Zero no Tsukaima Español:Volumen2 Capítulo3

From Baka-Tsuki
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La Petición de una Amiga de la Infancia[edit]

La Princesa Henrietta acababa de aparece en la habitación de Louise. Parecía llena de emociones contenidas, y abrazó a la chica que se arrodillaba.

-¡Oh, Louise! ¡Louise! ¡Mi querida Louise!

-Esto no está bien, Su Majestad, venir a un lugar humilde como este…- dijo Louise ceremoniosamente.

-¡Oh, Louise! ¡Louise Françoise! ¡Deja de actuar tan formal! ¡Tú y yo somos amigas! Somos amigas, ¿o no?

-No merezco ese tipo de palabras, Su Alteza- respondió Louise con una voz tensa y metálica.

Saito, estupefacto, sólo miraba aquel par de hermosas chicas abrazadas.

-¡Para eso, por favor! Nadie, ni el Cardenal, ni mi Madre, ni ninguno de esos avariciosos aristócratas de la corte que zumban alrededor con esas caras amistosas están aquí. Oh, ¿no tengo amigos que se abrirán a mí? Si incluso Louise Françoise, la vieja amiga que he extrañado tanto, actúa tan distante, moriré.

-Su Alteza…- Louise alzó la cabeza.

-Cuando éramos pequeñas niñas, ¿no íbamos juntas y cazábamos mariposas en el patio del palacio y quedábamos todas enlodadas?

Louise respondió con timidez. -Sí, y La Porte, el chambelán, nos regañaba por tener las ropas tan sucias.-

-Sí, tienes razón, Louise. Discutíamos sobre esos grandiosos pastelillos de crema y terminábamos teniendo una verdadera pelea. Siempre que peleábamos era yo quien perdía. Tú me jalabas el cabello y yo comenzaba a llorar.

-No siempre, la Princesa ganó por lo menos en una ocasión- dijo Louise, luciendo sentimental.

-¡Te acordaste! Viéndonos a las dos, cualquiera llamaría esa batalla El Asedio de Amiens.

-Eso fue cuando peleábamos por un vestido en el dormitorio de la Princesa.

-Sí, en medio de nuestra Corte Real ficticia, terminábamos peleándonos porque las dos queríamos ser la Princesa. Pero al final fue mi golpe en tu estómago, Louise Françoise, lo que lo decidió.

-Me desmayé en presencia de la Princesa.

Después de eso, ambas intercambiaron miradas y rompieron en risas. Saito, asombrado, siguió viéndolas de la misma forma. La Princesa habría parecido toda una dama, pero en realidad era poco femenina.

-Es más que eso, Louise. Ay, me estoy poniendo tan nostálgica, las lágrimas se me salen.

-¿Cómo es que ustedes dos se conocen?- preguntó Saito, mientras Louise cerraba sus ojos, recordando, antes de responder.

-Yo tuve el placer de servir a Su Alteza como compañera de juegos cuando éramos niñas- Louise se volvió hacia Henrietta-. Pero, estoy profundamente conmovida. Que la Princesa recuerde esas cosas… pensé que ya se había olvidado de mí.

La Princesa dio un gran suspiro antes de sentarse en la cama.

-¿Cómo podría olvidar todo? En esos tiempos, cada día era divertido. No había nada de que preocuparse- había una profunda tristeza en su voz.

-¿Princesa?- dijo Louise, preocupada, mientras miraba el rostro de Henrietta.

-Cómo te envidio. La libertad es una cosa tan maravillosa, Louise Françoise.

-¿Qué está diciendo? Usted es la Princesa Real, ¿o no?

-Una princesa nacida en su reino es como un pájaro capturado en una jaula. Vas de aquí para allá por cada capricho de tu amo…- dijo Henrietta, pareciendo solitaria, mirando fijamente a la luna fuera de la ventana. Luego cogió las manos de Louise y le dio una sonrisa dulce antes de decir:-. Me… me voy a casar.

-Tiene mis felicitaciones- dijo Louise, que de alguna manera había sentido la tristeza de su tono, en una voz apagada

Fue en ese momento que Henrietta se dio cuenta de que Saito estaba ahí, sentado en su cama de paja.

-Oh, perdónenme. ¿Interrumpí algo?

-¿Interrumpir? ¿Cómo podría ser posible?

-Bueno, ¿no es tu amante? ¡Oh, no! Parece que estaba tan concentrada en recordar que no me di cuenta de mi error.

