relacionado a esos Win... ¿como era? ¿Los Winsans? Suena como una vieja familia famosa, ¿verdad? ¡Por suerte nos han confundido con ellos, así que solo continuemos el acto del descendiente hasta el final! ¡Puede que nos reciban de forma increíblemente lujosa!

Un Japones nunca pensaría que podría pasar exactamente lo opuesto.



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Referencias

  1. Un juego sobre asesinatos en un resort de esquí.
  2. Hikikomori es el termino japonés para una persona que se encierra a si misma en su casa cual ermitaño y corta todo contacto con el mundo exterior, y otras personas en lo posible.
  3. Compositor Checoslovaco.
  4. Posada tradicional japonesa.
  5. Kanteidan se refiere a Kaiun! Nandemo Kanteidan, un programa de TV sobre antiguedades que posee la gente. Shinsuke era uno de los presentadores y un famoso comediante.