Zero no Tsukaima Español:Volumen1 Capítulo7

From Baka-Tsuki
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Fouquet la Tierra Desmoronadora[edit]

En Tristain, había un mago ladrón que se hacía llamar “la Tierra Desmoronadora”, quien mantenía temerosos a todos los nobles del país. Su nombre completo era Fouquet la Tierra Desmoronadora.

Cuando Fouquet escuchó que un noble en el Norte tenía una corona enjoyada, fue hasta allá a robársela. Cuando Fouquet escuchó que un noble en el Sur tenía como tesoro familiar un báculo que le regaló el rey; Fouquet se abrió paso a través de las paredes para robarlo. En el Este, ninguno de los mejores anillos de perlas hechos por los artesanos de las Islas Blancas quedaban ya en ninguna mansión. Fouquet también se apoderó de una invaluable botella de vino añejo de una bodega en el Oeste. Fouquet estaba en todas partes.

Las tácticas de Fouquet iban desde la infiltración sigilosa hasta la entrada forzada. El banco nacional fue atacado en plena luz del día, y algunas casas habían sido silenciosamente frecuentadas en la profundidad de la noche. En cualquier caso, las tácticas de Fouquet dejaban a la guardia de magos reales por el suelo.

A Fouquet se le identificaba únicamente por el uso de la alquimia para entrar en las habitaciones que asaltaba, convirtiendo las puertas y paredes en tierra y arena, para luego proceder a entrar a través de las paredes agujereadas. Los nobles no eran estúpidos, obviamente, habían intentado “solidificar” todo alrededor de sus tesoros en un intento de detener la alquimia. Pero la magia de Fouquet era demasiado fuerte, lo anulaba todo, fortificado o no, convirtiéndolo en arena.

Si Fouquet decidiera entrar a la fuerza, lo hacía haciendo uso de un golem de tierra de treinta metros de alto. Echando guardias de lado a lado y despedazando las paredes del castillo, le permitía a Fouquet tomar tesoros a plena luz del día.

Nadie había visto nunca a Fouquet de cerca. Nadie sabía ni siquiera si Fouquet era hombre o mujer. Todo lo que sabían era que Fouquet era un mago de tierra de, por lo menos. Clase Triángulo. También sabían que Fouquet dejaba notas insultantes, como “Tengo tu tesoro –Fouquet de la Tierra Desmoronadora” en cada escena de robo; y que Fouquet prefería los tesoros y artefactos de gran poder mágico.


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Dos inmensas lunas iluminaban las paredes fuera del quinto piso de la Academia de Magia, donde se encontraba el cuarto de tesoros. La luz estiraba una sombra que se encontraba de pie contra las paredes. Fouquet de la Tierra Desmoronadora.

El largo y verde cabello de Fouquet se movía con el viento, y Fouquet estaba ahí de pie, mostrando la figura que llena de miedo a todos los nobles del país. Presionando un pie contra la pared, Fouquet sintió su fuerza y no pudo evitar sentir admiracion.

Presionando un pie contra la pared, Fouquet sintió su fuerza y no pudo evitar sentir admiracion.

La torre principal de la Academia es tan resistente como parece… ¿acaso sólo los ataques físicos son su única debilidad? No puedo atravesar algo tan grueso sin atraer la atención.

No era difícil para un experto en magia de tierra como Fouquet el averiguar el grosor de una pared solamente con sus pies, pero romperla era una cosa completamente diferente.

Parece que sólo utilizaron hechizos de endurecimiento en ella, pero no puedo ni romperla con un golem. Tiene un hechizo muy fuerte… mi alquimia no le afectará mucho.

-Maldición… y ya he llegado tan lejos- Fouquet apretó los dientes con frustración-. No dejaré el Báculo de la Destrucción, pase lo que pase-. Fouquet cruzó los brazos y empezó a concentrarse.


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Al mismo tiempo que Fouquet pensaba molesto en la pared, la habitación de Louise estaba hecha un caos. Louise y Kirche se miraban la una a la otra con ira, mientras Saito, en su cama de paja, inspeccionaba emocionado la espada que Kirche le acababa de regalar. Tabitha leía indiferente un libro en la cama de Louise.

-¿Qué quiere decir esto, Zerbst?- dijo Louise con las manos en la cintura. Miró a su rival.