-¿Qué? ¿Amante? ¿Esa criatura?

-Deja de llamarme así- dijo Saito con voz decepcionada.

-¡Princesa, eso sólo es mi familiar! No bromee con que es mi amante.

Louise sacudió su cabeza salvajemente, negando las palabras de Henrietta.

-¿Familiar?

Henrietta miró a Saito con una expresión extraña.

-Pero parece humano…

-Soy un humano, princesa.

Saito dio un tenso saludo a Henrietta.

Estaba muy dolido por cuán concluyente había sido Louise negando que eran amantes. Y aunque esa era realmente la situación, dolía igual. Hizo un análisis, mientras Louise miraba a los jóvenes nobles durante el día. De todas formas… soy un familiar. Un chico de la Tierra. No un noble. Quiero regresar a casa. Quiero comer una hamburguesa teriyaki . Sí, y tal vez pueda pedirle a alguien que venga conmigo.

Pensamientos dolorosos como éste se arremolinaban juntos en una cadena. Con un gran peso sobre él, Saito puso sus manos en la pared. Tan rápido como se había puesto eufórico, sus emociones menguaron. ¡Qué personalidad tan frenética!

-Cierto, cierto. Oh, Louise Françoise, debiste de haber cambiado desde aquellos días, pero sigues estando igualita.

-No lo hice mi familiar porque quise- dijo Louise, decepcionada. Henrietta dio otro suspiro-. ¿Qué sucede, Princesa?

-No, no es nada. Perdóname, estoy tan avergonzada de mí misma. No es algo que debería decirte… es sólo que estoy tan…

-Por favor, cuénteme. ¿Qué problemas son esos que causan a la Princesa, tan alegre como es, suspirar de esa forma?

-No… No puedo decirte. Por favor, olvida que dije algo, Louise.

-¡No lo haré! ¿No solíamos hablar de todo? La Princesa era la única que me llamaba una amiga. ¿No compartirá sus preocupaciones con su amiga? Henrietta le dio una sonrisa alegre después de que habló.

-Me has llamado amiga, Louise Françoise. Eso me hace tan feliz-

Henrietta asintió con la cabeza, con decisión, y empezó a hablar.

-No debes hablar con nadie sobre esto que te voy a contar-

Le dio una rápida mirada a Saito.

-¿Debo quedarme fuera?

-Henrietta sacudió la cabeza.

-Un mago y su familiar son uno. No veo ninguna razón para que te vayas-

Con un tono triste, la Princesa continuó.

-Me voy a casar con el Emperador de Germania…

-¿Germania dice?

Dabló Louise estupefacta. No le gustaba Germania.

-¿Ese país de arribistas barbáricos?

-Sí. Pero no se puede evitar. Debo hacerlo para solidificar nuestra alianza.

Henrietta explicó las políticas de Halkeginia a Louise.

Había una rebelión entre los nobles de Albión, y parecía que la Familia Real iba a ser derrocada pronto. Si los rebeldes ganaban, lo siguiente sería la invasión a Tristain. Para defenderse de esto, Tristain buscaba una forma de alianza con Germania. Por el bien de la alianza, se decidió que la Princesa Henrietta se casaría con la Familia Imperial Germaniana…

-Entonces, es por eso que…- dijo Louise en una voz deprimida. Estaba claro, por el tono de voz de Henrietta, que no quería esa boda.

-Todo está bien. Louise, hace tiempo abandoné la idea de desposar al que amo.

-Princesa…

-Esos nobles Albiónicos de dos caras no quieren que Tristain y Germania se vuelvan aliados. Dos flechas son más fáciles de romper cuando no están atadas juntas- murmuró Henrietta-. Es por eso que he estado buscando desesperadamente una manera de interferir con el casamiento.

-Y ha encontrado algo…

Saito no sabía nada de la alianza o de Albión, pero en cualquier caso, parecía que era algo serio. Sí, tan grande como Yagoto, pensó Saito asintiendo.

-Entonces, ¿se trata sobre lo que podría impedir la boda de la Princesa?- preguntó Louise, su cara pálida. Henrietta asintió con pesar-. ¡Oh, Fundador Brimir… por favor, salva a esta infortunada princesa!

Henrietta se cubrió el rostro con sus manos y se hundió en la cama. Saito estaba un poco impresionado por el gesto tan dramático. Nunca había visto algo tan grandilocuente en su vida.