Kirche observaba a Saito con admiración.

-Ya te lo dije. Conseguí lo que Saito quería, así que vine a dárselo.

-Ah, es una pena. Ya le conseguí un arma a mi familiar. ¿Cierto, Saito?

Por su parte, Saito no podía soltar el regalo de Kirche. Desenvainó la espada y la miró fijamente. Cuando sostuvo una espada, las inscripciones en su mano izquierda brillaron y su cuerpo se hizo tan ligero como una pluma. Quería moverla, pero estaba dentro de la habitación. Todavía no podía entender qué era lo que pasaba con su mano izquierda. Todo lo que sabía es que brilló cuando sostuvo una espada.

Pero todo lo que importaba en este momento era la hermosamente decorada espada.

-Esto es increíble… Esta me gusta más… ¡y brilla!

Louise lo pateó.

-¿Qué haces?- gritó Saito.

-Devuélvelo. ¿Ya no tienes tu espada parlante?

-Hmmm… es verdad… Es interesante que una espada pueda hablar, pero aún así…

Está tan oxidada y vieja, y también rota. Si un espadachín usa algo, debe ser brillante y buena, ¿cierto? Además, Kirche me la dio sin pedir nada a cambio…

-¡Las palabras del celoso son poco educadas, Vallière!- presumió Kirche triunfante.

-¿Celoso? ¿Quién está celoso?

-¿No lo estás? Yo, Kirche, conseguí fácilmente la espada deseada por Saito y se la di como un regalo. No puedes decir que no estás celosa, ¿no es así?

-¿Celosa? ¡Ni hablar! Dejando eso de lado, ¡no aceptaré ni siquiera un pequeño gesto de generosidad de una Zerbst! ¡Y punto!

Kirche miró a Saito, quien miraba de mala gana la espada decorada en las manos de Louise.

-¿Lo ves? Saito ama esta espada, ¿entiendes? ¡Esta espada fue creada por el alquimista de Germania, Lord Shupei!- Kirche miró seductivamente a Saito-. Escucha un segundo… ¡todo lo que es bueno en este mundo, desde espadas hasta mujeres, sólo puede venir de Germania! ¡Las mujeres de Tristain, como Louise, son todas extremadamente celosas, impacientes, tacañas y relamidas, y nada las puede cambiar!

Louise miró mal a Kirche.

-¿Qué?- rió Kirche-. Sólo estoy diciendo la verdad.

-Oh… qué divertido. ¡Mujeres como tú son unas idiotas que sólo piensan en el amor! ¿Te metiste con tantos tipos allá en Germania, y como nadie confiaba en ti, terminaste huyendo hasta aquí, a Tristain?- preguntó Louise, con una risa fría e intransigente, intercalada con temblores producto de su enojo.

-Tienes agallas, Vallière…- el rostro de Kirche se oscureció.

-¿Qué? Sólo estoy diciendo la verdad- añadió Louise victoriosa.

Blandieron sus varitas simultáneamente.

Tabitha movió su báculo más rápido que ellas dos, haciendo volar sus varitas con una ráfaga.

-Dentro- dijo simplemente.

Probablemente quería decir que era peligroso pelear dentro del cuarto.

-¿Y quién es esta?- musitó Louise enojada-. Ha estado sentada en mi cama desde...

-Ella es mi amiga- respondió Kirche.

-¿Y por qué tu amiga está en mi cuarto?

Kirche la miró.

-¿Hay algún problema?

Saito intentó hablarle a Tabitha, pero no respondió nada, sólo leía tranquilamente su libro, como si las conversaciones fueran un inconveniente.

Mientras tanto, Louise y Kirche todavía se miraban con odio.

-Bueno… dejemos que Saito decida- dijo Kirche, apartando la mirada.

-¿Yo? ¿Decidir?- Saito inmediatamente se sintió ansioso al ser señalado.

-Es verdad. Esto es sobre tu elección de las espadas- Louise también lo miró.

Repentinamente, Saito se sintió peor. Sin duda le gustaba la espada brillante de Kirche. Pero Louise nunca me dejará elegir esa, tal vez me deje sin comida por una semana, aunque supongo que Siesta me puede dar algo, pero igual…

Miró a Louise, quien también lo miraba.

Louise podrá ser una chica egoísta, egocéntrica y desagradecida, pero me cuidó cuando estuve herido por días… y es el tipo de chica que me parece atractiva…

Pero… Kirche me compró esta espada tan cara. Y para colmo, una chica hermosa como ella me confesó su amor. Antes de esto, no había forma de siquiera acercarme a alguien tan bella… Vale, eso hizo mi tarea más difícil todavía. Ahora parece que estuviera escogiendo entre ellas y no las espadas…

-¿Bien? ¿Qué harás?- Kirche y Louise lo miraron fijamente.

-Hmmm, bueno… ¿No puedo quedarme con ambas?- dijo Saito, ladeando la cabeza para parecer simpático.

No funcionó. Una patada combinada lo lanzó por el aire, enviándolo derecho a su cama de paja.

-Oye- Kirche volteó hacia Louise.

-¿Qué?

-Supongo que es momento de que terminemos con esto.

-Eh… tienes razón.

-Realmente te odio, ¿sabes?

-Igualmente.

-Pensamos igual- sonrió Kirche, y levantó una ceja.

Louise levantó su barbilla desafiante.

-¡Tengamos un duelo!- gritaron al mismo tiempo.

-Oigan… no tienen que…- Saito estaba sorprendido. Ambas se miraron como si no lo escucharan.

-Pero obviamente, ¡lo haremos con magia!- declaró Kirche triunfante.

Louise se mordió el labio inferior y asintió.

-Bien. ¿El lugar?

-¿En serio? ¿Estás segura, Louise la Zero? ¿Estás realmente segura de que quieres enfrentarte a mí en un duelo de magia?- presionó Kirche.

Louise bajó la cabeza.

¿Estoy segura? Claro que… no. Pero es el reto de una Zerbst, así que tengo que aceptarlo.

-¡Claro! ¡No perderé ante ti!


Mientras estaba de pie en las paredes de la torre central de la Academia, Fouquet sintió unos pasos. Inmediatamente saltó hacia el suelo y, cuando casi llegaba a tocarlo, susurró ‘Hechizo de Levitación’. Aterrizó como una pluma, amortiguando la caída.

Entonces Fouquet desapareció entre los arbustos.

Louise, Kirche, Tabitha y Saito entraron al patio.

-Bien, empecemos- anunció Kirche.

-¿Realmente van a hacer un duelo?- preguntó Saito ansioso.

-Sí, lo haremos- respondió Louise confiada.

-¿No es un poco… peligroso? Paremos esto aquí y olvidémoslo, ¿sí?

-Eso es cierto, así que quien salga lastimado es un idiota- dijo Kirche.

-Así es- asintió Louise.

Tabitha se acerco a Kirche, y le susurro algo al oido. Luego señalo a Saito.

“Hmm… esa si es una buena idea!” Kirche sonrió.

Luego, Kirche le susurro algo a Louise. “Ah… no esta mal.” Louise actinio.

Ambas miraron a Saito. Y él tuvo un mal presentimiento de todo esto.


+++


-Oigan… ¿esto es en serio?- suplicó Saito, pero a nadie le importó. Estaba colgado de la torre principal de una cuerda.

Sí… Debí haber escogido a una de las dos y terminar con esto.

En el suelo, que se veía lejano, muy lejano, Saito podía ver las siluetas de Kirche y Louise. A pesar de ser de noche, las dos lunas aclaraban la visión. Hasta podía ver a Tabitha en su dragón de viento. Tenía dos espadas en su boca.

Las dos lunas brillaban cálidamente sobre Saito. Kirche y Louise lo miraron, colgado y balanceándose en el aire.

Kirche apretó sus manos.

-Esto es lo que haremos… la primera que corte la cuerda y deje caer a Saito, gana. La espada de la ganadora le pertenecerá a Saito. ¿Te parece bien?

-Bien- asintió Louise, su rostro indiferente.

-No hay límites en los tipos de hechizos que se pueden usar. Puedes ir primero… te dejo.

-De acuerdo.

-Está bien… Buena suerte.

Louise agitó su varita. En el aire, Tabitha empezó a sacudir la cuerda, moviendo a Saito de izquierda a derecha.