-¡Dígame, por favor, Princesa! ¿Qué es eso que podría interferir en el casamiento de la Princesa?- recitó Louise con una mirada agitada, como si también estuviese afectada.

Con ambas manos aún sobre su rostro, Henrietta parecía estar sufriendo, y dijo murmurando:

-Una carta que escribí hace tiempo.

-¿Una carta?

-Sí. Si uno de esos nobles Albiónianos se hace con ella… probablemente la enviarían a la Familia Imperial Germania lo más pronto posible.

-¿Qué clase de carta es?

-Eso no telo puedo decir. Pero si la Familia Imperial Germaniana la leyera… nunca me perdonarían. El casamiento se suspendería, y con él la alianza con Tristain. Y Tristain estará sola contra la poderosa Albión.

Louise dio una exclamación y cogió las manos de Henrietta.

-¿Dónde está esa carta? La carta que traería la crisis a Tristain.

Henrietta negó con la cabeza.

-No está con nosotros. La verdad es que ya está en Albión.

-¡Albión! Pero entonces… ¿ya está en manos del enemigo?

-No… El que posee la carta no está con los rebeldes de Albión. Como el conflicto entre los rebeldes y sus familiares está desarrollándose, el Príncipe Wales de la Familia Real…

-¿El Príncipe Wales? ¿El Príncipe Valiente?

Henrietta se echó hacia atrás y se recostó en la cama.

-¡Oh, es un desastre! ¡Tarde o temprano, el Príncipe Wales será capturado por los rebeldes! ¡Y cuando eso pase, la carta saldrá a la luz! ¡Todo se arruinará! ¡Todo! ¡Sin una alianza, Tristain tendrá que enfrentar sola a Albión! Louise contuvo el aliento.

-Entonces, el pedido que la Princesa me está haciendo…

-¡Imposible! ¡Es imposible, Louise! ¿Cómo puedo ser tan terrible? ¡Es todo tan confuso! Cuando pienso en ello, no puedo pedirte que hagas una cosa tan peligrosa como ir a Albión, cuando se está desarrollando este conflicto entre los nobles y la realeza.

-¿Qué está diciendo? Sea a las calderas del infierno, o a las fauces de un dragón, si es por el bien de la Princesa, iría a donde sea. ¡No hay forma de que la tercera hija de la Casa de la Vallière, Louise Françoise, deje pasar por alto tremenda crisis por la Princesa o Tristain!-

Louise se arrodilló y bajó su cabeza reverentemente.

-Por favor, déjeme este asunto a mí, la que capturó a Fouquet la Tierra Desmoronadora.

Saito, que había estado apoyado sobre su brazo contra la pared, se volvió hacia Louise y dijo:

-¡Hey! ¿No fui yo quien lo hizo?

-Tú eres mi familiar.

-Woof.

-El logro de un Familiar, es el logro de su amo- dijo Louise con profunda confianza.

-¿Y el error de un Familiar?

-Ese sería su error, ¿no?

A pesar de que se sentía de alguna manera engañado, era inútil objetar cuando Louise se ponía en esa actitud amenazadora tan usual, por lo que Saito asintió creyendo a medias.

-¿Me ayudarás, entonces? ¡Louise Françoise! ¡Eres una gran amiga!

-¡Por supuesto, Princesa!

Louise cogió las manos de la Princesa, y mientras la primera hablaba acaloradamente, la otra se rendía y lloraba.

-¡Princesa! ¡Yo, Louise, eterna amiga de la Princesa, seré su confidente! ¿Se ha olvidado mi voto de lealtad eterna?

Saito abrió su boca, asombrado, y miró medio preocupado a ambas. Era como una conversación entre dos personas que se estaban emborrachando con sus propias palabras. Ah, entonces así es como es para los nobles y las princesas, ¡qué problematico!, estaba extrañamente convencido Saito mientras miraba.

-Louise, siento molestarte mientras reafirmas tu amistad y todo eso…

-¿Qué?

-Ir a Albión en medio de una guerra está bien, ¿De que utilidad voy a ser?

-Te compré una espada. Puedes usar eso, por lo menos.

-Sí. Lo intentaré…

Saito bajó su cabeza tristemente. Se puso a pensar, ellos aún no habían hablado sobre las runas del Familiar Legendario Gandalfr que había aparecido en el dorso de su mano izquierda. Pero incluso si lo digo, será inútil, pensó Saito. Legendario o no, ella me sigue tratando como un perro.

-Entonces… ¿debemos ir a Albión, encontrar al Príncipe de la Corona Wales, y traer la carta? ¿Princesa?

-Sí, es correcto. Confío en que ustedes, los que capturaron a Fouquet la Tierra Desmoronadora, serán capaces de cumplir ésta misión tan difícil.

-Como desee. ¿Qué tan urgente es ésta misión?

-He oído que los nobles de Albión se las han arreglado para llevar a la realeza a un rincón del país. Será sólo cuestión de tiempo para que sean vencidos. La cara de Louise estuvo sería mientras hacía una reverencia a Henrietta.

-Entonces, mañana partiremos.

Seguido, Henrietta volvió su mirada hacia Saito. El corazón de Saito dejó de latir. A pesar de que Louise era sumamente adorable y bien cuidada, la Princesa Henrietta era tan hermosa que casi lo hace dar una exclamación. Su cabello violáceo, recortado justo por encima de sus cejas, bailaba grácilmente. Sus ojos azules resplandecían brillantemente como los mares del sur. Piel clara, sobre la cual flotaba una sensación de pureza; una nariz como una finamente trabajada escultura…

Saito miraba a la Princesa como si estuviese en trance. Louise vio esto con una mirada fría. No parecía estar de buen humor.

¿Por qué me miras así, Louise? ¿Oh, es porque estoy mirando a la Princesa con admiración? ¿Es posible que te estés poniendo celosa? ¿Pero acaso no te sonrojaste cuando viste a ese noble del sombrero de pluma? ¿No estabas completamente ida después de eso? Es gracioso que te pongas celosa, Louise. Saito sacudió la cabeza.

¿Acaso no solo soy tu Familiar y no tu amante? ¿No seré nada más que un perro para ti? Soy sólo tu perro, ¿por qué me miras así, entonces, Louise? Ah, ¿es porque soy un perro? ¿Es porque alguien como yo, que sólo está al nivel de un perro, la está mirando? Mis disculpas. Por favor, perdóname por haber nacido. ¡Woof!

La cabeza dio vueltas por dos segundos. Louise apartó su mirada de Saito con un "Hmph". Saito hizo lo mismo.

Henrietta no se dio cuenta del súbito cambio entre Saito y Louise, y empezó a hablar con un voz alegre.

-Respetable joven Familiar.

-¿Sí? ¿Te refieres a mí?

Luego de que Henrietta lo llamara ‘respetable’, el desplomado Saito se puso feliz.

-Nahw, eso es mucho. Sólo trátame como un perro.

-Por favor, sigue cuidando de mi más querida amiga.

Y luego le tendió la mano gentilmente. ¿Un apretón de manos?, pensó. Pero la mano de la chica estaba vuelta hacia arriba. ¿Qué clase de gesto es éste?

-Eso no esta bien, Princesa. ¡Ofrecerle su mano a un familiar!

-Está todo bien. Ésta persona estará actuando por mí y, sin una recompensa, no tendré su lealtad.

-Ah…- murmuró Saito.

-¿Ofreciéndole su mano? ¿De la manera que alguien lo hace a un perro? ¿Es así como trata a sus perros?

Saito se detuvo y agachó la cabeza.

-No es así. Oh, es por eso que eres un perro. Un perro plebeyo que no sabe nada. Cuando la Princesa te ofrece la mano, significa que puedes y debes besarla. Eso es decirlo claramente.

-Eso es...Qué agresivo...

Saito abrió la boca, sorprendido. Nunca hubiera pensado que se le permitiría besar a una Princesa de otro mundo.

Henrietta sonrió a Saito dulcemente. Su sonrisa le parecería simple formalidad a otras personas, pero Saito pensaba 『Me encantaría』. Gustarle a una Princesa como ella no es para nada malo, pensó.

Saito sonrió burlona y deliberadamente a Louise. Louise murmuró algo, sin aliento, y apartó la mirada.

Ah, ¿qué?, ¿te estás poniendo celosa? Sólo mírate. Esto es lo que obtienes por estar encantada y sonrojada con ese noble del sombrero emplumado, pensó Saito.

Cogió la mano de Henrietta y la atrajo hacia él firmemente.

-¿Eh?- dijo Henrietta distraídamente, abriendo la boca sorprendida. Pero antes de que pudiera decir algo, Saito colocó sus labios sobre los de ella.

-Hmmp…

¡Qué tiernos y dulces labios eran!