Hechizos como “bola de fuego” tienen grandes rangos de precisión, y pueden dar el blanco, siempre y cuando el blanco no se mueva. Sin embargo, Louise tenía otras cosas de qué preocuparse: antes que todo, tenía que conseguir que el hechizo funcionara.

Louise se concentró.

¿Qué funcionará? ¿Viento? ¿Fuego? Agua y tierra están descartados… no tienen tantos hechizos que puedan cortar cuerdas. Los hechizos de fuego son los mejores para esta ocasión… y en ese momento, Louise recordó que Kirche es especialmente buena con esos. Las bolas de fuego de Kirche pueden cortar la cuerda fácilmente. No puedo fallar.

Escogió las bolas de fuego. Apuntando una pequeña al blanco, recitó el corto hechizo.

Si fallaba, Saito se quedaba con la espada de Kirche, y para alguien tan orgullosa como Louise, eso era algo completamente inaceptable.

Terminó de recitar y, con su mayor concentración, movió su mano. Si funcionaba, una bola de fuego debería salir de la punta.

Pero nada salió de la varita. A continuación, la pared detrás de Saito explotó. La onda de choque sacudió aún más a Saito.

-¿Qué demonios te pasa? ¿Acaso quieres matarme?- el grito enojado de Saito se escuchó hasta abajo.

La cuerda se mantuvo intacta. Si pensaba que podía romper la cuerda con la onda de choque, realmente no estaba pensando. Un gran agujero apareció en la pared.

Kirche se moría de risa.

-¡ZERO! ¡LOUISE LA ZERO! ¡Rompiste la pared en vez de la cuerda! ¡Eso sí es talento!

Louise bajó la mirada.

-Es verdad, debo preguntarte… ¿qué diablos hiciste para que explotara así? Oh, me duelen las costillas…

Louise apretó sus puños y se arrodilló en el suelo.

-Ahora es mi turno- Kirche apuntó a la cuerda como un cazador a su presa.

Tabitha seguía agitando la cuerda, así que era difícil apuntarle. Sin embargo, Kirche mantenía una sonrisa enérgica y tranquila. Recitando un hechizo corto, Kirche movió su varita como siempre, después de todo, las bolas de fuego eran su especialidad.

De su varita apareció una bola de fuego del tamaño de un melón, que voló hacia Saito golpeando la cuerda, y quemándola en un instante. Saito empezó a caer, pero Tabitha movió su báculo desde el techo, lanzándole un hechizo de levitación y haciendo que aterrizara suavemente en el suelo.

-¡Yo gané, Vallière!- anunció Kirche seriamente.

Louise se sentó, agarrando el pasto en desesperación.


+++


Fouquet los observaba desde los arbustos. Vio el agujero que el estallido de Louise había hecho en las paredes.

¿Qué tipo de magia es esa? Pidió una bola de fuego, pero nada salió de su varita y después la pared explotó. Nunca escuché de un hechizo que pudiera hacer explotar las cosas de esa manera.

Fouquet movió la cabeza.

Pero más importante que eso, es que no puedo dejar escapar esta oportunidad.

Fouquet empezó a recitar un largo hechizo, moviendo su varita hacia el suelo. Cuando Fouquet terminó, una pequeña sonrisa se pintó en su cara. Después de que terminó de hablar, un bulto se formó en la suelo. Fouquet de la Tierra Desmoronadora estaba mostrando su talento.

-¡Qué vergüenza, Vallière!- reía Kirche.

Con su batalla perdida, Louise relajó sus hombros, un poco deprimida y reticente. Saito la miró, una emoción complicada emergió en su rostro.

-¿Por qué no me… sueltan primero?- dijo en voz baja. No podía moverse con la cuerda que le daba varias vueltas a su cuerpo.

Kirche sonrió.

-Oh, claro que sí, ¡estaré encantada!

En ese momento, Kirche sintió algo detrás de ella. Se giró a ver. No podía creer lo que veía.

-¿Qué… demonios es eso?- Kirche estaba boquiabierta. Lo que vio fue un gigantesco golem de tierra moviéndose en su dirección.

-¡¡¡Ah!!!- huyó gritando Kirche.

-¡Oye! ¡Oye!- le gritó Saito-. ¡No te vayas! ¡No me dejes aquí!