Los ojos de Henrietta se abrieron en círculos enormes que luego se volvieron blancos. La fuerza dejó el cuerpo de Henrietta y, deslizándose entre los brazos de Saito, cayó sobre la cama.

-¿Se desmayó? ¿P-p-por qué?

-¿Qué le has hecho a Su Alteza? ¡Tú, p-p-perro!

-¿Woof?

Cuando Saito volteó, la suela del zapato de Louise estaba volando hacia él. Saito recibió la patada del salto de Louise en pleno rostro y se tumbó sobre el piso.

-¿Por qué hiciste eso?

Louise volvió a patearle en la cara.

-¡Era su mano sobre lo que te dio permiso! ¡Su mano! ¡Un beso en la mano! ¿Por que le diste un beso arrojado en los labios?- dijo Louise, tan molesta que parecía iba a echar fuego.

-¡Cómo iba a saberlo! ¡No sé nada de sus reglas!- dijo Saito de pleno, extendiendo los brazos mientras su cara era pisoteada, cosa a la cual ya se estaba acostumbrando.

-¡T-t-t-tú! ¡T-t-t-tú, tú, perro…!- la voz de Louise comenzó a temblar de furia. Henrietta se levantó de la cama sacudiendo la cabeza. Louise se apresuró a arrodillarse junto a ella. Luego cogió a Saito por la cabeza y la hundió en la cama.

-¡E-Estoy apenada! ¡La mala conducta de mi familiar es mi propia mala conducta! ¡También dilo tú! ¡Disculpate!

La siempre orgullosa Louise se estaba disculpando con alguien. Y, para colmo, estaba temblando. Si no hago lo que me dice, probablemente me mande al infierno luego.

-Lo siento. Sólo lo hice porque usted me dijo que podía besarla.

-¿Y dónde encuentras a alguien que va directamente a los labios cuando oye eso?

-Justo aquí…

Louise le pegó a Saito con el puño.

-¡Qué olvidadiza! ¿Quién te dio permiso para usar el idioma de las personas? Sólo ladra. Perro. Vamos, ladra, te lo ordeno. ¡Todos miren al perrito! Estúpido perro.

Luego estampó la cabeza de Saito contra el piso.

-E.está bien. La lealtad tiene que ser recompensada, después de todo-

Henrietta inclino su cabeza y haciendo un gran esfuerzo por parecer calmada.

Súbitamente, la puerta se abrió de golpe y alguien entró volando.

-¡Tu! ¡La Princesa! ¿Qué cree que estas haciendo?

Era el muchacho con el que Saito había tenido un duelo anteriormente, Guiche de Gramont, con su siempre presente rosa en su mano.

-¿Qué quieres?

Dijo Saito desde donde yacía en el suelo mientras Louise continuaba pisando su cara.

-¡Guiche! ¡Tú! ¿Estabas espiándonos? ¿Oíste nuestra conversación?

Guiche, sin embargo, no contestó ninguna de las preguntas: estaba completamente aturdido.

-Siguiendo la búsqueda de la bella como rosa y adorada Princesa me trajo a este lugar… para luego ver ocurrir el robo, por decirlo así, a través del ojo de la cerradura… ese plebeyo idiota robándole un beso…

Guiche agitó su rosa de imitación y gritó.

-¡Pelea conmigo, sinvergüenza!

Saito se incorporó de un salto y asestó un golpe con el puño en la cara de Guiche.

-¡Argh!

-¡Pelea pues, estúpido! ¡Aún recuerdo cómo me rompiste el brazo! ¡Vamos!

Saito le dio una fuerte patada a Guiche, quien había caído al piso. Luego se sentó sobre él y empezó a retorcerle el cuello.

-¡E-eso no es justo! ¡Tú…! ¡Gah!

-¿ Y ahora qué? Ese tipo escuchó la historia de la Princesa. ¿Deberíamos colgarlo?

Si el oponente era un chico, Saito podía tomárselo muy en serio.

-Eso sería lo mejor… has sido en verdad muy malo que haya oído nuestra conversación…

Guiche cogió a Saito fuera de guardia y se levantó.

-¡Su Alteza! ¡Por favor desígneme a mí, Guiche de Gramont, para cumplir esta difícil misión a toda costa!

-¿Tú?

-Tú te vas a dormir- Saito barrió las piernas de Guiche y este cayó sordamente.

-¡Déjame unírmeles!- aulló Guiche mientras colapsaba.

-¿Por qué?

El rostro de Guiche se puso rojo.

-Quiero serle útil a Su Alteza.

Saito percibía algo por la apariencia de Guiche.

-¿Estás, estás enamorado? ¿De la Princesa?-

-No digas cosas tan descorteces. Estoy absolutamente dispuesto a serle útil a Su Alteza.

Sin embargo, el rostro de Guiche se encendía mientras decía esto. Por la mirada apasionada que le estaba dando a Henrietta, ciertamente estaba bajo su encanto.

-Pero tú tienes una novia. ¿Cómo se llamaba? Uh, Monmon-algo…

-Es Montmorency.

-¿Entonces qué pasa?

Guiche permaneció en silencio. Oh, ya veo, pensó Saito.

-¿Te cortó? Te cortó completamente, ¿no?

-¡C-Cállate! ¡Es todo es tu culpa!

Era sobre el perfume en el salón donde comían. Cuando fue descubierto engañando a dos, Guiche terminó chorreando vino por la cabeza, cortesía de Montmorency.

-¿Gramont? ¿Eres algo del General Gramont?- Henrietta tornó sus ojos hacia el rostro ausente de Guiche.

-Soy su hijo, Su Alteza.

Guiche se levantó y dio una pronunciada reverencia.

-¿También dices que es tu deseo ayudarme?

-Sería una inesperada bendición para mí si me vuelvo parte de esta misión.

Henrietta sonrió a Guiche con una expresión entusiasta.

-Gracias. Tu padre es un gran y valiente noble. Parece que has heredado bien su sangre. Entonces, por favor, ¿ayudará a esta desafortunada Princesa, joven Guiche?

-¡Su Alteza a pronunciado mi nombre! ¡Su Alteza! ¡La flor más amada de Tristain ha dirigido su sonrisa de rosa hacia mí!- exclamó Guiche, sintiendo tal emoción que cayó hacia atrás, desmayado.

-¿Está bien?

Saito golpeó con los dedos a Guiche. Louise no prestaba atención al disturbio y habló muy seria:

-Bien, entonces, partiremos mañana hacia Albión.

-Hemos oído que el Príncipe Wales ha levantado un campamento en algún lugar alrededor de New Castle, en Albión.

-Entendido. He viajado por Albión con mis hermanas antes, así que estoy familiarizada con la geografía.

-Será un viaje peligroso. Si los nobles de Albión los descubren en la misión, harán todo lo que esté a su alcance para quitarlos del camino.

Henrietta se sentó en el escritorio y, usando una pluma y algo de pergamino, escribió una carta. Henrietta leyó silenciosamente lo que había escrito antes de sacudir la cabeza tristemente.

-¿Princesa? ¿Qué sucede?- preguntó Louise, pensando que algo pasaba.

-N-No es nada…- dijo Henrietta, sonrojándose. Dio un asentimiento con la cabeza, como si hubiera decidido algo, y agregó una nueva línea al final. Luego, murmuró en una voz suave-. Fundador Brimir, por favor perdona a esta princesa egoísta. A pesar de que mi país esté en desgracia, no puedo evitar escribir esta sola línea… No puedo mentir sobre mis propios sentimientos…

La expresión de Henrietta la hacía parecer como si acabara de escribir una carta de amor y no un mensaje secreto. Louise no pudo decir nada más y simplemente miró a Henrietta en silencio. La Princesa enrolló la carta que había escrito. Sacudió su báculo.

De la nada, apareció una marca de cera en la carta enrollada, y un sello se presionó contra ella. Luego, Henrietta le tendió la carta a Louise.

-Cuando te encuentres con el Príncipe de la Corona Wales, por favor entrégale esta carta. Él debe devolver la carta en cuestión inmediatamente.

Después de eso, Henrietta se quitó un anillo del dedo anular de su mano derecha y se lo dio a Louise.

"Henrietta se quitó un anillo del dedo anular de su mano derecha y se lo dio a Louise."

-Éste es un Rubí de Agua. Mi madre me lo dio. Se supone que debe funcionar como un amuleto de buena suerte, por lo menos. Si tienen algún inconveniente con el dinero, les suplico que lo vendan para obtener algunos fondos para el viaje. Louise inclinó la cabeza en silencio.

-Esta misión es por el futuro de Tristain. Por eso, el anillo de mi madre los protegerá de los violentos vientos que soplan en Albión.


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