Entró en pánico. Después de todo, nunca había visto a un golem gigantesco, y este se estaba acercando a él.

-¿Qué demonios es eso? ¡Es enorme!- Saito quería correr, pero las cuerdas lo mantenían firme en el suelo.

Louise volvió en sí y corrió hacia Saito.

-Tú… ¿por qué estás atado?

-¿No fue idea tuya?

Encima de ellos, el golem levantó un pie. Saito perdió la esperanza.

-¡Louise, sal de aquí!- gritó.

-Maldición… esta cuerda…- Louise intentó, en vano, desatar los nudos. El pie del golem descendió. Saito cerró los ojos.

En ese instante, el dragón de viento de Tabitha bajó desde el cielo, agarrando a los dos con sus garras a escasos milímetros del pie, y los alejó, antes de que el golem se apoyara aplastando todo debajo de él, en un abrir y cerrar de ojos.

Colgando bajo el dragón de viento, Saito y Louise observaron el golem. Saito preguntó tembloroso:

-¿Q-q-qué demonios es eso?

-No estoy segura… ¡Pero es un golem de tierra gigantesco! ¡Alguien debe haberlo invocado!

-¿Algo tan grande?

-Quien haya convocado eso, debe ser, por lo menos, un mago triangular.

Saito se mordió el labio, y pensó en Louise, que intentó desatarlo sin importarle el peligro.

-Dejando eso de lado… ¿por qué no corriste?

-Ningún amo que se respete dejaría a su familiar de esa manera- respondió honestamente.

Saito la miró callado. Por alguna razón, la encontró muy atractiva… justo en este momento…


+++


Fouquet sonreía mientras se encontraba de pie en el hombro del golem. No le prestó atención al dragón de viento o la huida de Kirche. Una capa negra lo cubría de pies a cabeza. No podían haber visto su cara.

Fouquet transformó el puño del golem en uno de una composición metálica y le ordenó que golpeara la pared. Un golpe torpe se escuchó cuando el puño metálico golpeó la pared, desmoronándola. Bajo la capa oscura, Fouquet sonrió.

El golem transportó a Fouquet en su mano, y el ladrón entró a través del agujero, y fue directamente al cuarto de los tesoros. Guardaban objetos de valor de toda clase, pero Fouquet tenía sólo un objetivo.

El Báculo de la Destrucción.

Una fila de báculos de muchos tipos colgaba en la pared, pero sólo uno llamó la atención de Fouquet. Medía aproximadamente un metro y estaba hecho con un tipo de metal que Fouquet nunca había visto. Miró la etiqueta debajo del báculo que decía “Báculo de la Destrucción. No tocar”.

Su sonrisa creció.

Fouquet tomó el Báculo de la Destrucción, y se sorprendió por lo ligero que era.

¿De qué estará hecho?

No tenía tiempo de pensar en esas cosas, así que corrió de vuelta al hombro del golem. Fouquet grabó un mensaje en la pared antes de irse:


“Tengo su Báculo de la Destrucción.

–Fouquet la Tierra Desmoronadora”.


Con su invocador en su hombro, el golem saltó desde las paredes de la Academia, aterrizó con un gran golpe y se fue en dirección a las praderas de más allá.


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Muy por encima del golem, el dragón de viento daba vueltas. Tabitha, sentada en el dragón, agitó su báculo para lanzar un hechizo de levitación, moviendo a Saito y a Louise encima del dragón.

Lo agitó otra vez y el aire alrededor de Saito resonó en ondas cortantes, despedazando las cuerdas que lo mantenían cautivo.

-Gracias- le dijo a Tabitha.

Su cara se mantenía indiferente, sólo asintió.

Saito observó el gigantesco golem de tierra y le dijo a Louise:

-Ese mago… rompió la pared. ¿Pero para qué?

-El cuarto de tesoros- respondió Tabitha.

-Llevaba algo en las manos cuando salió del agujero.

-Era un ladrón. Pero… eso fue muy osado.

Observaron cómo el enorme golem se derribaba en plena caminata, convirtiéndose en una montaña de tierra.

Aterrizaron.

Brillantemente iluminado por las dos lunas, no había nada más aparte de una montaña de tierra.

Así de simple, el mago desapareció.



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